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El gesto animal y el objeto humano: Construcción de narrativas y prácticas corporales en las
narigueras Yotoco, Malagana y Sonso
Olga Parra Benavides
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Antropología
Bogotá, Colombia
2016
El gesto animal y el objeto humano: Construcción de narrativas y prácticas corporales en las
narigueras Yotoco, Malagana y Sonso
Olga Parra Benavides
Tesis presentada como requisito parcial para optar al título de:
Maestría en Antropología
Directora:
Helen Hope Henderson
Línea de Investigación:
Arqueología
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Antropología
Bogotá, Colombia
2016
Agradecimientos Agradezco la inmensa colaboración del Museo del Oro del Banco de la República, Dra.
María Alicia Uribe, Directora, Juanita Saénz Samper, Jefe sección de Registro, Eduardo
Londoño, Jefe de Divulgación Cultural, Juan Pablo Quintero, Arqueólogo y Clark Manuel
Rodríguez Bernal, fotógrafo del Museo del Oro por el acceso a la base de datos y al
registro fotográfico de la colección del Museo y su siempre rápida y cordial atención.
Así mismo agradezco a Alexander Clavijo Sánchez, Antropólogo del Museo Arqueológico
Calima del INCIVA, quien, durante mi estadía en Darién, Valle del Cauca, me ofreció
toda la información y orientación necesarias para este proyecto de investigación.
Mucha gratitud hacia Víctor González, por su motivación y paciencia, a Roberto Pineda
por sus certeros concejos, a Claudia Guevara de la oficina de coordinación de l a
Maestría en Antropología, por su incansable ayuda y disposición.
Por último, mis más sinceros agradecimientos a Hope Henderson, mi directora de tesis
de maestría por el apoyo y orientación a lo largo de este proceso.
Resumen y Abstract IX
Resumen La presente investigación es una exploración de la funcionalidad y portabilidad de la
muestra de 950 narigueras de la colección del Museo del Oro asociadas a los estilos
Yotoco, Malagana y Sonso, desde la antropología del cuerpo, el perspectivismo
amerindio y el análisis estadístico de componentes principales. Los resultados muestran
un fuerte cambio estilístico después de la desaparición de l as grandes narigueras
martilladas y repujadas de Yotoco y Malagana, en coexistencia con la continuidad en el
uso de ciertas tipologías elaboradas por fundición en cera perdida, piezas pequeñas en
las cuales sobresale la cantidad de materia prima utilizada en s u elaboración. Esta
dicotomía parece estar ligada no sólo a las fuertes relaciones de intercambio social y
material en el suroccidente colombiano, a la organización económica y política, sino a la
presencia del gesto animal en prácticas corporales de conocimiento colectivo.
Palabras clave: Gesto animal, performance, oro prehispánico, objeto arqueológico, nariguera.
X El gesto animal y el objeto humano
Abstract The present research is an exploration of the functionality and portability of the sample of
950 nosepieces of the Gold Museum Collection associated to the Yotoco, Malagana and
Sonso styles from the perspective of the anthropology of the body, the Amerindian
perspectivism and the statistical analysis of principal components. The results show a
strong stylistic change after the disappearance of the large hammered Yotoco and
Malagana nosepieces in coexistence with the continuity of the use and production of
certain typologies in lost wax technique, in which the amount of raw material excels the
size of the pieces. This dichotomy seems to be linked to the constant cultural and
material exchange in the Southwestern region, the economic and politic organization and
the presence of animal features in the collective body practices.
Keywords: Animal gesture, performance, Pre-Hispanic gold, archaeological object, nosepieces.
Contenido XI
Contenido
Pág.
Resumen ..............................................................................................................................IX
Lista de figuras ..................................................................................................................XII
Lista de gráficos y tablas ................................................................................................ XIV
Introducción ......................................................................................................................... 1
1. Capítulo 1: La región arqueológica del Valle del Cauca .......................................... 91.1 Los estilos prehispánicos del Valle del Cauca .................................................. 13
1.1.1 Los primeros pobladores ........................................................................ 131.1.2 Ilama: La gente y el paisaje en la cerámica ........................................... 141.1.3 Yotoco: Especialización agrícola, cerámica y orfebre ........................... 181.1.4 Malagana: Oro y muerte ......................................................................... 211.1.5 Sonso: La aparición de una nueva ideología ......................................... 26
1.2 Crónicas y relatos del Valle del Cauca ............................................................. 28
2. Capítulo 2: El gesto animal y el objeto humano ..................................................... 352.1 Las narigueras: Un estudio etnográfico ............................................................ 402.2 El gesto animal y el objeto humano .................................................................. 44
2.2.1 El gesto y el performance ....................................................................... 462.2.2 El gesto felino ......................................................................................... 53
3. Capítulo 3: Análisis Multivariable ............................................................................. 62
4. Conclusiones y recomendaciones ........................................................................... 774.1 Conclusiones ..................................................................................................... 774.2 Recomendaciones ............................................................................................. 84
A. Anexo A: Tipologías de Narigueras ......................................................................... 89
Bibliografía ......................................................................................................................... 99
XII El gesto animal y el objeto humano
Lista de figuras Pág.
Figura 2-1: Reconstrucción de un atuendo Calima (Museo del Oro) ......................... 37Figura 2-2: MO07539 Nariguera semilunar Yotoco con placas colgantes ................ 41Figura 2-3: Diferentes diseños de Chidi chidi (placa semilunar) y perre perre (placa colgante unida a un chidi chidi) ......................................................................................... 41Figura 2-4: MOC01043 Máscara Sonso; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) .......................................................................... 42Figura 2-5: MOO04255 (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ....................................................................................................... 42Figura 2-6: MOC13505 Vasija Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) .......................................................................... 42Figura 2-7: MOC13067 Alcarraza Malagana; Dimensiones: 12x16,3cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 48Figura 2-8: Narigueras anulares gruesas (Fotografía: Bray (2005) ............................. 48Figura 2-9: MOC00013 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 13,8x13,5 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 49Figura 2-10: MOO04255 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ...................................... 50Figura 2-11: MOC00804 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 14,6x10,8 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 50Figura 2-12: MOC13470 Vasija Sonso; Longitud: 79 cm; (Fotografía Bray, 2005, VI.46, pág. 252) .................................................................................................................. 50Figura 2-13: Narigueras semilunares con placas colgantes Yotoco (Fotografías: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 51Figura 2-14: MO33312 Nariguera semilunar Malagana (clasificada como zoomorfa en la base de datos del Museo del Oro MuseumPlus) ........................................................... 59Figura 3-1: MO04533 Nariguera zoomorfa Malagana (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ......................................................... 66Figura 3-2: MO05206 Nariguera semilunar con placas colgantes Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 66Figura 3-3: MO03542 Nariguera semilunar de una placa colgante Yotoco, (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 67Figura 3-4: MO02103 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ...................................... 67Figura 3-5: MO08938 Nariguera anular con remates circulares (Procedencia Desconocida) (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................................................................................................................... 67Figura 3-6: MO05544 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ...................................... 67Figura 3-7: MO03917 Nariguera anular delgada Sonso; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ...................................... 68
Contenido XIII
Figura 3-8: MO05764 Nariguera anular delgada con cuenta Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ................................. 68Figura 3-9: MO19077 Nariguera torzal Sonso (Datada 650 a.C. – 1600 d.C.) (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) .... 68Figura 3-10: MO19616 Nariguera Sonso de placa redonda y remate en punta; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) .... 68Figura 3-11: Tipos de remate ........................................................................................ 69Figura 3-12: MO05207 Nariguera Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) .......................................................................... 71Figura 3-13: MO05486 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ...................................... 71Figura 4-1: Rostro con nariguera semilunar Yotoco ...................................................... 79Figura 4-2: Rostro con nariguera semilunar Malagana ................................................. 79Figura 4-3: Rostro con nariguera de placa redonda y remate en punta ........................ 80Figura 4-4: Rostro con nariguera anular gruesa con remate circular ............................ 80Figura 4-5: Rostro con nariguera torzal de una vuelta .................................................. 80Figura 4-6: Nariguera semilunar de placas colgantes, estilo Yotoco. ........................... 82Figura 4-7: Chidi-chidi y perre-perre: Aretes usados por la comunidad Emberá Chamí (Ulloa, 1986; pág. 119) ....................................................................................................... 82Figura 4-8: MOC13067 Alcarraza Malagana; Dimensiones: 12x16,3cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 83Figura 4-9: Narigueras anulares gruesas (Fotografía: Bray, 2005) ................................ 83Figura 4-10: MOC00013 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 13,8x13,5 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) ........................ 83Figura 4-11: Rostro con nariguera semilunar con placas colgantes .............................. 84Figura 4-12: Narigueras semilunar Yotoco ..................................................................... 84
XIV El gesto animal y el objeto humano
Lista de gráficos y tablas Gráfico 3-1 Distribución por período según técnicas de elaboración ............................... 64 Gráfico 3-2 Diagrama de conteo de tipologias por período .............................................. 65 Gráfico 3-3 Diagrama porcentual de tipos de remate por período ................................... 70 Gráfico 3-4 Diagrama de distribución porcentual de narigueras decoradas según período............................................................................................................................................. 70 Gráfico 3-5 Diagrama de porcentaje de narigueras que cubren la boca......................... 71 Gráfico 3-6 Scree Plot análisis de componentes principales............................................ 73 Tabla 3-1 Valores de correlación de las variables ............................................................. 73 Tabla 3-2 Porcentajes de la muestra explicados por los componentes principales ......... 74 Gráfico 3-7 Diagrama de dispersión de factores según período y tipo de nariguera ...... 76
Introducción Las narigueras son piezas fascinantes de la orfebrería precolombina, no solo por el gran
despliegue de destreza técnica en su elaboración, sino por la forma en que
transformaban la apariencia de quien las portaba. La diversidad y complejidad de sus
formas y funciones hacen pensar en l os aspectos anatómicos y extra-anatómicos del
portador en la construcción de un repertorio de gestos faciales y movimientos corporales
para la puesta en escena de elementos performativos dentro de un determinado grupo
social, constituyéndose así en un medio de comunicación no verbal y contenedor de
narrativas y tradiciones (Noland, 2005). Dada la materialidad y el brillo propios del oro,
estos objetos hacen posible la continuidad de su funcionalidad por varias generaciones,
garantizando la transmisión de símbolos y significados así como la construcción activa de
múltiples identidades sociales (Pineda, 2005; Noland, 2005).
Tomando como punto de partida el análisis de las diferentes posiciones teóricas en la
arqueología del cuerpo de Joyce (2005), construidas desde las asociaciones con la
cultura material y el énfasis de la disciplina en la repetición y continuidad a t ravés del
tiempo y del espacio como base para el reconocimiento de prácticas culturales, planteo el
estudio de las narigueras de oro, asociados a los estilos Yotoco, Malagana y Sonso
desde su portabilidad, funcionalidad y materialidad para así abordar los gestos, modos de
expresión, percepción y movimientos corporales sugeridos por las piezas en l a
construcción de prácticas rituales. Este tipo de análisis posibilita proyectar un estudio
exploratorio del gesto facial y de los elementos performativos en las narigueras y
2
establecer nuevas perspectivas de aproximación al pasado orfebre precolombino a partir
de la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuál es la relación entre el gesto y el objeto
en las narigueras Yotoco, Malagana y Sonso?
Siendo las narigueras piezas de adorno individual, podría afirmarse que se trataban de
elementos claves en la construcción de la identidad. Desde las posturas antropológicas
desarrolladas a partir de las nociones de cuerpo, persona, individuo e identidad de
Mauss1 (1936), resulta difícil encontrar puntos de convergencia con los rastros de l a
cultura material prehispánica del actual departamento del Valle del Cauca, una región
que, según Cieza de León, cronista del siglo XVI, estaba habitada por muchas y
diferentes especies de f lora y fauna, que f ueron representadas en o bjetos líticos,
cerámicos y orfebres de carácter antropomorfo, zoomorfo y antropozoomorfos
encontrados en la zona. Esta asociación repetitiva para la región conduce a pensar que
no existía una gran diferenciación entre las nociones y el comportamiento de animales y
humanos, ya que tanto los unos como los otros trabajan, cazan, construyen una vivienda,
se ocupan de sus crías2
1 Técnicas del Cuerpo
. A este respecto, el análisis de Looper (2003) de las estatuillas
orfebres Tairona muestra que la relación entre las prácticas corporales y las prácticas
performativas construye una noción de cuerpo que va más allá de una superficie que
define el límite entre el individuo/lo interno y la sociedad/lo externo, ya que las prácticas
performativas y corporales expanden el concepto de corporalidad incorporando espacios,
tiempos, significados y atuendos a la identidad de un individuo. Esta intrincada relación
entre cuerpo y performance propuesta por Looper es el objeto de estudio de esta
investigación y el punto de partida metodológico hacia una exploración de los objetos
prehispánicos del Valle del Cauca, una región que debido a su majestuosa riqueza
arqueológica ha sufrido por muchos años la destrucción de c ementerios y sitios
sagrados. La guaquería sigue presente y es responsable de la falta de datos precisos y
confiables en el análisis de las piezas. La datación y procedencia de casi la totalidad de
la colección del Museo del Oro está en entredicho y es por ello que el arqueólogo debe
recurrir a la implementación de metodologías innovadoras que permitan la obtención de
información adicional.
2 Levy Brühl pág. 25
3
La presente propuesta de investigación pretende explorar la portabilidad3
Con el fin de explorar esta relación se plantean los siguientes objetivos específicos:
, funcionalidad y
materialidad en la colección de narigueras del Museo del Oro por medio de un análisis
estadístico multivariable en busca de una relación con su portador. Se espera visibilizar
su posible funcionalidad y articular estos resultados a las investigaciones arqueológicas y
antropológicas de la región. Se trata de una exploración de los objetos desde una
perspectiva multidisciplinaria e integradora de conocimientos con el oficio del trabajo de
los metales. El objetivo general de esta investigación consiste en encontrar una posible
relación entre el uso de narigueras Yotoco, Malagana y Sonso en la construcción de
prácticas corporales, narrativas y rituales.
- Definir variables categóricas en la muestra de narigueras de la colección del Museo del
Oro y determinar correlaciones. El análisis estadístico estará enfocado a encontrar
posibles relaciones entre las variables, interacciones entre grupos o conjuntos de
narigueras.
- Visibilizar y visualizar la portabilidad, funcionalidad y materialidad de los portadores de
las narigueras Yotoco, Malagana y Sonso para que la investigación pueda ser transmitida
a públicos más amplios y diversos.
- Explorar la influencia de las variaciones en la función performativa de las piezas.
Para lograr cumplir con estos objetivos y responder la pregunta de investigación
propuesta para la siguiente exploración se presenta el análisis de las investigaciones en
orfebrería caracterizadas por el énfasis en cuatro enfoques principales: El primero se
3 Defino la portabilidad desde la funcionalidad de un objeto de uso corporal como la forma en qué los objetos se adaptan a las dimensiones anatómicas del rostro y cómo estos se llevan puestos. Es decir, sí en el caso de las narigueras era necesaria la perforación de la nariz, de las aletas o sí simplemente se insertaban dentro de las fosas nasales y se ajustaban a presión. El tamaño de las narigueras varía de p ieza en p ieza; las hay pequeñas y sencillas; fáciles de llevar y repetidas muchas veces gracias la desarrollo de tecnologías en el trabajo de l os metales; las hay muy elaboradas y exclusivas; con figuras de a nimales o par tes de a lgunos de e llos; de formas geométricas y abstractas; planas y volumétricas; con placas y objetos colgantes muy brillantes que atrapaban la luz y producían sonidos. Algunas dividen el rostro en dos partes; otras enmarcan los ojos y los pómulos; otras son de superficies muy pulidas y reflejan como espejos; otras ponen de manifiesto el aliento de quien las porta y otras cubren completamente la boca y ocultan el rostro de su portador.
4
ocupa del estudio de las piezas desde la iconografía y el simbolismo (Reichel Dolmatoff,
1986,1988; Plazas, 1989; Legast, 1993), profundizando en los aspectos ideológicos, el
chamanismo y el uso de sustancias psicoactivas. El segundo (Gnecco, 1998) tiene que
ver con la importancia del oro en la complejización de los asentamientos prehispánicos,
mientras que el tercero (Bray, Cardale de Schrimpff, Herrera, 2005) analiza la forma y
función de las piezas como instrumentos al servicio de prácticas ideológicas, económicas
y sociales en la creación de un paisaje cultural. El cuarto enfoque (Rodríguez C. A., 2002,
Rodríguez, J. V., 2005, 2007; Herrera, 2007) estudia el ajuar y la cosmovisión desde la
arqueología funeraria.
Si bien existe un consenso general en las investigaciones de la orfebrería prehispánica
desde los enfoques de simbolismo e iconografía (Reichel-Dolmatoof, Plazas, Legast), las
investigaciones acerca del desarrollo del liderazgo y la aparición de grupos sociales
complejos (Gnecco) muestran otra perspectiva del uso del oro en el proceso de
legitimización del poder tomando como instrumento las piezas de adorno corporal. No
obstante, estos estudios no se han ocupado ampliamente de la funcionalidad,
materialidad y portabilidad del adorno corporal como parte de un acto performativo que
acompaña la construcción y transmisión de elementos narrativos y rituales. Es importante
además tomar la información suministrada por los escasos contextos de arqueología
funeraria encontrados en la región para explorar el objeto material, en es te caso las
narigueras, en su relación con los cuerpos que las acompañan, así como la información
técnica de las piezas desde la perspectiva del cuerpo portador para ampliar el campo de
estudio a una exploración que permita formular hipótesis sobre la función de las
narigueras. La información compilada en estos cuatro enfoques investigativos
presentados sumada a la información de los cronistas de la época, al análisis estadístico
y de portabilidad podrían permitir un acercamiento a la forma en que las narigueras
transformaban la anatomía y extra-anatomía de sus portadores y de este modo articular
los conocimientos adquiridos hasta ahora de nuestros antiguos pobladores y ampliar el
acceso de esta información y su valor patrimonial a diversos públicos.
1. Capítulo 1: La región arqueológica del Valle del Cauca
El actual departamento del Valle del Cauca ha llamado desde siempre la atención de
cronistas, historiadores, arqueólogos y cazadores de tesoros por su gran diversidad
cultural y de pai saje, así como por sus ricos y suntuosos objetos de oro, elaborada
alfarería y ajuares funerarios. Se trata de una zona muy apropiada para el asentamiento
humano caracterizada por tierras bajas y cálidas de clima subtropical y de fértiles y bien
irrigados suelos volcánicos, abundante flora y fauna y fácil acceso a r egiones
circundantes por una red de caminos que conectan los diferentes pisos térmicos y
garantizan el suministro de una gran variedad de frutos, maderas, conchas, piedras,
minerales, plumas y animales de caza (Cardale, 1996, Bray, 2005). Esta región de tierras
templadas, ubicada al occidente del territorio colombiano, abarca el litoral de la Costa
Pacífica al occidente; la cordillera Occidental en el centro y el valle geográfico del río
Cauca y la cordillera central al oriente. Estos cuatro ecosistemas corresponden a l os
asentamientos Tumaco-La Tolita, en el litoral de la costa Pacífica; Ilama, Yotoco y Sonso,
en la cordillera occidental o región Calima; Malagana y Bolo-Quebrada Seca en el valle
geográfico del río Cauca y a grupos humanos con influencia Quimbaya y Tolima, en la
cordillera central.
Las investigaciones arqueológicas muestran que la región fue ocupada sucesivamente
por varios grupos con diversos niveles de desarrollo (Bray, 1962, 1976, 1988, 1989;
Salgado, 1988; Cardale, Bray, Herrera, 1989; Botiva, 1991; Cardale, Herrera, Rodríguez,
C.A., 1994; Archila, 1996; Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño, Rodríguez, C. A., 2002,
2005; Rodríguez, J. V., 2005, 2007; Herrera, 2007; Blanco, 2011; Giraldo, 2014)
habitando un territorio de fronteras dinámicas en constante intercambio de bienes y
productos (Cardale, 2005). La presencia de l os primeros pobladores, un grupo de
cazadores y recolectores, quienes habitaron la región en el Pleistoceno (Salgado, 1988;
Cardale, Herrera, Bray, 2005) se evidencia por el hallazgo de líticos (Botiva, 1991); sin
6 El gesto animal y el objeto humano
embargo, la acidez de los suelos en la región impidió la conservación de restos óseos. A
esta primera fase de ocupación precerámica, le siguen ocupaciones con desarrollo
cerámico y orfebre: Ilama, Yotoco, Sonso, Malagana, Bolo Quebrada Seca. La datación
de la cultura material correspondiente a estas ocupaciones posteriores ha sido una labor
difícil, debido a la falta de contextos arqueológicos y a la proliferación de cazadores de
tesoros, saqueadores de tumbas prehispánicas y comerciantes de figuras precolombinas,
quienes impiden la labor científica de arqueólogos e investigadores. Algunas de las
piezas de la región se encuentran en el Museo del Oro de Bogotá, y sus datos fueron
obtenidos por informantes, testigos de procesos de guaquería y los mismos guaqueros,
quienes vendieron muchos de los objetos al Banco de la República. Muchas hipótesis se
han planteado alrededor de la interpretación de las pocas crónicas y relatos que se
conservan de la Conquista y la Colonia, no obstante, es de consenso general que
durante los primeros siglos después del contacto, la población del actual departamento
del Valle del Cauca se redujo considerablemente y que así se mantuvo durante la
Colonia (Bray, 2005).
