EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE

DE UN DÍA DESPUÉS

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Víctor Avendaño Porras

EL MAR OCÉANO

DE LA NOCHE DE

UN DÍA DESPUÉS

PREMIO DE POESÍA YDALIO HUERTA ESCALANTE 2006

.

CONSEJO ESTATAL PARA LAS CULTURAS Y LA ARTES DE CHIAPAS

2 0 0 7

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Mtro. Alfredo Palacios EspinosaDIRECTOR GENERAL

Lic. Óscar David Herrán SalvattiCOORDINADOR OPERATIVO TÉCNICO

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© VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Roberto Rico

PORTADA: Huracán (detalle) MASHA ZEPEDA.

D.R. © 2007 Consejo Estatal para lasCulturas y las Artes de Chiapas, Bou-levard Ángel Albino Corzo No. 2151,fracc. San Roque, Tuxtla Gutiérrez,Chiapas. C.P. 29040.

ISBN: 978-970-697-220-0HECHO EN MÉXICO

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A mi padre: Jorge Avendaño Constantinoquien me enseño a soñar como si fuese a vivir siempre

y a vivir como si fuese a morir hoy

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

LO QUE CONVIERTE ciertas páginas de poesía en un espejo capaz

de reflejar las más reveladoras imágenes del sueño y de la tie-

rra, suele, a menudo, disolverse con los años para dejar sólo un

papel amarillento, unas palabras carbonizadas.

Al abrir ciertos libros que nos parecieron invulnerables en

su momento suele encontrarse en ellos apenas algunos huese-

cillos de frases que resisten, o sólo la flor ya seca que se colo-

có como señal. El miedo a la poesía, al extremo testimonio del

ser que ella exige, la sumisión a toda clase de cálculos y con-

formismos acaba, tarde o temprano por aparecer al desnudo.

Sólo una fuerza poética capaz de engendrar incesante-

mente nuevas energías, de abrir nuevas perspectivas de inter-

pretación a las que parecieran haberse consumido en un

momento dado, la salvarán de todo carácter fantasmal, harán

de la misma una constelación. Al acercarnos hoy a la poesía

de Victor Avendaño Porras, se nos presenta indemne. De uno

a otro extremo brilla la trayectoria de ese “rayo que no cesa”,

la expresión de un espíritu en el que se nos imponen como

rasgos capitales una apasionada avidez de la vida y una

ardiente sinceridad.

La obra de Victor Avendaño Porras se ordena así como una

solitaria expedición de descubrimiento y conquista, iniciada

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¡OH mar océano, mi tierra!

sólo en tu oscuridad es tu sombra clara

Atado a una tabla, boca abajo para que el sol no lo ciegue. El

cuello innaturalmente tendido para no beber. Requemado por

la espuma, ciertamente febril. Él, tan enfermizo, animal noctí-

vago por natural defecto, no se halla en condiciones de contar

el tiempo

En un hálito de gracia,

en un momento de decisión fugaz,

de donosura,

desaparece al movimiento

de mis alados pies y mi cintura:

mi cuerpo es aire ya: hombre, el viento.

Todo es ser y no ser.

¿Qué es lo que ven los ojos, qué enamora?

si lo invisible es lo real: el aire,

y lo irreal, el mar, océano

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

bajo un signo diurno, marítimo, y que paulatinamente se inter-

na en lo desconocido, llega a los bordes del mundo, una trave-

sía en la que alguien, en su conocimiento deslumbrado de las

cosas, siente que se hunde a medida que avanza, hasta que las

cosas mismas acaban por convertirse en las sombras, de su

propia soledad.

Intensa y breve, esta obra posee una característica espe-

cial: se despliega en una especie de ininterrumpido descenso,

en un proceso que culmina en un punto de incandescencia

máxima: Un estallido final, un gran reverbero que concentra

en un foco único todos los fuegos anteriores.

El mar océano de la noche de un día después, tiene un senti-

do vertical, constituye así una especie de accésis. Y su vértice

excede las medidas corrientes.

ALBERTO ARGUINZÓNIZ

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

El mar se ha sosegado, inmediatamente después de la borras-

ca que lo ha arrojado del cartucho a su balsa delineada, empu-

jada por los vientos, en un piélago sereno, durante una estación

que errante está de costa en costa, en la noche sagrada

¿Qué ha ocurrido?

