El Mito de La Felicidad Gustavo Bueno

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    n n

    la Felicidadutoayuda p ara desengaode quienes buscan ser fel ices

    Por el autor de l mit de la izquierdaGUST VO BUENOGustavo Bueno, El mito de la felicidad, Ediciones B, Barcelona 2005 2011 fgbueno.es

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    a l filsofo Gustavo Bueno nace en 1924y es autor del sistema conocido comomaterialismo filosfico^ . En 1960 seestablece en Asturias donce ejercecomo catedrtico en la ni ver si dad deOviedo institucin en la que colaborahasta 1998 n la actualidad desarrollasu labor en la funda~ inque lleva sunombre que tiene su sede en Oviedo.Fundador de la revista PI BasilisCo esautor de numerosos libros y artculos.Entre sus obras ms importantesdeben sealarse Ensayos materialis-tas Teora del cierre categorial El ani-mal divino Primer ensayo sobre lasCategoras de las Ciencas Polticas Elsentido de la vida El mito de la culturaEspaa frente a Europa Panfleto contrala Democracia realmente existenteTelebasura y democracia El mito de laIzquierda y La vuelta a la caverna.Terrorismo guerra y globalizacin lastres ltimas publicadas en Ediciones B.

    Diseo de cubierta ~ s t i d i o diciones ElFotografa Getty Images

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    SlNE QU O

    mito deutoayuda para desengaio de quienes buscan ser felices

    Barcelona Bo got Buenos Aires Caracas M adr id Mxico D.F. Montevideo Qu i to .Sant iago de Cl ii leGustavo Bueno, El mito de la felicidad, Ediciones B, Barcelona 2005 2011 fgbueno.es

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    1. edicin: abril 2005O Gustavo Bueno, 2005O Ediciones B, S.A. 2005BaiIn, 84 08009 Barcelona (Espaa)www.edicionesb. comPrinted in SpainISBN: 84-666-2063-XDepsito legal: B. 6.666-2005Impreso por PURESA S.A.Girona, 2 6 08201 SabaddlTodos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidasen las leyes; queda rigurosamente prohibida, sin autorizacionescrita de los titulares del copyright la reproduccin total o parcialde esta obra por cualquier medio o procediiniento, comprendidosla reprografa y el trataiilieiito informtico, as como la distribuciilde ejemplares n~ediante lquilei- o prstamo pblicos.

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    lmito de la felicidadutoayuda para desengafio de quienes buscan ser felices

    Gustavo Bueno, El mito de la felicidad, Ediciones B, Barcelona 2005 2011 fgbueno.es

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    IntroduccinSobre la posicin de este libro en el conjunto

    de la literatura de la felicidad

    1. La literatura de la felicidad no se compone slo de librosEl libro que el lector tiene entre sus manos es un libro sobre la

    felicidad. Un libro que se aadir al enorme montn de libros quesobre el mismo asunto, o colindantes, se han publicado a lo largo delos siglos y, sobre todo, en las ltimas dcadas. Libros que junto conotros muchos escritos que se refierer, a la felicidad (artculos de revis-tas acadmicas o mundanas, peridicos, antologas de frases sobre lafelicidad o sus contrarios, pero tambin prospectos que acompaan aenvases de drogas tranquilizantes, euforizantes, carteles publicitarios,canciones o leyendas estampadas en camisas, bolsas, insignias con elrtulo Don t Worry, e Happy , que transcribe, al parecer, la frase quepronunci en 925 el Avatar indio Meher Baba) constituyen un con-junto de material impreso al que bien podramos denominar literatu-ra de la felicidad.

    2 Literatura de la felicidad y felicidad grafa(Qu adelanta el lector con todo lo que acabamos de decirle? (N o

    es por completo superfluo que comencemos dicindole que el libroque tiene entre sus manos es un libro sobre la felicidad, como si el lec-tor no lo supiera desde el momento en que ha ledo el ttulo y el ndicede este libro?

    Mi respuesta se orienta obviamente en el sentido de la defensa delprimer prrafo de esta introduccin. Y si el lector presta un poco de

    Gustavo Bueno, El mito de la felicidad, Ediciones B, Barcelona 2005 2011 fgbueno.es

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    atencin, se dar ccenta de qce e prrafe de referencia aade bastamea lo que sabe quien ya ha comenzado a hojear el libro que tiene entreSUS manos.