Solo a c omienzos del siglo XX, con la llegada de l as migraciones campesinas
antioqueñas a la cordillera occidental y la fundación de Darién (1912) y Restrepo (1913),
tuvo lugar un repoblamiento de la zona. La deforestación de los bosques y la introducción
de la ganadería por parte de los colonos hicieron posible la aparición de los primeros
vestigios de grupos humanos pasados; se podían observar a simple vista los tambos o
plataformas donde fueron construidas las unidades de vivienda, así como las redes de
caminos que conducían a fuentes de agua y conectaban la región por varios días de
camino (Cardale, 1996). La migración antioqueña trajo consigo el entusiasmo por la
práctica de la guaquería y fue así como durante la segunda mitad del siglo XX
desaparecieron muchos sitios arqueológicos y objetos de cultura material. El desarrollo
industrial de la región, la construcción de nuevas vías y del embalse Calima en 1960,
cubrieron permanentemente las evidencias en el área más llana del valle, punto de
encuentro de cinco de los caminos prehispánicos (Cardale, 1996).
El estado del arte de las investigaciones en el valle del río Cauca y la cordillera occidental
presenta diversas teorías alrededor de la definición y secuencia de los asentamientos en
la región: Por un lado, Cardale (2005: 36-96) y Bray (2005: 98-196) consideran que las
fases Yotoco y Malagana se desarrollaron de forma paralela y a par tir de un ancestro
común: Ilama. Carlos Armando Rodríguez (2002:129) por su parte, tiene en cuenta las
Capítulo (…) 7
fases Yotoco y Malagana como dos manifestaciones de Yotoco: “En el valle geográfico
del río Cauca el cacicazgo Yotoco más importante, indudablemente fue Malagana”. Con
respecto a Malagana, las opiniones se encuentran igualmente divididas: Herrera (2007:
157) reconoce un desarrollo divergente en la cerámica y la orfebrería Yotoco y Malagana,
y afirma que: “La identificación de Malagana como una sociedad plantea de inmediato el
problema de las relaciones de és ta con los grupos humanos contemporáneos de l a
sociedad Yotoco; de ésta, definida décadas atrás en la suela plana del valle del Cauca
(Bray y Moseley, 1976: 58-62), se conocen numerosos sitios en la cordillera occidental,
municipios de Restrepo y Darién”.
Añade así mismo que: “En la arqueología del Valle del Cauca se han usado de forma
aparentemente intercambiable términos como cultura, período, sociedad, estilo, etcétera,
antepuestos a topónimos adoptados para designar conjuntos de sitios arqueológicos.
Usarlos en esta forma no significa que se asuman como sinónimos y la escogencia de
uno u otro depende del contexto en el cual se hace una propuesta. No hay en el fondo
una contradicción al plantear que u n grupo humano en un t iempo y espacio definido
constituye la sociedad Malagana, la cual produjo una cultura que en términos
arqueológicos denominamos Malagana. Ahora bien, si se hace referencia al período
Malagana debe entenderse que se trata por lo menos de los dos siglos siguientes al
comienzo de la era cristiana, que en el sitio de la hacienda Malagana representan
estratigráficamente la cuarta y la penúltima ocupación de e ste (posterior a Ilama y
anterior a Bolo-Quebrada Seca). Finalmente, si la discusión se centra en las diferencias
formales y técnicas de la cerámica o de la orfebrería, es posible hablar de un estilo
Malagana por contraposición, por ejemplo, con un (típico, clásico, puro) estilo Yotoco.”
Sonia Blanco (2011: 58, 181) difiere con Herrera al plantear el origen de Malagana
independiente de raíces Ilama y a partir de fechas más antiguas de las conocidas.
Giraldo (2014) propone una nueva denominación para los asentamientos en la región
Malagana: Bolo Temprano para el complejo arqueológico Malagana y Bolo Tardío para
Bolo-Quebrada Seca.
Con el propósito de c ontextualizar las investigaciones en la región, se tomará como
marco de referencia para este trabajo exploratorio la nomenclatura tradicional para los
sitios arqueológicos del departamento del Valle del Cauca propuesta por Herrera (2007):
“Yotoco y Sonso, desde las excavaciones de Bray y de s us colegas en sitios del
municipio Yotoco y en el río Sonso respectivamente (Bray y Moseley, 1971), e Ilama han
8 El gesto animal y el objeto humano
estado en uso por más de 20 a ños (Herrera et al., 1984). Esta última cultura recibió su
nombre por la vereda de la misma designación, ubicada en el municipio de Restrepo,
donde había muchos sitios habitados por gente perteneciente a es ta cultura, la vereda
lleva el nombre de un cacique indígena del siglo XVI (Cardale, 2005:18,19). El nombre
Malagana se empezó a utilizar en la literatura arqueológica hace 15 años, a partir de las
excavaciones de Botiva y Forero (1994), tomando el nombre de la hacienda donde
primero se reconocieron los vestigios de esta cultura. Aunque las tres primeras culturas
se asocian principalmente con el área Calima, todas ellas ocupaban territorios extensos,
tanto en la cordillera como en la zona baja aledaña al río Cauca. Aunque por ahora no se
conocen sitios Malagana en la cordillera, es muy probable que los haya. Los nombres
establecidos desde hace más tiempo son Bolo y Quebrada Seca, escogidos por Ford
(1944) en su estudio pionero sobre la arqueología del Valle del Cauca para dos culturas
tardías centradas en los dos ríos conocidos con estos nombres. En años relativamente
recientes Carlos Armando Rodríguez (2002:270) y Diógenes Patiño (Patiño et al.
1997:90) han unido los dos nombres Bolo-Quebrada Seca para identificar sitios
arqueológicos tardíos en la suela plana del Valle del río Cauca, porque consideran que la
cerámica arqueológica de estos nuevos sitios combina rasgos de los dos estilos de
cerámica. En la hacienda Malagana se encuentran se encuentran evidencias de una
ocupación tardía por parte de esta misma gente.“4
La discusión acerca de los orígenes y desarrollo de los grupos humanos que habitaron el
actual departamento del Valle del Cauca está abierta a futuras investigaciones y nuevas
excavaciones y dataciones. Queda por fuera del alcance de éste estudio resolver las
diferentes formas de entender y clasificar el estado del arte para esta región. Ya que el
objeto de estudio corresponde a la materialidad, portabilidad y funcionalidad de l as
narigueras orfebres en Yotoco, Malagana y Sonso, se hará uso del término “estilo
Yotoco, estilo Malagana y estilo Sonso” para el análisis compositivo de las piezas de la
colección.
4 Herrera, 2007, pág. 158
Capítulo (…) 9
1.1 Los estilos prehispánicos del Valle del Cauca
1.1.1 Los primeros pobladores Encontrar vestigios de la primera ocupación humana en el actual departamento del Valle
del Cauca ha sido tarea difícil, ya que el paisaje se caracteriza por la falta de cavernas o
abrigos rocosos aptos para el cobijo de grupos de cazadores y recolectores. La evidencia
de asentamiento más antigua que se ha documentado corresponde al Pleistoceno y fue
fechada con una datación de 10.000 años a.C. (Salgado, 1988; Cardale, Herrera, Bray
2005); probablemente se trataba de un grupo de cazadores y recolectores que ocuparon
la cordillera Occidental por más de 6.000 años antes de finalizar el primer milenio a.C. La
existencia de grupos sociales precerámicos se demuestra con el hallazgo de azadas y
evidencia de horticultura y pruebas de f itolitos (Salgado, 1988; Cardale, Herrera, Bray,
2005). Se habla entonces de un periodo precerámico situado entre los siglos VIII al II
a.C., al cual está asociada una punta de pr oyectil de p iedra encontrada cerca al
municipio de Restrepo, Valle, documentada por Reichel Dolmatoff en 1986.
En 1985 fueron encontrados durante la construcción de una estación hidroeléctrica los
sitios El Pital, ubicados a 1000 m de altura y Sauzalito y el Recreo, localizados a 1600
metros de altura, ambos a lo largo del río Calima (Salgado, 1986; Cardale, Bray, Herrera,
1989). El Pital evidencia asentamientos en t errazas naturales, caracterizadas por una
extensa vista del área que permitía a los cazadores observar los movimientos de los
animales que por allí pasaban. En este sitio se encontraron rastros de líticos y hachas,
que dan indicio de actividad de cazadores y recolectores en un paisaje de selva tropical.
La acidez de los suelos, característica de esta región impidió la conservación de huesos
y maderas.
Los estudios de s uelos demuestran que se trató de un a ocupación más o menos
permanente, paso obligado de animales y personas desde y hacia la costa Pacífica y que
en algún momento fue abandonada debido a largos períodos de lluvia (Salgado, 1986).
Una segunda datación en el Pital, correspondiente a l os siglos V al III a.C. muestra
periodos sucesivos de ocupación y mayor concentración de líticos (Salgado, 1986).
Los sitios vecinos Sauzalito y El Recreo también gozan de una buena vista del valle
gracias a s u ubicación y presentan evidencia de peq ueños campamentos, donde se
encontraron líticos y piedras rodadas de río que se usaban como martillos; también se
10 El gesto animal y el objeto humano
hallaron raspadores para fruta y tubérculos del mismo tipo presente en Panamá y las
áreas de Medellín, Popayán y la cordillera Oriental.
Un aspecto importante es la evidencia de adorno corporal en el precerámico (Cardale,
1992:16), a partir del hallazgo de terrones de ocre, indicadores de prácticas de pintura
corporal, además de pequeños discos de piedra pulida y perforada en uno de sus
extremos como colgante.
1.1.2 Ilama: La gente y el paisaje en la cerámica La población Ilama habitó dos ecosistemas: “los valles interandinos de la región Calima
en la cordillera occidental y el valle geográfico del río Cauca”5
Debido al hallazgo de numerosas tumbas, Ilama se relaciona principalmente con el
municipio de R estrepo y Darién, ubicados alrededor del Embalse Calima sobre el río
Calima. Sin embargo, la evidencia arqueológica indica que los límites del territorio Ilama
estaban localizados no muy lejos de la costa Pacífica (Cardale, 2005).
a lo largo del primer
milenio A.C. según 19 dataciones de radiocarbono (Cardale, 2005; Rodríguez, C. A.,
2002). Durante este período aparece el uso de la cerámica en la región, una aparición
cronológicamente tardía si se le compara con las evidencias del resto del continente.
El territorio Ilama estaba rodeado de bosques habitados por numerosos y variados
animales, representados en sus vasijas cerámicas. El conocimiento de las especies
animales con las que convivían se refleja en la familiaridad y calidad plástica de las
figuras: armadillos, tapires, felinos, micos, murciélagos, tortugas, lagartijas, cocodrilos,
serpientes, búhos y pájaros carpinteros se encuentran modelados e i ntegrados a l as
vasijas.
Evidencia arqueológica de gr anos de maíz, calabaza, ahuyama y palmeras en Ilama
indican que además de ser parte de la dieta de es tos antiguos pobladores, hubo
agricultura. Este hallazgo se obtuvo en el sitio conocido como El Topacio (Cardale,
1985), donde además se documentaron varios rastros de vivienda.
Al repertorio de representaciones en cerámica se suman las figuras antropomorfas de
hombres, mujeres y niños, figuras en su mayoría sentadas sobre los talones y modeladas
en vasijas cerradas con cuello y dos picos, a las que s e les conoce como alcarrazas,
encontradas frecuentemente como parte de ajuares funerarios. Se trata de vasijas
5 Rodríguez, C. A., 2002; pág. 102
Capítulo (…) 11
silbantes de forma compleja, antropo- o zoomorfas, modeladas completamente a mano y
de las cuales no se encuentran dos idénticas.
La mayoría de estas vasijas consiste en figuras femeninas de brazos y pantorrillas
protuberantes y de gran detalle, donde se pueden observar el peinado, así como el uso
de collares de cuentas y de ligaduras en las extremidades. Estas ligaduras o collares de
cuentas ajustados alrededor de brazos y pantorrillas fueron descritos en el siglo XVI por
el cronista Jorge Robledo en su "Relación de algunos pueblos de la gobernación de
Popayán 1539-1541" (Patiño, 1985:27) y aún s e utilizan en l as comunidades Chamí,
Noanama y Embera del Chocó con el fin de c rear formas protuberantes de gran valor
estético.
Las figuras femeninas Ilama están en general cargadas de menos simbolismo y menos
conectadas a algún tipo de ideología que las figuras masculinas, ya que representan
escenas de la vida cotidiana, las actividades a las que se dedicaban y el tipo de adornos
y vestuario que llevaban. Se observa por ejemplo que las figuras femeninas llevan
collares de cuentas cortos, mientras que las figuras masculinas llevan collares largos de
colgante central y tienen una apariencia diferenciada que podría denotar cierta
pertenencia a algún clan (Cardale, 2005). Otro rasgo importante en la cerámica Ilama es
la pintura corporal y facial de las figuras de las vasijas; lastimosamente los colores se han
desvanecido de la superficie con el paso del tiempo, impidiendo un amplio estudio de
estos motivos. La cerámica Ilama es en ge neral de par edes delgadas, pasta
cuidadosamente preparada y superficies muy brillantes y pulidas y, a pesar de tener una
base redondeada son muy estables y simétricas.
Como parte de los ajuares funerarios, además de las alcarrazas, se encontraron conchas
marinas y objetos de oro. El desarrollo de la orfebrería en la región se facilitó por la
existencia de depósitos de oro aluvial de relativamente fácil extracción en las camas de
muchos ríos y arroyos de la región Calima. Ya que la temperatura de fusión del oro y los
metales es mayor a la de la cerámica, fue necesaria la introducción de una nueva
tecnología. A pesar de las pocas evidencias de oro en contextos arqueológicos se sabe
que en la segunda mitad del siglo I a.C. ya se utilizaban diferentes técnicas de orfebrería
y aleaciones (Cardale, 2005). La falta de contextos ha dificultado la diferenciación de las
figuras orfebres Ilama de los objetos de oro Yotoco, y solo ha sido posible a partir de la
relación entre las representaciones en orfebrería y cerámica en busca de motivos
12 El gesto animal y el objeto humano
comunes, lo que llevó a la conclusión que el surgimiento de la orfebrería fue posterior al
de la cerámica.
Los objetos de oro encontrados son en su mayoría narigueras martilladas o e n cera
perdida, así como pequeñas placas repujadas y cuentas de collar con matriz de
cerámica. Las cuentas de collar son características y se utilizaban en la elaboración de
collares de 30 piezas con una longitud estándar y de figuras antropo o zoomorfas.
Otro objeto de orfebrería Ilama de interés son las máscaras de lámina de oro martillada y
tamaño natural con ojos ovalados, nariz recta y de base triangular y boca ancha con dos
hileras de dientes, pertenecientes a la colección del Museo del Oro. Las dimensiones de
estas máscaras se ajustaban correctamente a la cabeza de su portador y las
perforaciones laterales sugieren su uso ceremonial en vida y no solamente como ajuar
funerario. Estas máscaras se encontraron en posiciones verticales y apoyadas contra las
paredes de la tumba, junto a vasijas cerámicas y canasteros (Cardale, 2005). Las tumbas
donde fueron halladas son más grandes de lo normal, lo que lleva a pensar que estaban
destinadas a personajes de cierto poder. La ex istencia de máscaras de cerámica en
Tumaco-La Tolita y Malagana permite concluir que el oro no constituía un material
exclusivo para la elaboración de adornos corporales suntuarios.
Sin evidencias de las unidades de vivienda en Ilama, el análisis de las tumbas y
costumbres funerarias es de gran importancia para los investigadores. Las tumbas están
ubicadas en su mayoría en la parte alta y laderas de colinas, sitios aptos para la
construcción de viviendas, y fueron halladas en pequeños grupos de 8 a 10 tumbas, en
pocos casos de 20 a 30 y a una distancia de 5 metros entre ellas. Algunas de ellas fueron
utilizadas por grupos posteriores, como Yotoco o Sonso, quienes añadieron a la tumba
existente su propio ajuar funerario. La mayoría de veces se trata de tumbas de pozo y
cámara adyacente. La cámara tiene aproximadamente 2 metros de largo y de 1.5 a 2
metros de profundidad. El ajuar que acompaña los restos óseos está puesto a la cabeza
o a los pies del cuerpo extendido. Los poporos y contenedores de cerámica asociados a
seres fantásticos encontrados en es tas tumbas revelan que en Ilama se hacía uso de
plantas y sustancias estimulantes o psicoactivas. También hay evidencia de pipas de
cerámica dispuestas para el uso de 6 individuos a la vez y acompañadas de una vasija
cerámica (Cardale, 2005). Las pipas no muestran rastro de haber sido fumadas o
quemadas e indican que podían utilizarse en ceremonias colectivas. Objetos similares
encontrados en Costa Rica han sido identificados como pipas para la aspiración de
sustancias líquidas.
Capítulo (…) 13
Quizás por el uso de sustancias que alteraban los niveles de conciencia, jugaron las
criaturas sobrenaturales un papel importante en la cosmología Ilama: El hombre y el
jaguar eran considerados los animales más poderosos en Ilama (Cardale, 2005). Las
representaciones asociadas a ellos encuentran rasgos comunes en el suroccidente
colombiano como San Agustín, Tumaco-La Tolita y Tierradentro. El hombre felino es un
personaje que se repite en la iconografía (Legast, 1991); se le encuentra en estatuas de
piedra, remates de bastón, narigueras de oro, pectorales, diademas, adornos para las
orejas y bandejas para polvos narcóticos.
El felino se relaciona con el pensamiento indígena (Reichel-Dolmatoff, 1986), ya que el
jaguar le transmite fuerza, poder, claridad y energía al chamán, quien a su vez, encarna
la fusión entre el mundo animal y el mundo humano. Esta simbiosis hombre-animal nos
lleva a pensar en los colmillos como atributos exclusivos del jaguar; representaciones de
murciélagos; reptiles o cocodrilos también presentan colmillos (Legast, 1991),
conformando la figura simbólica de un hombre al que se le suman las características de
varios animales, entre ellos el jaguar. En Tumaco-La Tolita el felino es representado en
máscaras o de cuerpo entero y mezclado con características humanas y de otros
animales. En la cordillera Occidental se encuentran figuras de felinos en Ilama, Yotoco,
así como en el valle geográfico del río Cauca en Malagana y en la región de la Costa
Pacífica en Tumaco-La Tolita. Las piezas se reconocen por la forma de las fauces, la
posición de ataque y las manchas en la piel. Sin embargo, otros estudios iconográficos
hablan del hombre-kinkajou o potos flavus, un carnívoro nocturno de tamaño mediano
considerado el más pequeño de los felinos y el cual es asociado en Tumaco-La Tolita
con el personaje que dispersa las semillas de Virola, una planta alucinógena usada hoy
en día por comunidades amazónicas (Cadena y Bouchard, 1980 citado por Bray,
Cardale, Herrera, Legast, Patiño, Rodríguez, 2005). En San Agustín se ha reconocido al
jaguar por sus fieros colmillos, sin haberse, sin embargo, encontrado representaciones
de felino solo o de cuerpo entero (Legast, 1991; Velandia, 1994).
Para concluir, se observan numerosos rasgos comunes en el suroccidente colombiano,
no solamente en ob jetos de orfebrería y cerámica sino también en l os vestigios de
unidades de vivienda y de redes de caminos y la forma de representar el mundo animal.
El suroccidente colombiano no se encontraba aislado, diversas rutas de comunicación
terrestre y fluvial aseguraban el desplazamiento de materias primas, bienes, creencias,
tradiciones y motivos artísticos a lo largo y ancho de un amplio territorio.
14 El gesto animal y el objeto humano
1.1.3 Yotoco: Especialización agrícola, cerámica y orfebre En términos generales, los estudios de la región sugieren que Ilama se dividió y dio
origen a dos grupos emparentados en tradición: Yotoco en la región Calima y Malagana
en el valle geográfico del río Cauca (Bray, 2005). Los restos arqueológicos Yotoco
coinciden con rastros Ilama y están situados principalmente sobre la cordillera occidental
en las inmediaciones del valle del río Calima (Bray, 2005). 32 fechas de datación de
carbono 14 indican que el periodo de asentamiento Yotoco comienza alrededor del siglo I
d.C. y la fecha estimada de su declive se sitúa entre los siglos V y VIII d.C. (Bray, 2005,
Rodríguez, C. A., 2002), antes de la llegada de los conquistadores españoles.
Se estableció por el estudio cerámico, que Yotoco, alcanzó un crecimiento poblacional
con respecto a Ilama y significativos niveles de jerarquización social, desarrollo de
sistemas de irrigación, drenaje y especialización agrícola. Un aspecto importante es la
influencia de la tecnología cerámica y orfebre en las prácticas cosmogónicas y rituales
funerarios que ayudaron a definir el proceso de diferenciación social (Rodriguez, 2005).
El análisis de f itolitos (Bray, 2005) muestra deforestación y el paso a u na agricultura
intensificada, canales de drenaje y plataformas de cultivo, que aún se observan en el
paisaje, y que han sido interpretados como un aumento en la población. Este crecimiento
demográfico no p arece estar asociado a l a llegada de nuevos pobladores, dada la
evidencia de objetos cerámicos de tipo transicional entre estos dos grupos, que indican el
cambio por medio de un proceso gradual sin influencias externas.
Evidencia arqueológica de tambos, encontrados sobre plataformas en faldas y laderas de
colinas, sugieren la existencia de aldeas y comunidades de gran tamaño (Bray, 2005), sin
embargo, para calcular el número de viviendas sería necesario un r econocimiento
regional sistemático del área. Las plataformas estudiadas varían en tamaño y periodo de
construcción y están distribuidas a cierta distancia unas de otras, separadas entre sí por
las zonas de cultivo. La variación en el tamaño de los tambos encontrados, sumada a las
diferencias en l os ajuares funerarios sugiere nuevamente que existía jerarquización
social (Bray, 2005).
Un rasgo a destacar en la cordillera Occidental es la red de caminos prehispánicos que
se fueron ampliando a l o ancho y en pr ofundidad por siglos de us o y que d esde la
perspectiva aérea cortan el paisaje en l ínea recta, tanto como la topografía lo permite.
Cinco de estos caminos se encuentran en el fondo del Valle Calima, inundado por la
Capítulo (…) 15
construcción del Embalse del mismo nombre. Esta conjunción de caminos sugiere la
existencia de un punto de encuentro de gran importancia para la región (Cardale, 1996).
