EL MANUSCRITO DE ASTORGA Y JUAN DE … 1er SEMESTRE 2003 Como acabamos de comentar, en la es-casa...

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50/ARGUTORIO 1 er SEMESTRE 2003 Como acabamos de comentar, en la es- casa bibliografía existente sobre el Manus- crito de Astorga, nunca nadie abordó la in- vestigación de la identidad del autor princi- pal de la obra (se sabe que fueron dos), así como las circunstancias que envolvie- ron su génesis y desarrollo. Tan sólo Je- sús Pariente se atrevió a sugerir que Juan de Vergara era escribano y no pescador, y que presumiblemente tenía un origen na- varro o aragonés, aunque sin ninguna base científica. Gracias a las investigaciones de Alfonso García, conocemos hoy que Juan de Vergara era natural de Astorga, canóni- go de su catedral, que vivía en una casa de la Plaza Mayor, y que mantenía buenas relaciones con la administración del Marquesado, lo que le permitía pescar en los cotos del Marqués. Asimismo, los distintos autores se limi- taron a transcribir el documento, haciendo como mucho un estudio lingüístico y paleográfico del mismo en el que analiza- ban la forma y prescindían del fondo, o tocaban este último con el casi exclusivo propósito de poder reproducir hoy en día las moscas y montajes descritos en el Ma- nuscrito. Y si algún osado se decidía ir más allá, lo hacía vertiendo informaciones intuitivas y con escaso rigor científico, más propias de la fantasía desbordante del pes- cador-escritor que del investigador serio y riguroso. Hoy, sin embargo, estamos en condicio- nes de garantizarles que el velo de oscuri- dad y misterio que desde siempre ha ro- deado a esta valiosa obra va a ser parcial- mente descubierto, puesto que en los próxi- mos días verá la luz el libro titulado “El Manuscrito de Astorga y Juan de Vergara. La pesca con mosca artificial en el Siglo de Oro”, del que es autor el citado Alfonso García Melón. Ignacio Pérez García EL MANUSCRITO DE ASTORGA Y JUAN DE VERGARA ¡TENEMOS LIBRO ! En septiembre de 1959, Felipe Amigo Quirós escribió un artículo en la revista Caza y Pesca titulado «¡Tenemos manuscrito!». En él daba cuenta de la feliz localización, por parte de la Federación Regional de Pesca de León, del hasta ese momento extraviado “Manuscrito de Astorga”. Este valioso documento es el primer catálogo monográfico conocido que clasifica, nomina y explica la confección de las moscas artificiales para utilizar en la pesca de la trucha, y fue escrito por Juan de Vergara en la ciudad de Astorga en los lejanos días de 1624. Dentro de la historia de la técnica de la pesca, el «Manuscrito de Astorga» establece, por su complejidad y por la observación que supone de la naturaleza (de tipo “científico”, muy a tono con su época), un salto cualitativo que contrasta con las sencillas recetas de Dam Julyans Barnes (1496) o Isaac Walton (1653). Podría ser, asimismo, el primer precedente documentado claro de la pesca “a mosca seca”, y, además, de la escuela denominada “de la imitación exacta”. En la misma revista Caza y Pesca, y durante los meses de enero, febrero, marzo y abril de 1967, Jesús Pariente, por aquel entonces Presidente de la Federación Leonesa de Pesca, daba a conocer el Manuscrito en su versión original, junto con su trans- cripción. A esta publicación siguieron otras (varias de ellas del mismo autor) que básicamente repetían la transcripción y planteamiento de la obra de Jesús Pariente. Una excepción fue la publicación de Angel Bustillo titulada Manuscrito de Astorga. Libro de adereçar y adobar plumas para pescar truchas. Editada en Valladolid en 1988, Angel Bustillo realizaba en esta obra un novedoso estudio lingüístico y paleográfico del Manuscrito, así como una nueva transcripción del mismo en la que se corregían numerosos errores contenidos en transcripciones anteriores. Sin embargo, mientras los diversos autores y publicaciones se centraban siempre en la forma y el contenido ‘práctico’ de la obra -entendiendo por tal la reproducibilidad y aplicabilidad actual de las moscas artificiales y montajes descritos en la obra-, la verdadera identidad de Juan de Vergara, los avatares de su vida, las circunstancias que rodearon la elaboración del viejo manuscrito en aquella lejana Astorga de principios del siglo XVII, continuaban siendo un total y absoluto misterio. Pero hoy estamos de enhorabuena : gracias a la labor tenaz, rigurosa y perseverante de Alfonso García Melón, notario, pescador, historiador y escritor, hoy podemos parafrasear a Felipe Amigo diciendo ¡Tenemos libro sobre el Manuscrito de Astorga y Juan de Vergara! Firma de Juan de Vergara, 1637.

