El impacto económico de la Gran Guerra

4
El impacto económico de la Gran Guerra A consecuencia de la Primera Guerra Mundial, la economía latinoamericana sufrió la carencia de productos importados, lo que tuvo importantes repercusiones sociales. Si bien esta situación se revirtió a partir de 1918, la economía mantuvo una fuerte inestabilidad caracterizada por la fluctuación de los precios internacionales de los productos esenciales: hubo etapas de reactivación económica y otras de crisis. Como consecuencia de la inestabilidad, se produjo una crisis en la economía de exportación de varios países, como Argentina y Uruguay. En otros, se produjo un viraje de las exportaciones hacia Estados Unidos, que se transformó a la vez en el principal importador de productos latinoamericanos y exportador hacia los mismos países. La dependencia de la economía latinoamericana hacia la estadounidense determinó que la crisis mundial de 1929 impacte profundamente en la región. Los gobiernos oligárquicos y liberales de los primeros treinta años del siglo fueron derrocados por movimientos con un fuerte contenido nacionalista que buscaron asegurar la participación estatal en la economía. La Primera Guerra Mundial marcó un punto de inflexión en las relaciones entre los continentes latinoamericano y europeo. Los factores que contribuyeron al debilitamiento de un vínculo basado en los intercambios de materias primas latinoamericanas como carnes, cereales, café, cacao, minerales, y manufacturas europeas tales como maquinaria, textiles, etc., y las inversiones de empresas y bancos del viejo continente fueron varios e íntimamente relacionados entre sí. Aparte de los efectos directos de las contingencias bélicas sobre el comercio exterior, como el ataque a los barcos mercantes y la subida de los fletes, uno de los principales

Transcript of El impacto económico de la Gran Guerra

Page 1: El impacto económico de la Gran Guerra

El impacto económico de la Gran Guerra

A consecuencia de la Primera Guerra Mundial, la economía latinoamericana sufrió la carencia de productos importados, lo que tuvo importantes repercusiones sociales. Si bien esta situación se revirtió a partir de 1918, la economía mantuvo una fuerte inestabilidad caracterizada por la fluctuación de los precios internacionales de los productos esenciales: hubo etapas de reactivación económica y otras de crisis.

Como consecuencia de la inestabilidad, se produjo una crisis en la economía de exportación de varios países, como Argentina y Uruguay. En otros, se produjo un viraje de las exportaciones hacia Estados Unidos, que se transformó a la vez en el principal importador de productos latinoamericanos y exportador hacia los mismos países.

La dependencia de la economía latinoamericana hacia la estadounidense determinó que la crisis mundial de 1929 impacte profundamente en la región. Los gobiernos oligárquicos y liberales de los primeros treinta años del siglo fueron derrocados por movimientos con un fuerte contenido nacionalista que buscaron asegurar la participación estatal en la economía.

La Primera Guerra Mundial marcó un punto de inflexión en las relaciones entre los continentes latinoamericano y europeo. Los factores que contribuyeron al debilitamiento de un vínculo basado en los intercambios de materias primas latinoamericanas como carnes, cereales, café, cacao, minerales, y manufacturas europeas tales como maquinaria, textiles, etc., y las inversiones de empresas y bancos del viejo continente fueron varios e íntimamente relacionados entre sí.

Aparte de los efectos directos de las contingencias bélicas sobre el comercio exterior, como el ataque a los barcos mercantes y la subida de los fletes, uno de los principales factores que resintió el nexo entre Europa y América Latina fue la necesidad de los países europeos involucrados en el conflicto de orientar sus esfuerzos hacia la industria armamentística en detrimento de la producción de manufacturas y equipamientos. Esta circunstancia asestó el golpe de gracia a unas importaciones que, en el caso de Gran Bretaña, ya habían empezado a reducirse para equilibrar sus menores exportaciones a raíz de la competencia comercial de otros países industrializados como Alemania y Estados Unidos, principalmente. En tal coyuntura, se constató el desplazamiento de la capital financiera de Londres a Nueva York, síntoma evidente de una nueva correlación de fuerzas entre las potencias favorable a Estados Unidos, y el nacimiento de industrias sustitutorias de las importaciones en varios países latinoamericanos como Argentina, México y Brasil, que sin embargo, al no complementarse con el desarrollo de una industria pesada, no fueron suficientes para crear estructuras económicas más sólidas y alcanzar la autonomía. De hecho, lo que sucedió es que muchos talleres de reparación se convirtieron en fábricas o en meras factorías de ensamblaje, que al ser en general equipadas con maquinaria y técnicos de los países industrializados dieron un nuevo matiz a la dependencia del capital extranjero. Paralelamente, en las zonas donde se instalaron dichas industrias se propició el desarrollo e un proletariado urbano, que empezó a tener un papel protagonista en las tensones sociales

Page 2: El impacto económico de la Gran Guerra

generadas por las fases de crisis como sucedió, por ejemplo, durante la Semana Trágica, en 1919.

Asimismo, el extraordinario desarrollo del transporte automotor al desplazar al ferroviario, cuyas redes realizadas por capitales británicos en general tenían un diseño acorde con sus intereses importadores de materias primas, y la construcción del canal de Panamá, abierto en 1914, que significó para Colombia la pérdida de una parte de su territorio, dieron a Estados Unidos una posición excepcional para gravitar económica y políticamente en todo el continente latinoamericano.

El ascenso de Estados Unidos, como primera potencia mundial, que necesitaba en un grado menor que Europa de los mercados internacionales como el lugar idóneo para colocar sus excedentes, y el hecho de que su producción primaria fuese directamente competitiva con algunos productos latinoamericanos (carne, cereales, minerales), provocó un ascenso del proteccionismo. Este proteccio0nism, que alcanzaría un grado mayor después de la crisis de los años treinta, fue uno de los factores que incidieron negativamente en la evolución económica de los países de América Latina, no así en Estados Unidos.

Pero las dificultades del desarrollo latinoamericano no se debieron únicamente a la acción del capital extranjero, sino también a causas internas. Así por ejemplo en Argentina, los terratenientes consideraron más rentable orientar sus esfuerzos hacia la agroexportación antes que a la creación y desarrollo de una infraestructura industrial, y también jugaban en contra de ésta en toda América Latina la carencia de un mercado homogéneo a raíz de los malos caminos, los accidentes geográficos, las grandes distancias, los desequilibrios demográficos entre el campo y la ciudad y entre la capital y el resto de las poblaciones y a ciertas condiciones culturales, sobre todo en el área andina, donde la masa indígena estaba poco familiarizada con la primacía de la objetividad científica y con la vinculación funcional de la tecnología. La aplicación del pensamiento racional no era compatible con la historia cultural y religiosa, de modo que en esas condiciones generales resultaba costoso y poco alentador afrontar la industrialización de los países latinoamericanos. Argentina, Brasil y México, principalmente, fueron países que, a pesar de todo, intentaron crear una base industrial ligera para satisfacer la demanda interna. Y en consonancia con esas circunstancias, en las que aún se dejaba sentir el peso de la herencia colonial, la evolución política de los países de América Latina impulsada por una idea común de progreso se dio de un modo dispar. En México prevaleció la vía revolucionaria, en los países australes como Argentina, Uruguay y Chile, una transición más o menos pacífica hacia fórmulas democráticas, y en el resto se impuso de forma más o menos generalizada una constante tensión entre las clases dirigentes.