Arqueológicamente, Yotoco se destaca por su suntuosa orfebrería. Los objetos de oro
relacionados a este periodo de asentamiento son objetos utilitarios y a la vez simbólicos
(Reichel Dolmatoff, 1988). Posibles centros de producción orfebre han sido reportados
por campesinos del área Calima, sin embargo aún no han sido hallados.
Su orfebrería fue elaborada en su mayoría en láminas de oro de muy alta ley, martilladas
y repujadas hasta conseguir objetos de gran tamaño como pectorales, diademas,
máscaras y narigueras. El brillo está muy presente en todas las piezas Yotoco, efecto
aumentado por el uso de n umerosas placas colgantes que atrapan la luz y generan
destellos y sonidos. En las figuras antropomorfas el rostro es de gran importancia y
siempre provisto de narigueras, colgantes para las orejas, diademas y máscaras.
A pesar de tratarse de láminas de oro, muchos de los objetos Yotoco son
tridimensionales, efecto logrado por el repujado y la presión de las láminas sobre moldes
o matrices de piedra. Se encuentran también huesos y conchas marinas recubiertas con
finas láminas de oro, algunas de ellas clasificadas como posibles trompetas (Archila,
1996).
Además de las piezas laminadas de gran formato, los orfebres Yotoco elaboraron
variadas figurillas miniatura de oro y aleaciones con cobre en moldes a la cera perdida y
desarrollaron la técnica de la granulación para la decoración de piezas. Estas miniaturas
son verdaderas obras maestras, siendo las más llamativas los remates de pitillos para
poporos con figuras antropomorfas. Algunas de ellas fueron hechas en dos fundiciones
diferentes, calculando cuidadosamente los puntos de fusión de los metales y sus
aleaciones. Se trata de pi ezas irrepetibles, ya que los moldes cerámicos para su
fundición eran destruidos después de usados.
Las narigueras de oro son las piezas más características en Yotoco. Incluso en las
representaciones antropomorfas en cerámica y pectorales y diademas de oro están
presentes, muchas de ellas combinadas con piedras de colores, una combinación que
también se observa en Tumaco-La Tolita y un i ndicador más de la influencia e
intercambio de estilos en el suroccidente colombiano.
A pesar de haber desarrollado una tecnología del oro muy especializada, el repertorio de
motivos de la orfebrería Yotoco no es muy amplio. Bray (2005) define el rostro Yotoco,
siempre ataviado y con un peinado escalonado estándar; y dos figuras icónicas,
16 El gesto animal y el objeto humano
compartidas con Malagana. Las figuras icónicas consisten en figurines de oro macizo, de
4,5 a 5 cms. de alto y usados como colgantes. El primero lleva un bastón y un escudo o
piel de animal cuadrúpedo, nariguera y diadema. El segundo es un hombre desnudo de
rostro arrugado o máscara y nariz con rasgos poco humanos. Estos motivos
estandarizados parecen estar relacionados con personajes ceremoniales o rituales y por
ello identificados claramente por las gentes Yotoco como convenciones culturales (Bray,
2005).
Los objetos de oro, posiblemente también utilizados en vida, han sido encontrados en
tumbas como parte de ajuares funerarios. Al igual que las tumbas Ilama, en Yotoco no
eran muy profundas (entre 2 y 3 metros de profundidad) y consistían en pozos
rectangulares con una cámara lateral adyacente (Bray, 2005), agrupadas en pequeños
cementerios muy cerca o dentro de las unidades de vivienda. La acidez del suelo
característica de la región Calima es responsable de la desaparición de casi la totalidad
de los restos óseos y orgánicos. No se sabe realmente cómo fueron enterrados los
cuerpos o en qué posición se encontraban, sin embargo se sabe que hubo algunas
cremaciones (Salgado y Rodríguez), deformaciones craneales y moqueado de cuerpos
envueltos en mantas de algodón (Rodríguez, 2005 y 2007), elementos a partir de los
cuales se puede afirmar que no todos los cuerpos fueron tratados de la misma forma. La
mayoría de las tumbas contenían una o dos vasijas cerámicas, un collar de cuentas de
cuarzo o una nariguera de oro (Bray, 2005). En 1941 se encontró en la hacienda La
Grecia en el municipio de Restrepo (Perez de Barradas, 1954) una tumba con un ajuar
de oro compuesto por dos juegos de colgantes para las orejas en forma de platos
circulares, dos narigueras, una de ellas de lámina de oro y otra anular con una cuenta de
piedra y un pectoral con el "rostro Yotoco". Las tumbas con mayor contenido de oro son
también aquellas con un ajuar de diadema, pectoral y nariguera diseñadas a partir del
"rostro Yotoco" y dos o tres versiones de ajuar, del cual no se sabe con certeza cuál era
el motivo del uso del uno o del otro. Vasijas cerámicas antropomorfas representan el
"rostro Yotoco" y el uso de dos narigueras superpuestas y colgantes de disco para las
orejas son también parte del ajuar (Bray, 2005).
Al igual que I lama, Yotoco estaba en contacto con el suroccidente colombiano,
especialmente con Tumaco-La Tolita y el Quimbaya Clásico, no solo por límites en la
extensión de su territorio, sino por evidencias en la cultura material (Rodríguez, C. A.,
Capítulo (…) 17
2002; Bray, 2005) como el uso de platino en piezas de orfebrería, una clara influencia de
Tumaco-La Tolita. La herencia Ilama se observa en la cuidadosa y compleja elaboración
de sus diseños. Mientras para Ilama la cerámica era considerada como el medio para
transmitir su cosmología y los detalles de su vida diaria, Yotoco lleva la orfebrería a un
alto grado de desarrollo y la pone al servicio de su ideología. Mientras que en Ilama se
encontraron numerosas representaciones femeninas y de diversas especies animales,
estas desaparecen en Yotoco, donde las especies animales se reducen y se observa una
iconización del rostro masculino.
1.1.4 Malagana: Oro y muerte El complejo arqueológico Malagana, ubicada a orillas del río Bolo y a 10 Km. del
municipio de P almira, es sinónimo de ricos tesoros de oro desde su descubrimiento
accidental y posterior saqueo en 1992 (Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño,
Rodríguez, C.A., 2005). El municipio de Palmira ha sido ampliamente estudiado desde la
arqueología funeraria y ha sido también el más afectado por la guaquería de cementerios
indígenas. Este complejo está compuesto por los sitios hacienda Malagana, Coronado,
Santa Bárbara, Estadio Deportivo Cali, El Sembrador y La Cristalina están asociados a la
fase de asentamiento Malagana (Herrera, Cardale y Archila, 2007; Blanco, Rodríguez y
Cabal, 2007), cada uno de estos cementerios presenta características geográficas y
cronologías diferentes, sin embargo comparten elementos culturales en permanente
contacto y con una misma ideología (Rodríguez, 2007). Las fechas para Malagana
oscilan entre el 300 A.C. al 50 D.C. y para Coronado entre 200 A.C. a 200 D.C.
(Rodríguez, 2007). Un total de 234 tumbas han sido excavadas así: (Botiva y Forero,
1994; Cardale, 1994; Rodríguez, C.A., 1995; Blanco, Rodríguez, Cabal 2002-2004,
Herrera, 2007) 17 en Malagana, 120 en Coronado, 34 en Santa Bárbara, 6 en el
Sembrador, 40 en Estadio Deportivo Cali y 17 en La Cristalina, el Cerrito (Blanco,
Rodríguez, J. V., Cabal, 2007).
La ocupación Malagana se concentraba en una plataforma elevada de aproximadamente
20 hectáreas rodeada por canales rectangulares concéntricos de 1.8 a 5 m de ancho y
separados a una distancia de 150 m. (Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño, Rodríguez,
2005). Estas estructuras se pueden observar en a erofotografías tomadas en 1992
(Cardale, 2005), desapareciendo en 1993 con los saqueos del cementerio indígena. Las
18 El gesto animal y el objeto humano
plataformas coinciden con el área donde se encontraron las tumbas más suntuosas y la
mayor cantidad de oro (Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño, Rodriguez, 2005). La
función de las plataformas ha generado diversas hipótesis, entre ellas, protección contra
inundaciones o fortaleza en caso de ataques de grupos enemigos, sin embargo no
existen datos arqueológicos que las corroboren.
A pesar de r elacionar el complejo Malagana con ajuares funerarios ricos en oro, los
hallazgos de ob jetos orfebres no provienen de l as tumbas (Bray, Cardale, Herrera,
Legast, Patiño, Rodriguez, 2005). Durante la primera temporada de excavación (Botiva y
Forero, 1994; Cardale, 1994 y Rodríguez 1995) se encontraron 18 tumbas después de
realizar una pr ospección de un área de 5.000 metros cuadrados (Herrera, Cardale,
Rodriguez, 1994). Allí fueron encontradas 13 vasijas antropomorfas de figura femenina
sentada sobre sus talones, de los centenares de la misma categoría que se reportaron en
los saqueos de 1992 (Cardale, Herrera, Rodríguez, Jaramillo, 1999). Se trata de una
representación bastante frecuente y muy cercana a la tradición cerámica Ilama. Durante
los siglos I a.C. y I d.C. el sitio Malagana alcanza un periodo de auge, al que se
relacionan las tumbas y los ajuares más suntuosos acumulados por este grupo. Las
vasijas femeninas fueron halladas en grupos dispuestos y acompañados de banquitos
también cerámicos, vasos, miniaturas y cuentas de cuarzo, quizás como parte de rituales
o ceremonias de ofrenda (Cardale, Herrera, Rodríguez, Jaramillo, 1999).
En 1992 el Museo del Oro adquirió 37 piezas orfebres sin contexto arqueológico
asociadas a ajuares funerarios de la hacienda Malagana (Archila, 1996). Las piezas, en
oro de alta ley, fueron clasificadas como: Cuatro máscaras, cuentas de collar, colgantes,
brazaletes, narigueras, esmeraldas, huesos y metates. Sin embargo, la mayoría de las
tumbas excavadas solo contenían una o dos vasijas cerámicas sin mucha decoración y
los hallazgos de oro se reducen a sencillas narigueras anulares. Cuentas de cuarzo se
encontraron dentro de la boca, en la cabeza o alrededor del cuerpo (Cardale, Herrera,
Rodríguez, Jaramillo, 1999).
Las tumbas en Malagana son de pozo rectangular. Una de las razones para elegir este
tipo de c onstrucción tiene que ver probablemente con las condiciones del terreno, de
suelos aluviales e i nestables. La mayoría de l as tumbas están orientadas en sentido
norte-sur y contienen un solo individuo o en algunas ocasiones solo su cráneo. Estas
últimas tumbas estaban acompañadas de un ajuar más rico, lo que sugiere la existencia
Capítulo (…) 19
de entierros secundarios y de tratamiento de los cadáveres. Las tumbas se encontraron
bastante dispersas unas de otras e inmediatamente debajo del estrato de ocupación. El
gran número de tumbas y la concentración de s us cementerios sugieren la posibilidad
que Malagana haya sido una necrópolis (Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño,
Rodriguez, 2005). Informaciones de e xcavaciones no arqueológicas describen las
tumbas más suntuosas de una profundidad de 3 o más metros y de estructura diferente a
las de pozo. A partir de estos relatos y las piezas encontradas se hizo una reconstrucción
de la tumba y la forma como estaba dispuesto el ajuar (Archila, 1996). Este consistía en:
Tres máscaras de oro superpuestas sobre el rostro del individuo, una máscara de oro
puesta sobre sus pies, un c ollar de cuentas de oro, conchas Spondylus y piedras de
colores de una longitud de 50 metros puesto en varias vueltas alrededor del cuello del
individuo, una serie de colgantes de oro y huesos huecos sobre su pecho, probablemente
cosidos a su manta. Este tipo de ajuar estaría restringido a una élite dirigente. A partir de
esta reconstrucción se pueden establecer ciertas diferencias en la tradición funeraria con
respecto a Yotoco: En Yotoco, el tamaño y la forma de las tumbas no estaba relacionado
con el tamaño del ajuar, como si ocurre en Malagana. Las tumbas Yotoco se encontraron
aisladas unas de otras o en pequeños grupos, incluso las tumbas, en las que se encontró
un suntuoso ajuar funerario se encontraban distanciadas de otras; distribución diferente a
los hallazgos en Malagana.
El estudio de los restos óseos permite concluir que se trataba de individuos de pequeña a
mediana estatura, entre 1,53 y 1,66 metros; complexión gruesa, hombros anchos y
brazos musculosos. Algunos cráneos fueron deformados para obtener una frente más
plana. Existía una alta tasa de mortalidad infantil y una corta esperanza de vida, según
los datos encontrados en 18 tumbas distribuidas así: 6 eran niños, 6 eran de adultos
jóvenes entre 20 y 35 años y dos de adultos entre 35 y 50 años (Rodríguez, 2007).
En 1998 se descubrieron, también por casualidad, una serie de tumbas en Coronado con
características similares a Malagana (Herrera, 2007; Rodríguez 2007). Herrera, Cardale y
Archila (2007) desarrollaron en este sitio la excavación sistemática más grande en el
Valle del Cauca que se dio a conocer como el cementerio de Coronado y en el que se
encontraron un total de 101 t umbas. El sexo, la edad, el tratamiento, orientación y
ubicación del cuerpo y su ajuar, así como las modificaciones corporales, la forma y
tamaño de las construcciones fueron evaluadas estadísticamente en busca de relaciones
e interacciones entre ellas. El sitio Coronado se caracteriza por tumbas de pozo y
20 El gesto animal y el objeto humano
vestíbulo o cámaras adyacentes, densas y agrupadas en diferentes áreas del cementerio
a 50 o más metros de distancia. También se reportaron manchas negras sobre la
superficie del cementerio. El ajuar está compuesto generalmente por cerámica, un par de
máscaras antropozoomorfas, cuentas de collar en oro, lidita y cuarzo. Solamente en la
tumba 14 (Herrera, 2007) se encontró una nariguera de tumbaga.
Los objetos de orfebrería de los ajuares provenientes de Malagana y Coronado
presentan, a pesar de su cercanía geográfica y cronológica ciertas diferencias: “Aunque
en ambos se puede establecer una distinción entre entierros muy ricos y otros muy
sencillos, pasando por entierros intermedios entre estos dos extremos, en la hacienda
Malagana los entierros con ajuares abundantes que incluyen objetos sobresalientes de
oro y otros materiales, se encuentran concentrados en un sector del cementerio, mientras
que en Coronado son escasos los entierros que contienen objetos de oro, y el número de
tumbas es muy reducido…”6
En el cementerio de S anta Bárbara, ubicado al sur del municipio de P almira, fueron
halladas evidencias de ocupación doméstica y entierros individuales y colectivos, donde
los cuerpos se encontraron en orientación norte-sur. Las tumbas, de pozo rectangular y
algunas veces con cámaras adyacentes construidas desde la superficie o de un escalón
(Blanco, Rodríguez, Cabal 2007) a una profundidad de 1 a 1.5 metros. La cámara y el
pozo están separados por el uso de tierra de diferentes colores, siendo la coloración del
pozo más clara que la de la cámara. La intencionalidad en la división espacial de las
tumbas y la presencia de r elleno orgánico sugiere la práctica de c eremonias rituales
asociadas a la muerte. A pesar de que se observa un desarrollo cultural semejante a
Malagana, no existen ajuares de oro, máscaras o alcarrazas en Santa Bárbara (Blanco,
Rodríguez, Cabal 2007). El ajuar lo componían vasijas cerámicas de u so doméstico,
cuentas de cuarzo y algunos líticos.
El sitio Estadio Deportivo Cali se encuentra a 9 K m de la hacienda Malagana, en el
corregimiento de Palmaseca. Allí el Inciva (Instituto para la Investigación y la
Preservación del Patrimonio Cultural y Natural del Valle del Cauca) rescató 40 tumbas
entre 2003 y 2004. La construcción de las tumbas, la orientación y postura de los cuerpos
son diferentes a Malagana, sin embargo el ajuar es similar, aunque no se encontraron
6 Herrera, 2007; Pág.128
Capítulo (…) 21
cuentas de cuarzo en la boca de los individuos. Se trata de entierros de niños y adultos
con o sin ajuar concentrados en tumbas con montículos.
Los objetos de oro asociados a la ocupación Malagana se conservan en la colección del
Museo del Oro. Al igual que los orfebres Yotoco, Malagana llevó la orfebrería a un alto
grado de desarrollo, perfeccionó la técnica de martillado y vaciado por cera perdida: Las
piezas de lámina de oro martillada más grandes de la colección del Museo del Oro se
asocian a Malagana, al igual que las piezas más pequeñas fundidas a la cera perdida.
Existe evidencia arqueológica que lleva a pensar que en la ocupación de la hacienda
Malagana funcionaba un taller de orfebrería. Recortes de láminas de metal y rastros de
metal para su fundición son muestra de ello, sin embargo, la ubicación de este posible
taller no se ha podido determinar (Bray, 2005: 160).
La producción orfebre asociada al estilo Malagana se caracteriza por tres aspectos: la
presencia de piezas importadas de otras regiones; rasgos comunes con las culturas del
sur-occidente colombiano y el hallazgo de piezas únicas del sitio. Llama la atención la
diversidad en los motivos de cuentas para collar y colgantes, de los cuales han sido
registrados 120 figuras diferentes. Tal variedad no se observa en ninguna otra región del
suroccidente colombiano (Bray, 2005: 162).
Ya que el estilo Malagana ha s ido definido por algunos investigadores (Bray, 2005;
Cardale, 2005) como un estilo de desarrollo paralelo a Yotoco y una tradición
descendiente de Ilama, existe una directa relación con la orfebrería Yotoco y la cerámica
Ilama. Los motivos de figura femenina, ausentes en Yotoco, están presentes en
Malagana. No obstante, el detalle en l a representación del rostro humano y de sus
ornamentos no se observa en Malagana. Este tipo de interacciones y de universos
simbólicos pueden ser interpretados de muchas maneras, sin conocer a ciencia cierta
que motivó a sus habitantes en la selección de sus formas.
A partir del estudio de los hallazgos se concluye que el ajuar funerario y la complejidad
de las tumbas dependía del estatus del individuo: “Cada tumba representó su propio
mundo, colectivo en términos generales pero muy individual en esencia.”7
7 Rodríguez, 2007; Pág.106
22 El gesto animal y el objeto humano
1.1.5 Sonso: La aparición de una nueva ideología A partir del 500 d.C. grandes transformaciones políticas, sociales y culturales tienen lugar
en el suroccidente colombiano, tal vez como consecuencia de un cambio en el paisaje y
desplazamientos migratorios (Gaehwiler, 2005). Yotoco fue reemplazada por una nueva
tradición, conocida como Sonso. Las excavaciones provienen principalmente de la
cordillera Occidental, aunque algunos rastros cerámicos han sido registrados en el valle
geográfico del río Cauca. Sonso o Sonso Tardío se relaciona a la cordillera Occidental,
siendo sus límites el río Dagua al occidente y diversos pisos térmicos que incluyen las
tierras bajas de la costa Pacífica y las montañas de la cordillera Occidental. La ocupación
Sonsoide se encuentra en el valle del río Cauca (Bray, 2005) y se extiende hacia el sur
hasta Popayán y hacia el suroccidente hasta el río Guapi y Timbiquí en el departamento
del Cauca.
Los objetos asociados al estilo Sonso consisten en un amplio repertorio de f ormas y
motivos decorativos de comunidades que probablemente compartieron una misma
ideología. Nos encontramos ante un mosaico de r asgos regionales con grandes
semejanzas en sus prácticas funerarias y decoración cerámica. Después del siglo V d.C.
el suroccidente colombiano era una colcha de retazos de pequeños y grandes
cacicazgos autónomos y dispares pero en i nteracción constante y que compartían
algunos rasgos comunes (Bray, 2005). Los cronistas Jorge Robledo y Pedro Cieza de
León relatan su encuentro con numerosas comunidades jerárquicas y cacicazgos cuya
organización se basaba en el pago de contribuciones a un señor principal en forma de
bienes y servicios. El señor principal era la autoridad política, era quien declaraba y
concluía guerras, controlaba el comercio entre grupos vecinos, realizaba alianzas,
intervenía en la solución de conflictos y ejercía el control sobre la distribución de bienes
de prestigio, ofrecía fiestas y regalos en comida y bebida a su comunidad y era el
poseedor de los saberes sagrados, de allí que s u poder estuviera identificado con lo
sobrenatural. El señor principal tenía además muchas esposas, sirvientes y esclavos que
le servían. Al momento de su muerte era enterrado con ricos ajuares y ofrendas.
Con la llegada del estilo Sonso, se observan grandes cambios en la producción cerámica
y orfebre, así como la aparición de nuevas prácticas funerarias: Tumbas de pozo y una
gran cámara funeraria que algunas veces contenía entierros múltiples y se encontraron
entre 4 a 12 metros de profundidad (Gaehwiler, 2005). Cieza de León describe en sus
Capítulo (…) 23
crónicas, que a su paso por el Valle del Cauca se practicaban los entierros en tumbas de
pozo y cámara. El ajuar funerario consistía en urnas de cerámica que contenían huesos
de diferentes individuos, cuidadosamente envueltos en telas de algodón. No se observa
una diferencia clara entre la elaboración y fabricación de las urnas funerarias y la
cerámica de uso diario. La decoración, la calidad y el repertorio de formas se reducen
significativamente con respecto a Ilama y Yotoco. La producción orfebre se limita a la
elaboración de pequeñas narigueras anulares de diferentes grosores, triangulares y
torzales, fundidas en tumbaga. En los cuellos de las vasijas cerámicas y urnas funerarias
se representa el rostro humano con ojos de grano de café, nariz aguileña protuberante y
detallada portando una nariguera anular o en forma de bigotes e incisiones que sugieren
decorado con pintura facial y collares de c uentas. Muchas veces el asa de la vasija
coincide con la nariz del rostro representado y puede llevar una nariguera hecha en
cerámica o en metal; frecuentemente la nariz es el único rasgo de la fisionomía humana
que se representa.