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50/ARGUTORIO 1er SEMESTRE 2003

Como acabamos de comentar, en la es-casa bibliografía existente sobre el Manus-crito de Astorga, nunca nadie abordó la in-vestigación de la identidad del autor princi-pal de la obra (se sabe que fueron dos),así como las circunstancias que envolvie-ron su génesis y desarrollo. Tan sólo Je-sús Pariente se atrevió a sugerir que Juande Vergara era escribano y no pescador, yque presumiblemente tenía un origen na-varro o aragonés, aunque sin ninguna basecientífica. Gracias a las investigaciones deAlfonso García, conocemos hoy que Juande Vergara era natural de Astorga, canóni-go de su catedral, que vivía en una casade la Plaza Mayor, y que mantenía buenasrelaciones con la administración delMarquesado, lo que le permitía pescar enlos cotos del Marqués.

Asimismo, los distintos autores se limi-taron a transcribir el documento, haciendocomo mucho un estudio lingüístico ypaleográfico del mismo en el que analiza-ban la forma y prescindían del fondo, otocaban este último con el casi exclusivopropósito de poder reproducir hoy en díalas moscas y montajes descritos en el Ma-nuscrito. Y si algún osado se decidía ir másallá, lo hacía vertiendo informacionesintuitivas y con escaso rigor científico, más

propias de la fantasía desbordante del pes-cador-escritor que del investigador serio yriguroso.

Hoy, sin embargo, estamos en condicio-nes de garantizarles que el velo de oscuri-dad y misterio que desde siempre ha ro-deado a esta valiosa obra va a ser parcial-

mente descubierto, puesto que en los próxi-mos días verá la luz el libro titulado “ElManuscrito de Astorga y Juan de Vergara.La pesca con mosca artificial en el Siglo deOro”, del que es autor el citado AlfonsoGarcía Melón.

Ignacio Pérez García

EL MANUSCRITO DE ASTORGA Y JUAN DE VERGARA¡TENEMOS LIBRO !

En septiembre de 1959, Felipe Amigo Quirós escribió un artículo en la revista Caza y Pesca titulado «¡Tenemos manuscrito!». Enél daba cuenta de la feliz localización, por parte de la Federación Regional de Pesca de León, del hasta ese momento extraviado“Manuscrito de Astorga”.

Este valioso documento es el primer catálogo monográfico conocido que clasifica, nomina y explica la confección de las moscasartificiales para utilizar en la pesca de la trucha, y fue escrito por Juan de Vergara en la ciudad de Astorga en los lejanos días de1624. Dentro de la historia de la técnica de la pesca, el «Manuscrito de Astorga» establece, por su complejidad y por la observaciónque supone de la naturaleza (de tipo “científico”, muy a tono con su época), un salto cualitativo que contrasta con las sencillasrecetas de Dam Julyans Barnes (1496) o Isaac Walton (1653). Podría ser, asimismo, el primer precedente documentado claro de lapesca “a mosca seca”, y, además, de la escuela denominada “de la imitación exacta”.

En la misma revista Caza y Pesca, y durante los meses de enero, febrero, marzo y abril de 1967, Jesús Pariente, por aquelentonces Presidente de la Federación Leonesa de Pesca, daba a conocer el Manuscrito en su versión original, junto con su trans-cripción.

