El leon no es como lo pintan

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LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PREESCOLARLICENCIATURA EN EDUCACIÓN PREESCOLAR INTERCULTURAL BILINGÜE

Curso: Desarrollo Físico y Salud

El león no es como lo pintan (un caso para estudiar)

Me llamo Mariana, tengo seis años, y antes me gustaban mucho los dulces, bueno, todavía, pero ya no todos. Los que anunciaban en la tele los buscaba en la tiendita de la esquina o en la escuela.

Cuando mi hermana y yo veíamos un anuncio de sopa, corríamos a la cocina y nos preparábamos una en el microondas y le poníamos limón y salsa. Hasta que un día a mi hermana le dio un dolor muy fuerte en el estómago. Mi mamá pensó que era gastritis, pero el médico dijo que eran piedras en el riñón, y que ahora muchos niños se enfermaban de eso.

El médico quiso saber qué comemos. Mi mamá le contó que no nos gustan las verduras ni el pescado, y sólo poquita fruta, que nos encantan los dulces con chile, los refrescos, las sopas instantáneas, las botanas y las hamburguesas con papas a la francesa, a lo cual él respondió: ¡Ahí está! Todo eso puede ocasionar malestares en la salud.

El médico le dijo a mi mamá que tenía que dejar de darnos cosas que tuvieran mucha sal, y que en lugar de refresco debemos de tomar agua. Desde entonces nos prepara cereales instantáneos y nos compra pan empaquetado. Y pues sí, ¡nos encanta!

En otra revisión médica, cuando mi mamá le platicaba los cambios, en lo hábitos alimenticios, al médico, se nos quedó mirando muy serio. Mi mamá le dijo nos compraba cosas empaquetadas para comer porque duran más en la despensa. El médico recomendó que compremos pan en la panadería, pues aunque no dura tanto, si está fresco y no le agregan sustancias para conservarlo. Mi mamá le dijo que los cereales que desayunamos dicen en la caja que tienen todo lo que necesitamos comer en la mañana, pero el médico le dijo que está información no es totalmente cierta en algunos casos, y que sería mejor que nos diera cereales no instantáneos.

A mi hermana le gusta mucho bailar, pero tuvo que dejar de hacerlo un tiempo mientras se aliviaba, y yo pensaba, claro cómo iba a bailar con la barriga llena de piedras. Por suerte le recetaron medicamentos y ahora está mucho mejor.

Desde entonces, cada vez que vemos anuncios en la televisión que muestran cosas que dicen que son deliciosas, ya no me caen tan bien, ya no les creo tanto. Prefiero a los amigos con los que sí puedo jugar de verdad y que no me ponen piedras en el camino.

¿Qué vale la pena analizar de este caso pensando en mis alumn@s normalistas?

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