    Sabe el lector al tomarlo que este libro trata sobre la felicidad. Loque, en el primer prrafo de su Introduccin, aade el autor es una in-vitacin al lector para que recuerde que hay muchos libros sobre elmismo asunto; ms a.n, le sugiere la posibiiidad de agregar a ios libros

    .sobre la felicidad otros escritos sobre la felicidad que "o son ibios, afin de formzir 3211 nl~eveoncepto capaz de enol nh ~rA L tJe, ~ e na de-i~iii iacii e

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    Aadiramos, en son de corroboracin: AcasoDios, que es felizpor esencia, necesita leer libros sobre la felicidad? La sentencia, hoymuy repetida en contextos publicitarios, lavida no est para compren-derla, sino para vivirla para disfrutarla), tambin es interpretada mu-chas veces, al modo anglo-zen, en este sentido: La felicidad no est enlos libros, en la literatura, sino en la vida. Obviamente la vida, fuen-te de

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    T7.T7....-.o. ,.....,..A .. m ...-o A-.-..-.--+- a ..--...-m.. .v l v l l (Luilu;dLiabluli y u ~u l lw a C W I I I ~ I l l l r ; ~ c auscl ; l YuT; SS O C S C ~ ~ -bicndo o leyendo podemos llegar a comprender, segn aquella ob-servacin de Aldous Huxley: Leer, la mejor manera de no pensar).Pero, ya sean el leer o el escribir operaciones que conduzcan al com-pender , ya nos alejen de l, lo que s es cierto empricamente es que elescribir, y sobre todo el leer, les sirve a muchos para pasar ratos feli-ces, por lo menos tan felices como los que otros, o eios mismos en sui l.Ll,Lnentc, experimentan a viaja:; al ccnversa:; u ver ufiu pelicu a oatender a la televisin.ivs an: cabra sospechar si el xito de la clase de libros que (dentrode la literatura de la felicidad) llamamos libros de autoayuda, sobretodo aquellos que han sido i~iultiplicados asi eri tantos ejemplarescomo la Biblia, El Capital O el Libro Rojo -por ejemplo el libro deDale Carnegie que tengo encima de la mesa, C m o disfrutar de la viday del trabajo Primera parte: siete caminos hacia la paz y la felicidad(Edhasa 2001); dice haber alcanzado veintin millones de ejemplares-se debe tanto ms a que son esos mismos millones de ejemplares los queproporcionan felicidad al lector, en el momento de leerlos, cuanto aq ~ em nrtri'ixlient~s instrilccioner para qiie e ecter ce uc urreolr- psu vida extraliteraria, y probablemente llena de infelicidad (porque sias no fuera, no se le hubiera ocurrido ponerse a leer el ridculo libro deCarnegie).

    i cabra dar un paso ms en este camino antifustico. U n caminoque nos aproximara, por cierto, al camino que dej abierto Don Qui-jote, a quien los libros le hicieron vivir rriertras crey eri ellos (porquecuando dej de creer en ellos, muri). Cabra, en efecto, preguntar: Yacaso la clase de los hechos, experiencias, acciones distintas de la lite-ratura

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    3. El lenguaje escrito literario) es ms importantepara la felicidad que el lenguaje habladoAcabamos de decir que el concepto de literatura de la felicidad,como concepto totalizador, puede rendir dos tipos de servicios impor-

    tantes. Primero, el de formar el conjunto literatura de la felicidad,que es, sin duda, muy claro, pero tambin muy confuso; por lo que re-quiere ser distinguido o clasificado en sus partes. Segundo, el permitirla contraposicin del conjunto literatura de la felicidad tanto frente alos conjuntos literarios que no se ocupan de la felicidad, como frentea los conjuntos de instrumentos, acciones, etc., que se ocupan de la feli-cidad, pero que no son literarios.

    Establezcamos algunas precisiones sobre el primer tipo de servi-cios que hemos credo poder atribuir al concepto literatura de la feli-cidad. Estas precisiones se refieren, sobre todo, al trmino utilizadopara su designacin literatura).Y por tanto, al propio proceso deformacin del concepto.

