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El horizonte Chavín: ¿Quimera estilística o metamorfosis socioeconómica? Richard L. Burger Probablemente no sea errado decir que el concepto de estilo de hori- zonte ha pasado de moda en la arqueología de Estados Unidos. Su intención explícitamente cronológica está desfasada de los intereses de los arqueólogos procesales y posprocesales que conforman el grueso de la profesión, y su valor como instrumento cronológico hace tiempo que ha sido socavado por métodos competidores para establecer la contemporaneidad entre regiones. Al mismo tiempo , el marco de referencia panregional implícito en el concep·· to de estilo de horizonte está reñido con el enfoque contemporáneo de los andinólogos sobre unidades espaciales más pequeñas , más manejables, espe- cialmente un solo valle. En el clima intelectual de hoy, cualquier declaración sobre la existencia de un horizonte prehistórico en el Perú probablemente sea considerada con escepticismo, a pesar de lo bien establecido que parece estar en la literatura arqueológica. Entonces , ¿cómo vamos a considerar al llamado horizonte Chavín. el peor documentado de los tres horizontes peruanos aceptados? Un rápido examen histórico del concepto de horizont e Chav ín revela que desde los co- mienzos ha sido un blanco particularmente fácil para la crítica. No. 2, diciembre 1989 543

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El horizonte Chavín: ¿Quimera estilística o metamorfosis

socioeconómica?

Richard L. Burger

Probablemente no sea errado decir que el concepto de estilo de hori­zonte ha pasado de moda en la arqueología de Estados Unidos. Su intención explícitamente cronológica está desfasada de los intereses de los arqueólogos procesales y posprocesales que conforman el grueso de la profesión , y su valor como instrumento cronológico hace tiempo que ha sido socavado por métodos competidores para establecer la contemporaneidad entre regiones. Al mismo tiempo , el marco de referencia panregional implícito en el concep·· to de estilo de horizonte está reñido con el enfoque contemporáneo de los andinólogos sobre unidades espaciales más pequeñas, más manejables, espe­cialmente un solo valle . En el clima intelectual de hoy , cualquier declaración sobre la existencia de un horizonte prehistórico en el Perú probablemente sea considerada con escepticismo, a pesar de lo bien establecido que parece estar en la literatura arqueológica.

Entonces, ¿cómo vamos a considerar al llamado horizonte Chavín. el peor documentado de los tres horizontes peruanos aceptados? Un rápido examen histórico del concepto de horizonte Chav ín revela que desde los co­mienzos ha sido un blanco particularmente fácil para la crítica .

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ANTECEDENTES HISTORICOS

La idea de una cultura Chavín regional fue por primera vez propuesta por el físico alemán Ernst Middendorf (1893-1895) antes de que Max Uhle iniciara la investigación arqueológica científica en el Perú. La afirmación de Middendorf de la existencia de un Imperio Chavín preincaico podría caracte­rizarse más bien como profética que como científica, dado que la evidencia en la cual se basaba casi no existía. La idea de una civilización Chavín fue igno­rada en los círculos arqueológicos hasta tres decenios más tarde, cuando Julio C. Tello la revive repentinamente sin una explícita referencia al trabajo de Middendorf.

Ya en 1921, los trabajos de Tello se referían a la difusión de la cultu­ra Chavín por toda la sierra y costa norteñas. A diferencia de Middendorf, Tello basó su hipótesis en la evidencia arqueológica, de la cual por primera vez publica una fracción en sus libros y artículos. Tello ( 1929) vinculó el es­tilo de las esculturas de Chavín de Huantar con la decoración de un tipo dis­tintivo de cerámica monocroma oscura de amplia difusión en el Perú . Tel10 sostuvo inicialmente que esta cerámica de estilo Chavín se encontraba al sur de Chavín de Huantar en áreas de la sierra como Cajabamba Tupe. Huarochi­rí y Canta. Ninguno de estos casos ha sido comprobado. Identificó además ejemplares de este estilo en colecciones privadas en el área de Trujillo, de la costa norte. Con la identificación como Chavín de la cerámica de la costa central excavada por Uhle en Ancón y Supe y la documentación de elemen­tos Chavín en la cerámica descubierta en las cavernas de Paracas en la costa sur, Tello pudo argumentar plausiblemente a favor de la distribución panre­gional del estilo Chavín en su libro Antiguo Perú ( 1929). Una tumba en Chongoyape (Lambayeque) que contenía cerámica y oro de estilo Chavín fue desenterrada poco antes de la publicación del volumen y fue interpreta­da como una confirmación crucial de su argumento a favor de la irradiación a la costa del estilo Chavín de la sierra.

Durante los siguientes dos decenios, Tello continuó su prolífico tra­bajo de campo y gradualmente amplió su definición de Chavín incorporando nuevos descubrimientos sin darse tiempo para publicar los materiales usados originalmente para formular su argumento a favor de una cultura Chavín panregional ni para analizar este nuevo material. Los hallazgos adicionales fueron absorbidos sin crítica en su creciente lista de sitios Chavín y , en el Congreso Internacional de Americanistas de 1939, Tel10 (1942) enumeró más de cincuenta sitios Chavín. Describió como sitios relacionados con Cha­vín Cerro Narrío en Ecuador, Pucara en el Altiplano peruano e incluso sitios de la .cultura Barreal de Argentina. A pesar de las notables diferencias entre estos complejos, Tel10 afirmó que:

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"Es digno de ser notado que este arte Chavín es uniforme y típico en su estilo, en sus múltiples y varias manifestaciones en sitios lejanos de

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sus centros de mayor desarrollo . manteniendo las características de una producción madura , elaborada en base a normas fijas sin las mo­dificaciones substanciales tan comunes en otras artes que se han pro­pagado lejos de su centro u origen. Consideradas rigurosamente. no hay diferencias fundamental es entre una pieza de cerámica encontra­da en Chavín y otra en la costa , a lo largo del Huallaga o en el sur de Ecuador".

Alfred Kroeber trató de evaluar críticamente los argumentos de Tello. pero se quejaba de que , como la evidencia nunca había sido publicada en su totalidad , era difícil emplear el concepto de Chavín, aunque parecía conte­ner una parte de verdad. "Pareciendo siempre más interesado en una seme­janza que en una discriminación - escribió Kroeber en su frustración - Tello ha debilitado su excelente caso al tratar las semejanzas remotas o dudosas a la par con las muy fuertes" (Kroeber 1944: 82). Kroeber recomendó una de­finición más cuidadosa de lo que se quería decir por Chavín a través de un es­tudio de la cultura Chavín en Chavín de Huantar y su comparación sistemáti­ca con los materiales de otras áreas identificadas como Chavín . Concluyó que

"Chavín , habiendo llegado a ser bastante proteico , es una etiqueta descriptiva insatisfactoria para cualquier cultura particular y distinti­va , excepto en Chavín mismo. Chavín designa propiamente un hori­zonte o una influencia que se encuentra en varias culturas. Este es, obviamente, el sentido en que Tello. quien desarrolló el concepto, utiliza el término" (Kroeber 1944: 43 ).

Rafael Larca Hoyle fue uno de los pocos contemporáneos de Tello que efectivamente llevó a cabo una comparación de .un grupo de materiales del llamado Chavín costeño con los de Chavín de Huantar. Larca ( 1941) ex­cavó el cementerio de Barbacoa en el valle de Chicama y encontró docenas de tumbas; en base a los artefactos hallados en estos entierros, Larco. igual que Tello , concluyó que el sitio era más o menos coetáneo de Chavín de Huantar. Sin embargo , Larco sostuvo que este material representaba una cul­tura local , que él llamó Cupisnique. y no constituía una irradiación de Cha­vín. Empleó este estudio de caso para cuestionar todo el marco de Tello. Escribió:

"Si analizamos cuidadosamente las diferentes culturas que se supone están incluidas en la llamada civilización Chav ín , llegamos a la conclu­sión de que si en realidad tienen elementos en común, tienen otros en aún mayor cantidad que nos permiten diferenciar una cultura de otra ... Las características en común se deben al intercambio que existió de elementos culturales sin significar que los pueblos abandonaron su propio modo cultural" (Larco 1948 : 16).

Larca y Tello definieron los dos extremos entre los cuales fluctuaron

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las interpretaciones durante los siguientes tres decenios. Tello sostenía que los rasgos culturales Chavín identificados por todo el Perú eran virtualmente los mismos que los de Chavín de Huantar, con variaciones menores debidas a adaptaciones locales o a retraso de tiempo. Larco argumentaba que las cultu­ras locales caracterizaron este período de tiempo y que la propagación de unos cuantos rasgos visibles no debería oscurecer este hecho. Desde varios puntos de vista , las diferencias entre estas dos posiciones eran una cuestión de énfasis: ambos estudiosos estaban de acuerdo en que los rasgos eran co­munes en una extensa área y que estos elementos indicaban contemporanei­dad . Sus diferencias de interpretación en última instancia reflejaban perspec­tivas teóricas contrarias, así como diferencias políticas y personales demasia­do complejas para ser consideradas aquí. La concepción de Tello tiene su pa­ralelo en el modelo difusionista adoptado por Gordon Childe , en tanto el énfasis de Larco en los procesos evolutivos in situ refleja los escritos de Julian Steward sobre evolución multilineal.

