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El gesto animal y el objeto humano: Construcción de narrativas y prácticas corporales en las narigueras Yotoco, Malagana y Sonso Olga Parra Benavides Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Antropología Bogotá, Colombia 2016

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El gesto animal y el objeto humano: Construcción de narrativas y prácticas corporales en las

narigueras Yotoco, Malagana y Sonso

Olga Parra Benavides

Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Antropología

Bogotá, Colombia

2016

El gesto animal y el objeto humano: Construcción de narrativas y prácticas corporales en las

narigueras Yotoco, Malagana y Sonso

Olga Parra Benavides

Tesis presentada como requisito parcial para optar al título de:

Maestría en Antropología

Directora:

Helen Hope Henderson

Línea de Investigación:

Arqueología

Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Antropología

Bogotá, Colombia

2016

A mi familia

Agradecimientos Agradezco la inmensa colaboración del Museo del Oro del Banco de la República, Dra.

María Alicia Uribe, Directora, Juanita Saénz Samper, Jefe sección de Registro, Eduardo

Londoño, Jefe de Divulgación Cultural, Juan Pablo Quintero, Arqueólogo y Clark Manuel

Rodríguez Bernal, fotógrafo del Museo del Oro por el acceso a la base de datos y al

registro fotográfico de la colección del Museo y su siempre rápida y cordial atención.

Así mismo agradezco a Alexander Clavijo Sánchez, Antropólogo del Museo Arqueológico

Calima del INCIVA, quien, durante mi estadía en Darién, Valle del Cauca, me ofreció

toda la información y orientación necesarias para este proyecto de investigación.

Mucha gratitud hacia Víctor González, por su motivación y paciencia, a Roberto Pineda

por sus certeros concejos, a Claudia Guevara de la oficina de coordinación de l a

Maestría en Antropología, por su incansable ayuda y disposición.

Por último, mis más sinceros agradecimientos a Hope Henderson, mi directora de tesis

de maestría por el apoyo y orientación a lo largo de este proceso.

Resumen y Abstract IX

Resumen La presente investigación es una exploración de la funcionalidad y portabilidad de la

muestra de 950 narigueras de la colección del Museo del Oro asociadas a los estilos

Yotoco, Malagana y Sonso, desde la antropología del cuerpo, el perspectivismo

amerindio y el análisis estadístico de componentes principales. Los resultados muestran

un fuerte cambio estilístico después de la desaparición de l as grandes narigueras

martilladas y repujadas de Yotoco y Malagana, en coexistencia con la continuidad en el

uso de ciertas tipologías elaboradas por fundición en cera perdida, piezas pequeñas en

las cuales sobresale la cantidad de materia prima utilizada en s u elaboración. Esta

dicotomía parece estar ligada no sólo a las fuertes relaciones de intercambio social y

material en el suroccidente colombiano, a la organización económica y política, sino a la

presencia del gesto animal en prácticas corporales de conocimiento colectivo.

Palabras clave: Gesto animal, performance, oro prehispánico, objeto arqueológico, nariguera.

X El gesto animal y el objeto humano

Abstract The present research is an exploration of the functionality and portability of the sample of

950 nosepieces of the Gold Museum Collection associated to the Yotoco, Malagana and

Sonso styles from the perspective of the anthropology of the body, the Amerindian

perspectivism and the statistical analysis of principal components. The results show a

strong stylistic change after the disappearance of the large hammered Yotoco and

Malagana nosepieces in coexistence with the continuity of the use and production of

certain typologies in lost wax technique, in which the amount of raw material excels the

size of the pieces. This dichotomy seems to be linked to the constant cultural and

material exchange in the Southwestern region, the economic and politic organization and

the presence of animal features in the collective body practices.

Keywords: Animal gesture, performance, Pre-Hispanic gold, archaeological object, nosepieces.

Contenido XI

Contenido

Pág.

Resumen ..............................................................................................................................IX

Lista de figuras ..................................................................................................................XII

Lista de gráficos y tablas ................................................................................................ XIV

Introducción ......................................................................................................................... 1

1. Capítulo 1: La región arqueológica del Valle del Cauca .......................................... 91.1 Los estilos prehispánicos del Valle del Cauca .................................................. 13

1.1.1 Los primeros pobladores ........................................................................ 131.1.2 Ilama: La gente y el paisaje en la cerámica ........................................... 141.1.3 Yotoco: Especialización agrícola, cerámica y orfebre ........................... 181.1.4 Malagana: Oro y muerte ......................................................................... 211.1.5 Sonso: La aparición de una nueva ideología ......................................... 26

1.2 Crónicas y relatos del Valle del Cauca ............................................................. 28

2. Capítulo 2: El gesto animal y el objeto humano ..................................................... 352.1 Las narigueras: Un estudio etnográfico ............................................................ 402.2 El gesto animal y el objeto humano .................................................................. 44

2.2.1 El gesto y el performance ....................................................................... 462.2.2 El gesto felino ......................................................................................... 53

3. Capítulo 3: Análisis Multivariable ............................................................................. 62

4. Conclusiones y recomendaciones ........................................................................... 774.1 Conclusiones ..................................................................................................... 774.2 Recomendaciones ............................................................................................. 84

A. Anexo A: Tipologías de Narigueras ......................................................................... 89

Bibliografía ......................................................................................................................... 99

XII El gesto animal y el objeto humano

Lista de figuras Pág.

Figura 2-1: Reconstrucción de un atuendo Calima (Museo del Oro) ......................... 37Figura 2-2: MO07539 Nariguera semilunar Yotoco con placas colgantes ................ 41Figura 2-3: Diferentes diseños de Chidi chidi (placa semilunar) y perre perre (placa colgante unida a un chidi chidi) ......................................................................................... 41Figura 2-4: MOC01043 Máscara Sonso; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) .......................................................................... 42Figura 2-5: MOO04255 (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ....................................................................................................... 42Figura 2-6: MOC13505 Vasija Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) .......................................................................... 42Figura 2-7: MOC13067 Alcarraza Malagana; Dimensiones: 12x16,3cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 48Figura 2-8: Narigueras anulares gruesas (Fotografía: Bray (2005) ............................. 48Figura 2-9: MOC00013 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 13,8x13,5 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 49Figura 2-10: MOO04255 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ...................................... 50Figura 2-11: MOC00804 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 14,6x10,8 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 50Figura 2-12: MOC13470 Vasija Sonso; Longitud: 79 cm; (Fotografía Bray, 2005, VI.46, pág. 252) .................................................................................................................. 50Figura 2-13: Narigueras semilunares con placas colgantes Yotoco (Fotografías: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 51Figura 2-14: MO33312 Nariguera semilunar Malagana (clasificada como zoomorfa en la base de datos del Museo del Oro MuseumPlus) ........................................................... 59Figura 3-1: MO04533 Nariguera zoomorfa Malagana (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ......................................................... 66Figura 3-2: MO05206 Nariguera semilunar con placas colgantes Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 66Figura 3-3: MO03542 Nariguera semilunar de una placa colgante Yotoco, (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 67Figura 3-4: MO02103 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ...................................... 67Figura 3-5: MO08938 Nariguera anular con remates circulares (Procedencia Desconocida) (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................................................................................................................... 67Figura 3-6: MO05544 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ...................................... 67Figura 3-7: MO03917 Nariguera anular delgada Sonso; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ...................................... 68

Contenido XIII

Figura 3-8: MO05764 Nariguera anular delgada con cuenta Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ................................. 68Figura 3-9: MO19077 Nariguera torzal Sonso (Datada 650 a.C. – 1600 d.C.) (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) .... 68Figura 3-10: MO19616 Nariguera Sonso de placa redonda y remate en punta; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) .... 68Figura 3-11: Tipos de remate ........................................................................................ 69Figura 3-12: MO05207 Nariguera Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) .......................................................................... 71Figura 3-13: MO05486 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ...................................... 71Figura 4-1: Rostro con nariguera semilunar Yotoco ...................................................... 79Figura 4-2: Rostro con nariguera semilunar Malagana ................................................. 79Figura 4-3: Rostro con nariguera de placa redonda y remate en punta ........................ 80Figura 4-4: Rostro con nariguera anular gruesa con remate circular ............................ 80Figura 4-5: Rostro con nariguera torzal de una vuelta .................................................. 80Figura 4-6: Nariguera semilunar de placas colgantes, estilo Yotoco. ........................... 82Figura 4-7: Chidi-chidi y perre-perre: Aretes usados por la comunidad Emberá Chamí (Ulloa, 1986; pág. 119) ....................................................................................................... 82Figura 4-8: MOC13067 Alcarraza Malagana; Dimensiones: 12x16,3cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 83Figura 4-9: Narigueras anulares gruesas (Fotografía: Bray, 2005) ................................ 83Figura 4-10: MOC00013 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 13,8x13,5 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 83Figura 4-11: Rostro con nariguera semilunar con placas colgantes .............................. 84Figura 4-12: Narigueras semilunar Yotoco ..................................................................... 84

XIV El gesto animal y el objeto humano

Lista de gráficos y tablas Gráfico 3-1 Distribución por período según técnicas de elaboración ............................... 64 Gráfico 3-2 Diagrama de conteo de tipologias por período .............................................. 65 Gráfico 3-3 Diagrama porcentual de tipos de remate por período ................................... 70 Gráfico 3-4 Diagrama de distribución porcentual de narigueras decoradas según período............................................................................................................................................. 70 Gráfico 3-5 Diagrama de porcentaje de narigueras que cubren la boca......................... 71 Gráfico 3-6 Scree Plot análisis de componentes principales............................................ 73 Tabla 3-1 Valores de correlación de las variables ............................................................. 73 Tabla 3-2 Porcentajes de la muestra explicados por los componentes principales ......... 74 Gráfico 3-7 Diagrama de dispersión de factores según período y tipo de nariguera ...... 76

Introducción Las narigueras son piezas fascinantes de la orfebrería precolombina, no solo por el gran

despliegue de destreza técnica en su elaboración, sino por la forma en que

transformaban la apariencia de quien las portaba. La diversidad y complejidad de sus

formas y funciones hacen pensar en l os aspectos anatómicos y extra-anatómicos del

portador en la construcción de un repertorio de gestos faciales y movimientos corporales

para la puesta en escena de elementos performativos dentro de un determinado grupo

social, constituyéndose así en un medio de comunicación no verbal y contenedor de

narrativas y tradiciones (Noland, 2005). Dada la materialidad y el brillo propios del oro,

estos objetos hacen posible la continuidad de su funcionalidad por varias generaciones,

garantizando la transmisión de símbolos y significados así como la construcción activa de

múltiples identidades sociales (Pineda, 2005; Noland, 2005).

Tomando como punto de partida el análisis de las diferentes posiciones teóricas en la

arqueología del cuerpo de Joyce (2005), construidas desde las asociaciones con la

cultura material y el énfasis de la disciplina en la repetición y continuidad a t ravés del

tiempo y del espacio como base para el reconocimiento de prácticas culturales, planteo el

estudio de las narigueras de oro, asociados a los estilos Yotoco, Malagana y Sonso

desde su portabilidad, funcionalidad y materialidad para así abordar los gestos, modos de

expresión, percepción y movimientos corporales sugeridos por las piezas en l a

construcción de prácticas rituales. Este tipo de análisis posibilita proyectar un estudio

exploratorio del gesto facial y de los elementos performativos en las narigueras y

2

establecer nuevas perspectivas de aproximación al pasado orfebre precolombino a partir

de la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuál es la relación entre el gesto y el objeto

en las narigueras Yotoco, Malagana y Sonso?

Siendo las narigueras piezas de adorno individual, podría afirmarse que se trataban de

elementos claves en la construcción de la identidad. Desde las posturas antropológicas

desarrolladas a partir de las nociones de cuerpo, persona, individuo e identidad de

Mauss1 (1936), resulta difícil encontrar puntos de convergencia con los rastros de l a

cultura material prehispánica del actual departamento del Valle del Cauca, una región

que, según Cieza de León, cronista del siglo XVI, estaba habitada por muchas y

diferentes especies de f lora y fauna, que f ueron representadas en o bjetos líticos,

cerámicos y orfebres de carácter antropomorfo, zoomorfo y antropozoomorfos

encontrados en la zona. Esta asociación repetitiva para la región conduce a pensar que

no existía una gran diferenciación entre las nociones y el comportamiento de animales y

humanos, ya que tanto los unos como los otros trabajan, cazan, construyen una vivienda,

se ocupan de sus crías2

1 Técnicas del Cuerpo

. A este respecto, el análisis de Looper (2003) de las estatuillas

orfebres Tairona muestra que la relación entre las prácticas corporales y las prácticas

performativas construye una noción de cuerpo que va más allá de una superficie que

define el límite entre el individuo/lo interno y la sociedad/lo externo, ya que las prácticas

performativas y corporales expanden el concepto de corporalidad incorporando espacios,

tiempos, significados y atuendos a la identidad de un individuo. Esta intrincada relación

entre cuerpo y performance propuesta por Looper es el objeto de estudio de esta

investigación y el punto de partida metodológico hacia una exploración de los objetos

prehispánicos del Valle del Cauca, una región que debido a su majestuosa riqueza

arqueológica ha sufrido por muchos años la destrucción de c ementerios y sitios

sagrados. La guaquería sigue presente y es responsable de la falta de datos precisos y

confiables en el análisis de las piezas. La datación y procedencia de casi la totalidad de

la colección del Museo del Oro está en entredicho y es por ello que el arqueólogo debe

recurrir a la implementación de metodologías innovadoras que permitan la obtención de

información adicional.

2 Levy Brühl pág. 25

3

La presente propuesta de investigación pretende explorar la portabilidad3

Con el fin de explorar esta relación se plantean los siguientes objetivos específicos:

, funcionalidad y

materialidad en la colección de narigueras del Museo del Oro por medio de un análisis

estadístico multivariable en busca de una relación con su portador. Se espera visibilizar

su posible funcionalidad y articular estos resultados a las investigaciones arqueológicas y

antropológicas de la región. Se trata de una exploración de los objetos desde una

perspectiva multidisciplinaria e integradora de conocimientos con el oficio del trabajo de

los metales. El objetivo general de esta investigación consiste en encontrar una posible

relación entre el uso de narigueras Yotoco, Malagana y Sonso en la construcción de

prácticas corporales, narrativas y rituales.

- Definir variables categóricas en la muestra de narigueras de la colección del Museo del

Oro y determinar correlaciones. El análisis estadístico estará enfocado a encontrar

posibles relaciones entre las variables, interacciones entre grupos o conjuntos de

narigueras.

- Visibilizar y visualizar la portabilidad, funcionalidad y materialidad de los portadores de

las narigueras Yotoco, Malagana y Sonso para que la investigación pueda ser transmitida

a públicos más amplios y diversos.

- Explorar la influencia de las variaciones en la función performativa de las piezas.

Para lograr cumplir con estos objetivos y responder la pregunta de investigación

propuesta para la siguiente exploración se presenta el análisis de las investigaciones en

orfebrería caracterizadas por el énfasis en cuatro enfoques principales: El primero se

3 Defino la portabilidad desde la funcionalidad de un objeto de uso corporal como la forma en qué los objetos se adaptan a las dimensiones anatómicas del rostro y cómo estos se llevan puestos. Es decir, sí en el caso de las narigueras era necesaria la perforación de la nariz, de las aletas o sí simplemente se insertaban dentro de las fosas nasales y se ajustaban a presión. El tamaño de las narigueras varía de p ieza en p ieza; las hay pequeñas y sencillas; fáciles de llevar y repetidas muchas veces gracias la desarrollo de tecnologías en el trabajo de l os metales; las hay muy elaboradas y exclusivas; con figuras de a nimales o par tes de a lgunos de e llos; de formas geométricas y abstractas; planas y volumétricas; con placas y objetos colgantes muy brillantes que atrapaban la luz y producían sonidos. Algunas dividen el rostro en dos partes; otras enmarcan los ojos y los pómulos; otras son de superficies muy pulidas y reflejan como espejos; otras ponen de manifiesto el aliento de quien las porta y otras cubren completamente la boca y ocultan el rostro de su portador.

4

ocupa del estudio de las piezas desde la iconografía y el simbolismo (Reichel Dolmatoff,

1986,1988; Plazas, 1989; Legast, 1993), profundizando en los aspectos ideológicos, el

chamanismo y el uso de sustancias psicoactivas. El segundo (Gnecco, 1998) tiene que

ver con la importancia del oro en la complejización de los asentamientos prehispánicos,

mientras que el tercero (Bray, Cardale de Schrimpff, Herrera, 2005) analiza la forma y

función de las piezas como instrumentos al servicio de prácticas ideológicas, económicas

y sociales en la creación de un paisaje cultural. El cuarto enfoque (Rodríguez C. A., 2002,

Rodríguez, J. V., 2005, 2007; Herrera, 2007) estudia el ajuar y la cosmovisión desde la

arqueología funeraria.

Si bien existe un consenso general en las investigaciones de la orfebrería prehispánica

desde los enfoques de simbolismo e iconografía (Reichel-Dolmatoof, Plazas, Legast), las

investigaciones acerca del desarrollo del liderazgo y la aparición de grupos sociales

complejos (Gnecco) muestran otra perspectiva del uso del oro en el proceso de

legitimización del poder tomando como instrumento las piezas de adorno corporal. No

obstante, estos estudios no se han ocupado ampliamente de la funcionalidad,

materialidad y portabilidad del adorno corporal como parte de un acto performativo que

acompaña la construcción y transmisión de elementos narrativos y rituales. Es importante

además tomar la información suministrada por los escasos contextos de arqueología

funeraria encontrados en la región para explorar el objeto material, en es te caso las

narigueras, en su relación con los cuerpos que las acompañan, así como la información

técnica de las piezas desde la perspectiva del cuerpo portador para ampliar el campo de

estudio a una exploración que permita formular hipótesis sobre la función de las

narigueras. La información compilada en estos cuatro enfoques investigativos

presentados sumada a la información de los cronistas de la época, al análisis estadístico

y de portabilidad podrían permitir un acercamiento a la forma en que las narigueras

transformaban la anatomía y extra-anatomía de sus portadores y de este modo articular

los conocimientos adquiridos hasta ahora de nuestros antiguos pobladores y ampliar el

acceso de esta información y su valor patrimonial a diversos públicos.

1. Capítulo 1: La región arqueológica del Valle del Cauca

El actual departamento del Valle del Cauca ha llamado desde siempre la atención de

cronistas, historiadores, arqueólogos y cazadores de tesoros por su gran diversidad

cultural y de pai saje, así como por sus ricos y suntuosos objetos de oro, elaborada

alfarería y ajuares funerarios. Se trata de una zona muy apropiada para el asentamiento

humano caracterizada por tierras bajas y cálidas de clima subtropical y de fértiles y bien

irrigados suelos volcánicos, abundante flora y fauna y fácil acceso a r egiones

circundantes por una red de caminos que conectan los diferentes pisos térmicos y

garantizan el suministro de una gran variedad de frutos, maderas, conchas, piedras,

minerales, plumas y animales de caza (Cardale, 1996, Bray, 2005). Esta región de tierras

templadas, ubicada al occidente del territorio colombiano, abarca el litoral de la Costa

Pacífica al occidente; la cordillera Occidental en el centro y el valle geográfico del río

Cauca y la cordillera central al oriente. Estos cuatro ecosistemas corresponden a l os

asentamientos Tumaco-La Tolita, en el litoral de la costa Pacífica; Ilama, Yotoco y Sonso,

en la cordillera occidental o región Calima; Malagana y Bolo-Quebrada Seca en el valle

geográfico del río Cauca y a grupos humanos con influencia Quimbaya y Tolima, en la

cordillera central.

Las investigaciones arqueológicas muestran que la región fue ocupada sucesivamente

por varios grupos con diversos niveles de desarrollo (Bray, 1962, 1976, 1988, 1989;

Salgado, 1988; Cardale, Bray, Herrera, 1989; Botiva, 1991; Cardale, Herrera, Rodríguez,

C.A., 1994; Archila, 1996; Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño, Rodríguez, C. A., 2002,

2005; Rodríguez, J. V., 2005, 2007; Herrera, 2007; Blanco, 2011; Giraldo, 2014)

habitando un territorio de fronteras dinámicas en constante intercambio de bienes y

productos (Cardale, 2005). La presencia de l os primeros pobladores, un grupo de

cazadores y recolectores, quienes habitaron la región en el Pleistoceno (Salgado, 1988;

Cardale, Herrera, Bray, 2005) se evidencia por el hallazgo de líticos (Botiva, 1991); sin

6 El gesto animal y el objeto humano

embargo, la acidez de los suelos en la región impidió la conservación de restos óseos. A

esta primera fase de ocupación precerámica, le siguen ocupaciones con desarrollo

cerámico y orfebre: Ilama, Yotoco, Sonso, Malagana, Bolo Quebrada Seca. La datación

de la cultura material correspondiente a estas ocupaciones posteriores ha sido una labor

difícil, debido a la falta de contextos arqueológicos y a la proliferación de cazadores de

tesoros, saqueadores de tumbas prehispánicas y comerciantes de figuras precolombinas,

quienes impiden la labor científica de arqueólogos e investigadores. Algunas de las

piezas de la región se encuentran en el Museo del Oro de Bogotá, y sus datos fueron

obtenidos por informantes, testigos de procesos de guaquería y los mismos guaqueros,

quienes vendieron muchos de los objetos al Banco de la República. Muchas hipótesis se

han planteado alrededor de la interpretación de las pocas crónicas y relatos que se

conservan de la Conquista y la Colonia, no obstante, es de consenso general que

durante los primeros siglos después del contacto, la población del actual departamento

del Valle del Cauca se redujo considerablemente y que así se mantuvo durante la

Colonia (Bray, 2005).

