EL JUEGO SIN BALÓN DEL JUGADOR EN ATAQUE Ponencia Juan Lorenzo Antón

EL JUEGO SIN BALÓN DEL JUGADOR EN ATAQUE: ALTERNATIVAS DE LA INTENCIÓN TÁCTICA MOVILIZACIÓN DEL DEFENSOR Y

PLANTEAMIENTO METODOLÓGICO PRÁCTICO

1. Introducción.2. Concepto de intención táctica y estructura relacional.3. Perspectiva global de relaciones entre las intenciones tácticas

del jugador sin balón en ataque.4. La movilización del defensor como intención: objetivos y

características.4.1. Tipología de la movilización (alternativas de utilización táctica y parámetros de valoración).4.1.1. La fijación estática del defensor.4.1.2. La distracción o creación de duda entre el desplazamiento frontal o lateral.4.1.3. El alejamiento o ampliación del intervalo del compañero.4.1.4. El aplane o provocación del retroceso del defensor.4.1.5. La atracción externa o provocación del abandono de la línea de 6 metros.4.2. Los indicios perceptivos, alternativas decisionales y las variables ejecutivas de la intervención.4.2.1. Los indicios perceptivos y las alternativas decisionales derivadas.4.2.2. Las variables ejecutivas de la acción.5. Análisis comparativo entre los distintos tipos de movilización, a modo de resumen.6. Líneas generales del proceso metodológico práctico.7. Conclusiones.

1. INTRODUCCIÓN.

Hace ya mucho tiempo que la actividad individual del jugador en el juego de ataque no se puede entender exclusivamente a partir del momento en que un jugador recibe el balón, y el aprendizaje de las últimas generaciones de balonmanistas ha ido mejorando notablemente en este

2 El juego sin balón…: alternativas de la intención táctica movilización…

sentido. Muchos de los jóvenes jugadores ya entienden con más facilidad que el éxito de su equipo no puede limitarse a la actividad que cada uno realiza al convertirse en poseedor del balón. El juego de balonmano muestra que aproximadamente la mitad del tiempo de un partido se está actuando en defensa, y de la mitad correspondiente a cuando un equipo es poseedor, la mayor parte del tiempo cada uno de los jugadores está actuando sin balón1. De ello se desprende fácilmente que el éxito de un equipo depende en gran medida de la actividad que cada uno de los jugadores atacantes sea capaz de desplegar cuando no se encuentra en posesión del balón -con el sentido táctico oportuno a cada circunstancia-, tanto en su propio beneficio, como facilitando el juego de sus compañeros. Con este argumento incontestable, debería ser relativamente sencillo hacer comprender a los jugadores la necesidad de desmarcarse adecuadamente para poder participar en el juego con peligro, pues de ello depende que puedan recibir el balón en situación de ventaja. Dicho de otra forma, su acción está directamente relacionada con las posibilidades individuales de ser peligroso y de participar directamente en el juego.

Sin embargo, no es tan sencillo hacer comprender a los jugadores que también pueden ser muy positivos para su equipo desarrollando acciones o desplazamientos que no tienen por objetivo inmediato recibir el balón y poder mostrar así sus capacidades resolutivas individuales. Por ello, es imprescindible que la formación del jugador considere que el juego sin balón de cada jugador en ataque debe subdividirse en dos partes: jugar para mí y jugar para los otros, en una concepción dualista inseparable en la que ayudar a sus compañeros, facilitándoles una situación más cómoda de lanzamiento, una penetración o, en definitiva, un mayor espacio libre de maniobra, se

1 De una investigación realizada personalmente se desprende que, como máximo, un jugador actúa con balón unos 4 minutos y medio por encuentro (menos del 10%).

II Clínic de Balonmano Fundación Ademar León “Primer Foro-Certamen de Balonmano Base” 3

convierte en algo tan importante o más que la simple recepción del balón, para abordar, a partir de ahí, el llamado ciclo del jugador con balón. El principiante suele entender el juego de una forma directa, egoísta, y difícilmente de forma indirecta, solidaria y colaboradora con sus compañeros. Si fuéramos capaces de trasladar a los jóvenes principiantes la importancia del juego desde el punto de vista cooperativo, y que comprendieran que ayudar a los compañeros supone un beneficio para ellos mismos en otros momentos del juego con la adecuada reversibilidad, su rendimiento individual y, como consecuencia, la calidad del juego de su equipo, mejoraría notablemente.

De este modo, cada desplazamiento de un jugador debe constituir un peligro para el equipo rival, bien sea de forma directa o indirecta. Es más, afirmamos que sólo es posible obtener un óptimo rendimiento de las formas directas si se alterna esta actividad con las formas indirectas2. Una actividad del jugador sin balón basada únicamente en el desmarque –aun admitiendo su importante valor- no creará incertidumbre suficiente al rival y, más pronto o más tarde, el defensor acabará adaptándose, pues puede anticiparse con más facilidad a las respuestas que previsiblemente desarrollará su oponente respectivo. En esta tarea del jugador sin balón, además del desmarque, la acción individual implica otras dos intenciones tácticas que deben utilizarse de forma alternativa durante el juego en función de los momentos y circunstancias estratégicas del encuentro. Nos referimos a la obstrucción y a la movilización del adversario. Sobre la obstrucción como intención táctica existen diversos documentos publicados desde hace tiempo, si bien casi todos ellos integran esta intención táctica en el medio táctico del bloqueo, como así

2 Siguiendo la terminología (juego directo y juego indirecto) iniciada en su día por algunos autores de la escuela francesa como Bautellier y Curelli (1990), L’evitement-debordement, Rev. Handball,nº 27, pp. 42-43,


sucede en la realidad del juego, aunque no está de más recordar que durante el juego pueden darse las obstrucciones -como intención táctica individual- y, sin embargo, no llegar a coordinarse adecuadamente o explotarse las posibilidades del bloqueo como medio táctico grupal. Pero no existen informaciones teóricas –o son muy escasas y difusas- respecto a la otra intención táctica, la movilización del oponente. En este trabajo pretendemos conceptuar esta intención, sistematizarla, estructurarla, y establecer las bases teóricas que determinan su utilización, aprendizaje y perfeccionamiento.

2. CONCEPTO DE INTENCIÓN TÁCTICA Y ESTRUCTURA RELACIONAL.

La conducta del jugador en el juego tiene sus bases en los principios tácticos y en las propias capacidades, que constituyen las condiciones previas para sus intervenciones. La condición física junto a la técnica permite desarrollar las conductas ejecutivas, que no son más que un ajuste mecánico-energético, aunque no por ello exento de dificultad. Los conocimientos teóricos, su inteligencia y capacidad de análisis, unidos a su condición psicológica facilitan las conductas decisionales o soluciones mentales que deben aplicarse en cada momento, y la riqueza de las experiencias adquiridas facilita las conductas de reconocimiento de los indicios relevantes del entorno -espacios, compañeros, adversarios- que pueden tener mayor importancia en el contexto del juego. Del enlace adecuado de estas conductas con el respeto a los principios se producen las distintas intenciones tácticas, que fueron incorporadas como tales en la escuela metodológica francesa iniciada por Claude Bayer al principio de los años 803.