¿Qué loca algarabía de espacio y tiempo?

sepan historiadores y marinos:

el escritor del mar océano ha descubierto

que no hay tiempo ni espacio:

sólo agua en el mundo,

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Él, se ha adormecido y en su nocturno sueño se acerca a la

nave, y como a la luz del plenilunio, se ha dado cuenta que está

flotando bajo un bauprés, al hilo de un castillo en proa, del que

cuelga una escala

¡La escala de Jacob!

Y le han vuelto todos los espíritus

Ser un mar que corre y va,

invisible,

entre los otros mares,

ser el agua contenida en las riberas,

un mar que fluye solitario,

soterrado en un cuerpo.

Todos los escritores

mueren ahogados en los mares,

bellos durmientes que se lleva el agua,

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Sin embargo, Nicodemo, castillo en proa, de alguna manera a

aquella escala se ha aferrado. Sube poco a poco, exhausto a

cada trecho, se arrastra sobre los aparejos, y encuentra la puer-

ta del castillo abierta, y el instinto,

¡Ah, el instinto!

le hace tocar un barril a cuyo borde se aferra y bebe todo lo

que puede, se derrumba luego harto, quizá en sentido pleno

del término, pues el agua tiene tantos insectos anegados que

le sirven de alimento

Si la distancia solamente fuera

el mar extenso en medio de dos cuerpos,

un buque haría el amor para surcarla.

Pero no sólo es el mar, distancia es tiempo,

que es más grande que el mar, no permanece

hasta que el mundo se hace gigantesco,

y no hay buque veloz que pueda, ya infinito recorrerlo,

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

La garganta es un fuego seco y para desceñirse de las cuerdas

que le han rayado surcos lívidos, intenta la ascensión. Es el

momento en que Él, se convierte en Hércules. Estrangula ser-

pientes en la cuna

Ser y no ser de aire.

Ser de tierra para al cabo, no serlo.

Ser de fuego sin ser fuego;

y de pronto, transparente,

ser agua ya, y no ser agua tampoco,

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Ha dado traspiés hasta la otra borda y ha visto el resto del

mar, frente a la ignorancia de continente desmedidos

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Duerme quince horas, se despierta de noche como renacido.

La luz de la luna penetra desde la cubierta, ilumina aquel lugar.

Ha hecho ya bastante ruido, pero no responde alma viva. Se

asoma a las murallas, ve el perfil de una isla de palmeras agita-

das por la brisa. La tierra toma forma de un seno orlado de

arena que blanquea en la pálida oscuridad, pero Nicodemo no

puede decir si lo que ve es isla o continente

Todos los mares del mundo

ocultan el vientre, tiemblan

y quisieran retirarse

a virginidades ciegas.

Después, el silencio, mudo,

mutilado de tristeza.

El silencio. El musgo

en su rincón de osamentas,

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Un hermoso caso para un náufrago con los pies en lugar sóli-

do y tierra firme, al alcance del brazo

¡Silencio!

como si a bordo estuvieran todos los muertos. Con todo ha

empezado a escribir poemas:

Un hombre vaga

agotado

por el mar océano

y las aguas indulgentes

lo arrojan a un navío

que parece desierto

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Desierto como si el marinaje lo acabara de abandonar. Ni-

codemo vuelve a lo recorrido ya vacío, escribiendo para si

mismo:

Ningún paisaje

ninguna llanura o montaña

ni valle con lagunas

y árboles desiguales

está en su sólo sitio

son inagotables las imágenes

porque estuvieron y estarán

en los ojos que cada quien

se llevó consigo

la visión de este mar

océano doblegado y salvaje

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Nicodemo está allí escribiendo como un adolescente que per-

sigue un sueño, surcando la página de llanto, no por la ausen-

cia, ya pura imagen incluso cuando está presente, si no por

ternura de sí, enamorado del amor y de la vida:

Únicamente aman los que se quedan solos

solos de verdad

y los moribundos

los demás ni se dan cuenta

que amar es entregarse

entregarse al otro

siendo uno mismo y el otro

el amor es lo imposible

la renuncia

la muerte y el olvido

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Mientras va de noche con los ojos enfermos, el día le da

miedo, las quemaduras en la espalda se amadrigan. La bella

luna que describe aquella noche le consuela, y se refugia en

sus velas nocturnas, como en útero materno

¿Qué esperas, corazón?, ¿Acaso sólo lates?, ¿Sólo cuentas

instantes que nunca más retornan?, ¡Lanza la red del alma

a las aguas profundas!, ¡Eterno es el mar! Y el alma sólo

quiere más honduras. Soñar en el abismo los actos del

espíritu. Dormir entre las olas. ¿Qué esperas, corazón?

