El Madrid de los Austrias - Daniel Díaz Carbayo | Conocimiento del … · 2013-05-30 · Con el...

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Cualquier madrileño, y aquellos que han sido recibidos con los brazos abiertos, en algún momento de su cotidiano transitar por esta ciudad ha tenido un momento en el que se ha preguntado por los orígenes de la misma. Con el humilde sentimiento de responder a algunas de estas preguntas, hemos elaborado este documento para que nuestros alumnos, presentes y futuros, puedan conocer un poco más esta ciudad que nos acoge sin preguntar procedencia y donde nuestras vidas transcurren a diario. Como no podría ser de otra manera, queremos comenzar nuestro periplo por la ciudad de Madrid, en el lugar donde hace 12 siglos surgió un pequeño asentamiento, no más grande que un cerrillo, y a partir del cual hemos llegado a tener una ciudad de más de 5 millones de habitantes. El recorrido de este Madrid de los Austrias comienza en la Cuesta de la Vega y termina frente al Congreso de los Diputados, de manera que se pueda contemplar con un cierto orden cronológico el desarrollo de la ciudad de Madrid, desde el siglo IX hasta el siglo XVII. El itinerario que se marca a continuación se puede realizar a lo largo de una mañana, para llegar a tomar un rico sustento en el Parque del Retiro. El orden de la calles a visitar será el siguiente: .- Cuesta de la Vega. .- Calle Bailén, hasta los jardines de Sabatini .- Plaza de Oriente .- Calle de Bailén para llegar a la C/ Mayor. .- C/ Mayor .- Plaza de la Villa .- C/ Mayor hacia la Plaza Mayor. .- Plaza de San Miguel .- C/ Cuchilleros, para entrar en la Plaza Mayor por el arco que lleva su nombre. .- Plaza Mayor. .- Plaza de las Provincias .- C/ Espartero .- C/ Mayor .- Puerta del Sol .- Carrera de San Jerónimo. .- C/ Príncipe .- Plaza de Santa Ana. .- C/ Huertas .- C/ del León. .- C/ Lope de Vega. .- C/ Quevedo. .- C/ Cervantes .- C/ San Agustín. .- Carrera de San Jerónimo. Y de ahí cruzando el Paseo del Prado subiremos hasta el Parque del Retiro para disfrutar de un merecido tentempié.

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NUESTRO MADRID Un cerrillo se alzaba contra una muralla de montañas copiosamente nevadas en invierno y seca de toda vegetación en verano. En dicho cerro se levantaba un alcázar, un castillo de poca monta y menor importancia. Al fondo, la llanura que se pierde hacia la cercana sierra es árida y seca, no hay ningún riachuelo, ni ninguna huerta, ni tierras fértiles ni pródigas que den producto a los lugareños de este entorno. Antes del siglo X, solo este cerro, los paramos y montañas han quedado en la historia de esta ciudad castellana, ya que su importancia era de carácter insignificante. Ya en el siglo X, las crónicas cuentan que, en el año 939, Ramiro II se apodera de la fortaleza mora llamada Mayrit, palabra africana que significa “Venas de Agua”, por la cantidad de regatos y riachuelos que corren bajo su suelo.

Ramiro II de León escogió Mayrit para entrar en territorio de moros por ser esta cima la menos protegida de todas las fortalezas moras en esta zona de Castilla.

Madrid, perdón Mayrit o Magerit –como derivó el nombre árabe al cristianizarse la palabra-, no era otra cosa que un puesto avanzado de centinela ante los avances cristianos hacia la capital de Toledo, que era la corte de los musulmanes, razón por la que éstos procuraron tener un alcázar fuertemente protegido que dificultaran los ataques cristianos que llegaban desde los puertos de Guadarrama y la Fuenfría. Tras la victoria de Ramiro II, es la primera vez que aparece Madrid en la historia de España, y durante muchos siglos la historia de Madrid es un constante cambio de dueños, ora cristianos ora moros; hasta que en 1083 el rey Alfonso VI conquistó la ciudad para los cristianos.

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Sin embargo no fue hasta 1561, cuando Felipe II trasladó la capital de España desde Toledo a Madrid. Hubo un intento por parte de Felipe III de llevar la capital a Valladolid, pero solo duró 5 años, luego volvió a ser Madrid la capital de España hasta hoy. Felipe IV fue un rey muy brillante en el esplendor de Madrid. Si su padre, Felipe III había legado a la ciudad la fabulosa Plaza Mayor, su hijo le dio elegancia, brillantez y la convirtió en la Corte más animada de Europa. Construyó el Palacio Real, los Jardines del Retiro, entre otras cosas; pero esto también llevó la decadencia a Madrid. Así lo cuenta Fernández de los Ríos:

“Con la construcción de inmensos pero destartalados palacios para la grandeza, y las talas para el concurso de leñas y carbón de la población cortesana que se instaló en la Villa, comenzó la destrucción de los grandes Montes de Madrid; con los árboles empezó a desaparecer el agua, con la falta de humedad se esterilizó el suelo, se hizo un clima rudo y se perdió este pueblo las condiciones de vida propia que hasta entonces había tenido”.

Al llegar los Borbones al trono, con Felipe V, comienza una nueva dinastía de Reyes en España. Entre ellos y, en Madrid, destaca la figura de Carlos III, al que se ha llamado, y con razón, el mejor alcalde de Madrid, ya que nos dejó entre otros logros la policía de la ciudad y la limpieza de la misma (se acabó el “agua...vaaaaa”), el alumbrado de las calles, las escuelas gratuitas, etc, así como el Banco Nacional de San Carlos (hoy Banco de España), la Lotería Nacional, la ampliación del Palacio Real, el Museo del Prado, la Puerta de Alcalá, el Museo de Historia Natural, el Servicio de Correos, etc. A Carlos IV y Fernando VII se les recuerda, entre otras cosas, por la Guerra de la Independencia, donde el pueblo de Madrid se levantó en armas contra las tropas francesas de Napoleón en el día del 2 de Mayo, que tan bien inmortalizó un pintor aragonés que vivía en Madrid, llamado Goya. Desde entonces hasta hoy, Madrid ha ido perdiendo el lujo romántico de esas plazas y callejuelas, y a aquella gente que vivía en una ciudad menos acelerada, más tranquila que la que hoy, en el siglo XXI, vive en una ciudad que crece cada día, lo mismo que creció antes en todo un siglo. 1.- LA CUESTA DE A VEGA

Toma su nombre de la desaparecida Puerta de la Vega, uno de los tres accesos con los que contaba la antigua muralla árabe.

Esta construcción fue erigida durante la dominación islámica de la Península Ibérica, en una fecha indeterminada comprendida entre los años 860 y 880. Defendía la almudaina, que puede considerarse como el núcleo fundacional de la ciudad.

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Fue levantada por el emir cordobés Muhammad I (852-886) para asegurar la defensa de Toledo ante las incursiones cristianas procedentes del norte peninsular.

De este recinto amurallado se conservan diferentes restos diseminados. Los más importantes se encuentran en la Cuesta de la Vega y consisten en un lienzo de piedra de caliza y sílex, de aproximadamente 120 m de longitud, donde se aprecian las pautas habituales de la arquitectura militar andalusí: torres de planta cuadrangular, con zarpa en la base, y con una disposición poco saliente con respecto al muro principal.

La muralla musulmana de Madrid, de la que se conservan algunos vestigios es probablemente la construcción en pie más antigua de la ciudad.

Se edificó en el siglo IX, en un promontorio situado junto al río Manzanares. Formaba parte de una fortaleza, alrededor de la cual se fue desarrollando el núcleo urbano de Madrid. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico en el año 1954.

Los restos de mayor importancia, con un interés más arqueológico que artístico, se hallan en la Cuesta de la Vega, junto a la cripta de la Catedral de la Almudena. Han sido integrados en el parque de Mohamed I, llamado así en referencia a Mohamed I de Córdoba, considerado el fundador de la ciudad.

La Cuesta de la Vega en Madrid se extiende sobre uno de los barrancos que sirvieron de defensa natural a la ciudadela musulmana de Mayrit.

Sigue la dirección este-oeste y, tras salvar un fuerte desnivel, pone en comunicación la calle Mayor con el valle del río Manzanares. Arranca junto a la cripta De la Catedral de la Almudena y, bordeando la cerca de los jardines del Campo del Moro, llega hasta el Parque de Atenas, en la zona de influencia de la calle de Segovia.

2.- LA PRIMERA MURALLA DE MADRID En los primeros tiempos de la insignificante población de Mayrit, como puesto de vigía avanzado de las tropas moras en la meseta para la defensa de Toledo, Madrid estaba rodeado por una muralla de poca extensión construida en el siglo IX, y destruida a partir del siglo XV. Esta muralla estaba situada alrededor del primitivo castillo en la zona de la Cuesta de la Vega, el Palacio Real, etc. Fue en esta muralla del Mayrit árabe donde se descubrió la Imagen de la Virgen de la Almudena.