A esta publicación siguieron otras (varias de ellas del mismo autor) que básicamente repetían la transcripción y planteamiento dela obra de Jesús Pariente. Una excepción fue la publicación de Angel Bustillo titulada Manuscrito de Astorga. Libro de adereçar yadobar plumas para pescar truchas. Editada en Valladolid en 1988, Angel Bustillo realizaba en esta obra un novedoso estudiolingüístico y paleográfico del Manuscrito, así como una nueva transcripción del mismo en la que se corregían numerosos errorescontenidos en transcripciones anteriores.

Sin embargo, mientras los diversos autores y publicaciones se centraban siempre en la forma y el contenido ‘práctico’ de la obra-entendiendo por tal la reproducibilidad y aplicabilidad actual de las moscas artificiales y montajes descritos en la obra-, la verdaderaidentidad de Juan de Vergara, los avatares de su vida, las circunstancias que rodearon la elaboración del viejo manuscrito enaquella lejana Astorga de principios del siglo XVII, continuaban siendo un total y absoluto misterio.

Pero hoy estamos de enhorabuena : gracias a la labor tenaz, rigurosa y perseverante de Alfonso García Melón, notario, pescador,historiador y escritor, hoy podemos parafrasear a Felipe Amigo diciendo ¡Tenemos libro sobre el Manuscrito de Astorga y Juan deVergara!

Firma de Juan de Vergara, 1637.

1er SEMESTRE 2003 ARGUTORIO/51

Como dice el prologista de esta obra,José Alfredo Fernández Ramos, estamosante “un estudio serio y apasionado quemarca un antes y un después en el conoci-miento de nuestra historia de la pesca (…).Alfonso García, como fruto de su trabajode investigación, nos introduce en la vidade Juan de Vergara, nos describe el am-biente en su ciudad, la Astorga del XVII,aquella «pequeña Atenas» ; nos descubrelas costumbres piscatorias de la época, loscotos, los pescadores, los furtivos, las le-yes, los pleitos, las artes de pesca; siguecon una transcripción y un comentario alManuscrito de Astorga, y finaliza con unaexposición sobre los avatares de éste, has-ta su lamentable desaparición en nuestrosdías”.

La diferencia fundamental entre este li-bro y las obras que le han precedido es suprofunda y consistente base documental.Así como Juan de Bergara se había esfor-zado por recopilar el saber acumulado porlos pescadores de principios del siglo XVII,y legarlo a la posteridad en forma de ma-nuscrito, nadie hasta ahora había investi-gado este valioso documento con la ayudade documentación coetánea que pudierailuminar la oscuridad que imperaba en tor-no al mismo. Y si se tiene en cuenta quehablamos de una obra única en su género,y del texto escrito astorgano que más hadifundido el nombre de su ciudad allendeLeón, este desconocimiento cobraba espe-cial gravedad.

El autor del nuevo libro es pescador ynotario. Como buen pescador, Alfonso sabeleer el río ; pescar en aguas tranquilas y entorrenteras ; interpretar las nubes y los vien-tos ; intuir las eclosiones y las cebas ; pre-sentir la pesca y los peces, los días glorio-sos y aquellos en los que no hay nada quehacer. Alfonso combina sabiamente lasdotes de observación de lo que le rodea,con la memoria histórica de jornadas pre-téritas más o menos afortunadas; y predi-ce, predice constantemente, contrastandocon igual constancia estas predicciones conla realidad manifiesta ; y mediante este jue-go de autosuperación, de conocimiento delmedio y de las propias facultades y limita-ciones de uno mismo, ha conseguido do-minar esa ciencia elevada a la categoríade arte que puede llegar a ser la pescadeportiva con mosca artificial. Y también lade la investigación histórica, que no dejade ser otro tipo de pesca bastante pareci-da a la anterior.

