El Misterio de La Mujer Automata - Joan Manuel Gisbert

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El Misterio de La Mujer Automata

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París. Año 1821. El famoso automatista Helvetius recibe un extraño ysospechosoencargo:laconstrucciónsecretadeunautómata,tomandocomomodelolaimagenenceradeunamujerdesconocida.EstaenigmáticanovelahasidogalardonadaconelPremioElBarcodeVaporde1990.

Apartirde12años

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JoanManuelGisbert

ElmisteriodelamujerautómataSerieRoja-88(ElBarcodeVapor)

ePubr1.0nalasss03.11.13

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Títulooriginal:ElmisteriodelamujerautómataJoanManuelGisbert,1991Diseñodeportada:AlfonsoRuano

Editordigital:nalasssePubbaser1.0

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Advertenciapreliminar

ELautoroautoradeestasingularnovelanofiguraenlosanalesdelaliteratura,niconstasiquieraconunahumildemenciónenletradiminuta.

Loseditoresseproponensacarloosacarladelolvido.Comoseverá,haymotivo.Lapersonaqueescribióel apasionante relatoverídicoqueel lector tieneen las

manosfuetambiénunodesuspersonajes.EnParís,alláporelañode1821.Sinembargo,decidióocultarseentrelosdemás.Narralosasombrososhechossin

identificarse.ÉlmismooellamismanosloexplicaenlaObertura.Nosotroshemosrespetadosudeseo.

Pero, al final, se quitará lamáscara ante el lector. Será entonces reconocido oreconocida,entodoelsentidodelapalabra.

Estamosconvencidosdequealcanzaráelprestigiomerecidoporsucontribución.Aunquedemanerapóstuma,sunombreconocerálagloria.

Loseditores

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Obertura

NOquierodistraerlaatencióndellector.Loquedeverdadleimportaesempezarcuantoantesestahistoria.Serémuybreve.

Tansólodecirqueyosoyunodelospersonajesquedesfilaránantesusojos.Sí,tuveintervencióndirectayactivaenloshechosquesenarran.Pero,acasocontagiadoporsumisteriosoclima,hepreferidoocultarquiénsoy.Tambiénparadarunavisiónmásobjetivayauténticadeestosacontecimientosrigurosamenteciertos.

He narrado todas las escenas en tercera persona, incluso aquellas en que yoaparezco.Mehaparecidolomejor.

Noobstante,alfinal,ellectorpodrásatisfacersucuriosidad.Revelarécuáldelospersonajessoy.Quedarádesveladomipequeñosecreto.

Esperoquequienmeleanocedaaladebilidaddeexaminarlasúltimaspáginasantesdellegaraellasenelcursonormaldelalectura.Enunanovelacomoésta,talcosa es muy desaconsejable porque, a la vez, descubriría otros secretos, ésos síimportantes.

Nodigomás.Seabreyaeltelóndelamisteriosaintriga.

Elautoroautora

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PRIMERAPARTE

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1Elgranmagnetizador

Alaluzdeloscandelabros,suaspectoerainquietante.Mirabaantesí,aunpuntoindefinidodelaestancia.Susojos,todavíainmóviles,parecíanbuscaralgoinvisibleenelaire.

Suestaturaerasuperioraladeunhombrecorriente.Aparentabaunoscincuentaaños. Vestía ropajes muy oscuros, de severa prestancia. En su porte altivo seadivinabauncaráctercapazde imponerseencualquiercircunstancia.Una ilimitadaconfianzaensímismoestabapresenteensucara.Siselaobservabadetenidamentepodían advertirse el rictus despectivo de sus austeros labios y la sombría arrugahorizontalquedividíasualtafrenteendosmitades.Entoncesquedabademanifiestosu expresión malévola y algo amenazadora. La contemplación de su figurasobrecogíayatemorizaba.Losespejosquerecubríanbuenapartedelasparedesdelsalónmultiplicabansuenigmáticaestampa.

HansHelvetius se aproximó despacio a él, como si temiera sacarlo demasiadobruscamente de la inmovilidad. Lo rodeó por detrás y se detuvo junto a su flancoderecho,amuypocadistancia.Luego,mientrasmanipulabaalgoescondidobajolosfaldonesdesuanticuadalevita,parecíaformularleunapeticiónaloído.Mástarde,sealejódelaimponentefigurayfuehaciaunazonadelsalónqueestabainvadidaporlassombras.

A lospocos instantes, comounextrañomuertoviviente, el tenebrosopersonajeiniciósusmovimientos.

Despertaronprimerosusojos.Losdesplazómuydespacioaderechaeizquierda,escrutandolosrinconesdelasala.Luego,sucabezatambiénsemovióparaadquirirunavisiónmásampliadeloquelorodeaba.

PierreGrassetpermanecíaenpie,apocosmetrosdelafigura,enellugarexactoque Helvetius le había indicado. Sintió un leve escalofrío al darse cuenta de que,poniendo fin a su búsqueda de los primeros momentos, El GranMagnetizador loestabamirandofijamente,conojosquederramabanclarividencia.

Ymayorfueaúnsuemocióncuandoocurrióloinesperado.Lafigura,sindejardeclavarlesusojosfríosyllenosdepoder,empezóaandarhaciaél.Grasset,demodoinstintivo,buscóaHelvetiusconlamirada.Nolovio:loprotegíanlastinieblasdeunángulodelsalón.

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LospasosdeElGranMagnetizadoreranprecisosynaturales,sinrigidezanormalalguna. No se advertía en él ni la menor indecisión, ni el más leve tambaleo. Elembaldosadoparecíadeslizarseacadapasobajosuspies,acortandoladistanciaqueloseparabadelatónitoGrasset.

—¡Noseaparte,sigadondeestá!—leordenóHelvetiusalvisitante.LavozinterrumpióelmovimientoqueGrassethabíainiciadoalverquelafigura

seguíaavanzandoenlínearectahaciaél.Teníalasensacióndequeseleibaavenirencimaconperversaobstinación.

Sinembargo,cuandopocomásdeunmetrolosseparaba,ElGranMagnetizadorsedetuvosuavemente.Elbrazo izquierdoquedóinertemientras introducía lamanoderecha en un bolsillo lateral de la levita. De allí extrajo un péndulo metálico,brillante;lollevóantelosojosdeGrassetyloempezóabalancearrítmicamente.

El Gran Magnetizador, con los ojos quietos, miraba al visitante a través delpéndulo,comosiempujarael instrumentohacialaspupilasdeGrasset,queteníaelcorazónacelerado.

El efecto adormecedor comenzaba a notarse en los párpados del visitante. Lasugestión se producía con insidiosa eficacia.Grasset tuvomiedo.Rompió a hablarparaalejarlo:

—Verdaderamente, maestro Helvetius, es una figura logradísima, soberbia. Elautómatamás fabuloso que nunca se haya visto.No esperaba que echara a andar:todounimpacto.Yeltrucodelpéndulo:definitivo,unaciertototal.Creoque,sisigoaquí,acabaráporhipnotizarmedeverdad.Consupermiso,voyahacermeaunlado.

Lohizoapresuradamente,sinesperarelconsentimientodeHelvetius.Elautómatasiguiómoviendoelpénduloconunaoscuraexpresióndetriunfoenlacara.

—El período de funcionamiento tiene una duración de tresminutos—informóHans Helvetius surgiendo del ángulo sin luz—. No puede ser interrumpido. Espreciso que los mecanismos actúen libremente, sin violentarlos jamás por causaalguna.Ahora,élvolveráaguardarseelpéndulo,darámediavueltayregresaráasuposición inicial. Excuso decirle que el suelo por donde se mueva tendrá que serperfectamente liso, aunque no resbaladizo, y llano, sin elmás pequeño desnivel oinclinación. La figura ha de estar siempre bien equilibrada para que sufuncionamientoseaóptimo.

Mientras Grasset observaba cómo El Gran Magnetizador ejecutaba losmovimientosqueHelvetiushabíadescrito,comentó,mástranquilizado,recuperadassusmanerasdenegociante:

—La exhibición pública de este autómata constituirá un enorme éxito, seguro.Todo París querrá ser hipnotizado por él y sentir lo que yo he sentido: un granescalofrío,puedoasegurárselo.

—No olvide que mis figuras animadas no son meras curiosidades de feria—

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advirtióHelvetiusconseveridad—,sinoobrasdepuradasdelartedelamecánica.Eslegítimo, y hasta instructivo, que sean ofrecidas a la contemplación pública. Lasgentesdebenconocerloquesaledelostalleresquecombinanlatécnicadeprecisióny el modelado figurativo. Pero las demostraciones tienen que hacerse bajo unaimpecabledignidad,noenunambientedeespectáculovulgar.

—Desdeluego,claro,nosepreocupe—dijoenseguidaPierreGrasset,obsequiosoy solícito—. Ya conoce usted mi establecimiento: es de categoría. Y El GranMagnetizadortendráenélunmarcoespecial,comolecorrespondeasualtacalidad.

—Nopuedeestarmezcladoconotrasatraccionesmecánicas.—Porciertoqueno.Lagaleríaprincipalylasadyacentescontinuaráncomohasta

ahora.Suautómataestaráalfondo,debidamenteaislado,enunasalaespecialqueleestabareservadadesdelaaperturadel local.Yatodoestádispuestoparasuhonrosaubicación.Serálajoyadelacasa,seloaseguro.

—Nodudodesupalabra,Grasset.Perotengoeldeberdevelarpormisfiguras.Cualquier día visitaré su galería de atracciones con el objeto de comprobar estosaspectos.Lamentaríaencontraralgoincorrecto,porqueellosupondríalarupturadelcontratodecesión.

—No habrámotivo para ello.Garantizado. Llevo demasiado tiempo esperandotenerunodesusautómatasenmilocalcomoparaecharlotodoarodarporundetalledescuidado.

—Me complacerá que todo resulte como espero. Esta misma tarde podremosfirmarelcontratodecesiónpordosañosen lanotaríaBoulanger.Aquí tieneustedunacopiaíntegra.Léalacontodaatención.Disponedevariashoras,tiempomásquesuficiente. Ninguna de las cláusulas es modificable. Tres de ellas tienen especialimportancia.El tiempomáximode funcionamiento del autómata será de tres horasdiarias,incluyendolosdescansosdedosminutosentredemostraciónydemostración.

—Sí,sí,lotengoprevistoycalculado.—Todas las instrucciones de mantenimiento han de cumplirse de manera

escrupulosa.—Hecho.Mismecánicossondiestrosyseaplicaránaelloconesmero.—Ante cualquier anomalía de funcionamiento que no esté especificada en las

instrucciones,sesuspenderálaexhibicióndeinmediato.—Sin duda. Devolveremos el dinero a los que hayan sacado su entrada y

cerraremoslasala.—Y se me dará aviso sin pérdida de tiempo. Las posibles revisiones o

reparacionessólopodránserhechaspormíopormisayudantes.—Quedaclaro.—En ningún caso intentarán ustedes desmontar la figura o tener acceso a sus

mecanismosinteriores.

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—Nuncanosatreveríamosahacerlo—aseguróGrasset,queempezabaaestarunpocoabrumadoporaquellaseriedeadvertencias,perodecididoaconseguirElGranMagnetizadoratodacosta.

—Y,sobretodo,tengasiempremuyencuentaqueningunapersonaextrañadebeserautorizadaaexaminarelinteriordelautómata,nisuperficialmentesiquiera.Cadaunodemistrabajoscontieneinnovacionesenmecánicayrelojería.Sonelfrutomásvalioso de mi actividad, conseguido tras miles de horas de dedicación. Pero unmecánico rival podría plagiarlos con relativa facilidad en un tiempoincomparablementemenor.Losdetallessecretosdemisfigurassonvulnerables.EnElGranMagnetizadormásqueenningunaotra.Elsecretodesuestructurainternahadequedarrigurosamentepreservado.

—El autómata estará bajo vigilancia durante las veinticuatro horas del día,mehagoresponsabledeello.

—Elcontratoloobligabajopenadeunafortísimaindemnización.—Se encargarán de la custodia empleados de todami confianza. Respondo de

elloscomodemímismo,señorHelvetius.Además,elsecretodelinteriordelafiguraaumentará la fascinación de sus movimientos. Cuanto mayor sea el misterio querodeeaElGranMagnetizador,másgrandeseráeléxitodesuexhibición.

—Estamos de acuerdo. Mis ayudantes iniciarán dentro de unos momentos lastareas de embalaje. Aunque la distancia es corta, conviene efectuar el traslado encondicionesparaevitarque la figura sufraelmenordesperfecto. ¿Tieneprevista lautilizacióndeuncarruajeadecuado?

—Desdeluego,maestroHelvetius.Unodelosqueseutilizanparael transportede las más finas porcelanas. Y el tiro de caballos irá sólo al paso. No importa eltiempoquetardemos.¡Elcargamentoesmuyprecioso!

HelvetiusletendióunpapelaGrasset,diciéndole:—Aquíestánanotadaslasseñasdelanotaría.—Sí,gracias.Lasconozco.—También la hora está anotada. Tenemos cita a las cuatro para formalizar el

documento.—Allíestaré,comounclavo.—Noolvideleerelcontratocontodaatención.—Alascuatropodrérecitarlodememoria.ElempresariohizounareverenciaanteHelvetiusamododedespediday,antesde

abandonarlasala,lanzóunaúltimamiradadesatisfacciónaElGranMagnetizador.Al quedarse a solas con el autómata, Helvetius fue apagando los candelabros.

Cuandosóloquedabaunoardiendo,seacercóalafiguraconélenlamano.Ambosquedaronfrenteafrente,comomirándose.

Era el difícil momento de la despedida entre creador y criatura. La emotiva

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ceremoniasedesarrollóensilencio.AlfinalmurmuróHelvetius:—Notevasmuylejos.Dentrodeunosdíasvolveremosavernos.Yapagórápidamenteelcandelabro.

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2JulienBaroisentraenescena

MUYpocoshabitantesdeParíssabíanqueensuciudad,desdefinalesde1817,alfondo de una calleja sin salida y sin nombre, se encontraba el taller de HansHelvetius,elfamosoconstructordeautómatas.

HabíanacidoenZúrich,hacíaalgomásdecuarentaaños.AntesdellegaraParís,habíatenidosulugardetrabajoyresidenciaendiversospaísesyciudades,siemprehuyendodelascalamidadesdelaguerra.Suamorporelsigiloyelanonimatoeratanacentuadocomosuprestigio,quehabíallegadoasumáximaexpresiónenlosúltimosañosgraciasasusprodigiososandroidesdetamañonatural.Laaparienciadevidadesusfiguras,lejosdetodaartificialidad,erapasmosayestremecedora.Susautómatasestabanenexhibiciónpermanenteenlasprincipalesciudadeseuropeasycausabanlamásvivaadmiración.

Pero nada habría contrariado más a Helvetius que ver su taller asediado porcuriosos ymerodeadores atraídos por su fama. Las escasas personas que conocíandóndeestabasurefugioloocultabancelosamente.Elautomatistahabríaconsideradocomotraiciónunaconductaindiscretaalrespecto.

Sutallerocupabaunaespaciosaplantabajadivididaenvariassalas.Unadeellas,la de los espejos, estaba destinada a la presentación de las figuras terminadas.Lasotrasdependencias,dotadasdeabundanteluzporuntechadodegrandesclaraboyas,conteníanunpequeñoarsenaldeelementosconstructivos.Allí,enestantesymesasde trabajo, podían verse piernas, brazos, manos, articulaciones, ojos de cristal,pelucas, modelos anatómicos, reproducciones de esculturas clásicas, así comotambién, en mayor número, ruedas dentadas, engranajes, cilindros perforados,muelles,resortesytodaclasedepiezasderelojeríaymecánicadeprecisión.Sóloladependencia frontal, la que daba a la calleja, tenía un aspecto distinto. Cualquiercurioso que atisbara a través de los sucios cristales, dejados en estado de extremoabandonodeformadeliberada,noibaadescubrirmásquelaspiezasyutensiliosdeun modesto taller mecánico dedicado a precarias reparaciones. Casi parecíansuperfluos los gruesos barrotes de hierro que protegían las ventanas. Nada hacíapensarqueallíseconstruíanlosautómatasmáscomentadosyaplaudidosdeEuropa.

Eledificioteníaunaplantaenalto,desuperficiemuchomenor.Helvetiuslahabía

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convertido en su austera vivienda de solitario. En aquel sobrio edificio pasaba lamayorpartedesusnochesysusdías,entregadodellenoasutrabajo,almargendelacuriosidaddelmundo.

La parte posterior de la planta baja terminaba en un altísimo paredón, unaverdaderamuralla,seguidaporunazanjadeconsiderableprofundidad.Eraimposiblever desde allí el interior del local. Más allá de la gran zanja terminaba París yempezabanloscamposbaldíos.

Lasrestantesconstruccionesdelacalleja,todasdeunasolaplanta,consistíanendepósitosdegranoyalmacenesdecurtidos,aunquesolíanestarvacíos.Muypocasveceshabíansidovisitadosporsuspropietariosenaquellosaños.Sindudautilizabanotrosalmacenesmáspróximosalnúcleode laciudad.Aquéllosestaban reservadosparatiemposvenideros.

Todo ello, unido al hecho de que la zona, al extremo oeste de París, estabaescasísimamente poblada, sin edificios de viviendas por las cercanías, hacía muyinfrecuente la aparición de paseantes. Y los pocos que llegaban se alejabanprontamenterechazadosporloinhóspitoysombríodellugar.

Helvetiussólofrecuentabalacompañíadesusdosexcelentesayudantes.Georges,elmayor,unhombrecercanoalossesentaaños,maestrorelojerodepulsomuyfirmey vista más que aguda, llevaba con él casi cuatro años. Jean, que no había aúncumplido los treinta, se había incorporado más tarde, en 1819. Era también unoperariomuydiestroentareasdemontajeyafinado.Ambosacudíandiariamentealtaller,excepto losdomingosydías festivosdesignificación.Fueradeellos,apenasllegabanvisitantes.Podíantranscurrirsemanasenterassinqueseasomaraporallíniunalma.

Por tanto, Hans Helvetius se sorprendió cuando en el atardecer de aquel 3 demayode1821advirtióquealguiengolpeabaconinsistenciaelportóndeentrada.

ComoGeorgesyJeansehabíanmarchadohacíaunrato,pensóqueunodeelloshabríaolvidadoalgo.Aúnnoestabacolocadalagruesabarrametálicaqueafianzabalaentradanicorridoslossólidospestillosquelafestoneaban.

Desdelarudimentariasalafrontal,atravésdelosmugrientosventanales,entrevióaunhombrebajoyalgoentradoencarnesquevestíaunelegantesobretodoyllevabasombreroalto.

Helvetiuspensóquese tratabadeunexhibidordeautómatas.Algunosdeellos,enteradosconfidencialmentedesusseñas,acudíandevezencuandoparasolicitarlelacesiónenarrendamientodeunadelasfiguras.

Abriólapuertaresueltoacomunicarlequenolequedabaningúnautómatalibrepara alquilar ni iba a tenerlo enmuchosmeses por delante.Al disponer de visióndirecta al exterior, divisó fugazmente la silueta de una segunda persona quedeambulabaporlacalleja.Parecíaprestaratenciónaloqueestabaocurriendoanteel

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taller.—¿TengoelhonordeencontrarmeenpresenciadelmaestroHansHelvetius?—

preguntóelhombrequeestabaenelumbral,quitándoseelsombrero.—Dígame qué causa le hace pronunciar ese nombre—solicitó el automatista,

retrasandoelmomentodeidentificarseporsielloloayudabaaterminarantesconlavisita.

Elhombrebajodudóunmomentoydijo:—Aunquemedesagrada,nopuedosertotalmenteexplícitosinotengolacerteza

de estar hablando con la ilustre personaquehemencionado.Se trata deun asuntopersonalyreservado.

Pornoeternizareldiálogo,Helvetiussedecidióamanifestar:—Sólopreguntoloquemecorrespondesaber.Yosoylapersonaquebusca.El recién llegado estudió con atención el rostro del automatista. Parecía estarlo

comparandoconladescripciónoideaquedeéltenía.Elexamenresultósatisfactorioporquedijo,inclinándose:

—Mesientomuyhonradoalconoceraunhombredesufama,maestroHelvetius.Y ahora, permítame que me presente ante usted. Soy Julien Barois, abogadointernacional. Actúo en diversas naciones del continente —Helvetius percibióentoncesquebajosucorrectadicciónseadivinabaunasombradeacentoinglés,peronoprestómayoratenciónaldetalleysiguióescuchando—.Mibufete,porasídecirlo,esitinerante.Unpocoaquíyunpocoenmuchasotraspartes.Enfin,sonlosnuevostiempos,comoustedsindudacomprenderá.

Alnotarungestodeimpacienciaenelautomatista,Baroisentróenmateria:—Hevenidoahacerleunapropuestaquenodudoencalificardeextraordinaria.

Mimisiónconsisteenexponérselacontododetalleyllegarauntrato.AnteelsilencioinexpresivodeHelvetius,añadió:—Comoeslógicoenunletradodemiespecialidad,esagranpropuestaselavoya

hacerennombredeunapersonaextranjera.—¿Esesapersonalaqueestáaguardándole?—inquirióelautomatista,aludiendo

al personaje que había vislumbrado antes y que en aquelmomento no estaba a lavista.

Sin negar que había alguien en las proximidades, Barois movió la cabezanegativamente:

—Enmodoalguno.MiclientenohaestadonuncaenFrancia.—¿Quién es, pues, el individuo que hace un instante parecía estar atento a los

resultadosdesullamadaamipuerta?—quisosaberelautomatista,sinsuavizarsusmanerashurañas.

—Setratadeunempleadomío—aseguróelabogadoconunasonrisaqueparecíaquitarle toda importancia a la cuestión—. Forma parte de las necesidades de un

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bufeteitinerante.—Dispongodemuypoco tiempo—anuncióHelvetiussin franquearleelpasoa

suinterlocutor—.Éstassonmishorasdedescanso.—Oh, desde luego, claro —se apresuró a decir Barois, dolido y amable—.

Lamento lo tardío de la hora, pero he creídomás conveniente hablar con usted asolas.

—Sea,sihadeserbrevemente.Dígame,pues,¿quiénleenvíaamí?—Ungranprotectordelascienciasylasartes.—¿Quiénesesecaballero?Elabogadodijobajandolavoz:—Comoelasuntotienediversosaspectos,metomolalibertaddesugerirle,para

mayorcomodidaddeusted,quelotratemosenelinterior.La forzada cortesía del abogado desagradaba a Helvetius. Además, le parecía

extrañoque«ungranprotectordelascienciasylasartes»utilizaracomoembajadoraaquel individuo. Lo imaginaba más en su papel sugiriendo argucias legales acomerciantesoactuandocomomediadorenasuntosde índole turbia.Con todo,noquiso mostrarse excesivamente abrupto y, con la esperanza de poner fin másrápidamentealacuestión,accedióadarleentrada.

Baroisnopudodisimularlasorpresaquelecausóelaspectomíserodelaprimerasala del taller.No había comprendido aún que se trataba de una escenografía paraocultar lasactividadesquese llevabanacaboen las restantes.Sinembargo,omitiótodocomentario.

Surostroseanimóaldescubrirladistintanaturalezadelasiguientesala.Aunquedébilmente iluminada por unos pocos velones encendidos, revelaba al instante lapeculiarprofesióndeHansHelvetius.

Laentrevistaprosiguióconlosdoshombressentadosenincómodostaburetesdemadera.Trasaclararseexageradamentelagarganta,elabogadoexpuso:

—Elnombredelcaballeroquemeenvíadeberápermanecerignorado.—Noacostumbroahacertratosconquienesmeocultansuidentidad.—Locomprendo.Pero,enestaocasión,lascircunstanciasaconsejanlocontrario.

Omejor, lo exigen.No se trata enmodo alguno de una desconsideración hacia supersona, maestro Helvetius. Mi representado es un caballero sometido a gravesresponsabilidadespúblicas.Necesita proteger el carácter privadode algunasde susactividades.Ello loobligaa tomarciertasprecauciones.Todos lospersonajesdesuposiciónlohacen.Escomprensible.

—¿Setratadeunpolíticooundiplomático?Noveoquéinteréspuedetenerenmitrabajo,amenosquesetratedeuncoleccionista,claro.

—Esmuchomás que un simple coleccionista de objetos de arte. En su esferaprivadaesunauténticomecenas.Yadmirafervientementeloslogrosdelacienciay

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latécnica.Conocebien,portanto,lareputacióninigualabledeHansHelvetius.—Motivodemásparaquenonecesite refugiarse enel anonimatoal establecer

relaciónconmigo.—Los personajes encumbrados o de gran talento tienen sus manías, sus

peculiaridades.Ustedmismo, sin irmás lejos, es también a sumanera amante delmisterio,simepermite la libertad.¡Nosabecuántomehacostadoaveriguardóndepodríaencontrarle!

—Peroal fin lohaconseguido. ¿Meocurrirá lomismoen loque respecta a suenigmáticorepresentado?

—No,señorHelvetius,sobreestotengoqueserlemuysincero.Ustednuncasabráquiénesmidistinguidocliente.Opor lomenos,nomientrasélestimeconvenientemantenerelsecreto.Esmás:bajocompromisodehonor,lerogamosquenisiquieraintenteadivinarlo.

Helvetiussepusoenpieresueltamente.—En tal caso, nada tenemos que hablar. Respetarémejor el anonimato de ese

notablesidejamosdehablardeélydamosporterminadoelencuentro.Barois,sinhacerintencióndelevantarse,miróalautomatistacomosisetratarade

un muchacho obstinado al que tenía que convencer. Sin duda, el abogado habíaprevistolaresistenciadeHelvetiusaentrarenconversaciónconaquelobstáculodepormedio.Modificósutonoeintrodujounnuevoargumento:

—Puedehabermuchodineroenjuego,enconfianzaselodigo.Ycreoqueustedmerece obtenerlo. Siempre es beneficioso para un artista que un gran mecenas seencapricheconsuobra.

—Depende—dijoelautomatista,todavíadepie,dandocadavezmásmuestrasdeimpaciencia.

—Simedejaproseguirconmisexplicaciones,todoresultarámáscomprensible.Apeloasubenevolencia.

—Losiniciososcurossuelenllevaraunaoscuridadmayoraún.—No en este caso, estoy seguro de ello. Vuelva a tomar asiento, maestro

Helvetius:seloagradecerécomolamayordelasdeferencias.Elautomatista lohizo.Peroensu fuero internoestabadecididoque lapróxima

vez que se levantara acompañaría al abogado hasta la puerta sin darle ocasión anuevasargumentaciones.Baroisprosiguió:

—Laextraordinariapropuestadelaquelehehabladotienequever,naturalmente,conlaconstruccióndeunautómata.

—Pues ha venido usted en el peormomento. No estoy ahora interesado en laconstruccióndenuevasfiguras individuales.Mipróximoproyectovaaconsistirenungranteatromecánicocompleto,conveintidósfiguraspropiasymuchosaccesoriosescenográficosmóviles.Elloabsorberátodomitiempodurantelospróximosaños.

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Elabogadoquedóuntantodescorazonadoaloíraquello.Peroasimilóeldatoparautilizarlomásadelante.Enseguida,recuperósutalanteconciliadorysugirió:

—Entrelosqueustedhaconstruidohastaahora,¿nohabríaalgunodisponibleenelquesepudieranintroducirciertasmodificaciones?

—Ninguno.—¿Loshavendidotodos?—Niunosolo.Lostengocedidostemporalmenteenarrendamiento.Todostienen

contratoenvigor.Ningunoexpiraantesdediezmeses.Barois encajó aquella información con visible contrariedad. Pero era hombre

habituadoaencontrarsalidaenlassituacionesmásdesfavorablesyembarulladas.Notardóenproponeralgoelemental:

—Uncontratopuedecancelarseanticipadamentesiseindemnizaalaotraparte.Mi cliente aceptaría cubrir ese gasto suplementario si uno de los autómatas enalquilerpudieraservirdebaseparacrearelnuevo.

—Son piezas definitivas, registradas y catalogadas. Ni yomismome creo conderechoaintroducirenellaslamenormodificación.Peroexistenotrosconstructoresde autómatas. Cualquiera de ellos aceptará gustosamente el encargo de esedesconocidocaballero.

Comoprotestandopor loquehabíaoído,elabogadorecitóunpárrafoque traíamuybienaprendido:

—¡Los otros automatistas no consiguen, ni por asomo, la perfección que seadvierte en sus figuras, maestro Helvetius! Hacen androides toscos, que ejecutanapenascuatroocincomovimientos.Muchasvecesnopasandeserbustoslevementeanimadoso figurasde ridículasdimensiones.Sóloustedes eldigno sucesorde losJacquet-Droz,deVaucanson,deCamusdeLorrain,deVonKnaus,delosMaillardet,delosgrandesprecursoresdelsiglopasado.Sóloustedhalogradounaasombrosaytotal apariencia de vida en los autómatas de tamaño natural. Eso está fuera dediscusión.Todobuenconocedorlosabe,yningunomejorquemicliente.

—Gracias—dijosecamenteHelvetius,insensiblealoshalagosdeBarois.—Nohevenidoaquíporazar,sinoconvencidodequeesustedelúnicoartífice

capazdecomplaceraquienmeenvía.Yélsabrámostrarsegeneroso,nolodude.—Metemoquenopodrédarlelaoportunidaddehacerlo.—Suproyectodeunteatromecánicoesfascinante.Perorequerirá,abuenseguro,

unafuerteinversión.¿Cuentaustedyaconlosapoyosfinancierosnecesarios?Aunquealgotenso,Helvetiusrespondiósinceramente:—Los banqueros y empresarios prefieren las inversiones que puedan dar

rendimiento a corto plazo. Es pronto aún para obtener recursos. El período deconstrucciónseráprolongado.Porelmomento, lo iniciaréconmispropiosmedios.Másadelante,veremos.Nomepreocupademasiado.

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—Ensusmanosestánotenerqueesperartanto.Amiclienteleentusiasmarálaideadesuteatroautomático.Estoysegurodepoderconvencerleparaquehagaunaaportación cuantiosa al proyecto.Me refiero, por supuesto, a una entrega a fondoperdido. No olvide que se trata de un acaudalado filántropo. Ha hecho muchasdonaciones.Siempreaobrasdevalía,comolasuyaloserá,señorHelvetius.¡Ningúnartistahadedesdeñaraquelloquepuededarrealidadasusideas!

—¿Quésesuponequetengoquehacerparagranjearmeelfavorylaayudadeesefilántropo?—preguntó,escéptico,elautomatista—.¿Unnuevoandroide?

—Sí. Pero no una figura más de las de su repertorio. Deberá ajustarse acaracterísticasmuydeterminadas.

—Si ustedes son conocedores de mis realizaciones, ya saben qué tipo deautómatasconstruyo.

—Losabemosy losadmiramos.Peroelque lequeremossolicitarestáyaen lamentedemirepresentado,conrasgosfísicosconcretos,fijadosdeantemano.

—Nuncaheconstruidoautómatasbasándomeeninstruccionesprevias.Todosloshehechoamiantojo,sinimposiciones.Nosabríatrabajardeotramanera.

—Sumaestríalepermitiráhacerunaexcepciónenestecaso.—¿Qué clase de figura desea su anónimo cliente? ¿Un mago? ¿Un flautista?

¿Unaadivina?¿Unfaquir?¿Unatocadoradeclavicordio?¿Unastrólogo?—Nadadeeso.Simplementeunadama,unamujeraúnjoven,sinotrosatributos

escénicosquelosdeunaindumentariadistinguidaysobria.Helvetiuspuntualizó:—Losatributosescénicosconfierenpersonalidadyatractivoalosautómatas.—Alosdestinadosaexhibiciónpúblicasí,sinduda.Peronoesloquesedeseaen

estaocasión,sinounafiguraparaeldisfruteprivadodeunasolapersona.—¡Unadamaaúnjoven!Esunapropuesta indefinida,sinreferentesnidatosde

carácter,totalmenteambigua.—Porelcontrario,esmuyconcreta,puestoqueusteddispondrádeunmodelo.LaperplejidaddeHansHelvetiusfueconsiderable:—¿Unmodelohumanoparaconstruirunautómata?—Exactamente.—¡Inaudito!—Setratadeunapropuestafueradelocomún,yaselohedicho.—Lospintoresy escultores están acostumbrados a estaspeticiones.Algunos se

dedicanporenteroahacerretratos.Peronuncaaunconstructordeautómataslefuehecha proposición semejante.Hay en ello algo anormal,morboso.Nome gusta laidea.

—No haymorbosidad alguna,maestroHelvetius, se lo aseguro. Es tan sólo elmuyespecialysecretoantojodeunhombreinmensamenterico.

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Helvetiusseguíaimaginandolasituaciónplanteada:—Yesadama,claro,vendríaaquíparaposarantemí.No,nopodríahacerlo.Es

algodisparatado,fueradelugarenuntallermecánico.Lolamento,abogadoBarois,peronopodremosentendernos.

—Nosetratadeunamujerreal,siesesoloquelepreocupa.—¿No?¿Estansóloimaginaria,unserquesóloexisteenlamentedeesehombre

rico?—Ustedlohadicho.Helvetius se removió en su asiento como si tratara de escapar a un enorme

despropósito.—¿Cómo, entonces, podría servirme de modelo? ¿A través de confusas

descripcionesverbales?—Dispondráusteddeunafiguradeceradegranperfecciónyrealismo.Éseesel

modeloalquehealudido.La inesperada aclaración sólo despejó en parte los recelos y dudas del

automatista:—Pero¿existeohaexistidoalgunavezencarneyhuesolamujerrepresentadaen

cera?—No, nunca —aseguró Barois con rotundidad—. Ya se lo he dicho. Es una

quimeraconvertidaenmateria.Exquisitamente.Suúnicoinconvenienteeseldeestarfaltademovimiento.Unafiguracreadaporustedasuimagenysemejanzaladotaríadevida.Odesuperfectaapariencia,queenestecasoeslomismo.

ElabogadodejótranscurrirunapausamientrasobservabalasilenciosaactituddeHelvetius.Luegoañadió:

—Ya conoce usted la naturaleza del encargo. A usted le corresponderá fijar elprecio.Nohabráproblemasalrespecto.Miclienteentiendequelasatisfaccióndesudeseo será costosa,muy costosa. Está dispuesto a pagar una alta suma.Y doy porhecho que, aparte, le entregará una importante donación para el futuro teatromecánico.Setratadeunaoperaciónredondaparausted,simepermitelaexpresión.

Elautomatistacontinuabaensuausenciareflexiva.Baroisprefiriómantenersealaespera,sinhablar,paraqueloyadichohicieramellaensuinterlocutor.

Alfin,Helvetiuspreguntó:—¿Aquélugardeberíadesplazarmeparaverlafiguradecera?—Aninguno.Leseráentregadaaquíparaquepuedaustedexaminarlaconcalma.—Enmodoalgunohedadoaentenderqueaceptabaelencargo.Lomásprobable

esquedecidarechazarlo.—La llegada de la figura no le obligará a usted a nada. Decidirá después de

haberlavisto.Sinoaccedeaconstruirelautómata,leseráretiradaynovolveremosahablardelasunto.

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—¿Por qué cree que la contemplación de la figura de cera bastará paraconvencerme,Barois?

—Nolocreo:lodeseo,maestroHelvetius.Yotengouninterésprofesionalenelbuen fin de esta negociación porque de él dependen mis honorarios de mediador.Nadamás.

—¿Dóndeestálafiguradeceraactualmente?—Eso no puedo decírselo. Forma parte del secreto de la personalidad de mi

cliente.Entodocaso,laimagenestáendisposicióndesertransportadaenseguida.—¿Cuántotiempollevaríasutraslado?—Endiezodocedíaspuedeustedtenerlaaquí.Helvetius tomó la decisión. Estaba convencido de que nunca construiría aquel

autómata,peroalgolehacíadesearnodesvincularsedelasuntotanpronto.Ysentíaverdaderacuriosidadporverlafiguradecera.Sinembargo,formulósurespuestaconaspereza:

—Bien,sea.Examinarélaimagenyaquetanfácilmelopone.Peroleprevengo:lomásseguroesquetodasesasmolestiasnolessirvandenada.

—No importa.Mimisión consiste en intentar que den resultado.Por eso estoyaquí, al servicio de quien me manda. Cuando haya visto usted la figura de cera,volveréavisitarlo.Noquieromolestarlomásahora.Graciasporelprivilegiodesuhospitalidad.

Alabrirleelportónexterioralabogado,HelvetiusvioalindividuoqueesperabaaBarois.Ahoraestabamuchomáscerca,apoyadoenelmurodeunodelosalmacenescontiguos.Noparecíaunempleadodebufete.Vestíauntoscoblusónyllevabagorra.Ensuspiesseadivinabanunashumildesalpargatas.Nosepodíadistinguirsucara.Teníatodoelaspectodeunmozodecuerdaenactitudociosa.

Baroissedespidióceremoniosamenteyechóaandarhacialasalidadelacalleja.Cuando llegóadondeestabaelotrohombre, éste se le sumóyamboscontinuaroncaminandojuntos.Iban,aparentemente,ensilencio.Nosevolvieronniunasolavezantesdedesaparecerporlaesquina.

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3Ladesconocida,enParís

HABÍANtranscurridodieciséisdías.Lavisitadelabogadoquedabaya lejos,casiolvidada.Helvetiushabía llegadoapensarque laentrevistaconBaroispodíahabersidountanteoparaaveriguarsusplanesfuturos.Suscompetidores,deseososdesaberquéteníaentremanos,recurríanavecesapintorescasartimañas.

Deserciertoalgosemejante,nuncaveríalafiguradecera.Noexistíatalimagen.Habíasidotansólounsubterfugioparasonsacarlo.Sonreíaenocasionesalrecordaralmisteriosofilántropoextranjero.Otrainvención,igualmentefalsa.

Pero, amedia tarde del 19 demayo, un furgón con un tiro de dos caballos sedetuvo ante el taller. Georges fue el primero en ver el vehículo a través de loscristalessucios.Enseguida,uncocherollamóalportónconcontundencia.

—¿MaestroHansHelvetius?—lepreguntóaGeorges.—Sí,aquíes.—Lacajaquetraemosvieneconestasseñas.Sinosayudan,ladescargaremosen

unmomento.Helvetius y Jean se sumaron a Georges y los tres salieron a la calleja, donde

aguardabaunsegundotransportista.Loscocherosabrieronlaspuertastraserasdelvehículo.Lafúnebrevisiónquedó

aldescubierto.Unagrancajademaderaquerecordabaunataúdparecíaflotarenelinteriordelcarruaje.

Unsistemadetirantesdecuerolamanteníaenaquellaposición,amediaaltura,sincontactoconlaestructuradelfurgón.Deaquelmodoseprotegíalamercancíadelas vibraciones del traqueteo. Las inscripciones «Muy frágil» y «Manejar concuidado»figurabanrepetidamenteenlasuperficiedelacaja.

Mientraselprimercocherosoltabalostirantes,elotro,conlaayudadeGeorgesyJean, sostenía la caja en brazos.Helvetius observaba lasmanipulaciones al pie delfurgón. Dudaba entre permitir que continuaran la descarga o rehusar el envío.Finalmente,nomanifestóoposiciónysiguiócontemplandolamaniobraensilencio.

El peso de la caja no era excesivo. La bajaron sin dificultad. Tres hombresbastabanysobrabanpara introducirlaenel taller.El transportistaquehabíasoltadolassuspensionesseacercóaHelvetiusconunpapelenlamano.