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Alrededor de esta zona de Madrid se cuentan innumerables leyendas, de las cuales vamos a referiros dos de ellas: ** MADRILEÑOS GATOS Ocurrió un día de Mayo, las tropas del rey castellano Alfonso VI, se acercaban a Madrid de noche para intentar conquistar la Villa a las tropas moras. Debían actuar con diligencia si querían coger por sorpresa a las tropas enemigas, entregadas al sueño reparador de la noche sin esperar ataque alguno. De entre las huestes cristianas salió un soldado, que dirigiéndose a la muralla la escaló con tanta agilidad que sus propios compañeros dijeron que parecía un gato. Utilizando su daga, la iba hincando en la junta de las piedras. Él y sus sucesores tomaron este nombre, “gatos”, por su apellido, y desde entonces “a los nacidos en la tierra del oso y el madroño se les conoce con el sobrenombre de gatos”. ** LA VIRGEN DE LA ALMUDENA. En el siglo VIII, la población de Madrid que temía la entrada de las tropas moras en la villa deciden esconder la imagen de la Virgen de la Almudena (almudaina), patrona de la Villa, en un lugar donde las tropas musulmanas no pudiesen encontrarla. La esconden en uno de los cubos de la muralla de Madrid, y tan solo una familia de la Villa tiene el secreto del lugar donde ha sido escondida la imagen; y este secreto irá pasando de generación en generación, de padres a hijos en el momento de la muerte. Las tropas moras no tardan en entrar en la ciudad y conquistarla. Los habitantes huyen, pero algunos se quedan en la ciudad, muchos abrazan la fe musulmana y, tan solo unos pocos, siguen manteniendo la fe cristiana. La familia depositaria del secreto permanece en Madrid rezando por esa imagen que escondieron. Con el paso de los años, la ciudad ha vuelto a manos de los cristianos tras la conquista en 1083 por parte de las tropas del rey Alfonso VI. María, la hija de un herrero, descendiente de esa familia que ha guardado durante años el secreto, no recuerda exactamente el lugar, y en rezos le ofrece a la Virgen su vida a cambio de que aparezca la imagen escondida. Acude la población de Madrid en procesión por la zona donde se creía que estaba la imagen, y sucede el milagro: la muralla se derrumba, María muere al caerle los trozos de la muralla encima, y en ésta queda la Virgen al descubierto, y ante el asombro de los lugareños, aparece alumbrada por las mismas velas con las que 200 años antes fue escondida. Cinco puertas estuvieron adosadas a la muralla de Madrid: La de la Vega, de Moros, Cerrada, Guadalajara y Balnadú. Hoy en día no se conserva ninguna de ellas, pero queda el nombre en el lugar en el que existieron; Entre ellas destaca Puerta Cerrada.

LA PUERTA CERRADA Existía, en lo que hoy es la Plaza de Puerta Cerrada, una puerta en la muralla de Madrid que debió ser cerrada por los peligros que ocasionaban delincuentes y capeadores que merodeaban por ella; fue derribada en 1569, y el escritor León Pinelo la describe así:

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“Año 1569. Hasta este año permaneció la Puerta Cerrada en la forma antigua. Llamóse la Puerta de la Culebra por una que tenía de piedra encima. Y por ser estrecha y con revueltas en las que se escondía gente de noche para robar a lo que entraban y salían y haber mal paso fuera de ella en una puertecilla por donde se pasaba la Cava que era muy honda; se mandó cerrar y desde entonces se llamó Puerta Cerrada. Pero habiéndose poblado de casas de la otra parte, se volvió a abrir para comunicar el arrabal con la Villa. Y por Junio de este año, para ensanchar el paso, derribaron toda la puerta de la que sólo permanece el nombre de la plazuela”

La cruz que se encuentra en este sitio no tiene ninguna significación, es el adorno de un registro de agua, y se colocó a mediados del siglo XX como replica de la cruz que existía anteriormente en ese lugar. En el año 1873 existía para adorno una pirámide. En 1510 se dio orden de que todas las fraguas de la Villa estuviesen extramuros, y en Puerta Cerrada se concentraron todas ellas. A comienzos del siglo XVII el ayuntamiento de Madrid decidió construir 4 fuentes de gran tamaño en la ciudad, y uno de los lugares elegidos fue la Plaza de Puerta Cerrada. En 1847 quedaban en Madrid 144 aguadores autorizados por el Ayuntamiento a coger agua de la fuentes y venderlas por la ciudad (la mayor parte eran gallegos y asturianos). Alrededor de esta plaza se establecieron muchos oficios agrupados en la misma calle, lo que dio lugar a los gremios en Madrid, y se pueden destacar la calle Latoneros, Tijereteros, ... y Cuchilleros. 3.- LA CATEDRAL DE LA ALMUDENA La Catedral de la Almudena está situada en la Plaza de la Armería, frente al patio exterior del Palacio Real de Madrid. Todo el conjunto se levanta sobre una cripta que tiene su entrada por el principio de la Cuesta de la Vega. La historia del templo tiene mucho que ver con sus peculiaridades. El Emperador Carlos V ya expresó sus deseos de construir una Catedral en Madrid que sustituyera a la Antigua Iglesia de Santa María. Más adelante, Isabel de Borbón, esposa del rey Felipe V, hizo en 1644, un legado de 60.000 ducados para su construcción. También el Concejo de la Villa (antecesor del Ayuntamiento de Madrid) aportó 150.000 ducados para la futura obra. Sin embargo todo quedo en aire durante nada menos que 235 años. Alfonso XII fue el verdadero impulsor del proyecto tras la muerte de su primera esposa, María de las Mercedes. Al fallecer ésta sin descendencia, no podía ser enterrada en el panteón del monasterio de El Escorial. Así, Alfonso XII impulsó la construcción de la catedral de la Almudena con el fin de que sirviera de sepulcro para su esposa.

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El 4 de Abril de 1883 se inicia la construcción de la nueva catedral de la Almudena, y en 1911 se abre al culto la cripta. Sin embargo, su inauguración definitiva no se produce hasta 1993, año en que fue consagrada por el Papa Juan Pablo II. 4.- EL PALACIO REAL DE MADRID El Palacio Real de Madrid es el mayor palacio de Europa Occidental en cuanto a extensión, con más de 3.418 habitaciones. Su importancia radica en que alberga un valioso patrimonio histórico-artístico, como los Stradivarius Palatinos, así como colecciones de pintura, escultura y tapicería. Otra de las denominaciones empleadas para referirse al edificio es la de «Palacio de Oriente». Este nombre se origina por la plaza a la que recae una de las balconadas del palacio, la plaza de Oriente, en la que también se encuentra el Teatro Real. Fue levantado sobre las ruinas del Real Alcázar, destruido por un incendio en 1734, por decisión del rey Felipe V de Borbón. Su construcción comenzó en 1738, aunque no fue hasta Carlos III cuando un Rey de España habitó de forma continua el palacio. El último monarca que vivió en palacio de manera continua fue Alfonso XIII. El antecedente directo del Palacio de Oriente es el Real Alcázar, fortaleza levantada en el mismo solar donde hoy se alza. Su estructura fue objeto de varias reformas —sobre todo la fachada—, pues el rey Enrique III de Castilla lo convirtió en una de sus más frecuentadas residencias, tras lo que el recinto obtiene el adjetivo de «real».

El emperador Carlos I emprendió una de las más importantes restauraciones del alcázar, con el objeto de transformar la obsoleta residencia medieval en un palacio adecuado para su corte. Felipe II siguió con las obras y mostró especial énfasis en la decoración del edificio, para lo cual contrató artesanos de Italia, Francia y los Países Bajos. Sin embargo, los aportes más importantes de tal monarca fueron la Torre Dorada y la Real Armería, derribada en 1894.

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Felipe V de Borbón llegó al trono de España en 1700. El alcázar de los Austrias, austero en comparación con los palacios franceses donde el nuevo rey había crecido, fue objeto de varias reformas. Lo más llamativo del exterior del Palacio es una serie de estatuas, que en un principio la idea era que adornasen la cornisa del Palacio Real. Se elaboraron en piedra blanca en varios talleres u obradores situados en distintos sitios de la ciudad de Madrid de las cuales se contabilizaron no menos de 94 en el año 1754, sin poder precisar la fecha. Las que se muestran aquí son pues una parte de las que actualmente podemos ver colocadas en las fachadas del Palacio, así como en diferentes lugares, alrededores y fuera de Madrid.

8 estatuas en la Balaustrada, fachada Este Estas estatuas de la Balaustrada Este, se dice que están fuera de sitio pues, se han colocado como sigue: Juan I sobre la basa de Teodorico y Alfonso XI sobre la de Eurico. Alarico sobre la basa de Leovigildo, Recaredo II sobre la de Recaredo I, Ervigio sobre la de Liuva II y Teodoredo sobre la de Witerico . Felipe III sobre la basa de Recesvinto y Sancho Ramírez sobre la de Wamba.