3 Véase Bayer, C., (1982), Técnica del Balonmano, la formación del jugador, Hispano Europea, Barcelona, pág. 96, texto en el que insiste que el jugador debe “jugar con intenciones”.


Las intenciones tácticas son, pues, la manifestación práctica de las conductas y el comportamiento táctico individual del jugador, determinadas, a su vez, por los principios generales y específicos del juego4. Estas intenciones pueden exponer formas diferentes en función de si el jugador se encuentra en posesión del balón o sin él. Representan las conductas permanentes que el jugador debe desarrollar en el juego, y suponen la base de la actuación individual con significación táctica, y el punto de partida del comportamiento táctico colectivo (medios tácticos, procedimientos, sistemas, formas de juego, etc.). Así, y en el caso que nos ocupa, el jugador sin balón debe ser capaz de desmarcarse a los distintos espacios libres ofreciéndose como apoyo al poseedor del balón, movilizar a su oponente directo, atrayéndole o fijándole en determinada situación o hacia determinados lugares o direcciones, o facilitar directamente la acción de su compañero poseedor a través de la obstaculización u obstrucción del oponente directo del poseedor. Por su parte, el poseedor de balón debe tener sus propias intenciones tácticas, tales como buscar un lanzamiento, que se convierte habitualmente en su primera intención táctica. Pero además debe fijar a su oponente -o, en lo posible, a más de un oponente-, relacionarse a través del pase con sus compañeros sin o fijación previa, intentar desequilibrar o desbordar a su adversario en la lucha 1 contra 1, o incluso obstruir al adversario. Como es sabido, el ajuste adecuado espacio-temporal entre las intenciones de ambos protagonistas origina los distintos medios tácticos grupales, base de los procedimientos y los sistemas de juego, por lo que la eficacia de estas intenciones sin balón está íntimamente relacionada con la sincronización espacio-

4 Aunque no es el objetivo de este trabajo exponer los principios del juego, es conveniente recordar algunos de ellos, como por ejemplo, la variación y alternancia de de los medios tácticos individuales y colectivos en situaciones similares, la ayuda mutua, o la variación del ritmo de las acciones, principios que obligan a las intenciones que aquí tratamos.


temporal que se produzca con la intencionalidad del poseedor de balón.

Para desarrollar las diferentes intenciones tácticas el jugador recurre a los distintos elementos técnicos que llamamos medios técnico-tácticos individuales: el desplazamiento, la recepción de balón a diferentes alturas o direcciones, el desplazamiento específico –ciclo de pasos-, las fintas -de pase, de desplazamiento, de bote o de lanzamiento y sus combinaciones-, el pase con distintos armados y mano dominante; y, finalmente, el lanzamiento en múltiples variantes. Cada elemento, en función de las variantes y subfactores utilizados en cada caso (orientación, distancia, recorridos articulares, mano dominante, dirección, etc.) se muestra en distintos niveles de complejidad, lo que da lugar a los procedimientos técnicos simples y complejos, y enlazando unos con otros, a distintas modalidades de encadenamientos técnicos más o menos complejos.5

Para ello es imprescindible que ambos jugadores –poseedor y no poseedor- conozcan las distintas intenciones tácticas individuales que pueden utilizar y cómo enlazarlas entre sí. En la puesta en práctica de todas las intenciones, ocupa una valoración fundamental del principio del falseo en cada situación, tanto si es poseedor de balón como si no lo es: falsear lanzamientos, falsear pases o desplazamientos, en definitiva, falsear intenciones tácticas. Pero simultáneamente las intenciones anteriores deben ser valoradas igualmente de forma encadenada, lo que reflejará

5 Para una mayor comprensión de la concepción estructural de la

técnica en balonmano, véase el trabajo de Antón, J., (2003), Análisis estructural y conceptual de la técnica en balonmano: características diferenciales entre el principiante y el jugador de alto rendimiento, V Seminario Internacional de la Asociación de Entrenadores de Balonmano, “Memorial Domingo Bárcenas”, Ciudad Real, 26-27 diciembre.


el concepto de juego continuado individual del jugador y su conexión con el colectivo6.

3. PERSPECTIVA GLOBAL DE RELACIONES ENTRE LAS INTENCIONES TÁCTICAS DEL JUGADOR SIN BALÓN.

Una vez expuesta la concepción general de las intenciones tácticas individuales del jugador en ataque, y en nuestro afán de ir desde el punto de vista expositivo de lo general a lo específico, es necesario que abordemos de una manera más concreta aquellas que se corresponden al rol jugador sin balón.

Figura 1.- Interrelación sistémica de las intenciones tácticas del jugador en ataque sin balón.

Ya hemos especificado anteriormente que la actividad del jugador sin balón tiene una triple dimensión táctica intencional, concretada en una doble vertiente: jugar en

6 En el texto de Antón, J., (2006), Táctica Grupal Ofensiva, 2ª Ed., y en la pág. 77, se presenta esquemáticamente el encadenamiento de intenciones tácticas como parámetro fundamental del proceso técnico-táctico, tanto en las correspondientes al rol poseedor como al rol no poseedor.


beneficio propio, y jugar para los otros. Esta doble vertiente nos lleva a las tres intenciones tácticas con las que el jugador desarrolla su juego: desmarque, obstrucción y movilización del defensor, siendo la primera para lo que hemos llamado en beneficio propio, y las dos últimas correspondientes al juego en beneficio de los compañeros. Aunque no es nuestro objetivo en este trabajo desarrollar con amplitud las características del desmarque o la obstrucción, entendemos que es conveniente recordar que ejecutar una intención sin la alternancia con las otras reduce considerablemente su eficacia en el juego y las posibilidades de crear problemas al oponente directo y, como consecuencia, al equipo rival7. Por esta razón el uso de las diferentes intenciones tácticas debe entenderse de una forma sistémica, interrelacionada, variable y alternativa, de tal modo que nunca deban interpretarse como acciones individuales que acaban en sí mismas o sin relación con el contexto, sino que continuamente se están encadenando unas a las otras al tiempo que cada una de ellas sólo tendrá sentido en un contexto grupal y colectivo, y en una situación espacial determinada por las acciones tanto de los compañeros como de los adversarios. Es más, en muchas ocasiones el jugador tiene la intención de realizar un desmarque, y ante la reacción del adversario directo la misma acción la convertirá en una movilización del oponente, o tal vez en una obstrucción. El juego de balonmano en su conjunto y, con ello, el juego de cada jugador participante en el juego, es un proceso continuo y tremendamente variable, en el que se harán unas cosas u otras dependiendo de las circunstancias de cada momento –característica definitoria de la táctica individual-; y en ese sentido debe interpretarse la puesta en práctica de las intenciones tácticas del jugador sin balón que aquí abordamos. En la figura 1 se pueden ver de forma

7 Lo que subraya la importancia de los principios del juego, en este caso, el de la alternancia y variabilidad en el uso de los medios tácticos individuales.


esquemática cómo se produce el proceso de intervención del jugador en estas intenciones tácticas.