La importancia destacada de la nariz en la plástica Sonso será explorada desde la
analogía etnográfica entre comunidades donde el oro aún es usado en el adorno
corporal, como los embera chamí y los cuna.
Las paredes de la cerámica y su acabado son, a diferencia de Ilama y Yotoco, gruesas y
sin pulir. Las alcarrazas se reducen y aparecen vasijas en forma de calabaza de cuello
angosto y pedestal y estatuillas antropomorfas planas y de f orma rectangular, muy
similares a las que se han categorizado como Quimbaya Tardío. El cambio en l a
producción cerámica parece coincidir con un crecimiento demográfico y la práctica de
agricultura a gran escala.
La ocupación Sonso Tardío corresponde a l os siglos XII al XVI d.C. (Herrera, 2005),
coincidiendo con el momento del contacto español. Pedro Cieza de León, Jorge Robledo
y Pascual de A ndagoya fueron testigos directos de la forma de vida de estas
comunidades. Gonzalo Fernández de Oviedo y Juan de Castellanos se consideran como
testigos secundarios. Pascual de Andagoya (1540) describe el territorio Calima, en su
expedición de Buenaventura a Cali, como una serie de behetrías, grupos de señoríos y
cacicazgos de tamaño variable compuestos de una o más aldeas organizados como
eslabones de una cadena de interacción que se extendía por valles y cordilleras hasta la
costa Caribe.
24 El gesto animal y el objeto humano
El desarrollo Sonso fueron ante todo agrícola; la evidencia muestra plataformas para
viviendas construidas entre los campos de cultivo. Las tumbas Sonso eran construidas
también sobre plataformas artificiales y formando cementerios en l aderas o partes
planas. Se han encontrado pozos de hasta 16 metros de profundidad con cámaras o
bóvedas laterales aisladas herméticamente y en las cuales se preservaron herramientas
de madera de uso agrícola (Herrera, 2005).
La conquista española intensificó la guerra en la región del Valle del Cauca; los cronistas
relatan prácticas de canibalismo en el suroccidente colombiano, así como cabezas trofeo
en las paredes de algunas viviendas, sin embargo no s e ha encontrado evidencia
arqueológica de antropofagia (Rodríguez, 2005 y 2007) y algunos autores analizan las
cabezas trofeo como símbolos de resistencia al dominio español (Borja Gómez, 2005;
Pineda, 1987). Si la antropofagia realmente existió, existió, estaría restringida a
ceremonias especiales conectadas con la guerra (Herrera, 2005).
1.2 Crónicas y relatos del Valle del Cauca Ante la ausencia de textos y contextos, la fuente etnohistórica más importante para el
Valle del Cauca es la Crónica del Perú, escrita por Pedro Cieza de León en la primera
mitad del siglo XVI y considerada como uno de los primeros relatos de viaje para la
región. El cronista llega al continente en 1536 y entra al actual territorio colombiano por el
Urabá en camino hacia el Perú, describiendo a su paso los pueblos y sus costumbres.
Cieza de León describe en detalle el paisaje, las viviendas, el tipo de vestuario y adorno
corporal, los alimentos y bebidas de los antiguos pobladores haciendo especial énfasis
en la cantidad de oro que observaba (Lobo Guerrero Arenas, 2008).
La Relación de Anserma escrita por el capitán Jorge Robledo, de quien se dice haberse
relacionado con Cieza de León y la Relación de lo que subcedio al magnífico señor
capitán Jorge Robledo, escrita por el escribano Juan Baptista Sardela, así como la
Historia General y Natural de las Indias escrita por Gonzalo Fernández de Oviedo y la
Historia general de las Indias y conquista de Méjico de Francisco López de Gomara,
éstas previas a la publicación de la Crónica del Perú, constituyen los principales
documentos históricos para la región (Lobo Guerrero Arenas, 2008).
Capítulo (…) 25
En la tercera década del siglo XX aparece la obra de los historiadores alemanes
Hermann Trimborn y Georg Eckert, quienes a p artir de la información etnohistórica y
datos etnológicos “recrean una imagen bárbara del ser indígena del siglo XVI marcada
desde las teorías de la raza y de las inferioridades culturales y de los determinismos
geográficos propios de los años 30 y 40 del siglo XX” 8
Señorío y barbarie en el Valle del Cauca, escrito por Trimborn en 1939 toma a Cieza de
León y describe el pasado prehispánico desde una perspectiva del predominio de los
objetos de oro encontrados en la zona y las prácticas de canibalismo.
, sin haber salido de Berlín.
9 En su descripción
de las prácticas funerarias de la "temprana cultura señorial del Valle del Cauca"10 formula
la hipótesis del cadáver viviente, basada en la creencia en un poder mágico superior:
"Los documentos sobre el Valle del Cauca permiten formar una idea sobre el círculo de
objetos que eran considerados como bienes particulares. Se trata de ofrendas funerarias
que ponían de manifiesto un derecho del muerto sobre su propiedad... Dotar a las
tumbas de alimentos y chicha obedeció a la preocupación por el bienestar del difunto. En
las tumbas se ha encontrado oro en bruto y objetos de adorno elaborados, nunca
faltaban ofrendas de algodón, armas, utensilios de c aza y pesca o herramientas de
piedra."11
Por otro lado, Georg Eckert interpreta las crónicas de C ieza de Le ón y la noción de
cadáver viviente, como un mundo de los muertos constituido a semejanza del mundo de
los vivos, y que manifestaba el deseo de las gentes de los pueblos del Valle del Cauca
de continuar la vida más allá de la muerte y ofrecer bienestar al difunto, dotando las
tumbas con alimentos, bebidas ceremoniales, mantas de algodón, herramientas y
vasijas, adornos corporales y orfebres, ofrendas e incluso sus mujeres más queridas,
descrito así por Cieza de León: "Cuando se mueren los principales señores destos valles
llóranlos muchos días arreo, y tresquilánse sus mujeres, y mátanse las más queridas, y
hacen una sepultura tan grande como un peq ueño cerro, la puerta della hacia el
nascimiento del Sol. Dentro de aquella tan grande sepultura hacen una bóveda mayor de
8 Borja Gómez, 2005; Pág.46 9 Lobo Guerrero Arenas, 2008 10 Trimmborn, 2005; Pág.16 11 Idem
26 El gesto animal y el objeto humano
lo que era menester, muy enlosada, y allí meten al difunto lleno de mantas y con el oro y
armas que tenía."12
Según esta interpretación, sí la creencia en una energía vital y la presencia de atributos
humanos estaba concentrada en l o corporal, existe la posibilidad que es ta esencia
residiera también en la apariencia externa de este cuerpo y por ello la conservación y
momificación de un cuerpo contribuye a q ue esta apariencia siga viva: "El cadáver
viviente subsiste mientras perdure la forma del muerto; la muerte definitiva sobreviene
apenas cuando el cadáver es destruido o s e vuelve irreconocible...con los trofeos se
pudo haber procedido de idéntica manera. Si querían preservar la esencia del muerto y
los atributos ligados al trofeo, este último debía mantener una vez preparado su esencia
humana. Las pieles rellenas de los Liles alcanzaban en gran medida dichos objetivos...en
esas pieles se conservaba totalmente la forma corporal tanto más cuanto que sobre las
calaveras se modelaban rostros de cera. Además a los guerreros muertos se les ponían
en las manos lanzas, dardos o mazas, de suerte que como coinciden en señalar Cieza
de León, Andagoya y el autor de "Las varias noticias" parecían hombres vivos."
13
Se trata entonces, según Eckert de c onferir los atributos humanos de a cuerdo a l a
apariencia corporal, su materia o qui zás la asociación con algún tipo de materia que
resultara incorruptible con el paso del tiempo. El oro sería este tipo de m ateria
incorruptible e indestructible al paso del tiempo. La tradición de algunas regiones
vallecaucanas de cacería de cabezas o las llamadas cabezas trofeo mencionadas por
Eckert es tomada de datos de testigos no presenciales como Juan de Castellanos, de las
Casas o F ray Pedro Simón y existe así poca precisión en l a información sobre la
organización social o la ideología de los pueblos cazadores de cabezas; no obstante, las
fuentes secundarias lo llevan a la siguiente afirmación: "En vista a la estrecha relación
entre cacería de cabezas, canibalismo y guerra, podemos asumir, sin embargo, que se
trataba en primer lugar de guerreros abatidos en el campo de batalla o sacrificados y
consumidos durante el cautiverio para después ser exhibidos o guardarse como trofeos.
Otro tipo de trofeos, como los animales-trofeo, llama la atención de Eckert, ya que
solamente de Las Casas menciona cómo sólo algunas poblaciones de la provincia de
Popayán rellenaban pieles de tigres con paja y desde los cuales el demonio hablaba
convirtiéndose en oráculos de los sacerdotes.
12 1984, Pág.1 06 13 Eckert, 2002; Pág. 75
Capítulo (…) 27
Aunque esta información no es fidedigna, Cieza de León relata también que el demonio
se aparecía en forma de felino: "Cuando van a la guerra con agudos cuchillos de
pedernal o de unos juncos o de cortezas o cáscaras de cañas, que también los hacen
dellas bien agudos, cortan las cabezas a los que prenden. Y a ot ros dan muertes
temerosas cortándoles algunos miembros según su costumbre, a los cuales luego
comen, poniendo las cabezas como he dicho, en lo alto de las cañas. Entre estas cañas
tienen puestas algunas tablas, donde esculpen la figura del demonio, muy fiera, de
manera humana, y otros ídolos y figuras de gatos, en quien adoran."14
Eckert interpreta esta figura felina como un posible animal-trofeo, un animal sacrificado
como un enemigo y propone una analogía con los estudios de Karsten
15
en los pueblos
jíbaros del Ecuador, quienes observaban una unidad entre el mundo animal y el mundo
humano, ya que los animales tienen comportamientos similares a los humanos, ideología
compartida en la región del Valle del Cauca. Estos trofeos podían ser entendidos como
los espíritus de ani males muertos que respondían a pr eguntas formuladas por los
chamanes o sacerdotes.
Para Eckert, la llamativa información de las cabezas-trofeo es entendida como una forma
de atemorizar a los enemigos, entre los cuales podían tal vez estar incluidos los
españoles, para hacer alarde de victorias en las guerras y de su poderío militar; además
como una posible manifestación de su ideología y poder mágico. El argumento, a pesar
de no encontrar ninguna referencia en un documento de fuente primaria, implica una
estrecha relación entre la antropofagia de los enemigos de guerra cautivos y la cacería
de cabezas en la región norte y media del Valle del Cauca y que para Trimborn fue
analizada como un ritual de asimilación de la fuerza del guerrero al consumir la carne de
su adversario.
La información de los cronistas ha sido confrontada con los hallazgos arqueológicos16
14 Cieza de León, 1984; Pág.113
sin
haber encontrado huellas claras de sacrificios humanos para el consumo de carne. La
15 Karsten, Rafael: Blood revenge, war and v ictory feasts among Jibaro Indians of Eastern Ecuador. Washington, 1993 16 Rodriguez, 2007
28 El gesto animal y el objeto humano
razón para describir con tal detalle el salvajismo y la barbarie en la región parece tener
una relación con el grado de resistencia al dominio español y su misión evangelizadora.17
Esta idea de resistencia fue también analizada por Pineda (1987) en su texto “Malocas
del terror y jaguares españoles”, quien describe cómo esta obsesión de l os cronistas
españoles por relatar prácticas de antropofagia y/o canibalismo estaba ligada a un a
naturaleza guerrera de los habitantes del Valle del Cauca y a las ansias de conquista y
sometimiento españolas. Pineda observa la importancia de discernir las fuentes
dependiendo de la época en que fueron escritas en busca de detalles etnográficos.
Siendo el objetivo de los conquistadores el saqueo del oro, sus fuerzas se encaminaron a
destruir e implantar el terror a su paso; terror que se apoderó de los nativos, quienes ante
las desmesuras reaccionaron aterrorizando también a l os invasores con prácticas
anticristianas y diabólicas para combatir al enemigo: “Los hombres-tigre pasaron a primer
plano, ante la necesidad de combatir a estos verdaderos caníbales extranjeros.
Probablemente esto incrementó la escala de sacrificios caníbales para lograr una mayor
eficacia en la guerra, que suponía un mayor número de cráneos, trofeos y otros iconos
de la antropofagia.”
18
Una interesante reflexión surge del análisis etnohistórico de l os
textos por parte de Pineda, quien recurre a definir a los conquistadores como “jaguares
españoles”, guerreros acompañados de perros de cacería que perseguían y mataban a
los nativos en b usca de s u oro y por otra parte las viviendas de l as sociedades
prehispánicas como “malocas del terror”, grandes casas ceremoniales de c arácter
caníbal en l as que se exhibían cabezas trofeo. Este juego de poderes caracterizó el
contacto y la presencia de los españoles en tierras americanas.
El carácter de las sociedades prehispánicas según las fuentes etnohistóricas no es del
todo claro, algunos cronistas las califican como behetrías, grupos sociales que elegían
por señor o jefe a cualquier persona de cierto linaje, mientras que otros hablan se
sociedades establecidas con carácter de señorío (Pineda, 1987) y las investigaciones
actuales hablan de cacicazgos de cierta complejidad social en la región (Bray, 2005).
La mayoría coincide en el carácter agresivo y en pr ácticas de canibalismo y
momificación, por lo cual parece indicado acercarse a las figuras de Trimmborn y Eckert
para entender su interés por el estudio del Valle del Cauca, sin haber siquiera dejado su
17 Borja Gómez, 2005 18 Pineda, 1987; Pág. 89
Capítulo (…) 29
natal Alemania, ni conocer el paisaje y el medio ambiente en que estas sociedades se
desarrollaron. Borja Gómez ofrece razones de tipo histórico y político que es necesario
examinar desde diferentes perspectivas. Sin embargo, el análisis presentado por estos
dos etnólogos muestra elementos comunes con un área cultural mucho más extensa que
el actual territorio colombiano, ampliando las fronteras ideológicas a comunidades
ecuatorianas que han sido estudiadas de cerca definiendo la función ideológica de la
guerra como una forma de l egitimización del poder en l as sociedades del Valle del
Cauca.
En este capítulo se han presentado las investigaciones arqueológicas de la región así
como las crónicas y relatos. Llama la atención cómo los estudios de Eckert y Trimborn, a
pesar de algunas imprecisiones, son de gran utilidad para el presente estudio por estar
vinculados a los procesos de comunicación generados por la portabilidad de l as
narigueras en las sociedades prehispánicas, parte central de la pregunta de esta
investigación. Pineda, por su parte, argumenta que “el papel de las casas del jaguar o
templos del jaguar está por investigarse en las culturas amerindias; pero posiblemente
fue fundamental en la formación de sociedades estratificadas en Suramérica, y aún en la
conformación y expansión del territorio Inca”19
19 Pineda, 1987; Pág. 99
y que “la idea de u nos cacicazgos
prehispánicos con poblaciones sedentarias, disputándose entre sí los variados ambientes
ecológicos, con ciertas relaciones de comercio exterior entre sí, determinadas por los
micro-ambientes, cada uno con su propia cultura y en constante guerra, podría sustituirse
por un modelo social global inestable y conflictivo, en el cual los diversos señores
compiten entre sí por el predominio de sus propios proyectos rituales, entre los cuales la
guerra y el canibalismo son solamente una d e las alternativas de a cción social. En
términos de los modelos de organización política local, esto significa que posiblemente el
poder de los caciques tuvo diversos fundamentos rituales y ceremoniales, y no
exclusivamente el guerrero o militar. Ante la generación de una situación de violencia y
muerte generalizada en el momento del contacto, las culturas nativas diseñaron también,
una estrategia de combate, conformando sus propios espacios de muerte en el interior y
alrededor de las malocas. Con ello probablemente buscaban recrear un umbral de
30 El gesto animal y el objeto humano
transformación y generación de sentido, una propiedad, y amedrentar a los españoles.”20
En el sur de Colombia se muestra la imaginería del felino en su relación simbólica con la
agresividad y la violencia; según las crónicas, para frenar la ocupación europea en
Colombia el hombre tigre viene a defender a los indígenas de los ataques españoles, se
transforma en jaguar por medio del chamanismo para combatir al hombre blanco
(Pineda, 1987).
20 Pineda, 1987; Pág. 105
Capítulo (…) 31
2. Capítulo 2: El gesto animal y el objeto humano
La presente investigación busca explorar la funcionalidad, materialidad y portabilidad de
las narigueras de la colección del Museo del Oro. Es por esto que es necesario definir el
concepto de portabilidad y enmarcarlo desde una teoría antropológica. La portabilidad
desde la funcionalidad de un ob jeto de uso corporal comprende la forma en q ué los
objetos se adaptan a la anatomía del rostro y cómo estos se llevan puestos. Es decir, sí
en el caso de las narigueras era necesaria la perforación del tabique nasal o sí
simplemente se insertaban y se ajustaban a presión. El tamaño de las narigueras varía
de pieza en pieza; las hay pequeñas y sencillas; fáciles de llevar y repetidas muchas
veces gracias al desarrollo de t ecnologías metalúrgicas; las hay únicas y muy
elaboradas; zoomorfas, antropomorfas; de formas geométricas y abstractas; planas y
volumétricas; con placas, cuentas de piedra y objetos colgantes muy brillantes que
atrapaban la luz y producían sonidos. Algunas dividen el rostro en dos partes; otras
enmarcan los ojos y los pómulos; otras son de superficies muy pulidas y reflejan como
espejos; otras ponen de manifiesto el aliento de qui en las porta y otras cubren
completamente la boca, ocultando el rostro de su portador y cambiando el timbre de su
voz, aumentando el dramatismo de la puesta en escena. Desde la portabilidad, se
propone el estudio exploratorio de las piezas de adorno corporal en la relación gesto-
32 El gesto animal y el objeto humano
objeto y se plantea la aplicación de l os enfoques de la antropología del cuerpo y el
perspectivismo amerindio como marco conceptual de referencia de este análisis.
En contraste con la arqueología clásica, en l a cual el cuerpo se presenta solamente
desde una dimensión física, la antropología del cuerpo, desarrollada bajo la influencia de
la fenomenología, presenta un nuevo enfoque que entiende el cuerpo desde una
dimensión social y dinámica en asociación con la cultura material, la acción humana y la
identidad (Joyce, 2005). El primer referente teórico es Marcel Mauss, quien en su artículo
“Técnicas del cuerpo” (1936) analiza cómo los individuos en un grupo social comparten
ciertos movimientos corporales propios y cómo estos se diferencian de uno a otro. Este
repertorio de movimientos específicos lo define Mauss como habitus, una habilidad
corporal adquirida por un individuo para hacer uso de su cuerpo en un grupo social. Se
trata de un enf oque de construcción cultural del propio cuerpo, ya que el habitus está
determinado por el género, la edad, su posición, el acceso a l a educación, nivel de
prestigio etc. Cuando Mauss afirma, el cuerpo es el primer y más natural instrumento de
acción humana, le otorga al cuerpo la facultad de actuar como una herramienta social,
empleada para transmitir y reproducir valores y tradiciones. Sus observaciones muestran
entonces que la acción humana está determinada por la aprehensión de técnicas del
cuerpo, - sean estas permitidas, no permitidas, naturales o ajenas al grupo al que
pertenece y al lugar que ocupa en éste. En este enfoque, el cuerpo es una construcción
dinámica de una serie de acciones y movimientos corporales y tradicionales inscritos en
un grupo social y mediado por un objetivo o por un objeto.
La noción del cuerpo de Mauss presenta entonces un cuerpo definido por la cultura de la
siguiente manera: “En muchas sociedades el cuerpo y la manera como es construido y
pensado constituyen la base para la configuración de los conceptos y prácticas de casa,
territorio y cosmos. Los diversos componentes del cosmos y de la casa, la cual es, a su
vez, un modelo del universo, se designan con metáforas del cuerpo. Se vive en el
“ombligo del mundo”, o en la casa que semeja una gran madre, o una mujer en cuclillas
en proceso de parto.”21
21 Pineda, 2006; Pág. 26
Es decir, que cuando la acción física está acompañada de la
palabra, el gesto y el objeto, aparece la acción mágico-religiosa, por la cual se configura
Capítulo (…) 33
la acción tradicional-ritual (Mauss). El gran despliegue de o bjetos orfebres de adorno
corporal de la colección del Museo del Oro: diademas, pectorales, narigueras, brazaletes,
colgantes, adornos para las orejas, los labios, la quijada o los órganos sexuales
transformaban no solo la apariencia de quien los portaba, sino que construían un
individuo. Pineda (2006), a partir de la información etnohistórica, no considera el atuendo
como un conjunto objetos de a dorno personal, sino como una “segunda piel” que
transforma el cuerpo físico en un cuerpo sagrado: “Los miembros de las sociedades
indígenas asumen diversas identidades a lo largo de su vida. Durante el curso de su
historia personal, tienen y transmiten variados nombres, participan en r itos de pas o y
otras ceremonias, y se sirven de pinturas, tatuajes y otros adornos corporales para
marcar sus propias identidades, construyendo de esta forma su propio cuerpo. Las
pinturas, los adornos, los tatuajes y otras formas de modificación del cuerpo son una
especie de segunda piel, sin la cual no es concebible la naturaleza humana. Nuestra
segunda piel es a la vez la expresión y puente de la vida social, vía de acceso a nuestra
participación en la vida ritual y ceremonial.”22
Figura 2-1: Reconstrucción de un atuendo Calima (Museo del Oro)
22 Pineda, 2005; Pág. 26
34 El gesto animal y el objeto humano
La reconstrucción del atuendo de la Figura 2-1 muestra una forma de presentar el cuerpo
en un grupo social, un cuerpo que se construye y reproduce una red de estructuras de
pensamiento, creencias e ideologías, transformándose así en un “cuerpo estructural”
(Noland, 2009). Desde la antropología del cuerpo, la transmisión de ideas, al ser parte de
una categorización social, va mucho más allá de l a ideología y se aloja en prácticas
corporales de sujetos culturales, quienes experimentan de manera sensorial la
aprehensión de i deas y creencias (Joyce 2005). La antropología del cuerpo permite
definir el atuendo prehispánico como un acto de extensión e inscripción del cuerpo
culturalmente construido a través de experiencias de tipo sensorial y emocional, ya que el
atuendo y los objetos de adorno corporal no s olo disponen de un valor simbólico sino
también de un valor experiencial y performativo.