Juan I y Alfonso XI

1 Juan I

13 estatuas en el Piso Principal

La situación actual de estas estatuas del Piso Principal, (algunas están fuera de sitio) se observa que falta una estatua.

Su puesto desapareció con la ampliación del Palacio Real. También que la estatua de Requiario está sobre la basa de Garci Femández (que está en Burgos), que Teodomiro ocupa la basa de Requiario y que un Rey godo de la balaustrada sur está sobre la basa de Teodomiro.

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Por último la estatua de Bermudo I el Diácono, de la fachada norte, ocupa la basa de San Millán de la Cogolla (que se encuentra en Burgos).

4 estatuas en el Ático, fachada Sur

Las 4 estatuas del Ático de la Fachada Principal, la del Patio de la Plaza de la Armería, están sobre sus basas de origen. Se recuerda que la estatua de Fernando VI es moderna y por tanto no pertenece al grupo de las esculpidas en el siglo XVIII. Esta estatua es una copia conforme de la que está en San Fernando de Henares, Madrid.

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Tras las verjas de la Plaza de la Armería, se puede ver el Cambio de la Guardia Real. A lo lejos se escucha el trote de los caballos, la unidad de música de la Guardia Real deja oir su música, y así desfilan lanceros y albarderos, compañías de fusiles, militares a cargo de piezas de artillería y carrillos de munición durante casi una hora, todos ellos vestidos con uniformes de gala de principios de siglo XX. Sobre este palacio, como todos los edificios importantes de Madrid, también tiene sus leyendas, y como no; vamos a contaros algunas de ellas: ** EL FANTASMA DEL ARQUITECTO DEL PALACIO REAL Cuando el rey Alfonso VI, que acababa de conquistar Madrid a los musulmanes decidió construir un Alcázar acorde a su real posición, esto no gustó mucho a los duendes y fantasmas que se decía que habitaban la muralla de Madrid, así que decidieron manifestarse a los obreros para ver si paraban las obras. Desde ese momento, las apariciones fantasmales fueron continuas, pero para su desgracia, las obras no sólo no pararon sino que acabaron en fecha, tal y como estaba detallado en las escrituras. Pasaron varios siglos, pasaron varios reyes y con los mismos fantasmas el alcázar seguía ahí. Hasta que un buen día, o mejor una buena noche (la Nochebuena de 1737) hartos los fantasmas de pasearse por los largos pasillos del alcázar prendieron fuego al edificio. El viejo edificio se quemó completamente, quedando únicamente intactos, dos leones de bronce que aún pueden verse en el Salón del Trono.

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Este acontecimiento, que pudo verse desde cualquier punto de Madrid, no entristeció al entonces rey, Felipe V. Este estaba bastante harto de ese viejo caserón, de sus tenebrosos pasillos, de oscuras estancias y hasta de sus fantasmales presencias, por lo que pensó que con el fuego purificador, se habría acabado con todo. Sobre las cenizas del antiguo alcázar, al año siguiente, Felipe V mandó construir el actual Palacio Real. Un día, el rey de España, quiso que le hicieran un palacio en que pudiera vivir dignamente, y al efecto mandó que viniese a la Corte, prometiéndole grandes sumas, el mejor arquitecto que se encontrara en el mundo. Respondiendo a su deseo, llegó a Madrid uno muy bueno y muy nombrado, a quien el Rey encomendó la construcción de su palacio. En seguida empezó la obra, que con gran alegría del Rey acabó en breve plazo (varios años). Ya estaba acabado el Palacio, cuando el Rey, a quien cada vez le gustaba más su palacio quiso tener la certeza de que ningún otro soberano del mundo tuviese un Palacio igual al de Madrid. Un día en que la marcha del arquitecto estaba próxima, el Rey le invitó a comer a la Sala principal del Palacio. El Rey, a los postres, le preguntó si podría construir otro Palacio igual; y éste le dijo que sí. El Rey le pidió su palabra de que no lo haría y el arquitecto, que deseaba su fama por encima de todo, se negó a darle su palabra de que no haría otro palacio. El Rey, mandó a su guardia personal, que apresasen al arquitecto, y mandó que le sacaran los ojos, para que no pudiera dirigir otra obra, que le cortasen los brazos para que no pudiera trazar nuevos planos, y que le quitaran la lengua para que no pudiera dar instrucciones a sus ayudantes. El Rey le mantuvo como su invitado en las habitaciones del nuevo Palacio hasta que murió, y después de su muerte, el Rey quiso honrar su trabajo; y dice la leyenda que sobre los pilares que bordean la cornisa del Palacio se puede ver el busto de un hombre sin cabeza y sin ojos; y según el pueblo, es la imagen del arquitecto. ** LAS ESTATUAS DEL PALACIO REAL

La reina, Isabel de Farnesio (esposa de Felipe V); que por cierto era bastante supersticiosa, soñó en varías ocasiones que Madrid sufría un gran terremoto, y que las estatuas que adornaban la balaustrada de la cornisa superior (estatuas de todos los reyes españoles desde los visigodos), caían sobre ella. Inmediatamente ordenó que fueran quitadas y situadas en otro lugar, siendo repartidas por distintos puntos de Madrid, tal y como se pueden ver en la Plaza de Oriente delante del Palacio Real, y en el Parque del Retiro.

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5.- LA PLAZA DE ORIENTE Se trata de una plaza rectangular de cabecera curvada, de carácter monumental, cuyo trazado definitivo responde a un diseño de 1844 de Pascual y Colomer. Uno de sus principales impulsores fue el rey José I Bonaparte, quien ordenó la demolición de las casas medievales situadas sobre su solar. La plaza de Oriente es de forma rectangular, si bien su cabecera, situada al este, se cierra formando una curva, presidida por el Teatro Real. Pueden distinguirse tres grandes cuadrantes: los jardines centrales, los Jardines del cabo Noval y los Jardines de Lepanto. Los jardines centrales están dispuestos alrededor del monumento a Felipe IV, Están conformados por siete parterres. Se encuentran delimitados a ambos lados por sendas hileras de estatuas, conocidas popularmente como los reyes godos. La plaza alberga una colección escultórica de veinte reyes españoles, correspondientes a cinco visigodos y a quince monarcas de los primeros reinos cristianos de la Reconquista. Estas estatuas, realizadas en piedra caliza, se distribuyen en dos hileras, que surcan el recinto en dirección este-oeste, a ambos lados de los jardines centrales. El grupo de estatuas forma parte de una serie dedicada a todos los monarcas de España, mandada hacer para la decoración de la cornisa del Palacio Real de Madrid.

En esta Plaza de Oriente se puede observar la estatua ecuestre de Felipe IV, que representa al monarca galopando a lomos de su caballo. Pocos son los que saben que esta escultura recibe el nombre de “La estatua de los cuatro genios” : .- Diego Velázquez, que la pintó; .- Pietro Tacca que la esculpió; .- Galileo Galilei que aconsejó que se hiciera en dos partes para mantener las patas levantadas. .- Martínez Montañés que realizó el busto del monarca (ya que el original no fue del gusto de su augusta majestad y mandó cortar la cabeza, a la estatua para que le hicieran una nueva).

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6.- EL PALACIO DE LA OPERA El rey Fernando VII promovió la construcción en Madrid de un teatro de ópera incluido dentro del proyecto de remodelación de la Plaza de Oriente. Para ello, se ordenó la demolición del antiguo Teatro de los Caños del Peral. El proyecto fue un edificio con forma hexagonal irregular, cuya fachada principal miraría a la Plaza de Oriente y la otra, de menor importancia, recaería sobre la actual Plaza de Isabel II. La escasez de fondos de la Casa Real impidió que las obras comenzaran antes de 1830 y se inauguró el 19 de noviembre de 1850. En la decoración interior trabajaron los artistas y decoradores más importantes de la época. Aparte del coso teatral, con capacidad para 2.800 espectadores, había dos salones de baile, tres salones de descanso, una confitería, un café, un tocador y un guardarropa. Todas estas comodidades se habían copiado de grandes teatros europeos como el San Carlo de Nápoles o La Scala de Milán. 7 .- PLAZA DE ISABEL II (PLAZA DE LA OPERA) En la Edad Media, tuvo una marcada función defensiva. Sus profundos barrancos, formados por el cauce del arroyo del Arenal, sirvieron de foso natural a la muralla cristiana. En esta Plaza se encontraba la Puerta de Balnadú, una de las entradas al recinto amurallado. Junto a ella, se alzaban varias torres, igualmente desaparecidas, encargadas de su defensa. De esta antigua construcción militar, caso del arco tardomedieval que se exhibe en el sótano de un restaurante situado en el número 3 de la plaza. Existen restos en algunas de las vías adyacentes, como los lienzos y torreón de la calle de la Escalinata . La repoblación de la zona hizo que se fuera allanando el espacio hasta ser más o menos horizontal. Este fenómeno hizo que se establecieran diversos artesanos en sus alrededores y comenzaran las actividades mercantiles. Dentro de la Plaza de Isabel II se ha descubierto, hace relativamente poco, los restos de la Antigua Fuente que abastecía de agua a Palacio: LAS FUENTES DE LOS CAÑOS DEL PERAL En 1567, Felipe II ordenó derribar la Puerta de Balnadú. La Plaza se denominó inicialmente como Plaza de los Caños del Peral. Este tipo de caños eran muy conocidos como la fuente de los Caños del Peral (y que se denominó también Fuente del Arrabal). Las fuentes desaparecieron cuando se allanaron los terrenos de la Plaza, así como los del Palacio Real. Las fuentes de los Caños del Peral se alimentaban de los viajes del agua subterráneas que provenían de bajo la Plaza Mayor de Madrid). Alrededor de ella se levantaron distintos establecimientos balnearios y un lavadero con 57 pilas, de uso público.