Hacia 1942, los arqueólogos estadounidenses habían llegado a acep­tar los argumentos de Tel10 respecto a que los materiales de Chavín eran de una considerable antigüedad y que justificaban se añadiese un tercer horizon­te panperuano a la secuencia de Uhle (Bennett 1943: 326, Kroeber 1944: 43 ). Sin embargo, no fue sino hasta la aparición en 1951 del artículo de Gor­don Willey "El problema de Chavín: examen y crítica" , que se llevó a cabo una evaluación sistemática de todo el espectro de los argumentos de Tel10, a fin de delinear este horizonte. El estilo de horizonte Chavín fue definido por Willey como idéntico o muy parecido a los diseños de la piedra esculpida de Chavín de Huantar, pero la escasa evidencia obligaba frecuentemente a Willey a hacer comparaciones con otras clases de artefactos de Chavín de Huantar, particularmente con el estilo de la cerámica. No es sorprendente que la ma­yor parte de los casos de Tello no estuvieran a la altura de la definición de Willey y que la mayoría de los cincuenta y tantos casos no fueran considera­dos necesariamente contemporáneos ni con una íntima relación histórica con Chavín(Willey 1951 : 135).

Pero aun dejando estos casos de lado hubo diecisiete sitios o regiones considerados que mostraban una innegable evidencia de estilo Chavín. La de­sigual calidad y confusa distribución de estos casos eran notorias, pero la evi­dencia fue suficiente para reafirmar el valor heurístico del concepto de un horizonte Chavín y su valor como un eficaz marcador de tiempo (Willey 1951: 124 ). Con Tel10, Kroeber, Bennett y Willey de acuerdo, se había logra­do un consenso , y el concepto de un horizonte Chavín fue incorporado no sólo a la síntesis de la historia de la cultura peruana, sino a los sistemas cro­nológicos básicos usados para organizar y hablar sobre la prehistoria peruana. La incuestionable aceptación de un horizonte Chavín está implícita en la de­finición de Rowe del Horizonte Temprano y en la división tripartita que hace Lumbreras del Formativo.

El papel integral del horizonte Chavín en la estructuración de estas

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terminologías (Lumbreras 1974, Rowe 1962) puede verse como testimonio del valor que tiene dicho horizonte como instrumento cronológico. No obs­tante, implícita en el sistema de cronología relativa de Rowe es tá la observa­ción de que un estilo de horizonte no es en sí mismo un marcador temporal suficientemente preciso para el estudio del cambio cultural. Con el sistema de Rowe. el horizonte Chavín y los otros dos horizontes peruanos se subdivi­den en diversas épocas o fases secuenciales en base al es tilo de la alfarería. Estas unidades más pequefias de tiempo "relativo" pueden usarse entonces para rastrear el desarrollo . difusión y transformación del es tilo de horizonte y fenómenos culturales asociados. Similarmente. el creciente número y pre­cisión de las fechas por radiocarbono hacen teóricam ente posible subdividir un horizonte en unidades de tiempo absoluto o cronométrico. rn vez de depender del estilo mismo de horizonte para determinar la contemporanei­dad . El estilo de horizonte gradualmente se hace superfluo y obsoleto como índice temporal a medida que aumenta la precisión cronológica. Pero una vez libre de su función como instrumento cronológico. el fenómeno de horizonte puede convertirse en objeto de investigación.

Aunque Willey enfatizaba la utilidad de los horizontes como instru­mento cronológico, reconocía que la difusión de un estilo unificado de arte Chavín por gran parte del Perú era un acontecimiento ex traordinario sin pre­cedentes, cuyo significado funcional había recibido poca consideración. pero que finalmente había de ser entendido en términos de procesos culturales (Willey 1948 , 1962). Willey siguió los pasos de Larco ( 1941) y Carrión Cachot (1948) al argumentar que el grado de homogeneidad estilística carac­terística del horizonte Chavín se debía a la propagación de un sistema común de creencias entre poblaciones culturalmente diferenciadas. Tal como lo ex­presó Willey :

"la difusión del estilo de arte Chavín puede explicarse más fácilmente como la expansión pacífica de conceptos religiosos. Quizás estos con­ceptos Chavín fueran las sanciones. en un plano espiritual. de la agri­cultura que daba la vida y las artes sedentarias que sólo recient emen­te habían sido adoptadas por las poblaciones del Formativo" (Willey 1948 : 10).

Aunque esta posición continuó siendo la dominante en los decenios siguientes (por ejemplo , Keatinge 1981. Lanning 1967 : 98 , Moseley 1978: 520, Patterson 1971 ), hubo quienes no estuvieron de acuerdo. Por ejemplo. Donald Lathrap sostenía que el culto Chavín fue difundido por un Estado autoritario estrechamente integrado que podía demandar y lograr que se re­produjera su arte religioso y estatal en el material más durable posible ( 1974 : 149-150). Una posición similar fue expresada por Rowe (1977 : 10):

"es difícil imaginar tener tal grado de uniformidad o arte religioso como resultado de una libre expansión de ideas religiosas: además.

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existe también influencia de Chavín en la cerámica secular de estas otras áreas. Una posible interpretación , que concuerda con la infor­mación disponible , es que Chavín comenzó como un programa de conquista militar con una religión oficial asociada , pero que el poder efectivo pronto pasó a manos de los sacerdotes".

A pesar de interpretaciones funcionales , persistió un acuerdo casi unánime respecto al valor heurístico del concep to de horizonte Chavín . Re­cientemente , sin embargo, Thomas y Shelia Pozorski (1987) han negado la exis tencia de un horizonte Chavín e incluso argumentado que la terminología cronológica de Rowe debería modificarse cambiando el término "Horizonte Temprano" por el de "Período Temprano". Según las interpretaciones que ellos hacen de investigaciones recientes sobre el Precerámico de Algodón y el Período Inicial. éstas habrían demostrado que sistemas relacionados de sím­bolos en la costa existieron por casi dos mil años y que la iconografía de Cha­v ín de Huantar es simplemente una de tantas variantes de estos sistemas de prolongada vida. Impugnan tanto la singularidad estilística como la integridad pan regional del estilo Chavín y, por implicación , niegan la rápida difusión de cualquier es tilo del Horizonte Medio que abarque una amplia área geográfica. Si aceptamos sus conclusiones . el concepto de horizonte Chav ín sería relega­do a discusiones arcanas sobre la historia de la arqueología peruana, junto con el "Horizonte negativo" y el "Horizonte blanco sobre rojo" (Willey 1948: 10-12). La exploración del significado del horizonte Chav ín no tendría sentido si dicho fenómeno nunca existió, así que , antes de proseguir, aborda­remos esta cuestión fundamental.

EL HORIZONTE CHA VIN: ¿uNA QUIMERA ESTILISTICA?

¡.Es el horizonte Chavín una ilusión producida por la fusión de estilos de diferentes épocas y orígenes? ¿Hay una necesidad de asumir como un he­cho el horizonte Chavín? Esta es la misma pregunta que Willey intentó resol­ver en 1951 . Al tratar de extraer un marcador de horizonte significativo del más amplio, rico y ambiguo concepto de Tel10, Willey definió el estilo de ho- , rizonte Chavín como idéntico, o muy parecido , a los diseños de las esculturas de Chavín de Huantar. El aspecto de arte Chavín que se consideró más diag­nóstico fue la configuración de las representaciones escultóricas antes que el contenido o la técnica del tallado empleada en su ejecución. Usando estas convenciones estilísticas como guía, Willey examinó los argumentos existen­tes y aceptó diecisiete sitios o regiones (incluyendo Chavín de Huantar), que, según él, mostraban una incuestionable afiliación estilística Chavín y rechazó un número aún mayor ya sea por evidencia inadecuada o por insuficiente se­mejanza con el estilo de diagnóstico .

Aunque él prefiriera fallar más bien por el lado de una vacilación con­servadora que de una aceptación sin sentido crítico, muchos de los diecisiete

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sitios o regiones considerados aceptables no tienen análogos directos con es­culturas específicas de Chavín de Huantar, incluso con el inventario bastante ampliado de tallas disponibles actualmente. En vano buscamos en Chavm de Huantar paralelos cercanos al felino-cangrejo inciso en la tabla de hueso del puerto de Supe, al supranatural agnato esquelético empuñando una lanza de Kuntur Wasi y al motivo casi abstracto de una "planta o fruta" en la vasija de gollete estribo de Morropón. Estas piezas difieren tan to en convenciones esti-1 ísticas como en contenido temático. Cinco de los diecisiete ejemplos de ho­rizonte Chavín aceptados por Willey no son sitios ni regiones; son piezas ais­ladas sin sitio de procedencia establecido arqueológicamente. Los ejemplares mencionados son una vasija de piedra de Hualgayoc, una botella de cerámica de Morropón, el "Pickman Strombus" grabado de Chiclayo, una espátula ta­llada de hueso de Huamaya en Huaura , y la talla de piedra de Yavya en el Callejón de Conchucos( 1 ). La cultura Mochica también estaba incluida en la lista de Willey de diecisiete debido a la presencia de elementos arcaicos Chavín en algunas ofrendas de entierros ( Rowe 1971 ). Cuando estos casos no com­probados son dejados de lado , sólo quedan diez de la lista original de Willey. además de Chavín de Huantar mismo.