Solo a c omienzos del siglo XX, con la llegada de l as migraciones campesinas

antioqueñas a la cordillera occidental y la fundación de Darién (1912) y Restrepo (1913),

tuvo lugar un repoblamiento de la zona. La deforestación de los bosques y la introducción

de la ganadería por parte de los colonos hicieron posible la aparición de los primeros

vestigios de grupos humanos pasados; se podían observar a simple vista los tambos o

plataformas donde fueron construidas las unidades de vivienda, así como las redes de

caminos que conducían a fuentes de agua y conectaban la región por varios días de

camino (Cardale, 1996). La migración antioqueña trajo consigo el entusiasmo por la

práctica de la guaquería y fue así como durante la segunda mitad del siglo XX

desaparecieron muchos sitios arqueológicos y objetos de cultura material. El desarrollo

industrial de la región, la construcción de nuevas vías y del embalse Calima en 1960,

cubrieron permanentemente las evidencias en el área más llana del valle, punto de

encuentro de cinco de los caminos prehispánicos (Cardale, 1996).

El estado del arte de las investigaciones en el valle del río Cauca y la cordillera occidental

presenta diversas teorías alrededor de la definición y secuencia de los asentamientos en

la región: Por un lado, Cardale (2005: 36-96) y Bray (2005: 98-196) consideran que las

fases Yotoco y Malagana se desarrollaron de forma paralela y a par tir de un ancestro

común: Ilama. Carlos Armando Rodríguez (2002:129) por su parte, tiene en cuenta las

Capítulo (…) 7

fases Yotoco y Malagana como dos manifestaciones de Yotoco: “En el valle geográfico

del río Cauca el cacicazgo Yotoco más importante, indudablemente fue Malagana”. Con

respecto a Malagana, las opiniones se encuentran igualmente divididas: Herrera (2007:

157) reconoce un desarrollo divergente en la cerámica y la orfebrería Yotoco y Malagana,

y afirma que: “La identificación de Malagana como una sociedad plantea de inmediato el

problema de las relaciones de és ta con los grupos humanos contemporáneos de l a

sociedad Yotoco; de ésta, definida décadas atrás en la suela plana del valle del Cauca

(Bray y Moseley, 1976: 58-62), se conocen numerosos sitios en la cordillera occidental,

municipios de Restrepo y Darién”.

Añade así mismo que: “En la arqueología del Valle del Cauca se han usado de forma

aparentemente intercambiable términos como cultura, período, sociedad, estilo, etcétera,

antepuestos a topónimos adoptados para designar conjuntos de sitios arqueológicos.

Usarlos en esta forma no significa que se asuman como sinónimos y la escogencia de

uno u otro depende del contexto en el cual se hace una propuesta. No hay en el fondo

una contradicción al plantear que u n grupo humano en un t iempo y espacio definido

constituye la sociedad Malagana, la cual produjo una cultura que en términos

arqueológicos denominamos Malagana. Ahora bien, si se hace referencia al período

Malagana debe entenderse que se trata por lo menos de los dos siglos siguientes al

comienzo de la era cristiana, que en el sitio de la hacienda Malagana representan

estratigráficamente la cuarta y la penúltima ocupación de e ste (posterior a Ilama y

anterior a Bolo-Quebrada Seca). Finalmente, si la discusión se centra en las diferencias

formales y técnicas de la cerámica o de la orfebrería, es posible hablar de un estilo

Malagana por contraposición, por ejemplo, con un (típico, clásico, puro) estilo Yotoco.”

Sonia Blanco (2011: 58, 181) difiere con Herrera al plantear el origen de Malagana

independiente de raíces Ilama y a partir de fechas más antiguas de las conocidas.

Giraldo (2014) propone una nueva denominación para los asentamientos en la región

Malagana: Bolo Temprano para el complejo arqueológico Malagana y Bolo Tardío para

Bolo-Quebrada Seca.

Con el propósito de c ontextualizar las investigaciones en la región, se tomará como

marco de referencia para este trabajo exploratorio la nomenclatura tradicional para los

sitios arqueológicos del departamento del Valle del Cauca propuesta por Herrera (2007):

“Yotoco y Sonso, desde las excavaciones de Bray y de s us colegas en sitios del

municipio Yotoco y en el río Sonso respectivamente (Bray y Moseley, 1971), e Ilama han

8 El gesto animal y el objeto humano

estado en uso por más de 20 a ños (Herrera et al., 1984). Esta última cultura recibió su

nombre por la vereda de la misma designación, ubicada en el municipio de Restrepo,

donde había muchos sitios habitados por gente perteneciente a es ta cultura, la vereda

lleva el nombre de un cacique indígena del siglo XVI (Cardale, 2005:18,19). El nombre

Malagana se empezó a utilizar en la literatura arqueológica hace 15 años, a partir de las

excavaciones de Botiva y Forero (1994), tomando el nombre de la hacienda donde

primero se reconocieron los vestigios de esta cultura. Aunque las tres primeras culturas

se asocian principalmente con el área Calima, todas ellas ocupaban territorios extensos,

tanto en la cordillera como en la zona baja aledaña al río Cauca. Aunque por ahora no se

conocen sitios Malagana en la cordillera, es muy probable que los haya. Los nombres

establecidos desde hace más tiempo son Bolo y Quebrada Seca, escogidos por Ford

(1944) en su estudio pionero sobre la arqueología del Valle del Cauca para dos culturas

tardías centradas en los dos ríos conocidos con estos nombres. En años relativamente

recientes Carlos Armando Rodríguez (2002:270) y Diógenes Patiño (Patiño et al.

1997:90) han unido los dos nombres Bolo-Quebrada Seca para identificar sitios

arqueológicos tardíos en la suela plana del Valle del río Cauca, porque consideran que la

cerámica arqueológica de estos nuevos sitios combina rasgos de los dos estilos de

cerámica. En la hacienda Malagana se encuentran se encuentran evidencias de una

ocupación tardía por parte de esta misma gente.“4

La discusión acerca de los orígenes y desarrollo de los grupos humanos que habitaron el

actual departamento del Valle del Cauca está abierta a futuras investigaciones y nuevas

excavaciones y dataciones. Queda por fuera del alcance de éste estudio resolver las

diferentes formas de entender y clasificar el estado del arte para esta región. Ya que el

objeto de estudio corresponde a la materialidad, portabilidad y funcionalidad de l as

narigueras orfebres en Yotoco, Malagana y Sonso, se hará uso del término “estilo

Yotoco, estilo Malagana y estilo Sonso” para el análisis compositivo de las piezas de la

colección.

4 Herrera, 2007, pág. 158

Capítulo (…) 9

1.1 Los estilos prehispánicos del Valle del Cauca

1.1.1 Los primeros pobladores Encontrar vestigios de la primera ocupación humana en el actual departamento del Valle

del Cauca ha sido tarea difícil, ya que el paisaje se caracteriza por la falta de cavernas o

abrigos rocosos aptos para el cobijo de grupos de cazadores y recolectores. La evidencia

de asentamiento más antigua que se ha documentado corresponde al Pleistoceno y fue

fechada con una datación de 10.000 años a.C. (Salgado, 1988; Cardale, Herrera, Bray

2005); probablemente se trataba de un grupo de cazadores y recolectores que ocuparon

la cordillera Occidental por más de 6.000 años antes de finalizar el primer milenio a.C. La

existencia de grupos sociales precerámicos se demuestra con el hallazgo de azadas y

evidencia de horticultura y pruebas de f itolitos (Salgado, 1988; Cardale, Herrera, Bray,

2005). Se habla entonces de un periodo precerámico situado entre los siglos VIII al II

a.C., al cual está asociada una punta de pr oyectil de p iedra encontrada cerca al

municipio de Restrepo, Valle, documentada por Reichel Dolmatoff en 1986.

En 1985 fueron encontrados durante la construcción de una estación hidroeléctrica los

sitios El Pital, ubicados a 1000 m de altura y Sauzalito y el Recreo, localizados a 1600

metros de altura, ambos a lo largo del río Calima (Salgado, 1986; Cardale, Bray, Herrera,

1989). El Pital evidencia asentamientos en t errazas naturales, caracterizadas por una

extensa vista del área que permitía a los cazadores observar los movimientos de los

animales que por allí pasaban. En este sitio se encontraron rastros de líticos y hachas,

que dan indicio de actividad de cazadores y recolectores en un paisaje de selva tropical.

La acidez de los suelos, característica de esta región impidió la conservación de huesos

y maderas.

Los estudios de s uelos demuestran que se trató de un a ocupación más o menos

permanente, paso obligado de animales y personas desde y hacia la costa Pacífica y que

en algún momento fue abandonada debido a largos períodos de lluvia (Salgado, 1986).

Una segunda datación en el Pital, correspondiente a l os siglos V al III a.C. muestra

periodos sucesivos de ocupación y mayor concentración de líticos (Salgado, 1986).

Los sitios vecinos Sauzalito y El Recreo también gozan de una buena vista del valle

gracias a s u ubicación y presentan evidencia de peq ueños campamentos, donde se

encontraron líticos y piedras rodadas de río que se usaban como martillos; también se

10 El gesto animal y el objeto humano

hallaron raspadores para fruta y tubérculos del mismo tipo presente en Panamá y las

áreas de Medellín, Popayán y la cordillera Oriental.

Un aspecto importante es la evidencia de adorno corporal en el precerámico (Cardale,

1992:16), a partir del hallazgo de terrones de ocre, indicadores de prácticas de pintura

corporal, además de pequeños discos de piedra pulida y perforada en uno de sus

extremos como colgante.

1.1.2 Ilama: La gente y el paisaje en la cerámica La población Ilama habitó dos ecosistemas: “los valles interandinos de la región Calima

en la cordillera occidental y el valle geográfico del río Cauca”5

Debido al hallazgo de numerosas tumbas, Ilama se relaciona principalmente con el

municipio de R estrepo y Darién, ubicados alrededor del Embalse Calima sobre el río

Calima. Sin embargo, la evidencia arqueológica indica que los límites del territorio Ilama

estaban localizados no muy lejos de la costa Pacífica (Cardale, 2005).

a lo largo del primer

milenio A.C. según 19 dataciones de radiocarbono (Cardale, 2005; Rodríguez, C. A.,

2002). Durante este período aparece el uso de la cerámica en la región, una aparición

cronológicamente tardía si se le compara con las evidencias del resto del continente.

El territorio Ilama estaba rodeado de bosques habitados por numerosos y variados

animales, representados en sus vasijas cerámicas. El conocimiento de las especies

animales con las que convivían se refleja en la familiaridad y calidad plástica de las

figuras: armadillos, tapires, felinos, micos, murciélagos, tortugas, lagartijas, cocodrilos,

serpientes, búhos y pájaros carpinteros se encuentran modelados e i ntegrados a l as

vasijas.

Evidencia arqueológica de gr anos de maíz, calabaza, ahuyama y palmeras en Ilama

indican que además de ser parte de la dieta de es tos antiguos pobladores, hubo

agricultura. Este hallazgo se obtuvo en el sitio conocido como El Topacio (Cardale,

1985), donde además se documentaron varios rastros de vivienda.

Al repertorio de representaciones en cerámica se suman las figuras antropomorfas de

hombres, mujeres y niños, figuras en su mayoría sentadas sobre los talones y modeladas

en vasijas cerradas con cuello y dos picos, a las que s e les conoce como alcarrazas,

encontradas frecuentemente como parte de ajuares funerarios. Se trata de vasijas

5 Rodríguez, C. A., 2002; pág. 102

Capítulo (…) 11

silbantes de forma compleja, antropo- o zoomorfas, modeladas completamente a mano y

de las cuales no se encuentran dos idénticas.

La mayoría de estas vasijas consiste en figuras femeninas de brazos y pantorrillas

protuberantes y de gran detalle, donde se pueden observar el peinado, así como el uso

de collares de cuentas y de ligaduras en las extremidades. Estas ligaduras o collares de

cuentas ajustados alrededor de brazos y pantorrillas fueron descritos en el siglo XVI por

el cronista Jorge Robledo en su "Relación de algunos pueblos de la gobernación de

Popayán 1539-1541" (Patiño, 1985:27) y aún s e utilizan en l as comunidades Chamí,

Noanama y Embera del Chocó con el fin de c rear formas protuberantes de gran valor

estético.

Las figuras femeninas Ilama están en general cargadas de menos simbolismo y menos

conectadas a algún tipo de ideología que las figuras masculinas, ya que representan

escenas de la vida cotidiana, las actividades a las que se dedicaban y el tipo de adornos

y vestuario que llevaban. Se observa por ejemplo que las figuras femeninas llevan

collares de cuentas cortos, mientras que las figuras masculinas llevan collares largos de

colgante central y tienen una apariencia diferenciada que podría denotar cierta

pertenencia a algún clan (Cardale, 2005). Otro rasgo importante en la cerámica Ilama es

la pintura corporal y facial de las figuras de las vasijas; lastimosamente los colores se han

desvanecido de la superficie con el paso del tiempo, impidiendo un amplio estudio de

estos motivos. La cerámica Ilama es en ge neral de par edes delgadas, pasta

cuidadosamente preparada y superficies muy brillantes y pulidas y, a pesar de tener una

base redondeada son muy estables y simétricas.

Como parte de los ajuares funerarios, además de las alcarrazas, se encontraron conchas

marinas y objetos de oro. El desarrollo de la orfebrería en la región se facilitó por la

existencia de depósitos de oro aluvial de relativamente fácil extracción en las camas de

muchos ríos y arroyos de la región Calima. Ya que la temperatura de fusión del oro y los

metales es mayor a la de la cerámica, fue necesaria la introducción de una nueva

tecnología. A pesar de las pocas evidencias de oro en contextos arqueológicos se sabe

que en la segunda mitad del siglo I a.C. ya se utilizaban diferentes técnicas de orfebrería

y aleaciones (Cardale, 2005). La falta de contextos ha dificultado la diferenciación de las

figuras orfebres Ilama de los objetos de oro Yotoco, y solo ha sido posible a partir de la

relación entre las representaciones en orfebrería y cerámica en busca de motivos

12 El gesto animal y el objeto humano

comunes, lo que llevó a la conclusión que el surgimiento de la orfebrería fue posterior al

de la cerámica.

Los objetos de oro encontrados son en su mayoría narigueras martilladas o e n cera

perdida, así como pequeñas placas repujadas y cuentas de collar con matriz de

cerámica. Las cuentas de collar son características y se utilizaban en la elaboración de

collares de 30 piezas con una longitud estándar y de figuras antropo o zoomorfas.

Otro objeto de orfebrería Ilama de interés son las máscaras de lámina de oro martillada y

tamaño natural con ojos ovalados, nariz recta y de base triangular y boca ancha con dos

hileras de dientes, pertenecientes a la colección del Museo del Oro. Las dimensiones de

estas máscaras se ajustaban correctamente a la cabeza de su portador y las

perforaciones laterales sugieren su uso ceremonial en vida y no solamente como ajuar

funerario. Estas máscaras se encontraron en posiciones verticales y apoyadas contra las

paredes de la tumba, junto a vasijas cerámicas y canasteros (Cardale, 2005). Las tumbas

donde fueron halladas son más grandes de lo normal, lo que lleva a pensar que estaban

destinadas a personajes de cierto poder. La ex istencia de máscaras de cerámica en

Tumaco-La Tolita y Malagana permite concluir que el oro no constituía un material

exclusivo para la elaboración de adornos corporales suntuarios.

Sin evidencias de las unidades de vivienda en Ilama, el análisis de las tumbas y

costumbres funerarias es de gran importancia para los investigadores. Las tumbas están

ubicadas en su mayoría en la parte alta y laderas de colinas, sitios aptos para la

construcción de viviendas, y fueron halladas en pequeños grupos de 8 a 10 tumbas, en

pocos casos de 20 a 30 y a una distancia de 5 metros entre ellas. Algunas de ellas fueron

utilizadas por grupos posteriores, como Yotoco o Sonso, quienes añadieron a la tumba

existente su propio ajuar funerario. La mayoría de veces se trata de tumbas de pozo y

cámara adyacente. La cámara tiene aproximadamente 2 metros de largo y de 1.5 a 2

metros de profundidad. El ajuar que acompaña los restos óseos está puesto a la cabeza

o a los pies del cuerpo extendido. Los poporos y contenedores de cerámica asociados a

seres fantásticos encontrados en es tas tumbas revelan que en Ilama se hacía uso de

plantas y sustancias estimulantes o psicoactivas. También hay evidencia de pipas de

cerámica dispuestas para el uso de 6 individuos a la vez y acompañadas de una vasija

cerámica (Cardale, 2005). Las pipas no muestran rastro de haber sido fumadas o

quemadas e indican que podían utilizarse en ceremonias colectivas. Objetos similares

encontrados en Costa Rica han sido identificados como pipas para la aspiración de

sustancias líquidas.

Capítulo (…) 13

Quizás por el uso de sustancias que alteraban los niveles de conciencia, jugaron las

criaturas sobrenaturales un papel importante en la cosmología Ilama: El hombre y el

jaguar eran considerados los animales más poderosos en Ilama (Cardale, 2005). Las

representaciones asociadas a ellos encuentran rasgos comunes en el suroccidente

colombiano como San Agustín, Tumaco-La Tolita y Tierradentro. El hombre felino es un

personaje que se repite en la iconografía (Legast, 1991); se le encuentra en estatuas de

piedra, remates de bastón, narigueras de oro, pectorales, diademas, adornos para las

orejas y bandejas para polvos narcóticos.

El felino se relaciona con el pensamiento indígena (Reichel-Dolmatoff, 1986), ya que el

jaguar le transmite fuerza, poder, claridad y energía al chamán, quien a su vez, encarna

la fusión entre el mundo animal y el mundo humano. Esta simbiosis hombre-animal nos

lleva a pensar en los colmillos como atributos exclusivos del jaguar; representaciones de

murciélagos; reptiles o cocodrilos también presentan colmillos (Legast, 1991),

conformando la figura simbólica de un hombre al que se le suman las características de

varios animales, entre ellos el jaguar. En Tumaco-La Tolita el felino es representado en

máscaras o de cuerpo entero y mezclado con características humanas y de otros

animales. En la cordillera Occidental se encuentran figuras de felinos en Ilama, Yotoco,

así como en el valle geográfico del río Cauca en Malagana y en la región de la Costa

Pacífica en Tumaco-La Tolita. Las piezas se reconocen por la forma de las fauces, la

posición de ataque y las manchas en la piel. Sin embargo, otros estudios iconográficos

hablan del hombre-kinkajou o potos flavus, un carnívoro nocturno de tamaño mediano

considerado el más pequeño de los felinos y el cual es asociado en Tumaco-La Tolita

con el personaje que dispersa las semillas de Virola, una planta alucinógena usada hoy

en día por comunidades amazónicas (Cadena y Bouchard, 1980 citado por Bray,

Cardale, Herrera, Legast, Patiño, Rodríguez, 2005). En San Agustín se ha reconocido al

jaguar por sus fieros colmillos, sin haberse, sin embargo, encontrado representaciones

de felino solo o de cuerpo entero (Legast, 1991; Velandia, 1994).

Para concluir, se observan numerosos rasgos comunes en el suroccidente colombiano,

no solamente en ob jetos de orfebrería y cerámica sino también en l os vestigios de

unidades de vivienda y de redes de caminos y la forma de representar el mundo animal.

El suroccidente colombiano no se encontraba aislado, diversas rutas de comunicación

terrestre y fluvial aseguraban el desplazamiento de materias primas, bienes, creencias,

tradiciones y motivos artísticos a lo largo y ancho de un amplio territorio.

14 El gesto animal y el objeto humano

1.1.3 Yotoco: Especialización agrícola, cerámica y orfebre En términos generales, los estudios de la región sugieren que Ilama se dividió y dio

origen a dos grupos emparentados en tradición: Yotoco en la región Calima y Malagana

en el valle geográfico del río Cauca (Bray, 2005). Los restos arqueológicos Yotoco

coinciden con rastros Ilama y están situados principalmente sobre la cordillera occidental

en las inmediaciones del valle del río Calima (Bray, 2005). 32 fechas de datación de

carbono 14 indican que el periodo de asentamiento Yotoco comienza alrededor del siglo I

d.C. y la fecha estimada de su declive se sitúa entre los siglos V y VIII d.C. (Bray, 2005,

Rodríguez, C. A., 2002), antes de la llegada de los conquistadores españoles.

Se estableció por el estudio cerámico, que Yotoco, alcanzó un crecimiento poblacional

con respecto a Ilama y significativos niveles de jerarquización social, desarrollo de

sistemas de irrigación, drenaje y especialización agrícola. Un aspecto importante es la

influencia de la tecnología cerámica y orfebre en las prácticas cosmogónicas y rituales

funerarios que ayudaron a definir el proceso de diferenciación social (Rodriguez, 2005).

El análisis de f itolitos (Bray, 2005) muestra deforestación y el paso a u na agricultura

intensificada, canales de drenaje y plataformas de cultivo, que aún se observan en el

paisaje, y que han sido interpretados como un aumento en la población. Este crecimiento

demográfico no p arece estar asociado a l a llegada de nuevos pobladores, dada la

evidencia de objetos cerámicos de tipo transicional entre estos dos grupos, que indican el

cambio por medio de un proceso gradual sin influencias externas.

Evidencia arqueológica de tambos, encontrados sobre plataformas en faldas y laderas de

colinas, sugieren la existencia de aldeas y comunidades de gran tamaño (Bray, 2005), sin

embargo, para calcular el número de viviendas sería necesario un r econocimiento

regional sistemático del área. Las plataformas estudiadas varían en tamaño y periodo de

construcción y están distribuidas a cierta distancia unas de otras, separadas entre sí por

las zonas de cultivo. La variación en el tamaño de los tambos encontrados, sumada a las

diferencias en l os ajuares funerarios sugiere nuevamente que existía jerarquización

social (Bray, 2005).

Un rasgo a destacar en la cordillera Occidental es la red de caminos prehispánicos que

se fueron ampliando a l o ancho y en pr ofundidad por siglos de us o y que d esde la

perspectiva aérea cortan el paisaje en l ínea recta, tanto como la topografía lo permite.

