El Mal de Pensar y Otros Ensayos
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El mal de pensar
y otros ensayos
Clsicos del Pensamiento Andino
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El mal de pensar y otros ensayos
Domingo Miliani
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Los trabajos publicados en esta Coleccin han
sido rigurosamente seleccionados y arbitrados porespecialistas en las diferentes disciplinas
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El mal de pensar
y otros ensayos
Domingo Miliani
Compilacin, edicin, notas e ndice
R a f a e l n g e l R i v a s D u g a r t e
Prlogo
L u i s J a v i e r H e r n n d e z
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VII
Domingo Miliani naci en Bocon (Edo. Trujillo) en 1934. Fue unode los crticos literarios y latinoamericanista venezolano ms destaca-
do de fines del siglo XX y comienzos del XXI. Desde muy joven incur-
sion en la poesa, y ms tarde en la narrativa y en el ensayo, gnero
este ltimo que manej con soltura, sencillez y profundidad. Se gradu
en el Pedaggico Nacional de profesor de Castellano, Literatura y La-
tn (1956). Realiz, estudios de postgrado en la Universidad Nacional
Autnoma de Mxico y recibi el ttulo de doctor en Letras Latinoame-
ricanas (1965). Ejerci labores docentes en la Escuela de Letras de laUniversidad de Los Andes, donde al poco tiempo fue designado su di-
rector (1966). All fund el Centro de Estudios Literarios Gonzalo Pi-
cn Febres, instaur los Talleres de Creacin Literaria, concibi e ini-
ci el proyecto delDiccionario de la literatura venezolana.En Cara-
cas fund y dirigi el CELARG (1974 y 1978). Fue director de Estudios
e Investigaciones de la Biblioteca Nacional (1978); presidi la Funda-
cin Museo de Ciencias (1991) y continu su labor formadora en las msimportantes universidades de Venezuela. En el 2000 fue designado
embajador extraordinario y plenipotenciario en la Repblica de Chile,
cargo que ejerci hasta su muerte en el 2002. Entre sus libros ms cono-
cidos estn:Arturo Uslar Pietri, renovador del cuento venezolano
(1969); Vida intelectual de Venezuela. Dos esquemas(1971);Prue-
ba de fuego (1973); Trptico venezolano. Narrativa, pensamiento
y crtica (1985);Pas de lotfagos (ensayos, 1992)yEntre la histo-
ria y la intemperie (1997).
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X
P r e s e n t a c i n
Y de esto trata esta nueva iniciativa. Rendir homenaje a nuestrosms ilustres hombres de letras y pensamiento. De all lo de clsico.
Obras en su conjunto dignas de imitacin permanente en el tiempo,
modelo a transmitir a las generaciones futuras porque son fuente per-
manente de enseanza. Obras que constituyen una suerte de itinerario
del pensamiento andino. Escritores tan conspicuos como Julio Csar
Salas (fundador de nuevos saberes) y Gonzalo Picn Febres (inicia-
dor de la crtica literaria moderna en Venezuela); o pensadores con
tanta raigambre venezolana como Alberto Adriani (fundador de la
hacienda pblica nacional), Mario Briceo Iragorry (pensador de la
hispanidad), Mariano Picn Salas (nuestro gran ensayista), Tulio
Febres Cordero (el rapsoda de Mrida), Domingo Miliani (crtico li-
terario); o los tachirenses Samuel Daro Maldonado y Rafael Angarita
Arvelo, son expresin de nuestras circunstancias y a su vez del com-
promiso para con las generaciones futuras de nuestra aventura
existencial.Todos fueron pensadores, educadores, crticos, ensayistas, pero,
sobre todo, arduos defensores de nuestra civilidad, de la paz social que
a ellos mismos les toc vivir. Acrrimos crticos del militarismo cau-
dillista, de sus pginas brotan notas de pensamiento y de progreso que
hemos querido poner a la disposicin de un vasto pblico para ensearle
que slo nos superaremos en clima de democracia y de libertad. La uni-
versidad debe ser siempre el mbito posible para la discusin del pen-samiento plural y crtico y, hasta cierto punto, para la difusin de un pen-
samiento impertinente y travieso sobre la sociedad y el mundo.
Hay prosas y pensamientos que irremediablemente se oxidan con
el tiempo o, lo que es peor, con el poco uso. Hemos de prevenir que no
ocurra as con nuestros clsicos. Acaso por salud esttica y mental, para
que no nos deje encorvados la historia, cada generacin necesita hacer
su propia antologa. Valgan los autores seleccionados como necesidad
de nuestra propia escogencia.
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P r e s e n t a c i n
En la prisa de estos tiempos los hombres requieren saber de mu-chas cosas; pero necesitan saber, igualmente, quienes fueron, cmo
produjeron, sobre qu indagaron nuestros ancestros intelectuales. Este
es, pues, el mvil que anima la coleccin que hoy iniciamos y para cuya
continuidad solicito el ms decidido apoyo del lector.
Y esto es vlido con mayor nfasis en esta era de lo virtual, cuando
se afianza particular y paradjicamente la idea de que el libro no mori-
r nunca, a pesar de las amenazas que se ciernen sobre la palabra im-
presa. Aadiramos que, por el contrario, el destino del libro es exten-
der su mbito, aumentando de manera importante los ndices y hbi-
tos de lectura inteligente.
Clsicos del Pensamiento Andinoes tambin una edicin de-
dicada a los biblifilos. Sabemos que la bibliofilia ha sido siempre el
refugio del libro como voluntad de permanencia. Y si nuestro esfuerzo
editorial contribuye a esta idea, cualesquiera que sean las circunstan-
cias, nunca llegarn a poner en peligro la existencia generalizada de lapalabra sobre papel. Por el contrario, colecciones y obras como las pre-
sentadas siempre quedarn como un testimonio salvador de un pasado
que nos honra y nos constituye, de una cultura que no se desvanece por
ms adversas que sean las condiciones. Editar a los grandes de nuestra
historia intelectual, es editar para los biblifilos e investigadores, es
convidar a las generaciones futuras al esfuerzo de comprender. As
ensearemos a quienes vengan, a no renunciar al impulso de la creati-vidad mediante la escritura de obras bien hechas, de valor permanen-
te. Las obras de esta coleccin sern la delicia de todos, lectores, in-
vestigadores y coleccionistas.
Humberto Ruiz Caldern
Vicerrector Acadmico
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XIII
D O M I N G O M I L I A N I
E N L A R E I N V E N C I N D E L A U T O P A
Se tiende a devaluar la Utopa al usarla
como un calificativo despectivo para juzgar nuevos proyectos,
cuando stos se dirigen a la enorme base social
marginada de la historia y de la riqueza.
Domingo Miliani
Domingo Miliani en su escritura revisita tiempos y espacios des-
de la senda de la utopa latinoamericana, desde all anda y desanda
caminos siguiendo las huellas de los fundadores; Rod, Ugarte, Vascon-
celos, Briceo Iragorry, Picn Salas; son conciencias constantes que
vuelven una y otra vez a ocupar la atencin del Maestro en esa bsque-
da de la identidad dentro de lo discontinuo. Pero caminos al fin que se
encuentran en los vrtices del compromiso del intelectual con la reali-dad circundante. Porque la escritura de Miliani es constante lucha con-
tra el olvido y el desarraigo; es voz inclemente contra la falta de com-
promiso, por parte de los medios de comunicacin, de una poltica
para difundir el pasado nacional, que junto a un sistema educativo es-
cindido de la realidad inmediata, son las grandes omisiones que conlle-
van a borrar la memoria histrica.
Para Domingo Miliani fue preocupacin constante vivir en unasociedad que ha cultivado el hbito del olvido. Se vive una cotidianidad
desligada del ayer inmediato o levemente remoto. En una sociedad de
seres desarraigados, la memoria colectiva sufre de amnesia, se hace
voluble con el paso del tiempo y fcilmente sustituible frente a los afo-
rismos de la sociedad. Al existir un vaco de conciencia histrica, no
hay reflexin sobre nuestro pasado. El ejercicio histrico se mantiene
alejado de lo colectivo y slo es un espacio para las minoras cultas,
los ditirambos acadmicos que se sienten estremecidos por el desme-
P r l o g o
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XIV
dro de la categora del mestizaje como ente unificador de una identi-dad que se escapa de los formatos histricos y se hace eco en las con-
ciencias anestesiadas: resbaladizas identidades nacionales bastante
desledas.
Es la ejecutoria de una pedagoga del olvido que hace frtil los
surcos del discurso poltico y su efecto alienante y manipulador. Sin
historia ni cultura, somos seres condenados a la amnesia que absuel-
ve e indulta. Seres del olvido emergen a manera de tabulas rasas que
fortalecen las acciones de los polticos, que entre actos contritos y pro-
mesas de enmienda conjuran las subversiones y usufructan el poder
con ms ahnco y encono. Y desde ese poder poltico se estimula la en-
seanza de la ignorancia para vender el no pensar, estimular los si-
lencios que se transforman en muecas irascibles, gestos que justifican
una conducta aviesa. Por ello, Miliani propone el mal de pensar como
el gran objetivo para no deshacernos como sociedad. Evitar que el
intelectual sea un analfabeta ilustrado que sobreviva cuidando unaparcela de su saber desde la miopa epistemolgica.
De alguna manera, es el torcimiento de la vida del intelectual que
debe recuperar las sendas para repensar el pas para rescatarlo del
hundimiento colectivo1. Repensarlo, pensarlo, asumir el mal del
pensamiento para reconstruir la memoria a travs de un intelectual
autntico que no puede permitirse el lujo temerario del pesimismo ni
declarar la derrota sin haber luchado2
. Y en esa lucha, el escritor sepiensa en la utopa, por ello Miliani hace del nacionalismo romntico
latinoamericano blasn para alentar conciencias y conminar a pensar:
En esa metfora moral de la utopa americana, subyace todo un
llamado a la investigacin reflexiva que nos permita mirar al fu-
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1
Discurso de clausura al Primer Simposio de Literatura Trujillana, Trujillo, 1988.2 Ibd.
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turo, no como adivinos, sino como cientficos capaces de gerenciar
la utopa, una gerencia del conocimiento superior para resolver
nuestro drama social. El nuevo espacio de la utopa como proyec-
to y no como soberbia aislada socialmente est en la Universidad.