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Reconstrucción por ordenador de cómo era la fuente Imagen de los restos de la fuente que se encuentran original dentro de la estación de Metro de Ópera

La fuente comenzó a dejar de utilizarse en el siglo XVIII y su abandono se produjo completamente a comienzos del siglo XIX cuando se comenzó la construcción de la Plaza de Oriente. Las fuentes se ocultaron debajo de la superficie de la plaza y se construyó cercano el Teatro Real, y cuando se realizaron las obras del Metro de Madrid relativas a la línea 2 (estación de Ópera)se descubrieron de nuevo en 1990. Y En Marzo de 2011 se ha reinaugurado los accesos al metro y en la estación de Opera se puede ver los restos de La Fuente de los Caños del Peral. 8.- LA CALLE MAYOR La Calle Mayor nace en un Madrid medieval, en el que las principales vías unen puertas de muralla con el Alcázar. Trazada entre dos vaguadas, la que posteriormente será Arenal y la que cae hacia la calle de Segovia; la Calle Mayor es la línea que cabalga sobre la cima de la ladera que unía el Alcázar con la Puerta de Guadalajara. En su prolongación se sitúa el centro comercial de la ciudad medieval, la Plaza Mayor, configurando dos espacios, el entorno del Alcázar y las inmediaciones de la Plaza Mayor. Desde el Siglo XVII, el eje que comunica las inmediaciones del Alcázar con Sol recibe, en tramos sucesivos desde Sol, tres nombres distintos: Mayor, hasta la antigua Puerta de Guadalajara a la altura de la actual Plaza de San Miguel; Platería, hasta la Plaza de la Villa y, después, Almudena. De la calle surgen, tanto a derecha e izquierda, un conjunto de vías que comunican con los conventos e iglesias próximos Descalzas Reales, San Ginés, San Nicolás, San Miguel.... que, exentos de las construcciones inmediatas, se entienden como auténticos hitos urbanos. En sus casas y edificios se han vivido historias que de por sí llenarían libros de leyendas y anécdotas, que no vamos a recoger aquí, pero solo reseñar que en esta calle fue el lugar del atentado contra el rey Alfonso XIII el día de su boda con Victoria Eugenia de Battenberg.

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9.- LA PLAZA DE LA VILLA

Hay una plaza en Madrid que es una maravilla

y que no puede ser otra que la Plaza de la Villa.

La Plaza de la Villa fue uno de los principales núcleos del Madrid medieval, dada su ubicación equidistante entre la puerta de Guadalajara y la de la Vega, dos de los accesos más importantes de la ciudad durante la Edad Media. Antiguamente era conocida como Plaza de San Salvador, por la iglesia del mismo nombre que se alzaba en la calle Mayor, en cuyo pórtico se realizaban las sesiones del Ayuntamiento. En el siglo XV la Plaza de la Villa adoptó su actual denominación, coincidiendo con la otorgación del título de Noble y Leal Villa recibido por Madrid, de manos del rey Enrique IV de Castilla.

La casa y Torre de los Lujanes son los más antiguos que se conservan actualmente en la capital, entre los de carácter civil. Su construcción data del siglo XV y su nombre hace referencia a sus primeros propietarios, la familia de los Lujanes. Según la tradición, en la torre estuvo alojado el rey Francisco I de Francia. La Casa de Cisneros Se trata de una casa-palacio,

construida en estilo plateresco en el año 1537. La fachada que da a la Plaza de la Villa fue alzada a principios del Siglo XX, cuando el ayuntamiento de Madrid adquirió la propiedad del palacio y procedió a su reforma para integrarlo dentro de las dependencias de la Casa de la Villa. La fachada que da a la calle de Sacramento, que inicialmente era la principal, es la que reúne los mayores valores histórico-artísticos, ya que apenas fue modificada durante las citadas obras de reforma. Según la tradición, este palacio sirvió de prisión a Antonio Pérez, secretario del rey Felipe II La Casa de la Villa es el antiguo Ayuntamiento de la Villa de Madrid (1693-2007). Hoy trasladado al Palacio de Comunicaciones en la Plaza de Cibeles. Pero este ambiente tan tranquilo y afable también esconde entre sus muros leyendas desconocidas, como la existencia de una puerta por la que se accedía a una cárcel, donde eran encarcelados los ladrones y enemigos de la Corte. ** FRANCISCO I Y SU REVERENCIA Reinaba en España, el emperador Carlos I de España y V de Alemania, quien disputaba la hegemonía de Europa al rey francés Francisco I.

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En Italia, los galos habían sitiado la ciudad de Pavía, que defendida por soldados españoles se hacían fuertes esperando refuerzos. Cuando el Marqués de Pescara acudía al rescate de los soldados españoles recibió un mensaje del rey de Francia ofreciéndole 200.000 escudos por abandonar a los españoles. La respuesta por parte del militar español no se hizo esperar: “Decid a vuestro rey que si dineros tiene, que se los guarde, que se yo que habrá menester para su rescate”. Al acabar la batalla, el rey de Francia, Francisco I, fue hecho prisionero por las tropas españolas y conducido a Madrid. Según la tradición fue encerrado en la Torre de los Lujanes (en la Plaza de la Villa). Ya preso en la citada torre escribió una carta a su madre, en la que se despedía de la siguiente manera:

“Todo se ha perdido menos el honor y la vida, que se ha salvado”. Cuando días después fue trasladado al Palacio Real, tenía que salir de la Torre de los Lujanes por la puerta que da a la calle del Codo. Los caballeros españoles conociendo el orgullo y la altivez del monarca francés, decidieron que le obligarían a bajar su real cabeza ante las tropas españolas y para ello hicieron obras en la puerta de salida rebajando su altura de manera significativa, tanto que el rey tendría que agacharse tanto que su cabeza parecería que hiciese una reverencia a los españoles. El soberano galo, que supo de la trampa tendida por los españoles, salió por la puerta de espaldas, por lo que no mostró su cabeza agachada ante los españoles, sino que salió mostrándoles sus reales posaderas. 10.- ARCO DE CUCHILLEROS En el callejero de Madrid no existe como tal el Arco de Cuchilleros, pero sí el nombre de Escalerilla de Piedra. Es un zaguán formado entre la Plaza Mayor y la calle de Cuchilleros. Estas escalerillas del viejo recinto de Madrid acumulan gloria en todos sus peldaños, servían de comunicación entre el antiguo coso de las fiestas de toros con las viejas “cavas” y las misteriosas calles del Madrid de los Austrias. Era un paraje de lo más típico de Madrid, en los que la gente del Hampa tenía cobijo y dormitorio. A su

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entrada por la Plaza Mayor, había una taberna llamada “Púlpito” que muchas veces sirvió de guarida en sus negocios al margen de la Ley al bandolero más famoso de Madrid, Luis Candelas. En este arco tuvo durante mucho tiempo su lugar de negocio a los vendedores de armas durante el siglo XVI, ya que la Villa estaba a oscuras, y era un hervidero de ladrones y capeadores a mano armada, por lo que era menester que cada vecino fuese provisto por una recia “Tizona” para andar con cierta seguridad por estas calles. En estos días, prolongación del siglo XX y nacimiento del XXI, en esta calle de Cuchilleros siguen estando los llamados “Mesones” cada uno de los cuales se caracteriza por un ambiente único que invita a conocerlos y sentir el alma de la Plaza Mayor bajo sus piedras, e intentar descubrir cuántos secretos, amores, y negocios se han llevado a cabo entre sus muros de piedra centenaria. 11.- LA PLAZA MAYOR Los orígenes de la plaza se remontan al siglo XV, cuando en la confluencia de los caminos (hoy en día calles) de Toledo y Atocha, a las afueras de la villa medieval, se celebraba en este sitio, conocido como “Plaza del Arrabal”, el mercado principal de la villa, construyéndose en esta época una primera casa porticada, o lonja, para regular el comercio en la plaza. En 1580, tras haber trasladado la corte a Madrid en 1561, Felipe II encargó el proyecto de remodelación de la plaza a Juan de Herrera, comenzándose el derribo de las «casas de manzanas» de la antigua plaza ese mismo año. La construcción del primer edificio de la nueva plaza, la Casa de la Panadería, comenzaría en 1590, en el solar de la antigua lonja y concluyeron las obras en 1619. La Plaza Mayor ha sufrido tres grandes incendios en su historia, el primero de ellos en 1631. El segundo de los incendios ocurrió en 1670 El último de los incendios, que arrasó un tercio de la plaza, tuvo lugar en 1790. Se encargó la reconstrucción a Juan de Villanueva, que rebajó la altura del caserío que rodea

la plaza de cinco a tres plantas y cerró las esquinas habilitando grandes arcadas para su acceso. En 1848, se colocó la estatua ecuestre de Felipe III en el centro de la plaza, En 1880, se restauró la Casa de la Panadería. La última de las actuaciones en la Plaza Mayor, llevada a cabo en 1992, consistió en la decoración mural que representa personajes mitológicos como la diosa Cibeles.