Alfonso es también notario. Y como tal,sabe que una cosa es la verdad rigurosa yotra muy distinta lo que se dice, cuenta oapunta. Y sabe también que la única formade conocer la verdad histórica es acudien-do a las escrituras y protocolos notariales,a esos documentos del pasado en los quehace años o siglos se registraron hechos

ciertos y realidades inequívocas, que porsu importancia, valor o trascendencia, exi-gían su protocolarización notarial y oficial.

Con esta combinación de audacia-sabi-duría-rigor notarial, Alfonso acudió a archi-vos y bibliotecas como quién se acerca alrío, intuyendo dónde podían estar los pe-ces y dónde las mejores piezas ; qué po-zas y tablas estaban ya trilladas, y qué re-codos del río del saber podía albergar eltrofeo soñado. Porque dominaba la técni-ca de la pesca en las oscuras y quietasaguas protocolarias, allí donde se almace-na el saber y la experiencia de siglos deactos registrales y notariales ; allí dondecada uno de nosotros perduramos en eltiempo y en los legajos, cuando el olvidoha borrado de la faz de la tierra nuestrorecuerdo y a los que nos recordaban.

Aguas difíciles, profundas y estancadas,aparentemente muertas, pero muy vivas ytotalmente vírgenes ; con ejemplares excep-cionales que sólo él ha sabido intuir y atra-par.

Estamos seguros que Alfonso volvería“bolo” muchos días de sus excursiones aestos acotados tan “sui-generis” que sonlos archivos y bibliotecas. Pero los triunfosde algunas jornadas memorables le haríanolvidar rápidamente aquellos pequeños fra-casos. Tenía en cualquier caso la ventajade que en el tipo de pesca que practicabasus capturas le hablaban, y le remitían aotros pozos o tramos con piezas excepcio-nales e igualmente vírgenes.

Y de esta manera, adaptando el métodoy la técnica en función de la informaciónque iba extrayendo del río de la vida ya vi

El filántropo Julio del Campo, uno de los sucesivospropietarios del Manuscrito.

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vida, remontando la corriente y descan-sando en tablas y remansos, Alfonso con-siguió llegar a las fuentes de la sabiduría,allí donde todos nacimos algún día ; allídonde comenzó a arrastrarnos el devenirde la existencia.

Alfonso ha vuelto ahora de su particularviaje al pasado. Como Santo Tomás, hetenido que leer este magnífico libro parapoder creer que buceando tan sólo entredocumentación, archivos y legajos históri-cos se pueda “recrear” la vida de un ciuda-dano normal que vivió hace 4 siglos, y delque nada se sabía; conocer sus fechas denacimiento y muerte; su profesión; susamistades y parentescos; su relación conlos marqueses de Astorga y otros perso-najes relevantes; su patrimonio; el repartopostrero del mismo en su almoneda. Sepueda saber qué libros tenía y a quienesfueron a parar, qué bibliotecas consultaba,con qué herramientas preparaba sus mos-cas, en qué ríos pescaba. Se pueda averi-guar cómo era la Astorga de sus días, cómoestaba regulada la pesca, qué artes se uti-lizaban, qué pescadores profesionales y afi-cionados había en la ciudad…

Alfonso ha descubierto y nos descubreun sinfín de informaciónes inéditas, con unnivel de detalle que en ocasiones superalo imaginable, desde la localización del “In-ventario de bienes hecho con ocasión dela muerte de la marquesa de Astorga DñaBlanca Manrique y Aragón, de fecha 26 demarzo de 1619”, que describe dependen-cia por dependencia lo contenido en el pa-lacio de Astorga de los marqueses, hastala enumeración de todos y cada uno de losdestinatarios de las propiedades, bienes yobjetos que Juan de Vergara dejó a sumuerte.