En ello se juega la supervivencia de la institucin misma, apre-
miada de cambios en el rumbo y la orientacin3.
Frente a la desmemoria cotidiana y la industria de la ignoran-
cia promovida por el sistema educativo, Miliani propone el mal de pen-
sar como la construccin de una escritura que provea de la pasin por
el entorno, y el compromiso de la palabra en la bsqueda de nuevos
horizontes de significacin. El pensar la cotidianidad; la labor de pen-
sar un pas como memoria asociativa y colectiva frente al histrio-
nismo de los medios de comunicacin. Nuestra cultura e historia frente
al efecto globalizador, para que la historia no muera de mengua y olvi-
do en su dolorosa escisin de lo colectivo. Es cultivar la cultura. Ado-sar la palabra en los laberintos de la desmemoria para ensayar formas
del pensamiento liberador. Construir un rostro frente a las ausencias del
pasado, y as vencer el analfabetismo ilustrado.
En este sentido, la escritura de Domingo Miliani se mueve entre
la Historia y la Intemperie. Y parafrasear el ttulo del libro de Domingo
Miliani publicado por la Universidad de Los Andes en 1977, me ayuda a
tipificar su obra entre los intentos por dilucidar una nacin latinoa-mericana desde la historia de las ideas y la escritura que acude a la
memoria cotidiana para definir la regin ntima que se alimenta de la
nostalgia. Es leer el rostro de las realidades mediante la armona mu-
sical, al creer Miliani, que; Leer es como cantar sin desafinar.
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3
Texto ledo como Clase Magistral en la Universidad de Santiago de Chile, en lainauguracin del Doctorado en Estudios Americanos el 26 de abril de 2001.
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XVIII
Entonces, la historia se hace espejismo que nos deja titiritando de in-certidumbres frente a la intemperie, la historia no es historia sino un
simple decorado de portentos. Desnudos bajo la intemperie; Miliani,
apuesta al destino del hombre como el verdadero reto a asumir por el
pensamiento humanstico de nuestros das.
Esta concepcin del pensamiento humanstico nos conduce a una
posibilidad prctica dentro del discurso literario; No podemos seguir
siendo convidados de piedra de una historia esgrimida como arma de
dominacin. Entonces, la disyuntiva que queda, reside en la construc-cin de otra historia que refleje la sensibilidad como principal estamento
de estructuracin.
Por ello, Domingo Miliani se proclam lector en voz alta, con
una ptica de anlisis que se estableci en tres aspectos fundamenta-
les; por una parte, a travs de asedios que apuntan a una reconstruc-
cin biogrfica; en casos de autores sobre quienes poco se conoca en
tal sentido. En otra direccin, acudi a la historia de las ideas, paraindagar sobre el complejo y sincrtico panorama latinoamericano que
an se desmadeja entre el arado y la pluma buscando su autenticidad.
La otra ptica de anlisis de Miliani, estuvo fundada en una semitica
de la cultura, desde donde junt la confluencia sgnica de Latinoamrica
para abordar la cultura como, memoria, sistema, comunicacin. Las
variadas dimensiones constructivas de su sistematicidad y los diferen-
tes sistemas de comunicacin intra e intercultural sern, pues, dos de
los pilares a partir de los cuales, Miliani, establece una tipologa de lacultura latinoamericana.
Para Domingo Miliani, entre la historia y la intemperie media un
peligroso elemento: el olvido, una desnudez signada por el azar que
desorienta. El azar acecha haciendo tambalear las certezas de la histo-
ria, una historia que naci de las entraas mismas de la ficcin con las
Crnicas de Indias y que hace ms inciertos los destinos. Esa historia
tambaleante le ha dejado el camino abierto a la peste del olvido como
lo afirma Garca Mrquez.
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XIX
Ante ese laberinto de la soledad latinoamericana, surge la litera-
tura como la indumentaria utpica para cubrir nuestras intemperies. La
literatura es el ejercicio regresivo, el encuentro con el ser en medio de
la tierra circundante a la aldea csmica de la nostalgia, es el nico me-
dio de aprehensin del espacio que nos queda.
Latinoamrica y el mundo siguen su rumbo, y la historia, parece
no cambiar; hoy da pende con ms fuerza sobre nosotros la peste del
olvido en un continente de sustituciones y aplazamientos. La lucha con-
tinua por no permitir que los Macondo o los Comala nos deglutan en ol-vido y soledad. En medio de los laberintos de la soledad, nos queda
la lectura como conjuro mgico; la lectura en VOZ ALTA,una lectura
VOCEOpregonando buenas nuevas; como profetiz Domingo Miliani al
hallarle Magia e ilusin a la lectura y su funcionabilidad como reduc-
to para luchar contra la soledad.
Y es que la vida de Domingo Miliani est asociada a la lectura, all
comenz su mundo al lado del abuelo; hoy, l ocupa el lugar del viejosoador al convertirse en un abuelo literario que conmina a leer a la
luz de la vela de Bachelard, convocando los sueos de la memoria. Su
obra es oasis para hallar calma y mesura en medio de las luces incan-
descentes de una sociedad que atropella el intelecto, agrede los cuer-
pos y mutila conciencias. En ese mar de incertidumbres, Miliani propone
el libro como istmo para guarnecerse de la intemperie, aun cuando sea,
en el reino de la utopa, y los lectores, Quijotes que luchan contra mo-
linos de viento; esperanzado en la nueva simiente.
Y hoy, gracias a la iniciativa editorial de la Universidad de Los
Andes que con este tomo inicia la publicacin de las obras completas
de Domingo Miliani, podemos volver a encontrarnos con el maestro de
sonreda sapiencia; el intelectual extraordinario que hizo de su ejer-
cicio literario un oficio cotidiano, donde la escritura transparenta el
tono conversacional con que el Maestro animaba las tertulias que se
diluan entre la academia y las ancdotas.
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XX
Es la oportunidad para que elAlma mater
honre a quien ense- en sus aulas y dej un poco de nostalgias entre sus muros de tan
inquieto hacer intelectual, y permita a las nuevas generaciones revisitar
la obra de Domingo Miliani para que encuentren inagotables navos que
ayuden a moverse entre la historia y la intemperie a travs de la Voz de
un lector incansable, intelectual comprometido desde la integridad aca-
dmica y la verticalidad moral; porque: Ya no lo podremos dejar con
displicencia, una vez ms, a las generaciones venideras. No hay ms
plazo para el advenimiento
Es difundir un pensamiento caracterizado por la autenticidad de
una conducta, para quien ensear fue un goce. La voz que se meta-
morfose en ctedra, ensayo y tertulia.
Y en esas vueltas de hoja de la vida que sorprenden gratamente,
hoy puedo volver a manifestar mi admiracin por el Maestro que nos
maravill en las aulas; pero adems, por el Amigo que me permiti com-
partir en los reinos de su mayor utopa, la casa paterna de Las Gua-yabitas.
Luis Javier Hernndez Carmona
El Paraso, octubre, 2005
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De los trabajos que originalmente pensara el autor para integrarel volumenEl mal de pensar,slo nos hemos permitido suprimir, por
considerarlo inconcluso, De la democracia de asalto a la democracia
participativa. El lector podr observar algunas reiteraciones de con-
ceptos, ideas o citas en algunos ensayos que fueran escritos para inter-
venir en conferencias, congresos y actos pblicos a los que era cons-
tantemente invitado, no solamente por la reconocida estatura intelec-
tual del escritor sino tambin por el cargo de Embajador que con tanta
dedicacin ejerca. Esos detalles vienen a dar muestra no slo del in-
tenso trabajo intelectual a que estuvo sometido durante el perodo de
su representacin diplomtica agosto de 2000 a diciembre de 2001 , sino
tambin de la necesidad en que se vi, en algunos momentos, de escri-
bir apremiado por constantes e ineludibles compromisos polticos o aca-
dmicos que lo obligaron a repeticiones tal vez involuntarias, posibili-
dad que en otras circunstancias le hubiesen causado horror. Ello no dis-
minuye ni la lucidez de su pensamiento ni a la brillantez de sus exposi-ciones.
Rafael ngel Rivas Dugarte
Compilador
Caracas, 16-XI-2005
N o t a p r e l i m i n a r
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1
E L M A L D E P E N S A R*
La sociedad que no se propone alcanzarcomo uno de sus principales fines
la perfeccin moral e intelectual del individuo,
que es parte integrante de ella, es una sociedad monstruosa,
es un cuerpo formado como las masas brutas
por agregacin de materia
y que slo puede desempear un papel subalterno
en el universo.
Martn J. Sanabria1
La memoria individual puede ser buena o mala;
pero la memoria colectiva es mala.
Ernesto Sbato
1. R e q u i e m p o r l a h i s t o r i a
Los venezolanos nacidos en 1958, hoy hombres de 40 aos, dif-
cilmente conocen la historia venezolana desde la muerte de Gmez en
adelante. No la vivieron; tampoco se la ensearon. Ni los dotados de una
gran memoria, salvo los especialistas, podran referir nuestra cultura
* Texto ledo en el II Simposio Venezuela: tradicin en la modernidad organizado porla Universidad Simn Bolvar y la Fundacin Bigott el ao 2000. Publicado con varian-
tes en:Los rostros de la identidad.Carmen Elena Alemn y Fernando Fernndez;
comps. Caracas. Equinoccio / Fundacin Bigott, 2001, pp. 141-157.1 Presentacin al Decreto de Instruccin Pblica, Gratuita y Obligatoria, promulgado
por Antonio Guzmn Blanco (27 de junio de 1870). Puede leerse en:Documentos que
hicieron historia.Comp. de Pedro Grases y Manuel Prez Vila. Caracas, Edics. de la
Presidencia de la Repblica, 1962, vol. II, pp. 22-35. Igualmente la circular firmada
por el Ministro de Instruccin Pblica, Martn J. Sanabria (pp. 36-39). Esta contena
todo un programa doctrinario de orientacin liberal, sobre la democratizacin de laenseanza.
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Presidente de la Repblica, cuando la apopleja lo sorprendi acaricin-
dose su diente roto con la punta de la lengua4.