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

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Agitado, sueña su naufragio: En aquellos tiempos, en aquellos

mares, son más los bajeles que naufragan que los que vuelven

al puerto. Desde la tarde de antes el aire se ha enfermado de

catarro y parece que el ojo del cielo, grávido de lágrimas no

consigue sostener la vista de la extensión de las olas. El pincel

de la naturaleza decolora la línea del horizonte y esboza lejaní-

as de provincias indistintas. Nicodemo, cuyas viseras ya vati-

cinaban el inminente terremoto, se tira al mar, acunado por

una nodriza de cíclopes, se adormece: en el sueño del que

habla y cosmopea de estupores, acoge en su regazo, se des-

pierta con la bacanal de los truenos y los gritos de los marine-

ros invisibles. Más en fin, Nicodemo se desliza en el abismo. El

océano que libra asciende a simular precipicios en deliquio de

crestas. Ve surgir pirámides, es ecuóreo cometa que huye en

la órbita de ese torbellino, mientras cada ola relampaguea con

lúcida inconstancia. Aquí se curva en vapor, aquí en vértices

hace borborigmos y abre un hontanar. Meteoritos enloqueci-

dos hacen el contra canto del aire sedicioso y roto en truenos

el cielo es un alternarse de luces remotísimas y aguaceros de

tinieblas. Y en el terror nocturno que brama airado mientras

sufre la ira del pronto procelosa, Nicodemo de repente cesa de

admirar el espectáculo del cual se convierte en insensible

actor. Se desmaya y nada sabe ya de si

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Los Esotros de la embarcación, aparecen con sus ruidos.

Nicodemo escopeta en ristre, encara enseguida aquel

Armagedón. El corazón le tiembla, pierde tiempo, vuelve a subir

a la cubierta, divisa el alba que acaricia con sus manos de mar-

fil. El metal de los cañones está surgiendo al día y es deber suyo

huir de su luz, se dispone a dormir para no ver el sol, verdugo

que corta con el hacha de sus rayos el cuello de las sombras

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Escribe:

Un tumor me pudre la lengua

y el tumor que la pudre

me asesina con la perversa

lentitud de un verdugo

de pesadilla

¿Él escribió eso?

El escritor del mar océano

Escribe:

Una risa larga y trastornada

se enrosca en el vientre

del escritor del mar océano

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Escribe:

Mi boca no ríe

la podredumbre prohíbe

a mi boca la risa

Es Nicodemo

Quien escribe que un tumor

Le pudre la lengua

Y una risa larga y trastornada

Cruje en su vientre

En un día de enero

Que llueve

Y que el Invierno

Llega a las puertas

De una ciudad

Que exterminó la utopía

Pero no su memoria

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Déjenme que recuerde

Lectores del escritor

Del mar océano

Déjenme que recuerde

La escualidez del Cristo de marfil

Amarillento en los claustros

De Santo Domingo

Y la difusa, blanquecina luz de los cirios

Allá entre las piedras de los claustros

En la muy culta ciudad de San Cristóbal

Y los rezos que se iniciaban

Apenas la madrugada se insinuaba

Como un sudario helado

Entre las supuestas olas

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Déjenme que recuerde

Lectores del escritor

Del mar océano

Déjenme que recuerde

Las piedras de los claustros

Y los cirios que titilaban

A los pies de un Cristo de marfil

Amarillento, doblado, pobrecito

Sobre si mismo

Con esa mancha de sangre

En el costado

Los labios que parecían murmurar:

Eli Eli Lama…

Y sus párpados de marfil caídos

Sobre los ojos que conocieron

El fulgor torturado del desierto

De la soledad de la impotencia

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Déjenme que les recuerde

Sin ánimo de ofender

Al hacedor y sus indescifrables

Mandatos lo que me crece

Entre las piernas

A mí, el escritor del mar océano

Hijo de familia cristiana

Acariciado por las olas:

Recuerdo sin ánimo de ofensa

y quizá con gratitud

los castigos que se descargan

sobre los muchachitos frágiles

cuando sus cuerpos desoyen

lo cotidiano y a veces

crípticos mensajes que marcan

a la carne como fuente de aflicción

suciedad y congoja

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Déjenme que les recuerde

A esos muchachitos frágiles

De rodillas en la piedra húmeda

Brillosa y suave por el roce

De las rodillas de incontables

Muchachitos frágiles

Y a quienes el sudario

Helado de la madrugada

Les cortaba la nuca

Y que año tras año

Día tras día

Noche tras noche

Elevan sus cánticos

Los ojos legañosos

El sufriente, tiritando de frío

O de sueño, o de terror

O de místico placer

O de extenuación

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Page 16: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Las huellas del éxtasis

Y golpearan con varas

En la carne débil

Las tentaciones del éxtasisDéjenme que les recuerde

Y que recuerde

Que los muchachitos frágiles volvían

Noche a noche

A la intemperie de las olas

Y se entregaban

A las delicias del sueño

O a los espasmos de la pesadilla

Y mojaban sus calzones

Antes de que el sudario

Helado de la madrugada

Les mordiese la nuca

Antes de que sus confesores

Palpasen, amanecer tras amanecer

En los muslos de los muchachitos

Frágiles, la tibieza magra

Y terca de sus leches

Y el éxtasis fugaz que de esas leches

Muslos abajo nacía

Antes de que sus confesores

Los desnudasen y limpiasen

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Page 17: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Miro mi mano

esta mano

y la pluma invisible que sostiene esta mano

y la letra apretada aún firme que traza

con la pluma

esta mano

en las hojas de un cuaderno

de tapas verdes

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Miro al mar océano en el que apoyé

el cuaderno de tapas verdes

y miro

en el mar océano

un tintero con base de agua

y la vela gruesa

que alumbra el cuaderno, las olas

mi frente, mi boca

y mi mano que escribe

y una rama vacía

del otro lado del mar océano

entre la ola y yo

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Page 18: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Soy un náufrago que

escribe, que se ríe

de las vidas que vivió

que se ríe del mar océano

y de los hombres que lo cruzan

de los barcos que encarnan

y de los que renuncian a encarnar

de buques que proliferan

tenaces en el escenario de la historia

y que rompen olas

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Soy un náufrago que

mudo, mira

desde un tronco flotante

al público que lo contempla

y se ríe

se ríe sin abrir la boca

sin mover la lengua

y la risa que me sacude el vientre

suena como un cajón que se cierra

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Nicodemo, náufrago del mar océano recuerda… se recuerda

en el pupitre del banco de la escuela marítima: una pila de

hojas en blanco, la cara absorta, encajada entre las manos

abiertas y debajo de la cara absorta, el cuerpo que enflaquece

y la carne del cuerpo escasa, que se repliega sobre los duros

huesos del cuerpo y de las piernas, aún ágiles, aún nerviosas y

vibrantes y nerviosas, enfundadas en las botas de hule que se

calzó una remota noche de enero, circunspecto y rasurado, al

interrogatorio de pájaros acuáticos.

Soy un náufrago que

contempla a otro náufrago mudo

y que le devuelve

con las simetrías

implacables de un espejo

sus ahogamientos

y que sin embargo

a veces celebra la risa

del viejo Hemingway

que emerge espasmódico

sigiloso y frío

del centro del mar océano

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Deshizo, Nicodemo con ominosa arrogancia las botas moja-

das por la lluvia de esa noche de enero y la noche de enero en

que llovía pretenciosa y réproba, en la que languidecía su cuer-

po, alto y rígido de náufrago, y después, Nicodemo, alto y rígi-

do, envejecía en la más atolondrada, réproba, pretenciosa e

inmunda orilla del exilio

¡Oyó!…

alto y rígido, la voz de un individuo magro de carnes, envuelto

en un manto blanco, y el pelo y la cara absorta… y Él,

Nicodemo, náufrago del mar océano envejecía en la más ato-

londrada, pretenciosa e inmunda orilla del exilio

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Nicodemo recuerda las hojas en blanco sobre el pupitre del

banco de la escuela y cree escuchar una voz, un zumbido, un

eco milagroso que pregunta como si nunca antes le hubieran

preguntado:

¿Entabló trato carnal con sacerdotes?