Con todos estos materiales y herramien-tas conveniente y concienzudamente cla-sificados y ordenados en su mesa de tra-bajo, Alfonso disponía de todo lo necesa-rio para proceder a la confección de suobra, como si de la elaboración de una per-fecta y desconocida mosca artificial se tra-tara : ordenó y dispuso sus particulares se-das, linos y cáñamos, y las raras y varia-das plumas ; y con la ayuda de una técnicaque ya dominaba, entrelazó sabiamenteunas con otras, sedas y plumas, textos ypalabras, mediante un montaje en palmeren el que cada elemento y cada dato tieney encuentra su propio espacio sobre elcuerpo sólido de la obra.

Construye así, con audaz maestría, estegran, extraño y creíble insecto virtual quees su libro, estructurado en una serie decapítulos que le dan forma y lo conforman :

IntroducciónJuan de Vergara y su ciudadPanorama general de la pesca

Transcripción y comentario del Manus-crito de Astorga

El Manuscrito de Astorga a través deltiempo

Opúsculos elaborados artesanal y sepa-radamente, que terminan siendo integradosfinalmente con las finas sedas, linos y cá-ñamos que constituyen el hilo argumentalde esta increíble y a la vez veraz historiadocumentada.

Muchos son por tanto los méritos quecreemos concurren en esta obra. Tal vezel mayor de todos haya sido el de habersabido reconstruir magistralmente, partien-do de la nada, la figura, el devenir y lascircunstancias que conformaron la vida enla Astorga de principios del XVII - con susinstituciones, riqueza cultural, bibliotecas…- de unos personajes cuyo recuerdo se ha-bía perdido entre el polvo de los siglos.Porque seguramente ni Juan de Vergarani sus amigos, conocidos o familiares, ciu-dadanos corrientes de una tranquila ciudadde provincias, osaron nunca soñar en vidaque, cuatrocientos años después de sudesaparición, habían de ser recuperadospara la historia y el recuerdo definitivo porun investigador leonés empecinado en elestudio de un curioso manuscrito.

Otro mérito de la obra que deseamosreseñar es la nueva transcripciónpaleográfica y léxicografica del texto origi-nal, que elimina algunos errores cometidosen las transcripciones precedentes y acla-ra los términos y expresiones que utilizaJuan de Vergara en la descripción de lasmoscas y sus montajes, a la vez que reali-za un exhaustivo estudio sobre los colorespiscatorios, los insectos naturales imitados,las relaciones de las creaciones naciona-les con sus concomitantes y afines extran-jeras...

Plumas de cuello de gallos de León.

Como dice el prologuista de la obra: “Al-fonso García, partiendo del trabajo prece-dente de Angel Bustillo, ha rescatado el sig-nificado de una parte del tesoro de nuestralengua que amenazaba con caer en el olvi-do. Es una ardua tarea que ha llevado acabo sin duda conjugando el olfato delamante del lenguaje, la experiencia del pes-cador, los conocimientos enciclopédicos ylos argumentos de razón del sentido co-mún (…). Un libro en suma profundo, do-cumentado, inteligente, para el pescadorversado y el público curioso, sobre una delas joyas más valiosas del acervo culturalde nuestra tierra. Sólo la pluma de un no-tario podría concurrir en este caso con lade un historiador y pescador, para resca-tar del polvo de los archivos las huellas delManuscrito y la historia de nuestros casti-gados ríos”.

Para terminar, que mejor manera que pa-rafrasear figuradamente a Juan de Vergararefiriéndonos al libro de Alfonso García :

Este es un libro sobre el Manuscrito deAstorga y su autor principal Juan de Vergara.Va sacado y aprobado por notarios, historiado-res, lingüistas y pescadores de muchahesperiencia, y comprobado no sólo porLorenço García y Juan de Vergara, pescado-res y vecinos desta ciudad de Astorga, sino tam-bién por todos aquellos pescadores citados yno citados en la obra que compartieron con ellosdías de gloria y frustración a la orilla de los ríos ;y sacado por mano de Alfonso García Melón,notario, historiador, pescador y escribano, tam-bién de mucha hesperiencia, cuyo es el dicholibro que estamos comentando, y cuya lecturafervientemente recomendamos desde estaspáginas.

* Ignacio Pérez García es pescador.