—Porfavor,tienequefirmarmeeljustificantedeentrega.

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—¿Desdedóndevienelamercancía?—Llegóporelrío.FuedesembarcadaestamañanaenelmuelledelaCité.Pero

nosabemosdedóndevenía.—¿Quiénlaenvía?Elcocheromiróenlahojadeentrega.—Nofigura.Losgastosestánpagados.—¿Quiénhizoelpago?¿Quéaspectotenía?—preguntóHelvetius,pensandoque

ladescripcióncoincidiríaconladelabogadoBarois.—Nosotrosnolovimos.EsolosabráJacques,elencargado.Sitieneinterés,vaya

almuelleypregunte.El automatista firmó el acuse de recibo y luego miró si había alguien en las

proximidadesobservandolaescena.Novioanadie.—Asuntoconcluido.Vamos—dijoelotrotransportistasaliendodeltaller.—Señor,hastalapróxima—sedespidieron.Almomento,elfurgónemprendióelregreso.Susrodadasquedaronmarcadasen

elpolvo.Helvetius,todavíapensativo,entróeneltaller.GeorgesyJeanhabíancolocadolacajaenposiciónvertical,segúnlo indicaban

unas flechas pintadas con tal fin. Esperaban instrucciones, desconcertados. NadasabíandelavisitadeJulienBarois.

Helvetius sometió el embalaje demadera a unminucioso escrutinio. Rodeó lacaja una y otra vez y se encaramó a un taburete para examinar su parte superior.Ciertas zonas parecían haber sido raspadas para eliminarmarcas que pudieran darideadesuprocedenciaydeloslugarespordondehabíapasadoensurutahastaParís.

—¿Quéhayenlacaja?—preguntóGeorges.—Probablemente,unafiguradecera.Vamosacomprobarlo.Desarmar el embalaje fue arduo.Había una doble estructura demadera conun

rellenointermediodeamortiguación.Elinteriorestabaembutidoconjironesdetelaarrugadaparaelmejoracolchamientodelafigura.Ésta,además,veníaenfundadaenunaespeciedesudario.Lapartecorrespondientealacabezayalasmanosteníaunenvarillado de alambre como protección adicional. Los pies estaban fijados a unaplacaqueeralabasedesustentación.

Antesdellegaraldescubrimientodelaestatua,Helvetiusindicó:—Guardaremos todos los rellenos.Muypronto tendremosquecolocarlos como

estabanparavolveraembalarlafigura.Quizámañanamismo.Dejódetomarparteenlatarea,sealejóunosmetrosydijo:—Continuad,concuidado.Esperómientrasellosproseguían.Laluzdelatarde,yamenguante,caíaporlas

claraboyas.Todosedesarrollabaengransilencio.GeorgesyJeandejaronprimeroaldescubiertolamitadinferior,yaqueelsudario

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constaba,enrealidad,dedospartes.Asíapareciólafaldadeunvestidodemuselinadecolorburdeosmuyoscuro, comoel rojo casinegrodeuna sangremuyantigua.Sencillosvolantesplisadoslaadornaban.

Después,pocoapoco,descubrieronel restodelvestido.El cuerpoera liso, sinadornos, y las mangas, largas, ligeramente abombadas. El cuello, cerrado, severo,teníaunapequeñagorgueradeencaje.

Lacabezaeraanormalmenteabultada.Prontosupieronlacausa.Teníacolocadoun sombrero negro del que colgaba un velo del mismo color, ocultandocompletamentelacara.Aqueltocadoledabaalaimagenunciertoairelúgubre.

—¡Esperad! No le quitéis aún el sombrero. Quiero ver el efecto de laindumentaria.

Helvetiusnosabíaporquéhabíadadoordenderetrasareldescubrimientodelacara. Se preguntó entonces si realmente deseaba verla.Después, pensando que susdudasnoteníanmotivo,dijo:

—Adelante.Retiraron el sombrero con gran precaución. La cara apareció intacta.A simple

vista seapreciaba lagrancalidaddel trabajo.Sinduda, se tratabade laobradeunconsumadoartífice.Laaparienciadevida,aunensuinmovilidad,podíaconsiderarseexcelenteentodossusdetalles.

Mostraba a una mujer rondando la treintena. El rostro era ovalado, con lasmejillas tan finamente coloreadas que parecía vislumbrarse en ellas un asomo derubor. Los ojos, negros, brillaban con un destello de consciencia. Los cabellos, nomuylargos,sencillamentepeinados,erannegrostambién.

No se trataba de unamujer de especial hermosura ni parecía extraordinaria enningún aspecto. Era difícil de creer que aquella figura fuese la plasmación de losideales de belleza femenina de un hombre refinado.Mujeres como aquélla podíanverseadiarioporlascalles.

Su expresión facial, sin embargo, merecía mayor atención. Si se la observabafijamente, como estaba haciendo Helvetius, desconcertaba. En una primera ojeadaparecíaplácidae inexpresiva.Pero,amedidaquese la ibamirando,expresabaunaoscuraaprensiónyuntemordifusoquelaensombrecíandemaneramisteriosa.

Lasensacióneramuyextraña.Parecíaquelafiguratuvieseconscienciadehaberhechoun largoviajeparadespertarenun lugardesconocido,hostil: eracomosi elambientedeltallerlaamedrentara.

Laluzdeldíadeclinabayarápidamente.Helvetiuslesdijoasusayudantes:—Tomaddosvelascadaunoyencendedlas.Quierohacerunaprueba.CuandoGeorgesyJeancumplieronloordenado,lesindicó:—Ahora,sosteniendolasvelasadistintasalturas,caminaddespacioalrededorde

laimagen,ensentidocontrarioelunoalotro.

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Losdosejecutaronenseguidasusevolucionesconlasvelasencendidas.Mientras,elautomatistanodejabademirarelrostrodecera.

Los cuatro puntos luminosos en evolución produjeron su efecto. Al proyectarvariacionesyalternanciasdeluzysombrasobrelafigura,creabanlailusióndequelamujerdecerasemovía.

Se hubiese dicho que aquél era el procedimiento adecuado para arrancarle alrostro su secreto. Reveló diversas expresiones que hasta entonces habíanpermanecidoocultas.Enciertosintervalosdelacambianteiluminacióndenotabaunagran fuerza interior, una energía intensa y desconocida. Otras veces parecíacontraerse en una mueca asustada. En ciertos momentos sonreía de manera muyenigmática.

Georges y Jean observaban de reojo a Helvetius. Él parecía estar captando unmensajesóloasusojosdestinado.Casihabíaolvidadoqueestabacontemplandounafigurainanimada.

Georgeslesusurróasucompañero:—Estamujerdecerasevaaquedaraquí.Notendremosqueembalarladenuevo,

yaloverás.El rumor de la voz sacó a Helvetius de su ensimismamiento. Como dándose

cuentadequesuscolaboradoresyallevabanunbuenratodandovueltasentornoalafigura,lesdijo:

—Gracias, dejadlo ya. Perdonadme por haberos tenido tanto tiempo así.Ayudadmeahoraallevarlaalasaladelosespejos.

Allí la colocaron, en el centro. El techo de aquella estancia apenas teníaclaraboyas, y las pocas que había ya sólo filtraban la luz casi muerta de laanochecida. Encendieron un gran número de candelabros. La figura se propagó deunosespejosaotros,comounaprofusióndemujeresigualesenunbaileenigmático.

—Porhoyhemos terminado—decidióHelvetiusante loavanzadode lahora,yañadió—:Jean, teagradecerémuchoquemañanahagaslosiguiente:antesdeveniraquí,pasaporelmuelledelaCitéybuscaaunhombrequesellamaJacques.Eselencargado de la agencia que trajo la figura. Pregúntale quién pagó los gastos deltransporte y haz que te describa a esa persona. Luego tantéale acerca de laprocedencia de la caja. Llegó por el Sena. Él debe saber de dónde venía. ¿Lorecordarásotelorepito?

—Estátodoaquídentro—dijoJeanseñalándoselafrente.Alquedarasolaseneledificio,elautomatistavolvióasumirseenlaestanciade

los espejos. Contemplaba la figura recordando las contradictorias expresiones quehabíavistoensucara.Ahoralamujerreposaba.Sóloellevetemblordealgunallamaledabaenciertosmomentosaparienciaanimada.

Permaneció largo tiempo allí, mirándola. Poco a poco, sin que él lo notara,

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mariposasnocturnas invadieron lasala.Lafiguradespedíaunaromadulce,deceraperfumada.Elambienteestabaimpregnadoporunaremotaeimperceptiblemagia.

Helvetius advirtió más tarde que, a menudo, ardían mariposas en las llamas.Descubrió las muchas que revoloteaban por el aire. No comprendió cómo habíanentradotantas.

Para poner fin a los pequeños holocaustos, apagó todas las velas de loscandelabros.

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4Nadiedeberásaberqueexiste

EL22demayo, tres días despuésde la recepciónde la figura, el abogado JulienBarois hizodenuevo actodepresencia.Escogió lamismahoraque en suprimeravisita. Helvetius pensó que había estado en las inmediaciones esperando a queGeorgesyJeansemarcharan.Baroispreferíaactuarenausenciadetestigos.

La figura de cera estaba arrinconada en un pequeño cuarto de herramientas yutensilios,dondeapenashabía sitioparaella.Lapuertade laminúsculahabitaciónhabíaquedadoabierta,porloqueelabogadosediocuentadelarelegadaubicaciónde la imagen.Su rostroseensombrecióporun instante.Luego,sobreponiéndosealmalefectoquelehabíacausadoaquelindicio,sonrióamablementeydijo:

—Estoyaquíconmismejoresesperanzas.Confíoenquelamujerdecerahabráimpresionadosualmadeartista.

—Esunexcelentetrabajo—comentóelautomatistaacercándosealafiguracomounfríotasador—.Peronadadiceacercadesímisma.Tendránquesersuspalabras,Barois,lasquemeponganenantecedentes.

El abogado dirigió una mirada fugaz a la mujer de cera y apartó la vistaenseguida.Luegosesentó,dándolelaespalda,mientrasdecía:

—La belleza delmodelado esmás elocuente quemis pobres palabras.Ante lasupremagrandezadelartenohaymásactitudposiblequeelsilencio.

Helvetiusrelajósusfaccionesysonrió:—Contantossilencios,lanegociaciónlanguidecerásinremedio.Vamos,Barois,

dígameyaquiénesella.—Enesencia,todoquedódichoennuestroprimerencuentro.—Siquieremicolaboración,tendráquecederenalgunosaspectos.—Cederéentodoloqueestéamialcancehacerlo.—¿Quiéneslamujerquesirviódemodelo?—Selodijeelotrodíacontodaclaridad:nadie.Esunafiguración,unpersonaje

imaginario.¿Nolosontambiénsusautómatas?—Misautómatassonfigurasescénicas,noreproduccionesdepersonasvivas.Barois, armándose de paciencia, como si pugnara con alguien obstinado en no

creeralgoobvioofácilmentecomprensible,arguyó:

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—Eslaperfeccióndelafiguraloquelehaceaustedpensarquerepresentaaunapersonareal.Peronoesasí,estoyencondicionesdepoderasegurárselo.

—Por lo que veo, sigue usted defendiendo la idea de que todo se reduce alextravagantecaprichodeuncaballeromuyrico.

—Así es, desde luego, porque ésta es la verdad. Pero no piense ni por unmomentoqueellolerestaseriedadaltrato.Comocomprenderá,nadiedesperdiciaríaesfuerzosenviandounavaliosafiguradeceraasutaller,exponiéndolaasufrirdañosduranteelviaje,sinotuvieraunauténticointerésentodoesto.Además,muyprontoleofreceréunapruebaindudabledelasolvenciaygenerosidaddemicliente.

—Supongamosqueyoestuviesedispuestoaconstruirelautómatasóloenelcasodequeustedesmeinformaran,contodaexactitudydemaneracomprobable,acercadelusoqueselevaadaralafiguramecánica,ellugarolugaresdondeestaráylaspersonasquetendránaccesoaella.

—Esoesdetodopuntoimposible,comobienleaclaréelotrodía.Selepidequeconstruyaelautómatayluegolodejeamicuidado,unavezefectuadoelúltimopago.Después,yanadielovincularáaesafiguraynadasabráusteddeella.

—Sería,pues,digamos,unaventaincondicional.—Exactamente.—En este tipo de transacciones es de rigor el establecimiento de un contrato

notarialparaqueluegonohayadudasacercadequiéneselpropietariodelautómata.Aunque usted tenga plenos poderes como negociador, en el documento deberáconstarpor cuentadequiénactúa.Por tanto, la identidaddelverdaderocompradorquedarádesvelada.

—No será necesario ningún acto notarial en este caso, señor Helvetius.Estableceremosuncontratodehonor.Nosbastaconsupalabra.

—¿Y a nombre de quién deberá quedar inscrito el autómata en el Registro dePatentesyArtesIndustriales?

—Aningúnnombre.Noseregistrará.Nadiedeberásaberqueexiste.—Estasnuevasexigenciashacenquelapropuestaseaaúnmássospechosa.—¿Sospechosa?—inquirió Barois con un asomo de indignación—. Hablemos

claro:todoestoeslalocuradeungentilhombreacaudaladoquenosabeenquégastarsudinero.Si quiere sabermiopinión, con toda crudeza le diré quemepareceunasoberanaestupidezposeersecretamenteunautómataparahacerlofuncionarenratosdeaburrimiento.Peroesehombrenadaenlamayorabundancia.¿Porquénohadedarse el gusto si le sobra dinero para pagarlo?Y seamos prácticos: su estrafalariocaprichonospuedebeneficiaraambos,yenespecialausted,queeslapersonaclave.

El abogadodebatía el asunto con tal ardor queHelvetius empezó a pensar queestabadefendiendoalgomásqueunasustanciosacomisión.Loimaginóobligadopormásoscurasycomplejascircunstancias,peroseabstuvodeinsinuárselo.Enlugarde

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ello,volvióalpuntoanterior:—Demodoquenadiedeberásaberqueexiste.—Efectivamente.Confiamosensucompletadiscreciónyenladesusayudantes.

Miclientenoquierequecirculelamenornoticiaquepuedaoriginarsuposicionesocomentarios.Por cierto, aunque ahoraya carecede importancia, hemos sabidoqueunode susmecánicos estuvohaciendopreguntas enelmuellede laCité.Nopudoaveriguar nada, claro. Estaba previsto que usted podría intentar una pequeñaindagaciónparadescubrirel lugardeprocedenciade la figuradecera.Hastaahoraestabaensuderechodehacerlo.Perosicerramoseltrato,entenderemosqueustedsecompromete, también bajo solemne palabra de honor, a no llevar a cabo ningunapesquisa,nidurante laconstruccióndelautómatanidespuésdeella,yaguardarelsecretodelacuerdoconabsolutalealtad.

En vez de decir lo que pensaba, Helvetius se comportó como un constructorpreocupadoporaspectosprácticos:

—El sitio donde va a estar el autómata podría ser desconocido para todo elmundo,menosparamí.Apesardesubuenaconstrucción,puedesufrirdesgasteporeluso,necesitaralgunareparacióndelicada,atencionesdemantenimiento…

—Por eso no tiene que preocuparse—le cortó Barois, que interpretaba comoseñal esperanzadora el hecho de que el automatista entrara ya en pormenores—.Tengo la impresión de que su poseedor va a someter al autómata a un uso muymoderado y cuidadoso.Y si alguna vez se ve en la necesidad de acudir a usted acausadecualquieranomalíade funcionamiento, serácosadeéldecidir entonces siquierehacerloono.

Siguiendo en la línea de aparentar que estaba medio convencido, Helvetiusapuntó:

—Semeharámuyextrañodesprendermedeunademisfigurasparasiempre.JulienBaroisaprovechólaocasióneintrodujounnuevoargumento:—Éstassonlascondicionesahora,pero,quiénsabe,talvezconeltiemponuestro

hombreacabecansándosedelautómataydecidadeshacersedeélenpúblicasubasta,oquizáseloofrezcaaustedaunprecioirrisorio,infinitamentemenoralpagado.¿Seloimagina?UnautómatadelmaestroHelvetiusdelquenadieteníaconocimientosaleinesperadamentea la luzpública.Esoacrecentaríasuleyenda.¡Ungolpedeefecto,un toque novelesco de lo más a tono con el mundo siempre misterioso de losautómatas!¿Noleparece?

Helvetius,distendido,sepermitióuncomentarioirónico:—Mássensacióncausaríadivulgartodalahistoriadesdeunprincipio.Baroisrióforzadamenteydijo:—Esverdad.Lástimaquenoseaposible.Enaquelmomentosonaronvariosgolpesenelportóndeentrada.Helvetiushizo

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ademándeiraaveriguarquiénera,peroelabogadolodetuvo:—Creo saber de quién se trata. Nos queda por zanjar lo más importante —

anunció, asumiendo un tono de trascendente seriedad—. Estoy en condiciones dehacerle entrega, antes de un minuto, de una fuerte suma de dinero en calidad deanticipo.Creoqueporsísolaconstituyelacantidadmayorquejamáshasidopagadapor un autómata. Y no se trata más que de un anticipo, insisto. Y ahora, si medisculpauninstante…

El abogado sedirigió conpresteza al sucinto taller delanteroy abrió el portón.MomentosdespuésreaparecíaanteHelvetiusacompañadoporunindividuoandrajosoy desastrado. Su rostro estaba tiznado y susmanos parecían acumular suciedad deaños.

Baroispresentóalcalamitosovagabundodiciendo:—Esunodemiscolaboradoresmáseficaces.Siempreestádondetienequeestar

yconeldisfrazadecuado.Elautomatistasepreguntósiseríaelmismohombrequeeldíaanterioresperaba

alabogadoconropajesdemozodecuerda.Entreamboshabíasemejanza,peronoleeraposibleasegurarlo.

El recién llegado, bajo la atenta mirada de Barois, iba desenrollandoparsimoniosamenteunaabultadafajaquerecubríasuabdomen.

Elabogadollenólaesperadiciendo:—Yo nunca cometería la temeridad de llevar encima una suma importante de

dinero. Incluso en una ciudad ordenada como París, un caballero está expuesto averseasaltadoenplenacalle,ymásaúnenestosandurrialessolitarios.Pero¿quiénpodríaadivinarqueél,conesteaspecto,esportadordeloqueustedvaaverahora?

Bajolafajahabíaaparecidounaespeciedefaltriqueradecueroprovistadevariashebillas. El falso vagabundo la colocó sobre una de las mesas, entre ruedecillas,pernosytornillos,alavistadeHelvetius,yprocedióasuapertura.Cuandoelatadizoquedóabierto,mostrósuespectacularcontenido.

Baroislodescribióenfáticamente:—Aquí hay tresmil libras del Banco de Inglaterra; dosmil francos en Deuda

Consolidada delEstado francés, libremente negociable, y una suma equivalente entálerosdeoro.Unapequeñafortuna.Ésteeselanticipodelquelehehablado.Alaentrega del autómata, recibirá el doble de las cantidades que está viendo,más unaaportaciónmuygenerosaytotalmentedesinteresadaparaelfuturoteatroautomático.

Trasunapausasolemne,elabogadoremachó:—Como usted puede comprobar, mi cliente paga de modo principesco sus

extravagantes caprichos. No hay quien se resista ante semejantes argumentos,¿verdad?

Tanto los billetes y monedas como los títulos tenían todo el aspecto de ser

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auténticos.Helvetius,sinrebajarseatocarlos,estimóquesinohabíaexactamentelascantidadesqueBaroishabíadicho,seacercabanmuchoalaverdad.Peronisiquieraparpadeó.

Yestabaigualmenteinmutablecuandodijo:—Estedineroestáfueradelugaraquí.Hancorridoustedesunriesgoinnecesario,

yaquedeningúnmodopuedoaceptarlonimeeranecesariaestademostración.Serámejorquelorecojancuantoantes.

Algosevinoabajoenelrostrodelabogado.HabíaconfiadoenquelaexhibicióndeldineroobraríaunefectodefinitivoenelánimodeHansHelvetiusyacabaríaconsusúltimasresistencias.

Su error había consistido en creer que esas resistencias eran ya muy pocas.Maldijoparasusadentroslatestarudezdelautomatistayordenóconungestoalfalsovagabundoqueguardaraotravezlafaltriquera.

Intentandoresurgirdelainesperadaderrota,ensulíneadenodarnuncaunasuntoporperdido,Baroisadoptóunairecompungidoaldecir:

—Maestro Helvetius: soy incapaz de asumir que rechaza tan generosoofrecimientosinolooigoclaramentedesuslabios.

Elaludidorepuso,cortante:—Asuma entonces que por consideración a las molestias que se han tomado

ustedes me daré tres días de plazo para reflexionar. Pero no espere una decisiónafirmativa.Enlapropuestahaydemasiadaoscuridad.

—Nodejequemevayasindarmealmenosalgunaesperanza…—Laúnicaquepuedodarleesnohacerfirmeminegativaahora.—Comousteddisponga.Estaréaquíelsábado.Y,porfavor,nodejedepensaren

todoloquehemoshablado.Conandarpesado,Baroissefuedeltallerencompañíadesudisfrazadoayudante.

Helvetius conservó su expresión vacía hasta que los vio alejarse.Después, poco apoco,dejóquesusconfusasideasaflorasenasurostro.Alobservarloreflejadoenunespejopróximo,sealegródequeJulienBaroisnopudieseverlo:eralaimagenmismadelaindecisión.

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5LasconjeturasdelmagistradoMenjoul

SI muy pocas eran en París las personas que podían jactarse de conocer a HansHelvetius,menoseranaúnlasqueteníanalgúngradodeamistadoconfianzaconél.UnadeellaseraelmagistradoAntoineMenjoul.

Se trataba de un hombre ponderado y amable, aunque no exento de rigordisciplinario.EramayorqueHelvetius:rondabalacincuentena.Sehabíanconocidoen1819,conocasióndeunpleitopromovidoporelautomatistacontraunempresariodeLyonquereteníailícitamentedosdesusfigurasmecánicasdespuésdeexpiradoslosrespectivoscontratos.

No se veían muy a menudo, pero en sus encuentros amistosos había siemprecordialidadyunfluidointercambiodeopinionesacercademuydiversostemas.Sinembargo, tampoco con él, como con nadie, abandonaba Helvetius su carácterreservado.Lascuestionesíntimasomuypersonalesquedabansiemprealmargen.

Sus conversaciones nunca se desarrollaban en el despacho oficial del juez.Noobstante, aquella mañana Helvetius quebrantó la costumbre. Tras adoptar diversasprecauciones,comoladecerciorarsedequenadieloseguía,llegóaledificiodelostribunales y entró confundido entre lasmuchas personas que se encontraban en elumbraldeacceso.

La sala previa al despachodeMenjoul estabadesierta.Comonopodía hacerseanunciar,Helvetiusoptóporllamarsuavementeconlosnudillosenlapuertadeljuez.

—Adelante—vibrólasonoravozdeMenjoul.Elmagistradoestabasentadotrassugranmesadetrabajo.Juntoaél,enpie,se

encontrabaAndréBarrès,susecretario.Setratabadeunhombrecilloesmirriado,dediminuta estatura y aspecto insignificante, del cual, empero, Menjoul solía hacergrandeselogiosporsuceloyeficiencia.Ambosestabandespachando.Barrèssosteníaunfajodelegajosqueparecíaexcesivoparasusfuerzas.

—Pase,Hans.Casihemosterminado.¿Ocurrealgo?—No lo sé. Todavía no. Perome gustaría pedirle opinión acerca de un asunto

delicado.—Estopuedeesperar—ledijoMenjoulalsecretario—.Luegocontinuaremos.

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Barrès se retiró, molesto por la interrupción. Al pasar junto al automatista, ledirigióunadolidamiradadesoslayo.

—Veamosdequésetrata.Siéntese,Hans.¿Sehainsubordinadoalgúnautómata?¿Eleternoconflictoentrecreadorycriatura?—bromeó.

Helvetius pasó a referirle todo lo relativo a las visitas del abogadoBarois y lallegadade lamujerdecera.Alcomienzo,Menjoulescuchócon interés, aunqueenactituddistendida.Después,amedidaqueel relatodelautomatista fueentrandoendetalles,suatenciónganóenintensidad.

Completadalaexposicióndeloshechos,Helvetiusañadió:—Lamujer representadaenceraparecenormalyhastaanodinaenunaprimera

impresión.Peroluegolacosacambia.Esmuyextraña.—Megustaríaverla.—Hoymismosiquiere.Veremosquéefectolecausaausted.Peroyopiensoque

sies frutode la fantasíadealguien,algo leocurrea lamentedeesapersona.Ysicorrespondeaunmodelohumanoreal,algopeoraúnlesucedíaaesamujercuandoestabaposando.Siyoconstruyeraelautómata,seríaelmásinquietantedecuantoshehecho.Peronosabríaporqué:esoes lopeordelcaso.Y¿cómorecrearalgocuyaverdadera naturaleza seme escapa? ¿Cómo darle apariencia de vida natural a unamujer que es unmisterio?Soy incapaz de proceder comoun simple reproductor ocopista.Necesitaríasabermásdeellaodequienlahayainventado.

—Volvamosa loshechos—dijoMenjoul—.Existe,claro,unmodoprácticoderesolverelproblema.Ustedconstruyeelandroide,aunqueseaactuandocomomerocopista,percibeelpagoacordadoyseolvidadelasunto.

—Meseríamuydifícilhacerloasí,insisto.Apesardelarecompensa.—Acercadeellaquierodecirlealgo.Esposiblequeelanticipoacabarasiendoel

únicopago.Unavezlafiguraconstruida,ellospodríansustraerladesutallersindarlea usted ni un céntimo más. Llegado el momento, habría que tomar medidas parapreveniresaeventualidad.

—Detodosmodos,elanticipoesmuycuantioso.Porsísoloyacubrevariasveceselvalorquetendríalafiguraterminada.

—Hayque relativizar esa cantidad.LaDeudaConsolidada tiene vencimiento alargo plazo. No siempre es fácil colocarla cuando se quiere dinero líquido. Y encuantoalostáleros,nosonahoranegociablesensuelofrancés.Suvalorinmediatosereducealoroquecontengan.

—Aun así, esmucho dinero. Pero no es eso lo quemásme preocupa, sino laoscuridaddelencargo.

—Aelloiba.Parecepocoprobablequeloexplicadoporeseabogadoseacierto.Esmás,puedequenisiquierasetratedeunabogado.Lapregunta,pues,esobviaysurgeenseguida: ¿Quiényparaquénecesitauna figura animadadeapariencia real

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que sea idéntica a ese modelo de cera? Con los pocos datos que poseemos, lasrespuestassonmuchas,quizádemasiadas.Sinduda,ustedhapensadoenello.

—Desdeluego.Peropreferiríaoírsusrazonamientos.—Conmuchogusto.Creoqueserámejordescartarporelmomentolaposibilidad

deque todoobedezcaal secretocaprichodeunexcéntrico.Loveopocoverosímil.Aunque hay quienes sienten una morbosa atracción por los autómatas, y nuestrodesconocidohombrepodríaserunodeellos,lodelafiguradeceralohacetodomásturbio.

—Pueden querer el autómata para utilizarlo con fines ilícitos o, incluso,delictivos.

—Cabe sospecharlo. Pero ¿cuáles son esos fines?Veamos. Una posible vía dehipótesis es la de la suplantación. Sus autómatas,Helvetius, tienen un realismo talque, bajo ciertas condiciones, pueden ser confundidos con una persona real.Supongamosqueesamujerexisteohaexistidohastafechareciente.Podríatratarsedehacerlecreeraalguienqueaúnviveoqueestáenunlugardelqueseausentó.Sidejaranverlafiguraanimadadesdeunaciertadistancia,atravésdeunaventanaporejemplo,yporuntiemponomuyprolongado,losquelaobservaranpodríanpensarqueeslapersonaverdadera.Sehandadocasosdeestetipoconelempleodefigurasdeceraomaderaocontratandodoblesquetuviesenungranparecidoconlapersonaquesequeríasuplantar.Pero,claro,lasfigurasinanimadastienenlimitadaveracidad.Y los dobles humanos son a veces indiscretos, chantajistas o difíciles demanejar.Unodesusautómatassubsanaríatodasesasdeficienciascasialaperfecciónsifueseutilizadoconhabilidadyastucia.

—Cierto.Loquenospermiteimaginarsituacionesmuyescabrosas.—Tantascomoquiera,efectivamente.Bastaconquenospreguntemosacercadel

objetivo de la posible suplantación. ¿Se limitaría a simular que una mujer seencuentra en un lugar donde no está, o iría la confabulación más lejos paraimpresionargravementeelánimodeunatercerapersona?Supongamosquelamodelodelafiguradeceraestémuerta.¿Nopodríaasustarseaalguienhaciéndolecreerquela difunta reaparece ciertas noches en determinada ventana? Las aparicionesespectralessimuladashanllevadoenocasionesalademenciaapersonasvulnerablesanteestetipodetrucos.Unautómatapodríaserelinstrumentoperfectoparaproducirelmacabroengaño.

—Habíapensadoenello.Esunaresponsabilidadquemeinquieta.—Desde el punto de vista legal, usted no incurriría en responsabilidad alguna,

salvo que se pudiera demostrar que era conocedor y, por tanto, cómplice del usodelictivoqueseleibaadaralafigura.Ningunaleyleprohíbevenderunandroideatravésdeunintermediariocondestinoauncompradordesconocido.

—No son sólo los aspectos legales los queme han llevado a consultarle, sino,

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sobretodo,loséticos.—Porsupuesto,Helvetius.Perohequeridoaclarárselo.—Hastaahora,mis figurashancumplidosiempre la funciónpara laque fueron

creadas:constituirseenmotivosdeasombroyentretenimientoyserexponentesdeladepuraciónaqueestánllegandolasartesmecánicas.Merepugnalaideadequeunadeellasseautilizadaenprácticasaborrecibles.

—Podemos encontrar otras explicaciones menos tenebrosas. Por ejemplo, unautomatistacompetidorquierehacerseconunadesusfigurasparapoderdestriparlasinimpedimentosyasíimitarsusinnovadoresmecanismos.

—También he pensado en una cosa así, pero para desecharla. No creo queningunodemiscompetidorespuedareunirunasumacomolaquemefuemostradaanoche.

—Podríaestar respaldadoporunfinancieroqueesperara recuperarsu inversiónconlasfigurasqueseconstruyeranaimitacióndelassuyas.

—Les seríamuchomás fácil robar cualquiera demis autómatas en exhibición.Estánprotegidos,bajovigilanciaconstante,peronotantocomoparahacerimposibleunasaltobienplaneado.

—Puedenhabercalculadosusriesgosyacasoprefierannounirelroboalplagio.Esteúltimoesmásdifícilmentedemostrable:estamoshablandodemecanismosquepermanecensiempreocultosalavistadelpúblicoodecualquierobservador.

—Perosiéstefueseelmóviloculto,lesbastaríaconqueyolesvendieraunademis figurasmás recientes, cualquiera de ellas.O una nueva, diseñada ami antojo.¿Quépapeljuegaentonceslamujerdecera?

—Un requisito truculento añadido con astucia para desviar las sospechas delverdaderomóvil.Podría ser.Noesuna conjeturadescabellada.Pero tampocoes laúnica,nimuchomenos.Ynotodastienenqueestarasociadasahechosdelictivos.Talvez el anónimo comprador posea valiosos tesoros de arte en algún lugar secreto yvivasiemprebajoeltemordeunposiblerobo.Así,secuidamuchodenodarpistasalhacercadanuevaadquisición, llegando inclusoa tomarprecauciones tortuosamenteexageradas.Ylodelafiguradecerapodríaserunararezamásdesucarácter.

—Sí, en cierta ocasión conocí a un coleccionista de autómatas que cambiabacontinuamente de lugar las piezas de su colección porque temía que le fuesenrobadas. Las trasladó tantas veces, casi siempre de modo precipitado, que acabóestropeandovariasdeellas.Elarregloeramuyproblemático.

—Unricopatrimonioartísticopuedetenermuchospuntosvulnerablesalrobo.Siel propietario es una persona obsesiva, acaba causándole más preocupaciones quesatisfacción.Perosigamosbuscandootrasexplicacionesnocriminales.Porejemplo,imagine que a un rico anciano en sus últimos días se le quiere evitar el dolor deconocer la muerte de su hija predilecta. La aparición del autómata en algunos

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momentosjuntoasulecho,acasoatravésdelostulesdeldosel,podríabastarleasuvisiónnubladaparacreerqueesapersonaqueridaestabaallí,viva,confortándoleensuagonía,velándoloensilencio.

—Siésafueralarazón,¿quénecesidadhabríadeocultármela?—Dehecho,ninguna.Peroenelsenodeciertasfamiliasdelaviejaaristocracia

impera la enfermiza manía del secretismo a ultranza. ¡Ningún detalle de la vidaíntima familiar tieneque ser conocidopor extraños!Aveces se llega a situacionesgrotescas.

—Noconozcolascostumbresdeesasgentes.—Pornohablardelosociososdelgranmundo.Podríaseralgunodeellosquien

enviaraaBarois.—¿Conquépropósito?—Coneldeganarunaapuesta,claro.—¿Unaapuesta?—repitióHelvetiusextrañado.—Algunosdesocupadoscon fortunasonmuyamantesdel juegoy lasapuestas.

Selascruzanentreellosamenudo,sobrelosmotivosmásinesperados.Ysuelehabermuchodinerodepormedio.Hahabidoindividuosquehanllegadoalasesinatoparaalzarseconlavictoria.

—Sí,recuerdohaberoídoalgo.Pero¿quénecesidadpuedenteneresosjugadoresdeunautómata?

—Podríanhaberloconvertidoenobjetodeunaapuesta.Imaginemosunretoentreellos. Alguno se ha vanagloriado de ser capaz de conseguir un autómata del granHansHelvetiusencondicionesinusitadas.Losotroslohanacorralado,añadiendoladificultaddelafiguradecera.Yatenemosplanteadalaextravaganteapuesta.¡Lashahabidoaúnmásrebuscadas!

—Podríamos estar todo el día haciendo conjeturas y cábalas—dijo Helvetius,dejándose caer más en su butaca—, y no acercarnos siquiera a la auténticaexplicación.

—Esmásqueprobable.Enespecial si lacausaescriminal.Estaépocaesmuydadaatruculenciasdelictivasdetodotipo.Lashaycasiinimaginableshastaquesondescubiertas.Bastarepasarlosregistrosdelostribunalesdejusticiadeestosúltimosaños.¡Seasombraríausted!Eldelito,enciertoscasos,sevaledemaquinacionestanelaboradas que, aunque las repudiemos de modo inequívoco, casi nos causanadmiraciónporelingenioquedemuestran.Pordesgracia,algunosdelincuenteshacengala de un talento tan peligroso como extraordinario. Pero, en fin, no esmi deseoalarmarle.Nadanosdicetodavíaquetengamosquevérnoslasconunodeellosenestecaso.Porelmomento,tododependedeloqueusteddecidahacer.

—Estoydecididoa rechazar laoferta.Enalgunosmomentosmeasalta laduda,perovuelvosiemprealaideadenegarme.Ydespuésdeloqueleheoídoausted,aún

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serámásfirme.Noquierocontribuiralapuestaenprácticadeunaideadelictiva.—Yalehedicho,Helvetius,quenonecesariamentehade tratarsedeunasunto

criminal.—Peroexistelaposibilidad.—Sí.Nopodemosdescartarla.—Portanto,laúnicamaneradealejarlaesnoconstruirelautómata.Yésaserámi

respuestafinal.—Eslomássensato,sí—convinoeljuez,paraañadirconunamediasonrisade

complicidad—:Peroentoncesnuncasabremosenquéconsistíaesatramaoscura…Sonriendotambién,repusoHelvetius:—Bastante trabajohayyasobresusespaldas,Menjoul.Noquieroaumentarsus

ocupaciones.—Gracias, es usted muy amable—rió el juez de buena gana, y dijo después,

volviendoalaseriedad—:Ladecisiónestáensusmanos.Pormiparte,nadapuedohacer oficialmente porque hasta ahora no ha habido motivo legal para ello. Noobstante, a títulopersonal, el casomeparece interesante.Nodejede comunicarmecualquiernovedadqueseproduzca.

Iban a concederse unosminutos para conversarmás tranquilamente cuando, depronto,seoyeronvocesacaloradasqueprocedíandelantedespacho.

Parecía haber estallado allí una fuerte discusión. Dos personas se estabanenzarzandoenunapugnaverbal.UnadelasvoceseraladeBarrès,elsecretario.Laotranollegabacontantaclaridad.

Menjoul se había levantadopara ir a ver qué ocurría cuando la puerta se abriósúbitamenteparavolveracerrarseenseguidatraslapersonadeBarrès.Muycrispado,mirandoalternativamentealjuezyalautomatista,dijo:

—Señor,unhombreexcitadoaseguraquehadehablarurgentementeconalguienqueseencuentraaquíyquerespondealnombredemaestroHelvetius.

Elmagistradonotuvoocasiónderesponder.AlpuntoseabriódenuevolapuertadandopasoaGeorges.Suagitadarespiracióncasiloahogaba.Peroaúnpudodecir,bajolamiradaconqueBarrèslofulminóacausadesuintrusión:

—¡Maestro,lafiguradecerahadesaparecido!

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6Desaparicióninexplicable

ENel carruaje que los llevabadevuelta al taller,Georges, todavía con el alientoentrecortado,balbuceabasusexplicaciones:

—Nonoshemosmovidoniunmomentodel local. ¡Nadiehapodidoentrar sinqueloviéramos!¡Ymenosaúnvolverasalirconlafiguraacuestas!¡No,imposible:nadiehapasadoporlapuerta!

—¿Alguna rotura en las claraboyas o en las ventanas de arriba? —preguntóHelvetiusconelsemblanteensombrecido.

—Lo hemos revisado a conciencia: todo normal. Si no fuera porque es undisparate, diría que la figura se ha esfumado, se ha evaporado en el aire hastadesaparecer.

—¿Cuándooshabéisdadocuenta?—Hace un rato.Al ir Jean al trastero por unas planchas.Al abrir la puerta, ha

vistoquelamujerdecerahabíadesaparecido.HelvetiussepreguntósiBaroisysuayudantehabríansidolosautoresdelhecho.

Pero,encasoafirmativo,nopodíacomprendercómolohabíanllevadoacaboniporqué.

—Cuandoyomehemarchado, la figura estaba en el cuarto trastero.Recuerdomuybienhaberidoaverlaantesdesalir—dijoelautomatista.

—¡Puesmás extraño aún!Desdequeusted se ha idohasta elmomento enqueJeanhadescubiertoloocurridonohapasadonimediahora.

—¿Estássegurodequenohabéisdejadosoloeltallerniunmomentoentodoeserato?

—¡Nohemospuestoniunpieenlacalleja!¡Tansegurocomoqueundíamoriré!No,maestro,nohahabidoformahumanadequealguienentraraysalierasinsaberlonosotros;niunasola.

Jean estaba esperándolos en la sala frontal. Su rostro traslucía la indignadaconsternacióndelmomento.SinesperaraqueHelvetiuslepreguntara,repitiópuntoporpunto,contotalcoincidencia,loqueGeorgeshabíadicho.

Aunqueerainnecesario,Helvetiussintióeldeseodecomprobarporsímismoladesaparición.Seguidoporsusayudantes, se fuedirectamenteal trastero.Allí,entre

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utensilioscolgadosymaterialesapoyadosenelsuelo,estabaelangostovacíodejadoporlaausenciadelafigura.Susojosconstataronloanunciado.Después,repitiótodoslos pasos dados por sus ayudantes. Revisó, una a una, las claraboyas, atento acualquierseñalquerevelaraquealgunahabíasidomovida.Todasestabanintactas.