A partir de Mauss se ha establecido un campo de estudio dedicado al gesto, definido
como una técnica corporal que e s al mismo tiempo biológica, social y psicológica
(Noland, 2009), dotada de una capacidad de inferencia en la construcción de valores y
tradiciones, así como de ciertas prácticas corporales. El gesto define el cuerpo y el rostro
igual que un documento, registra un lenguaje que corresponde a cierto tipo de individuo o
grupo social. El análisis del atuendo debe incorporar el gesto facial y corporal no
solamente como una expresión de movimiento del cuerpo, sino como agente
comunicador.
El segundo referente que define el marco conceptual de l a investigación desde la
antropología del cuerpo es el performance. A partir de Mauss, el performance se define
como la puesta en escena de un cuerpo en movimiento. Por medio del performance, se
crea un mecanismo productor y receptor de narrativas y rituales, ya que su repetición y
reproducción dentro de un grupo social establece un amplio rango de gestos,
experiencias y tradiciones. El gesto y el performance, al ser técnicas del cuerpo,
expresan una serie de formas aprendidas que comunican un mensaje. Esto lleva a la
conclusión que todos los gestos son performativos, comunicativos y tienen un carácter
repetitivo y anticipatorio. De acuerdo con la materialidad de las piezas de orfebrería, las
técnicas de producción y su durabilidad, estos objetos podrían seguir ciertas pautas de
diseño, forma o dimensiones que determinarían su función. Esto es debido a que una
técnica del cuerpo, una acción o un gesto, se encuentran registrados en la memoria
física, material y cultural de un pueblo y juegan un importante papel en la transmisión y
reproducción de tradiciones en un amplio sistema de organización social. Ya que este
Capítulo (…) 35
acto de transmisión es definitivo para mantener las diferencias y la cohesión dentro de
una organización social (Noland, 2009), éste es muchas veces ritualizado. Mattheus
(2005) añade que los gestos y prácticas corporales, no son solamente consecuencias de
la compleja red de relaciones que se establecen en una sociedad, sino que además son
una propiedad de estas, ya que existen y operan dentro de una estructura social. La
percepción del mundo de un grupo social es el aspecto más fundamental de cualquier
estudio de gestos, ya que el mundo se conoce a través de nuestro cuerpo y ésta es una
experiencia sensorial y emotiva.
El gesto no es solamente un movimiento corporal, sino una acción entendida por otros.
Las técnicas gestuales o per formativas son sociales y comunicativas. Es un discurso
emocional de n arración material. No podemos reconstruir el pasado, pero podemos
reconocer la importancia de estos objetos en la construcción de gestos y en la forma de
entender el mundo. La respuesta emotiva percibida está inscrita en l as prácticas
corporales y es inseparable de estas. Los gestos están inscritos en la interacción: cara a
cara, cuerpo a cuerpo, se trata de emociones que surgen desde la percepción de estas
acciones en un contexto social con hábitos colectivos: “El objeto y los gestos a los cuales
está asociado, refuerza y transforma el contexto en el cual se genera y opera bajo ciertas
condiciones de opción o restricción.”23
La investigación del gesto en las narigueras prehispánicas es una exploración en dos
direcciones; por un lado, el tipo de sujeto que el objeto estaba construyendo y al mismo
tiempo el tipo de objeto que el sujeto estaba construyendo. Esta exploración se construye
a partir del escenario creado por el portador para un público espectador. En este punto
Turner se presenta apropiado cuando afirma: “La superficie del cuerpo es la frontera
común de la sociedad, el ser social y el individuo psico-biológico y se convierte en el
escenario simbólico sobre el cual se actúa el drama de l a socialización; el adorno
corporal se convierte en el lenguaje en el que es tá expresado.”
24
23 Matthews, 2005; Pág. 9 (Traducción libre)
El adorno es una
presentación y representación pública en los grupos sociales, ya que c onstruye un
lenguaje por el cual se elaboran, simbolizan y expresan prácticas colectivas. El adorno
además estructura percepciones, emociones, decisiones, acciones y lógicas de
24 Turner, Terence: The social skin. En: Cherfas J. Y Lewin R.: Not work alone: A cross-cultural view of activities superfluous to survival. Pág. 112
36 El gesto animal y el objeto humano
pensamiento: “No basta con tener un cuerpo humano para diferenciarse de otras gentes
del Cosmos, hay que comportarse como gente verdadera.”25
2.1 Las narigueras: Un estudio etnográfico
De esta forma se
desdibujan las fronteras entre sujeto y objeto y se establece un nuevo cuerpo.
A partir del enfoque de la antropología del cuerpo resulta pertinente incluir algunos
estudios etnográficos de adorno corporal en la región, relacionados con las narigueras
prehispánicas del Valle del Cauca. El primero de ellos es el trabajo de campo de Astrid
Ulloa entre los Emberá. En Colombia, los Emberá son el grupo indígena de mayor
dispersión territorial, habitando los departamentos de Chocó, Risaralda, Valle del Cauca,
Cauca, Antioquia, Córdoba y Nariño. Entre ellos, la pintura corporal identifica el origen
territorial de la persona en el rostro, mostrando si es de río o de montaña.26 Ulloa, en su
trabajo de campo en los ríos Uva y Bojayá, en la zona del Chamí del Alto Andagueda,
realizado entre abril y mayo de 1986, analiza la última comunidad que aún conservaba el
uso de pintura facial, a pesar de las prohibiciones de misioneros y catequizadores. En su
trabajo concluye que l a pintura facial tiene dos funciones, una de adorno y otra de
comunicación. En las gráficas que acompañan su trabajo de campo llama la atención el
uso de ciertos adornos denominados chidichidi, utilizados en ese momento en la zona del
Atrato, portados como aretes tanto por hombres y mujeres, los cuales se ilustran en la
figura 2-3 y que consisten en una placa martillada semilunar con un gancho superior a la
que unen en su parte inferior una s erie de placas colgantes alargadas denominadas
perreperre.27
25 Franky, Carlos Eduardo y Mahecha, Dany: Noción de cuerpo y persona entre los nukak baká, gente verdadera de la Amazonía colombiana. En: Cuerpos amerindios: Arte y Cultura de l as modificaciones corporales. María Alicia Uribe Villegas (Editora) 1979, p. 115-126
Según Ulloa, los hombres se encargan de elaborar estos adornos y las
mujeres de finalizarlos: “Se toman monedas de a peso o de diez, las cuales se aplanan
con ayuda de un martillo hasta obtener tres veces su tamaño inicial; una vez obtenida la
lámina se procede a diseñar con un modelo de base semicircular para luego ser partido
con un machete. De igual manera se elaboran los “perre perre” que son los colgantes de
26 Ulloa, 1986. 27 Ulloa,1992, pág. 118
Capítulo (…) 37
las placas. Una vez elaboradas todas las partes, es la mujer la que le da la estructura
final al arete tejiendo el aro que va del oído a los colgantes.”28
Estos aretes son la herencia formal de las narigueras semilunares con placas colgantes
del estilo Yotoco de la figura 2-2, y la continuidad de ciertos contenidos y significados que
desconocemos, ya que no disponemos de información adicional acerca del origen y el
significado de estas palabras.
Figura 2-2: MO07539 Nariguera semilunar Yotoco con placas colgantes
Figura 2-3: Diferentes diseños de Chidi chidi (placa semilunar) y perre perre (placa colgante unida a un chidi chidi) 29
28 Ulloa,1992, pág. 117 29 ídem, pág. 118
38 El gesto animal y el objeto humano
Podría pensarse que la prohibición del uso de las narigueras y de la pintura facial30
El explorador sueco Henry Wassén (1949), citado por Morales (1987), relata que cuando
los hombres bebían, con una mano sujetaban la nariguera mientras que con la otra,
acercaban la totuma a l a boca. Las fuentes documentales de l a colonia describen la
nariguera de los caciques como una gran lámina de oro en forma de media luna. Los
hombres y mujeres llevaban un anillo grueso y pequeño. Las informaciones precedentes
indican dos clases de ornamentos de acuerdo con el estatus temporal de los sailás, con
respecto a los demás miembros del grupo, así como el uso de narigueras por parte de
hombres y mujeres en el Darién por el año de1681. Testimonio de este relato son las
figuras cerámicas 2-4, 2-5 y 2 -6, las cuales muestran el uso de n arigueras anulares
gruesas y en algunos casos de doble nariguera.
por
parte de los misioneros llevó a que los Emberá reformularan la portabilidad de estos
objetos de una forma “aceptada” por los estándares estéticos y morales de los católicos,
como una forma de resistencia a la adopción a las nuevas ideologías.
Figura 2-4: MOC01043 Máscara Sonso; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 2-5: MOO04255 (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 2-6: MOC13505 Vasija Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
Morales (1987) explica la importancia del uso de narigueras en las niñas cuna del Golfo
de Urabá, como alusión a la figura del sol personificado en Ibelel, héroe transformador
30 Ulloa y Morales
Capítulo (…) 39
vestido de oro. “Los tule o cuna de la región Urabá, Darién y el archipiélago de San Blas
son en la actualidad el único grupo indígena en Suramérica, cuyas mujeres usan
narigueras de oro permanentemente… En el caso de los tule las narigueras de oro y
plata dejaron de ser parte de la indumentaria masculina desde 1853 y solo quedaron
como adorno de las mujeres”31. En las niñas, el uso de las narigueras comienza a muy
temprana edad. A los dos años se perfora el tabique nasal con una aguja gruesa de
metal, dejando un hilo insertado para evitar que el agujero se cierre antes de insertar la
nariguera: “Actualmente la nariguera la compran los padres en Turbo, Medellín, o las
islas de San Blas. El precio promedio es de $30.000 hecha en oro de 18 quilates.”32 No
está claro para el investigador la razón por la cual las mujeres siguen llevando narigueras
de oro. Sin embargo, algunos informantes lo relacionan con el hecho de que una nueva
pareja decida establecer su residencia en c asa de los parientes: “En tal sentido, las
mujeres representan cierta capacidad de control sobre los hombres para evitar relaciones
sexuales prohibidas, asimilables a l as existentes antes de l a venida de I beorgun. La
mujer, vendría a ser la asignación apropiada de un líquido seminal bien destinado, es
decir dentro del cauce de relaciones sexuales no incestuosas, y por otra parte, la
expresión de que es la mujer tule concretamente la que debe recibir el semen de
hombres tules (simbolizado en su oro) y no d e otros.”33 Wassén y otros informantes,
relacionan la nariguera anular con el héroe solar Ibelel y la transmisión de s u historia.
“Hoy día se aprecia cierta preferencia estética entre las mujeres por unas narigueras
pequeñas, gruesas que poco sobresalen de la nariz. Algunas mujeres casadas pueden
obtener una o dos narigueras a través del tiempo, y lo logran como regalos o presentes
de sus esposos.”34
Morales titula su artículo “Oro, control al incesto y cultura entre los cuna” dejando
entrever el uso del oro de l as narigueras como una forma de control y también de
protección de l as niñas y mujeres. Reichel Dolmatoff (1978), por su parte, establece
paralelos entre los principios fundamentales de las ideologías Kogi y Paéz con respecto a
los problemas alrededor del sexo y el incesto y su relación con el jaguar.
35
31 Morales, 1987. Pág. 273
Así mismo,
32 Idem 33 Idem 34 Morales. Pág. 273 35 Reichel Dolmatoff, Pág. 67
40 El gesto animal y el objeto humano
menciona algunos textos e información obtenidos entre los Desana y Tukano al respecto:
“Aunque el principal objetivo para un hombre jaguar sea matar a sus enemigos, los
informantes añaden que también ataca a las mujeres…En general se describía a l os
agresores como hombres jaguar de o tros grupos tribales con los que no e xistían
relaciones conyugales interinstitucionalizadas; en los casos en que eran del mismo grupo
(tucano) sus agresiones sexuales eran de índole incestuosa, ya que los hombres jaguar
atacaban a hembras parientas de su propia unidad exogámica.”36
A la llegada de los españoles en la región del Valle del Cauca se reportaba su uso tanto
en hombres como en mujeres
37
2.2 El gesto animal y el objeto humano
, así como en los mitos de incesto y robo del oro. ¿Puede
quizás hablarse de una protección y defensa ante ellos? ¿Es posible explicar el uso de
las narigueras bajo la función de protección que confieren los atributos del héroe solar
Ibelel? Una forma de explicar la continuidad de ciertos motivos formales de la tradición
cultural material de los emberá y los cuna, podría ser a partir del gesto registrado en la
memoria cultural y material de un pueblo, sirviendo como agente de identidad y cohesión
social.
Debido a la falta de datos históricos y registros arqueológicos resulta difícil entender la
funcionalidad de las narigueras en los contextos prehispánicos. Como un acercamiento a
su funcionalidad desde este estudio exploratorio se presenta el enfoque del
perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros de Castro38. Desde este enfoque, los
animales son gente o se ven a sí mismos como gente; un concepto que casi siempre
está relacionado con la idea de que el cuerpo es entendido como una exterioridad o el
mero envoltorio o r opaje de una interioridad que sólo es visible a l os ojos de ciertas
especies o de ciertos individuos, como los chamanes. Esta noción de ropaje es sinónimo
de metamorfosis, un proceso que se manifiesta de forma recurrente en las sociedades de
la Amazonia, regidas por el cambio constante39
36 Idem, pág. 125
y la idea de que el ropaje o el atuendo es
37 Crónicas del Perú 38 1998 39 Viveiros de Castro, 1998, pag.471
Capítulo (…) 41
el cuerpo mismo40, ya que es la exterioridad que se percibe: “El cuerpo se presenta como
el gran diferenciador en las cosmologías de la Amazonia. Resulta plausible llegar a un
mejor entendimiento de la razón de ser de las diversas categorías de individuo, sean
éstas personales, sociales o cosmológicas, a partir de que sean expresadas de manera
frecuente por medio de lenguajes corporales, particularmente por medio de prácticas
alimentarias y pintura corporal.” 41
El perspectivismo hace énfasis en la particularización de las exterioridades por medio del
gesto, las prácticas corporales y el adorno personal. Este tipo de prácticas involucran en
su mayoría especies animales que tienen un rol simbólico y físico de predadores, así
como las especies que son presa del humano predador. Esta interrelación entre objeto-
presa y sujeto-predador se refleja en la forma en qué los humanos perciben la
naturaleza, los animales, los objetos, etc. y es muy diferente a la forma en que ellos
mismos se ven. Es por ello que desde esta perspectiva se podría entender el objeto
(adorno, gesto, práctica corporal, performance) como el sujeto que realiza la acción, ya
que encarna o exterioriza el gesto animal; mientras que el sujeto (individuo), al ser el
portador se convierte en objeto. Se trata de una intrincada relación entre el
comportamiento humano y animal y que demuestra que todo el conjunto de sujetos
(gestos, hábitos, prácticas corporales, adornos) que constituyen un cuerpo es en realidad
el lugar en el que emergen la identidad y la alteridad o diferencia. Definir una identidad o
una alteridad permite la difusión y aceptación de ideas y valores sociales. El cuerpo es
entonces un objeto social.
Sin embargo, el énfasis de las culturas amerindias en la construcción social del cuerpo
debe ser entendido como la construcción y producción de un cuerpo humano altamente
diferenciado no s olo de ot ros humanos, sino de ot ras especies animales: “El cuerpo,
como lugar de diferenciación de perspectiva, debe ser diferenciado en el más alto nivel,
para poder expresar ésta diferencia de forma completa.” 42
40 Idem, pág. 482
El cuerpo humano puede ser
percibido como el punto de encuentro de lo humano y lo animal.
41 Idem, pág. 479 (Traducción libre) 42 Idem, pág. 480 (Traducción libre)
42 El gesto animal y el objeto humano
"El cuerpo es la herramienta fundamental de expresión del sujeto y al mismo tiempo, el
objeto por excelencia, con el cual se presenta a los ojos del otro. No es casualidad,
entonces, que la máxima objetivación social de los cuerpos, su máxima particularización,
expresada en la decoración y exhibición ritual, sea al mismo tiempo la máxima
animalización, el momento en que los cuerpos están cubiertos por plumas, colores,
diseños, máscaras y otras extensiones animales. El hombre vestido como un animal para
el ritual, es la contraparte al animal sobrenaturalmente desnudo." 43
El cuerpo amerindio
es un generador de emociones, sentimientos y conocimientos, y por medio de estos se
construye y se transforma continuamente. Esto se explica en el énfasis de los grupos
amerindios en los métodos de construcción permanente del cuerpo o en la construcción
de una noción de parentesco entre individuos a partir del intercambio de secreciones
corporales y sobre todo en la forma de localizar la memoria y el conocimiento colectivos
en el cuerpo. Los gestos y los actos performativos tienen de esta forma una conexión
intrínseca con el cambio constante y la metamorfosis. El gesto, el performance y el objeto
construyen el cuerpo desde la exterioridad, ya que la interioridad ya está dada. Esta
exterioridad se construye entonces a partir del modelo de los cuerpos animales.
2.2.1 El gesto y el performance
A pesar de la falta de información y de contextos arqueológicos, puede sin embargo,
afirmarse que existe un común denominador de l os objetos orfebres y cerámicos del
Valle del Cauca, siendo éste la constante presencia, detallada observación y
conocimiento del mundo animal. Las tipologías de narigueras, colgantes, cuentas de
collar, diademas, pectorales, alcarrazas, vasijas y estatuillas cerámicas retratan los
rasgos animales de diversas maneras, a menudo en directa relación con un conjunto de
metáforas y taxonomías (Levy Strauss), que constituían la razón de ser de estos objetos.
En Yotoco y Malagana se presenta una fuerte correspondencia entre las alcarrazas
cerámicas y las piezas orfebres: Los motivos comprenden "mamíferos, aves, reptiles,
anfibios, insectos y gasterópodos; asociaciones entre animales; relaciones entre figuras
humanas y figuras animales; figuras antropozoomorfas cuyos rostros, de semblantes
43 Viveiros de Castro, 1998; pág 480 (Traducción libre)
Capítulo (…) 43
humanos y rasgos animales tienen boca.”44
No existen razones obvias dentro de una cultura para dar significaciones a cierto animal,
utilizar su comportamiento o apariencia en su razonamiento simbólico; estos deben ser
estudiados como un cultural appraisal, su valor cultural estimado
Desde el perspectivismo amerindio se
entienden este tipo de m otivos y contenidos: El hombre-cocodrilo, el hombre-ave, el
hombre-murciélago, el hombre-felino etc., como un sistema de relaciones dinámicas y
comportamientos versátiles entre humanos y animales, habitantes de un mismo paisaje.
45. La discusión está en
que el animal no se toma por sus condiciones naturales, sino por la construcción cultural
que de él se hace. Las especies no son un producto natural, sino producto de una
clasificación, un proceso de ordenamiento que crea y mantiene el potencial para el uso
de metáforas. El uso de los animales es producto de una clasificación que permite definir
las imágenes, símbolos o metáforas que el animal ofrece. Levy Strauss (1964) explica el
sentido del conocimiento y clasificación del hombre primitivo como una taxonomía de la
memoria; como los hábitos, gestos, atributos y especies de a nimales y plantas que
construyen y constituyen la memoria colectiva de un pueblo.46
El imaginario de la fauna documentada en la cultura material de la región es una forma
de inscribir conocimiento taxonómico, restringido o compartido a ciertos individuos de un
grupo social. Los motivos zoomorfos y antropozoomorfos están presentes en las
ostentosas narigueras semilunares de la muestra; piezas que cubren la boca, quijada y
algunas veces también el cuello de s u portador, provistas de un remate recto que se
inserta en el tabique nasal y que inclina ligeramente la nariguera, alejándola de la boca.
Son piezas únicas que bien podrían definirse como mouth masks, máscaras para la
boca, siguiendo la clasificación de McEwan y Haberli47
44 Legast, 1993; pág. 25
; quienes analizan en su artículo
“Ancestors Past but Present, Gold Diadems from the Far South Coast of Peru” un
hallazgo de ajuares funerarios, diademas martilladas y repujadas pertenecientes a una
tradición metalúrgica preincaica en la costa Sur del Perú. Al igual que algunas narigueras
semilunares, las piezas de este estudio presentan motivos de rostros humanos y
45 (Traducción libre) 46 Pág. 34 47 2000, pág. 16
44 El gesto animal y el objeto humano
características animales. El uso del término mouth masks48
Ligado al énfasis en el hombre felino, documentado por cronistas de la época, el mundo
de los insectos se presenta de múltiples formas en la tradición del Valle del Cauca. Bray
(2005) y Legast (1993, 1995, 1998) observan en sus investigaciones el interés que se
tenía en la región por representar todos los estadios de transformación de himenópteros
y coleópteros. Larvas, crisálidas e insectos adultos se encuentran plasmados en cuentas
de collar, alcarrazas y narigueras: La f igura 2-7 muestra una alcarraza Malagana en
forma de larva mojojoi, identificada por el color de su cabeza, diferente al resto de su
grueso cuerpo; y reproducida en las narigueras anulares gruesas (Figura 2-8) de Yotoco,
Malagana y Sonso.
resulta bastante apropiado
para designar la funcionalidad de las narigueras con respecto al conjunto de gestos y
movimientos corporales puestos en escena por su portador. McEwan y Haberli
observaron además que la diversidad de formas y tamaños de las piezas del hallazgo
sugieren que no existía una estandarización rígida de la producción y que estas
diferencias también pueden ser explicadas por la variación en la producción artística de
un artesano o taller orfebre a otro o una diferencia definida por el cambio de valle. La
misma diversidad de tamaño, decoración, forma y número de placas colgantes o “barbas”
presentes en las narigueras semilunares de la muestra del Museo del Oro, lleva a pensar
en piezas hechas a la medida. Al cubrir estas mouth masks la boca y la quijada de su
portador, ocultaban y controlaban por completo la expresión facial ante los espectadores,
definían el gesto, alteraban el timbre de voz, o detenían incluso algún tipo de
secreciones nasales por el consumo de sustancias psicoactivas.