La narracin alegoriza el ascenso que en un siglo ha logrado la
mesocraciaen el asalto de posiciones pblicas, sin pensar. En lo po-ltico Juan Pea ostenta semejanzas con la realidad contempornea. La
gestualidad ayuda al silencio y la mueca intrabucal se asemeja a los
aleteos manuales estilo limpia-parabrisas o los saltos histricos sobre
un mismo punto, caractersticos de ciertos lderes en campaa. La
mueca es el mensaje.
3. T i p o l o g a d e l a c r i s i s
La reflexin poltico-cultural en torno al siglo XX, despus de la
doctrina oficial del Positivismo, o en coexistencia con l, primero intent
la bsqueda de una salida revolucionaria a la dictadura gomecista. Inmo-
l una generacin pensante aunque no pensadora. Si bien no fue ca-
paz de engendrar un proyecto preciso de pas para ponerlo a tono con
la modernizacin indetenible cuyo modelo era el estado norteamerica-
no en expansin por Amrica Latina, al menos forj individualidadesque sintieron el dolor de patria, ledo en un verso de Abilio Guerra Jun-
queiro. Integraron el grupoLa Alborada.Los ensayos juveniles de Rmu-
lo Gallegos, Julio Planchart y Henrique Soublette, expresan ese desvelo que
no pudo cuajar en realizaciones prcticas, salvo la efmera gestin presi-
dencial de Gallegos, nacida de un golpe militar y una Asamblea Consti-
tuyente que presidi la inteligencia luminosa de Andrs Eloy Blanco.
A partir de ese grupo emergente en 1909, hay continuidad, noruptura intelectual en la reflexin acerca de la crisisdel pas. As la vie-
ron y escribieron Miguel Otero Silva, en cuya novelaFiebre(1939), un
estudiante del 28 invoca a Dostoiewski para que cante el dolor de mi
pueblo. As lo magnifica y expone con patetismo Jos Rafael Pocaterra
en susMemorias de un venezolano de la decadencia(1927 y 1937).
4
El diente roto,El castillo de Elsinor.
Comp. de Rafael ngel Insausti. Caracas, Acade-mia Venezolana de la Lengua (Col. Clsicos venezolanos, 14), 1966, pp. 145-146.
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A la muerte de Gmez, uno de los primeros oficiales egresados de
la Academia Militar, tiene en sus manos la transicin hacia la democra-
cia: Eleazar Lpez Contreras. Permite libertades limitadas y concluye
exilando a los ex-dirigentes estudiantiles del gomecismo, ahora adultosprofesionales, por actividades comunistas. Existe un famosoLibro rojo
sobre las actividades comunistas en Venezuela,donde se codean Betan-
court con Gustavo y Eduardo Machado, Jos Antonio Mayobre con Val-
more Rodrguez, Jvito Villalba con el Calvito Leoni, etc. En otras pa-
labras, como lo ha estudiado Arturo Sosa5, elgaribaldismo estudiantil
del 28 es la matriz de los partidos post-gomecistas de una pintoresca iz-
quierda criolla, y hasta la democracia cristiana, surge de una divisin de
la Federacin de Estudiantes en 1936, la llamada UNE, fundada por Ra-
fael Caldera, Pedro del Corral, y otros.
Varios pensadores contemporneos legaron una meditacin fe-
cunda cuyo mensaje a veces ignoramos. Son reformistas econmicos del
temple de Alberto Adriani, nacionalistas como Mario Briceo Iragorry
y Enrique Bernardo Nez, liberales como Arturo Uslar Pietri, eclcticos
como Augusto Mijares, Mariano Picn Salas, Felipe Massiani. En la obra
de estos autores se vena pronosticando una crisisque ha tocado fondoen nuestros das. Comenz con el enunciado de una crisis de hombres
proclamada por Eleazar Lpez Contreras en 1936, el mismo ao en que
Uslar llamaba premonitoriamente asembrar el petrleosi no queramos
ir hacia la quiebra total de la nacin y en sus editoriales del diarioAhora
escriba sobre la Crisis de responsabilidad. Briceo Iragorry habl de
una crisis de pueblo,es decir, un proceso integral de las crisis que gol-
peaban los valores morales, la educacin, la conciencia de un desarraigodesnacionalizador, hasta la crisis de pecado de lesa patria. Picn Salas
abordaba los procesos de una modernidad sin modernizacin en libros
fundamentales como Crisis, cambio, tradicin(1955), aparte de sus rei-
terados planteamientos que desde la muerte de Gmez claman por un
cambio de actitud frente a la crisis total de nuestra democracia. La idea
5
Del garibaldismo estudiantil a la izquierda criolla. Prl. de Jess Sanoja Her-nndez. Caracas, Edics. Centauro, 1981. 517 p. En coautora con Eloi Legrand.
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de crisisy de cambiono es, pues, una invencin de losjuanpeas de
la pequea burguesa, que hablaban en nombre de losjuanbimbas mar-
ginalesdel pueblo, cuyos intereses defendieron supuestamente cuando
asumieron las responsabilidades de conduccin poltica en los partidos,desde el post-gomecismo hasta hoy. En el fondo de su boca cerrada o vo-
ciferante, segn las circunstancias y la oportunidad, tallaron, igual que
el smbolo de Pedro Emilio, un diente roto sin pensar. Repitieron fra-
ses de alerta y las tradujeron a lugar comn. No fueron capaces de resol-
ver la situacin nacional en un proyecto apto a superar una crisis de casi
cien aos. Al final de cada torpeza les result fcil decir: estbamos equi-
vocados, me engaaron, no supe lo que haca. No es exageracin. La
memoria individual, si no es tan mala, debe recordar que son textuales
en ciertos instantes del desastre, aunque parezcan las de un menor que
se disculpa ante unpadre puebloque est en la tierra y cuyo juicio no
perdona ni indulta.
4.L a i g n o r a n c i a c o m o t r a d i c i n r e n t a b l e
Quienes hablaron de la inmadurez o impreparacin del pueblo,tampoco lo educaron. Prosiguieron hablando de modo paternal en su
nombre. La tradicin ms estimulada fue la del pueblo ignorante y
manso. No de otra manera se explica cmo el decreto de instruccin
pblica, gratuita y obligatoria nunca se aplic a plenitud. Al final de la
dictadura de Gmez, el analfabetismo alcanzaba 75%. A su muerte sur-
gieron las escuelas normales y el Instituto Pedaggico para mejorar la
formacin y profesionalizar a los docentes. Estos educadores recibie-ron la enseanza de una brillante misin pedaggica chilena que Picn
Salas invit a trabajar en nuestro pas. Sus integrantes fueron los crea-
dores del Pedaggico y de la Escuela Experimental Venezuela. Los
maestros normalistas y los profesores graduados sustituyeron parcial-
mente a los bachilleres de palmeta. En 1940, el joven Ministro de Edu-
cacin, Arturo Uslar Pietri, present al Congreso y logr que se apro-
base una nueva Ley de Educacin, una de las ms progresistas de este
siglo. La democracia posterior a Prez Jimnez cerr gradualmente las
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escuelas normales, minimiz el Instituto Pedaggico en cuanto a cali-
dad formativa. En una alarmante regresin, durante los ltimos aos,
los mismos bachilleres han reasumido funciones docentes a travs de
carnets de militantes polticos. Se ha municipalizado la irresponsabili-dad docente. Todo ha derivado en argumento para degradar la educa-
cin pblica y plantear su privatizacin como negocio. La solucin ha
sido pintoresca: un educador profesional, fundador de la Universidad
Pedaggica, desde su investidura accidental de Ministro, argument que
cualquier bachiller o profesional est calificado para ejercer la ensean-
za. Es el retorno a los das en que el boticario enseaba francs, el den-
tista imparta educacin artstica, el jefe civil era encargado de la For-
macin Moral y Cvica de nios y adolescentes, o cuando la mujer delpolica, por ser analfabeta, como no poda regentar un grado de prima-
ria, era nombrada Directora de la escuela. No es simple coincidencia esta
minimizacin de la tarea formativa y la que Picn Salas describa poco
antes de la promulgacin de la nueva Ley de 1940:
Contra la unidad nacional que hubiera podido convertirse en uni-
dad y vertebracin de la funcin educativa, conspiraban una se-
rie de causas como el propio sistema federal con su caciquismo
aldeano, con su rgimen de escuelas y colegios estatales y muni-
cipales no controlados ni supervisados por el Ministerio y que eran
una de las tantas prebendas de que disponan los jefes. En los
Estados de la Unin estas escuelas y colegios eran las pequeas
ddivas que se ofrecan a las seoritas decentes y vergonzantes
y los pequeos empleos para los pequeos amigos de la causa, o
en el mejor de los casos, para ocupar a algn bachiller calgra-fo que no alcanzaba apostura de jefe civil6.
Toda similitud con la situacin educativa de hoy no es sino parte
de la panacea de privatizar la enseanza, convertida en industria de
6
Notas sobre el problema de nuestra cultura, Comprensin de Venezuela. Obrasselectas,p 211.
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la ignorancia. Llegamos as a la empresa de vender como mercanca
tambin elno pensar. Ciertos monjes medioevales predicaban a sus feli-
greses esta idea: cuanto ms ignorantes seis, ms cerca de Dios esta-
ris. Hoy se pregona el postulado de que un pueblo ignorante se go-bierna ms fcilmente que uno culto y protestatario. Esto ltimo for-
ma parte de un eufemismo con forma de trabalenguas: la gobernabili-
dad. Todo cuanto sea ledo como reclamo o protesta se convierte en
atentado contra ella, se vala acto de violencia o resentimiento contra
un sistema, cuyo perfil tampoco hemos sido aptos a definir, dentro de
un discurso bablico donde se confunden estado y gobierno, democra-
cia con hegemona de partidos, cultura con espectculo pblico de re-
cinto, reservado a los doscientos o trescientos asiduos devernisages,
bautizos,premieres,etc. En esta babelizacin el ciudadano deviene en
usuario o sobreviviente de la crisis, por tanto, atropellable. El hroe del
partido, epnimo de barrio o avenida, se identifica con peculador de
juicios prescritos o engavetados. Termina ejerciendo la ubicuidad que
en alguna poca se defina como vocacin de servicio pblico. Hroe
proteico al fin, es inversionista y lavador de capitales, banquero y filn-
tropo, empresario y mercader. En grupo marchan cual felices parejas acolocar sus fondos saqueados en otro pas dentro de pactos donde los
del otro pas, a su vez, son invitados con calidad de socios, para inver-
tir entre nosotros, si les ofrecemos garantas absolutas, para compen-
sar las prdidas de prestigio en su espacio de origen. La confusin bien
administrada da altos dividendos. La tradicin del dolo junto a la cultura
de la ignorancia son excelentes mscaras para escamotear la identidad
perdida o escondida como la mancha de la familia, un lastre que impideel acceso a una universalidad cada da ms indefinida.