4. LA MOVILIZACIÓN DEL DEFENSOR COMO INTENCIÓN: OBJETIVOS Y CARACTERÍSTICAS.

Llegamos, finalmente, a la concreción de nuestro trabajo, es decir, la intención táctica llamada movilización:

“Movilizar al defensor significa reclamar su atención, haciendo que concentre su campo visual, situación, posición, desplazamiento y, en definitiva, su intervención, sobre la zona donde se encuentra o

se desplaza el atacante sin balón, para crear un espacio de lanzamiento o penetración en beneficio

del compañero con balón o incluso de un tercero, que se beneficia indirectamente del espacio libre

creado”.

Representa, por tanto, una acción que responde originalmente al principio de ayuda mutua y se engloba en el juego en beneficio del compañero, es decir, en el juego con los otros y para los otros. Como ya dijimos anteriormente, esa es una de las diferencias fundamentales de esta intención táctica respecto al desmarque; mientras en éste el jugador trabaja inicialmente en beneficio propio, en la movilización se trabaja para el compañero. Este objetivo supone entre otras cosas que mientras en el desmarque el jugador debe “esconderse” del campo visual del adversario para sorprenderle con un cambio de ritmo y quedar liberado del marcaje, cuando la intención sea movilizar debe “dejarse ver”, y de algún modo “anunciar” su intervención, aunque ello no significa que no deba actuar con el cambio de ritmo adecuado, pero no de una forma tan explosiva. Del objetivo general surgen diferentes objetivos específicos en función de la tipología que en cada caso se utilice que, a su vez, dependen de los momentos del juego, el espacio que en cada momento se ocupe, las


características de la intervención defensiva, así como de otros parámetros que debemos considerar en su aplicación. Estos objetivos son los siguientes:

1. Retener al defensor en la situación que ocupa en un momento determinado, impidiendo o retrasando su salida frontal hacia el poseedor para facilitar el lanzamiento a distancia.

2. Hacer dudar al defensor impar en el cambio de oponente y retrasar su salida frontal para facilitar el lanzamiento a distancia del compañero poseedor.

3. Crear un espacio de penetración para un compañero buen fintador, “rompiendo” momentáneamente la cobertura defensiva.

4. Provocar un desplazamiento hacia atrás de un jugador de segunda línea defensiva –de un avanzado u otro defensor que tiende a anticiparse más allá de la línea de 9 metros-, liberando especialmente el eje del dispositivo defensivo para facilitar un lanzamiento a distancia.

5. “Sacar” a un defensor de primera línea defensiva hacia la línea de golpe franco –hacer que abandone la línea de 6 metros- para liberar un espacio interior y facilitar el desmarque de un compañero no poseedor del balón hacia esa zona.

Las características específicas de la movilización dependen del objetivo que en cada caso se pretenda y, en definitiva, del tipo de movilización que exigen las circunstancias de juego en cada momento. Desde una perspectiva general, podemos decir que las características que definen a cada movilización contienen los siguientes parámetros:

a) La situación del jugador que intenta movilizar: cercano a la línea de 6 metros, en primera línea, en el extremo, etc.b) La situación del defensor en ese momento –el par o el impar-: en marcaje de proximidad, actuando en bloque


defensivo o en línea de tiro, avanzado en el eje central del terreno, etc.c) El tipo y dirección del desplazamiento aconsejable en cada caso: con trayectoria rectilínea, curvilínea, por el interior o exterior de la defensa, alejándose de la situación de balón o acercándose, etc.d) El momento de realización más adecuado –iniciar o finalizar la acción, ajustes espacio-temporales a la acción del poseedor-, aunque habitualmente el momento oportuno suele coincidir con el momento en que el balón se encuentra más próximo –en puesto colindante, en anchura o profundidad- a la zona de la movilización.e) La situación estratégica más aconsejable de utilización de cada tipología: con defensas abiertas o cerradas, que actúen con muchas salidas o con tendencia a la línea de tiro, etc.f) El medio táctico grupal que permite desarrollar más adecuado y con el que va coordinado. No debemos olvidar que cada intención táctica del jugador sin balón debidamente encadenada con las del poseedor, facilitan la realización de un medio táctico grupal (pase y va, cortina, etc.).g) La intervención encadenada posterior más idónea del movilizador en cada caso, bien sea actuando con desmarque u obstrucción.h) Las características potenciales del teórico compañero poseedor para el que se trabaja: buen lanzador a distancia, con alta capacidad en el juego de fintas, en la penetración, excelente pasador, etc., a cuyas características de eficacia individual debe ajustarse el tipo de movilización.i) El tipo de sistema defensivo utilizado y las características de funcionamiento en la zona donde se pretende hacer la movilización (mayor o menor salida defensiva habitual, en bloque defensivo o tendencia a la línea de tiro, etc.).

4.1. Tipología de la movilización como intención táctica (alternativas de utilización y parámetros de valoración).


Como hemos explicado anteriormente, las alternativas en la movilización del defensor dependen de muchos parámetros diferentes, cuya combinación da lugar a los diferentes tipos de movilización que el rol no poseedor debe conocer para aplicar en cada caso como sea conveniente. Entre estas formas se encuentran las siguientes:

4.1.1. La fijación estática del defensor.4.1.2. La distracción o creación de duda en la realización del cambio de oponente.4.1.3. La movilización por alejamiento o arrastre lateral del defensor.4.1.4. El “aplane”, o provocación del retroceso del defensor.4.1.5. La atracción externa del defensor, o “sacarlo” del dispositivo.

Analicémoslas individualmente, exponiendo las condiciones estratégicas de uso en cada caso.

4.1.1. La fijación estática del defensor.

Constituye la forma más simple de movilización del defensor y se produce por la simple ocupación de un espacio determinado por parte del atacante sin balón y próximo a 6 metros, espacio que se corresponde con una zona eficaz de lanzamiento del compañero poseedor. Esta ocupación da lugar a un marcaje del defensor correspondiente al estar realizado en zona peligrosa, lo que conlleva una fijación del defensor en ese espacio, dificultando su intervención o retrasándola respecto al poseedor o en la realización de un cambio de oponente. Este tipo de intención táctica se encadena con frecuencia con la intención de obstrucción del adversario, simplemente con una ligera modificación del emplazamiento y orientación del jugador que fija al defensor (colocándose delante de él), dando lugar a bloqueos frontales, o bien, en


función del cambio de trayectoria del poseedor, permitiendo la coordinación con bloqueos laterales y, a veces, con desmarques con desplazamientos cortos o simplemente pidiendo el balón con la extensión de las brazos hacia arriba o un lado (figura 2).

El espacio de intervención suele ser en las proximidades de la línea de área de portería, reteniendo al defensor en esa zona y creándole dudas en su salida frontal sobre el poseedor, habitualmente un buen especialista en el lanzamiento a distancia. Puede hacerse de una forma estática –por simple ocupación anterior de un espacio-, o de forma dinámica con un ligero desplazamiento lateral hacia uno u otro lado dependiendo de la zona que queramos liberar al lanzador. Es más interesante su uso cuando las defensas tienden a ser cerradas, aunque también puede plantearse para evitar/retrasar las salidas sistemáticas sobre un lanzador especialista.