Cinco de estos caminos se encuentran en el fondo del Valle Calima, inundado por la

Capítulo (…) 15

construcción del Embalse del mismo nombre. Esta conjunción de caminos sugiere la

existencia de un punto de encuentro de gran importancia para la región (Cardale, 1996).

Arqueológicamente, Yotoco se destaca por su suntuosa orfebrería. Los objetos de oro

relacionados a este periodo de asentamiento son objetos utilitarios y a la vez simbólicos

(Reichel Dolmatoff, 1988). Posibles centros de producción orfebre han sido reportados

por campesinos del área Calima, sin embargo aún no han sido hallados.

Su orfebrería fue elaborada en su mayoría en láminas de oro de muy alta ley, martilladas

y repujadas hasta conseguir objetos de gran tamaño como pectorales, diademas,

máscaras y narigueras. El brillo está muy presente en todas las piezas Yotoco, efecto

aumentado por el uso de n umerosas placas colgantes que atrapan la luz y generan

destellos y sonidos. En las figuras antropomorfas el rostro es de gran importancia y

siempre provisto de narigueras, colgantes para las orejas, diademas y máscaras.

A pesar de tratarse de láminas de oro, muchos de los objetos Yotoco son

tridimensionales, efecto logrado por el repujado y la presión de las láminas sobre moldes

o matrices de piedra. Se encuentran también huesos y conchas marinas recubiertas con

finas láminas de oro, algunas de ellas clasificadas como posibles trompetas (Archila,

1996).

Además de las piezas laminadas de gran formato, los orfebres Yotoco elaboraron

variadas figurillas miniatura de oro y aleaciones con cobre en moldes a la cera perdida y

desarrollaron la técnica de la granulación para la decoración de piezas. Estas miniaturas

son verdaderas obras maestras, siendo las más llamativas los remates de pitillos para

poporos con figuras antropomorfas. Algunas de ellas fueron hechas en dos fundiciones

diferentes, calculando cuidadosamente los puntos de fusión de los metales y sus

aleaciones. Se trata de pi ezas irrepetibles, ya que los moldes cerámicos para su

fundición eran destruidos después de usados.

Las narigueras de oro son las piezas más características en Yotoco. Incluso en las

representaciones antropomorfas en cerámica y pectorales y diademas de oro están

presentes, muchas de ellas combinadas con piedras de colores, una combinación que

también se observa en Tumaco-La Tolita y un i ndicador más de la influencia e

intercambio de estilos en el suroccidente colombiano.

A pesar de haber desarrollado una tecnología del oro muy especializada, el repertorio de

motivos de la orfebrería Yotoco no es muy amplio. Bray (2005) define el rostro Yotoco,

siempre ataviado y con un peinado escalonado estándar; y dos figuras icónicas,

16 El gesto animal y el objeto humano

compartidas con Malagana. Las figuras icónicas consisten en figurines de oro macizo, de

4,5 a 5 cms. de alto y usados como colgantes. El primero lleva un bastón y un escudo o

piel de animal cuadrúpedo, nariguera y diadema. El segundo es un hombre desnudo de

rostro arrugado o máscara y nariz con rasgos poco humanos. Estos motivos

estandarizados parecen estar relacionados con personajes ceremoniales o rituales y por

ello identificados claramente por las gentes Yotoco como convenciones culturales (Bray,

2005).

Los objetos de oro, posiblemente también utilizados en vida, han sido encontrados en

tumbas como parte de ajuares funerarios. Al igual que las tumbas Ilama, en Yotoco no

eran muy profundas (entre 2 y 3 metros de profundidad) y consistían en pozos

rectangulares con una cámara lateral adyacente (Bray, 2005), agrupadas en pequeños

cementerios muy cerca o dentro de las unidades de vivienda. La acidez del suelo

característica de la región Calima es responsable de la desaparición de casi la totalidad

de los restos óseos y orgánicos. No se sabe realmente cómo fueron enterrados los

cuerpos o en qué posición se encontraban, sin embargo se sabe que hubo algunas

cremaciones (Salgado y Rodríguez), deformaciones craneales y moqueado de cuerpos

envueltos en mantas de algodón (Rodríguez, 2005 y 2007), elementos a partir de los

cuales se puede afirmar que no todos los cuerpos fueron tratados de la misma forma. La

mayoría de las tumbas contenían una o dos vasijas cerámicas, un collar de cuentas de

cuarzo o una nariguera de oro (Bray, 2005). En 1941 se encontró en la hacienda La

Grecia en el municipio de Restrepo (Perez de Barradas, 1954) una tumba con un ajuar

de oro compuesto por dos juegos de colgantes para las orejas en forma de platos

circulares, dos narigueras, una de ellas de lámina de oro y otra anular con una cuenta de

piedra y un pectoral con el "rostro Yotoco". Las tumbas con mayor contenido de oro son

también aquellas con un ajuar de diadema, pectoral y nariguera diseñadas a partir del

"rostro Yotoco" y dos o tres versiones de ajuar, del cual no se sabe con certeza cuál era

el motivo del uso del uno o del otro. Vasijas cerámicas antropomorfas representan el

"rostro Yotoco" y el uso de dos narigueras superpuestas y colgantes de disco para las

orejas son también parte del ajuar (Bray, 2005).

Al igual que I lama, Yotoco estaba en contacto con el suroccidente colombiano,

especialmente con Tumaco-La Tolita y el Quimbaya Clásico, no solo por límites en la

extensión de su territorio, sino por evidencias en la cultura material (Rodríguez, C. A.,

Capítulo (…) 17

2002; Bray, 2005) como el uso de platino en piezas de orfebrería, una clara influencia de

Tumaco-La Tolita. La herencia Ilama se observa en la cuidadosa y compleja elaboración

de sus diseños. Mientras para Ilama la cerámica era considerada como el medio para

transmitir su cosmología y los detalles de su vida diaria, Yotoco lleva la orfebrería a un

alto grado de desarrollo y la pone al servicio de su ideología. Mientras que en Ilama se

encontraron numerosas representaciones femeninas y de diversas especies animales,

estas desaparecen en Yotoco, donde las especies animales se reducen y se observa una

iconización del rostro masculino.

1.1.4 Malagana: Oro y muerte El complejo arqueológico Malagana, ubicada a orillas del río Bolo y a 10 Km. del

municipio de P almira, es sinónimo de ricos tesoros de oro desde su descubrimiento

accidental y posterior saqueo en 1992 (Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño,

Rodríguez, C.A., 2005). El municipio de Palmira ha sido ampliamente estudiado desde la

arqueología funeraria y ha sido también el más afectado por la guaquería de cementerios

indígenas. Este complejo está compuesto por los sitios hacienda Malagana, Coronado,

Santa Bárbara, Estadio Deportivo Cali, El Sembrador y La Cristalina están asociados a la

fase de asentamiento Malagana (Herrera, Cardale y Archila, 2007; Blanco, Rodríguez y

Cabal, 2007), cada uno de estos cementerios presenta características geográficas y

cronologías diferentes, sin embargo comparten elementos culturales en permanente

contacto y con una misma ideología (Rodríguez, 2007). Las fechas para Malagana

oscilan entre el 300 A.C. al 50 D.C. y para Coronado entre 200 A.C. a 200 D.C.

(Rodríguez, 2007). Un total de 234 tumbas han sido excavadas así: (Botiva y Forero,

1994; Cardale, 1994; Rodríguez, C.A., 1995; Blanco, Rodríguez, Cabal 2002-2004,

Herrera, 2007) 17 en Malagana, 120 en Coronado, 34 en Santa Bárbara, 6 en el

Sembrador, 40 en Estadio Deportivo Cali y 17 en La Cristalina, el Cerrito (Blanco,

Rodríguez, J. V., Cabal, 2007).

La ocupación Malagana se concentraba en una plataforma elevada de aproximadamente

20 hectáreas rodeada por canales rectangulares concéntricos de 1.8 a 5 m de ancho y

separados a una distancia de 150 m. (Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño, Rodríguez,

2005). Estas estructuras se pueden observar en a erofotografías tomadas en 1992

(Cardale, 2005), desapareciendo en 1993 con los saqueos del cementerio indígena. Las

18 El gesto animal y el objeto humano

plataformas coinciden con el área donde se encontraron las tumbas más suntuosas y la

mayor cantidad de oro (Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño, Rodriguez, 2005). La

función de las plataformas ha generado diversas hipótesis, entre ellas, protección contra

inundaciones o fortaleza en caso de ataques de grupos enemigos, sin embargo no

existen datos arqueológicos que las corroboren.

A pesar de r elacionar el complejo Malagana con ajuares funerarios ricos en oro, los

hallazgos de ob jetos orfebres no provienen de l as tumbas (Bray, Cardale, Herrera,

Legast, Patiño, Rodriguez, 2005). Durante la primera temporada de excavación (Botiva y

Forero, 1994; Cardale, 1994 y Rodríguez 1995) se encontraron 18 tumbas después de

realizar una pr ospección de un área de 5.000 metros cuadrados (Herrera, Cardale,

Rodriguez, 1994). Allí fueron encontradas 13 vasijas antropomorfas de figura femenina

sentada sobre sus talones, de los centenares de la misma categoría que se reportaron en

los saqueos de 1992 (Cardale, Herrera, Rodríguez, Jaramillo, 1999). Se trata de una

representación bastante frecuente y muy cercana a la tradición cerámica Ilama. Durante

los siglos I a.C. y I d.C. el sitio Malagana alcanza un periodo de auge, al que se

relacionan las tumbas y los ajuares más suntuosos acumulados por este grupo. Las

vasijas femeninas fueron halladas en grupos dispuestos y acompañados de banquitos

también cerámicos, vasos, miniaturas y cuentas de cuarzo, quizás como parte de rituales

o ceremonias de ofrenda (Cardale, Herrera, Rodríguez, Jaramillo, 1999).

En 1992 el Museo del Oro adquirió 37 piezas orfebres sin contexto arqueológico

asociadas a ajuares funerarios de la hacienda Malagana (Archila, 1996). Las piezas, en

oro de alta ley, fueron clasificadas como: Cuatro máscaras, cuentas de collar, colgantes,

brazaletes, narigueras, esmeraldas, huesos y metates. Sin embargo, la mayoría de las

tumbas excavadas solo contenían una o dos vasijas cerámicas sin mucha decoración y

los hallazgos de oro se reducen a sencillas narigueras anulares. Cuentas de cuarzo se

encontraron dentro de la boca, en la cabeza o alrededor del cuerpo (Cardale, Herrera,

Rodríguez, Jaramillo, 1999).

Las tumbas en Malagana son de pozo rectangular. Una de las razones para elegir este

tipo de c onstrucción tiene que ver probablemente con las condiciones del terreno, de

suelos aluviales e i nestables. La mayoría de l as tumbas están orientadas en sentido

norte-sur y contienen un solo individuo o en algunas ocasiones solo su cráneo. Estas

últimas tumbas estaban acompañadas de un ajuar más rico, lo que sugiere la existencia

Capítulo (…) 19

de entierros secundarios y de tratamiento de los cadáveres. Las tumbas se encontraron

bastante dispersas unas de otras e inmediatamente debajo del estrato de ocupación. El

gran número de tumbas y la concentración de s us cementerios sugieren la posibilidad

que Malagana haya sido una necrópolis (Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño,

Rodriguez, 2005). Informaciones de e xcavaciones no arqueológicas describen las

tumbas más suntuosas de una profundidad de 3 o más metros y de estructura diferente a

las de pozo. A partir de estos relatos y las piezas encontradas se hizo una reconstrucción

de la tumba y la forma como estaba dispuesto el ajuar (Archila, 1996). Este consistía en:

Tres máscaras de oro superpuestas sobre el rostro del individuo, una máscara de oro

puesta sobre sus pies, un c ollar de cuentas de oro, conchas Spondylus y piedras de

colores de una longitud de 50 metros puesto en varias vueltas alrededor del cuello del

individuo, una serie de colgantes de oro y huesos huecos sobre su pecho, probablemente

cosidos a su manta. Este tipo de ajuar estaría restringido a una élite dirigente. A partir de

esta reconstrucción se pueden establecer ciertas diferencias en la tradición funeraria con

respecto a Yotoco: En Yotoco, el tamaño y la forma de las tumbas no estaba relacionado

con el tamaño del ajuar, como si ocurre en Malagana. Las tumbas Yotoco se encontraron

aisladas unas de otras o en pequeños grupos, incluso las tumbas, en las que se encontró

un suntuoso ajuar funerario se encontraban distanciadas de otras; distribución diferente a

los hallazgos en Malagana.

El estudio de los restos óseos permite concluir que se trataba de individuos de pequeña a

mediana estatura, entre 1,53 y 1,66 metros; complexión gruesa, hombros anchos y

brazos musculosos. Algunos cráneos fueron deformados para obtener una frente más

plana. Existía una alta tasa de mortalidad infantil y una corta esperanza de vida, según

los datos encontrados en 18 tumbas distribuidas así: 6 eran niños, 6 eran de adultos

jóvenes entre 20 y 35 años y dos de adultos entre 35 y 50 años (Rodríguez, 2007).

En 1998 se descubrieron, también por casualidad, una serie de tumbas en Coronado con

características similares a Malagana (Herrera, 2007; Rodríguez 2007). Herrera, Cardale y

Archila (2007) desarrollaron en este sitio la excavación sistemática más grande en el

Valle del Cauca que se dio a conocer como el cementerio de Coronado y en el que se

encontraron un total de 101 t umbas. El sexo, la edad, el tratamiento, orientación y

ubicación del cuerpo y su ajuar, así como las modificaciones corporales, la forma y

tamaño de las construcciones fueron evaluadas estadísticamente en busca de relaciones

e interacciones entre ellas. El sitio Coronado se caracteriza por tumbas de pozo y

20 El gesto animal y el objeto humano

vestíbulo o cámaras adyacentes, densas y agrupadas en diferentes áreas del cementerio

a 50 o más metros de distancia. También se reportaron manchas negras sobre la

superficie del cementerio. El ajuar está compuesto generalmente por cerámica, un par de

máscaras antropozoomorfas, cuentas de collar en oro, lidita y cuarzo. Solamente en la

tumba 14 (Herrera, 2007) se encontró una nariguera de tumbaga.

Los objetos de orfebrería de los ajuares provenientes de Malagana y Coronado

presentan, a pesar de su cercanía geográfica y cronológica ciertas diferencias: “Aunque

en ambos se puede establecer una distinción entre entierros muy ricos y otros muy

sencillos, pasando por entierros intermedios entre estos dos extremos, en la hacienda

Malagana los entierros con ajuares abundantes que incluyen objetos sobresalientes de

oro y otros materiales, se encuentran concentrados en un sector del cementerio, mientras

que en Coronado son escasos los entierros que contienen objetos de oro, y el número de

tumbas es muy reducido…”6

En el cementerio de S anta Bárbara, ubicado al sur del municipio de P almira, fueron

halladas evidencias de ocupación doméstica y entierros individuales y colectivos, donde

los cuerpos se encontraron en orientación norte-sur. Las tumbas, de pozo rectangular y

algunas veces con cámaras adyacentes construidas desde la superficie o de un escalón

(Blanco, Rodríguez, Cabal 2007) a una profundidad de 1 a 1.5 metros. La cámara y el

pozo están separados por el uso de tierra de diferentes colores, siendo la coloración del

pozo más clara que la de la cámara. La intencionalidad en la división espacial de las

tumbas y la presencia de r elleno orgánico sugiere la práctica de c eremonias rituales

asociadas a la muerte. A pesar de que se observa un desarrollo cultural semejante a

Malagana, no existen ajuares de oro, máscaras o alcarrazas en Santa Bárbara (Blanco,

Rodríguez, Cabal 2007). El ajuar lo componían vasijas cerámicas de u so doméstico,

cuentas de cuarzo y algunos líticos.

El sitio Estadio Deportivo Cali se encuentra a 9 K m de la hacienda Malagana, en el

corregimiento de Palmaseca. Allí el Inciva (Instituto para la Investigación y la

Preservación del Patrimonio Cultural y Natural del Valle del Cauca) rescató 40 tumbas

entre 2003 y 2004. La construcción de las tumbas, la orientación y postura de los cuerpos

son diferentes a Malagana, sin embargo el ajuar es similar, aunque no se encontraron

6 Herrera, 2007; Pág.128

Capítulo (…) 21

cuentas de cuarzo en la boca de los individuos. Se trata de entierros de niños y adultos

con o sin ajuar concentrados en tumbas con montículos.

Los objetos de oro asociados a la ocupación Malagana se conservan en la colección del

Museo del Oro. Al igual que los orfebres Yotoco, Malagana llevó la orfebrería a un alto

grado de desarrollo, perfeccionó la técnica de martillado y vaciado por cera perdida: Las

piezas de lámina de oro martillada más grandes de la colección del Museo del Oro se

asocian a Malagana, al igual que las piezas más pequeñas fundidas a la cera perdida.

Existe evidencia arqueológica que lleva a pensar que en la ocupación de la hacienda

Malagana funcionaba un taller de orfebrería. Recortes de láminas de metal y rastros de

metal para su fundición son muestra de ello, sin embargo, la ubicación de este posible

taller no se ha podido determinar (Bray, 2005: 160).

La producción orfebre asociada al estilo Malagana se caracteriza por tres aspectos: la

presencia de piezas importadas de otras regiones; rasgos comunes con las culturas del

sur-occidente colombiano y el hallazgo de piezas únicas del sitio. Llama la atención la

diversidad en los motivos de cuentas para collar y colgantes, de los cuales han sido

registrados 120 figuras diferentes. Tal variedad no se observa en ninguna otra región del

suroccidente colombiano (Bray, 2005: 162).

Ya que el estilo Malagana ha s ido definido por algunos investigadores (Bray, 2005;

Cardale, 2005) como un estilo de desarrollo paralelo a Yotoco y una tradición

descendiente de Ilama, existe una directa relación con la orfebrería Yotoco y la cerámica

Ilama. Los motivos de figura femenina, ausentes en Yotoco, están presentes en

Malagana. No obstante, el detalle en l a representación del rostro humano y de sus

ornamentos no se observa en Malagana. Este tipo de interacciones y de universos

simbólicos pueden ser interpretados de muchas maneras, sin conocer a ciencia cierta

que motivó a sus habitantes en la selección de sus formas.

A partir del estudio de los hallazgos se concluye que el ajuar funerario y la complejidad

de las tumbas dependía del estatus del individuo: “Cada tumba representó su propio

mundo, colectivo en términos generales pero muy individual en esencia.”7

7 Rodríguez, 2007; Pág.106

22 El gesto animal y el objeto humano

1.1.5 Sonso: La aparición de una nueva ideología A partir del 500 d.C. grandes transformaciones políticas, sociales y culturales tienen lugar

en el suroccidente colombiano, tal vez como consecuencia de un cambio en el paisaje y

desplazamientos migratorios (Gaehwiler, 2005). Yotoco fue reemplazada por una nueva

tradición, conocida como Sonso. Las excavaciones provienen principalmente de la

cordillera Occidental, aunque algunos rastros cerámicos han sido registrados en el valle

geográfico del río Cauca. Sonso o Sonso Tardío se relaciona a la cordillera Occidental,

siendo sus límites el río Dagua al occidente y diversos pisos térmicos que incluyen las

tierras bajas de la costa Pacífica y las montañas de la cordillera Occidental. La ocupación

Sonsoide se encuentra en el valle del río Cauca (Bray, 2005) y se extiende hacia el sur

hasta Popayán y hacia el suroccidente hasta el río Guapi y Timbiquí en el departamento

del Cauca.

Los objetos asociados al estilo Sonso consisten en un amplio repertorio de f ormas y

motivos decorativos de comunidades que probablemente compartieron una misma

ideología. Nos encontramos ante un mosaico de r asgos regionales con grandes

semejanzas en sus prácticas funerarias y decoración cerámica. Después del siglo V d.C.

el suroccidente colombiano era una colcha de retazos de pequeños y grandes

cacicazgos autónomos y dispares pero en i nteracción constante y que compartían

algunos rasgos comunes (Bray, 2005). Los cronistas Jorge Robledo y Pedro Cieza de

León relatan su encuentro con numerosas comunidades jerárquicas y cacicazgos cuya

organización se basaba en el pago de contribuciones a un señor principal en forma de

bienes y servicios. El señor principal era la autoridad política, era quien declaraba y

concluía guerras, controlaba el comercio entre grupos vecinos, realizaba alianzas,

intervenía en la solución de conflictos y ejercía el control sobre la distribución de bienes

de prestigio, ofrecía fiestas y regalos en comida y bebida a su comunidad y era el

poseedor de los saberes sagrados, de allí que s u poder estuviera identificado con lo

sobrenatural. El señor principal tenía además muchas esposas, sirvientes y esclavos que

le servían. Al momento de su muerte era enterrado con ricos ajuares y ofrendas.

Con la llegada del estilo Sonso, se observan grandes cambios en la producción cerámica

y orfebre, así como la aparición de nuevas prácticas funerarias: Tumbas de pozo y una

gran cámara funeraria que algunas veces contenía entierros múltiples y se encontraron

entre 4 a 12 metros de profundidad (Gaehwiler, 2005). Cieza de León describe en sus

Capítulo (…) 23

crónicas, que a su paso por el Valle del Cauca se practicaban los entierros en tumbas de

pozo y cámara. El ajuar funerario consistía en urnas de cerámica que contenían huesos

de diferentes individuos, cuidadosamente envueltos en telas de algodón. No se observa

una diferencia clara entre la elaboración y fabricación de las urnas funerarias y la

cerámica de uso diario. La decoración, la calidad y el repertorio de formas se reducen

significativamente con respecto a Ilama y Yotoco. La producción orfebre se limita a la

elaboración de pequeñas narigueras anulares de diferentes grosores, triangulares y

torzales, fundidas en tumbaga. En los cuellos de las vasijas cerámicas y urnas funerarias

se representa el rostro humano con ojos de grano de café, nariz aguileña protuberante y

detallada portando una nariguera anular o en forma de bigotes e incisiones que sugieren

decorado con pintura facial y collares de c uentas. Muchas veces el asa de la vasija

coincide con la nariz del rostro representado y puede llevar una nariguera hecha en

cerámica o en metal; frecuentemente la nariz es el único rasgo de la fisionomía humana

que se representa.

