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MOVIMIENTO ANTI-IMPERIALISTA NÚMERO 22 MAYO, 2009 El Martinete "¡Estudiar, organizar, difundir!" (K. Liebknecht) OBAMA, POR LOS SENDEROS DEL TIO SAM

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MOVIMIENTO ANTI-IMPERIALISTA

NÚMERO 22 MAYO, 2009

El Martinete"¡Estudiar, organizar, difundir!" (K. Liebknecht)

OBAMA, POR LOS SENDEROS DEL TIO SAM

EL MARTINETE, Nº 22. MAYO, 2009

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Internacionalista, solidario,hermano de los pueblos oprimidos, como el martinete:ese ave migratoria que habita en todos los continentes

y vive y se defiende en colectividad.

Proletario, trabajador del hierro revolucionario, moldeador del metal de la nueva sociedad, como el martinete:esa herramienta de la fragua que da nueva forma a los hierros.

Profundamente obrero, arraigado en las raíces culturales que se hunden en la tierra de la historia de los pueblos, como el martinete:

ese cante flamenco que se acompaña del golpear del martillo sobre el yunque.

Así es EL MARTINETE, la voz anti-imperialista del MAI.

SUMARIO

Editorial: EL TÍO TOM

ALREDEDOR DE LA LIGA DE LOS COMUNISTAS

LOS COMUNISTAS ANTE LA CRISIS

CONFERENCIA INTERNACIONAL DE HAMBURGOConvocatoria del Movimiento Popular PerúIntervención del Movimiento Popular PerúIntervención del Movimiento Anti-Imperialista

¿KIMETZ INFORMA?

EL ASESINO DE GAVÀ

FUEGO EN LA ACRÓPOLIS

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EDITORIAL

El Tío TomBarack Obama

El Tío Sam ha salido de la Casa Blanca; pero haentrado el Tío Tom. Esta alegoría resume todo lo que dade sí el cambio que se ha producido a raíz de las últimaselecciones presidenciales en los Estados Unidos(EE.UU.). Pura apariencia. Una operación de merchan-dising para consumo de masas de la imagen de unaespecie de nuevo mesías de los desesperanzados, ope-ración pagada y animada por la clase dominante norte-americana con el objeto, precisamente, de recuperar elapoyo social –nacional e internacional– para su políticahegemonista que la era Bush había dilapidado grosera-mente. Obama pretende ser la nueva esperanza blan-ca, una especie de bálsamo con el que se quiere ofre-cer optimismo y confianza en un momento de incerti-dumbre y crisis. Esta operación de imagen a gran escalaya tuvo su precedente en J. F. Kennedy, elevado al po-der –y apartado de él– por el método del golpe de Esta-do (quien realmente ganó las elecciones de 1960 fueNixon) como tabla de salvación de la credibilidad delsistema. Para aupar a Obama, sin embargo, ha bastadocon un golpe mediático. Sólo esperamos, por el bien dela clarividencia futura de esa progresía que hoy experi-menta una especie de catarsis colectiva a nivel planeta-rio, que a este nuevo prócer de la humanidad se le détiempo para mostrarse como el gran fraude que es y nolo conviertan en un nuevo mártir de la democracia y enotro mito para consumo de la beautiful people ameri-cana.

Obama superó la última prueba de su procesode conversión en Tío Tom en plena campaña electoral,cuando rompió con su mentor espiritual, Jeremiah Wrighty su Iglesia Unida de la Trinidad de Cristo, uno de esosreductos de negros donde, entre cánticos e invocacionesde redención supramundana, se intenta que no se borrede la memoria de la comunidad afroamericana la con-ciencia de que el amo blanco sólo se disfrazó de aboli-cionista cuando fue necesario y que el negro sigue sien-do esclavo: de la plantación de algodón a la fábrica y dellátigo al suburbio urbano, esos fueron todos los cambios.Como negro domesticado, Obama ha sido colocado ahípor el sistema de los blancos como lenitivo espiritual delas masas, mientras se aplican las medidas necesariaspara recuperar y justificar el reflote del capitalismo. Yaha puesto manos a la obra dirigiendo sus esfuerzos en larevivificación de las instituciones del capital, hundidasen el marasmo de la crisis, y diseñando una política in-

ternacional de gran potencia claramente continuista. Esosí, como el personaje de la novela de Harriet BeecherStore, siempre comprensivo con la autoridad del amo ylas relaciones de explotación que representa, este nuevoTío Tom adobará toda su política con cierto grado decaridad y de mística cristianas, para que el imperialismonorteamericano presente ante la opinión pública un per-fil bajo. En resumen, el mismo palo, pero un poco másde zanahoria.

Palestina

Aparte de las puestas en escena y de losgrandilocuentes discursos, el continuismo de la políticadel actual inquilino de la Casa Blanca se puso de mani-fiesto no sólo con la elección de un equipo extraído di-rectamente de los colaboradores de la AdministraciónClinton y con los escándalos de corrupción que acompa-ñaron a varios de ellos, que emborronaron la imagen deimpoluta moralidad que pretende dar su mentor, sino,sobre todo, cuando éste se inhibió de la crisis de Gaza delas navidades pasadas, mientras, como Presidente Elec-to, se involucraba personalmente en las decisiones deltodavía mandatario Georg W. Bush sobre el rescate delas grandes empresas financieras norteamericanas enquiebra. Para los palestinos no hubo grandes palabras.Tras la tregua, Hillary Clinton ha llevado a Oriente Próxi-mo la misma hoja de ruta que Washington defiende comosolución al conflicto desde los acuerdos Madrid-Oslo:dos pueblos, dos Estados en Palestina. Este programaes también el de la burguesía palestina aliada al imperia-lismo, dirigida por Al Fatah y el traidor Mahmud Abbas,amigos del sionismo y enemigos de su pueblo. Por suparte, la dependencia del Estado israelí del imperialismoobliga a sus líderes a aceptar formalmente esa hoja deruta, pero aplicando de hecho una política de obstaculi-zación y de imposición del statu quo por medio de laprovocación sistemática a Hamás, con el propósito dealargar el conflicto todo lo posible, hasta que la comuni-dad internacional acepte poner un techo a la soberaníadel pueblo palestino que no sobrepase la actual autono-mía de la Autoridad Nacional Palestina. Al imperialismole interesa la articulación política de Palestina sobre labase de la alianza entre las burguesías judía y palestina,con el fin de generar un escenario de equilibrio geopolíticoque permita frenar la influencia siria e iraní en la zona; elsionismo sólo añade a este proyecto que, en esa alianza,los palestinos jueguen un papel subordinado.

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Tras el fracaso de las organizacionesrevisionistas y su política de frente único con la burgue-sía (OLP), quien se ha puesto a la cabeza de la lucha delpueblo palestino por su verdadera independencia ha sidoHamás, que, como vanguardia de la resistencia de lasmasas, domina la Franja de Gaza y gana progresiva-mente adeptos en Cisjordania. Pero, la evolución políti-ca del grupo sunní hacia la realpolitik –sobre todo, des-de su participación en las elecciones de 2006– para sureconocimiento internacional como interlocutor en elconflicto, evolución que le conduce progresivamente ala rebaja de su programa original de liberación de todo elterritorio palestino ocupado desde 1948 y abre la ten-dencia, cada vez más marcada, de limitar sus reivindica-ciones a la edificación de un Estado islámico en los terri-torios de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, ha condu-cido a Hamás hacia la convergencia con un marco es-tratégico que comparten o pueden compartir, en lo fun-damental, el resto de los actores en la región, al mismotiempo que le aleja de la verdadera solución del proble-ma palestino: la destrucción del Estado sionista. El pro-grama basado en la autodeterminación nacional sobrelos territorios ocupados en 1967, con garantías de respe-to a la forma de gobierno elegida por el pueblo (proba-blemente, un Estado islámico), de comunicación geográ-fica entre Cisjordania y Gaza, de liberación de los pre-sos y de retorno de los exiliados, etc., implica el recono-cimiento del Estado sionista y supone la bancarrota polí-tica de la pequeña burguesía para encabezar la lucha deliberación del pueblo palestino. La única clase que pue-de tomar en sus manos este proyecto de manera conse-cuente es el proletariado, integrándolo dentro de un pro-grama más amplio y completamente diferente de eman-cipación, el programa de la Revolución Proletaria Mun-dial. La revolución palestina tiene indudablemente uncarácter democrático-nacional; pero su consecución nopuede ni debe seguir la línea de confrontación nacióncontra nación, como hasta ahora, sino la de confronta-ción entre clases. También es indudable el carácterantiimperialista de esa revolución y que, entre sus ta-reas, se encuentra el barrimiento de la hegemonía delimperialismo en la zona, hegemonía por la que vela elEstado polizonte de Israel. Por estas razones, la solu-ción no puede recaer en manos de la alianza nacional dela burguesía y las clases populares palestinas, sino en lasde una nueva alianza internacionalista entre el proleta-riado judío y las masas árabes contra el sionismo, el im-perialismo y la burguesía palestina, con el objetivo de unEstado democrático plurinacional dirigido por el proleta-riado en todo el territorio de Palestina. Si esto, hoy, pue-de parecer una quimera, se debe a las décadas de domi-nio revisionista, que ha imposibilitado la elaboración deuna línea de clase independiente que pudiera influir en eldecurso del conflicto. En Palestina, todos los agentessociales tienen un programa, excepto la clase obrera.La lucha por el derecho de autodeterminación nacionalforma parte del ideario de la revolución proletaria, pero

no puede aplicarse en abstracto, independientemente delas condiciones específicas y concretas de la lucha declases en un escenario tan complejo como el de Palesti-na. Pero, antes, se precisa de la reconstitución de unverdadero Partido Comunista revolucionario, que pugnepor la dirección ideológica y política y por imponer unnuevo programa de liberación para transformar la gue-rra de resistencia popular de Hamás en guerra popularde todas las clases explotadas y oprimidas en Palestina.

El espíritu de Praga

En cuanto a los síntomas de continuismo de lapolítica imperialista norteamericana que ofrecen las pri-meras decisiones de Obama, deben destacarse el tem-prano rifi rafe que ya le ha enfrentado con Chávez y elmantenimiento del bloqueo, algo rebajado, a Cuba, queponen de manifiesto su baja tolerancia con quienes tra-ten de discutir la primacía yanqui en América Latina.

Respecto a otras potencias, demuestra su de-seo de mantener la dialéctica de la tensión, insinuandoque China representa una amenaza militar, o excluyen-do de su agenda política toda negociación con Moscúacerca del escudo antimisiles instalado en Polonia y laRepública Checa o acerca del estrechamiento del cercode la OTAN sobre las fronteras occidentales de Rusia.

En su discurso del 5 de abril, durante su visita aPraga, Obama habló, emulando a Kennedy en Berlín,sobre sus grandes planes para el mundo, entre ellos, lapaz universal y la eliminación de las armas nucleares.Ya se habla del espíritu de Praga. Desde este espíritu,censuró la prueba balística que Corea del Norte realizóese mismo día, denunciando, como si repentinamente sehubiera olvidado de que representa a la primera poten-cia nuclear, la falta de respeto de algunos por las reglasdel juego. Las reglas del juego, naturalmente, son lasque impone el imperio y las que debe respetar todo aquélque quiera jugar en la cancha del nuevo orden que quieretraer Obama. En este juego sólo puede participar unselecto club de países, fuera del cual todo pretendientesegundón a potencia nuclear recibirá amenazas comotoda respuesta: la escalada de la tensión como métodode relaciones internacionales, el mismo método que apli-có su admirado Kennedy (Cuba, Alemania, Vietnam…).El espíritu hegemonista de Praga, sin embargo, va dirigi-do fundamentalmente contra Rusia y China. La idea deinstalar un escudo antimisiles en Europa se remonta a laépoca de la Administración Reagan. En los 80, los EE.UU. ofrecieron a la URSS una propuesta parecida dedesnuclearización armamentística. Pero la reducción delarsenal atómico, con un escudo antimisiles instalado aloeste del telón de acero, suponía, de hecho, la superio-ridad estratégica para la OTAN. Lógicamente, los so-viéticos no cayeron en la trampa –como no caerán hoylos rusos, que ya han anunciado un programa de rear-me– y respondieron que preferían continuar con la polí-tica de distensión nuclear y de limitación del armamento

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atómico en el marco de los acuerdos SALT-START.Reagan retiró el proyecto de guerra de las galaxiaspor su alto coste, pero el fin de la guerra fría y su con-dición de superpotencia permiten hoy a los yanquis re-cuperar ese antiguo plan fuera del alcance de las posibi-lidades económicas y tecnológicas de sus contrincantes,que le garantizará su hegemonía militar durante muchosaños. Algo importante desde sus intereses como poten-cia mundial, ahora que la crisis ha puesto de manifiestoel deterioro de su pujanza económica. Así, pues, el espí-ritu de Praga no sólo huele a rancio, sino que trata dedisfrazar de paloma al halcón y persigue salvaguardar elpapel de gendarme de EE. UU. en el concierto mundial.

Finalmente, en el Medio Oriente, más de lo mis-mo. A cambio de la promesa de una futura retirada deIrak, con el gobierno títere ya relativamente consolida-do, Obama quiere iniciar la escalada militar en Afganistán,con el envío de 17.000 soldados más, que se unirán a los36.000 efectivos norteamericanos ya existentes. Peoraún. Como Kennedy en Indochina, augura una escaladaregional, ya que pretende abordar la situación enAfganistán y en Pakistán como un único y mismo pro-blema. Algo que ni siquiera planteó el militarista Bush.Las decenas de civiles muertos que han dejado comosaldo los sucesivos raids aéreos no tripulados que losyanquis han realizado desde enero sobre territorio fron-terizo pakistaní dan buena cuenta de los verdaderos pla-nes de Obama para la zona.

Londres

En política económica es donde mejor se mues-tra Obama como genuino representante del capital fi-nanciero, como el hombre de Wall Street. A la Cumbrede Londres del G-20, celebrada en abril, el presidentenorteamericano llevó la misma receta de reactivaciónpara la economía mundial que ha aplicado en su país,receta basada en la socialización de las pérdidas delmercado financiero y en la inyección sin condiciones decrédito a favor de los empresas financieras sincontraprestación alguna. La medida de poner límite alas primas de los ejecutivos de las empresas que hanrecibido ayudas, provocada por el escándalo de la ase-guradora AIG, es una concesión a la ciudadanía sobrecuyas espaldas van a recaer, como ya ha confesadopúblicamente Obama, los costos de la recuperación eco-nómica. Esta medida tiene algunas lecturas de ordenideológico. En primer lugar, pone fin al mito del sueñoamericano. En el país de las oportunidades se estátomando cada vez más conciencia de que el ideal delenriquecimiento egoísta debe ser contrastado con el costesocial que produce y que la ideología del lucro individualcomo lema de la actividad económica se revela cadavez más claramente como lo que en realidad es, la ideo-logía del pelotazo. En el paraíso del enriquecimientopersonal sin trabas, fundado en la competencia sin es-crúpulos entre los individuos y en la cultura del triunfa-

dor, el correctivo a los directivos de AIG es algo inusita-do porque pone en cuestión ese mismo esquema de va-lores, reconociendo tácitamente límites al derecho alenriquecimiento particular a costa de otros; significa labancarrota del derecho de cada particular a soñar conel pelotazo que le permita triunfar en la selva del mer-cado capitalista.

Los directivos de AIG y similares no sólo hanpagado de sus bolsillos el cambio repentino de reglas enun juego ayer plenamente lícito, como víctimaspropiciatorias sacrificadas por la situación de emergen-cia en nombre del consenso social y la unidad de clases,sino que también se han cargado con el sambenito deser los causantes de la quiebra de sus empresas y, porextensión, de la crisis, mientras, irónicamente, la libertadde mercado y las corporaciones se libran de toda res-ponsabilidad y se benefician de los fondos públicos. Porconsiguiente, naturalmente, la culpa de la crisis no es delsistema capitalista, sino que, como reza la Declaraciónfinal de Londres, es achacable a “grandes fallos en elsector financiero y en la regularización y la supervisiónfinancieras”. Encontradas las cabezas de turco adecua-das –los ejecutivos o los riesgos tomados por algunasempresas–, se puede remitir todo a un problema de ges-tión del sistema y no a una cuestión de estructura delmismo. Nada extraño, procediendo dicha Declaraciónde los representantes del capitalismo como estructuraeconómica mundial; aunque algo paradójico, tratándosecomo se trata de los responsables más altos de su ges-tión. Al menos, no se ha alcanzado el extremo de lasafirmaciones de Sarkozy, quien ha llegado a decir queesta crisis “no es la del capitalismo”, que, al contrario, es“la crisis de un sistema que se aleja de los valores másfundamentales del capitalismo”. Y es que el espíritu delcapitalismo consiste, según el credo neoliberal del Presi-dente de la V República, en que los bancos financien eldesarrollo económico en lugar de dedicarse a la especu-lación. ¿En qué sistema habrá vivido este señor todosestos años?

Entonces, como el sistema es viable y sus insti-tuciones inocentes, de Londres sólo podían esperarsereformas alicortas. No sólo no se han reformado los or-ganismos del capitalismo mundial, ni se han puesto encuestión las relaciones económicas desiguales que pro-duce (sólo se han puesto objeciones al proteccionismo ya los paraísos fiscales), sino que, muy al contrario, hansalido reforzados con el aumento de sus competencias yde sus dotaciones. El FMI, por ejemplo, triplicará susrecursos y seguirá ejerciendo el papel de gran oráculode la economía internacional. El pretendido nuevo or-den que los crédulos esperaban que saliera de la Cum-bre de Londres es un fraude: el G-20 sólo ha acordadoel apuntalamiento del viejo y podrido sistema de BrettonWoods. Al parecer, a Obama le acompaña, por dondequiera que vaya, el olor a rancio de su nostalgia por susadmirados héroes del pasado y del traje raído de Lincolncon el que se ha vestido.

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La crisis

Si alguien ha salido fortalecido deesta crisis es Marx (mucho más que elmarxismo). Nos hallamos ante una típicacrisis cíclica de superproducción capitalis-ta, que sigue al pie de la letra el canon esta-blecido por los análisis de Marx en El capi-tal. Naturalmente, en su expresiónfenomenológica, la crisis presenta en estaocasión peculiaridades originales. No envano, el capitalismo actual no es el de 1929,cuando la crisis se inició con un crash bur-sátil; la de 2007 comenzó con el estallido dela burbuja de las hipotecas subprime, quearrastró al mercado financiero a través delos bonos tóxicos. Dicen que, tras el vier-nes negro, había que andarse con cuidadoal caminar por las aceras de Wall Street,porque te podía caer encima alguno de losdesesperados magnates recién arruinados.Hoy, los magnates se van a balnearios decinco estrellas tras cerrar por quiebra paradesestresarse, y los únicos desesperadosson los obreros despedidos y los pequeñosempresarios, que amenazan con huelgas dehambre o con inmolarse a lo bonzo, o quese cuelgan de las grúas de las obras exi-giendo que se les pague lo que se les debe.En los años 30, los Estados metieron en cin-tura a los mercados; pero las medidas to-madas hasta ahora por los gobiernos vanen la línea de redimir al mercado y al capital: el capitalsocial, la burguesía capitalista como clase, no pagará lacrisis; sólo los capitalistas tomados individualmente, ypreferiblemente los más pequeños; en cambio, los tra-bajadores sí que la sufrirán como clase.

No es éste el lugar para extenderse en un análi-sis pormenorizado de esta nueva crisis de superproduc-ción capitalista. Sólo señalaremos que presenta dos com-ponentes estrechamente vinculados entre sí. Por unaparte, es efecto de la ley, inherente al modo de produc-ción capitalista, de la tendencia a la caída de la tasa deganancia, después de un periodo de prosperidad basadoen la expansión y la saturación del mercado de ciertasramas de la producción (superproducción), principalmen-te la construcción (adonde se dirigieron mayoritariamentelas inversiones, sobre todo a partir de 2000, tras la crisisde las .com), y que ha afectado directamente al sistemafinanciero, que respaldaba crediticiamente esa expan-sión. Por otra parte, la crisis es efecto del colapso de losinstrumentos de compensación –o “contrarrestantes”,como diría Marx– de esa ley económica del capitalismoque habían sido ideados principalmente por el mundo delas altas finanzas –que, en el capitalismo moderno, con-trola omnímodamente mercados y esfera productiva– y

había aplicado durante dos décadas. Aunque la crisis semanifieste primeramente en determinadas ramas eco-nómicas, la tendencia decreciente de la tasa de ganan-cia afecta a todo el capital social; por eso, la concentra-ción de las inversiones en esos sectores no había sidomás que el efecto reactivo del mercado, que permite elflujo de capitales entre las distintas ramas para compen-sar los desequilibrios entre las distintas cuotas de ganan-cia sectoriales en función de una tasa media de benefi-cios. Pero, como el movimiento del mercado de capita-les sólo determina la tendencia a una tasa media de ga-nancia para el capital y, por sí solo, apenas influye en latendencia a la baja de esa tasa media y no puede neutra-lizarla, el capitalismo busca otros mecanismos que va-yan más allá de la compensación concurrencial y permi-tan la inversión de esa tendencia. En el Libro III de sumagna obra, Marx describe algunos de estos mecanis-mos: aumento del grado de explotación del trabajo, re-ducción del salario por debajo del valor de la fuerza detrabajo (medidas que pide a gritos ahora la CEOE cuan-do habla de trabajar más y cobrar menos, de abaratar yflexibilizar el despido, etc.), abaratamiento de los ele-mentos del capital constante (por el que vela, por ejem-plo, el ecologismo, al que se ha apuntado Ruiz-Gallardón,

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que quiere multar a los madrileños que no separen susbasuras para reciclar y ofrecer, así, a la industria mate-rias primas semielaboradas y mucho más baratas), etc.El capital trata de imponer estos medios contrarrestantesde manera permanente; depende de la lucha de clasesque tenga éxito o no. En todo caso, constreñir, por partedel proletariado, su lucha en el marco de la resistenciacontra esas medidas no le coloca en posición de cuestio-nar sus causas ni los presupuestos económicos sobre losque se sostienen, las relaciones de producción capitalis-tas.

Desde la década de los 90, ya sea por la dificul-tad en aplicar esos medios clásicos de compensaciónde la caída de la tasa de ganancia, ya por su relativainoperancia (Marx habla también del comercio exteriory del aumento del capital en acciones, fórmulas muy in-tegradas por el capitalismo monopolista moderno, y porello, tal vez, bastantes agotadas), los capitalistas han idoinventando nuevos métodos que suplieran o se superpu-sieran a aquellos otros. La mayoría de ellos son produc-to de la ingeniería financiera, que ha puesto en prácticauna idea tan pretenciosa como original en la historia delcapitalismo. Como la cuota de ganancia es la proporciónentre el trabajo no retribuido a los obreros, el plustrabajoo plusvalía, y todo el capital invertido, y como la crecien-te composición orgánica del capital social, que se derivadel mayor crecimiento relativo de las inversiones en ca-pital constante frente al capital variable, propio de estemodo de producción, reducen progresivamente la masade trabajo vivo, con lo que se obtienen tasas de gananciacada vez más bajas, aunque la cuota y la masas deplusvalía aumenten, ¿qué mejor método para compen-sar el progresivo menor peso relativo de la plusvalía ge-nerada por la fuerza de trabajo en la economía socialque, a través de nuevos instrumentos financieros inven-tados ad hoc, se pueda introducir en el mercado y con-tabilizar a crédito también la plusvalía que la fuerza detrabajo generará en el futuro? De este modo, el agrega-do contable de una mayor masa de valor nuevo creado––aunque sea ficticiamente– permite compensar, enmayor medida, la tendencia a la caída de la tasa de be-neficio del capital social. El problema es que esto sólopuede hacerse en la esfera de las finanzas y dispara laespeculación financiera. Frente a la producción real, sedesarrolla toda una economía ficticia paralela, que pron-to se acercará a aquélla bajo la forma de créditos ba-sura, única manera de capitalizar la plusvalía aún nocreada. Pero, mientras tanto, el sistema ha ampliado susmárgenes permitiendo que los capitalistas compitan en-tre sí por el reparto de la plusvalía presente y futura, y suéxito ha sido tal que permitió a este sector del capitalis-mo financiero diferenciarse e independizarse de la ban-ca tradicional. La hipertrofia de esa economía fantasma(superproducción de efectos financieros y saturación delmercado de estos productos) terminará haciendo que sedesmorone en el momento en que algún factor de con-fianza falle y ponga en cuestión todo el artificio. Los

futuros financieros son instrumentos de crédito, es de-cir, de confianza entre los capitalistas. Si en algún pun-to del edificio especulativo falla la confianza, todo sederrumba como un castillo de naipes. Si por sus carac-terísticas propias, este entramado especulativo se habíavinculado más estrechamente al sector de la construc-ción que a otros (tasas de ganancia más altas y alto gra-do de sujeción del consumidor) como punto de apoyo enla economía real, ha sido a partir de los desequilibriosdetectados en este sector que se ha encendido la luz dealarma en el sistema financiero y, a través de él, en laeconomía capitalista global.

Los límites del capitalismo

Por consiguiente, los agentes que han provoca-do esta crisis no son ajenos al capitalismo, como preten-den Sarkozy y los ideólogos neoliberales. Al contrario,son producto genuino de las contradicciones del capita-lismo y responden a una necesidad inherente a este modode producción, la de garantizar una cuota de ganancia alas inversiones de capital. En el capítulo de El capitaldedicado al análisis de la ley de la tendencia decrecientede la cuota de ganancia, Marx asocia esta ley con elproblema de los límites de la producción capitalista. Pre-cisamente, es en la lucha contra estos límites que el ca-pitalismo debe hallar o inventar mecanismos que le per-mitan extenderlos más allá en cada rotación del capital oen cada ciclo económico. Al hacerlo, crea sus propiosmonstruos, que acercarán la próxima crisis.

Marx, sin embargo, nunca afirmó que existieraun límite absoluto en el desarrollo del capitalismo. Poreso, insistió en que la ley de la decreciente tasa de ga-nancia refleja únicamente una tendencia, y que el fenó-meno de la superproducción capitalista –la mejor expre-sión de esta tendencia– no impone ningunos límites, ni ala producción en general ni al modo capitalista de pro-ducción en particular. La contradicción, propia del capi-talismo, entre el desarrollo absoluto de las fuerzas pro-ductivas y la valorización del capital –contradicción quedetermina aquella ley–, se resuelve o puede resolversedentro del capitalismo, aunque sea al precio de la desva-lorización del propio capital, como ocurre con la des-trucción de medios de producción y valores de uso du-rante las crisis, o con la destrucción de fuerzas produc-tivas durante las guerras que provoca el capital para hacertabla rasa y reiniciarse de nuevo con inversiones denueva planta y cuotas de ganancia altas. Los límites delmodo de producción capitalista son sus crisis cíclicas,que no pueden destruir el sistema, sino sólo crear condi-ciones objetivas, sociales y políticas, para ello. Pero estoobliga a salirse del marco de las relaciones económicasy obliga a abordar tareas de otra índole, principalmente,política e ideológica. En la época del imperialismo, en laépoca de la crisis general del capitalismo, los ciclos crí-ticos sólo acentúan la caída histórica del modo de pro-ducción, ampliando la base de los elementos objetivos

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sobre los que apoyar un proyecto político de destruccióndel capitalismo, al mismo tiempo que demuestran pal-mariamente que no existe un punto crítico económicoque, por sí solo, provoque el derrumbe del capitalismo.Por eso, en las condiciones del imperialismo, para losmarxistas no está en el orden del día el problema delanálisis de la coyuntura económica y su aprovechamientopolítico, ni siquiera en época de crisis, sino el programade acción y organización revolucionarias del proletaria-do.

Sin embargo, la teoría del derrumbe capitalis-ta –obra del revisionismo de la II Internacional–, queintroduce el determinismo y el fatalismo filosóficos en elmarxismo, sigue formando parte del credo de losrevisionistas modernos, que dominan el movimiento co-munista en la actualidad. Es por ello que insisten en po-ner en el centro la lucha de clases económica del prole-tariado y en dotar a su línea política de una orientaciónresistencialista y reformista. Pero, esta línea sólo servi-rá, aun en caso de éxito, para que el capitalismo puedarealizar sus ajustes, aunque sea a un precio más alto,pero nunca para desbordarlo. La historia ofrece muchosejemplos de ello, como la España del periodo 1975-1982,cuando, en plena crisis, la burguesía hizo muchas conce-siones económicas a un activo movimiento obrero mien-tras ultimaba la transición política, para, una vez conso-lidada la nueva forma de Estado, recuperar sin muchoesfuerzo lo que antes había perdido. Desde la experien-cia de la historia, la persistencia en la estrategia sindica-lista o economicista, que pretende aprovechar la luchaespontánea de las masas, espoleadas por la crisis, paraelevarlas desde la lucha por sus reivindicaciones inme-diatas hacia la lucha política revolucionaria, ha fracasa-do estrepitosamente una y otra vez.

Esta estrategia se fundamenta en la creencia dela posibilidad del derrumbe, es decir, en que las crisisdebilitan tanto al capitalismo y predisponen a las masastanto contra él que bastará con patear al sistema (conuna insurrección) para que caiga casi por sí solo. Pero,el sistema de dominación del capital no se derrumbaráporque se debiliten en un momento determinado sus ba-ses económicas, si no se resiente y sufre también ungrave desgaste su aparato político e ideológico. La líneaoportunista de derribar un gobierno para instalar otro nosirve a la revolución proletaria, porque no se trata de unrelevo entre clases en el control del Estado, sino de des-truir al Estado. La experiencia de nuestro movimientoen la construcción del socialismo ha demostrado que fra-casará toda iniciativa en la medida en que instrumentaliceal viejo Estado o a parte de él para cumplir las tareas dela revolución y no sea capaz de generar nuevo poderpara ese fin. Por esta razón, el capitalismo no puedederrumbarse desde su crisis económica, sino sólo desdesu crisis política, que sólo es posible desde la construc-ción de nuevo poder en guerra popular como el únicomodo de quebrar y destruir el poder del viejo Estado. Eneste cometido, la crisis económica –y la lucha económi-

ca en general– sólo puede ser punto de apoyo de la lu-cha del proletariado, nunca el centro o el campo princi-pal de esa lucha.

El proletariado frente a la crisis

Los análisis económicos de la presente coyun-tura que realizan los revisionistas, a veces sesudos y enocasiones interesantes, tienen como denominador comúnel atribuir la crisis tanto al capitalismo como sistemacomo a las políticas neoliberales de los gobiernos. Estaambigüedad les permite, a la hora de proponer progra-mas de acción, remitirse a medidas de tipo socialdemó-crata, en el sentido de reivindicar un mayor control delmercado y de los factores de la producción, o de cortekeynesiano, en el sentido de reforzar al Estado comoagente económico. Defienden que con medidas como lanacionalización de la banca y de las grandes corporacio-nes se golpea al capitalismo, reduciendo su campo deacción al mismo tiempo que se mejora la situación de losexplotados y se amplía el margen de maniobra de susorganizaciones políticas. El hecho de que no se alce nin-guna voz del lado de la burguesía a favor de la interven-ción más acentuada y dirigista del Estado en la econo-mía parece que refrenda la idea de que ese programareformista del revisionismo se corresponde con los inte-reses inmediatos de las masas desde el punto de vistadel camino que ha de tomarse para superar la crisis.Pero que el retorno del keynesianismo como principioteórico orientador de la política económica no forme partedel debate entre los economistas burgueses no significaque, en la práctica, los Estados no estén tomando yamedidas propias de esta escuela. Los miles de millonespara el fomento de las obras públicas cedidos a los ayun-tamientos por el Gobierno Zapatero son buena pruebade ello; por no hablar de las billonarias ayudas y las na-cionalizaciones de empresas que ya han realizado losEstados, que hacen ocioso este debate. Lo que ocurrees que la oposición liberalismo-intervencionismo, que sedio en los años 30, ya no existe. En la actualidad, ambascorrientes del pensamiento económico burgués son com-plementarias (y contra lo que se cree habitualmente, estacomplementariedad ha devenido en lo que se conocecomo neoliberalismo económico). Si algo ha hecho estacrisis ha sido demostrar palmariamente esta verdad. Elcapitalismo, en su desarrollo, se ha transformado: delcapitalismo monopolista de la primera mitad del siglo XX,ha pasado a capitalismo monopolista de Estado. La so-cialización de las fuerzas productivas por el capital haalcanzado tal grado que resulta imposible la estabilidaddel sistema sin la acción permanente del Estado. La de-fensa, por parte del revisionismo, de medidassocialreformistas, de la economía estatal y del controlpúblico del mercado, sólo indica el traslado paralelo delas posiciones de clase de ciertos sectores sociales queha tenido lugar, después de la Segunda Guerra Mundial,en los países imperialistas, principalmente por lo que se

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refiere a la aristocracia obrera. Esta fracción privilegia-da de la clase obrera hace tiempo que cruzó el Rubicón,y se ha pasado al otro lado de la frontera que separa losintereses de la burguesía de los del proletariado, aliándo-se con el capital y compartiendo con él la explotaciónimperialista de los países oprimidos y de las masas tra-bajadoras propias. Por esta razón, su ideología incluyeuna imagen del Estado como aparato político neutral ocomo benefactor social y, por eso, diseñan políticas enlas que prima la unidad de clases sobre la lucha de cla-ses. Los sindicatos y las organizaciones revisionistas sonlos principales representantes de esta fracción privile-giada del proletariado, y son ellos los que se han apro-piado del programa económico que la burguesía refor-mista abandonó en los años 70, con la última gran crisiscapitalista, con el fin de articular un discurso propio eindependiente, que le permita consolidar su base socio-lógica y organizarse políticamente para concurrir en lasluchas de clases y en el reparto del poder dentro delsistema de la dictadura del capital, tenga ésta la formaque tenga.

El reformismo social y la estatalización econó-mica no son el programa del proletariado frente a la cri-sis. Quienes defienden este programa están integradoso desean integrarse en el sistema burgués. Por ello ypara ello, ofrecen la paz social, a veces escondida tras laverborrea radical de los republicanistas. Ni los sindica-tos prevén convocar una huelga general, a pesar de quelos parados ya llegan a casi 4 millones –algo inaudito enlos últimos 30 años, en que se convocaron huelgas gene-rales con menos motivos–, ni los revisionistas difundenconsignas que vayan más allá de la necesidad de “salirde la crisis” o de que ésta “la paguen ellos”. Pero estetipo de llamamientos sólo pone de manifiesto la voluntadde alcanzar, en el largo plazo, un pacto para el repartojusto entre los agentes económicos de los costos de lacrisis. Las consecuencias ideológicas de esta líneaconciliacionista, aplicada durante décadas, ha conduci-do, y sólo podía conducir, a episodios como el de lostrabajadores de la SEAT en Martorell, digno de elogio yejemplo a seguir para el gobierno y la patronal. El obrerobien pagado es el prototipo social, al mismo tiempo quela base sociológica, de los sindicatos y del revisionismo;por eso, han terminado reduciendo su política a la defen-sa del modo de vida del obrero acomodado y han culti-vado su conciencia de esclavo asalariado. La hipóstasisde reivindicaciones como el salario digno o justo y elpuesto de trabajo en el programa de acción del movi-miento obrero, no sólo ha alejado completamente a lasmasas de los problemas de la revolución, sino que tam-bién, y sobre todo, ha enajenado a las organizacionesobreras, del tipo que sean, de las masas hondas y pro-fundas de la clase proletaria. Estas masas no están, porsupuesto, con los partidos revisionistas; ni tampoco enlos sindicatos, como pretenden esos partidos para justifi-car su táctica entrista-colaboracionista de “ganar a lossindicatos” de clase y expulsar a sus direcciones “buro-

cráticas” (por cierto, luego dirán que esta táctica no valepara la revolución y que ellos no quieren cambiar elsistema desde dentro, a pesar de que, para empezar,piden un cambio republicano en la forma de gobierno delmismo Estado). Por eso, no sienten ninguna presión desdela base que les obligue a cambiar su política de parálisisy desmovilización social, porque las grandes masas es-tán desorganizadas y han dado la espalda a los repre-sentantes del obrero de cuello duro. Es el servicio queéstos han prestado al capital.