5. L a g r a n s u b a s t a
Cuando el siglo veinte y un segundo milenio se van entornando,
nuevos factores intensifican los mecanismos videogrficos o cibern-
ticos para sustituir la idea por la imagen subliminal que piensa por no-
sotros, como en el slogan de una prestigiosa agencia publicitaria. El
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Hay pases que hoy discuten un nuevo mecenazgo cultural. Para
que Mecenas reencarne hay que sacarlo del analfabetismo ilustrado.
En aras de un falso proyecto de sociedad industrializada que no hemos
construido, cercenamos la formacin humanstica, donde se forma laconciencia tica para el ejercicio del liderazgo social. Como sustitutivo
aflor una clase econmica inculta, dirigida por bachilleres doctorados
en la universidad de la vida, pero tan buenos servidores y tan compra-
bles como ciertos universitarios que vendieron la vergenza y los idea-
les, tal baratija en un mercado informal. Los mejores servidores del sa-
queo han sido casi siempre ex-dirigentes revolucionarios de ayer en las
aulas levantiscas. Obvian los nombres. La comisin y el soborno han re-
emplazado el esfuerzo. Adems, no dejan huella ni pruebas. La usura
desplaz el riesgo de los verdaderos empresarios capaces de construir
una estructura productiva eficiente. De toda esta gran subasta no esca-
pan ni siquiera la mayora de los intelectuales que podran padecer el
mal de pensar. Alguien los ha inmunizado.
En 1955 desde Madrid, en su exilio, Mario Briceo Iragorry lea
la prensa y comentaba con notorio desencanto:
Sobre las pginas de un diario madrileo miro justamente hoy la
fotografa de un desairado edificio de siete plantas, levantado sobre
resistentes pilares, y el cual ha sido construido recientemente en la
barriada de La Florida, de nuestra querida Caracas. Carece de pri-
mer piso y puede decirse, segn apunta el ttulo, que ha sido mon-
tado al aire.
Fotografa y comentario constituyen un elocuentsimo resumen sim-blico de lo que es nuestro mundo venezolano presente y de lo que
ha venido siendo nuestra cultura de ltima data. Como pueblo y
como intelectuales, carecemos de primer piso. Hemos sido alegre-
mente montados al aire.
En un contexto semejante, la peor enfermedad, el delito ms cas-
tigado es precisamente el mal de pensar sobre todo si ese pensamiento
es crtico y apunta a un cambio de fondo. Corre el riesgo de que se le
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incluya en ese nuevo testamento que van escribiendo los calificados por
cierto mandatario como profetas del desastre.
Hoy existe el pugilato por ocupar o mendigar una posicin. Lo
cierto es que el conjunto ha generado un fenmeno que tal vez fue lameta de muchos: lograr el vaco crtico o silenciar e ignorar la voz con-
testataria. Esa forma sutil de represin, a su vez, abre incisiones por
donde va estallando la protesta. El intelectual honesto se repliega o
escribe sobre temas que no lo comprometan. Esta conducta fue llama-
da por Briceo Iragorry la prudencia culpable. El espacio lo va ocu-
pando gradualmente el discurso poltico mal hablado y peor escrito.
Muchos daran la vida por privatizar tambin la inteligencia. As podra
estar al alcance de su poder adquisitivo.
Despus de quinientos aos del da en que un Almirante europeo
naveg sobre delirios geogrficos en la proximidad de nuestras costas,
ante la majestuosa desembocadura del Orinoco, para hacernos entrar
en la historia de Occidente por las puertas del Paraso Terrenal, segui-
mos debatiendo y preguntndonos de dnde venimos y hacia dnde
vamos. Andamos como nufragos en medio de un gran desconcierto y
un gran miedo. Valdra interrogar a las figuras protagnicas que mono-polizan el liderazgo poltico para saber si sern an capaces de produ-
cir un cuerpo de ideas coherentes que sirvan de itinerario seguro al des-
coyuntado pas construido sobre la improvisacin y la que Briceo Ira-
gorry llam democracia de asalto o don Julio Garmendia, ms lapida-
rio y sutil, designaba en voz baja con el sobrenombre de mediocracia
representativa.
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B i b l i o g r a f a c i t a d a
Briceo Iragorry, Mario. Obras completas.
Caracas: Edics. del Congreso dela Repblica, 1988-1998. 23 vols.
Coll, Pedro Emilio. El diente roto, El Castillo de Elsinor.Caracas: Tip.
Herrera Irigoyen, 1901.
. Pedro Emilio Coll .Comp. y estudio prelim. de Rafael ngel
InsaustiCaracas: Academia Venezolana de la Lengua (Col. Clsicos
venezolanos , N 14), 1966, pp . 145-46. En esta edicin pueden
consultarse tanto El diente roto como La delpinada.
Fuenmayor, Juan Bautista.Historia de la Venezuela Poltica contempor-
nea (1899-1969). Caracas: Edicin del autor, 1975-88. 14 vols.
Fundacin Polar.Diccionario de historia de Venezuela.Coordinacin de
Manuel Prez Vila. Caracas:La Fundacin,1988. 3 vols.
Morn, Guillermo. Historia de Venezuela.Caracas, Edic. del autor, 1971.
5 vols.
.Los Presidentes de Venezuela. Caracas: Edit. Papi. 1986.
Otero Silva, Miguel.Fiebre . Caracas: Edit. Elite, 1939.
Picn Salas, Mariano. Anttesis y tesis venezolanas,Revista Nacional de
Cultura(Caracas), N3 (1939), pp. 11-16.
. Comprensin de Venezuela(1949), Obras selectasCaracas:
EDIME, 1962, p. 207.
. Crisis, cambio, tradicin.Caracas: EDIME, 1955.
Pocaterra, Jos Rafael.Memorias de un venezolano de la decadencia.Bo-
got, Edics. Colombia, 1937. Caracas: Edit. Elite, 1936. 2 vols.Sbato, Ernesto. Uno y el universo.Buenos Aires: EMECE, 1939.
.Ensayos. Buenos Aires: Losada, 1962.
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D E L N A C I O N A L I S M O R O M N T I C O
A L L A T I N O A M E R I C A N I S M O U N I V E R S A L*
(Notas preliminares)
La unin de los pueblos americanos no sera, pues,
una operacin estratgica, sino un razonamiento.
No se trata con esto de limitarla a esas frgiles declamaciones
de fraternidad que son el romanticismo de la poltica.
Pero a igual distancia de la declamacin y del atentado,
hay un terreno prctico de accin razonada
que tratar de delimitar.
Manuel Ugarte,La defensa latina,1901.
Agradezco al rector Ubaldo Ziga Quintanilla, al decano de la
Facultad de Humanidades Ral Labb Osses y a mi entraable colega
Nelson Osorio Tejeda, el honor y la deferencia de invitarme a leer es-
tos prrafos para inaugurar el Doctorado en Estudios Americanos de laUniversidad de Santiago de Chile. Ellos me regresan a una inquietud
compartida con maestros y compaeros latinoamericanos y caribeos.
Nos desvelbamos por lograr, desde Amrica Latina, la formacin de es-
pecialistas capaces de abordar con valenta y lucidez los grandes retos
y peligros continentales, dentro de esta contemporaneidad cargada de
turbulencias en aires no siempre claros.
En 1965, con el Maestro Leopoldo Zea, en Mxico, notbamos laproliferacin de Centros y Departamentos de Estudios Latinoamerica-
nos fundados en universidades norteamericanas, europeas, asiticas e
incluso africanas. Hasta en Dakkar (Senegal), hasta en Auckland (Nueva
Zelandia), habamos detectado la existencia de esos institutos cuyos
mritos reconocamos. En Alemania surgi una especialidad acadmica
* Texto ledo como Clase Magistral en la Universidad de Santiago de Chile, en la inau-
guracin del Doctorado en Estudios Americanos el 26 de abril de 2001. Fechado enSantiago de Chile, abril de 2001.
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situacin continental vuelve al dilema de la integracin y la defensa de
la autonoma. Amrica Latina y el Caribe emergen como factores de
equilibrio frente a un mundo sacudido por nuevos conflictos militares
y sociales, por urgencias postergadas. Las races remontan a los tiem-pos vesperales de la emancipacin americana respecto a los imperios
europeos. Fue un americanismo fundacional, coincidente con el auge
de la Ilustracin y los aires anunciadores del Romanticismo. Fue un
Americanismo utpico, sin duda, y tambin la edad prenatal del con-
cepto de nacin derivado de la Revolucin Francesa, donde arraig el
regionalismo poltico, ideolgico y literario. Ambas visiones del Nuevo
Mundo nacen, pues, en coetaneidad contrapuesta. Son variaciones his-
tricas sobre una misma inquietud. Sus contradicciones fertilizaron la
evolucin de unas repblicas urgidas de pragmatismo, vidas de alcan-
zar las metas de progreso material dentro de un orden pintoresco ci-
mentado en el autoritarismo de los dspotas ilustrados que mitificaron
y justificaron algunos intelectuales positivistas. Los aislamientos pro-
vocaron en muchos casos inestabilidad y pobreza. Ocasionaron nuevas
invasiones o cercenamientos de territorio. Estos factores han impulsa-
do nuevas crisis y alienaciones econmicas. Los obnubilados las atribu-yen a minoras socialmente inadaptadas, pero no analizamos a fondo sus
motivaciones concretas. Hoy se regresa como en el mito de Ssifo a em-
pujar con la fuerza de la mayora depauperada el peso de viejos mode-
los de una libertad econmica en detrimento del crecimiento y los de-
rechos sociales. En los anlisis de costos se incluye una divisa macabra:
las vidas humanas que morirn de hambre o de represin cuando pro-
testen, una suerte de dlar supervivencia. Se tiende a devaluar la Uto-pa al usarla como un calificativo despectivo para juzgar nuevos proyec-
tos, cuando stos se dirigen a la enorme base social marginada de la his-
toria y de la riqueza. Uno de los pensadores ms ecunimes de nuestro
siglo XX, Pedro Henrquez Urea, en un momento luminoso de su me-
ditacin, reivindic el proyecto utpico de Amrica:
La utopa no es vano juego de imaginaciones pueriles: es una de
las magnas creaciones espirituales del Mediterrneo, nuestro gran
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mar antecesor. El pueblo griego da al mundo occidental la inquie-
tud del perfecionamiento constante. Cuando descubre que el
hombre puede individualmente ser mejor de lo que es y social-
mente vivir mejor de como vive, no descansa para averiguar elsecreto de toda mejora, de toda perfeccin. Juzga y compara;
busca y experimenta sin descanso; no le arredra la necesidad de
tocar a la religin y a la leyenda, a la fbrica social, y a los siste-
mas polticos. Es el pueblo que inventa la discusin; que inventa
la crtica. Mira al pasado y crea la historia; mira al futuro y crea
las utopas1.
