El jardin sabio

8

Click here to load reader

description

Breve relato basado en el binomio fantástico de G.Rodari.

Transcript of El jardin sabio

Page 2: El jardin sabio

1

EL JARDÍN SABIO

O… qué pasaría si las flores tuvieran cajones

-¡Taca, tum, taca, tum…! ¡Papá, mira, acierto todas a la primera!

El padre de Mario se apresuró a llegar al parterre en el que su hijo pare-

cía disfrutar enormemente aplastando las flores con enérgicos pisoto-

nes. -¿Qué haces, hijo? ¿Por qué destrozas las flores?

-Estoy entrenándome. En el cole soy el mejor jugando al Taca-tum –

respondió Mario con cara de satisfacción.

-¿El Taca-tum? ¿Y eso consiste en pisotear las flores? ¿Pero por qué ha-

céis eso?

A sus seis años Mario no entendía muy bien la pregunta de su padre, ya

que para él aquello era obvio: -Porque es divertido.

-¿Divertido? –Ángel no salía de su asombro- ¿Y las flores? ¿No os da pe-

na machacarlas?

-¿Pena? Papá, qué cosas más raras dices. Pero si las flores no sirven para

nada; además, de todas maneras se terminan estropeando así que, ¡qué

más da! Nosotros nos lo pasamos muy bien intentando saltar de una a

otra. Y hay que acertar a la primera, si no, pierdes. Y por ahora yo soy el

campeón-. Y volviendo orgulloso a su tarea, siguió saltando de una flor a

otra mientras las iba aplastando vigorosamente.

-¡Para, para, Mario! Espera un momento. Ven a sentarte conmigo un ra-

to en aquel banco.

Page 3: El jardin sabio

2

-Vale… -respondió Mario remolón, haciendo como que salía del parterre,

no sin antes poner su pequeña bota sobre una bonita primavera de color

rojo anaranjado.

-Deja ya las flores y ven conmigo, que esta historia es muy interesante –

dijo mientras le guiñaba un ojo buscando en su hijo algo de complicidad.

-¿Una historia? Eso es otra cosa –a Mario le gustaban mucho las histo-

rias que le relataba su padre.

-¿Ves este jardín? Pues no es nada comparado con otro que llaman El

Jardín Sabio.

-¿El jardín sabio? Qué nombre más raro.

-Calla; guarda silencio o el jardinero no nos permitirá entrar.

-Vale, vale –respondió Mario, esta vez casi en un susurro, mientras co-

menzaba a fijar su atención en las palabras de su padre que, proporcio-

nando a su voz un tono un tanto misterioso, comenzó su relato:

“Nadie sabe dónde está. Algunos dicen que está en un lugar escondido

entre las nubes y el suelo. No es fácil verlo; sólo se puede llegar a él

cuando el cielo está de ese tono grisáceo tan especial que parece a punto

de llover, pero que luego no llueve.

Pues bien, si en ese preciso momento se para por completo el viento y

consigues ver entre todo el cielo gris una única y pequeña nube casi roja,

con un brillo parecido al de la seda, tendrás una oportunidad para en-

trar; es sólo un instante en el que deberás cerrar los ojos y pedir al jardi-

nero que te abra las puertas de su jardín. Y si has conseguido hacerlo jus-

to en el momento adecuado, te verás transportado a esa extraña nube

en la que están las puertas del mágico jardín sabio.

Nadie sabe desde cuándo vive allí el anciano jardinero; parece que estu-

viera desde siempre. Cuida las plantas como si fueran sus hijas y dicen

Page 4: El jardin sabio

3

que son tan grandes y frondosas, que uno no puede casi ni abarcarlas

con las dos manos. Hay flores de todo tipo: petunias, rosas de todas cla-

ses, fucsias, primaveras, pensamientos, incluso margaritas, como las que

tanto le gustan a mamá, y muchas otras más.