El programa del proletariado frente a la crisis esla revolución. Acabar con el capitalismo es la única ver-dadera solución. Los oportunistas dirán que esto esmaximalismo o doctrinarismo; pero lo cierto es que surebaja reformista del programa del proletariado tampo-co resuelve las reivindicaciones acuciantes de los traba-jadores ahora mismo. Los oportunistas no dan trabajo alos parados. Sólo les ofrecen luchar por un puesto detrabajo. Entonces, si se trata de luchar, ¿por qué no ha-cerlo por la revolución? ¿Porque los obreros no com-prenden esto, porque no tienen conciencia revoluciona-ria? Será porque los revisionistas, sindicalistas y demásralea oportunista se han dedicado a negársela durantedécadas. Pero los obreros sí tienen disposición para lalucha. En Grenoble y otros lugares de Europa han llega-do a secuestrar a los directivos de sus empresas con elfin de… ¡negociar los despidos! La desproporción entrefines y medios es tan descabellada y la escena tanrocambolesca que resulta alarmante. Desde luego, talesexcentricidades hay que asignárselas al haber delrevisionismo y del sindicalismo, que han educado al obreroen el culto de la propiedad de su puesto de trabajo, siem-pre, eso sí, desde la moderación y el pragmatismo; aun-que, esta vez, la cosa se les ha ido de las manos. Sinembargo, estos hechos tienen dos lecturas positivas.Primero: los obreros pueden desbordar, en determina-das circunstancias, los cauces que le imponen la bur-guesía y el sindicalismo. Segundo: si los obreros estándispuestos a ir a la cárcel por negociar con sus explota-dores, ¿hasta dónde no llegarán por deshacerse de susexplotadores? Únicamente hay que infundirles este de-seo; sólo es preciso que su partido les eduque y organicepara que la causa por la que luchen sea la única por laque merece la pena poner en peligro la propia seguridad:la revolución comunista.

Frente a la crisis, la revolución. Pero, no conesta crisis. Antes, hay que reconstituir el Partido Comu-nista que organice la crisis social y política del capitalis-mo y su Estado.

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Alrededor de la Liga de los Comunistas

La Liga de los Comunistas supone un mo-mento cardinal en la historia y conformación denuestra clase proletaria como sujeto revolucionario.Representa la primera organización de cierta enti-dad donde se van a introducir las ideas de Marx yEngels, y donde los fundadores de los pilares denuestra concepción del mundo van a desplegar unaactividad que, por ejemplo, dará lugar al ManifiestoComunista, primera exposición sistemática de nues-tra cosmovisión.

Asimismo, será desde esta organización des-de la que pasarán a sumergirse en los acontecimien-tos revolucionarios de 1848, primera y única oca-sión en la que estos gigantes del proletariado ten-drán un contacto directo con una experiencia revo-lucionaria en toda su amplitud. No en vano, paraLenin, 1848 representa el “momento central” de laactividad de Marx y Engels, que será un marcadopunto de referencia en toda su obra posterior.1

Este pequeño artículo se propone recordaresa experiencia, enmarcarla en su contexto, y a tra-vés de ello, único método coherente con el materia-lismo histórico, entresacar algunas pinceladas de lasdeterminaciones a que se vieron sometidas las ideasde Marx y Engels, y el impacto de estoscondicionantes en la configuración de lo que sería elmarxismo que actuaría como principal guía de ac-ción en las revoluciones proletarias del siglo XX. Ellose enmarca en la labor de aprehensión crítica de laexperiencia revolucionaria proletaria, el Balance,premisa inexcusable de la reconstitución de la teoríarevolucionaria.

1793: escuela de revolución proletaria delsiglo XIX

La Revolución Francesa es un acontecimien-to histórico de primera magnitud. Las fuerzas porella desplegadas marcan la plasmación política delmoderno mundo capitalista, suponiendo la presen-tación en el escenario de la historia de los principa-les actores, algunos aún en proceso de configura-ción, impulsos y fantasmas que se batirán en el nue-vo mundo que esta revolución alumbra. De hecho, yesto interesa especialmente al proletariado y a susexpectativas de futuro, los planteamientos a la horade acercarse al movimiento de la sociedad, a susconvulsiones y a la relación de la conciencia respec-to a ello, que la Revolución Francesa consagra, sepuede decir que no han caducado hasta muy recien-temente.

Como es sabido, para finales del siglo XVIII,la vieja sociedad feudal, el Antiguo Régimen, aun-que aún se mantenía en sus estructuras básicas, seencontraba fatalmente enferma. El principal virusque corroía a esta anquilosada sociedad era el rápi-do desarrollo en su seno de la producción mercantil,de un nuevo tipo de relaciones sociales que estabanencumbrando a una clase social: la burguesía. Comosu expresión, a lo largo del siglo, toda una pléyadede filósofos y pensadores habían ido socavando loscimientos intelectuales del viejo mundo y susoscurantistas tradiciones, dotando a la burguesía dela fuerza moral necesaria al abrir las expectativassobre las bondades de progreso que una nueva so-ciedad, la burguesa, podía deparar.

Francia era el epicentro de todas las contra-dicciones que el momento histórico ponía en primerplano, ya que aquí se aunaba el considerable desa-rrollo de estos nuevos tipos de relación social con elmantenimiento de la estructura política del AntiguoRégimen. Otros países donde el desarrollo burguéshabía sido más precoz, como Inglaterra o las Pro-vincias Unidas, ya habían abierto paso a la hegemo-nía de las relaciones capitalistas derribando el abso-lutismo, pero en Francia éste se mantenía, agudizadopor una reacción aristocrática que, temerosa de las

1 “En la actividad del propio Marx y de Engels, el periodo de suparticipación en la lucha revolucionaria de masas de 1848-1849 sedestaca como punto central. De él parten a la hora de definir losdestinos del movimiento obrero y de la democracia en los diferen-tes países. A él retornan siempre para establecer cuál es la naturale-za interna de las diversas clases y sus tendencias en su forma máspatente y pura. Marx y Engels aquilatan siempre desde el punto devista de aquélla época revolucionaria ulteriores formaciones y or-ganizaciones políticas, tareas y conflictos políticos de menor cuan-tía.” (LENIN, V. I.: Obras Completas. Progreso. Moscú, 1983. 5ªed., tomo 16, pág. 25).

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nuevas fuerzas sociales, revivía caducos privilegios.En el campo francés, aunque prácticamente desapa-recida la vieja servidumbre, la estructura básica delas relaciones feudales se mantenía, aplastando bajoun mar de cargas, exacciones y obligaciones a uncampesinado hambriento de propiedad sobre la tie-rra y cada vez más estratificado. En las ciudades,junto a la próspera y pujante burguesía comercial, seagolpaba una masa informe, confusa, inquieta y ge-neralmente pobre de artesanos, tenderos, obreros ypequeños comerciantes.

Una de las periódicas crisis de subsistenciadetonará esta situación explosiva. En la convocato-ria de los Estados Generales de 1789 la burguesía seproclama Asamblea Nacional Constituyente. El GranMiedo se extiende espontáneamente por el campo ylos campesinos se levantan. El compromiso con laaristocracia, que en ese momento busca el sectordirigente de la burguesía, se verá imposibilitado porla negativa de aquélla a perder alguno de sus privile-gios, por el impulso del movimiento popular urbanoy por la guerra que se desata en el campo, tras eldesengaño campesino ante una “abolición” del feu-dalismo hecha a medida de los propietarios. La bús-queda de ayuda exterior por el rey y la aristocraciadesata la guerra con las potencias absolutistas, queserá el elemento catalizador fundamental de las ener-gías del “tercer estado”, donde los elementos másproclives al compromiso y más temerosos de las con-secuencias de poner en marcha a los estratos bajosde las ciudades, a esa abigarrada sans-culotterie, y alcampesinado, son apartados sucesivamente, encum-brando a los jacobinos, que representan a ese sectorde la burguesía dispuesto a aceptar los retos que eltriunfo de su revolución enfrenta. Se establece así laRepública del año II (1793), es decir, la alianza delsector revolucionario de la burguesía con una pocodefinida masa popular y con el campesinado. Es laépoca, que aún hoy resulta gloriosa, en la que a tra-vés del Terror y el control de la economía se barre elviejo régimen feudal.

Muchas de las medidas que aplicará la Con-vención jacobina, especialmente el Terror, son pro-ducto de la presión de ese abigarrado elemento po-pular, que la burguesía jacobina canaliza y sancionaa través de su Estado. Sin embargo, las contradic-ciones entre estas dos fuerzas, una burguesía revo-lucionaria, pero básicamente liberal, que sólo estádispuesta a aplicar estas medidas transitoriamente,en tanto necesarias para el triunfo de la revolución,y una sans-culotterie heterogénea, unida por su odio ala aristocracia pero que no representa una clase pro-

piamente dicha, y en cuyas demandas se trasluce ladefensa de la propiedad privada, pero buscando li-mar las consecuencias de ésta sobre la pequeña pro-piedad, significarán la ruina de la República del añoII, no sin antes asegurar las conquistas de la revolu-ción burguesa. Como es sabido, el confusoigualitarismo que los sans-culottes exigían no repre-senta intereses proletarios, ya que esta clase aún noha aparecido, al menos no para tener una consisten-cia social definida. El jacobinismo aseguró la des-trucción de la propiedad feudal en el campo, convir-tiendo a la masa campesina en pequeños propieta-rios parcelarios, pero acabó reprimiendo a los ele-mentos más igualitaristas del movimiento popular,enajenándose gran parte de su base social, lo que lareacción termidoriana aprovechó para poner fin a laexperiencia del Terror y llevar a la República porderroteros más moderados.

Sin embargo, 1793 había ido muy lejos, y elfuturo terror de toda burguesía en un trance similarante la posibilidad de su reedición así lo atestiguan,habiéndose ensayado formas de economía dirigida yforzando las masas movilizadas a la aplicación demedidas terroristas en gran escala hacia la contra-rrevolución, la movilización de todas las energías dela nación hacia la guerra (levée en masse), mantenien-do en una permanente tensión a un pueblo en ar-mas. Son evidentes sus limitaciones: la inexistencia,como hemos señalado, de un proletariadocohesionado y organizado, lo que permitió a la bur-guesía enajenar la consecuente ejecución del terro-rismo revolucionario a las propias masas, siendo ellamisma, a través de su Estado, la que lo dirigió, vol-viéndolo posteriormente sobre facciones de esosmismos sectores populares, como los enragés. Aúnasí, esta inédita y grandiosa experiencia revolucio-naria quedó grabada en fuego para toda una época

Toma de la Bastilla (14 de julio de 1789)

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en todos los actores, tanto la burguesía como aque-llos que querían llevar la revolución más allá, pare-ciendo claro en ese momento que “el ‘sol de 1793’,si volviera a levantarse, brillaría sobre una sociedadno burguesa”.2

La razón por la que nos hemos detenido enesbozar un breve resumen de los acontecimientosrevolucionarios franceses que desembocan en 1793es por su enorme trascendencia e importancia. LaRevolución Francesa es un suceso sin parangón enese momento, incomparable respecto a revolucio-nes anteriores, como la inglesa del siglo XVII, debi-do a su carácter moderno puramente burgués, laconstitución de los actores sociales implicados y susmotivaciones, así como, y esto es fundamental, porla naturaleza de movilización de masas, inédita has-ta entonces: el Terror, el pueblo en armas, la guerrarevolucionaria, la intensidad de los, nunca bien de-finidos, llamamientos por la igualdad. Sus ecos vana marcar todo el siglo XIX, ejerciendo una compren-sible atracción sobre todos aquellos cerebros que sevan a ocupar de la sociedad, de su movimiento ytransformación, proporcionando recurrentes esque-mas y modelos. Todo ello es fundamental en el mo-mento en que una nueva clase, el proletariado, estáempezando a hacerse notar y a atraer sobre sí la aten-ción y la reflexión de todas las inquietas mentes pro-

gresistas, abundantes en un momento en que, preci-samente gracias a lo acontecido en Francia, una re-volución es algo que se respira en el ambiente deEuropa, una posibilidad que se baraja como real einminente, desde las recién estrenadas barracas obre-ras hasta las cancillerías, pasando por las universi-dades.

La Revolución Francesa nos muestra unmodelo de proceso revolucionario que, a pesar deltiempo transcurrido, no puede por menos que resul-tarnos familiar. Vemos en ella cómo las fuerzas quegenera el desarrollo histórico, las relaciones burgue-sas de producción, nacen en el seno de la vieja so-ciedad, para la que no pueden por menos que resul-tar corrosivas. Vemos cómo un paciente proceso his-tórico va cohesionando de forma natural y espontá-nea a la nueva clase burguesa, aún en el interior delantiguo molde social; cómo críticos y pensadores queobjetivamente sirven a los intereses de la nueva cla-se, y aún en muchos casos sin contacto orgánico opolítico con ella (la mayoría de los ilustrados, lejosde proclamar la subversión revolucionaria de la so-ciedad, depositan sus esperanzas en el reformismodel despotismo ilustrado), demuelen lenta pero im-placablemente los cimientos intelectuales de la vie-ja sociedad. Vemos cómo la burguesía, cuando yaha madurado lo suficiente de la mano de ese proce-so espontáneo de extensión de las relaciones socia-les capitalistas, convertida ya en una potencia polí-tica consistente y evidente reclama su lugar bajo el solen el mundo que la ha visto nacer, y lo hace prime-ramente de una forma legalista: en principio intentacopar la administración del viejo Estado y comprartítulos de nobleza; cuando la insuficiencia de estospasos y la reacción aristocrática le cierran las puer-tas, reclama en el parlamento feudal de tú a tú, con-virtiendo los Estados Generales en Asamblea Cons-tituyente. La incapacidad orgánica de la feudalidadpara aceptar un compromiso echa a un lado a losburgueses más timoratos; mercaderes más decididos,los girondinos, los sustituyen, se proclama la Repú-blica y esa excelente fuente de negocios que es laguerra, aunque tenga que ser revolucionaria. Los te-mores de estos últimos actores en movilizar a la na-ción, a las masas, aún ante la posibilidad de perderlotodo, suponen su sentencia; la guillotina dará cuen-ta de ellos. Burgueses recios y firmes toman el man-do: movilización total, pueblo en armas, guerra re-volucionaria, Terror… pero también la “hidra de laanarquía”, el espectro de la igualdad. Salvada la re-volución y estabilizada la normalidad burguesa, sonlos propios jacobinos los que van al cadalso.

2 HOBSBAWN, E.: La era de la revolución, 1789-1848. Crítica. Bar-celona, 2003, pág. 71.

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Ése ha sido el modelo, el más gigantescodespliegue de la lucha de clases, en su más pura ex-presión, que el mundo había visto hasta entonces.Ése es por fuerza el modelo que se muestra y quesirve de ejemplo a los que, ya entrado el siglo XIX,para bien o para mal, piensan en la revolución.

De Desterrados a Comunistas

La Conspiración de los Iguales fue la última apa-rición del fantasma del igualitarismo que inquietó apropietarios y burgueses franceses durante su revo-lución. Abortado el movimiento y ejecutado su lí-der, Babeuf, en 1797, sus ideas serán un puente en-tre la experiencia revolucionaria francesa y ese mo-vimiento político que empieza a conformarse de lamano de la nueva clase proletaria, el comunismo.En Babeuf está la base de la idea de la comunidad debienes, basada en el reparto igualitario (se lo ha de-nominado “comunismo de reparto”), pero tambiénen la producción colectiva y en la abolición de lapropiedad privada, y que tanto éxito tendrá entre elsector más radical de las numerosas sectas y socie-dades secretas, de carácter más o menos democráti-co, que en la Europa posrevolucionaria y reacciona-ria de la Santa Alianza esperan, entre las sombras, laoportunidad de entrar en escena. El compañero deBabeuf, Buonarroti, que logró escapar a la represiónque se abatió sobre los Iguales, será el encargado dedifundir su ideario, que representa un paso adelantemás en el proceso de conversión del comunismo, devago y secular ideal utópico a programa político.

La Liga de los Desterrados, fundada en 1834,remonta su origen a las primeras asociaciones de-mocráticas de artesanos y emigrados alemanes en elextranjero, siendo especialmente activa en París yen Suiza. Es en París donde, en 1836, se produce laescisión y reorganización que dará lugar a la Liga delos Justos, formada por los elementos más radicalesde la anterior liga, separándose del contenido dema-siado general y abstracto de los Desterrados, que lle-vaba a confundirla con otras organizaciones demo-cráticas de carácter menos social, como la JovenAlemania. Así, la máxima general de los Desterra-dos, “igualdad entre pueblos y hombres” se trans-forma en los Justos en una reivindicación netamentesocial: igualdad de bienes o comunidad de bienes, loque les encuadra inequícovamente en el marco delbabuvismo. Su consigna será “todos los hombres sonhermanos”.

La Autoridad Central de la reorganizada Ligatenía en su seno nombres como el de K. Schapper,

una de las figuras centrales de toda su historia, o W.Weitling, cuya obra, Garantías de la armonía y de lalibertad, cuyo contenido, que describía un comunis-mo artesano pasado por un matiz de religiosidad,sería definido por Heine como el “catecismo, duran-te mucho tiempo, de los comunistas alemanes” einspiraría la expresión de Marx de que “el proletaria-do alemán era el teórico del proletariado europeo”.Con Weitling la actividad teórica de la Liga se po-tencia a través de numerosas pero efímeras revistasque intentan explicar los principios de la Comunidad,con su matiz religioso weitlingiano, y se intenta per-filar el concepto de comunismo, que, como hemosseñalado, está muy influenciado por el babuvismo.

La influencia de Babeuf y de las sociedadesneobabuvistas, como la Sociedad de las Estaciones,de Blanqui, marcan los primeros años de los Justos.Aparte de una labor crítica desde varios periódicos,como Le tribun du peuple, la principal actividad prác-tica de Babeuf fue la de organizar una vasta conspi-ración, la Conspiración de los Iguales, para derribar algobierno del Directorio. Descubierta y desmantela-da por un delator y ejecutados sus líderes, el ejem-plo de Babeuf perduró entre sus discípulos y sería laprincipal inspiración práctica y organizativa delblanquismo. Así, la Sociedad de las Estaciones fuela promotora de la fracasada insurrección de Parísde 1839, en la que, aunque no participaron oficial-mente los Justos, parece que muchos de sus miem-bros, a título individual, por la deriva conspirativaque amalgamaba a estas sociedades, sí que estuvie-ron presentes en las barricadas parisinas.

Sea como fuere, lo cierto es que la represiónno va a discriminar y se va a abatir también sobre la

Babeuf

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Liga de los Justos. Schapper es brevemente deteni-do y a su salida marcha a Londres. La Liga continua-rá una intensa actividad en París, pero Weitling mar-cha a Suiza en 1841. En este momento tenemos tresgrupos principales de la Liga, que van a empezaruna evolución divergente, muy condicionada por larealidad material del entorno. En Francia y Suiza lapreponderancia del artesanado y la aún debilidad delproletariado, especialmente en Suiza, marcan la tó-nica, mientras que el grupo de Londres, en un am-biente de libertad de asociación, con numerososexiliados democráticos de toda Europa y en contac-to con el primer movimiento obrero organizadomoderno, el cartismo, va a iniciar una evolución fun-damental en el devenir de la Liga. En Londres losmiembros de los Justos van a fundar, en febrero de1840, la Asociación Cultural de Obreros Alemanes3 ,vivero de nuevos miembros para la Liga, que se vaconvirtiendo progresivamente gracias a la Asocia-ción en una organización internacional, aunque si-gue predominando el elemento germánico, a cuyosactos acuden obreros de numerosas nacionalidades.

El contacto con el cartismo se realiza a tra-vés de su ala más radical, liderada por J. Harney, queya en 1838 preconizaba la necesidad de la toma vio-lenta del poder y el uso de la huelga general para esefin, en oposición al sector comandado por Lovett,que defendía la consecución de las reivindicacionescartistas mediante la “presión moral”. La organiza-ción londinense de la Liga, junto a la Asociaciónobrera, los emigrados demócratas y el ala radical delcartismo entrarán a formar parte de los FraternalDemocrats. Significativamente, esta organización serála impulsora de la manifestación de 1845 en Lon-dres en conmemoración de la proclamación de laRepública francesa de 1792. La influencia delcartismo radical hará que los miembros londinensesde la Liga se alejen cada vez más de las ideas deorigen babuvista de la conspiración y el golpe demano, propias del blanquismo, para el acceso al po-der, empezando a concebir la tarea revolucionaria

como un largo proceso de organización y propagan-da donde también es importante el uso de las posi-bilidades legales. Este proceso se va a ver agudizadopor las discusiones que durante 1843-45 tienen lu-gar en el seno de la Liga con los cabetistas (seguido-res de Cabet), con fuerza en la organización france-sa, y con Weitling, que hacen que el grupo londinense,con Schapper, H. Bauer y J. Moll a la cabeza, se ale-je de las precisas y utópicas definiciones de la futurasociedad comunista (Cabet era partidario de la orga-nización inmediata de colonias comunistas), ponien-do el centro de atención en la sociedad real actual yen los fundamentos de la condición proletaria a lahora de elaborar su política, llegando a declararSchapper que “es solamente por la ciencia” que sepuede avanzar.4 Así, los dirigentes de la Liga se ale-jan de esa forma de espontaneísmo utópico tan enboga en los medios comunistas de entonces y quedefendía la posibilidad de la organización inmediatade la sociedad comunista en pequeños núcleos ais-lados que se difundirían mediante el ejemplo, basa-dos en ideas prácticamente instintivas sobre la “co-munidad” y el “justo reparto”. No obstante, los diri-gentes de la Liga, a pesar de la gran evolución reali-zada, no estaban del todo libres de resabios utópi-cos, como cuando declaraban que la comunidad debienes “sería promovida y realizada a través de unapropaganda fundada en el amor recíproco”.5

Es en ese momento cuando se empieza ahacer notar la influencia de la actividad del grupo

Cabet

3 También denominada Sociedad de Instrucción, va a disfrutar deun gran éxito, y será un modelo imitado por los miembros de laLiga allá donde tienen una mínima presencia. F. Lessner, uno delos principales acusados en el proceso contra los comunistas deColonia de 1852, y que participaría en la Sociedad de Instrucciónde Hamburgo, describe así esta organización: “era, en el mejorsentido del término, un lugar de cultura del pensamiento (…)revolucionario de los años 40 (…) donde los obreros se reuníanpara leer y discutir (…) sobre todo alrededor de la cuestión delcomunismo”. (ANDREAS, B.: La Liga de los Comunistas. Docu-mentos constitutivos. Ediciones de Cultura Popular. México D. F.,1973, pág. 56).

4 ANDREAS: Op. cit., pág. 22. Bauer también sentenciará que“sólo lo intelectualmente fundado es válido.”5 Ibídem., pág. 20.

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de Marx y Engels6 sobre los miembros de la Liga, encuyo seno ya se leen los trabajos de los renanos,que ya comienzan a tener cierta difusión, influyen-do, sin duda, en los nuevos posicionamientos, másmaduros y materialistas, de la dirigencia de la Liga.

Paralelamente, Marx y Engels realizaban supropia evolución7 que, a través de las diversas pu-blicaciones en las que trabajarán, como Anales fran-co-alemanes o Worwärts8 , ya en Bruselas, influirán enel propio desarrollo de los Justos, y que junto a sutrabajo de crítica de esos años, en que rompen y ajus-tan cuentas con las corrientes de pensamiento do-minantes en el heterogéneo socialismo de la época,sentarán las bases de la concepción proletaria delmundo.

Particularmente importante para los aconte-cimientos que se avecinan en 1848 será la crítica deMarx al llamado socialismo verdadero,instrumentalizado por la reacción alemana, y quetrasladaba mecánicamente la crítica del socialismofrancés a la dominación de la burguesía a una Ale-mania donde aún no se había implantado tal domi-nación, sirviendo de ariete izquierdista contra la re-volución burguesa, aún por materializarse; así comoal denominado comunismo artesanal, representado fun-damentalmente por Weitling. Éste había sido expul-sado de la Liga de los Justos tras los debates de 1843-45, y llega a Bruselas en 1846. En principio es bienacogido por el grupo de Marx, pero pronto estalla-rán violentas discrepancias. En esencia Marx criticólas incoherencias de su sistema “comunista” artesanaly la disposición de Weitling a realizar ya un trabajode agitación entre los obreros alemanes con la vistapuesta en la toma inmediata del poder, sin susten-

tarlo en un programa consistente, lo cual era difícildadas las carencias teóricas del sistema weitlingianoy el carácter burgués de la venidera revolución ale-mana. Un momento de la discusión, sin desperdicio,fue capturado por un testigo, P. Annenkov, demó-crata ruso exiliado:

“… ‘posiblemente su modesto trabajo preparatorio[Weitling, refiriéndose a sí mismo] es más provecho-so para la causa común que la crítica y los análisisde gabinete de las doctrinas muy alejadas del mun-do sufriente y de las miserias del pueblo’. Estas pa-labras –sigue diciendo el mismo testigo– sacaron dequicio a Marx. Dando un puñetazo en la mesa, quederribó la lámpara, y poniéndose en pie, profirió: ‘¡Laignorancia nunca ha servido para nada!’”9

En esta línea, Weitling:

“…rechazaba toda crítica a los otros socia-listas y ponía en duda el valor práctico de los análi-sis científicos de la sociedad al no poder ser com-prendidos por el pueblo.”10

Como comentario, podemos señalar la simi-

Wilhelm Weitling

6 No está claro el momento en que Marx y Engels toman contactopor primera vez con los miembros de la Liga. Engels, en su Con-tribución a la historia de la Liga de los Comunistas, defiende que fue enLondres en 1843, proponiéndole Schapper que entrara en la Ligaentonces, aunque hay que tener en cuenta que escribe más decuarenta años después. Sin embargo, los más que probables con-tactos quedaron sin consecuencias inmediatas hasta tiempo des-pués.7 Por comodidad, y al no ser un trabajo centrado principalmenteen la biografía intelectual de Marx y Engels, nos referiremos a ellossumariamente como conjunto, aunque de sobra es conocido que,a pesar de converger en el resultado de su evolución, no parten delas mismas bases teóricas –lo que, por otra parte, no deja dereflejarse en sus respectivas obras– ni comparten el conjunto delperiplo que les lleva, de forma separada, a Bruselas, donde, a partirde la primavera de 1845, sí comienza ya un compenetrado trabajocomún y una amistad que durará hasta la muerte de Marx.8 También es de reseñar la importancia que va a tener para Marx suanterior trabajo periodístico en la Gaceta Renana.

9 CLAUDÍN, F.: Marx, Engels y la revolución de 1848. Siglo Veintiu-no. Madrid, 1985, pág. 54.10 ANDREAS: Op. cit., pág. 30.

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litud y familiaridad de estos reproches arrojados con-tra Marx con los que hoy nos lanzan los revisionistas,partidarios de un practicismo espontaneísta e irre-flexivo. Incluso podemos adivinar ya precozmenteen Weitling ese gusto por la unidad, tan común hoyen día, con su aversión a la lucha ideológica dentrodel socialismo, o la subestimación, tan común tam-bién en la actualidad, por parte de los amigos del pue-blo de la capacidad del proletariado para compren-der algo más elevado que no sea su estómago o lamiseria material y moral que le rodea, lo que no esmás que la oportunista justificación de la incapaci-dad de estos amigos para elaborar algo más allá de sumezquina política sindicalista. Pero no nos regocije-mos demasiado ahora, pues tiempo habrá de volverde nuevo sobre los prejuicios anti-intelectuales y laalergia hacia la teoría, tan caros siempre a los cam-peones de la clase obrera.

Continuemos, pues, el hilo de los aconteci-mientos. Tras estos debates, Weitling deja Bruselaspara marchar a Alemania, trasladándose poco des-pués a Estados Unidos. Había comenzado el fin desu ascendente sobre la clase obrera.

En 1846, el grupo de Marx y Engels fundaen Bruselas el Comité de Correspondencia Comu-nista, que tiene por objetivo la formación de un nú-cleo comunista internacional, poniendo a los revo-lucionarios proletarios alemanes en contacto coningleses y franceses, preparando la formación de unpartido proletario. No obstante, hemos de señalarque el concepto de partido, como es lógico dado elescaso bagaje de experiencia de un proletariado re-cién aparecido en la historia, no es el actual; pero esuna cuestión sobre la que volveremos con mayor pro-fundidad más adelante.

Siguiendo esta línea, el Comité de Corres-pondencia va iniciar una labor de construcción decontactos, tanto en Alemania, como en Francia e

Inglaterra. Lo cierto esque los resultados de estalabor organizativa del gru-po bruselense no van aser muy alentadores, enun momento en que suposicionamiento teóricose encuentra muy por en-cima del resto de los gru-pos que se reclaman delsocialismo (lo cual, porotra parte, será una cons-tante a lo largo de la vidade Marx y Engels). En

Alemania se contactó con varios grupos comunis-tas, favoreciendo su reagrupamiento en varias ciu-dades, pero sin llegar a establecer lazos orgánicoscon Bruselas. En Francia se sigue una tónica simi-lar, estando la organización parisina de los Justosmuy influenciada por las ideas de Weitling, Grün oProudhon. Éste último se negó a formar un comitéde correspondencia, declarándose hostil a “la acciónrevolucionaria como medio de reforma social”.11 Eneste contexto, las disputas en el seno de la organiza-ción de la Liga en París son fuertes y Engels, envia-do desde Bruselas, consigue ganar a una mayoría enel verano-otoño de 1846 para formar un comité decorrespondencia. De todos modos, el asunto quedaen manos de la Autoridad Central de la Liga en Lon-dres. En Inglaterra se habían conseguido resultadosmás óptimos, declarándose los Fraternal Democrats,encabezados por Harney, y la organización de la Ligade los Justos preparados para formar un comité decorrespondencia londinense. Allí, como hemos vis-to, la Liga había experimentado notables progresosen contacto con el ala más militante del cartismo yganando experiencia bajo un régimen político másabierto, aumentando su influencia en las zonas obre-ras londinenses, comprendiendo la necesidad de unafundamentación científica del comunismo, ganandotanto en cantidad como en calidad a nivel de direc-ción, con nuevos nombres como K. Pfänder o J. G.Eccarius. Sin embargo, no había sido una evoluciónlineal, e influenciados por la mayor apertura del ré-gimen inglés y antes de acercarse al ala radical cartista,se habían mostrado más cercanos a posiciones paci-fistas (recordemos su pretendida realización del co-munismo basada en el “amor recíproco”), aunquepoco a poco habían vuelto a posicionamientos más

11 Ibídem, pág. 32.

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combativos, lo que, junto a su acercamiento al ma-terialismo y el rechazo mutuo de posturas como lasweitlingianas, favorecía el entendimiento con el gru-po de Marx y Engels.

No obstante, esta confluencia no estuvoexenta de otros problemas. Para empezar, una ciertafobia anti-intelectual de los Justos hacia Marx y sugrupo, a los que tachaban despectivamente comolos “literatos de Bruselas”,12 acusándoles de querer“crear una especie de aristocracia de sabios para di-rigir al pueblo desde lo alto de su Olimpo”.13 En elcontexto de la lucha de Marx y Engels contra Kriege(uno de los representantes del socialismo verdade-ro, corriente que, junto a otras, los dos renanos ha-bían pasado, en su maduración intelectual, de consi-derar “facciones del comunismo” a enemigos a losque combatir enconadamente), los Justos llegan aescribir:

“¿Acaso estos señores de Bruselas, que des-de su púlpito filosófico fulminan anatemas contratodo heterodoxo, se creen que son la quintaesenciade la sabiduría? ¿Quiénes son esos individuos quedicen: Kriege no es comunista porque no piensacomo nosotros? No los conocemos, sabemos muypoco o nada de su actividad, mientras que Kriege,que supuestamente no es comunista, vive entre no-sotros, es nuestro amigo y hermano, y juntamentecon nosotros lucha esforzadamente por el comunis-mo.”14

No podemos por menos que esbozar unasonrisa al ver, de nuevo, la similitud de los ataqueslanzados contra Marx con los que hoy día recibimoslos que consecuentemente pugnamos por situar lateoría revolucionaria y la consciencia al mando. Másde un cabecilla revisionista debería sonrojarse alcomprobar que la identidad del planteamiento llegaincluso a la exigencia de un currículum de activida-des prácticas (por supuesto, en el sentido estrecho yoportunista bajo el que ahogan esta categoría nues-tros oportunistas). Por supuesto, nada más lejos denuestra intención que comparar a los Schapper,Bauer, etc., con la canalla revisionista actual (y me-nos aún compararnos nosotros con esos gigantes delproletariado que son Marx y Engels, aunque con se-guridad sí que existe algún paralelismo entre ese pe-riodo y las tareas que el comunismo afronta en este

momento de transición entre dos ciclos revolucio-narios), no en vano ya señaló Marx que la historia serepetía, primero como tragedia, luego como farsa.Así, mientras que los Justos en este momento pue-den representar a una clase obrera en formación ycohesión, donde las luchas espontáneas y parcialessí juegan este papel progresivo, y el impulso históri-co de la revolución burguesa, del que hablaremosmás, juega un papel de elevador de esta lucha es-pontánea, no mostrándose aún claro el verdaderopeso del factor consciente, y estando el elementoproletario aún muy marcado por ese espíritu artesa-no autosuficiente (no en vano, en los orígenes de laLiga pesa mucho el papel de un artesanado en tran-ce de proletarización, que importa desde el medioe-vo sus tradiciones de autodidactismo), más próximoal del pequeñoburgués que al del proletario, elrevisionismo actual, en cambio, representa a la aris-tocracia obrera, al obrero satisfecho de su condición,elevada por la estructura imperialista mundial, fé-rreo y rabioso enemigo de cualquier planteamientocrítico del sistema de trabajo asalariado, y de sus di-námicas de reproducción, que incluyen las luchaseconómicas parciales y espontáneas, en un momen-to en que ya es clara la esterilidad revolucionaria deestas prácticas como fundamento de un movimien-to político subversivo, y ya ha quedado remarcadopor la experiencia el insustituible papel de la cons-ciencia y la teoría revolucionaria. En resumen, mien-tras que los Justos representan a un proletariado pri-merizo y sin apenas bagaje, que todavía observa conañoranza el recuerdo de la vieja autosuficiencia me-dieval del artesano, los actuales revisionistas, repre-sentan a la hez arribista y autosatisfecha de la claseobrera, que no duda en mantener su condición deesclavo asalariado mientras se le permita vivir sobrelas espaldas de un mundo rapiñado por el imperia-lismo. Como vemos, aunque similar en las formas,este reiterado desprecio hacia las exigencias teóri-cas del comunismo por parte de algunos sectores dela clase obrera, responde a bases materiales diferen-tes, y seguramente su carácter dañino para la revo-lución proletaria, aunque ambos lo son, no sea deigual grado en virtud de esas condiciones objetivasdistintas.

Pero continuemos, la Circular contra Kriege, quegeneró la reacción señalada por parte de los Justos,se enmarca en un contexto en el que todos nuestrosprotagonistas conciben la necesidad de un congresointernacional de partidarios del comunismo. Sinembargo, aquí nuevamente surgen algunos proble-mas, seguramente por cuestiones alejadas de la teo-

12 CLAUDÍN: Op. cit., pág. 61.13 Ibídem.14 Ibid., págs. 367 y 368.

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ría y política comunistas, y más cercanas a los inte-reses particulares de ganar preeminencia en la futu-ra organización que debería surgir del congreso. Talvez sea eso lo que motiva a la Liga de los Justos a nocomunicarle al Comité de Correspondencia de Bru-selas, a pesar de lo avanzado de sus contactos enpos de la confluencia orgánica, su intención de pre-parar un congreso preparatorio en 1847 con vistasal congreso comunista general de 1848. Esto va aprovocar un súbito, aunque momentáneo, enfriamien-to de las relaciones entre la Liga y el grupobruselense.