En esa metfora moral de la utopa americana, subyace todo un
llamado a la investigacin reflexiva que nos permita mirar al futuro, no
como adivinos, sino como cientficos capaces de gerenciar la utopa, una
gerencia del conocimiento superior para resolver nuestro drama so-
cial. El nuevo espacio de la utopa como proyecto y no como soberbia
aislada socialmente est en la Universidad. En ello se juega la supervi-
vencia de la institucin misma, apremiada de cambios en el rumbo y la
orientacin.
1. A m e r i c a n i s m o f u n d a c i o n a l
La primera imagen de Amrica es exgena. Tiene ms de doscien-
tos aos. Desde esa poca genera reflexiones y controversias. La dis-
puta del Nuevo Mundo, estudiada por Antonello Gerbi, fundament la
visin compasiva de nuestras culturas indgenas, buenos salvajes a quie-nes an negamos o excluimos de esta civilizacin globalizada, de quie-
nes europeos como Raynal, Marmontel, Chateaubriand se compadecie-
ron, a quienes en la cruel interpretacin de Jorge Enrique Adoum, cuan-
do ya no tenan ms fuerza que explotarles, se les exprimi el alma
reencarnada en literatura indigenista.
1
La utopa de Amrica (La Plata, 1925). Reproducido en La utopa de Amrica.
Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1978, pp. 6-7.
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el 27 de diciembre de 1797. En ella queda asumido el compromiso de
volver a la Amrica Meridional para iniciar la lucha liberadora contra la
Corona de Espaa. Segn Manuel Glvez, ambos eran ex-jesuitas4.
El proyecto que mantendra unidas las colonias espaolas deAmrica Meridional (desde el istmo de Darin) en un Incanato, nacido
despus de la Independencia, se aliment de este pensamiento y de las
concepciones universalistas de la masonera europea, con cuyas logias
establecieron nuestros precursores una slida fraternidad. Miranda
fund en Londres la bautizada con el nombre de Gran Reunin Ameri-
cana. Con ella se relacion la Logia Lautaro de Cdiz, donde termi-
n de formarse Bernardo Riquelme, (OHiggins) iniciado en Londres por
Miranda5. Fue un americanismo ilustrado y universal anterior al surgi-
miento de una conciencia romntica de nacin. Entre el regionalismo
nacionalista y el americanismo universal gir buena parte de las con-
troversias del siglo XIX.
2. N a c i o n a l i s m o r o m n t i c o
Si las utopas europeas exaltaron la figura del buen salvaje, stedevino en personaje de idilios sentimentales. El primero,Atalade Cha-
teaubriand (1801), fue traducido al espaol, el mismo ao de su apari-
cin francesa, por dos latinoamericanos residentes en Pars: Simn
Rodrguez y Fray Servando Teresa de Mier, Chateaubriand, asombrado
frente al mundo de Amrica del Norte se preguntaba qu habra sido
de Europa si los descubridores hubiramos sido nosotros. El discurso
de la barbarie tal vez habra sido el civilizado y viceversa. El acto depre-dador de las culturas americanas lo explica justamente por un choque
de civilizaciones y no de la civilizacin contra la barbarie: El indio no
era salvaje: la civilizacin europea no obr sobre el estado puro de la na-
turaleza, sino sobre la incipiente civilizacin americana; si no hubiese
4 Manuel Glvez.Don Francisco de Miranda.Buenos Aires, Emec, 1946.5 Cf. Alfonso Rumazo Gonzlez.Miranda, protolider de la independencia america-
na.
Los Teques, Venezuela, Biblioteca de Temas y Autores Mirandinos, 1985. V. es-pecialmente p. 192.
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Jos Luis Romero juzg severamente los planes mirandinos:
Algo de utpico haba en toda su concepcin, y no pareca que hu-
biera aplicado a fondo la experiencia inglesa para coordinar los me-canismos constitucionales de ese vasto estado americano en que pen-
saba. No eran los suyos, en rigor, planes prcticos, nacidos de la con-
viccin o la seguridad de que le sera dado ponerlos en accin, sino
ms bien bosquejos provisionales que, por cierto, parecan ignorar
la realidad latinoamericana9.
La ignorada realidad de ayer es hoy certeza de nuevas agitacio-
nes sociales no resueltas. El distanciamiento con los paradigmas euro-
peos es precisamente lo que otorga originalidad al proyecto mirandino,
cuyo enjuiciamiento imparcial no se logra con lentes europocntricos.
El de Miranda y sus amigos es americanismo fundacional y tal vez,
como seala Romero, algo utpico. En todo caso esa utopa devino en
historia, en fragmentacin romntica de naciones inventadas geopolti-
camente por unos estados oligrquicos donde, muchas veces, los hroes
emancipadores se transmutaron en caudillos dictatoriales. El nico lo-gro de esta aspiracin integradora fue la Gran Colombia de Bolvar. Ef-
mera por las contradicciones y ambiciones de los propios hroes resul-
t un modelo y una experiencia invocados todava. Su autor fue uno de
los ms perseverantes constructores del ideario integrador. En su dis-
curso, Amrica es un pequeo gnero humano o la reina de las na-
ciones y madre de las repblicas. Bolvar es tambin el primero que
vislumbra nuevos peligros de colonizacin para unos pueblos disgrega-
dos. Con toda claridad adverta: Divididos seremos ms dbiles, me-
nos respetados de los enemigos y neutrales. La unin bajo un solo go-
bierno supremo har nuestras fuerzas y nos har formidables.
Miranda y Bolvar aportaron a la conciencia de americanidad una
herencia intelectual que vertira despus en el ideario de los pensado-
res socialistas a comienzos del siglo veinte, los llamados miembros de
la generacin del Centenario.
9 J.L. Romero, Estudio preliminar aPensamiento poltico de la emancipacin,p. xviii.
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El nacionalismo romntico enunci la unidad americana como
proyecto de integracin en libertad. El objetivo era lograr, despus de
la independencia poltica, la emancipacin mental. Los hroes del pen-
samiento se jugaron la vida en esa tarea inconclusa, aunque emprendi-da despus de que los hroes militares cumplieron la suya. El Roman-
ticismo regionalista creci ligado al liberalismo econmico sustentado
por las oligarquas criollas, lectoras tempranas de Adam Smith. A par-
tir de la nocin de patria entendida como tierra de los padres [Terra
patrum] se disgrega la unidad geopoltica, etnocultural, en repblicas
de precario carcter independiente. Con ellas se desploman los proyec-
tos y realizaciones de unidad o integracin, soados o construidos como
efmeros castillos de arena por Miranda, Bolvar, San Martn, O Higgins,reiterados como nostalgia intelectual por un extenso conjunto de pen-
sadores. Es un americanismo que se mitologiza en el imaginario social
del Romanticismo para oponerse a la visin localista de otros idelogos
como Sarmiento, los oligarcas liberales y los positivistas del perodo
post-emancipador, para culminar dentro del sigloXIXcon los krausistas,
modernistas y arielistas. En estos ltimos cimentan el nacionalismo
americanista y el latinoamericanismo universal. Este ltimo va configu-rndose como reflexin diferenciada del cosmopolitismo de los mo-
dernistas (sustituir el concepto de patria por el de humanidad pro-
clamaba Pedro Emilio Coll) y el internacionalismo de los socialistas. La
etapa ms cercana a nosotros ser la bsqueda de una conciencia inte-
lectual, una dialctica de la conciencia americana, para utilizar tr-
minos de Leopoldo Zea.
Con la frustracin de proyectos unificadores otras formas tenta-
tivas de absorcin neocolonial empezaban a emerger con la doctrina
Monroe (1823). Las naciones aisladas se hacan ms controlables. Los
profetas de las nuevas dominaciones aparecan bajo forma de observa-
dores y expertos europeos, parecidos a ciertos analistas polticos o
asesores para asuntos latinoamericanos de nuestros das. Visitaban
Estados Unidos y desde all, pronosticaban nuestro destino.
Las avanzadas de una inteligencia neocolonial, sintetizadas en dos
viajeros franceses, Alexis de Tocqueville y Michel Chevalier, trazan laslneas divisorias entre la civilizacineuropocntrica y la barbariede
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nuestros pueblos mestizos, dicotoma respecto a la cual Sarmiento ser
slo uno, pero no el nico, de los voceros ms empecinados. En el siglo
XX, Mariano Picn Salas (Europa-Amrica) y Leopoldo Zea (Discur-
so desde la marginacin y la barbarie) sern los analistas crticos msclaros en la refutacin conceptual de este paradigma negador de nues-
tra potencialidad como pueblos.
Tocqueville, el mejor promotor de la democracia norteamerica-
na, vea en 1835 la situacin cultural de Amrica como una disputa entre
dos razas: la angloamericana y la espaola10. Adverta: No se puede
disimular que la raza inglesa haya adquirido una inmensa preponderan-
cia sobre todas las dems razas europeas del Nuevo Mundo. () Pien-
so que el territorio sobre el cual la raza angloamericana debe extenderse
un da, ser igual a las tres cuartas partes de Europa11.
Las apreciaciones y pronsticos de un socialista utpico francs,
Michel Chevalier, discpulo de Saint-Simon, condicionaron en parte las
polticas de repoblamiento con razas superiores europeas. Visit Es-
tados Unidos por unos meses y Mxico por un par de semanas. Escri-
bi unasLettres sur lAmerique du Nord,publicadas en Pars en 1836.