En estos diez sitios, se usaron configuraciones estilísticas en un pe­queño número de esculturas cruciales u objetos portátiles para establecer la contemporaneidad mediante el concepto de marcador de horizonte ; no había mucha alternativa a este enfoque cuando se escribía el artículo. Sin embargo, las excavaciones y la introducción del fechado por radiocarbono hacen posi­ble ahora evaluar independientemente si estos ejemplos "incuestionables" que quedan del horizonte Chavín son contemporáneos con las esculturas de Chavín de Huantar.

Las investigaciones en Chavín de Huantar tuvieron éxito en el estable­cimiento de una secuencia cerámica de tres fases ligada a una serie de medi­ciones por radiocarbono ( Burger 1981 , 1984: 177-281 ). secuencia que con­siste de la fase Urabarriu (890-490 a.deC. ), la fase Chakinani ( 460-390 a.deC.) y la fase Janabarriu (390-200 a.deC.). Esta cronología es significativamente más tardía de Jo que muchos estudiosos habían creído (Lumbreras y Lamat 1969). Varias de las primeras mediciones por radiocarbono disponibles para Chavín de Huantar se hicieron con muestras de huesos del suelo del canal de Rocas que había sido remojado durante milenios por agua que se filtraba de los edificios de los templos construidos con abundante piedra caliza (Burger 1981: 596). Ya sea por las limitaciones del análisis colágeno de hace veinte años, la contaminación por carbonato o por la combinación de estos y otros factores , las pruebas dieron resultados de una excesiva antigüedad en 600-800 años. No parece que Chavín de Huantar haya estado poblado antes de la fase Urabarriu y, en consecuencia , es probable que el Lanzón y la escultura que adornan el Antiguo Templo no hayan sido tallados sino hasta aproxima­damente 890 a.deC. o después. Muchas de las clásicas esculturas Chavín fue­ron talladas durante la fase Janabarriu , que corresponde a la fase D/EF de la

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secuencia escultórica de Rowe, cuando el centro serrano llegó a su apogeo (Burger 1981, 1984).

Con esta cronología en mente, retornamos a uno de los sitios tradi­cionalmente aceptado como un marcador indiscutible del horizonte Chavín. Moxeke, un sitio enorme en el valle de Casma, fue excavado por Tel10 en 1937 y relevado por él para demostrar la distribución regional de la civiliza­ción Chavín (Tel10 1943 , 1956). Este sitio continúa figurando prominente­mente en las discusiones del horizonte Chavín en síntesis generales (por ejem­plo. Lumbreras 1974: 68. Kauffmann Doig 1978). Moxeke fue originalmente aceptado por Willey ( 1951: 11 8-119) como Chavín en base al "fuerte molde Chav ín" de los frisos de adobe policromo que decoraban la tercera terraza del montículo escalonado. En 1974. Pe ter Roe fechó estos frisos, en base al arreglo en series. en la fase C ele la secuencia escultórica ele Chavín de Huantar (Roe 1974: 33-4. Cuadro VI); este fechado estilístico implica que Moxcke fue construido un poco después que el Antiguo Templo de Chavín de Huantar.

En 1981 se iniciaron nuevas investigaciones en i,ioxeke. encontrándo­se que Pampa de Las Llamas, mapeacla también por Tel10 , y Moxeke consti­tuían un solo gran centro. El gran número de tejidos enrollados recuperados sugiere para el sitio un fechado de Período Inicial temprano. Ocho muestras por radiocarbono de las excavaciones dieron como resultado fechas que abar­caban de 1785 a.deC. a 1 120 a.deC.; una novena medición es aún más anti­gua (S. Pozorski 1987). Si bien queda mucho por esclarecer acerca ele lacro­nología interna de Moxeke/Pampa de Las Llamas , parece cierto que el sitio fue construido y abandonado antes de que Chavín de Huantar fuera siquiera fundado . Los cera mios de ahí son consistentes con esta conclusión. Por con­siguiente. Moxeke no puede oficiar como evidencia de un horizonte Chavín, pues ni siquiera es coetáneo con la escultura que se usa para definir el hori­zonte . Retrospectivamente, los frisos de Moxeke son bastante diferentes en estilo y contenido de la escultura de Chavín de Huantar, si bien hay algunas semejanzas generales y elementos compartidos. Obviamente, los descubri­mientos en Moxeke refuerzan las dudas respecto a la utilidad del concepto ele un horizonte Chavín.

Los resultados de Moxeke sorprendieron a pocos estudiosos que tra­bajaban sobre cuestiones ele civilización peruana temprana. Evidencias inde­pendientes de excavaciones, análisis de cerámica y mediciones por radiocarbo­no ya habían mostrado que muchos de estos temas, elementos estilísticos e incluso convenciones idiosincráticas del estilo Chavín, tenían precursores mucho antes de que las esculturas de Chavín se hubiesen tallado (Burger 1981. 1985; Pozorski 1983; Bischof 1986). El argumento de que el estilo Chavín surgió repentinamente y sin precedentes (Lathrap 1974: 145-146) se hizo cada vez más insostenible a medida que se publicaban estos nuevos re­sultados.

Muchos de los temas Chavín, por ejemplo, tienen sus raíces en las

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imágenes de los tejidos del Precerámico de Algodón . Los textiles de Huaca Prieta y La Galgada representan 1) supranaturales antropomórficos fron­tal es con cabellos flotantes y serpientes colgando de la cintura. 2) aves rapaces con alas extendidas y la cabeza hacia un lado, y 3) felinos de perfil (Bird et al. 1985 , figs. 11 O, 117 , 139; Grieder et al. en prensa ). Más de mil años más tarde aparecen interpretaciones más sofisticadas de imágenes análo­gas en la escultura de Chavín de Huantar.

Chiaki Kan o ( 1979) demostró que las representaciones de felino, ser­piente , águila y seres antropomórficos figuran prominentemente en la cerá­mica Wairajirca de Shillacoto en el área de Huánuco. Así, algunas de las más tempranas representaciones figurativas conocidas de la sierra muestran los mismos temas encontrados en Chavín de Huantar un milenio más tarde , si bien en un estilo muy diferente. A una conclusión similar llegó Daniel Mora­les en su análisis de la iconografía de la cerámica de Pacopampa en la sierra del norte durante el Período Inicial tardío. El encontró que muchos de los temas y elementos asociados con Chavín de Huantar tenían una larga historia en el área de Pacopampa antes del llamado horizonte Chavín (Morales 1980). Por último, Terence Grieder y Alberto Bueno descubrieron un disco de la concha Spondylus en La Galgada tallado en un estilo estrechamente relacio­nado con el de Chavín de Huantar. Estaba en el suelo con un fogón fechado en 3650 ± 60 BP (Grieder et al. en prensa). Aunque el disco es de fecha pos­terior al fogón de donde se tomó la muestra es probable que no sea substan­cialmente más reciente , dado que La Galgada no parece haber sido ocupada después del Período Inicial temprano.

En los años setenta , las investigaciones en la costa de Garagay en el valle del Rímac (Ravines e Isbell 1976) y el Montículo de la Huaca de los Reyes de Caballo Muerto en el valle de Moche (Moseley y Watanabe 1974, Pozorski 1976) revelaron relieves en arcilla tan impresionantes como los des­cubrimientos de Tello en Nepeña y Casma. Los supranaturales en estos ejemplos de arte público tenían fauces prominentes y ojos excéntricos y muchos estudiosos presumieron que eran parte del horizonte Chavín (por ejemplo , Lumbreras 1974 ). Usando como guía la secuencia escultórica de Chavín de Huantar de Rowe, Peter Roe fechó los frisos de Garagay en la fase C y los de la Huaca de los Reyes, en la fase D ( Roe 197 8 ). Estas conclusiones probaron estar reñidas tanto con los resultados por radiocarbono como con las asociaciones de cerámica que apuntaban a un fechado de Período Inicial tardío para ambos sitios, aproximadamente entre los años 800 a.deC. y 1100 a .deC. (Burger 1981 ). Las imágenes del Templo Medio de Garagay represen­tan a un supranatural desconocido en Chavín de Huantar cuyos atributos principales parecen haberse tomado de la araña (Salazar-Burger y Burger 1983, véase también Ravines 1984 ). Kennings, las sustituciones metafóricas características de la escultura de Chavín de Huantar, no están empleadas en los frisos de Garagay.