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El nombre de la plaza ha variado a lo largo de la historia, del primigenio nombre de «Plaza del Arrabal» pasó a llamarse «Plaza Mayor». En 1812, cumpliendo el decreto que disponía que todas la plazas mayores de España pasasen a llamarse «Plaza de la Constitución», cambió de nombre, pero solo duraría hasta 1814, año en que pasó a llamarse «Plaza Real». En 1873, cambió su nombre por el de «Plaza de la República», y otra vez a «Plaza de la Constitución» desde la Restauración de Alfonso XII en 1876 hasta la Dictadura de Primo de Rivera en 1923. Tras la proclamación de la II República se volvió a cambiar al nombre de «Plaza de la Constitución» hasta el final de la Guerra Civil española cuando se recupera el popular nombre de «Plaza Mayor», nombre que perdura hasta la actualidad. La Plaza Mayor se convirtió desde sus inicios, no solo en el principal mercado de la villa, (instalándose en sus soportales los principales gremios); sino también en el escenario de numerosos actos públicos, como corridas de toros, autos de fe, ejecuciones públicas, colocándose el patíbulo delante del portal de pañeros si la pena era de garrote; frente a la Casa de la Panadería, si era de horca, y ante la Casa de la Carnicería, si era de cuchillo o hacha. También se celebró en la Plaza Mayor la beatificación de San Isidro, santo patrón de Madrid. 12.- CARCEL DE LA CORTE Situada en la plaza de la Provincia, fue mandada construir por Felipe IV en 1629 para albergar las dependencias de la Sala de Alcaldes y de la Cárcel de Corte.

El Palacio de Santa Cruz es tal vez el edificio más importante del reinado de Felipe IV (r. 1621-1665). Fue concebido como Cárcel de Corte y como Sala de Alcaldes de Casa y Corte o, dicho en términos más actuales, fue el Palacio de Justicia y el lugar desde el que se garantizaba la seguridad, el orden y el abastecimiento de la ciudad. El edificio se construyó para ser la Cárcel de la Corte, estaba destinado a los delincuentes de las clases altas, sobre todo nobles.

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En esta cárcel estuvieron encerrados personajes como Lope de Vega, Quevedo o Espronceda. Dos de las calles que rodean el edificio son, la calle de Santo Tomás y la calle del Salvador. En estas calles había unas puertas por las que salían los presos dependiendo de su suerte. Los presos que salían por la puerta de la Calle de Santo Tomás tenían la peor de las suertes, por allí salían los condenados a muerte; por eso la calle fue popularmente llamada “del Verdugo”. Allí vivía el ejecutor de la justicia y por ella salían los reos en dirección a la Plaza de la Cebada para su ejecución. Por la puerta de la calle del Salvador, curiosamente, salían los presos que quedaban en libertad. La vida en esa prisión era muy dura, las medidas higiénicas brillaban por su ausencia y las penalidades que debían padecer los presos eran terribles, aunque aquellos presos que “pagaban” a los carceleros conseguían mejores celdas y un trato menos duro. Con la instauración del liberalismo durante el siglo XIX, el edificio pasó a albergar instituciones más acordes con el nuevo sistema constitucional. En la actualidad alberga las dependencias del Ministerio de Asuntos Exteriores. 13.- LA PUERTA DEL SOL

La Puerta del Sol fue en sus orígenes uno de los accesos de la cerca que rodeaba Madrid en el siglo XV. Esta cerca recogía en su perímetro los arrabales medievales que habían ido creciendo extramuros, en torno a la muralla cristiana del siglo XII. El nombre de la puerta proviene de un sol que adornaba la entrada,

colocado ahí por estar orientada la puerta hacia levante. Entre los edificios que le daban prestigio en los comienzos se encontraba Iglesia del Buen Suceso y San Felipe el Real. Aunque desde los siglos XVII al XIX la puerta tenía importancia como lugar de encuentro (aquí se encontraba uno de los mentideros más famosos de la villa desde el Siglo de Oro, las famosas gradas de San Felipe), no era una plaza definida, como la Plaza Mayor, y ocupaba la mitad del espacio actual. La Casa de Correos fue construida entre 1766 y 1768; la misma fue posteriormente Ministerio de la Gobernación (Interior) y, la temible, Dirección General de Seguridad del Estado durante la dictadura franquista y, actualmente, es sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid.

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Tras la conversión de la Casa de Correos en sede del Ministerio de Gobernación, se decide derribar algunas casas de la zona para realzar el edificio y darle seguridad. El resultado sería la creación de una gran plaza. Para ello, se derriban, entre otros, los conventos de San Felipe y Nuestra Señora de las Victorias allí ubicados. Entre 2004 y 2009 se realizaron las obras de construcción de un intercambiador de transportes, inaugurado en 2009, La estación se ha convertido por sus dimensiones en la más grande del mundo. EL MENTIDERO DE SAN FELIPE El Convento de San Felipe el Real (Denominado más abreviadamente como San Felipe el Real) fue un antiguo convento madrileño situado junto a la Puerta del Sol. Construido entre los siglos XVI y XVII, estaba edificado sobre un gran pedestal (que protegido con sus barandillas) en el que se encontraba el más célebre mentidero de la villa (las Gradas de San Felipe).

La fachada daba lugar a una superficie con gradas que se denominaba: lonja de San Felipe. En dicha superficie se agregaban los habitantes de Madrid para intercambiar noticias, rumores, calumnias, inventos, secretos y opiniones. Es por esta razón por la que se denominó "mentidero" de Madrid. Las gradas de San Felipe eran también el sitio de reunión de los soldados procedentes de la guerra de Flandes. Era un lugar idóneo para reclutar soldados destinados a los países Bajos Españoles. Un día el balcón de la lonja se hundió debido al peso debido causado por la aglomeración de gente que había en ella.

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se levantó contra los franceses que habían invadido España, dando comienzo a la guerra de independencia española contra Napoleón, que había ocupado España en 1808 e iba a poner como rey a su hermano, José. Uno de los principales enfrentamiento que ese día se produjeron se produjo en la Puerta del Sol, y quedó representado en el cuadro “La carga de los mamelucos”, de Goya; donde los insurgentes españoles atacan a los mamelucos, mercenarios egipcios que combaten al lado del ejército francés.

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Esta revuelta fue aplastada de forma sangrienta por el ejército de ocupación. En conmemoración del día en el que el pueblo de Madrid se unió para enfrentarse al invasor francés buscando la libertad de España, el día 2 de Mayo es el día de la comunidad de Madrid. EL BARRIO DEL PARNASO El esplendor literario español se desarrolla en el siglo XVII. Los géneros más famosos fueron la Novela y el Teatro, aunque la Poesía fue el eje de muchas de esas obras. Por eso a este siglo se le llamó EL SIGLO DE ORO DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS. Las obras de Teatro se representaban en Palacio bajo el encargo de los nobles, pero paralelamente había muchas otras que se llevaban representando para el pueblo desde hacía siglos por cómicos ambulantes. Con el tiempo aparecieron los locales que se dedicaban únicamente a la representación de obras de teatro. El origen de estos teatros se cimenta en los patios de vecinos que se usaban de manera esporádica para representar obras de los dramaturgos españoles. Estos patios se llamaron CORRALES y su distribución era peculiar. El centro del patio estaba destinado a las clases más bajas de la sociedad, y las ventanas de las casas que lo rodeaban se alquilaban para aquellos que querían algo más de comodidad.

Con el tiempo surgieron en Madrid dos locales construidos expresamente para la representación de obras teatrales; fueron el CORRAL DE LA CRUZ (en la calle de la Cruz) en 1579, y como consecuencia del éxito de este local, se levantó otro para competir con él que fue el CORRAL DEL PRINCIPE. El primero de ellos fue el preferido de LOPE DE VEGA, lugar donde estrenó la mayor parte de sus obras.

