El gran cambio de la tierra
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LA Gran Transición
Tiene lugar, en la Tierra, en este largo período, la gran transisión anunciada por
las Escrituras y confirmada por el
Espiritismo.
el planeta resignado experimenta convulsiones especiales, tanto en su estrutura física y
atmosférica, reajustando sus diversas capas tectónicas, como en su constitución moral.
Ocurre esto porque, los espíritus que lo habitan, aún caminando en franjas de
inferioridad, están siendo sustituídos por otros más elevados que lo impulsarán por
los caminos del progreso moral, dando lugar a una nueva era de paz y de felicidad.
Los espíritos reincidentes en la perversidad, en exigencias, en la sensualidad y vileza, poco a poco serán retirados para mundos inferiores
donde enfrentarán las consecuencias de sus actos innobles, de este modo se renovarán y
predispondrán para volver a la Tierra, cuando se hayan rehabilitado y decidido por el
cumplimiento de las leyes del amor.
Por otro lado, aquellos que permanecían en las regiones inferiores están siendo llevados
a la reencarnación a fin de darles la oportunidad de trabajar y de aprender,
modificando sus hábitos perniciosos a que se vienen sometiendo, pudiendo avanzar bajo el
gobierno de Dios.
En caso de oponerse a las exigencias de la evolución, también sufrirán algún tipo de
expiación temporal en regiones primitivas entre las razas atrasadas, llevando con ellos , la misión de ser útiles y de sufrir los efectos
dañosos de su rebeldía.
Al propio tiempo, espíritus nobles que superaron los impedimentos que los retenían en la retaguardia, llegaran continuamente, a
fin de promover el ejercicio del bien y ampliar los horizontes de la felicidad humana,
trabajando infatigablemente en la reconstrucción de la sociedad, que en ese momento será fiel a los designios de Dios.
De la misma manera, missioneros del amor y de la caridad, procedentes de otras esferas
estarán vistiendo la indumentaria carnal, para volver esa fase de lucha iluminada mas amena, proporcionando condiciones dignificantes, que
estimulem la evolución y la felicidad.
No seran solo los cataclismos físicos que sacudirán el planeta, como resultado de la ley de destrucción,
generadora de esos fenómenos, como ocurre con el otoño que derriba las hojas de los
árboles, a fin de que puedan enfrentar el invierno riguroso, renaciendo exhuberantes con la llegada de la primavera, pero también los de naturaleza moral, social y humana marcarán los días tormentosos, que estamos
viviendo.
Los combates serán individuales y colectivos, amenazando con destruir la vida mediante
hecatombes difíciles de imaginar.
La locura, derivada del materialismo de los seres , los arrojará a abismos de violencia y de insensatez, haciendo aún mayor el campo
de desesperación que crecerá en todas las direcciones
Se destruyen los hogares, las relaciones de pareja se desordenan, las instituciones pierden su
estructura, las áreas de trabajo se convierten en áreas de competición desleal, las calles del mundo se transforman en campos de luchas perversas, arrollando los sentimientos de
solidaridad y de respeto, de amor y de caridad
La turbulencia vence la paz, el conflicto domina el amor, la lucha desigual sustituye
a la fraternidade.
... Pero esos sucesos son tan solo el inicio de la gran transición.
La fatalidad de la existencia humana es la conquista del amor que proporciona la plenitud.
Hay, en todas partes, un determinismo inevitable, que expresa el orde universal y la
presencia de una Consciencia Cósmica actuante.
La rebeldia que predomina en el comportamiento humano eligió la violencia
como instrumento para conseguir el placer que no le llega de manera espontánea, generando lamentables consecuencias que se acumulan
aumentando excesivamente los desaires
contínuos.
Es inevitable la cosecha de la siembra por aquel que sembró, volviéndose rico en granos benditos
o en espinas venenosas.
Como las leyes de la vida no pueden ser derogadas, toda objeción que se les efectúe , se convierte en aflicción que impide la conquista
del bienestar.
De la misma manera , en como el progreso es inevitable, lo que no fuera
conquistado através del deber, lo será mediante impositivos estructurales de los que el progreso se
compone.
La mejor manera, por ello, de participar en la gran transición es por medio de la consciencia de
responsabilidad personal, realizando los cambios íntimos que se precisen para la armonía del conjunto.
Ninguna conquista exterior será lograda si no procede de los paisages íntimos, en los cuales están instalados los hábitos. Esos, de natureza
perniciosa, debem ser sustituídos por aquellos que son saludables, por tanto, propiciatórios de
bienestar y de armonía emocional.
En la mente está la llave para que se opere el gran cambio.
Cuando se tiene dominio sobre la mente, los pensamientos pueden ser canalizados en
sentido edificante, dando lugar a las palabras correctas y los actos dignos.
El ser que se renueva moralmente, contribuye de forma segura a las
alteraciones que se estan realizando en el planeta.
No es necesario que el torbellino de los sufrimientos generales nos sensibilice , a fin de
que podamos contribuir eficazmente con los espiritus que operan en favor del gran cambio.
Disponiendo de las herramientas morales del ennoblecimiento, se torna cooperador eficiente, por la razón de que trabaja junto a su prójimo
por el cambio de convicción en torno de los objetivos existenciales, al tiempo que se transforma en un ejemplo de alegria y de
felicidad para todos.
El bien fascina a todos aquellos que lo observan y atrae a cuantos se encuentran distantes de su acción, lo
mismo que ocurre con la alegria y con la salud.
Son ellos los que proporcionan el mayor contagio de que se tiene noticia y no las
manifestaciones aberrantes y aflictivas que
parecen arrastrar a las multitudes.
Como son escasos los ejemplos de júbilo, se multiplican los de desespero, luego ultrapasados por los programas de sensibilización emocional
para la plenitud.
La gran transición continúa y porque se hace necesaria, la única alternativa es comprender la manera en como se presenta y cooperar para que las sombras que se densifican en el mundo sean disminuídas por el Sol de la inmortalidad .
Ninguún recelo debe ser cultivado, porque, incluso aunque sobrevenga la muerte, ese
fenómeno natural es vehículo de la vida que se manifiesta en otra dimensión.
La vida siempre responde conforme a las preguntas morales que le son dirigidas.
Los esperados cambios que se vienen operando traen una no valorizada
contribución, que es la erradicación del sufrimiento de los paisajes espirituales de la
Tierra.
Mientras brille el vicio del mal, en el mundo, el ser humano será
la víctima preferida, en base al egoismo en que se retuerce tan solo por elección especial .
El dolor momentáneo que lo hiere, lo invita , por otro lado, a la observación de la necesidad imperiosas de
seguir la corriente del amor en el rumbo del océano de paz.
Despues de pasado el período de aflicción,
llegará el de la armonía.
Hasta entonces, que todos los arrojos sean de bondad y de ternura, de abnegación y de
estricta confianza en Dios.
Joanna de Angelis.