Figura 2.- Movilización por fijación estática. Ante defensa 6:0, el pivote ocupa el espacio entre 3 y 4, fijando a 4 y dificultando el cambio de oponente, a lo que el central B responde con una trayectoria hacia esa zona, lo que le permite un cómodo lanzamiento a distancia.


Una vez fijado el defensor, y al comprobar la trayectoria del teórico lanzador beneficiario, el jugador encadena su acción con un desmarque inmediato en espacios cortos, o en el caso de que hubiera modificado su intención convirtiéndola en una obstrucción, de igual modo debe desmarcarse hacia espacios interiores.

4.1.2. La distracción o creación de duda en la realización del cambio de oponente y, con ello, entre el desplazamiento frontal o lateral del defensor implicado.

Representa otra forma de manifestación de la movilización del defensor, en la que el atacante sin balón trata de desplazarle momentáneamente hacia el lado contrario de la trayectoria previsible del poseedor de balón, creándole dudas en su intervención en el cambio de oponente defensivo preceptivo en estos casos, y retrasando

A

BC

35

E

F

6

7

D

2

4


en consecuencia su acción sobre el poseedor. El jugador sin balón que pretende movilizar al defensor se aprovecha de partir de una situación desde fuera del campo visual del defensor implicado –siempre un defensor impar-, sorprendiéndole y realizando un desplazamiento en carrera frontal y de forma diagonal o paralela por delante del defensor y en sentido contrario a la circulación del balón, convirtiéndose de forma inmediata en apoyo en anchura del poseedor, aunque con claro sentido de progresión hacia portería. Es lo que la escuela danesa ha llamado carrera de distracción –distracting run-, porque ésa es la intencionalidad del jugador sin balón: distraer al defensor provocando un ligero desplazamiento lateral que crea dudas y retrasa su intervención frontal hacia el poseedor (figura 3).

Figura 3.- Movilización por distracción. El extremo derecho D inicia su circulación un momento antes de que reciba el lateral izquierdo A, de tal forma que sincroniza el desplazamiento haciendo coincidir su llegada por delante del defensor 4 justo en el momento que B recibe, creando dudas en la salida y el cambio de oponente.

A

BC

35

F

6

7

D

2

4E


Desde el punto de vista táctico grupal, y gracias a la movilización por distracción del jugador sin balón, ambos atacantes estarán coordinando una cortina sin balón, cuyo objetivo es facilitar un lanzamiento a distancia especialmente rápido más que un lanzamiento clásico en suspensión, puesto que esta acción no impedirá la acción defensiva, sólo conseguirá retrasarla, por lo que si no realiza un lanzamiento rápido, incluso en apoyo (clásico, cadera, a pie cambiado), el defensor tendrá suficiente tiempo para reequilibrar su situación y atacar al poseedor.

El momento de iniciar esta intención depende de la distancia al lugar donde pretendemos facilitar el lanzamiento del poseedor, pero, en cualquier caso, debe ajustar su llegada a esa zona al momento en que el poseedor recibe e inicia su trayectoria, de tal forma que pase por delante del defensor un instante antes de que llegue el teórico beneficiario a su distancia eficaz. Es una intervención especialmente útil ante defensas que actúan en bloque defensivo en la zona de conflicto.

4.1.3. La movilización por alejamiento, o arrastre lateral del defensor, y, con ello, la ampliación del intervalo de penetración del compañero o el aprovechamiento de un tercer jugador.

Con esta alternativa pretendemos alejar al defensor par del jugador que realiza la movilización, de su compañero -oponente directo del atacante poseedor de balón-, de tal forma que se rompa momentáneamente el bloque defensivo dificultando las ayudas defensivas, al impedir una cobertura adecuada y, con ello, hacer muy difícil –o tardío-el doblaje defensivo ante una eventual superación del defensor por parte del atacante poseedor. Justo en el momento que nuestro compañero colindante va a recibir el


balón realizamos un desplazamiento evidente en anchura y alejándonos, de tal forma que separamos a nuestro oponente directo de su compañero, provocando su atención y eliminando la cobertura, creando, en consecuencia, un mayor intervalo de penetración para el poseedor que, a través de fintas, puede desbordar a su adversario directo y conseguir la penetración hasta la línea de 6 metros8 (figura 4).

Figura 4.- Movilización por alejamiento. Ante defensa 5:1, el extremo derecho D inicia su acción un momento antes de que el lateral derecho C reciba el balón, mostrándose ante 2 como si intentara progresar entre 2 y 3, para inmediatamente cambiar de trayectoria y desplazarse en anchura hacia el exterior, con la intención de alejar a su par 2 de 3, rompiendo momentáneamente la cobertura, y facilitando con ello el juego 1 contra 1 de fintas de su compañero C.

8 En la terminología del baloncesto es frecuente que a esta intervención le llamen “aclarado”, es decir, conseguir un espacio libre en el que no haya defensores, aunque en realidad en todas las movilizaciones se produce ese presumible aclarado o liberación de espacio en beneficio del poseedor o de un tercer jugador.

A

B C

3

5

F

6

7

D

2

4E


Desde el punto de vista estratégico, representa una movilización muy útil cuando nuestro compañero colindante reúne condiciones de buen fintador y, con ello, puede aprovechar el espacio liberado que le creamos para la penetración, muy especialmente cuando el oponente del no poseedor actúa con tendencia a la línea de tiro. El mismo desplazamiento se puede convertir en desmarque posterior cuando, en el último momento, nuestro defensor par intenta rectificar para llegar a tiempo a cerrar el espacio de penetración del poseedor, finalizando éste con penetración sucesiva. Aunque esta movilización es frecuente que la realicen los extremos, también puede ser eficaz en el pivote.

4.1.4. La movilización por aplane (provocación del retroceso del defensor).

Alternativa empleada fundamentalmente por los jugadores de primera línea atacante cuando están siendo sometidos a un marcaje estricto por su par correspondiente, y especialmente utilizadas cuando el sistema defensivo del adversario es un 5:1 con disuasión sobre el central atacante, dificultándole sistemáticamente la recepción en distancias eficaces.

Figura 5.- Movilización por aplane. Ante defensa 5:1 con frecuente disuasión del avanzado sobre el central, éste inicia una circulación hacia el interior del dispositivo defensivo un momento antes de que reciba el lateral izquierdo, momento que coincidiría cuando el avanzado trata de anticiparse con la disuasión para evitar la recepción del balón de B en su distancia eficaz. Su circulación es ligeramente curvilínea de izquierda a derecha para arrastrar al avanzado hacia atrás y hacia el lado contrario de la previsible trayectoria al punto fuerte de A, facilitando con ello el lanzamiento a distancia de C.

A

B

C

35

F

6

7

D

2

4

E

B


En esta circunstancia, el jugador sometido a esta forma de marcaje por anticipación encuentra dificultades en jugar para sí mismo (ciclo jugador con balón), y debe concentrar su actividad en trabajar para otros a través de la que llamamos movilización por aplane, provocando el retroceso del defensor par, y liberando, en consecuencia, un espacio a distancia del que se puede aprovechar otro jugador de primera línea que dirige su trayectoria al espacio liberado para lanzar en su caso.

