El ministerio de la mujer en la iglesia

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El ministerio de la mujer en la iglesia

¿Qué posiciones ministeriales puede la mujer ocupar en la iglesia

de acuerdo con la Biblia?

¿Cuál debe ser la participación de la mujer en las reuniones de la

iglesia?

Los prejuicios se cultivan

Los prejuicios no son nuevos, cambian los rostros y los idiomas, pero los contenidos sesgados siguen siendo los mismos.Estos argumentos no se sostienen en el análisis de una hermenéutica bíblica sana y correcta. Pero sirven de fundamento para seguir infantilizando y manipulando a la mujer cristiana.

La gran paradoja La iglesia va generalmente, a la vanguardia, no entendiendo su misión liberadora. En nuestra sociedad muchas mujeres sirven como: Presidentas, gobernadoras, senadoras, alcaldesas, rectoras de universidades, generales de ejército, gerentes de empresas multinacionales, etc.

La gran paradoja

La mujer ha demostrado ser capaz de participar en la exploración espacial, en la medicina, en el atletismo, en la política, en los negocios, en prácticamente en todo. Sin embargo, en la mayoría de las iglesias se les sigue negando el rol pastoral. El resultado es: –El mundo nos mira como ignorantes, insensibles, injustos e irrelevantes. Perdemos cada vez más jóvenes y profesionales jóvenes que no entienden la discriminación en las iglesias cristianas.

Privilegios y responsabilidades

Diaconisa. Aunque parece que la diaconía es un rol solamente para hombres (1 Ti. 2:11-13) encontramos: “…nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia” (Ro. 16:1). La palabra para “diaconisa” indica la idea de “sierva” o ayudante de otros en necesidades (Ro. 16:2)1 Timoteo 3:11Muchos exegetas deducen que Pablo se referia a las mujeres diaconisas; y dan razón, porque Pablo, no dice: “sus mujeres…”, estas exhortaciones eran referidas a las personas que ejercen cargos en la iglesia.

Profeta. En ambos testamentos hay referencias de mujeres como profetas: “…una profetisa llamada Débora” (Jue. 4:); “una profetisa,

Ana” (Lc. 2:36); “Felipe el evangelista… tenía cuatro hijas solteras que profetizaban” (Hch. 21:8-9). Es probable que el oficio de profeta hoy esté cumplido en la persona que predica

la Palabra. Esto implica que a veces es válido a la mujer dar un mensaje público.

Aunque normalmente es la responsabilidad del varón (1 Ti. 3:1-2)

Mujeres útiles a Israel A pesar de desarrollarse en una cultura patriarcal, aquí aparecen dos mujeres valientes que ocupan un lugar especial en el salón de la fama de Israel: Débora y Jael. Débora se distinguió como una verdadera juez en Israel.(Jue. 4:) Su sala de audiencias era debajo de una palmera. Cuando le tocó defender a Israel en el campo de batalla, no vaciló y puso en vergüenza a Barac.

Mujeres útiles a Israel (Jue. 4:21): Jael, aunque no peleó, ganó para Israel una batalla decisiva matando al general Sísara.

Ana, la Profetisa. Simeón, el anciano, no es el único testigo. Aquí tenemos a una mujerque tiene mas de cien años de edad. Había vivido como esposa siete años, y ahora tenía de viuda 84 años. de la muerte de su marido se dedicó exclusivamente al servicio de Dios en el templo. Gran gozo le viene en su vejez.

Maestras del bienPablo da un ejemplo de este rol: “A las ancianas… Deben enseñar lo bueno y

aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras,

cuidadosas del hogar, bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de la palabra de Dios” (Tit. 2:3-5). El servicio

didáctico de la mujer, usualmente entre otras mujeres, jóvenes y niños es esencial

para el bien de la iglesia.

Fortalecedora de la obra. (Ayuda idónea, Misionera,

Discípula) Especialmente la mujer ministra en la iglesia para soportar y proveer a otros. Esto ha sido desde la

creación: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada” (Gn. 2:18) y ha

persistido en la obra de parejas en la iglesia: “Priscila y a Aquila, mis compañeros de trabajo en Cristo Jesús”

(Ro. 16:3). Siempre es mencionada primero que su esposo, una forma antigua de reconocer su liderazgo. Muchos varones de hoy están inseguros de sus dones, por eso no le dan lugar a más mujeres. Es notable que

Cristo y los apóstoles recibían apoyo esencial de mujeres: “Juana… Susana y muchas más que los

ayudaban” (Lc. 8:3).