Recorrió todas las salas del taller, sinolvidar la de los espejos.Tampoconada,comosilafiguranuncahubieseestadoallí.

Acontinuación,aunquecomprendíaqueeraabsurdopensarque losallanadoreshubiesenhuidopor laplantaaltaconsudelicadacarga, subióalpisodearriba.Lapuertadecomunicaciónentretalleryvivienda,alfinaldelaestrechaescalera,estabaabierta,comodecostumbre.

Se asomó a todas las habitaciones, sin olvidar ninguna, y sometió a especialobservacióntodaslasventanas,tantolasquedabanalacallejacomolasquemirabanal pequeño mar de claraboyas. Todas estaban cerradas y afianzadas desde dentro,comoéllashabíadejado.Ningunapodíahabersidomanipulada.

Helvetius concluyó su breve e inútil inspección sin descubrir nadaquehubieseescapadoalosojosdeGeorgesyJean.Seguíasiendoimposibledeterminarcómoypordóndehabíanentradoysalidolosperpetradoresdelrobo.

Eledificionoteníasótanoniocultasentreplantasdeningunaclase.Tambiéneratotal la ausencia de pasadizos, reductos subterráneos, accesos a los almacenescontiguosocualquierotravariantearquitectónicaquepudierahabersidoutilizadaporlossecuestradoresdelamujerdecera.Helvetiushabíacomprobadohastalasaciedadestosextremosal entrar aocupar el edificio.Eraunaconstruccióndegran solidez,peroexentaporcompletodesorpresasosecretosdeestructura.

Entre reiteradasafirmacionesdecerteza,Georgey Jean,pisándosemutuamentelaspalabras,leasegurabanunayotravezqueellosnosehabíanausentadodeltallerniunsoloinstante.Helvetiusnoteníamotivosparaponerendudalaveracidaddesusafirmaciones. Confiaba en ellos plenamente y les sabía incapaces de prestarse acomplicidadesconlosasaltantes.

Enaquelmomento,uncarruajeentróenelcallejón.Helvetiussaliódeinmediatoaverquiénllegabaenél.

Saltandoágilmenteelestribo,elmagistradoAntoineMenjoulpusopieentierraypreguntó:

—¿Seconfirmalasustracción?Elautomatistaasintió,añadiendo:—Ydelmodomásinexplicable.Pasaron al interior y Helvetius le puso al corriente de lo infructuoso de las

pesquisas.Eljuezescuchóconrostropreocupadoyalfinmanifestó:—La situación ha cambiado. Le he dicho antes que no había motivo para mi

intervención oficial. Pues bien, ahora lo hay. Será tan sólo necesario que usted

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formalice la oportuna denuncia. Salvo que quiera aprovechar la ocasión paraolvidarsedefinitivamentedelasunto,claro.

—No podría aunque quisiera —repuso Helvetius—. La figura estaba bajo micustodia, en mi taller. Me ha sido arrebatada a mí. Si me es reclamada, deberéresponderdesupérdida.

—No hay auténticas pruebas de ello. Ante un tribunal no se le podrían exigirresponsabilidades.

—Lefirméunacusedereciboaltransportistaquetrajolafigura.—¿Seespecificabaallílaíndoledelenvío?—No—empezóadecirHelvetius,esforzándoseenrecordar—.Sóloconstabael

pesodelacaja.—Entonces, si usted no quiere, no hay caso.Además, no parecemuyprobable

quequienesremitieronlafiguradecerapresentenunareclamación.Esolesobligaríaa identificarse, cosaque seguramenteno lesconviene.Y tampocopodemosexcluirquehayansidoelloslospromotoresdelrobo.

—Sí, lo he pensado. Pero me parece absurdo. ¿Para qué iban a emprendersemejante maniobra si podían lograr la devolución de la figura del modo mássencillo?

—Ah, vaya usted a saber. Quizá para evitarse ciertas complicaciones que sóloellospodíanpreverdeantemano.Oparanoverseobligadosadarleaustednuevasexplicacionesacambiodenada.TengaencuentaqueBarois,alfinaldesusegundavisita, salió casi convencido de que usted, finalmente, se negaría a construir elautómata.Quizá,dandoelintentoporfracasado,hayanpreferidoacabarconelasuntodemodoexpeditivo.

—Aunasí,meparecedesmesurado.—AmigoHans,nosabemosconquiénestamos jugando.Un robomisteriosoes

cosacomúnparaciertasorganizacionescriminales.Tanhabitualysencillocomoparausted insertar un mecanismo en una figura.Mi razonamiento es: ¿quién, fuera deellosyustedmismo,sabíadelapresenciaaquídelamujerdecera?Sidescartamosasus colaboradores aquí presentes, hombres honestos a carta cabal, la respuesta esnadie.

—Acaso hayan introducido cambios imprevistos en sus planes —sugirióHelvetius—,yesoloshaobligadoaactuardeestamanera.

—Bien apuntado.Hasta es posible que se hubiera convertido enpeligrosoparaellos que la figura estuviese aquí. En las conspiraciones delictivas se dan a vecesvuelcos inesperados que modifican todos los elementos de situación y hacennecesariosgrandescambiosatodaprisa.

—Deduzcodesuspalabras,Menjoul,queustedseinclinayadecididamenteporlahipótesisdequelarazónúltimadeesteasuntoesdeíndolecriminal.

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—Despuésdeloocurrido,sí.Noquieroocultárselo.Sin embargo, el magistrado no era hombre dispuesto a admitir sin más la

misteriosa desaparición de un objeto. En su profesión había aprendido que, casisiempre,losmássorprendentessucesosteníanunaexplicaciónclaraylógica.Movidoporesaconvicción,lepropusoaHelvetius:

—Si le parece, podríamos recordar los acontecimientos anteriores al robode lafigura.Avecesesunbuenprocedimientoparahallarlaclavedeunhechoquepareceimposibledeexplicar.Susayudantestambiénpuedencontribuir.Talvezentretodosseamoscapacesdeverloqueestáescondidoenlasucesióndeacontecimientosdelamañana.

Todos se mostraron de acuerdo en intentar lo que el juez proponía. Helvetiusempezóarememorarenvozalta:

—Antesdedesayunarhebajadoaltallerparadejarabiertalaentrada.Luegohevueltoarriba.

—¿Siemprelohaceasí?—preguntóMenjoul.—No.Hoynomehelevantadotantempranocomodecostumbre.GeorgesyJean

ibanavenirmástardequeotrosdías.—¿Motivo?—Esperábamosunaentregadepiezasymaterialesparaelfuturoteatromecánico.

Leshabíapedidoaellosquefueranalalmacéndelproveedorparaexaminarallíloselementosdelpedidoyexigirelcambiodecualquierunidadquenoseajustaraalosolicitado. Suele ocurrir. Es preferible subsanar los errores de entrada para evitarreclamacionesposteriores,queavecessenieganaatender.Tengaencuentaquelosproveedores creen que éste es un taller de ínfima importancia. Nos surtimos demuchascasasdiferentesparanollamarlaatención.

—Entiendo.Demodoquehadejadoelportónabiertoyhasubidoadesayunar.—Sí. Apuraba el último sorbo de mi aguado café matinal cuando les he oído

llegar.HabíamosconvenidoqueGeorgesyJeanvendríanenelcarrodelproveedor,conlamercancía.Hebajadoenseguidaparaayudarenladescarga.

—¿Quiénmásveníaenelvehículo?—Unempleadodelacasadesuministrosmecánicos.—Trabajaallídesdehacemuchotiempo—puntualizóGeorges.—Ynosehaquedadosoloniunsegundo—añadióJean.—Además, puedo dar fe: el carro estaba completamente vacío cuando se ha

marchado—intervinodenuevoGeorges.—Él está fuera de sospecha—aclaróHansHelvetius—, porque después de su

partidalafiguraaúnestabaensulugar.—Sigamos—instóeljuez.—Entre los cuatrohemos entrado todas las cajas del pedido al taller frontal, el

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que hace de tapadera. Evitamos siempre que los transportistas tengan acceso a lasotrassalas,pordiscreción.

—Claro.Sisediesencuentadequeestoestállenodeojos,pelucas,miembrosydemás, comprenderían que usted no se dedica a repararmecanismos corrientes—convinoelmagistrado—.Siga,Helvetius.

—Luegosehamarchadoelempleadoconelcarrovacíoyyohesubidootravezamis dependencias para acabar de vestirme. Ya tenía decidido ir a verle a usted.Mientras,GeorgesyJeanhanempezadoatrasladarlorecibidodesdeeltallerfrontalalasotrassalas.Hebajadootravezunosdiezminutosmástarde.Ellosyacasihabíanterminadocon su tarea.Entonces, lo recuerdocon total certeza, hequerido echarleunaojeadaalafiguradecera.Heabiertolapuertadeltrasteroyallíestaba.Notengolamenordudaacercadeello.Hevueltoacerrar lapuertay leshedichoque ibaavisitarle a usted a la sede de los tribunales, sin asegurarles cuánto tiempo estaríafuera.Después, he salido al callejóny he caminadohasta encontrar un carruaje dealquiler.

—Bien.Ahorasiganustedes—dijoMenjouldirigiéndosealosdosoperarios.—Cualquieradelosdospuedehacerlo…—dijoGeorges.—Túmismo,quémásda—leanimóJean.—Deacuerdo.Perosimedejoalgo,túlodices.—Loharé.—EncuantoelmaestroHelvetiushacruzadolapuerta,yolahecerradotrasél.—¿Estásegurodeello?—inquirióeljuez.—Segurísimo.—Sí,yolohevisto—tercióJean.—Normalmente,lapuertadefueraestásiemprecerrada—continuóGeorges—,y

cuando el señor Helvetius se ausenta lo llevamos a rajatabla. Aunque casi nuncaviene nadie por aquí, nos sentimosmejor con la entrada bien cerrada.Y así lo hehechoestamañana.Luego,enelúltimoviaje,hemosllevadoadentrodoscajasquequedabanenel tallerdelvestíbulo, elqueno seutilizaapenas,yyanonoshemosmovido de aquí en todo el rato hasta que, una media hora más tarde, Jean hadescubiertoquelafigurahabíadesaparecido.

—Vamos a ver —dijo Menjoul—. ¿Durante toda esa media hora ustedes hanestadosiemprecercadeltrasterodondeestabalafigura?

—Muycerca,casiallado.—¿Lapuertadelcuartoestabacerrada?—Sí,talcomolahabíadejadoelseñorHelvetius.—¿Podíanverladesdedondeustedesestaban?—Perfectamente.Nonosloimpedíaningúnobstáculo.—¿Quéhanhechoduranteeserato?

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—Irabriendocajasdelamercancíaquehabíamostraídoparacolocarlaspiezasenloscajonesyestantescorrespondientes.

—¿Eraunaactividadsilenciosaoruidosa?—Casi silenciosa. Se trataba de piezas pequeñas. Cualquier sonido raro nos

habríaalertado,siesesoloquequiereusteddecir.Menjoulsequedópensativountiempo.Losotrosyanadamásteníanqueaportar

al problemático esclarecimiento de los hechos. Todos estaban desconcertados porigual.Elenigmaparecíainsoluble.

—Hay que reconocer que uno no ve por dónde hincarle el diente al caso—confesóelmagistrado—.Laúnicaconclusiónposiblees falsa: la figuradeceranopuedehabersidorobada, los ladronesnohantenidoningunaopciónparaconsumarsu propósito. No obstante, lo han logrado. He aquí un desafío para la razón. Medeclaroincapazderesolverloahora.Peronodejarédepensarenelasunto,lesdoymipalabra.

—Señormagistrado—dijoJean,pálidoycompungido—;nosotroshemosdicholaverdad.Aunquenadiequieracreernos,podríamosrepetirlotodobajojuramento.

—Lescreo,tranquilícese.Laveracidaddesutestimonioestáfueradeduda.Yesoesprecisamenteloquehacequeelroboseaincomprensible.

—Cadavezmegustamenosesteasunto—dijoHelvetius.—Bien, ¿qué decide?—le preguntó el juez—. ¿Damos parte de lo ocurrido o

permanecemosalaexpectativa?—¿Hastaquépuntoesposibleconfiarenladiscrecióndelapolicía?—¿Aquéclasedediscreciónserefiere,Helvetius?—Yasabelomuchoqueestimoelanonimato.Tengoungraninterésencontinuar

en París bajo las actuales condiciones, prácticamente de incógnito.Me es esencialparaseguirtrabajandoalritmoquenecesito.

—Ya entiendo. Desgraciadamente, ese hermetismo no estaría garantizado. Pormuysigilosoquefueseelprocedimiento,exigiríalaintervencióndeunciertonúmerodepersonas.Paraempezar,seríaindispensablequedosagentespolicialesvinieranaefectuarunreconocimientodellugar.Lanaturalezadeltallerselesharíaevidentedeinmediato. El nombre de Hans Helvetius saldría a relucir aunque no constaraclaramenteenladenuncia.

—¿Nosepodríasolicitarunainvestigaciónconfidencial?—Esoseríaofensivoparalapolicía,yaque,enteoría,actúansiempredemanera

confidencial.Loquenoimpidequeenlapráctica…—Esoesloquemepreocupa.—Sí,locomprendo.Losdiariosygacetasacogeríanconsumointeréstodanoticia

relacionadaconelcélebreHansHelvetius.—YalospocosdíastodoParíssabríaqueésteesellugardondetrabajo.Tendré

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quemeditarconcuidadoquécaminotomar,Menjoul.—Sí, hágalo. Tómese su tiempo. Como le he dicho, nada le obliga a cursar

oficialmenteunadenuncia.—Lecomunicarémidecisióntanprontocomolahayatomado.—Deacuerdo.Ahoratendráqueexcusarme:nopuedofaltardemidespachopor

mástiempo—dijoMenjoul,yalverelsemblantecadavezmásabsortodeHelvetiusañadió—: Y no se deje usted distraer de su verdadero cometido. Intuyo que esteepisodiohallegadoyaasufin.

Elvisitantesemarchóenelcarruajequelohabíaestadoesperando.Helvetiusfueunavezmásaltrasteroycontemplóelvacíodejadoporlamujerdecera.

Libresdelapresenciadeljuez,quelosintimidaba,GeorgesyJeannodejabandedarvueltasaloocurrido.EstabanmuchomásconvulsoseindignadosqueelmismoHelvetius.Considerabanqueelladrónoladronesselahabíanjugadoaellos,queeranlosqueseencontrabaneneltallercuandoelinexplicablehechosehabíaproducido.Una y otra vez insistían en que el asaltante sólo podía haberse salido con la suyahaciéndoseinvisibleyconvirtiendoeninvisibletambiénlafiguradecera,ademásdeadquirir la capacidad de atravesar un portón sólidamente cerrado o la de pasarvolandoatravésdelasgruesasclaraboyasdeltecho.

—Es inútil que nos calentemos más la cabeza—dijo Helvetius—. El día másinesperadosenospresentarálasolución.Yentoncesnosdaremosconlafrenteenlasparedespornohaberlocomprendidoantes.Sueleocurrir:cuantomásnosobcecamosen desentrañar un problema,más se nos resiste. Tal vez en otromomento, con lacabezaclara,loconsigamos.

Así abrió un período de silencio mientras, en apariencia, se reanudaban lostrabajos normales del taller. Pero él mismo estaba muy lejos de seguir su propioconsejo.Aunquefingíaestarprobandolaelasticidaddeunosresortes,suatenciónnopodíaescapardelinverosímilrobodelafigura.

Y su preocupaciónmayor era que todo aquel extraño asunto no hubiese hechomásquedarcomienzo.

Razónnolefaltaba,comoibaacomprobar.

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7Unaextrañaytristehistoria

HELVETIUSsólopudoconcentrarseensutrabajodespuésdequeGeorgesyJeanseretiraranalfindelajornada.Apuróalmáximoelpocotiempodeluznaturalqueaún restaba, libre de divagaciones y presagios, como en sus mejores momentoscreativos.

Sinembargo,elcansancionotardóenhacersenotar.Teníalosojosdoloridosynoquisosometerlosalesfuerzodecontinuarajustandoresortesalaluzdelascandelas.Conlallegadadelapenumbra,decidiósubiradescansar.

Yaestabaoscuroelcielocuandoloinvadióotravezeldesagradablerecuerdodeloocurridoporlamañana.Personasdecuidadohabíanestadoallíparahacerefectivoelinconcebiblesecuestrodelaimagen.Elrecintohabíasidoprofanadoporextraños.Lepareciódeprontoqueaúnalentabaenelambientelarespiraciónjadeantedelosintrusos.Sepreguntóentonces:

«¿Por cuánto tiempo podré seguir aquí bajo el aislamiento que me es tannecesario?¿LlegaráapropagarselanoticiademipresenciaenParís?».

Ascendía con una vela en la mano hacia sus austeros aposentos cuando, depronto,creyóoírungolpeseco,comoeldeunpequeñoobjetoquehubiesecaídoalsueloenlaplantasuperior.Susnerviosdistabanmuchodehabersesosegado.Aquellolosexcitóaúnmás.Soplólallamadelavelaysequedóinmóvil,escuchando.

Elsilenciovolvíaasercompleto;laoscuridad,cerrada.Nosabíaquéhacer.El vetustomobiliario de arriba crujía a veces por sí solo. Pero el ruido que se

habíaproducidoeradeotrogénero,unpequeño impacto.Denohaber sidopor losacontecimientosdelamañana,nolehabríadadomayorimportanciaalsonido.Peroel edificio se había convertido en escenario de desconcertantes sucesos. Ya nadapodíaserexcluido.Cualquieranomalíaledespertabasuspicaciayalarma.

Estuvounratodudando.Sisubíalospocospeldañosqueleseparabandelapuertade comunicación con la planta superior y la cerraba, la zona de vivienda quedaríaaislada.Sialguienseocultabaallí,quienquieraquefuese,notendríamássalidasqueel salto a las claraboyas,muy peligroso, o el descenso por la fachada a la calleja,maniobraqueélpodríaobservarapostándoseeneltallerfrontal.

Pero si no había nadie y, por tanto, nadie escapaba, que era lo más probable,

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Helvetius se condenaría a una espera estéril en la que las horas se deslizaríaninútilmente.

Estabademasiadofatigadocomoparadedicarseapracticarencerronasaintrusos,contodaprobabilidad,inexistentes.

Sesacudiólasdudasycontinuóascendiendoporlaescalera,aunque,esosí,conlavelaapagadayevitandohacerelmenorruido.

Arriba, el silencio era absoluto.Helvetius, todavía en actitud de prevención, sedeslizaba de manera zigzagueante, ilógica, para que un hipotético emboscado nopudieraacometerloenlaoscuridadadivinandosusmovimientos.

Se decía que nadie podía haber subido allí sin ser descubierto, pero, a la vez,aumentabasusensacióndenoestarsoloenaquellaplanta.

Desúbito,paraalejardesílainsidiosaaprensión,empezóacaminarrápidamentecomosideesamanerapudieseahuyentartodaslassugestionesinquietantes.

Fueadarbruscamentealaestanciaqueutilizabacomoalcobayallí,depronto,suagitadocorazónseestremeció.¡Acababadever,aladifusaluzlunarqueentrabaporlosventanales,lafiguradecera!

Estaba rígidamente depositada sobre la cama, en sentido diagonal, con elsombrero algo desplazado sobre la cara, con todo, intacta. Sólo le faltaba la placametálicadesustentación,desclavadaseguramenteparaaligerarelpeso.

Helvetiusrenuncióa tratardeexplicarseenaquelmomentocómohabía llegadoallí lamujer de cera.Su atención se había concentrado enundetalle: los pies casiasomabanporelbordedellechoyunodeloszapatossehabíadesprendidodelpieyreposabaenelsuelo,juntoalacama.Aquéleraelobjetocausantedelimpactoquehabíaoídominutosantes.

Observódenuevolafiguraynotóquetodosuvelloseerizaba,dejándoloincapazde movimiento. Los brazos de la mujer estaban pegados al cuerpo, no levementeseparados,comolosrecordabadehaberlavistoenpie;ylasmanos,losdedosdelasmanos,estabandobladosdeunmodoqueera imposibleque loestuvieran losde lafiguraqueélhabíacontemplado.

Suvisión,yaadaptadaalapenumbra,lerevelóelrestodelainquietanteverdaden segundos: ¡el busto de la figura acusaba unos movimientos rítmicos del todoigualesalarespiraciónhumana!

UnhombremásimpresionablequeHansHelvetius,omásdadoadarleaudienciaalmiedo,habríasucumbidoalpánicoenaquellosinstantes.Peroélsóloexperimentóunfuertesobresaltocuandounavozdemujerqueproveníadelafigurayacentedijoconsoñolientavoz:

—¿Estáustedahí?Mehaasustado.Estaba…dormida.El automatista se giró bruscamente y escrutó las sombras que estaban a su

espalda.Temíalapresenciaacechantedeunasegundapersona.Sinembargo,nologró

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sorprenderanadie.—Maestro Helvetius, ¿es usted? —dijo la mujer acostada, incorporándose

trabajosamentehacialacabeceradelacama.Elautomatistaapenasreconociósupropiavozcuandodijoconlaenergíadeun

zarpazo:—¿Quésignificaestamascarada?¿Quiénmehablayporquéestáenestelugar?

¡Pongamosfinaestodeinmediato!—Demasiadaoscuridad—repusolamujerconvozdébil.Helvetiusmanipulóconrapidezunasvarillasazufrosasyleprendiófuegoauna

candela.Lallamatomóvidaenseguidayderramóluzamarilla.—ElabogadoJulienBarois—dijo lamujer,convoz tenueperoclara,mientras

recostabalaespaldaenelcabezaldellecho—lecomunicóquelafiguradeceranocorresponde a ninguna persona que exista realmente. Dijo la verdad. La mujermodeladaencera…fuiyo,enelpasado.

AquellaafirmacióninverosímilactuócomounestímuloenlamentedeHelvetius.Silaintrusapretendíadarleaentenderqueeraunaaparecida,nohabíadadoconlapersonaadecuadaparallevaradelantelaimpostura.Yarecobradodesusobresalto,elautomatistaafirmó:

—Suvoz,aunqueapagada,esclaroindiciodequeusted,seaquiensea,perteneceaúnalmundodelosvivos.Portanto,eshorayadeque…

—Mivoz—lecortóladesconocida—nopuededarleideademinoexistencia.—Su voz y su presencia—señaló Helvetius, cada vez con mayor aspereza—.

Estoyenmijuicioyconlosnervioslobastantebientemplados.Séquenomeestáhablandounaaparicióndeultratumba,sinounamujerdecarneyhueso.Yahoraleexijoquedejedeocultarsebajoelvelo.Estáustedenmicasa.Tengoderechoasaberquiénesustedyaquéobedecesupresenciaaquí.

Lamujerguardósilencio.Helvetiussintiódeseosdeabalanzarsesobreellaparaarrancarle el sombrero y descubrir su cara. Pero estaba aún atento a la posibleaparición de alguna otra persona, posible cómplice de la mujer vestida con laindumentariadelafigurarobada.

Dijoellaentonces,consupeculiarsosiegotriste:—Loharé.Mostrarémirostroanteusted.Perolesuplicoqueantesaccedaaoír

unatristehistoria.Todavíarecelosoyenguardia,temiendoqueellatratasedeganartiempoparadar

ocasión a que otro intruso interviniera, le preguntó, haciéndole patentes suincomodidadeimpaciencia:

—¿Dequémodomeconcierneesahistoria?—Austed se lehapedidoque construyaun autómatabasadoenunmodelode

cera.

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—Exactamente —repuso Helvetius, capaz ya de una cierta ironía—. No mesorprende que usted esté al corriente de ello, puesto que lleva sus ropajes y susombrero.

—Yo era lamujer representada en cera—declaró ella con profunda tristeza—.Digoeraporqueyanolosoynipodrévolveraserlo.Elabogadosóloleexplicóloqueestabaautorizadoarevelar.Yoirémáslejos.Austedleconfiaréloqueaningunaotrapersonalediría.

Helvetius se pegó al muro para no dejar su espalda desprotegida. Aunque noolvidaba sus precauciones, lo que decía lamujer estaba empezando a despertar suinterés.Decidiódejarlahablarunosmomentos.

Ellacontinuaba,tristeypausadamente:—Un hombre muy poderoso y muy desgraciado es quien quiere que usted

construya el autómata.Ladesesperacióny el remordimiento engendraron en él tanextraño deseo. Porque ese hombre fue el causante involuntario de que mi rostroquedaratandesfiguradocomoustedvaaverloahora.

Acompañandosusúltimaspalabras, ladesconocidaalzóelvelodel sombreroydejóaldescubiertounacaragravementedevastada.

—Acérquese,maestroHelvetius.Eldolorquemecausa elmostrarmeestá anteustedjustificado.

Elautomatista, impresionado,aunqueaúndudando,seacercóaellacon lavelaencendida en la mano. El examen de aquel semblante puso fin a su recelo. Lasmejillasyunabuenapartedelafrente,destruidalapielquelashabíarecubierto,eranapenastejidoscicatrizados.Suvisióncausabahorroryconmovía.Nosetratabadeunmaquillajeounamáscara.Pudoapreciarque las lesiones, fuerade todaduda, eranauténticas.Unaslágrimasafloraronenlosojosquelomirabanconfijeza.

—Loqueestáviendoesresultadodeunincendiodelque,pordesgracia,salíconvida—explicóconhondaamarguralamujer,mientrasvolvíaacubrirseconelvelocomosiyanosoportaraseguirmostrandosuruina—.Séqueconeltiempoydiversasintervencionesdelacirugíapodrémejoraralgo.Peronuncavolveréaserlaquefui.El hombre del que le he habladome amó durante años en secreto. Él… tiene unaesposa que ignora todo esto. Por sus responsabilidades e influyente posición, sólopodíamos vivir nuestra relación de manera furtiva. En una de esas ocasionessobrevinoel incendio.Como lehedicho,él seconsidera responsablede loquemeocurrió.Paramí,nolofue.Peronuncahepodidoconvencerlo.Susremordimientoslehan creado el absurdo deseo de poseer una figura con apariencia de vida que seacomoyohabía sido.Naturalmente, la tendrá siempre en sus salonesprivadosy laspocaspersonasquelleguenaverla,sumujerentreellas,nuncasabránqueestábasadaenunapersonarealporqueenesecírculodegentenomeconocenadie.

Aquellavoz,aunquesonabacadavezmásdesfallecida,transmitíaunasensación

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tan intensa de sinceridad que Helvetius estaba abandonando la actitud negativa yescépticaquehabíaadoptadoalempezaraoírla.

—Esperohaberpuestofinasucomprensibleextrañeza—proseguíaella—.Ahorayasabeustedporquéestannecesarioquetodoselleveensecreto.Mecausamuchodolorhablardeesto,perohevenidoasuplicarlequeconstruyaustedelautómata.Noselopidopormí,yaqueennadamealiviaráqueexistaunafiguraanimadaquetengamiantiguosemblante.Alcontrario, tal ideamásbienmecausadesazón.Perose loimploroporesapersonacuyoúnicoerrorfueeldeamarme.Élnosabequehevenidoni tiene que saberlo nunca. He tomado la iniciativa de hablarle a usted sin suconocimiento.Élloconsideraríaunagravísimaimprudencia.Creonohabersidounainsensataalconfiarensucompasión,maestroHelvetius.Séqueesustedunhombredehonorquenuncatraicionarámisconfidencias.

Ladesconocidahundiólacabezaentreloshombros.Helvetiusesperóensilenciopor si ella quería seguir en uso de la palabra. Cuando vio que la mujer no iba ahacerlo,hablóél:

—Loqueustedhaexpuestomerecemi respeto, como lo tiene todaexperienciadolorosa que afecte a un ser humano. Pero aún no están aclaradosmuchos de losaspectosdesupresenciaaquí.Sileesposible,hágameconocedordelorestante.

—He venido aquí, maestro Helvetius, con el deseo de llegarle al corazónexplicandosencillamentelaverdad.Luego,loshechoshanrodadodeotramanera.Lepidoperdóndelmodomássincerosialvermehatenidounsobresalto.

—¿Cómohapodidointroducirseeneledificiosinservista?—Laexplicaciónesmuysencilla—repusoellaconmodestia,fatigada.—¿Arrojará también luz sobre la sustracción de la figura de cera, ya que viste

ustedsusprendas?—Lasprendasquellevosonigualesalasdelafigura,nolasmismas.Melashe

puestoparahacermásclaro loqueteníaquecomunicarle.Encuantoa lafigura—añadióconvozaúnmásapagada—,nohasidosustraída.Enrealidad,nohasalidodel pequeño cuarto donde estaba.Y allí seguirá, supongo. Lamento haber causadotantotrastorno.Noeraésamiintención.

Helvetius empezaba a sospechar que la mente de aquella mujer estabatrastornada.¿Cómopodíaafirmarque lafiguranohabíasalidodel trasterosi todoshabíancomprobadosuausencia,inclusoeljuezMenjoul?

No sabía si de los ocultos labios de la desconocida continuarían brotandodesvaríosounainesperadaaclaracióndeloincomprensible.

Sinembargo,Helvetiussesentóalospiesdellechoparaqueellavieraqueestabaendisposicióndeatenderasusnuevasexplicaciones.

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8LalarganochedeHansHelvetius

HEvenido aquí conuna intenciónmuydefinida—continuó lamujer—,pero sinsabercómo llevarlaa laprácticadelmodomás favorable. Ibavestidacomomeveahora,igualquelafiguradecera.Intentabaconelloreforzarantesusojoselefectode mis palabras. He llegado pronto, por la mañana. La puerta de entrada estabaabierta.En las salas del taller nohabía nadie.Mehe alegrado.Sólo quería verle austed.Mientrasleesperaba,hetenidoeldeseodecontemplarlafiguradecera.Nohasidodifícil.ElabogadoBaroismehabíadichodóndeestaba.Entoncesheoídoruidofuera: llegaba un carruaje. En él venían varios hombres. Iban a entrar. Necesitabaocultarmehasta que semarcharan.Quería hablarle a solas, sin quemeviera nadiemás.Eraprecisohaceralgo.Mehavenidolaidea.Enaquelmomentonohepensadoque luego causaría tanta turbación. Reconozco quemi conducta ha sido insensata.Algunas personas que me conocen íntimamente creen que desde que sufrí elaccidenteactúoavecesdemaneratemeraria.Talvezmicomportamientodehoylesdalarazón.Nolosé.Acriteriodeustedquedaráeljuzgarlo.Lociertoesquealtenerelimpulsohecedidoaél.Elcuartoenelqueestabalafiguraeraelúnicolugardondepodíaescondermeenesemomento.Peronohabíabastantesitioparalafigurayparamí.Portanto,lahedesmontadoensussietepartes.Mehasidofácil,yomismahabíaayudadoamontarla.Luegohedistribuido laspartes tras lasplanchasdemetalqueestabanapoyadasenlasparedes.Asíhepodidoentrareneltrasteroydejarotravezlapuertacerrada.

«Puede que no sea verdad—pensabaHelvetius—, pero es verosímil.Nosotrosbuscábamos la figura entera, no partes más pequeñas que podían ocultarse confacilidad.En realidad,nohemoshechoun registroa fondo.Dábamospor supuestoquelafigurahabíasidorobada».

—Yallíheesperado.Confiabaentenerprontolaocasiónpropiciaparahablarleaustedenprivado.Aloírbajaraalguiendesdeelpisodearriba,headivinadoqueerael famosomaestroHelvetius.Poruna rendija de la puerta le hevistodirigirse a lapartedelantera.Oíaruidos,comodebultoscolocadosenelsuelo.Después,elsonidodel carricoche alejándose.Usted ha subido entonces por la escalera.Mientras, doshombresibanentrandocajas.Hecomprendido,preocupada,queeranempleadosdel

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taller.Nosehabíanmarchadoenelcarruaje.Misituaciónempezabaacomplicarse.Estabaallímuyincómoda,comopuedeimaginar.Pasadounrato,ustedhabajadodenuevo.Sehabíavestidocomoparairalaciudad.Entoncesmehadadounvuelcoelcorazón.Lehevistovenirhaciaelcuartodondeyoestaba.Temíahaberhechoalgúnruidoalmoverme.Mehecolocadobienelsombreroyheesperadorígida,imitandolapostura de la figura de cera.Me faltaba valor para anticiparmey salir del trastero.Enseguida,ustedhaabiertolapuertaymehamiradounosmomentos.Yopodíaverlemuybienatravésdelvelo.Tambiénveíaalosotrosdoshombresqueibanyveníanconlascajas.Mehemantenidoenposiciónestática.Dehaberestadoustedsoloeneltaller, me habría dado a conocer sin dudarlo. Pero la presencia de los otros doshombres iba en contra demis planes. He creído que eramejor esperar. Ustedmemirabacomosicontemplasealamujerdecera.Temíaquemequitaraelsombrero.Esa acción habría puesto fin a mi pequeño engaño. ¡Y de qué manera! Me hatranquilizadomuchoquenolohiciera.Ustedhavueltoacerrarlapuerta.Hesentidounalivioinmenso.Entoncesleheoídodecirqueibaaausentarse.Miesperaseibaaprolongar.Ustedsehamarchado.Sabíaquenopodríaaguantartantotiempoenaquelencierro.Asíqueheaprovechadolaprimeraocasión,quesehapresentadoenseguida,para subir por la escalera hasta esta planta. Los dos hombres estaban en aquelmomentocerrandolaentrada.Lohecomprendidoporlosruidosquehacían.Yosólonecesitabaunossegundosparasalirdeltrasteroysubirlosescalones.Consuerte,mehasidoposiblehacerlosinqueellossediesencuenta.

Helvetius estaba muy atento a cualquier fallo lógico o de tiempos, pero noencontrabaniuna sola fisuraquepudiesedesmentir loquedecía lavisitante.Todoencajabaalaperfecciónconloshechosdelamañana.

—Unavezaquí,todoconsistíaenesperarleaustedsinhacerruido.Confiabaenque sus dos empleados no subirían a esta planta destinada a vivienda. No habíaprevistoloqueibaaocurrir.Pasadountiempo,heoídovocesalteradas.Veníandeltaller.Alacercarmeconmuchocuidadoa lapuertadelaescalera,hecomprendido.Ellosacababandedarsecuentadequelafiguradeceranoestabaensusitio.Yonohabíatenidotiempodevolveracomponerla.Nisiquieradepensarlo.Todohabíaidomuy deprisa. He pensado que ellos saldrían corriendo para dar la alarma, pero, alpocorato, lesheoídodecirclaramente:«Vamosarriba,aversidescubrimosalgo».Teníaquebuscarunlugardondeesconderme.Noheencontradonadamejorqueestearmario —manifestó la extraña, señalando el que había en la alcoba—. Y en éltambiénestabacuando,muchomástarde,hasubidoalguien.Pensabaqueseríausted,pero no estaba segura de si iría acompañado. Esome ha hecho dudar, aunque yoqueríaconfesarlequehabíasidolacausanteinvoluntariadelaalarma.

—¿Desdeentonceshapermanecidoustedaquí?—Sí.Yahechoeldaño,hepreferidoseguiresperando.Sabíaqueantesodespués

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podríahablarlea solasydarlea conocer toda laverdad.Peroestabamuycansada.FueunlargoviajeelquemetrajoaParís.Amediatardemehetendidoenlacama,sóloparadescansarelcuerpo,atentaacualquiereventualidad.Pero,porlovisto,mehequedadodormida.Yasíheestadohastaahora.Losiento.Yalehedichoquenoestabaenmiánimoalarmarloniocasionarle incomodidades.Pero losmomentossehanidoencadenandodelamaneraquelehedicho.Porfortuna,yatodoestáaclarado.

—¿SabeelabogadoBaroisqueestáustedaquí?—Desde luego que no. Ni siquiera sabe que yo tenía intención de venir esta

mañanaasutaller.Lohabríaimpedido.Élestáalserviciodelhombredelquelehehablado,noalmío.Sóloustedyyosabremosqueheestadoenestelugar.Baroismesupone ya de regreso.Ayer por la nocheme entrevisté con él.Me diomuy pocasesperanzasconrespectoalaconstruccióndelautómata.Esomedecidióaquedarmeundíamás enParís, sinque él ninadie lo supiera, paravenir ahablarle austedytratardeinfluirensudecisiónfinal.Yalohehecho.Mañanaemprenderéelregresoamilejanaresidencia.

—¿Dóndeestásudomicilio,enquépaís,enquéciudad?—Dispénseme de responder. No tiene importancia. Y sería una indiscreción

innecesaria.Peroestálobastantelejoscomoparaqueelviajemehayasupuestounpenososacrificio.

Helvetius se levantóy fuehacia el ventanal.Sehabíaya convencidodeque lamujernocontabaconacompañantesenel edificio.Peronodescartabaquepudierahaberalgunofuera,esperandoacontecimientos.Escrutólaoscuridaddelacallejaenbuscadesombrasreveladoras.Paradarlejustificaciónasuactitud,preguntó:

—¿No podría darse el caso de que Barois tuviera a alguien apostado en losalrededores?

Ellarepuso,sindarleimportanciaalahipótesis:—Nodisponemásquedelhombrequesiemprevaconél.Ambosestánocupados

envariosasuntosalavez.Novolveránporaquíhastalacitadelsábado.Lamujersepusoenpiecondificultad.Helvetiussepreguntósiseríaacausadel

entumecimiento o porque el incendio había afectado también a otras partes de sucuerpo.Peroseabstuvodehacercualquieralusiónentalsentido.

—Tendráqueperdonarme,estoyyamuycansada—dijoella,recomponiéndoseelvestido—.Nada puedo añadir a lo que ya he dicho. Pero de nuevo le suplico queconstruyaelautómata.Esperodesuindulgenciaquemiabsurdaformadeactuarnolepredispongaencontrademiruego.Ahoratengoqueregresaramihospedaje.

—Esmuytarde.Estesuburbioestámuyapartado.Esenormementesolitario,enespecialporlanoche.Leseráimposibledarconunvehículodealquilerenunlargotrecho.

—Yano le temoanada—repusoella, firmey serena—.Cuandonada se tiene

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que perder, los miedos se van con una facilidad que asombra. Me bastaría conmostrar la cara para alejar a cualquiera que intentara molestarme. Estoy bienprotegida,gracias—concluyóconironíaamarga.

—Noessólolainseguridad.Estáustedmuycansada.Ladistanciaserálarga.—Elairefrescomedaráánimos.—¿Laaguardaenlahosteríaalguienquelahayaacompañadoenelviaje?—HevenidosolaaParís.Nadiemeesperaaquí.—En tal caso, lo razonable será que pase usted la noche aquí. Le cedo la

habitación.Hecambiadolaropadecamaestamañana.Quedarseserálomáscómodoparausted.Yodormiréabajo,eneltaller.Unbancopuedeconvertirseencamastro.

Helvetius creyó percibir que la mujer estaba gratamente sorprendida por elofrecimiento.Pero,dehecho,eramuydifícilconocersusreacciones.Surostro,bajoelvelonegro,resultabainvisible.

—La invitación es generosa y considerada—dijo ella tenuemente—. Pero noquieroquemañanameveansusempleados.

—No la verán. La despertaré temprano y usted estará lejos de aquí cuandolleguen.

La mujer dudaba, como si tuviese lugar una pugna entre sus deseos y sussentimientos.Sindemasiadafirmeza,dijo:

—A pesar de todo, tengo que rechazar su hospitalidad, sin por ello dejar deagradecérsela.