Es importante que el jugador que intenta “aplanar” al defensor inicie su desplazamiento dentro del campo visual del defensor y ligeramente por la zona donde se encuentra el potencial beneficiario de la acción, coincidiendo con la recepción de balón de este último, para inmediatamente cambiar de dirección y dirigir su circulación hacia el lado contrario, alejando al defensor de la presumible trayectoria de finalización del beneficiario, cercana al eje del sistema defensivo, en el caso de que sea el central el movilizador,


pues esta intención podría hacerla igualmente un lateral en beneficio del central (figura 5).

El movilizador, una vez ha circulado hacia el interior del dispositivo defensivo y ocupa el puesto de pivote, debe estar presto a la recepción y el desmarque o, en función de las respuestas defensivas, encadenar del mismo modo una obstrucción. Por su parte, el beneficiario de la acción lanzador a distancia, no debe dejar de percibir el posible desmarque interior del central que inicialmente ha hecho retroceder al avanzado, pues es frecuente que en última instancia éste intente recuperar su situación inicial como avanzado.

4.1.5. La atracción externa o provocación del abandono de la línea de 6 metros.

La última forma de movilización pretende igualmente liberar un espacio, pero en este caso por el interior del dispositivo defensivo, y cercano a la línea de 6 metros, espacio libre que debe aprovechar inmediatamente un tercer jugador sin balón que se desmarca sorpresivamente a ese espacio. Como consecuencia, es un jugador de segunda línea defensiva –habitualmente un pivote u otro jugador que se ha desplazado a ese puesto- el que realiza esta tipología de movilización (figura 6).

Figura 6.- Movilización por atracción externa. Ante defensa 5:1 con frecuente anticipación de laterales defensores sobre sus pares y un marcaje estricto del central defensor sobre el pivote,, éste se ofrece entre líneas cuando recibe el central como un apoyo en un posible pase y va en profundidad. Con ello arrastra hacia fuera al central defensor y libera un espacio interior del que se aprovecha el extremo con su circulación interior a ese espacio. El central B, después de finta de pase a E, acaba pasando el balón en bote a D que se encuentra desmarcado.

A

BC

35

F

6

7

D

2

E

E

4


Se trata de falsear un desmarque de apoyo entre líneas desde una situación inicial en la que el jugador implicado se encuentra marcado de forma estricta en las cercanías del área de portería, ofreciéndose aparentemente como apoyo en un teórico pase y va en profundidad con un primera línea poseedor. Si la acción no es demasiado rápida y utiliza una trayectoria rectilínea, el defensor par que está marcando al atacante sin balón, en su afán de mantener el marcaje estricto sobre el pivote e impedir la recepción de balón por parte de éste, responderá inmediatamente con un desplazamiento hacia la línea de 9 metros o incluso más hacia delante. Como consecuencia, abandonará el espacio próximo a la línea de 6 metros, espacio que puede ser aprovechado inmediatamente con un desmarque de un tercer jugador, que puede ser el otro pivote o –mucho más habitual- el extremo más cercano a la zona de conflicto, que recibe, en su caso, del poseedor. Esta alternativa es recomendable, además de cuando se producen marcajes estrictos sobre el pivote, ante defensas con avanzado y, en general, contra defensas en dos líneas o que tienden a la


anticipación, de tal forma que se liberarán más fácilmente los espacios interiores de la defensa. En cualquier caso, es importante subrayar que exige una sincronización espacio-temporal no exenta de dificultad, en tanto que hay que coordinar la intervención entre tres jugadores: el poseedor y dos no poseedores, uno que actúa movilizando y otro en desmarque sobre el espacio liberado.

4.2. Los indicios perceptivos, alternativas decisionales, y las variables ejecutivas en la movilización.

Como en cualquier intervención táctica individual, las conductas del jugador que pretende movilizar están determinadas por las tres fases conocidas de la acción motriz: percepción y reconocimiento de la situación, decisión de lo que debe hacer y cuándo hacerlo (qué desplazamiento utilizar, cuando iniciarlo, en qué dirección, etc.) y, finalmente, las variables ejecutivas. Todos estos aspectos deben ser considerados en el aprendizaje para una buena comprensión de los conceptos y mejorar la eficacia de la intervención. En la primera fase del acto táctico el jugador responde por los indicios que representan la situación del balón, de los oponentes –directos y los no directos-, el compañero –especialmente al que pretende ayudar, sus características y puntos fuertes-, así como otros aspectos. La decisión está determinada por el análisis de los indicios que se han percibido previamente, lo que engloba el momento de intervención, las trayectorias utilizadas, los encadenamientos posibles, etc. Aunque en la exposición de los epígrafes anteriores ya se han apuntado alguno de estos indicios y formas de intervención y se han vislumbrado otros, consideramos conveniente analizar estos aspectos de forma independiente:

4.2.1. Los indicios perceptivos y alternativas decisionales. Constituyen los puntos de referencia donde el jugador sin balón debe concentrar su atención para elegir


sus conductas adecuadamente. Entre ellos, como se ha comentado previamente, se encuentran la situación del balón, de los oponentes y los compañeros, y los espacios intermedios resultantes, pero cualquiera de ellos puede mostrar diferentes matices. Aunque también los gestos, actitudes o movimientos pueden manifestarse por variables tales como la dirección y sentido, la velocidad de ejecución, las posiciones de los diferentes segmentos corporales o la globalidad del cuerpo. Todos ellos se convierten en variables que darán lugar a los diferentes gestos comunicativos que deberán ser interpretados correctamente. Analicemos los más importantes:

a) La situación del balón: Si pretendemos que nuestra intervención provoque efectos positivos es evidente que la situación del balón se convierte en el indicio más importante, puesto que su cercanía o lejanía a nuestra propia situación espacial –en definitiva, la mayor o menor distancia- determinará el momento de iniciar y finalizar la acción. Como norma general, la intervención comenzará en un tiempo tal que nos permita llegar al lugar donde pretendemos movilizar justo en el momento que el balón llega al compañero que se encuentra en la zona más próxima –bien en el puesto colindante al defensor movilizado, en anchura o profundidad o incluso en el puesto defensivo que pretendemos movilizar-. De tal modo que si nos encontramos lejos de la zona de conflicto debemos iniciar una circulación previa antes para poder llegar a tiempo. Como hemos podido ver en el apartado de tipología, dependiendo de nuestro objetivo la velocidad empleada o el momento de iniciar la carrera puede ser modificado en consecuencia ligeramente.

b) La situación del compañero al que pretendemos ayudar y sus características: Igualmente la distancia donde nos encontremos respecto al beneficiario es otro subfactor a considerar para iniciar antes o después nuestra intervención. Generalmente la movilización es más eficaz y


más fácil de sincronizar correctamente cuando el teórico beneficiario se encuentra en puesto colindante, pero también puede hacerse con otros situados en puestos más alejados, lo que exige circulaciones previas que deberán ajustarse en función de la distancia. Pero este subfactor es inseparable del conocimiento de sus características fundamentales, especialmente en lo referente a cuáles son sus puntos fuertes (lanzador a distancia especialmente eficaz con una trayectoria determinada, extraordinario pasador al pivote o al interior con recursos varios, o tal vez destacando por su eficacia y explosividad en las fintas hacia el punto débil). Sólo conociendo el potencial de nuestros compañeros podremos elegir la forma más adecuada de movilización del defensor, liberando el espacio más oportuno para explotar esas condiciones.

