El héroe y su armadura

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El héroe y su armadura. Es curioso que ciertas emociones o estados de ánimo sólo puedan provenir de buenas experiencias, como la nostalgia. Otras provienen de horribles momentos, como la angustia o la ira. Otras por fin, han de nacer ya de buenas y memorables experiencias, ya de malas y descartables, como la ansiedad. Ninguna mira sólo el porvenir, pues todas están ancladas en nuestro pasado. Cada vivencia es una contribución a nuestros sentimientos futuros. Esta es la razón de que muchos se hayan construido a sí mismos creando las experiencias que servirán de base a sus emociones futuras. Los caballeros andantes se inventaban una especie de amor que les prodigara el arrojo del que es capaz sólo el amante. Por eso muchas damas favorecidas con esta consideración de erotismo beligerante ni se enteraban o apenas este sentimiento lograba conmover su regular vida familiar. Muchas veces, la vida de estas musas mundanas ya estaba coronada por el matrimonio y no pocas por una prole de consideración. Ni que decir de los maridos, a quienes simplemente les daba lo mismo la mayoría de las veces. Es que el amor caballeresco con su platonismo y todo, era en verdad un asunto de sana praxis. No era concebible que alguien arriesgara su vida por un bien que no resulte en fama y amor, y de ambos era el amor el bien más preciado, pues cada hazaña era ejercida en pos de la fama de la señora que la inspiraba. El heroísmo del caballero, estúpido y ridículo, es una especie curiosa de nihilismo. No pretende la verdadera gloria, sino la gloria de otro que la derrame a su vez sobre él, aquella de su señora, y en definitiva, sus favores, sean éstos carnales o no, eran la ratificación inequívoca de haber logrado el cometido. Distinto es el heroísmo glorificante, aquel que se busca en consideración al alcance de nuestros actos. Este nihilismo es serio y pretensioso. Es el heroísmo de Aquiles, y también el de Sócrates o Jesús. Buscan esta clase de nihilistas incansablemente la virtud, hacerla evidente, exponerla a la conciencia de sus contemporáneos. Programan su muerte o, al menos, la visualizan y se entregan a ella con innegable pasión, pudiendo en todo momento evitarla. La persiguen y hasta la aceleran si notan que sus verdugos pueden

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Breve reflexión personal sobre la sed de gloria.

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Es curioso que ciertas emociones o estados de nimo slo puedan provenir de buenas experiencias, como la nostalgia

El hroe y su armadura. Es curioso que ciertas emociones o estados de nimo slo puedan provenir de buenas experiencias, como la nostalgia. Otras provienen de horribles momentos, como la angustia o la ira. Otras por fin, han de nacer ya de buenas y memorables experiencias, ya de malas y descartables, como la ansiedad. Ninguna mira slo el porvenir, pues todas estn ancladas en nuestro pasado. Cada vivencia es una contribucin a nuestros sentimientos futuros. Esta es la razn de que muchos se hayan construido a s mismos creando las experiencias que servirn de base a sus emociones futuras. Los caballeros andantes se inventaban una especie de amor que les prodigara el arrojo del que es capaz slo el amante. Por eso muchas damas favorecidas con esta consideracin de erotismo beligerante ni se enteraban o apenas este sentimiento lograba conmover su regular vida familiar. Muchas veces, la vida de estas musas mundanas ya estaba coronada por el matrimonio y no pocas por una prole de consideracin. Ni que decir de los maridos, a quienes simplemente les daba lo mismo la mayora de las veces. Es que el amor caballeresco con su platonismo y todo, era en verdad un asunto de sana praxis. No era concebible que alguien arriesgara su vida por un bien que no resulte en fama y amor, y de ambos era el amor el bien ms preciado, pues cada hazaa era ejercida en pos de la fama de la seora que la inspiraba.

El herosmo del caballero, estpido y ridculo, es una especie curiosa de nihilismo. No pretende la verdadera gloria, sino la gloria de otro que la derrame a su vez sobre l, aquella de su seora, y en definitiva, sus favores, sean stos carnales o no, eran la ratificacin inequvoca de haber logrado el cometido. Distinto es el herosmo glorificante, aquel que se busca en consideracin al alcance de nuestros actos. Este nihilismo es serio y pretensioso. Es el herosmo de Aquiles, y tambin el de Scrates o Jess. Buscan esta clase de nihilistas incansablemente la virtud, hacerla evidente, exponerla a la conciencia de sus contemporneos. Programan su muerte o, al menos, la visualizan y se entregan a ella con innegable pasin, pudiendo en todo momento evitarla. La persiguen y hasta la aceleran si notan que sus verdugos pueden titubear. Todos mrtires en definitiva de su propia sed de gloria. La gloria personal es lo nico que puede calmar la sed de amor profunda que habita en ellos. Briseida, Jantipa o Magdalena no podan ayudar en su redencin.