—No hay motivo alguno para rechazarla —afirmó resueltamente Helvetiusencendiendootrascandelas—.Escosadecidida.Lajofainaylosdemásutensiliosdeaseoestánalavuelta.Alfondohayunapequeñadespensa.Allíencontraráalgoparaengañarelhambreylased.Debedeestardesfallecida.

—Esta situación es…muy irregular—murmuró ella, cediendo, con su últimopudorvencidoporelcansancio.

—Nomásquelosacontecimientosdelajornada.Quedescanse.—Gracias.Queustedtambiénlohaga.Helvetiusdiomediavuelta,caminóhacialaescalerayemprendióeldescenso.Unavez abajo, dejó la vela que llevabay caminódespaciohasta el falso taller

frontal.Desdelaoscuridad,atisbolasolitariacalleja.Esperóunlargorato.Nadieseacercóaobservarseñalesquelamujerpudierahacerdesdelosventanalesdearriba,nilasombradeellaseproyectósobrelagrava.Ladesconocidanisiquieraseacercóalasventanas.Más tarde,cesóel leve resplandorque salíade laplantaprivada:ellahabíaapagadolasvelas.

Helvetiusvolvióal interior.Lafiguradeceraestabaenel trastero,desmontada,ocultatraslasplanchas,comoellahabíadicho.

Elautomatistasacótodaslaspartesyrecompusolafiguraeneltallerdemontajes.

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Sólo dejó aparte el sombrero. Quería observar de nuevo el rostro. Estableciócomparaciones.Cerraba losojospararecordarmejora lamujerqueestabaarribayluegomirabalafigura.

Lasproporcionescorporalesylaestaturaeranidénticas.Tambiénelóvalofacialyla forma del cráneo.Y la cara, a pesar de la devastación causada por el incendio,resultabaaúnreconocible.Sí,eraella,fueradetodaduda.

Helvetius consideró lo peculiar de la situación. Tenía ante sí la figura de cera.Arribadormíalamodelomalogradaporlasllamas.Yél,enaquellanocheextraña,sehabíaconvertidoenanfitriónycustodiodeambas.

Nopudoconciliarel sueñohastaqueseagotó laúltimade lasvelas.Antes,nohabíasidocapazdeapagarlas.Preferíaseguirmirando,sincesar,alamujerdecera.

Pero su descanso no fue plácido. En agitada duermevela, se despertaba a cadainstante.Ansiabadormir,peronoestabaasualcancehacerlodemaneracontinuada.Lanocheselehacíainterminable.

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9¿Decisiónacertada?

COMOsurgidaconlasprimeraslucesdelalba,enteramentevestida,ladesconocidalodespertóconunsusurro:

—Eshoradequemevaya.Otravezgracias.Helvetiussedespertóconlentitud.Sóloenlamadrugadahabíapodidodormirse

deverdad.Lecostabamuchosalirdelsueño.Lasvioalasdos,unajuntoaotra,idénticas.Lamujerlehabíapuestoelsombrero

alafigura.Así,ambasbajoelvelonegro,laigualdaderacompleta.Nohabíaformadesabercuáleralafalsaycuállaverdadera.

Sin poder adivinar cuál de las dos le respondería, Helvetius ofreció,incorporándose:

—Laacompañaréhastadejarlaenuncarruaje.—Noesnecesario—repusounadelasfigurassaliendodelainmovilidad—.La

luzhacellevaderaslasdistancias.Elautomatista ibaa insistiren loqueconsiderabasudeber,peroellaabordóel

temacapitalsindejarlehablardenuevo:—Aunquepasará algún tiempoantesdeque sepaqué respuesta ledaráusted a

Baroiselsábado,mevoyconlaesperanzadequeseaconformeamiruego.—Tendréencuentatodoloquemeexpusoanoche—dijoHelvetius.Ellaseleacercóhastadejarpocaseparaciónentreambos.Letendiólamanocon

graneleganciaymurmuró,emocionada:—Nuncavolveremosavernos.Mealegrahaberle conocido, apesarde la triste

causa.Adiós,maestroHelvetius.Quesuvidasealarga.Elautomatistalaacompañóhastalapuerta,laabrióyella,sinañadirmásqueun

levesaludoconelbrazo,sefuecaminando.Helvetiuspermanecióenelumbralhastaqueladesconocidaseperdióenladistancia.

GEORGES Y JEAN LLEGARON AL TALLER algo más temprano de loacostumbrado.Laexcitacióndeldíaanterioraúnlosdominaba.

Pero encontraron a unHansHelvetius distinto al de la víspera. Situado ante elcuartotrastero,vestidodecalle,atrajosuatenciónencuantoentraron.Parodiandoa

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unvoceadordeferia,conampulososademanes,lesanunció:—¡Y ahora, distinguido público, honorables caballeros, ante todos ustedes… la

figuradecerareaparecida!Abrió la puerta de un tirón,mostró la figura y se inclinó ante sus estupefactos

oficialescomounilusionistaendemandadeaplausos.CuandoGeorgesyJeanserecobrarondelagransorpresa,losepultaronbajoun

aluddepreguntas.Helvetius, sonriendo enigmáticamente, se hizo elmisterioso un rato.Luego les

dijoconfranquezafalsa:—Resultó que estaba arriba, en el armario de la alcoba. La encontré por

casualidad,cuandomenosloesperaba.—¡Peroesonoaclaraquiéneslametieronallí!—clamóGeorges.—¡Nicómolohicieron!—añadióJean.—Laocultaríanenelarmarioparaluegosacarlaalcallejónporelventanal,pero

algosaliómalyabandonaronlaidea…Ylafigura.—Estelugarseestávolviendomuypeligroso—dijoGeorges,mirandoconrecelo

atodaspartescomosicadarincónocultaraunconspirador.—Sifracasaron,volveránaintentarlo—razonóJean.—Lodudomucho.Yahabráncomprendidoqueestaremosmásalertaquenunca.

Perdidoelfactorsorpresa,estoysegurodequedesistirán.Nocreoquelafiguraseaobjetodeningúnotrointentoderobo.

—¡Lomejorseríadevolverlacuantoantes!—afirmóGeorges,airado.—Todoasutiempo—puntualizóHelvetius,apaciguador.—Nunca me ha gustado que esté usted solo por las noches en este lugar tan

solitario,lejosdetodaposibleayuda—dijoJean.—Maestro—tercióGeorges—,¿porquénovieneadormiracasaunascuantas

noches,hastaquedevolvamosladichosafigura?Amimujerleencantaría,seguro.Siquiere,puedevenirdesdehoymismo.

—Oalamía—ofreciótambiénJean—.Tenemosmuchositio.Nolemolestaríanlosniños.Estaríaustedmuyindependiente.

—Amigos,osloagradezcodeveras,peronohayporquépreocuparse.IréahoramismoacomunicarleelhallazgoalmagistradoMenjoulparaponerfinalasunto.

Nadaconvencidos,GeorgesyJeanfueronconélhastalapuerta.—Continuadconlaperforacióndeloscilindrostalcomohabíamosacordado.No

tardarémucho.¡Salud!Al dar sus primeros pasos en la calleja, Helvetius oyó cómo sus ayudantes,

ruidosamente, atrancaban la puerta con la barra de hierro. Sonrió ligeramente yapresurólamarcha.

Alvolveradentro,Georgescerróviolentamentelapuertadeltrasteroparalibrarse

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delavisióndelafiguradecera.—Tencuidado—ledijoJean—.Vasaagrietarla.—¡Más nos valdría a todos que se hicieramil pedazos!—replicóGeorges con

rabia.

EN EL ANTEDESPACHO DEL JUEZ MENJOUL, Barrès, su secretario, muyenvarado en su corta estatura casi de enano, estaba distribuyendo trabajo y dandoestrictasórdenesalostresoficialesburocráticosqueteníabajosumando.

Alrepararen laentradadeHansHelvetius,Barrèsmandóa losfuncionariosdevueltaasusrespectivasmesasyseapresuróaanunciarlealmagistradolanuevavisitadelautomatista.

Momentos después,Menjoul estaba oyendo el relato del famosomecánico contodaatención.ArqueóostensiblementelascejasalreferirleHelvetiuslodichoporlamujerdelrostrodañado,perosiguióescuchandoensilenciohastaelfinal.Entonceshabló:

—Antesdepreguntarle si dausted crédito a loque esamujer le contó, déjemeanticiparlemiopinión,Helvetius.Alaluzdemiexperiencia,meinclinoapensarqueellaleexpusounapatraña.Creoquesuvisitafueunafarsa,aunque,esosí,ejecutadaconexcepcionalhabilidadypresenciadeánimo.

—Noexcluyoesaposibilidad,nimuchomenos.Enalgunosmomentosmeparecelamásplausible.Peropuedoasegurarque los tejidosde su cara estaban realmentedañados.Noerauntrucaje:seadvertíaeldestrozodemateriafacialcausadoporlasllamas.Llegabacasialhueso.

—Deacuerdo:laslesioneseranauténticas.Peroesonobastaparadarsustentoalahistoriaquecontó.Enocasionesseutilizaapersonasconcaracterísticasanormalesparadesviarlaatencióndelosverdaderosmóvilesdeunaactividadilegal.Lepodríaofrecervariosejemplosconocidospormídirectamente.

—Elparecidoentrelasdosfiguraseratotal:estatura,dimensiones,proporciones,formacraneal,facciones…

—Nadadeesoesimposibledelograrenunaimposturabienurdida.—Y cuando ella hablaba, su voz estaba dotada de un acento de veracidad y

amarguracomonuncaheoídoennadie.Elmagistradosonrióconindulgencia:—Nunca lo había oído usted porque jamás le habían hecho objeto de una

interpretaciónprivadatanperfectaydepurada.Laspersonasquedicenlaverdadnonecesitan ayudarse con esos tonos de intensa sinceridad porque les basta contransmitirhonestaynaturalmenteloquequierencomunicarnos.

—Segúnenquécasos,Menjoul.Ellateníaquelucharcontramiactitudnegativa,contra el mal efecto de los sucesos del día y contra la propia singularidad de su

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mensaje. Además, no he dicho que ella sobreactuara su papel. Al contrario: esasensacióndeveracidadnacíadelasencillezconqueseexpresaba.

—Amigo Helvetius, una interpretación perfecta y depurada, como yo la hedefinido,nuncasenosofrecedemanerasobreactuada,sinoconesaaparentesencillezaqueustedalude.Soypersonaexperimentadaenestamateria.Docenasdeveceshetenidoqueoír declaraciones de inculpados o testigos que, bajo juramento y con lamayor sencillez, naturalidad y apariencia de veracidad, afirmaban cosas que mástarde los hechos o nuevas pruebas desmentían totalmente. ¡Y nome refiero a quementían al decir sí, no o no lo sé, sino al relatar elaboradas historias de largaduración!Lafalsedadcomplejaessiemprelamáspeligrosa.Creoqueestamosanteunodeesosengañosdegranmagnitud.Peronoquieroserdemasiadoinsistente.Mehelimitadoaofrecerlemivisiónprofesional.Talvezlatengadeformadaacausadehaberhechofrenteenmividaaunsinnúmerodefraudeseimposturas.

Helvetiussequedóabsortoysilencioso.Sopesabatodolodichoporeljuezylocontrastaba con sus propias impresiones. No obstante, una conclusión clara estabalejosdeformulársele.

—¿Sigue usted pensando que Julien Barois es un falso abogado?—preguntó,mientrasseguíapensando.

—Alapostre,esunacuestiónsecundaria.Ciertosletradosintervienenenlosmásturbiosasuntos.Lamayorpartedesuactividadsedesarrollalejosdelostribunales,de espaldas a ellos incluso.Obtienenmásbeneficios enmanejos irregulares que alservicio de la justicia. Los métodos del señor Barois, con ese acompañante quecambiadedisfrazcontantafacilidad,parecenpropiosdeunodeesosabogadosquenodignificanlaprofesión.Perotampocopuededarsetalcosaporsentada.

—¿Sigocontandoconsuayuda,Menjoul?—Le dije que el casome interesaba y lo mantengo. Pero, fuera de mi interés

personal,tengolasmanosatadas.Nopuedorecurriralasinvestigacionespolicialessiustednopresentaalgúntipodedemanda.Yeso,comoyahemoscomentado,pondríaenpeligrosuanonimatoenParís.

Helvetiusdijodepronto:—Dentrodetresmesesformularéladenuncia.Eljuezpusocaradehaberoídoalgoabsurdo.—¿Dentrode tresmeses?¿Cuando todoestéolvidadoyno tengamos lamenor

posibilidaddeencontrarelrastrodeesagente?—No, Menjoul. Cuando las tengamos todas, porque dentro de tres meses les

entregaréelautómata.Lasorpresadelmagistrado,aunquedeotrogénero,nofuemenor.—Asíquehadecididoustedaceptarelencargo.—Sí.

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—Quiere ello decir que, en alguna medida, da por bueno lo que la mujerdesfiguradaleexplicó.

—Sobreesotengotodaslasdudas.Peronoesobstáculoparamidecisión.—Nolecomprendo,Helvetius.¿Leesindiferentecuálsealaverdad?—Enabsoluto.—Explíquese,seloruego.—Midecisiónesválidaentodosloscasos.Siloqueelladijoescierto,notengo

inconvenienteenbrindarleaesehombreatormentadolaformadeconsueloquecreenecesitar.

—Unaformabienextraña,porcierto.Ytalvezerrónea.Siestáabrumadoporlosremordimientos,laposesióndeunafiguraanimadaquetengalaexactaaparienciadesuamanteantesdelaccidentepuedeacabartorturándoleaúnmásyexasperandosussentimientosdeculpa.

—Si eso ocurre, él siempre podrá apartar el autómata de su vista o destruirlo.Complaciéndolenolecausaréningúndañoirreparable.

—Sí,seloconcedo.Pero¿ysilaintervencióndeesamujerfueunasupercheríaparaocultarmotivosmenoshonorables?

—Bajoestesupuesto,tambiénquieroconstruirelandroideyentregárselo.Deestemodoseráposibledesenmascararanuestrosadversarios.

Menjoulsólonecesitóreflexionarunmomentoparadecir:—Reconozcoquemehacogidoporsorpresa,perocreoquesurazonamientoes

coherenteyacertado.Sí,seloalabo.Evitaremos,pues,todomovimientovisiblehastaque llegue el momento. Ahora las pistas sonmuy débiles para una actuación congarantías de éxito. No obstante, me tomaré ciertas libertades con respecto a lanormativa legalpara lograralgunosavancesen la investigaciónpreliminar:siustedmedasuconsentimiento,claro.

—Lotiene.¿Quépiensahacer?—Con cualquier pretexto que no lo involucre a usted todavía ni airee nada de

figurasde cerani autómatas, ordenaréque se averigüe enqué serviciodepostasocarruajeprivadoviajahoydesdeParís aotro lugardeFranciaodel extranjerounamujerconlascaracterísticasinconfundiblesdesumisteriosavisitante.Sinoesvistaenningunaruta,podremospensarquelemintióenunaspectoporlomenos.

—Noveoinconvenienteenquesehaga,siemprequeellanosedécuentadequeestábajovigilancia.

—Esapequeñadiscreciónsípuedogarantizársela.

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10Unaestratagemainfructuosa

AQUELLAmismamañana,HelvetiuscomunicósudecisiónaGeorgesyaJean:—He establecido un pacto secreto con el magistrado Antoine Menjoul —les

anunció solemnemente, exagerando la verdad, para lograr su cooperación sinreticencias—.Estaremosporuntiempoalserviciodelajusticiasinquelosepanadie.Construiremosunautómatatomandocomomodelolafiguradecera.

—Entonces, ¿la tendremos aquí todo ese tiempo? —interrumpió Georges conabiertodesagrado.

—Serápreciso.Sólodeestamanera lapolicíapodrádar sumerecidoa losquenoslajugaroncambiandolafiguradesitio.

—¿Serácomoprepararlesunatrampa?—dijoJean.—Sí, en cierto modo. Va a ser el medio de dar con ellos. De otra forma, no

resultaríaposible.Laideaempezabaagustarles.Helvetiuscontinuó:—Pero la captura no tendrá lugar aquí, sino lejos. Nosotros no sufriremos

peligrosnimolestias.—¿Cuándoempezaremos?—inquirióGeorges,interesado.—El lunes. Entretanto, recogeremos todo lo que estábamos haciendo. Los

trabajos del teatromecánicoquedarán interrumpidoshasta la entregadel autómata.Esperoque,deprincipioafin,nonosllevarámásdetresmeses.

—¿Sólo?—seextrañóJean.—Sinosponemosaello, lo conseguiremos.Nopodemosperderniundía.Las

autoridadesesperanquecumplamoslomásprontoposiblenuestrocometido.Y,desdeluego, tendremos que observar un completo silencio. A nadie le diremos nada delasunto.Lanoticiadelaconstruccióndelautómatanohadellegaraoídosextraños.Ymenosaún,que lapolicía loutilizarápara tenderunaemboscadaa losallanadores.¿Estáclaro?

Ambosasintieronalunísono.

ERA EL ATARDECER del sábado. Helvetius se encontraba solo en el taller de

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montaje, perdido en sus divagaciones, cuando advirtió que ya pasabamucho de lahoraenqueBaroishabíahechosuapariciónlasotrasveces.

Aunquesinmotivosuficiente,leasaltólaideadequeelsupuestoabogadonosepresentaría. Algo podía haber cambiado en el último momento. Tal vez se habíaenteradodelaintervencióndelamujerdelrostrodesfiguradoyconsiderabapeligrosollevar el asunto adelante. Acaso su anónimo cliente había dado contraorden poralgunaotracausa.

Observóelcallejóndesdeelinterior.Noseveíaanadie.Niasomodelequívocoabogadoodesuestrafalarioayudante.

Lasospechadequeelloshubieranabandonadosupropósito,lejosdealiviarlo,lecausó una contrariedad profunda. Había ya tomado la decisión, con todas susconsecuencias.Yaformabapartedelomásíntimodesusdeseos.Másaúndeloqueélpensaba.YlaincomparecenciadeBaroisseloestabarevelando:suvoluntadestabaapresadaenelmisteriodelafiguradecera.

Unsúbitorepiqueteoenloscristaleslosacódesuscavilaciones.LacararedondadeBaroisestabapegadaaellos.Tratabademiraradentroatravésdelasuciedad.

Helvetius se concedió unos instantes para cubrir su rostro de indiferencia.Despuésabrió.

—No sabe lo mucho que deploro haberle hecho esperar—declaró el abogadollenodeconsternación—.Todohasidoacausadeuninoportunoaccidenteenruta.Volvíamos deChartres, adonde nos había llevado uno de los asuntos demi bufeteitinerante,cuandounpercanceconunodelosejesdelcarruajenostuvoparadosenelcaminopormásdedoshoras.

—No importa—repuso el automatista secamente—.De todosmodos, yo iba aestaraquí.Entre.

Cambiandodetono,elabogadoquisosaber,hablandocasicontemor:—Bien,¿puededarmeya…labuenanoticia?—Nocreoqueustedlaconsiderebuena:nohaytrato.Lolamento.Veoelasunto

muyraro.Nomeconvence.—Pero…—Le ruego que no insista. Ya he dedicado bastante tiempo a este asunto.

Disponga usted lo necesario para que la figura de cera sea retirada de aquí hoymismo. Salgo esta noche de viaje y este lugar quedará clausurado durante unatemporada.

Barois era la viva estampa de la desolación.Miraba de reojo hacia el trasterodondehabíavistolaimagenensuvisitaanterior.Lapuertaestabacerrada.Helvetius,conmanerasdesabridas,insistió:

—Lléveselaahoramismo,aunquetengaqueserbajoelbrazo.Yaestoyhartodetenerlaaquí.Meniegoasersudepositarioniunminutomás.Tengootrascosasen

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quepensar.Porprimeravezensusencuentros,Baroissehabíaquedadosinpalabras.Incapaz

dereaccionar,avasalladopor la intemperanciadelautomatista,sedirigióal trasterocomounobedientelacayo.Alabrirlapuertayverquelafiguranoestabaallí,dudóuninstante.

Helvetius lo observaba con la máxima atención. Esperaba algún gesto delator.PeroBaroisnisiquierahizointencióndebuscartraslasplanchasmetálicas.Sevolvióamirarle,desconcertado.

—Está arriba, en el lugar donde suelen estar escondidas las mujeres con velonegro.¡Vamos!Usteddelante.

Conaspectodenocomprendernada,perosinatreverseacontrariaraHelvetius,elsupuestoabogadoiniciópenosamentelaascensióndelospeldaños.Elautomatistaloseguíaapocadistancia.

Unavezarriba,ledijo:—Busque usted mismo. Su intuición profesional le ayudará a dar con ella

enseguida.Notienesentidoprolongarestasituaciónmásdelonecesario.Delotodoporperdido.

SeleadivinabanaBaroisdeseosderevolversecontraHelvetius.Pero,poralgunarazón,secontenía.Deambulósintonnisonporlasestancias.Ibadeunladoaotro,sinordennisistema,comosiesperaratoparseconlafiguraalazar.

Elautomatistaloazuzó:Vamos, Barois, nome diga que no es capaz de encontrarla. ¿Su ingenio lo ha

abandonado,ofingenosabernadadeloquehapasadoaquí?Elvisitante,porfin,estalló:—¡Basta! ¡Leconminoaqueponga finaestahumillación!Dígamedeunavez

dóndelatiene.Nosecreaconderechoajugaralesconditeconmigoolepesará.¡Hevenidoaquíenmisiónprofesional,noaservirledediversiónausted!

—¿Deverdadnocaeenlacuenta?¡Penséqueseleocurriría!—Bastadeestúpidaschanzas.La figurano lepertenece.Nome irédeaquí sin

llevármela.Barois estaba llegando al colmo de su indignación.Helvetius admitió para sus

adentros que la pequeña estratagema había fracasado. O el abogado era unconsumadoactor,onosabíanadadelavisitadelamujerdelvelonegro.Niunsologestorevelador,niunamirada,nada.Nicreyéndolotodoperdidoselehabíavistoelmenor atisbo que demostrara que estaba enterado de las circunstancias de ladesaparición de la figura. Ninguna prueba, por tanto, de que la mujer hubiesementido,siquieraenparte.

Habíallegadoelmomentodedeshacerelengañoparanodelatarlaaella.Dandoun oportuno giro a la situación, Helvetius exhibió una sonrisa que le pareció

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adecuadaydijo:—Misbromassonavecesexcesivas.Sí,melohandichomuchasveces.Peroaún

nohelogradocorregirme.—Desdeluegoqueloson.Terminemosconestodeunavezportodas.Noestoy

dispuesto a aguantarle más impertinencias, por mucho que usted sea el granHelvetius.Lagrandezahayquedemostrarla deotromodo—sentencióBarois, aúnfurioso.

—¿Noledisculparáunabromapesadaaunfuturosocio?—Novamosaestarasociadosennada.¿Dóndeestálafigura?—Enelarmariodelaalcoba.Peronoesnecesarioquesemolesteensacarlade

allíporquevoyaconstruirelautómata.Tienedeellomipalabradehonor.ABarois le resultómuy difícil asimilar el cambio deHelvetius, o lo aparentó,

cuandopreguntó,dubitativo:—¿Aquécartatengoquequedarme?¿Esestounacontinuacióndelabroma?—Enabsoluto,Barois.Suclientetendráelautómataentresmeses.—¿Es una decisión irrevocable, auténtica? —preguntó el abogado, aún con

desconfianza.—Ahora le estoy hablando con total seriedad. He tomado la decisión más

favorableparamisintereses.Necesitoelpremiomonetarioquesemehaofrecido.AquelargumentofuemásconvincenteparaBarois.Sóloinsistióunaúltimavez:—Sigosinentenderporquéhaintentadoconfundirmeantes,peroquisieracreer

quevamosaentendernos.—Unosminutos de confusión bien valen un acuerdo satisfactorio para ambos,

¿noleparece?—dijoHelvetius.—Si loveustedasí,pormínohay inconveniente—repusoBarois,queyasólo

parecíapensarensucomisióndeintermediario—.¿Puedoverlafigura,sinembargo?—Acompáñeme.Fueron a la alcoba y Helvetius abrió el armario. Allí estaba la figura,

perfectamentecolocada.ConunsolovistazoBaroissedioporsatisfecho:—Todoaclarado.Bajemosya,sileparece.Una vez abajo, el abogado volvió a ser el mismo de siempre, aunque más

expeditivo.LedijoaHelvetius:—Porfavor,¿puedeprestarmeuncandil?Serásólounmomento.CuandoHelvetiusselohubodado,salióconelutensilioalcallejóny,enmedio

delacalzada,loelevóvariasveceshaciendoseñales.Pocodespués,undeterioradocarromatotiradoporuncaballoescuálidoentróen

lacallejayavanzóhastalapuertadeltaller.Elhabitualsecuazdelabogadoibaenelendeblepescante.Estavez sehabíadisfrazadode trapero.Enel carro llevaba todaclasededesechos.

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Barois rebuscó entre la mezcolanza de objetos y trapos. El otro se le acercó.Helvetius losobservabadesdeel tallerdelantero.Creyóadvertirenaquelmomentoque entre los dos había un cuchicheo furtivo. Vio sonreír burlonamente al falsotrapero.Yentoncesdudó.¿LeestabacontandoBaroislodelafracasadaestratagema?¿Lohabíasuperado,siendomáshábilqueélenelengaño?¿Dónde,pues,estabalaverdad?¿Oenaquelextrañoasuntonohabíamásqueverdadesamediasymediasfalsedades?ErademasiadotardeyaparasaberlopormediodeBarois.

El sospechosoabogado internacional extrajounabolsadeentre ladesmadejadaprofusióndedesperdiciosdelcarroy regresóenseguidaal interior,mientraselotroindividuoaguardabafuera.

—Sírvasecomprobar,maestroHelvetius,quelabolsacontienelasumaestipuladacomoanticipo.

El recuento fue satisfactorio. A partir de aquel momento, Barois se comportócomosilaentregadeldineroloautorizaseahablarleaHelvetiusdeigualaigual:

—Puede utilizar la indumentaria de la figura de cera para vestir al autómata.Aunque parece de una pieza, está dividida en partes. Póngale también la mismapelucaylosmismoszapatos.Todoesoqueseahorraráusted.Además,asíloquieremicliente.¿Algúnimpedimento?

—Ninguno.—¿Cuándoestarálistoelandroide?—Enunostresmeses,espero.¿Adóndepodrémandarleavisoparalaentrega?Sinpensarlo,dijoBarois:—Cuandolotengaterminado,cuelgueuntraponegrodeunadelasventanasde

arriba,demodoqueseveaadistancia.Nosotrosestaremosatentosalaseñal.Hastaaquelmomentonovolveremosamolestarle.Hasidounplacer.Muchasgraciasportodo.

Elpretendidoabogadoseinclinóbrevemente,diomediavueltaysalióalexterior.A los pocosmomentos, los dos emisarios se alejaban a bordodel desvencijado

carromato.AquéllafuelaúltimavezqueHansHelvetiuslosvio.

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Interludio

TRAS la semana de misteriosas e inesperadas vicisitudes, los acontecimientosabrieronunatreguaqueibaadurarcasitresmeses.NingúnhechoexternoperturbólaintensaactividaddeltallerdeHansHelvetius.

El magistrado Menjoul se mantuvo a la expectativa, aunque no totalmenteinactivo con respecto a aquel caso que tanto interés le había despertado. Sindesatenderlasnumerosasobligacionesdesucargopúblico,dedicóaquellassemanasdecalmaatrazarelminuciosoplanqueentraríaenvigorcuandolafiguramecánicaestuvieseapuntodeserentregada.

En el primer período de la espera había recibido el resultado de la indagaciónefectuadaentornoalviajederegresodelamujerdelvelo.El informeconfidencialdecíaasí:

Como resumen de las diversas observaciones realizadas por agentes deservicio,quedaestablecidoyfueradedudaquelamujerdescritaenlaordende investigación tomóeneldía indicado lapostadeParísaBruselas.Hayconstancia de su alojamiento en diversos albergues a lo largo de la ruta,segúnesloacostumbradoenlosviajesdeesalínea.Siemprellevabaelvelopuesto.Nohansidohallados testigosque llegaranaversucaraniunsolomomento.Seretirabaasuhabitacióninmediatamentedespuésdesullegadaalasrespectivashospederíasysehacíaservirallíalgunosalimentos.Cuandoel personal de los establecimientos entraba en su cuarto por razones delservicio,laencontrabansiempreconelsombreropuestoyelvelopordelantede la cara, a pesar de que había una iluminación muy tenue en esasestancias.

Unodenuestroshombresseintrodujoenelcarruajeycompartióconella,sentadoa su lado,unbreve trechodel viaje.Ni siquieradesde supuntodeobservación lateral pudo ver nada de su semblante porque el velo estabasujetoalcuellodelvestidopormediodeunoscierres.Todavisióndeaquellacaraera imposible.Elagente intentó trabarcon ladamaunaconversaciónincidental, pero sólo obtuvo respuestas lacónicas que enseguida seconvirtieronenindiferentemutismoporpartedelaseñora.

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ElservicioconcluyóalallegadadelapostaalafronteraconelreinodelosPaísesBajos.PerosecomprobóqueladamahabíacontratadoviajehastaBruselas.

Puededarseporcumplidoelobjetivodequeellanoadvirtieraenningúnmomentoqueestabasometidaavigilancia.

Trasaquello,MenjoulcursóalasautoridadesdeBruselasdemandadecualquierinformaciónrelacionadaconunaccidenteocurridoen losúltimosañosdelqueunamujercercanaalatreintenahubieseresultadocongravesquemadurasenelrostro.

Larespuestafuenegativa.Noseteníaconocimientodeuncasosemejante.Peroelparte confidencial matizaba que la ausencia de antecedentes no bastaba parademostrar que el suceso no hubiese tenido lugar en el área de Bruselas. A veces,explicaba, losafectadosporesaclasede lesiones,sidisponíandemediosparaello,preferían ser asistidos de manera estrictamente privada y no daban parte de loocurridoparaocultarsudesgraciaalconocimientopúblico.

A pesar de la ambigüedad de la información, Menjoul desistió de promoverpesquisasmásdetalladas.Considerabamuyimportantequenadapusierasobreavisoalosimplicados.Queríatenerlosdesprevenidosparacaersobreellosenelmomentoadecuado.Durante la construccióndel autómata tenía,por tanto,queproducirseuncompásdeespera.

Libre de asechanzas y sobresaltos,Helvetius pudo consagrarse por entero a sulabor. Sabía que el futuro destino del autómata era incierto, casi aceptaba deantemanoqueacabaríaquedandofueradesucontrol,enparaderoquizádesconocido.NoeratanoptimistacomoeljuezMenjoulencuantoaldesenmascaramientofinaldelosinvolucrados.Peronoporellodescuidósutrabajo.Sehabíapropuestorealizarlocontodalaexcelenciadequefueracapaz,comosiaquelandroideestuviesedestinadoa partir en gira triunfal porEuropa yAmérica. Sin embargo, consideraba probableque,enrealidad,muypocaspersonasllegaríanaverlo.Noobstante,perseveróhastaelfinalensuempeñodeconvertirloenunprodigiodelartedelamecánica.

Georges y Jean, contagiados del espíritu de superación de su maestro, seaplicarontambiéncongraneficienciaallogrofinal.SuaportaciónfuemagníficaentodosloscometidosauxiliaresquelesfueronencomendadosporHelvetius.

Mas no por ello debe pensarse que el ánimo del gran automatista permanecióajenoaconjeturasydivagacionesinquietantes.Durantelaslargasjornadasdetrabajoapenas pensaba más que en lo que hacía. Pero las noches eran también largas, ypropicias a toda suerte de cábalas. Por su mente pasaban muy variadas hipótesisacerca del misterio de la figura de cera y las demás incógnitas que la envolvíanoscuramente.

Porfortunaparaél,muchasde lasconjeturasnose lequedabanen lamemoria.

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Lasolvidabapronto,por imposiblesodisparatadas.Perootras,amenudosombrías,se adherían a su ánimo o reaparecían con nuevas variantes una y otra vez hastasometerloaunasedioabrumador.

Sin embargo, no hizo aGeorges y Jean partícipes de aquellas inquietudes.Losnecesitabaensumejorformaparaelóptimoavancedelostrabajos.

Enningúnmomento llegóacreerporentero loque lehabíadicho lamujerdelrostrodesfigurado.Nuncatampocolaconsideródeltodocomounafarsanteculpable.Y siempre recordó el conmovedor acento de sus palabras. En definitiva, sólo eltiempopodríadarle,sinotodas,algunasdelasrespuestasqueesperaba.

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SEGUNDAPARTE

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1Unaobramaestra

ELdispositivodecontrolpolicialentróenaplicacióneldíaprimerodeseptiembre.Veinticuatrohorasmástardefuecolocadoelpañonegroenlasventanasaltas.Seveíaperfectamenteadistancia.

Losinterioresdeledificioquedaronbajolapermanentevigilanciadedoshombresarmados, mientras que un tercero, igualmente provisto de armamento, montabaguardia, caracterizado como cochero, en un carruaje apostado en la cercanabocacalle.Dichovehículo era reemplazadoamenudoy cambiadodeposiciónparaevitarqueunapermanenciademasiadoestáticadelatarasufunción.

Graciasaunsistemaderelevosqueseproducíancadadocehoras,laprotecciónabarcabatodoslosinstantesdeldíaydelanoche.

Los dos agentes policiales que custodiaban el taller desde el interior teníanasignadoscomopuestosdeescondite,respectivamente,eltrasteroyeldescansillodecomunicación entre las dos plantas.No estaban en esos lugares demodo habitual,perosíprestosaocuparlosalmenorindiciodequealguienseacercaraaltaller.

Aquellaprecauciónteníaunmotivofundamental.Sóloibanaintervenirymostrarsu presencia si se producía cualquier acto de allanamiento, asalto o entradasubrepticia por medio del cual terceras personas trataran de apoderarseilegítimamente del autómata. Pero si todo se desarrollaba en debida forma y sinincidentes,teníanordendepermanecerocultosparahacercreerqueHansHelvetiusestabasoloeneledificio.

Porque lo esencial del plan consistía en efectuar un seguimiento de la valiosamercancíahastasuúltimodestinosinquequieneslatransportarantuviesennocióndeserseguidos.

Paraello,uncontingentedehombresyvehículosmuysuperioralquedefendíaeltaller estaba dispuesto para entrar en acción en cualquier momento. Se habíanestablecidotambiénacuerdosdefronteraconlasnacionesvecinasporsieranecesarialacontinuacióndelservicioensueloextranjero.LasrutashaciaBruselashabíansidoobjetodeespecialestudio.

Paralograrsemejantedespliegue,AntoineMenjoulhabíatenidoquehacerfrenteanopocasdificultades.Elcarácterdelictivodelcasonoestabaprobado.Todas lassospechassebasabanenpresunciones.

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Al fin, sus insistentes gestiones habían logrado la resuelta colaboración deJacquesMahot, superintendente de la policía de París.Así quedaba asegurada unacoberturaampliaenhombresyrecursos.

Se adoptó también una precaución suplementaria. Helvetius había extraído delinteriordelafiguraunapequeñapartedelmecanismosinlacualnopodíaentrarenfuncionamiento. No era posible sustituir los elementos retirados, ya que en ellosresidía gran parte del secreto de la animación del autómata, exclusivo de HansHelvetius.SóloGeorgesyJean,conocedoresdelsistema,habríanpodidosubsanarlaausenciadeaquelloselementosmecánicos.

Lafigurabasadaenlamujerdeceraeraunaobramaestra,unajoyasinigualdelartede losautómatas, lamásperfectacreacióndeHansHelvetius.Elartíficehabíavolcado todo su talento, como si de la genialidadde aquel trabajodependiera algovitalparasupersona.

Un entendido enmecánica habría podido apreciar, de serle dado permiso paraexaminar con detalle el interior, la sorprendente simplicidad de sus sistemas deprecisión.Eraimposiblelograrunmejorresultadocontansencillosdiseños.Habíaenellosgrancantidaddeinnovacionesparadotaralafiguradeunaasombrosavariedaddemovimientos,nuncalogradoshastaentonces.

Lamujermecánica era capaz de andar, de forma grácil y equilibrada, tanto enlínea recta, avanzando, dando media vuelta y volviendo a su lugar, como entrayectoriacurvaentornoalobservador.

Describíaunligeroyelegantebraceoydisponíadevariosgiroseinclinacionesdecuello,tansutilescomoarmónicos.

Pero contemplarla cuando no caminaba era aún más impresionante. El bustomostrabaunarespiraciónsosegadayrítmica,ylanaturalidaddelosmovimientosdela cara rayaba en la perfección. La igualdad con el rostro de la figura de cera eraimpecable, y el autómata poseía todos los atributos de la expresividad. Aquelprodigio incluía parpadeos, movimientos suaves de los ojos, muy oscuros ypenetrantes, leves enarcamientos de las cejas y ciertos cambios en los labios, quepasabandeunaposicióndereposoavariosrictusindefinibles.

Su apariencia de vida era sobrecogedora. Excedía del encanto de un artificioverosímil para llegar a convertirse en un verdadero desafío a la credulidad delespectador. Era tanta la maestría de la ilusión, que causaba un vago malestar deíndoledesconocida.Lasugestiónquedesprendíaeratanintensa,queinclusocuandoestabainmóvilresultabadifícilmirarlafijamentesinturbarse.

Talvezacausadeello,GeorgesyJean,siemprequeeraposible,lateníanconelsombrero y el velo puestos.También agradecían esamedida los agentes de policíadestacados en el taller.Después de haberle dado un primer vistazo admirativo a lafigura,preferíannoreincidirensucontemplación.

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El2de septiembre, el autómataquedó totalmente listopara la entrega.Ya sólorestaba esperar. El mecanismo extraído estaba oculto en un viejo mueble de laprimeraplanta,alfondodeuncajónchirrianteypesado.

Helvetius les concedió aGeorges y a Jean veinte días de completo descanso yalejamiento del taller. Habían realizado un duro esfuerzo en aquellas semanas. Acausadelpermiso,sólomástardetuvieronconocimientodelosinauditoshechosqueibanadesarrollarse.

Helvetiusnoestabamenosexhaustoquesusayudantes.Perodebíapermanecerenel edificio, sin abandonarlo ni un momento, hasta el acto de entrega de la mujerautómata,queesperabainmóvilenlasaladelosespejos.

Transcurriótodalasegundajornadadeseptiembre.Nadiecompareció.Alentrarlanoche,laalertadeloshombresdevigilanciasehizomástensa.Siseesperabaunintento de asalto, las horas nocturnas eran las más amenazadas. Pero la nochetranscurrió sinpercances.Yde igualmodo las siguientesnochesy jornadas.Nadieacudióal tallera interesarseporelnuevoautómata.Elcallejónestuvo tansolitariocomo de costumbre. Sólo en una ocasión llegó un carro a uno de los almacenescontiguos.Seprocedióaidentificardiscretamenteasusocupantesyquedóclaroquese trataba de personas vinculadas con aquel local y sin relación posible con elmisteriodelautómata.

Enlamañanadel9deseptiembre,agobiadoporunasemanadecontinuaespera,Helvetiusdecidióabandonareltallerporunashoras.Lospropioshombresdeguardiale animaron a que lo hiciera. Lo veían muy obsesionado por la tardanza de losemisarios del comprador de la figura. Le aconsejaron que se fuera a pasear a susanchasporParís.