El barrio al que nos estamos refiriendo ha tenido a lo largo de la historia múltiples nombres, “Barrio de la Musas”, “Barrio de los literatos”, “Barrio del Parnaso”, etc. El origen de este barrio se remonta a la época de los Reyes Católicos, pero no será hasta finales del siglo XVI y principios del XVII cuando el barrio se convierte en residencia oficial de muchos autores literarios de renombre, debido a la proximidad de los Corrales allí establecidos.

Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca. Durante el Siglo de Oro estos célebres literatos y otros muchos compartieron algo más que profesión: alguna vez vivieron en el barrio que se extiende en torno a la calle de Huertas..

Madrid, siglo XVI. Corrían años difíciles para la Corte y más duros para el pueblo llano que, poco a poco, veía cómo la ciudad, hasta entonces villa medieval, se convertía en la capital del Imperio español. Carlos I encabezó un reinado continuado por Felipe II que fue determinante en la evolución de todos los aspectos históricos, sociales y económicos de Madrid.

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La Plaza de Santa Ana -centro de gran interés turístico por concentrar teatros, cervecerías, restaurantes y pubs- ha llegado a ser lo que es hoy gracias a Álvarez Gato, un alto funcionario, mayordomo del rey Carlos I, que compró los terrenos cerca de la plaza del Arrabal, actual Plaza Mayor.

Teatro en los corrales

Entre los nuevos vecinos que accedieron a esa nueva zona se encontraba María Pacheco, muy popular tras ceder su corral de gallinas para pequeñas representaciones teatrales, que se sucedían desde el mediodía hasta bien entrada la noche.

El Corral de la Pacheca, que más tarde pasaría a llamarse Corral del Príncipe, fue el lugar de esparcimiento de los madrileños, que acudían cada vez en mayor número a ver las obras de Calderón de la Barca y, posteriormente, de Lope de Vega.

En la actualidad, siguen interpretándose obras clásicas en el mismo enclave, transformado en el Teatro Español (1849), ubicado en la misma plaza de Santa Ana que hoy acoge las estatuas de Calderón de la Barca y Federico García Lorca. Muy cerca, en la calle del Príncipe, se levanta el Teatro de la Comedia, inaugurado en 1875 y en estos momentos en proceso de restauración.

En el lado opuesto a la plaza de Santa Ana se encuentra el moderno Me, uno de los hoteles más sugerentes de Madrid, situado al lado de la plaza del Ángel. En ella destaca el Café Central, uno de los templos del jazz de Madrid.

Huertas se ha convertido en el centro favorito de reunión de los turistas y estudiantes extranjeros por su gran animación nocturna, heredada del Madrid del Siglo de Oro.

Aunque queda para nuestra imaginación cómo era aquel ambiente, tenemos como referencia sus casas bajas y sus calles estrechas, además de algunos edificios históricos como la iglesia de San Sebastián, declarada Monumento Nacional no por el edificio sino por sus archivos.

En ella consta gran parte de la vida de ilustres personajes que se bautizaron –Ramón de la Cruz, Jacinto Benavente-, casaron –Larra, Zorrilla, Bécquer- o recibieron homenaje tras su fallecimiento. Entre sus actas de defunción figuran las de Lope de Vega –enterrado allí mismo-, Ruiz de Alarcón y Espronceda.

En su antiguo cementerio, actual vivero, fue donde José Cadalso, uno de los nombres más destacados de la literatura española del siglo XVIII, trató de desenterrar el cuerpo de su amada, la actriz María Ibáñez. Aquella experiencia le sirvió para narrar sus célebres Noches Lúgubres.

Palabras en el suelo

Bajando por la calle Huertas, el paseante puede detenerse a leer alguna pieza de Luis de Góngora, Francisco de Quevedo o Gustavo Adolfo Bécquer que vivieron o trabajaron en estas calles, y que han sido reconocidos plasmando algunas de sus obras en el solado del barrio.

Historias de Cervantes...

Entre la calle Huertas y la antigua calle Cantarranas -hoy calle Lope de Vega-, se encuentra el Convento de las Trinitarias.

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Fundado por Felipe III en 1612, de línea sobria y austera, obra del arquitecto Marcos López, debe su supervivencia a la Real Academia de la Historia. En el convento, convertido en parte en sede de la Universidad de Alcalá, se encuentra enterrado Miguel de Cervantes, el cual estuvo muy unido a la orden de las Trinitarias después de que pagaran su liberación de las mazmorras argelinas donde pasó cinco años de cautiverio.

El autor de El Quijote compartió mil veces escenario con su gran y joven rival Lope de Vega. Ambos formaban las dos caras de una moneda. Lope era un dramaturgo de éxito, adinerado, amado por el pueblo y por las mujeres. Cervantes era un novelista poco reconocido y sin dinero.

Tan paralela discurrió su vida que, además de vivir separados sólo por unos metros, se dice que compartieron amante como compartieron también devoción por el convento de las Trinitarias donde, además, se encontraban ordenadas sus hijas.

...y Lope de Vega

Su rivalidad era por todos sabida: era público que se intercambiaban puyas y mal intencionadas muestras de respeto en sus escritos.

A pesar de todo, Cervantes y Lope se hablaban y se veían continuamente en las tertulias, en la congregación y, sobre todo, en la calle.

Durante la recta final de su vida, Cervantes vivió en la calle Huertas y luego en la de Francos -ahora llamada calle Cervantes-, frente al mentidero de los Comediantes y muy cerca de su enemigo, Lope de Vega, que vivió en una casa desde donde salió una vez muerto seguido por todos los madrileños hacia la iglesia de San Sebastián, en la que está enterrado.

La calle Lope de Vega desemboca en la iglesia del Cristo de Medinaceli, durante mucho tiempo venerada por las actrices de la época que llenaban de falsos devotos masculinos la iglesia de Jesús.

Objeto de devoción de miles de madrileños aún en nuestros días, es una capilla que formaba parte de los Padres Trinitarios Descalzos y que con asiduidad era visitada por Lope de Vega, Calderón de la Barca y Tirso de Molina, escritores ordenados sacerdotes que trasladaron sus obras dramáticas, antes representadas en los alrededores de las iglesias, a los corrales de comedias.

Quevedo versus Góngora

Estas calles que mil veces fueron pisadas por hombres tan ilustres, se convirtieron también en el escenario de sonoras peleas entre Francisco de Quevedo y Luis de Góngora. Frente al Convento de las Trinitarias, haciendo esquina con la calle Lope de Vega, se encuentra la que fue casa de Quevedo.

Así se recuerda en una gran placa en la fachada donde no se tiene en cuenta que antes fue el hogar que Góngora se compró con mucho esfuerzo cuando se estableció en Madrid.

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Nos encontramos también aquí con dos hombres opuestos. Quevedo tenía una gran personalidad, era asiduo a los prostíbulos y a los ambientes marginales de la época, y muy querido por ser un hombre cercano al pueblo. Góngora, por su parte, generaba antipatía en la gente de su alrededor.

El final del barrio se encuentra en el Paseo del Prado y la Plaza de las Cortes, donde se erige una estatua de Miguel de Cervantes y los hoteles Palace y Villarreal.

A pocos metros se localiza, desde 1884, el Ateneo de Madrid , famoso centro madrileño de charlas, foros y reuniones culturales. Los museos de El Prado, Thyssen-Bornemisza y Reina Sofía ocupan una zona que fue testigo de la vida y milagros de nuestros escritores del Siglo de Oro.

Comediantes, escritores y toda la vida social de la época se dieron cita entre estas calles. Era el Madrid del Siglo de Oro, donde el honor estaba sobrevalorado y muchos

gestos no ofensivos eran tomados por insultos que se saldaban en medio de la calle.

Pero para conocer este barrio, es necesario hablar paso a paso, calle a calle de cada uno de sus edificios y de sus historias, que entre todas forman parte de la historia de este Madrid. 1.- CALLE DEL PRÍNCIPE Empezaremos el recorrido por la Plaza de Canalejas, que es uno de los accesos al barrio y que nos permitirá conocer algunos de los lugares más emblemáticos del mismo. Desde esta plaza podemos elegir entre dos calles; la calle del Príncipe y la calle de la Cruz. Vamos a elegir la calle del Príncipe, llamada así por el Príncipe Felipe (que luego reinaría con el nombre de Felipe II); o según otros autores, a causa del Palacio que existía en dicha calle donde vivía el Príncipe Negro (Príncipe de Marruecos). En esta calle podemos ver que hay numerosos locales comerciales, algunos de los cuales representan parte de la historia literaria y cultural del Madrid histórico. Así, encontramos la Óptica Villasante (donde se producían tertulias literarias y políticas a las que asistían, entre otros, Pío Baroja y Ramón Carande). En el número 14 de esta calle se encontraba el Teatro de la Comedia, lugar en el que estrenaron sus obras autores como Galdós, Dicenta, los Hermanos Álvarez Quintero, etc. Hoy en día este teatro se encuentra cerrado, sin un uso cultural, estando en restauración.