c) La situación y las tendencias de intervención de los defensores, tanto pares como impares: Cada perfil de movilización está también condicionado por la observación de la actuación de los oponentes, tanto los pares como los impares (oponentes directos del teórico beneficiario de la movilización para el que se trabaja). La movilización tendrá más aplicación y utilidad en la medida que la tendencia de actuación defensiva sea con alto nivel de anticipación sobre su par, empleando la disuasión de recepción hacia el jugador implicado (movilización por arrastre, alejamiento o atracción), o en el caso de los defensores implicados actúen con tendencia a la línea de tiro (por alejamiento, fijación, arrastre, atracción); o, cuando actuando en bloque defensivo y sin que exista tanta tendencia a la anticipación, tengan algunos problemas en la solución de los cambios de oponente (por distracción). Como es sabido, la disuasión dificulta la recepción del balón, y en consecuencia, obliga a que el jugador actúe en beneficio del compañero sin esperar la recepción, anticipándose, a su vez, a la anticipación por disuasión del defensor, un instante antes de que esta última se produzca. De este modo se convierte en una especie de


“automarcaje”, pero en la que dirigimos al defensor –“arrastramos” en su deseo de evitar nuestra participación con balón y mantener un marcaje estricto- a espacios que nosotros elegimos, alejándolo al mismo tiempo de otro espacio en el que presumiblemente nuestro compañero poseedor puede obtener condiciones óptimas de lanzamiento o penetración, o bien un tercero no poseedor ocupa sorpresivamente a través del desmarque oportuno. Por otro lado, si el defensor par del teórico beneficiario –e impar del que moviliza- tiende igualmente a realizar salidas con cierta profundidad sobre su oponente, y el beneficiario coincide que es especialista en las fintas, parece oportuno que utilicemos la movilización por alejamiento, facilitándole un espacio de penetración.

d) La tendencia a situaciones escalonadas de defensores en la zona de conflicto, muy especialmente en zonas exteriores:

Si la defensa actúa en bloque defensivo compacto, pero con salidas a los laterales atacantes, se producen con frecuencia situaciones escalonadas entre los dos defensores últimos del sistema (anticipación por acoso del defensor lateral sobre su par cuando éste recibe del central, y cobertura escalonada del exterior manteniendo situación próxima a la línea de 6 metros). Esta circunstancia permite al extremo de la zona actuar sin balón arrastrando a su par momentáneamente hacia el eje del dispositivo defensivo a través de una circulación por detrás del defensor lateral al dificultarse el cambio de oponente y, con ello, liberar el espacio exterior para permitir una eventual penetración del poseedor por esa zona, siempre y cuando éste domine las salidas hacia sus puntos débiles (figura 7), o también en el caso de que el lateral derecho sea diestro.

Figura 7.- Movilización por arrastre lateral por el interior. Ante las situaciones escalonadas de defensores que se producen con frecuencia entre lateral y exterior por las salidas profundas

A

BC

3

5

F

6

7

D

2

E

4

6

Escalonamiento defensivo entre 7 y 6 que, ante la movilización de F por arrastre lateral de 7,

produce un espacio libre que A puede aprovechar


sobre el lateral atacante, el extremo puede movilizar a su par por arrastre lateral circulando por detrás del segundo defensor cuando éste sale sobre su par, coincidiendo con la recepción de balón de A. La situación escalonada dificulta el cambio de oponente, muy especialmente porque a ello se añade que F parte desde fuera del campo visual de 6. Si el lateral atacante domina las salidas de fintas al punto débil puede encontrar soluciones eficaces.

La misma circunstancia podría realizarse por parte de un pivote situado inicialmente a la altura del penúltimo defensor (ante sistema defensivo 6:0 con salidas sobre laterales) que, cuando recibe el lateral y éste realiza inicialmente una trayectoria hacia el centro saliéndole a 9 metros el tercer defensor –par en esos momentos-, el pivote inicia la movilización de su par en una trayectoria hacia el eje, arrastrándolo y liberando el espacio de salida hacia el punto débil del lateral poseedor, que éste podría aprovechar.


4.2.2. Las variables ejecutivas de la acción. Es obvio que el elemento técnico fundamental que se utiliza en la movilización es el desplazamiento sin balón. Pero este elemento debe ser aplicado con distintas variables que permitan enriquecer la intervención y asegurar en mayor grado su eficacia. Entre estas variables serán imprescindibles el tipo y dirección del desplazamiento aconsejable en cada caso: con trayectoria rectilínea, curvilínea, hacia delante, atrás, hacia los lados, combinada, por el interior o por fuera –delante- de la defensa, alejándose de la situación de balón o acercándose, etc., los cambios de dirección cuando proceda –no más de uno, pues no debemos olvidar que la intención no es inicialmente desmarcarse-, el ritmo y velocidad de intervención (uniforme a veces, acelerado y luego decelerado, velocidad intermedia, nunca explosiva), la orientación del desplazamiento (con frecuencia lateral o diagonal en casi todas las movilizaciones, frontal en los arrastres de defensores hacia atrás, o de espaldas a portería en las atracciones), la forma del desplazamiento –en carrera pero con secuencia y amplitud de los pasos diferente-, la longitud del desplazamiento (dependiendo de la distancia al lugar de movilización y al teórico beneficiario); y, por supuesto, en función de la respuesta del oponente, el encadenamiento posterior a la movilización, en el que el desmarque será lo más habitual que el movilizador utilice, pero que debe alternar con la obstrucción.

5. ANÁLISIS COMPARATIVO ENTRE LOS DISTINTOS TIPOS DE MOVILIZACIÓN, A MODO DE RESUMEN.

En la tabla 1 exponemos a modo de resumen todas las tipologías de la movilización, en un intento de análisis comparativo entre los distintos parámetros que influyen de una u otra manera en su realización y en la eficacia de esta intención táctica. De este modo aparecen aspectos como los objetivos específicos, en beneficio de quién debe realizarse habitualmente, los tipos de sistemas defensivos


más convenientes para su empleo, el puesto específico más recomendable, etc., parámetros todos ellos ya explicados en el apartado 4 de este trabajo.