Para principios de 1847 está claro que portoda Europa se barruntan nubes de tormenta y ex-plosión social. 1847 es el año de una fuerte crisiscomercial que, desde la metrópoli del capitalismo,Gran Bretaña, se extenderá por todo el continente.En Alemania la revolución parece inminente: 1846es el año de los desordenes, que se extienden por elmosaico de Estados que componen la Alemania deentonces, la carestía y las malas cosechas se agravancon la crisis, y los conflictos políticos ponen en pri-mer plano el cuestionamiento del absolutismo y launificación. En Francia la burguesía está envueltaen conflictos intestinos entre sus facciones princi-pales, lo que abre una grieta para el ascenso de laburguesía republicana y la pequeña burguesía demo-crática, a lo que se unen los catastróficos efectos dela crisis agraria, agravada por los efectos de los pro-blemas comerciales que se expanden desde Inglate-rra. Ésta misma ha de lidiar, además de con la crisis,con el eterno problema irlandés y lo que parece unapoderosa reactivación del movimiento cartista. Po-lonia se levanta en 1846 contra las potenciasabsolutistas. Italia se agita contra el yugo austriaco yclama por la unificación. En el propio imperioHabsburgo se agudizan los movimientos naciona-les: checos, húngaros… Ante todas las cabezas deEuropa aparece el recuerdo de 1830, de 1789 y, parapavor de algunos, de 1793.

Por supuesto, nuestros protagonistas son es-pecialmente sensibles a estas circunstancias queanuncian jornadas revolucionarias, lo cual es uno delos motivos principales para echar las desconfianzasa un lado y avanzar en el camino de la unión. Porsupuesto, cada actor tiene sus motivaciones parti-culares, basadas en su mutua debilidad, pero espo-leadas por la crisis revolucionaria que se avecina.

Por parte de Marx y Engels no se trata, porsupuesto, de buscar una oportunista unión a cual-quier precio con cualquiera para aprovechar la si-tuación aparentemente favorable que se esperaba,

sino que son los factores de maduración de la Liga,ya señalados, los que hacen de ella el único gruposusceptible de protagonizar una unión sin sacrificarlos principios generales a los que habían llegado. Estoes algo que queda claro en su correspondencia. Enuna carta de Engels a Marx de diciembre de 1846,en el contexto de ese enfriamiento de relaciones yamencionado, se lee:

“La historia con los de Londres es lamenta-ble precisamente a causa de Harney y porque eranlos únicos straubinger con los que podía pensarse unacercamiento francamente, sin arrière-pensée. Si noquieren, eh bien, ¡que el diablo se los lleve!”15

Así, como Engels señala, la Liga es la únicaorganización obrera con la que puede intentarse unacercamiento, y no es, aunque sí representa un gru-po mayor que los bruselenses, porque tenga una ex-celencia organizativa o un generoso volumen demilitantes. De hecho, los intentos de cohesionar asu desperdigada organización internacional en vistaal congreso preparatorio habían mostrado, a sus pro-pios dirigentes, el estado de languidez de la Liga enese momento, no respondiendo muchas de las co-munas (nivel organizativo básico de la Liga) al lla-mamiento de la Autoridad Central.16 La experienciade Engels en París en otoño, logrando sustraer a partede la organización de la Liga allí a la influencia deGrün, que se había pasado al proudhonismo, hicie-ron que los dirigentes de la Liga se convencieran dedónde estaban las fuerzas para la regeneración de laLiga que buscaban.17

De este modo, a primeros de 184718 , J. Mollviaja a Bruselas con plenos poderes de la AutoridadCentral de la Liga, entrando a formar parte de lamisma el Comité de Correspondencia antes del pri-mer Congreso de la Liga en junio de 1847, aunqueno se convierten en comuna de la misma hasta agos-to. En este sentido, nos parece justa la memoria deEngels cuando se refiere a este hecho en su Contri-bución:

15 Ibid., pág. 63. Straubinger es un término alemán que se refiere alos obreros-artesanos itinerantes que se detenían allí donde en-contraban trabajo. Engels lo usa para designar a los obreros aúnimpregnados de mentalidad gremial y con ilusiones de invertir elproceso de proletarización del artesanado.16 ANDREAS: Op. cit., págs. 37 y 38.17 Ibídem., pág. 37.18 Según Andreas, la visita a Bruselas que pone fin a la congelaciónde las relaciones tiene lugar en enero de 1847. Ibid., p.36.

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“…se presentó Moll en Bruselas a visitar aMarx, y en seguida en París a visitarme a mí, parainvitarnos nuevamente, en nombre de sus camara-das, a ingresar en la Liga. Nos dijo que estaban con-vencidos, tanto de la justeza general de nuestra con-cepción, como de la necesidad de librar a la Liga delas viejas tradiciones y formas conspirativas. Que siqueríamos ingresar, se nos daría ocasión, en un con-greso de la Liga, para desarrollar nuestro comunis-mo crítico en un manifiesto, que luego se publicaríacomo manifiesto de la Liga; y que nosotros podría-mos contribuir también a sustituir la organizaciónanticuada de la Liga por otra nueva, más adecuada alos tiempos y fines perseguidos.”19

Se ha tendido a interpretar este pasaje deEngels como una muestra de prepotencia intelec-tual, como si mostrara a unos dirigentes de la Ligasobrepasados y deslumbrados por las tesis de Marxy Engels, cuando por los documentos del primerCongreso de la Liga, salidos a la luz en la década delos 60 del siglo XX, se muestra que todavía los diri-gentes londinenses mantenían algunos elementos desus anteriores concepciones.20 Ciertamente, en uncontexto como el de finales del pasado Ciclo revo-lucionario, marcado por la alergia al pensamientocrítico y la adoración iconográfica e irreflexiva hacialos grandes líderes históricos del proletariado queimperaba en el movimiento comunista en general, yque aún se observan, hasta extremos caricaturescos,en sus restos actuales, ésta puede ser una interpreta-ción. Sin embargo, nosotros pensamos que, por su-puesto, Engels tenía ya poco que demostrar en 1885,cuando escribe su Contribución; y que un congresocomunista es un lugar de debate serio y reflexiona-do. Esto es lo que Engels señala cuando dice queserá el congreso el lugar para desarrollar su comu-nismo crítico con la perspectiva de lo que sería elManifiesto Comunista. No obstante, entendemos que,en el marco de anquilosamiento teórico y fosilizacióndogmática en que acabó cayendo el movimientocomunista, este tipo de matizaciones, que deberíanser de Perogrullo, son todavía necesarias.21 Aún así,

parece claro que las tesis de Marx y Engels fueron labase de este Congreso, y más teniendo en cuentaque Miseria de la filosofía, primera exposición públicamás o menos extensa de la nueva concepción delmundo, publicada ese año, lo es en un contexto enque también dentro de la organización de la Liga seha hecho necesario combatir el proudhonismo pro-pagado por Grün en París, y que la actuación deEngels en este conflicto fue muy importante a la horade que la Autoridad Central de la Liga decidiera vol-verse hacia Bruselas.

De todos modos, este carácter del Manifiesto,primera exposición sistemática de la nueva concep-ción del mundo, como el producto de un debate, le-jos de restarle méritos a la pluma de Marx y Engels,nos muestra el verdadero carácter de la elaboraciónteórica en la historia del proletariado y la improntade sus grandes obras, nunca como un trabajo de ga-binete y siempre en medio de la tensión y la luchaideológica, lo que hoy llamaríamos lucha de líneas,en la pugna por situarse a la vanguardia del movi-miento social, que es lo que intentan realizar nues-tros dos renanos en vísperas de 1848. Además, ellonos ayuda a la necesaria contextualización de la obray a comprender mejor su envejecimiento.

En este primer Congreso de la Liga, celebra-do en junio de 1847, se realiza la reestructuraciónorgánica, en clave de modificar los aspectos másestrechamente conspirativos, heredados de la épocade las sociedades secretas, adaptándola más eficaz-mente para las tareas de propaganda comunista. Eneste sentido, es en este congreso que se realiza elcambio de denominación, adoptándose ya sin equí-vocos el nombre del movimiento revolucionario de

19 MARX, C.; ENGELS, F.: Obras escogidas. Ayuso. Madrid, 1975.Tomo II, pág. 347.20 CLAUDÍN: Op. cit., pág. 66.21 “Los importantes documentos de la Liga descubiertos reciente-mente (…) obligan a corregir o matizar esa versión de Engels.”Ibídem, pág. 66. Luis Blanc

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la sociedad moderna, pasando de Liga de los Justosa Liga de los Comunistas:

“…el antiguo nombre había sido adoptadoen circunstancias y en consideración de aconteci-mientos particulares, que ya no tienen nada que vercon los actuales objetivos de la Liga. Este nombreestá, pues, terminado y no indica en absoluto lo quenosotros queremos. Cuántas gentes no desean la jus-ticia, o lo que ellos llaman justicia, sin ser comunis-tas. Ahora bien, nosotros no nos distinguimos por elhecho de querer la justicia en general, lo que cadaquien puede pretender, sino por el hecho de que ata-camos al orden social establecido y a la propiedadprivada, por el hecho de querer la comunidad de bie-nes, por el hecho de ser comunistas. No hay pues,más que un nombre que convenga a nuestra Liga,ése expresa lo que realmente somos, y es el que he-mos escogido.”22

Estos cambios en las denominaciones, deDesterrados a Comunistas, pasando por Justos, expre-san bien la evolución y maduración de la Liga. Deste-r rados se refiere a la situación de exclusión,marginación y negación de derechos que sufría el“cuarto estado”, que es como en la primera partedel siglo XIX se denominaba al naciente proletaria-do; Justos, busca la restitución de esos derechos, cosaque no tiene por qué ser revolucionaria, pues un su-bordinado puede tener derechos sin por ello dejarde ser tal, no alterando un orden social basado endicha subordinación, aunque es una denominaciónque ya implica una mayor disposición política acti-va23 ; Comunistas, sin embargo, ya expresa la inten-ción inequívoca de subvertir las bases de la socie-dad capitalista.

Será en el segundo Congreso de la Liga delos Comunistas, celebrado entre noviembre y diciem-bre de 1847, donde se produzcan los largos debatesque darán lugar al Manifiesto, debates que sí son se-ñalados por Engels en su Contribución:

“A este Congreso asistió también Marx, quedefendió en un largo debate –el Congreso duró, porlo menos, diez días– la nueva teoría. Por fin, todaslas objeciones y dudas quedaron despejadas…”24

De este modo, para principios del revolucio-nario año de 1848, las ideas de Marx y Engels, nosin arduos esfuerzos, han logrado la hegemonía enuna organización que, si bien no muy amplia, tieneel honor, y ese vigor histórico, de ser el germen delmás amplio, en todos los sentidos, movimiento re-volucionario del mundo contemporáneo y de la his-toria.

Marx, Engels, la Liga y la revolución de1848

La revolución se inició, tal y como espera-ban todos los revolucionarios europeos, en Francia,patria de la revolución para todas las sensibilidades pro-gresistas de Europa entre 1789 y 1871.25 Como he-mos señalado, las divergencias entre las faccionesdominantes del Estado permitieron el ascenso de laburguesía republicana y de la pequeña burguesíademocrática que, a través del movimiento de los ban-quetes, abrió el camino para el movimientoinsurreccional parisino, que en las jornadas del 22 al25 de febrero derriba la monarquía orleanista y pro-clama la II República, al tiempo que los obrerosparisinos, principales combatientes en las barrica-das, exhibían su vocación, denominando social a lanueva República. Desde aquí, la revolución se ex-tiende como la pólvora por toda Europa: insurrec-ción en Viena el 13 de marzo, que derriba aMetternich, símbolo de la reacción europea; el 14 seproclama la Constitución en Roma; el 15 estalla elmovimiento nacional húngaro; el 17 se instaura larepública en Venecia; el 18 insurrección en Berlín,obligando a Federico-Guillermo IV a realizar con-cesiones y hacer promesas liberales; el 22 es Milánquien estalla, mientras los campesinos se levantanen Alemania contra la feudalidad superviviente; todaEuropa entre la frontera rusa y el Canal de la Man-cha es un hervidero.

La posición de Marx y Engels, en Bruselasen ese momento, ante el estallido revolucionariocontinental, con la perspectiva histórica con la quehoy contamos, puede parecer contradictoria, puesen ella confluyen varios elementos. Por un lado, loque podríamos denominar el temperamento del proleta-rio revolucionario, ese optimismo juvenil, propio delque ve claramente las líneas generales del desarrollohistórico y las posibilidades, en este mismo plano

22 Reporte del Primer Congreso de la Liga de los Comunistas, enANDREAS: Op. cit., págs. 89 y 90.23 Ibídem.24 MARX; ENGELS: Op. cit., pág. 348.

25 Esto lo ejemplifica Marx cuando, a mediados de la década de los40, escribía: “el día de la resurrección alemana será anunciado porel canto del gallo galo.” (Cf. CLAUDÍN: Op. cit., pág. 76).

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histórico, que se abren ante laclase cuya causa revoluciona-ria han abrazado. Es algo queEngels expresa muy bien en elartículo Los movimientos revolu-cionarios de 1847, de finales deese año, donde analiza losavances de la burguesía y la in-minencia de la revolución:

“¡Continuad batallan-do valientemente y sin descan-so, adorables señores del ca-pital! Todavía necesitamos devosotros; todavía os necesita-mos aquí y allá como gober-nantes. Vuestra misión es bo-rrar a vuestro paso los vesti-gios de la Edad Media y de la monarquía absoluta;aniquilar el patriarcalismo, centralizar la administra-ción; convertir las clases más o menos poseedorasen verdaderos proletarios, en reclutas para vuestrasfilas, crear, con vuestras fábricas, vuestras relacio-nes y vuestros mercados comerciales, los medios ma-teriales que el proletariado necesita para la conquis-ta de su libertad. En pago de todo esto, os permiti-remos seguir gobernando una temporada. Dictadvuestras leyes, brillad en el trono de la majestad crea-da por vosotros mismos, celebrad vuestros banque-tes en los salones de los reyes y tomad por esposa ala hermosa princesa, pero no olvidéis que

‘a la puerta os espera el verdugo…’”26

Este optimismo, que se encuentra en los es-critos de los renanos hasta el final de la revoluciónde 1848-49, puede considerarse con perspectiva,como la afirmación y la proclamación de la voca-ción revolucionaria del proletariado. Esta actitud yesa visión es la que les lleva a considerar inminente,una vez que la burguesía acabe con los restos delfeudalismo europeo, el choque entre esta clase y elproletariado.

No obstante, no podemos limitarnos a acha-car esta actitud meramente a los efluvios juveniles,sino que tras ella hay serios análisis, el trabajo deMarx y Engels hasta la fecha, y que quedan expresa-dos claramente en el Manifiesto:

“No es capaz de dominar [la burguesía], por-que no es capaz de asegurar a su esclavo la existen-cia, ni siquiera dentro del marco de la esclavitud,porque se ve obligada a dejarle decaer hasta el pun-to de tener que mantenerle, en lugar de ser manteni-da por él. La sociedad ya no puede vivir bajo su do-minación; lo que equivale a decir que la existenciade la burguesía es, en lo sucesivo, incompatible conla de la sociedad.”27

Por otro lado, tenemos su práctica política yorganizativa durante el proceso revolucionario deapoyo crítico a la burguesía, que, como veremos, leslleva incluso a descuidar la independencia políticadel proletariado. Pero, paradójicamente, esta contra-dicción sólo aparece como tal evidente y plenamen-te ahora, con la perspectiva histórica con la que con-tamos, pero es una cuestión sobre la que hablare-mos más cuando tratemos el pensamiento de Marxde la época en relación con el partido revoluciona-rio. Ahora, prosigamos con la exposición de los he-chos objetivos.

Ante la situación en el continente, el ComitéCentral en Londres traslada su autoridad a Bruselasque, a su vez, decide la formación de la nueva direc-ción en París, donde Marx, Harney y otros miem-bros de Fraternal Democrats se han trasladado con un

27 MARX; ENGELS: O. E., tomo I, pág. 31. Claudín tambiénexpresa esta idea: “…Marx y Engels, como todos los comunistasde la Liga, como los blanquistas franceses y los cartistas revolucio-narios, vieron en la proclamación de la ‘república social’ por elproletariado de París el comienzo del fin del reino de la burguesía.Y como vamos a ver, esta convicción permanecerá en los añossiguientes…” (CLAUDÍN: Op. cit., pág. 76).

26 MARX, C.; ENGELS, F.; HESS, M.: De la “Liga de los Justos” alpartido comunista. Roca. México D. F., 1973, págs. 87 y 88.

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mensaje de los obreros ingleses al nuevo gobiernofrancés. En este nuevo Comité Central están Marx yEngels, con un gran peso del primero, lo que de-muestra la hegemonía que sus tesis ganaron en elsegundo Congreso de la Liga.

La Liga de los Comunistas, como ya hemosdicho, supone un hito histórico en el devenir revolu-cionario de nuestra clase, pero, como también he-mos señalado, desde el punto de vista inmediato, po-lítico y, sobre todo, organizativo, no resultaba muyimpresionante, con unos 400 militantes en 1848, delos que sólo un centenar aproximado se encuentranen Alemania.

Marx y Engels se opusieron por cuestionestácticas a lo que el segundo denominó “manía de laslegiones revolucionarias”, por la que los exiliadosdemocráticos de todos los países formaban partidasarmadas para ir a liberar sus respectivas patrias, conel juicioso argumento de que “importar la revolu-ción equivalía a socavarla”, y parece que consiguie-ron organizar el regreso de los miembros de la Liga aAlemania por otros métodos28 ; pero la Liga, débil,pronto empezó a verse engullida por el movimiento.

La Liga proclama las Reivindicaciones del parti-do comunista alemán, adaptación a las condiciones ale-manas del programa general del Manifiesto, y el Co-mité Central, con Marx y Engels a la cabeza, se tras-lada a Alemania, estableciéndose en un primer mo-mento en Colonia, base de actuación de nuestrosdos renanos durante la revolución.

En la efervescencia revolucionaria que con-vulsiona Alemania aparecen por doquier asociacio-nes obreras, en muchas de las cuales encontramosen la dirección a miembros de la Liga, consagrandola mayor loa que Engels dirige a la organización ensu Contribución, que es la de haberse convertido enuna excelente escuela de actuación revolucionaria,siendo ésta su principal contribución al movimientorevolucionario alemán; pero la organización de laLiga en cuanto a tal es, en su debilidad, cada vezmás inexistente.29

Es en este contexto en que Marx y Engelselaboran las líneas maestras de la política que van aimpulsar durante la revolución. La línea política ge-

neral parte del acertado análisis de que el carácterde la revolución en Alemania, en el estadio objetivodel desarrollo histórico en que se encuentra, sólo pue-de ser burgués, por lo que plantean que el proleta-riado debe desarrollar una acción común con la bur-guesía contra las pervivencias feudales y el régimenabsolutista. No obstante y por supuesto, este apoyoy acción común con la burguesía deben ser críticos,con el fin de asegurar que la culminación de la revo-lución burguesa sea coronada en las más óptimascondiciones para que el proletariado se organice ydespliegue, a continuación, su propia lucha contrael orden burgués, siguiendo la línea que se expresaclaramente en el Manifiesto.

Algunas “críticas” posteriores de estudiososdel marxismo en relación con el optimismo juvenilde Marx, sobre si en la conciencia de los renanosesta lucha anticapitalista se daría inmediatamente yno en un periodo histórico posterior, pues, como sedemostró, el capitalismo estaba, a despecho delManifiesto, muy lejos de agotarse y entrar en su fasede decadencia, tampoco nos parecen del todo perti-nentes. Aunque es evidente que hay una subestima-ción de Marx hacia las posibilidades históricas delcapitalismo, no es menos cierto que el deber del di-rigente del proletariado revolucionario es, en todomomento, asegurar las mejores condiciones para sulucha revolucionaria, y que sólo la lucha de clases,más allá de juicios apriorísticos, puede determinaren qué momento del desarrollo histórico nos encon-tramos, a la vez que es esta misma lucha la que ge-nera el bagaje de experiencia que permite, una vezasimilada, afrontar la siguiente lucha histórica enmejores condiciones. Es en este mismo sentido enque Lenin tenía razón frente a los mencheviques en

28 MARX; ENGELS: O. E., tomo II, pág. 351. Ello les costóataques y acusaciones de cobardía por parte de muchos exiliadosalemanes, organizados en la Asociación Democrática Alemana,que les acusaron de “dedicarse a enseñar economía política a losobreros cuando lo que hacía falta era ensañarles el manejo de lasarmas.” (CLAUDÍN: Op. cit., pág. 81).29 Ibídem, pág. 86. Federico Engels (1840)

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las discusiones sobre la actitud del proletariado antelas tareas burguesas de la Revolución Rusa, y en ladecisión bolchevique de lanzarse adelante en octu-bre de 1917. Por ello, nos parece que el optimismode Marx en 1848, a pesar de lo analíticamente equi-vocado que pudiera estar en ese momento concreto,lo engrandece como dirigente revolucionario prácti-co del proletariado.

Esta política se va a desplegar desde el dia-rio Nueva Gaceta Renana (NGR), que se editará entreel 1 de junio de 1848 y el 19 de mayo de 1849, plan-teado, como rezaba en su cabecera, como órgano dela democracia, no como el órgano del proletariado in-dependiente. De este modo, van a enmarcar su acti-vidad en la muy minoritaria ala extrema izquierdade lo que denominan “partido” demócrata, que esen realidad la amalgama del movimiento de la pe-queña burguesía democrática. No obstante, eso noimpedirá que sean muy críticos con “su” partidodesde el principio.

Los elementos fundamentales de esta políti-ca de apoyo crítico a la revolución burguesa paraque sea culminada en la mejor situación posible parael proletariado se resumen en una serie de puntosque serán expuestos y defendidos desde las páginasde NGR. En primer lugar, la defensa de la aboliciónsin indemnizaciones de las cargas feudales sobre elcampesinado, donde Marx y Engels se muestran des-de el comienzo muy opuestos a la actitud concilia-dora de la burguesía. Además, en sus críticas a esterespecto, vemos cómo en todo momento está muypresente en sus cabezas el modelo de la RevoluciónFrancesa. Así, Marx escribía en la NGR en julio de1848:

“El 4 de agosto de 1789 (…) bastó un día alpueblo francés para acabar con las cargas feudales.El 11 de julio de 1848, cuatro meses después de lasbarricadas de marzo, las cargas feudales pueden másque el pueblo alemán. La burguesía francesa de 1789no abandona un instante a sus aliados (…). La bur-guesía alemana de 1848 traiciona sin vacilar a loscampesinos, que son sus aliados más naturales, la carnede su carne, y sin los cuales es impotente frente a lanobleza. La persistencia, la confirmación de los de-rechos feudales bajo la forma de un rescate (iluso-rio): he ahí el resultado de la revolución alemana de1848. ¡La montaña parió un ratón!”30

Además, preconizan la nacionalización y laexplotación colectiva de las tierras expropiadas paraevitar la formación de una amplia capa de pequeñospropietarios burgueses en el campo, que se acabaráconvirtiendo en un dique contra la revolución, comosucedió en Francia.

Otro hecho por el que Marx y Engels cla-man incesantemente desde la NGR, en su empeñopor asegurar la mejor posición al proletariado, es suenérgica oposición a las medidas encaminadas a ase-gurar el desarme de las masas, una de las principalespreocupaciones de la burguesía alemana y del abso-lutismo prusiano:

“Así, el privilegio político del capital quedarestablecido de la forma más discreta, pero la máseficaz y más decisiva. El capital tiene sobre el pobreel privilegio de las armas, como el barón feudal de laEdad Media lo tenía sobre el siervo.”31

En este sentido, critican fuertemente al de-nominado gobierno de acción, gobierno liberal-conciliacionista, considerado de centro-izquierda, yen el poder por gracia de los acontecimientos revo-lucionarios, por su empeño en establecer la domina-ción burguesa concluyendo, al mismo tiempo, uncompromiso con el Estado absolutista, y lo tachande “gobierno policíaco de transición hacia el gobier-

30 Ibid., pág. 124. 31 Ibid., págs. 126 y 127.

El joven Carlos Marx

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no de la vieja nobleza y de la burocracia”. Ante todoello, y salvando las evidentes diferencias históricas,resulta curioso cómo actualmente los maoístasnepalíes están incurriendo en la misma actitud deganar el contenido burgués de la revolución a travésde pacto con el viejo Estado, desarmando a las ma-sas (supervisión del EPL por la imperialista ONU)y obviando los intereses campesinos (tratando en lasnegociaciones la cuestión de las indemnizaciones alos propietarios y con el Nuevo Poder expirando enel campo, como correlato lógico al desarme delEPL). Así, hoy tenemos a cierto maoísmo travesti-do en el liberal conciliacionista de hace siglo y me-dio. Es la prueba fehaciente del agotamiento delCiclo, de cómo el más mezquino pragmatismo se haacabado enseñoreando de las políticas de los supues-tos revolucionarios. Porque no, no es suficiente con-seguir las medidas en sí, objetivamente necesarias,en este caso de la fase de carácter burgués (demo-crática) de la revolución nepalí, sino que tanto o másimportante es cómo se arrancan estas medidas, porla reforma (por el pacto con el viejo Estado, comolos maoístas nepalíes) o por la revolución (con lapunta del fusil de las masas armadas, como defien-den Marx y Engels). Ello es así porque el acto revo-lucionario, el acto de rebeldía y enfrentamiento conlo establecido de las propias masas oprimidas es loúnico que garantiza que se sacudan la pasividad desiglos de sometimiento, asegurando un desafiante,díscolo y seguro “estado de ánimo” que les impela auna permanente movilización revolucionaria con elfin de que el proceso revolucionario no se agote pre-maturamente; y porque ese rebelde espíritu de mo-vilización es una de las premisas básicas del deseode tomar en sus manos las riendas de sus vidas, em-puje vital de la revolución, cuyo objetivo es precisa-mente materializarlo en la realidad. Y desde luego,eso no se consigue infundir, por ejemplo, en un cam-pesino que observa cómo, después de dar el paso,estar dispuesto y luchar sangrientamente contra susamos tras generaciones de sumiso agachar la cabe-

za, estos mismos amos y las viejas fuerzas vuelven aaparecer tras pactar con sus supuestos dirigentes re-volucionarios. Es por ello que a los maoístas nepalíesse les puede aplicar lo mismo que Engels espetaba alos liberales burgueses hace 160 años: “La conquistamás importante de la revolución es la revolu-ción misma”.32

Marx y Engels también reclaman la repúbli-ca “una e indivisible”, base de una centralizaciónque permitirá un rápido desarrollo económico, ace-lerando el pleno establecimiento de las relacionesburguesas, pero con la premisa de unas masas, espe-cialmente el proletariado, movilizadas y armadas porla revolución, y que afrontarían así en óptimas con-diciones su siguiente lucha. Ello les enfrentará a laAsamblea Nacional de Francfort (una de las dosasambleas, junto a la Asamblea Nacional Prusiana,en Berlín, que se habían constituido en Alemaniapor la revolución, puntos de referencia de la burgue-sía e interlocutoras con los viejos poderes), que pre-conizaba una unión federal. Además, la NGR consi-dera que la centralización es indispensable para afron-tar con garantías el peligro ruso.33

Éste es otro punto del programa de Marx yEngels, la guerra con Rusia, principal baluarte de lareacción europea, que no sólo consideraban inevita-ble si la revolución se desarrollaba, sino que desean,y que se basa en el restablecimiento de Polonia, cuyosojuzgamiento es el lazo que une a los principalesfocos de la reacción en Europa (Rusia, Austria yPrusia). En 1884, Engels resumía así el programade la NGR:

“El programa político de la Nueva Gaceta delRin constaba de dos punto fundamentales:

República alemana democrática, una e indi-visible, y guerra contra Rusia, que llevaba implícitoel restablecimiento de Polonia.”34

Finalmente, el último punto fundamental del

32 Ibid., pág. 107 (la negrita es nuestra –N. de la R.). “Para nosotros,febrero y marzo sólo podían tener el significado de una auténticarevolución siempre y cuando no fuesen el remate, sino, por elcontrario, el punto de partida de un largo movimiento revolucio-nario, en el que (como había ocurrido en la gran Revolución fran-cesa) el pueblo se fuese desarrollando a través de sus propiasluchas…” (MARX; ENGELS: Op. cit., pág. 333).33 Su política en la cuestión de la unidad alemana se completabacon su frontal oposición a la prusianización de Alemania, que erael tipo de unión defendida por la otra asamblea burguesa. (Ibídem,pág. 332).34 Ibid.

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programa de la NGR es su clamor por una dictadurarevolucionaria enérgica y consecuente, lo que esgri-me contra los liberales conciliacionistas, que se su-ceden en gobiernos cada vez más moderados:

“Toda estructura provisional del Estado des-pués de una revolución exige una dictadura, y unadictadura enérgica. Desde el comienzo hemos repro-chado a Camphausen [representante del gobierno li-beral-conciliacionista] no actuar por medios dicta-toriales, no haber suprimido y destruido inmediata-mente los restos de las antiguas instituciones.”35

Vemos que Marx elige como órgano de ex-presión lo que denomina “órgano de la democracia”,moviéndose como marco de actuación en el ala ex-trema izquierda del partido demócrata, en el que apartir de agosto actuará como dirigente tras el con-greso demócrata de Francfort, y a partir de septiem-bre formará parte del Comité de Salud Pública deColonia, aunque no deja de militar en las organiza-ciones obreras y también es presidente de la Asocia-ción Obrera de Colonia. De este modo, no se va a

confundir en el partido demócrata, salvaguardandosiempre la independencia editorial de la NGR y cri-ticando sin concesiones el pactismo de la burguesíaliberal y las ilusiones de la pequeña burguesía demo-crática. Es en este marco en el que renuncia al forta-lecimiento de la Liga, concebida como organizaciónsecreta de propaganda en las condiciones de censu-ra, que ahora ya no imperan en la Renania revolu-cionaria. Basa esta actuación en las necesidades ob-jetivas de la revolución y en el escaso desarrollo delproletariado alemán.

No faltará oposición a esta política en el senode la Liga, tanto desde la izquierda, representada porGottschalk, que pide el boicot a las asambleas deFrancfort y Berlín y propone la “república obrera”,como por la derecha, con el talentoso S. Born y laHermandad Obrera berlinesa por él dirigida que, ensu eclecticismo, mezclaba una incansable agitacióny organización obreras con un despreocupado apo-yo a la burguesía, sin cuidarse en marcar distanciascon ella.36 A pesar de ello, la hegemonía de la líneade Marx será clara.

Desde el principio, la línea conciliacionistade la burguesía, tan criticada por la NGR, se va des-lizando por el sendero de la traición. La base deltemor burgués, que la empujaba a toda costa a unentendimiento con el Estado absolutista, fue magis-tralmente explicada por Engels:

“La burguesía alemana, en lugar de vencercon sus propias fuerzas, triunfó a remolque de la re-volución obrera francesa. Antes de haber derrotadopor completo a sus antiguos enemigos (…) tuvo quehacer frente a un nuevo enemigo, el proletariado. Laburguesía alemana, que empezaba entonces a fun-dar su gran industria, no tenía la fuerza, ni la valen-

35 Cf. CLAUDÍN: Op. cit., pág. 132.

36 Engels, refiriéndose a Born en su Contribución, señala: “…en laspublicaciones oficiales de su asociación se mezclan, en abigarradomosaico, las ideas defendidas en el Manifiesto Comunista con losrecuerdos y los anhelos gremiales, fragmentos de Luis Blanc yProudhon, el proteccionismo, etc.; en una palabra, se quería con-tentar a todo el mundo. Se organizaron, sobre todo, huelgas,sindicatos, cooperativas de producción, olvidándose de que lomás importante era conquistar, mediante victorias políticas, elterreno sin el cual todas esas cosas no podrían sostenerse a la larga.Y cuando, más tarde, las victorias de la reacción hicieron sentir alos dirigentes de la Hermandad la necesidad de lanzarse directa-mente a la lucha revolucionaria, aquellas confusas masas que seagrupaban en torno a ellos los dejaron, naturalmente, en la estaca-da. (…) la Hermandad Obrera se comportó frente al gran movi-miento político del proletariado como una simple Liga particular,que en gran parte sólo existía sobre el papel…” (MARX; ENGELS:Op. cit., pág. 352).

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tía precisas para conquistar la dominación absolutadentro del Estado; tampoco se veía empujada a ellopor una necesidad apremiante. El proletariado, tanpoco desarrollado como ella, (…) sólo presentía deun modo vago el profundo antagonismo de intere-ses que le separaba de la burguesía. (…) La burgue-sía, asustada no por lo que el proletariado alemánera, sino por lo que amenazaba llegar a ser y por loque era ya el proletariado francés, sólo vio su salva-ción en una transacción, aunque fuese de lo máscobarde, con la monarquía y la nobleza.”37

De este modo, la revolución, en lugar de se-guir una línea ascendente, como en 1789-93, mode-lo que todos los contendientes tenían en la cabeza,se mantiene, como Marx expone en el 18 Brumario,tras el primer sobresalto, en una permanente depre-sión. El punto de inflexión será la insurrección pro-letaria de junio de 1848 en París, cruelmente repri-mida, y tras la que la mayoría de la burguesía alzadadel continente, asustada por el “espectro rojo”, co-rre a refugiarse en el pacto con el absolutismo. Apartir de este momento la línea descendente de larevolución es imparable, sólo estabilizada en su caí-da por momentos puntuales, como la insurrecciónde Viena en octubre de 1848, la insurrección demayo-junio en Alemania por la Constitución delReich, o las guerras nacionales en Italia (Repúblicade Venecia) y Hungría, que serán aplastadas final-mente en el verano de 1849, ésta última con la in-tervención decisiva de las tropas rusas.

A medida que se van sucediendo estos acon-tecimientos, la postura de la NGR va cayendo en elmás absoluto pesimismo, aunque nunca abrigó mu-chas ilusiones, sobre la disposición de la burguesía aculminar consecuentemente su revolución. De estemodo, Marx y Engels critican cada vez másácidamente a la burguesía, especialmente a la ale-mana, y van a poner cada vez más el acento en lanecesidad de una acción específica del proletariadoindependiente. En consecuencia, en marzo de 1849abandonan el partido demócrata, y en sus inquietu-des gana paso la necesidad de una organización in-dependiente del proletariado, aunque se muestranmás partidarios de utilizar como base para la forma-ción de este partido obrero a las múltiples asocia-ciones obreras que, durante el invierno de 1848-49,han florecido por toda Alemania, y no a la Liga delos Comunistas, que siguen considerando una orga-nización secreta de propaganda, con poca importan-

cia en las condiciones de libertad de prensa que aúnse mantienen en la Alemania de la decadencia revo-lucionaria.

No obstante, dado el poco desarrollo del pro-letariado alemán, ponen su confianza en la resurrec-ción del proletariado francés, que daría el toque decorneta para el relanzamiento de la revolución. ParaMarx, el victorioso levantamiento del proletariadofrancés sólo puede dar como consecuencia una gue-rra mundial que, como en 1792, arrastrara a toda lareacción europea, de nuevo encabezada por ese “dés-pota del mercado mundial”, como Marx caracterizaa Inglaterra, contra Francia, conflicto europeo queadquiriría carácter mundial y a su vez precipitaríalas condiciones favorables para un alzamiento vic-torioso del proletariado inglés, encabezado por elcartismo militante. Así, Marx sentenciará: “Suble-vación revolucionaria de la clase obrera francesa,guerra mundial: he ahí el sumario de 1849.”38 Enesta visión sobre las expectativas de la revoluciónvemos, de nuevo, la influencia de la experiencia dela Revolución Francesa y de 1793:

“El filo de las bayonetas se mellará contra elfilo de las cuestiones ‘económicas’. Pero la revolu-ción no esperará al vencimiento de esas letras quelos estados europeos han extendido sobre la socie-dad europea. En París se dará la replica decisiva alas jornadas de junio. Gracias a la victoria de la ‘re-pública roja’, de allí partirán los ejércitos hacia lasfronteras y más allá, con lo que se pondrá al descu-bierto la verdadera fuerza de los partidos en lucha.Entonces nos acordaremos de junio, de octubre, ygritaremos también: Vae victis!”39

Los acontecimientos defraudarán estas ex-pectativas que, no cabe duda, eran las únicas conse-cuentes con el desarrollo inflexible de la revolución.El fin de ésta, al no darse ese escenario de guerramundial entre la revolución proletaria y la contra-rrevolución como única forma de avance social po-sible, nos presenta a un Marx visionario, hoy, comoveremos y a pesar de que la mayoría de los “comu-nistas” actuales no lo quieran ver, más vigente quenunca.