Asípues, sobre lasdiezde lamañana, el automatista rompió su largoencierro.Paraguardar lasapariencias, simulócerrarpor fueraydejócolocadoun rótuloqueanunciaba:

CERRADOESTARÉAUSENTEHASTALAS2

Unosmetrosporencimadelavisocolgabaelpañonegro.Allíhabíaestadotodosaquellosdías.

Naturalmente,losdospolicíascontinuaronalacechoenelinterior,sinmostrarse.También continuó en su puesto el que estaba en el carruaje. Helvetius lo saludódisimuladamentealalejarse.

Elautomatistaansiabaconvertirseporunashorasenunpaseantedespreocupado.Nosabíaporcuánto tiempoibaaúnaproseguir laespera.Necesitabaenverdadunpequeñomargenderespiro.

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Y,porunmisteriosoazar,enaquellashorasenquecasiseolvidódeloquetantohabíallegadoainquietarlo,ocurrióeldesastre.

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2Lamañanadel9deseptiembre

CERCANOelmediodía,treshombresllegaronalasinmediacionesdelescenariodelos hechos. Iban a relevar a sus compañeros que montaban guardia desde lamedianocheanterior.Noesperabanencontrarnadaextraño.Sinembargo,encuantovieroneltalleradistancia,sepercatarondequealgoanómaloocurría.

El carruaje utilizado como camuflaje por el agente situado en la bocacalle noestabaensulugar,sinoalfondodelcallejón,anteeltallerdeHansHelvetius.

Esperaronsinacercarse,enactituddealerta,disimuladosenlossoportales,conlavistaclavadaenlacallejasometidaavigilancia.

Ellos aún ignoraban que el automatista se había ausentado dos horas antes.Pensaron que tal vez en aquellos precisos momentos estaba reunido con losrepresentantesdel comprador.Quizáporelloel agentedel carruajehabríadecididoacercarse al taller para tener un control más estrecho de los acontecimientos. Sudisfrazse lopermitíahastaciertopunto.Elvehículoera la tapadera:podía fingirsecocheroorepartidor.

Pero, observando con mayor atención, se dieron cuenta de que el agente noocupabaelpescantenilacabinadelvehículo.Porlastrazas,estabaenelinteriordeltaller.

Aquello ya era más extraño. Sin embargo, esperaron. La aparición de los tresrecién llegados podía ser muy contraproducente si, de verdad, Helvetius estabamostrandoelautómataalosabogadosdelhombrequelohabíaencargado.

Pero,almomento,unodelostrespolicíascayóenlacuentadeotraanomalía:—Siloscompradoresestánallí,¿dóndeestáelcarruajeconelquevanallevarse

elautómata?—TalvezhayancontratadoaMarcelcreyendoqueerauncocheroauténtico—

aventuróotro,aunquenomuyconvencido.—Hayalgomásquenomegusta—dijoeltercero—.Peronopuedodarconello.

Detodosmodos,elinstintomedicequealgonocuadra.Echodemenosalgunacosaclave.

—¡Déjatedecharadas!Dinos,¿quées?—dijoelprimero.—Loveoynoloveo.Dejadmepensar.

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—¡Mirad!—alertóelquehabíahabladoantesconpocaconvicción.En aquel momento, dos de los hombres a los que iban a relevar salieron

precipitadamente del taller,montaron en el vehículo de camuflaje, fustigaron a losdoscaballosdeltiroyemprendieronlamarchacongranrapidez.

Lostresagentesreciénllegadossehicieronvisiblesinmediatamenteysalieronalpasodelcarruaje.

Sindetenerse,losdosqueibanenelpescantegritaronalpasarjuntoaellos:—¡Undesastre!Lamujermecánicahadesaparecido.Vamosalacentraladarla

alarma.Casi sin poder creer lo que habían oído, los tres corrieron hacia el taller de

Helvetius.Allíencontraronaltercerodeloshombresdelturnoanterior.Parecíaestarviviendounapesadilla.Atropelladamente,lesconfirmólaalarma:

—¡Nosabemoscómo,nicuándo,niquién,nipordónde,peroselahanllevado!Sosegándoseaduraspenas,lesexpusolosdesconcertanteshechos:—Yoestabaenelcarruaje,alláenlabocacalle.Yapensabaenelrelevo,mesentía

bastantecansado,peroaguantababienlaalerta.Depronto,mehedadocuentadequeeltraponegronoestabacolgadodelaventanadearriba:habíadesaparecido.

—¡Claro!Esoesloqueyoechabademenos:eltraponegro—dijoelpolicíaqueanteshabíanotadounaanomalíasindarsecuentadecuálera.

—Puedo jurar que momentos antes estaba en su lugar—continuó el desoladoagente—. Me he fijado porque se había levantado aire y se movía como unestandarte.Mehedichoquedespuéshabríacaídoal suelo,aunquedesdedondeyoestaba no podía verlo. El trapo era una señal para la gente que esperábamos.Interesabavolveraponerloensusitiocuantoantes.Asíquehedecididollegarmeaavisaralosdedentroparaquelohicieran.Hevenidoconelvehículoparallamarsuatenciónmásfácilmente.Yaalirmeacercando,veíaqueeltraponoestabacaídoenlagravanienganchadoenningúnlugardelafachada.Peroaúnhepensadoentonces—dijoconirónicarabia—queellossehabíandadocuentaysedisponíanadevolverloasulugar.Nadadeeso.¡Biendistintoibaaser todo!Ellos,aloírqueuncarruajeseacercaba,sinsaberqueerayo,permanecíanalacecho,tratandodeversinservistos.

—¿Helvetiusnohasalidoaaveriguarquiénllegaba?—Noestá.Sehaidoestamañana.—¡Sigue!—He esperado un poco con el vehículo en la puerta. Después, Albert se ha

asomadoporarriba,concuidado.Lehepreguntadoporeltrapo.Aldarsecuentadequenoestabaenningunaparte,habajadoenseguidaaltallerparadecírseloaPaul.Élno se había alejado del salón de los espejos. Han comprendido entonces que algohabíaescapadoasucontrol,nosóloeltrapo.Enseguidahanhechoeldescubrimientofatal:elautómataenteroylacabezadelafiguradeceranoestabanensulugarnien

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ningúnotrositio.Yalgopeortodavía:elmecanismoqueestabaseparadodelinteriordelafigurafaltabatambiéndelcajóndondelohabíaescondidoHelvetius.

—¿Cómohabránpodidosaberdóndeestaba?—¡Quemecortenlacabezasilosé!¡Quemearrojenalmarconunlastreenlos

piessientiendoalgodetodoesto!Unpocoantes,elloshabíancomprobadoquetodoestabaensulugar,comohacíandevezencuando.Ningunodelostreshemosvistoanadie, ni hemos notado nada raro, ni la menor anomalía. Nada de nada. Todotranquilidad.Yluego,¡zas!¡Esparavolverseloco!

Losotrosnosabíanquédecir.Interiormentesentíanungranalivio.Elhechonohabíaocurridoensuturno.

—Nadiehapodidoacercarsehastaaquí,niporelcallejónniporlapartedeatrás,sinquedetectáramos inmediatamente supresencia.Además, ¡nohan tenido tiempomaterial para llevar a cabo el robo, no ha habido ni un segundo en blanco, sinvigilancia,niunasolarendijaodistracción,podemosjurarlolostres!Nosécuáleslaexplicacióna todoesto.Sialguien laencuentra,medescubriréanteél toda lavida,porqueesimposiblequehayaocurridoloquehaocurrido.

—No te preocupes, hombre —aconsejó uno de los otros, por decir algo—.Cuandounohahecholoquehapodido,notienenadaquereprocharse.

—¡Peropuedentenerlolosdemás!¡Vaaparecerquenosotroshemosconsentidoelroboparabeneficiarnosdealgo!Nadieserácapazdepensarotracosa.Yomismoloharía sinoestuvieraenmediodel asunto. ¿Osdais cuentade locomprometidosqueestamos?

—No hay para tanto. A fin de cuentas, ¿por qué tanto revuelo por un juguetemecánicoquesólosirveparaentretenerabobosymirones?

—¿Lohabéisregistradotodobien?—¡Nosécuántasveces!Ynada.Selohanllevadotodo,hastalapiezaescondida.

Unpaseo,vamos—añadióamargamente.—Vamosamirarnosotros.Nuncaestádemás.Lainiciativadelosreciénllegadosnodiotampoconingúnresultado,másqueel

deconfirmarquelosobjetossustraídosfaltaban.Después, dedicaron los cuatro un largo tiempo a la búsqueda de una posible

trampilla o acceso a cualquier cámara oculta o pasadizo que hubiese quedadoinadvertidohastaentonces.Quedódemostradounavezmásqueeledificionoposeíaningunodeesoselementos.

Examinarondespuéslagravadelcallejónenbuscaderodadasdelatoras.Nohabíamásquelasdejadasporelvehículodecamuflaje.Tambiénobservaronunaprofusióndepisadasque,sinembargo,nadaprobaban.Lashabíanproducidoellosmismosensusrelevoseidasyvenidasdeaquellosdías.

Elmisteriodeloocurridosealzabacomounenigmamásalládelarazón.

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ASUREGRESOALTALLER,aprimerahoradelatarde,Helvetiusseenteródelacatástrofe.

Contraloquehabíanesperadolosmiembrosdelapolicía,reaccionóconunfríoyprolongadosilencio.Parecíaaceptarloirreparableconresignadofatalismo,comosiyahubieseprevistodeantemanoquealgoinexplicableibaaproducirse.

No dirigió reparo ni reproche alguno a los agentes, ni hizo alusión a posiblesnegligenciasocomplicidadesquelespudieranseratribuidas.Enlugardeello,lesdiolasgraciasporladedicaciónprestadaalcasoylesdeseó,sinasomodesornaoironía,mejorsuerteenfuturasocasiones.

Daba toda la impresión de que Helvetius, ante la fuerza de los hechosconsumados,considerabaqueelcasoestabaperdidoyterminado.Bajolacontenidafrialdaddesuconducta,parecíaadivinarse inclusounaciertasensacióndealivioalcomprenderquetodohabíallegadoasufinal.

Y no demostró tampoco ninguna esperanza en una futura resolución del granmisteriodeaquellamañana.

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3Unplandesbaratado

ENcuantofuedadalaalarma,seestablecieronrápidasmedidasdevigilancia.Mas,comoeradeprever,noalcanzaronningúnéxito.AsíselohabíaadvertidoMenjoulaHelvetiusenlavisitaquelehizoenlamismatardedel9deseptiembre:

—Noshemosquedadoaoscurasporelmomento,hayquereconocerlo.Perdidalaposibilidaddeseguirlosdecerca,lasperspectivasparadarconellossonmuyescasas.El control devías terrestres y fluviales está aún en fasemuy incipiente.Lamismaconstitucióndeunafuerzapolicialeficazyoperativatambiénloestá.Nodisponemosdelosrecursosnecesariosparareaccionaranteunaeventualidadcomoésta.Nuestrosadversariosdisfrutanahoradecasitodaslasventajas.Detodosmodos,seprocuraráinspeccionar todos losbagajesybultosque resulten sospechosos, especialmenteenlospuestosdefronteraconlosPaísesBajos.

—Debíamos haber tenido el autómata en un lugar secreto e inaccesible quequedarafueradesualcance—dijoHelvetius,comoreprochándosenohabertenidolaideaantes.

—Sí,ahoraresultaevidente.Pero¿quiénibaapensarqueestandolafigurabajoladirectacustodiadetreshombresarmadospodríasernosarrebatada?

—Parecía,yparece,imposible,tantoantescomodespuésdelrobo.Ellossonlosprimerosenasegurarlo.

—Acercadeesosagentesnoexistenmuchasdudas.Sussuperioreslosconsiderandignos de confianza. Son veteranos del ejército, curtidos en las campañasnapoleónicas.Sunuevotrabajopolicialloestodoparaellos.Noparecelógicopensaren desgana ni, menos aún, en connivencia culpable con los asaltantes. De todasformas, se les tendrá por algún tiempo bajo vigilancia por si algo en su conductaresultararevelador.

—Nocreoqueelloshayan tenidonadaqueverconel robo.Consideroquehandicho la verdad, aunque estaban muy incómodos porque temían que nadie iba acreerlos.

—Dígame,Helvetius—dijodeprontoeljuezconairedehabertenidounasúbitainspiración—, ¿puede el autómata ser desmontado con rapidez en partesmenores,comolafiguradecera?

—No. También me lo preguntaron los agentes. Para reducirlo a piezas más

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manejables se necesitaríanmuchas horas de trabajo, una técnica depurada y, sobretodo,unconocimientominuciosodelosensambles.Esdecir,sóloyopodríahacerlosincorrerelriesgodedañargravementelosengranajesyresortesinternos.

—¿Susdosayudantespodríantambién?—Conmuchamásdificultad.Ellossabencómofuncionatodo,perohaydetalles

importantesdelmontajequehancorrido sólodemicuenta.Además, insisto,nadiepodríahacerloenmenosdeseisosietehoras.

—Noestoypensando enque lo hayanhecho aquí, sinodespués, para camuflarmejor la figura en varias expediciones que por su menor tamaño no llamen laatenciónniseanrelacionadasconelautómatadesaparecido.

—Silohacen,seexponenadestrozarlosmecanismosyaencontrarseluegoconqueesimposiblerecomponerlos.

Elmagistradosequedópensativo,suspiróprofundamenteydijo:—Nuestrosenemigosposeenunahabilidadendemoniada.Esforzosorendirseala

evidencia.—Han necesitado algomás que habilidad para hacer lo que hicieron—replicó

Helvetius.—Sí,claro,eraunaformadehablar—dijoMenjoul—.Pero¿lohadichousted

poralgo?¿Tienealgunaidea,Hans?—Laverdad es queninguna.Estoyvacío de ideas.Mehe pasado estosmeses,

hastahoymismo,tratandodeadivinarparaquéqueríanenrealidadelautómata.Miimaginación está agotada. No me queda ánimo para pensar cómo han podidollevárselo.Interiormentecreoqueherenunciadoasaberlo.Meescasiindiferenteelcómo si ni siquiera puedo vislumbrar elparaqué. Por lo que amí se refiere, estaextrañahistoriahallegadoasutérmino.

Menjoul comprendía y, en parte, compartía el desánimo del automatista. Peroquisomostrarserazonableyalentador:

—Quiénsabe.Enocasiones,cuandonosdisponemosacerraruncasopornoverlesolución posible, surge de pronto una nueva pista, un nuevo dato, que permiteestrechar el cerco en torno a los culpables.En nuestro asunto, confíomucho en laactividaddelasautoridadesdeBruselas.Lespediremosqueahondenentodorastroque exista de lamujer del rostro quemado.Ahora ya hay base suficiente para unasolicitudinternacionaldeinvestigación,yvoyacursarla.

—Metemoqueseademasiadotarde.—Nolocrea.SienBruselasosusalrededoresviveunamujerconunalesióntan

inconfundible,tardeotempranodaránconella.Ahorayanoesnecesarioactuarconprudencia para no alertar a los conspiradores. El tiempo dirá si mi confianza estájustificada—concluyó,paraadoptaruntonodistintoaldecir—:Ybien,ahoraquehaquedadoustedlibredecuidados,¿cómoseproponeocuparlospróximosdías?

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—Nisiquiera lohepensado.Lomásprobableesquenohaganadaenconcretohastapasadountiempo.

—Nosequedeaquíenclaustrado,Helvetius.Bastantelohaestadoya.Necesitauncambiodeaires.

—Sí,seguramentemeloconcederé.—Y cuanto antes, mejor. Sólo he de rogarle que nos comunique las señas de

cualquierlugaradondevaya.Podemosnecesitarloenalgunadiligencia.Loqueramoso no, usted es el principal perjudicado del caso y su concurso puede resultarindispensable.

—Lo tendréencuenta—aseguróel automatista, tomandounagrancarpetaqueestabasobreunode losbancosdel taller.LaabrióanteMenjoulydijo—:Quisieraentregarleesto.Nosésitendráutilidad.Aquíestáncasitodoslosbocetosydibujosquehicedelamujerdecera.Algunossonestudiosdelrostro,defrenteydeperfil,muydetallados.

—Enefecto,danunavisiónexactadelasfacciones—afirmóeljuezalexaminarlasláminas.

—Prefiero que estén en poder de la policía por si se tiene que hacer alguna…digamosidentificación.

Menjouloyóaquelloconextrañezaydijo:—Ya, pero el autómata sería inconfundible de todasmaneras. No puede haber

otroqueseleasemeje,supongo.—Nomerefieroalaidentificacióndelafigura,sinoaladelamujervivaquefue

elposiblemodelo.Mehepreguntadoavecescómopudieronhacerunrostrodeceratan perfecto si ella tenía los tejidos faciales en tan mal estado. Ni el más genialmodelistapuedeadivinarloquehaquedadodestruido.

—Sí,yomismomelohabíapreguntado.Pudieronhaberlohechoapartirdealgúnretratopintadoconanterioridad.

—Pudieron,peroladudasubsiste.Acadadíaquepasa,másmeconvenzodequeustedestabaenlociertoalpensarquelavisitadelamujerquemadafueunengaño.Creoqueacabarépordarlelarazón.

—Sóloloshechosdanoquitanrazones,Helvetius.

EL AUTOMATISTA VAGABUNDEÓ POR PARÍS en los días siguientes.FrecuentabaenespecialloslugaresdeuniónentreelSenaylaciudadyencontrabaunaefímerapazenlossolitariosmuelles,enelrefugiodelasriberasarboladasyalasombradelospuentesmásantiguos.

Contemplar el lento paso de las barcazas por el río lo confortaba íntimamente,acasoporqueeraunaimagenrelacionadaconeldeseosecretoqueestabaincubando:abandonarParís,talvezparasiempre.

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Perodistabaaúnde serunadecisiónbienmadurada.Muchos inconvenientes loseparabandepoderadoptarla.Enprimerlugar,loquehabíadichoMenjoul:teníaqueestaradisposicióndelajudicaturaporsiseproducíaunanoticiaimpensada.Porotraparte, el traslado del taller a otra ciudad presentaba inconvenientes que no podíanolvidarse.Entreellos,ledolíaprescindirdeGeorgesyJeanydejarlossinsutrabajo.Leconstabaquepodríanencontrarotrasocupacionescon facilidad,pero ibana sermenosdignasdesucategoríaprofesional.

Por lanoche,Helvetiusmaldormíaensuhabitaciónde losaltosdel taller,en laestrictasoledaddeaquelapartadolugarque,depronto,parecíahabersidoolvidadoportodosysituadolejosdetodanuevainquietudoavatar.

Noobstante,elespíritudeHansHelvetiusnoestabaacordeconlacalmaqueloenvolvía.Díaadíaaumentabaenél lasensacióndehallarsealbordedeunabismoinvisiblequelollamabacadavezmás.

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4Pálidosindicios

Aprimerashorasdelamañanadel26deseptiembre,másdequincedíasdespuésdeladesaparicióndelautómata,uncochedealquilerllegóaltallerdeHansHelvetius.DelinteriordescendióelcuriosohombrecilloqueMenjoulteníacomosecretario.

Elautomatistasedisponíaaemprenderenaquelmomentounadesuserrabundascaminatasporlaciudad.VioqueBarrèsenarbolabaunpliegoenrollado.Intuyóquese había producido alguna noticia. Tras un breve y deferente saludo, el secretariojudicialdijoalegremente:

—Estoy aquí por orden del señor magistrado. Él no podía desplazarse estamañana y prefirió que usted fuese informado enseguida. ¡Hay novedades! Con supermiso,voyaleerlelamisivaqueledirige.

Pasaronalprimertalleryallímismo,enpie,Barrèsdiolecturaalescritoconsuvozgorjeante:

Nos informan las autoridades de Bruselas de que tres o cuatro díasdespués de su llegada a aquella ciudad, la damadel velo negro, u otra deidénticadescripción,utilizódenuevoelserviciodepostaBruselas-París,estavez en dirección a nuestra capital.No disponemos aún de testigos que nosconfirmensillegóhastaaquí,perolosestamosbuscandoentrelospostillonesycocheros.

Por otra parte, ya estamos en condiciones de afirmar que el tal JulienBaroisnoesabogadoninadaparecido.Setratasinduda,bajonombrefalso,deunindividuoreclamadoporlapolicíadeLondres.Ladescripciónydemáscaracterísticas corresponden exactamente. Se le busca por su participaciónen fraudes y engaños de importancia, así comopor un sinfín de abusos deconfianzadecarácterdelictivo.SolíaoperarenLondresencompañíadeunsujetoquemuybienpodríaserelquelosecundabaenlasvisitasquelehizoausted.

NoseleconoceaúnhistorialenFrancia,perosindudaahoraactúaentrenosotros porqueGranBretaña se ha convertido en un lugarmuy peligrosoparaél.Hecursadoordendedetencióninmediataencuantosealocalizado.Suespecialidad lo llevaamoverseengrandesurbes.Parísesuncampode

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acciónmuyidóneoparaunsujetodeestascaracterísticas.MiestimadoHelvetius, saqueusted suspropias conclusiones.Peroaquí

van las mías: es más que probable que tengamos al enemigo cerca, muycerca.HemosestadopensandoqueseocultabaenBruselasoenalgunaotraciudad extranjera. Puede resultar finalmente que tenga su guarida en elmismoParísosuscercanías.

Apostaría,aunquenotengoporcostumbrehacerlo,queladistanciaquelo separa a usted de su último autómata no excede de unos cuantoskilómetros. Tal vez, si no existieran paredes o éstas fuesen trasparentes,podríaverloenalgunodesuspaseosporlaciudad.

Lainvestigacióncuentaahoraconnuevaseinteresantesperspectivas.Nobastaaúnparagarantizareléxitofinal,peroestamosbienencaminados.

Se impone, eso sí, actuar con rapidezpara impedirque esos individuoslevanten el vuelo, lo que seguramente se proponen hacer a corto plazo. Legarantizoque,entodoloquedemídependa,lasdiligenciassemultiplicarán.

Esperenuevasnoticias,muyprontoacaso.

MagistradoAntoineMenjoul

Acabada su lectura, el diminuto y enclenque personaje se quedó mirando alautomatistaconunasonrisadecomplicidady,entusiasmado,ledijo:

—¿Ve usted, señor maestro Helvetius? Los malhechores están al alcance delbrazodelajusticia.Prontoleserádevueltoeseautómatadelquetantasmaravillasmehancontado.

Muchomenosoptimista,repusosuinterlocutor:—Meconformaríaconsaberquiénlotieneyquéhaceconél.Siesagenteestáen

París, irá con mucha más cautela y será más difícil sorprenderlos que si seencontraranlejos,confiadosenestarasalvodetodainvestigación.

—Depende, depende… —discrepó afablemente Barrès con aires de hombreversadoenaquellaclasedesituaciones—.Ysiempreesmejorteneraloscriminalescerca.Lasdistanciasdebilitanlafuerzadelaley.

El cochero que aguardaba a Barrès golpeó en los sucios cristales dando vivasmuestras de impaciencia. No podía esperar más porque había comprometido otroservicioparamástarde.

—Tengo que regresar al despacho, señor maestro Helvetius. Otros asuntos meesperan —dijo el secretario con resignación, aunque dejando traslucir que leencantabaverseabrumadoporuntrabajoingente—.¿Puedollevarleaalgúnsitioqueestédecaminoalostribunales?

—Sí, iré conusted,muchasgracias.Hasta la calleSaint Jacques.Tengoallíunautómataenexhibición.Hacedemasiadotiempoquenoheidoaecharleunaojeada.

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—¡Oh, fabuloso, extraordinario! —alabó Barrès, bajando las cortinillas delcarruaje para evitar la entrada del polvo que las ruedas levantaban al ponerse enmarcha—.Heidoyatresvecesaadmirarlo.Ypiensovolver.Parecevivodeverdad.¡Yquémirada! Sobrecoge.Dirías que va a influir en tu voluntad.En las horas deexhibiciónsiemprehaylargascolasdegenteesperando.

Elcochero,dominadoporlaprisa,fustigabaenexcesoaloscaballos.Elvehículosebamboleabademodoalarmante.

—¡Este hombre nos va amatar!—rezongó el secretario, para retomar luego elhilodesuspalabras—.Tengoentendidoque,aunqueparezcainverosímil,elautómatarobadoesaúnmásextraordinarioymagnéticoqueelotro.

—Se trata de figuras de estilomuy distinto.No pueden ser comparados—dijoHelvetiussinentrarenmásconsideraciones.

PIERREGRASSETNOSEENCONTRABAensugaleríadeatraccionesmecánicas.Helvetiussefelicitóporello.Seevitabalaacogidahalagadorayempalagosaqueelempresariosiempreledispensaba.Lavisitapodríatenercarácteranónimo,yaque,apeticióndelautomatista,Grassetnolohabíapresentadoasusempleados.

ComoElGranMagnetizadorsóloseponíaenfuncionamientoporlastardes,nohabía colas ni aglomeraciones a aquella hora matinal. Sólo unos cuantos curiososdeambulabanporel local.Algunos seentreteníancontemplando las evolucionesdelospájarosmecánicossituadosenel interiordeornamentadas jaulas,otrospagabanpor ver en funcionamiento los bustos animados, los pequeños equilibristas, los«cuadrosvivientes»olosdiminutospersonajesanimadosdeunastabaquerasdelujo.

Helvetiussedirigióenseguidaalacámarareservadaasuautómata.Las puertas estaban abiertas, pero una cadena impedía la entrada. El Gran

Magnetizador, inmóvil ymajestuoso, tenía todo el aire de un personaje dotado demisteriosos poderes. La iluminación provenía de unos candeleros situados en losmuros.Contribuíanaaumentarsuaspectoimponenteydominador.

Juntoalafigura,enuncaballete,uncartelinformaba:

ELGRANMAGNETIZADOR

SensacionalautómatahipnóticodelsupremoartíficeHansHelvetius.

EnexhibiciónexclusivaenesteSalón,todoslosdías,de6a9tarde,exceptolunes.

¡¡¡SOMÉTASEALPODERDESUMIRADA!!!

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UnempleadodeGrassetvigilabalafiguradesdeunlateraldelacámara.SehizovisibleaHelvetiusy,amablemente,ledijo:

—Señor, si lo desea, puede adquirir ahora su entrada para ver El GranMagnetizadorenmovimiento.Estátodovendidohastaelfindeoctubre,peropuedodarle algo para el dos o el tres de noviembre. ¿Vendrá usted solo o con otraspersonas?Sepermitelaentradaalosniñossinosonmuypequeños.

—No,gracias.Estoydepasoenlaciudad.—Comoprefiera,señor.Enelsalónprincipaltieneustedotrosalicientes.Estála

ruecaautomática,lapitonisadecristalqueadmitepreguntasporescrito,elpequeñoclavecínquetocasolo…

—Losé,gracias—lointerrumpióHelvetius—.Heestadoaquíotrasveces.Simepermite,miraréunpocomásestafigura.

—Desde luego, señor. Está en su casa —dijo el empleado, volviendo adesaparecerdesumirada.

Al sentirse de nuevo a solas ante el penúltimo de los autómatas que habíaconstruido,tuvounaimpresiónextraña.Leparecíaquelafiguranacidadesusmanosleocultabaunmensajeimportante.

Élbiensabíaquetalcosaeraimposible,masnoporellodisminuyólaincómodasugestión. Hasta pensó que, sin que nadie pusiera en marcha sus mecanismos, elautómatacobraríavidaantesusojos,revelándolealgoinesperado.Eraunasensaciónmuyinquietante.Apesardesusesfuerzos,nofuecapazdesobreponerse.Fuetantoelmalestarquellegóasentir,queoptóporsalirdellocal.

DescendióporlacalleSaintJacqueshaciaelSena,ajenoalapopulosaagitacióndel ambiente. No recordaba en toda su vida una pérdida de sensatez como la quehabía sufridomomentos antes. Estabamás allá de su comprensión, no sabía a quéatribuirla.

Caminaba ensimismado en sus pensamientos.Volvió entonces a sumemoria lafigurarobada.Él,HansHelvetius,ynolapolicía,habíasidoelburlado,lapersonadequienlosconjuradoshabíanlogradoservirseparacumplirsusdesignios.

Pero no era su amor propio el quemás sufría por ello. Su ansiedad nacía deltemordehaberbrindadounperfectoinstrumentoparaquealguienfuesevíctimadeunasórdidaconspiracióncriminal.

Yeso,sialgunavezserevelabacomocierto,nopodríaperdonárselojamás.

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5LasconclusionesdeldoctorMaillard

LOS hechos del 9 de septiembre no habían sido aireados. La policía estabamuyinteresadaenevitarquellegaseaconocimientopúblicoelseveroridículoenquelahabíandejadolosladrones.

Sin embargo, depuertas adentro, loocurridoplaneaba comounaobsesión.Loscomentarios internos eran constantes. A veces se convertían en encendidasdiscusiones. Los más fríos analistas consideraban que la sustracción del autómatasólo podía haberse ejecutado alterando las leyes del tiempo y del espacio.De otromodo,afirmaban,nohubiesesidoposiblellevarlaacabo.

Apesarde tales razonamientos, los investigadorespoliciales sabíanqueningúndelincuente,ni elmáshábildelmundo, era capazde semejantemilagro.Por tanto,teníaquehaberunaexplicaciónsatisfactoriadentrodelasleyesnaturales.

Peronadie era capazde encontrarla.Nadie, hasta que el caso llegó a oídosdelpetulanteHenriMaillard,catedráticodeMedicinaLegaldelaFacultaddeMedicinadeParísy,enocasiones,forenseconsultordelostribunales.

HELVETIUS FUE CONVOCADO A TODA PRISA a una reunión que iba acelebrarseenlasededelamagistraturadelocriminal.

El número de los asistentes era escaso, como advirtió el automatista al entrar.Presidía,aunquedemanera informal,el juezMenjoul,quien lepresentóa lasotrasdospersonasqueaguardaban.

Eran, por una parte, Jacques Mahot, superintendente de la policía de París,hombre alto y delgado, de aspecto enérgico, y el obeso y autocomplacido doctorMaillard.Esteúltimoeraquienhabíapromovidolareunión.DiocomienzoenseguidaasubienestudiadaperoratadirigiéndoseaHelvetius:

—Mecomplacemuchoqueestéustedconnosotros,comoyolehabíasugeridoamibuenamigoelmagistradoMenjoul:ustedeselprimerinteresadoenestecaso—reconoció, para continuar, con cierto tono de reproche a los otros dos—: Tuveconocimientodelenigmáticorobodelamujerautómatademaneracasual,yaqueno

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semeconsultóoficialmente.Menjoulintervinosindilación:—Se habría hecho más tarde o más temprano. Aún no creíamos llegado el

momento.Todavíahaymuchaconfusión:móviles,circunstancias,autores.Mahotseremovióensuasiento.Conocíahastalasaciedadelvanidosomodode

serdelcatedrático.Solíarehuirlasconsultasdelapolicíasinoveíaenellasunaclaraposibilidad de lucimiento. En ciertas ocasiones se ofrecía espontáneamente comoconsultor: eso significaba que había estudiado el caso previamente y se sabía enposesióndeconclusionesdecisivasoespectaculares.

—Este debate se celebra a iniciativamía—dijoMaillard,mirando de nuevo aHansHelvetius—.Me dije que era preciso salvar la dignidad de nuestra policía ydarle a usted una nueva visión de los hechos. En estos días he oído barbaridadescomo que «los ladrones alteraron el tiempo y el espacio». Es penoso queafirmacionesdeestecalibresalgandelabocadelosinvestigadores.Medicuentadeque andaban totalmente desorientados. Así que tomé cartas en el asunto con laintencióndebrindarayuda.

Menjoul y Mahot encajaron con resignación aquel preámbulo. Sabían que elcatedrático tenía buen olfato detectivesco. En ocasiones había contribuido adesentrañar casos realmente difíciles. Podía merecer la pena aguantar susfanfarronadasunavezmás.

—Peronosepuedenegarque,aveces,unaideadescabelladapuedeayudarnosaencontrarelcaminodelaverdad,comoasíhasidoenestecaso.

—¿Sugiere que los asaltantes sí lograron alterar el tiempo y el espacio? —preguntóMahotconsoterradaironía.

—Nonecesitaronalterarelespacio,queridosuperintendente,sinosóloeltiempo—afirmóMaillard,sonriendodemodosignificativo.

—¿Puede aclararnos esa distinción, doctor? —dijo Menjoul, adoptandoresignadamente el papel de comparsa que el catedrático esperaba siempre de susinterlocutores.

Fingiendonohaberoídoloanterior,Maillardprosiguió:—Y no el tiempo universal, claro, y ni siquiera el tiempo en Francia o en la

ciudaddeParís.No,esonohabríasidoposible.Tansóloalteraroneltiempoenunosespaciosfísicosmuyreducidos.

—Le ruego que sea más explícito —lo instó Mahot, que tenía el don de lapacienciamenosdesarrolladoqueeljuez—.¿Cuálessonesosespaciosfísicos?¿Lassalasdondeestabanlosobjetosrobados?

—No,estimadoMahot,seamosconsecuentes:sieltiemponovaríaenParís,nolohacetampocoenningunodesusedificios.

—¿Dónde,pues?

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—Muysencillo—aseveróelcatedrático,queestabadisfrutandodelolindoconelalardedesuscapacidadesintelectivas—:enelcerebrodeloshombresqueestabandeguardia. Es bien sabido que nuestra noción del paso del tiempo varía según lascircunstancias. Si esperamos algo con ansiedad, se nos eterniza. Losmomentos debienestarintenso,porcontra,nosresultanfugaces.

Menjoul sabía que tras aquellas obviedades,Maillard daría el golpe de gracia.Solía complacerse en presentar morosamente sus dictámenes para tener en vilo aquienesleescuchaban.Unaintroducciónelípticaydesconcertantedabapasosiempreaunarevelaciónbrillanteytalvezvaliosa.Porellomerecíalapenasometersealaspremiosidadesdelcatedrático.

—Otambién,porponerotroejemplo—proseguíaMaillard,cadavezmásasusanchas—, cuando una persona duerme, su percepción del paso del tiempo escompletamentedistintaacuandoesamismapersonaestádespierta.

Elsuperintendente,creyéndoloerrado,quisoatajarlo:—Nopretenderáusteddecirquelosagentesdestacadosenellugardeloshechos

estabandormidoscuandollegaronlosasaltantes.—Nuncahepensadotalcosa—dijoelcatedrático,comorechazandoundisparate.—Ni que fueron narcotizados por los delincuentes—insistióMahot—. Eso se

consideró inicialmente, pero fue descartado enseguida. Los agresores no pudieronhacerlo.Imposible.

—Desdeluegoquelofue—corroboróMaillard,conelairedequiensetomalamolestia demostrarse de acuerdo con algo que es evidente—.Nada de bebedizos,pociones,raícesovaporesaletargantes.Nohabíaopciónareduciralosvigilantesporningunodeesosmedios.

IntervinoentoncesMenjoul,paraempujaralcatedráticohacia la revelaciónquelesteníapreparada:

—¿Cuál fue, pues, elmedio empleado para alterar la noción del tiempo en losagentes?

—Unomás insólito y escabroso.Yme temoque fue el propio señorHelvetiusquienlesdiolaidea.Sinquerer,naturalmente.

Dehaberpodidohacerlo,MahothabríazarandeadoaMaillardpor loshombrosparahacerledecirdeunavezportodasloqueseestabaguardando.Enlugardeello,seconformóconapremiarle:

—Díganosyaadondequiereustediraparar,seloruego.—¿No es cierto que el señor Helvetius tiene en exhibición en esta ciudad un

ciertoautómataalquellamanElGranMagnetizador?Confiesoquenolohevisto—ledijoalautomatista—,peroiréencuantopueda.Dicenqueesmuy…convincente.Pero sigamos. ¿No es verdad también que la exhibición pública de esa figura diocomienzo unos días antes de la primera visita del impostor Julien Barois, o como

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quieraquesellame?Menjoul y el superintendente empezaban a comprender. Helvetius ya lo había

hechomomentosantes.—Unapersonasometidaamagnetizaciónohipnosis,comoprefierandenominarlo

—prosiguió el doctor Maillard, pletórico—, puede no recordar en absoluto loocurrido durante un cierto período de tiempo. Es más, puede creer luego que esetiempo ni siquiera ha transcurrido. Pues bien, teniendo a los agentes bajo talescondiciones,losladronespudieronactuarsinimpedimentos.

—Pero, para reducir a los tres hombres de guardia a estado hipnótico, hubiesesidonecesarialaintervencióndeunmagnetizadormuypoderoso—dijoMahot.

—Ciertamente.Hade tratarsedeunapersonaconpoderesmuydesarrolladosy,portanto,huelgadecirlo,muypeligrosos.

—Pero¿existenpersonasasí?—preguntóelmagistrado.—Puedenexistir.Losmagnetizadorescorrientesnuncapodríananularalaveza

treshombresqueestuviesenenestadodealerta.Perounhipnotizadorexcepcionalsí.Claro es que personas con tal capacidad habrá muy pocas en el mundo. Pero yosostengo que en este caso nos enfrentamos a una de ellas. Sería delmayor interésapresaraese sujeto.Sicontinúaponiendosusextraordinarias facultadesal serviciodelcrimen,puedecausarestragosirreparables.

—¿MaestroHelvetius?—dijoMahotvolviéndosehaciaelsilenciosoautomatista.—ConstruíElGranMagnetizadorporquemeparecióunacaracterizaciónqueestá

cobrandoactualidady suscita interésenmayormedidaqueunmagoconvencional.Enmioficiounosiemprebuscaloquepuedeayudaralimpactodelasfiguras.

—Sí, es comprensible —dijo Maillard con tono de indulgencia, y añadió—:Aunque ciertas cosas hay que pensárselas dos veces. Sufrimos una epidemia demagnetizadores charlatanes e impostores. No es conveniente contribuir a supopularidad.

—Reconozcoqueayer,enunavisitaallocaldondeestáesafigura,intuíquehabíaalgoenellaqueestabarelacionadoconelrobodelotroautómata.PerosóloaloírleaustedmehedadocuentadecuáleraelmudoavisoqueElGranMagnetizadorparecíadirigirme.Sicontribuíadarleslaideaalosasaltantes,lolamentodeverdad.

—Siempre he defendido—reanudó su intervención el catedrático—que habríaque tenerbajocontrola todosesossaltimbanquisde feriaquesevalende recursosmagnéticosparacausarsensaciónensusactuaciones.Sonirresponsablesquejueganconfuerzasdesconocidas.Sinosotrosloscientíficostodavíaestamosengranparteaoscuras con respecto a ellas, ¿cómo no han de estarlo esos individuos, merosprestidigitadoresygentedefarándula?Hacealgúntiempopronostiquéquedeentreesa canalla podía surgir algún individuo peligroso—recordó, para añadir conmaldisimulada satisfacción—:Observocondisgustoque loshechosmeestándando la

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razón.—Seamosprácticos—pidióMahot—.¿Quéaconsejausted?—Investigar sinpérdidade tiempoentreesoscomediantesa findeencontrarel

rastro del hombre que estamos buscando. Su detención es cosa urgente, como estádemostrándose.Encualquiermomentopuedeactuardenuevo.

