El Mejor Cuento de Andersen

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EL MEJOR CUENTO DE ANDERSEN: SU PROPIA VIDA Erase que se era un pobre muchachito, hijo de la viuda de un zapatero, que fue a implorar una merced al príncipe del reino. Animado por la esperanza cantó y recitó ante su Alteza, y cuando el príncipe le preguntó amablemente qué merced quería que le hiciera, contestó resueltamente: <<Quiero escribir dramas en verso y representarlos en el Teatro Real>>. El príncipe miró al desgarbado mozo, que era todo pies y manos, con su nariz cómica y sus ojos tristes y le dio una respuesta de sentido común. <<Una cosa es recitar dramas y otra cosa es escribirlos (te lo advertimos por tu propio bien). Te aconsejamos que aprendas un oficio útil, como la ebanistería>>. Pero el muchacho, que no tenía sentido de común alguno, salvo el muy poco común llamado genio, regresó a su casa rompió su alcancía de arcilla, y diciéndole adiós a su pobre madre y a su indiferente padrastro, se marchó en busca de fortuna. Seguro estaba que las generaciones del futuro honrarían el nombre de Hans Christian Andersen. Para admitir semejante historia tendría uno que creer en cuentos de Hans Christian. Algunos se los había oído contar a su padre, hombre de buenas dotes mentales que se había dedicado a un oficio útil… y siempre se arrepentía de ello. Por puro solaz el zapatero leía en voz alta, a la hora de acostarse, Las mil y una noches. Su mujer entendía muy poco, pero el muchacho, haciendo que dormía, saboreaba una a una todas las palabras. Durante el día Hans Christian se paraba a la puerta del salón de ruecas de la casa de beneficencia a oír los cuentos de las viejas que allí trabajan. Por aquella época había tantas leyendas en Dinamarca como techos de paja con cigüeñas. Una de las leyendas de la cuidad de Odense, donde nació Andersen en 1805, era la de la muchacha duende que bailaba hasta matar a sus parejas.

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EL MEJOR CUENTO DE ANDERSEN: SU PROPIA VIDAErase que se era un pobre muchachito, hijo de la viuda de un zapatero, que fue a implorar una merced al prncipe del reino. Animado por la esperanza cant y recit ante su Alteza, y cuando el prncipe le pregunt amablemente qu merced quera que le hiciera, contest resueltamente: . El prncipe mir al desgarbado mozo, que era todo pies y manos, con su nariz cmica y sus ojos tristes y le dio una respuesta de sentido comn. .Pero el muchacho, que no tena sentido de comn alguno, salvo el muy poco comn llamado genio, regres a su casa rompi su alcanca de arcilla, y dicindole adis a su pobre madre y a su indiferente padrastro, se march en busca de fortuna. Seguro estaba que las generaciones del futuro honraran el nombre de Hans Christian Andersen.Para admitir semejante historia tendra uno que creer en cuentos de Hans Christian. Algunos se los haba odo contar a su padre, hombre de buenas dotes mentales que se haba dedicado a un oficio til y siempre se arrepenta de ello. Por puro solaz el zapatero lea en voz alta, a la hora de acostarse, Las mil y una noches. Su mujer entenda muy poco, pero el muchacho, haciendo que dorma, saboreaba una a una todas las palabras. Durante el da Hans Christian se paraba a la puerta del saln de ruecas de la casa de beneficencia a or los cuentos de las viejas que all trabajan. Por aquella poca haba tantas leyendas en Dinamarca como techos de paja con cigeas. Una de las leyendas de la cuidad de Odense, donde naci Andersen en 1805, era la de la muchacha duende que bailaba hasta matar a sus parejas.