Otra cuestión que Marx y Engels resaltan ensus escritos, tras la sangrienta represión del proleta-riado parisino en junio, y más tarde también con ladel vienés en octubre, es la necesidad de que la re-

37 Ibídem, págs. 329 y 330.

38 Cf. CLAUDÍN: Op. cit., pág. 171.39 Ibídem, pág. 145.

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volución aplique sin complejos el terror a sus ene-migos. Ésta es una lección que deviene directamen-te de las condiciones objetivas de la revolución ydel carácter del enemigo; no en vano, tras las jorna-das de junio, Engels apela al pueblo a que aprendade sus contrincantes:

“A fuerza de ser magnánimos los puebloscavan tan a menudo su propia tumba que acabanpor pensar y comprender la necesidad de aprenderalgo de sus enemigos.”40

Y ésta, la lección de que una revolución, paraserlo realmente, es decir, para ser un movimiento desubversión real, serio, y que deba ser tomado comotal, y no quedarse, como domina en la concienciasocial del heterogéneo conglomerado que son losmovimientos anticapitalistas actuales, en un delirio utó-pico, sin proyección, que consuela su incapacidadpolítica práctica con ensoñaciones sobre la “supe-rioridad moral” que nos diferencia de “nuestros ene-migos”, es y debe ser, entre otras cosas, una guerra,en la que el terror juega un papel indiscutible. Esta

lección, como todas las experiencias revolucionariasposteriores han demostrado, es una verdad univer-sal y Marx y Engels, tras las jornadas de junio, lorepiten explícitamente hasta la saciedad. Así, Marx,en la NGR, escribía en noviembre de 1848:

“Las matanzas sin resultados después de lasjornadas de junio y de octubre, la fastidiosa fiestaexpiatoria desde febrero y marzo, el canibalismo dela contrarrevolución, convencerán a los pueblos quepara abreviar, para simplificar, para concentrar laagonía sangrienta de la vieja sociedad y los sangrien-tos sufrimientos del parto de la nueva, no existe másque un medio: el terrorismo revolucionario.”41

Por su parte, Engels, el mismo junio, escri-bía:

“…lo que más llama la atención en este com-bate desesperado es la rabia con la que se baten los‘defensores del orden’: abaten a los obreros como abestias feroces (…). La burguesía libra contra ellos,con plena conciencia, una guerra de exterminio (…)después de un combate como el de estas tres jorna-das de junio sólo el terrorismo es posible, sea cual seael partido que lo utilice.”42

Cuando, en marzo de 1850, en un contextode reorganización de la Liga del que hablaremos mástarde, Marx y Engels señalan las medidas a tomarante la posibilidad de una reavivación de la revolu-ción, dejarán claro que han aprendido la lección:

“…los obreros deben procurar, ante todo yen cuanto sea posible, contrarrestar los intentoscontemporizadores de la burguesía y obligar a losdemócratas a llevar a la práctica sus actuales frasesterroristas. Deben actuar de tal manera que la exci-tación revolucionaria no sea reprimida de nuevo in-mediatamente después de la victoria. (…) Los obre-ros no sólo no deben oponerse a los llamados exce-sos, a los actos de venganza popular contra indivi-

Detención de Carlos Marx

40 Ibid., pág. 140.

41 Ibid., pág. 145 (la cursiva es del autor siempre que no se indiquelo contrario –N. de la R.). Por supuesto, no debería ser necesarioaclararlo, Marx no se refiere cuando habla de terrorismo a la luchaarmada de grupos de vanguardia aislados, sino que se refiere alterror de masas, en la línea del aplicado en 1793.42 Ibid., pág. 114. Como muestra de la brutalidad de la represión,baste mostrar las cifras, que hablan por sí mismas, de una insu-rrección de tres días de duración: 5 mil muertos, 11 mil obrerosdetenidos y 4 mil deportados a Argelia.

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duos odiados o contra edificios públicos que el pue-blo sólo puede recordar con odio, no sólo deben to-lerar tales actos, sino que deben tomar su direc-ción.”43

Finalmente, remarcamos esta frase de Marx:

“En la historia la contrarrevolución ha llevadosiempre, hasta ahora, a una revolución más radical y mássangrienta.”44

Citamos estos pasajes con profusión, paramostrar que no se debe entender como una solitariaexpresión escrita en la rabia del momento posteriora la represión y que hemos magnificado, sino que serepiten explícitamente en diversos periodos, y es unaidea que pasará al bagaje de Marx y Engels, comodemuestra su análisis, más de veinte años después,sobre la experiencia de la Comuna de París en la Gue-rra civil en Francia. Lo hacemos para salir al paso delos que buscan un Marx respetable, en el sentido bur-gués del término, despojado de toda afilada arista,como un simple crítico de la realidad social, en la quepareciera que no se inmiscuye más allá de algún con-sejo libresco, y que han llegado a presentar como unhumanista liberal adocenado y alérgico al uso de laviolencia.45 Nosotros, incluso, vamos a elevar al pla-no histórico estas sentenciosas conclusiones de Marxy Engels, en plena coherencia con su pensamiento,y le aconsejamos a la burguesía que tiemble ante laperspectiva de un nuevo ciclo de la Revolución Pro-letaria Mundial (RPM), tras la abundante sangreobrera que derramaron para enfrentar el primero;entonces seremos nosotros, parafraseando al deTréveris, los que exclamemos: Vae victis!

Como se sabe, la revolución no tomó el cur-so consecuente que Marx deseaba, y el proletariadofrancés, aún lamiéndose las heridas de junio, dejó,no sin cierta burla, que la dictadura militar

bonapartista dirigiera, a despecho de los liberalesburgueses que tanto habían hecho para ahogar ensangre a los obreros, el desarrollo del capitalismofrancés. En Alemania, el imparable avance de la re-acción comenzó a pasar por encima de las asambleasde charlatanes liberales de Francfort y Berlín, queacabarían prácticamente autodisolviéndose para evi-tar cualquier movimiento de masas. Un tímido in-tento insurreccional en noviembre de 1848 contrael avance del absolutismo había sido abortado.Engels, comprometido con la lucha armada, pasa ala clandestinidad y termina refugiándose en Suiza.Marx es procesado por injurias y por incitación a larebelión fiscal en enero de 1849, siendo absuelto,además de conseguir utilizar el juicio como tribunade agitación. Pero la suerte está ya echada, la insu-rrección de mayo-junio de 1849 es el canto de cisnede la revolución. La NGR es prohibida (su últimonúmero será impreso en tinta roja y con un mensajede despedida a los obreros, al final de cual podíaleerse la exclamación: ¡Emancipación de la clase obre-ra!) y Marx, que ha dejado su patrimonio en la acti-vidad del diario revolucionario y en financiar el ar-mamento de los últimos insurrectos, es deportado.El único foco revolucionario consistente es el surde Alemania y allá va Engels desde Suiza a unirse alejército revolucionario dirigido por el también miem-bro de la Liga de los Comunistas, Willich, que seráaplastado. Engels y Willich consiguen huir, pero otromiembro destacado de la Liga, Moll, que había ten-dido en Bruselas el puente para la entrada del grupode Marx en la misma, muere en los combates. A pe-sar de que la intranquilidad se mantendrá un tiem-po, la revolución ha terminado y la reacción seenseñorea de Alemania

Un primer balance de la revolución pro-letaria y auge y caída de la Liga de losComunistas

A pesar de que la revolución ya no levanta-ría cabeza, los revolucionarios, con Marx y Engels ala cabeza, trabajaron en un primer momento, comoes comprensible y natural, con la hipótesis de un in-minente reavivamiento del movimiento revolucio-nario continental.

Como hemos señalado en innumerables oca-siones desde las páginas de esta revista, la revolu-ción requiere ser constantemente repensada, enfren-tarse a sí misma, compararse en diferentes momen-tos, como condición sine qua non para que los revo-lucionarios no pierdan su posición de vanguardia del

43 MARX; ENGELS: O. E., tomo I, pág. 98.44 Cf. CLAUDÍN: Op.cit., pág. 192.45 Un reciente ejemplo destacado es Karl Marx o el espíritu del mundo,escrito por Jacques Attali, nada menos que un ex-consejero deMitterrand. No sería de extrañar que en el actual contexto de pro-funda crisis económica, con la venta de las obras de Marx dispa-rándose como hace muchos años que no sucede, esta tendenciapor rescatar un Marx académico y respetable se acentúe y se le vuelvaa reservar un lugar en la academia burguesa a un cierto marxismo decátedra, tras varias décadas de satisfactorio olvido total. ¡Mejormostrar algo, mutiladamente codificado, por supuesto, a que al-gún irresponsable pueda sacar alguna peligrosa conclusión pro-pia!

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movimiento social e histórico, y ello en todos losplanos, desde el más mínimo momento táctico, pa-sando por el plano político, hasta la aprehensión crí-tica del proceso histórico general. Marx y Engels,que sintetizaron la anterior experiencia histórica detoda la lucha de clases como base para la formula-ción de su concepción del mundo, vuelven, tras losacontecimientos de 1848-49, a dar un nuevo ejem-plo de maestría proletaria, desplegando un trabajode análisis y reflexión de esta experiencia, esta vezdesde el plano político (aunque, como señalara Lenin,este momento revolucionario será siempre un eje deanálisis para ellos), como base para cimentar el ac-tuar político en el próximo periodo, del que primera-mente se espera un nuevo auge revolucionario. Laplasmación orgánica de este momento se desplegaráalrededor de la Nueva Gaceta Renana (revista políti-co-económica) [NGR(p-e)], que se define expresa-mente como un órgano de balance científico,46 y que,como muestra de su nuevo carácter, ya no será undiario, sino una revista mensual, de la que se publi-carán seis números entre marzo y noviembre de1850. Marx comienza a trabajar en la preparaciónde este proyecto tan pronto como llega a Londres,expulsado también, esta vez de Francia.

En primer lugar, realizan un optimista análi-sis de la coyuntura, sobre el que basan las perspecti-vas de inminencia de un nuevo auge revolucionario.Ven avecinarse una crisis comercial de envergaduraque podría impulsar la revolución en Inglaterra, lle-gando a comparar al inglés Cobden con Necker.47

Políticamente, creen percibir un deterioro de la com-ponenda entre el rey y la burguesía prusiana, el avan-ce de los signos de descomposición del imperio delos Habsburgo (llegan a señalar que éste se lanzará auna guerra exterior para intentar neutralizarlos, y queésta marcará su derrumbe final, exactamente lo queocurriría seis décadas más tarde), y consideran queel avance de la contrarrevolución en Francia estáradicalizando a la pequeña burguesía y al campesi-nado.

El aspecto más importante relacionado coneste balance político es el que se refiere al estudiodel comportamiento político de las clases en pugna,pues de él se desprenden las tareas políticas inme-diatas y supone un importante paso adelante en laconcepción práctica marxiana de la revolución, pues

concluye la inequívoca necesidad de la organizaciónindependiente del proletariado. Además, consigna laconsabida traición de la burguesía liberal a la revo-lución, se analiza la supeditación del proletariadocomo apéndice de la pequeña burguesía democráti-ca y la necesidad actual de deslindamiento con ella:

“Así pues, mientras el partido democrático,el partido de la pequeña burguesía, fortalecía su or-ganización en Alemania, el partido obrero perdía suúnica base firme, a lo sumo conservaba su organiza-ción en algunas localidades, para fines puramentelocales, y por eso, en el movimiento general, cayópor entero bajo la influencia de los demócrataspequeñoburgueses. Hay que acabar con tal estadode cosas, hay que restablecer la independencia delos obreros.”48

En este sentido, se analiza el desplazamien-to de las clases durante la pugna revolucionaria, yque con el avance de la reacción, en la colusión dela aristocracia con la burguesía, ahora es la pequeñaburguesía la que ocupa el lugar de ésta, y se prevéque en la próxima revolución jugará el mismo papeltraidor. Por ello, profundizando en lo anterior, hay

Wolff

46 CLAUDÍN: Op. cit., pág. 228.47 Ibídem, pág. 252. Necker era el director general de hacienda en laFrancia de vísperas de la revolución de 1789 e impulsó reformaspara intentar evitar su advenimiento. 48 MARX; ENGELS: Op. cit., pág. 92.

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que potenciar la voz propia de los obreros:

“En vez de descender una vez más al papelde coro destinado a jalear a los demócratas burgue-ses, los obreros, y ante todo la Liga, deben procurarestablecer junto a los demócratas oficiales una orga-nización independiente del partido obrero, a la vezlegal y secreta, y hacer de cada comunidad el centroy núcleo de sociedades obreras, en la que la actitudy los intereses del proletariado puedan discutirse in-dependientemente de las influencias burguesas. (…)Para luchar contra el enemigo común no se precisaninguna unión especial. Por cuanto es necesario lu-char directamente contra tal enemigo, los interesesde ambos partidos coinciden por el momento y di-cha unión, lo mismo que ha venido ocurriendo has-ta ahora, surgirá en el futuro por sí misma y única-mente para el momento dado.”49

Por supuesto, es imposible malinterpretar ese“junto” como unidad orgánica, aunque sea tenue,sino que significa “al lado pero distinto de” como seve claramente en el contexto, que expresa la línea aseguir con la pequeña burguesía en la próxima revo-lución, que es unidad en la lucha contra el enemigocomún, similar a la posición con la burguesía en 1848,pues el carácter de la revolución no ha variado, perocon la fundamental diferencia de que se garantiza laindependencia política y orgánica del proletariado.En este documento, escrito por Marx y Engels, co-nocido como la Circular50 de la Liga de los Comunis-tas de marzo de 1850, se enumeran a continuaciónconcretamente las medidas a tomar para garantizarque la culminación de la lucha común deje al prole-tariado en las mejores condiciones para afrontar a lapequeña burguesía. La concreción de estas medidas,que por su valor mencionaremos más adelante enotro apartado, de una gran riqueza, es una muestradel incremento del bagaje proletario, como conse-cuencia de la experiencia revolucionaria y su poste-rior balance. Es esta labor la que, aunque no rompeexplícitamente con la concepción espontaneísta dela conformación revolucionaria del proletariado, dela que hablaremos, le lleva a unir independenciapolítica del proletariado con el reforzamiento de laorganización de lo que considera el partido obrero.

Ya este deslizamiento hacia la consideraciónindispensable de la organización independiente del

proletariado se va dando, de manera progresiva, enMarx durante la revolución de 1848. A pesar de suparticipación en el partido demócrata, mantiene laposición independiente de la NGR, desde la quefustiga implacablemente tanto la traición de la bur-guesía como las vacilaciones de “su” partido, seña-lando cada vez más pronunciadamente la necesidadde una acción independiente del proletariado. Marxnunca deja de militar en las asociaciones obreras,incluida por supuesto la Liga, aunque ésta se encuen-tra en estado de virtual inexistencia, y, finalmente,abandonará la organización demócrata. En mayo de1849 participaría en un congreso de los “partidariosde la democracia social”, que engloba al proletaria-do y a los demócratas más consecuentemente revo-lucionarios, hallándose en estas fechas el origen delvocablo político socialdemócrata. El balance de la ex-periencia política revolucionaria es la culminaciónde este proceso.

De este modo, durante la primavera de 1850,la Liga afronta un febril proceso de reorganización ypotenciación de su papel, que Marx y Engels valo-ran en este momento más que nunca. Así, se envía aBauer a Alemania para reorganizar la Liga en el inte-rior, en una misión que resultará infructuosa, y secrea, junto a blanquistas y cartistas de izquierda, laAsociación universal de comunistas revolucionarios y semenciona ya expresamente el término dictadura delproletariado, signo de la riqueza de experiencia que la

Liebknecht

49 Ibídem, pág. 97.50 Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas. (Ibid., págs.92-103).

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revolución había transmitido. El punto 1 del docu-mento fundacional de la Asociación rezaba que suobjetivo es el:

“derrocamiento de todas las clases privile-giadas, sometimiento de estas clases a la dictaduradel proletariado a través de la revolución permanentehasta la realización del comunismo, forma final dela organización del género humano.”51

Con la expresión de revolución permanente, quetanto éxito tendrá posteriormente, como se sabe,Marx, que la utiliza bastante en este periodo, se re-fiere a la concatenación de las etapas burguesa y pro-letaria (democrática y socialista), para lo cual es im-prescindible coronar la primera fase en la mejor po-sición para el proletariado, aunque aún no se procla-ma a éste como su dirigente. Para ello habrá queesperar a Lenin.52

Pero sigamos con la historia de la Liga, quese aproxima a su ocaso, pues justo en su momentode auge y decidida potenciación, va a iniciar el rápi-do proceso que conducirá a su desaparición. Un pri-mer factor es externo, la fuerte represión que golpeaa sus núcleos, y en general a todas las fuerzas demo-cráticas, especialmente en Alemania, y que es un elo-cuente indicativo de la verdadera relación de fuer-zas, tras más de dos años de lucha revolucionaria, yde la impunidad y capacidad de las fuerzas reaccio-narias. El segundo y principal factor van a ser lasdisensiones internas de la Liga, que son las que lle-varán a la escisión. El origen de estas enconadas fric-ciones está en el nuevo análisis de la situación euro-pea que Marx y Engels realizan en el verano de 1850,y que les lleva a modificar su conclusión anterior, envista de que en la coyuntura económica se abre pasocada vez más pronunciadamente un ciclo de pros-peridad general; además, señala que las querellasentre las facciones de la reacción son posibles preci-samente porque el orden social está asegurado. Endefinitiva, se aleja la perspectiva de la revolucióninmediata:

“Bajo esta prosperidad general, en que lasfuerzas productivas de la sociedad burguesa se des-envuelven todo lo exuberantemente que puedendesenvolverse dentro de las condiciones burguesas,no puede ni hablarse de una verdadera revolución.Semejante revolución sólo puede darse en aquellosperiodos en que estos dos factores, las modernas fuer-zas productivas y las formas burguesas de producción in-curren en mutua contradicción. Las distintas querellasa que ahora se dejan ir y en que se comprometenrecíprocamente los representantes de las distintas fac-ciones del partido continental del orden (…) sonposibles porque la base de las relaciones sociales es,por el momento, tan segura (…). Una nueva revoluciónsólo es posible como consecuencia de una nueva crisis. Pero estambién tan segura como ésta.”53

Vemos aquí una formulación clásica en la queMarx vincula unívocamente la revolución con la cri-sis económica. Podemos interrogarnos sobre su va-lidez coyuntural en un momento, el siglo XIX y laetapa concurrencial del capitalismo, en el que seaunaba la revolución burguesa con la formación delproletariado y la permanente perspectiva de la revo-lución instaurada en 1789 en el panorama socialeuropeo, que no se disipaba con derrotas políticasconcretas, en el que, por ello, el mecanismo espon-táneo de funcionamiento de la revolución podía te-ner cierta legitimidad. Pero independientemente delo cierta que pudiera resultar en ese momento histó-rico y político concreto, lo seguro es que la crisiseconómica nunca fue el factor único para el deto-nante de ninguna revolución; la validez general de

51 Cf. CLAUDÍN: Op. cit., pág. 229.52A modo de curiosidad, ya que Claudín no es ningún referenteteórico revolucionario, aunque esta obra es un innegable esfuerzode síntesis y resulta útil por la enorme extensión que dedica a lareproducción de la obra de Marx y Engels en esta época, algunasde sus partes poco accesibles en la actualidad, el autor, cuandoescribe esta obra, en 1975, se refiere a la Revolución china como “elejemplo más multifacético y consecuente, hasta ahora, de estrate-gia de ‘revolución permanente’.” Ibid., pág. 315. 53 MARX; ENGELS: Op. cit., pág. 217.

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esa relación ha caducado en la época de decadenciadel capitalismo, en la que éste se encuentra en crisispermanente y crónica, no siendo ya evidentementela crisis económica –y no hay mejor prueba que elmomento que vivimos actualmente– un factor demovilización revolucionaria per se.

En cualquier caso, concluyendo ya nuestranarración de la historia de la Liga, esta nueva formade ver las cosas, que impelía a un retraimiento de laactividad de la Liga, no pudo ser asimilada por unsector importante de la misma, con Schapper yWillich a la cabeza, ya veteranos y educados en esaescuela romántico-conspirativa de actuación revo-lucionaria. Marx intentó evitar la escisión y la for-mación de dos ligas enfrentadas, proponiendo unaserie de medidas,54 pero dada la aplastante superio-ridad, fuera del Comité Central donde eran minoría,del grupo de Schapper ésta se consuma en septiem-bre de 1850. Aunque ya había tenido lugar ante-riormente, durante la revolución, la escisión del gru-po de Gottschalk, ésta última ruptura demostraríaser fatal para la Liga. El grupo minoritario de Marx yEngels, que además incluía nombres como Wolff,Liebknecht o Eccarius, es expulsado, mientras sereeditan viejos ataques a Marx: “porque esa llamadacamarilla literaria no puede ser útil para la Liga yhace además imposible toda organización.”55 Marx,según el acta de la reunión donde se consuma la rup-tura, resume así alguna de sus divergencias con elgrupo de Schapper:

“En lugar de las concepciones universales delManifiesto se pone la concepción nacional alemanaque halaga el sentimiento nacionalista de los artesa-nos alemanes. En lugar de la concepción materialis-ta del Manifiesto se promueve la idealista. En lugarde las relaciones reales, que es lo esencial en la re-volución, se pone la voluntad. (…) De la misma ma-nera que el demócrata utiliza la palabra “pueblo” seutiliza ahora la palabra “proletariado”: como una fra-se vacía. Para que esta frase correspondiera a unarealidad habría que declarar proletarios a todos lospequeñoburgueses, es decir, de facto, representarsepequeñoburgueses, no proletarios. En lugar del de-sarrollo revolucionario real habría que poner la fraserevolucionaria (…). Yo siempre me enfrente con lasopiniones pasajeras del proletariado…”56

Subsecuentemente a esta ruptura, Marx,Engels y Harney dan por disuelta la Asociación uni-versal de comunistas revolucionarios. Desde estemomento, los dos grupos inician un camino separa-do. La Liga de Schapper, lanzada de lleno a la cons-piración, en medio de una Alemania atenazada porla reacción, es aislada rápidamente y aplastada. Lasdetenciones suceden a las delaciones y tras la caídadel grupo de Hamburgo es detenido el Comité Cen-tral en Colonia, que dará lugar al célebre procesocontra los comunistas de Colonia, entre octubre ynoviembre de 1852. Aquí acaba la historia de la Ligade los Comunistas y del primer periodo del movi-miento obrero independiente.

Por su parte, Marx se encerrará por una dé-cada en un arduo, pero muy prolífico y productivo,trabajo de estudio (que ya había comenzado antes),que dará lugar a su magna obra El capital. Desde lue-go, la historia es una jueza implacable con lospracticistas irreflexivos (aunque, repetimos, que nonos cabe duda de que los Schapper y compañía es-tán muy por encima de sus tragicómicas y despre-ciables imitaciones actuales) y se suele mostrar másbenigna con las “inútiles camarillas literarias quenada hacen”.

Una era de la revolución: 1789-1989

Hablamos al principio de la Revolución Fran-cesa y la resumíamos hasta el momento de su clí-max, en 1793, insistiendo repetidamente en su pro-fundo impacto sobre el mundo, en el que fueforjadora de modos y modelos de acción políticaproyectándose sobre todas las mentes de una época.Hemos repasado algún momento en que su referen-cia se hace explícita en Marx y Engels, fundadoresde la teoría revolucionaria del proletariado. Veamosnuevos ejemplos aún más explícitos de esta influen-cia:

“Cuando estalló la revolución de Febrero,todos nosotros nos hallábamos, en lo tocante a nues-tra manera de representarnos las condiciones y elcurso de los movimientos revolucionarios, bajo lafascinación de la experiencia histórica anterior, par-ticularmente la de Francia. ¿No era precisamente deeste país, que había jugado el primer papel en todala historia europea desde 1789, del que también aho-ra había partido nuevamente la señal para la subver-sión general? Era, pues, lógico e inevitable que nues-tra manera de representarnos el carácter y la marcha

54 CLAUDÍN: Op. cit., págs 230-232.55 Ibid., págs. 233 y 234.56 Ibid., págs. 232 y 233.

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de la revolución ‘social’ proclamada en París en fe-brero de 1848, por la revolución del proletariado,estuviese fuertemente teñida por el recuerdo de losmodelos de 1789 y 1830.”57

También reconocen, sin prejuicios, su admi-ración e imitación por figuras de la gran RevoluciónFrancesa. Así, de nuevo Engels, refiriéndose al pe-riodo de la revolución de 1848:

“Cuando, más tarde, leí el libro de Bougeartsobre Marat, vi que nosotros habíamos imitado in-conscientemente, en más de un aspecto, el gran ejem-plo del verdadero ‘Ami du peuple’ (…) y que todoese griterío furioso (…) que ha desfigurado por com-pleto (…) la verdadera imagen de Marat, se debeexclusivamente a que Marat desenmascaró sin pie-dad a los ídolos del momento (Lafayette, Bailly yotros), denunciándolos como traidores consumadosde la revolución, y a que Marat, igual que nosotros,no consideraba que la revolución había terminado,sino que se había declarado permanente.”58

Es decir, estamos viendo cómo las primerasluminarias del proletariado trabajan necesariamentecon materiales forjados por la burguesía; eso sí, porla burguesía revolucionaria. No es una tesis novísimaque deseemos forzar sino que, como vemos, Marx yEngels lo reconocen gustosamente.

Ello es así necesariamente en virtud del de-sarrollo histórico, por el que lo nuevo surge de loviejo y, en este caso, lo proletario de lo burgués. Esto,que es universalmente reconocido en aspectos comoel económico y social (el proletariado como clase ensí es forjado por las relaciones de producción bur-guesas), se tiene más reticencia en llevarlo al planopolítico, al plano donde se desarrollan las formas deentender y ejecutar la lucha de clases. Sólo mentesdoctrinarias y alérgicas a la dialéctica, incapaces deoperar con otra cosa que categorías cerradas queoponen ruidosa y absolutamente (lo burgués frentea lo proletario), pueden negar esta evidencia, tam-bién referida a este plano. De este modo, las basesde la concepción proletaria del mundo, sus líneasmaestras, se sientan en un momento en que, comono podía ser de otra manera ante lo primerizo delproletariado y el escaso bagaje de su experiencia, elúnico material histórico disponible para ser funda-

das científicamente se encuentra en la lucha de cla-ses anterior al proletariado y a su revolución, espe-cialmente en la revolución burguesa; y ésa es preci-samente la experiencia que Marx y Engels describengenialmente en el Manifiesto.

Expusimos en el primer epígrafe de este artí-culo un pequeño resumen del modelo clásico de re-volución y desarrollo político de la burguesía, comoes la Revolución Francesa.59 En él hemos vistosumariamente cómo a través del decurso económi-co espontáneo el nuevo modo de producción se ge-nera en el seno del viejo y cómo, a partir de aquí, deuna forma continua y sin plan, la burguesía terminaprevaleciendo en un proceso que se desborda a símismo en una fase tras otra, desde el intento de pros-perar en el seno de las viejas estructuras políticasfeudales hasta la subversión de las mismas, en quelos pusilánimes son simplemente echados a un ladopor la propia fuerza de los acontecimientos: “cadaetapa de la evolución recorrida por la burguesía haido acompañada del correspondiente éxito político.”60

La base del carácter de este fulminante pro-ceso espontáneo de desarrollo y éxito político seencuentra en el primer momento señalado: el naci-miento de una sistema socioeconómico de explota-ción en el seno de otro, de similar carácter, pero in-finitamente menos perfecto en su naturaleza clasis-ta y explotadora. Ésa es la clave del éxito de la bur-guesía, el ser exponente de la última forma de la so-ciedad de clases, de la última y más perfeccionadaforma de explotación del hombre por el hombre.Todavía hoy vemos la capacidad de este sistema paraexpandirse y reproducir sus lógicas inexorablemen-te, suprimiendo o subordinando sin piedad a los res-tos de otros modos de producción que, cada vez enmenor medida, aún subsisten. Asombra observarcómo en unas pocas décadas la burguesía ha conse-guido “forjar a su imagen y semejanza” todo el hete-rogéneo desarrollo civilizatorio anterior, sustentadotambién sobre la sociedad de clases, pero que tardóbastantes siglos en formarse y desarrollarse. Com-probamos, hoy más que nunca, la diabólica perfec-ción de su sistema, y cómo, a despecho de todas lasteorías que vaticinaban su derrumbe, apiladas en eldesván de la caducidad histórica, consigue reestruc-turarse crisis tras crisis. Esa imponente fuerza mate-

57 MARX; ENGELS: Op. cit., pág. 108.58 MARX; ENGELS: O. E., tomo II, pág. 334.

59 “En términos generales, se ha tomado aquí a Inglaterra como elpaís típico del desarrollo económico de la burguesía, y a Franciacomo el país típico de su desarrollo político.” (MARX; ENGELS:O. E., tomo I, pág. 21).60 Ibídem.

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rial que ha desarrollado, y que no se limita a las fuer-zas productivas, sino también a la capacidad de re-producción y adaptación de las relaciones socialesque las sustentan, es la base de la fuerza de la bur-guesía, la que hizo que su proceso de encumbramien-to político no necesitara de la forja de un plan, ni deuna guía teórica, incluso se pudo permitir que loscríticos y pensadores que le allanaban el camino y ladotaban de fuerza moral se mantuvieran como unsujeto externo, depositando la fe en la plasmaciónde su programa social en la buena voluntad de algúndéspota ilustrado; por supuesto, tampoco debió deechar mano de ningún partido revolucionario mo-derno, ni de la figura del revolucionario profesional:a la burguesía, cuando las condiciones, es decir, eldesarrollo de esa fuerza material en el seno de lavieja sociedad que hemos señalado, lo exigieron, lebastó con tocarse su cabeza con el gorro frigio paraconvertirse en revolucionaria.

Nada de eso sucede con el proletariado. Lasrelaciones sociales comunistas no surgen espontá-neamente en la vieja sociedad, a menos que no que-ramos abandonar el marxismo y tomar a las viejasformas comunitarias, que de una forma u otraperviven, por éstas, al modo de los viejos utopistas.La sociedad burguesa genera, con el enorme desa-rrollo de su fuerza económica y la creciente sociali-zación de las fuerzas productivas, la base materialpara que la emancipación humana no sea ya un en-sueño, sentando las bases de su virtualidad, pero noda la tendencia para su transformación espontáneaen ese sentido, y sí muestra, repetimos, una enormecapacidad de reestructuración. Es por ello que ya elcarácter de la revolución proletaria es, desde su mis-ma base, divergente de la burguesa.

De este modo, las primeras experiencias po-líticas del proletariado, sus primeras acciones colec-tivas, no son la proyección de una basesocioeconómica propia, las relaciones comunistas,por muy en germen que se encuentren, sino que esla propia burguesía la que lo moviliza y encuadra enpos de sus propias metas políticas:

“Si los obreros forman en masas compactas,esta acción no es todavía la consecuencia de su pro-pia unidad, sino de la unidad de la burguesía, quepara alcanzar sus propios fines políticos debe –y porahora aún puede– poner en movimiento a todo elproletariado. Durante esta etapa, los proletarios nocombaten, por tanto, contra sus propios enemigos,sino contra los enemigos de sus enemigos, es decir,contra los vestigios de la monarquía absoluta, los

propietarios territoriales, los burgueses no industria-les y los pequeños burgueses. Todo el movimientohistórico se concentra, de esta suerte, en manos dela burguesía; cada victoria alcanzada en estas condi-ciones es una victoria de la burguesía.”61

Aunque todavía no podemos hablar propia-mente de un proletariado como tal, eso es precisa-mente lo que realiza la burguesía en la RevoluciónFrancesa. Ante los obstáculos que se le plantean, laburguesía se va a ver obligada, pasando literalmentepor encima de sus propias facciones más temerosasante esta perspectiva, movilizar a las masas de lanación, desencadenando un movimiento social sin pa-rangón hasta entonces en la historia. Ése es el año1793, la grandiosa y singular experiencia que, hastapor lo menos 1871, y seguramente hasta 1917, va aser el espejo en que se mire todo movimiento revo-lucionario y en el que, consciente oinconcientemente, busque los modelos y las clavesque le ayuden a explicarse y guiarse.62

Resumiendo lo que queremos decir hastaahora, la burguesía, por el propio impulso de las fuer-zas materiales de las que es agente, derribó política-mente la vieja sociedad, y al hacerlo se vio obligadaa desencadenar fuerzas sociales de una magnitud sinprecedentes, generando un escenario histórico en elque la revolución se convirtió en una virtualidad yen una perspectiva inmediata, aunque sea por el merohecho material de que un porcentaje significativode la población de Europa y América vivió o parti-cipó, en el paso de los siglos XVIII al XIX y en laprimera mitad de éste, en algún momento, en unatransformación revolucionaria de la sociedad. Laburguesía le dio molde material a la revolución, creóun modelo para su realización y, lo que es tan im-portante como lo anterior, con su miedo ante las fuer-zas desencadenadas creyó mostrar que ese mismomodelo la podía destronar a ella misma. Como enjulio de 1791 exclamó horrorizado Barnave, burguésmoderado, pero con cierta amplitud de miras, ya quesería guillotinado durante el Terror:

“¿Vamos a acabar la Revolución o vamos avolver a iniciarla? (…) Un paso de más sería un acto

61 Ibid., pág. 27.62 A modo de ilustración, señalar que Hobsbawm, por ejemplo,dedica unas interesantes páginas a describir la continua y recurren-te proyección de la Revolución Francesa en la cabeza de otrosrevolucionarios posteriores y, especialmente, entre los dirigentesbolcheviques. (HOBSBAWM, E.: Los ecos de la marsellesa. Crítica.Barcelona, 2003, págs. 57-99).

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funesto y culpable. Un paso de más en la línea de lalibertad sería la destrucción de la monarquía, en lalínea de la igualdad sería la destrucción de la propie-dad.”63

Sin embargo, en todos los casos, son agentesexternos al que se va a convertir en el sujeto revolu-cionario los que le impelen a convertirse en tal. Enel caso de la burguesía, las resistencias políticas dela vieja sociedad ante el desarrollo económico y so-cial del que es portadora; y en el caso de las masaspopulares, su encuadramiento y movilización porparte de la burguesía, ya sea de forma directa, políti-camente, como en el caso del modelo jacobino, yasea a través de los hábitos sociopolíticos y cultura-les que toda una era de más de medio siglo de revo-luciones burguesas han creado en el conjunto de lasociedad. Es a esto a lo que nos referimos cuandohablamos de perspectiva revolucionaria, en virtud de lacual el movimiento social, aún generado espontá-nea e inconscientemente, tiene la virtualidad de irmás allá por el propio ambiente social, político y cul-tural en que se ha formado.64 Es ello lo que les va adar a Marx y Engels la licencia para caracterizar comorevolucionaria la mera unión de los obreros en vir-tud de la coordinación de sus luchas económicas yparciales contra sus patronos que se describe en elManifiesto, pues éstas se entrelazan con una situa-ción cultural e histórica revolucionaria permanente,pero externa a esa unión obrera, y que es fruto de larevolución burguesa.

Es este hecho, el entrelazamiento del proce-so de formación y cohesión del proletariado comoclase en sí a través de sus luchas económicas y par-ciales espontáneas, que, aunque supone un momen-to necesario y progresivo en la historia de la confor-mación de nuestra clase, no puede ser consideradorevolucionario per se, con la situación política y cul-tural que más de medio siglo de revolución burgue-sa genera, lo que permite caracterizar a Marx, parael uso político, la mera unión de la clase en sí (apesar de que él ya había distinguido entre clase en sí

y para sí) como revolucio-naria; y ésa es la base con-ceptual que revela lac o n c e p c i ó ndecimonónica que ca-racterizaba al proletaria-do como sujeto revolu-cionario in actu, sin másconsideraciones. Ello eslo que, unido al carácterdel trabajo teórico deMarx, más centrado, porlas exigencias del mo-mento (sentar las basesde la cosmovisión proletaria), en el desarrollo histó-rico general y menos en la caracterización políticapuntual de cada uno de sus momentos, explica laidentificación del partido con la clase, aunque tam-bién, lo cual es muy interesante, a la inversa, la clasecon el partido. Y esta generalización la aplica a to-das las clases en pugna, para las que la utilizacióndel término “partido” no se refiere a una organiza-ción concreta, sino al conjunto del movimiento po-lítico en pos de sus intereses de clase. La visión deestos elementos unidos, movimiento político de laclase que, por lo que hemos señalado, se percibe yacomo revolucionario, y partido, a despecho de losintentos de los círculos marxistas más anarquizantesy también de las visiones más organicistas, que aca-baron dominando en la tradición del bolchevismo,pueden sentar en Marx la paternidad más filosófico-general del moderno partido revolucionario y lo acer-ca a la visión leniniana bien entendida, siempre conlas precisiones e inevitables limitaciones, fruto delcontexto histórico, que hemos señalado.