    Desde luego, la palabra literatura se toma aqu en su sentidotcnico tecnolgico o formal) ms estricto, a saber, el de los conjun-tos o partes de conjuntos construidos con letras de cualquier alfabetolatino, griego, gtico, cirlico... , escrito en lenguaje de palabras sin

    excluir las transcripciones a palabras del morse, del lenguaje de signospara sordomudos o del chino de ideogramas) dibujados en algnsoporteadecuado papiro, pergamino, papel, mrmol, madera, tela,pantalla de ordenador...). De hecho, ste es el sentido que cobra el ts-mino literatura cuando se contrapone al trmino bibliografaque es slo una subclase de la literatura). En la presentacin de unnuevo frmaco, por ejemplo, la literatura de referencia no se refiere

    tanto a libros cuanto a prospectos, informes cientficos inditos, car-tas o artculos de revistas, mundanas o especializadas. Es cierto queesta acepcin del trmino literatura se cruza con el sentido que ltiene en la Academia o en la escuela, un sentido de carcter materiales decir, referido a algunas materias determinadas), ms que formal.

    El sentido material que el trmino cobra en contextos tales comoCtedra o asignatura de Literatura>>, bien Historia de la Litera-tura..

    En muchas ocasiones, literatura se superpone prcticamente ahumanidades al menos en cuanto cultivo de la lengua y las literatu-ras clsicas o actuales). Incluso como indicativo de edificios o docu-

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    Iiie~itos, l rtulo Universidad literaria, se contrapone no ya a iasFacultades de Teologa (la contraposicin entre las letras humanasylas letras divinas) sino tambin a las Facultades de Ciencias (ladistincin escolar entre cienciasy letras). Sin embargo, si se hu-biera tenido en cuenta el sentido que estamos dando al trmino lite-ratura, se habran tenido que incluir dentro de las Facultades de Le-tras, ante todo, a las Facultades de Ciencias matemticas (porque ellgebra matemtica se agota en las letras o smbolos grficos que ellaL.ULAIZ~;veces, Incluso se ha intentado establecer la ientiaci entrematemticas y lenguaje matemtico).

    De la contraposicin entre Literatura y Ciencias (exactas, fsicas onaturales) -que est, por cierto, en la base de aquella contraposicinentre las dos culturas que Snow estableci hace medio siglo-proce-de seguramente el matiz despectivo del tkrmino literaura,utilizcrdo aveces para descalificar a cualquier obra con pretensiones cientficas queno alcance e rigor habitilal de las Matemticaso de la Fsica. as, quie-nes dicen que la teora del ig b ng es literatura, o que quieren signi-ficar es que esa teora carece del rigor cientfico de la Matemtica o de laMecnica clsica. A g= de esto oc:-~rreambiin cuando se clcsifican p rejemplo, por las Comisiones de los Premios Nobel) a los escritos filo-sficos como Literatura,antes que como Ciencia.Sin embargo, el concepto de literatura implcito en el concepto deliteratura de la felicidad no tiene nada que ver con las descalificacio-nes ni con los conflictos entre las Facultades. Entre otras cosas por-que en el conjunto de textos o de palabras que integran ia literatura dela felicidad, encontramos, tanto a los escritos literarios por antonoma-sia, como a los ensayos filosficos, tanto a las memorias sociolgicas,

    a invectioacinn~cv D A vc i r n lv A Agicur, estu&os fi n n;cnc histrices'y, por supuesto, a las exposiciones cientficas sobre los rnecanismosneurolgicos del placer o sobre los agentes qumicos de la felicidad,pongamos por caso.Literatura de la felicidad se opone sencillamente todo aqi1~11oque no sea literatura de la felicidad, o a aquello que no sea literatura, engeneral, aunque tenga que ver con la felicidad. Literatura de la felicidades por tanto todo aquello que tiene que ver con el lenguaje escrito, conla escritura aifabtica, con las ietras que giran en torno a ia felicidad.es evidente que la importancia que podamos atribuir al conceptoformal o tcnico de literatura depende de la importancia que de-mos a os cnguajcs escritos, frente, por ejemplo, los lenguajes habla-