Figura 2-7: MOC13067 Alcarraza Malagana; Dimensiones: 12x16,3cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 2-8: Narigueras anulares gruesas (Fotografía: Bray (2005)
48 McEwan, Collin y Haberli, Joerg: Ancestors Past but Present, Gold Diadems from the Far South Coast of Peru; pág. 16
Capítulo (…) 45
No existe información documentada acerca del rol de los insectos para estos grupos
sociales, por ello el acercamiento a estos objetos debe hacerse desde las analogías
etnográficas en comunidades actuales. Las larvas, además de ser una importante fuente
nutritiva en los hábitos alimenticios de c iertos grupos indígenas como los andoke o los
nukak del Guaviare durante períodos de escasez, son también de gran utilidad en “la
elección de los terrenos para plantíos y para construir diferentes campamentos
semipermanentes de cacería o de recolección en la selva.”49
Los cronistas no hacen referencia al mundo de los insectos. Bray (2005), por su parte,
afirma que la razón por la cual existen numerosas representaciones de ellos no se debe
a ser fuente alimenticia, ya que otros animales, cuya carne era bien apreciada, como el
venado, el tapir o la danta, no fueron representados de esta forma. La razón fundamental
de su representación parece radicar en mitos de origen a partir de la transformación de
un ser en otro, tomando como modelo la metamorfosis del mundo animal.
Las figuras 2-9 y 2-11 corresponden a alcarrazas Yotoco que podrían haber sido
modeladas a partir de la forma del cuerpo de una hormiga o avispa. No podemos saber a
ciencia cierta el significado o la importancia iconográfica de estas piezas, sin embargo, es
notoria la presencia de gran variedad de larvas e insectos en Yotoco, Malagana y Sonso,
como lo documenta la vasija de la figura 2-11, la nariguera anular gruesa Yotoco
decorada en forma de larva de la figura 2-10.
Figura 2-9: MOC00013 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 13,8x13,5 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
49 Jara, 1996
46 El gesto animal y el objeto humano
Figura 2-10: MOO04255 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 2-11: MOC00804 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 14,6x10,8 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
Entre los andoke, el origen de l os clanes patrimoniales está relacionado con el
conocimiento de las especies y su comportamiento social: “Los mitos andoke que dan
cuenta del origen de los rasgos fundamentales de l a organización social discurren al
mismo tiempo acerca del origen de algunas especies animales.”50
Figura 2-12: MOC13470 Vasija Sonso; Longitud: 79 cm; (Fotografía Bray, 2005, VI.46, pág. 252)
El abejorro por ejemplo, tiene su mito de origen como una especie que emerge de las
fosas nasales del ocelote. Avispas, gusanos y siete especies de abejas surgen de las
fosas nasales del jaguar.51
50 Jara, pág 219
No obstante, “las categorías taxonómicas no s on
necesariamente accesibles a toda la población. Algunas de estas estructuras cognitivas
son propiedad de especialistas tales como chamanes, curanderos, especialistas rituales
51 Jara
Capítulo (…) 47
o cualquier otro tipo de especialista que deba mantener un conocimiento detallado de un
nicho ecológico en especial. ”52
Figura 2-13: Narigueras semilunares con placas colgantes Yotoco (Fotografías: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
Este conocimiento y categorías podrían también haber sido dominio de los orfebres y
alfareros de la élite. Las fosas nasales como orificios vitales por excelencia se podrían
pensar como un canal de exteriorización del proceso de metamorfosis y poder generativo
de los coleópteros e himenópteros. Máscaras, vasijas y estatuillas cerámicas dan
testimonio de la importancia del uso de narigueras anulares en Sonso. La diversidad y
despliegue de las narigueras semilunares o mouth masks de Yotoco, objetos del gesto y
el performance y por ende de la transformación podrían en este contexto asociarse con
ciertos himenópteros. La forma desplegada de estas narigueras y las múltiples placas
colgantes que resuenan con los movimientos de s u portador asemejan las alas
extendidas y el zumbido de insectos en pleno vuelo (Figura 2-13).
La reproducción de los coleópteros es entre los andoke una actividad completamente
masculina, en la que las larvas hembra no existen, todas son machos y al mismo tiempo
padres de las larvas mojojoi. La generación está asociada a poderes chamanísticos de
transformación. La metamorfosis de las larvas se relaciona con un proceso chamánico y
52 idem; pág. 217
48 El gesto animal y el objeto humano
una expresión del poder mágico; la transformación se manifiesta además con el cambio
de hábitat de cada estadio: La larva habita lugares húmedos y medios acuosos, el
insecto adulto vuela. El poder auto-generativo de los coleópteros se relaciona con las
prácticas endogámicas y exogámicas de las sociedades Desana del Vaupés y Andoke,
conceptos arraigados en el orden social de estos grupos: Los coleópteros de la familia
Dynastinae, conocidos como Rynchophorus Palmarum53 o mojojoi, pueden ser cultivados
para su consumo: “Los andoke talan palmas y las preparan haciendo incisiones en el
tronco para facilitar la entrada de los coleópteros que depositan sus huevos en la
pulpa.”54 Los procesos de polinización de las palmas “ofrecen a los Desana, grupo
tukano del Vaupés, un modelo simbólico para la discusión de las prácticas exogámicas.
Prácticas que están fuertemente ancladas en la historia de las sociedades indígenas del
Vaupés. La participación de los coleópteros en la polinización de las palmas es asimilada
a las reglas exogámicas de matrimonio que prevalecen entre los Desana. Las palmas
Socratea Exorrhisa son hermafroditas y la polinización es vista como un acto incestuoso
que en la sociedad Desana es asociado con los peligros de la endogamia.”55
Por su parte “en la mitología (de los andoke), las alianzas entre clanes son reputadas
problemáticas, al mismo tiempo que se expresa la preferencia por los matrimonios dentro
del clan. Los clanes más fuertes habrían contado con 20 o 30 malocas. Los matrimonios
exogámicos eran aparentemente el resultado de alianzas temporales entre estos clanes.
La abducción de mujeres era uno de los motivos más recurrentes de los conflictos
endémicos entre los clanes.“
56
La herencia cultural de las narigueras de Yotoco, Malagana y Sonso, presente en los
Cuna, del Golfo de Urabá, no ha podido ser aclarada. Morales (1997) recopila de algunos
informantes la razón por la cual las mujeres siguen llevando narigueras. Según ellos, la
nariguera está relacionada con el establecimiento de una nueva pareja en casa de los
parientes; el uso de la nariguera fungiría como expresión de control de las relaciones
sexuales. La mujer tule es la receptora del semen de los hombres tules y no de otros. El
oro, con el que s e elaboran las narigueras, es el semen del sol o I belel, “el héroe
53 Legast 54 Jara, 1996; pág. 225 55 idem, pág 226 56 idem, pág. 213
Capítulo (…) 49
transformador vestido de oro.”57
2.2.2 El gesto felino
La nariguera sería en la sociedad Cuna el gesto de
pertenencia a un linaje y al mismo tiempo un gesto de territorialidad.
Las narigueras de la región del Valle del Cauca presentan para algunos investigadores
formas zoomorfas y gestos felinos.58
Los felinos son considerados como los animales más carnívoros y se caracterizan por
sus colmillos inferiores de forma cónica y puntiaguda (Payán y Soto, 2012). Su vista es
seis veces más desarrollada que la de los humanos en condiciones de baja luminosidad
y por estar sus ojos ubicados de frente en su cara pueden calcular con precisión la
distancia a la cual se encuentran sus presas. En Colombia se encuentran seis especies
nativas de felinos de 36 a nivel mundial: El jaguar, el puma, el jaguarundí, el ocelote, el
margay y la oncilla (Payán y Soto). Tanto el puma como el jaguar están presentes en
variadas zonas ecológicas de Colombia. Estos dos felinos ocupan la cima de la cadena
alimenticia, siendo predadores de animales de diversos tamaños y clases: herbívoros
como el venado, omnívoros como los pecaríes, roedores y caimanes. Sus territorios de
caza son extensos y varían de acuerdo a los tiempos de lluvias y sequías.
La transformación de los hombres en jaguares es
sin duda un tema recurrente en la literatura etnográfica en muchas sociedades alrededor
del mundo. Para los habitantes de la Colombia prehispánica, el mundo animal era
concebido como un reflejo de conductas y comportamientos individuales y colectivos, un
mundo compartido en el que l os antiguos pobladores buscaron sus ancestros y sus
orígenes en las estrechas relaciones con los animales (Legast, 1998). En la cultura
material indígena, las representaciones de felinos están frecuentemente asociadas con
los jaguares, debido a los hábitos agresivos de este predador nocturno, su gran tamaño,
su atractivo pelaje y su gran valor simbólico. La etnografía muestra cómo el significado
de la imaginería felina sobrepasa lo físico para trascender en lo mágico religioso. Sin
embargo, el uso de la imaginería felina en el material arqueológico no es siempre
comprensible.
57 Morales, pág. 273 58 Ver Capítulo 1
50 El gesto animal y el objeto humano
El jaguar (panthera onca), el felino de m ayor tamaño del continente americano, se
encuentra actualmente en el Amazonas, Chocó, Orinoco y el Caribe. Habita bosques de
altura no superior a 2.000 m.s.n.m., así como ríos, ciénagas, sabanas y playones, donde
comparte su hábitat con otros felinos (Payán y Soto, 2012). Vive en promedio 15 años, su
piel es amarilla con formas y puntos negros y su peso promedio es de 50 a 77 Kg. en las
hembras y de 70 a 100 Kg. en los machos. Los jaguares tienen una dieta carnívora,
alimentándose de cualquier animal que puedan atrapar, siendo su presa favorita los
pecaríes o dantas. Además tiene la mordida más potente de todos felinos, puede incluso
romper la caparazón de una tortuga de un mordisco y mata por perforación en el cráneo,
asfixia o mordedura en la nuca. El jaguar es hábitos solitarios y territoriales y es un
animal tímido que le huye a l os humanos. El macho vive usualmente con dos o t res
hembras en su territorio, las cuales se reproducen exclusivamente con ese macho.
El puma (puma concolor), también conocido como león, león de montaña o tigre
colorado, es el segundo felino más grande de Colombia después del jaguar y el más
distribuido en América. Habita playas, manglares, bosques y montañas andinas de hasta
4.000 m.s.n.m. Su piel es clara y homogénea y la punta de su cola es de color negro. Las
hembras tienen un peso promedio de 30 a 45 Kg. y los machos de 55 a 75 Kg. El puma
es de hábitos solitarios, activo de día y de noche y vive en un territorio con un promedio
de dos hembras. No ruge y su voz es similar al grito de una mujer. El puma “delimita su
territorio recorriendo caminos y senderos, dejando rascas en el suelo y la hojarasca, con
orina y algunas veces excremento que informan sobre jerarquía, sexo y estado
reproductivo del individuo.”59
El ocelote (leopardus pardalis), muy similar al jaguar, es también conocido como
cunaguaro o tigrillo, es un felino de gran distribución geográfica en el continente
americano y el tercer felino más grande de Colombia. Prefiere un c lima caliente o
temperado, como los bosques tropicales, o los valles de vegetación abundante, donde
caza pequeños mamíferos como monos y guatines, pavos, papagayos y gallináceas, sin
embargo es común encontrarlo en hasta los 2000 m.s.n.m. o incluso en páramos (Payán
y Soto, 2012). Comparte hábitat con jaguares, pumas y margays. Su piel es amarilla con
Se cree que habita un área de aproximadamente 33 hasta
60 Km� (Payán y Soto, 2012), son muy adaptables para la supervivencia en diferentes
hábitats.
59 Payán y Soto. Pág. 26
Capítulo (…) 51
pintas negras. Las hembras tienen un peso promedio de 6 a 9 Kg. y los machos de 8 a
15 Kg. Se caracteriza por su corta cola y las rayas en su cuello. “Los ocelotes son los
únicos tigrillos más grandes a 8 Kg.”60 Sus hábitos son terrestres, solitarios y nocturnos.
En un territorio de entre 5,4 a 90 Km� un macho vive en promedio con dos hembras. Su
voz es “muy similar a la de los gatos domésticos y consiste en maullar y resoplar en
defensa y en la actualidad es el felino más comúnmente mantenido ilegalmente en
cautiverio como mascota.”61
De apariencia similar al ocelote, pero más pequeño, el margay (leopardus weidii) se
encuentra en todo el territorio colombiano. Este pequeño felino de at ractiva piel es
conocido localmente como tigrillo habita selvas y bosques en tierras bajas y comparte su
territorio con jaguares, pumas y ocelotes. Su voz, al igual que la del ocelote, suena como
un gato doméstico. Su piel es amarilla con pintas negras y vientre blanco, su cola es muy
larga y toca el suelo haciendo una curva hacia arriba y sus ojos muy grandes. Las
hembras tienen un peso promedio de 2,3 a 3,5 Kg. y los machos de 2,3 a 4,9 Kg. (Payán
y Soto, 2012). Es de hábitos nocturnos y prefiere los árboles: “Es el único gato que está
adaptado para descender los troncos de los árboles boca abajo, ya que puede rotar sus
tobillos 180 grados aproximadamente.”
62
El jagurandí (felis yaguarundi) o gato Cervantes, gato perruno o gato montés, es el único
felino pequeño sin manchas. Su hábitat y comportamiento son comparables al ocelote.
Habita en áreas comprendidas desde el nivel del mar hasta los 3200 m.s.n.m. en
bosques y sabanas donde comparte territorio con jaguares, pumas, ocelotes y margays
(Payán y Soto, 2012). Su pelo no t iene manchas y los hay en color café, gris, rojizo y
negro. Su apariencia es la menos felina de todas las especies presentes en Colombia, su
cuerpo, cuello y cola son alargados y sus orejas y patas muy cortas, como un perro. Las
hembras tienen un peso promedio de 3,5 a 7 Kg. y los machos entre 3 y 7,6 Kg. Se
conoce muy poco de su comportamiento, solo que es de hábitos solitarios diurnos y
terrestres. Su voz es de corto alcance y de cortos tonos, como “un gorgoreo con amplitud
Se mueve en un territorio de 4.8 Km� (Payán y
Soto, 2012). Su dieta es carnívora y es más cercano a l os humanos y bajo ciertas
circunstancias puede ser domesticado.
60 Idem, Pág. 35 61 Idem, Pág. 35 62 Payán y Soto, Pág. 40
52 El gesto animal y el objeto humano
rítmica y moderada usada entre congéneres en s ituaciones amigables, de cortejo y en
crianza.”63
La oncilla (leopardos tigrinus) o tigrillo lanudo es el felino más pequeño de Colombia. No
se conoce mucho acerca de su biología, pero se cree que habita las tierras altas como
páramos y bosques de niebla. Su piel es amarilla con puntos y rayas negras y vientre
blanco. Las hembras tienen un peso promedio de 1,5 a 3,2 Kg. y los machos de 1,8 a 3,5
Kg. (Payán y Soto, 2012). La oncilla es de hábitos solitarios y se diferencia de los otros
felinos por su pelo lanudo. Su voz, al igual que los leopardos de su género es similar a la
de los gatos domésticos cuando maúllan y resoplan.
Los felinos tienen una compleja comunicación olfativa (Bradshaw, 2013) que regula su
comportamiento social, reproductivo y territorial. A pesar que la mayoría de los felinos
son solitarios, sus vidas hacen parte de un sistema social y de señalización que regula
las interacciones entre los animales. En algunas situaciones, estas señales sirven para
atraer animales, en otras para evitar su contacto o para separar individuos
espacialmente. También usan señales vocales, visuales y químicas para comunicarse los
unos con los otros; algunas señales sonoras pueden ser percibidas a gr an distancia,
mientras que otras se utilizan únicamente en situaciones de c ontacto cercano,
combinadas muy frecuentemente con señales visuales. Las señales vocales y visuales
no permanecen en el ambiente, sin embargo, las señales químicas pueden permanecer
por días e incluso semanas y su mensaje puede ser leído mucho tiempo después de
abandonar el territorio. Las señales químicas se adaptan muy bien al tipo de vida de los
felinos debido a su distribución espacial y temporal dispersa. La señal es depositada a lo
largo de rutas muy transitadas o en zonas donde los territorios coinciden o se encuentran
y está acompañada de una señal visual para incrementar la posibilidad de ser advertida y
examinada por otros felinos antes de desaparecer. Estas provienen de sus glándulas,
pies, saliva, orina y heces fecales. Los cambios en los hábitos de marcación química
están relacionados con actividad reproductiva, madurez sexual o la adquisición de una
nueva vivienda.
Comparado con los caninos, los felinos no poseen tan sofisticado y desarrollado sentido
del olfato, sin embargo este juega un papel muy importante en su forma de socialización
63 Idem. Pág 32
Capítulo (…) 53
y comunicación. Su olfato se caracteriza por la presencia del órgano veronasal en su
paladar y por medio del cual pueden “probar el aire” (Payán y Soto, 2012). Al retraer
hacia arriba el labio superior este se expone para facilitar la transferencia de moléculas
odorantes. Este gesto facial con su boca abierta se conoce como flehmen. Un felino
flema después de olisquear una marca de or ina, así el órgano veronasal detecta los
componentes químicos. Tanto machos y como hembras flehman, sin embargo, los
machos lo hacen más que las hembras, especialmente durante períodos de actividad
sexual.
El comportamiento territorial de l os felinos (Bradshaw, 2013) está asociado a l a
marcación por olores. Los tigres por ejemplo hacen más marcaciones en los límites de su
territorio que dentro de su territorio, así como cuando quieren extender su territorio o
cambiarlo y lo acompañan de marcas de sus garras en árboles. Además de ser una
marca visual, las marcas o rasguños se acompañan con orina y heces fecales.
No se sabe a ciencia cierta qué tipo de información es transmitida a t ravés de estas
marcas odoríferas pero muy probablemente incluye identidad individual, género, estatus,
estado reproductivo, tiempo de la marca y las dimensiones de una vivienda o un
territorio. La marcación de su territorio no implica la prohibición de paso para un intruso.
Sin embargo, los intrusos se sienten intimidados y en desventaja atravesando un
territorio dominado, siendo por ello más cuidadosos y preparados para la huída.
El sistema de comunicación de los felinos está relacionado con la reacción de los
animales ante la percepción de es tas señales. Se trata de un mensaje que pone en
movimiento una serie de emociones: tranquilidad, ansiedad, miedo. Resulta interesante
anotar en este punto la función comunicativa de las narigueras semilunares y su relación
con el comportamiento territorial felino delimitado por rugidos, marcas en el suelo, orina y
frotaciones de su cuello en troncos de árboles: “Además de su cercana relación simbólica
con el control y el poder, se le atribuye también la responsabilidad de la fertilidad y el
bienestar del entorno natural a t ravés de la metaforización del trueno como rugido
felino.”64
64 Payán y Soto, pag. 23
54 El gesto animal y el objeto humano
McEwan und Haberli (2000) hacen énfasis en los estudios antropológicos de los estilos
de las sociedades de los Andes sobre la coincidencia de elementos iconográficos en las
tradiciones regionales de grupos de la sierra y de la costa y a partir de estos proponen
que el ajuar funerario y las momias de las tumbas están relacionados con una asociación
ancestral. Así mismo relacionan las figuras antropomorfas con la personificación de seres
sobrenaturales, de naturaleza similar a Tunupa, dios del trueno y encargada de controlar
el clima y la llegada de las lluvias, necesarias para la vida.65 Según Reichel-Dolmatoff
(1978) “el trueno es un tema central en muchos mitos Paéz y está estrechamente
relacionado con el espíritu jaguar, el concepto de fecundidad y el chamanismo.”66 Añade
también que en un cuento de los Desana del Vaupés se dice que “cuando viaja un
jaguar y truena no hay peligro.”67 La asociación del jaguar a los diferentes fenómenos y
lugares naturales muestra la diversidad de roles que este tenía para un grupo social:
“Aparte de esta categoría de asociación entre un concepto felino y el representante
mágico-religioso de la sociedad, el jaguar se halla a menudo asociado con cierto número
de fenómenos naturales como el trueno, el sol, la luna, las cavernas, las montañas, el
fuego y también ciertos animales. A veces el jaguar desempeña el papel de dueño de los
animales, protector de la caza y asociado por ende a los rituales de cacería.”68
El rugido de los jaguares “es descrito por los campesinos como un ronquido repetitivo y
ha sido imitado por cazadores en el pasado para atraerlo.”