Incluso se ha mostrado ahora que las tallas de madera de Cerro

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Sech ín, aceptadas como Chavín por Tel10, pero rechazadas por Willey , son anteriores a Chavín. Un poste en el suelo asociado con las famosas tallas de piedra dio una fecha de 1290 ± 20 a .deC. (7205-6977) (Samaniego , Vergara y Bischof 1985: 782) . Estas esculturas fueron ejecutadas puliendo y hacien­do incisiones en superficies planas de piedras incorporadas en el revestimien­to de paredes exteriores. Las esculturas de Cerro Sechín son uno de los pocos antecedentes conocidos para las tallas de Chavín de Huantar desde una pers­pectiva tecnológica y arquitectónica . En Cerro Sechín las esculturas de pie­dra datan de la cuarta fase de construcción y las JJinturas de arcilla y frisos decoran la primera y tercera fases más antiguas de construcción con imágenes de felinos, peces y una figura humana similar a las talladas después en piedra.

La riqueza recién apreciada de la iconografía del Período Inicial ha tenido su paralelo en la comprensión de que la escala y complejidad de la arquitectura del Período Inicial excede con mucho expectativas anteriores. Igual que en el arte, se ha encontrado que muchos rasgos arquitectónicos aso­ciados con el horizonte Chavín tenían antecedentes en el Precerámico de Algodón y el Período Inicial (Williams 1980, Burger 1985 ). De hecho , algu­nos sitios identificados como Chavín en base a rasgos arquitectónicos como el trazado en fornrn de U han demostrado ser antenores a Chavín en muchos siglos (Pa tterson 1985 b ).

La nueva evidencia examinada brevemente -aquí, ¿destruye necesaria­mente el valor heurístico de un horizonte Chavín? A mi juicio, no lo destru­ye. La revelación de que existen antecedentes para el estilo escultórico, arqui­tectónico y tecnológico de Chavín de Huantar no socava por sí misma la apli­cabilidad del concepto de estilo de horizonte, así como el descubrimiento de que el estilo imperial romano tenía raíces en el mundo de los etruscos y en el de los gnegos tampoco excluiría la posibilidad de un estilo de horizonte ro­mano . Desde una perspectiva histórica, es lamentable, aunque no crucial, el hecho de que sitios como Moxeke, Garagay o Huaca de los Reyes hayan sido incorrectamente identificados como pertenecientes al horizonte Chavín . Los temas y el estilo de estos frisos son demostrativamente diferentes de los de la escultura de Chavín de Huantar y entre ellos mismos. Hubo una considerable variabilidad local y regional en el arte y la arquitectura de este Período Ini­cial, hacía tiempo que una variabilidad similar se había reconocido para los estilos de la cerámica del Período Inicial. La existencia de elementos artísti­cos compartidos es explicable en términos de redes de intercambio interre­gional y de comunicación.

La cuestión fundamental es si queda algo o no por explicar luego de que varios casos pre-Chavín y no-Chavín han sido eliminados del hipotético horizonte Chavín. En mi opinión, aún hay numerosos ejemplos de estilo Cha­vín distribuidos ampliamente por la costa y sierra del centro y norte del Perú que parecen constituir un verdadero horizonte (Willey y Phillips 1958) en tér­minos de singularidad y coherencia estilísticas , extensión panregional y dura­ción temporal relativamente corta(2). Si se aplicara estrictamente la definición

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de estilo Chavín de Willey , la mayor parte de los casos del estilo de horizonte fuera de Chavín de Huantar estarían relacionados con la escultura D/EF de Chavín de Huantar y por lo tanto podrían fecharse tentativamente a dos o tres siglos del Horizonte Temprano (esto es, 500-200 a.deC.) . El Nuevo Tem­plo de Chav ín de Huantar es la fuente más probable de este estilo de horizon­te ya que puede mostrarse que las imágenes D/EF introducidas en otras par­tes se desarrollaron directamente de las esculturas de la fase local AB del Antiguo Templo . En contraste. otros centros coetáneos del Antiguo Templo , como Paco pampa , Kotosh e incluso Garagay, es taban ejecutando un peculiar arte religioso en estilos regionales que se distinguían fácilmente del de Chavín de Huantar. Dado que el estilo Chavín se inspiró en numerosas fuentes del Período Inicial , espec ialmente de la costa del centro y el norte , su difusión a esas zonas durante el Horizonte Temprano tiene un sentido casi déja vu al re­introducir elemen tos costeños más antiguos en su estado transformado. Por el contrario. la penetración del estilo de horizont e Chavín en la sierra y la costa sureña es más visiblemente intrusa.

Uno de los problemas de usar un "estilo de gran arte'' corno un mar­cador de horizonte es la dificultad de recuperar sus muestras in situ. Este pro­blema no se presen tó inmediatamente porque el horizont e Chavín fu e defini­do en base a la escultura de piedra, la cual es visible, resiste nte a los elemen­tos y a menudo tan pesada qu e perm anece cerca de su ubicación original. La­mentablemente, es raro encontrar tallas en piedra fuera del área de Chavín de Huantar en tiempos tempranos (Burger 1987: 125-1 28 ). La rep resentación pública de iconografía compleja era probablemente más frecuente en los fri­sos de arcilla , pero éstos raramente resisten las lluvias de la sierra (Terada 1985) e incluso , si sobreviven intactos. se necesitan excavaciones en gran es­cala para desenterrarlos, y pocos inves tigadores han intentado tales empresas desde los tiempos de Tel10. El es tilo de horizo nte Chavín aparece también en artefactos portátiles co rno oro . hueso , alfarería y tela. Todos estos objetos. desgraciadamente. estaban muy bien guardados y rara vez son recuperados , salvo en escondites o entierros. Es más, tienen un gran va lor en e l mercado moderno de arte y, por consiguiente. es más frecuente que los encuentren los hu aqueros que los arqueólogos. Si bien puede ser que es tos obstáculos no sean in supe rables, han limitado fuertemente el núm ero de casos bien docum enta­dos del es tilo de ho rizonte Chavín.

Una de las expresiones más claras del estilo de horizonte Chavín ocu­rre en la costa sur del Perú , aproximadamente a 500 km . de Chavín de Huan­tar. Afortunadamente para los arqueólogos, el estilo de cerámica del Horizon­te Temprano en esta región presenta decoración figurativa y hace tiempo se ha reconocido que la cerámica de estilo Paracas temprano (es decir, Ocuca­je 3-5) y las calabazas pirograbadas muestran imágenes estrechamente relac io­nadas con la escultura de Chavín de Huantar, tanto en contenido como en es­tilo (Willey 1951 , Kroeber 1953 . Sawyer 1966, Menzel et al. 1964, Rowe 1962: figs. 28. 55) . . Muchas de estas representac iones aparecen en la cerámica

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producida localmen te dejada con los muertos , así que no hay duda que este complejo sistema simbó lico era ampliamente aceptado y activamente repro­ducido por poblaciones que vivían en un área anteriormente desconectada el e Chavín de Huantar y que se diferenciaba en términos de ecología y tradicio­nes cultura les.

La presencia del es tilo puro el e horizonte Chavín en toda su compleji­dad en la costa sur sólo se hizo patente con la publicación de reproducciones de tejidos de algodón pintados que, según se dice . fueron saqueados de Cal tan­go en él v:ilk de lea (Rowe 1962: figs . 29. 30)_ de Chincha (Conklin 1971) y espec ialmente del sitio de Karwa (o Carhua) ubicado en el lit oral de la penín­sula de Paracas (Cordy-Collins 1976) . Existen descripciones del saqueo de la tumba de Karwa que produjera los tejidos pintados. y la recupera ció n de los fragmentos en la superfic ie descartados por los huaqueros confirma es te sitio poL·o conocido como la fuent e de los tejid os ( Burger 1987: 1 17-120 ). M{is de 200 fragm entos de textiles decorados provienen - se cree - de Karwa y en ellos están la s famili ares imáge nes de todo el panteón ele la s escu lturas de Cha­vín de Huantar : el caimán. la deidad antropomórfica portando \aras. el águila co n cres ta. el jaguar y la serpiente. Las figuras se han ejecutado usando las tradicionales co nvenciones esti lísticas Chavín. Las imágenes de los tejidos de Karwa y las escu lturas el e Chavín de Huantar son variantes del mi smo sistema iconogrüfico . e l mism o "esti lo ele gran arte" , qu e es lo que marca al horizon­te Chav in. El tamaf\o y estructura de algunos de estos textiles sugieren que alguna vez pueden haber decorado las paredes de templos de manera análoga a las esculturas de Chavín de Huantar mismo. Recientemente se han encon­trado nuevos tejidos Chavín pintados en otro sitio de la península de Paracas ( José Pi nilla, comu nicac ión person al). Se ha de enfatizar qu e los te x ti!es Chav ín clásicos son raros en es tos tempranos sitios Paracas y sólo el ex tenso sa(]u eo los ha sacado a la luz. Es posible que co n íos procedimientos arciueo­lógicos normales de mu estreo nunca hubiese n sido encontrados .. incluso si se hubieran realizado trabajos en estos sitios .