Poderosa Influencia

Ester Aunque no ocupó una posición de autoridad religiosa, su vida demuestra que Dios puede utilizar a la mujer en puestos de influencia. Actuó como intercesora y liberadora del pueblo de Israel. Las palabras de Mardoqueo aún resuenan para ella y todas las mujeres que tienen un momento para obrar: “Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; más tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (Ester 4:14). Muchas mujeres, que tienen la posibilidad de actuar como Ester, luchan contra la discriminación y la descalificación. En realidad, muchos prefieren verlas calladas.

Riesgos1. Que quiere tener mas autoridad que el

hombre. (Pastor, líder, esposo, etc.).2. Vanagloria3. Que ande en desorden y quiera autoridad4. Sea mal ejemplo para otras mujeres, jóvenes,

etc.5. Mala influencia para los que le rodean

1 Cor. 14:34-36

Pablo amonesta a las mujeres a guardar silencio a las iglesias. Esto debe ser interpretado a luz de la situación histórica. Las mujeres

cristianas de corinto se estaban gloriando en su libertad recientemente encontrada y se estaban portando como un niño con

un juguete nuevo. Estaban trastornando los cultos de la iglesia, al hablar en voz alta. Pablo les indica que hagan sus preguntas en la

casa, no en los cultos públicos. El ultimo versículo resume el énfasis general del apóstol, “Hágase todo decentemente y con orden”.

1 Ti 2:12-14Se escribió desde un trasfondo judío. No ha habido nunca una nación que diera a las mujeres un lugar más importante en el hogar y en la familia que los judíos; pero oficialmente la posición de la mujer era muy inferior. Para la ley judía no era una persona sino una cosa; estaba totalmente a disposición de su padre o de su marido. Se le prohibía aprender la Ley; el instruir a una mujer en la Ley era echar perlas a los puercos. Las mujeres no tomaban parte en el culto de la sinagoga; estaban encerradas aparte en una sección de la sinagoga, como si dijéramos en «el gallinero» donde no se las podía ver. Un hombre iba a la sinagoga para aprender; pero, como mucho, una mujer iba para oír. La lección de la escritura la leían en la sinagoga los miembros de la congregación; pero nunca mujeres, porque eso habría sido «quitarle honor a la congregación.»

1 Ti 2:12-14

1 Ti 2:12-14Se escribió desde un trasfondo griego. El trasfondo griego ponía las cosas doblemente difíciles. El lugar de la mujer en la religión griega era bajo. El Templo de Afrodita en Corinto tenía mil sacerdotisas que eran prostitutas sagradas, y todas las tardes cumplían su función en las calles de la ciudad.

El Templo de Diana en Éfeso tenía centenares de sacerdotisas que se llamaban melissae, que quiere decir abejas, cuya función era la misma. Una mujer griega respetable llevaba una vida muy recluida. Vivía en una parte

de la casa a la que no accedía nada más que su marido. No estaba presente ni en las comidas. Nunca se la veía sola en la calle; nunca asistía a ninguna

reunión pública. El hecho es que si en un pueblo griego las mujeres cristianas hubieran tomado una parte activa y hubieran hecho uso de la

palabra, la Iglesia habría ganado inevitablemente la reputación de ser una guarida de mujeres livianas.

1 Ti 2:12-14• Pero es mucho más probable que el sentido sea mucho más

sencillo; y que aquí se quiera decir que las mujeres encontrarán la salvación, no en hablar en las reuniones, sino en la maternidad, que es su corona. Aparte de todos los otros sentidos posibles, la mujer es la reina del hogar. No debemos leer este pasaje como una barrera para el trabajo de las mujeres en la Iglesia, sino a la luz de su trasfondo judío y griego. Y debemos buscar el punto de vista permanente de Pablo en el pasaje en que nos dice que las diferencias se han borrado, y que hombres y mujeres, esclavos y libres, judíos y gentiles, son todos igualmente elegibles en el servicio de Cristo. (Gal. 3:28). En Cristo se borran en la Iglesia las diferencias de lugar y honor y cargos.