69 La fascinación por el jaguar
y sus atributos aparece también en el análisis de las crónicas de Anserma de Trimborn
(1948)70
65 McEwan und Haberli , pag. 21
que hace Reichel Dolmatoff (1978): “Los indios de Caramanta, que en el siglo
XVI vivían en el norte de los Anserma, y parte de ellos en las tierras bajas del Pacífico,
tenían en sus templos ciertas tablas donde tallaban la figura del diablo, muy fiero, y en
forma humana, con otros ídolos y figuras de gatos que adoraban. Cuando necesitaban
agua o sol para sus cultivos, buscaban la ayuda de estos ídolos. Las citas que nos
anteceden nos conducen a la relación entre el demonio jaguar y el trueno y la lluvia. En el
siglo XVI el templo de la gran deidad del trueno Dabeiba, en el noroeste de Colombia,
66 Pág. 59 67 Pág. 126 68 Idem. Pág. 52 69 Payán y Soto, Páag. 22 70 Trimborn, 1948: Vergessene Königreiche: Studien zur Volkerkunde und Alterstumskunde Nordwest Kolumbiens
Capítulo (…) 55
tenía un jaguar por guardián y un trueno fuerte se tomaba como señal de que la deidad
estaba enojada.”71
Figura 2-14: MO33312 Nariguera semilunar Malagana (clasificada como zoomorfa en la base de datos del Museo del Oro MuseumPlus)
Levy Strauss (1954) define el objeto primitivo como generador de emoción72
Sin embargo, es probable que los amerindios se hayan sentido también atraídos por otro
tipo de felinos, presentes históricamente en el actual territorio colombiano antes de la
llegada de los homínidos. El jaguar (panthera onca), no fue el único animal que tuvo un
impacto en la vida espiritual de las comunidades indígenas. Un repaso por las diferentes
sociedades prehispánicas nos muestra que en algunos casos y a pesar de su tamaño y
destreza en la cacería, el jaguar ha sido confundido con otros felinos o cánidos, que
también han sido representados en diferentes sociedades (Legast, 1995). Algunos
grupos representan al felino de forma realista, mientras que ot ros toman sus atributos,
. Al observar
los elementos performativos puestos en escena por el uso de las narigueras se
encuentra que las láminas de metal martillado y repujado que cubrían el rostro hacían
que la voz de su portador tomara otro timbre y quizás retumbara como el rugido de un
jaguar (Figura 2-7). O representan el gesto de flehmen con las fauces abiertas y los
colmillos expuestos para mostrar una señal de apropiación de su territorio. ¿Se trataba
entonces de un ajuar de señores decorados para defender su territorio como lo hace el
jaguar y comunicar mensajes que debían ser entendidos por quienes habitaban o
cruzaban su territorio?
71 Reichel Dolmatoff. Pág. 58 72 Levy Strauss. Pág. 50
56 El gesto animal y el objeto humano
partes de su cuerpo o su cara. La relación entre la representación y los objetos en los
que aparece podría ser de gran uso para obtener un entendimiento más profundo del
significado de l a imaginería felina y su rol de c omunicar ideas importantes en las
sociedades prehispánicas.
En sociedades con evidencia de desarrollo en au mento de población y expansión
agrícola y ganadera, la presencia de jaguares disminuye (Payán y Soto, 2012), razón por
la cual sea tal vez necesario reafirmar el carácter sagrado de dicho animal con el
aumento en la producción de piezas que lo relacionen en busca de ayuda y protección,
así como identificación con un grupo social en las sociedades actuales como una forma
de mostrar su pertenencia a un linaje específico.
Levy Brühl (1974) describe la dependencia intrínseca de los humanos con animales y
plantas en la naturaleza, definiéndola como una relación de comunión y filiación, que se
refleja en la semejanza de comportamientos entre animales y humanos: “Los animales
actúan como los hombres, van a t rabajar, cuidan a la familia, construyen casas, tienen
propiedades. Los seres humanos son representados por animales que se les asemejan
de algún modo”73. Visto de este modo, los felinos, ubicados en la cima de la cadena
alimentaria, son animales fuertes y peligrosos dotados, en muchas sociedades, de
características antropomorfas: “A los ojos del malayo, los tigres son seres humanos que
para alcanzar sus fines toman la forma del tigre y tienen sus propios recintos. Tienen
incluso un jefe que, a diferencia de los demás, no adopta jamás lo que puede llamarse
vestido de tigre, sino que se muestra única y exclusivamente en su forma de hombre.”74
Para los naga de África: “Al tigre se le teme y se le contempla como un ser distinto a los
otros animales salvajes y estrechamente emparentado con los humanos.”
75
73 Levy Brühl Pág. 25
Así mismo,
en la costa occidental del mismo continente: “El hombre-leopardo cuando se envuelve
con una piel de l eopardo, no está disfrazado de este animal, como suele decirse. Es
verdaderamente un leopardo, sin dejar de ser hombre. Desde este momento tiene los
instintos, la ferocidad y la fuerza sobrehumana del animal, que perderá así que se le
arranque su envoltura. Es pues, a la vez uno y doble, como el hombre-leopardo de los
nagas, como el hombre-tigre de la península malaya. Y por consecuencia, el hombre no
74 Idem, pág. 27 75 Idem, pág.136
Capítulo (…) 57
podrá sustraerse de la responsabilidad de lo que hará el animal”76. Se trata de una
simbiosis entre el animal y el humano, una mezcla que: “expresa en modo más directo la
participación de un ser en dos naturalezas o más bien en dos formas, es decir le
pertenecen a ambas al mismo tiempo. Coexistencia, fuerza mística de una comunidad de
donde se deriva su propia realidad”77
La información recopilada desde la antropología del cuerpo, el perspectivismo amerindio
y las etnografías de los emberá, cuna y andoke ofrece un acercamiento a la funcionalidad
y portabilidad de las narigueras del Valle del Cauca. Desde este acercamiento conceptual
y cultural, las piezas pueden entenderse como objetos del gesto, más que como un
adorno personal. La funcionalidad y la portabilidad de las narigueras están ligadas por el
gesto a contenidos y prácticas corporales que seguían vigentes entre los cuna y los
emberá del siglo XX.
. Se habla entonces desde el perspectivismo
amerindio de V iveiros de Castro que no existe una di stinción entre lo humano y lo no
humano, ya que los animales se perciben como gente. La metamorfosis les permite
sobrepasar fronteras de comportamiento y adquirir ciertos poderes sobrenaturales: El
hombre jaguar ve al otro como su presa.
El gesto y el performance definen los componentes de las narigueras del Valle del
Cauca, ya que permiten entender estos objetos generadores de emociones como un
registro de la observación y el conocimiento en Yotoco, Malagana y Sonso.
76 Levy Brühl, pág.141 77 Idem, pág. 41
58 El gesto animal y el objeto humano
3. Capítulo 3: Análisis Multivariable
Análisis Multivariable
El objetivo del análisis multivariable de componente principales (Drennan, 2009) es
explorar la totalidad de las variables que componen la muestra de 950 narigueras de la
base de datos MuseumPlus de la colección permanente del Museo del Oro del Banco de
la República en busca de patrones de relaciones que permitan obtener información
adicional de las piezas, su variación o continuidad, decisiones tecnológicas, anatómicas o
funcionales a t ravés del tiempo. Para ello, se determinaron variables numéricas y
categóricas de la base de datos, con las cuales se realizó un análisis de f actores
principales con el software Mystat:
Numéricas: Longitud, Altura, Peso
Categóricas:
Capítulo (…) 59
- Período Temprano o Tardío
La muestra de la colección del Museo del Oro consiste en 3 79 narigueras Yotoco, 11
narigueras Malagana, 412 narigueras Sonso y 148 narigueras de procedencia
desconocida. Para el análisis multivariable, la muestra se dividió en dos grupos, que se
denominaron período Temprano y período Tardío. Esta decisión obedeció a dos razones:
Por un lado, el tamaño de la muestra de nar igueras asociadas al estilo Malagana es
bastante pequeña, si se le compara con el número de piezas en Yotoco y Sonso. Por otro
lado la cronología de las piezas Yotoco y Malagana se tomaron como pertenecientes a
un mismo período: Temprano; mientras que las piezas asociadas a Sonso se clasificaron
como período Tardío. Existen evidencias de que los grupos sociales que ocupaban el
territorio cultural conocido como la tradición del suroccidente colombiano habrían
establecido un contacto permanente y una red de comercio de bienes y productos:
Objetos Yotoco han sido encontrados en sitios Malagana (Bray, Cardale, Herrera, Legast,
Patiño, Rodriguez, 2005), así como razones para pensar que compartían una misma
ideología antes de su desaparición y el surgimiento de Sonso (Rodríguez, 2007).
Esta variable se consideró de presencia o ausencia.
- Técnica de elaboración: Martillado/repujado o cera perdida
La presencia o a usencia de e stas dos tecnologías y la organización política, social y
económica necesaria para garantizar la elaboración de las piezas es un aspecto de gran
interés para las investigaciones en el departamento del Valle del Cauca, en el sur-
occidente colombiano y en la macro-región andina. La presencia de estas dos técnicas
metalúrgicas demuestra la importancia de los objetos orfebres para estos grupos y el
contacto continuo con otras regiones para el acopio de materia prima y de maestros
orfebres al servicio de las necesidades de señores principales.
60 El gesto animal y el objeto humano
Gráfico 3-1 Distribución por período según técnicas de elaboración YOTOCO/MALAGANA SONSO
El Gráfico 3-1 muestra la distribución por período de las técnicas orfebres utilizadas en la
elaboración de las piezas. Para Yotoco y Malagana el 24% de la muestra corresponde a
piezas martilladas y repujadas, y un 76% a pi ezas elaboradas en cera perdida. Para
Sonso, las piezas fundidas en cera perdida corresponde a un 99% de la muestra, frente a
un 1% de piezas martilladas y repujadas. Las piezas no c lasificadas fueron elaboradas
en su totalidad en cera perdida.
Los talleres requerían de una organización económica enfocada a la adquisición de
materia prima de diferente calidad que permitiera tanto la elaboración de grandes y
delgadas láminas martilladas y repujadas en oro de alta ley, así como para su aleación
con cobre y la fundición a cera perdida; la división del trabajo para el acopio de suficiente
carbón que alimentara la llama y la mantuviera a una temperatura estable durante el
tiempo de producción; el desarrollo y fabricación de las herramientas necesarias para
controlar las propiedades físicas del metal, así como para elaborar las piezas, decorarlas
y ensamblarlas de acuerdo a ciertos contenidos iconográficos y elementos innovadores;
son aspectos directamente relacionados a la organización social, política y económica de
cada grupo social. Dentro del subgrupo de narigueras martilladas se observan a simple
vista diferencias significativas de acuerdo a c alidad, destreza, dimensiones, peso,
cantidad de componentes, carácter innovador, número de pasos para completarla,
riqueza o ausencia de detalles, presencia o ausencia de piedras preciosas o
Capítulo (…) 61
semipreciosas, contenido iconográfico y conocimiento práctico de los metales. Estas
diferencias sugieren la personalización de cada pieza.
Dado que tanto en Yotoco, como en Malagana y Sonso prima la producción de objetos
elaborados por fundición en cera perdida, las consideraciones para la organización de los
talleres y el rol de los artesanos debían ser acordes a su economía.
- Tipologías
A pesar del alto nivel de desarrollo tecnológico orfebre en la región, el repertorio de
formas y motivos de las narigueras relacionadas con los estilos Yotoco, Malagana y
Sonso no es muy amplio. Las tipologías se dividen en dos grandes grupos, de acuerdo a
la técnica en la que fueron elaboradas: Martillado/repujado y fundición a la cera perdida.
Las denominaciones de las tipologías siguen la clasificación del Museo del Oro para una
muestra de 950 narigueras asociadas a estos estilos. Gráfico 3-2 Diagrama de conteo de tipologias por período A = Anular; G= Anular gruesa; P= Placa; S=Semilunar; T=Torzal
YOTOCO – MALAGANA SONSO
El gráfico 3-2 presenta la distribución de las tipologías de narigueras por período en la
muestra del Museo del Oro. Las narigueras anulares gruesas y delgadas son las más
numerosas en los dos períodos. Sin embargo se observa que en Yotoco – Malagana se
presenta un mayor número de a nulares gruesas que d e anulares delgadas;
comportamiento que se invierte en S onso. Las tipologías se mantienen en los dos
períodos, aunque las semilunares tienen una presencia más significativa en Yotoco –
Malagana, y las torzales en Sonso.
62 El gesto animal y el objeto humano
Narigueras martilladas y repujadas
- Semilunar zoomorfa (Figura 3-1): La m uestra presenta 6 narigueras de este tipo.
Cinco (5) de ellas asociadas a Yotoco y una (1) asociada a Malagana. Esta tipología ha
sido clasificada como zoomorfa (Legast, Bray) dada su asociación con un felino visto de
frente. Se trata de piezas que cubren la parte inferior del rostro de su portador,
incluyendo su cuello. Todas ellas traen un rostro repujado en el centro de la nariguera,
lugar que coincide con la boca del portador. Dos de estas narigueras son las de mayor
peso y tamaño en la colección. Una de ellas en Yotoco y otra en Malagana.
Figura 3-1: MO04533 Nariguera zoomorfa Malagana (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
- Semilunar de placas colgantes (Figura 3-2): la muestra presenta 73 narigueras de
este tipo, asociadas en su totalidad a Yotoco. Estas narigueras se caracterizan por sus
placas rectangulares colgantes, distribuidas a lo largo de la pieza principal. Son piezas
muy decoradas, algunas de ellas llevan el rostro “Yotoco” en el centro de la pieza
principal. Se trata de pi ezas muy simétricas, brillantes y únicas, gracias a l a riqueza
decorativa de sus repujados.
Figura 3-2: MO05206 Nariguera semilunar con placas colgantes Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
Capítulo (…) 63
- Semilunar de una placa colgante (Figura 3-3): La muestra presenta 14 narigueras de
este tipo asociadas a Yotoco. Son narigueras más pequeñas que las anteriores, pero
igualmente decoradas y de una sola placa colgante. Se caracterizan por sus picos
dentados y cortes en punta, que asemejan el hocico de un felino. Como todas las
narigueras semilunares, son piezas simétricas, decoradas y únicas.
Figura 3-3: MO03542 Nariguera semilunar de una placa colgante Yotoco, (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
Narigueras fundidas en cera perdida - Anulares: Las narigueras anulares se subdividen a su vez en d os tipos: Anulares
gruesas (Figura 3-6) y delgadas (Figura 3-7). La muestra contiene 335 narigueras
gruesas y 282 narigueras delgadas en diferentes variaciones: Anulares gruesas
decoradas (Figura 3-4), gruesas y delgadas con remates circulares (Figura 3-5),
delgadas decoradas y cuenta (Figura 3-8).
Figura 3-4: MO02103 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 3-5: MO08938 Nariguera anular con remates circulares (Procedencia Desconocida) (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 3-6: MO05544 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
64 El gesto animal y el objeto humano
Figura 3-7: MO03917 Nariguera anular delgada Sonso; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 3-8: MO05764 Nariguera anular delgada con cuenta Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
- Torzales: Las narigueras torzales, como la de la figura 3-9, se caracterizan por su
superficie muy pulida y brillante. La muestra contiene 125 piezas, en su mayoría de una
sola vuelta, sin embargo las hay de dos y tres vueltas.
Figura 3-9: MO19077 Nariguera torzal Sonso (Datada 650 a.C. – 1600 d.C.) (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
- De placa redonda y remate en punta: La muestra contiene 125 narigueras de placa
redonda y remate en punta. Algunas de ellas presentan una línea repujada de contorno;
la mayoría es lisa y sin decoración, como se observa en la figura 2-16.
Figura 3-10: MO19616 Nariguera Sonso de placa redonda y remate en punta; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
Capítulo (…) 65
Tipo de remate: Las narigueras se presentan en cinco (5) diferentes tipos de remates:
Recto, redondeado, plano, en punta y circular. La f igura 3-11 ilustra cada uno de ellos.
Cada tipo de remate está asociado a un tipo específico de nariguera: El remate
redondeado se presenta en las narigueras anulares gruesas y delgadas elaboradas por
fundición en cera perdida. El remate plano se observa en narigueras anulares gruesas y
delgadas, así como en las torzales. El remate en punta se encuentra en narigueras de
placa redonda fundidas en cera perdida. El remate recto se observa en las narigueras
semilunares martilladas y repujadas. El remate circular se observa en narigueras
anulares gruesas, delgadas y torzales.
Figura 3-11: Tipos de remate
66 El gesto animal y el objeto humano
Gráfico 3-3 Diagrama porcentual de tipos de remate por período
YOTOCO – MALAGANA SONSO
El gráfico 3-3 muestra el comportamiento porcentual de los diferentes tipos de remate en
los dos períodos. Se observa el aumento del uso del remate circular y en punta en las
narigueras del período Sonso. La disminución en el uso del remate recto está ligada a
una menor producción de narigueras semilunares. El uso del remate plano se mantiene. - Decoración:
La variable decoración fue tomada de acuerdo a su presencia o ausencia en las piezas
de la muestra. Se encuentran piezas decoradas y con mucho detalle en Yotoco y
Malagana: Grandes narigueras martilladas y repujadas, así como anulares gruesas y
delgadas elaboradas en cera perdida y por granulación. Se trata de piezas únicas e
innovadoras, de alto valor estético, que s e rigen bajo claros principios formales,
funcionales e iconográficos. Gráfico 3-4 Diagrama de distribución porcentual de narigueras decoradas según período YOTOCO - MALAGANA SONSO
Capítulo (…) 67
El estilo Yotoco se caracteriza por los motivos curvilíneos, espirales y placas colgantes;
mientras que el estilo Malagana se define por la geometría y la decoración en bajo relieve
y cierta preferencia por las formas simétricas. La diferenciación en las formas y motivos
decorativos se observa claramente en Malagana, mientras que en Yotoco las piezas son
más simples y figurativas. El gráfico 3-4 muestra el porcentaje de piezas decoradas en
Yotoco y Malagana (27% aprox.) y Sonso (7%).
Figura 3-12: MO05207 Nariguera Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 3-13: MO05486 Nariguera anular gruesa Yotoco; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
- ¿Cubre la pieza la boca del portador? Gráfico 3-5 Diagrama de porcentaje de narigueras que cubren la boca
YOTOCO/MALAGANA SONSO
Las narigueras semilunares martilladas y repujadas de Yotoco y Malagana se
caracterizan por cubrir la boca, la quijada y a veces el cuello de su portador. Son
narigueras de gran tamaño y prolíficamente decoradas. En Sonso, también se presentan
narigueras que cubren la boca del portador, estas son de placa redonda y remate en
punta con un circulo que de ja ver la boca y están elaboradas por fundición en c era
68 El gesto animal y el objeto humano
perdida. La pr oporción de narigueras que cubren la boca del portador disminuye de
Yotoco y Malagana a Sonso.
Análisis Multivariable de la muestra El análisis multivariable (Drennan, 2009) es una ex ploración de t odas las variables
presentes en la colección del Museo del Oro, con el objetivo de definir los componentes
principales y sus interrelaciones. El anexo A presenta los resultados del mapeo a partir
de la base de datos, construida a partir del registro MuseumPlus con las variables
correspondientes a período, técnica, decoración, tipo de nariguera, longitud, altura y peso
de las 950 narigueras de la muestra. Las variables categóricas se definieron de acuerdo
a presencia o ausencia, de la siguiente manera:
Período:
0 = Yotoco y Malagana
1 = Sonso
Técnica:
0 = Martillado y Repujado
1 = Fundición a cera perdida
Decoración:
0 = Ausencia de elementos decorativos
1 = Presencia de elementos decorativos
Tipo de nariguera:
Se definieron las siguientes cinco (5) tipologías:
Semilunares: 0 = Ausencia; 1 = Presencia
Torzales: 0 = Ausencia; 1 = Presencia
Anular gruesa: 0 = Ausencia; 1 = Presencia
Anular delgada: 0 = Ausencia; 1 = Presencia
Placa con remate en punta: 0 = Ausencia; 1 = Presencia
Resultados:
El resultado del análisis de componentes principales para 17 variables y 950 casos
muestra en el Scree Plot de la figura 3-10 que un factor explica buena parte del
comportamiento de las variables: El porcentaje de variación explicado por el primer factor
Capítulo (…) 69
es de 42,78%, el segundo factor explica la muestra con una variación del 16% y el tercer
factor un 12% (Tabla 3-2).
La tabla de los componentes principales (3-1) muestra que los valores de las variables
para narigueras semilunares = 0,910; longitud = 0,904 y altura = 0,905, están
fuertemente relacionados de forma negativa con respecto a la técnica de elaboración = -
0,910. Las variables decoración = 0,749 y el hecho de que las piezas cubran la boca =
0,865 presentan igualmente valores altos y conforman entre ellos el conjunto de variables
correlacionadas para el Factor 1.
Resulta interesante en este conjunto de componentes que la variable peso no presenta
un valor alto (0,445). Esta a es ta correlación, el Factor 1 podría interpretarse como la
necesidad de presentar un despliegue de grandes piezas decoradas para la puesta de
escena de actos performativos, narigueras semilunares, donde el peso o la cantidad de
oro necesaria para su elaboración no se consideraba como un elemento prioritario. Gráfico 3-6 Scree Plot análisis de componentes principales
Tabla 3-1 Valores de correlación de las variables Component Loadings 1 2 3 4 PERIODO -0,365 0,698 0,063 -0,213 TECNICA -0,910 0,130 0,187 0,186 CUBRE_BOCA 0,865 0,254 0,132 0,156 LONGITUD 0,904 0,239 0,108 0,068 ALTURA 0,905 0,212 0,026 0,086 PESO 0,445 -0,069 0,441 -0,164 DECORACION 0,749 -0,327 -0,212 -0,115 SEMILUNAR 0,910 -0,130 -0,187 -0,186 TORZAL -0,233 0,325 0,172 -0,858
70 El gesto animal y el objeto humano
Component Loadings 1 2 3 4 PLACA_REDONDA 0,090 0,592 0,462 0,542 ANULAR_GRUESA -0,272 -0,792 0,443 0,149 ANULAR_DELGADA -0,252 0,212 -0,830 0,250
Tabla 3-2 Porcentajes de la muestra explicados por los componentes principales Percent of Total Variance Explained 1 2 3 4 42,788 16,064 12,259 10,875 El tamaño, la superficie visible del material y el contenido decorativo de las narigueras
están correlacionadas en Yotoco y Malagana; y correlacionadas de forma negativa en
Sonso.
El Factor 2 estaría explicado como el cambio estilístico o la aparición de la presencia de
ciertos estilos con el cambio de período. Si se observa la tabla 3-1, el valor más alto de
este conjunto de variables lo tiene el período (0,698).
El Factor 3 podría interpretarse a partir del alto valor de la variable peso (0,441) como el
factor peso.
