El hacedor de lluvia josé rodríguez peláez

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EL HACEDOR DE LLUVIA José Rodríguez Peláez

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EL HACEDOR DE LLUVIAJosé Rodríguez Peláez

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Porque urge traer el agua de vida a este mundoen que las sequías aparentes lo revisten de

esterilidad,tenemos que reclamar nuestra condición

de "Hacedores de lluvia".En una aldea china una persistente sequía

arruinaba cosechas tras cosechas.Cuando la hambruna se hizo insoportable

decidieron llamar a un "hacedor de lluvia".

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Este hombre vivía muy lejos,pero más grande era su fama.

Nada más llegar pidió un alojamiento retirado,a salvo de visitas.

Al tercer día, para asombro de todos, llovió torrencialmente y hasta nevó,

fenómenos insólitos para esa época del año.La población celebró con una fiesta

el venturoso acontecimiento.

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Al despedirlo, un extranjero que vivía desde hacia tiempo en la aldea,

no pudo contener su curiosidad y le preguntó al "hacedor de lluvia"

por la razón de su retiro de tres días.-"Lo de menos fue el tiempo.

Sólo el preciso para purificarme.A veces se tarda más y otras, menos.

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Vivo en una región donde el Orden lo gobierna todo.

Llueve en su época, solea en la suya.Allí, todo es Armonía.

Esa es la causa del oportuno ciclo de agua y sol.“-"Pero, ¿por qué su aislamiento de todo?,

¿por qué retirarse lejos de la aldea?".-"A mi llegada percibí el caos que reinaba aquí.

No podían percibir el orden natural. Era la razón de la sequía. Ese era su error.

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Pero me impregné de su desorden.Si quería ser útil, debía retirarme

y restablecer mi armonía.Y así, hasta que el orden de mi espíritu se

manifestaraen la lluvia necesaria para el equilibrio de la vida

de los campos y de los aldeanos.Si no estoy en línea con el ambiente

de mi mundo de origen, terminó, no sirvo para nada."

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Esta historia contada por el misionero Wilhelm al famoso psiquiatra suizo C. G. Jung

me ha ayudado en más de una ocasión para mejorar mi práctica de la Ciencia Cristiana.

El relato encierra mucho. Como explica el "hacedor de lluvia", cualquier desequilibrio es síntoma

de una existencia caótica, descentrada.

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Cuando se ignora el Todo, o se vive de espalda al Bien

siempre presente y todopoderoso, se abre la puerta a toda ilusión de mal.Y esta creencia, al no ser combatida

con la Verdad de la Totalidad Amorosa,parece que se cronifica y multiplica

hasta límites inauditos para algo que en sí es solo una mentira.

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Así sobreviene esa sequía del corazónque es la imposible soledad, la tristeza, el miedo,

la enfermedad, el rencor... Hasta nuestro entorno parece contaminarse de,

huracanes, plagas, efectos invernaderos..., trágicos accidentes, incendios dantescos,

acciones terroristas...Pero la solución a todo es llamar al verdadero "hacedor de lluvia".

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Él es un hombre cuya patria está bajo el Gobierno del Orden, del Todo armonioso.

Donde todo sucede según el sabio Principiooriginado en una Mente Perfecta.

Todos somos de ese lugar.Y tenemos que reclamar esa condición

de "hacedor" de Bien, de reflejo de la Armonía,del país donde todo se desarrolla de modo

adecuado.No obstante, también hay que estar alerta.

Ser conscientes de las impregnaciones de ese mundo que no es el nuestro.

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"Están en el mundo, pero no son del mundo",decía Jesús, el Maestro.

Cuando el "hacedor de lluvia" cayó en la cuenta de su contagio,

se retiró un lugar apartado para purificarse, ponerse en sintonía con el Principio del Orden.

Jesús lo hacía con frecuencia, para restablecer después la realidad

de todo lo oculto bajo el engaño de la ceguera, de la parálisis, de la lepra o de la muerte.

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En ese oasis, el "hacedor de lluvia" no se agobió con el tiempo.

Lo importante era alinearse con el Espíritu de su verdadera patria.

Cuando se quiere expulsar las mentiras amenazadoras,

no podemos enredarnos en nuevas ilusiones desestabilizadoras.

Hay que expulsar el temor, la impaciencia, el falso sentido de responsabilidad de que la Realidad depende de uno.

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Sólo el ambiente de la patria original se ha de establecer en nuestra conciencia.

En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe "No consintáis que ni el temor ni la duda oscurezcan vuestro claro sentido y serena

confianza, que el reconocimiento de la vida armoniosa,

como lo es la Vida eternamente, puede destruir concepto doloroso o creencia

acerca de lo que la Vida no es" (Ciencia y Salud 495:20-25)

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Cuando se consiga, lloverán torrentes de agua viva. Lavados de toda imagen mentirosa

y de espaldas a las pesadillas que atemorizan a tantos,

vestiremos la blanca túnica de los hijos y podremos celebrar la fiesta.

Esa imagen de la túnica de hijos o "el vestido de bodas“

como se llama en otra de las parábolas de Jesús me trae a la memoria un pasaje de la vida de Mary Baker Eddy,

la descubridora de la Ciencia Cristiana.

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Cuenta Clifford Smith que en cierta ocasión la Sra. Eddy experimentó una grave contrariedad

en relación con la publicación de "Ciencia y salud". Ella describe la situación

como revestirse del cilicio de la desilusión. Estando en medio de esta manifestación de desorden y error, la llamó un alumno

para que lo ayudara con el caso de un moribundo. "Me puse el vestido de boda inmediatamente

y sané el caso en veinte minutos" dirá Mary Baker Eddy.

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El "hacedor de lluvia" afirmó que lo de menos era el tiempo

cuando hay que armonizar una situación. Y dice verdad. Lo importante es acudir

al trabajo de "hacer lluvia“ revestido del traje de hijo de ese País de Bien

que ya podemos llamar Cielo. Pero no lo es menos estar pronto y preparado.

A la Sra. Eddy ni siquiera la pérdida del manuscrito de su preciado libro "Ciencia y Salud"

le impidió "hacer llover la vida" en veinte minutos.

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Comparo nuestra consciencia con una esponja. Si ésta la colocamos

junto a un charco de agua sucia y maloliente, muy pronto estará empapada de suciedad

y despedirá mal olor. Para que eso no ocurra,

el remedio no será subvertir la condición de la esponja que es el absorber.

Es mucho más fácil. Como medida preventiva sumergir la esponja en agua limpia

hasta que quede saturada.

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Entonces ya se puede colocar en medio del océano por horas.

Al recoger la esponja y estrujarla las gotas serán de agua dulce, nunca saladas.

Para estar prontos en nuestra práctica de "hacedores de lluvia"

y poder vestir de inmediato el "traje de fiesta“es necesario que desde el inicio del día

saturemos nuestra consciencia con la Verdad, la Totalidad del Bien y el Amor.

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Porque urge traer el agua de vida a este mundo en que las sequías aparentes

lo revisten de esterilidad, tenemos que reclamar nuestra condición

de "Hacedores de lluvia".

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(P) Rodríguez Peláez, José CS www.rodriguezpelaezcs.org