Sin embargo, en el marco histórico que he-mos dibujado, la visión generalista del proceso his-tórico, mediatizada por el carácter de su trabajo, y,en relación con lo primero, el escaso bagaje de lalucha de clase proletaria, le llevan en lo inmediato yen su praxis política a esa visión espontánea del pro-ceso de formación del proletariado como partidorevolucionario; como le señala Marx en una carta alpoeta Freiligrath, antiguo miembro de la Liga, en1860:

“…la Liga fue disuelta (…) hace ya ocho añosque en este sentido, totalmente efímero, de la pala-bra, el partido dejó de existir para mí (…). Si tú erespoeta, yo soy crítico, y la verdad sea dicha, me bastacon la experiencia de 1850-1852. La ‘Liga’, lo mis-mo que la Sociedad de las estaciones, de París, que

63 Cf. SOBOUL, A.: La Revolución Francesa. Orbis. Barcelona, 1981,pág. 67.64 Y es algo que, en la visión que nos da la perspectiva, notamosque Marx incluso llegó a intuir, cuando escribe sobre la insurrec-ción proletaria de París de junio de 1848: “El proletariado de Parísfue obligado por la burguesía a realizar la insurrección de junio. Yaen esto iba implícita su condena al fracaso. Ninguna necesidaddirecta, conscientemente percibida, impulsó al proletariado a in-tentar el derrocamiento violento de la burguesía…” (CLAUDÍN.:Op. cit., pág. 246).

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centenares de otras asociaciones, no fue más que unepisodio en la historia del partido que nace espontá-neamente, por doquier, del suelo de la sociedadmoderna (…), del partido en el gran sentido históri-co del término”.65

Claudín, en la obra que estamosreferenciando, también se empeña en alejar la visiónleniniana del partido de la de Marx, la que evidente-mente no puede ser idéntica por los factores que yahemos señalado (contexto histórico, experiencia delproletariado y el propio carácter de la actividad deLenin en este marco), pero lo hace para acercar aMarx a R. Luxemburgo, enfrentando al partido conla clase o, si se quiere, a la vanguardia con las masas,y obviando lo de visionario, por su agudeza para pe-netrar en el desenvolvimiento del desarrollo históri-co, que tiene la concepción del partido en un Marxdeterminado por las condiciones decimonónicas, quees, como hemos señalado, la identificación del mo-vimiento político de la clase con el partido. No obs-tante, al propio Claudín no le queda otro remedioque reconocer que el papel que se le asigna al parti-do obrero, concretizado también como organizaciónespecífica, va aumentando a lo largo de la vida deMarx.66 En descarga de Claudín, podemos decir que,a pesar de la visión que Lenin plasmara del partidocomo expresión de la unidad de la vanguardia conlas masas, la unión de la teoría revolucionaria con elmovimiento de la clase, en definitiva, el partido comomovimiento revolucionario del proletariado, la ex-periencia histórica de la Komintern nos muestra a es-tos partidos, depositarios de la tradición del leninis-mo, como mera organización de la vanguardia quepugna por dirigir a las masas, como un sujeto exter-no a ellas, y no como su unión cualitativamente máselevada; por lo que no es de extrañar, en el contextodel Ciclo en curso, que cayera en los debates de vie-jo tipo sobre la relación u oposición de los dirigen-tes con la clase, del partido con la clase, etc.

Como decimos, a pesar de esa lúcida visiónhistórica del partido, lo que predomina en el mo-mento político es una visión espontaneísta de la con-formación revolucionaria del proletariado, que es laque explica la actitud de Marx respecto a la Liga delos Comunistas y durante la revolución de 1848. Si

la clase se conforma como sujeto revolucionario es-pontáneamente no es necesario más que un organis-mo de propaganda (aunque si lo llevamos hasta susúltimas consecuencias, ni tan siquiera esto), y es lavisión que Marx y Engels van a tener de la Liga du-rante 1848-49, aunque tras esa experiencia y en unmomento de reorganización a la espera de una inmi-nente revolución, cuando se produce una cierta mo-dificación práctica de su actitud. Sin embargo, comodecimos, estos factores de contexto histórico pesanmucho, y a pesar de la creciente importancia que alo largo de sus vidas le van a ir concediendo a laconcretización de ese partido histórico, todavía en1885 Engels podía escribir loas al espontaneísmodel siguiente calibre:

“…hoy basta con el simple sentimiento desolidaridad, nacido de la conciencia de la identidadde su situación de clase, para crear y mantener uni-do entre los obreros de todos los países y lenguas unsolo y único partido: el gran partido del proletaria-do.”67

Hoy, cuando la experiencia de la lucha declases ha demostrado el verdadero significado de laindependencia política del proletariado y que su cons-titución en tal sujeto autónomo requiere de todo unproceso de ardua construcción de los instrumentosque lo permitan, momento en el que, por cierto, nosencontramos actualmente, puede parecer paradóji-ca la posición de Marx, que consideraba que con1848 se iniciaba el principio del fin de la civiliza-ción burguesa y que, a la vez, durante la revoluciónen Alemania tomaba en principio posición en el senode movimiento demócrata, en virtud del carácter bur-gués de la revolución. Esta postura contradictoria,que también Lenin señaló,68 sólo lo es plenamentehoy (en la época de Lenin, aunque éste lo señalara

67 MARX; ENGELS: O. E., tomo II, pág. 357.68 “De modo que ¡sólo en abril de 1849 (…) Marx y Engels sepronunciaron por una organización obrera independiente! ¡Hastaentonces dirigían simplemente un ‘órgano de la democracia’ noligado por ningún lazo orgánico a un partido obrero indepen-diente! Este hecho, monstruoso e increíble desde nuestro puntode vista actual, nos demuestra claramente qué diferencia tan enor-me hay entre la socialdemocracia alemana de entonces y el actualPartido Obrero Socialdemócrata de Rusia. Este hecho nos mues-tra cuánto más débiles eran los rasgos proletarios del movimien-to, su corriente proletaria, en la revolución democrática alemana(debido al atraso de Alemania en 1848, tanto en el sentido econó-mico como en el político, a su fraccionamiento estatal).” (LENIN,V. I.: Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática.Akal. Madrid, 1975, pág. 126).

65 Ibídem, pág. 322. Aunque, como comentario, no está de másseñalar que, sólo cuatro años después de esta carta, Marx se em-barcaría y pondría su esfuerzo al servicio de otro efímero “partido”:la gloriosa Asociación Internacional de los Trabajadores.66 Ibid., pág. 328.

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mostrando una vez más el carácter de vanguardia desu pensamiento, todavía había lugar para la visiónespontaneísta del proceso revolucionario –una prue-ba, por ejemplo, es que la apreciación de Lenin selimita a señalar las limitaciones en el plano político yno todavía en el histórico general), cuando ha acabadoel impulso generado por las revoluciones de 1789-1848 y continuado por 1871, 1917 y las revolucio-nes del siglo XX; impulso que, en virtud del am-biente social y cultural creado, daba virtualidad re-volucionaria al movimiento social espontáneo. Poreso, en 1848 no había contradicción aparente enimpulsar la revolución burguesa desde las filas de lapequeña burguesía democrática y, a la vez, esperaren lo inmediato el combate definitivo con la bur-guesía, sin asegurar la independencia política del pro-letariado, pues ésta se daba por supuesta. Además,pesaba el modelo revolucionario francés de 1793,por el que el proceso histórico, sin plan ni conscien-cia,69 se desborda a sí mismo, y había posibilidadpara suponer, razonablemente, que lo mismo le su-cedería a la burguesía con un proletariado incompa-rablemente más consistente que el de 1793, cuandoapenas existía. De hecho, era algo que los propiosburgueses temían: recordemos el terror de Barnaveo la histeria de la burguesía francesa de 1848 ante elespectro de la “república roja”.

Eso es con toda seguridad lo que Marx espe-raba, lo que, repetimos, en las condiciones históri-cas dadas era más que razonable pensar, y lo quesigue esperando cuando abandona finalmente elmovimiento demócrata para concentrarse inequívo-camente en la organización del proletariado, comoejemplifica su evocación, ya señalada, de un 1793proletario al describir el curso que debería seguir larevolución, o muestran fehacientemente estas líneasde Las luchas de clases en Francia:

“Una clase en que se concentran los intere-ses revolucionarios de la sociedad encuentra inme-diatamente en su propia situación, tan pronto comose levanta, el contenido y el material para su actua-ción revolucionaria: abatir enemigos, tomar las me-didas que dictan las necesidades de la lucha. Lasconsecuencias de sus propios hechos la empujan

hacia delante. No abre ninguna investigación teóri-ca sobre su propia misión. La clase obrera francesano había llegado aún a esto…”70

En este extracto vemos claramenteejemplificada el prisma de la gran Revolución Fran-cesa, de la revolución burguesa, cuando Marx miraal proletariado.

La salida de Marx de la organización demó-crata para dedicarse a la organización del proletaria-do se produce alrededor de ese congreso de “parti-darios de la democracia social”. Aquí, como señalá-bamos, tenemos el origen de la socialdemocracia,nacida como una escisión por la izquierda del movi-miento demócrata, en este contexto de revoluciónburguesa. La socialdemocracia será el marco de or-ganización del proletariado durante la segunda mi-tad del siglo, y la denominación que históricamenteengloba a la formación de la clase en sí71 . Teniendoen cuenta que el moderno comunismo nace tambiéncomo una escisión izquierdista de la socialdemocra-cia, podemos ver en esta secuencia de momentospolíticos, la continuidad que enlaza la revoluciónburguesa con el primer Ciclo de la Revolución Pro-letaria Mundial (RPM), su constitución y continua-ción desde un proceso en el que prima por encimade la consciencia la fuerza de factores externos eimpersonales, desencadenados por la burguesía. Éstees el marco y las bases materiales que permitieronque la concepción espontaneísta del movimientorevolucionario hegemonizara y tuviera sentido en lasfilas del proletariado revolucionario.

Esta hegemonía representa el primer emba-te histórico del proletariado, cuando aún no se ha-bían ajustado cuentas con la matriz burguesa de laque, necesariamente, tenía que partir; y sólo con elfinal del Ciclo, cuando con la derrota de 1917 se haderrotado también a 1789, (demostrando, una vezmás, que el verdadero espíritu emancipador está enlas manos del proletariado revolucionario y que susuerte depende de la de este movimiento político),tenemos las condiciones, mediante el Balance críti-co de la experiencia histórica revolucionaria, para

69 Por cierto, apuntar aquí que uno de los factores que coadyuvana la explosión revolucionaria de 1789 es una de las periódicas crisisde subsistencia que afectaban a la sociedad feudal, en el sentido deque puede ayudar a comprender el peso para la revolución que sele concede a la crisis económica, fenómeno hasta cierto puntoparalelo en el capitalismo.

70 MARX; ENGELS: O. E., tomo I, pág. 134.71 Marx ya percibió las limitaciones revolucionarias de este marcosocialdemócrata; en el contexto de la escisión final con el grupo deSchapper, señaló: “… yo no hago tal proposición porque provo-caría inútiles enemistades y porque todas estas personas, de todasmaneras, son comunistas por convicción, aunque las concepcio-nes que manifiestan actualmente no son comunistas y, en el me-jor de los casos, pueden considerarse socialdemocráticas.” (Cf.CLAUDÍN: Op. cit., pág. 231).

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sacudirnos ya definitivamente las inevitablesadherencias burguesas que aún portábamos comoseñal de inmadurez. Si es cierto que éstas tuvieronun sentido y nos permitieron desplegar una inexper-ta lucha revolucionaria, su derrota las ha hecho ca-ducar y la experiencia ganada en esta lucha nos per-mite desprendernos de ellas. No hacerlo significa latotal derrota del ideal emancipador y permitir que,dado que ya no existen las condiciones que lo ha-cían efectivo, dado que se ha perdido la perspectivasocial de la revolución, esta adherencia, la puerilconfianza burguesa en el espontaneísmo y en el fa-vorable curso impersonal de la historia, consuma,cual fósforo blanco sionista, el cuerpo, aún vivo peropostrado, del proletariado revolucionario. Si lo con-seguimos, el periodo de 1789-198972 , durante el quela revolución, el progreso social, fue fruto de la con-fianza en factores externos, habrá sido una páginapasada que nos ha legado riquísimas experiencias quenos permitirán abrir paso a otro periodo revolucio-nario en el que, en plena consonancia con el objeti-vo perseguido, la revolución será el primer acto deconsciencia y libertad de la humanidad social, abrien-do de par en par las puertas hacia el Comunismo.

1848: un pasaje marxiano para la Gue-rra Popular

Ya hemos señalado el contexto histórico queexplica la contradictoria formulación del primermarxismo, que luego sería tomado por la socialde-mocracia, potenciando aún más los aspectosespontaneístas y deterministas de éste. Sin embar-go, esta contradictoria exposición general del mar-xismo, además de sentar, como hemos señalado re-petidamente, las bases de la concepción proletariadel mundo, encierra elementos políticos que, sim-plemente fueron desechados por la socialdemocra-cia, seguramente debido a lo insuficiente del desa-rrollo histórico (experiencia de la lucha de clases),pero que hoy, a la luz del Ciclo concluido, cobranrenovado vigor. Es cierto que, con gusto, derruimosla aureola de omnisciencia que algunos sacerdotes,

hoy con las iglesias vaciadas de feligreses, quisieronconstruir alrededor de Marx, Lenin, Mao o quien sedesee, pues es necesario para la realización del Ba-lance histórico de la RPM y despejar con él el cami-no para la continuación de la obra revolucionariaempezada y continuada con ellos; es decir, es nece-sario destruir los iconos para liberar su espíritu re-volucionario. Ello no es óbice para que, a cada pasoque damos en nuestra labor de estudio crítico, nosencontremos con continuos momentos, en las obrasde nuestros clásicos, de auténtica genialidad visio-naria que sólo ahora empiezan a cobrar pleno senti-do.

Ya hemos señalado las limitaciones del con-cepto de partido en Marx, consecuencia inevitabledel escaso desarrollo de la lucha proletaria, así comodestacado la profundidad de su visión histórica delmismo, pertinente de encajar con el moderno con-cepto de partido proletario. Hemos visto cómo amedida que se desarrolla la revolución de 1848 vaotorgando cada vez más importancia a la organiza-ción independiente del proletariado, y que ello lohace en medio de un balance de la experiencia dedicha revolución, lo cual se traduce, en un momen-to en que se espera una reavivación inminente de larevolución, en una serie de recomendaciones con-cretas (Circular de 1850) para la Liga de los Comu-nistas. De este modo, aunque no hay ruptura explí-cita con la concepción espontaneísta de la confor-mación revolucionaria del proletariado, la experien-cia práctica de la revolución sí obliga a tomar medi-das que le alejan de dicha concepción, que ya he-mos señalado.

En la enumeración de estas medidas, en di-cho contexto de expectación revolucionaria, se ob-servan muchos elementos que, sin demasiado esfuer-zo, son acoplables al más avanzado producto de laestrategia revolucionaria del proletariado, la GuerraPopular. De este modo, previendo la constituciónde un gobierno pequeñoburgués democrático, antela experiencia de la traición de la burguesía liberal,se señala la necesidad de la formación de un gobier-no obrero revolucionario que fiscalice al anterior:

“Al lado de los nuevos gobiernos oficiales,los obreros deberán constituir inmediatamente go-biernos obreros revolucionarios, ya sea en forma decomités o consejos municipales, ya en forma de clubsobreros o de comités obreros, de tal manera que losgobiernos democrático-burgueses no sólo pierdaninmediatamente el apoyo de los obreros, sino que sevean desde el primer momento vigilados y amena-

72 Esta secuenciación del periodo no resta singularidad a la crono-logía que hemos dado para el Ciclo y que mantenemos comosustancial (1917-1989), pues es el momento, la era de la revolu-ción proletaria, como la designara Lenin, en el que los nuevoselementos, proletarios, se despliegan dándonos las herramientaspara, mediante el Balance, limpiarlos de las formas viejas, burgue-sas, entre las que aparecieron, y que acabaron fagocitándolos denuevo, como ya hemos explicado de forma más concreta en nu-merosas ocasiones.

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zados por autoridades tras las cuales se halla la masaentera de los obreros.”73

Vemos claramente, con setenta años de an-telación, cómo Marx prevé el establecimiento de ladualidad de poderes, lo que, más modernamente ycuando ya no hay revolución democrática pendien-te que, no lo olvidemos, es el contexto en el queMarx escribe, o ésta va a ser dirigida por el proleta-riado, como ha sentado la experiencia histórica de laque el renano carecía, significa simple y llanamenteel Nuevo Poder de las masas armadas. Y esto tam-bién es señalado inequívocamente:

“Pero para poder oponerse enérgica yamenazadoramente a este partido, cuya traición alos obreros comenzará desde los primeros momen-tos de la victoria, éstos deben estar armados y tenersu organización. Se procederá inmediatamente a ar-mar a todo el proletariado con fusiles, carabinas,cañones y municiones; es preciso oponerse al resur-gimiento de la vieja Milicia burguesa dirigida contralos obreros. Donde no puedan ser tomadas estasmedidas, los obreros deben tratar de organizarse in-dependientemente como Guardia proletaria, con je-fes y un Estado Mayor Central elegidos por ellosmismos, y ponerse a las órdenes no del gobierno,sino de los consejos municipales revolucionarioscreados por los mismos obreros. (…) Bajo ningúnpretexto entregarán sus armas ni municiones; todointento de desarme será rechazado, en caso de nece-sidad, por la fuerza de las armas.”74

Estos puntos, sobre la actitud del proletaria-do ante la perspectiva de una inmediata revolucióndemocrática pequeñoburguesa, quedan resumidosasí:

“Destrucción de la influencia de los demó-cratas burgueses sobre los obreros; formación inme-diata de una organización independiente y armadade la clase obrera; creación de unas condiciones que,en la medida de lo posible, sean las más duras y com-prometedoras para la dominación temporal e inevi-table de la democracia burguesa: tales son los pun-tos principales que el proletariado, y por tanto, laLiga, deben tener presentes…”75

Nótese, por otra parte, ese “por tanto” queidentifica al proletariado con la Liga, y que es unpunto más, a despecho de los claudines, que acerca aMarx a la actual comprensión de vanguardia sobrelo que es el partido proletario. Por supuesto, no esnecesario forzar las similitudes, pues ya hemos deja-do sentadas las inevitables y necesarias diferencias,marcadas por dos momentos históricos totalmentediferentes, pero no deja de ser significativo que losramalazos leninistas de Marx en este aspecto se denen medio de un balance sobre la experiencia recien-te de la revolución y cuando hay que tomar conse-cuentes medidas prácticas en espera de un inminen-te auge revolucionario. Finalmente, permítasenoscolocar al lado de estos extractos, para completar elcuadro, otro, en el contexto poco posterior de la enu-meración de las diferencias con el grupo de Schapper,que llevarán a la escisión:

“Mientras nosotros decimos a los obreros: talvez os tocará pasar aún por quince, veinte, cin-cuenta años de guerra civil y de conflictos in-ternacionales, no sólo para cambiar las relacio-nes existentes, sino para cambiaros a vosotrosmismos y capacitaros para la dominación polí-tica, vosotros por el contrario, les decís: ‘Debemosahora mismo alcanzar el poder o irnos a dormir’.”76

He aquí, sin adulteraciones, la visión en Marxde una guerra civil prolongada, a través de la cual“los obreros se capacitan para la dominación políti-ca”, capacitación que no sólo incluye el aspecto prác-tico-estratégico, sino también el de la guerra revolu-cionaria como definitivo azote de todos los restosde sumisión y esclavitud que el trabajo asalariado ymilenios de sociedad de clases inevitablemente ino-culan entre los obreros, lo que, además, deja pocolugar a la concepción inmanentista del obrero, revo-lucionario por el mero hecho serlo. Por supuesto, nocolocamos a Marx como ideólogo de la Guerra Po-pular, tal y como hoy se define con precisión, pero síseñalamos estos elementos de lucidez visionaria que,para un cerebro de genial agudeza como el de Marx,podían ser ya perceptibles a través de las líneas maes-tras del desarrollo histórico y el carácter de la socie-dad capitalista.

Esta visión bélica ya aparece en otros mo-mentos, como cuando señala la necesidad de unaguerra mundial que enfrente a la revolución proleta-ria contra la contrarrevolución absolutista:

73 MARX; ENGELS: Op.cit., págs. 98 y 99.74 Ibídem, pág. 99.75 Ibid. (la negrita es nuestra -N. de la R.)

76 Cf. CLAUDÍN: Op. cit., pág. 409 (la negrita es nuestra -N. de laR.).

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“…todo levantamiento revolucionario, pormuy alejada que parezca estar su meta de la luchade clases, tiene necesariamente que fracasar mien-tras no triunfe la clase obrera revolucionaria, quetoda reforma social no será más que una utopíamientras la revolución proletaria y la contrarrevolu-ción feudalista no midan sus armas en una guerramundial.”77

Como decimos, la formulación de este jui-cio se produce tras la traición de la burguesía a surevolución por temor al proletariado y señala, ade-más de esta imagen de guerra mundial en consonan-cia con la idea de la RPM como una guerra popularmundial a nivel histórico, la sentencia, hace ya 160años, de que todo progreso social pasa por la revo-lución proletaria, ya sea añadimos nosotros, por suslogros directos, ya sea dirigiendo el proletariado larevolución democrática, o incluso, aunque en rigorsea difícil considerarlo un auténtico progreso social,como subproducto reformista de la burguesía anteel temor a la revolución. Es algo que toda la expe-riencia del siglo XX demuestra, pero ahí tenemoshoy en día a nuestros revisionistas, intentando for-mar toda suerte de frentes con las facciones que juz-gan progresistas o de izquierdas de la burguesía y pro-poniendo toda una panoplia de repúblicas sociales paraintentar, dicen, allanar el camino del socialismo. Peroobviamente, por algo son revisionistas, porque norepresentan los intereses del proletariado revolucio-nario.

Finalmente hablábamos del balance queMarx y Engels realizan tras 1848-49. Por supuesto,tampoco tiene el mismo carácter que el que el prole-tariado debe realizar hoy, ya que en éste se trata deun balance histórico, cualitativamente superior, queincluye a los realizados antes, pero que demuestra lanecesidad periódica que tiene la revolución proleta-ria de enfrentarse críticamente con su propia expe-riencia. Las luchas de clases en Francia 1848-1850 re-presentan la médula de este balance político a queMarx se enfrenta en ese momento, fundamentalmen-te desde las páginas de la NGR(p-e). Allí podemosleer:

“Pero lo que sucumbía en estas derrotas noera la revolución. Eran los tradicionales apéndicesprerrevolucionarios, las supervivencias resultantesde relaciones sociales que aún no se habían agudizadolo bastante para tomar una forma bien precisa de

contradicciones de clase: personas, ilusiones, ideas,proyectos de los que no estaba libre el partido revo-lucionario antes de la revolución de Febrero y de losque no podía liberarlo la victoria de Febrero, sino sólouna serie de derrotas.

En una palabra: el progreso revolucionariono se abrió paso con sus conquistas directastragicómicas, sino por el contrario, engendrando unacontrarrevolución cerrada y potente, engendrandoun adversario, en la lucha contra el cual el partidode la subversión maduró, convirtiéndose en un par-tido verdaderamente revolucionario.”78

Estas líneas son una muestra elocuente de laprofundidad del pensamiento de Marx y de la asom-brosa facilidad que exhibía para emitir juicios decarácter universal a partir del análisis concreto. Eneste sucinto extracto vemos, además del plantea-miento del balance político concreto de la experien-cia concreta de 1848-50, cómo sus líneas se ajustanperfectamente al Balance del primer Ciclo revolu-cionario.

Así, la derrota de la revolución, por dura queresulte, no es una tragedia, ya que al situar en lizalas fuerzas y estirar al máximo las contradiccionespone en evidencia la verdadera naturaleza del pro-ceso de transformación y la del enemigo, permitien-do partir en el siguiente embate desde una posiciónmás elevada. En una palabra, la praxis revoluciona-ria como fuente de conocimiento del proletariado.

Si se nos permite aplicar brevemente este ri-quísimo extracto a nuestro momento histórico ac-tual, lo que sucumbió en la derrota del primer Ciclorevolucionario no fue el comunismo, sino sus tradi-cionales apéndices prerrevolucionarios, las supervi-vencias de las relaciones sociales de la revoluciónburguesa y del capitalismo concurrencial, formadasantes de que el capitalismo imperialista, era de larevolución proletaria, escindiera al movimiento obre-ro en dos alas, una revolucionaria y otra reacciona-ria, escisión que toma una forma precisa de contra-dicción de clase: ideas e ilusiones sobre la esencia re-volucionaria del obrero, el progreso histórico automá-tico que conduce inevitablemente al socialismo y losproyectos de construir el partido revolucionario y lapropia revolución desde las luchas espontáneas yparciales o desde el reformismo político muestransu carácter podridamente burgués y reaccionario;pero sólo la derrota podía liberar totalmente al co-munismo de estas viejas concepciones.

77 MARX; ENGELS: Op. cit., págs. 65 y 66. 78 Ibídem, pág. 125.

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Estalló la crisis, y ¿ahora qué? ¿Qué deben hacerlos comunistas revolucionarios? ¿Cómo modifica esta cri-sis tan “inesperada” las estrategias de los destacamentosde vanguardia?

En el imaginario de buena parte de los comunistasdel Estado Español, ésta es la oportunidad que llevabanaños esperando: ahora que el capitalismo muestra su “ver-dadera cara”, la clase se dará cuenta de la necesidad dehacer la revolución y ahí estaremos nosotros, los comunis-tas, para dirigir sus luchas por los cauces de la revolución.

Sin embargo, a este planteamiento, economicistay espontaneista a partes iguales, parece que le cuesta arran-car. El repunte de las luchas no parece despegar, o al me-nos no de una forma masiva, a pesar de los múltiples EREsde distintas empresas. Los grupos que esperaban la crisistienen ahora que rendir cuentas: organizar lasmovilizaciones, dotarlas de contenido revolucionario, evitarque la ideología burguesa gane a las masas y las “engañe”reforzando al capitalismo.

A pesar de todo, las propuestas de PCE (m-l), PCPE,PCE, PCOE… son vagas: reforzar el partido, una alternativade izquierdas, defender medidas que mejoren las condicio-nes de vida de los trabajadores… Lo sorprendente es que, apesar de las nuevas perspectivas que ofrece la situación,siguen con la misma letanía de la resistencia y la acumula-ción de fuerzas, ¿pero no era éste el momento clave para larevolución?

Ni una alusión a la toma del poder, la insurreccióno algo parecido. Estos comunistas reconocen los males delcapitalismo (como cualquier crítico del capitalismo), peroson incapaces de articular una táctica que vaya más allá deenunciar “socialismo” (como mucho), sin indicar cómo lle-gar a éste desde el capitalismo.

Así podemos ver la parálisis de estos destacamen-tos, incluso cuando las circunstancias se ofrecen en ban-deja de plata, que se muestran incapaces de ir más lejos dela crítica a la avaricia del mercado financiero y explicar lascausas de la crisis, cual reformista burgués televisivo. Estaincapacidad táctica sólo es la punta del iceberg: la ausen-cia de una estrategia revolucionaria definida imposibilita lacapacidad de maniobra ante los acontecimientos.

La gran parte de los grupos que se reclaman delcomunismo se limitan a llamar a “organizar las luchas deresistencia” como actividad principal. Es decir, indicar a laclase cómo reforzar su posición como clase explotada, esosí, en busca de mejores condiciones: atenuar la explota-ción, pero nunca suprimirla. Ir a la clase con este programaes inútil porque el proletariado ha demostrado a lo largo detoda su existencia su capacidad de organización para de-fender sus condiciones de vida sin cuestionar realmente lasrelaciones sociales de opresión. Precisamente, esa debe-ría ser la tarea de los comunistas, elevar la conciencia de suclase hacia el horizonte revolucionario.

Sin embargo los sectores de vanguardia siguen em-peñados en “defender los puestos de trabajo” y en que “lacrisis la paguen los ricos”.

Defender puestos de trabajo contra los despidossignifica defender la explotación del trabajo asalariado fren-te al más temido desempleo: ¡Sí que son buenas las expec-

tativas que nos plantean estos adalides del socialismo! Ex-plotación o desempleo. Los comunistas no deberían dejar-se arrastrar por esta falsa dicotomía. Frente a esta perspec-tiva, transformación de la realidad: Revolución. Pero no acu-mulación de fuerzas y resistencia sin fin: condenar a la cla-se al capitalismo sin ser capaces de ver más allá realmentepor mucho que digan “socialismo”.

En cuanto al pago de la crisis, nosotros debería-mos decir, como aquel grupo del rock, “¿Crisis? ¿Qué cri-sis?”. En el capitalismo la crisis es perenne, la miseria cre-ciente de las masas, el aumento de las diferencias entre losque tienen y los que no tienen, la miseria moral que engen-dra la unidad con los patronos y la competencia entre lospropios obreros (como los sindicalistas británicos, por lospuestos de trabajo ocupados por extranjeros, o los obrerosde Martorell, que se humillan y pagan de su bolsillo paraseguir trabajando), la represión policial… ¿Es que eso esnuevo? Admitir las crisis como algo excepcional implicatambién admitir periodos de no-crisis, lo que los burguesesllaman “bonanza económica”, en que “todo va bien”, abrien-do así la puerta a un “capitalismo de rostro humano” al me-nos hasta que entra en crisis temporalmente.

Peor es aún lo de “los ricos”. ¿Quiénes son los ri-cos? ¿El repartidor que ha ganado una lotería o el corredorde bolsa? Esta suplantación del término “burgués” por elmás genérico “rico” supone escamotear una oportunidadde educar a las masas, además de contener implícitamen-te la idea de que ya no hay clases sociales en lucha (bur-guesía y proletariado), sino una clase alta, otra media y otrabaja, identificando a la primera con los ricos.

No es de extrañar que desde estos planteamientosse siga la incapacidad política para articular una alternativacentrada en la toma del poder por y para la clase y la insta-lación de su dictadura hacia el Comunismo. Pero realmen-te el problema es más profundo. La ausencia de PartidoComunista es el primer escollo, la falta de este factor cons-ciente, organizador y director de la revolución, imposibilitacualquier tentativa de transformar la resistencia en revolu-ción, y es ante este problema ante el que se estrellan y estre-llarán todos los que hoy día ven en el movimiento espontá-neo el eslabón hacía la revolución.

El final del Ciclo de Octubre se ha traducido en unaimposibilidad en todo el movimiento comunista para desa-rrollar la transformación revolucionaria del mundo. No so-mos capaces de dar más respuesta que las ya dadas duran-te el Ciclo, de seguir aplicando las mismas recetas ciega-mente, olvidando eso del “análisis concreto de la situaciónconcreta”. El dogmatismo, o peor aún, el dogmatismo y elrevisionismo juntos se traducen en parálisis ideológica ypráctica que llevan a la eterna fórmula de la resistencia y ala acumulación de fuerzas haya crisis, bonanza, llueva ohaga sol.

La única forma de salir de este atolladero es recu-perar los principios del marxismo, hacer balance del ciclo ala luz de éstos y reconstituir el Partido Comunista. Sólo asípodremos conocer el alcance de aciertos y errores, extraerlecciones y poner al día nuestra ideología, condición inelu-dible para poner en marcha un nuevo ciclo con garantías detriunfo.

LOS COMUNISTAS ANTE LA CRISIS

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Presentación

El pasado 25 de octubre de 2008, tuvolugar en la ciudad de Hamburgo (Alemania) unanueva edición de la Conferencia Internacionalque organiza el Movimiento Popular Perú (MPP),organismo generado por el Partido Comunista delPerú (PCP) para el trabajo en el extranjero.

El éxito de esta celebración debe medir-se tanto por el número de los asistentes, mayoraún que el de la Conferencia de Madrid (2007),como por el paso que añade en la consolidaciónde este evento como referente para la vanguar-dia del proletariado internacional, importantehito en la lucha contra los emporios delrevisionismo mundial y por la definición de la lí-nea general de la Revolución Proletaria Mundial,en el camino de la Reconstitución de la Interna-cional Comunista.

En cuanto al contenido de la Conferen-cia, fue fiel reflejo del litigio que ha provocadola firma de los acuerdos de paz entre el PartidoComunista de Nepal (maoísta) [PCN(m)] y el Es-tado nepalí entre los sectores más destacadosdel movimiento comunista internacional, litigioque, a nuestro entender, arrastra consigo unaproblemática de gran calado que toca de llenoel terreno de los principios de la ideología revo-lucionaria, tanto si el asunto se trata de circuns-cribir a lo adecuado o no de la aplicación prácti-ca del maoísmo, como pretenden lospatrocinadores del encuentro, como si se tratade la idoneidad del propio maoísmo como teoríade vanguardia, según la interpretación que no-sotros hacemos de esa controversia.

De hecho, tras las intervenciones de lasorganizaciones asistentes y de la lectura de losmensajes de las que no asistieron pero enviaronsus saludos a la Conferencia, el debate se cen-tró inmediatamente en Nepal y en la línea adop-tada por el PCN(m) de manera abierta desde2006. Este partido había sido invitado a fin deque participase directamente en tan importan-te debate, que reclama el interés de todo el mo-vimiento comunista internacional, y de que ex-plicara las circunstancias de su giro político deabandono de la guerra popular, así como a otrasorganizaciones maoístas que se han alineado apo-

yando abiertamente la nueva línea del partidonepalí (el grupo Proletari Comunisti, antiguoRossoperaio, por ejemplo); pero, ninguno de losdestacamentos más importantes que defiendenesa línea aceptó el reto. Sin embargo, sí huboallí presentes voces menores que, bien a títuloindividual o bien expresando la opinión de susorganizaciones, apoyaron o solicitaron un votode confianza a la vía pacífica hacia el socialismoabierta en el país himalayo.

Las dos posiciones contendientes se de-finieron claramente a lo largo de la discusión.Por una parte, la de quienes confían en la buenafe de Prachanda y la dirección del PCN(m), quie-nes se remontan a la historia del movimiento co-munista internacional afanándose por extraerde ella antecedentes que permitan justificar ylegitimar los giros políticos y los cambios brus-cos en la política de alianzas del Partido, quie-nes se remiten a la especificidad de las condi-ciones en Nepal y en la independencia del PCN(m)para hallar en ellas el camino revolucionario, yquienes se escudan en la falta de información yde conocimiento sobre el terreno de esas leja-nas condiciones para rechazar toda crítica des-de el internacionalismo proletario.

Por otra parte, la posición de los maoístasrevolucionarios, representados en la Conferen-cia principalmente por el MPP, quienes reitera-ron la necesidad de la vía armada para la revolu-ción y el principio de que el poder nace del fusily no del parlamento, añadiendo que, así como en1996 saludaron el inicio de la guerra popular enNepal, nadie se alegraría más que ellos si elPCN(m) conquistase el poder, pero nunca a tra-vés del pacto con los reaccionarios. Por eso, yaunque este partido les tache de dogmáticos,declararon que el PCP jamás dejará las armas,ni abandonará a medio camino la guerra popu-lar, ni mucho menos tratará con el imperialismo.A pesar de ello, los camaradas del MPP insistie-ron también en que su crítica hacia el PCN(m)no se realiza desde el doctrinarismo, desde lapura teoría, sino desde el contraste de los he-chos consumados por la práctica política del par-tido nepalí, innegables y a la vista de todos, con

CONFERENCIA INTERNACIONAL DE HAMBURGOCONFERENCIA INTERNACIONAL DE HAMBURGOCONFERENCIA INTERNACIONAL DE HAMBURGOCONFERENCIA INTERNACIONAL DE HAMBURGOCONFERENCIA INTERNACIONAL DE HAMBURGO25 de Octubre de 2008

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el maoísmo. Por esta razón, quisieron dejar cla-ro que, hasta el momento, el PCP no ha tildadotodavía a Prachanda de “traidor”; sin embargo,no pueden ocultar ni dejar de lado hechos comola teorización por su parte de una vía pacíficadistinta de la violencia revolucionaria, ni su de-fensa de las formas políticas burguesas, ni tam-poco pueden obviar el acercamiento del PCN(m)a los Estados Unidos y a la India, Estado verdu-go de comunistas, ni las conversaciones del mi-nistro de finanzas del Gobierno Prachanda conel Banco Mundial en la dirección de convertir aNepal en un centro turístico como método pararelanzar su economía, favoreciendo así los inte-reses de la burguesía burocrática y comprado-ra y salvaguardando las viejas relaciones de pro-ducción del Nepal semifeudal y semicolonial, in-tegrando a este país en el marco de la divisióninternacional del trabajo como un eslabón másdel mercado global imperialista.