Y cree escuchar la respuesta circunspecta desde sus interiores,

como si nunca hubiera respondido, rasurado y circunspecto

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Page 21: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Nicodemo recuerda las hojas en blanco y recuerda que

escribe:

Yo soy el escritor del mar océano

un cosmos

turbulento

carnal

sensual

que come

bebe

engendra

Con la primera claridad del cielo/ Y las ciudades invisibles/

Agua lisa ante mí/ Y los árboles creciendo en el agua/ troncos de

mármol surgidos de la quietud/ Y la clara agua verde y azul y

clara/ Más allá todavía/ Hacia los riscos de ámbar

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Siento frío en los dientes

¿Qué se enfría antes de que el cuerpo

deje de ser el infierno privado

que uno ama, no importa las

abominaciones

que a uno el cuerpo le impone?

¿La sangre?

¿Los pies?

se me enfrían los dientes

Escribe el escritor del mar océano:

¡Voy a morir!

Escribe con letras mayúsculas

¡NO QUIERO! NO QUIERO MORIR…

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Page 22: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Escribe Nicodemo, escribe

En una pieza sin ventanas

Su cuerpo que dispara palabras

Contra la soledad que se termina

¡Sálvenme compañeros!

Escribe Nicodemo

Sólo en la penumbra inmensa

En la que se encerró

Para no oír la risa

De los que festejan su ahogamiento

¡Compañeros sálvenme!…

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

La marea menguante

se escurre de las rocas

las sumergidas rocas

alzan chorreantes hombros

lento, poniente

que está apagando su antorcha

la luz de un barco

brilla débilmente, lejos

sobre el peso del mar océano postrado

sobre la nube baja

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Page 23: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

No sé que se hizo de mis palabras

Y yo que maté tengo miedo

Escribe el escritor del mar océano

¡Tengo miedo!

Escribe Nicodemo

Y escribe miedo con un pulso que no tiembla

Y esa palabra no es nada

No habla, no es lágrima

No identifica siquiera ese líquido

Negro, viscoso, que le sube por el cuerpo

Dentro del cuerpo

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Nicodemo se pregunta

Dónde están sus palabras

¿Qué quedó de ellas?

El mar océano…

Escribe Nicodemo, ahora

Ahora que le falta tiempo

Para poner en orden sus papeles

…se hace con palabras…

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Nicodemo mira como omedociN

Eso que se pudre y todavía

Tiembla y suplica

Abre su cuerpo en dos

Con manos como garfios

Y expone mudo

Lo que se pudre

Antes de que se enfríen los dientes

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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¡Aquí estoy!

Dice Nicodemo con su boca muda, putrefacta. Y Nicodemo

amontona las palabras que dice. Nicodemo invita a la muerte.

Desde la penumbra en la que dice. Y una sonrisa chirría en los

dientes que se enfrían. A que avance como Él: sano y entero.

Y casi pone fin al tiempo que le falta. Y cierra la fuente negra

y hedionda de las palabras que pone sobre su mente. Las res-

puestas que nada responden. La podrida fuente del miedo

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Nicodemo escribe:

¡Voy a morir!

Y Nicodemo lee una letra apretada y firme, que traga, toda-

vía, agua salada. Que va a morir si Dios así lo dispone. ¿Y qué

más lee Nicodemo en esa letra apretada y firme? ¿Detrás de

esa letra apretada y firme? ¿En los silencios de esa letra apre-

tada y firme? ¿Más cuando escribió?

Si Dios así lo permite

Una risa espasmódica

Sigilosa y fría se le enrosca

En las tripas y el agua salada

Le corroe la boca

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Uno no sabe cuándo va a morir

Uno no debe saber cómo va a morir

Lee lo que escribió

Su letra es firme y apretada

Mi pulso no tiembla

No tiembla mi corazón

No olvida que su tiempo se termina y que debe ordenar sus

papeles y escribe con el pulso firme y sin temblores bajo una

luz que se apaga. Escribe que escribe que no le importa la

muerte. Escribe que no le importa cuándo llegará el fin del

camino. Escribe:

No me importa saber

Cuando llegará el fin del camino

Page 26: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Con una mano que no tiembla

Y en el mar océano cuya luz se extingue

Nicodemo escribe:

El mar océano de la noche

de un día después

Para escribir entonces

Que ardor y madurez se contradicen

Y que la madurez crece

Cuando el ardor aprende

No hay nada detrás de nosotros

Nada debajo de nosotros

Que nos sostenga

Náufragos del mar océano

Eso somos

Para decirlo todo:

¡Muertos con permiso!