El hallazgo de Karwa es. has ta cierto punto . análogo al descu brimien­to de dos esL·ondites de oro Chavín en Chongoyape ( Lambayeque ), situados a 900 km . al norte de Paracas (Lothrop 194 1 ). El oro de Chongoyape llevaba motivos cl ás icos Chavín y la iconografía. así como la alfarería aso­ciada con un o de los lo tes. indica contemporaneidad co n el Templo Nuevo. Igual que los textiles de Karwa. es tas coronas de o ro, orejeras, adornos de na­riz y garganti ll as muestran clásicas convenciones estilísticas Chav ín. Hasta hace poco no se sabía nada de la cultura del Horizo nte Temprano en Lamba­yeque responsa bl e el e los en tierros en los qu e se encontraron estas piezas. TrJs se r desc ubiertas, permanecieron como un testimonio aislado de la ex ten­sión por el no rte del horizont e Chavín. Trabajos e fect uados en los sitios tem­pranos d~ Huaca Lu cía y Huaca Cholo pe no proporcionaron nuevas eviden­ci as del horizon te Chavín (Shimacla et al. 1983). pues ambos sitios datan del Per íodo Inicial tardío y fueron abandonados vcJrios siglos antes del fe nóme no

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del horizonte Chavín(3). En 1979, durante las excavaciones en el Morro de Eten en la boca del desagüe de Lambayeque, finalm ente se encontró desper­dicios y entierros que incluían botellas decoradas con las clásicas representa­ciones Chavín de águilas con crestas (Alva y Elera 1980).

Hacía tiempo que se conocían similares representaciones clásicas Chavín en las tumbas saq ueadas en los valles de Chicama. Saña y Jeq uetepe­que, inmediatamente al sur (por ejemplo , Roe 1974: fig. 36b, 1982). Estos valles eran , por supu esto , el centro de la cultura Cupisnique y las aisladas pie­zas de estilo Chav ín eran anómalas al ser comparadas con los mate ria les recu­perados por Larco ( 1941 ) en los cementerios de Barbacoa y Palenq ue. Claro que si uno se afe rra a una defi nición estricta de Chavín , es difícil incluir los materia les de Barbacoa en un horizonte Chavín. Ello, sin embargo, es razona­ble por haberse encontrado en las excavaciones de Chavín de Hu antar vasijas de est ilo Cupisnique parecidas a las de Barbacoa en la Galer ía de Ofrendas y con desperdicios de Urabarriu (Lumbreras 1973 , Burger 1985: 79-80, 175-177). Estas asociaciones demu estran qu e esta fase del est ilo Cupisnique es parcialmente contemporánea con el Antiguo Templo y, por co nsiguiente. es an terior a l horizonte Chavín . En contras te, las pruebas en la Hu aca Guavalito y la Huaca Herederos Chica de Caballo Mu erto en el valle bajo ele Moch e y el reconocimiento del sitio ele la Hu aca de los Chinos en el va ll e alt o de Moch e han revelado un componente posterior a Cuspinique similar a los materiales ele la fase J anabarriu en Chavín ele Huantar (Pozorski 1983 , Watanabe 1976). El saqueo ele tumbas en el área de Cayaltí del valle de Saña ha desenterrado un nuevo escondite de objetos Chavín el e oro , comparables y coetá neos con aquellos hallados hace tres decenios en Lambayeque (Kauffmann Doig 1981 : 37-38, 130, 142, 143 . 147).

Este no es el lugar apropiado para examinar cada exponente indivi­dual del estilo de horizonte Chavín, pero estos incuestionables casos en las costas del norte y el su r separadas por casi mil kilóm etros deberían ser sufi­cientes para demostrar que el rechazo del horizonte Chavín por los Pozorski ( 1987) es injustificado. La mal sus tentada conclusión de ell os parece qu e se debe tanto a una inadecuada diferenciación entre evid encias del Período Ini­cial tardío y el Horizonte Temprano como . de man era secundaria, a la creen­cia de que la situación en Casma , con la que están más familiarizados, es re­presentativa del Perú en su totalidad .

La definición del horizonte Chavín só lo en base al est ilo escultórico de Chavín de Huantar es factibl e , pero no es el único modo posible de enfo­que . Se recordará que, en lo abst racto , los horizontes pueden basarse en cual­quier fenómeno qu e se identifica fác ilmente y se propaga rápidame nte por una ex tensa área. Desde el trabajo de Willey , se ha hecho aparente que el ho­rizonte Chavín no está simplemente marcado por la difusión de un "estilo de gran arte". Se caracteriza también pqr la difu sión de una serie de atributos cerámicos y una serie de innovaciones tecnológicas en metalurgia y textilería (Conklin 1978, Lechtman 1980).

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La incorporación de criterios cerámicos en la definición del horizonte Chavín es útil desde una perspectiva cronológica por la ubicuidad de la alfa­rería en comparación con una iconografía compleja. Es de utilidad desde una perspectiva funcional porque la alfarería refleja dimensiones de comporta­miento social di'ferentes de aquellas expresadas en el arte religioso. Los rasgos cerámicos asociados con el horizonte Chavín están mejor documentados para la fase J anabarriu ( o fase de Rocas) en Chav ín de Huantar ( Burger 1 985: 1 07-158) y su incorporación en complejos por todo el centro y norte del Perú durante el horizonte Chavín ha sido resumida en otra parte (Burger 1978: 329-391, 1987: 133-139). La intrusión de estos rasgos en las tradicion es de la cerámica local ha sido observada por numerosos investigadores y la fuerte influencia de estos elementos Chavín a veces ha sido ex presada por términos descriptivos corno Pacopampa Chavín o Kotosh Chavín. Algunos ele los e le­mentos intrusos so n símbolos decorativos como el círculo concéntrico y la S derivada de la iconografía Chavín. pero también hay la generalización de for­ma s, téc nicas de acabado de superficie y d ecoración. Virtualmente en todos los casos documentados. estos elementos nuevos se combinaron con elemen­tos local es anteriores para producir distintos estilos sintéticos.

La distribución de los rasgos Janabarriu asociados con el horizonte Cilav in es más exte nsa qu e la co nocida distribución del esti lo de arte Chavín. Por ejemplo, los trabajos en el área de Ayacucho no han reve lado aún la clási­ca iconognifia Chavín . pero un es tilo relacionado con Janabarriu ll amado Kichka Pata ha sido de finido en la cuenca ele Ayacucho ( Lumbreras 1974 ) en base a vasijas y otros utensilios de los desperdicios. En 1983 se e nco ntraron tumbas en el sitio de Jarqam Pata en Hu ama nga donde había botellas pareci­da s a la alfarería influenciada por Janabarriu d e la tumba de Chongoyape. ubicad :1 a 900 kms. al norte , y de otros sitios del Perú (Ochatorna 1985) .

La di fusión del horizonte Chav ín no tenía precedentes e n la prehisto-· ria peruana. Los estilos cerámicos del Período Ini cial. así como los estilos ele l:i alfarería post-Chavín. eran muy variables. co n esti los dife renc iados carac­tcr ísricos de un so lo va ll e o. e n algunos casos. de pequet'ias porciones de un va i'lc . Por eje mp lo . excavacio nes recie ntes en el sit io de Carda l, del Período Inic ial tard ío . en el bajo va lle de Ludn , han docume ntado una colección de cerámica distinta ele la que se utilizaba en la comunid ad ribere11a de Curuya­cu, situada sólo 20 km. más lejos e n el borde sureño del delta de Lurín . Las alfarerías de Lambayeque y d e Ayacucho no tuvieron virtualmente nada en común antes del horizonte Chavín y no compartieron casi nada durante los siguientes siete siglos .

El hori zo nt e Chavín refleja un moment o efímero en la pre-historia peruana durante el cual las dispares sociedades disociadas de algún modo fue­ron reunidas en un so lo sistema mundial o ekumene. El concepto de horizon­te nos ayuda a salir de la esfera provincial del valle o sitio de estudio y a con­frontar este fenó meno . Como ·'horizonte" es simplemente un término des­criptivo formal creado por nosotros, en ningún sentido ex plica est e patrón .

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En realidad , casi no se ha efectuado trabajo alguno en los sitios de la costa que podrían ser asignados al horizonte Chavín. Incluso en la sierra, el énfasis ha estado dirigido al estudio de los componentes anteriores al Hori­zonte Temprano en la mayoría de sitios. La situación actual nos recuerda la que Willey encontrara hace un cuarto de siglo. Nos enfrentamos a una base de datos de calidad desigual , aunque , con todas las limitaciones del caso, si­gue habiendo amplias razones para retener el concepto de un fenómeno pan­regional que puede llamarse horizonte Chavín .

Hay muchas diferencias entre este horizonte, tal como se lo entiende actualmente, y el de los Incas. Por ejemplo. no hay arquitectura administrati­va característica del horizonte Chavín ni enclaves administrativos, como Huánuco Pampa, en los que una expresión pura del estilo del horizonte se encuentra rodeada por tradiciones locales que perduran. El estilo de horizon­te Chavín no parece ser el instrumento de propaganda de un Estado imperial en expansión . No hay mucha evidencia que apoye la tesis de que se difundió por conquista. El fenómeno Chavín encaja dentro de la definición formal de un horizonte , aunque parece que fuera un tipo diferente de horizonte. razón por la cual tendría poco en común con los otros dos horizontes peruanos.