Finalmente, por lo que se refiere al MAI,nuestros representantes en Hamburgo sólo sedirigieron a la Conferencia en la intervención ofi-cial desde la tribuna, sin tomar la palabra en eldebate posterior. Esto fue debido a que no huboocasión para situar el otro debate, el relaciona-do con la actualidad del maoísmo. La Conferen-cia Internacional representa, probablemente, alsector más avanzado de la vanguardia del pro-letariado internacional, el que defiende la líneade desarrollo de la Revolución Proletaria Mun-dial más consecuente con el marxismo, la líneade guerra popular. Sin embargo, se haya, hoy porhoy, enzarzado en un debate interno entremaoístas sobre las relaciones entre estrategiay táctica dentro del marco doctrinal de esta co-rriente del movimiento comunista internacional.Se requiere de un mayor desarrollo de la luchade dos líneas en su seno para que el debate ge-nere las condiciones para poder ser elevado aun escalón más alto en la disputa por la recons-titución de la concepción del mundo proletaria.Mientras tanto –y ésta es la posición del MAI alrespecto–, el comunismo revolucionario debe ali-nearse con este sector de nuestro movimientocon el objetivo de depurarlo de los elementosvacilantes y refractarios y de defender y con-solidar los principios incuestionables de la revo-lución proletaria, en particular, la cuestión delPartido Comunista como único sujeto revolucio-nario y la guerra popular como única vía de con-quista del poder. La lucha de dos líneas entrelas distintas interpretaciones de ese supuestobagaje común que denominan maoísmo permiti-rá, a fin de cuentas, derrotar a la última ofensi-va del revisionismo moderno, en su más refinadaversión, al mismo tiempo que podrá poner a la

luz y ante los ojos de los revolucionariosmaoístas más honestos y consecuentes las limi-taciones del último y más elevado desarrollo delmarxismo del pasado ciclo revolucionario, des-de el punto de vista de las necesidades y requi-sitos para el inicio de un nuevo ciclo histórico dela Revolución Proletaria Mundial.

En este sentido, no es casualidad quequienes mejor comprenden el espíritu del maoís-mo y mayormente se alejan del formalismo en suaplicación –mal que aqueja a la mayoría de lospartidos que se inscriben en esta corriente–,como el PCP-MPP, se vean en la obligación de es-pecificar un desarrollo teórico nuevo del mismo–denominado pensamiento gonzalo– con el fin derectificar o redefinir y concretar más lo que sinduda de ambiguo, inacabado e incluso incorrec-to hay o puede haber en ese acervo común; aun-que su empecinado interés en mantenerse den-tro de ese marco teórico, a pesar de sus desa-rrollos –manteniéndose, por tanto, dentro del es-cenario político del Ciclo de Octubre–, les hayaconducido a nuevos errores en esa labor de de-finición y concreción o, como estos camaradasdicen, de aplicación del maoísmo.

A continuación, presentamos algunos ma-teriales relacionados con la Conferencia Inter-nacional de Hamburgo: el mensaje de convoca-toria del MPP y su alocución a la asamblea allíreunida, donde se expone su actual punto de vis-ta en el debate más importante ahora mismo enel conjunto del movimiento comunista interna-cional. Después, la intervención del MAI en eseencuentro, desde la que nuestra organización hatratado de proponer una perspectiva de futuroen el horizonte de ese debate. Para acceder amás información, recomendamos visitar el sitiowww.solrojo.org, donde están publicados casi to-dos los documentos oficiales de la ConferenciaInternacional.

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Esta Conferencia, reafirmándose en la deci-sión de mantener en alto la bandera roja del marxis-mo-leninismo-maoísmo, principalmente maoísmo, tie-ne por objetivos: elevar la defensa del PresidenteGonzalo, Jefatura del PCP y de la revolución perua-na, y de la Dirección del PCP; combatir alrevisionismo y al oportunismo en el movimiento co-munista internacional; combatir el plan del imperia-lismo, coludido con el revisionismo, de los «acuer-dos de paz» y todas sus patrañas.

Para servir a combatir la mayor intervencióndirecta del imperialismo yanqui en el Perú, quiendesde hace años está combatiendo la guerra popu-lar, con su llamada «guerra de baja intensidad», laque dirige directamente desde el año 1992 con plan,dirección, asesoramiento, entrenamiento,equipamiento, financiamiento, intervención de agen-tes, etc., bajo la cobertura de «guerra contra lasdrogas». Desde mayo de este año los Estados Uni-dos han comenzado a enviar unidades de combatede sus Fuerzas Armadas regulares para que partici-pen en su «guerra de baja intensidad». En el Cuar-tel de los Cabitos, base militar del Ejército genocidaen Huamanga, capital del departamento deAyacucho, 300 militares yanquis se ha instaladodesde el mes de mayo como una fuerza de avanza-da, de los aproximadamente 1000 hombres que estáplanificado para venir durante el año.

El PCP esta preparado contra todos los pla-nes de genocidio del imperialismo y la reacción, pro-siguiendo la guerra popular para solucionar todoslos problemas con el marxismo-leninismo-maoísmo,pensamiento gonzalo. La mayor intervención del im-perialismo yanqui tendrá como consecuencia lamayor incorporación de las masas a la guerra po-pular, va a poner al PCP en mejores condiciones deunir al pueblo contra el viejo Estado, contra el régi-men fascista actual de Alan García, facilitara la cons-trucción de la Conquista del Poder en todo el país ypermitirá que la guerra popular se funda, más aún,con las guerras de liberación nacional que se desa-rrollan en el mundo. El Partido así muestra el cami-no de como combatir los planes del imperialismo,

desarrollando la guerra popular, en las peores cir-cunstancias en nada ha cejado como se ha hechoen Nepal, y por ello cumple con ser fuerza de cho-que de la revolución proletaria mundial y actúa comofracción roja dentro el movimiento comunista inter-nacional. Esta Conferencia responde a la necesi-dad de desarrollar la lucha de dos líneas en el movi-miento comunista internacional y el MRI. El Comitédel MRI (CoMRI) no conduce correctamente la lu-cha de dos líneas en el movimiento y eso lodescohesiona, pues éste sólo puede cohesionarseaplastando y barriendo al revisionismo e imponien-do el maoísmo como su único mando y guía.

Invitamos a todos los Partidos comunistas yorganizaciones revolucionarios, de dentro y de fue-ra del MRI, a participar en esta Conferencia y quecontribuyan al debate planteando en forma clara susposiciones para que, en medio un vivo combate deideas, avancemos en imponer la línea roja para im-pulsar más la brega de los comunistas por unirse anivel internacional, en servicio de la revolución pro-letaria mundial.

Impulsemos la lucha de dos líneas para queel movimiento en su conjunto asuma la gran res-ponsabilidad de luchar frontalmente contra el plandel imperialismo de «acuerdos de paz» y de aniqui-lar dirección, para aplastar al revisionismo y contri-buir a imponer el maoísmo, sirviendo a que la iz-quierda se imponga en los Partidos Comunistas yorganizaciones revolucionarias del mundo, para ini-ciar y desarrollar guerra popular en los diferentespaíses para barrer al imperialismo y a la reacciónde la faz de Tierra.

¡QUE EL MAOÍSMO PASE A COMANDARLA NUEVA GRAN OLA DE LA

REVOLUCIÓN MUNDIAL!

Movimiento Popular PerúSeptiembre de 2008

EL MOVIMIENTO POPULAR PERÚ INVITA:A LOS PARTIDOS COMUNISTAS, ORGANIZACIONES REVOLUCIONARIAS YREVOLUCIONARIOS QUE ACTÚAN DENTRO Y FUERA DEL MOVIMIENTO

REVOLUCIONARIO INTERNACIONALISTA (MRI),A LA CONFERENCIA INTERNACIONAL A REALIZARSE EN LA

CIUDAD DE HAMBURGO-ALEMANIA, EL 25 DE OCTUBRE DE 2008.

CONVOCATORIA DEL MOVIMIENTO POPULAR PERÚ

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ACERCA DE LA APLICACIÓN DEL MAOÍSMO

El Movimiento Popular Perú ha convocado esta Conferencia Internacional para servir a poner el maoís-mo como único mando y guía de la nueva gran ola de la revolución mundial, lo que nos demanda aplastar alrevisionismo para dar un salto mayor en esta tarea. Por eso, la necesidad de hacer un balance de la aplicación delmaoísmo por el Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI). Hoy, queremos plantear que ha habido dosaplicaciones, dos rumbos. Uno sirve a construir lo nuevo y el otro a sostener lo viejo. Otra vez, el centro deldebate es el problema del Poder.

EL PRESIDENTE GONZALO NOS ENSEÑA QUESE LEVANTAN BANDERAS PARA DEFENDERLAS

Y SE DEFIENDEN PARA APLICARLAS

Esto no demanda dar una rápida mirada a la experiencia histórica del Partido Comunista del Perú (PCP)y la guerra popular que dirige, para luego contrastar con las experiencias más recientes al respecto.

Porque, hoy los defensores de la «aplicación del maoísmo», que están por lo viejo, se presentan conalgunas diferencias de opiniones como los más novedosa aplicadores del «maoísmo», la «aplicación concreta ala realidad concreta», denuncian y apostrofan a quienes no están de acuerdo con ellos que son «dogmato-revisionistas» e izquierdistas, especialmente al Presidente Gonzalo y al PCP.

Pero esto no es nuevo, ya en el Perú desde el inicio, los revisionistas repicando la propaganda de lareacción, hicieron parecidas acusaciones al Partido. El Partido les respondió -respuesta que vale también contrasus actuales impugnadores y resume el proceso del Partido y de la aplicación del maoísmo-, así: En el fondonos acusan de izquierdismo que es derechismo. El ultrismo está definido en el marxismo como ladesviación que no ve las condiciones objetivas y fuerza la realidad para actuar sobre ella basándoseen la voluntad, es no manejar leyes, pero ¿podría decirse de nuestro proceso que durante tantos añosestamos forzando la realidad? ¿Quién ha planteado el carácter semifeudal, semicolonial y capitalistaburocrático de la sociedad peruana? nosotros y también somos nosotros quienes estamos develandoel carácter reaccionario del viejo Estado terrateniente burocrático, proimperialista ¿quién antes, quépartido político lo ha demostrado ante las masas? ¿Quién ha definido el carácter de la revolucióndemocrática hoy en camino in-interrumpido al socialismo y a través de revoluciones culturales llegaral comunismo? El Presidente Gonzalo, el PCP.

El PCP es el primer partido reconstituido como PC de nuevo tipo, marxista-leninista-maoísta, pensa-miento gonzalo, principalmente pensamiento gonzalo, militarizado, máquina de guerra para conquistar y defen-der el Poder con guerra popular. Con Jefatura y pensamiento guía. Partido que aplica sobre la base ideológico-política, construir simultáneamente lo orgánico, en medio de la lucha de clases todo en función de la guerrapopular para la conquista y defensa del Poder, construcción ligada a la fluidez de la guerra popular que es formaprincipal de lucha hoy en el mundo. Militarización y construcción concéntrica de los tres instrumentos de larevolución, el Partido eje de todo construye en su entorno el Ejército y con estos instrumentos, con las masas enguerra popular construye en torno a ambos el nuevo Estado.

No es una amalgama de partidos que se juntan para participar en los gobiernos y parlamentos de losEstados burgueses, incluido los Estados terrateniente-burocráticos, proimperialistas; al servicio del plan delimperialismo de los «acuerdos de paz». Estos partidos practican el frentismo en el partido y en el frente electoral,característica común de los partidos revisionistas de siempre.¿Qué es lo que vemos al respecto en Nepal, hoydía? Que el PCNM aplica la «unidad de las fuerzas de izquierda» para participar en las elecciones y el gobierno

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del Estado terrateniente burocrático alservicio del imperialismo, esto es uni-dad sin principios. El PCNM se haunificado con partidos de conocida tra-yectoria revisionista desde el 2006,como el PCN, el PCN (CentroMLM), el PCN (Unido), el Foro Re-pública Democrática, el Foro Demo-crático. ¿Cuál es la base ideológico-política para tal unidad? De hecho noes el maoísmo, es para la «participa-ción» en la Constituyente y en el go-bierno del viejo Estado, para cambiode rumbo, para dejar la guerra popu-lar, como lo declaró, el 13 de febrerode 2008, el c. Prachanda sobre laselecciones de abril: «la última ronda dela lucha con las fuerzas parlamentariaspara impulsar el dominio del proleta-riado».

El PCP aplica solucionar losproblemas nuevos con pensamientogonzalo, ello permite al Partido com-prender y avanzar en la construccióndel Partido, en dirección, avanzar encentralización estratégica, en otras pa-labras en articular el trabajo de todoslos Comités del Partido, de los Comi-tés Regionales, de los Zonales y Lo-cales. Avances notorios en solucionarlos problemas de Dirección, sobre todoa partir de mediados de 1998. En lapresente década se expresa más el peso de la Dirección para continuar y desarrolla más la guerra popular, máscentralización estratégica y descentralización táctica, la centralización permite a la Dirección del Partido muchascosas, así, por ejemplo, ha sucedido con la campaña de cerco y aniquilamiento del enemigo «Excelencia», ellosdijeron desde el año pasado que el Partido sólo está en el VRAE y después recibieron por otros lados , así elmundo debe ver no es sólo ahí, es en todo el país. Principalmente en el Comité Regional Principal del PCP, en suconjunto con sus diferentes Fuerzas Principales del Ejército Popular de Liberación, que actúan sincronizadamentey en diferentes lugares como tales. La reacción dice «son remanentes» y que estamos ahí porque nunca habíanllegado y que ahora van a hacer obras. Lo cual repiten los revisionistas y otros soplones. Pero, con el desarrollovictorioso de la contracampaña nuestra vieron que hay varias Fuerzas Principales y con armamento suficiente yadecuado. Nosotros desenmascaramos todos estos engendros reaccionarios de: «hay remanentes», «al puebloolvidado le daremos obras», «el pueblo está con los CAD». Usaron a estos «Comités de Autodefensa (CAD)»sometidos a la fuerza como «carne de cañón», después bombardearon los pueblos, luego fueron sus fuerzas de«élite», se les dio «duro y partido» ¡perdieron! Así de simple, no tienen otra cosa. La Dirección del Partido, bajoel Camarada Responsable de todo el Partido aplica firmemente la BUP, los planes y acuerdos del Partido, condecisión y firmeza y dirige y lleva adelante una correcta lucha de dos líneas para imponer la línea correcta. Así elPartido avanza en medio del fuego enemigo, aplastando los planes del imperialismo, principalmente yanqui, de lareacción y de sus compinches revisionistas, principalmente del nuevo revisionismo, que se viste de ropaje maoístapara tratar de venderse mejor al enemigo. Cuando se presentan problemas los maoístas no capitulan sino lossolucionan en medio de la lucha a muerte entre revolución armada y contrarrevolución armada.

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Así las cosas, lo que pasa con los representantes de los Partidos y organizaciones que acusan dedogmatismo e izquierdismo al PCP y a todo partido, organización o persona que defiende los principios delmarxismo-leninismo-maoísmo, como los camaradas del PCNM, del PCR y el CoMRI y levantan como unaporte creador la revolución burguesa de viejo tipo, como etapa intermedia, es que en realidad están defendien-do los intereses de la burguesía, se refugian en el cretinismo parlamentario y en negar las condiciones objetivas ysubjetivas para la revolución, se oponen al marxismo-leninismo-maoísmo, por el carácter de clase de sus ideas.Lo que hacen no es más que seguir las ideas del camarada Avakian, quien pretendiendo hacer una síntesis delmarxismo, apunta contra la filosofía marxista negando las leyes objetivas del desarrollo de la naturaleza, lasociedad y el pensamiento; en economía niega la pauperización creciente y la inevitabilidad del hundimiento delimperialismo y ataca la dictadura del proletariado y el socialismo, niega la existencia de la situación revoluciona-ria y el caracter universal de la guerra popular, oponiéndose así a la lucha de clases y a la revolución.

El camarada Avakian, el c. Prachanda, el CoRIM, la revista UMQG, etc., han dicho y han repetido otrosque por ese dogmatorevisionismo, el PCP, está en crisis de existencia, dividido en múltiples fracciones, ya no hayguerra popular, o a lo sumo sólo «restos» (repitiendo a voz en cuello las patrañas de la reacción). Pero, ahora loque les queda es cachetearse públicamente ante el contundente avance de la guerra popular pese a la detencióndel Presidente Gonzalo y la mayor parte de lo que fue la dirección partidaria. Están preocupados, porquealgunas de sus bases están reconociendo nuestro avance y han saludado con gran entusiasmó nuestros grandeséxitos militares conquistados en el campo de batalla, lo que tomamos como una autocrítica de su parte, aunquetienen que avanzar y reconocer que eso se debe a la aplicación correcta del maoísmo, a la aplicación delpensamiento Gonzalo por la dirección del PCP a las nuevas circunstancias de desarrollo de la guerra y al actualdesarrollo de la lucha de clases nacional e internacional.

ES LA APLICACIÓN CORRECTA DEL MAOÍSMOLO QUE PERMITE AL PARTIDO Y A LA GUERRA POPULAR

SUPERAR TODAS LAS DIFICULTADES

Es con esta aplicación correcta del maoísmo que el Partido resuelve los problemas que se van planteadocon la complejización de la guerra a muerte entre guerra popular y guerra contra-subversiva, lo que requiere queel Partido eleve la clandestinidad, en síntesis, nos plantea el Presidente Gonzalo, en el III Pleno, el bregar pordestruir un viejo orden y construir un nuevo orden, destruir un viejo Estado y hacer uno nuevo requie-re clandestinidad, en grado mayor o menor según las circunstancias históricas. Esta es una cuestiónimportante que tiene que ver con la cuestión central del Poder, con las dos formas de aplicación del maoísmo.Cuando la guerra se vuelve más encarnizada, cuando la revolución avanza y la reacción saca sus garras, amena-zando o plasmando la intervención extranjera, directa o a través de tercero, o a través de la India, como en elcaso de Nepal, que también en ese caso sería intervención directa del imperialismo, ya que el maneja tododetrás, la respuesta no es capitular y aceptar un «acuerdo de paz», cesar la guerra popular, como nos dice laaplicación del maoísmo que lo deja todo por la «paz», sino, como ha hecho la dirección del Partido luego de ladetención del Presidente. Lo decisivo en esas circunstancias, tal como lo viene haciendo el PCP, es desenvol-ver la clandestinidad con formas más altas que tiene que ver con las formas de lucha, las formasorgánicas, las formas de dirección, métodos de dirección y el estilo de trabajo, nuevos que tenemosque desarrollar. No se puede estar centrando en la amenaza de la reacción que se nos viene o en los golpes quenos da o nos puede dar la reacción eso es erróneo, es no ver la realidad revolucionaria, nuestra propiacondición transformadora, ver a la reacción y quedarse hipnotizados por su acción, ese es el proble-ma.

La aplicación correcta del maoísmo nos enseña, pues, con la experiencia de más de 28 años de guerrapopular victoriosa e invencible, que nosotros no podemos estar centrados en ver la reacción sino ennuestra propia acción, nuestro propio desarrollo que se desenvuelve en lucha de dos colinas, de acuer-do, pero ¿de qué nos serviría ver solamente la colina enemiga y no la nuestra? ¿En qué uno se va aapoyar, en la colina contraria o en las propias fuerzas? obviamente en las propias. El golpe que lareacción nos propina tiene que ver con el propio desarrollo de las fuerzas y con la propia debilidad que

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aún expresamos en tales o cuales frentes, o con la propia experiencia que la reacción saca de suacción, con el engendrar una poderosa contrarrevolución, porque eso es parte del desarrollo de larevolución, el problema es aplastarlas. Lo fundamental es el desarrollo de nuestro trabajo, desarro-llar nuevas formas para poner los organismos nuestros en condición de ser superiores a la reacción.Similar sucede con el problema del traspaso, en el camino de cercar las ciudades desde el campo, eltraspaso del peso del campo a la ciudad, eso requiere un intenso trabajo, un tiempo; tiene que ver connuestra propia labor y con el desarrollo de la lucha de clases. Entonces, llegado el momento, hay quebregar entonces por concretar ese traspaso, sin embargo ese traspaso requiere tareas a cumplir,como potenciar y desarrollar más altamente aún el trabajo en el campo, particularmente desarrollar eltrabajo en los Comités; impulsar el trabajo en las ciudades pero partiendo de desarrollarlo, de llevarloa niveles más amplios en el campo, en las ciudades tener en cuenta las pequeñas, las medianas y lasgrandes y como una cosa muy especial la propia capital. El traspaso es condición indispensable parala conquista del Poder en todo el país y que el centro de ese peso esté en la ciudad, a nadie escapa quees tarea compleja, dura, ardua pero correcta. Esa es la aplicación correcta del camino de cercar las ciuda-des desde el campo y el problema del traspaso, muy distinta a la que sostiene el camarada Prachanda, que dicehay que dejar la guerra popular para pasar a desarrollar el trabajo en las ciudades, para justificar el cambio derumbo, el centrar todo en elecciones. Para la aplicación correcta es cuestión de construir la conquista del Poderen todo el país, lo principal de esto es que el Nuevo Estado o sea la República Popular de NuevaDemocracia es la tarea central y que en el equilibrio estratégico lo que se nos plantea es plasmar laestabilidad relativa del Nuevo Estado.

LA OTRA APLICACIÓN DEL «MAOÍSMO» LLEVA ASACRIFICAR TODOS LOS LOGROS DEL PUEBLO

Y, el desarrollo de la guerra popular como lo sabe todo maoísta desde el comienzo, el problema de laconquista del Poder en todo el país necesariamente lleva al choque con el imperialismo, eso es comoque dos más dos son cuatro, por tanto esa contradicción va a devenir principal, porque el imperialismosiempre combate la conquista del Poder y se empeña en hundir la revolución, se da una polarización,esa polarización implica que en un lado esté el imperialismo y la reacción (nativa), esto es el capitalis-mo burocrático, los terratenientes y todos los reaccionarios, y en el otro el pueblo dirigido por elPartido como representante del proletariado, es problema de lucha de clases.... No es como lo planteael camarada Prachanda y otros dirigentes del PCNM para justificar el cambio de rumbo. Entonces se generannuevas condiciones con el desarrollo de la guerra, más difíciles y complejas, pero a la vez mejores condicionespara unir al pueblo para conquistar el Poder en todo el país y establecer la República Popular de Nueva Demo-cracia y para encabezar el frente antiimperialista mundial. Quien no ve esto y centra en el poder de la reacción ydel imperialismo capitula, sigue el otro camino, no está por la revolución sino por conservar el viejo orden, conel cuento del cuco de la reacción interior o exterior. Dos aplicaciones y dos resultados distintos. Una es la que

nos lleva a la conquista del Poder en todo elpaís, como en el caso del Perú, que desarrollaguerra popular dura y prolongada pero victo-riosa, y, la otra, es la que lleva a sacrificar to-dos los logros del pueblo conseguidos a costade tanta sangre por la «paz» de los cemente-rios, lleva a conservar el viejo orden sea cualsean los aparentes logros del momento, queno serán sino en el camino de insertarse en elviejo Estado para ser su más negro, nefasto,soporte.

Y, se justifican, diciendo que no se pue-de conquistar el Poder por las armas y que encaso de lograrlo vendrá el «poderoso» gen-

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darme mundial imperialista yanqui y los expansionistashindúes y los derrocaran para eso hay que unirse conellos y sus representantes locales y pedirles aprobacióny ayuda, no hay nada más absurdo. Proceso en el cual,todo lo que se ha arrancando a los reaccionarios es paraentregárselo a ellos mismos: el derecho a la rebelión, ar-mas, nuevo Poder, tierras, etc. No hay razón, cuando loque se está expresando ahí es la caducidad de ese viejoorden de opresión. Y ¿qué vemos en el mundo? Losfracasos que cosechan a diario los imperialistas en susguerras de rapiña y la ocupación de países, ahora con lamayor crisis económica del imperialismo hasta la fecha.Un gigante con pies de barro. Y ¿el viejo Estado de laIndia? Es un Estado terrateniente burocrático, que estásiendo barrido parte por parte por los comunistas deese país, avanzando cada día en constituir el nuevo Po-der. Viejo Estado que no puede enfrentarse a una guerrarevolucionaria en su propio país menos podrán sosteneruna guerra de agresión contra una guerra popular, ni contodo el apoyo del imperialismo yanqui. Olvidan estoscamaradas, para sostener tales cosas, la famosa afirma-ción del Presidente Mao, de mayo de 1970: siempre que el pueblo de un país pequeño ose levantarse enlucha, se atreva a empuñar las armas y tome en sus propias manos el destino de su propio país, podráindefectiblemente derrotar la agresión de un país grande. Esta es una ley de la historia.

Estos «aplicadores» dicen que se dió «cambio de contradicción», que la contradicción principal habríapasado ha ser de todos contra el rey, cuando ellos primero quisieron negociar la salida de la «constituyente» conel rey dejando de lado a los partidos, pero el imperialismo y la India dijeron no, negociación triangular. Buscandoresucitar a los partidos reaccionarios que estaban moribundos. Estos «aplicadores» proponen «una nueva ymagistral estrategia», con la cual le quieren sacar la vuelta al maoísmo. Y dicen que como la guerra popular es unaguerra política, ahora es necesario entrar en acuerdo con los partidos para cambiar al rey por la república,entonces se fijan como gran meta el cambiar el sistema de gobierno, dicen como etapa intermedia o transitoria.Pero todo lo establecido por el maoísmo al respecto niega la posibilidad y la necesidad de tal revolución demo-crática de viejo tipo en la actual era de la revolución proletaria mundial iniciada en 1917. No, nosotros nosolamente queremos cambiar el sistema de gobierno sino que lo principal y decisivo es cambiar ladictadura de las clases que mandan, la dictadura de clase del Estado, el sistema de Estado, derrocarpues a las clases reaccionarias de este viejo Estado y construir un nuevo Estado de dictadura conjun-ta, de frente único de cuatro clases en que el proletariado tenga hegemonía a través de la alianzaobrero-campesina, único Estado de nuevo tipo que puede aplicar la nueva democracia, esto es ladictadura contra los que explotan y la democracia para el pueblo. Pero el c. Prachanda tiene un conceptoburgués de democracia, para él no hay democracia sin los partidos, pluralismo, es decir la manifestación libre delindividuo, esa abstracción burguesa. Lo concreto es que si no es el nuevo Estado de nueva democracia no serásino la reestructuración del viejo Estado terrateniente burocrático, y ese estado no podrá ser de ninguna manerade democracia para el pueblo, eso es un imposible, porque un Estado de clases explotadoras generará en unasociedad como la de Nepal una democracia para los de arriba y las condiciones para desarrollar no son sinopedir que el capitalismo burocrático se desarrolle (reimpulsar el capitalismo burocrático).

En cuanto al problema el Frente, concebimos el Frente para la guerra popular y no al margende ella, lo constituimos en el campo como Estado de dictadura conjunta y en las ciudades como MRDPapuntando hoy a desenvolver el Frente Único de la Revolución para la conquista del Poder. Contranuestra aplicación, los camaradas del PCNM plantean que como la contradicción principal ha pasado a sercontra el rey hay que unirse con los partidos parlamentarios, expresión de que la contradicción principal es

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contra el feudalismo, por eso hay que hacer el frente para desarrollar la república democrática (de viejo tipo,nota nuestra) para luego cuando se tenga la mayoría parlamentaria declarar la república de nueva democracia.Dicen además porque no es posible triunfar militarmente se llegó al acuerdo de paz y ante el peligro de interven-ción extranjera del imperialismo yanqui y el expansionismo hindú. Para nosotros eso es un absurdo, como lo haestablecido el Partido, porque la base ideológica que debe dirigir el frente es el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo, en nuestro caso, si no se esta abdicando de la dirección del proleta-riado en el frente y dando paso a que la burguesía lo dirija, estos como todos los otros que consideranque el PC no debe dirigir el Frente, son sostenedores del orden y pretenden un frente con la granburguesía, para que ella lo dirija; lo que nosotros concebimos es que la dirección proletaria se garan-tiza a través de la base de la alianza obrero-campesina... Y para criticarnos usan la acusación de sectarismocuando son ellos los que se oponen a la dirección del proletariado y buscan la dirección de la burguesía; segun-do, juegan a que el socialismo ha fracasado, que la dictadura del proletariado no sirve, que hay que aplicar lademocracia del siglo XXI multipartidaria, en convergencia con la ofensiva contrarrevolucionaria general. Y comoya hemos dicho buscan apoyarse en la colina del enemigo y tienen temor y desconfianza en las masas másprofundas.

ESTO EXPRESA REPERCUSIÓN DE LACAMPAÑA DEL ENEMIGO

Y en esto tiene gran responsabilidad el CoMRI en todo esto, ya desde antes de la detención del Presi-dente Gonzalo, entre los Partidos del MRI, especialmente en los del Sur de Asia, difundió traducciones de ladocumentación del PCP con graves errores, para después argüir que era problema de traducción. Luego de ladetención del Presidente, han difundido entre los Partidos informes elaborados por ellos mismo, que no son sinoreproducción de la propaganda de la guerra psicológica del enemigo, negándose a entregar la documentacióndel CC del PCP y sobre ello debatir. Es así como ellos dicen promover el debate y la lucha de dos líneas en elMRI.

Luego, pues, como lo ha señalado el Partido repetidas oportunidades, hay mucha responsabilidad delCoMRI, después de la detención del Presidente Gonzalo, cuando el enemigo a comienzos de octubre de 1993lanzó la patraña de las «cartas de paz» de la LOD-CIA, se apuntó a querer quitar el apoyo internacional ala campaña por la defensa de la vida del Presidente Gonzalo, esto se vió en las declaraciones dealgunos miembros del MRI, que decían: «vamos a investigar…», el presidente Gonzalo esta detrásde las cartas…», «la bandera roja ondea en el Perú…», es decir guerra popular sin el PresidenteGonzalo; posiciones que se filiaban a la LOD, repitiendo los engendros (video y audio) fabricados enel SIN. Por la ascendencia del presidente Gonzalo dentro del MRI, el imperialismo y el revisionismose preocuparon que las posiciones de la LOD repercutan en el MRI, atacando la tesis marxista deJefaturas y Jefes de la revolución, con el llamado culto a la personalidad, atacando la teoría militar, laguerra popular, desligándola de las Bases de Apoyo, su objetivo apuntar contra lo fundamental delpensamiento gonzalo; el Poder.

Y como señaló el Partido en agosto de 2006, la cuestión es que algunos miembros hicieron eco delas patrañas de la reacción y repicaron. La lucha de dos líneas mal llevada va a llevar a entrampar elMRI, hoy la guerra popular en Nepal puede cambiar de rumbo, de revolución democrática a unarevolución burguesa, el Partido comunista es para iniciar y dirigir una guerra popular no para conviviry compartir responsabilidades con burguesía burocrática. Eso destruye, lo amolda, corrompe, se vuel-ven partidos fascistas, es de mucha responsabilidad de los camaradas de Nepal.

Con estas cuantas cuestiones presentamos el presente documento para debatir en el MRI y fuera de élpara llegar a un balance de la aplicación del maoísmo.

Movimiento Popular PerúOctubre de 2008

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INTERVENCIÓN DEL MOVIMIENTO ANTI-IMPERIALISTA

De la Conferencia Internacional maoístaa la Internacional Comunista

Camaradas presentes en esta Con-ferencia Internacional, en nombre delMovimiento Anti-Imperialista del Es-tado español (MAI), reciban un salu-do revolucionario de firmeza y com-bate. También queremos felicitar alMPP por la organización de este even-to, que se está consolidando comopunto de encuentro del sector revo-lucionario del movimiento comunistainternacional (MCI), y agradecer aestos camaradas su gentileza por in-vitarnos a participar y darnos, así,la oportunidad de que ustedes conoz-can la opinión de nuestra organiza-ción sobre los problemas candentesde nuestro movimiento en el planointernacional.

El MCI se encuentra en una en-crucijada desde hace ya demasiadotiempo. La derrota final de la GranRevolución Cultural Proletaria y ladesaparición de las ilusionesrevisionistas con el hundimiento del“campo socialista”, certificaron elestancamiento y retroceso de todaslas corrientes que hasta entonces sereclamaban del comunismo. En mediode este descalabro generalizado, elPartido Comunista del Perú introdujocon fuerza un freno al desánimo y elderrotismo imperantes que, en nues-tro caso podemos decirlo, influyó engran medida en el nacimiento y poste-rior desarrollo de lo que hoy día esnuestra organización. Sin embargo, lossucesos del año 92 en Perú y, sobretodo, la renuncia del Partido Comu-nista de Nepal (maoísta) [PCN(m)] aproseguir la Guerra Popular, cuandose encontraba en plena ofensiva es-tratégica, certifican, para nosotros,el fin del Ciclo revolucionario quese inició con la Revolución de Octu-bre de 1917, y el inicio de un perio-do intermedio de recomposición ideo-lógica y política del comunismo, cuya

duración dependerá grandemente de lalabor que realicemos los partidos ydestacamentos de vanguardia que enla actualidad están configurando pro-gresivamente la línea roja interna-cional. El resurgir de la Guerra Po-pular en Perú, en primer lugar, juntoa los cada vez más firmesposicionamientos de partidos y des-tacamentos de vanguardia frente alrevisionismo del MRI, otrora consi-derada fracción roja mundial del MCIy devenida ahora organización predo-minantemente revisionista, lideradabicéfalamente por el PCR de los EE.UU.y el PCN(m), otorgan una relevanciaespecial a esta Conferencia en cuan-to al papel histórico que, para noso-tros, debe de desempeñar como iniciode la recomposición del MCI para su-perar la encrucijada en que se en-cuentra.

La situación internacional

Nos encontramos ante la parado-ja de tener que soportar una triplecrisis global del capitalismo, queno le impide mantener, al mismo tiem-po, una ofensiva reaccionaria inter-nacional contra el proletariado y lospueblos oprimidos. En primer lugar,una crisis financiera, que es la queacapara la mayor parte de las noti-cias, pero que no es la que más afec-ta de momento a las clases trabajado-ras. En segundo y tercer lugar, unencarecimiento de las fuentes de ener-gía, en especial el petróleo, y delas materias primas, que ha provoca-do una crisis alimentaria estrecha-mente motivada y vinculada a la ante-rior, que son las que más afectan alas capas populares. Son precisamen-te los gobiernos dirigidos por lossectores más reaccionarios y valedoresdel liberalismo absoluto los que me-

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diante fondos públicos y nacionali-zaciones hacen frente a la crisis conla aprobación y la colaboración delas organizaciones sindicales. Estánaplicando el programa de las llama-das terceras vías, que hasta ahoradefendían las organizacionesreformistas. La aristocracia obreray el oportunismo político, quevertebran mayoritariamente al prole-tariado a nivel mundial, abrazan lasrecetas capitalistas, que les son tanfamiliares, para evitar una mayordepauperación de cuyas consecuenciasellos serían los primeros afectados.En Europa, hemos pasado, en una déca-da, del reclamo de las 35 horas a laaceptación de las 65 horas, sin quese produzca una mínima movilizaciónseria que pudiese suponer, cuantomenos, una advertencia para los go-biernos reaccionarios de la Unión.Las masas de trabajadores muestranuna resistencia escasa y generalmen-te poco efectiva, cuyas metas, antela ausencia generalizada de direc-ción política comunista, no puedenser más que de cortas miras. Con estonos referimos a los defensores delllamado socialismo del siglo XXI, tanpopular en algunos países de AméricaLatina y con tantos seguidores entrenuestros revisionistas europeos. En-tre las filas del proletariado hayuna mezcla de rabia contenida en unmar de hastío y resignación, muy ex-tendidos y potenciados por el indi-vidualismo y el corporativismo a queel oportunismo político y sindicaldel reformismo las somete, pero nadaque denote un salto cualitativo en sulucha en el sentido de su emancipa-ción.