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Nicodemo recuerda las hojas en blanco

Boca arriba abre los ojos

A la oscuridad del mar océano

Y lleva su mano

La que no escribe

Hasta la entrepierna imaginada de Melissa

La siente húmeda y tibia

¿Soñé?

Se pregunta Nicodemo

La mano que no escribe

Húmeda y tibia

En el vientre desnudo de Melissa

Allí dónde para las yemas de los dedos

Para la piel de la palma de la mano

Todo es sumiso y previsto

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Page 27: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Nicodemo quien no tiene apuro oye como reviven los muer-

tos bajo sus pies flotantes. La mañana de enero es fría y el vien-

to que llega del sur le moja la cara. Nicodemo, con las riendas

flojas en las manos no tiene apuro. Siente que el viento que

llega del sur le moja las mejillas, le atraviesa la flaca piel de las

mejillas, y de a poco le calma en la boca los chirridos punzantes

que brotan de esa contusa brasa de carne que es su lengua

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉSVÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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¿Qué más falta para que la utopía

venza la realidad?

¿Qué derrota la utopía?

¿Por qué con la suficiencia pedante

de los conversos, muchos náufragos

en los días de enero

traicionan la utopía?

¿Escribo de causas o escribo de efectos?

Nicodemo escribe de efectos

Y no describe las causas

Escribe de causas

Y no describe los efectos

Escribe la historia de una carencia

Escribe la carencia de un naufragio

Page 28: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Indiferente a los gritos de muerte que lo cubren como una

humareda, el cielo de esa interminable mañana de enero,

Nicodemo vio a la bruma portadora de muerte, enrarecida por

las escenas de tortura y humillación que imaginaba y la boca

negra de la bruma y el aullido obsceno que rajaba la boca negra

de la bruma. La boca negra y rajada que espera carne para des-

garrar, la vio venir indiferente, envuelta en jirones que olían a

sangre, la vio venir y como ausente, en esa fría mañana de

enero. Nicodemo que estaba frente la bruma, con una lanza en

las manos se detuvo bajo la luz delgada y enferma del invierno

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

El viento es el mejor compañero

Piensa Nicodemo

Quien no tiene apuro

La combustión lenta y pálida

Dentro de su cuerpo

Lo sostiene sobre la epidermis

Del mar océano:

El viento helado y la niebla que suben del mar, el viento

helado y la niebla que suben del río, la luz plomiza e inmó-

vil del cielo, los sueños y las cópulas, los ruegos secretos,

los ruegos secretos con los que quiero alejar de mi carne a

la muerte

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Page 29: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Nicodemo, detenido bajo la luz delgada y como enferma del

invierno, se sumergió y alcanzó a ver el agujero que la muerte

inflingía en sus tobillos: el silencio impuesto. Y se vio a sí mis-

mo como ausente atravesar el agujero inmenso, sumergido en

una mañana interminable, hasta que reunió a los suyos, hasta

que esa combustión, lenta y pálida se apagó en su cuerpo,

hasta que recobró la palabra y su palabra recobró el énfasis y

la convicción del poseído. Y sus palabras y sus ademanes con

la convicción del poseído recobraron para el desquite, el

sumergimiento más interminable

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

56

¿Qué hizo? ¿Qué dijo si algo dijo?

Para cortar esa hemorragia de pánico

Que desorbita los ojos de los pequeños pescados

Blancos y morenos

Tan jóvenes ellos

Tan lejos de arrecifes ante el cual lucieron

Sobradores el espinerío

¿Qué hizo? ¿Qué dijo si algo dijo?

¿Se paró frente a los que se desbandaban?

¿Los puteó? ¿Carcajeó? ¿Les mentó la madre

la patria? ¿Clavó su lengua en esa inclemente geografía?

¿Estiró las manos callado sin arenga alguna en la boca?

¿Paró a los espantados para mostrarles

la cara y el cuerpo de un hombre

que había llegado hasta allí para morir?