Helvetiusintervinootravez.Susemblantedejabaverunagranpreocupación:—¿Qué papel opina usted que va a jugar la mujer autómata en manos de esa

gente?ElorondorostrodeldoctorMaillardnopudoocultareldesagradoquelecausaba

verse enfrentado a una pregunta para la que carecía de respuesta. Enseguida seesforzóenalejarlaparaquenoempañaralabrillantezdesusanterioresconclusiones:

—Todoasutiempo,maestroHelvetius.Comprendolainquietudquesienteporsuvaliosacriaturamecánica,perohayqueavanzarpasoapaso.Confiemosahoraenlaeficienciadelcuerpodepolicía.Alfinal,todoquedaráaclarado.

—No esperaba una respuesta definitiva. Sólo las conjeturas que usted se hayaformadosobrelacuestión.

—Huyamosdeconjeturasimprecisas,Helvetius.Noharíanmásqueextraviarnos—replicóeldoctorMaillardparazafarsedelcompromiso—.Nadapuedereemplazaralosrazonamientosdeductivossólidos.Ellosnosllevaránalesclarecimientodelcaso—aseguró,ydirigiéndoseenfáticamenteaMahotyMenjoul,sentenció—:Suturno,señores. Consigan identificar a nuestro peligroso magnetizador y el caso estarácerrado.

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6Lainesperadautilidaddeunretrato

LAreuniónpromovidaporeldoctorMaillardhabíaensombrecidoaúnmáselánimodeHansHelvetius.Dehaberestadoensusmanoselpoderhacerlo,habríadestruidoadistancia a la mujer autómata, sin importarle que se perdiera para siempre.Lamentaba profundamente haberla construido. Se reprochaba la ceguera con quehabíatomadoladecisión.

Alacaídadelatarde,alllegarcercadeltaller,divisóalolejosaunamujerqueparecía estar aguardando en las proximidades del callejón.No podía reconocerla aaquelladistancia,perodedujoqueloestabaesperandoaél.Apresuróelpaso.

Notardóenidentificarla.Sólolahabíavistodosotresveces,perobastaba.EraMartine,lamujerdeJean.Loalarmósupresenciaallíaaquellahora.Temiendoquehubieraacudidoparacomunicarleunadesgracia,echóacorrerhaciaella.

—¡Lahevisto,maestroHelvetius, lahevisto!—gritóMartinetanprontocomocomprendióquesuvozlellegaríaalautomatista.

—¿A quién ha visto? —inquirió Helvetius, aún corriendo y preguntándoselotodavíaconmásintensidadensuinterior.

—¡Aella!—proclamólamujermostrandoel retratoquehabíaestadoenrolladoentresusmanos.

Era uno de los dibujos que había hechoHelvetius de la cabeza de la figura decera.SelohabíaregaladoaJean,yotrotantohabíahechoconGeorges.Losdemásestabanenpoderdelapolicía.

—¡Estoysegura!—insistíaMartineparasacaralautomatistadesuperplejidad—.Fuesólounmomento,peromebastó.Amínosemeolvidaunacara,aunquesólolahayavistodibujada.Ymenosésta,quetantosproblemashacausado.

Momentos más tarde, en el taller, Helvetius le rogó que se explicara. Ella seesforzóenofrecerlesurelatodelmodomásclaroposible:

—NosésiustedsabíaquedesdequeacabólaguerratrabajoenelHospitaldelaMisericordia.

—Sí,Jeanmelohabíadicho.Siga,porfavor.—Estoydecocinera,pero,comofaltapersonal,avecesayudoenotrascosas.Hoy

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almediodíaestabayoenlasaladeloslunáticospreparandounascamasylahevisto.—¿Estáallíinternada?—preguntóHelvetiusconelmayorasombro.—No, ni mucho menos. Allí sólo hay gente muy pobre. Vino a visitar a una

enferma,unamujermuymayorqueestámuchasveces llorandoensilenciosinquenada la consuele ni la calme. Ella, la dama del retrato, vestida de un modo muysevero,peroconropacara,entróenlasalaysefuederechaaverla.

—¿Lareconocióustedalmomento?—No,aúnnopodía.Llevabalacaratapadaconunvelooscuro.—¿Quésucedióacontinuación?—laapremióHelvetius,dominadoporelansia

deconocerlorestante.—Marie,lamujermayor,demostrómuchaalegríaalverla,cosararaenella,yla

tomóenseguidaporlasmanos,aunquelaotralasllevabaenguantadas.Asíestuvieronunrato.Peronohablaban,niunapalabra.Luego,porseñas,Marielepidióaladamaqueselevantaraelvelodelacara.Amíyamehabíaextrañadoquelotuvierabajadotodoelrato,peromásmellamólaatenciónaldarmecuentaquelavisitantenoqueríasubírselo.Marieselopidióvariasveces,perolaseñoradelvelo,comosinada.Esosí, le acariciaba lasmuñecasa la enfermaconmuchadulzuray tranquilidad, comoparadarleánimos.PeroMarienoseconformó:sesoltódeunamanoy leapartóelvelo.Yoestabaentoncesmuycerca.Laviperfectamente.Eraladelretrato.

Helvetius,apesardelafríatemperaturadeltaller,estabacasisudando.Preguntóentonces,comosipersiguieraunfantasma:

—¿Pudoreconocerlaconelrostrodesfigurado?—Dedesfigurado,nada.¿Porquélodice?Sinpodersalirdesuincredulidad,elautomatistainsistió:—¿Estabacomoapareceeneldibujo,oconquemadurasenlacara?—Como en el retrato, sin ninguna quemadura.Muy pálida, eso sí. Su piel era

muyblanca.—Porfavor,Martine,¿estáseguradequeeraestamujer,totalmentesegura?—Comoseloestoydiciendo.¡Tanseguratuvieralafortuna!Helvetius se puso a caminar por el taller, como olvidado de la presencia de la

mujerdeJean.Peroellanohabíaterminadoaúnysiguióhablándole:—Cuando su cara quedó al descubierto, ellamiró enseguida a su alrededor. Se

notabaquenoqueríaquelaviesenadie.Yobajélosojosycontinuéconloqueestabahaciendo. Creo que no se dio cuenta de que la había visto con el velo levantado.Cuandovolvíamirarla,yaloteníabajadootravez.Yentoncespasóotracosamuyrara.

—¿Quéfue?—inquirióHelvetius,atentodenuevo.—Unhombre entró en la sala.Muyaltoydelgado, deunos cincuentay tantos

años,malcaradoyvestidodenegro.Suaspectonomegustónada.Casidabamiedo.

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Parecíafurioso.Sefuedirectoaladamadelvelooscuroylehabló,muybajo,entredientes.Nopudeoírle.Peroestabaclaroquelehacíareprochesylaamenazaba.Ellaescuchaba en silencio, sin defenderse. Luego le dio un doble apretón de manos aMarieyyanopudohacermás,porqueaquelhombreselallevócasiarastras.Yomefuienseguidatrasellos.Nosabíaquéhacer,peronoqueríadejarlosmarcharsin,porlo menos, preguntarle a ella quién era. Sabía que le había causado muchapreocupaciónausted.

—¿Pudohablarle?—quisosaberHelvetius,presodeimpaciencia.—No, por pura mala suerte. Cuando iba a darles alcance, me tropecé con la

hermanagobernanta,queesunamujermuyrígidaydesagradable,ymepreguntódemala manera adónde iba tan deprisa. Siempre está dando vueltas para ver quéhacemosnosotras.Pornodejarlacon lapalabraen laboca,quiseexplicarle loquehabía pasado. No entendió nada, pero, recelosa como siempre, insistió enacompañarme a hablar con aquellos señores. Habíamos perdido dos minutos. Losotros ya llegaban al final de las escalinatas. Bajé corriendo. La gobernanta quedóatrás.Cuandolleguéfuera,sólopudeveruncarricochedeuncaballoquesealejabarápidamente. Se me habían escapado. Lo siento mucho, maestro Helvetius —concluyó,compungida.

—¿Sedieroncuentadequeustedqueríadarlesalcance?—Nolocreo.Aquelhombreestabaconsumidoporlaprisadesdequeentró.—Bien.Peronotodosehabíaperdido,¿verdad?Lainterna,Marie,estabaarriba

—argumentóHelvetius,comoaferrándoseaunaoportunidadaúnsólida,laúltima—.Ellalediríaquiénesladamadelvelo,¿nofueasí?

—No—repusoMartine,contrariada.—Pero¿selopreguntó?—¡Claro! Fue lo que hice a continuación. Volví enseguida a la sala de las

nerviosas.Ella estabamuybien, feliz.Como si la hubiese visitado un ángel. Se lehabíaquedadounasonrisaenloslabios.Entonces,contactoybuenasmaneras,quisepreguntarle…

—Abrevie,seloruego.¿Noledijoquiéneraladelvelo?—No.—¿Nielhombredenegro?—Tampoco.—¿Estáprivadadelhabla,esmuda?—No.Hablamuypoco,peronoporqueseamuda.Medijoquenosabíaquiénera

laseñoraquehabíaidoaverla.Helvetiusestalló:—¡Nopuedeserquenolaconozca!—Yotampocomelocreo.Peronohubomanera,ymirequeleinsistí.Merepetía

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siemprequeeralaprimeravezquelahabíavistoenlavida,queeraunaseñoramuybuenayquenovolveríaaverlanunca.Lastrescosas,unayotravez.Despuéssemequedódormidayladejé.Estabayallamandolaatencióndelasmonjasenfermeras.

—Diráquemeniegoa admitir las cosas,Martine,perodéjemepreguntarleporúltimavezsisigueestandoseguradequelamujerdelveloesladelretrato.

—Comohaynocheydía.Fuesólounmomento,perolavimuybien.—¿Hahabladodeestoconalguienmás,Martine?—No, maestro Helvetius. Pensé en decírselo a algún policía, pero luego me

parecióquelomejorseríaveniraquí.—Hahechobien,muybien.Seloagradezco.Porcierto,¿dóndeestásumarido?—EnReims.Pasaestosdíasconsuhermana,lacasada.Helvetiusnooyólarespuesta.Paseabadeunladoaotrocomounenjaulado.De

pronto,sedetuvoyledijoaMartine:—QuierohablarcuantoantesconMarie.¿Podríamosirahoramismo?—Ahoranoesconveniente.Esmuytardeya.Nosepermitenvisitasaestashoras.

Tendríamosquedarmuchasexplicaciones,yaunasí…—Mañanaentonces.Lomásprontoposible.—Yoestaréallíantesde lassiete,parapreparar losdesayunos.Sobre lasnueve

tendré un ratomás tranquilo. Venga a esa hora. Le estaré esperando en el zaguánprincipal.Ahoraperdóneme,tengoqueirme.Hedejadoalosniñossolosencasa.

—Sí,vaya,Martine.Bastante tiempohaperdidopormicausa.Se loagradezcomuchísimo.Mañanaestaréallí.

Martine se fue presurosa y Hans Helvetius se quedó a solas con sus nuevasreflexiones.Alfinlagrandudasehabíadespejado:laauténticamodelodelafiguradeceranoeralavisitantedelrostrodesfigurado.YestabaenParís,viva,enmanosdeunhombreinquietanteysinescrúpulos.

HelvetiusseestabaconvenciendodequelamujerqueMartinehabíavistoenLaMisericordiaseencontrabaengravepeligro.Temíaqueestuvieseaprisionadaenunamaquinacióncriminalqueacabaraporllevarlaalamuerteoalalocura.

Volvieronentoncesasumemoria,comoinsidiosamelodía,laspalabrasdeldoctorMaillard:«YmetemoquefueelpropioseñorHelvetiusquienlesdiolaidea».

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7Laaparienciadelamuerte

ALdíasiguiente,casia lamismahoraenqueHelvetiusentrabaenel recintodelHospitaldelaMisericordia,seproducíaenotrolugardelaciudadunhechoqueibaacobrarenormerelevancia.

Desdeel14delacalleDeuxMondes,enunbarrioresidencial, leerasolicitadaurgente ayuda al doctor Louis Plon, cuyo consultorio de medicina general estabasituadoenel39delamismacalle.

Al personarse con toda prontitud en el domicilio donde su presencia erarequerida, una acomodada villa construida en los primeros años del imperio, seencontróconunasituaciónalarmante.

Albertine,hijaúnicadeladueñadelacasa,laviudadeRomeuf-Lapierre,yacíaensucamacontodaslasseñalesdelamuerte.

—¡Llevo una eternidad llamándola y no me responde! —informó la desoladamadrealdoctorPlonalhaceréstesuentradaenlaalcoba,ysinesperarrespuestadelmédico,zarandeóconvulsivamentealajovenmientrasimploraba—:¡PorelamordeDios,Albertine,respóndeme!¡Porloquemásquieras,respóndeme!

Louis Plon empezó enseguida a reconocer a la paciente. Temió haber llegadodemasiado tarde. La inmovilidad del cuerpo era total, y estabamuy frío. La cara,impasibleyrígida,conpalidezmuyacusada,norevelabaniunápicedeconsciencia.Elmédico le levantó lospárpadosy al retirar lamanoquedaron entreabiertos.Losglobos oculares permanecían insensibles e inmóviles. Y lo peor: no se constatabapulsonirespiración.

Plon estaba a punto de pronunciar las palabras fatídicas cuando un hechoesperanzadoratrajosuatención:lospárpadosdelajovenseestabancerrandoy,alavez,unalevecontracciónreveladoradevidaseasomóasurostrocomoundestello.Se inclinódenuevo sobreAlbertineyprocedióaunaauscultaciónmásminuciosa.Buscabadesesperadamenteseñalesqueindicaranqueaquelcorazónlatía.

Eliryvenirdelasdoscriadasdelacasaylossollozosdelaseñoraloprivabandelsilencionecesario.Loimpusocontodagravedaddiciendo:

—¡Quenadiedéunpasonisemueva!Quierosilencioabsoluto.Prontoobtuvoevidenciasfavorables.Habíapulsoyrespiraciónenaquelcuerpo,

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pero eran tan tenues que resultaban casi imperceptibles. Enseguida transmitió labuenanueva:

—Cálmese,señora.Nohaocurridonadairreparable.—¿QuélepasaaAlbertina,doctor?¡Selavecomomuerta!—Lo parece, pero no lo está; tranquilícese.Ami entender, se encuentra en un

estadode letargiaprecataléptica.¿Lehabíaocurridoalgunavezalgosemejante?Setratadeunfenómenomuypococomún.

—No,nunca lehabíapasadonadaparecido.Doctor, ¿se recuperará?Dígame laverdad,poramargaquesea.

—Si tomamos lasdebidasprecauciones, en cuestióndehoras, o enunospocosdíasalosumo,estarárestablecida.

—¡Hagatodoloquesea,sinrepararenmedios;selosuplico,doctor!—Noesmucholoquesenecesitará.Plonmandó recado a su consultorio pormedio de lamás joven de las criadas.

Mientrasesperaba,interrogóalaviudadeRomeuf-Lapierre:—¿Hasufridosuhijaenlasúltimashorasalgúnimpactoemocionalmuyfuerte,

algúnsobresaltoagudo,algoquelaasustaraintensamente?—No,doctor,nada,nadaenabsoluto.—¿Observóayerenellaalgúnsignoanormaldepreocupaciónoansiedad?—Nada.Ella está siempre triste ymelancólica. Es sumodo de ser.A veces se

niega a levantarse de la cama. Cae en estados de abulia. Pero nunca se excita nialtera,másbienpecadelocontrario.

Todaslasrespuestasdelamadretuvieronuncontenidosemejante.ALouisPlonle resultaronalgoevasivas,comosi laseñoraquisieraocultaralgo.Loatribuyó,enprincipio, al sentimiento de vergüenza que a veces se daba en los familiares deenfermosdeaquellaíndole.

La criada regresó con Blanche, una de las enfermeras de Plon. El médico ledetalló todos los cuidados y vigilancias que la muchacha precisaba y anunció suintención de volver a primera hora de la tarde. La enfermera, tras anotarlo todocuidadosamente,lemusitóaLouisPlon:

—Doctor,aquíhaocurridoalgoraro.—¿Porquélocreeasí,Blanche?—Lacriadaquevinoaavisarmeestabamuyimpresionada.—Esnormalqueloestuviera.—Sí,pero,comohablandoparasí,leoídecirqueciertohombrealtoeraelúnico

culpabledeloocurridoyquedeberíandarlesumerecido.—¿Dijoalgomás?—Yo le pregunté y estuvo evasiva. Sólo añadió: «Hay cosas que a una le

revuelvenlasangre».Llegamosentoncesaquíynopudesacarlenadamás.

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En aquel momento, ambos observaron que la señora de la casa salíaapresuradamente de la habitación.Aquello contrastaba con su estricta permanenciajuntoalacabeceradesuhijaentodoelratoanterior.

—Meparecequenoshaoído—dijoBlanche, reprochándosenohaberprevistoaquellaeventualidad.

—Da igual—aseguró el médico—. Si alguien tiene algo que ocultar aquí, nosomosnosotrosprecisamente.Permanezcaatentaacualquiercosa,pero,porencimadetodo,sigaalpiedelaletramisinstrucciones.

—Porsupuesto,doctor.Buscando el vestíbulo, Plon avanzó por un pasillo y pasó junto a una puerta

abierta.Loquevioatravésdeellalohizodetenerse.LaseñoraRomeuf-Lapierre,deespaldasaél,estabareprendiendoalacriadajoven.Lasirvientamayorpresenciabalaescena con cara severa. Fue esta últimaquien avisó a la señora de la presencia dePlon.Ellasevolvióenseguida.Laindignaciónylafuriaaúnestabanensusemblante.Mudó después su expresión facial y se acercó solícita al médico. Plon le dijobrevemente:

—Porelmomento,nadamáspodemoshacer.Suhijayanoestáenpeligro.Sinembargo,mienfermeraestarájuntoaellatodoeldíaporloquepuedaocurrir.Porlanocheserárelevadaporotra.Hagantodoloqueellasindiquen.

—Desdeluego,doctor.Ymuchísimasgracias.CuandoLouisPlonsalióalacalle,yateníadecididoquéibaahacer.Paraactuar

conformeasuconciencia,daríapartealapolicíadelosindiciosobservados.

A AQUELLA MISMA HORA, Hans Helvetius, junto al lecho de Marie, en elHospitaldeLaMisericordia,yasehabíaconvencidodequenoibaaobtenerningunainformacióndelaenferma.

Lohabía intentado condiversas estrategias, diciéndole inclusoque la damadelvelo estaba en grave peligro y que era necesario prevenirla. Nada había dadoresultado.Marie seobstinabaen repetirqueno sabíaquiénera.Aúnconservaba laplacidezquelehabíaoriginadosuvisita.

Cuando le hacía alusión al hombre alto vestido de negro se estremecía, peroasegurabanohaberlevistonitenerideadequiénpodíaser.

La hermana gobernanta había hecho su aparición al advertir que algo irregularsucedíaentornoal lechodeMarie.Antesuspreguntas,Helvetiushabíaoptadoporeludirlas.Considerabapocooperativoperdermás tiempoponiendoa la religiosaalcorriente del problema.Vista la inutilidad de la gestión, él yMartine se retiraron.Bajandoporlaescalinataprincipal,elautomatistalepreguntó:

—¿Cuándoacabasuturno?—Nohayunahorafija.Segúnloquequedeporhacer.

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—¿Podríapedirpermisoparasalirahora?—Muydifícil.Somospocas.Conunamenosseríamuchopeor.Yahavistocómo

sehapuestolagobernanta.—Comprendo. Le diré lo que voy a hacer. El testimonio deMarie podría ser

importantísimosiaccedieraahablar.Nosotrosno loconseguiremosni intentándolocienveces.Pondréestasituaciónenconocimientodelsuperintendentedelapolicía.Creoqueellospodrán intervenirconmayoreficaciay lograr lacolaboraciónde lasautoridadesmédicasdelhospital.Peroseránecesariasudeclaración.Noseasustesivalapolicíaasucasa.Ustednotienemásquecontarleslomismoquemedijoamí.Esoserátodo.

—Sí,selodiré.Claroquesí,maestroHelvetius.Unvigorosoapretóndemanospusofinalencuentro.

LAOPÍPARACOMILONA que el doctor HenriMaillard estaba saboreando en elrestauranteL’Auvergnequedó sin terminar.Un emisario oficial compareció ante elcatedrático rogándole, en nombre de Jacques Mahot, que lo acompañarainmediatamenteparaefectuarunaintervenciónpericialcomoforense.

Alsaberquedichaactuaciónestabarelacionadaconelcasodelautómatarobado,Maillard no puso objeción y, abandonando los suculentos manjares, se dispuso aacompañarconentusiasmoalenviadopolicial.

Ante lamansiónRomeuf-LapierreaguardabanMahotyLouisPlon.Se lehabíadichoalamadredeAlbertineque,paramayorseguridadeneldiagnóstico,seibaaefectuarunaconsultaconotrosdosdoctores,sinrevelarlequeunodeellosnoibaasertal,sinoelsuperintendentedelapolicíadeParís.

A la llegadadeMaillard enel carruajeque lo trasladódesdeel restaurante, lostreshombresconversaronbrevementeyentraronenlacasa.

Laviuda,yamásrecelosaqueangustiada,loscondujoalaalcobadelajoven.—¿Algunaevolución,Blanche?—preguntóPlonalentrar.—Todavíanada,doctor.Maillard efectuó un detenido examendeAlbertine, con especial atención a sus

inertes rasgos faciales. Después, haciendo caso omiso de la dueña de la casa, sedirigióenvozaltaasusdosacompañantesyanunció:

—Señores,admitoquenuncahabíatenidoocasióndeveruncasocomoésteconmispropiosojos.Perotardeotempranoteníaqueocurrir.Omuchomeequivoco,otenemosdenuevoenfrenteanuestrohombre,sóloqueestavezselehaidolamano.¡Y de qué manera! Mi diagnóstico es muerte hipnótica aparente, causada por unmagnetizadorqueestájugandoconfuego.Comoesdesuponerqueeseindividuonovolveráaquíparasacaralamuchachadesuestado,puesseguramentenisabríacómohacerlo,habráqueesperaraquelajovenretorneporsímisma;loqueconfíoocurra

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dentrodelaspróximasveinticuatroocuarentayochohoras.Entretanto,lasmedidasadoptadasporeldoctorPlonmeparecendeltodocorrectas.

—Señora —dijo el superintendente—, necesito comentar con usted ciertosaspectos.Pasemosaotrahabitación.

—Sime permite,Mahot—dijo el catedrático—, tengomucho interés en estarpresenteenlaconversación.

—Seloruego,profesor.Yaustedtambién,doctorPlon.LaviudaRomeuf-Lapierreabriólamarcha.Selaveíamuyturbada.Empezabaa

intuir que aquella consultamédica había significado la entrada de la policía en elcaso.Sabíaqueunapruebamuyduralaesperaba.

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8Unmurodesilencio

EN las horas siguientes tuvieron lugar interrogatorios considerados de antemanocomodecisivos.

Porunaparte,conlaautorizacióndelcuerpofacultativodeLaMisericordia,dosforenses armados de paciencia le plantearon a Marie, desde todos los ángulosimaginables, las mismas cuestiones sobre las que Martine y Helvetius le habíanpreguntado. Desde su apacible lejanía del mundo, la anciana resistió todos losembates. Utilizaba muy bien su pasividad melancólica para desalentar a losinterrogadores.Peronoevitóqueéstossemarcharanconelconvencimientodequeellasísabíaquiéneseranladamadelveloyelcaballeroaltovestidodenegro.

Los médicos alienistas que atendían a Marie se comprometieron a seguirhablandoconellahastalograralgúnresultado,peroindicaronquepodríallevardíaslaobtencióndelasrespuestasdeseadas.

También arrojó un saldomuy escaso el interrogatorio de la viuda de Romeuf-Lapierre.Semantuvoensupapeldemadreconmocionada,alqueagregó,demododefensivo,lasimulacióndeposeerunainteligenciaobtusa.ReconocióqueAlbertinehabía padecido desde niña melancolías depresivas, pero negó vigorosamente todaposibilidaddequelamuchachahubiesesidovisitadaporunmagnetizador,curanderoo taumaturgo.Dijo que el único tratamiento queAlbertine recibía era su cariñodemadreyelamparodelascomodidadesdelacasa.

Interrogaronalascriadasporseparado.Lamayor,deunafidelidadatodapruebahaciasuseñora,estuvohoscayherméticayrechazócualquierreferenciaalavisitadeunhombre.Lamásjoven,evasivaymuynerviosa,lequitóimportanciaalaspalabrasqueBlanche le había oído, atribuyéndolas a lo trastornada que estaba por ver a sujoven señora en tan penoso estado. Negó también que un hombre hubiese tenidoaccesoalacasa.

Tras poner fin de común acuerdo a aquellas conversaciones estériles,Mahot yMaillard,unavezPlonsehubomarchado,intercambiaronopinionesenelinteriordelvehículoquelosaguardaba.Elcatedráticoestimó:

—Estamosapuntodecaersobreellosodeperderlosparasiempre,porqueprontotendránnoticiadeestasactuacionesylevantaránelcampoatodaprisa.

—Unmurodesilencionosseparadenuestroobjetivo.Perosilogramosabriruna

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brechaenél, sedesmoronaráporcompleto.Yestáclarocuál eselpuntodébilpordondetenemosqueacometerlo.

—Seguro que estamos pensando en la misma persona —dijo Maillard—.Interróguelaencondicionesyseleabrirátotalmente.Estádeseandohacerlo.

—Estamismanochelatendréantemíencomandancia—aseguróMahot.

LOSFRACASADOSINTERROGATORIOSyelobstinadosilenciodeMarieeranlacomidilla entre el personal de guardia nocturna en La Misericordia. Uno de losmédicosalienistas,reciénincorporadoalhospital,comentóasuscolegasaraízdeloqueallíseestabahablando:

—Nomehagáismuchocaso,peroesehombrealto,flaco,malcaradoysiniestrome ha devuelto a lamemoria a cierto personaje inquietante quemerodeaba por laclínicadelviejodoctorRenard.

Elnombremencionadoavivóel interésde los reunidosenelhúmedocuartodeguardiadelasegundaplanta.

—Nuncasupequiéneraniquéhacíaallí.Laverdadesquetampocohicenadaporaveriguarlo;noteníamotivo,fueradelacuriosidad.Perosuaspectoysusairesde…cómodecir,sí,deconspirador,mellamaronlaatención.SeguroqueRenardsabedequiénsetrataba,puesnadadeloqueocurríaallíquedabafueradesucontrol.Viaeseindividuodosotresveces.Claroquedeesohaceyamásdeunaño.Ynadaaseguraqueaquelhombrefueseelmismoqueestuvoaquíconlamisteriosadamadelvelo.

—AunquesóloseaparafastidiaraRenard,daremospartedeesto—decidióotrodelosmédicos.

Losdemásasintieronensilencio.

PASADA LA MEDIANOCHE, Sophie, la criada joven de la mansión Romeuf-Lapierre, se revolvía inquieta en su estrechacama.Tenía losnerviosdepuntay sedebatíaentreimpulsosencontrados.

La ventana de su habitación, en la planta baja, daba al jardincillo trasero de lafinca.Seextrañóaloírunosimpactoscontraelcristal,comodegravillaarrojadaconfuerza.Quisoacercarseaverquéloscausaba.Estabatanalteradaquecualquiercosapodíasacarladequicio.

Apenas tuvo ocasión de asomarse. Unas manos fuertes le taparon la boca, altiempoqueunavozlesusurraba:

—Notemanada,señorita.Policía.Queremoshablarunmomentoconustedfueradelacasa.

No lepreguntaronquéopinaba.Sophie fue sacadaal exterior, cubierta conunamantaligerayllevadaenbrazoshastauncocheapostadoenlascercanías.

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No resultó fácil convencer a la asustada muchacha. El ambiente del cuartelgeneral de JacquesMahot la intimidaba. Por otra parte, el temor a que su señorallegaraaenterarsedequehabíahabladoatabatambiénsulengua.

Elsuperintendenteysushombrestrabajaronaquelaspectoafondo:—Entiendalosiguiente,Sophie:sigraciasaloqueustednosvaadecirpodemos

entrarencontactoconotraspersonasquenosexpliquenmáscosas,lodichoporustedquedaráatrásyserácomosinuncanoshubiesereveladonada.Denosunprimerpasoy luego nosotros seguiremos avanzando sin volver atrás. De este modo, la señoranuncasabráquehemoshabladoestanocheyustedpodráestartranquila.

Al fin, con sutilezas semejantes, vencieron su temor y su resistencia. Entretitubeosybrevessollozos,Sophiefuediciendotodoloquesabía,que,sinsermucho,aportódatosdegraninterés.

Quedóestablecido a travésde suspalabrasque en losdías anterioresAlbertinehabíacaídoenunafaseagudadesusmelancolíasdepresivas,hastanegarseatomartodoalimentosólidoolíquido,fueradeaguaazucarada.Ahoramuytempranadelamañana del día de los hechos había comparecido en lamansión un hombre alto ydelgado,deunos cincuenta años,vestidodenegroy exageradamente embozadoenunabufanda,siendoacompañadoporlaseñoraalaalcobadeAlbertinesinpermitirqueningunade las criadas, recién levantadas, los siguiera.El hombre desconocidohabíaestadoenlahabitacióndelajovenporespaciodeunamediahoray,después,sehabíamarchadorápidamente.

Unratomástarde,laseñoraRomeuf-Lapierrehabíasalidolívidayasustadadelahabitacióndesuhija,diciendo:«Algomalo leestápasandoaAlbertine».Contodaurgencia lehabíaordenadoaSophie labúsquedadeuncochedealquilerenelquehabíapartidoatodaprisa,casisinarreglarse,sola,paravolverpasadountiempoconexpresión desolada. Se adivinaba que no había logrado su propósito, fuese el quefuere.Enaquelmomento, laseñorahabíaordenadoquesedieseinmediatoavisoaldoctorLouisPlon,trascomprobarqueelestadodeAlbertinenomejoraba.

Porotraparte,SophiedeclaróquealolargodelosúltimosdosmesesAlbertineysumadre habían salido juntas una vez por semana, conmuchomisterio y sin darninguna explicación, y habían permanecido fuera de la casa tardes enteras. Señalótambién Sophie que al regreso de esas inusuales salidas Albertine estaba alegre ysonriente,cosamuyraraenella.

ERANCASILASTRESDELAMADRUGADAcuandoSophie fuedevueltaasupequeña habitación de la mansión Romeuf-Lapierre. La rapidez y el sigilo de laoperaciónfueronaúnmayoresque losdesupartidaunashorasantes.Ningunaotrapersona de la casa se apercibió de aquellos movimientos. La declaración de lamuchachaencomandanciaquedóensecretoparalamadredeAlbertineyparalaotra

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criada.

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9LaclínicadesaludLaAurora

EN los círculos de losmédicos alienistas de París era bien sabido que la clínicaprivadaLaAuroraera,antetodo,unformidablenegocioquehabíaenriquecidoasupropietarioydirector, el doctorCharlesRenard, apodadoElViejo por su avanzadaedadysuaspectoextremadamenteavejentado.

Renarderaunvendedordeoropelesyesperanzasparalasfamiliaspudientesqueteníanalgúnmiembroaquejadoporcualquierenfermedaddelalmaoextravíodelarazón.Sejactabadeaplicarensulujosoestablecimientotratamientosdesuinvencióncuyaeficacianoera igualadaporningúnotrocentroasistencial.Tales tratamientos,sujetos en realidad anociones anticuadas, eran tan ineficaces como lospracticadosporsuscolegas,peroestabanarropadosporungranaparatodepretenciosapalabreríaysuntuosasinstalaciones.

El precio del internamiento era desorbitado. Pero el hábil negociante que eraRenardhabíalogradocrearlailusióndequesuclínicadesaludnecesitabamantenerunastarifaselevadísimasparacostearinvestigacionesque,enrealidad,noexistíanenabsoluto,comoeraevidenteparalosprofesionales.

Nada de ello impedía, sin embargo, que entre las más poderosas familias deFranciafuesecostumbreextendidaacudiraLaAuroracuandoseledeclarabaalgunaafecciónmentalaunodesuscomponentes.Noobteníancuraciónmásqueencasosmuyleves,peroutilizabanunestablecimientosóloalalcancedelospoderosos.Y,entodocaso,elconfinamientodelosseresqueridoscaídosenlainsaniateníalugarentremármoles,sedasyhabitacionesdoradas.Laopulenciaestabaasegurada.

El doctorCharlesRenard perdió su apergaminado aplomo y el dominio de susrancias maneras aristocráticas cuando Mahot, tras algunos preámbulos, le dio aconocerelmotivodesuvisita.

—Yo no puedo guardar recuerdo exacto de todas las personas que cruzan elumbral de La Aurora —arguyó Renard, molesto e incómodo—. No tengo unamemoriasuperdotada.Misvirtudessonlaconstanciayeltrabajo.

—Lapersonaaquemerefierosehacíanotarporsuaspectopococomún.—¡Haymuchoshombresaltos,delgadosyderostropocoagraciado,enParísyen

todaspartes!Nomehagareír,superintendente.

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—¿Siemprevestidosdenegro?—Bah, un simple detalle que puede variar cada uno de ellos a su antojo. Y

dígame,porsimplecuriosidad,¿dequéhorriblecrimenestáacusadoesehombrealtoydelgadoalqueustedesbuscan?

—Selesuponecomplicadoenunrobo—repusoMahot,dandoadredeelmínimodedatos.

—¿Enunrobodequé,sipuedopreguntarlo?—Deunautómata.Renard recibió aquello como una noticia favorable. Incluso se permitió sonreír

mientrascomentabacondesenfado:—¡Ah,ya!Unode esos inútiles juguetesmecánicosque están tan enboga.No

sabía que pudieran llegar a tener tanto valor como para ser objeto de robos. ¿Ysuponenustedesqueesefantasmóndelquenadarecuerdoesquiensehaapoderadodelandroide?

—Esposible.—Pues reitero lo dicho. Nada sé yo de ladrones de autómatas. Y no dejo de

lamentarqueambosnosveamosincomodadosporunacuestióntanintrascendente—sentencióRenard,consualtivezdesdeñosaplenamenterecuperadayyaacariciandolaideadeponerfinalaentrevista.

—La verdadera trascendencia del caso no se conocerá hasta que lasinvestigaciones lleguen a su término —dijo Mahot, en un tono que excluía todadeferenciahaciaelempolvadomédico—.Contamoscon testigosa todapruebaqueestándispuestosadeclararanteun tribunalqueelhombrealtogozabaaquídeunaciertalibertaddemovimientos,loqueimplicasuconsentimiento,doctorRenard.

—Simipalabratienealgúnvalor—dijoelalienista,mostrándosedolidoacausadeque susafirmacionesquedaranenentredicho—,puedodesmentirdelmodomásrotundoesaspresuncioneserróneas.

—La verdad es siempre lomás eficaz para desmentir errores—replicóMahotmirándolefijamente.

Elancianomédicoestalló:—¡Séaquiénacudirparanosermolestadoen losucesivoporminuciasqueno

me conciernen!Todavía tengo amigos a quienes irritará saber que seme acosa sinmotivo—remachó,temblandodeindignación.

El superintendente consideró llegado ya el momento de esgrimir el argumentomáspoderosoconquecontaba.Lohizosinvacilar,aunqueaúnnoestabasegurodequeelhombredenegrovistoenLaAurorafueseelmismodeLaMisericordiaydelamansiónRomeuf-Lapierre.

—Bien, acepto su negativa. Más allá de ella, sólo nos queda una salida.Tendremosqueemplearla.

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—¿Cuáles?—preguntóRenard,enguardia.—Efectuar interrogatorios generalizados entre personal, internos, familiares y

proveedores de su clínica de salud hasta dar con alguien que pueda dar razón delindividuoquebuscamos.

Aquello significaba el desastre.Renard lo comprendió enseguida.Sin embargo,Mahotcontinuópresionando:

—Empezaremoshoymismo.Cuentoyaconlaoportunaordenjudicial.—¿Quiénlahaextendido?—ElmagistradoAntoineMenjoul,juezinstructordelcaso.—¿Menjoul, ese advenedizo?Sumadre lavó ropa suciadeunhospiciodurante

casitodasuvida.PeroaquélfueelúltimodelosdesplantesdeCharlesRenard.Capitulóenseguida,

aunque no sin antes imponerle algunas condiciones al superintendente. Habíaadvertido queMahot estaba dominado por el demonio de la prisa y decidió sacarpartidodeello.

—Sóloaceptarécomunicarloqueséalrespecto,muypocoadecirverdad,bajodos contrapartidas irrenunciables. Primera: en consideración a mis años y a losservicios que creo haber prestado a la medicina y a la sociedad, exijo garantíasescritasdequeenningúncasominombrenieldeLaAuroraquedaránvinculadosalo que se derive de mis declaraciones. Segunda: dichas declaraciones tendrán uncarácterestrictamentesecretoyseharánanteunilustrenotariodemiconfianzaquegarantizaráelcumplimientodelasdoscontrapartidas.

La propuesta de Renard era totalmente irregular, inaceptable en condicionesnormales. Pero, como Maillard había señalado, el riesgo de una fuga de losconspiradores, alertados por las pesquisas e interrogatorios, era cada vez mayor.Mahotestabahaciendodeaquelcasocasiunacuestiónpersonal.Queríarehabilitarladignidadpolicialpuestaenridículoconelrobodelautómata.

Urgido por aquella determinación, aceptó el chantaje de Charles Renard. Unashoras más tarde, en la notaría Besançon, Renard efectuó una declaración, muymedidaycalculada,enpresenciadelnotario,delmagistradoMenjoulydeBarrès,suesmirriadoydignosecretario.LaanotacióndelaspalabrasdeRenardfueestablecidaasíporeleficienteAndréBarrès:

Por lo que pueda representar de ayuda para la legítima acción de lajusticia,a laque siempremehehonradoen servirpor encimade todo,asícomo a la ciencia médica, manifiesto que en dos ocasiones, en octubre ynoviembredelpasadoañode1820,micopiosotrabajosevioperturbadoporlavisitadeunindividuo,quedijoseroriundodePrusiayllamarseMichaelKurtz. El aspecto y vestuario de dicha persona non grata parecen

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corresponderaladescripciónquemehasidohechadeunsujeto implicadoenelrobodeunautómatamecánico.

El propósito de las visitas que me hizo el tal Kurtz fue el formularmediversas preguntas acerca del funcionamiento interno de La Aurora. Enningún momento di respuesta a ellas. Ni siquiera permití que me lasformularaunasegundavezamododeinsistencia.Enlasegundayúltimadesus comparecencias ante mí le expresé con toda claridad que si intentabaintroducirse una tercera vez en el establecimiento sería expulsado deinmediatocomounindeseable.

Ignoro para qué necesitaba las informaciones que pretendía obtener demí. No obstante, como todo lo relativo al funcionamiento interno de LaAuroratienecarácterconfidencial,supropósitoeravano.Porfortuna,tomóencuentamisamenazasynolevolvíavermás.

Renardhizoacontinuaciónunlargosilencio.Menjoulpensóquehabíaconcluido.Peroalgo lo llevóa intuirqueelancianomédicoaúnnodabaelactoporacabado.Esperó,pues,inmóvil,invitandoalotroaproseguir.

Poco después, Renard dejó caer sus últimas palabras. Al hacerlo, parecía estarahuyentandoladesgraciadesupersona:

MásadelantesupequeKurtzhabíaintentadoentrarencontactoconlospadresdeunmuchachoenfermo,antiguointernoenLaAurora.Ellosmismosmelodijeron.Naturalmente,lesdesaconsejétodotratoconél,presentándolocomoun individuonada recomendable.Por respeto yobedienciaal secretoprofesional,nomeesposiblerevelarelnombredeesosseñores.ElcódigodehonordeLaAuroraesinflexibleenesteaspecto.

