El Mal en El Cristianismo y Otras Religiones

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Romero Gil, Jorge. El mal en el cristianismo y otras religiones: el problema del mal y su respuesta. En Filosofía.about. Recuperado de: http://filosofia.about.com/od/Filosofia-Y-Religion/a/El-Mal-En-El- Cristianismo-Y-Otras-Religiones.htm El mal en el cristianismo y otras religiones El problema del mal y su respuesta El problema de Dios y el mal en el cristianismo, es problema mayor al introducir la figura del Diablo y decir que el mal proviene de ahí y que es ajeno a Dios, en última instancia, la maldad y el pecado humano también vendrían de ahí dado que su origen es sucumbir a las tentaciones propiciadas por tal ente maligno. Eso traslada el mal a un agente causal diferente a Dios, sin embargo, no explica porque Dios crea y permite actuar a tal agente. El problema del mal El problema del mal se convierte en un problema lógico cuando se confronta con el axioma de la existencia de un Dios que se define a partir del amor, la siguiente secuencia de inferencias colapsa al introducir la variable “mal”: 1

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El mal en el cristianismo y otras religionesEl problema del mal y su respuesta

El problema de Dios y el mal en el cristianismo, es problema mayor al introducir la figura del Diablo y decir que el mal proviene de ahí y que es ajeno a Dios, en última instancia, la maldad y el pecado humano también vendrían de ahí dado que su origen es sucumbir a las tentaciones propiciadas por tal ente maligno. Eso traslada el mal a un agente causal diferente a Dios, sin embargo, no explica porque Dios crea y permite actuar a tal agente.

El problema del mal

El problema del mal se convierte en un problema lógico cuando se confronta con el axioma de la existencia de un Dios que

se define a partir del amor, la siguiente secuencia de inferencias colapsa al introducir la variable “mal”:

Si Dios es todopoderoso podría evitar el mal existente en el mundo.

Si Dios todo lo sabe también sabe que existe el mal en el mundo. Si Dios que es totalmente bueno debería evitar el mal existente en el mundo. Sin embargo, existe el mal en el mundo.

El último punto deshace los otros tres, es una contradicción lógica, el problema desde un punto de vista lógico y filosófico no es menor, porque solo hay dos alternativas, o bien todos los presupuestos -o alguno de ellos- sobre Dios son falsos -necesariamente- o bien se encuentra una respuesta que deshaga la contradicción.

La cuestión no es ni mucho menos nueva, Epicuro de Samos la planteó en unos términos que si bien no llevan necesariamente a la negación de un Dios amoroso o a la existencia misma de Dios, pone en problemas una u otra idea.

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Lo que Epicuro plantea en los siglos IV-III a. C. y, posteriormente, también trata Tertuliano, lo recoge en 1755 David Hume en su obra “Diálogos sobre la religión natural” en los siguientes términos:

“¿Es que Dios quiere prevenir la maldad, pero no es capaz? Entonces no sería omnipotente. ¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces sería malévolo. ¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge entonces la maldad? ¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?”

La propuesta de Plantinga

El filósofo cristiano contemporáneo Alvin Plantinga se declara preocupado por la cuestión del mal, de hecho llegó a manifestar que le parecía la objeción más seria respecto a Dios.

Plantinga propone abordar la cuestión a partir de la idea de libre albedrío, cuestión planteada ya en el siglo V d.C. por Agustín de Hipona. La variable de Plantiga dice que el problema lógico del mal puede refutarse en los siguientes términos: Dios siendo omnipotente pudo crear un mundo con criaturas libres que sabía que nunca elegirían el mal. Pero también es posible que Dios siendo todo bondad, prefiriera crear un mundo que contuviera el mal, porque la auténtica bondad moral requiere criaturas morales libres.

Es decir, el libre albedrío implica poder elegir una cosa u otra. Pero... esto no deshace una cuestión básica en la doctrina cristiana: que el mal se introduce en el hombre a causa de la tentación que presenta el Diablo, así que ¿Para qué el Diablo? Un mal consubstancial a lo humano junto a un bien consubstancial a lo humano explican el mal y lo relacionan a una elección libre, un mal de origen externo y, sobre todo, opuesto a Dios, no tanto.

La cuestión del mal en diferentes religiones

Fuera del cristianismo el problema se plantea de manera diferente. En el judaísmo no es problema, por una sencilla razón: se dice directamente que el mal es "bueno" -matizando eso- y que proviene de Dios -eso es parte del matiz- pero lo materializan los humanos con sus acciones tras sus elecciones.

La función "buena" del mal es que es el contraste que permite elegir la "virtud" -lo éticamente correcto-, pero el mal y el bien son opciones intrínsecas a la naturaleza humana, aquí habría que introducir el concepto de "kiplot" propio la mística judía, baste decir que "kiplot" quiere decir algo así como "cáscara residual" eso sería lo malo producido -la noción es interesante porque implica cosa a desprenderse, digamos que basura que acabará desapareciendo-. En cierta medida -pero solo muy de lejos- se parece un poco a la idea del ying y el yang.

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La cuestión del Diablo se resuelve en el judaísmo de una manera sencilla: Satanás no es un ente enemigo de Dios sino que está a su servicio -por eso en el Zohar se dice que “El Ángel de la muerte es muy bueno”.

En el budismo es también una cuestión de elecciones, pero añadiendo algo más, la idea de “atadura” en cuanto “adicción”, son los impulsos que generan “adicciones” los que empujan a las elecciones incorrectas y cuyo resultado puede ser negativo. Popularmente se maneja mucho la idea de “karma” relacionada como castigo o premio a acciones malas o buenas, no es exacto, el “karma” budista solo significa una inercia, digamos que las acciones malas empujaran a más acciones malas -marcan una tendencia- y las bondadosas a otras bondadosas.

El problema cristiano del mal

La cuestión del mal tiene para la idea de Dios del cristianismo un problema claro, y no es tanto un problema en el campo lógico como en el teológico. El lógico plantea una contradicción a la que podría oponerse una solución del tipo de las de Agustín de Hipona o la reciente de Alvin Plantinga.

El problema es el teológico, porque ahí es donde aparece el origen del mal vinculado a un ente espiritual oponente a la divinidad. Una dualidad, además, desigual y que incrementa -por su propia desigualdad- el problema de porqué un ente bondadoso y superior permite actuar a uno negativo e inferior -el dualismo zoroastriano evitaba esa contradicción al situar en el mismo plano a Ahura Mazda, la divinidad buena, y Ariman, la divinidad mala-.

Por otra parte, el dualismo teológico pone en jaque la explicación funcional de un mal humano que permite elegir libremente la moral correcta o su contraria, porque si el mal, aunque contamine lo humano, no tiene origen en lo humano y su procedencia no es divina es, sencillamente, un desafío a la omnipotencia de la divinidad. Como implícitamente reconoce la Iglesia Católica en el IV Concilio de Letrán en el año 1215:

"El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos".

“Se hicieron a sí mismos malos”. Es obvio que la paradoja persiste en uno u otro de los puntos en relación a las características de la divinidad.

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