Arturo Ardao cita y glosa las referidas a Amrica Latina:
En cuanto a Amrica, la contraposicin que establece es entre anglo-
americanos e hispano-americanos. Acompaaba a esa terminolo-
ga en uso, un profundo pesimismo respecto al destino de los pue-
blos americanos de origen espaol, a los que, en verdad, descalifi-
caba. En una de sus ltimas cartas, desde Augusta, en septiembre
de 1835, deca: El principio republicano ha producido los EstadosUnidos, pero l ha engendrado tambin esas miserables repblicas
de la Amrica espaola. Para insistir, en la estrictamente ltima, des-
de Nueva York, en octubre, Parece, pues, que los Anglo-americanos
10 Alexis de Tocqueville.La democracia en Amrica.Mxico, Fondo de Cultura Eco-
nmica (varias edics.)11 Las citas son transcripciones de Arturo Ardao, Gnesis de la idea y el nombre de
Amrica Latina,
Caracas, Centro de Estudios Latinoamericanos Rmulo Gallegos,1977, p. 46.
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su alejamiento de la prosa altisonante y eurtmica de los modernistas,
para adoptar la sobriedad expresiva que ley en Antonio Machado y
Azorn: Nos consagramos a la extirpacin de la palabra intil y afron-
tamos la dificultad de escribir corto, de condensar cuatro pginas en una() Del idioma entrado en carnes, hicimos un idioma todo en mscu-
los, dispuesto a servir de briosa cabalgadura a la idea sutil y a la incisi-
va sobriedad14. En lo histrico reconoce el retorno a los ideales
americanistas de la generacin de 1810. En cuanto a visin del grupo
modernista latinoamericano de Pars y de Europa, con quienes mante-
na estrecho contacto y tambin diferencias estticas, observa que per-
tenecamos a una nacionalidad nica, considerando a Iberoamrica, desde
Europa, en forma panormica. Como antes haba ocurrido con los jesui-
tas y conspiradores ilustrados del siglo XVIII, los una un propsito y una
identidad comn. A comienzos del siglo XX, bajo nuevas situaciones po-
lticas y culturales, renaca la comunidad de propsito americanista. Ms
que el idioma contina influa la situacin. Y ms que la situacin, la
libertad de dar forma en el reino del espritu a lo que corrientemente
designbamos con el nombre de Patria Grande. Ese fue el contexto de
donde surgi la reflexin plasmada en sus dos ensayos. Restaba empren-der la gran cruzada antimperialista desde Madrid en 1912, para divul-
gar los contenidos de su libroEl porvenir de la Amrica espaola
(1910).
La defensa latina lo inclin hacia el pensamiento social. Profun-
diz en un singular anlisis geopoltico. Resalt el aislamiento entre las
tres subregiones que conformaban para l Amrica Latina (Extremo Sur,
Centro y Extremo Norte). Percibi la falta de comunicaciones (ferro-carril, telgrafos, circulacin de informativa de la prensa). Su diagnsti-
co abarca junto a la incomunicacin regional, la tendencia al exotismo:
Hasta hace pocos aos ni aun los ms vecinos estaban en contacto
directo. Cada pueblo se ha orientado a su modo. Hoy mismo nos unen
14
Los escritores iberoamericanos del 900,La nacin latinoamericana.
Comp. prl.y notas de Manuel Galasso. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1978, p. 298.
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polizar un servicio esencial para la vida de un Estado. Los capitales
yanquis se veran naturalmente excluidos por completo. Finaliza enfa-
tizando que en ningn caso podra admitirse que las vas de comuni-
cacin sean propiedad de empresas extranjeras y especialmente nor-teamericanas. Superada esta amenaza real en su tiempo, estimaba los
beneficios incalculables de las comunicaciones ferroviarias y telegrfi-
cas entre los pases latinoamericanos. An no las hay. Las comunicacio-
nes haran que los pueblos se conocieran mejor y se iran sorteando las
prevenciones mutuas.
En lo econmico, Ugarte perciba la apertura del comercio hacia
los pases europeos como una manera de contrarrestar la dependencia
unilateral respecto de los Estados Unidos. Con impresionante visin de
futuro escriba hace cien aos:
Francia, Inglaterra, Alemania e Italia han empleado en las repbli-
cas del sur grandes capitales y han establecido inmensas corrientes
de intercambio o de emigracin. En caso de que los Estados Unidos
pretendieran hacer sentir materialmente su hegemona y comenzar
en el sur la obra de infiltracin que han consumado en el centro, seencontraran naturalmente detenidos por las naciones europeas que
tratarn de defender las posiciones adquiridas. Este choque de am-
biciones es la mejor garanta para los latinos de Amrica(pp. 6-7).
Con otro lenguaje ms tcnico, dentro del contexto de la globa-
lizacin fagocitaria de nuestra contemporaneidad, la tesis de Ugarte os-
tenta similitudes conceptuales con la de una economa multipolar, ca-paz de neutralizar la unipolaridad hegemnica, impuesta ms que pro-
puesta por los Estados Unidos. El pensador argentino se anticip en los
enunciados de una utopa que an se discute por inaplicable o silen-
cia por anacrnica. En su tiempo las fuerzas sociales ms avanzadas del
socialismo sustentaban posiciones de internacionalismo asptico fren-
te a las intervenciones de Estados Unidos con su poltica del big stick.
Los planteamientos de Ugarte no fueron refutados sino omitidos. El lu-
chador no tuvo otro camino que la marginacin por largo tiempo.
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De las formulaciones tericas Ugarte pas a la lucha militante en
Europa y de ella a la prdica personal en Amrica. Recorri la mayora
de nuestros pases y Estados Unidos, para difundir las denuncias de su
obraEl porvenir de la Amrica Espaola. El 9 de julio de 1912 leyen la Universidad de Columbia una conferencia titulada Los pueblos
del Sur ante el imperialismo norteamericano. Denunciaba los atrope-
llos contra Mxico, los prstamos impuestos a Nicaragua, las inmo-
ralidades de empresarios norteamericanos en otros pases. Se declara-
ba adversario de una poltica y no adversario de un pueblo, para agre-
gar con toda valenta: Si yo vengo a hablar aqu contra el mal del im-
perialismo, no es para desafiar vanamente a la opinin; es porque aca-
ricio el deseo de contribuir a desvanecer los antagonismos, es porque
abrigo la esperanza de ver a toda Amrica fraternalmente unida en el
futuro como lo estuvo en las pocas de la independencia16.
El porvernir de la Amrica Espaolarecibi elogios en la prensa
europea y latinoamericana, menos en Buenos Aires dondeLa vanguar-
diarechaz los planteamientos por considerarlos una proclama alar-
mista.
Haba llegado a convertirse en lder indiscutible de las luchas la-tinoamericanas y su reconocimiento era internacional. Apoy los mo-
vimientos estudiantiles de reforma universitaria. Fue el nico orador no
estudiante que intervino en los sucesos de abril de 1918 cuando qued
constituida la Federacin Universitaria Argentina. El cerco y la calum-
nia, el aislamiento y el silencio lo van hiriendo. Comenzaba el calvario
poltico que en expresin de su bigrafo Norberto Galasso, lo converti-
ra finalmente en un argentino maldito. Regres a Europa por dieci-sis aos. Regres a Argentina (1935) por pedimento de Manuel Glvez.
Recomenzaba el viacrucis por los choques con los socialistas. La vida
de privaciones aumentaba. Los suicidios de tres amigos: Leopoldo Lu-
gones, Liandro de la Torre y Alfonsina Storni lo aterran. Se radica en
Chile. Replegado en Via del Mar, segua escribiendo. Segua escribien-
do, incansable y polmico. Comenzaba la Segunda Guerra y l mantena
16 Cf. M. Ugarte,La nacin latinoamericana, pp. 71-72.
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su neutralidad: no soy germanfilo ni aliadfilo: soy iberoamericano
Los ltimos aos se acerc al Apra, durante una breve permanencia en
Per y, finalmente, al peronismo (1946), de cuyo rgimen fue embaja-
dor en, Mxico, Centroamrica y Cuba hasta 1950. Se suicid en Nizaen 1951.
4. A m e r i c a n i s m o u n i v e r s a l
El mismo ao en que Ugarte publicaba sus dos ensayos famosos
(1901), naca en Mrida (Venezuela) Mariano Picn Salas. Lleg a
Valparaso en 1923. Traa su primer libro publicado:Buscando el cami-
no(1920) y una gran pobreza. Creci en lo poltico, en lo literario y en
lo ideolgico dentro de la generacin chilena de 1920. Era un ambiente
impregnado con aires de reforma universitaria y de sueos revoluciona-
rios. Las sesiones de la Federacin de Estudiantes y de los clubes polti-
cos eran encendidas. Con otros estudiantes comparte el desvelo
americanista. Su sensibilidad literaria se vigoriza con las inquietudes de
la lucha poltica, las vanguardias estticas y la efervescencia social.
Se pensaba, bellamente, en esos aos del 20 y tantos que el m-petu de reforma universitaria que haba recorrido todo el Continente,
desde la Crdoba argentina hasta el Mxico donde era ministro Jos
Vasconcelos, no slo nos hara ms sabios y justos, sino contribuira a
modificar la spera realidad de tiranos y tierras intervenidas, que era
la de toda la Amrica Latina. Nunca como en esos das tuvimos el de-
seo de ser ms generosos. Pensbamos que otra generacin de la Inde-
pendencia habra de encontrarse, para restablecer la unidad de nues-tro perdido destino continental. Cada estudiante que asaltaba la apa-
sionada tribuna quera ser por un momento el nuevo Bolvar, el nuevo
Mart. Padecamos por toda la Amrica de nuestra sangre, fuese la de
la Revolucin Mexicana o la Nicaragua de Sandino17.