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2.- LA PLAZA DE SANTA ANA

El Teatro Español está construido en lo que fueron el Corral del Príncipe y el Corral de la Pacheca. En este teatro se organizó durante los primeros años del romanticismo la tertulia literaria llamada Tertulia del Parnasillo. Es un edificio de corte neoclásico, donde se pueden ver los bustos de Benavente, Lope de Rueda, Lope de Vega, Calderón, Tirso de Molina y Ruiz de Alarcón.

El teatro tiene su fachada principal en la Plaza de Santa Ana, que ostenta ese nombre porque en tiempos allí estuvo ubicado el Monasterio Real de Santa Ana. En el centro de la plaza se encontraba la estatua de Carlos V venciendo al furor, de Leoni. Estatua que fue llevada al Palacio del Retiro y que actualmente se encuentra en el Museo del Prado, en la entrada de la Puerta de Goya.

Una estatua muy curiosa, ya que la armadura del Emperador se forjó separada de la imagen del monarca, por lo que se puede poner o quitar.

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En reformas posteriores, se colocó en su lugar una estatua de Calderón de la Barca, que en sus 4 lados presenta alusiones a sus obras más importantes tales como “La vida es sueño” o el “Alcalde de Zalamea”.

3.- CALLE NUÑEZ DEL ARCE, Y EL CALLEJÓN DEL GATO Al final de la Plaza de Santa Ana; se encuentra la calle Nuñez de Arce, lugar donde se imprimió la primera edición académica de “El Quijote” en 1780.

De esta calle sale un pequeño callejón, donde hubo una ferretería con una serie de espejos cóncavos y convexos, que aparecen recogidos en la obra de Valle-Inclán “Luces de Bohemia”, en los cuales, los madrileños podían ver sus reflejos desfigurados.

4.- IGLESIA DE SAN SEBASTÍAN Ha sido durante siglos el centro religioso de este barrio. Originalmente fue una ermita y con el paso de los años fue creciendo hasta convertirse en la Iglesia del barrio. Lo más importante de esta iglesia, no es su arquitectura, ni sus pinturas, sino que es la documentación que guarda y que recoge multitud de nombres de personajes ilustres de la historia española que fueron sus feligreses.

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Así podemos encontrar: BAUTIZOS: Fernández de Moratín, Ramón de la Cruz, Jacinto Benavente. BODAS: Larra, Zorrilla, Simón Bolívar, Bécquer, Valle-Inclán, Buero Vallejo DEFUNCIONES: Lope de Vega, Miguel de Cervantes. A su muerte, Lope de Vega, fue enterrado en el cementerio añejo a esta Iglesia, pero sus restos han desaparecido. 5.- LA CALLE DE HUERTAS Esta es una calle muy importante, y hoy centro de la vida nocturna del barrio. En esta calle, entre el antiguo cementerio de la Iglesia de San Sebastián y la plaza de Matute vivió durante un tiempo Miguel de Cervantes con su mujer y su sobrina. PALACIO DEL PRINCIPE NEGRO

Aquí vivió el Príncipe de Marruecos, Muley Xeque, que se convirtió al cristianismo, y que en Madrid, popularmente, se le conocía como El Príncipe Negro. Hoy en día este palacio es la sede de la Cámara de Comercio de Madrid.

6.- LA CALLE DEL LEON El nombre de esta calle viene de la existencia en ella de un indio, que en su vivienda exhibía un león previo pago de 2 maravedíes. Debió ser tan popular que la calle tomó el nombre de esa atracción de feria.

En esta breve pero intensa vía vivió durante varias temporadas nuestro escritor más universal, Miguel de Cervantes, exactamente en el edificio que hace esquina con la calle que lleva su nombre, Calle de Cervantes.

Además la Calle del León, antes de denominarse así se llamaba Calle del Mentidero pues fue aquí donde estuvo uno de los mentideros más importantes de la Villa, el de los Cómicos. (Los mentideros eran los puntos de encuentro en los cuales, durante el Siglo de Oro, la gente de Madrid se reunía para hablar y conversar de cualquier tema).

El idilio de la Calle del León con la literatura no termina aquí y es que en el número 27 nació todo un Premio Nobel como Jacinto Benavente.

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7.- CALLE DE LOPE DE VEGA

En la calle Lope de Vega nos encontramos en Convento de las Trinitarias, donde profesó una hija de Lope de Vega y otra de Cervantes que además fue enterrado aquí, aunque sus restos se han perdido.

Lope de Vega, el llamado Fénix de los ingenios y Monstruo de la Naturaleza (por Miguel de Cervantes) renovó las fórmulas del teatro español en un momento en el que el teatro comenzaba a ser un fenómeno cultural de masas.

Máximo exponente, junto a Tirso de Molina y Calderón de la Barca, del teatro barroco español, sus obras siguen representándose en la actualidad y constituyen una de las más altas cotas alcanzadas en la literatura y las artes españolas. Fue también uno de los grandes líricos de la lengua castellana y autor de muchas novelas.

Se le atribuyen unos 3.000 sonetos, 3 novelas, 4 novelas cortas, 9 epopeyas, 3 poemas didácticos, y varios centenares de comedias. Amigo de Quevedo y de Juan Ruiz de Alarcón, enemistado con Góngora y en larga rivalidad con Cervantes, su vida fue tan extrema como su obra. Fue padre de la también dramaturga sor Marcela de San Félix.

Niño muy precoz, leía latín y castellano ya a los cinco años. A la misma edad compone versos. Siempre de acuerdo con su testimonio, a los doce escribe comedias.

Cursa después cuatro años (1577-1581) en la Universidad de Alcalá de Henares, pero no logra ningún título. Quizá su conducta desordenada y mujeriega le hace poco apto para el sacerdocio. Sus altos protectores dejan de costearle los estudios.

Así, Lope no consigue el grado de bachiller y para ganarse la vida tiene que trabajar como secretario de aristócratas y prohombres, o escribiendo comedias y piezas de circunstancias. En 1583 se alista en la marina y pelea en la batalla de la Isla Terceira a las órdenes de su futuro amigo don Álvaro de Bazán.

A lo largo de su vida, Lope de Vega, tuvo innumerables mujeres, e hijos (dentro y fuera de sus matrimonios y relaciones), lo cual le llevó a ser perseguido por la Iglesia y desterrado de Madrid en varias ocasiones.

Precisamente esas persecuciones religiosas le hicieron profesar como sacerdote, para evitar las condenas de la Iglesia (por ser uno de ellos y de gran prestigio literario), pero en sus últimos años de vida Lope de Vega se enamoró de Marta de Nevares, en lo que puede considerarse "sacrilegio" dada su condición de sacerdote.

En 1627 ingresó en la Orden de Malta, y, esta pertenencia supuso un honor enorme para Lope, en cuyo retrato más difundido viste precisamente el hábito de San Juan.

A pesar de los honores que recibió del rey y del papa los últimos años de Lope fueron infelices. Sufrió que Marta se volviera ciega en 1626, y muriera loca, en 1628. Lope Félix,

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hijo suyo con Micaela de Luján y que también tenía vocación poética, se ahogó pescando perlas en 1634 en la isla Margarita. Su amada hija Antonia Clara, fue secuestrada por un hidalgo, novio suyo, para colmo apellidado Tenorio. Feliciana, su única hija legítima para ese entonces, había tenido dos hijos: una se hizo monja y el otro, el capitán Luis Antonio de Usategui y Vega, murió en Milán al servicio del rey. Sólo una hija natural suya, la monja Marcela, le sobrevivió.

Lope de Vega murió el 27 de agosto de 1635. Doscientos autores le escribieron elogios que fueron publicados en Madrid y Venecia. Durante su vida, sus obras obtuvieron una mítica reputación. "Es de Lope" fue una frase utilizada frecuentemente para indicar que algo era excelente

En el año 1635, año de la muerte de Lope de Vega, el cortejo fúnebre se desvió de su recorrido para pasar ante las rejas de este convento de clausura para que la hija de este gran autor pudiera dar el último adiós a su padre antes de ser enterrado. 8.- CALLE QUEVEDO Un poco más abajo se encuentra la calle de Quevedo porque en la esquina de esta con la calle Lope de Vega vivió durante muchos años. Quevedo, antes de ir a vivir a esta calle se ocupó de desalojar a Góngora, inquilino de la misma y rival personal.

Fue un escritor español del Siglo de Oro. Se trata de uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española y es especialmente conocido por su obra poética, aunque también escribió obras narrativas y obras dramáticas.

Ostentó los títulos de señor de La Torre de Juan Abad y caballero de la Orden de Santiago.

Su infancia transcurrió en la Villa y Corte, rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres desempeñaban altos cargos en Palacio.