MODELANDO EL HORIZONTE CHA VIN

¿Qué representa el horizonte Chavín? Corno ya lo hemos notado. tra­dicionalmente los peruanistas lo han interpretado como la manifestación ma­terial de una serie de creencias religiosas. Los textiles pintados de la tumba de Karwa en Paracas apoyan esta conclusión con su representación de los supranaturales de Chavín. En el caso de Karwa , no hay duda alguna de la na­turaleza intrusa de los símbolos ni del detallado conocimiento que implican de la ideología Chavín . Al mismo tiempo , el material de algodón y los rasgos singulares de la iconografía sugieren que estas telas fueron producidas en la costa.

Pero ¿cómo se ha de conceptualizar la difusión de la ideología reli­giosa de Chavín durante el Horizonte Temprano a estas áreas distantes? La mayoría de los estudiosos no ha prestado mucha atención a este problema. pero quienes lo han hecho a menudo dependen del patrón de expansión reli­giosa que más conocemos. Así , se han hecho analogías con la difusión del cristianismo bajo los romanos (Patterson 1971) y los textiles de Karwa han sido analizados como un catecismo introducido por misioneros Chavín (Cordy-Collins 1976).

Algunos estudiosos asocian tan estrechamente los movimientos reli­giosos expansivos con el cristianismo y otras religiones del mundo moderno que les es difícil concebir qué procesos comparables ocurrieron en el mundo prehispánico (Sanders 1978: 40). Esta última posición no se justifica en el plano teórico ni en el empírico. Las religiones expansivas, conocidas en la literatura etnográfica corno cultos regionales o movimientos de revitalización.

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se han documentado para un amplio espectro de sociedades estatales y no estatales en una variedad de medios culturales (Werbner 1977. Wallace 1956). En base a los registros históricos del siglo XVI se puede mostrar que en el Perú prehispánico existieron cultos regionales y uno de ellos, Pachacamac. fue descrito con bastante detalle porque su riqueza independiente despertó un interés especial de parte de los conquistadores espafioles ( Rostworowski 1972. Patterson 1985a).

La red religiosa centrada en Pachacamac nos proporciona un modelo útil ele cómo se organizaron los cultos regionales peruanos prehispánicos y de cómo se diseminaron sus ideas. Las semejanzas entre el culto de Pachacamac y el de Pariacaca y otras instituciones religiosas andinas tare! ías nos sugieren que este patrón estaba en consonancia con la manera como estaba estructura­da la sociedad andina y que no se limitaba a Pachacamac (Spalcling 1984: 61-71 ). A diferencia ele la mayoría de las religiones del Viejo Mundo. el culto expansivo de Pachacamac se propagó sin misioneros catequizadores ni el dra­ma de la conversión personal. Estaba basado, en cambio. en el establecimien­to de oráculos secundarios en áreas que diferían del centro del culto en afilia­ción étnica. lenguaje y base económica . Cada uno ele estos oráculos tenía su propia identidad y mitos. pero al mismo tiempo se reconocía la autoridad y el pago ele tributos al centro religioso de Pachacamac. La relación ele los san­tuarios secundarios con el principal se expresaba en términos de parentesco. siendo el supranatural reverenciado en los adoratorios locales considerado her­mano. hermana. hija. hijo o esposa del supranatural responsable del poder del adoratorio principal.

Las actividades del culto eran supervisadas por especialistas religiosos y el centro principal proveía representantes a los santuarios locales. Estos san­tuarios secundarios eran mantenidos con productos derivados de la labor co-111 unal en tierras asignadas al culto y , así, las actividades del culto estaban to­talmente incrustadas en los sistemas locales de organización social y produc­ción comunal. Por lo tanto. es lógico que la adopción del culto , igual que el mantenimiento ele su oráculo . estuviese basada en decisiones ele la comuni­dad más que en la conversión individual. El centro del culto recibía regalos ele todos sus oráculos secundarios y se decía que los tributos llegaban de lu­gares tan lejanos como el Ecuador. Hay que tomar nota que si bien Pachaca­mac servía también como centro poi ítico y económico de una pequei'ta socie­dad llamada Ychma. su influencia sobre comunidades distantes se limitaba a su autoridad religiosa, reforzada por las peregrinaciones de los representantes de comunidades portando regalos o pidiendo consejos al oráculo.

Este patrón andino ele cultos regionales difiere de los patrones judeo­cristianos de religiones expansivas de varios modos significativos. En primer lugar. el culto regional era una adición a los cultos locales más antiguos y no un sustituto. Los pueblos andinos aceptaban la noción de poderes sobrenatu­rales ordenados jerárquicamente. siendo cada uno asociado con objetos parti­culares o elementos de la geografía sagrada. Así. se podía aceptar que una dei-

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dad ajena tuviera más poder para ayudar a la comunidad sin negar la necesi­dad de continuar propiciando fuerzas sobrenaturales pertenecientes al paisaje local. Segundo, la reciprocidad , igual que el parentesco. era el idioma de estos cultos, de manera que los regalos al centro religioso local podían anticiparse, así como la donación de tributos al centro del culto era un prerrequisito para la inclusión en la red religiosa. Y. tercero. los oráculos secundarios eran esta­blecidos sólo mediante la aceptación por parte del centro principal de peticio­nes de comunidades locales. A juzgar por la evidencia sobre Pachacamac. este proceso produjo un patrón de actividad de culto no contiguo. Este patrón podría describirse como un archipiélago religioso que abarcaba el paisaje an­dino tanto vertical como lateralmente (Rostworowski 1972). Algunas comu­nidades e incluso regiones no participaban en la red religiosa debido a condi­ciones locales o por rechazo del centro principal. Como consecuencia de ello . la ausencia del culto regional en un valle o sitio particular no debe interpre­tarse como una refutación del ámbito panregional de un culto particular.

En nuestra opinión, el modelo de Pachacamac ayuda a explicar la na­turaleza y distribución de los marcadores de horizonte Chavín. Nos sugiere que no deberíamos esperar que los principales supranaturales sean idénticos en Pacopampa. Karwa y Chavín de Huantar, incluso si todos ellos participa­ban del mismo culto religioso. Las características explícitamente femeninas de los principales supranaturales de Karwa y Pacopampa podrían indicar es­posas. hermanas o hijas de la deidad mostrada en la Piedra Raimondi en Cha­vín de Huantar y las plantas que crecen de la diosa del bastón de Karwa (Cor­dy-Collins 1979) representarían sus atributos míticos particulares. El modelo de Pachacamac sugiere la probabilidad de la coexistencia pacífica del culto regional con anteriores instituciones religiosas locales. Durante el Horizonte Tardío habfa un templo incaico de la deidad solar al lado del antiguo santua­rio de Pachacamac que seguía funcionando . Este patrón ayuda a explicar si~ tios del Horizonte Temprano como Huaricoto en el Callejón de Huaylas. don­de. durante la fase Capilla Tardía. se encuentra parafernalia ritual de estilo Chavín al lado de cámaras ceremoniales donde las ofrendas se quemaban co­mo parte de la tradición religiosa Kotosh que seguía funcionando (Burger y Salazar-Burger 1980).

Es probable que algunas comunidades o áreas no participaran en la red religiosa de Chavín y no podríamos esperar que exhiban el estilo de hori­zonte Chavín ni adopten los rasgos de la cerámica relacionada con J anabarriu . La evidencia negativa es rara vez convincente en la arqueología. pero varias regiones muestran pocas huellas del horizonte Chavín pese a considerables investigaciones. Entre éstas destaca el área de la sierra entre Quiruvilca y Cajamarca (Terada y Onuki 1985. Kryzanowski 1986 ). que aún no ha produ­cido materiales relacionados con Chavín a pesar de fuertes componentes Chavín hacia el norte. sur y oeste. Similarmente. la ocupación durante el Horizonte Temprano del bajo Casma en los sitios de San Diego y Pampa Rosario muestra pocas huellas del fenómeno Chavín (S. Pozorski 1987). en

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tanto un poco más allá río arriba en Pallka (a 900 m.s.n.m.) hay una fuerte indicación de la influencia Chavín tanto en la iconografía como en la cerá­mica (Tel10 1956, Burger 1978). Tal situación es curiosa sólo si presumimos injustificadamente que un horizonte, igual que la mayoría de los Estados­nación modernos, ha de abarcar una extensión geográfica ininterrumpida.

¿Cómo se relaciona la difusión de los atributos cerámicos Janabarriu con la mencionada interpretación del horizonte Chav ín como culto religioso expansivo? Adams (1979) observó, en base a su trabajo sobre la alfarería de Nubia, que la conversión o subyugación religiosa por un grupo foráneo no se manifiesta necesariamente de manera directa en la cerámica producida local­mente , de hecho, tales presiones podían tener el efecto opuesto , como lo demuestra claramente el horizonte Inca. Es más significativo, entonces, que la alfarería producida y consumida al nivel doméstico entre los siglos V y III antes de Cristo incorporara rasgos relacionados con Janabarriu. Estos atribu­tos estilísticos eran compartidos por sociedades vecinas o distantes, quebran­do el prolongado patrón por el que la alfarería representaba una distinta identidad cultural y separación de otros grupos. La simple difusión de rasgos no explica este cambio puesto que hay amplia evidencia de contactos entre estos grupos durante el Período Inicial sin un significativo desdibujamiento de divisiones estilísticas.