Hilos de un mismo pensamiento americanista se entretejan para
abarcar dos siglos de espera frente a una misma pasin liberadora. Ese
17 En la frtil provincia sealada,Autobiografas,p. 203.
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mesianismo social lo indujo a participar en la vida poltica. Anarquismo,
marxismo y socialismo en ciernes cubran el espacio ideolgico de Chile
en los aos del 20 al 30. Picn Salas lee a los socialistas europeos, espe-
cialmente Faur y los marxistas disidentes: Rosa Luxemburgo, De Mann.Se acerca a las lneas no dogmticas del marxismo. En aquellos aos tam-
bin los marxistas, como los socialistas, propugnaban un internacionalis-
mo proletario de espaldas a las realidades turbulentas de Amrica Latina.
En el Instituto Pedaggico estudi Historia y Filosofa. Colabor
en la revista Claridad,semanario estudiantil, fundado por el poeta Al-
berto Rojas Jimnez, junto a Ral Silva Castro y Rafael Yepes. All cola-
boraban tambin Eugenio Gonzlez Rojas, Juan Gmez Millas, Rude-
cindo Ortega, Roberto Meza Fuentes, Jos Domingo Rojas, Pedro Len
Loyola, Carlos Vicua, Alex Varela18.
La Biblioteca Nacional de Chile forj la erudicin del latinoame-
ricanista y maestro de la prosa, al lado de un amigo entraable: Guillermo
Feli Cruz. El trnsito por el Instituto Pedaggico, labr un educador y un
combatiente por las causas sociales y culturales. Las lecturas de Jos In-
genieros (Evolucin de las ideas argentinas), Samuel Ramos (Nacio-
nalismo y cultura) y Alfonso Reyes (Mxico en una nuez), lo proveye-ron de mtodos y le insinuaron ideas para las primeras meditaciones so-
bre Amrica Latina, expuestas en una conferencia que dict en la Uni-
versidad de Concepcin (Hispanoamrica, posicin crtica, 1931). Los
libros y conferencias del pintoresco le contagiaron la idea de ecumene,
reiterada como idea y propsito a largo de su escritura ensaystica.
Igual que Ugarte, Picn Salas reacciona contra el excesivo culto
a la forma de los modernistas. En diciembre de 1933 escriba en Chileesta reflexin:
es preferible para un escritor vivir su tiempo, trasudar un poco
con la multitud, disolver en su retorta estas sales que cristaliza cada
poca, antes que encerrarse en la campana aisladora de una forma per-
18
Cf. Rolando Mellafe, Antonia Rebolledo y Mario Crdenas,Historia de la Universi-dad de Chile.Santiago de Chile, Edics. de la Universidad de Chile, 1992, p. 150.
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fecta pero vaca. () Hay por ah una tradicin literaria apretada como
en un herbario en las Antologas, de hombres que persiguieron la for-
ma con la obstinacin del manitico. Pero la forma no se busca: se crea.
El error y el olvido que ya cubre a algunos escritores de Amrica, comoRod, es que ganaron en forma lo que perdieron en vida y pasin19.
Sin duda Picn Salas haba consultado el prlogo y laAntologa
de nuevos escritores hispanoamericanos compilada por Manuel
Ugarte. El Prlogo fue causa de rechazo por parte de Rod. Picn Sa-
las se identificaba ms con uno de sus grandes amigos y maestros: Al-
fonso Reyes, quien ese ao de 1933 descansaba en Santiago de Chile.
En una carta indita para Ricardo A. Latcham, otro de sus grandes
amigos, quien reposaba en Pucn, escribe Picn Salas:
Aqu entre las novedades literarias est la llegada de Alfonso Reyes
que viene a buscar unos das de reposo cordillerano, pues se siente
muy cansado de trpico y diplomacia. No va a desempear ninguna
actividad pblica. Hoy lo fui a ver al Crilln y tuvimos con este hom-
bre pequeito de cuerpo pero de espritu muy fino, una hora decharla muy cordial. Le di para que contrarrestara la impresin del
mundo oficial un panorama de los problemas que a nosotros nos in-
teresan; le habl de ti y de los hombres jvenes que representan
dentro de la soterrada vida chilena un nuevo mpetu. l, por lo de-
ms, estaba bien informado de nuestro movimiento20.
En esa etapa creemos que fue determinante su amistad con Euge-nio Gonzlez Rojas, curtido en la accin poltica desde su adolescencia,
como presidente de la Federacin de Estudiantes (1920). Eran das en
que la unidad de los estudiantes con los obreros presagiaba cambios y
19 Prlogo y digresiones sobre Amrica,Dependencia e independencia en la histo-
ria hispanoamericana.Caracas, Centro de Estudios Latinoamericanos Rmulo
Gallegos, 1977, p 24.20
Fechada en Santiago el 16 de agosto de 1933, dirigida a Latcham en Pucn, donde sehallaba recuperndose por trastornos de salud.
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sacudidas sociales. Cuando el 4 de junio de 1932 ocurre el derroca-
miento de Juan Esteban Montero e insurge la efmera revolucin socia-
lista de Marmaduque Grove, Eugenio Gonzlez Rojas es nombrado Mi-
nistro de Educacin. Un ao despus, con el mismo Marmaduque, Sal-vador Allende y Oscar Schnake, Eugenio Gonzlez aparece entre los fun-
dadores del Partido Socialista que nace el 19 de abril de 1933.
Al ocurrir la Revolucin de Marmaduque Grove, el rector de la
Universidad de Chile present renuncia. Lo reemplaz una junta rectoral
de tres miembros: Pedro Godoy, profesor de la Escuela de Arquitectura;
Pedro Len Loyola, profesor del Instituto Pedaggico y Mariano Picn
Salas, profesor de la Escuela de Bellas Artes. Aquella experiencia dur
apenas doce das, pero Picn Salas no la olvid nunca y, en la madurez
caraquea, con humor afirmaba: Don Andrs Bello y yo hemos sido los
nicos venezolanos que alcanzamos el alto honor de ser rectores de la
Universidad de Chile. Feli Cruz opina sobre aquella experiencia rectoral
de Picn Salas y lo ubica en los contextos ideolgicos del momento:
Representaba las aspiraciones de la izquierda revolucionaria de
Chile. Se hallaba cerca de las doctrinas proclamadas por el PartidoSocialista, cuyo jefe era Eugenio Matte Hurtado. Picn-Salas pruden-
temente no haca ostentacin visible de partidismo, y creo sincera-
mente que nunca lo hizo. Su condicin de extranjero lo alejaba de
las tiendas de sus afecciones ideolgicas y por eso no form parte
del Partido Socialista ni de ningn otro. Pero estaba identificado con
l y era uno de sus mentores, junto con Eugenio Gonzlez, Oscar
Schnake, Manuel Eduardo Hubner, Arturo Bianchi, Luis MandujanoTobar, Arturo Natho, Julio Csar Jobet y otros ms con quienes hizo
intensa vida de camaradera intelectual21.
En las revistas de ideas hizo armas conceptuales en aproximacin
a los anarcosindicalistas y socialistas. Su tarea literaria e ideolgica de
mayor impronta fue la fundacin de la revistandice, en la cual lo res-
21
Para un retrato psicolgico de Mariano Picn Salas.Santiago de Chile: Edit.Nascimento, 1970, pp. 32-33.
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paldaron sus compaeros de literatura y luchas Eugenio Gonzlez Ro-
jas, Ricardo A. Latcham, Oscar Vera, Ral Silva Castro, Hctor y Hum-
berto Fuenzalida, Benjamn Subercaseaux, junto a otros pertenecien-
tes a promociones anteriores: Mariano Latorre, Fernando Santivn, Do-mingo Melfi. Al comentar la revista, Guillermo Feli Cruz anota que
ndiceera una revista de carcter literario, pero en cuyo fondo ideo-
lgico palpitaban muy vivamente las ideas socialistas del grupo polti-
co al que pertenecan los cofundadores22. El crtico lo considera ya, con
Latcham, un lder intelectual, obraba por presencia, con socrtica
vocacin, sin ningn residuo pedaggico, con seoro y elegancia de
ademanes y actitudes23. Latcham, por su parte, estima quendice, con-
greg un grupo extraordinario de intelectuales, de mltiple categora
y de generaciones diversas, mancomunadas en un esfuerzo creador que
contribuy a enriquecer y ensanchar los horizontes de la cultura nacio-
nal y a despertar una nueva vocacin americanista frente al aislamien-
to en que vivieron las promociones europeizantes ms antiguas24.
En la carta a Latcham, de 1933, Picn Salas habla del grupo de
trabajo poltico donde Fernando Santivn jugaba papel importante. Pro-
yectaban un peridico de combate contra los facistas y los marxistas quese enfrentaban entre ellos y contra los socialistas.
Al lado de la lucha poltica llevada con discrecin, Picn Salas se
adentraba da a da en el conocimiento de la historia hispanoamericana como
territorio de su futuro ensaystico. La informacin histrica sobre el mundo
colonial chileno e hispanoamericano fue el hilo conductor hacia un ame-
ricanismo crtico, donde la bsqueda de un humanismo nuevo le permitiera
comprender la cultura continental con visin ecumnica, similar a la deAlfonso Reyes y Pedro Henrquez Urea, con quienes tuvo analogas en la
reflexin desapasionada sobre los problemas de Amrica Latina y Europa.
El sentimiento de unidad latinoamericana, casi premonitorio, le-
do en Lastarria, Bilbao, Alberdi, Sarmiento, Hostos, Mart, Ingenieros
22 Ibd.,p. 33.33 Ibd.,p. 65.24
Ricardo A. Latcham, Prlogo aEnsayos escogidos. Comp. de Juan Loveluck. Santia-go de Chile, Zig-Zag, 1958, p. xi.
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y Ugarte, trabajaba ya desde los aos treinta en el pensador que soa-
ba un proyecto modernizador de Amrica Latina. Ese sentimiento aflora
casi como un desgarramiento geolgico de su enorme amor por la tie-
rra y el pueblo chilenos, que tanto le dolan. No en vano escribi al fi-nal de su ensayo Intuicin de Chile:
Pensamos que, como en las logias y los ejrcitos de hace cien aos,
nuestra inquieta juventud de Amrica volver a encontrarse para
realizar un plan grandioso. Veremos entonces que lo que nos une es
mucho mayor que lo que nos separa; que el aislamiento es lo que nos
entrega a la voracidad extranjera, y lo que debilita en esta Amrica
que habla espaol, el sentimiento nacional. Chile, como toda nacinindoamericana, busca esa idea nacional que no puede edificarse sino
sobre la comn Cultura, la organizada Economa y la vasta voluntad
de permanencia histrica.