La importancia destacada de la nariz en la plástica Sonso será explorada desde la

analogía etnográfica entre comunidades donde el oro aún es usado en el adorno

corporal, como los embera chamí y los cuna.

Las paredes de la cerámica y su acabado son, a diferencia de Ilama y Yotoco, gruesas y

sin pulir. Las alcarrazas se reducen y aparecen vasijas en forma de calabaza de cuello

angosto y pedestal y estatuillas antropomorfas planas y de f orma rectangular, muy

similares a las que se han categorizado como Quimbaya Tardío. El cambio en l a

producción cerámica parece coincidir con un crecimiento demográfico y la práctica de

agricultura a gran escala.

La ocupación Sonso Tardío corresponde a l os siglos XII al XVI d.C. (Herrera, 2005),

coincidiendo con el momento del contacto español. Pedro Cieza de León, Jorge Robledo

y Pascual de A ndagoya fueron testigos directos de la forma de vida de estas

comunidades. Gonzalo Fernández de Oviedo y Juan de Castellanos se consideran como

testigos secundarios. Pascual de Andagoya (1540) describe el territorio Calima, en su

expedición de Buenaventura a Cali, como una serie de behetrías, grupos de señoríos y

cacicazgos de tamaño variable compuestos de una o más aldeas organizados como

eslabones de una cadena de interacción que se extendía por valles y cordilleras hasta la

costa Caribe.

24 El gesto animal y el objeto humano

El desarrollo Sonso fueron ante todo agrícola; la evidencia muestra plataformas para

viviendas construidas entre los campos de cultivo. Las tumbas Sonso eran construidas

también sobre plataformas artificiales y formando cementerios en l aderas o partes

planas. Se han encontrado pozos de hasta 16 metros de profundidad con cámaras o

bóvedas laterales aisladas herméticamente y en las cuales se preservaron herramientas

de madera de uso agrícola (Herrera, 2005).

La conquista española intensificó la guerra en la región del Valle del Cauca; los cronistas

relatan prácticas de canibalismo en el suroccidente colombiano, así como cabezas trofeo

en las paredes de algunas viviendas, sin embargo no s e ha encontrado evidencia

arqueológica de antropofagia (Rodríguez, 2005 y 2007) y algunos autores analizan las

cabezas trofeo como símbolos de resistencia al dominio español (Borja Gómez, 2005;

Pineda, 1987). Si la antropofagia realmente existió, existió, estaría restringida a

ceremonias especiales conectadas con la guerra (Herrera, 2005).

1.2 Crónicas y relatos del Valle del Cauca Ante la ausencia de textos y contextos, la fuente etnohistórica más importante para el

Valle del Cauca es la Crónica del Perú, escrita por Pedro Cieza de León en la primera

mitad del siglo XVI y considerada como uno de los primeros relatos de viaje para la

región. El cronista llega al continente en 1536 y entra al actual territorio colombiano por el

Urabá en camino hacia el Perú, describiendo a su paso los pueblos y sus costumbres.

Cieza de León describe en detalle el paisaje, las viviendas, el tipo de vestuario y adorno

corporal, los alimentos y bebidas de los antiguos pobladores haciendo especial énfasis

en la cantidad de oro que observaba (Lobo Guerrero Arenas, 2008).

La Relación de Anserma escrita por el capitán Jorge Robledo, de quien se dice haberse

relacionado con Cieza de León y la Relación de lo que subcedio al magnífico señor

capitán Jorge Robledo, escrita por el escribano Juan Baptista Sardela, así como la

Historia General y Natural de las Indias escrita por Gonzalo Fernández de Oviedo y la

Historia general de las Indias y conquista de Méjico de Francisco López de Gomara,

éstas previas a la publicación de la Crónica del Perú, constituyen los principales

documentos históricos para la región (Lobo Guerrero Arenas, 2008).

Capítulo (…) 25

En la tercera década del siglo XX aparece la obra de los historiadores alemanes

Hermann Trimborn y Georg Eckert, quienes a p artir de la información etnohistórica y

datos etnológicos “recrean una imagen bárbara del ser indígena del siglo XVI marcada

desde las teorías de la raza y de las inferioridades culturales y de los determinismos

geográficos propios de los años 30 y 40 del siglo XX” 8

Señorío y barbarie en el Valle del Cauca, escrito por Trimborn en 1939 toma a Cieza de

León y describe el pasado prehispánico desde una perspectiva del predominio de los

objetos de oro encontrados en la zona y las prácticas de canibalismo.

, sin haber salido de Berlín.

9 En su descripción

de las prácticas funerarias de la "temprana cultura señorial del Valle del Cauca"10 formula

la hipótesis del cadáver viviente, basada en la creencia en un poder mágico superior:

"Los documentos sobre el Valle del Cauca permiten formar una idea sobre el círculo de

objetos que eran considerados como bienes particulares. Se trata de ofrendas funerarias

que ponían de manifiesto un derecho del muerto sobre su propiedad... Dotar a las

tumbas de alimentos y chicha obedeció a la preocupación por el bienestar del difunto. En

las tumbas se ha encontrado oro en bruto y objetos de adorno elaborados, nunca

faltaban ofrendas de algodón, armas, utensilios de c aza y pesca o herramientas de

piedra."11

Por otro lado, Georg Eckert interpreta las crónicas de C ieza de Le ón y la noción de

cadáver viviente, como un mundo de los muertos constituido a semejanza del mundo de

los vivos, y que manifestaba el deseo de las gentes de los pueblos del Valle del Cauca

de continuar la vida más allá de la muerte y ofrecer bienestar al difunto, dotando las

tumbas con alimentos, bebidas ceremoniales, mantas de algodón, herramientas y

vasijas, adornos corporales y orfebres, ofrendas e incluso sus mujeres más queridas,

descrito así por Cieza de León: "Cuando se mueren los principales señores destos valles

llóranlos muchos días arreo, y tresquilánse sus mujeres, y mátanse las más queridas, y

hacen una sepultura tan grande como un peq ueño cerro, la puerta della hacia el

nascimiento del Sol. Dentro de aquella tan grande sepultura hacen una bóveda mayor de

8 Borja Gómez, 2005; Pág.46 9 Lobo Guerrero Arenas, 2008 10 Trimmborn, 2005; Pág.16 11 Idem

26 El gesto animal y el objeto humano

lo que era menester, muy enlosada, y allí meten al difunto lleno de mantas y con el oro y

armas que tenía."12

Según esta interpretación, sí la creencia en una energía vital y la presencia de atributos

humanos estaba concentrada en l o corporal, existe la posibilidad que es ta esencia

residiera también en la apariencia externa de este cuerpo y por ello la conservación y

momificación de un cuerpo contribuye a q ue esta apariencia siga viva: "El cadáver

viviente subsiste mientras perdure la forma del muerto; la muerte definitiva sobreviene

apenas cuando el cadáver es destruido o s e vuelve irreconocible...con los trofeos se

pudo haber procedido de idéntica manera. Si querían preservar la esencia del muerto y

los atributos ligados al trofeo, este último debía mantener una vez preparado su esencia

humana. Las pieles rellenas de los Liles alcanzaban en gran medida dichos objetivos...en

esas pieles se conservaba totalmente la forma corporal tanto más cuanto que sobre las

calaveras se modelaban rostros de cera. Además a los guerreros muertos se les ponían

en las manos lanzas, dardos o mazas, de suerte que como coinciden en señalar Cieza

de León, Andagoya y el autor de "Las varias noticias" parecían hombres vivos."

13

Se trata entonces, según Eckert de c onferir los atributos humanos de a cuerdo a l a

apariencia corporal, su materia o qui zás la asociación con algún tipo de materia que

resultara incorruptible con el paso del tiempo. El oro sería este tipo de m ateria

incorruptible e indestructible al paso del tiempo. La tradición de algunas regiones

vallecaucanas de cacería de cabezas o las llamadas cabezas trofeo mencionadas por

Eckert es tomada de datos de testigos no presenciales como Juan de Castellanos, de las

Casas o F ray Pedro Simón y existe así poca precisión en l a información sobre la

organización social o la ideología de los pueblos cazadores de cabezas; no obstante, las

fuentes secundarias lo llevan a la siguiente afirmación: "En vista a la estrecha relación

entre cacería de cabezas, canibalismo y guerra, podemos asumir, sin embargo, que se

trataba en primer lugar de guerreros abatidos en el campo de batalla o sacrificados y

consumidos durante el cautiverio para después ser exhibidos o guardarse como trofeos.

Otro tipo de trofeos, como los animales-trofeo, llama la atención de Eckert, ya que

solamente de Las Casas menciona cómo sólo algunas poblaciones de la provincia de

Popayán rellenaban pieles de tigres con paja y desde los cuales el demonio hablaba

convirtiéndose en oráculos de los sacerdotes.

12 1984, Pág.1 06 13 Eckert, 2002; Pág. 75

Capítulo (…) 27

Aunque esta información no es fidedigna, Cieza de León relata también que el demonio

se aparecía en forma de felino: "Cuando van a la guerra con agudos cuchillos de

pedernal o de unos juncos o de cortezas o cáscaras de cañas, que también los hacen

dellas bien agudos, cortan las cabezas a los que prenden. Y a ot ros dan muertes

temerosas cortándoles algunos miembros según su costumbre, a los cuales luego

comen, poniendo las cabezas como he dicho, en lo alto de las cañas. Entre estas cañas

tienen puestas algunas tablas, donde esculpen la figura del demonio, muy fiera, de

manera humana, y otros ídolos y figuras de gatos, en quien adoran."14

Eckert interpreta esta figura felina como un posible animal-trofeo, un animal sacrificado

como un enemigo y propone una analogía con los estudios de Karsten

15

en los pueblos

jíbaros del Ecuador, quienes observaban una unidad entre el mundo animal y el mundo

humano, ya que los animales tienen comportamientos similares a los humanos, ideología

compartida en la región del Valle del Cauca. Estos trofeos podían ser entendidos como

los espíritus de ani males muertos que respondían a pr eguntas formuladas por los

chamanes o sacerdotes.

Para Eckert, la llamativa información de las cabezas-trofeo es entendida como una forma

de atemorizar a los enemigos, entre los cuales podían tal vez estar incluidos los

españoles, para hacer alarde de victorias en las guerras y de su poderío militar; además

como una posible manifestación de su ideología y poder mágico. El argumento, a pesar

de no encontrar ninguna referencia en un documento de fuente primaria, implica una

estrecha relación entre la antropofagia de los enemigos de guerra cautivos y la cacería

de cabezas en la región norte y media del Valle del Cauca y que para Trimborn fue

analizada como un ritual de asimilación de la fuerza del guerrero al consumir la carne de

su adversario.

La información de los cronistas ha sido confrontada con los hallazgos arqueológicos16

14 Cieza de León, 1984; Pág.113

sin

haber encontrado huellas claras de sacrificios humanos para el consumo de carne. La

15 Karsten, Rafael: Blood revenge, war and v ictory feasts among Jibaro Indians of Eastern Ecuador. Washington, 1993 16 Rodriguez, 2007

28 El gesto animal y el objeto humano

razón para describir con tal detalle el salvajismo y la barbarie en la región parece tener

una relación con el grado de resistencia al dominio español y su misión evangelizadora.17

Esta idea de resistencia fue también analizada por Pineda (1987) en su texto “Malocas

del terror y jaguares españoles”, quien describe cómo esta obsesión de l os cronistas

españoles por relatar prácticas de antropofagia y/o canibalismo estaba ligada a un a

naturaleza guerrera de los habitantes del Valle del Cauca y a las ansias de conquista y

sometimiento españolas. Pineda observa la importancia de discernir las fuentes

dependiendo de la época en que fueron escritas en busca de detalles etnográficos.

Siendo el objetivo de los conquistadores el saqueo del oro, sus fuerzas se encaminaron a

destruir e implantar el terror a su paso; terror que se apoderó de los nativos, quienes ante

las desmesuras reaccionaron aterrorizando también a l os invasores con prácticas

anticristianas y diabólicas para combatir al enemigo: “Los hombres-tigre pasaron a primer

plano, ante la necesidad de combatir a estos verdaderos caníbales extranjeros.

Probablemente esto incrementó la escala de sacrificios caníbales para lograr una mayor

eficacia en la guerra, que suponía un mayor número de cráneos, trofeos y otros iconos

de la antropofagia.”

18

Una interesante reflexión surge del análisis etnohistórico de l os

textos por parte de Pineda, quien recurre a definir a los conquistadores como “jaguares

españoles”, guerreros acompañados de perros de cacería que perseguían y mataban a

los nativos en b usca de s u oro y por otra parte las viviendas de l as sociedades

prehispánicas como “malocas del terror”, grandes casas ceremoniales de c arácter

caníbal en l as que se exhibían cabezas trofeo. Este juego de poderes caracterizó el

contacto y la presencia de los españoles en tierras americanas.

El carácter de las sociedades prehispánicas según las fuentes etnohistóricas no es del

todo claro, algunos cronistas las califican como behetrías, grupos sociales que elegían

por señor o jefe a cualquier persona de cierto linaje, mientras que otros hablan se

sociedades establecidas con carácter de señorío (Pineda, 1987) y las investigaciones

actuales hablan de cacicazgos de cierta complejidad social en la región (Bray, 2005).

La mayoría coincide en el carácter agresivo y en pr ácticas de canibalismo y

momificación, por lo cual parece indicado acercarse a las figuras de Trimmborn y Eckert

para entender su interés por el estudio del Valle del Cauca, sin haber siquiera dejado su

17 Borja Gómez, 2005 18 Pineda, 1987; Pág. 89

Capítulo (…) 29

natal Alemania, ni conocer el paisaje y el medio ambiente en que estas sociedades se

desarrollaron. Borja Gómez ofrece razones de tipo histórico y político que es necesario

examinar desde diferentes perspectivas. Sin embargo, el análisis presentado por estos

dos etnólogos muestra elementos comunes con un área cultural mucho más extensa que

el actual territorio colombiano, ampliando las fronteras ideológicas a comunidades

ecuatorianas que han sido estudiadas de cerca definiendo la función ideológica de la

guerra como una forma de l egitimización del poder en l as sociedades del Valle del

Cauca.

En este capítulo se han presentado las investigaciones arqueológicas de la región así

como las crónicas y relatos. Llama la atención cómo los estudios de Eckert y Trimborn, a

pesar de algunas imprecisiones, son de gran utilidad para el presente estudio por estar

vinculados a los procesos de comunicación generados por la portabilidad de l as

narigueras en las sociedades prehispánicas, parte central de la pregunta de esta

investigación. Pineda, por su parte, argumenta que “el papel de las casas del jaguar o

templos del jaguar está por investigarse en las culturas amerindias; pero posiblemente

fue fundamental en la formación de sociedades estratificadas en Suramérica, y aún en la

conformación y expansión del territorio Inca”19

19 Pineda, 1987; Pág. 99

y que “la idea de u nos cacicazgos

prehispánicos con poblaciones sedentarias, disputándose entre sí los variados ambientes

ecológicos, con ciertas relaciones de comercio exterior entre sí, determinadas por los

micro-ambientes, cada uno con su propia cultura y en constante guerra, podría sustituirse

por un modelo social global inestable y conflictivo, en el cual los diversos señores

compiten entre sí por el predominio de sus propios proyectos rituales, entre los cuales la

guerra y el canibalismo son solamente una d e las alternativas de a cción social. En

términos de los modelos de organización política local, esto significa que posiblemente el

poder de los caciques tuvo diversos fundamentos rituales y ceremoniales, y no

exclusivamente el guerrero o militar. Ante la generación de una situación de violencia y

muerte generalizada en el momento del contacto, las culturas nativas diseñaron también,

una estrategia de combate, conformando sus propios espacios de muerte en el interior y

alrededor de las malocas. Con ello probablemente buscaban recrear un umbral de

30 El gesto animal y el objeto humano

transformación y generación de sentido, una propiedad, y amedrentar a los españoles.”20

En el sur de Colombia se muestra la imaginería del felino en su relación simbólica con la

agresividad y la violencia; según las crónicas, para frenar la ocupación europea en

Colombia el hombre tigre viene a defender a los indígenas de los ataques españoles, se

transforma en jaguar por medio del chamanismo para combatir al hombre blanco

(Pineda, 1987).

20 Pineda, 1987; Pág. 105

Capítulo (…) 31

2. Capítulo 2: El gesto animal y el objeto humano

La presente investigación busca explorar la funcionalidad, materialidad y portabilidad de

las narigueras de la colección del Museo del Oro. Es por esto que es necesario definir el

concepto de portabilidad y enmarcarlo desde una teoría antropológica. La portabilidad

desde la funcionalidad de un ob jeto de uso corporal comprende la forma en q ué los

objetos se adaptan a la anatomía del rostro y cómo estos se llevan puestos. Es decir, sí

en el caso de las narigueras era necesaria la perforación del tabique nasal o sí

simplemente se insertaban y se ajustaban a presión. El tamaño de las narigueras varía

de pieza en pieza; las hay pequeñas y sencillas; fáciles de llevar y repetidas muchas

veces gracias al desarrollo de t ecnologías metalúrgicas; las hay únicas y muy

elaboradas; zoomorfas, antropomorfas; de formas geométricas y abstractas; planas y

volumétricas; con placas, cuentas de piedra y objetos colgantes muy brillantes que

atrapaban la luz y producían sonidos. Algunas dividen el rostro en dos partes; otras

enmarcan los ojos y los pómulos; otras son de superficies muy pulidas y reflejan como

espejos; otras ponen de manifiesto el aliento de qui en las porta y otras cubren

completamente la boca, ocultando el rostro de su portador y cambiando el timbre de su

voz, aumentando el dramatismo de la puesta en escena. Desde la portabilidad, se

propone el estudio exploratorio de las piezas de adorno corporal en la relación gesto-

32 El gesto animal y el objeto humano

objeto y se plantea la aplicación de l os enfoques de la antropología del cuerpo y el

perspectivismo amerindio como marco conceptual de referencia de este análisis.

En contraste con la arqueología clásica, en l a cual el cuerpo se presenta solamente

desde una dimensión física, la antropología del cuerpo, desarrollada bajo la influencia de

la fenomenología, presenta un nuevo enfoque que entiende el cuerpo desde una

dimensión social y dinámica en asociación con la cultura material, la acción humana y la

identidad (Joyce, 2005). El primer referente teórico es Marcel Mauss, quien en su artículo

“Técnicas del cuerpo” (1936) analiza cómo los individuos en un grupo social comparten

ciertos movimientos corporales propios y cómo estos se diferencian de uno a otro. Este

repertorio de movimientos específicos lo define Mauss como habitus, una habilidad

corporal adquirida por un individuo para hacer uso de su cuerpo en un grupo social. Se

trata de un enf oque de construcción cultural del propio cuerpo, ya que el habitus está

determinado por el género, la edad, su posición, el acceso a l a educación, nivel de

prestigio etc. Cuando Mauss afirma, el cuerpo es el primer y más natural instrumento de

acción humana, le otorga al cuerpo la facultad de actuar como una herramienta social,

empleada para transmitir y reproducir valores y tradiciones. Sus observaciones muestran

entonces que la acción humana está determinada por la aprehensión de técnicas del

cuerpo, - sean estas permitidas, no permitidas, naturales o ajenas al grupo al que

pertenece y al lugar que ocupa en éste. En este enfoque, el cuerpo es una construcción

dinámica de una serie de acciones y movimientos corporales y tradicionales inscritos en

un grupo social y mediado por un objetivo o por un objeto.

La noción del cuerpo de Mauss presenta entonces un cuerpo definido por la cultura de la

siguiente manera: “En muchas sociedades el cuerpo y la manera como es construido y

pensado constituyen la base para la configuración de los conceptos y prácticas de casa,

territorio y cosmos. Los diversos componentes del cosmos y de la casa, la cual es, a su

vez, un modelo del universo, se designan con metáforas del cuerpo. Se vive en el

“ombligo del mundo”, o en la casa que semeja una gran madre, o una mujer en cuclillas

en proceso de parto.”21

21 Pineda, 2006; Pág. 26

Es decir, que cuando la acción física está acompañada de la

palabra, el gesto y el objeto, aparece la acción mágico-religiosa, por la cual se configura

Capítulo (…) 33

la acción tradicional-ritual (Mauss). El gran despliegue de o bjetos orfebres de adorno

corporal de la colección del Museo del Oro: diademas, pectorales, narigueras, brazaletes,

colgantes, adornos para las orejas, los labios, la quijada o los órganos sexuales

transformaban no solo la apariencia de quien los portaba, sino que construían un

individuo. Pineda (2006), a partir de la información etnohistórica, no considera el atuendo

como un conjunto objetos de a dorno personal, sino como una “segunda piel” que

transforma el cuerpo físico en un cuerpo sagrado: “Los miembros de las sociedades

indígenas asumen diversas identidades a lo largo de su vida. Durante el curso de su

historia personal, tienen y transmiten variados nombres, participan en r itos de pas o y

otras ceremonias, y se sirven de pinturas, tatuajes y otros adornos corporales para

marcar sus propias identidades, construyendo de esta forma su propio cuerpo. Las

pinturas, los adornos, los tatuajes y otras formas de modificación del cuerpo son una

especie de segunda piel, sin la cual no es concebible la naturaleza humana. Nuestra

segunda piel es a la vez la expresión y puente de la vida social, vía de acceso a nuestra

participación en la vida ritual y ceremonial.”22

Figura 2-1: Reconstrucción de un atuendo Calima (Museo del Oro)

22 Pineda, 2005; Pág. 26

34 El gesto animal y el objeto humano

La reconstrucción del atuendo de la Figura 2-1 muestra una forma de presentar el cuerpo

en un grupo social, un cuerpo que se construye y reproduce una red de estructuras de

pensamiento, creencias e ideologías, transformándose así en un “cuerpo estructural”

(Noland, 2009). Desde la antropología del cuerpo, la transmisión de ideas, al ser parte de

una categorización social, va mucho más allá de l a ideología y se aloja en prácticas

corporales de sujetos culturales, quienes experimentan de manera sensorial la

aprehensión de i deas y creencias (Joyce 2005). La antropología del cuerpo permite

definir el atuendo prehispánico como un acto de extensión e inscripción del cuerpo

culturalmente construido a través de experiencias de tipo sensorial y emocional, ya que el

atuendo y los objetos de adorno corporal no s olo disponen de un valor simbólico sino

también de un valor experiencial y performativo.