Pero estas flores son muy curiosas; aunque tienen la misma forma que

las que vemos aquí (siendo éstas mucho más pequeñas), son todas de

color blanco. Cada una de ellas tiene el mismo número de pétalos: cinco

–ya sabes que los pétalos son las hojitas que forman la flor-, mucho más

carnosos que en las flores normales. Además, tienen algo increíble: cada

pétalo guarda en su interior un pequeño cajón y, cada uno de estos cajo-

nes tiene una importante misión.

Tú que juegas con tus amigos a eso del Taca-tum, ¿puedes imaginar el

mundo sin flores? Pues este jardín especial es el que hace que en la tierra

haya siempre flores, incluso a veces en los sitios más secos e inhabita-

bles, como el desierto.

Las flores del jardín sabio son las que saben dónde, cuándo y por qué de-

be nacer una flor. Cada flor tiene un significado, una razón de existir. Se-

guro que nunca se te había ocurrido que las flores estuvieran aquí por

algo, ¿verdad? Pues es así. Cada flor celebra algo bueno que le ha ocu-

rrido a un niño o a una niña, o anuncia algo bueno que puede llegar a su-

ceder.”

-¿Y cómo se sabe si celebra o anuncia? –interrumpió curioso Mario a su

padre en este punto de la historia.

-Pues cuando aprendas a querer a las flores, de vez en cuando verás al-

guna que te guste más que las otras; en ese momento lo entenderás.

Saber si es porque celebras algo es fácil pero, ¿cómo es eso del anuncio?

Si en tu interior sientes una especie de mariposa juguetona aleteando

Page 5: El jardin sabio

4

sin cesar, seguramente es que va a pasar algo en tu vida que a la larga

será bueno para ti, aunque a veces te cueste entenderlo.

Ángel observaba a su hijo, que estaba muy atento a sus palabras. El niño

aprovechó la pausa para preguntar de nuevo: -Papá, ¿y para qué sirven

esos cajones? ¿Cómo funcionan? ¿Cómo los abren las flores?

-No es sencillo. Es una tarea muy organizada e importante. Veamos…

“Cuando una de las flores de este mágico jardín sabe que debe nacer una

nueva flor aquí abajo, sacude ligeramente el primer pétalo y hace que se

abra un pequeño cajón de forma redonda. De su interior flota hacia arri-

ba una pequeña esfera que recuerda a un mapamundi y en la que se ilu-

mina el nombre del lugar exacto donde deberá caer la semilla de la nue-

va flor.

El segundo pétalo contiene el cajón de los nombres y de él saldrá el nom-

bre del niño o niña que dará nombre a la flor. Este cajoncito es cuadrado

y cuando se abre, salen disparadas hacia arriba las letras que componen

el nombre que llevará la nueva flor. Y es que cada flor también tiene su

propio nombre, como todos los niños, para que su familia y amigos los

puedan reconocer. Recuérdalo cuando quieras jugar al Taca-tum. Luego,

esas letras, comienzan a caer como si fueran una fina lluvia de plata y

van desvaneciéndose mientras caen.

El cajón del tercer pétalo es el que decide qué color tendrá la flor; por eso

las flores del jardín sabio son blancas, porque sus colores están ahí guar-

dados y concentrados para dar a las nuevas flores las más atractivas to-

nalidades. Este cajón consiste en una fina lámina que se desplaza hacia

adelante y en la que lucen con gran intensidad los colores de la nueva

flor.

El cuarto cajón contiene las semillas de la flor. También es un cajón re-

dondo, pero éste gira sobre sí mismo, como lo haría un bombo de lotería,

Page 6: El jardin sabio

5

hasta que cae la semilla y desciende hasta el lugar donde la nueva planta

debe nacer.

Y, por último, el quinto pétalo empuja su curioso cajón, que se abre al

revés; es decir, cuando el pétalo lo empuja hacia fuera, puedes ver que

está abierto por debajo (y no por arriba como cualquier otro cajón) y de

él se desprende un fino polvillo de oro que va cayendo y que es el abono

que logrará que la flor llegue a arraigar donde después deberá crecer.”

-¿Y cómo sabe la flor que ya es hora de comenzar a abrir esos cajones

tan raros? –interrumpió de nuevo Mario a su padre asombrado ante la

posibilidad de que pudiera haber algo así.

