El Imperio de Iturbide

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Omar Aaron Delgado Godinez 210240824 Historia e Historiografa de Mxico del S. XIX

El Sueo que Nunca FueExisten episodios diversos en la historia de nuestra nacin sobre los que pueden llegar a escribirse ros de tinta. Algunos de ellos, pueden llegar a despertar los ms alocados productos de nuestra imaginacin. Nos hace pensar en la realidad que pudo haber existido de haberse perpetuado tal o cul forma de gobierno de cierta poca de la historia. Es en este caso en particular en que surge la figura trgica de Agustn de Iturbide, el hroe incomprendido, y su breve periodo en la historia conocido como El Primer Imperio Mexicano. Un imperio que naci en medio de los ms sinceros sueos de paz y prosperidad y que, como la casa construida sobre la arena, termin por derrumbarse; llevndose consigo a la ruina al que se convirti en su lder, condenndolo an hoy a llevar la etiqueta de traidor. Timothy E. Anna sabe sintetizar bastante bien todo lo concerniente al Primer Imperio de Iturbide, pero tambin logra poner en las luces del reflector las razones ms importantes por las que el Plan de Iguala tuvo muchsima aceptacin entre todos los sectores de la poblacin, incluyendo a los caudillos de la Independencia como Vicente Guerrero o Nicols Bravo. La monarqua era un mal necesario si se quera lograr lo que por 11 aos trataron sin xito los seguidores de Hidalgo y Morelos, debido a que la mentalidad general de los habitantes de la Nueva Espaa siempre fue la de vivir bajo la tutela de un solo hombre, junto con las diversas instituciones que emanaban de l (las dos Audiencias de Guadalajara y Mxico, Corregimientos, Intendencias, etc.). Otra importante razn por la que el plan tendra que promover la monarqua, era por la estructuracin social que exista hasta 1821. Para el momento en que las noticias del Plan de Iguala se dieron a conocer, en Mxico existan tan solo 15 mil espaoles, a comparacin de los ms de 1 milln 93 mil criollos (sin contar con otros tantos millares de indios, mestizos y otras castas). Esos 15 mil, tenan en sus manos gran parte del comercio exterior; as como el gobierno, la Iglesia; las industrias textil, ganadera, minera, agrcola y vincola; as como la mayor proporcin de oficiales entrenados y disciplinados del ejrcito virreinal. Para todos ellos, la monarqua gozaba de una largusima tradicin de autoridad y prestigio; en tanto que los movimientos republicanos no eran ni fuertes ni aceptados (prueba de ello, los sucesos de la Revolucin Francesa y el meterico ascenso de Napolen al poder).

El Imperio de Iturbide

Iguala concibi un sueo muy idealizado de lo que debera significar Mxico. Hasta el momento en que Iturbide entr triunfante a la Ciudad de Mxico el 27 de septiembre de 1821, Mxico era algo abstracto, aformo, irreal; nada ms que un sueo. Cul era la realidad? En los 300 aos en que los virreyes gobernaron estas tierras, fracas rotundamente cualquier intento por colonizar y controlar el extenso y vasto Norte (California, Arizona, Nuevo Mxico y Texas), y los difciles y hmedos territorios del Sur (Yucatn y Centroamrica). All haba nada ms que unos pocos asentamientos espaoles de poca monta, que lo nico que servan era para hacer notar el aparente control que el Virreinato de la Nueva Espaa mantena en esas zonas. Por otro lado, Nueva Galicia naci como otra entidad aparte; un reino dentro de otro reino. Guadalajara no dependa mucho de las decisiones de Mxico, pues la ciudad gozaba de su propia Audiencia, su propia Universidad, su propio Consulado y hasta su propia Casa de Moneda. Mxico era solamente el Bajo, las tierras de Occidente controladas por la Guadalajara y su Nueva Galicia y los puertos de Veracruz y Acapulco. An as, El Imperio Mexicano fue un nombre que quiso denotar una seguridad y podero con los que pudo haber contado de haber tenido los medios para salir adelante. Y es que pasado todo el entusiasmo de la Independencia donde huelga decir que el paroxismo que deriv de ella le gan a Iturbide un poder poltico descomunal, los problemas econmicos no se hicieron esperar. Y como bien se vio durante el curso, un lder sin apoyo econmico, goza de una precaria posicin de dudosa legitimidad. Para agravar ms la situacin, desde su nacimiento, el Imperio conoci como escenario cotidiano las disputas entre el Congreso y el emperador. Anna establece que el Congreso jams pudo perdonarle a Iturbide el hecho de que los jefes principales del gobierno fueron los que designaron a este como emperador, mientras que el Congreso solo desempe el papel secundario de ratificar la proclamacin. Fue por ello que, valindose del juramento que prest Iturbide en donde daba su consentimiento a no ser obedecido si no respetaba las leyes que emanaran del Congreso, durante los escasos 10 meses que dur el gobierno de Iturbide, el Congreso luch en una actitud casi beligerante por proclamar su superioridad por encima de Iturbide, mientras que el libertador luchaba por defender los pocos poderes monrquicos que el Congreso accedi a concederle (pues incluso le llego a negar el derecho de veto). Al final, las fricciones entre ambos agentes polticos llegaron a ser tan fuertes, que Iturbide se haba visto obligado a disolver el Congreso existente. Lo cual signific, como bien se sabe, la proclamacin del Plan de Casa Mata; plan que oblig a Iturbide a renunciar al trono cuando los costos polticos resultaron ms altos de los que estaba dispuesto a pagar. Lo qu pas despus, se puede traducir como ingratitud cuando varios

pensadores pro-republicanos como Zavala o Bustamante, llegaron a pedir por la sangre del hombre cuyo nico crimen haba sido el atender el llamado de su patria para lograr su libertad y felicidad; o lo que fue peor, se empearon en borrar todo recuerdo de Iturbide de la historia al cambiar la fecha del triunfo de la Independencia por la del inicio de la rebelin de Hidalgo, rebelin que todos saban que haba sido un fracaso. Pero an hoy, la mentira perdura e Iturbide sigue viviendo en la ignominia. Quin sabe si llegar el da en que su figura sea rehabilitada, pero es claro que la cada de Iturbide se debi ms que nada a las ambiciones de varias personas que buscaban acaparar el poder regional. Aquello llevara inevitablemente a las crisis de las que fue testigo el Federalismo de 1824.