Ésta es la tónica dominante, apesar de los contados enclaves delmundo en que se está desarrollando ensus fases iniciales la Guerra Popu-lar. Por todo ello, predominan lasluchas de masas de carácter espontá-neo a lo largo del planeta, ya seansindicales, ya se trate de los con-flictos armados de los pueblos queson sojuzgados directamente por labota militar del imperialismo. Estasluchas protagonizan, hoy, la sempi-terna resistencia de las masas a laexplotación social y a la opresión

nacional. Nada que ver, por ejemplocon los años sesenta, cuando las lu-chas sociales y de liberación levan-taban mayoritariamente la bandera rojay perseguían el socialismo, a pesarde las distintas visiones que de élse tenían, no siempre las más correc-tas.

Ante esta situación objetiva enque se desarrolla la ofensiva reac-cionaria a escala planetaria en me-dio de la propia crisis capitalista,el aún incipiente desarrollo de lasguerras populares y el predominio delas luchas armadas anti-imperialistasdirigidas por organizaciones reaccio-narias de carácter religioso y na-cionalista, unido a la posición de-fensiva que acarrea el carácter ge-neralmente espontáneo y económico delas luchas de resistencia de la clasetrabajadora por evitar el empeora-miento de las condiciones de su ex-plotación, son signos inequívocos deque no existe una ofensiva estraté-gica revolucionaria mundial. A pesarde que las condiciones objetivas so-ciales y políticas del imperialismorepresentan un terreno favorable parainiciar dicha ofensiva, la ausenciacompleta del factor subjetivo la haceimposible. No puede existir una ofen-siva revolucionaria mundial que novaya aparejada con el proceso de re-constitución de la Internacional Co-munista. La organización del partidomundial de la revolución comunistaserá el mejor vehículo para extenderla influencia internacional de loséxitos que deparen los procesos lo-cales de Guerra Popular, influenciaque actuará como catalizador de otrosprocesos de reconstitución y de ini-cio de la Guerra Popular por doquier,extendiéndose y ampliándose hastacrear las condiciones reales, polí-ticas y militares, de paso a la ofen-siva estratégica de la RevoluciónProletaria Mundial (RPM).

El movimiento comunista interna-cional y las tareas actuales

El MCI es una masa heterogéneade partidos y agrupamientos interna-cionales de corrientes contrapuestasque, en su mayoría, abrazan el opor-

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tunismo político y el revisionismoideológico, tanto dogmático como re-formista.

Los peores augurios se han con-firmado sobre el Movimiento Revolu-cionario Internacionalista (MRI) desdeque el camarada Gonzalo los expusie-ra, desde sus orígenes, en el sentidode considerar al MRI sólo como unpaso en la reconstitución de la In-ternacional Comunista y a condiciónde que siguiese una línea ideológicay política justa y correcta. Los di-ferentes planos en que resumía elcamarada Gonzalo los problemas queenfrentaba el MRI se han agudizado ylo han transformado en su contrario,en freno de la revolución comunistamundial. Lo que está sucediendo enNepal es, en este sentido, de lo másaleccionador. En lo ideológico, elMRI no sólo no ha avanzado en lacomprensión del marxismo-leninismo-maoísmo, sino que está contribuyendoa incrementar la confusión, favore-ciendo al revisionismo y haciendo pasarpor planteamientos ideológicos correc-tos lo que es puro oportunismo, amol-dando forzadamente a sus interesesliquidacionistas principios fundamen-tales con el fin de apoyar el abando-no de la línea de Guerra Popular. Enlo político, ha permitido que la agen-da del imperialismo marque la actua-ción del PCN(m) y justifique suarriamiento de la bandera roja. Harenunciado a la reconstitución de laInternacional, favoreciendo elpolicentrismo en su seno, y ha aban-donado la línea de masas que deberíatener como objetivo la reconstitu-ción de partidos comunistas para ini-ciar y desarrollar la Guerra Popu-lar. Ha renunciado a forjarse en di-rección de la revolución comunistamundial y, con respecto a la luchaentre las dos líneas, la ha sustitui-do por el liberalismo en las opinio-nes y la no ingerencia en los asuntosy decisiones de cada uno de sus miem-bros. Todos estos problemas, al noser justa y correctamente manejados,han devenido en fenómenos de desar-ticulación. Las preocupaciones quealbergaba el camarada Gonzalo en losaños ochenta se han visto confirma-das.

Para el MAI, la situación estámadura para escindir definitivamenteel MRI y con ello al MCI en dos alas.La tarea de desenvolverse en frac-ción interna dentro del MCI, que seconcretaba en participar dentro delMRI, ya no puede favorecer la línearevolucionaria internacional, sinosólo retrasar el aglutinamiento delala izquierda y el correcto y útildesarrollo de la lucha de dos líneas.Permaneciendo actualmente dentro delMRI no se es referente de la línearevolucionaria internacional, ya queésta queda oculta bajo la direcciónrevisionista, genera falsas expecta-tivas de cambiar progresivamente alos miembros que abrazan la LíneaOportunista de Derechas (LOD) y nopermite establecer claramente el im-prescindible deslinde entrerevisionismo y línea roja. Al con-trario, se respalda, con la presen-cia en su seno del ala izquierda, laapariencia de organismo internacio-nal revolucionario ante el conjuntode la organización, enmascarando surevisionismo.

Teniendo esto en cuenta, estaConferencia debería representar elprimer paso en el camino hacia lareconstitución de la InternacionalComunista, aglutinando a la izquier-da del MCI. La situación actual nopermite organizarla en base a un pro-grama ideológico, como sería la obli-gación de asumir el maoísmo como con-dición previa, principalmente porqueel propio maoísmo no ha resuelto de-finitivamente su condición de desa-rrollo del marxismo-leninismo, man-teniéndose verdaderos e importantespuntos por aclarar, situación por lacual aún existen organizaciones quetienen sus reservas en asumir la ideo-logía tal como la plantean la mayoríade los destacamentos autodefinidoscomo maoístas.

Teniendo en cuenta esto, es parael MAI una cuestión ineludible larealización del balance global delCiclo revolucionario de Octubre, conel fin de reconstituir la ideologíacomunista partiendo desde el puntomás elevado de la experiencia delCiclo, la Gran Revolución CulturalProletaria china, y del desarrollo

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más elevado alcanzado por nuestraideología, el marxismo-leninismo-maoísmo. Valga como ejemplo de estola necesidad de abordar con profun-didad, desde el mismo maoísmo, eltodavía inédito análisis sobre laRevolución Cultural a la luz de laacertada y novedosa consigna de de-sarrollar la Guerra Popular hasta elComunismo. Esta consigna implica, dehecho, una síntesis de balance, perosin análisis previo; implica no unbalance general, sino evaluacionesparciales de episodios puntuales to-mados aisladamente de nuestra ricaexperiencia histórica, método erró-neo que sólo puede generar confusióny obstaculizar la definición ideoló-gica correcta. Si se introduceninnovadoras consignas que implican unareflexión crítica sobre esa experien-cia, es preciso hacer explícita lanecesidad de esa reflexión como ta-rea política colectiva de nuestromovimiento. Este problema y esta ne-cesidad, que se reconocen en los he-chos, no pueden resolverse de sosla-yo ni hurtarse como tareas políticasde la reconstitución del MCI. Y lopeor es que este método contraprodu-cente impedirá extraer todas las lec-ciones que nos ofrece la experienciade la RPM. Por ejemplo, en el casoque hemos aludido, la consigna deGuerra popular hasta el comunismoobliga al replanteamiento global delproblema del modelo de sociedad detransición, en particular, de losprincipios y métodos de la construc-ción del socialismo. En China, larevolución cultural ni se ideó ni serealizó desde la Guerra Popular, yahora, toda vez que se conquiste elpoder, esta nueva orientación impli-cará el mantenimiento y desarrollode la Guerra Popular durante todo elperiodo de transición socialista deDictadura del Proletariado, varian-do, cuanto menos, las prerrogativasde la posible y previsible revolu-ción cultural.

Asumiendo, pues, el inconvenien-te del problema ideológico aún porresolver, la situación demanda y per-mite que el ala izquierda del MCI seagrupe en torno a la Línea PolíticaGeneral de la revolución proletaria,

aceptando sus elementos cardinales.Éstos suponen, fundamentalmente, laGuerra Popular como estrategia parala revolución comunista y el apoyo delas guerras populares que ya se haniniciado, y, siguiendo la valiosaexperiencia del Partido Comunista delPerú, suponen con carácter previo ladefensa y puesta en práctica de pla-nes de reconstitución de partidoscomunistas en los países que carecende él, que son la inmensa mayoría,para, posteriormente, militarizarlosen el inicio y en el proceso de desa-rrollo de la Guerra Popular. Además,es tarea cardinal coordinar y forta-lecer el desarrollo de la lucha in-transigente contra el revisionismo.La resolución del problema ideológi-co requiere proseguir con la luchaentre las dos líneas en el seno delala izquierda del movimiento comu-nista. Si no existe la Internacionalrevolucionaria, es que no existe Par-tido Comunista internacional. Esto esasí porque carecemos, a este nivel,de Base de Unidad Partidaria, por loque es imposible realizar la unidadrevolucionaria entre nuestros distin-tos destacamentos sobre la base deuna plataforma ideológica. La únicaposibilidad para responder a la ne-cesidad de constituir el referentemundial por la revolución comunistaes establecer nuestra unidad asen-tándola en la lucha por nuestros ob-jetivos políticos comunes y en luchapermanente contra el revisionismo paracontribuir a deslindar ante las ma-sas trabajadoras.

Reconocemos al Partido Comunis-ta del Perú como partido de nuevotipo reconstituido que, por su expe-riencia de Guerra Popular en distin-tas tesituras, ocupa la trinchera devanguardia de la RPM. Por esta razón,la situación demanda de él, y noso-tros nos hacemos eco de ello, la asun-ción de la responsabilidad de con-vertirse en eje central en torno alcual se vertebre y aglutine progre-sivamente toda el ala izquierda delmovimiento comunista revolucionario,con el fin de configurar el embriónde la que ha de ser la futura Inter-nacional. Éste es el trascendentalpapel histórico que el PCP está lla-

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mado a acometer a nivel mundial ycuya posición se ha ganado gracias asu trayectoria. De los aquí presen-tes depende en gran medida que esteobjetivo inmediato pueda lograrse. Asíes como el Partido Comunista del Perúcumplirá su papel de base de apoyo dela RPM. Por consiguiente, la tareaprincipal de todo comunista en cadapaís es la de perseverar en la luchacontra el revisionismo por generarpartidos comunistas, que será, a suvez, el mejor apoyo para la vanguar-dia mundial, la Guerra Popular en elPerú y en los otros lugares del mundoen donde haya comenzado o esté poriniciarse su desarrollo. Llamamos aemular el camino que hace décadasemprendió el Partido Comunista delPerú para reconstituirse, combatirintransigentemente contra las respec-tivas líneas oportunistas y prepa-rarse para el inicio de la GuerraPopular.

Las tareas del MAI en el Estadoespañol

Nuestra organización, siguien-do lo anteriormente expuesto, se si-túa como destacamento de vanguardiacontra todo tipo de oportunismo po-lítico y revisionismo ideológico.Actualmente, el proletariado del Es-tado español carece de organizacióny guía, por lo que nuestro objetivoestratégico inmediato es la recons-titución del Partido Comunista en elEstado español. Para ello, es im-prescindible combatir paralela e in-fatigablemente los programas políti-cos que establecen etapas interme-dias anteriores al socialismo y quesustituyen la revolución comunista yla Dictadura del Proletariado por lareforma “democrática” del Estado bur-gués. En nuestro país esto se ha con-cretado en la defensa de III Repúbli-ca, bajo cuya bandera se aglutinantodos los partidos y gruposrevisionistas. Es la forma como hatomado cuerpo la tesis prachandistadel “periodo intermedio de reformapolítica”. Por eso, en nuestro caso,es motivo principal de deslinde po-lítico entre revolución y contrarre-volución, lucha que expresa el ca-

rácter internacional de la lucha declases y de la lucha de dos líneas ennuestro país. Por otro lado, en nom-bre del maoísmo, también se levantanpequeñas agrupaciones que, o bien sonvoceros de la Línea Oportunista deDerechas internacional, o bien, sehan desviado irremisiblemente haciala defensa de líneas políticas decorte nacionalista. En la lucha con-tra ellos también estamos volcandotodo nuestro empeño y saber. Siguiendoeste cometido de combatir a los fal-sos comunistas y a los falsos maoístasen el Estado español, deslindandotajantemente con todo revisionismo yoportunismo, bregamos por unir a losrevolucionarios con el fin de cons-truir un incipiente polo político quese convierta en referente de la clasey que cree las bases para la futuraculminación de la reconstitución delPartido Comunista en nuestro país.

Camaradas, el MAI desea que losobjetivos trazados por los organiza-dores de esta Conferencia sean coro-nados con el triunfo. Saludamos an-ticipadamente la realización exitosadel Segundo Congreso del Partido Co-munista del Perú, pero también de-seamos compartir nuestra esperanza deque esta Conferencia Internacional nose agote en el cumplimiento de estecometido, sino que sobrepase las pers-pectivas iniciales y forje un nuevohito del proletariado internacionalabriendo el camino hacia la recons-titución de la Internacional Comu-nista.

¡Por la reconstitución de partidoscomunistas revolucionarios!¡Por la reconstitución de la

Internacional Comunista!¡Guerra Popular hasta el Comunismo!

25 de Octubre de 2008

Movimiento Anti-Imperialista (MAI)

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En el marco actual de crisis económica imperia-lista, el proyecto revolucionario del revisionismo ha fir-mado su sentencia de muerte, en el mismo momento enel que firmó su adhesión incondicional al keynesianismo.Pero no sólo su incapacidad para llevar a la práctica suproyecto de construcción del movimiento revolucionariodesde la influencia de factores externos, como la ines-perada crisis económica, dan buena cuenta de su iróni-ca bancarrota, sino que el proyecto de reconfiguraciónrevisionista en torno al programa republicanista ha sufri-do un duro revés, cuando la burguesía ultraliberal hahecho suyos, de buena gana, los planteamientosintervencionistas que constituían la base del programaeconómico antimonopolista, más social y justo, de nues-tros arrepublicanados.

Es en esta situación de crisis económica del ca-pitalismo en general y crisis política de los postuladosburgueses de nuestros revisionistas, cuando el MAI re-afirma su justo compromiso de reconstituir el movimien-to comunista desde el Balance y la lucha de dos líneas,frente a la opción revisionista y antidialéctica, tantas vecesfracasada, de unidad voluntarista de los comunistas.

Para cumplir con las tareas que requiere nues-tro compromiso, vamos a unirnos, exponiendo nuestrosargumentos, a un debate que encuentra un lugar siem-pre privilegiado en el Estado español: el debate sobre lacuestión nacional. Si bien es cierto que los movimientosnacionales han conseguido debilitar al Estado español,es gracias a su capacidad para cuestionar el monopoliode la violencia que se han convertido en un referentepara amplios sectores de la izquierda, y claro está, parael movimiento comunista que hace ya tiempo había caí-do en desgracia. La respuesta del Estado español paracontrarrestar esta tendencia en la izquierda, y poder asíreforzar su discurso imperialista, ha sido, por un lado,buscar alianzas en organizaciones autodenominadasindependentistas como ERC o BNG, ambas de fuertetradición republicana, que gustosas acudieron a la lla-mada para gestionar el Estado opresor, dejando clara sunaturaleza imperialista, contribuyendo como si no fuerasuficiente a la estabilidad política del país. Y por el otrolado, la necesidad de reforzar el espíritu españolista enel tradicionalmente domesticado movimiento comunista,ha encontrado su plataforma política en el cívico pro-yecto republicano, que bajo su amable e inofensiva mas-cara teñida de un colorido cosmopolitismo, encierra lamás cómoda de las soluciones para el revisionismo, launidad bajo la tricolor. En este contexto de polarizaciónpolítica en torno a la cuestión nacional, vamos a centrarnuestro análisis en la línea política de Kimetz por dos

razones: por un lado, compartimos elementos de críticahacia el revisionismo republicano, y por el otro, conside-ramos a Kimetz, por su trayectoria política, el buque in-signia de lo que nosotros denominamos oportunismonacionalista.

Historia organizativa

En un primer momento, siguiendo los documen-tos de Kimetz1 , a la hora de plantearse la necesidad deun partido de vanguardia, nos encontramos con dos or-ganizaciones en Euskal Herria: La Plataforma para laConstitución del Partido Comunista de Euskal Herria,organización que hace hincapié en la necesidad de unbalance histórico de la experiencia revolucionaria a lahora de afrontar la reconstitución, la cual se organiza encírculos de estudio; y, por otro lado, Euskal HerrikoKomunistak (EHK), la cual aboga por la unidad de loscomunistas, adoptando la forma de organización de ma-sas, permeable a la izquierda abertzale.

Sobre la base de estos dos elementos surgeKimetz, producto de una contradicción que determinarásu línea política. Kimetz plantea por un lado que la posi-ción de la Plataforma era acertada en tanto que es ne-cesario un balance, pero se corre el riesgo de caer en elmero análisis libresco, alejado de la realidad y renunciade la práctica. Por otro lado, la posición de EHK eraacertada en tanto a su contacto permanente con losmovimientos que se producen en la sociedad, pero, al notener programa ni ideario político, en lugar de dirigir unproceso de cambio político se ve abocada al seguidismode organizaciones a las que no las mueve los interesesobjetivos del proletariado, sino los de otras clases. Kimetz,continúa en su balance criticando la táctica revisionistade unidad de los comunistas, por su carácter unilateraly metafísico, representada en la política dereagrupamiento defendida por EHK; apostando finalmen-te por la táctica comunista de la lucha de dos líneas comoinstrumento sobre el cual reconstituir el partido.

Ante el miedo a las posiciones dogmáticas, laPlataforma intenta corregir los errores de los círculos deestudio abriendo un período de autocrítica. Como con-clusión, deducen que se están alejando de la prácticasocial, y por lo tanto es necesario fundir teoría socialistay práctica obrera. De la fusión entre estos dos elemen-tos contradictorios surge, dentro de la Plataforma, sinhaber podido resolver esa contradicción, cayendo en eleclecticismo, Kimetz. Podemos ver cómo ese miedo alintelectualismo inclina la balanza hacia el segundo as-pecto de la contradicción, obligándoles a caer irreme-

¿Kimetz informa?¿Kimetz informa?¿Kimetz informa?¿Kimetz informa?¿Kimetz informa?

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diablemente en el practicismo. Como esta contradicciónencierra un círculo vicioso, ya que, por un lado, se com-prende la necesidad del balance pero se teme el peligrointelectualista, mientras que, por el otro, se acepta queacercarse a las masas sin teoría es revisionismo, se quiereromper a través de una huida hacia delante, resolviendoel problema de la guía ideológica de una vez por todascon la asunción del maoísmo como la forma ideológicamás avanzada de la pasada experiencia revolucionaria.Pero esta decisión acarreará consecuencias graves. Enprimer lugar, el balance queda relegado y separado de lareconstitución como proceso político, y por tanto reduci-do en sus objetivos a catálogo de errores y a problemateórico secundario. En segundo lugar, su desarrollo teó-rico como organización queda separado de su desarrollopráctico; de aquí se derivará el seguidismo por la reali-dad dada, por las condiciones sociales y políticas inme-diatas, lo que conducirá al practicismo y alespontaneísmo, y, una vez incorporado el ingrediente dela cuestión nacional, constituirá la base del economismonacionalista que caracteriza la línea política de Kimetz.

Otro error importante de Kimetz es la falta decomprensión del proceso de reconstitución. Aceptan lalucha de dos líneas como motor de construcción partida-ria, pero no saben resolver el proceso contradictorio enel que la teoría elabora el plan estratégico de reconstitu-ción, que será desarrollado en la práctica por la lucha dedos líneas. Nuestros camaradas no comprenden la for-ma que adopta la práctica en el transcurso de la recons-titución, desde la lucha de dos líneas con las concepcio-nes revisionistas y la construcción de la unidad de ac-ción desde el debate en el seno de la vanguardia. Kimetzentiende el problema de la práctica en el proceso dereconstitución no como lucha de dos líneas, sino en susentido revisionista de resolución de los problemas in-mediatos del proletariado. Unido esto a su miedo porcaer en posiciones dogmáticas, hace inclinar el peso dela contradicción sobre la práctica, entendida siemprecomo trabajo político entre las grandes masas, haciendoabstracción de la gradación en términos de concienciade clase existente en su seno y, en consecuencia, dejan-do de lado las cuestiones relacionadas con la construc-ción de la vanguardia. El maoísmo abrazado como doc-trina dará cobertura a esta línea practicista en un entor-no social de confrontación nacionalista que crea un cal-do de cultivo muy favorable para aquéllos que desean laincorporación inmediata de la vanguardia en la lucha demasas.

Como es lógico, los errores en cuanto al plan dereconstitución influyen notablemente en la práctica deesta organización a la hora de constituirse Kimetz comodestacamento de vanguardia, errores históricos queacompañan a una organización que no ha sabido rompercon el trabajo tradicional de masas. Pero, ahondandomás en la historia de Kimetz, podemos comprobar que,curiosamente, el germen de sus errores se halla en lateoría; aunque desconocemos los debates que mantu-

vieron los círculos de estudio de la Plataforma para laconstitución del Partido Comunista de Euskal Herria.Estos errores teóricos se encuentran en una deficientecomprensión de la naturaleza del Partido Comunista,concretamente como relación vanguardia-masas. En vir-tud de esta relación, nos encontramos unas masas, unapráctica social, inmersas en sus luchas diarias reales, yasea contra el patrón o contra el imperialismo español,presas en la problemática de relaciones capitalistas enlas que se desenvuelven sus intereses inmediatos. Esesa realidad concreta donde se encuentran las masas,ese escenario de lucha social, el caldo de cultivo nece-sario donde podrá actuar la vanguardia, siendo el sujetodepositario de los principios y delegado de la problemá-tica revolucionaria. En ese contexto, podemos explicarla relación entre vanguardia y masas, donde la vanguar-dia debe crear movimiento revolucionario desde el con-tacto directo con las masas y esto en el lenguaje delrevisionismo es desde la práctica social, atendiendo alos problemas “reales” de las masas; en definitiva, ca-yendo en la telaraña de relaciones capitalistas que tantopreocupa al proletariado de hoy y antes. Y por tanto,como no puede ser de otra manera, nos encontramoscon un partido en el que su vanguardia ajusta la proble-mática revolucionaria a las aspiraciones inmediatas delproletariado nacional de Euskal Herria. Cuando debe serla vanguardia, para su correcto tratamiento de las ma-sas, la que revolucione la realidad de éstas, no dirigiendoa las masas en su problemática real sino revolucionandoesta problemática, no dirigiendo su lucha desde las orga-nizaciones de masas reformistas, sino contra ellas, nodirigiendo su lucha contra la opresión nacional o el pa-trón, sino contra el sistema de dominación de clase.

Como conclusión de este breve resumen de lahistoria de la organización Kimetz, podemos observardos elementos que caracterizan su línea general: por unlado, honesta intención respecto a la reconstitución delpartido comunista desde los principios del MLM y la lu-cha de dos líneas y, por otro lado, su clara incapacidadpara romper con un practicismo que se encuentra refor-zado por la posición que ocupa el proletariado vasco res-pecto a la crisis de opresión nacional. Estos dos elemen-tos son los aspectos de la contradicción histórica en laque se encuentra inmerso Kimetz, contradicción internaque hoy le impide posicionarse sin vacilaciones respectoa una de las dos líneas en las que se esta desenvolviendoel movimiento comunista en el Estado español: lareconfiguración del ala derecha en torno al proyecto re-publicano, o las organizaciones que plantean la reconsti-tución desde la unidad de acción, en torno al balance y lalucha de dos líneas.

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Maoísmo y marco de actuación

Kimetz se aferra al maoísmo para englobar atodo el “pueblo trabajador vasco”, convertirse en la van-guardia de todo el pueblo vasco, justificando su preten-dida alianza política no sólo con la pequeña burguesíasino también con la burguesía nacional vasca:

“Es fundamental en el análisis de clases quehacemos, saber cómo tratar con cada clase en elproceso revolucionario, es decir, saber discernir entrenuestros amigos y nuestros enemigos. La burguesíanacional en principio y como aspirante que es a cla-se opresora del proletariado vasco se situaría al otrolado de nuestras posiciones, pero haciendo un aná-lisis más exhaustivo de nuestra realidad vemos queen un primer momento debemos contar con ella, o almenos no hacer que caiga del lado enemigo, pues elproceso revolucionario de Euskal Herria consta deuna primera etapa de liberación nacional en la quela burguesía nacional vasca podría tener un papeldeterminante”.2

En resumidas cuentas, y sin aportar un correctoanálisis de la experiencia histórica de la revolución chi-na, pretenden extrapolar la táctica maoísta de la guerrade liberación nacional contra el Japón a la realidad deEuskal Herria. Así, partiendo de su análisis de clases, enel cual la burguesía nacional vasca no ha alcanzado susmetas dentro del capitalismo, plantean una alianza tácti-ca con esta clase. Es complicado, por no decir imposi-ble, plantear esto cuando la burguesía nacional vascatiene un sitio, conforma y, por tanto, apuntala al Estadoespañol y al bloque hegemónico de dominación de claseque representa, objetivo común a destruir junto con elproletariado español. La burguesía vasca no necesita deun Estado-nación independiente para mantener su do-minación de clase, ya que dispone del Estado español,en el que se encuentra integrada. El Estado no sólo es elsistema de dominación de una clase sobre otra, sino quetambién representa la alianza entre las distintas fraccio-nes de la burguesía que lo integran, y en el Estado espa-ñol esta alianza de dominación es una alianza internacio-nal de la clase burguesa. En lo que respecta al frenteúnico antijaponés, la alianza con el Kuomintang, alianzaendeble, no puede servir de ejemplo histórico universalsino que sólo puede entenderse, desde su naturaleza tác-tica, en una situación política concreta en la que la co-rrelación de fuerzas en China hace bascular a la bur-guesía hacia la alianza con el proletariado, algo que sepuede justificar en una guerra anticolonial, pero no enEuskal Herria donde una alianza con el proletariado re-volucionario amenazaría la posición privilegiada de laburguesía nacional en el marco de relaciones capitalis-tas, la cual tendría más que perder que ganar. Desdeestas premisas, consideramos que la filiación de Kimetzal maoísmo se fundamenta en el oportunismo. El propioconcepto de “pueblo trabajador vasco” fue un términoacuñado por ETA y encierra la trampa de la alianza

interclasista propia de toda línea nacionalista, que Kimetzpretende justificar desde el maoísmo. En lo que respec-ta a la pequeña burguesía, considera que el maoísmotambién le da legitimación histórica para justificar unaalianza política; en lo que al maoísmo se refiere, la justi-ficación histórica de la alianza entre pequeña burguesíay proletariado encuentra significado en una guerra deNueva Democracia, donde ambas clases mantienen as-piraciones comunes; pero las aspiraciones democráti-cas tanto de la pequeña burguesía vasca como de laespañola distan mucho de caminar de la mano junto conel proletariado por el luminoso sendero de la revoluciónproletaria. El juego de alianzas, que pretende Kimetz guíeel camino hacia la revolución, se debe a la falta de unanálisis de la correlación de fuerzas entre las clases nosólo en Euskal Herria, sino en todo el Estado español. Ypara rematar su nefasto análisis de las correlaciones declase, Kimetz evita el problema de la alianza entre elproletariado vasco y español, alianza en la que, precisa-mente, radica la solución tanto del problema nacionalvasco, como del problema de la reconstitución políticadel proletariado en Euskal Herria. Como apuntábamosmás arriba, el Estado español no sólo es el sistema dedominación de clase, sino que es el sistema internacio-nal de dominación de unas clases sobre otras, y es pre-cisamente de su naturaleza como alianza internacionalde la burguesía, donde podemos deducir que para sudestrucción es necesaria una alianza internacional delproletariado. Desde el punto de vista de la construcciónpolítica del proletariado internacional en el Estado espa-ñol, esta alianza es la reconstitución del Partido Comu-nista del Estado español.

Pero Kimetz rechaza esta alianza internacionaldel proletariado y se centra en la nación. Desarrolla todoun entramado de alianzas que generan una línea conci-liadora entre las clases que conviven en Euskal Herria;esta línea política se cristaliza en torno al programa polí-tico de guerra de liberación nacional, algo, que como yahemos dicho, se va al traste en el momento que la bur-guesía nacional vasca pasa a formar parte del sistemade dominación español. La línea de guerra de liberaciónnacional, que defiende Kimetz, como es de esperar, ge-nera un marco de actuación erróneo, un marco nacionalen oposición al estatal, levantando fronteras que sólo laburguesía pretende, siguiéndole el juego a ésta y cayen-do en la irremediable instrumentalización de la políticadel proletariado revolucionario.

Junto al marco de actuación reducido a las fron-teras de Euskal Herría, deducimos una línea de masaserrónea, no únicamente por la restricción de las fronte-ras a las que se circunscribe, sino también por su actitudpolítica respecto a las masas, relacionada estrechamen-te con la desviación practicista que hemos recalcadoanteriormente. Kimetz quiere canalizar el movimientonacionalista, el cual consiste en un caldo de cultivo im-pregnado de prejuicios burgueses, hasta convertirlo enmovimiento revolucionario; ése es el eslabón al que pre-

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tende asirse, en vez de generar un movimiento revolu-cionario desde la ideología revolucionaria, revolucionan-do las aspiraciones de las masas, rescatándolas de larealidad burguesa en la que se encuentran, combatiendola ideología burguesa (nacionalismo que las encadena)desde la defensa de la guerra popular como única posi-bilidad para destruir el sistema de dominación. Este in-tento de canalización de los movimientos nacionalistasde masas termina por tergiversar la ideología revolucio-naria para acomodarse a las condiciones de un proleta-riado instrumentalizado por la ideología y política bur-guesas; serán estas condiciones previas de las masas,sus aspiraciones inmediatas las que terminarán por diri-gir la política de una organización, incluyendo principiosideológicos ajenos al marxismo-leninismo. Vuelve a serla “práctica real” la que marca las pautas, la ideología yla política de Kimetz.

A modo de resumen, Kimetz no combate la ideo-logía burguesa (nacionalismo) para educar al proletaria-do, sino que lo que hace (y en esto creemos que se in-tentan valer del maoísmo3 ) es incorporar principios ideo-lógicos burgueses, para terminar haciendo política bur-guesa, con el fin de influir en las masas de Euskal Herria.En vez de educar al proletariado en la lucha de clasescontra el enemigo común, el Estado español, liberando alas masas de la influencia de las aspiraciones nacionalis-tas burguesas, intentan identificar dos conceptos con-trarios: la idea de reconstitución del partido comunistaen torno al MLM como algo innovador, y, por otro lado,ideología burguesa (nacionalismo), producto de sus des-viaciones practicistas. Esto genera una línea política yde masas burguesa.

Uniendo esos dos ingredientes tenemos otropartido revisionista, en cuanto que revisa el MLM, adap-tándolo a un marco político burgués concreto. Incorpo-ran un principio ideológico burgués (nacionalismo), ter-giversando el maoísmo para justificar su marco de ac-tuación; esto genera una línea política errónea en el pro-ceso de reconstitución del partido comunista, reducien-do el marco para llevar a cabo este proceso.

La burguesía se estructura en torno al Estadocomo instrumento de dominación, y por tanto la organi-zación proletaria se genera y se desarrolla posteriormentepara combatirlo en el marco político creado por él enque nos esclaviza. La burguesía nacionalista no es ajenaa ello; incluso, la pequeña burguesía, al igual que la aristo-cracia obrera, intervienen en el mantenimiento del siste-ma apuntalándolo; de ahí que su política no supere nun-ca el espectro del reformismo, ya sea armado o comosindicalismo de la peor calaña; por tanto, su política nun-ca pretende destruir el sistema que mantiene sus condi-ciones materiales de existencia como clases. La bur-guesía necesita de ellos y ellos exigen tributo por susservicios. Todo este entramado de relaciones burguesasde dominación conforma el Estado como forma superiorde organización de la burguesía, que en el caso del Esta-do español, muestra un marcado carácter como alianza

internacional entre varias fracciones burguesas. Por tan-to, para ser atacada esta forma superior de organizaciónde la burguesía, es necesaria la forma superior de orga-nización del proletariado, el Partido Comunista.

En lugar de apuntalar las posiciones políticasde la burguesía, Kimetz debería utilizar el marxismo-le-ninismo como arma para la crítica que permita transfor-mar la realidad política del País Vasco, dotándole de undiscurso revolucionario capaz de polarizar el debate po-lítico de la vanguardia en torno a las tareas de la revolu-ción, combatiendo el nacionalismo y creando el referen-te político para el posterior encuadramiento de las ma-sas en torno a la lucha de clases.

Kimetz ante el Balance del Ciclo de Octubre

Por otro lado, la reciente afiliación de Kimetz almaoísmo, no sólo se debe al demostrado oportunismonacionalista que condiciona su proceder político, sinotambién a su limitada comprensión de la tarea de balan-ce histórico que nos impone el proceso de reconstituciónideológica y política del comunismo.

En el documento donde Kimetz nos habla de suexperiencia organizativa con anterioridad a su constitu-ción se dice: “la posición de la Plataforma era acer-tada en tanto que es necesario un balance certero,que analice lo positivo y negativo de la experienciadel proletariado en el poder, y sobre todo cuáles fue-ron los motivos por los que los países socialistas sehan venido abajo”.4

La Plataforma reclama, en primer lugar la ne-cesidad de un balance para comprender y aprender delos errores. Pero el objetivo de aprender de los erroresque permitieron la derrota del proletariado no cubre lasexpectativas necesarias para la realización de un balan-ce de semejante envergadura. El balance es el punto departida de la futura praxis revolucionaria, y por lo tantodebe contemplar hasta donde avanzó la praxis revolu-cionaria del proletariado y el enriquecimiento de su ba-gaje ideológico y político. En nuestra opinión, ese ejerci-cio de balance limitado abre las puertas a interpretacio-nes erróneas, interpretaciones de la historia de la revo-lución que culpan de la derrota a factores externos osimplemente consideran que todo fue correcto: sólo huboerrores tácticos subsanables que no afectan a la con-cepción revolucionaria de base vigente durante el ciclorevolucionario. Todos los que comparten este punto devista sobre el balance tienen en común que no aceptanla teoría del ciclo revolucionario cerrado y plantean lacontinuidad del Ciclo de Octubre desde sus mismaspremisas y aceptando como correctos todos sus desa-rrollos políticos e ideológicos. En resumen, esa es la di-ferencia entre “un balance” a medias, parcial, continuista,que no acepta lo evidente y se niega a clausurar Octu-bre, como el defendido por la Plataforma, y el balancede la experiencia revolucionaria del Ciclo de Octubreentendido, en todas sus consecuencias, como el punto

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de partida de la nueva ola de la Revolución ProletariaMundial..

En segundo lugar, en la Plataforma se detecta latradicional inercia, inspirada en el espíritu eurocentrista,que considera la revolución soviética como el modelo aseguir, reduciendo el ciclo a esta única experiencia, sincomprenderlo en su totalidad, como primera ola de laRevolución Proletaria Mundial y no sólo la RevoluciónSoviética. Esto queda reflejado en la siguiente cita deuno de los documentos de la Plataforma:

“A partir de este momento [a partir del as-censo de Jruschov], y salvo excepciones como laR[epublica] P[opular] Ch[ina] hasta el golpe deestado contrarrevolucionario de Hua Kuo-feng ydurante cierto tiempo y hasta cierta medida Alba-nia, no se puede hablar con propiedad de paísescapitalistas y países Socialistas y sí de países abier-tamente capitalistas y de países capitalistas bajo for-mas aparentemente socialistas”.5

Y en otro lugar: “(…) produce un salto cuali-tativo dentro de la Plataforma brotando de ella unanueva organización, Kimetz. Tras realizar un primerbalance histórico, Kimetz adopta como ideología elmarxismo-leninismo-maoísmo, (…)”.6

Como podemos ver en su exposición sobre lahistoria de la Plataforma, Kimetz no rompe con la con-cepción limitada y continuista del balance sobre el ciclo,sino que la justifica acomodándose al maoísmo, que comohemos explicado más arriba, es algo que a nuestros ca-maradas de Kimetz les viene de perlas para respaldarsu teoría del marco de actuación en Euskal Herria.