-Pues por eso se llama el jardín sabio. Su jardinero habla cada día con sus

flores, las cuida, las alimenta y se ocupa de que tengan luz y calor. Y,

como ya estás viendo, esas flores son muy especiales. Gracias a los es-

merados cuidados del mágico jardinero, sus estambres (esa especie de

antenitas que hay en el centro de la flor) han desarrollado una especie

de radar y captan todo lo bueno que pasa en el mundo de los niños y

también intuyen lo bueno que les va a ocurrir. No se les escapa nada. Y

esos cajoncitos que llamas raros son preciosos y mágicos y muy diferen-

tes a cualquier cosa que puedas imaginar. Pero espera, que todavía no

hemos terminado.

“Cuando acaba el proceso, la mágica y sabia flor se despereza, como si

saliera de un largo trance y, después de estirarse bien, se vuelve hacia el

jardinero que, satisfecho, la acaricia con cariño, cierra con cuidado sus

pequeños cajones y la deja descansar. Uno casi puede ver que la flor son-

ríe con el orgullo y la satisfacción del trabajo bien hecho, del deber cum-

plido.”

-Papá, yo quiero buscar una de esas flores especiales. ¿Tú crees que por

aquí habrá caído alguna?

Page 7: El jardin sabio

6

-Vamos a verlo. Caminemos un poco, a ver qué pasa.

Ambos se dirigieron hacia el paseo de las flores, en aquel precioso par-

que al lado de casa, donde hacía un momento el niño jugaba a pisotear-

las. El padre le observaba con ternura; disfrutaba mucho inventando pa-

ra él historias que, aunque fantásticas, o quizá por eso mismo, le hacían

pensar y aprender algo nuevo y, en este caso, el respeto a la vida bien

merecía un fantástico relato.

De repente Mario se detuvo y se agachó con cuidado. Cuando su padre

se acercó estaba muy concentrado observando un pequeño mímulus de

color rojo intenso.- ¡Mira, papá, ésta es mi flor! –exclamó de repente.

-¿Tú crees?

-Estoy seguro. Es chula ¿verdad?

-Sí que lo es. ¿Y por qué estás tan seguro de que es tu flor, Mario?

-Porque cuando me he acercado y la he mirado, se ha movido hacia mí,

como si me llamara. Y, además, es de mi color favorito.

-Si tú crees que es tu flor, entonces lo es.

-Papá –le dijo Mario frunciendo el ceño-, ¿y qué cosa buena crees que

me va a pasar?

-Tal vez ya te haya pasado; puede que esa flor sea para celebrar algo

bueno.

-Yo no he hecho nada bueno ahora. Además, estaba pisando las flores y

eso no es bueno, ahora me doy cuenta. Pero ya no voy a jugar al Taca-

tum, no quiero pisar más las flores.

-Mario, ¿no crees que es probable que esta flor celebre eso mismo? Tal

vez lo bueno que ha ocurrido es que has empezado a quererla en lugar

de aplastarla para comprobar si sigues siendo el más rápido…

Page 8: El jardin sabio

7

Mario se quedó pensativo ante las palabras de su padre y asintió con la

cabeza. –Pero… -añadió- si la dejo aquí, tal vez mañana cuando vuelva ya

la haya pisado otro niño.

-Es posible –le respondió Ángel con comprensión-. Pero hoy has podido

ver a tu flor, acariciarla y quererla y eso es algo que permanecerá para

siempre dentro de ti.

Mario miró por última vez a su maravillosa flor y se despidió de ella. Tal

vez mañana no estuviera, pero seguiría buscando otras flores con su

nombre y, para encontrarlas, su pequeña cabecita iba pensando, mien-

tras caminaba de vuelta a casa agarrado de la mano de su padre, que lo

mejor sería hacer cosas buenas. Así encontraría muchas flores a las que

querer y que tuvieran su nombre.

“El Jardín Sabio”

Por M.Paz Pérez-Campanero

Marzo 2011

Obra bajo licencia de Creative Commons

Reconocimiento-No comercial-Compartir

bajo la misma licencia 3.0 España License.