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    dos. Tradicionalmente, desde el punto de vista antropolgico, suelepensarse en el lenguaje hablado doblemente articulado) cuando setrata de establecer la lnea divisoria entre los hombres y los animaleslalos. Desde esta perspectiva, se ha considerado a la escritura a la

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    ncfi pa r eacix a de las generaciones. Eesde :a escritura, y slo desdeella, se hacen las leyes, y slo desde la escritura se hace la Historia.Una Historia que puede ir ms all de la memoria histrica. La es-critura servir, entre otras cosas, para triturar tantas memorias hist-r i c a s ~alaces, para demostrar que tienen ms de imaginacin que dememoria, y para hacer ver que la Historia escrita puede tener ms deentendiiniento que de imaginacin o de memoria.

    Eesde a significacin q-e atribimos ai enpaje escrito, 1a litera-iirn. pvdemvs medir la impoi-tancia qe cabe atribuir l 1ieraura de

    ia felicidad respecto de cmuo de experiencias, acciones, o nnciuso ins-tituciones grafas que tambin puedan considerarse afines con aquelloque lla~nainoselicidad.

    La literatura de la felicidad no es, en cualquier caso, un mero su-cedneo del lenguaje hablado a propsito de la felicidad. Puede impli-car una verdadera transformacin (o anamrfosis) de las experienciasfelicitarias grafas. Puede haber significado la creaciri misma de laIdea de felicidad -por ejemplo, a travs de la coordinacin, hoinolo-gacin y seleccin de las diferentes palabras de cada lenguaje contras-tadas coi1 las de ^E otres enpajes ~ C Le d k de t: adacc:on Portanto, puede hacer plausible o, por lo ineilos, no absurda, apriori, latesis segn la cual la felicidad, es decir, la Idea de felicidad, es ante todouna figura literaria.

    4. D i j e ~ e n t e sriteriospara clas$car l l i t e m t ~ r ade lafelicidad

    Tenemos que enfrentarnos ahora con la posihi idad de c asificlrlas partes de este conjunto literatura de la felicidad, a fin de transfor-rnar el confuso y amorfo todo global en un conjunto distinto, segnlas clases de literatura de la felicidad quc podan~os eslindas en l.

    Pero este deslindamiento del todo confuso literatura de la felici-dad en clascs suyas distintas slo puede llevarse a efecto a partir decriterios de clasificacin que permitan establecerlo. Pero los criteriosson mltiples e indefinidos. Cada criterio tiene o p e d e tener, sindada, una virtlralidad propia.

    Por ejemplo, el criterio del idioma, que determina la coinbinacinde las letras en palabras, y de las palabras entre s, nos conducir a clasestales colno literatura de la felicidad en latn>>, bien, en griego;:,

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    ingls. o en espaol. Una clasificacin segn este criterio tiene unaindiscutible utilidad prctica para lectores o editores; pero no se agotaen esa utilidad, sobre todo para quien no da por supuesto que los dife-rentes idiomas, segn los cuales puede clasificarse la literatura de la fe-licidad, son slo diferencias establecidas en el terreno de los significan-tes, pero que no afectan al terreno de los significados. Este supuestoimplicara la tesis de que existe un misino sistema de conceptos univer-sales de felicidad emplazado en un cielo platnico, o en el cerebro hu-inano, sede de las estructuras lingsticas profundas comunes a todoslos idiomas). Un sistema universal que se expresaraunas veces en la-tn, otras veces en griego otras veces en inglsy otras veces en espaol.Pero este supuesto es gratuito, por no decir metafsico.Y, sin embargo, parece ser el supuesto implcito de todos aquellos ge-neralmente profesores de filosofa) quienes, al escribir sobre la felici-dad, comienzan su libro utilizando frmulas de este tipo: Felicidad sedice en latn beatitud0 o laetitia, en griego eudaimona o hedon, en inglshappiness o welfdre, en alemn Seligkeit o Glckseligkeit, etc. No esevidente que este supuesto, tan del agrado de los profesores de filosofa,atena la importancia de la clasificacin de la literatura de la felicidad?