A partir de Mauss se ha establecido un campo de estudio dedicado al gesto, definido

como una técnica corporal que e s al mismo tiempo biológica, social y psicológica

(Noland, 2009), dotada de una capacidad de inferencia en la construcción de valores y

tradiciones, así como de ciertas prácticas corporales. El gesto define el cuerpo y el rostro

igual que un documento, registra un lenguaje que corresponde a cierto tipo de individuo o

grupo social. El análisis del atuendo debe incorporar el gesto facial y corporal no

solamente como una expresión de movimiento del cuerpo, sino como agente

comunicador.

El segundo referente que define el marco conceptual de l a investigación desde la

antropología del cuerpo es el performance. A partir de Mauss, el performance se define

como la puesta en escena de un cuerpo en movimiento. Por medio del performance, se

crea un mecanismo productor y receptor de narrativas y rituales, ya que su repetición y

reproducción dentro de un grupo social establece un amplio rango de gestos,

experiencias y tradiciones. El gesto y el performance, al ser técnicas del cuerpo,

expresan una serie de formas aprendidas que comunican un mensaje. Esto lleva a la

conclusión que todos los gestos son performativos, comunicativos y tienen un carácter

repetitivo y anticipatorio. De acuerdo con la materialidad de las piezas de orfebrería, las

técnicas de producción y su durabilidad, estos objetos podrían seguir ciertas pautas de

diseño, forma o dimensiones que determinarían su función. Esto es debido a que una

técnica del cuerpo, una acción o un gesto, se encuentran registrados en la memoria

física, material y cultural de un pueblo y juegan un importante papel en la transmisión y

reproducción de tradiciones en un amplio sistema de organización social. Ya que este

Capítulo (…) 35

acto de transmisión es definitivo para mantener las diferencias y la cohesión dentro de

una organización social (Noland, 2009), éste es muchas veces ritualizado. Mattheus

(2005) añade que los gestos y prácticas corporales, no son solamente consecuencias de

la compleja red de relaciones que se establecen en una sociedad, sino que además son

una propiedad de estas, ya que existen y operan dentro de una estructura social. La

percepción del mundo de un grupo social es el aspecto más fundamental de cualquier

estudio de gestos, ya que el mundo se conoce a través de nuestro cuerpo y ésta es una

experiencia sensorial y emotiva.

El gesto no es solamente un movimiento corporal, sino una acción entendida por otros.

Las técnicas gestuales o per formativas son sociales y comunicativas. Es un discurso

emocional de n arración material. No podemos reconstruir el pasado, pero podemos

reconocer la importancia de estos objetos en la construcción de gestos y en la forma de

entender el mundo. La respuesta emotiva percibida está inscrita en l as prácticas

corporales y es inseparable de estas. Los gestos están inscritos en la interacción: cara a

cara, cuerpo a cuerpo, se trata de emociones que surgen desde la percepción de estas

acciones en un contexto social con hábitos colectivos: “El objeto y los gestos a los cuales

está asociado, refuerza y transforma el contexto en el cual se genera y opera bajo ciertas

condiciones de opción o restricción.”23

La investigación del gesto en las narigueras prehispánicas es una exploración en dos

direcciones; por un lado, el tipo de sujeto que el objeto estaba construyendo y al mismo

tiempo el tipo de objeto que el sujeto estaba construyendo. Esta exploración se construye

a partir del escenario creado por el portador para un público espectador. En este punto

Turner se presenta apropiado cuando afirma: “La superficie del cuerpo es la frontera

común de la sociedad, el ser social y el individuo psico-biológico y se convierte en el

escenario simbólico sobre el cual se actúa el drama de l a socialización; el adorno

corporal se convierte en el lenguaje en el que es tá expresado.”

24

23 Matthews, 2005; Pág. 9 (Traducción libre)

El adorno es una

presentación y representación pública en los grupos sociales, ya que c onstruye un

lenguaje por el cual se elaboran, simbolizan y expresan prácticas colectivas. El adorno

además estructura percepciones, emociones, decisiones, acciones y lógicas de

24 Turner, Terence: The social skin. En: Cherfas J. Y Lewin R.: Not work alone: A cross-cultural view of activities superfluous to survival. Pág. 112

36 El gesto animal y el objeto humano

pensamiento: “No basta con tener un cuerpo humano para diferenciarse de otras gentes

del Cosmos, hay que comportarse como gente verdadera.”25

2.1 Las narigueras: Un estudio etnográfico

De esta forma se

desdibujan las fronteras entre sujeto y objeto y se establece un nuevo cuerpo.

A partir del enfoque de la antropología del cuerpo resulta pertinente incluir algunos

estudios etnográficos de adorno corporal en la región, relacionados con las narigueras

prehispánicas del Valle del Cauca. El primero de ellos es el trabajo de campo de Astrid

Ulloa entre los Emberá. En Colombia, los Emberá son el grupo indígena de mayor

dispersión territorial, habitando los departamentos de Chocó, Risaralda, Valle del Cauca,

Cauca, Antioquia, Córdoba y Nariño. Entre ellos, la pintura corporal identifica el origen

territorial de la persona en el rostro, mostrando si es de río o de montaña.26 Ulloa, en su

trabajo de campo en los ríos Uva y Bojayá, en la zona del Chamí del Alto Andagueda,

realizado entre abril y mayo de 1986, analiza la última comunidad que aún conservaba el

uso de pintura facial, a pesar de las prohibiciones de misioneros y catequizadores. En su

trabajo concluye que l a pintura facial tiene dos funciones, una de adorno y otra de

comunicación. En las gráficas que acompañan su trabajo de campo llama la atención el

uso de ciertos adornos denominados chidichidi, utilizados en ese momento en la zona del

Atrato, portados como aretes tanto por hombres y mujeres, los cuales se ilustran en la

figura 2-3 y que consisten en una placa martillada semilunar con un gancho superior a la

que unen en su parte inferior una s erie de placas colgantes alargadas denominadas

perreperre.27

25 Franky, Carlos Eduardo y Mahecha, Dany: Noción de cuerpo y persona entre los nukak baká, gente verdadera de la Amazonía colombiana. En: Cuerpos amerindios: Arte y Cultura de l as modificaciones corporales. María Alicia Uribe Villegas (Editora) 1979, p. 115-126

Según Ulloa, los hombres se encargan de elaborar estos adornos y las

mujeres de finalizarlos: “Se toman monedas de a peso o de diez, las cuales se aplanan

con ayuda de un martillo hasta obtener tres veces su tamaño inicial; una vez obtenida la

lámina se procede a diseñar con un modelo de base semicircular para luego ser partido

con un machete. De igual manera se elaboran los “perre perre” que son los colgantes de

26 Ulloa, 1986. 27 Ulloa,1992, pág. 118

Capítulo (…) 37

las placas. Una vez elaboradas todas las partes, es la mujer la que le da la estructura

final al arete tejiendo el aro que va del oído a los colgantes.”28

Estos aretes son la herencia formal de las narigueras semilunares con placas colgantes

del estilo Yotoco de la figura 2-2, y la continuidad de ciertos contenidos y significados que

desconocemos, ya que no disponemos de información adicional acerca del origen y el

significado de estas palabras.

Figura 2-2: MO07539 Nariguera semilunar Yotoco con placas colgantes

Figura 2-3: Diferentes diseños de Chidi chidi (placa semilunar) y perre perre (placa colgante unida a un chidi chidi) 29

28 Ulloa,1992, pág. 117 29 ídem, pág. 118

38 El gesto animal y el objeto humano

Podría pensarse que la prohibición del uso de las narigueras y de la pintura facial30

El explorador sueco Henry Wassén (1949), citado por Morales (1987), relata que cuando

los hombres bebían, con una mano sujetaban la nariguera mientras que con la otra,

acercaban la totuma a l a boca. Las fuentes documentales de l a colonia describen la

nariguera de los caciques como una gran lámina de oro en forma de media luna. Los

hombres y mujeres llevaban un anillo grueso y pequeño. Las informaciones precedentes

indican dos clases de ornamentos de acuerdo con el estatus temporal de los sailás, con

respecto a los demás miembros del grupo, así como el uso de narigueras por parte de

hombres y mujeres en el Darién por el año de1681. Testimonio de este relato son las

figuras cerámicas 2-4, 2-5 y 2 -6, las cuales muestran el uso de n arigueras anulares

gruesas y en algunos casos de doble nariguera.

por

parte de los misioneros llevó a que los Emberá reformularan la portabilidad de estos

objetos de una forma “aceptada” por los estándares estéticos y morales de los católicos,

como una forma de resistencia a la adopción a las nuevas ideologías.

Figura 2-4: MOC01043 Máscara Sonso; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 2-5: MOO04255 (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 2-6: MOC13505 Vasija Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

Morales (1987) explica la importancia del uso de narigueras en las niñas cuna del Golfo

de Urabá, como alusión a la figura del sol personificado en Ibelel, héroe transformador

30 Ulloa y Morales

Capítulo (…) 39

vestido de oro. “Los tule o cuna de la región Urabá, Darién y el archipiélago de San Blas

son en la actualidad el único grupo indígena en Suramérica, cuyas mujeres usan

narigueras de oro permanentemente… En el caso de los tule las narigueras de oro y

plata dejaron de ser parte de la indumentaria masculina desde 1853 y solo quedaron

como adorno de las mujeres”31. En las niñas, el uso de las narigueras comienza a muy

temprana edad. A los dos años se perfora el tabique nasal con una aguja gruesa de

metal, dejando un hilo insertado para evitar que el agujero se cierre antes de insertar la

nariguera: “Actualmente la nariguera la compran los padres en Turbo, Medellín, o las

islas de San Blas. El precio promedio es de $30.000 hecha en oro de 18 quilates.”32 No

está claro para el investigador la razón por la cual las mujeres siguen llevando narigueras

de oro. Sin embargo, algunos informantes lo relacionan con el hecho de que una nueva

pareja decida establecer su residencia en c asa de los parientes: “En tal sentido, las

mujeres representan cierta capacidad de control sobre los hombres para evitar relaciones

sexuales prohibidas, asimilables a l as existentes antes de l a venida de I beorgun. La

mujer, vendría a ser la asignación apropiada de un líquido seminal bien destinado, es

decir dentro del cauce de relaciones sexuales no incestuosas, y por otra parte, la

expresión de que es la mujer tule concretamente la que debe recibir el semen de

hombres tules (simbolizado en su oro) y no d e otros.”33 Wassén y otros informantes,

relacionan la nariguera anular con el héroe solar Ibelel y la transmisión de s u historia.

“Hoy día se aprecia cierta preferencia estética entre las mujeres por unas narigueras

pequeñas, gruesas que poco sobresalen de la nariz. Algunas mujeres casadas pueden

obtener una o dos narigueras a través del tiempo, y lo logran como regalos o presentes

de sus esposos.”34

Morales titula su artículo “Oro, control al incesto y cultura entre los cuna” dejando

entrever el uso del oro de l as narigueras como una forma de control y también de

protección de l as niñas y mujeres. Reichel Dolmatoff (1978), por su parte, establece

paralelos entre los principios fundamentales de las ideologías Kogi y Paéz con respecto a

los problemas alrededor del sexo y el incesto y su relación con el jaguar.

35

31 Morales, 1987. Pág. 273

Así mismo,

32 Idem 33 Idem 34 Morales. Pág. 273 35 Reichel Dolmatoff, Pág. 67

40 El gesto animal y el objeto humano

menciona algunos textos e información obtenidos entre los Desana y Tukano al respecto:

“Aunque el principal objetivo para un hombre jaguar sea matar a sus enemigos, los

informantes añaden que también ataca a las mujeres…En general se describía a l os

agresores como hombres jaguar de o tros grupos tribales con los que no e xistían

relaciones conyugales interinstitucionalizadas; en los casos en que eran del mismo grupo

(tucano) sus agresiones sexuales eran de índole incestuosa, ya que los hombres jaguar

atacaban a hembras parientas de su propia unidad exogámica.”36

A la llegada de los españoles en la región del Valle del Cauca se reportaba su uso tanto

en hombres como en mujeres

37

2.2 El gesto animal y el objeto humano

, así como en los mitos de incesto y robo del oro. ¿Puede

quizás hablarse de una protección y defensa ante ellos? ¿Es posible explicar el uso de

las narigueras bajo la función de protección que confieren los atributos del héroe solar

Ibelel? Una forma de explicar la continuidad de ciertos motivos formales de la tradición

cultural material de los emberá y los cuna, podría ser a partir del gesto registrado en la

memoria cultural y material de un pueblo, sirviendo como agente de identidad y cohesión

social.

Debido a la falta de datos históricos y registros arqueológicos resulta difícil entender la

funcionalidad de las narigueras en los contextos prehispánicos. Como un acercamiento a

su funcionalidad desde este estudio exploratorio se presenta el enfoque del

perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros de Castro38. Desde este enfoque, los

animales son gente o se ven a sí mismos como gente; un concepto que casi siempre

está relacionado con la idea de que el cuerpo es entendido como una exterioridad o el

mero envoltorio o r opaje de una interioridad que sólo es visible a l os ojos de ciertas

especies o de ciertos individuos, como los chamanes. Esta noción de ropaje es sinónimo

de metamorfosis, un proceso que se manifiesta de forma recurrente en las sociedades de

la Amazonia, regidas por el cambio constante39

36 Idem, pág. 125

y la idea de que el ropaje o el atuendo es

37 Crónicas del Perú 38 1998 39 Viveiros de Castro, 1998, pag.471

Capítulo (…) 41

el cuerpo mismo40, ya que es la exterioridad que se percibe: “El cuerpo se presenta como

el gran diferenciador en las cosmologías de la Amazonia. Resulta plausible llegar a un

mejor entendimiento de la razón de ser de las diversas categorías de individuo, sean

éstas personales, sociales o cosmológicas, a partir de que sean expresadas de manera

frecuente por medio de lenguajes corporales, particularmente por medio de prácticas

alimentarias y pintura corporal.” 41

El perspectivismo hace énfasis en la particularización de las exterioridades por medio del

gesto, las prácticas corporales y el adorno personal. Este tipo de prácticas involucran en

su mayoría especies animales que tienen un rol simbólico y físico de predadores, así

como las especies que son presa del humano predador. Esta interrelación entre objeto-

presa y sujeto-predador se refleja en la forma en qué los humanos perciben la

naturaleza, los animales, los objetos, etc. y es muy diferente a la forma en que ellos

mismos se ven. Es por ello que desde esta perspectiva se podría entender el objeto

(adorno, gesto, práctica corporal, performance) como el sujeto que realiza la acción, ya

que encarna o exterioriza el gesto animal; mientras que el sujeto (individuo), al ser el

portador se convierte en objeto. Se trata de una intrincada relación entre el

comportamiento humano y animal y que demuestra que todo el conjunto de sujetos

(gestos, hábitos, prácticas corporales, adornos) que constituyen un cuerpo es en realidad

el lugar en el que emergen la identidad y la alteridad o diferencia. Definir una identidad o

una alteridad permite la difusión y aceptación de ideas y valores sociales. El cuerpo es

entonces un objeto social.

Sin embargo, el énfasis de las culturas amerindias en la construcción social del cuerpo

debe ser entendido como la construcción y producción de un cuerpo humano altamente

diferenciado no s olo de ot ros humanos, sino de ot ras especies animales: “El cuerpo,

como lugar de diferenciación de perspectiva, debe ser diferenciado en el más alto nivel,

para poder expresar ésta diferencia de forma completa.” 42

40 Idem, pág. 482

El cuerpo humano puede ser

percibido como el punto de encuentro de lo humano y lo animal.

41 Idem, pág. 479 (Traducción libre) 42 Idem, pág. 480 (Traducción libre)

42 El gesto animal y el objeto humano

"El cuerpo es la herramienta fundamental de expresión del sujeto y al mismo tiempo, el

objeto por excelencia, con el cual se presenta a los ojos del otro. No es casualidad,

entonces, que la máxima objetivación social de los cuerpos, su máxima particularización,

expresada en la decoración y exhibición ritual, sea al mismo tiempo la máxima

animalización, el momento en que los cuerpos están cubiertos por plumas, colores,

diseños, máscaras y otras extensiones animales. El hombre vestido como un animal para

el ritual, es la contraparte al animal sobrenaturalmente desnudo." 43

El cuerpo amerindio

es un generador de emociones, sentimientos y conocimientos, y por medio de estos se

construye y se transforma continuamente. Esto se explica en el énfasis de los grupos

amerindios en los métodos de construcción permanente del cuerpo o en la construcción

de una noción de parentesco entre individuos a partir del intercambio de secreciones

corporales y sobre todo en la forma de localizar la memoria y el conocimiento colectivos

en el cuerpo. Los gestos y los actos performativos tienen de esta forma una conexión

intrínseca con el cambio constante y la metamorfosis. El gesto, el performance y el objeto

construyen el cuerpo desde la exterioridad, ya que la interioridad ya está dada. Esta

exterioridad se construye entonces a partir del modelo de los cuerpos animales.

2.2.1 El gesto y el performance

A pesar de la falta de información y de contextos arqueológicos, puede sin embargo,

afirmarse que existe un común denominador de l os objetos orfebres y cerámicos del

Valle del Cauca, siendo éste la constante presencia, detallada observación y

conocimiento del mundo animal. Las tipologías de narigueras, colgantes, cuentas de

collar, diademas, pectorales, alcarrazas, vasijas y estatuillas cerámicas retratan los

rasgos animales de diversas maneras, a menudo en directa relación con un conjunto de

metáforas y taxonomías (Levy Strauss), que constituían la razón de ser de estos objetos.

En Yotoco y Malagana se presenta una fuerte correspondencia entre las alcarrazas

cerámicas y las piezas orfebres: Los motivos comprenden "mamíferos, aves, reptiles,

anfibios, insectos y gasterópodos; asociaciones entre animales; relaciones entre figuras

humanas y figuras animales; figuras antropozoomorfas cuyos rostros, de semblantes

43 Viveiros de Castro, 1998; pág 480 (Traducción libre)

Capítulo (…) 43

humanos y rasgos animales tienen boca.”44

No existen razones obvias dentro de una cultura para dar significaciones a cierto animal,

utilizar su comportamiento o apariencia en su razonamiento simbólico; estos deben ser

estudiados como un cultural appraisal, su valor cultural estimado

Desde el perspectivismo amerindio se

entienden este tipo de m otivos y contenidos: El hombre-cocodrilo, el hombre-ave, el

hombre-murciélago, el hombre-felino etc., como un sistema de relaciones dinámicas y

comportamientos versátiles entre humanos y animales, habitantes de un mismo paisaje.

45. La discusión está en

que el animal no se toma por sus condiciones naturales, sino por la construcción cultural

que de él se hace. Las especies no son un producto natural, sino producto de una

clasificación, un proceso de ordenamiento que crea y mantiene el potencial para el uso

de metáforas. El uso de los animales es producto de una clasificación que permite definir

las imágenes, símbolos o metáforas que el animal ofrece. Levy Strauss (1964) explica el

sentido del conocimiento y clasificación del hombre primitivo como una taxonomía de la

memoria; como los hábitos, gestos, atributos y especies de a nimales y plantas que

construyen y constituyen la memoria colectiva de un pueblo.46

El imaginario de la fauna documentada en la cultura material de la región es una forma

de inscribir conocimiento taxonómico, restringido o compartido a ciertos individuos de un

grupo social. Los motivos zoomorfos y antropozoomorfos están presentes en las

ostentosas narigueras semilunares de la muestra; piezas que cubren la boca, quijada y

algunas veces también el cuello de s u portador, provistas de un remate recto que se

inserta en el tabique nasal y que inclina ligeramente la nariguera, alejándola de la boca.

Son piezas únicas que bien podrían definirse como mouth masks, máscaras para la

boca, siguiendo la clasificación de McEwan y Haberli47

44 Legast, 1993; pág. 25

; quienes analizan en su artículo

“Ancestors Past but Present, Gold Diadems from the Far South Coast of Peru” un

hallazgo de ajuares funerarios, diademas martilladas y repujadas pertenecientes a una

tradición metalúrgica preincaica en la costa Sur del Perú. Al igual que algunas narigueras

semilunares, las piezas de este estudio presentan motivos de rostros humanos y

45 (Traducción libre) 46 Pág. 34 47 2000, pág. 16

44 El gesto animal y el objeto humano

características animales. El uso del término mouth masks48

Ligado al énfasis en el hombre felino, documentado por cronistas de la época, el mundo

de los insectos se presenta de múltiples formas en la tradición del Valle del Cauca. Bray

(2005) y Legast (1993, 1995, 1998) observan en sus investigaciones el interés que se

tenía en la región por representar todos los estadios de transformación de himenópteros

y coleópteros. Larvas, crisálidas e insectos adultos se encuentran plasmados en cuentas

de collar, alcarrazas y narigueras: La f igura 2-7 muestra una alcarraza Malagana en

forma de larva mojojoi, identificada por el color de su cabeza, diferente al resto de su

grueso cuerpo; y reproducida en las narigueras anulares gruesas (Figura 2-8) de Yotoco,

Malagana y Sonso.

resulta bastante apropiado

para designar la funcionalidad de las narigueras con respecto al conjunto de gestos y

movimientos corporales puestos en escena por su portador. McEwan y Haberli

observaron además que la diversidad de formas y tamaños de las piezas del hallazgo

sugieren que no existía una estandarización rígida de la producción y que estas

diferencias también pueden ser explicadas por la variación en la producción artística de

un artesano o taller orfebre a otro o una diferencia definida por el cambio de valle. La

misma diversidad de tamaño, decoración, forma y número de placas colgantes o “barbas”

presentes en las narigueras semilunares de la muestra del Museo del Oro, lleva a pensar

en piezas hechas a la medida. Al cubrir estas mouth masks la boca y la quijada de su

portador, ocultaban y controlaban por completo la expresión facial ante los espectadores,

definían el gesto, alteraban el timbre de voz, o detenían incluso algún tipo de

secreciones nasales por el consumo de sustancias psicoactivas.