Esoestodoloque,conenormeesfuerzodememoria,hepodidorecordardelcitadopersonaje.Desdeaquellosdíashabíaquedadoparamíenelmáscompletoolvido.

Menjoul salió enfurecido del despacho del notario. Renard había arrancado uncompromisodeimpunidadacambiodedecirsólounapartedeloquesabía.

ElrecursodeiniciarunalargarondadeconversacionesconfamiliaresdeinternosyexinternosdeLaAuroraeraalgomuyproblemáticoqueconsumiríauntiempoquedeningúnmodoestabanencondicionesdeperder.

—Sólo nos queda una vía de actuación inmediata—le comentóMenjoul a susecretario en el recorrido de regreso al edificio de los tribunales—. Si no da frutopronto,elcasosenosescaparádelasmanos.

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ANTESDEQUESECUMPLIERAN las cuarenta y ochohoras pronosticadas porMaillard,Albertine salióde su extrema letargiay recuperó lanormalidadvital.Norecordabanadani teníanociónde loocurrido.Huboque engañarlaparaqueno sediera cuenta de que habían transcurrido casi dos días, lo que podía alarmarla. Sehabía decidido previamente no hacerle mención del estado por el que habíaatravesado,dejándolotodoenunsimpledesvanecimientodenomuylargaduración.

Consolidado el restablecimiento de la joven, el doctor Plon dio el servicio porterminadoysusenfermerasseretirarondelacasa.

NingúnmiembrodelapolicíahabíavueltoacomparecerenlamansiónRomeuf-Lapierre.Todo,enapariencia,volvíaalanormalidad.

PerolamadredeAlbertine,porcautela,aúnesperóotrosdosdías.Nofuehastaeltercerocuando,creyéndoseyaasalvodetodocontrolovigilancia,abandonósucasaabordodeuncarruajedealquilerypartiócondestinodesconocido.

LaúltimaopcióndeJacquesMahotentrabaenjuego.

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10LosdosmarquesesdelaVignebleue

UNA nueva convocatoria, de carácter aún más urgente, volvió a llevar a HansHelvetiusalasededelostribunales.

Loúnicoqueyalepreocupabaeralasuertequepudierahabercorridolamujeracuya imagenhabía construido el autómata.En lanoche recién terminada, comoenotras anteriores, había tenido angustiosas pesadillas. La veía muerta, asesinada,flotandoenunlago,llenadeluzdeluna,conlosojossinvidaabiertosaunanocheaciaga.

TemíaquelaapremiantellamadadeMenjoulfueraparacomunicarleelhallazgodel cuerpo. Y mientras, pensaba, el autómata estaría ocupando su lugar para darconsumaciónaunperversoengaño.

EnunsalónloesperabanMenjoul,susecretarioydoshombresquenoconocía.Helvetius pensó que serían los que habían efectuado el macabro hallazgo y seestremeció.

—¡Ah, por fin!—exclamó elmagistrado al verle entrar—.De nuevo va a serustedpiezaimportantesiaccedealoquetenemosplaneado.Apesardesucondiciónde extranjero, puede ser promovido almarquesado. ¡Marquésde laVignebleue, unviejotítulonobiliario!

Juntoalalivioquelecausaronlaeuforiayelbuenhumordeljuez,Helvetiustuvounagransorpresaacausadeloquehabíaoído.Ibaapreguntar,cuandoMenjoullepresentóalosdoshombresqueleerandesconocidos:

—Son los señoresFleurí yVignal, técnicos de caracterizaciónymaquillaje delteatroOdeón.Prontosabráelporquédesupresenciaaquí.Peroantesdeboponerlealcorrientedelosúltimosacontecimientos.

Sindeciraúnpalabra,HelvetiusseenteródelossucesosacaecidosenlamansiónRomeuf-Lapierre, de la secuela de los interrogatorios a Marie en forma deconversación nocturna entre los alienistas de La Misericordia y de la sesgadadeclaracióndeCharlesRenard.Finalmente,Menjoulañadió:

—GraciasalseguimientodelaviudaRomeuf-Lapierre,yasabemosdóndetienenuestro hombre su guarida: en Versalles. Es un pequeño palacete, discretamente

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apartadodelnúcleodelapoblación.Seencuentra,desdeayer,bajoestrictavigilancia.Peroélaúnnosehadadocuentadenada.

—¿Porquénohasidodetenidoya?—preguntóHelvetius.—Teniéndolo bajo control nos podemos permitir el lujo de obtener evidencias

directasdesusactos.—¿Sonnecesariasmásevidencias?—Hastaahora sólo se lepueden imputardoshechos:el robodelautómatay la

muertehipnóticaaparentecausadaaAlbertineRomeuf-Lapierre.Amboshechossongraves,peromásaúndebendeserlosusrestantesactividades.

AquellaafirmaciónledevolvióaHelvetiuslainquietudquelohabíaacompañadoenlosúltimosdías.Preguntó:

—¿Sesabealgodelamujerdelvelo?—Nadaaún,pordesgracia.Elhombrealtoestáacompañadoporotrosindividuos

en el palacete. Pero no ha sido vista ninguna mujer. En cualquier caso, prontoacabaremos con sus sombrías maniobras, no lo dude. Disponemos de unaoportunidad excepcional para introducirnos en el reducto de esa alimaña sin quesospechenada.Ydeentreloshombresconquecontamos,ustedpuedeserelidóneoparallevaracabolamisiónfinal.

—Dígamequétengoquehacer—preguntóHelvetiusenseguida.—Ahoramismoselocomunicaré.Perosepaantesqueayer,ademásdelaseñora

Romeuf-Lapierre, que estuvomuy poco tiempo en el palacete, acudieron allí otraspersonas,hastaunnúmerodediez.Llegarondedosendos,endistintoscarruajes.Encadacaso,unadelasdospersonasteníaaspectodepadeceralgunainsaniaoafecciónanímica, mientras que la otra, de porte y aspecto normales, actuaba comoacompañante.Todaesagentepermanecióenel interiordeledificiopormásdeunahora. Luego se retiraron en los vehículos que los habían estado esperando. ElmarquésdelaVignebleueeraunodelosvisitantes.Esunapersonabastanteconocida.Fue la única que nuestros agentes pudieron identificar. No disponían de efectivossuficientes como paramantener el cerco en torno al palacete y seguir a los cincocarruajesquesealejaban.Peronoimporta.Conelmarquésnosbastará.

—¿Estabaallícomopacienteocomoacompañante?—Como acompañante. Un joven iba con él: su sobrino, aquejado de apatía

crónica.—¿Sehapensadoenqueyoreemplacealmarqués?—Leofrecemosesaoportunidad.Creoquelecorresponde.—¿Cuándopodréhacerlo?—Hoymismo.Unodenuestrosagentesoyócómoelhombrealtodespedíaalos

visitantesdiciendo:«Hastamañana,alamismahora».—¿Elmarquésestádeacuerdoenqueselleveacabolasuplantación?

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—No se enterará hasta que se haya efectuado. No podemos confiar en laspersonas que tienen relación con ese individuo. Forman un obstinado muro desilencio en torno a él. Si informamos al marqués, corremos el riesgo de que ésteencuentre unmodo de hacerle llegar unmensaje almagnetizador advirtiéndole delpeligro.

—Peroesehombredescubriráelcambioencuantomeveaentrar.—No es probable, por varios motivos. En primer lugar, según lo que ayer

observaron losagentes,el interiordelpalaceteestá sumidoen lapenumbra, seguroquedemaneradeliberada.Estimamosqueallídebendellevarseacaboceremoniasosesionesparalasqueesconvenientelaoscuridad.Porotraparte,elmarquésesfácildesuplantar.Subarbatupidayunaanticuadapelucaleescondenmásdemediacara.Esmuypocoloquequedaaldescubierto.Además,existeentreustedesunaaceptablesemejanza.Laestaturaylasproporcionescorporalessontambiénbastanteparecidas.CiertoqueLaVignebleueesunosquinceañosmayorqueusted,peroenvejeceraunhombre es algo que no ofrece dificultad a unosmaquilladores teatrales de talentocomosonlosseñoresquenosacompañan.

—Legarantizoaustedquenoledescubrirán—dijoVignal,muyseguro.—Nuestroprestigioestáenjuego—añadióFleurí,sonriente.—Sóloveodosinconvenientesparaejecutaralaperfecciónmicometido—dijo

Helvetius.—¿Cuáleselprimero?—preguntóelmagistrado,resolutivo.—Eljovensobrino.Advertiráelengaño.Suconductapuededelatarme.—No se dará cuenta si el cambio se hace con limpieza. Por lo visto, es un

muchacho muy absorto, muy encerrado en sí mismo, que apenas percibe lo queocurreasualrededor.Vamosadarlealmagnetizadorelgolpefinalconsuspropiasarmas —proclamó Menjoul, y añadió bromeando—: Supongo que al ingresar enprisiónnosagradeceráeldetalle.Ydígame,¿cuáleselotroinconveniente?

—La voz. Mi acento extranjero resultará impropio del marqués. Y nuestrostimbresvocalespuedensermuydistintos.

—Fínjase acatarrado, con la vozmuy enronquecida: un resfriado otoñal.No leserádifícilsimularlo.Ynocreoqueallítenganecesidaddehablar.Laspersonasqueacudenalpalacetepareceniraalgomuyconcretoyprevistodeantemano.

—Aunasí.Temoestropearlaestratagemaconmipocahabilidad.¿Noseríamásprudenteencomendarlamisiónaunactorhabituadoaasumirpersonalidadesajenas?

—Creo que usted lo hará estupendamente, Helvetius. Pero no se preocupedemasiado. Lo que le propongo no esmás que una floritura.Nuestro hombre estáacorralado y no podrá escapar en ningún caso. De todos modos, obtendremos laspruebasyevidenciasnecesarias.Nadaimportanteseperderásiustedesdescubierto.Lapolicíatieneavarioshombresdecaracterísticastambiénadecuadasparasustituir

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almarqués.Peroheconsideradoque laprimeraopción lecorrespondíaausted.Noolvidequelamujerautómatadebedeencontrarseeneselugar.Vayaporella,amigoHans.

POCODESPUÉS,CUANDOPASEABA taciturnopor el parquede su finca, lejosestabaelmarquésdelaVignebleuedepoderimaginarquedesdeelexterior,ocultosenelinteriordeuncarruaje,treshombresespiabansusmovimientos.

—Observelalevecojeradelapiernaderecha—ledecíaVignalaHelvetius—,yeseandarinclinadohaciaadelante,envarado,tancaracterístico.Debedeteneralgunalesiónen lacolumnavertebral.Lacaranoesproblema.Resultamuy inexpresivayestática.Conlabarbaylosretoquesdemaquillaje,sólotendráquepreocuparseusteddemantenerlaquieta.

—Enelroperoencontraremosprendasdevestircomolasqueélusa.Llevaremosun surtido en el vehículo. Esa peluca anticuada será lo más fácil: las tenemos adocenas.

POR LA TARDE, CUANDOELCOCHE privado delmarqués giró por una callelateral a la entrada de Versalles, el carruaje que los había venido siguiendo losadelantóy,pocodespués,sedetuvo,comosihubiesesufridoalgunaaveríarepentina.Lacallequedabaobstruida.Apenashabíaespacioparadarmediavuelta;requeríaunamaniobramuyforzadaydifícil.

Elmarquésdescorriólacortinilladeunadelasventanasyasomólacabeza.Sucocheropersonalhabíaabandonadoelpescanteyestabaenconversaciónconeldelvehículoobstructor.Ambosmirabanunadelasruedasdelcarruaje.

LaVignebleue estuvo un rato observando.Al darse cuenta de que la situaciónparecíaestancada,decidióapearseélmismoparaaveriguarquéocurríayurgiraloscocheros.

El joven sobrino, indiferente a los hechos del entorno, apenas advirtió que,momentosdespués,sutíoregresabaalinteriordelcocheysereemprendíalamarcha.Nopudo,pues,darsecuentadequeenlaindumentariadesuacompañantesehabíanproducido ciertos cambios, dentro de una tónica de semejanzas.Menos aún podíasaber, puesto que ni siquiera lo veía, que en el pescante también el cochero habíacambiado.

Cuando llegaron a las cercanías del palacete, otros vehículos estaban yaestacionados,esperando.Peronoante laverja, sinoaunaciertadistancia.Parecíantenerinstruccionesdenoagolparseantelaentradaparanollamarlaatención.

ElcocheroquellevabaaHelvetiusyalsobrinodelmarquéssiguióaquellapauta.Saltó del pescante, sacó el estribo y abrió la portezuela. Se inclinó durante el

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descensode losocupantes,deshizo lasoperacionesyvolvióasu lugar.Asídaba laespaldaalpalacete.Nopodríanversucara.

Helvetius le ofreció el brazo al joven, delmodo en que le habían dicho que elauténtico marqués lo hacía. Como se esperaba, el sobrino no estaba notando laimpostura. El asedio policial era de una gran sutileza.Mirando en derredor no sepercibíaningúnindiciodequelafincaestuviesebajorígidocontrol.

Helvetiusy el jovenatravesaron laverja abiertay avanzaronentre las lúgubresestatuasylasfuentesgorgoteantesdelañejojardín.

Llegados al porche, subieron varios peldaños y se encontraron ante la puertaprincipal.

Cuando el disfrazado automatista golpeó con la aldaba, notó que su corazónpalpitabaconfuerza.

Lastinieblasdelalargapesadillaibanporfinadisiparse.

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11Sesióndemagnetismo

UNdesconocidoabriólapuertaydijo,franqueándoleselpaso:—Bienvenidos.Sonustedeslosúltimosenllegar.Yatodoestádispuestoparadar

comienzo.Precedidosporaquel individuo, recorrieronun largoyoscuropasillo.Todas las

puertasquedabanaélestabancerradas.ElrecuerdodelamujeramenazadavolvióaHelvetius con intensidad. Se preguntó si estaría en alguna de aquellas estanciasvedadasalaobservacióndelosvisitantes.

Desembocaron al fin en un gran salón en penumbra. Les llegó el perfume queemanaba de unos braseros donde ardían hierbas aromáticas. Unos cuantoscandelabrosdifundíanunaluzpálidaquesumíaellugarenunaatmósferairreal.Delfondo surgían las modulaciones de una flauta hindú que sonaba monótona yadormecedora.

Helvetius vislumbró la presencia de varias personas. Pero sus ojos aún no sehabíanhabituadoalamortecinailuminación.Nopodíaapreciarmuchosdetalles.

Alguienhablóentoncesdesdeun lugarquenopudodistinguir.Suvoz,graveydesagradable,teníaunfuerteacentoalemán.Ledijoalindividuoquehabíaabiertolapuerta:

—Acomodayaalosilustresinvitados.Esmenestercomenzar.Elsobrinodelmarquésfueconducidoaunabutacavacante,alineadaconotrasen

semicírculo,yaocupadas.Helvetiusfuellevadoaunlugarmásrezagadodondehabíaotrafiladeasientos,ensumayoríaocupadostambién.Dedujoqueaquéleraelsectordestinadoalosacompañantes.

Pocoapocofuedistinguiendolosrestanteselementosdelsalón.Abundabanlospesadoscortinajesy lasparedesestaban recubiertasporgrandes tapicesconfusosyoscuros.Enelsuelohabíaaparatososjarronesconfloressecasgigantescas.Diversosanimalesdisecadosocupabanrinconesenpenumbra,amediaaltura.Peroelelementoprincipalconsistíaenunaenormecampanadetulesygasasquesealzabaenelcentrodelsalón.Alambresnoapreciablesasimplevistasosteníanlaestructuradetelasparadarle la formaacampanadae impedirquesupeso lasdoblara.La luzno llegabaalinteriordeaquelreducto,pero todas lasbutacasysillasestabanencaradashaciaél.Parecíaunextrañoescenarioantesdeunarepresentación.

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Todo formaba una cargada y extravagante escenografía, destinada sin duda apredisponer a los espíritus débiles, impresionables o crédulos a favor de lasupercheríaqueibaatenerlugar.

Alguien varió entonces la colocación de los candelabros y la luz atravesó lacampanadetelas.

La imagen se formó ante los ojos de Helvetius como una evocación hecharealidad. A través de la semitransparencia de las gasas colgantes apareció, en susugestivainmovilidad,lamujerautómatarobada.

Dijoentonceslavozdesagradable:—Ahora, como si fuese ella en persona, esta figura en todo igual a nuestra

benefactoraderramarábienestaryesperanzaenlosespíritusafligidosqueestánbajosuamparo.Lafuerzamagnéticaqueellaleinfundióasuimagenanimadallenaráestasalacontodossusefectoscurativos.

EntoncesHelvetiusvioporprimeravezalhombrequehablaba.Eramuyaltoydelgado, y vestía enteramente de negro. Su rostro parecía cruel a la luz de loscandelabros, pero se movía con soltura, como alguien acostumbrado a perpetrarengañosdesdeunescenario.Seintrodujoenlacampanadetulesygasas,seacercóala figura, lequitóel sombrerodelveloy, conungesto seguroy rápido, activó susmecanismos,retirándosedespués.

Lamujer autómata inició susmovimientos.A través de las gasas, la ilusióndeque se trataba de una persona real era perfecta. Las modulaciones de la flauta sehicieron más sugestivas e intensas. Los vapores aromáticos de los braserosperfumaban fuertemente el aire. Se respiraba una atmósfera de devoción hacia lafiguramecánica.

Los más negros presagios de Hans Helvetius se estaban confirmando. Si enaquellafarsaseutilizabaunautómataparareemplazaraunamujervivayreal,sólopodíadeducirseque lamodelohabía tenidounfin trágicoenmanosdelprusianoysussecuaces.Nisiquieralaideadequeelcrimentendríaprontosuejemplarcastigopudoapaciguarlossentimientosdeculpadelautomatista.

Quiso concentrar su atención en los movimientos de la figura. Considerabaprobablequehubiesesufridoalgúndesperfectoenelmomentodelrobooduranteeltraslado. Pero la criatura mecánica se movía de forma suave y acompasada, sinningunavibraciónosacudidaquedenotaraundesarregloensusmecanismos.

HastallegóapensarHelvetius,fascinadoantesupropiacriatura,quelaexquisitezy delicadeza de sus acciones eran más sublimes entonces que cuando la habíaprobadoeneltaller.Atribuyólamejoraalasugestiónescenográficadelastelasylaluzfiltrada.

Entoncesocurrióalgoquedespertósusúbitaalerta:lamujerautómataacababadehacerungiro con lasmanosqueno estabaprevisto en suprogramaciónmecánica.

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Miróentonces su cara, forzando lavista almáximo.Sintióunvacío en la espalda,acompañado por un escalofrío: el parpadeo no seguía el ritmo prefijado, eraligeramenteirregular.Tampocolasuaverespiraciónquemovíaelbustoseajustabaalascadenciasconstantesdelafigura.

Helvetiusabrióycerrólosojosvariasveces.¿Loestabanafectandolosvaporesaromáticoshastahacerleverdetallesimposibles?¿Estabasiendoinfluidoporaquellaatmósferailusoria?

Miró a las personas que ocupaban los asientos contiguos. Todos permanecíanquietos,ensilencio,contemplandolasevolucionesdelafigura.

El hombre alto estaba situado cerca del gran envoltorio de gasas, vigilandoatentamenteeldesarrollodelasesión.

EnaquelprecisomomentoseprodujounpequeñopercancequeacabódealertaraHans Helvetius. Una de las gasas se desprendió de su sujeción y fue a caerlentamentesobrelamujerautómata.Ella,alnotarelprimercontacto,tuvounligeromovimientodesorpresa.Enseguidalodisimuló,prosiguiendosinalteración,mientraseltulsedeslizabasobresucuerpohastadarenelsuelo.

PeroHelvetiusnonecesitabayademásindicios.Eradetodopuntoimposiblequela mujer autómata hubiese hecho aquel gesto espontáneo. ¡Se trataba, sin ningúngénerodedudas,deunamujerdecarneyhueso!

Todassusfiguracionessevinieronabajoconsilenciosoestrépito.Ellaestabaallí,viva, en el centromismo de la superchería, actuando con la frialdad de una actrizprofesionalenplenodominiodesusrecursos.

Lejos de ser la víctima de un oscuro complot criminal urdido contra ella,resultaba ser la gran estrella del grupo, la pieza maestra sobre la que se apoyabaaquellaparodiadesesióncurativa.

Pero entonces, se preguntaba Helvetius, ¿por qué la mujer real imitaba losmovimientos de la autómata? ¿Por qué el hombre alto había fingido que ponía enfuncionamiento una figuramecánica?La razón y la lógica parecían haberse vueltodelrevésenaquelambientedefraudeeimpostura.

La simuladora completó entonces la imitación de todos losmovimientos de lamujerautómatayvolvióasuposturaestáticainicial.Lamúsicadelaflautacesó.Unespesosilenciotomócuerpoenlaatmósferadelsalón.

Helvetius se puso en pie y rompió a aplaudir con palmas sonoras, espaciadas,sarcásticas. En ellas ponía todo su furor de persona varias veces burlada por losconspiradores y al fin en condiciones de hacerles saber que había sorprendido susecreto.

El hombre alto y el otro lomiraron con estupor y desaprobación. Le hicieronenérgicosademanesparaqueinterrumpierasusinoportunosaplausos.Losfamiliaresacompañantestambiéntratarondeacallarloconsiseos.

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Helvetiussiguióbatiendopalmas,demaneracadavezmásruidosaydesafiante.Envistadequenodeponíasuactitud,elhombrevestidodenegrosedirigióhaciaelautomatistademaneracoactiva.AquélfueelmomentoelegidoporelfalsomarquésdelaVignebleueparadesenmascararsetotalmente.Envozaltaysonoraproclamó:

—¡Aplaudoporquebienlomereceunafarsaejecutadacontantamaestría!Alinstantesedesatóladesbandada.Losfraudulentosanfitriones,alcomprender

que un testigo extraño se había introducido en la sesión bajo la apariencia delmarqués,sesupieronenpeligro.Lamujersalióenseguidadesureductoescénicoydesaparecióporunapuertatraseradisimuladaeneltapizado.

Elhombrealtomurmuróconfusamente:—Calma,señores,permanezcanensusasientos.Unmomentodespués,sehabíadesvanecidoenlassombrasdeloscorredoresal

igualquesuotrosecuaz.Helvetius buscó arduamente entre los pesados cortinajes hasta dar con un

ventanal exterior. Lo abrió y agitó el brazo de modo ostensible. Era la señalconvenida.Aunquefueranoseveíaanadie,estabasegurodequesusgestosobraríanelefectodeseado.

En el interior, la escena había sufrido algunos cambios. Los familiaresacompañantessehabíanreunidoconsusrespectivosprotegidosylostranquilizaban.El sobrino delmarqués se había levantadoymiraba a los demás con expresión decompletodesamparo.Helvetiusfuehaciaélylotomódelbrazo.Paranoaumentarsudesconcierto, se abstuvo de hablarle y actuó como si fuera el verdadero LaVignebleue.

Porelventanalabiertoentrarondosagentesdepolicía,mientrasseoíaelestrépitodeotrasventanasqueestabansiendoforzadassincontemplaciones.

Helvetiuslesseñalóalosdoshombreslapuertaporlaquehabíahuidolamujerylosagentesfueroncorriendohaciaallí,a lavezqueotrospolicías llegabanalsalóndesdeuncorredoryorganizabanatodaprisalasalidadepacientesyacompañantes.Seoíanpasosrápidosycarrerasportodaspartes.Lapresenciapolicialenelpalaceteerayageneralizada.

Elautomatistaconfióelsobrinodelmarquésaunodelosagentesparaquefueraevacuadoyemprendióunaapresuradabúsquedaporsucuenta.

Noibaenpersecucióndelosmistificadores.Considerabaaquelobjetivocubiertopor las fuerzas policiales.Quería encontrar lamujer autómata, la figura que habíaestado,aúnnosabíaporqué,enelcentrodelagranpatraña.

Inspeccionómuchasestancias.Lamayoríaestabanvacías.Otrasaúnalbergabanrestos de un añejo mobiliario, polvoriento y arrinconado. De pronto, en una salatraseradelaplantabaja,hizoelinesperadodescubrimiento.Alabrirlapuerta,pensóquesusojosloengañabandándoleunaimagenmultiplicada.Decreerloqueestaba

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viendo,habíaallínouna,sinoseismujeresautómatastodasiguales.Perolavistanolotraicionaba.Lapresenciadelasseisfigurasidénticaserareal,

aunquenoestabanterminadas.Yningunadeellaseralaauténtica,laquehabíasalidode susmanos. Se trataba de copias, demoldeadomás tosco que el original, y lesfaltabanaúnnumerososdetalles.

La estancia había sido convertida en un taller improvisado. Había numerososútilesyherramientas,ydibujosconresortes,cilindrosyengranajes.Quisoentoncesexaminarelinteriordelasfiguras.Sólounateníayatodossuselementos,copiados.Laconsiderócasiapuntodefuncionamiento.Lasotrasestabanhuecasyabiertasporlaespalda,enesperadequelesfueranalojadoslosmecanismosimpulsores.

EstabaclaroquesehabíanpropuestoconstruirseiscopiasdelamujerautómatadeHansHelvetius.Seencontrabanencaminodelograrlo.Perolafiguraauténticanisiquieraparecíaestarenelpalacete.

Lamentedelautomatistasebloqueóyyanoconseguíaentendernada.Sóloeracapazdepreguntarsedóndeestabasucriaturamecánica.

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12Unaclasemagistral

EL asalto policial al palacete de Versalles concluyó con la detención de cuatropersonas: Klaus Helmut Baden, el hombre alto de negra indumentaria; EugénieValmont,lamujeracuyaimagenysemejanzasehabíaconstruidoelautómata,ylosotrosdossujetosquelossecundabanenlastrucadassesionesdemagnetismo.

Eldíasiguiente,porlamañana,agentesapostadosenelinteriordeledificiocontalfinlograrontambiénladetencióndeotroscuatrohombres.SetratabadelartíficemecánicoHubertFontane,constructordefigurasanimadaspara tabernasybarracasdeferia,ytresdesusoperariosdeconfianza.HabíansidocontratadosporBadenparareproducir clandestinamente los mecanismos creados por Helvetius para la mujerautómatayprocederalaconstruccióndeseiscopiasdelafigura.

Esos individuos no estaban implicados en las restantes actividades de la parejaBaden-Valmont,aunqueteníansobradosmotivosparadeducirqueelencargoqueleshabíanhecho,ademásdeserilegalensímismo,obedecíaaunafinalidadmásgrave.Selesabriócausaseparadaporplagiofraudulentodediseñosmecánicos.

Pero lo importante fue la instrucción del caso que tuvo por protagonistas alprusianoyasucompañera.Ambostuvieronconductasmuydiferentesalolargodelosinterrogatorios.

ElsombríoBaden,apesardesaberseensituaciónmuycomprometida,seresistiótantocomopudoaldesentrañamientodelatrama.Empleótodaclasedesubterfugios,mediasverdadeseinformacionesfalsasparaconfundiralasautoridadesjudiciales.

ElprocederdelaValmontfuemeridianamenteopuesto.Mantuvosólounashorasde hermetismo enigmático. Luego, como si con ello lograra una liberación largotiempodeseada,contribuyódemaneradecisivaalesclarecimientodeloshechos.

Levantadoelsecretosumarial, tuvo lugarenParísunsingularactosemipúblicoenelquequedaronexpuestosbuenapartedelospormenoresdelcaso.Menjoulsevioforzado a concederle al profesor Henri Maillard autorización para divulgar lascircunstanciasdelencausamientoBaden-ValmontenunaapoteósicalecciónmagistralqueelcatedráticoorganizóenelaulamagnadelaFacultaddeMedicina.

A causa de la naturaleza de los hechos,Maillard había tenido una intervenciónconstante en los interrogatorios. Esa posición ventajosa le facilitó información deprimeramanosobretodoslosaspectosdelamateriaprocesal.

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Elinusitadoactoacadémicoreunióenelsalónaunagrancantidaddeprofesoresyalumnos,améndemuchasotraspersonasajenasa la instituciónuniversitariaquelograronhacerseunhuecoenelabarrotadolocal.

Maillard, pletórico y exultante, dio comienzo a la sesión agradeciendo lapresencia de tres distinguidos invitados, que presentó a los asistentes con todo elinciensodesuselogios.Sinembargo,todoelmundoadivinóquenolesdejaríatomarlapalabra.Sehabíareservadoparasítodoelprotagonismodelacto.

Talesinvitadosdehonor,queocupabandiscretosasientosalfondodelaula,eranelmagistradoMenjoul, el superintendenteMahot yHansHelvetius. Los asistentesmiraronconespecialcuriosidadaesteúltimoalserlesanunciadoqueeraelfamosoartíficedeElGranMagnetizadoryotrosautómatasquehabíanelevadosuoficioalacategoríadearte.

Acontinuación,Maillardintrodujoeltemaconunvibrantepreámbuloenelquearremetió contra toda competencia desleal a los practicantes de la medicinaestablecidayexhortóalosfuturosmédicosallípresentesalucharsiempreendefensadesusinteresesfrentealosimpostoresquepretendieranarrebatarleslaconfianzadesuspacientes.Tambiéndijoalgodeladefensadelasaludpúblicaydelaverdaderaciencia. Después, resumió los hechos acaecidos en el taller de Helvetius y lasprimerasetapasde las investigaciones,en lasque,con tododescaro,seatribuyóunmérito exagerado. Luego, tras una pausa efectista, entró en la partemedular de sudisertaciónmagistral:

—Señores, el fenómeno que estamos analizando es extraordinario en muchosaspectos y aleccionador en grado sumo. Los sorprendentes acontecimientos fueronposiblesmerced a la funesta asociación de dos personas singulares.No están aquípresentes, como sería mi deseo, porque se encuentran en poder de la justicia, enespera de proceso. Por tanto, trataré de compensar conmis palabras su inevitableausencia.

Enaquelmismomomento,sinquenadieloadvirtiera,AndréBarrès,elsecretariodeMenjoul, llegóal salón.Quedóabrumadoalverelgentíoque loabarrotaba.Depuntillas,tratabadehacermenosdesfavorablesuescasaestatura.Peroeraimposibledar un solo paso. Lamultitud había ocupado cada palmo del embaldosado.Barrèsbuscaba aMenjoul, pero no tenía ni una mínima visión de la sala para descubrirdóndeestabasusuperior.

ComounarrebatadofiscaldelaAudiencia,Maillardcontinuaba:—Les introduciréenprimer lugaren la siniestrapersonalidaddeKlausHelmut

Baden.Esteaciagoindividuohadedicadobuenapartedesuvidaaundudosooficio.Él lo denomina «empresario de variedades». Veamos en qué consistían esasatracciones.

Conunchasquidodededos,Maillarddioordenaunauxiliarparaquemostraraa

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la audiencia unos papeles que estaban en la tribuna, boca abajo. Resultaron sercartelesanunciadoresdeexhibicionesycausaronverdaderasmuestrasdedesagradoentrelosespectadores.

—¡Explotadordelasdesgraciasytarashumanaseselnombrequelecuadra!—tronó el catedrático—. Se dedicaba a reclutar personasmenesterosas afectadas pordeformidades corporales o características anómalas y las sometía a explotaciónexhibiéndolas en barracas de feria. Cierto es que en ello también incumberesponsabilidadmoralaquienesseaveníanapagarunaentradaparaconvertirseenespectadores de esas funciones indignas.Pero no es su despreciablemorbosidad laqueestamosenjuiciandoaquí,sinoladelpromotorKlausHelmutBaden.

Barrèsseguíapugnandoporaveriguardóndeestabaelmagistrado.Peroencuantolograbaasomarlacabezaentrelamuralladeespaldas,eranuevamentedesplazadoyquedabaotravezsinvisibilidad.

—Muy distinto tono he de emplear, señores —proseguía Maillard—, parareferirmeaEugénieValmont.Eshorayadequelesdigaquesetratadeunapersonaexcepcionalensugénero,comomuypocashabráenelmundo, sihayalgunamás.Losmuy reprobablesactosquecometióoenque tomópartenohande impedirmeestepúblicoreconocimiento.Yaporellosvaaserjuzgadaanteeltribunal.

Laoratoriadel catedráticoperdióalgode suefectismo retóricoparadarpasoaunaciertaemotividad:

—Talvezenotrotiempo,ybajootrasinfluencias,esamujer,permítanmequelodiga,hubiesellegadoaserunasantaoalgoparecido.Ycreoqueloerayaunpoco,asuextrañamanera,hastaqueensucaminoseinterpusoelnefastoBaden.

Selevantaronalgunosmurmullos.Maillardlosacallóenseguidaconunademánseveroysiguió:

—Ella tenía un poder de sugestión tan desarrollado que era capaz de obrarprodigioshipnóticos.Ydigo teníaporque,despuésdesudramáticoapresamientoyloshechossubsiguientes, lohaperdido,acasoparasiempre.Meatrevoacrearparaellaunanuevadenominacióncientífica:EugénieValmont era, hasta fecha reciente,unapersonahipnógena.Sumagnetismonaturalerainfinitamentesuperioraldetantosmagnetizadores y embaucadores que pretenden invadir el terreno de la ciencialegítima. Ella lograba inducir, en muchos casos, sensaciones pasajeras de alivio ybienestar,porsugestióndirecta,enenfermosdepresivosymelancólicos.Losllevabainclusoaolvidarsedesuinfortunioporunoodosdías.Deboaclararaquíquenosetrataba en ningún caso de curaciones.Ni siquiera de disminución del grado de lasdolencias.No,enmodoalguno.Nopodíahacermilagrosnilograrloquelosmejoresalienistasnoconsiguen.Pero influíaen lamentedeesaspersonasdesdichadasparaprocurarles un alivio, a veces muy intenso, en el que la angustia cedía ante unaespeciedeéxtasisconsolador.Comoyaheindicado,esosefectosbeneficiosostenían,

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claro,unaduraciónlimitada.Unashoras,porlogeneral.Unospocosdíasenloscasosmásafortunados.

Porfin,graciasapequeñossaltos,BarrèshabíaalcanzadoaveraMenjoul.Noeramuchaladistancia.Peroahorateníaantesílomásdifícil:abrirsepasoentreaquellacompactaaglomeraciónhumana.Ensuapuradasituación,apenasprestabaoídoaloqueMaillardcontinuabadiciendo:

—Ellaaplicabasudonentrelaspersonasdesuentorno,sinesperaracambiomásque afecto o gratitud. Llevaba, por lo demás, una existencia modesta comoadministradora de una hostería en Bruselas. Quiso la adversidad —anunció elcatedrático,recuperandosuestilomásefectista—queBadensealojaraunosdíasenaquel establecimiento. Llegó pronto a sus oídos lo que se comentaba de EugénieValmont.Trabóamistadconella.Seganósuconfianza.Comprobópersonalmenteloportentosodesusfacultades.Yempezóaconcebirsuambiciosoplan.YanoleseríanecesariorecorrerEuropaconsuatrozcircodemonstruos.Conellosobteníaunbuenlucro,ciertamente.Perocon laValmontensusmanospodíaamasaruna fortunaenpocotiempo.¡Yafequehaestadocercadelograrlo!

El profesor se detuvo a beber un sorbo de agua. No tenía ni pizca de sed ninecesitabahumedecerselagarganta.Peroleencantabatenerenviloasusoyentesenlosmomentosdemayorexpectación.

—NoledioaconocerenseguidasuscínicosplanesaEugénie,claro.Perolafuesocavandoconelvenenodelaambición.Ledescribía,contodasuertedefascinantesdetalles,untipodevidalujosaquehastaentoncesellanisiquierahabíaimaginado.Elgranmundo,lossuntuososhoteles,prodigiosenjoyasyvestuario,lasociedaddeloselegidos de la fortuna. Se trataría de llevar el consuelo a un cierto número deenfermosdeesenivelsocialyobtenerporellounenormebeneficio.Pocoapoco,eseespeculadordelasmiseriashumanasfueconvenciéndoladequeella,comoserfueradelocomún,merecíalavidadichosaquesólocondineroamanosllenasesposibleconseguir.

Menjoulestabaabsorto.Nosesentíainteresadoporlaspalabrasdelcatedrático.Supensamiento estaba enotraparte.Por tanto, no advertía los ímprobos esfuerzosqueestabahaciendoBarrèsensusforcejeosconlamuchedumbreparairacercándosepenosamentehaciaél.

—Baden ya sólo necesitaba crear un amasijo de falsas teorías científicas paradarleconsistenciaalfraude.Porqueteníabiendecididoloqueibaahacer:presentarlo que Eugénie hacía de modo natural como si de un revolucionario método decuración se tratase. Ofrecerlo a familias muy adineradas con algún enfermo deinsania y venderles una especie de suscripción a los servicios de ella a precioexorbitante. Explicaba, con astucia de mercader, que los beneficios del supuestométodosólopodríanalcanzaraunnúmeromuyreducidodeenfermos.«Elfluidode

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ellaesprodigioso,peronoilimitado»,argüía.«Perderíasufuerzaysueficaciasiseaplicara a demasiadas personas». Por tanto, la Valmont sólo atendería unos pocoscasosparallegarenellosalacuracióncompleta.Deestemodojustificabalospreciosleoninos que exigía. Eran de tal magnitud que llegaron a poner en dificultadesfinancierasafamiliasmuyacomodadas.

Lasrevelacionesdelcatedráticolevantabanamenudomurmullosycuchicheosenlasala.Maillardaprovechabaesosmomentosparahacernuevaspausas.Sequedabainmóvilycallado,comouncantantedeóperaenesperadesolemnesilencioantesdereanudarsuactuación.

—Señores, Baden hacía más todavía. Presten mucha atención. Para tener unacobertura de impunidad, aseguraba que el nuevo método curativo era objeto deinjusta persecución por parte de las envidiosas autoridades médicas. ¡Sí, como loestánoyendo!Portanto,todoteníaquellevarseacabobajoelmásherméticodelossecretos.De lo contrario, los «corruptos» dirigentes de laAcademia deCiencias yMedicina,muertosdefrustraciónyrencorporelhechodequelaValmontfuesecapazdedejarlosenridículo,ordenaríanelinmediatoyfulminantecesedelassesionesylapersecución de esa mujer providencial, haciendo imposibles las curacionesprometidas.¿Observanlapérfidaastuciadelargumento?Así,Badenpersuadíaalosinteresadosdequeeravitalquelasandanzasdelaparejanollegasenaoídosdelasautoridades. Encontraba así a sus mejores aliados y encubridores en las personassometidas al fraude. Dictaba la ley del silencio a aquellos a quienes estafaba. ¡Y,encima,esasfamiliasengañadasaúnleestabanagradecidasporhabersidoescogidasentre muchas otras! ¡Audacia insuperable la de Klaus Helmut Baden! Prontoresponderáporellaantelostribunalesdejusticia.

Un aplauso coronó aquellas últimas palabras.Maillard lo había provocado conhistriónicosademanes.Pero,alavez,comounoradorsagradoresueltoaatajartodoalboroto en el templo, lo cortó con un gesto enérgico tras haberlo dejado elevarseunosinstantes.

—Claro es que él nunca habría podido salirse con la suya de no contar con lacrédula complicidad de esos ciudadanos. Nuestra sociedad todavía es muy dada aconfiar en sendas torcidas, curaciones milagrosas o supersticiones animistas parahallarremedioaloquenolotiene.Talveznomecreanustedessilesdigoque,aúnhoy,algunasdeesasfamiliasprotestanairadamenteporlaintervencióndelapolicíaylasupresióndelassesionesdepretendidomagnetismoqueseveníancelebrandoenun palacete de Versalles, cedido, por cierto, de modo gratuito por uno de losafectados. ¡No les basta con que el fraude haya sido desenmascarado y explicado!¡Preferirían seguir con el engaño!Con todos los respetos: ¿se ha visto alguna veznecedadmásgrande?