Y al mostrarles la cara y el cuerpo de un hombre

Que había llegado hasta allí para morir

Por única vez, una mañana que parecía interminable

Llegó a su fin

Recuperado de la dispersión y el pánico de sus palabras

Encendió las hogueras de la noche

Page 30: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Piensa Nicodemo

Quien no tiene apuro

Es la tercera vez dentro de mí

esa combustión lenta y pálida

que no puedo designar con palabra alguna

Nicodemo escribe:

Acaso es mi último aliento

si Dios no dispone otra cosa

¡Ah! Esa combustión lenta y pálida

Dentro de su cuerpo

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

58

Nicodemo quien no tiene apuro escribe:

El mar océano suda

aceite y brea

las barcazas derivan

con la cambiante marea

velas rojas

anchas

a sotavento oscilan en los mástiles

las barcazas hunden

leños flotantes

torres blancas

59

EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Page 31: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Después de la roja luz de las antorchas

sobre rostros sudorosos

después del gélido

silencio en los jardines

después de la agonía en lugares pétreos

y el griterío y el lloro

y prisión y palacio y reverberación

de trueno primaveral

sobre lejanos montes:

Aquí no hay rocas/ sólo agua/ agua y no rocas/ El camino acuo-

so/ el camino serpentea entre las ondas/ que son rompientes

pétreas/ Si no hubiese agua/ me detendría a dormir en los esco-

llos/ El sudor es denso/ los pies se hunden en la niebla/ Si por lo

menos no hubiera agua entre las ondas/ Muerta marea/ Boca de

dientes cariados/ Que no puede escupir

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

60

Aquí no puede uno/ ni pararse / ni acostarse/ ni sentarse/ ni

siquiera hay silencio entre las ondas/ sino el hidrófilo trueno/ fruc-

tífero de lluvia/ Ni siquiera hay soledad entre las ondas/ sino

adustos rostros rojos que revientan de sed y encarnecen y rezon-

gan en los umbrales de olas de fango/ y sin rocas/ y también sin

agua/ y sin agua/ un manantial/ un pozo entre las rocas/ Si sólo

se oyera rumor de agua/ no la cigarra/ ni la hierba seca cantan-

do/ sino rumor de agua sobre una roca/ allí donde el zorzal canta

entre las olas/ pero no hay agua/ ¿Quién es el reflejo que camina

siempre a mi lado cuando escribo?/ solo somos dos/ cuando miro/

delante de mí/ sobre el blanco camino/ siempre hay otro que mar-

cha a mi lado/ deslizándose envuelto en jirones irreales

61

EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Page 32: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Este mar océano de nombre rítmico/ llega a mi corazón por un

camino de arterias frescas/ Él no tiene olas de hierro/ ni espejos

con ramo de flores de sol en la mano/ pero acaso ninguno le mejo-

re el cielo nítido/ Yo no diré que él sea el más hermoso/ ¡Pero es

mi mar, mi océano, mi sangre!

* * *

¡Oh/ mar océano/ órgano que se entrega a todos los retumbos/ a

todos los ecos/ desde las más suaves dulzuras hasta los fulgores de

la tormenta/ Eres al mismo tiempo:/ flauta/

oboe/

trompeta/

tam-tam/

cañón/

En ti/ las lágrimas se convierten en piedras preciosas

63

EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Nadie escucha mi voz/ si rezo o grito: soy isla asida al tallo de los

vientos/ puedo volar o hundirme/ puedo/ a veces/ entrar en tem-

blor/ hacer vibrar a todo el mar inmóvil y dormido

* * *

Mi mar océano con su pez sierra y sus corales/ mi mar océano de

musgos y de perlas/ mojado y borrascoso/ violento de dibujo y de

color/ violento de erupción y de infinito/ me cubre con su sortile-

gio y su albor de asombro/ Vago por mi mar océano y sus altas

costas/ incendiadas por un perpetuo relámpago fosfórico

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

62

Page 33: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Rodeado de mar por todas partes/ nadie escucha mi voz/ soy tie-

rra desgajándome/ Hay momentos en que él me ciega y me acobar-

da/ en que el agua es la muerte donde floto/ Pero abierto a mareas

y a ciclones/ surjo del mar-raíz roto/ crezco del mar y muero de él/

me alzo ¡para volverme en nudos desatados…!/ ¡Me come un mar

batido por las alas de arcángeles sin cielo/ sumergidos!