Figura 2-7: MOC13067 Alcarraza Malagana; Dimensiones: 12x16,3cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 2-8: Narigueras anulares gruesas (Fotografía: Bray (2005)

48 McEwan, Collin y Haberli, Joerg: Ancestors Past but Present, Gold Diadems from the Far South Coast of Peru; pág. 16

Capítulo (…) 45

No existe información documentada acerca del rol de los insectos para estos grupos

sociales, por ello el acercamiento a estos objetos debe hacerse desde las analogías

etnográficas en comunidades actuales. Las larvas, además de ser una importante fuente

nutritiva en los hábitos alimenticios de c iertos grupos indígenas como los andoke o los

nukak del Guaviare durante períodos de escasez, son también de gran utilidad en “la

elección de los terrenos para plantíos y para construir diferentes campamentos

semipermanentes de cacería o de recolección en la selva.”49

Los cronistas no hacen referencia al mundo de los insectos. Bray (2005), por su parte,

afirma que la razón por la cual existen numerosas representaciones de ellos no se debe

a ser fuente alimenticia, ya que otros animales, cuya carne era bien apreciada, como el

venado, el tapir o la danta, no fueron representados de esta forma. La razón fundamental

de su representación parece radicar en mitos de origen a partir de la transformación de

un ser en otro, tomando como modelo la metamorfosis del mundo animal.

Las figuras 2-9 y 2-11 corresponden a alcarrazas Yotoco que podrían haber sido

modeladas a partir de la forma del cuerpo de una hormiga o avispa. No podemos saber a

ciencia cierta el significado o la importancia iconográfica de estas piezas, sin embargo, es

notoria la presencia de gran variedad de larvas e insectos en Yotoco, Malagana y Sonso,

como lo documenta la vasija de la figura 2-11, la nariguera anular gruesa Yotoco

decorada en forma de larva de la figura 2-10.

Figura 2-9: MOC00013 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 13,8x13,5 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

49 Jara, 1996

46 El gesto animal y el objeto humano

Figura 2-10: MOO04255 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 2-11: MOC00804 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 14,6x10,8 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

Entre los andoke, el origen de l os clanes patrimoniales está relacionado con el

conocimiento de las especies y su comportamiento social: “Los mitos andoke que dan

cuenta del origen de los rasgos fundamentales de l a organización social discurren al

mismo tiempo acerca del origen de algunas especies animales.”50

Figura 2-12: MOC13470 Vasija Sonso; Longitud: 79 cm; (Fotografía Bray, 2005, VI.46, pág. 252)

El abejorro por ejemplo, tiene su mito de origen como una especie que emerge de las

fosas nasales del ocelote. Avispas, gusanos y siete especies de abejas surgen de las

fosas nasales del jaguar.51

50 Jara, pág 219

No obstante, “las categorías taxonómicas no s on

necesariamente accesibles a toda la población. Algunas de estas estructuras cognitivas

son propiedad de especialistas tales como chamanes, curanderos, especialistas rituales

51 Jara

Capítulo (…) 47

o cualquier otro tipo de especialista que deba mantener un conocimiento detallado de un

nicho ecológico en especial. ”52

Figura 2-13: Narigueras semilunares con placas colgantes Yotoco (Fotografías: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

Este conocimiento y categorías podrían también haber sido dominio de los orfebres y

alfareros de la élite. Las fosas nasales como orificios vitales por excelencia se podrían

pensar como un canal de exteriorización del proceso de metamorfosis y poder generativo

de los coleópteros e himenópteros. Máscaras, vasijas y estatuillas cerámicas dan

testimonio de la importancia del uso de narigueras anulares en Sonso. La diversidad y

despliegue de las narigueras semilunares o mouth masks de Yotoco, objetos del gesto y

el performance y por ende de la transformación podrían en este contexto asociarse con

ciertos himenópteros. La forma desplegada de estas narigueras y las múltiples placas

colgantes que resuenan con los movimientos de s u portador asemejan las alas

extendidas y el zumbido de insectos en pleno vuelo (Figura 2-13).

La reproducción de los coleópteros es entre los andoke una actividad completamente

masculina, en la que las larvas hembra no existen, todas son machos y al mismo tiempo

padres de las larvas mojojoi. La generación está asociada a poderes chamanísticos de

transformación. La metamorfosis de las larvas se relaciona con un proceso chamánico y

52 idem; pág. 217

48 El gesto animal y el objeto humano

una expresión del poder mágico; la transformación se manifiesta además con el cambio

de hábitat de cada estadio: La larva habita lugares húmedos y medios acuosos, el

insecto adulto vuela. El poder auto-generativo de los coleópteros se relaciona con las

prácticas endogámicas y exogámicas de las sociedades Desana del Vaupés y Andoke,

conceptos arraigados en el orden social de estos grupos: Los coleópteros de la familia

Dynastinae, conocidos como Rynchophorus Palmarum53 o mojojoi, pueden ser cultivados

para su consumo: “Los andoke talan palmas y las preparan haciendo incisiones en el

tronco para facilitar la entrada de los coleópteros que depositan sus huevos en la

pulpa.”54 Los procesos de polinización de las palmas “ofrecen a los Desana, grupo

tukano del Vaupés, un modelo simbólico para la discusión de las prácticas exogámicas.

Prácticas que están fuertemente ancladas en la historia de las sociedades indígenas del

Vaupés. La participación de los coleópteros en la polinización de las palmas es asimilada

a las reglas exogámicas de matrimonio que prevalecen entre los Desana. Las palmas

Socratea Exorrhisa son hermafroditas y la polinización es vista como un acto incestuoso

que en la sociedad Desana es asociado con los peligros de la endogamia.”55

Por su parte “en la mitología (de los andoke), las alianzas entre clanes son reputadas

problemáticas, al mismo tiempo que se expresa la preferencia por los matrimonios dentro

del clan. Los clanes más fuertes habrían contado con 20 o 30 malocas. Los matrimonios

exogámicos eran aparentemente el resultado de alianzas temporales entre estos clanes.

La abducción de mujeres era uno de los motivos más recurrentes de los conflictos

endémicos entre los clanes.“

56

La herencia cultural de las narigueras de Yotoco, Malagana y Sonso, presente en los

Cuna, del Golfo de Urabá, no ha podido ser aclarada. Morales (1997) recopila de algunos

informantes la razón por la cual las mujeres siguen llevando narigueras. Según ellos, la

nariguera está relacionada con el establecimiento de una nueva pareja en casa de los

parientes; el uso de la nariguera fungiría como expresión de control de las relaciones

sexuales. La mujer tule es la receptora del semen de los hombres tules y no de otros. El

oro, con el que s e elaboran las narigueras, es el semen del sol o I belel, “el héroe

53 Legast 54 Jara, 1996; pág. 225 55 idem, pág 226 56 idem, pág. 213

Capítulo (…) 49

transformador vestido de oro.”57

2.2.2 El gesto felino

La nariguera sería en la sociedad Cuna el gesto de

pertenencia a un linaje y al mismo tiempo un gesto de territorialidad.

Las narigueras de la región del Valle del Cauca presentan para algunos investigadores

formas zoomorfas y gestos felinos.58

Los felinos son considerados como los animales más carnívoros y se caracterizan por

sus colmillos inferiores de forma cónica y puntiaguda (Payán y Soto, 2012). Su vista es

seis veces más desarrollada que la de los humanos en condiciones de baja luminosidad

y por estar sus ojos ubicados de frente en su cara pueden calcular con precisión la

distancia a la cual se encuentran sus presas. En Colombia se encuentran seis especies

nativas de felinos de 36 a nivel mundial: El jaguar, el puma, el jaguarundí, el ocelote, el

margay y la oncilla (Payán y Soto). Tanto el puma como el jaguar están presentes en

variadas zonas ecológicas de Colombia. Estos dos felinos ocupan la cima de la cadena

alimenticia, siendo predadores de animales de diversos tamaños y clases: herbívoros

como el venado, omnívoros como los pecaríes, roedores y caimanes. Sus territorios de

caza son extensos y varían de acuerdo a los tiempos de lluvias y sequías.

La transformación de los hombres en jaguares es

sin duda un tema recurrente en la literatura etnográfica en muchas sociedades alrededor

del mundo. Para los habitantes de la Colombia prehispánica, el mundo animal era

concebido como un reflejo de conductas y comportamientos individuales y colectivos, un

mundo compartido en el que l os antiguos pobladores buscaron sus ancestros y sus

orígenes en las estrechas relaciones con los animales (Legast, 1998). En la cultura

material indígena, las representaciones de felinos están frecuentemente asociadas con

los jaguares, debido a los hábitos agresivos de este predador nocturno, su gran tamaño,

su atractivo pelaje y su gran valor simbólico. La etnografía muestra cómo el significado

de la imaginería felina sobrepasa lo físico para trascender en lo mágico religioso. Sin

embargo, el uso de la imaginería felina en el material arqueológico no es siempre

comprensible.

57 Morales, pág. 273 58 Ver Capítulo 1

50 El gesto animal y el objeto humano

El jaguar (panthera onca), el felino de m ayor tamaño del continente americano, se

encuentra actualmente en el Amazonas, Chocó, Orinoco y el Caribe. Habita bosques de

altura no superior a 2.000 m.s.n.m., así como ríos, ciénagas, sabanas y playones, donde

comparte su hábitat con otros felinos (Payán y Soto, 2012). Vive en promedio 15 años, su

piel es amarilla con formas y puntos negros y su peso promedio es de 50 a 77 Kg. en las

hembras y de 70 a 100 Kg. en los machos. Los jaguares tienen una dieta carnívora,

alimentándose de cualquier animal que puedan atrapar, siendo su presa favorita los

pecaríes o dantas. Además tiene la mordida más potente de todos felinos, puede incluso

romper la caparazón de una tortuga de un mordisco y mata por perforación en el cráneo,

asfixia o mordedura en la nuca. El jaguar es hábitos solitarios y territoriales y es un

animal tímido que le huye a l os humanos. El macho vive usualmente con dos o t res

hembras en su territorio, las cuales se reproducen exclusivamente con ese macho.

El puma (puma concolor), también conocido como león, león de montaña o tigre

colorado, es el segundo felino más grande de Colombia después del jaguar y el más

distribuido en América. Habita playas, manglares, bosques y montañas andinas de hasta

4.000 m.s.n.m. Su piel es clara y homogénea y la punta de su cola es de color negro. Las

hembras tienen un peso promedio de 30 a 45 Kg. y los machos de 55 a 75 Kg. El puma

es de hábitos solitarios, activo de día y de noche y vive en un territorio con un promedio

de dos hembras. No ruge y su voz es similar al grito de una mujer. El puma “delimita su

territorio recorriendo caminos y senderos, dejando rascas en el suelo y la hojarasca, con

orina y algunas veces excremento que informan sobre jerarquía, sexo y estado

reproductivo del individuo.”59

El ocelote (leopardus pardalis), muy similar al jaguar, es también conocido como

cunaguaro o tigrillo, es un felino de gran distribución geográfica en el continente

americano y el tercer felino más grande de Colombia. Prefiere un c lima caliente o

temperado, como los bosques tropicales, o los valles de vegetación abundante, donde

caza pequeños mamíferos como monos y guatines, pavos, papagayos y gallináceas, sin

embargo es común encontrarlo en hasta los 2000 m.s.n.m. o incluso en páramos (Payán

y Soto, 2012). Comparte hábitat con jaguares, pumas y margays. Su piel es amarilla con

Se cree que habita un área de aproximadamente 33 hasta

60 Km� (Payán y Soto, 2012), son muy adaptables para la supervivencia en diferentes

hábitats.

59 Payán y Soto. Pág. 26

Capítulo (…) 51

pintas negras. Las hembras tienen un peso promedio de 6 a 9 Kg. y los machos de 8 a

15 Kg. Se caracteriza por su corta cola y las rayas en su cuello. “Los ocelotes son los

únicos tigrillos más grandes a 8 Kg.”60 Sus hábitos son terrestres, solitarios y nocturnos.

En un territorio de entre 5,4 a 90 Km� un macho vive en promedio con dos hembras. Su

voz es “muy similar a la de los gatos domésticos y consiste en maullar y resoplar en

defensa y en la actualidad es el felino más comúnmente mantenido ilegalmente en

cautiverio como mascota.”61

De apariencia similar al ocelote, pero más pequeño, el margay (leopardus weidii) se

encuentra en todo el territorio colombiano. Este pequeño felino de at ractiva piel es

conocido localmente como tigrillo habita selvas y bosques en tierras bajas y comparte su

territorio con jaguares, pumas y ocelotes. Su voz, al igual que la del ocelote, suena como

un gato doméstico. Su piel es amarilla con pintas negras y vientre blanco, su cola es muy

larga y toca el suelo haciendo una curva hacia arriba y sus ojos muy grandes. Las

hembras tienen un peso promedio de 2,3 a 3,5 Kg. y los machos de 2,3 a 4,9 Kg. (Payán

y Soto, 2012). Es de hábitos nocturnos y prefiere los árboles: “Es el único gato que está

adaptado para descender los troncos de los árboles boca abajo, ya que puede rotar sus

tobillos 180 grados aproximadamente.”

62

El jagurandí (felis yaguarundi) o gato Cervantes, gato perruno o gato montés, es el único

felino pequeño sin manchas. Su hábitat y comportamiento son comparables al ocelote.

Habita en áreas comprendidas desde el nivel del mar hasta los 3200 m.s.n.m. en

bosques y sabanas donde comparte territorio con jaguares, pumas, ocelotes y margays

(Payán y Soto, 2012). Su pelo no t iene manchas y los hay en color café, gris, rojizo y

negro. Su apariencia es la menos felina de todas las especies presentes en Colombia, su

cuerpo, cuello y cola son alargados y sus orejas y patas muy cortas, como un perro. Las

hembras tienen un peso promedio de 3,5 a 7 Kg. y los machos entre 3 y 7,6 Kg. Se

conoce muy poco de su comportamiento, solo que es de hábitos solitarios diurnos y

terrestres. Su voz es de corto alcance y de cortos tonos, como “un gorgoreo con amplitud

Se mueve en un territorio de 4.8 Km� (Payán y

Soto, 2012). Su dieta es carnívora y es más cercano a l os humanos y bajo ciertas

circunstancias puede ser domesticado.

60 Idem, Pág. 35 61 Idem, Pág. 35 62 Payán y Soto, Pág. 40

52 El gesto animal y el objeto humano

rítmica y moderada usada entre congéneres en s ituaciones amigables, de cortejo y en

crianza.”63

La oncilla (leopardos tigrinus) o tigrillo lanudo es el felino más pequeño de Colombia. No

se conoce mucho acerca de su biología, pero se cree que habita las tierras altas como

páramos y bosques de niebla. Su piel es amarilla con puntos y rayas negras y vientre

blanco. Las hembras tienen un peso promedio de 1,5 a 3,2 Kg. y los machos de 1,8 a 3,5

Kg. (Payán y Soto, 2012). La oncilla es de hábitos solitarios y se diferencia de los otros

felinos por su pelo lanudo. Su voz, al igual que los leopardos de su género es similar a la

de los gatos domésticos cuando maúllan y resoplan.

Los felinos tienen una compleja comunicación olfativa (Bradshaw, 2013) que regula su

comportamiento social, reproductivo y territorial. A pesar que la mayoría de los felinos

son solitarios, sus vidas hacen parte de un sistema social y de señalización que regula

las interacciones entre los animales. En algunas situaciones, estas señales sirven para

atraer animales, en otras para evitar su contacto o para separar individuos

espacialmente. También usan señales vocales, visuales y químicas para comunicarse los

unos con los otros; algunas señales sonoras pueden ser percibidas a gr an distancia,

mientras que otras se utilizan únicamente en situaciones de c ontacto cercano,

combinadas muy frecuentemente con señales visuales. Las señales vocales y visuales

no permanecen en el ambiente, sin embargo, las señales químicas pueden permanecer

por días e incluso semanas y su mensaje puede ser leído mucho tiempo después de

abandonar el territorio. Las señales químicas se adaptan muy bien al tipo de vida de los

felinos debido a su distribución espacial y temporal dispersa. La señal es depositada a lo

largo de rutas muy transitadas o en zonas donde los territorios coinciden o se encuentran

y está acompañada de una señal visual para incrementar la posibilidad de ser advertida y

examinada por otros felinos antes de desaparecer. Estas provienen de sus glándulas,

pies, saliva, orina y heces fecales. Los cambios en los hábitos de marcación química

están relacionados con actividad reproductiva, madurez sexual o la adquisición de una

nueva vivienda.

Comparado con los caninos, los felinos no poseen tan sofisticado y desarrollado sentido

del olfato, sin embargo este juega un papel muy importante en su forma de socialización

63 Idem. Pág 32

Capítulo (…) 53

y comunicación. Su olfato se caracteriza por la presencia del órgano veronasal en su

paladar y por medio del cual pueden “probar el aire” (Payán y Soto, 2012). Al retraer

hacia arriba el labio superior este se expone para facilitar la transferencia de moléculas

odorantes. Este gesto facial con su boca abierta se conoce como flehmen. Un felino

flema después de olisquear una marca de or ina, así el órgano veronasal detecta los

componentes químicos. Tanto machos y como hembras flehman, sin embargo, los

machos lo hacen más que las hembras, especialmente durante períodos de actividad

sexual.

El comportamiento territorial de l os felinos (Bradshaw, 2013) está asociado a l a

marcación por olores. Los tigres por ejemplo hacen más marcaciones en los límites de su

territorio que dentro de su territorio, así como cuando quieren extender su territorio o

cambiarlo y lo acompañan de marcas de sus garras en árboles. Además de ser una

marca visual, las marcas o rasguños se acompañan con orina y heces fecales.

No se sabe a ciencia cierta qué tipo de información es transmitida a t ravés de estas

marcas odoríferas pero muy probablemente incluye identidad individual, género, estatus,

estado reproductivo, tiempo de la marca y las dimensiones de una vivienda o un

territorio. La marcación de su territorio no implica la prohibición de paso para un intruso.

Sin embargo, los intrusos se sienten intimidados y en desventaja atravesando un

territorio dominado, siendo por ello más cuidadosos y preparados para la huída.

El sistema de comunicación de los felinos está relacionado con la reacción de los

animales ante la percepción de es tas señales. Se trata de un mensaje que pone en

movimiento una serie de emociones: tranquilidad, ansiedad, miedo. Resulta interesante

anotar en este punto la función comunicativa de las narigueras semilunares y su relación

con el comportamiento territorial felino delimitado por rugidos, marcas en el suelo, orina y

frotaciones de su cuello en troncos de árboles: “Además de su cercana relación simbólica

con el control y el poder, se le atribuye también la responsabilidad de la fertilidad y el

bienestar del entorno natural a t ravés de la metaforización del trueno como rugido

felino.”64

64 Payán y Soto, pag. 23

54 El gesto animal y el objeto humano

McEwan und Haberli (2000) hacen énfasis en los estudios antropológicos de los estilos

de las sociedades de los Andes sobre la coincidencia de elementos iconográficos en las

tradiciones regionales de grupos de la sierra y de la costa y a partir de estos proponen

que el ajuar funerario y las momias de las tumbas están relacionados con una asociación

ancestral. Así mismo relacionan las figuras antropomorfas con la personificación de seres

sobrenaturales, de naturaleza similar a Tunupa, dios del trueno y encargada de controlar

el clima y la llegada de las lluvias, necesarias para la vida.65 Según Reichel-Dolmatoff

(1978) “el trueno es un tema central en muchos mitos Paéz y está estrechamente

relacionado con el espíritu jaguar, el concepto de fecundidad y el chamanismo.”66 Añade

también que en un cuento de los Desana del Vaupés se dice que “cuando viaja un

jaguar y truena no hay peligro.”67 La asociación del jaguar a los diferentes fenómenos y

lugares naturales muestra la diversidad de roles que este tenía para un grupo social:

“Aparte de esta categoría de asociación entre un concepto felino y el representante

mágico-religioso de la sociedad, el jaguar se halla a menudo asociado con cierto número

de fenómenos naturales como el trueno, el sol, la luna, las cavernas, las montañas, el

fuego y también ciertos animales. A veces el jaguar desempeña el papel de dueño de los

animales, protector de la caza y asociado por ende a los rituales de cacería.”68

El rugido de los jaguares “es descrito por los campesinos como un ronquido repetitivo y

ha sido imitado por cazadores en el pasado para atraerlo.”