La decisión de producir y usar alfarería similar a la de comunidades forán eas puede interpretarse como una poderosa manifestación simbólica de una identidad social ampliada, presumiblemente estimulada por la adopción de una ideología religiosa compartida y la participación asociada en una red ampliada de actividades económicas. La representación de símbolos Chavín en esta cerámica producida localmente sugiere la importancia que tenían en este proceso las creencias religiosas compartidas proporcionadas por el culto Chavín.

EL HORIZONTE CHAVIN: UNA METAMORFOSIS SOCIOECONOMICA

En la discusión precedente se ha in tentado mostrar que el horizonte Chavín existía y proporcionar una interpretación plausible de lo que ello re­presenta. Habiendo explorado la naturaleza de este ejemplo particular del fe­nómeno de horizonte , es difícil no preguntarse qué lo causó. ¿Por qué , en este momento de la prehistoria peruana, fue posible que el culto Chavín lo­grara aceptación y apoyo panregional? La respuesta ha de ser compleja. No será más fácil que determinar por qué el cristianismo o el islamismo se difun­dieron cuando y como sucediera, cuestiones que siguen siendo debatidas por los historiadores del Viejo Mundo a pesar de la abundante documentación y de un conocimiento relativamente detallado de las sociedades en cuestión. En el caso del horizonte Chavín , para el cual los datos arqueológicos son escasos y difíciles de interpretar, no sería realista esperar respuestas definitivas en el futuro próximo.

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Sin embargo, vale la pena plantear la pregunta a fin de estimular el debate e investigaciones adicionales. Las sociedades del Período Inicial. parti­cularmente en la costa, eran extremadamente conservadoras. Por más de mil años, uno encuentra pocos cambios radicales en los patrones de asentamien­to, la dieta. estilos de cerámica y el trazado arquitectónico del terreno. Las sociedades en cuestión parece que fueran en su mayoría comunidades agríco­las no estratificadas, gobernadas por alguna forma de liderazgo teocrático corporativo. La estabilidad y la continuidad son los temas dominantes hasta el final del período Inicial , cuando los principales sitios públicos a lo largo de la costa central y norteña son repentinamente abandonados ( Burger 1981, Pozorski 1 987 ).

El horizonte Chavín aparece luego de este trastorno y . a juzgar por la información disponible, es probable que sea más una función de las condicio­nes producidas por esta sacudida que la causa. En Cardal. en el valle de Lurín, y en Sechín Bajo y Taukachi-Konkan. en Casma, hay porciones de arquitec­tura pública que fueron dejadas inconclusas, y en Haldas el abandono de las actividades de trabajo colectivo fue tan repentino que las estacas de los agri­mensores quedaron en las construcciones en proceso. testigos mudos de la desaparición del sistema social responsable de estas monumentales empresas (Pozorski 1987: 22, Grieder 1975 : 102). Hasta ahora no se conoce que tras estos abandonos se hayan iniciado grandes obras públicas en algún valle de la costa , y parecería que la duradera habilidad de las sociedades costeñas para movilizar mano de obra colectiva con fines públicos estaba declinando más que aumentando en la época en que el culto Chavín se estaba difundiendo; la adopción del culto no parece haber revertido esta tendencia. La desorganiza­ción en la costa no fue total ; muchas aldeas de pescadores como Ancón y Curayacu, continuaron igual que antes y algunos sitios principales en los va­lles medios o altos , como Pallka o Kuntur Wasi , prosperaron.

Las evidencias que tenemos de los sitios de la costa durante el Hori­zonte Temprano revelan significativos cambios culturales. En el bajo Casma. los sitios del Horizonte Temprano carecen de montículos piramidales princi­pales y muestran poca semejanza con los centros inmediatamente anteriores al Período Inicial (Pozorski 1987). El análisis de desperdicios del Horizonte Temprano en la costa del sur, centro y norte, seiiala un fuerte aumento en el consumo de llamas. De hecho , esta fuente de carne de la sierra desplaza a los recursos marinos como principal fuente de proteína animal en numerosos si­tios. Este último cambio sugiere una mayor dependencia de las áreas adya­centes de la sierra , y un formidable aumento en lo exótico es característico de muchas poblaciones de la costa y la sierra durante el Horizonte Temprano. Es tentador ver la declinación de sociedades del Período Inicial produciendo un resquebrajamiento de los pequeños sistemas socioeconómicos autosufi­cientes que las habían sostenido., y que en el Horizonte Temprano las llevan a la emergencia de una esfera más grande de interacción en la cual el intercam­bio de bienes e ideas llega a generalizarse. Estas tendencias no deben interpre-

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tarse como "progreso", sino más bien como alternativas estratégicas para so­ciedades en conflicto.

Patterson (1983) ha sostenido que la innata habilidad de grandes lina­jes para producir un excedente y gradualmente constituir clases separadas, se neutralizó en el Período Inicial al canalizarse el excedente de producción y mano de obra hacia empresas públicas, como los complejos piramidales. Si­milannente, el grupo corporativo encargado de coordinar las actividades reli­giosas y públicas tenía también el potencial para acumular riqueza, pero ha­bría estado igualmente impedido de hacerlo por sanciones ideológicas que no permitían la conversión de poder en riqueza. Claramente , estas sociedades del Período Inicial estaban repletas de contradicciones y hacia fines de dicho pe­ríodo ya no eran capaces de resolver las dificultades que confrontaban sus miembros usando el sistema económico tradicional y la ideología asociada a él.

Las incontrolables fuerzas de la naturaleza pueden haber exacerbado sus dificultades . Moseley cree que uno de los peores casos del fenómeno de El Niño en la historia peruana ocurrió en la costa norte alrededor de 500 a.de C. , causando una gran inundación (Nials et al. 1976: 6). Bird sostiene que un gran maremoto azotó el litoral norteño a comienzos del Horizonte Tempra­no. Además ele estos desastres naturales, también puede haberse producido un continuo deterioro climático a lo largo del litoral , deterioro que comen­zara alrededor de 500 a.deC. y durara varios siglos (Moseley et al. 1981 : 248). Algunos estudiosos creen que entre los años 800-580 a.deC. y 420-300 a.deC. hubo un marcado enfriamiento en la sierra que habría trasladado los 1 ímites el e los pastizales de la puna hacia abajo, reduciendo las tierras disponi­bles para el cultivo . En el Cusco, la extensión máxima de uno de estos últi­mos avances glaciales data de 2830 ± 70 BP (KIC-682) (Cardich 1985).

En estudios culturales comparativos de movimientos religiosos exito­sos, se ha observado a menudo que su difusión ocurre usualmente cuando las expectativas de un grupo respecto a su bienestar general permanecen básica · mente inalteradas, pero sus capacidades percibidas para que se hagan realidad estas expectativas declinan ; situaciones como ésta han sido llamadas de pri­vación decreciente (Barkun 1974: 35). Otros estudiosos han sugerido que nuevas creencias religiosas son adoptadas para aliviar la tensión producida por el contraste entre la realidad' experimentada bajo estas circunstancias desfa­vorables y las explicaciones y postulaciones ofrecidas por la ideología tradi­cional (Wallace 1956). A menudo los desastres han actuado como catalizado­res para la rápida difusión de cultos (Barkun 1974 ). Los limitados elatos dis­ponibles para el Horizonte Temprano sugieren que pueden haber existido ta­les condiciones. Desde esta perspectiva , podemos especular que el culto Cha­vín puede haber suministrado un nuevo mensaje ideológico , más adecuado para explicar las nuevas condiciones en que vivía la gente que los antiguos cultos. Pero, ¿cuál fue el contenido de la ideología Chavín?

Conocemos poco sobre ello. pero era ciertamente ecléctica y sintéti­ca. Desde los comienzos el templo de Chavín de Huantar absorbió ideas fo-

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ráneas, las sintetizaba y transformaba en nuevas configuraciones compuestas, trascendiendo así las limitaciones de los sistemas locales individuales. Por ejemplo , la ideología del culto Chavín era consistente con la ampliación de las relaciones económicas y sociales y con la correspondiente redefinición de la identidad cultural por estos grupos.

Desgraciadamente, nuestra comprensión actual del Horizonte Tem­prano es tan pobre que frecuentemente es difícil determinar si un factor par­ticular es la causa parcial o la consecuencia del horizonte Chavín . Las redes comerciales en expansión , por ejemplo , han impulsado la propagación del cristianismo en América del Sur, pero , en otros casos, el comercio se desarro­lla como un subproducto de las relaciones sociales mejoradas que resultan de la adopción de creencias compartidas. La expansión del comercio en el Hori­zonte Temprano a menudo es asumida como un ejemplo del proceso ante­rior, pero esta presunción nunca ha sido probada rigurosam ente.