TIPO DE MOVILIZA-

CIÓN/ CARACTE-RÍSTICAS

Por fijación Por distracción

Por alejamiento o

arrastre lateral

Por “aplane” o retroceso del defensor

Por atracción, o “sacar”

al defensor

hacia fuera

Objetivo específico

Retener al defensor para

facilitar el lanzamiento a distancia de

un compañero

Hacer dudar al defensor

impar en el cambio de oponente y

salida frontal para facilitar

lanzamiento a distancia de compañero

Crear espacio de penetración para

un compañero rompiendo la

cobertura defensiva

Provocar desplazamiento hacia atrás del avanzado, liberando el

eje del terreno a distancia

Sacar a un defensor de

primera línea hacia fuera para liberar un espacio interior

En beneficio de

Lanzador a distancia en su puesto específico

Lanzador a distancia

rápido

Facilitar el juego 1x1 de un buen

fintador, o la penetración a 6

metros

Lanzador a distancia que se desplaza

desde su puesto

La circulación

de un segunda línea al espacio liberado

Basada en La creación de dudas en la

salida defensiva

El aprovechamie

nto de la confusión de campo visual

defensivo

La ruptura momentánea del bloque defensivo

en un espacio

El aprovechamie

nto de marcajes

estrictos a un primera línea

La creación y

aprovechamiento de espacios interiores

Situación y actuación inicial del jugador

implicado

Estática en 6 metros o

ligero desplazamient

o lateral

En desplazamient

o lateral desde fuera del campo visual del defensor

En desplazamiento

lateral alejándose del

balón o circulando por

detrás del impar en situación escalonada

En desplazamient

o frontal-diagonal o con

cambio de trayectoria

hacia adelante

En desplazamien-to desde

6 metros hacia 9 metros.

Momento de

realización más

adecuado

Siempre que un lanzador con balón se dirija hacia la

zona

Coincidir cuando recibe

el balón el lanzador a distancia

Coincide un momento antes de la recepción del colindante

Coincide con el momento

de la recepción del

colindante lanzador, mejor por

parte de un tercero

Cuando recibe un primera

línea situado en

eje, especialme

nte un central

Situación estratégica aconsejable

para su realización

Ante defensas cerradas

sobre la zona del pivote

Ante defensas en bloque que dificultan las

distancias eficaces de lanzadores

Ante defensas en línea de tiro al menos en la

zona de conflicto, o cuando se dispone de

buenos fintadotes en esa

zona

Ante defensas 5:1 o con

avanzado (o mixtas) que dificultan el juego con balón o la

circulación de balón en el eje

del ataque

Ante defensas abiertas o cuando se producen marcajes individua-lizados y estrictos sobre el


pivoteFormas y dirección

del desplaza-

miento

Ausencia o cortas

curvilíneas sobre par y

hacia los lados

Frontal y ligeramente diagonal o

paralelo a la línea de golpe

franco por delante del

impar

Hacia fuera del terreno y hacia

los lados de espaldas o

lateral por detrás del oponente del

beneficiario poseedor

Frontal hacia delante con cambios de

trayectoria y normalmente por delante del defensor (en su campo

visual)

Frontal hacia

delante o con

trayectoria curvilínea

hacia afuera

Medio táctico que

permite desarrollar.

Bloqueo frontal

Cortina y sus variantes

En su caso penetración

sucesiva

Circulación del jugador y pase

y va en anchura

Circulación de un

jugador de 2ª línea y

circulación de balón

Intervención

encadenada más

oportuna del

movilizador

Desmarque interior

Desmarque hacia dentro y

en anchura

Apoyo en anchura al poseedor y

penetración en su caso

Desmarque interior con cambio de trayectoria

Desmarque hacia el

lado contrario

del jugador que circula

por el interior

Acción pretendida

en el defensor implicado

Que se mantenga

estático y no salga

Que cometa error en el cambio de oponente y retrase su

salida frontal

Separarlo de la zona de balón e

impedir o dificultar su cobertura

Que retroceda hacia 6

metros y abandone el

eje del terreno en 2ª línea defensiva

Que abandone

la línea de 6 metros y deje libre

un espacio interior

Tabla 1.- Tipología de la intención de movilización, características y circunstancias estrategias de utilización más aconsejables.

6. LÍNEAS GENERALES DEL PROCESO METODOLÓGICO PRÁCTICO.

1. Fase de aprendizaje de habilidades, destrezas e intenciones.

Inicialmente el proceso metodológico parte de plantear dos objetivos fundamentales: dotar de una amplia disponibilidad motriz al sujeto respecto a la variedad y calidad de sus desplazamientos sin balón, y, en paralelo, el desarrollo de la capacidad perceptiva, en una estrategia metodológica en la que se combinen formas globales (formas jugadas o juegos dirigidos) con analíticas, diseñando ejercicios y actividades que obliguen a diversificar las condiciones de ejecución, creando hábitos de movimiento dinámicos y que aumenten la capacidad de adaptación del jugador a las situaciones cambiantes del entorno y a seleccionar los indicios relevantes, y en los que


la variabilidad espacial y de las formas del desplazamiento sean la tónica predominante. De este modo deben comprender los siguientes objetivos y contenidos:1.1. Aprendizaje, consolidación y perfeccionamiento de los

desplazamientos:a) Carreras en distintas formas, direcciones, orientaciones,

ritmos, velocidades, dimensiones del desplazamiento, trayectorias, cambios de dirección, giros, posiciones corporales diferentes en la iniciación de los desplazamientos y las formas de paradas, etc.

b) Ejercicios de coordinación dinámica general y equilibrios dinámicos.

1.2. Desarrollar la capacidad de observación-percepción respecto a los indicios del entorno, basada en la atención selectiva de compañeros, adversarios, espacios, balón, etc., en relación a:a) Factores espaciales: distancias (variables), límites espaciales (área de portería, línea de banda, etc.), trayectorias propias, de compañeros, adversarios, balón (rectilíneas, curvilíneas, combinadas), orientaciones propias, de compañeros, adversarios (adelante-atrás, laterales, etc.), distribuciones de los componentes (agrupaciones, dispersiones, formas geométricas de las mismas)b) Factores espacio-temporales: ritmos y velocidades propias, de compañeros, adversarios, secuencias de movimientos, amplitud, duración, ritmos uniformes, acelerados, decelerados, percepción de los cambios de situación, etc.

1.3. Desarrollar la capacidad de tomar decisiones individuales en relación con los indicios percibidos y los objetivos a cumplir: a) Ocupación de espacios libres, ampliar dimensión de espacios libres, desmarques, llegar simultáneamente, después o antes que…, capturas, seguimientos, imitación de movimientos (“espejo”), realización de movimientos contrarios o en dirección contraria que los


compañeros, esquives, desocupar espacios, alejarse de espacios ocupados, etc.

1.4. Comprender y poner en práctica los principios de juego de ataque y los medios para desarrollarlos: ayuda mutua, variabilidad y alternancia en las acciones, progresión hacia portería, adaptación a las posibilidades potenciales propias y de compañeros, así como de otros conceptos como el de distancias eficaces, momentos de pase o de inicio de un desplazamiento, etc.