69 La fascinación por el jaguar

y sus atributos aparece también en el análisis de las crónicas de Anserma de Trimborn

(1948)70

65 McEwan und Haberli , pag. 21

que hace Reichel Dolmatoff (1978): “Los indios de Caramanta, que en el siglo

XVI vivían en el norte de los Anserma, y parte de ellos en las tierras bajas del Pacífico,

tenían en sus templos ciertas tablas donde tallaban la figura del diablo, muy fiero, y en

forma humana, con otros ídolos y figuras de gatos que adoraban. Cuando necesitaban

agua o sol para sus cultivos, buscaban la ayuda de estos ídolos. Las citas que nos

anteceden nos conducen a la relación entre el demonio jaguar y el trueno y la lluvia. En el

siglo XVI el templo de la gran deidad del trueno Dabeiba, en el noroeste de Colombia,

66 Pág. 59 67 Pág. 126 68 Idem. Pág. 52 69 Payán y Soto, Páag. 22 70 Trimborn, 1948: Vergessene Königreiche: Studien zur Volkerkunde und Alterstumskunde Nordwest Kolumbiens

Capítulo (…) 55

tenía un jaguar por guardián y un trueno fuerte se tomaba como señal de que la deidad

estaba enojada.”71

Figura 2-14: MO33312 Nariguera semilunar Malagana (clasificada como zoomorfa en la base de datos del Museo del Oro MuseumPlus)

Levy Strauss (1954) define el objeto primitivo como generador de emoción72

Sin embargo, es probable que los amerindios se hayan sentido también atraídos por otro

tipo de felinos, presentes históricamente en el actual territorio colombiano antes de la

llegada de los homínidos. El jaguar (panthera onca), no fue el único animal que tuvo un

impacto en la vida espiritual de las comunidades indígenas. Un repaso por las diferentes

sociedades prehispánicas nos muestra que en algunos casos y a pesar de su tamaño y

destreza en la cacería, el jaguar ha sido confundido con otros felinos o cánidos, que

también han sido representados en diferentes sociedades (Legast, 1995). Algunos

grupos representan al felino de forma realista, mientras que ot ros toman sus atributos,

. Al observar

los elementos performativos puestos en escena por el uso de las narigueras se

encuentra que las láminas de metal martillado y repujado que cubrían el rostro hacían

que la voz de su portador tomara otro timbre y quizás retumbara como el rugido de un

jaguar (Figura 2-7). O representan el gesto de flehmen con las fauces abiertas y los

colmillos expuestos para mostrar una señal de apropiación de su territorio. ¿Se trataba

entonces de un ajuar de señores decorados para defender su territorio como lo hace el

jaguar y comunicar mensajes que debían ser entendidos por quienes habitaban o

cruzaban su territorio?

71 Reichel Dolmatoff. Pág. 58 72 Levy Strauss. Pág. 50

56 El gesto animal y el objeto humano

partes de su cuerpo o su cara. La relación entre la representación y los objetos en los

que aparece podría ser de gran uso para obtener un entendimiento más profundo del

significado de l a imaginería felina y su rol de c omunicar ideas importantes en las

sociedades prehispánicas.

En sociedades con evidencia de desarrollo en au mento de población y expansión

agrícola y ganadera, la presencia de jaguares disminuye (Payán y Soto, 2012), razón por

la cual sea tal vez necesario reafirmar el carácter sagrado de dicho animal con el

aumento en la producción de piezas que lo relacionen en busca de ayuda y protección,

así como identificación con un grupo social en las sociedades actuales como una forma

de mostrar su pertenencia a un linaje específico.

Levy Brühl (1974) describe la dependencia intrínseca de los humanos con animales y

plantas en la naturaleza, definiéndola como una relación de comunión y filiación, que se

refleja en la semejanza de comportamientos entre animales y humanos: “Los animales

actúan como los hombres, van a t rabajar, cuidan a la familia, construyen casas, tienen

propiedades. Los seres humanos son representados por animales que se les asemejan

de algún modo”73. Visto de este modo, los felinos, ubicados en la cima de la cadena

alimentaria, son animales fuertes y peligrosos dotados, en muchas sociedades, de

características antropomorfas: “A los ojos del malayo, los tigres son seres humanos que

para alcanzar sus fines toman la forma del tigre y tienen sus propios recintos. Tienen

incluso un jefe que, a diferencia de los demás, no adopta jamás lo que puede llamarse

vestido de tigre, sino que se muestra única y exclusivamente en su forma de hombre.”74

Para los naga de África: “Al tigre se le teme y se le contempla como un ser distinto a los

otros animales salvajes y estrechamente emparentado con los humanos.”

75

73 Levy Brühl Pág. 25

Así mismo,

en la costa occidental del mismo continente: “El hombre-leopardo cuando se envuelve

con una piel de l eopardo, no está disfrazado de este animal, como suele decirse. Es

verdaderamente un leopardo, sin dejar de ser hombre. Desde este momento tiene los

instintos, la ferocidad y la fuerza sobrehumana del animal, que perderá así que se le

arranque su envoltura. Es pues, a la vez uno y doble, como el hombre-leopardo de los

nagas, como el hombre-tigre de la península malaya. Y por consecuencia, el hombre no

74 Idem, pág. 27 75 Idem, pág.136

Capítulo (…) 57

podrá sustraerse de la responsabilidad de lo que hará el animal”76. Se trata de una

simbiosis entre el animal y el humano, una mezcla que: “expresa en modo más directo la

participación de un ser en dos naturalezas o más bien en dos formas, es decir le

pertenecen a ambas al mismo tiempo. Coexistencia, fuerza mística de una comunidad de

donde se deriva su propia realidad”77

La información recopilada desde la antropología del cuerpo, el perspectivismo amerindio

y las etnografías de los emberá, cuna y andoke ofrece un acercamiento a la funcionalidad

y portabilidad de las narigueras del Valle del Cauca. Desde este acercamiento conceptual

y cultural, las piezas pueden entenderse como objetos del gesto, más que como un

adorno personal. La funcionalidad y la portabilidad de las narigueras están ligadas por el

gesto a contenidos y prácticas corporales que seguían vigentes entre los cuna y los

emberá del siglo XX.

. Se habla entonces desde el perspectivismo

amerindio de V iveiros de Castro que no existe una di stinción entre lo humano y lo no

humano, ya que los animales se perciben como gente. La metamorfosis les permite

sobrepasar fronteras de comportamiento y adquirir ciertos poderes sobrenaturales: El

hombre jaguar ve al otro como su presa.

El gesto y el performance definen los componentes de las narigueras del Valle del

Cauca, ya que permiten entender estos objetos generadores de emociones como un

registro de la observación y el conocimiento en Yotoco, Malagana y Sonso.

76 Levy Brühl, pág.141 77 Idem, pág. 41

58 El gesto animal y el objeto humano

3. Capítulo 3: Análisis Multivariable

Análisis Multivariable

El objetivo del análisis multivariable de componente principales (Drennan, 2009) es

explorar la totalidad de las variables que componen la muestra de 950 narigueras de la

base de datos MuseumPlus de la colección permanente del Museo del Oro del Banco de

la República en busca de patrones de relaciones que permitan obtener información

adicional de las piezas, su variación o continuidad, decisiones tecnológicas, anatómicas o

funcionales a t ravés del tiempo. Para ello, se determinaron variables numéricas y

categóricas de la base de datos, con las cuales se realizó un análisis de f actores

principales con el software Mystat:

Numéricas: Longitud, Altura, Peso

Categóricas:

Capítulo (…) 59

- Período Temprano o Tardío

La muestra de la colección del Museo del Oro consiste en 3 79 narigueras Yotoco, 11

narigueras Malagana, 412 narigueras Sonso y 148 narigueras de procedencia

desconocida. Para el análisis multivariable, la muestra se dividió en dos grupos, que se

denominaron período Temprano y período Tardío. Esta decisión obedeció a dos razones:

Por un lado, el tamaño de la muestra de nar igueras asociadas al estilo Malagana es

bastante pequeña, si se le compara con el número de piezas en Yotoco y Sonso. Por otro

lado la cronología de las piezas Yotoco y Malagana se tomaron como pertenecientes a

un mismo período: Temprano; mientras que las piezas asociadas a Sonso se clasificaron

como período Tardío. Existen evidencias de que los grupos sociales que ocupaban el

territorio cultural conocido como la tradición del suroccidente colombiano habrían

establecido un contacto permanente y una red de comercio de bienes y productos:

Objetos Yotoco han sido encontrados en sitios Malagana (Bray, Cardale, Herrera, Legast,

Patiño, Rodriguez, 2005), así como razones para pensar que compartían una misma

ideología antes de su desaparición y el surgimiento de Sonso (Rodríguez, 2007).

Esta variable se consideró de presencia o ausencia.

- Técnica de elaboración: Martillado/repujado o cera perdida

La presencia o a usencia de e stas dos tecnologías y la organización política, social y

económica necesaria para garantizar la elaboración de las piezas es un aspecto de gran

interés para las investigaciones en el departamento del Valle del Cauca, en el sur-

occidente colombiano y en la macro-región andina. La presencia de estas dos técnicas

metalúrgicas demuestra la importancia de los objetos orfebres para estos grupos y el

contacto continuo con otras regiones para el acopio de materia prima y de maestros

orfebres al servicio de las necesidades de señores principales.

60 El gesto animal y el objeto humano

Gráfico 3-1 Distribución por período según técnicas de elaboración YOTOCO/MALAGANA SONSO

El Gráfico 3-1 muestra la distribución por período de las técnicas orfebres utilizadas en la

elaboración de las piezas. Para Yotoco y Malagana el 24% de la muestra corresponde a

piezas martilladas y repujadas, y un 76% a pi ezas elaboradas en cera perdida. Para

Sonso, las piezas fundidas en cera perdida corresponde a un 99% de la muestra, frente a

un 1% de piezas martilladas y repujadas. Las piezas no c lasificadas fueron elaboradas

en su totalidad en cera perdida.

Los talleres requerían de una organización económica enfocada a la adquisición de

materia prima de diferente calidad que permitiera tanto la elaboración de grandes y

delgadas láminas martilladas y repujadas en oro de alta ley, así como para su aleación

con cobre y la fundición a cera perdida; la división del trabajo para el acopio de suficiente

carbón que alimentara la llama y la mantuviera a una temperatura estable durante el

tiempo de producción; el desarrollo y fabricación de las herramientas necesarias para

controlar las propiedades físicas del metal, así como para elaborar las piezas, decorarlas

y ensamblarlas de acuerdo a ciertos contenidos iconográficos y elementos innovadores;

son aspectos directamente relacionados a la organización social, política y económica de

cada grupo social. Dentro del subgrupo de narigueras martilladas se observan a simple

vista diferencias significativas de acuerdo a c alidad, destreza, dimensiones, peso,

cantidad de componentes, carácter innovador, número de pasos para completarla,

riqueza o ausencia de detalles, presencia o ausencia de piedras preciosas o

Capítulo (…) 61

semipreciosas, contenido iconográfico y conocimiento práctico de los metales. Estas

diferencias sugieren la personalización de cada pieza.

Dado que tanto en Yotoco, como en Malagana y Sonso prima la producción de objetos

elaborados por fundición en cera perdida, las consideraciones para la organización de los

talleres y el rol de los artesanos debían ser acordes a su economía.

- Tipologías

A pesar del alto nivel de desarrollo tecnológico orfebre en la región, el repertorio de

formas y motivos de las narigueras relacionadas con los estilos Yotoco, Malagana y

Sonso no es muy amplio. Las tipologías se dividen en dos grandes grupos, de acuerdo a

la técnica en la que fueron elaboradas: Martillado/repujado y fundición a la cera perdida.

Las denominaciones de las tipologías siguen la clasificación del Museo del Oro para una

muestra de 950 narigueras asociadas a estos estilos. Gráfico 3-2 Diagrama de conteo de tipologias por período A = Anular; G= Anular gruesa; P= Placa; S=Semilunar; T=Torzal

YOTOCO – MALAGANA SONSO

El gráfico 3-2 presenta la distribución de las tipologías de narigueras por período en la

muestra del Museo del Oro. Las narigueras anulares gruesas y delgadas son las más

numerosas en los dos períodos. Sin embargo se observa que en Yotoco – Malagana se

presenta un mayor número de a nulares gruesas que d e anulares delgadas;

comportamiento que se invierte en S onso. Las tipologías se mantienen en los dos

períodos, aunque las semilunares tienen una presencia más significativa en Yotoco –

Malagana, y las torzales en Sonso.

62 El gesto animal y el objeto humano

Narigueras martilladas y repujadas

- Semilunar zoomorfa (Figura 3-1): La m uestra presenta 6 narigueras de este tipo.

Cinco (5) de ellas asociadas a Yotoco y una (1) asociada a Malagana. Esta tipología ha

sido clasificada como zoomorfa (Legast, Bray) dada su asociación con un felino visto de

frente. Se trata de piezas que cubren la parte inferior del rostro de su portador,

incluyendo su cuello. Todas ellas traen un rostro repujado en el centro de la nariguera,

lugar que coincide con la boca del portador. Dos de estas narigueras son las de mayor

peso y tamaño en la colección. Una de ellas en Yotoco y otra en Malagana.

Figura 3-1: MO04533 Nariguera zoomorfa Malagana (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

- Semilunar de placas colgantes (Figura 3-2): la muestra presenta 73 narigueras de

este tipo, asociadas en su totalidad a Yotoco. Estas narigueras se caracterizan por sus

placas rectangulares colgantes, distribuidas a lo largo de la pieza principal. Son piezas

muy decoradas, algunas de ellas llevan el rostro “Yotoco” en el centro de la pieza

principal. Se trata de pi ezas muy simétricas, brillantes y únicas, gracias a l a riqueza

decorativa de sus repujados.

Figura 3-2: MO05206 Nariguera semilunar con placas colgantes Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

Capítulo (…) 63

- Semilunar de una placa colgante (Figura 3-3): La muestra presenta 14 narigueras de

este tipo asociadas a Yotoco. Son narigueras más pequeñas que las anteriores, pero

igualmente decoradas y de una sola placa colgante. Se caracterizan por sus picos

dentados y cortes en punta, que asemejan el hocico de un felino. Como todas las

narigueras semilunares, son piezas simétricas, decoradas y únicas.

Figura 3-3: MO03542 Nariguera semilunar de una placa colgante Yotoco, (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

Narigueras fundidas en cera perdida - Anulares: Las narigueras anulares se subdividen a su vez en d os tipos: Anulares

gruesas (Figura 3-6) y delgadas (Figura 3-7). La muestra contiene 335 narigueras

gruesas y 282 narigueras delgadas en diferentes variaciones: Anulares gruesas

decoradas (Figura 3-4), gruesas y delgadas con remates circulares (Figura 3-5),

delgadas decoradas y cuenta (Figura 3-8).

Figura 3-4: MO02103 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 3-5: MO08938 Nariguera anular con remates circulares (Procedencia Desconocida) (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 3-6: MO05544 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

64 El gesto animal y el objeto humano

Figura 3-7: MO03917 Nariguera anular delgada Sonso; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 3-8: MO05764 Nariguera anular delgada con cuenta Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

- Torzales: Las narigueras torzales, como la de la figura 3-9, se caracterizan por su

superficie muy pulida y brillante. La muestra contiene 125 piezas, en su mayoría de una

sola vuelta, sin embargo las hay de dos y tres vueltas.

Figura 3-9: MO19077 Nariguera torzal Sonso (Datada 650 a.C. – 1600 d.C.) (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

- De placa redonda y remate en punta: La muestra contiene 125 narigueras de placa

redonda y remate en punta. Algunas de ellas presentan una línea repujada de contorno;

la mayoría es lisa y sin decoración, como se observa en la figura 2-16.

Figura 3-10: MO19616 Nariguera Sonso de placa redonda y remate en punta; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

Capítulo (…) 65

Tipo de remate: Las narigueras se presentan en cinco (5) diferentes tipos de remates:

Recto, redondeado, plano, en punta y circular. La f igura 3-11 ilustra cada uno de ellos.

Cada tipo de remate está asociado a un tipo específico de nariguera: El remate

redondeado se presenta en las narigueras anulares gruesas y delgadas elaboradas por

fundición en cera perdida. El remate plano se observa en narigueras anulares gruesas y

delgadas, así como en las torzales. El remate en punta se encuentra en narigueras de

placa redonda fundidas en cera perdida. El remate recto se observa en las narigueras

semilunares martilladas y repujadas. El remate circular se observa en narigueras

anulares gruesas, delgadas y torzales.

Figura 3-11: Tipos de remate

66 El gesto animal y el objeto humano

Gráfico 3-3 Diagrama porcentual de tipos de remate por período

YOTOCO – MALAGANA SONSO

El gráfico 3-3 muestra el comportamiento porcentual de los diferentes tipos de remate en

los dos períodos. Se observa el aumento del uso del remate circular y en punta en las

narigueras del período Sonso. La disminución en el uso del remate recto está ligada a

una menor producción de narigueras semilunares. El uso del remate plano se mantiene. - Decoración:

La variable decoración fue tomada de acuerdo a su presencia o ausencia en las piezas

de la muestra. Se encuentran piezas decoradas y con mucho detalle en Yotoco y

Malagana: Grandes narigueras martilladas y repujadas, así como anulares gruesas y

delgadas elaboradas en cera perdida y por granulación. Se trata de piezas únicas e

innovadoras, de alto valor estético, que s e rigen bajo claros principios formales,

funcionales e iconográficos. Gráfico 3-4 Diagrama de distribución porcentual de narigueras decoradas según período YOTOCO - MALAGANA SONSO

Capítulo (…) 67

El estilo Yotoco se caracteriza por los motivos curvilíneos, espirales y placas colgantes;

mientras que el estilo Malagana se define por la geometría y la decoración en bajo relieve

y cierta preferencia por las formas simétricas. La diferenciación en las formas y motivos

decorativos se observa claramente en Malagana, mientras que en Yotoco las piezas son

más simples y figurativas. El gráfico 3-4 muestra el porcentaje de piezas decoradas en

Yotoco y Malagana (27% aprox.) y Sonso (7%).

Figura 3-12: MO05207 Nariguera Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 3-13: MO05486 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

- ¿Cubre la pieza la boca del portador? Gráfico 3-5 Diagrama de porcentaje de narigueras que cubren la boca

YOTOCO/MALAGANA SONSO

Las narigueras semilunares martilladas y repujadas de Yotoco y Malagana se

caracterizan por cubrir la boca, la quijada y a veces el cuello de su portador. Son

narigueras de gran tamaño y prolíficamente decoradas. En Sonso, también se presentan

narigueras que cubren la boca del portador, estas son de placa redonda y remate en

punta con un circulo que de ja ver la boca y están elaboradas por fundición en c era

68 El gesto animal y el objeto humano

perdida. La pr oporción de narigueras que cubren la boca del portador disminuye de

Yotoco y Malagana a Sonso.

Análisis Multivariable de la muestra El análisis multivariable (Drennan, 2009) es una ex ploración de t odas las variables

presentes en la colección del Museo del Oro, con el objetivo de definir los componentes

principales y sus interrelaciones. El anexo A presenta los resultados del mapeo a partir

de la base de datos, construida a partir del registro MuseumPlus con las variables

correspondientes a período, técnica, decoración, tipo de nariguera, longitud, altura y peso

de las 950 narigueras de la muestra. Las variables categóricas se definieron de acuerdo

a presencia o ausencia, de la siguiente manera:

Período:

0 = Yotoco y Malagana

1 = Sonso

Técnica:

0 = Martillado y Repujado

1 = Fundición a cera perdida

Decoración:

0 = Ausencia de elementos decorativos

1 = Presencia de elementos decorativos

Tipo de nariguera:

Se definieron las siguientes cinco (5) tipologías:

Semilunares: 0 = Ausencia; 1 = Presencia

Torzales: 0 = Ausencia; 1 = Presencia

Anular gruesa: 0 = Ausencia; 1 = Presencia

Anular delgada: 0 = Ausencia; 1 = Presencia

Placa con remate en punta: 0 = Ausencia; 1 = Presencia

Resultados:

El resultado del análisis de componentes principales para 17 variables y 950 casos

muestra en el Scree Plot de la figura 3-10 que un factor explica buena parte del

comportamiento de las variables: El porcentaje de variación explicado por el primer factor

Capítulo (…) 69

es de 42,78%, el segundo factor explica la muestra con una variación del 16% y el tercer

factor un 12% (Tabla 3-2).

La tabla de los componentes principales (3-1) muestra que los valores de las variables

para narigueras semilunares = 0,910; longitud = 0,904 y altura = 0,905, están

fuertemente relacionados de forma negativa con respecto a la técnica de elaboración = -

0,910. Las variables decoración = 0,749 y el hecho de que las piezas cubran la boca =

0,865 presentan igualmente valores altos y conforman entre ellos el conjunto de variables

correlacionadas para el Factor 1.

Resulta interesante en este conjunto de componentes que la variable peso no presenta

un valor alto (0,445). Esta a es ta correlación, el Factor 1 podría interpretarse como la

necesidad de presentar un despliegue de grandes piezas decoradas para la puesta de

escena de actos performativos, narigueras semilunares, donde el peso o la cantidad de

oro necesaria para su elaboración no se consideraba como un elemento prioritario. Gráfico 3-6 Scree Plot análisis de componentes principales

Tabla 3-1 Valores de correlación de las variables Component Loadings 1 2 3 4 PERIODO -0,365 0,698 0,063 -0,213 TECNICA -0,910 0,130 0,187 0,186 CUBRE_BOCA 0,865 0,254 0,132 0,156 LONGITUD 0,904 0,239 0,108 0,068 ALTURA 0,905 0,212 0,026 0,086 PESO 0,445 -0,069 0,441 -0,164 DECORACION 0,749 -0,327 -0,212 -0,115 SEMILUNAR 0,910 -0,130 -0,187 -0,186 TORZAL -0,233 0,325 0,172 -0,858

70 El gesto animal y el objeto humano

Component Loadings 1 2 3 4 PLACA_REDONDA 0,090 0,592 0,462 0,542 ANULAR_GRUESA -0,272 -0,792 0,443 0,149 ANULAR_DELGADA -0,252 0,212 -0,830 0,250

Tabla 3-2 Porcentajes de la muestra explicados por los componentes principales Percent of Total Variance Explained 1 2 3 4 42,788 16,064 12,259 10,875 El tamaño, la superficie visible del material y el contenido decorativo de las narigueras

están correlacionadas en Yotoco y Malagana; y correlacionadas de forma negativa en

Sonso.