El cambio social puede producir disturbios más profundos que los que resultan de factores económicos o ambientales y , por tanto , estimula los movimientos de revitalización . El surgimiento de una marcada estratificación social transformó radicalmente la naturaleza de la sociedad andina. La prime­ra evidencia nítida de este proceso aparece a comienzos del Horizonte Tem­prano y no parece probable que su contemporaneidad con el horizonte Cha­v ín fu era simple casualidad .

Parece haber diferencias marcadas en la distribución de la riqueza en el asentamiento contemporáneo con el Nuevo Templo de Chavín de Huantar. La presencia diferenciada de la alfarería importada , los peces y conchas de la costa, y artículos raros como el oro , fueron la base original de esta conclu­sión (Burger 1984 ). Los contrastes en la calidad de la arquitectura doméstica eran consistentes con esta posición, y los tipos de herramientas y subproduc­tos artesanales sugerían que las diferencias en el consumo de lo exótico esta­ban en correlación con las diferentes actividades productivas.

Investigaciones recientes sobre los materiales de la fauna han apoya­do independientemente esta conclusión (Miller y Burger s.f.). Las áreas de un hipotético alto y bajo status en Chavín de Huantar dependían de la carne de llama como fuente principal de proteína animal durante la fase Janabarriu ; pero una comparación de las edades de los animales consumidos revela que el área de alto nivel social consumía animales más jóvenes, más tiernos, que los trabajadores cercanos de nivel social más bajo. Además, un análisis de una muestra selectiva de huesos de camélidos de ambos sectores del sitio indica que estos animales no eran sacrificados en Chavín de Huantar, sino en otra parte , presumiblemente en aldeas contemporáneas como Pojoc y Wain cerca de los pastizales de las tierras altas. A la luz de esto. es interesante qu e una gran cantidad de oro Chavín descrito por Lothrop ( 1951) probablemente fue saqueada de una tumba Janabarriu en el área de Chavín de Huantar(4). Podemos especular que uno de los rasgos de la ideología Chavín era su racio­nalización de los nuevos tipos de niveles sociales dispuestos jerárquicamente

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que estaban emergiendo y de los conflictos que pueden haber producido. Aparentemente, este proceso de formación de clases no se limitaba a

Chavín de Huantar. En Kuntur Wasi , Pablo Carrera descubrió una tumba in­tacta en las laderas sureñas del templo que , a juzgar por el contenido, sugería la existencia de una clase de élite. Al lado del cuerpo había una vasija clásica de Chavín, un collar y seis discos de oro decorados con serpientes répoussé. El co llar incluía cuentas de "turquesas", una pequeña esfera de oro, treinta y dos hojas rectangulares de planchas de oro, cuatro de las cuales tenían la for­ma de una concha Strombus (Carrión Cachot 1948 : 63). Este hallazgo tiene su paralelo en las ricas tumbas Chavín saqueadas en Chongoyape y Cayaltí, que produjeron una considerable cantidad de oro Chavín , incluyendo gargan­tillas y orejeras en forma de disco. La tumba de Karwa mostró una concen­tración ele riqueza equivalente, aunque más en tejidos finos que en metales preciosos. En todos estos entierros, los individuos de la élite estaban asocia­dos con la iconografía del culto Chavín. Además, estas imágenes sagradas era n ejecutadas utilizando innovaciones tecnológicas introducidas durante el horizonte Chavín. Se ha de enfatizar que no se conocen tumbas del Período Inicial con ofrendas comparables. La pronunciada disminución de construc­ciones públicas durante el horizonte Chavín puede que se deba en parte a la apropiación del excedente de mano de obra y productos por la élite para su propio engrand ecimiento (Patterson 1983).

El tributo proveniente de santuarios lejanos estimulaba la estratifica­ción que se llevaba a cabo en Chavín de Huantar, pero es casi seguro que otro factor fuera su papel en las redes de intercambio panregional que iban expan·· diéndose. El aumento en la escala de la obtención y distribución de obsidiana de Huancavelica en el centro y norte del Perú por culturas que participaban en el horizonte Chavín era probablemente un pálido reflejo de la intensifica­ción de es tas redes de intercambio y la interdependencia entre regiones que estas nuevas relaciones implicaban . El grado en el cual las élites locales fueron capaces de controlar este nuevo patrón de intercambio y de apropiar una por­ción ele los bienes movidos para su propio beneficio merece mayor estudio .

En resum en, la información disponible sugiere que gran parte del Perú estaba atravesando por una metamorfosis socioeconómica entre los siglos V y 111 a.deC. Este breve período parece que corresponde a una transición entre las sociedades teocráticas poco estratificadas del Período Inicial y las socieda­des militaristas basadas en clases del Horizonte Temprano y del Período Inter­medio Temprano. El concepto de horizonte Chavín sigue siendo útil porque nos ayuda a aislar este episodio crucial de la prehistoria peruana y centrar nu estra atención en el contexto regional de este episodio de cambio socioeco­nómico prehistórico en el Perú. El horizonte Chavín no es una quimera esti-1 ística como algunos han afinnado, sino un patrón real cuya ex plicación está entretejida con los difíciles problemas de la formación de clases, la emergen­cia del Estado coactivo y el desarrollo de una esfera panregional de interac-ción e interdependencia económicas. (Tradu cción d e Sheila Campio11J

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NOTAS

( I) A veces se hace referencia a Yauya como un sitio Chavín , pero en realidad es un moderno pueblo en el Callejón de Conchucos que había incorporado una enorme escultura de un caimán de estilo clásico Chavín en su iglesia local, donde fue regis­trada por la expedición de Tello de 1919. La visita que hizo el autor en 1973 no tuvo éxito para averiguar la fuente original de la talla de piedra, sea a través de en­trevistas o mediante el reconocimiento de superficie.

(2) El empleo que hace Rowe del término Horizonte Temprano es frecuentemente mal interpretado como sinónimo del término horizonte Chavín a pesar de la definición explícita de un período de tiempo entre la aparición de la influencia Chavín en lea y el comienzo de la alfarería nasca en lea (Rowe 1962). Se presume que el estilo del horizonte Chavín haya empezado durante las épocas finales del Período Inicial y continuado durante las primeras cinco o seis épocas del Horizonte Temprano, si se­guimos la secuencia Ocucaje. Las épocas finales del Horizonte Temprano son, por consiguiente, posteriores al horizonte Chavín. Así, pues, las recientes críticas de Thomas y Shelia Pozorski ( 1987) en el sentido que el Horizonte Temprano no pue­de ser un horizonte porque su duración es demasiado larga, son desacertadas. Rowe nunca intentó postular que el Horizonte Temprano fuera un horizonte en el sentido que le dieron Willey y Phillips.

(3) Shimada se refiere a la Huaca Lucía y la Huaca Cholope como sitios del Horizonte Temprano, pero las fechas por radiocarbono y la cerámica las colocan al final del Período Inicial ( ciertamente antes de la introducción de motivos Chavín en lea, que es la definición del comienzo del Horizonte Temprano). La Huaca Lucía no es con-

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temporánea con Chongoyape ni Morro de Eten , dos sitios auténticamente del Hori­zon te Temprano en el alcantarillado de Lambayeque. Otra fuente de similar confu­sión en la literatura es la caracterización del complejo de la Huaca de los Reyes del Período Inicial tardío como Horizonte Temprano (Pozo rski 1976). Existe un com­ponente del Horizo nte Temprano en Caballo Muerto y ha sido documentado por Pozo rski y Watanabe para la Huaca Guavalito y la Huaca Herederos Chica. La cerá­mica de ambos montículos está relacionada con J anabarriu y tiene mucho en co­mún con el com plejo de Morro de E ten. U na medición por carbono 14 de 440 ± 70 a.cleC. (Tx 1939) ha sido publicada para la Huaca Guavalito.

( 4) Un poco antes de 1941 , num erosos objetos de oro de esti lo Chavín fueron compra­dos en Recuay, objetos qu e, según Rafael Larca , se habían encontrado en Chavín de Huantar (Lothrop 1951 ). Esta atribución es plausible siendo Recuay el primer pueblo principal en el sendero que va por la Cordillera Blanca desde Chavín de Huantar y que servía como una salida principal para los productos de Chavín desti­nados al Callejón de Huaylas y la costa antes de 1941. Además, no hay sitios cono­cidos de estilo Chavín en Recua y o sus alrededores. Antes de 1941 , Chavín de Huantar recibía pocos visitantes y habría sido difícil comercializar allí las antigüe­dad es saqueadas. Es probable que objetos de este tipo fueran enviados a Recuay para su venta o para un eventual transporte a la costa. Por otra parte, es difícil pen­sar en el razonamiento que condujera a llevar antigüedades saqueadas a un pequeño pueblo de la sierra como Recuay, si se hubieran encontrado en otra parte. El descu­brimiento de un fragmento de oro en los desperdicios J anabarriu en Chavín de Huantar (Burger 1984: 35) confirma que en el sitio se usaba joyería de oro.

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Richard L. Burger Dept. of Anthropology

Yale University P.O. Box 2114 Yale Station

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