Estudió en lo que hoy es el Instituto de San Isidro de Madrid. y estudió Teología en Alcalá sin llegar a ordenarse, así como lenguas antiguas y modernas. Durante la estancia de la Corte en Valladolid parece ser que circularon los primeros poemas de Quevedo, que imitaban o parodiaban los de Luis de Góngora y el poeta cordobés detectó con rapidez al joven que minaba su reputación y ganaba fama a su costa, de forma que decidió atacarlo con una serie de poemas; Quevedo le contestó y ese fue el comienzo de una enemistad que no terminó hasta la muerte del cisne cordobés

La enemistad de los dos poetas llevo a situaciones como la de un Quevedo que compra la casa, en el Madrid de la época, donde vivía un arruinado Góngora. Una casa tan pequeña, que el propio Gongora se refirió a ella como:

“He alquilado una casa que en tamaño es un dedal, y en el precio de plata” Los poetas tuvieron también aliados en su particular lucha. Quevedo era protegido por el Conde-Duque, valido de Felipe IV. El rival del Conde-Duque en los favores del rey, el también poeta y cortesano Juan de Tassis, Conde de Villamediana, mantuvo una relación hostil con Quevedo ( y con el propio monarca, ya que se dice que fue amante de la misma reina) y guardó gran admiración por Góngora.

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Parece que el poder y las intrigas se cuelan en estas disputas "formales". Lo que se percibe en estos dos "bandos" son unas filosofías de vida contrapuestas. Góngora y el donjuanesco Conde de Villamediana eran personajes que gustaban de la buena vida, llena de sabores y sensaciones; por contra el Conde-Duque fue un estadista mucho más astuto y despiadado y Quevedo un hombre religioso, recto, rígido y profundamente voraz en sus afirmaciones. Sin duda se puede decir la frase de "corrieron ríos de tinta..." ¡Bebamos en ellos! Esto fue lo que se dedicaron para la posteridad. Extensas y refinadas composiciones que se pueden tildar de "pavoneo poético" en el que despliegan sus mejores plumas, nunca mejor dicho. Primer asalto. Ataca Quevedo.

CONTRA DON LUIS DE GONGORA Y SU POESIA Este cíclope, no siciliano, del microcosmo sí, orbe postrero; esta antípoda faz, cuyo hemisferio zona divide en término italiano; este círculo vivo en todo plano; este que, siendo solamente cero, le multiplica y parte por entero todo buen abaquista veneciano; el minoculo sí, mas ciego vulto; el resquicio barbado de melenas; esta cima del vicio y del insulto; éste, en quien hoy los pedos son sirenas, éste es el culo, en Góngora y en culto, que un bujarrón le conociera apenas.

Segundo asalto. Ataca Góngora.

Anacreonte español, no hay quien os tope. Que no diga con mucha cortesía, Que ya que vuestros pies son de elegía, Que vuestras suavidades son de arrope ¿No imitaréis al terenciano Lope, Que al de Belerofonte cada día. Sobre zuecos de cómica poesía Se calza espuelas, y le da un galope? Con cuidado especial vuestros antojos Dicen que quieren traducir al griego, No habiéndolo mirado vuestros ojos. Prestádselos un rato a mi ojo ciego, Porque a luz saque ciertos versos flojos, Y entenderéis cualquier gregüesco luego

Tercer asalto. Ataca Quevedo.

Yo te untaré mis obras con tocino Porque no me las muerdas, Gongorilla, Perro de los ingenios de Castilla,

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Docto en pullas, cual mozo de camino. Apenas hombre, sacerdote indino, Que aprendiste sin christus la cartilla; Chocarrero de Córdoba y Sevilla, Y en la Corte, bufón a lo divino. ¿Por qué censuras tú la lengua griega siendo sólo rabí de la judía, cosa que tu nariz aun no lo niega? No escribas versos más, por vida mía; Aunque aquesto de escribas se te pega, Por tener de sayón la rebeldía.

Cuarto asalto. Ataca Góngora.

A don Francisco de Quevedo Cierto poeta, en forma peregrina cuanto devota, se metió a romero, con quien pudiera bien todo barbero lavar la más llagada disciplina. Era su benditísima esclavina, en cuanto suya, de un hermoso cuero, su báculo timón del más zorrero bajel, que desde el Faro de Cecina a Brindis, sin hacer agua, navega. Este sin landre claudicante Roque, de una venera justamente vano, que en oro engasta, santa insignia, aloque, a San Trago camina, donde llega: que tanto anda el cojo como el sano.

Dicho esto solo queda decir la palabra fin. 9.- CALLE CERVANTES Llamada así porque aquí tuvo uno de sus domicilios (antes vivió en Huertas y en la plaza de Matute).

Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547 –1616) fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español.

Es considerado una de las máximas figuras de la literatura española y universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, sólo superado por la Biblia. Se le ha dado el sobrenombre de «Príncipe de los Ingenios»

No existen datos precisos sobre los primeros estudios de Miguel de Cervantes, que, sin duda, no llegaron a ser universitarios.

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Más adelante, seguramente por una herida que causó a un maestro de obras, tuvo que irse a Italia, y allí Embarcó en la galera Marquesa. En 1571 participó en la batalla de Lepanto, "la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros", formando parte de la armada cristiana, dirigida por don Juan de Austria.

De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que quedó estropeado de la dicha mano. De ahí procede el apodo de el manco de Lepanto. La mano izquierda no le fue cortada,

Durante su regreso a España, la embarcación donde venía fue apresada por los turcos y Cervantes estuvo cautivo en Argel durante 5 años, hasta que por medio de las Hermanas Trinitarias se logró pagar su rescate.

Al regresar a España desempeño multitud de trabajos que compaginaba con la literatura. Trabajos que en muchas ocasiones le llevaron a las cárceles españoles (recaudador de impuestos, etc).

En la cárcel «engendra» Don Quijote de la Mancha, según el prólogo a esta obra. No se sabe si con ese término quiso decir que comenzó a escribirlo

mientras estaba preso o, simplemente, que se le ocurrió la idea allí.

Cervantes muere en Madrid a la edad de 69 años de diabetes, en la conocida Casa de Cervantes, situada en la esquina entre la Calle León y la Calle Francos, en el ya citado Barrio de las Letras o Barrio de las Musas, en el entorno del conocido Madrid de los Austrias.

Cervantes deseó ser enterrado en la Iglesia del Convento de las Trinitarias Descalzas, en el mismo barrio, ya que cuando él fue llevado preso en Argel la congregación de los Trinitarios ayudó, hicieron de intermediarios y recogieron fondos para que él y su hermano Rodrigo fueran liberados .

El Convento actual fue construido en distintas fases. En el momento en que Cervantes fue enterrado allí el Convento tenía una capilla pequeña con acceso por la Calle Huertas, pero posteriormente fue edificada una iglesia mayor en el mismo sitio y se trasladó a este nuevo templo a las personas que se encontraban enterradas en el anterior.

El cuerpo de Cervantes también fue trasladado pero se desconoce el lugar exacto en el que se encuentra . En julio de 2011 una serie de investigadores españoles se proppusieron encontrar los restos de Cervantes explorando las diferentes partes del Convento, de 3.000 metros cuadrados, para investigar mejor su aspecto físico y las causas de su muerte, pero no dio resultado.

En el año 1833, el propietario del inmueble donde murió Cervantes, don Luis Franco, quiso derribar la casa que estaba muy ruinosa, para edificar una de nueva planta. El 23 de abril de ese mismo año, en el momento en que se procedía al derribo de la casa en cuestión, Ramón de Mesonero Romanos escribió en el único periódico literario de la época un articulillo en memoria del escritor y sobre el suceso del derribo. Dicho artículo llamó la atención del rey Fernando VII quien propuso que se suspendieran las obras para que el Estado comprase el inmueble. Pero el propietario no cedió de ninguna manera y el derribo se llevó a cabo.

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Una vez terminada la nueva construcción, cuya entrada ya no estaría por la calle del León sino por la de Francos, se puso en la fachada un relieve con el busto de Cervantes y una inscripción rememorando su estancia y muerte en aquel lugar. Así mismo, se cambió el nombre de la calle de Francos por el de calle de Cervantes, y así prevalece en la actualidad. Paradojas del destino, en esta misma calle se encuentra, un poco más abajo del edificio que se construyó en el solar de la casa del escritor del Quijote, la Casa Museo de Lope de Vega.

La Casa Museo Lope de Vega está ubicada en plena calle De Cervantes, justo a escasos metros de la Calle León, donde se encontraba el famoso “mentidero de representantes”, lugar de reunión de los dramaturgos, actores y poetas de la época. Aquí vivió Lope los últimos años de su vida, luego fue abandonada hasta que la Real Academia la compró y la reconstruyó con primor.

“Mi casilla, mi quietud, mi güertecillo y estudio”, así definió su casa el escritor, conocido como el “Fénix de los ingenios”. Tras abandonar la calle de Cervantes, nos dirigimos, por la Calle San Agustín, para dejar este Barrio de la Letras y acercarnos hacia el Congreso de los Diputados, donde entraremos en el Madrid de los Borbones, pero esa es…… otra historia.