El Factor 2 estaría explicado como el cambio estilístico o la aparición de la presencia de

ciertos estilos con el cambio de período. Si se observa la tabla 3-1, el valor más alto de

este conjunto de variables lo tiene el período (0,698).

El Factor 3 podría interpretarse a partir del alto valor de la variable peso (0,441) como el

factor peso.

La figura 3-7, fue elaborada por medio del software R y relaciona el Factor 1 y el Factor

2, muestra relaciones muy homogéneas entre las diferentes tipologías de narigueras. La

longitud, altura, peso, decoración, técnica y superficie de l as narigueras están

relacionadas con el período y la tipología, y se expresan en tendencias lineales en las

gráficas. Sin embargo hay ciertos tipos de narigueras que se asocian más con unos

factores que con otros, lo que puede interpretarse como la diferenciación entre las

tipologías por el cambio de período.

Las narigueras semilunares de Yotoco y Malagana, identificadas con el color rojo en la

gráfica se ubican en una posición diferente al comportamiento de otras tipologías,

desapareciendo en Sonso. Las narigueras de placa redonda y remate en punta, en color

verde, presentan un comportamiento ascendente similar en Yotoco – Malagana y Sonso,

lo que sugiere una continuidad estilística para esta tipología.

Las narigueras anulares delgadas, identificadas en la gráfica en azul están presentes en

los dos períodos. Sin embargo, durante Yotoco – Malagana muestran dos

comportamientos aislados, lo que puede interpretarse como las subdivisiones de

Capítulo (…) 71

tipologías dentro de esta categoría: anulares delgadas, sin decoración, decoradas y con

cuenta.

Las narigueras anulares gruesas, en color magenta en la gráfica, y las torzales, en

amarillo, presentan otro tipo de relación con respecto al tamaño y cantidad de oro

utilizado. L a gráfica muestra que la tendencia ascendente que se observó en las

narigueras semilunares y de placa redonda, no es compartida para las anulares gruesas

y las torzales. Este comportamiento resulta muy definido en Sonso, donde la nube

amarilla de las narigueras torzales está sugiriendo que el peso de estas narigueras es

independiente del tamaño de la pieza. Los reducidos casos de narigueras torzales en

Yotoco – Malagana aumentan considerablemente para Sonso y definen el cambio

estilístico de a cuerdo a la cantidad de metal utilizada, sin importar los detalles

decorativos o estéticos. Las narigueras anulares gruesas, en magenta, se comportan de

la misma forma.

Conclusiones:

La necesidad de exhibir un despliegue de formas decorativas, contenidos estilísticos y

gestos performativos interpretadas como Factor 1, están definidas en Yotoco y Malagana

por el tamaño, la superficie visible de m aterial y del rostro, así como el contenido

decorativo de la pieza. Este conjunto de variables se traduce en narigueras semilunares,

probablemente individualizadas, que j unto a ot ros objetos de a dorno personal eran

puestas en escena para la reafirmación de la figura de ciertos individuos.

La correlación entre los factores está ligada a la técnica y tipología, lo que se manifiesta

en la continuidad de los tipos de narigueras a pesar del cambio de período. El peso

parece estar ligado con el cambio de periodo, lo cual podría entenderse como la llegada

de una nueva forma de organización económica, social y política en Sonso, donde los

aspectos performativos y estéticos no eran una prioridad para la clase dirigente. El uso

del oro parece más generalizado en Sonso y no par ece estar conectado a l a

legitimización de un único individuo. La ausencia de piezas vistosas y muy decoradas

estaría sugiriendo la aparición de una élite organizada a partir de los medios económicos

de producción.

72 El gesto animal y el objeto humano

Gráfico 3-7 Diagrama de dispersión de factores según período y tipo de nariguera A= Anular delgada; G= Anular gruesa; P= Placa redonda y remate en punta; S- Semilunar; T= Torzal

4. Conclusiones y recomendaciones

4.1 Conclusiones Esta investigación planteó el estudio de las narigueras de la colección del Museo del Oro

del Banco de la República asociadas al actual departamento del Valle del Cauca desde

su portabilidad, funcionalidad y materialidad como base para el reconocimiento de

prácticas culturales. El estudio se proyectó desde una perspectiva multidisciplinaria e

integradora de conocimientos con el oficio del trabajo con los metales y responder a la

pregunta de investigación: ¿Cuál es la relación entre el gesto y el objeto en las

narigueras Yotoco, Malagana y Sonso?.

El aporte de e sta investigación consistió en articular las conclusiones del análisis de

componentes principales de l a muestra del Museo del Oro con los enfoques de la

antropología del cuerpo y el perspectivismo amerindio, en la busca de información

acerca de l a forma en q ué estas sociedades usaban su cuerpo en l a construcción y

activación de espacios de poder o conocimiento por medio del análisis de los diversos

aspectos anatómicos y extra anatómicos, así como los gestos y performances asociados

a la portabilidad de narigueras.

A lo largo de las diferentes fases de asentamiento en el actual departamento del Valle del

Cauca, los objetos orfebres han sido relacionados con ajuares funerarios y poco se sabe

de su elaboración, funcionalidad y portabilidad. Las investigaciones en la región acerca

del desarrollo tecnológico del trabajo de los metales han demostrado que los estilos

Yotoco y Malagana se caracterizaron por un gran desarrollo artístico, manifestado en el

incremento del trabajo metalúrgico, así como del volumen de oro que se trabajaba con

respecto al estilo Ilama. Los estudios muestran también que el contacto y el comercio

recíproco de cerámica y objetos de oro entre la cordillera Occidental (estilo Yotoco) y el

valle geográfico del río Cauca (estilo Malagana) fue continuo, y que cada estilo presenta

elementos comunes con la tradición Ilama (Bray 2005). Ya que el complejo arqueológico

74 El gesto animal y el objeto humano

Malagana ha sido enmarcado a grandes rasgos entre el IV a.C. y II d.C., contemporáneo

al Ilama tardío y Yotoco temprano en la cordillera Occidental, existen evidencias de que

estos y otros grupos sociales que ocupaban el territorio cultural conocido como la

tradición del sur-occidente colombiano habrían establecido un contacto permanente y

una red de comercio de bienes y productos; así como razones para pensar que

compartían una misma ideología antes de su desaparición y del surgimiento de Sonso

(Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño, Rodriguez, 2005). Evidencia de ello se encuentra

en la distribución geográfica de las diferentes tipologías de narigueras, más allá de los

límites entre la cordillera Occidental y el valle geográfico del río Cauca (Archila, 1996)78

A partir de la información recogida por medio del análisis de componentes principales

(ACP) y la aplicación de los referentes de gesto y performance desde la antropología del

cuerpo y el perspectivismo amerindio, se presentan las siguientes conclusiones:

.

Después del siglo V d.C., el sur-occidente colombiano podría asemejarse a una colcha

de retazos de pequeños y grandes cacicazgos autónomos y dispares pero en interacción

constante de rasgos comunes compartidos (Bray, 2005).

1. La funcionalidad de las grandes narigueras elaboradas por laminado y repujado

pudieron estar relacionadas con la construcción y estandarización de un pe rsonaje

masculino con roles performativos. La intencionalidad de esta funcionalidad define las

narigueras como objetos del gesto, agentes y reproductores de taxonomías inscritas en

la memoria cultural de los grupos humanos de la región. Estos objetos humanos

expresan el gesto animal de diferentes maneras:

Una forma de inscripción correspondería a r asgos y comportamientos propios de l os

felinos asociados a la demarcación de un territorio: El rugido del felino ha sido estudiado

por Reichel Dolmatoff (1978) en asociación con el trueno entre los Paéz y los Desana en

Colombia y por McEwan y Haberli (2000) y la deidad del trueno Tunupa de las

sociedades andinas del antiguo Perú. Siendo las grandes narigueras piezas que cubrían

la boca y parte del cuello de su portador, se plantea su uso como medio para modificar el

timbre, la intensidad y la resonancia de la voz de quien la lleva puesta como parte del

repertorio multisensorial y experiencial del gesto animal.

78 Archila (1996): Los tesoros de los señores de Malagana, Banco de l a República. Museo del Oro, Bogotá, pág. 9

Conclusiones 75

Otra forma de inscripción del gesto estaría relacionada con la acción felina de “flehmar”,

el gesto de retraer hacia arriba el labio superior con la boca abierta para “probar el aire”.

Las figuras 4-1 y 4-2 muestran la transformación del rostro por medio de un gesto muy

marcado y de mucha fuerza en la mirada del portador. Su boca, quijada y parte de su

cuello están ocultos al espectador.

Figura 4-1: Rostro con nariguera semilunar Yotoco

Figura 4-2: Rostro con nariguera semilunar Malagana

Desde el perspectivismo amerindio, se piensa la particularización del adorno como la

máxima animalización del gesto humano. Bajo este enfoque, la funcionalidad de las

narigueras laminadas y repujadas del Valle del Cauca también se considera objetos

humanos del gesto animal. La visibilización del gesto permite construir un individuo

definido por medio de una exterioridad, un envoltorio construido y clasificado. La

animalización y especialización del gesto en la construcción de un individuo están

relacionadas con el performance, acción que legitima a un personaje por medio del uso

de objetos con atributos especiales más allá de s u naturaleza o de su anatomía

cotidiana. La reconstrucción del atuendo de los señores Yotoco y Malagana (Figura 2-1)

muestra las grandes diademas que aumentaban su altura, las grandes orejeras que

aumentaban su capacidad auditiva, las grandes narigueras con rasgos felinos que

aumentaban su capacidad para delimitar o extender un territorio y defenderlo de los

intrusos por medio de su rugido o como anunciar la llegada de las lluvias y el trueno.

76 El gesto animal y el objeto humano

2. El análisis de componentes principales (ACP) indica la importancia del peso de las

narigueras para el cambio estilístico. Las correspondencia entre las variables de longitud,

altura, superficie visible, tipo de t écnica y elementos decorativos e i conográficos

desaparece debido a un cambio drástico en la organización económica, política y social

para el periodo Tardío, asociado al estilo Sonso. Las tipologías que priman en Sonso no

presentan un c ontenido performativo o multisensorial. Se trata por tanto de piezas sin

decoración, lisas y pulidas, que dejan ver la boca, quijada y cuello de su portador. Estas

tipologías corresponden a las narigueras de placa redonda y remate en punta, anulares y

torzales, de las figuras 4-3, 4-4 y 4-5 respectivamente.

Posiblemente estas piezas pudieron estar relacionadas con patrones de parentesco y

territorialidad; definición o diferenciación de linajes y pertenencia a cierto grupo social; así

como a prácticas exogámicas o endogámicas. Con la desaparición de los estilos Yotoco

y Malagana y la posterior aparición del estilo Sonso, el trabajo orfebre se concentró en la

producción de piezas fundidas en cera perdida sin detalles estéticos.

Figura 4-3: Rostro con nariguera de placa redonda y remate en punta

Figura 4-4: Rostro con nariguera anular gruesa con remate circular

Figura 4-5: Rostro con nariguera torzal de una vuelta

El análisis de c omponentes principales muestra que e n este período predominan las

narigueras pequeñas; sin embargo, el peso de estas piezas pequeñas es igual o mayor al

de las grandes piezas semilunares martilladas y repujadas de Yotoco y Malagana. La

presencia de narigueras anulares y torzales Sonso, con tamaños promedio de 2cm de

altura y 2cm de longitud y pesos entre 15 y hasta 100gr sugiere que en esta sociedad la

suntuosidad no se daba por el valor estético o el contenido iconográfico de la pieza, sino

por la organización económica para adquirir y hacer acopio de suficiente materia prima

Conclusiones 77

para la elaboración de u na pieza única. El resultado del análisis de c omponentes

principales se conecta con las crónicas de Jorge Robledo y Cieza de León en la región.

Según Robledo: “Traen los señores la cara muy pintada de diversas pinturas i colores i

collares de oro al cuello i en las narices un caricorie de oro que pesa 15 o 20 castellanos,

que es a manera de barra de oro retorcida i les cae sobre la boca; i tienen por cima de

las narices unos agujerillos, de cada parte el suyo, donde ponen unas perrillas de oro que

pesarán de 4 a 5 castellanos, las cuales tienen unas asillas con que se tienen en los

agujeros de las narices” 79: Un castellano, antigua medida española de peso equivalía a

4,60gr 80; los cronistas establecen un peso de 69gr hasta 92gr por nariguera. Cieza de

León, por su parte, comenta que “traen ellos y ellas abiertas las narices y puestos en

ellas unos que llaman caricuris, que s on a manera de clavos retorcidos de oro, tan

gruesos como un dedo, y otros más y algunos menos.”81

Los hallazgos Sonso han sido definidos como pertenecientes a un grupo social

compuesto por una variedad de culturas con cierto grado de parentesco, caracterizado

por la elaboración de objetos cerámicos de bordes gruesos e irregulares, así como por el

aumento en el uso de tumbaga y la fundición en cera perdida (Rodríguez, 2007). El

cambio en la tradición tecnológica del trabajo orfebre puede entenderse como un cambio

en la organización social, política y económica, sin haber tenido lugar una ruptura total

con las tradiciones de las sociedades precedentes de la región: El despliegue mágico y

visual de Yotoco y Malagana da paso a un a sociedad organizada alrededor de l a

economía, en la cual el rol del orfebre estaba limitado a la producción de objetos pre-

definidos y sin espacio para la creatividad. La organización económica, política y social

no parece haber sido constituida a partir de una clase de artesanos élite dedicados a la

creación de pi ezas cerámicas y orfebres en c onstante relación con los aspectos

religiosos y contenidos iconográficos, como se podría pensar ocurría en Y otoco y

Malagana. En Sonso, el oficio del artesano y del taller orfebre parece restringirse al

dominio del trabajo con los metales y al desarrollo del oficio. Estudios de casos históricos

79 Relación de algunos pueblos de la gobernación de Popayán, 1539-1541. Pueblos indígenas del Valle del Cauca. Cespedesia, Vol. XIV, Nos 51-52, Cali, Enero-Diciembre 1985; pág. 27 80 Cortés, María Eugenia, Ramírez, Fco. Pablo. Rescate de las medidas iberoamericanas. Boletín del Instituto Mexicano de Física. Enero, 1998 81 “Crónica del Perú”, Pedro Cieza de León. Pueblos indígenas del Valle del Cauca. Cespedesia, Vol. XIV, Nos 51-52, Cali, Enero-Diciembre 1985. Capítulo XXVIII De los pueblos y señores de indios que están sujetos a los términos de esta ciudad, pág. 20.

78 El gesto animal y el objeto humano

y etnográficos82

muestran como algunos talentosos maestros artesanos adquirían

prestigio y estatus social gracias a la excelencia de su trabajo y por estar asociados a

figuras políticas de gran poder. Esta excelencia es muchas veces vista como un contacto

con fuerzas y seres sobrenaturales que les sirve de metáfora para su capacidad de

liderazgo. Los objetos que estos personajes producen se dicen ser personalizados y de

naturaleza política e i deológica, contrarios a l os objetos mundanos, impersonales y

cotidianos producidos por otros artesanos.

3. A partir de los estudios etnográficos de Ulloa (1986) y Morales (1997) se observa la

continuidad en el uso de l as tipologías de nar igueras de spués del contacto con los

españoles y documentado hasta finales del siglo XX. La figura 4-6 muestra una nariguera

semilunar de pl acas colgantes asociada al estilo Yotoco. Esta tipología de nariguera

presenta fuertes semejanzas formales con los aretes usados por la comunidad Emberá

Chamí, según registro gráfico del trabajo de campo de Astrid Ulloa en 1986. La

continuidad en l a elaboración de un r educido número de tipologías de nar igueras,

reproducidas bajo los mismos criterios formales y de c ontenidos, sugiere que la

construcción de u na forma de pensamiento y conocimiento estaba siendo

constantemente alimentada y difundida por las relaciones interregionales y el intercambio

cultural. Figura 4-6: Nariguera semilunar de placas colgantes, estilo Yotoco.

Figura 4-7: Chidi-chidi y perre-perre: Aretes usados por la comunidad Emberá Chamí (Ulloa, 1986; pág. 119)

82 Helms Mary: Craft and kingly ideal: Art, trade and power. University of Texas, Austin. 1993. (Citada por los autores. Pag. 54)

Conclusiones 79

La presencia de estas formas dentro de los Emberá Chamí, los Kuna y los Tule en el

noroccidente del actual territorio colombiano, está por definir. Sin embargo la repetición

del motivo lleva a pensar en la transmisión de la memoria cultural de antiguos pueblos

prehispánicos.

4. Los objetos del gesto pueden ser examinados como taxonomías inscritas en l a

memoria cultural de los pueblos, asociados a mitos de origen e historias tradicionales. La

etnografía comparada permite el acercamiento a e structuras de pensamiento y

clasificación de grupos humanos que habitan ecosistemas similares. Jara (1996) estudia

los sistemas de taxonomía de los insectos y sus mitos de origen entre los andoke del río

Caquetá. Las fosas nasales, orificios vitales por naturaleza están asociadas al origen de

diferentes especies de insectos: Avispas, gusanos y 7 especies de abejas surgen de las

fosas nasales del jaguar. Los abejorros, a su vez, emergen de las fosas nasales del

ocelote o tigrillo.

Figura 4-8: MOC13067 Alcarraza Malagana; Dimensiones: 12x16,3cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 4-9: Narigueras anulares gruesas (Fotografía: Bray, 2005) Figura 4-10: MOC00013 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 13,8x13,5 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)

La figura 4-8 muestra una alcarraza Malagana que hace parte de la colección del Museo

del Oro. Su forma representa la larva del gusano mojojoi, identificado por el color blanco

de su cabeza; fuente nutritiva de muchos pueblos amazónicos. La forma del cuerpo de la

larva se aprecia en las narigueras anulares gruesas, fundidas a cera perdida de los

estilos Yotoco, Malagana y Sonso de la figura 4-9.

La figura 4-10 muestra el cuerpo de un insecto dividido en t res partes: cabeza, tórax y

abdomen. Estas tres figuras muestran importancia de l os ciclos de vida, muerte y

80 El gesto animal y el objeto humano

transformación del mundo animal local a partir de los insectos. El comportamiento de

estas especies y su relación con los mitos de origen se reflejan en patrones de

comportamiento y regulación de parentesco entre grupos humanos, es decir, la

configuración de líneas de parentesco exogámica o endogámica y cómo posiblemente

fueron visibilizadas en el rostro humano.

5. Las grandes narigueras laminadas y repujadas constituyen objetos de un cuerpo en

movimiento y cumplen con una funcionalidad marcada por el performance. Esta

funcionalidad se extiende al concepto de “mouth masks” o máscaras de boca.

Figura 4-11: Rostro con nariguera semilunar con placas colgantes

Figura 4-12: Narigueras semilunar Yotoco

Asociadas a la etnografía comparativa, estas máscaras de boca que emergen de las

fosas nasales expresan elementos de fertilidad y fecundidad. Jara (1996) analiza el rol de

ciertos coleópteros en la elección de terrenos para plantíos y anuncio de lluvias entre los

andoke y los Nukak. La forma de alas desplegadas y el constante zumbido de las placas

colgantes de estas piezas podrían estar relacionada con dichos coleópteros.

4.2 Recomendaciones

Este es un estudio preliminar del gesto y del cuerpo en movimiento asociado a la

portabilidad y funcionalidad de l as narigueras que puede extenderse a otras regiones

prehispánicas. La importancia de visibilizar el gesto del portador de objetos de uso

Conclusiones 81

corporal ofrece un nuevo campo de estudio que complementa la información recopilada

desde la Arqueología funeraria.

Así mismo, la exploración de la taxonomía de las piezas asociadas al gesto animal aporta

elementos que sirven de base a las configuraciones de casa, territorio y Cosmos de los

pueblos prehispánicos.

Se recomienda por tanto la ampliación de esta exploración con el desarrollo de réplicas y

la reconstrucción 3D que permitan visibilizar la anatomía del portador, así como la

reconstrucción de l os sonidos producidos por la puesta en es cena del cuerpo en

movimiento.

De igual manera puede ampliarse el objeto de estudio al desarrollo de la tecnología de

los metales en el sur-occidente de C olombia y las investigaciones alrededor del oro

prehispánico en Perú y Ecuador desde una perspectiva de intercambios interregionales

A. Anexo A: Tipologías de Narigueras

ANULAR DELGADA Estilo: Yotoco, Malagana y Sonso Técnica: Cera Perdida

Variaciones: Decorada, con cuenta, tumbaga

86 El gesto animal y el objeto humano

ANULAR GRUESA Estilo: Yotoco, Malagana y Sonso Técnica: Cera Perdida

Variaciones: Decorada, granulación (Yotoco)

Anexo A: Tipologías de Narigueras 87

ANULAR GRUESA REMATE CIRCULAR Estilo: Yotoco y Sonso

Técnica: Cera Perdida

Variaciones: Remate circular

88 El gesto animal y el objeto humano

TORZAL Estilo: Yotoco y Sonso Técnica: Cera Perdida

Variaciones: Tumbaga, 1, 2 o 3 vueltas

Anexo A: Tipologías de Narigueras 89

PLACA REDONDA CON REMATE EN PUNTA Estilo: Yotoco, Malagana y Sonso Técnica: Cera Perdida

90 El gesto animal y el objeto humano

SEMILUNAR ZOOMORFA Estilo: Yotoco y Malagana

Técnica: Laminado y repujado

Anexo A: Tipologías de Narigueras 91

SEMILUNAR ZOOMORFA Estilo: Yotoco y Malagana

Técnica: Laminado y repujado

92 El gesto animal y el objeto humano

SEMILUNAR ZOOMORFA Estilo: Yotoco y Malagana

Técnica: Laminado y repujado

Anexo A: Tipologías de Narigueras 93

SEMILUNAR UNA PLACA COLGANTE Estilo: Yotoco

Técnica: Laminado y repujado

94 El gesto animal y el objeto humano

SEMILUNAR PLACAS COLGANTES Estilo: Yotoco

Técnica: Laminado y repujado

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