    En cambio, quienes no tienen e11 cuenta semejante supuesto, quepostula la universalidad respecto de todos los hombres) de determi-nadas Ideas de felicidad o de tristeza, sino que vinculan los conceptosde felicidad o de tristeza a las fuentes que manan a travs de los idio-mas en cuyo seno se conforman las palabras connimas de felicidad,podrn atribuir a la clasificacin por idiomas de la literatura de la fe-licidad una profundidad mucho mayor ms decisiva.

    Porque, tal es nuestro supuesto, no existe una Idea de felicidad, un-vocamente delimitable, a la manera como existe el concepto de cuadra-do o el concepto de tringulo. Estos conceptos geomtricos son univer-sales, independientemente de que se expresen por distintas palabras encada idioma. Pero esto no puede aplicarse a la felicidad, porque, dada sunaturaleza vinculada a la evolucin plural de los distintos grupos hu-manos) no existe ni puede existir una idea unvoca universal de felici-dad. Y, por tanto, fingir que existe esa Idea universal diciendo que lafelicidad se dice Gl ck ~e li~ kei tn alemn, happiness en ingls, maka-riotes en griego es una ingenuidad o una impostura.

    En efecto, cabe partir del supuesto de que los diversos idiomas enlos que aparecen trminos de la llamada constelacin semntica dela felicidad, nos remiten a la consideracin de materiales diversos re-

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    lativos a situaciones histricasj cu turl ec, recia es, pol~ticas, tc., dife-rentes) a los que podran corresponder conceptos de felicidad tambindiferences. Y entonces el problema se nos piantea no ya a partir del su-puesto de una unidad universal que se manifiesta en expresiones dife-rentes, sino a partir del hecho de la diversidad de significantes y de lasacepciones que les correspondan. De aqu surge el problema de expli-cai- e alcance de las Lneas de interseccin que pueda haber entre idio-mas diferentes, y de las razones por las cuales los xicor correspon-dientes en parte se han homologado en la traduccin ( :n i~c tiene nuei e r I ~ e t i t i a on mukuri~tes ) . Desde esta perspec~iva, l anlisis de iasdiferentes concepciones, llamadas

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    El de stino del sabio jena 1794 de Fichte es un libro de contenidoinequvocamente especulativo y aun metafsico, en el que se trata decuestiones muy directamente relacionadas con la felicidad. Sin embar-go, en la ltima conferencia, la quinta, el autor nos descubre sus inten-ciones de ayuda a los lectores, pues quiere facilitarles el camino ha-cia la verdadera sabidura, prenda de la felicidad: Establecemos [lesdice a sus oyentes, pero luego a sus lectores] por medio de una investi-gacin filosfica, cmo deben ser los hombres con los cuales, en gene-ral, debis tratar sin una estrecha relacin. Luego estrecharemos loslazos con estos hombres

    Bertrand Russell publica en 1930 un libro al que esperaban mu-chas ediciones y traducciones: La conquista de la felicidad. Clasifica-ramos este libro en la clase de la literatura filosfica o especulativa dela felicidad, dada la condicin de su autor y dado que en su libro Rus-se11 desvela rasgos inequvocos de su filosofa. Sin embargo, y atenin-donos a los propsitos manifestados por su autor, no tendramos msremedio que poner a este libro en la clase de los libros de autoayuda:He escrito este libro -dice Russell- partiendo de la conviccin deque muchas personas que son desdichadas podrn llegar a ser felices sihacen un esfuerzo bien dirigido.

    Otro ejemplo, tomado ahora, no de un filsofo de la talla de Fich-te o de Russell, sino de un profesor de filosofa muy circunspecto yvoluntarioso que escribe un libro muy cuidado, con varias reimpre-siones, sobre la felicidad: el libro de Julin Maras, La felicidad hu m a-na. Por su contenido, un bibliotecario podra considerarlo como unlibro especulativo, pues se trata en realidad de un libro doxogrfico enel que el autor resume y comenta diversas doctrinas clsicas de la feli-cidad, como si ellas fuesen manifestaciones o anlisis de una idea co-mn -all se habla de Platn, de Aristteles, de Epicuro, de los estoi-cos-, y ofrece algunos captulos con ideas orteguianas que a muchosagradarn y algunos tendrn por triviales, vulgares o tautolgicas. Sinembargo el autor nos descubre enseguida, a modo de un cura de al-mas, la finalidad edificante de su trabajo: como la felicidad es siem-pre asunto personal, no basta un libro ni una doctrina: cada hombre,cada mujer, tiene que pensar, tiene que preguntarse perentoriamentepor lo que entiende por felicidad y lo que necesita para ser feliz. Estelibro n o pretende ms q ue a yu da r al qu e se haga esta pregunta SU-brayado nuestro).