La figura 3-7, fue elaborada por medio del software R y relaciona el Factor 1 y el Factor
2, muestra relaciones muy homogéneas entre las diferentes tipologías de narigueras. La
longitud, altura, peso, decoración, técnica y superficie de l as narigueras están
relacionadas con el período y la tipología, y se expresan en tendencias lineales en las
gráficas. Sin embargo hay ciertos tipos de narigueras que se asocian más con unos
factores que con otros, lo que puede interpretarse como la diferenciación entre las
tipologías por el cambio de período.
Las narigueras semilunares de Yotoco y Malagana, identificadas con el color rojo en la
gráfica se ubican en una posición diferente al comportamiento de otras tipologías,
desapareciendo en Sonso. Las narigueras de placa redonda y remate en punta, en color
verde, presentan un comportamiento ascendente similar en Yotoco – Malagana y Sonso,
lo que sugiere una continuidad estilística para esta tipología.
Las narigueras anulares delgadas, identificadas en la gráfica en azul están presentes en
los dos períodos. Sin embargo, durante Yotoco – Malagana muestran dos
comportamientos aislados, lo que puede interpretarse como las subdivisiones de
Capítulo (…) 71
tipologías dentro de esta categoría: anulares delgadas, sin decoración, decoradas y con
cuenta.
Las narigueras anulares gruesas, en color magenta en la gráfica, y las torzales, en
amarillo, presentan otro tipo de relación con respecto al tamaño y cantidad de oro
utilizado. L a gráfica muestra que la tendencia ascendente que se observó en las
narigueras semilunares y de placa redonda, no es compartida para las anulares gruesas
y las torzales. Este comportamiento resulta muy definido en Sonso, donde la nube
amarilla de las narigueras torzales está sugiriendo que el peso de estas narigueras es
independiente del tamaño de la pieza. Los reducidos casos de narigueras torzales en
Yotoco – Malagana aumentan considerablemente para Sonso y definen el cambio
estilístico de a cuerdo a la cantidad de metal utilizada, sin importar los detalles
decorativos o estéticos. Las narigueras anulares gruesas, en magenta, se comportan de
la misma forma.
Conclusiones:
La necesidad de exhibir un despliegue de formas decorativas, contenidos estilísticos y
gestos performativos interpretadas como Factor 1, están definidas en Yotoco y Malagana
por el tamaño, la superficie visible de m aterial y del rostro, así como el contenido
decorativo de la pieza. Este conjunto de variables se traduce en narigueras semilunares,
probablemente individualizadas, que j unto a ot ros objetos de a dorno personal eran
puestas en escena para la reafirmación de la figura de ciertos individuos.
La correlación entre los factores está ligada a la técnica y tipología, lo que se manifiesta
en la continuidad de los tipos de narigueras a pesar del cambio de período. El peso
parece estar ligado con el cambio de periodo, lo cual podría entenderse como la llegada
de una nueva forma de organización económica, social y política en Sonso, donde los
aspectos performativos y estéticos no eran una prioridad para la clase dirigente. El uso
del oro parece más generalizado en Sonso y no par ece estar conectado a l a
legitimización de un único individuo. La ausencia de piezas vistosas y muy decoradas
estaría sugiriendo la aparición de una élite organizada a partir de los medios económicos
de producción.
72 El gesto animal y el objeto humano
Gráfico 3-7 Diagrama de dispersión de factores según período y tipo de nariguera A= Anular delgada; G= Anular gruesa; P= Placa redonda y remate en punta; S- Semilunar; T= Torzal
4. Conclusiones y recomendaciones
4.1 Conclusiones Esta investigación planteó el estudio de las narigueras de la colección del Museo del Oro
del Banco de la República asociadas al actual departamento del Valle del Cauca desde
su portabilidad, funcionalidad y materialidad como base para el reconocimiento de
prácticas culturales. El estudio se proyectó desde una perspectiva multidisciplinaria e
integradora de conocimientos con el oficio del trabajo con los metales y responder a la
pregunta de investigación: ¿Cuál es la relación entre el gesto y el objeto en las
narigueras Yotoco, Malagana y Sonso?.
El aporte de e sta investigación consistió en articular las conclusiones del análisis de
componentes principales de l a muestra del Museo del Oro con los enfoques de la
antropología del cuerpo y el perspectivismo amerindio, en la busca de información
acerca de l a forma en q ué estas sociedades usaban su cuerpo en l a construcción y
activación de espacios de poder o conocimiento por medio del análisis de los diversos
aspectos anatómicos y extra anatómicos, así como los gestos y performances asociados
a la portabilidad de narigueras.
A lo largo de las diferentes fases de asentamiento en el actual departamento del Valle del
Cauca, los objetos orfebres han sido relacionados con ajuares funerarios y poco se sabe
de su elaboración, funcionalidad y portabilidad. Las investigaciones en la región acerca
del desarrollo tecnológico del trabajo de los metales han demostrado que los estilos
Yotoco y Malagana se caracterizaron por un gran desarrollo artístico, manifestado en el
incremento del trabajo metalúrgico, así como del volumen de oro que se trabajaba con
respecto al estilo Ilama. Los estudios muestran también que el contacto y el comercio
recíproco de cerámica y objetos de oro entre la cordillera Occidental (estilo Yotoco) y el
valle geográfico del río Cauca (estilo Malagana) fue continuo, y que cada estilo presenta
elementos comunes con la tradición Ilama (Bray 2005). Ya que el complejo arqueológico
74 El gesto animal y el objeto humano
Malagana ha sido enmarcado a grandes rasgos entre el IV a.C. y II d.C., contemporáneo
al Ilama tardío y Yotoco temprano en la cordillera Occidental, existen evidencias de que
estos y otros grupos sociales que ocupaban el territorio cultural conocido como la
tradición del sur-occidente colombiano habrían establecido un contacto permanente y
una red de comercio de bienes y productos; así como razones para pensar que
compartían una misma ideología antes de su desaparición y del surgimiento de Sonso
(Bray, Cardale, Herrera, Legast, Patiño, Rodriguez, 2005). Evidencia de ello se encuentra
en la distribución geográfica de las diferentes tipologías de narigueras, más allá de los
límites entre la cordillera Occidental y el valle geográfico del río Cauca (Archila, 1996)78
A partir de la información recogida por medio del análisis de componentes principales
(ACP) y la aplicación de los referentes de gesto y performance desde la antropología del
cuerpo y el perspectivismo amerindio, se presentan las siguientes conclusiones:
.
Después del siglo V d.C., el sur-occidente colombiano podría asemejarse a una colcha
de retazos de pequeños y grandes cacicazgos autónomos y dispares pero en interacción
constante de rasgos comunes compartidos (Bray, 2005).
1. La funcionalidad de las grandes narigueras elaboradas por laminado y repujado
pudieron estar relacionadas con la construcción y estandarización de un pe rsonaje
masculino con roles performativos. La intencionalidad de esta funcionalidad define las
narigueras como objetos del gesto, agentes y reproductores de taxonomías inscritas en
la memoria cultural de los grupos humanos de la región. Estos objetos humanos
expresan el gesto animal de diferentes maneras:
Una forma de inscripción correspondería a r asgos y comportamientos propios de l os
felinos asociados a la demarcación de un territorio: El rugido del felino ha sido estudiado
por Reichel Dolmatoff (1978) en asociación con el trueno entre los Paéz y los Desana en
Colombia y por McEwan y Haberli (2000) y la deidad del trueno Tunupa de las
sociedades andinas del antiguo Perú. Siendo las grandes narigueras piezas que cubrían
la boca y parte del cuello de su portador, se plantea su uso como medio para modificar el
timbre, la intensidad y la resonancia de la voz de quien la lleva puesta como parte del
repertorio multisensorial y experiencial del gesto animal.
78 Archila (1996): Los tesoros de los señores de Malagana, Banco de l a República. Museo del Oro, Bogotá, pág. 9
Conclusiones 75
Otra forma de inscripción del gesto estaría relacionada con la acción felina de “flehmar”,
el gesto de retraer hacia arriba el labio superior con la boca abierta para “probar el aire”.
Las figuras 4-1 y 4-2 muestran la transformación del rostro por medio de un gesto muy
marcado y de mucha fuerza en la mirada del portador. Su boca, quijada y parte de su
cuello están ocultos al espectador.
Figura 4-1: Rostro con nariguera semilunar Yotoco
Figura 4-2: Rostro con nariguera semilunar Malagana
Desde el perspectivismo amerindio, se piensa la particularización del adorno como la
máxima animalización del gesto humano. Bajo este enfoque, la funcionalidad de las
narigueras laminadas y repujadas del Valle del Cauca también se considera objetos
humanos del gesto animal. La visibilización del gesto permite construir un individuo
definido por medio de una exterioridad, un envoltorio construido y clasificado. La
animalización y especialización del gesto en la construcción de un individuo están
relacionadas con el performance, acción que legitima a un personaje por medio del uso
de objetos con atributos especiales más allá de s u naturaleza o de su anatomía
cotidiana. La reconstrucción del atuendo de los señores Yotoco y Malagana (Figura 2-1)
muestra las grandes diademas que aumentaban su altura, las grandes orejeras que
aumentaban su capacidad auditiva, las grandes narigueras con rasgos felinos que
aumentaban su capacidad para delimitar o extender un territorio y defenderlo de los
intrusos por medio de su rugido o como anunciar la llegada de las lluvias y el trueno.
76 El gesto animal y el objeto humano
2. El análisis de componentes principales (ACP) indica la importancia del peso de las
narigueras para el cambio estilístico. Las correspondencia entre las variables de longitud,
altura, superficie visible, tipo de t écnica y elementos decorativos e i conográficos
desaparece debido a un cambio drástico en la organización económica, política y social
para el periodo Tardío, asociado al estilo Sonso. Las tipologías que priman en Sonso no
presentan un c ontenido performativo o multisensorial. Se trata por tanto de piezas sin
decoración, lisas y pulidas, que dejan ver la boca, quijada y cuello de su portador. Estas
tipologías corresponden a las narigueras de placa redonda y remate en punta, anulares y
torzales, de las figuras 4-3, 4-4 y 4-5 respectivamente.
Posiblemente estas piezas pudieron estar relacionadas con patrones de parentesco y
territorialidad; definición o diferenciación de linajes y pertenencia a cierto grupo social; así
como a prácticas exogámicas o endogámicas. Con la desaparición de los estilos Yotoco
y Malagana y la posterior aparición del estilo Sonso, el trabajo orfebre se concentró en la
producción de piezas fundidas en cera perdida sin detalles estéticos.
Figura 4-3: Rostro con nariguera de placa redonda y remate en punta
Figura 4-4: Rostro con nariguera anular gruesa con remate circular
Figura 4-5: Rostro con nariguera torzal de una vuelta
El análisis de c omponentes principales muestra que e n este período predominan las
narigueras pequeñas; sin embargo, el peso de estas piezas pequeñas es igual o mayor al
de las grandes piezas semilunares martilladas y repujadas de Yotoco y Malagana. La
presencia de narigueras anulares y torzales Sonso, con tamaños promedio de 2cm de
altura y 2cm de longitud y pesos entre 15 y hasta 100gr sugiere que en esta sociedad la
suntuosidad no se daba por el valor estético o el contenido iconográfico de la pieza, sino
por la organización económica para adquirir y hacer acopio de suficiente materia prima
Conclusiones 77
para la elaboración de u na pieza única. El resultado del análisis de c omponentes
principales se conecta con las crónicas de Jorge Robledo y Cieza de León en la región.
Según Robledo: “Traen los señores la cara muy pintada de diversas pinturas i colores i
collares de oro al cuello i en las narices un caricorie de oro que pesa 15 o 20 castellanos,
que es a manera de barra de oro retorcida i les cae sobre la boca; i tienen por cima de
las narices unos agujerillos, de cada parte el suyo, donde ponen unas perrillas de oro que
pesarán de 4 a 5 castellanos, las cuales tienen unas asillas con que se tienen en los
agujeros de las narices” 79: Un castellano, antigua medida española de peso equivalía a
4,60gr 80; los cronistas establecen un peso de 69gr hasta 92gr por nariguera. Cieza de
León, por su parte, comenta que “traen ellos y ellas abiertas las narices y puestos en
ellas unos que llaman caricuris, que s on a manera de clavos retorcidos de oro, tan
gruesos como un dedo, y otros más y algunos menos.”81
Los hallazgos Sonso han sido definidos como pertenecientes a un grupo social
compuesto por una variedad de culturas con cierto grado de parentesco, caracterizado
por la elaboración de objetos cerámicos de bordes gruesos e irregulares, así como por el
aumento en el uso de tumbaga y la fundición en cera perdida (Rodríguez, 2007). El
cambio en la tradición tecnológica del trabajo orfebre puede entenderse como un cambio
en la organización social, política y económica, sin haber tenido lugar una ruptura total
con las tradiciones de las sociedades precedentes de la región: El despliegue mágico y
visual de Yotoco y Malagana da paso a un a sociedad organizada alrededor de l a
economía, en la cual el rol del orfebre estaba limitado a la producción de objetos pre-
definidos y sin espacio para la creatividad. La organización económica, política y social
no parece haber sido constituida a partir de una clase de artesanos élite dedicados a la
creación de pi ezas cerámicas y orfebres en c onstante relación con los aspectos
religiosos y contenidos iconográficos, como se podría pensar ocurría en Y otoco y
Malagana. En Sonso, el oficio del artesano y del taller orfebre parece restringirse al
dominio del trabajo con los metales y al desarrollo del oficio. Estudios de casos históricos
79 Relación de algunos pueblos de la gobernación de Popayán, 1539-1541. Pueblos indígenas del Valle del Cauca. Cespedesia, Vol. XIV, Nos 51-52, Cali, Enero-Diciembre 1985; pág. 27 80 Cortés, María Eugenia, Ramírez, Fco. Pablo. Rescate de las medidas iberoamericanas. Boletín del Instituto Mexicano de Física. Enero, 1998 81 “Crónica del Perú”, Pedro Cieza de León. Pueblos indígenas del Valle del Cauca. Cespedesia, Vol. XIV, Nos 51-52, Cali, Enero-Diciembre 1985. Capítulo XXVIII De los pueblos y señores de indios que están sujetos a los términos de esta ciudad, pág. 20.
78 El gesto animal y el objeto humano
y etnográficos82
muestran como algunos talentosos maestros artesanos adquirían
prestigio y estatus social gracias a la excelencia de su trabajo y por estar asociados a
figuras políticas de gran poder. Esta excelencia es muchas veces vista como un contacto
con fuerzas y seres sobrenaturales que les sirve de metáfora para su capacidad de
liderazgo. Los objetos que estos personajes producen se dicen ser personalizados y de
naturaleza política e i deológica, contrarios a l os objetos mundanos, impersonales y
cotidianos producidos por otros artesanos.
3. A partir de los estudios etnográficos de Ulloa (1986) y Morales (1997) se observa la
continuidad en el uso de l as tipologías de nar igueras de spués del contacto con los
españoles y documentado hasta finales del siglo XX. La figura 4-6 muestra una nariguera
semilunar de pl acas colgantes asociada al estilo Yotoco. Esta tipología de nariguera
presenta fuertes semejanzas formales con los aretes usados por la comunidad Emberá
Chamí, según registro gráfico del trabajo de campo de Astrid Ulloa en 1986. La
continuidad en l a elaboración de un r educido número de tipologías de nar igueras,
reproducidas bajo los mismos criterios formales y de c ontenidos, sugiere que la
construcción de u na forma de pensamiento y conocimiento estaba siendo
constantemente alimentada y difundida por las relaciones interregionales y el intercambio
cultural. Figura 4-6: Nariguera semilunar de placas colgantes, estilo Yotoco.
Figura 4-7: Chidi-chidi y perre-perre: Aretes usados por la comunidad Emberá Chamí (Ulloa, 1986; pág. 119)
82 Helms Mary: Craft and kingly ideal: Art, trade and power. University of Texas, Austin. 1993. (Citada por los autores. Pag. 54)
Conclusiones 79
La presencia de estas formas dentro de los Emberá Chamí, los Kuna y los Tule en el
noroccidente del actual territorio colombiano, está por definir. Sin embargo la repetición
del motivo lleva a pensar en la transmisión de la memoria cultural de antiguos pueblos
prehispánicos.
4. Los objetos del gesto pueden ser examinados como taxonomías inscritas en l a
memoria cultural de los pueblos, asociados a mitos de origen e historias tradicionales. La
etnografía comparada permite el acercamiento a e structuras de pensamiento y
clasificación de grupos humanos que habitan ecosistemas similares. Jara (1996) estudia
los sistemas de taxonomía de los insectos y sus mitos de origen entre los andoke del río
Caquetá. Las fosas nasales, orificios vitales por naturaleza están asociadas al origen de
diferentes especies de insectos: Avispas, gusanos y 7 especies de abejas surgen de las
fosas nasales del jaguar. Los abejorros, a su vez, emergen de las fosas nasales del
ocelote o tigrillo.
Figura 4-8: MOC13067 Alcarraza Malagana; Dimensiones: 12x16,3cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República) Figura 4-9: Narigueras anulares gruesas (Fotografía: Bray, 2005) Figura 4-10: MOC00013 Alcarraza Yotoco; Dimensiones: 13,8x13,5 cm; (Fotografía: Clark M. Rodríguez, Colección Museo del Oro – Banco de la República)
La figura 4-8 muestra una alcarraza Malagana que hace parte de la colección del Museo
del Oro. Su forma representa la larva del gusano mojojoi, identificado por el color blanco
de su cabeza; fuente nutritiva de muchos pueblos amazónicos. La forma del cuerpo de la
larva se aprecia en las narigueras anulares gruesas, fundidas a cera perdida de los
estilos Yotoco, Malagana y Sonso de la figura 4-9.
La figura 4-10 muestra el cuerpo de un insecto dividido en t res partes: cabeza, tórax y
abdomen. Estas tres figuras muestran importancia de l os ciclos de vida, muerte y
80 El gesto animal y el objeto humano
transformación del mundo animal local a partir de los insectos. El comportamiento de
estas especies y su relación con los mitos de origen se reflejan en patrones de
comportamiento y regulación de parentesco entre grupos humanos, es decir, la
configuración de líneas de parentesco exogámica o endogámica y cómo posiblemente
fueron visibilizadas en el rostro humano.
5. Las grandes narigueras laminadas y repujadas constituyen objetos de un cuerpo en
movimiento y cumplen con una funcionalidad marcada por el performance. Esta
funcionalidad se extiende al concepto de “mouth masks” o máscaras de boca.
Figura 4-11: Rostro con nariguera semilunar con placas colgantes
Figura 4-12: Narigueras semilunar Yotoco
Asociadas a la etnografía comparativa, estas máscaras de boca que emergen de las
fosas nasales expresan elementos de fertilidad y fecundidad. Jara (1996) analiza el rol de
ciertos coleópteros en la elección de terrenos para plantíos y anuncio de lluvias entre los
andoke y los Nukak. La forma de alas desplegadas y el constante zumbido de las placas
colgantes de estas piezas podrían estar relacionada con dichos coleópteros.
4.2 Recomendaciones
Este es un estudio preliminar del gesto y del cuerpo en movimiento asociado a la
portabilidad y funcionalidad de l as narigueras que puede extenderse a otras regiones
prehispánicas. La importancia de visibilizar el gesto del portador de objetos de uso
Conclusiones 81
corporal ofrece un nuevo campo de estudio que complementa la información recopilada
desde la Arqueología funeraria.
Así mismo, la exploración de la taxonomía de las piezas asociadas al gesto animal aporta
elementos que sirven de base a las configuraciones de casa, territorio y Cosmos de los
pueblos prehispánicos.
Se recomienda por tanto la ampliación de esta exploración con el desarrollo de réplicas y
la reconstrucción 3D que permitan visibilizar la anatomía del portador, así como la
reconstrucción de l os sonidos producidos por la puesta en es cena del cuerpo en
movimiento.
De igual manera puede ampliarse el objeto de estudio al desarrollo de la tecnología de
los metales en el sur-occidente de C olombia y las investigaciones alrededor del oro
prehispánico en Perú y Ecuador desde una perspectiva de intercambios interregionales
A. Anexo A: Tipologías de Narigueras
ANULAR DELGADA Estilo: Yotoco, Malagana y Sonso Técnica: Cera Perdida
Variaciones: Decorada, con cuenta, tumbaga
86 El gesto animal y el objeto humano
ANULAR GRUESA Estilo: Yotoco, Malagana y Sonso Técnica: Cera Perdida
Variaciones: Decorada, granulación (Yotoco)
Anexo A: Tipologías de Narigueras 87
ANULAR GRUESA REMATE CIRCULAR Estilo: Yotoco y Sonso
Técnica: Cera Perdida
Variaciones: Remate circular
88 El gesto animal y el objeto humano
TORZAL Estilo: Yotoco y Sonso Técnica: Cera Perdida
Variaciones: Tumbaga, 1, 2 o 3 vueltas
Anexo A: Tipologías de Narigueras 89
PLACA REDONDA CON REMATE EN PUNTA Estilo: Yotoco, Malagana y Sonso Técnica: Cera Perdida
90 El gesto animal y el objeto humano
SEMILUNAR ZOOMORFA Estilo: Yotoco y Malagana
Técnica: Laminado y repujado
Anexo A: Tipologías de Narigueras 91
SEMILUNAR ZOOMORFA Estilo: Yotoco y Malagana
Técnica: Laminado y repujado
92 El gesto animal y el objeto humano
SEMILUNAR ZOOMORFA Estilo: Yotoco y Malagana
Técnica: Laminado y repujado
Anexo A: Tipologías de Narigueras 93
SEMILUNAR UNA PLACA COLGANTE Estilo: Yotoco
Técnica: Laminado y repujado
94 El gesto animal y el objeto humano
SEMILUNAR PLACAS COLGANTES Estilo: Yotoco
Técnica: Laminado y repujado
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