Un murmullo de incredulidad recorrió la asamblea. Algunos estudiantes

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prorrumpieronencarcajadas.Maillardlosacallódiciendo:—¡Señores,reservensusrisasparaloquevanaoíracontinuación!Elmarquésde

LaVignebleue,cuyaaparienciafueadoptadaporelseñorHelvetiusparaintroducirseen el garito de los impostores, pretende ahora querellarse contra la policía porque,segúndice,conaquellamaniobraseatentócontrasudignidadysuhonor.

Elcoroderisotadassegeneralizó.Sincortarlas,Maillardelevósuvozporencimadelabarahúndayclamó:

—¡YasólofaltaquelosperjudicadosseunanparapagarleslosmejoresabogadosdeFranciaaBadenyalaValmont!

Los estudiantes, cada vez más regocijados, alabaron la ocurrencia. Mahot,Helvetius yMenjoul mantenían una compostura sobria, pero cada vez les gustabamenos el tono que iba cobrando la sesión. Barrès, entre penalidades y pisotones,estabayamuycercadelasientodeljuez.

—Llegamosahoraa lomásasombrosoe inaudito, señores.Nopierdanpalabra.Badensabíamuybienqueelfabulosonegocioqueteníaenmarchanopodríadurarmucho.EugénieValmont,consusexcepcionalescualidadeshipnógenas,sugestionabaalospacientesyleshacíavivirgratosespejismosdealivioymejoría.Perounavezpasados los efectos de la sugestión magnética, las depresiones y los desvaríosaparecíandenuevo,agravadosincluso.Ellanopodíallevarlosaunamejoríaduraderay progresiva y,muchomenos aún, a una curación final. Con el paso de un ciertotiempo, hasta esas familias crédulas y ciegas iban a comprender la magnitud delengaño: sumas ingentesdedinero a cambiodenada al final.Todas las esperanzas,defraudadas.Elescándalo.Denuncias.Persecución.CorreríalavozportodaEuropa.Ya no quedaría una sola ciudad civilizada donde Baden y la Valmont pudieranrecaudar nuevas cuotas. La gallina de los huevos de oro, muerta y enterrada. Portanto,laúnicaposibilidaddegranlucroconsistíaenintensificarlasgananciasantesdeque fuesedemasiado tarde.PeroBadennopodía exprimiry explotar aEugéniemás de lo que ya lo hacía. En realidad, claro, era cierto que su energía no erailimitada. No resultaba posible ampliar más el círculo de pacientes sin que sedebilitaraelefectoenquesebasabalasuperchería.PeroelcerebrocriminaldeKlausHelmutBadennodescansaba.Yasí llegóaunaprimera idea, aún imperfecta,paraextender el negocio mientras fuera viable hacerlo: una figura de cera de absolutasemejanzaconlaValmont.

Maillard dejó unos instantes en suspenso al auditorio. El silencio esta vez eratotal,conunasolaypequeñaexcepción.Barrès,quehabíayaconseguidollegarjuntoal magistrado Menjoul, le susurraba algo al oído con expresión cariacontecida.Pálido, el juez le transmitió a Jacques Mahot la noticia que acababa de recibir.Helvetiuslaconociódelabiosdelsuperintendente.Enlosrostrosdelostreshombresquedóreflejadaunahondaemoción.

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13Lasúbitapartidadedosinvitadosdehonor

MENJOUL, Helvetius yMahot celebraron un rápido conciliábulo. Concluido elmismo,eljuezyelsuperintendenteselevantarondesusasientosyseabrieronpasocon autoridad entre el gentío. Barrès no tuvo esta vez dificultades: avanzócómodamenteporelpasilloquelosotrosdosleabríanhastallegaralasalida.

Maillard,quenosehabíadadocuentadelamarchasúbitadelosdosinvitadosdehonor,continuabaenusodelapalabra,infatigable,creciéndoseensualardeoratorio:

—Badenhabíaobservadoquelospacientes,despuésdehabersidosugestionadosvarias veces por la Valmont, reaccionaban ante ella con una especie de reflejocondicionado.Sóloconverla, sinqueEugénieseemplearaa fondoni,en realidad,hiciesenada,experimentabanladeseadasensacióndealivioybienestar.Pordecirlode algún modo, la poderosa sugestión inicial se había convertido en unaautosugestión que cada enfermo ejercía para sí sin darse cuenta. En vista de ello,Baden decidió intentar el desdoblamiento con una figura de cera. Así se podríaduplicarelnúmerodesesionesmagnéticasy,conello,eldefamiliasqueaportasendinero. Pero la forzosa inmovilidad de la figura de cera constituía una limitacióngrave.Laautosugestiónqueprovocabaenlospacienteseraescasa,insuficienteparasostenereldoblefraude.FueentoncescuandoBadendioconlasolucióndefinitiva.

Maillard se recompuso lasvestiduras, comoungranactorpreparándosepara laescena cumbre tras un invisible telón. Acto seguido, acometió la fase final de sudiscurso:

—En aquellos días se presentaba en París una figura mecánica del señorHelvetius, la conocida como El Gran Magnetizador, un autómata que parecesugestionar e hipnotizar. Eso era lo que Baden necesitaba, lo que le permitiríamultiplicar el negocio en varias ciudades almismo tiempo.Helvetius era el únicoartífice capaz de crear un autómata que tuviera un exacto parecido con Eugénie,ademásdeunaconvincenteaparienciadevida.Luego,unavezobtenidoeloriginal,la figuraseríacopiadaporconstructoresdemenor talentohasta reunirunapequeña

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colección de Eugénies dispuestas para entrar en acción. Se acostumbraría a losenfermosaverlaaella,laauténticamujer,haciendolosmovimientosmecánicos,paraluego reemplazarla por una cualquiera de las figuras en un ambiente de artificiosoritual. Los pacientes no iban a darse cuenta del cambio, pero los familiaresacompañantes sí. Baden ya había previsto cómo superar ese inconveniente.¡Asómbrenseantesuinsuperabledesfachatez,señores!Leshabíadichoyaaalgunosde sus «clientes» que, en ocasiones, la Valmont sería sustituida por una figuraanimada para dejarla descansar y darle ocasión de hacer nuevo acopio de fluidomagnético, y también para impedir que los pacientes adquiriesen excesivadependenciadirectadeellaenelprocesodecuración.Yanoteníaimportanciaqueelgran embuste sólo se pudiera sostener por un tiempo limitado hasta agotar lapaciencia y la credulidad de las familias. La suma recaudada iba a ser apoteósica.Cierto es que para conseguir que el señor Helvetius construyera el primer eindispensableautómataibaasernecesariocorrerriesgosdeciertaimportancia.PeroBadennodudó:podíaasumirlosgraciasalmurodesilencioyencubrimientoquelorodeaba.

Helvetiussesentíaagobiadopor lacargadaatmósferadelsalón.Debuenaganahabría salido fueraa respirar aire limpio.Peronopodíaausentarseaún.Teníaalgoimportantequehacerenaquelacto.Esperó,dejandoquesupensamientovagaraporlosrecientesacontecimientos.

—El mayor riesgo para Baden, el único ya que de verdad podía hacer que lamonstruosamaquinaciónsederrumbara,eraprecisamenteEugénieValmont,lamujerhipnógena.Elprusianohabíalogradoganarsesuvoluntadyconvertirlaenunaaliadacasitanfaltadeescrúpuloscomoélmismo.PerohabíallegadoelmomentoenqueelsometimientodelaValmontempezabaaresquebrajarse.Ylohizodespuésdehaberalcanzado su cota más alta. Diré sólo de pasada que, en el apogeo de su poderhipnótico,esafabulosamujerfuecapazdehacerlecreeraunhombredefacultadesbien templadas, como es el señorHelvetius, que una dama con el rostro quemadohabíaidoavisitarlesecretamente.EsamujernoeraotraquelapropiaEugénie,cuyacaranotienelamenorlesión.Peroinfluyóennuestroilustreautomatistaylollevóaveryaconvencersede locontrario sinemplearniungramodemaquillaje.Ymástodavía, señores. Fue capaz, en una proeza delictiva sin precedentes, de reducir aestadodepasividadhipnóticaatrescurtidosagentespolicialesporespaciodemásdequinceminutos.ConmenosleshabríabastadoaellayalosdossecuacesdeBadenque la secundaron en la acción para robar el autómata deHansHelvetius. Pero, altratardeponerloenmarcha,comprendieronquelehabíasidoretiradounmecanismoindispensableparasufuncionamiento.Asíquelobuscaronhastadarconél,yaque,lamentablemente, estaba en el mismo edificio. Luego huyeron sin dejar el menorrastro,nisiquieraenlamemoriadelostreshombresdeguardia.

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La sorpresa y la admiración de los presentes no pudieron contenerse por mástiempo.AunariesgodeperdersealgunaspalabrasdeMaillard,todossesumaronalclamorgeneral.

Elcatedráticofuecondescendienteyesperósininmutarse.Luego,entonomenosespectacularaunquemásintenso,prosiguió:

—Conesaformidablegesta,EugénieValmontllegóalcenitdesusposibilidades.Y,seguramenteporhaberlasforzadoenexceso,empezaronadebilitársele.Esoobróuncambiodecisivoensuconciencia.NotuvobastantecorajeyenterezacomoparaescapardeBadenodescubrirloshechosantelasautoridades.Tambiénesverdadqueél, recelandoalgo, la teníabajovigilancia casi continua.TalvezEugénieguardabahaciaBaden, todavía,unsentimientoparecidoa la lealtad.Peroalgodentrodeellahabía dicho «basta». LaValmont empezó entonces a cometer errores.No diré quefueronplenamenteintencionados,perocreoquesurgieroncomoconsecuenciadesusdeseos de expiación. El primero de ellos consistió en acudir al Hospital de laMisericordiapararendirvisitaaunaancianaqueellahabíaconfortadoenlostiemposenquenotodolohacíapordinero.Allífuereconocida.LapolicíadeParísbuscabaelautómata robado, que era su viva estampa. Esta sola imprudencia pudo habernosllevadoaladesarticulacióndelatrama.Perohubounsegundoerrordeconsecuenciasmásgravesydefinitivas.Esanueva torpeza, en realidad, la cometieron ambos.Noobstante, Baden incurrió en ella forzado por una situación que Eugénie habíaprovocado. La Valmont sentía que sus fuerzas hipnógenas declinaban. No podíacumplir con la eficacia de antes el fuerte ritmo de actuaciones que el prusiano leexigía. La relación entre ambos se deterioraba por momentos y era cada vez mástensa.AsíllegóundíaenqueEugéniesenegóaactuar.Badennoconsiguióhacerlasalirdelacamaencuarentayochohoras.Seguroqueellanecesitabaesedescanso.Pero no quiso interrumpirlo ni cuando una de las últimas clientes incorporadas algrupo de expoliados solicitó con la mayor insistencia que la Valmont fuese a sudomicilioparaasistirasuhija,sumidaenunaagudacrisisdeabuliadepresiva.Lasreiteradassúplicasdeesaseñora,ylasmásreiteradasnegativasdeEugénie,obligaronaBadenadesplazarseélmismoadichodomicilio.Unavezallí,seatrevióaactuarcomomagnetizador. Lo había hecho ya otras veces. Estaba habituado a jugar confuego.Todovalíaparasalvarlasituación.Perolasalvócontanmalafortunaquedejóa la joven sumida en un grave trance hipnótico. Y ni siquiera se dio cuenta.Abandonólacasacreyendoqueellaquedabaenunsueñotranquiloyprofundo,nadamás. Este percance fue el que acabaría llevándolo a la celda que ahora ocupa. Yquiero hacerles observar que ni bajo tan alarmantes circunstancias esa madre sedecidióadenunciaralcausante.Porelcontrario,mintióenlos interrogatorios.AúnseguíaconfiandoenlaValmontparalacuracióndesuhija.Veandenuevo,señores,aquégradodesumisiónllegabanlosesperanzadosparientes.

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Maillardefectuóentoncesunaestudiadaevoluciónporelentarimadoysedispusoalanzarsuúltimaargumentación:

—Aprovecholacircunstanciadequeseencuentrenaquíelseñormagistradoyelsuperintendentedelapolicíaparahacerunaconsideraciónfinal.

Algunos asistentes volvieron la cabeza y se dieron cuenta de que los dospersonajes aludidos ya no se encontraban en la sala. El catedrático no se habíapercatadoaúndelhecho,perolaactituddelosespectadores lehizorepararenello.Quedóunmomentoatónito,sinsabercómointerpretaraquellasausencias.Helvetiusselevantóytomólapalabra:

—LosseñoresMenjoulyMahotsehanvistoobligadosaabandonarlasalaporunasuntodegranurgencia.Mepidieronquepresentaradisculpasporello.

Maillardretomóenseguidaeldominiodelasituación:—No necesitaban disculparse, pero muchas gracias, señor Helvetius. Son

personassobrelasquepesanresponsabilidadesquepuedenrequerirsupresenciaencualquier momento. Pero ello no me impedirá pronunciar las palabras que quieroponganfinaesteacto.Durantelosdíaspasados,enmicalidaddeconsultorforense,tuveocasióndetomarparteenlosinterrogatoriosaEugénieValmontyKlausHelmutBaden.Ymepreguntéendiversosmomentos:¿quéhabríasidodeellaenelcasodequetodohubieseterminadocomosuindignoamanteteníaplaneado?Enmiopinión,unavezreunidalafabulosasumadedinero,Badenhabríaacabadoasesinándola.Porfortuna,notendremosoportunidaddecomprobarlo.Detodosmodos,elconceptoqueél me merece ha quedado ya bastante claro. Quiero matizar ahora la idea que hepodidoofrecerlesdeEugénieValmont.Esculpable,sinduda,pero tambiénvíctimadesupropiacondicióndepersonaextraordinaria.Meatrevoapedirlealtribunalqueno extreme su rigor en la condena que habrá de imponerle. No soy su abogadodefensor: no podría serlo. Pero no quiero abstenerme de alzarmi voz en su favor.Ahoraesunamujerdestrozada,hundidaporcompleto.Susportentosasfacultadeslahanabandonado.Enmiopinión,parasiempre.Ellaesenestosdíaspresafácildeunexacerbadoremordimiento.Ynoolvidemosqueconsuserrores,consuresistenciaaobedeceraBadenenmomentosdecisivos,estababuscandolacatástrofeexpiatoria,elfindelaoscuratrama.Amientender,esolaexculpaenparteylahacemerecedoranodelperdón,perosídeunabuenadosisdeindulgencia.Señores,hedicho.

Maillard sacó un pañuelo y se enjugó la frente. Sus argumentos finales,expresados con sinceridad auténtica, habían causado mella en los oyentes:permanecíancalladosysinmoverse.

Enmediodelimponentesilencio,HansHelvetiusselevantódenuevoydijo,convozaltayquebrada:

—PordeseodelmagistradoAntoineMenjoul,cumploencomunicarqueEugénieValmonthapuestofinasuvidaestamañanaenlaceldaqueocupaba.

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Lanoticiacausóunainstantáneaconmociónenlasala.Elgentíoreaccionócomosisetrataradeunadesgraciaque,dealgúnmodo,atodosincumbiera.PerotodavíafueMaillard,desdeelestrado,quienpronunciólasúltimaspalabras:

—Señores,antehechotandolorosoeirreparable,ruegoaustedesquealsalirdeestelugarrecenporelalmadelainfortunada.Esloúnicoquepodemoshacerya.

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14Datosparalahistoria

LAS autoridades hicieron cuanto estuvo en sus manos para que el entierro deEugénie Valmont se efectuara lo más discretamente posible, al margen de lamorbosidadpopularydelsensacionalismodediariosygacetas.

Elobjetivosealcanzóenbuenaparte.Sinembargo,apesardelsigiloconquesellevó a cabo la conducción del féretro, no pudo evitarse que varios centenares decuriososestuviesencongregadosenelcementeriodelEstealallegadadelosrestosdelasuicida.

Elsencilloataúdfueintroducidosinlamenorceremoniayatodaprisaenunodelosnichosdepropiedadestatalqueseutilizabanenaquelloscasos.

Entre las personas que allí se dieron cita, se encontraban algunos familiares deenfermos que habían estado en relación conEugénie.En sus rostros se apreciabandesconciertoydesolación.Senegaronaresponderalaspreguntasdelosperiodistasllegadosallugar.

De acuerdo con el procedimiento adoptado, ningún alto cargo oficial estuvopresente en el fúnebre acto. Tan sólo se produjo, ya al final del breve sepelio, lapresenciafugazdeHansHelvetius.Suexpresiónerasobria,peroparecíahabersalidodeunalarganochedeinsomnio.

DURANTE EL PROCESAMIENTO de Klaus Helmut Baden y sus cómplicestuvieron lugar algunas escenas tumultuosas. Las provocó el principal acusado condesafiantesrespuestas,quecausaronescándaloeindignaciónylevantaronabucheosdecensuraentreelpúblicopresenteenlasala.

Baden se mantuvo en actitud arrogante y retadora en todas las sesiones delproceso.Sóloalfinal,cuandolefueconcedidalapalabraparaquehicieraelúltimoalegatoensudefensa,adoptóuntonoalgomásrazonable,que,sinembargo,nollegóaconvenceranadie.

DijoBaden:

—Ellatransmitíaunbienestarverdaderoalosenfermos.Ningúnmédico,nielmáseminente,podríahacer lomismo.Losdoctoresestablecidosy sus

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academias persiguen con saña a todo aquel que los pone en evidencia. Lollaman,despectivamente,curandero,charlatán, sanador falsario,milagrero,chupasangres, parásito de la ignorancia del pueblo. Sienten un pánicoenormecuandounodeesossanadoresamenazaconarrebatarleslaclientela,especialmente lamás acomodada, demostrando de paso lo poco que sabenlos alienistas oficiales de la mayor parte de dolencias de la mente. Enrealidad,nosabencasinada,perosenieganareconocerlo.Porlovisto,sutalentosereducealquesenecesitaparadenunciaryperseguirlosfenómenosqueescapanasucontrol.

Aquellas palabras provocaron malestar y algunas muestras de repulsa entre elpúblico.Badencontinuó,sinhacercaso:

—Se me acusa de un delito múltiple de estafa, abuso de confianza yfraude terapéutico. Pero no me cansaré de insistir en que las familiasentregaron su dinero voluntariamente. Yo no tenía más argumentos deconvicciónque los resultadosque losmismosparientesobservaban cuandoEugénieestabaenpresenciadelosenfermos.Entonces,conenteralibertad,decidíansisuscribirseonoanuestroserviciodeasistencia.

Aunque no le correspondía intervenir en aquel momento, el fiscal no pudocontenerseyclamó:

—¡Encandilados con falsas promesas de una curación que no iba aproducirse!Además,yaherepetidohastalasaciedadqueelhechodequelavíctima de una estafa entregue su dinero de modo voluntario no anula enabsolutoelcarácterfraudulentodelaoperación.

Badenrecuperóentoncestodasufieraaltivezyseconvirtióenacusador:

—¿QuiénsabesiEugéniehabríasidocapazdelograrlascuraciones?Loúnico cierto es que ya no tendrá ocasión de demostrarlo. La infamantedetencióndequefueobjetoylavergüenzadelacárcellallevaronasufataldecisión.Conellasehaperdidounagranesperanza.¡Estetribunalyquieneslo sustentan son los responsables! ¡Por ello todos ustedes deberían sersentenciadosmuchomásduramentequeyo!¿Dequése lesacusaría?Yolodiré: ¡de haber cometido un asesinato legal en la persona demi asociadaEugénieValmont!

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El fiscal saltó de nuevo demanera fulminante. Sus gritos atronaron la sala deaudiencias:

—¡Noymil vecesno,Baden!Sólousted laarrastróa ladesesperaciónexplotándola inicuamente y cargando su conciencia con gravesremordimientos.

En vista del cariz que tomaba el enfrentamiento, elmagistradoMenjoul, comopresidentedeltribunal,dioporterminadoelalegato.AKlausHelmutBadennoselevolvióaoírniunapalabra.Alparecer,sedioporsatisfechoconloyaexpresado.

La sentencia fue dura con el prusiano, aunque no tanto como algunos habíanimaginado o deseado (ciertas plumas pedían la guillotina para él en las gacetas deParís).Catorceañosdereclusiónmayorydiversaspenascomplementariasrecayeronsobre Baden. Sus apelaciones no obtuvieron resultado. Sus secuaces fueroncondenadosapenasmenores.

QuedóestablecidoenelprocesoqueelfalsoabogadoJulienBarois(éstenoeramásqueunodelosmuchosnombresqueutilizaba)ysuacompañantetransformistasólo habían intervenido en el caso Baden-Valmont como negociadores ante HansHelvetius, sin estar vinculados de modo directo a las restantes actividades de lapareja.Por consiguiente, enaquelprocesonopesabancargos sobreellos.De todasmaneras, no había resultado posible apresarlos cuando en los primeros días se losbuscóporconsiderarlosmásgravementeimplicados.Sellegóalaconclusióndequeestarían en cualquier otra capital europea entregados a la práctica de fraudes sinrelaciónconlasmaquinacionesdelprusiano.

LamujerautómatadeHansHelvetius,laoriginalygenuina,fuerecuperadatraslosprimerosinterrogatoriosaEugénieValmont.EstabaenunacasadeParísdondesehacíanyasesionesdemagnetismopor lasmañanasutilizando la figuraanimada.Apesarde lasmanipulacionesaque lahabíansometidoFontaneysusoperariosparaestudiarlayconstruirlasreproducciones,estabaenbuenestado.

Surgió después una larga polémica legal acerca de la propiedad de la figura.AlgunosjuristasdefendíanqueelprimerpagopercibidoporHelvetiusequivalía,porsucrecido importe,alpreciocompleto.Por tanto,dadoqueelpagosehabíahechoconunapartedeldineroobtenidoporBadendelasfamiliasperjudicadas,éstaseran,conjuntamente,lasverdaderaspropietariasdelamujerautómata.

OtrosjurisconsultossosteníanquesóloHelvetiuspodíafijarelpreciototaldesutrabajoydecidir,portanto,sielanticiporecibidoeraonosuficiente.Denoserlo,élcontinuaríateniendodominiosobrelafigurahastaquealguien,fuesequienfuese,lepagaraelimporterestante.

ElpropioHelvetius intervinoenlacontroversia.Conánimodezanjarla,ofreció

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devolvertodocuantohabíapercibidoalasfamiliasengañadasporBaden.Intentabaasí recuperar plenos derechos sobre la figura. La oferta, sin embargo, no tuvo ecoentreaquellasfamilias:nuncadefinieronclaramentesupostura.

Llegaron también ofertas de varios coleccionistas millonarios, en su mayoríaciudadanosdeAméricadelNorte.Algunodeellosestabadispuestoa indemnizaralasfamiliasyacubrirelpreciorestantequeHelvetiusfijara.

Apesar de tales ofrecimientos, que convirtieron la polémica en una especie desubasta internacional, Helvetius nunca fijó el precio complementario. Por tanto, elproblemadelapropiedaddelamujerautómataquedósinresolver.

Lasautoridadesjudiciales,obrandoenconsecuencia,ordenaronlacolocacióndelafiguraenunembalajeacolchadoyprecintado,quequedóbajocustodiaoficialenesperadequealguienacreditaraserellegítimopropietario.

Nohubomayor problema con las seis reproducciones queFontane y los suyosestaban realizando. Por tratarse de copias ilegítimas, fueron destruidas porfuncionariosdelamagistraturasinquenadiemanifestaraoposición.

MásturbiofuelorelacionadoconeldoctorCharlesRenard,director-propietariodelaclínicadelujoLaAurora.Envirtuddelpactosuscrito,nofueconvocadocomotestigo durante el proceso. Ni su nombre ni el de su establecimiento fueronmencionados. Pero Menjoul casi llegó a la certeza de que Renard, a cambio dedinero, lehabíadichoaBadenenqué familiasdeelevadaposiciónhabíaenfermosmentales.Contodo,eljuezseresistióadarporseguraaquellasospechahastaquelefue posible averiguar que Renard había sufrido grandes pérdidas económicas eninversionesdeguerra,hastaelpuntodequedararruinado.Nisiquieralaclínicapodíayaconsiderarsesuya:estabagravadaporunafuertehipoteca.

No obstante, su actividad al frente deLaAurora aún le bastaba aRenard parallevarunavidadesahogadaenlosañosquepudieranquedarledevida.Lapreguntasehacía inevitable: ¿para qué necesitaba el dinero deBaden? Se efectuaron discretasindagacionesyalfinapareciólarespuesta:Renardseestabaconstruyendoensecretoun fastuoso panteón en el elegante cementerio del Père Lachaise. Ambicionaba lagloriafuneraria,erasumayoryyaúnicodeseo.AlconocerlafúnebremegalomaníadeCharlesRenard,Menjoulestablecióunaopinióndefinitiva:elalienistahabíasidocómplicecircunstancialdeKlausHelmutBaden.

ABarrès,sinembargo,lequedabanciertasdudas.Paradespejarlas,lepreguntóaljuez:

—¿Por qué Baden no sobornó a algún enfermero o miembro del personalauxiliar?Eramenospeligrosoylehabríasalidomuchomásbarato.

Menjoulyahabíapensadoenello.Leexpusosusconclusionesalsecretario:—Seguro que lo intentó. Pero Renard guardaba el secreto muy celosamente.

Tenga en cuenta,Barrès, que para esas familias aristocráticas el hechode tener un

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enfermodeinsaniaseconsidera,ademásdeunadesgracia,unavergüenza,unsíntomade supuesta impureza de sangre. La Aurora garantiza una discreción absoluta. ARenardlehainteresadosiempre,paralabuenamarchadelnegocio,quenosesupieraa qué familias pertenecían los internados.Por ello, sólo él podía venderle aBadenuna información amplia y detallada.Estoy convencido de que el prusiano se habíaenteradodelabancarrotadeRenardyporelloloconsiderabavulnerable.

Peseatodo,eldirectordeLaAurorasesalióconlasuya:nofuemolestadoporlajusticia.ElúnicodisgustoquerecibiófueelcausadoporunaleveamonestacióndelaAcademiadeCienciasyMedicina,delaqueeramiembro.Enlanotaprivadaquelefue remitida se le reprochaba «no haber actuado con la debida firmeza y energíaponiendodeinmediatoenconocimientodelasautoridadeslassospechosasvisitasdeKlausHelmutBaden».Todos sabíanque era culpable, peronadie llegó adecírseloabiertamenteniaaplicarlesanciónalguna.

CharlesRenard falleció quincemeses después del procesoBaden.Como habíadejado dispuesto, fue sepultado en su panteón de ensueño (de manera solitaria yexclusiva, ya que no tenía descendientes ni familia directa), rodeado en su reposoeternoporestatuasarcangélicasdelamásfinacinceladura.

Menjoul nunca pudo comprender a las personas que, comoRenard, realizabangrandesesfuerzosoincurríanendelitosparaasegurarselamagnificenciaenlaúnicadesusmoradasquenoibanadisfrutarenvida.

Como era de esperar, el anonimato deHelvetius en París quedó vulnerado. Sutaller-vivienda seveía asediadodecontinuopor todaclasedecuriosos.Ni siquierapodíapaseartranquilamenteporlascalles.Losdiarioshabíanpublicadodibujosdesurostroyeraconocidopormuchosciudadanos.

No era capaz de seguir trabajando en aquellas condiciones. Pensó primero entrasladarseaotrolocalenelmismoParísosusalrededores.Prontocomprendióquesería unamedida insuficiente. Los ecos del sensacional caso de lamujer autómatatardaríanmucho en apagarse. Decidió al fin,meses después de la terminación delproceso, mudarse a Lyon. Se despidió de las pocas personas cuyo trato habíafrecuentadoy,muyenespecial,deGeorgesyJeanydeljuezMenjoul.Luegoafrontóellaboriosotraslado.

Y aquí acabaría la narración de los hechos de no ser porque… quedaríaincompleta.

En lo descrito hasta ahora se oculta un secreto. Algo que se hamantenido ensilenciohastaahora.Algoqueahorapuedeseryarevelado.

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15Cuatroañosdespués

FUEenlamañanadeldía24deseptiembrede1825.Unamujer,vestidademodomuy humilde, salió por el portón lateral del convento de las religiosas de laAdoración,enlapequeñalocalidadnorteñadeVillefranche-du-Bois.Llevabaelpelomuycorto.Surostronoparecíahaberconocidonuncalosartificiosdelacosmética.Denohabersidoporsuedad,cualquieralahabríatomadoporunajovennovicia.

Su nombre, Claire Amiens, nada nos dice por elmomento. Llevaba una bolsaligera conmuy escasas pertenencias. Se la veía indecisa y desorientada.Miró a sualrededorysecubriólosojosconlasmanos.Laluzdelsolladeslumbraba.

Caminó después, sin prisa, hacia la plazuela arbolada que estaba cerca delconvento.Quedó confusa y sorprendida al advertir la presencia de un hombre queestabasentadoenunode losbancosdepiedra.Alverlo levantarseycaminarhaciaella,bajólamiradayseencogiódeunmodocasiimperceptible.Elhombrecontinuóacercándose.Ella ya lohabía reconocido.Cuando lo tuvo ante sí, le preguntó, convozinsegura:

—¿Todavía…enojado?—Conustednuncaloheestado—repusoelhombre.Transcurrió un silencio denso y breve. Después, Claire Amiens se atrevió a

preguntar:—¿Porquéhavenido?—Supongoque ahora se encuentra en situacióndedesamparo.Deseobrindarle

ayudamientraspuedanecesitarla.Aquellamujerdetezmuypálidaseestremecióaldecir:—Esustedmuy…considerado.Así empezó lo que iba a ser una relación intensa como pocas. Aquellamisma

tarde,ambosemprendieronviajeaZúrich,ciudadderesidenciadelhombre.Sólolamuertepudosepararlos.Ellacayóabatidaporunasfiebresenelveranode

1848.Después,porloquesesupo,nohubootramujerenlavidadeaquelhombre,comonolahabíahabidoantesdelotoñodel25.

El personaje masculino que fue a Villefranche-du-Bois aquella mañana sellamabaHansHelvetius.Ella,yalohemosdicho,ClaireAmiens.Peroéstenoerasuprimer nombre. Hasta la edad de treinta y un años se había llamado… Eugénie

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Valmont.Muypocaspersonassupieronlaverdadensumomento.SóloMenjoul,Helvetius,

Mahot,Barrès,unforense(noMaillard,desdeluego)yunoscuantosfuncionariosdeprobadafidelidad.

Los tres primeros concibieron la idea. Los demás los ayudaron a llevarla a lapráctica.Todosguardaronelsecreto.Sólounodeellosviveaún.Yapuedeserdadoaconocerelmisericordiosoengañoqueperpetraron.

El suicidio de Eugénie Valmont en su celda fue una noticia falsa. Pero podíahabersidoauténtica.EllalehabíaconfesadoaMenjoulquesentíafuertesdeseosdeacabarconsupropiavida.Estabatandesmoronadacomopuedaestarlounapersona.Eljuezcomprendióqueellanoibaapodersoportarladurapruebadelprocesoquelaaguardaba.

Decididoahaceralgofueradelousual,llamóunavezmásaconsultaaHelvetiusyalsuperintendente.Elautomatistapropusoqueladejaranescaparantesdeliniciodelassesionesen laaudiencia.Peronoeraunasoluciónviable.Eugénienoestabaencondiciones de sobrellevar una existencia de prófuga.Ni siquiera parecía capaz devalerseporsímisma.Además,teníaunadeudapendienteconlajusticia.Aunquesusculpasadmitieranatenuantesdepeso,noselepodíaregalarlaimpunidad.

Después de una larga noche de debate, mientras ella, ignorante de todo,languidecía sola en su celda, concibieron una solución irregular, audaz y sinprecedentes.

A primera hora de la mañana, Eugénie recibía la visita de Menjoul y erainformadadeloquelostreshabíanideado.Ellapermaneceríaporespaciodecuatroaños,conunnombrefalso,enunconventodeclausura.Redimidaasísuculpa,saldríaluego en completa libertad, con el nuevo nombre acreditado con documentos, sinantecedentesnirastroslegalesdesupasado.Paraencubrirlamaniobra,sesimularíasumuerte.

A Eugénie le costó creer que se trataba de un ofrecimiento verdadero. Mas,cuando se convencióde su autenticidad, se aferróa aquella salida comoa laúnicaquepodíasalvarelequilibriodesuentendimiento.

LoselementosconjuradoseligieronlaclasemagistraldelprofesorMaillardcomomomentoidóneoparadaraconocerlafalsamuertedelaValmontycontribuirasuverosimilitudconlaprecipitadamarchadeMahotyMenjouldelaulamagna.

Lasmonjas deVillefranche nunca supieron quién era aquellamujer ni por quémotivoteníaquepermanecercuatroañosentreellas.AcataronlapeticióndeParísyladejaronsobrevivirensumundodeausteridadysilencio.

EugénieValmont,yaClaireAmiens,nuncarecuperósusprodigiosascapacidadeshipnógenas (o si lo hizo en alguna medida, no trascendió del ámbito de suconvivenciaconHelvetius).

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Elautomatista,trasunbreveperíodoenLyon,sehabíaestablecidoensuciudadnatal, Zúrich, donde residió por el resto de su vida. Allí vivió conClaire hasta lamuertedeella.Noobstante,ambosrealizaronfrecuentesviajesporelcontinente,casisiempremotivadosporlaexhibicióndelosautómatasdeHelvetius.

AlosseisañosdelprocesoBaden,eljuezMenjoultomóunamedidalargotiempomeditada.Dadoqueseguíasinresolverselapertenenciadelamujerautómata,dictólasiguienteresolución:

En tanto no sea posible determinar a quién o quiénes corresponde lalegítima propiedad de la figura mecánica que está bajo custodia judicialcomo consecuencia de la instrucción del sumario Baden-Valmont, resuelvoque para su mejor conservación y mantenimiento sea entregada a suconstructor, señor Hans Helvetius, de Zúrich, en calidad de depósitoprovisional, hasta el día en que el propietario o propietarios acrediten demanerasuficientesucondicióndetales.

ComoMenjoul pensaba al ordenar el cambio de destino de lamujer autómata,aquella entrega provisional fue, en la práctica, definitiva. Nadie pleiteó paraarrebatárselaaHelvetius.

Elautomatistasiempreocultóalmundolaanterioridentidaddesumujer,ClaireAmiens.Con el paso del tiempo y la entrada en lamadurez, ella fue perdiendo elparecidoconlafiguracreadaasuimagen.Pudoinclusocomparecerenpúblicojuntoalamujerautómatasinquenadiesospechaselaverdad.

PeronofuehastalaExposiciónUniversaldeLondres,en1851,yadesaparecidaClaire, cuandoHelvetiuspudopresentar, al completo, suGranTeatroMecánicodeAutómatas. Constaba de veinticuatro figuras de tamaño natural y de un sinfín deelementosescenográficos, tambiéndotadosdemovimiento.Eléxito fueclamoroso.El nombre delmecánico deZúrich quedó consagrado para siempre como el de unsupremoartíficeenelartedelaconstruccióndeautómatas.HansHelvetiusnoviviómuchomástrasaquelresonantetriunfo,peropudodisfrutar,comopocoscreadores,sumayormomentodegloriainternacional.

Y finalmente, como cierre a esta singular historia, es deseo del narrador quefigurenlaspalabrasdeunodesusprincipalesprotagonistas.SetratadepartedeunadelasrespuestasdadasporEugénieValmontalmagistradoMenjoul,segúnfiguraenlasactasdelosinterrogatoriosquesiguieronasudetenciónenVersalles:

Séquelecorrespondeunapenaamisactos.Nopretendoeludirla.Pero,aunqueseademasiadotarde,quierodecirquelamentodetodocorazónhabercreado esperanzas infundadas. Sin embargo, juro ante Dios que siempre

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intenté,contodasmisfuerzas,ofrecerelmayoralivioposiblealosenfermos.Quiseabrirlesuna ventanaa laquepudieranasomarsemuchas veces, aunestando yo muerta o ausente. Cruel cosa son las enfermedades delpensamientoyelespíritu.Yomisma,enestosdías,loestoycomprobando.Pormíseríabienvenidocualquieralivio,siquieradeunashoras.Peronovoyatenerlo.Deeso,paramídesgracia,estoysegura.Sólopuedeconfortarmelaindulgenciadelosquesesientandañadospormicausa.Elloshanvistomorirsusfalsasesperanzas.Yo,enestacelda,lashevistomorirtodas.

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Coda:unpequeñoenigmadesvelado

AHORAyasólorestaquedescubramipequeñoeinocentesecretopersonal.Como anuncié al comienzo, yo, el invisible narrador, fui también uno de los

personajesdelahistoriaqueacabasdeleer.Laheescritosindaraconocercuáldeellossoy:unpequeño juego,una licenciaa laquemedabanderecho,creoyo,misaños.

Es posible que el sagaz y atento lector ya haya adivinado mi nombre por sucuenta.Entalcaso,lospárrafosquesiguenserviránparaconfirmárselo.Ysinosehapreocupadodeestedetalle,ahoraconocerálarespuestatambién.

Paracompensarlavanidaddeconvertirmeencronistadeaquelcasomemorable,me he presentado ante el lector bajo tintes irónicos. Nuncame permitiría satirizarburlescamenteaotraspersonas,ymenosporescrito,peronohedudadoenhacerloconmigo.

Éstaesmiúnicapista.Veamos,estimadolector,¿cuáleselúnicopersonajedelanovela al que he caracterizado con descripciones sarcásticas (y, por desgracia,bastanteexactas)?Piensaunmomento.

Lotienesya,¿verdad?Efectivamente.Quien ha escrito estas páginas no es otro (no soy otro) que «el

hombrecilloesmirriado,dediminutaestaturayaspecto insignificante»queestabaalasórdenesdelseñormagistradoMenjoul;esdecir,tuseguroservidorAndréBarrès.

Todas las escenas y situaciones del relato son auténticas. Las he reflejado talcomo las viví o me fueron contadas por sus protagonistas. Las citas de actas ydocumentossonliterales,copiadasdelosregistrosoficiales.

Modestamente,siempretuveaficiónporlaescritura.Soytambiénautordevarioscentenaresdepoemaslíricosquenuncasaldránalaluzpública(yameencargaréyodequedesaparezcanconmigo).

Haceaños,muchosaños,enmijuventud,meprometíescribirundía,noveladaamitorpemanera,lacrónicadelmásextraordinariodeloscasosqueyofueseavivircomo humilde servidor de la justicia. Ahora soy un viejo: el ocio de mi vida deretiradohahechoposibleelcumplimientodelapromesa.

Como el lector ya habrá comprendido, no podía haber duda en la elección. Elcaso de Hans Helvetius y Eugénie Valmont era, sin comparación posible, el

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merecedordemisesfuerzos.Ignoro quiénes y cuándo leerán estas páginas. Tal vez no las lea nunca nadie.

Acasosepierdanparasiempre,comoelrecuerdodemipersona.No importa. Incluso en este último caso (nada improbable, por cierto), doymi

trabajoporbienempleado.Mehapermitidorevivir,conlaintensidaddelaescritura,aquellosdíasapasionantesyextraordinarios.

AndréBarrèsParís,juliode1856

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