    Otro criterio, que suele ser utilizado de hecho por editores y libre-

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    ros, y que se manifiesta en las presentacioiles de los libros, o en sur fajasanunciadoras, es el criterio de la profesin del autor. La literatura de lafelicidad podra dasiGcarse entonces en iibros sobre ia feiicidaci escri-tos por mdicos, contrapuestos a los libros sobre la felicidad escritospor psiclogos, o libros sobre la felicidad escritos por socilogoso por historiadores, o por fillogos, o p os filsofos, o por profesores de

    r .,..fi ssor:a. Sin duda esta ciasificaci6, puede ser muy signiricativa, por-que es muy probable que el enfoque de cada profesin arroje una luzcaracterstica, una perspectiva que convieiie siempre contrastar con asde las o t r a P r ~ f e ~ i ~ n e ~ .

    Sin embargo, a veces, las sorpresas son Inuy gandes. Por ejemplo,leemos el libro de Enrique Rojas (un psiquiatra que ejerce en Madrid),Una teora de la felicidad, que ha superado las treinta y cinco edicio-nes: se trata del libro de un mdico psiquiatra que podra confrontarsecon otro libro ms reciente de otro psiquiatra, cuasi tocayo suyo, LuisRojas Marcos (que ejerce en Nueva 170rk),y que se titulaNuestra feli-cidad. Las perspectivas de ambos libros tienen muchas cosas en co-mn, derivadas sin duda de la profesin de sus autores. Es la perspec-tiva propia dei mdico que busca ayudar a los infelices, ofrecindolesnormas prcticas, echaiido mano de frases, proverbios, citando a fil-sofos griegos que han podido llegar hasta ellos. Ninguno de estos aii-toses, si11 duda exceleiltes clnicos, parece tener iina formacin clsica,cientfica o antropolgica slida, y en este terreno se cornportan COllIGpuros aficioilados. El de Nueva York acta desde los supuestos pro-pios de un materialismo vulgar y corriente* (big ba:'zg, traiisforiiiis-mo, civilizacin industrial, neurotransinisores ...), pero,siernpre dentrode la tolerancia y de la democracia (adems -y sta es una particulari-dad que trataremos de expiicar en ei cuerpo de este iibro- el de Nue-va York dedica casi la mitad de su libro a exponernos los, al parecer,antecedentes cosmogi~icos histricos, antes de entrar en el campoestricto de la felicidad humana). El de Madrid, que tambin conocetodos estos tpicos, y que tambin es tolerante, los enmarca, sin em-bargo, en una concepcin teolgica de la felicidad, propia de la con-cepcin del mundo de alguien que se cree participante de la Obra deDios: el bien tns puro se halla en Dios, que es, por definicin, elamo- O que r r r i s x c s e.mor.,iel finltiiric del hombre es Dios, esten Dios, que es el Bien supremo. La felicidad es el destino natural detodo hombre. Nadie puede no qiie-er ser feliz rio hay una voluntadque busque la infelicidad.