Sobre la Revolución Proletaria Mundial

Hasta ahora hemos intentado demostrar cómonuestros camaradas vascos, con una magistral lecciónde oportunismo nacionalista, deforman el proceso histó-rico de reconstitución del partido comunista, ya sea lalucha de dos líneas como instrumento de clarificaciónideológica, como la tarea del Balance, para justificar suteoría economicista del marco de actuación.

Desgraciadamente no acaban aquí, sino queconsideran necesario dar un paso más allá, escribiendosobre la importancia estratégica del conflicto vasco,hasta meter completamente la zarpa en las tinieblas delidealismo. He aquí a Ekaitz, colaborador de Kimetz, y loque dice en Sobre el ámbito territorial de la organi-zación del partido. Después de explicarnos el alto gra-do de agonía que manifiesta el imperialismo, concreta-mente el español:

“En estas condiciones, el conflicto vasco seconvierte en su verdadero ‘talón de Aquiles’ o, paradecirlo con otras palabras, Euskal Herria se con-vierte en el eslabón más débil del capitalismo espa-ñol. Por eso, podemos decir que la lucha por la au-todeterminación y las libertades nacionales es una‘expresión condensada de la lucha de clases’”.7

“Pero esto no es todo, pues el desarrollo deun proceso revolucionario y de liberación nacionalen Euskal Herria, puede transcender el ámbito delos estados español y francés y tener honda reper-cusión en Europa”.8

Ekaitz, siguiendo la norma de su organización,lanza su escasa batería de argumentos con el fin de de-mostrarnos la posibilidad de realzar la revolución prole-taria mundial desde un destacamento comunista nacio-nal. Lo verdaderamente triste es que nuestro camaradano entra en el fondo del problema, dedicando sus líneasa plantear el carácter necesario e inmediato del proble-ma nacional en Euskal Herria y la axiomática defensa“del hecho de que Euskal Herria constituya un mar-co autónomo de la lucha de clases”; cuando el ejecentral para inaugurar una nueva ola de la revoluciónproletaria mundial es el problema de su dirección políti-ca, de su vanguardia. Éste es el problema general queKimetz niega partiendo del aspecto nacional, planteán-dolo como un problema acuciante. Por tanto, planteadoel problema de la dirección política, en términos genera-les, la solución se sitúa en el ámbito del balance. Pero nosólo hay que plantearlo en términos generales, sino quepolíticamente donde se resuelve el problema de la direc-ción, en relación con el imperialismo, es en el marco delEstado imperialista español.

La peculiar interpretación de la teoría leninistadel eslabón más débil, por nuestro camarada, encierrauna trampa dialéctica. Reproduce la teoría revisionistade la unidad de los comunistas en el plano internacio-nal. A la hora de abordar Ekaitz, no sin querer, el proble-ma de la dirección de la revolución proletaria mundial,pretende resolver sin ni siquiera mentarlos dos cuestio-nes necesariamente relacionadas, el problema de la re-constitución del movimiento comunista internacional y lareconstitución de la internacional comunista. Apostandopor un modelo internacional que reproduce una socie-dad entre iguales constituida por la suma de los diferen-tes destacamentos comunistas nacionales. Es está unavisión metafísica del movimiento comunista internacio-nal, y por tanto de la Internacional Comunista, que reeditaen el plano internacional el discurso revisionista de launidad de los comunistas.

Centrémonos en este tema de la Reconstitucióndel movimiento comunista internacional y de su partido,la Internacional Comunista.

Por un lado, el marxismo-leninismo nos enseñaque para generar movimiento revolucionario son nece-sarios dos elementos: una vanguardia orientada por lateoría revolucionaria, y una base social sobre la que apli-car una política revolucionaria.

Por otro lado, las dos principales experienciasrevolucionarias, la Revolución de Octubre (la cual cul-mina con la instauración del primer Estado proletario,experiencia que permite al proletariado ruso desarrollarel papel de vanguardia internacional, y constituir la IIIInternacional, la cual se disolverá cuando el proletariado

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soviético se vea incapaz de resolver los nuevos proble-mas que plantea la Revolución Proletaria Mundial) y laRevolución China, nos demuestran que todo movimientorevolucionario de carácter internacional tiene quearticularse en torno a una vanguardia cuyas posicionesde avanzada estén avaladas por una práctica social.Práctica social que resuelva problemas revolucionariosde naturaleza universal.

Resumiendo, la experiencia de la RevoluciónProletaria Mundial nos permite apreciar la constituciónde la Internacional Comunista como la forma que adop-ta un movimiento a escala internacional generado desdela forma superior del movimiento proletario alcanzadoen un país, proletariado que ha logrado elevar su luchahasta la dictadura de clase. Y como nos demuestra Oc-tubre, desde la derrota de la burguesía en el marco don-de históricamente han cristalizado las relaciones de do-minación de clase, el Estado. Por tanto, a la hora dereconstituir el partido comunista, no se pueden sustituirtodo los requisitos científicamente concebidos sobre elanálisis de la experiencia histórica del proletariado inter-nacional con simple metafísica, no basta con reemplazarprocesos materiales, reales, con una consigna ideal.

Sobre la vocación universal del proletariado

Siguiendo el hilo del punto anterior, Ekaitz inten-ta demostrar que en su política sigue habiendo un sitiopara el internacionalismo proletario:

“En este sentido podemos decir que la na-ción es un ámbito en el que se producen y reprodu-cen tanto el capital como la fuerza de trabajo, en elque se producen y reproducen las fuerzas producti-vas y las relaciones de producción. Por tanto, ‘lanación es un ámbito en que se producen y reprodu-cen las clases’.9 Así entendida, la nación es un con-junto de condiciones de producción”.10

“Pero, antes de nada, debemos tener en cuen-ta que la lucha del pueblo trabajador vasco no esuna lucha aislada. El hecho de que Euskal Herriaconstituya un marco autónomo de lucha de clases,no significa, en modo alguno, que nos debamos des-vincular de la lucha de la clase obrera y del resto delos pueblos y naciones oprimidas por el Estado es-pañol. Por una parte, no podemos hacerlo, porquesomos internacionalistas y pensamos que la Revolu-ción Vasca forma parte indisoluble de la RevoluciónEuropea y de la Revolución Mundial. Pero, además,también tenemos y debemos tener siempre en cuentaque somos un pueblo pequeño, situado en un pe-queño territorio, y que además existen unos lazoseconómicos, sociales, históricos, etc., entre nuestropueblo y el resto de los pueblos oprimidos por elEstado español, y que éste es para todos el enemigocomún”.11

Lo que pretende Ekaitz, en relación al principiodel internacionalismo proletario, es una unidad sin

internacionalismo, centrada principalmente en el aspec-to nacional de la contradicción, lo que viene a serinternacionalismo formal. El marxismo-leninismo plan-tea el problema de la cuestión nacional como un proble-ma democrático entre naciones, y por tanto, su soluciónes el reconocimiento del derecho a la autodeterminaciónde las naciones; esto en cuanto al aspecto democráticode la contradicción. Frente a éste, el marxismo- leninis-mo plantea el internacionalismo como su contrapartidadialéctica, por tanto, el aspecto revolucionario de la con-tradicción. Esto se traduce en la potenciación de la uni-dad de la clase obrera junto con y frente al reconoci-miento del principio o derecho democrático a la inde-pendencia o secesión (autodeterminación) de las nacio-nes.

El error de nuestro camarada se encuentra enla desvirtuación de esa dialéctica con la única finalidadde justificar la separación nacional de la clase bajo elardid de una presunta y diferida unidad internacional delproletariado. El movimiento de las naciones oprimidasdebe ser dirigido por la Internacional, es la alianza detodos los proletarios desde la internacional la que dirigela liberación. Lenin plantea primero destruir el estado yluego la autodeterminación, justo lo contrario delindependentismo que nos plantea Ekaitz desde su visióneconomicista de la unidad internacional del proletariado.

La unidad internacional del proletariado surgede su singularidad histórica como clase determinada poruna serie de circunstancias socioeconómicas y consisteen su vocación universal. Por tanto, esas circunstanciasson comunes al proletariado en todo el mundo y sus ta-reas son también las mismas. Resumiendo, la unifica-ción internacional del proletariado pasa por realizar launidad política de un fenómeno económico y social uni-versal. Consiste por tanto, en el internacionalismo ensentido puro, no en la unión voluntaria del proletariadoseparado por las naciones en las que se encuentra divi-dido, postura ésta defendida por Ekaitz con la única ar-gumentación de que partimos de condiciones específi-cas diferentes; siendo este el lugar en el que nuestrocamarada rompe con el materialismo-dialéctico, deján-dose llevar por los caprichos del subjetivismo voluntarista,sustituyendo las condiciones objetivas comunes, comobase material y motivo para esa unidad internacional.En estos términos, la palabra internacional, pierde suvocación universal, y por tanto su carácter internaciona-lista.

Conclusiones

El oportunismo de Kimetz, ha engendrado unanueva forma de economicismo, que asume acrítica yespontáneamente el concepto de nación, convirtiéndoloen el eje central de su discurso político. Circunscribetoda su actividad a un territorio nacional, considerándoloun marco específico de la lucha de clases, y adapta eincorpora el internacionalismo al punto de vista de un

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solo destacamento nacional.También es erróneo el concepto del proletaria-

do como “clase nacional”. El proletariado es una claseinternacional que se divide en destacamentos territoria-les en función de las correlaciones entre las clases, de lalucha entre ellas y, en primera instancia, del contextosociopolítico en el que la burguesía genera y reproducelas condiciones económicas de su dominio como clasesocial. La clase obrera es internacional y se nacionali-za a través del orden político-territorial de dominaciónimpuesto por la burguesía. El internacionalismo proleta-rio, de esta manera, parte de la clase obrera universal.

Los diferentes elementos que conforman la lí-nea política de Kimetz denotan un declive de su líneadesde posiciones revolucionarias. Estas posiciones plan-tean la reconstitución del Partido Comunista en torno ala ideología, lo cual consideramos correcto; pero debidoa que el MLNV se presenta ante ellos como referente,devienen en oportunismo nacionalista, en el que aparecefortalecida la tendencia al practicismo. Estas tendenciasrevisionistas se acentúan debido a su falta de documen-tos de línea, cuya existencia permitiría desarrollar la lu-cha de dos líneas entre destacamentos de vanguardia.Este déficit se intenta suplir con Kimetz Informa, dedi-cado a atender los “problemas reales de las masas”.Estos dos aspectos de la línea política de Kimetz (volun-tad de reconstitución y deriva practicista), constituyen lacontradicción principal de esta organización, contradic-ción que explica las limitaciones de su política, sobre todosu falta de compromiso hacia el plan de reconstitución,evitando responder a la Carta abierta a Kimetz y alresto de la vanguardia revolucionaria del Estadoespañol, publicada por el MAI. Esta contradicción es laque le impide posicionarse respecto a una de las doslíneas que conforman el movimiento comunista en elEstado español: la unidad de acción sobre la base delbalance y la lucha de dos líneas como método para lareconstitución, o la reconfiguración del revisionismo bajola bandera nacional de la III República o de la indepen-dencia nacional.

NOTAS

1 Ver, Kimetz: Llamamiento a todos los comunistas yrevolucionarios vascos: centrar todos los esfuerzos deconstitución del partido en torno a Kimetz.2 Ver, Kimetz: Manifiesto político, p. 1. Vemos como enel principio de la cita Kimetz posiciona a la burguesía dellado del enemigo (“se situaría al otro lado de nuestrasposiciones”). No esperamos menos de un análisis apa-rentemente marxista. Pero, rápidamente, no sólo insinúala neutralización de la burguesía nacional por el proleta-riado (“o al menos no hacer que caiga del lado del enemi-go”), sino que llega a insinuar la alianza con ella, segúnuna línea frentepopulista (con “un análisis más exhaus-tivo” –querrán decir burgués– “en un primer momentodebemos contar con ella”, “podría tener un papel deter-minante”).3 Nos resulta curioso que la mayoría de las organizacio-nes maoístas del Estado español defiendan, comoKimetz, una línea nacionalista. Podría tratarse de unacasualidad, aunque más bien es una evidencia. Por tan-to, podemos suponer que debe haber algo en el maoís-mo que sirve de base para justificar las desviacionesnacionalistas en determinadas organizaciones comunis-tas. Aunque en el caso de la organización que estamostratando, no encontramos en ningún documento suyolas razones por las que se acercaron al maoísmo. Noso-tros, por nuestra parte, consideramos que el maoísmodebe ser abordado desde el balance en el marco de lareconstitución, y evidencias como éstas tienden a re-afirmar nuestra postura, de no tratar el maoísmo conapriorismos.4 Ver, Kimetz: Llamamiento a todos los comunistas yrevolucionarios vascos: centrar todos los esfuerzos deconstitución del partido en torno a Kimetz.5 Ver Plataforma por la reconstitución del Partido Comu-nista de Euskal Herria: Manifiesto Político, p. 48.6 Ver, Kimetz: Llamamiento a todos los comunistas yrevolucionarios vascos: centrar todos los esfuerzos deconstitución del partido en torno a Kimetz.7 Ver Ekaitz: Sobre el ámbito territorial de la organizacióndel partido, p. 13. Es curioso cómo todos los revisionistasencuentran siempre alguna excusa para justificar su po-lítica. Ya sean los republicanos, que para mantenerse ensu revisionismo atacan a la institución monárquica, o lasorganizaciones que, como Kimetz, se centran en el mar-co de actuación para ocultar sus desviaciones naciona-listas. Siempre una excusa para evitar al Estado comoobjetivo de la lucha de clases.8 Ibid., p. 14.9 Esta afirmación no tiene valor ninguno, porque todoes un ámbito en que se producen y reproducen las cla-ses. Ekaitz señala la nación, una vez más, porque le inte-resa para justificar su marco de actuación.10 Ver Ekaitz: Sobre el ámbito territorial del partido, p.3.11 Ibid, p. 14.

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El asesino de Gavà

“I si un trist atzar m’atura i caic a terraporteu tots els meus cantsi un ram de flors vermellesa qui tant he estimat.”

Lluis Llach

Demasiados muertos, todos asesinados. Ningúnculpable. Las responsabilidades se diluyen una vez másentre un mar de burdas excusas. Por supuesto, un cabe-za de turco hay que encontrar que no es otra que lapropia víctima. Otra vez el proletariado es el inmolado,el que no se beneficia del pacto social de clase del quegoza la amplia aristocracia obrera, estómago agradeci-do e hipoteca contenta, y sobre el cual se asienta la es-tabilidad del sistema. Todos los asesinados de Gavà per-tenecen a nuestra clase, a su sector más explotado ydesfavorecido, familias emigrantes sin integrar en la so-ciedad catalana que les ha acogido para ser exprimidosde por vida. Los que tenían más suerte podían salir desus guetos para regresar después de patéticos jornales.Y muchas sanguijuelas burguesas aún piensan que de-ben de dar gracias por tener cuatro paredes de papel defumar bajo los que cobijarse. La explosión en una de lasviviendas ha derribado la fachada del edificio entero.

El derecho a una vivienda digna es proclamadopor la sacrosanta, reaccionaria y huera Constitución delEstado español. Ni como derecho fundamental es con-templado tal derecho, pues por encima está, en el reinode la sacralidad, la propiedad privada, que da permisopara enriquecerse a costa del resto de derechos y nece-sidades de las masas trabajadoras. Es la historia de siem-pre.

Todo ocurrió después de negligenciasfuncionariales. Los cuerpos de seguridad, tan displicentesa la hora de forzar los desahucios de los que no puedenhacer frente a las deudas y para desalojar ayuntamien-tos cuyo delito es no asumir el discurso oficial del régi-men, tan insensibles a la hora de apalear manifestantesdíscolos y de defender el derecho al trabajo sólo los díasde huelga, tan eficientes a la hora de secuestrar periódi-cos y efectuar detenciones por no aplicar el libro de es-tilo de lo políticamente correcto y mejor pagado, deci-dieron en este caso que no era de su incumbencia si elgas acechaba amenazante con seguir el curso de la físi-ca más elemental.

Todo ocurrió casi a la vez que el atentado deETA contra un empresario de la construcción, uno de

esos abnegados filántropos que se han ganado la vidacon sus manos y que tantos puestos de trabajo dan atanto pobre trabajador desempleado. Exceso de minutosde silencio por este mártir intentó imponer la clase do-minante, mientras la pequeña burguesía radicalizada seestremecía de emoción con los disturbios de Atenas, sinpor ello detenerse a pensar en el eterno callejón sin sali-da en el que siempre desemboca la espontánea violen-cia anarquista. Gavà no mereció minutos de silencio ofi-ciales ni asaltos a comisarías. No eran los muertos de laburguesía. Ni de la grande ni de la pequeña. Los muer-tos eran de los nuestros, muertos de la clase que revolu-cionará el mundo y se tomará justa venganza. Pero tam-poco los comunistas empleamos el tiempo en testimo-niales e impotentes gestos por los miembros de nuestraclase que caen en el combate diario por la vida, sino quepreferimos entregar nuestra vida entera a la lucha porderribar al culpable de la muerte de los nuestros, el sis-tema capitalista. Pero que, bajo esta abstracciónsistémica, no piensen los responsables directos de estenuevo asesinato que queda difuminada su responsabili-dad. Responsables de la sangre que vierte el proletaria-do en este mundo globalizado son todos aquellos quesustentan directa o indirectamente el sistema imperialis-ta mundial de explotación. La categoría del inocente noexiste en las relaciones sociales de vida y producción.“Sólo las piedras son inocentes”, decía Hegel.

Y qué decir, en un territorio en que la cuestiónnacional aún está por resolver, de los que, diciendo de-fender la necesidad de la revolución y el socialismo, cen-tran preferentemente su actividad en la lucha por la in-dependencia, sin tan siquiera darse cuenta de que al noconseguir fusionar revolución y autodeterminación sólonutren de apoyos a un sector de la clase dominanteespañolista y españolizadora. “Mori el Borbó!”, gritóhace poco un diputado de ERC con el que todos se soli-darizaron. Sí, por supuesto, el grito del pueblo catalán dehace 300 años aún tiene cierto sentido a pesar de que elHabsburgo con el que se le pretendía sustituir ya no estésobre el cuadrilatero. Pero el responsable real de la opre-sión de los pueblos ibéricos es el mismo que el que es-claviza con el salario al trabajador, el capital. Ni las ve-leidades republicanas ni la independencia nacional ga-rantizan en ningún caso la independencia política y so-cial: es imprescindible acabar con el sistema de explota-ción. El Estado español soberano, imperialista yextorsionador de sus clases trabajadoras las obligó aemigrar fuera de sus tierras para favorecer la desinte-gración del pueblo de acogida y alejar de sus dominios

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directos la presión infrasocial. Si los comunistas y el res-to del proletariado no comprenden que a la revoluciónproletaria mundial ha de acoplarse la lucha de los pue-blos por su autodeterminación, la conquista máxima a laque podrá aspirarse es la creación de una cárcel comoel Estado militar de Israel.

Morir en Gavà, morir en patera, morir yendo altajo, en el andamio o bajo tierra, los trabajadores tene-mos un inmenso escaparate de posibilidades donde po-ner fin a nuestra existencia y todo hay que agradecérse-lo a la democrática y liberal dictadura de la burguesía.La miseria y la pobreza, en el supuestamente tan alejadotercer mundo o en nuestro invisible y sin embargo tancercano cuarto mundo, tienen su espacio y cumplen supapel como generadores de plusvalía, pues bajo el siste-ma no puede haber territorios y, aún menos, personas delas que no pueda extraerse el jugo del que se nutre laburguesía. La caridad disfrazada de solidaridad y ges-tionada por infinitas ONG’s no sólo genera puestos detrabajo y más de una cuartada imperialista, disfrazadade intervención humanitaria, ecotasa, de turismo solida-rio o comercio justo, que tanto da. Además, sirve paracombatir los remordimientos, justificar conductas diariasinsolidarias, desviar la atención y la toma de concienciaa la vez que aumenta la audiencia de programas basuraque sólo sirven para acrecentar el grado de morbosidadevasiva y alienadora e incrementar los beneficios de lasnumerosas cadenas de información monotemática. Sinembargo, cuando esos parias del mundo deciden no se-guir jugando al juego macabro de vulgarizar la miseria ydeciden intervenir políticamente, proveerse de la teoríarevolucionaria y de arrebatar las armas a los que les

apuntan con ellas para iniciar la guerra popular al gritode ¡muera el capital!, entonces, pasan rápidamente aser acusados de narcoterroristas, precisamente por losque se ponen hasta el culo de estupefacientes en cual-quier antro de ocio del occidente imperialista (recorde-mos al mamao de Haider).

Ésta es la única manera de morir que el proleta-riado puede escoger libremente, luchar incansablemen-te contra la burguesía y, si en el transcurso del combatese ha de caer, que sea después de haber contribuido a laemancipación de la humanidad y no abrasado en la pro-pia casa o aplastado contra el suelo o sepultado bajotierra o atravesado por la ferralla del automóvil con elque se corría, para no llegar tarde al deber impuesto detrabajar para un empresario o para evadirse del mismo.

Éste es el único camino que debe recorrer todotrabajador a lo largo de su vida. Dotarse de concienciarevolucionaria y de Partido Comunista para poder aban-donar una vida dedicada a trabajar y consumir para elcapital y cambiarla por una vida de lucha en su contra.No es fácil, pero es la tarea.

Movimiento Anti-ImperialistaDiciembre 2008

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Fuego en la acrópolisFuego en la acrópolisFuego en la acrópolisFuego en la acrópolisFuego en la acrópolisEn el momento de escribir estas líneas aún cre-

pitan las llamas de la rebelión que estalló en Grecia aprincipios de diciembre, tras el asesinato por la policíade un joven estudiante de 15 años, nueva afrenta de nues-tros explotadores que, por una vez, tuvo respuesta. Aun-que ésta aún queda muy lejos de lo que sucederá cuan-do la burguesía tenga que rendir cuentas de todos suscrímenes, ha tenido la virtud de amenizar nuestra gris yrutinaria existencia de esclavos en unas fechas en lasque suele estar programada, para mayor gloria de lasestadísticas macroeconómicas, la principal orgíaconsumista del año. No obstante, el acontecimiento hatenido el suficiente impacto, y más aún en un contextoen que todavía está fresca en nuestra retina la perma-nente rebelión de la racaille francesa, como para que, eneste marco, bien pueda anunciar el establecimiento deotro ambiente social en la Europa imperialista tras másde dos décadas de continuado banquete neoliberal. Ade-más, la rebelión, con el apoyo activo o la indisimuladasimpatía de grandes sectores de las masas griegas, hatenido un calado de una entidad suficiente como paraponer una vez más en evidencia a los especimenes polí-ticos que hegemonizan el espectro autodenominado re-volucionario.

Comencemos por el Partido Comunista de Gre-cia (KKE), una de las organizaciones que forman esatríada europea, junto al Partido Comunista Portugués yal Partido del Trabajo de Bélgica, que tan abiertamentees admirada y puesta como ejemplo de “comunismo re-volucionario” por la derecha republicana de nuestro movi-miento en el Estado español. No cabe duda que observarsu actitud en una situación de abierta crisis social sirve,no sólo para evidenciar a los revisionistas griegos, sinotambién a sus furibundos admiradores patrios, a los que(afortunadamente para ellos) una situación social localmenos explosiva les da un mayor margen para hacer galade su monótono radicalismo verbal.

Es sabido que, como resultado de su negativapara extraer consecuentemente lecciones de la expe-riencia revolucionaria del Ciclo de Octubre, fruto del para-digma espontaneísta-economicista del que beben todosestos grupos hermanos se desprende un esquema de larevolución que pone el acento en las “condiciones objeti-vas” (reducidas a su aspecto meramente económico).Así, el escenario que sirve de base para la acción revolu-cionaria es preferentemente una crisis económica, deto-nante para la crisis social que permite a la vanguardia,organizada como partido, transformarla en crisis revolu-cionaria. Ése es sucintamente el esquema del que bebela tradición de la Komintern. En él la labor de la vanguar-dia queda reducida a una permanente “acumulación defuerzas” en espera de que las “condiciones objetivas”económicas, cual deus ex machina, vengan en ayuda dela revolución. Esta “acumulación” se intenta realizar utili-zando preferentemente la legalidad burguesa, con el par-

lamento como meta y termómetro de este trabajo. Elcomplemento de esta labor es la confección de toda suer-te de “programas mínimos” de reformas, mejor cuantomás alejados de la revolución proletaria se encuentren,desde el más estrecho y mezquino sindicalismo hasta lasolemne proclamación de los bondadosos valores cívi-cos de una república. Por supuesto, en todo este cami-no de apuntalamiento izquierdista del mundo burgués (re-producción de la posición objetiva del obrero como suje-to despojado a través de la política sindicalista, y de lademocracia burguesa a través del ciudadanismointerclasista de la república) hay mucho espacio paraclamar por la “práctica”, la “aplicación creativa” de losprincipios, etc., y enviar a la hoguera del manido izquier-dismo a quien pudorosamente se atreva a sugerirles queeste descarado seguidismo del proceso social espontá-neo no se corresponde, ni tan siquiera semánticamente,con el concepto de vanguardia forjado por el comunismo.

Pero centrémonos en uno de los fetiches máscélebres y socorridos para estos oportunistas, que notardan en espetar a los que ellos denominan dogmáti-cos: la pretensión de que, frente al “manual revoluciona-rio”, ellos basan su política en el análisis de la “realidadconcreta”. ¿Es esto así o más bien resulta, como sospe-chamos, una frase más? Las posiciones del KKE ante elinicio de la revuelta, y que marcan su política a lo largode la misma, resultan sumamente interesantes al res-pecto.

Como ya hemos señalado, la participación deeste tipo de oportunistas en el circo electoral se suelejustificar, aquí, en Grecia y en el resto del mundo, en lasocorrida “acumulación de fuerzas”. Debido a que no hayun ambiente social propicio y a que la clase obrera no seinteresa por el comunismo, les parece legítimo reforzareste desinterés presentando al comunismo como unamarca electoral más a competir en el saturado mercadode la política burguesa. Arguyen que sirve para dar a co-nocer y familiarizar a las masas con el comunismo, cu-yos símbolos son reducidos a mera marca electoral y sudiscurso, muy rebajado ya de fábrica, a mitin de campa-ña; también, señalan, es útil como índice del estado deánimo de las masas.

Aún alguien podría ser indulgente con esta apo-logía del cretinismo parlamentario y pensar que las orga-nizaciones que lo sustentan lo hacen obligadas por lasactuales y poco propicias circunstancias, pero que “lle-gado el día” de la crisis social y de la efervescencia delas masas actuarán haciendo honor al nombre que usur-pan.

Pues bien, tenemos que después de largos añosde relativa estabilidad social de repente aparece esa cri-sis económica salvífica, además de una magnitud sinprecedentes en muchas décadas, y que en algunos lu-gares deja paso a la crisis social y a un enorme grado deconflictividad. En Grecia las masas se agolpan en las

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calles, atacan a la policía y a los símbolos gubernamen-tales y económicos, generando un auténtico vacío depoder.

Ante ello ¿qué ofrece uno de esos serios “punta-les revolucionarios de Europa” que dicen es el KKE? Enuna resolución de su Comité Central de seis puntos alinicio de la revuelta, tras la retahíla de inofensivos luga-res comunes de denuncia sobre el “autoritarismo”, la “re-presión” y el “recorte de derechos” (¡juramos que no he-mos leído ni una sola vez en toda la resolución la palabra“capitalismo” o alguno de sus derivados!), y tras sembrarla duda sobre “enmascarados y encapuchados, forma-dos en las entrañas del Estado” (una constante históricade todos los partidos revisionistas el acusar de “esbirrode la reacción” a todo lo que a su izquierda tiene unamínima relevancia social o política), acaban en su sextoy último punto diciendo:

“La situación exige estar muy alerta en vista dela posibilidad de adelanto electoral, para que los partidosdel sistema bipartidista sufran un gran golpe. (…) El pue-blo debe dar a ND y al PASOK una buena lección en laspróximas elecciones. (…) El primer paso en esta direc-ción es el fortalecimiento del KKE en todos los cam-pos.”1

¡Toda esta historia para acabar remitiendo la cri-sis social y el vacío de poder hacia su canalización através del parlamento burgués! Todo el horizonte de unarevuelta a gran escala reducido a castigar en las urnas alos partidos de gobierno. Ése es el célebre “análisis delas condiciones concretas y de la realidad específica” denuestros oportunistas: el parlamento como única metade su actividad, ¡la misma receta y la misma prácticatanto en situaciones de estabilidad social como en las

de crisis! ¿Quién aplica aquí manuales dogmáticamente?¿Quién es el teólogo incapaz de aplicar más que el es-quema de sus sagradas escrituras?

Por supuesto, desde el MAI censuramos esteesquema de la revolución como consecuencia de la cri-sis y la resistencia espontánea de las masas, agotadocon el fin del Ciclo de Octubre, pero es que los farsantesni siquiera son consecuentes con las periclitadas con-cepciones a las que siguen tozudamente aferrados.

Más coherentes con la resistencia espontáneacomo base para un accionar radical aparecen losanarquistas, que han sido el verdadero corazón de la re-belión. Desde luego, poco podemos añadir nosotros alviejo contencioso entre marxismo y anarquismo. El rela-tivo auge de esta corriente en los últimos años dentro delreducido espectro de la extrema izquierda no es sino unsíntoma más del fin del Ciclo y de la crisis y desprestigiodel marxismo, que ha hecho que muchos sectores de lavanguardia se vuelvan hacia viejas concepciones que yatuvieron sobrada oportunidad para ponerse a prueba yque también fracasaron, incluso de forma más prematu-ra que el seudomarxismo reformista y dejando un menorlegado de experiencia revolucionaria. Sin embargo, elactual momento de popularidad de esta tendencia entrela vanguardia es probable que sea un estadio necesariotras el naufragio del Ciclo, esa “expiación de los pecadosoportunistas del movimiento obrero”, como acertadamentecaracterizara Lenin el anarquismo.

Sólo indicar a los eufóricos anarquistas que, delmismo modo que ellos se imaginan que la historia yadictó sentencia con el marxismo, la diosa Clío es unacrítica implacable y no dejará pasar impunes los fraca-sos y la impotencia. Y, desgraciadamente, no nos cabeduda de que ése será el resultado a medio plazo de lagran revuelta en Grecia. Consideramos que ello es así

EL MARTINETE, Nº 22. MAYO, 2009

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porque, independientemente deotras diferencias, el anarquismotambién bebe de ese mismo viejoparadigma, acentuándolo más in-cluso, que pone el peso principalde la acción revolucionaria en laespontaneidad de las masas. A ellose une su proverbial incomprensiónde la naturaleza del hombre comoconjunto de relaciones sociales ehistóricas, al que, por el contrario,entienden como una mónada ais-lada capaz de forjarse a sí mismocual Robinson en plena consonan-cia con el liberalismo burgués. Deello se desprende su aversión porla teoría y organización revolucio-narias, lo que les impide cerciorar-se de la paradójica posición de van-guardia que efectivamente ha ocu-pado en esta revuelta y actuar enconsecuencia. Mucho nos tememos que de la vid de larebelión sólo va a germinar el vinagre de la impotencia yla frustración.

De todos modos, la revuelta ha puesto de mani-fiesto algún punto interesante más. Por un lado, laenésima confirmación de lo que defendíamos en nuestraCarta abierta: la tendencia objetiva de la crisis social haciala creación de vacíos de poder en las áreas urbanas.Esta verdad la sosteníamos frente a quienes negaban laposibilidad de la Guerra Popular en el occidente imperia-lista sustentándose con argumentos de corteeconomicista, basados en la estructura productiva y de-mográfica, que son incapaces de pensar este tipo deestrategia en otro lugar que no sean las zonas rurales.Vuelvan a mirar la realidad honestamente señores, si unmovimiento espontáneo y muy rudimentariamente orga-nizado, caótico, como dicen orgullosamente losanarquistas griegos, ha sido capaz de poner contra lascuerdas a un gobierno imperialista y generar auténticaszonas liberadas en las urbes, ¿de qué no será capaz laforma superior de organización del proletariado, el Parti-do Comunista aplicando Guerra Popular?

Por otro lado, la probada incapacidad de los ac-tores políticos, tanto revisionistas como anarquistas, parallevar la rebelión más allá de ridículos “castigos parla-mentarios” o de una permanente algarada en la calle,muestra la limitación intrínseca de la resistencia espon-tánea de las masas, aún a gran escala y cuando susmotivaciones apuntan a objetivos políticos (como el de-rrocamiento del gobierno griego de turno), para servir deplataforma a la construcción de un movimiento revolucio-nario. En todo caso, su funcionalidad para la revoluciónsólo será tal si ya existe ese movimiento mínimamenteconfigurado y constituido desde instancias diferentes ala resistencia, como sólo puede ser la concepción prole-taria del mundo y una, por mínima que sea, experimenta-ción de sectores de las masas con formas de Nuevo Poder.La experiencia revolucionaria de las masas no se basaen su hastío o indignación y en las subsecuentes mani-festaciones de éstos, sino en que empiecen a tomar lasriendas de su vida, en toda su amplitud, a través de for-mas de organización política independientes de los me-

canismos del capital. Es decir, como ya hemos repetidoen muchas ocasiones, las masas se posicionan con larevolución, no desde la resistencia sino desde la expe-riencia de su dictadura de clase. Es por ello que unaverdadera línea de masas comunista, una vez reconstituidala ideología revolucionaria y cohesionado un amplio sec-tor de la vanguardia en su torno, ha de tener como obje-tivo la construcción de los mecanismos que permitan estetipo de experimentación, lo que, en las primeras fases,seguramente se tenga que hacer de manera clandesti-na. El barrio de Exarjia en Atenas, las banlieues, laszonas periféricas y más deprimidas de las grandes ciu-dades, donde la presencia institucional del Estado bur-gués es prácticamente nula, son zonas abonadas paraeste tipo de trabajo; y son lugares que existen perma-nentemente, no dependiendo de cataclismos económi-cos ni de la resistencia puntual de las masas, sino queson el primer síntoma evidente de la crónica crisis delsistema capitalista en su fase imperialista.

Desde la cuna de la civilización y democraciaoccidentales, erigidas siempre sobre la esclavitud, tantola antigua como la moderna asalariada, nos ha llegadootro síntoma evidente del agotamiento del modelocivilizatorio sustentado sobre la división de la humanidaden clases. De nosotros depende sembrar las semillas deuna nueva civilización. Ello pasa hoy por la reconstitu-ción ideológica y política del comunismo sobre la basedel Balance del Ciclo de Octubre.

Movimiento Anti-ImperialistaEnero 2009

1 Resolución del Comité Central del KKE sobre los recien-tes acontecimientos y manifestaciones, 9 de diciembre de2008.

Apdo. de correos 5094428080 Madrid

[email protected]/mai

Se procederá inmediatamente a armar a todo el proletariado con fusiles, carabinas, cañones ymuniciones; es preciso oponerse al resurgimiento de la vieja milicia burguesa dirigida contra losobreros. Donde no puedan ser tomadas estas medidas, los obreros deben tratar de organizarseindependientemente como guardia proletaria, con jefes y un Estado Mayor Central elegidos porellos mismos, y ponerse a las órdenes no del Gobierno, sino de los consejos municipales revoluciona-rios creados por los mismos obreros. Donde los obreros trabajen en empresas del Estado, deberánprocurar su armamento y organización en cuerpos especiales con mandos elegidos por ellos mismoso bien como unidades que formen parte de la guardia proletaria. Bajo ningún pretexto entregaránsus armas y municiones; todo intento de desarme será rechazado, en caso de necesidad, por lafuerza de las armas. (Carlos Marx y Federico Engels)

Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas

El arsenal-Frida repartiendo armas, 1928, mural de Diego Rivera. Secretaría de Educación Pública-México