Al bloque cultural y poltico latinoamericano con que ya soamos,
para salvarnos, Chile aporta su tradicin de pueblo sagaz y tranqui-
lo que conoci el Estado mientras otros vivan la montonera, que
tiene ya una industria que aspira a ser libre, pero que sufre como
todos de falta de eco, de afona espiritual25.
Esa bsqueda de resonancia ms all de las fronteras mismas re-
corre toda la obra posterior de Picn Salas. Tanto como a Reyes y Hen-
rquez Urea, sus pares en la nueva bsqueda de un americanismo uni-
versal, le preocupa la expresin de nuestra cultura y su acceso al con-
texto de las naciones del mundo. No se queda en la subordinacin euro-
pocntrica. Si Hegel nos haba echado de la Historia, los nuevos pensa-dores buscaban una reinsercin justa, sin minusvala. En 1933, Picn
Salas formulaba un modelo dialctico de la Historia de Amrica, donde
puede percibirse ya la visin del problema cultural desarrollado en su
25
Intuicin de Chile, Viajes y estudios latinoamericanos.Caracas, Monte vila, 1987,p. 19.
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obra posterior. Comienza por descartar el prejuicio de una Amrica del
Norte madura y robusta y la otra Amrica salvaje o rupestre. Desecha
la idea de los europeizantes de una Amrica joven y por tanto inmadura
para acceder al pensamiento filosfico puro. Sera el punto medular deuna futura interrogante polmica sobre si exista una filosofa america-
na. Retorna a la elemental dialctica de Hegel, para simplificar una pro-
puesta rectora de su ideario de madurez: Primero debemos unir en una
voluntad nacional los miembros de un mismo grupo (tesis); oponernos
a las fuerzas que la obstaculicen (anttesis) y podremos convivir con
ellas cuando cada grupo acte en pie de igualdad dentro de una comn
y ms vasta proyeccin universal (sntesis). Latino-americanismo, Anti-
Imperialismo, Americanismo Integral son las obligadas etapas de estaconcepcin dialctica de nuestra Historia26.
A partir de ese planteamiento esquemtico, Picn Salas irradia-
ra su meditacin incansable por comprender las grandes separaciones
poltico culturales entre Amrica Latina y Europa o las dos Amricas
desavenidas: la sajona y la latina. Buscaba superar el maniquesmo
idealista de Ariel y Calibn, llegar a una armona basada en una revisin
del sistema democrtico, de un trato justo entre iguales y de una con-
ciencia humanstica o ecumnica de la cultura como convivencia uni-
versal en la justicia y en la armona. Esas constantes de su pensamien-
to tuvieron un punto de partida en un tiempo y un espacio: el tiempo
de la juventud en efervescencia intelectual y poltica y el espacio de
Chile, un pas donde fue modelando la arquitectura de una pasin: el
americanismo universal.
El balance chileno hizo de Picn Salas un hombre opulento. Re-
gres con la misma pobreza material que ostent siempre. Sus cauda-les sumaron siete libros, tres de narrativa, tres de ensayos y uno de
crnicas escrito en colaboracin con Guillermo Feli Cruz27. Afectiva y
espiritualmente, se llev una esposa (Isabel Cento) y una hija (Delia),
26 Prlogo y digresiones sobre Amrica,Dependencia e independencia en la histo-
ria hispanoamericana.Caracas, CELARG, 1977, pp. 23-24.27
Mundo imaginario,1927 [Prosa poemtica y narraciones];Intuicin de Chile y otrosensayos en busca de una conciencia histrica,1935;Hispanoamrica posicin crti-
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E S T A D O S U N I D O S Y A M R I C A L A T I N A
D I L O G O E I N C O M U N I C A C I N*
El norteamericano tiene una experiencia tcnica que nos es til y
sobreabunda en riquezas que necesitamos para acrecentar
el bienestar comn. Pero el hecho de su poder extraordinario
no justifica nuestro achicamiento.
Colaboracin no es subordinacin ni olvido de la personalidad.
Colaboracin es igualdad. Claro que es en extremo difcil
la sociedad del gato y el ratn. El ratn corresponde
al pitiyanqui. Puede, en cambio, haber sociedad de gatos grandes y
de gatos pequeos. Yo slo aspiro a que en nuestra relacin
con el gran pas del Norte hagamos el papel de gatos magros
y no de ratones gordos. Grandes ellos, pequeos nosotros,
podemos hablarnos y entendernos en el comn idioma felino.
Mario Briceo Iragorry.
Lxico para antinacionalistas,Aviso a los navegantes,1953.
En 1953, asuma la Presidencia de los Estados Unidos el General
Dwight Eisenhower. Getulio Vargas se suicidaba en Brasil. Jos Stalin
mora en Mosc. Corea era repartida en Norte y Sur. Casi medio siglo
ha transcurrido de aquellos hechos. En 1954 Guatemala fue converti-
da por fuerza de una campaa reiterada en la prensa y en los primeros
canales de televisin, en enemigo de la paz y de la civilizacin occiden-tal y cristiana; cometa el delito de aplicar una Ley de Reforma Agra-
ria, mediante la cual quedaban expropiadas las tierras de la United Fruit
Co. y eran entregadas a los campesinos que trabajaban como obreros
de la empresa bananera. El enemigo se llamaba Jacobo Arbenz. Para
erradicar las ideas exticas que ponen en grave peligro el mundo libre
era convocada en la Ciudad Universitaria de Caracas la XConferencia
* Texto ledo en el Ateneo de Santiago de Chile, el 15 de noviembre de 2001.
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Interamericana de Cancilleres. El convocante era el Secretario de Es-
tado John Foster Dulles. El punto nico era lograr un dilogo que per-
mitiese intervenir en Guatemala para exterminar la amenaza continen-
tal. Numerosos pases latinoamericanos estaban regidos por dictadurasmilitares: Duvalier en Hait, Trujillo en Repblica Dominicana, Batista
en Cuba, Somoza en Nicaragua, Rojas Pinilla en Colombia, Odra en
Per, Stroessner en Paraguay. En Venezuela gobernaba Marcos Prez
Jimnez. Haba desconocido unas elecciones en 1952. Su enemigo p-
blico era Mario Briceo Iragorry, pensador catlico nacionalista. Es el
autor del prrafo que sirve de epgrafe a estas palabras. Haba obteni-
do la mxima votacin como diputado a un Congreso Constituyente. Las
elecciones fueron desconocidas. Briceo Iragorry, exiliado en Madrid,
fue agredido por manos desconocidas cuando sala de escuchar una
misa dominical.
En 1953, Alejo Carpentier presida una Comisin Organizadora
del Primer Festival Latinoamericano de Msica. Fue inaugurado con el
Retrato de Abraham Lincoln, de Aaron Copland. La ciudad universi-
taria inaugur el Aula Magna con un dispositivo mvil acstico disea-
do por Cristopher Calder. Carpentier ley un texto que en su elegantebarroco sonaba a percusiones caribeas: Calder, calderero prodigioso.
La intencin era, en medio de la guerra fra, reabrir un dilogo inteli-
gente de Amrica Latina con Estados Unidos y, tal vez, disuadir al ve-
hemente adversario de Guatemala para que dejase vivir un experimen-
to de democracia social. Ella pudo haber sido entonces un modelo de
justicia y tolerancia, de no haber sido porque el Secretario de Estado
hall al paso un coronel ad-hoc, a quien venderle aviones sobrantes dela Segunda Guerra. El coronel se llamaba Carlos Castillo Armas. La X
Conferencia escuch un encendido discurso del canciller Guillermo
Toriello, quien presida la delegacin de Guatemala. Completaban el
pequeo grupo el profesor Ral Osegueda y el novelista Miguel ngel
Asturias. Pese a las protestas, la inasistencia de Costa Rica, los votos
salvados de Mxico y Argentina, qued aprobada una Declaracin so-
bre la integridad de los pases de Amrica contra el comunismo y en
defensa del mundo libre. Unas semanas despus, aviones militares
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despegaban de Honduras para bombardear Guatemala. rbenz es obli-
gado a dimitir. Lo dems es conocido. En noviembre, Diego Rivera pin-
taba un mural transportable en colaboracin con Rina Lazo. Estaba
soportado en tela. Lo titulLa gloriosa victoriaen homenaje al pue-blo de Guatemala. El poeta venezolano Carlos Augusto Len, exilado de
la dictadura, lea unos Versos ante el mural de la gloriosa victoria, en
el acto de presentacin de la obra. Arte y tragedia se encontraron en-
tonces. Fue un dilogo muy doloroso. Un ao antes, el ensayista Mariano
Picn Salas publicaba en Cuadernos Americanosde Mxico, un ensa-
yo que titul Amricas desavenidas.
La situacin continental vuelve al dilema de la integracin y la
defensa de la autonoma. Amrica Latina y el Caribe emergen como al-
ternativa de equilibrio y llamado a la prudencia, frente a un mundo sa-
cudido por nuevos conflictos militares y sociales, por urgencias poster-
gadas. Las races remontan a los tiempos vesperales de la emancipacin
americana respecto a los imperios europeos. Fue un americanismo
fundacional, coincidente con el auge de la Ilustracin y los aires anun-
ciadores del Romanticismo. Fue un Americanismo utpico, sin duda, y
tambin la edad prenatal del concepto de nacin derivado de la Revo-lucin Francesa, donde arraig el regionalismo poltico, ideolgico y
literario. Ambas visiones del Nuevo Mundo nacen, pues, en coetanei-
dad contrapuesta. Son variaciones histricas sobre una misma inquie-
tud. Sus contradicciones fertilizaron la evolucin de unas repblicas
urgidas de pragmatismo, vidas de alcanzar las metas de progreso ma-
terial dentro de un orden pintoresco cimentado en el autoritarismo de
los dspotas ilustrados que mitificaron y justificaron algunos intelectua-les positivistas. Los aislamientos provocaron en muchos casos inesta-
bilidad y pobreza. Ocasionaron nuevas invasiones o cercenamientos de
territorio. Estos factores han impulsado nuevas crisis y alienaciones
econmicas. Los obnubilados las atribuyen a minoras socialmente
inadaptadas, pero no analizamos a fondo sus motivaciones concretas.
Hoy se regresa como en el mito d