* * *

Ola comunicadora/ sin cifra/ sin polvo/ Ola y mi pecho salado/

por las ensenadas de los antiguos días y el joven matiz/ tierno en

los senos del cielo/ Fuerzas eruptivas trazan tus orbes

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

64

Soy como esa isla ignota/ Que palpita balanceada por árboles

jugosos/ En el centro de un mar que no me entiende/ Rodeado de

olas y de nada

* * *

Me sumerjo en la carne roja del sol/ me sumerjo en la carne

ardiente del cielo/

Que venga el colibrí/

que venga el gavilán/

que vengan los restos del horizonte/

que venga el cinocéfalo/

que venga Atlas/ portador del mundo/

que venga de los delfines una insurrección perlífera que rompa

todos los escollos/

que venga una zambullida de islas/

que vengan los ovarios del agua/ de donde broto contrito y humillado

Page 34: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Con una mano que no tiembla…

Y en el mar océano, cuya luz se extingue

Nicodemo escribe:

Me senté en la orilla a pescar

con el fresco vacío a mi espalda

¡Pondré por lo menos orden en mis aguas!

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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Nosotros somos nadie

Dijo Nicodemo, impávido, suavemente

La impávida cara-luna de Nicodemo

No palideció ni se ruborizó

Cuando dijo suavemente:

Nosotros somos nadie

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Page 35: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Llovía en el mar océano

La noche del 17 de enero

La noche del martes 17 de enero de 1991

¿Hubo en el tiempo una noche de martes

Un martes de enero y de 1991?

Iluminada por las erráticas olas

Y una lluvia intermitente y fría

Inescrutable y distante

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EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉSVÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

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¿Qué da el mar a los náufragos? Después de haber alcan-

zado en un principio ciertos éxitos, después de haber

alcanzado en un principio ciertas olas. El mar resulta a la

postre vencido, le faltan siempre conocimientos, habilidad,

medios, armas, jefes, un plan de acción fijo ante los barcos

que disponen de experiencia, habilidad y astucia

Page 36: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Hacia abajo, hacia abajo

En las tinieblas de un remolino

Va, poco a poco, Él, tierno

Él, hermoso, se va

Para ser alimento de los musgos

Anchuroso mar,

en tu vientre me entierro.

Tu caudaloso vientre

será mi sepultura,

71

EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Llovía en el mar océano

Dijo Nicodemo, impávido, suavemente

¿Hubo en el tiempo una noche de martes

Un martes de enero y de 1991?

Si la hubo, está tan lejos como el cielo

Como la leche de los ángeles

Endulzándome la boca

Tan lejos que cuelgo de una tabla

Distante y empecinado

Sin complacencia ni pedantería

Y miro despacio mis piernas

El pausado vaivén de mis piernas

Húmedas, amarillentas en el aire de enero

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

70

Page 37: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

En el mar océano

El viento se enrosca

Resplandeciente, huyendo

Arrastra cuerpos pesados

El viento se enrosca sobre su cabeza

Entre las olas, espera, escucha

Entre las olas las palabras se borran

Cernidas por el viento

Aquí entrego mi palabra enardecida,

aquí entrego mi vida,

combatida y furibunda,

aquí ofrezco un susurro,

aquí entrego mi vida…

Abierto estoy como una herida

sumergido estoy, hundido,

en medio de mi mar océano y de sus sombras.

Herido estoy,

sangrando entre ola y ola

con sangrante sonido.

Es hora de recoger mis latidos de quebranto,

VÍCTOR AVENDAÑO PORRAS

72

Page 38: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

Víctor Avendaño PorrasSan Cristóbal de Las Casa, Chiapas 1979

Doctorante en educación. Autorde los volumenes: Sintaxis de lo

nocturno, El día de la Hidra, Gristenia, Los caminos de aire

(CONECULTA-CHIAPAS, 2003) yExtracción de un sueño donde

el silencio es de oro. Poemas suyosestán incluidos en las antologías

Árbol de muchos pájaros yLos abismos de la palabra. Ha sido

galardonado con el Premio de PoesíaYdalio Huerta Escalante 2006 y el

Premio de Poesía “Joaquín VázquezAguilar”. Becario del Fondo Estatal para

la Cultura y las Artes (FOESCA) en el periodo 2000-2001-2005,

y del Programa Estímulos a la Creación y el Desarrollo Artístico

(PECDA) en 2005.

D A T O S B I O B I B L I O G R Á F I C O S

Page 39: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS

El mar océano de la noche de un día despuésse terminó de imprimir

en noviembre de 2007 en Talleres Gráficos,

en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Los interiores se tiraron sobre couché mate

de 90 grs y la portada sobre cartulina couché

de 169 kg. En su composición tipográfica

se utilizó la familia Cantoria MT.

Se imprimieron mil ejemplares.

Page 40: EL MAR OCÉANO DE LA NOCHE DE UN DÍA DESPUÉS