2. Fase de desarrollo específico inicial de la intención táctica en el contexto de los puestos específicos de ataque.

Una vez desarrollada la fase anterior del proceso, afrontamos el desarrollo específico de la intención táctica. Esta fase requiere conocer los objetivos concretos que lleva cada perfil de manifestación de la movilización, así como las acciones que deben ejecutarse en cada caso y los momentos de intervención. La acción queda en esta fase enmarcada en el contexto de los diferentes puestos específicos cuya ocupación debe ser variable por distintos jugadores sin especialización, y condicionada a las actuaciones de compañeros, adversarios, y la situación del balón. Utilizaremos en esta fase formas de ejercicios elementales construidas a partir de relaciones entre dos y tres jugadores atacantes –que deben alternarse-, situados en puestos colindantes, así como la integración de sus oponentes correspondientes, formas que deben intercalarse con situaciones más colectivas de vez en cuando y en situaciones similares a la competición (no necesariamente 6x6, pueden ser 4x4 ó 5x5). Como es fácil adivinar, en esta fase, la captación de indicios específicos y las alternativas descritas en el apartado 4.2.1. de este trabajo ocupará un lugar fundamental. El aprendizaje se verá facilitado en tanto que el jugador vaya acostumbrándose a percibir, en una estructura de juego, una identidad con una estructura ya conocida, y que reconoce de forma inmediata durante el


juego. De este modo plantearemos los siguientes objetivos y contenidos:2.1. Aprendizaje de los momentos y formas de

intervención determinados por indicios como la situación del balón y la distancia del compañero al que pretendemos ayudar: variar distancias, número de compañeros y sus relaciones espaciales (situados en línea en anchura o profundidad, en triángulo, etc.), situación del balón, dirección del balón, puestos específicos e intervalos mayores o menores, qué jugador actúa como colaborador o beneficiario, etc.

2.2. Aprendizaje de la ocupación de espacios liberados o creados por parte del beneficiario en todos los casos (toma de conciencia de la ayuda del compañero): a distancia, en penetración, por el interior, con fintas por la derecha o la izquierda, etc.

2.3. Aprendizaje de los indicios determinados por la intervención del oponente: disuasiones a distintos jugadores, acoso sobre el poseedor con anticipación y salidas profundas a unos u otros, variación de las intenciones defensivas puestas en práctica por cada defensor y adaptación a esos indicios de mayor o menor profundidad, etc.

2.4. Aprendizaje del uso adecuado de cada perfil de movilización atendiendo a la captación de indicios anteriores y sus combinaciones: fijación, arrastre, aplane, alejamiento o atracción externa. La variación de las iniciativas que se toman (tanto de los distintos atacantes como de las acciones y reacciones de defensores pares o impares), y las respuestas correspondientes se convierten en un criterio fundamental.

3. Fase de perfeccionamiento, estabilización e integración en el concepto de juego de ataque y en distintos procedimientos tácticos y ante diferentes sistemas defensivos.


El perfeccionamiento obliga a plantear condiciones de trabajo práctico en las que se utilicen formas complejas e integradas, en las que la movilización se alterne con las otras intenciones tácticas sin balón (desmarque y obstrucción), así como en el contexto de diferentes medios tácticos y procedimientos complejos y ante distintos sistemas defensivos. La estrategia práctica tiende a ser global, aunque debe alternarse con global polarizando la atención sobre esta intención táctica, o modificando y adaptando la situación real para permitir un mayor uso de esta intención táctica cuando se crea conveniente para subrayar la acción en ese contexto global, todo ello sin menoscabo del uso de formas analíticas esporádicas, en función de la evolución de las conductas del jugador durante la competición. A ello habrá que añadir la integración en las fases del juego del encuentro, así como las exigencias correspondientes al plano físico-psíquico (en condiciones de esfuerzo determinadas o con exigencias de cumplimiento de tareas de forma concreta, en condiciones de handicap, etc.). Las características de la oposición serán casi siempre activas e incluso hiperactivas, pero con la variabilidad que obligue a tomar decisiones diferentes a los atacantes. En definitiva, la última fase del proceso conlleva los siguientes objetivos y formas de trabajo:3.1. Consolidación/perfeccionamiento de la intención

táctica en el contexto de la variabilidad con otras intenciones del no poseedor de balón: alternar movilizaciones con obstrucciones y desmarques.

3.2. Consolidación/perfeccionamiento de los distintos perfiles de movilización en el contexto de distintos procedimientos tácticos.

3.3. Consolidación/perfeccionamiento de la movilización en el contexto de diferentes sistemas defensivos del adversario desde el punto de vista global y con variación de intenciones defensivas en distintos puestos.

3.4. Consolidación/perfeccionamiento de la movilización en el contexto de las diferentes fases del juego en ataque y defensa.


3.5. Consolidación/perfeccionamiento de la movilización en el contexto de exigencias de carga físico-psíquica.

3.6. Conseguir la maduración del proceso a través de las diferentes situaciones competitivas (amistosas y oficiales) ante diferentes equipos adversarios.

7. CONCLUSIÓN.

En la introducción destacábamos la importancia de mejorar la calidad del juego sin balón en la formación y perfeccionamiento del jugador. La intención de movilizar que aquí hemos tratado de estructurar y desarrollar en sus diferentes perfiles ocupa un lugar muy importante en esta formación que debe ser abordada sin dilación en el proceso de aprendizaje a través de las sugerencias que aquí se han propuesto en diferentes fases evolutivas que deberían empezar en su primer periodo en la etapa de aprendizaje global que se corresponde a las categorías de benjamines-alevines. En las etapas infantil y cadete (aprendizaje específico) debería introducirse poco a poco la segunda fase de nuestra propuesta o etapa específica en los diferentes puestos, de tal forma que al finalizar la etapa cadete el jugador esté en condiciones de abordar el perfeccionamiento y así finalizar su formación y consolidación al acabar la categoría juvenil, estando en condiciones de desarrollar sus máximas prestaciones en la etapa senior, una vez ha comprendido y asimilado todas las características y perfiles de las distintas intenciones tácticas. Comprendiendo éstas se hará mucho más fácil progresar en el más alto nivel y desplegar las máximas posibilidades potenciales que ofrece cada jugador. Sin su comprensión y sin capacidad de uso estratégico, por el contrario, tendremos a jugadores incompletos y, por consiguiente, mucho más pobres cualitativamente. No debemos nunca olvidar que la coherencia de funcionamiento del colectivo que constituye un equipo está íntimamente relacionada con calidad de las relaciones entre los diferentes núcleos de jugadores que se asocian, y estas


microsociedades, a su vez, dependen del aprendizaje de las intenciones individuales bajo la doble dimensión de superar al oponente directo y la creación de espacios y aprovechamiento de los mismos.

BIBLIOGRAFÍA

Antón, J., (2003), Análisis estructural y conceptual de la técnica en balonmano: características diferenciales entre el principiante y el jugador de alto rendimiento, V Seminario Internacional de la Asociación de Entrenadores de Balonmano, “Memorial Domingo Bárcenas”, Ciudad Real, 26-27 diciembre.Antón, J., (2006), Táctica Grupal Ofensiva, 2ª edición, pág. 77.Bautellier y Curelli (1990), L’evitement-debordement, Rev. Handball, nº 27, pp. 42-43.Bayer, C., (1982), Técnica del Balonmano, la formación del jugador, Hispano Europea, Barcelona, pág. 96.Ruiz Pérez, L.M., (2005), El proceso de toma de decisiones en el deporte, Paidós Educación Física, Barcelona.

EL JUEGO SIN BALÓN DEL JUGADOR EN ATAQUE Ponencia Juan Lorenzo Antón

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