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    Tambin podramos clasificar la literatura de la felicidad en bue-na y mala.Este tipo de clasificaciones es adems el ms frecuente; esel que utilizamos para informarnos mutuamente sobre si merece lapena o no adquirir o leer un determinado libro sobre la felicidad. Pe-ro es evidente que esta clasificacin, de uso pragmtico indudable, nopuede sostenerse por s misma, por la sencilla razn de que implicasobreentender el sentido que damos a los clasificadores buenoy malo.Muchas veces sobreentendernos que algo es bueno cuando es intere-sante. Pero muchos libros que son muy malos (por su ramplone-ra, por U ignorancia de la cuestin) desde el punto de vista terico odoctrinal, pueden interesarnos precisamente por su maldad.El librode Enrique Rojas, que acabamos de citar, es interesante para quienquiera constatar lo que puede dar de s la combinacin de mdico y te-logo en el autor de una teora de la felicidad con tres docenas de edi-ciones. Pero este libro, cuando utilizamos criterios acadmicos ordina-rios, podra llamarse infame, y no ya por la doctrina de la felicidadque sostiene-la de Santo Toms-, sino por el modo de defenderla: ci-tas latinas aisladas de sus fundamentos, escaso, por no decir nulo, rigordoxogrfico, metforas vacas, que manifiestan que el autor utiliza lostrminos con la indocta ingenuidad de quien cree que no hay ningunaregla para utilizarlos de otro modo (la educacin es el edificio, la cul-tura es el ornamento), proposiciones gratuitas, pero presentadascomo si fueran teoremas: la felicidad est producida por tres rdenesde bienes, que se relacionan con el amor, el trabajo y la cultura ({porqu tres y no siete?, adems, {acaso el trabajo no es ya cultura?).Es desuponer que a sus numerosos lectores no les preocupen estos detallesacadmicos, porque para sus afanes apostlico-teraputicos tanto daocho que ochenta. En todo caso, el libro de Enrique Rojas es interesan-te sociolgicainente, porque el simple abultado volumen de sus ventasnos recuerda la existencia de una gran masa de lectores de pueril inte-ligencia que, sin embargo, se consideran probablemente como miein-bros de una elite social (puesto que leen libros con citas en latn, frmu-las transcendentales,etc.).

    Tengo en las manos otro libro de un mdico, Jorge Bucay, El camino de la felicidad. Si utilizsemos, en nuestra taxonoma, el rtulo lite-ratura basura sobre la felicidad, el libro de Bucay podra servir de pro-totipo.Y esto sin poner en duda que el libro pueda ser til, como librode autoayuda, para promover la felicidad de numerosos/as lectores/ascuya mente tenga

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    inte igencia>.. Lo q ~ ea est tan C aIV es si merece a per,a ~ I T P PMP-Y 'jantes lectores puedan adems llegar a sentirse felices.Otro iibro que yaca en mi mesa dehajo dei anterior, y cuyo autor

    es tambin mdico, Manfred Icets de Vries (un psicoanalista profesorclnico de desarrollo del liderazgo), lleva un ttulo prometedor: Laecuacin de la felicidad Este libro no es tan deleznable como los li-bros de sus coiegas que hemos mencionado. Por 1 menos ei autor yano es tan ingeniio, ailnque n~ llega a ser del todo c i ~ i c i . actor pro-mete unas jdeIS C ar2E o h l e ;?e]iciUa/' TT eS de la vida. yAefectiv-aiiie~ieas ofrece, q z si11 tener eri cuerrta, en su seleccin in-teresante, que las ideas claras pueden tambin ser cortas. El libroes ameno, est plagado de proverbios chinos, blgaros o rabes (in-gredientes para ser felices: alguien a quien amar, algo que hacer, algoque esperar; morir con otros es mejor que vivir solo). Kets da tam-bin por su cuenta sentencias pragmticas: La felicidad tambin con-tribuye a la felicidad: sentirse amado por Dios y creer en una vida des-pus de la muerte ayuda a dar significado a la vida diaria Se ve que aKets, como buen profesional, le da lo mismo que las pastillas de au-toayuda que ofrece: en forma de proverbios, sean verdaderas o falsas,racionales o msticas: lo importante es que su cliente, al tomarlas, sesienta satisfecho, feliz. No eii vaiio cita tambin un proverbio ingls:Toda la felicidad se halla en la mente. Incluso recoge alguna frmu-la ms s ~ t i l ,or ejemplo una de Albert Schweitzer: La felicidad 1x0consiste en otra cosa ms que en tener bueiia salud y mala memoria.

    ien: L a felicidad propia agradece la inl'clicldad ajena. O bien,ot ro proverbio tomado de Gore Vidal: Tener xito no es suficiente;otros deben fracasar. Y cuenta a propsito uiia historia rusa: Diospromete a alguien que le dar lo que quiera, pero con tal que el vecinoreciba el doble; despus de rumiar la oferta, el campesino le dice aDios: scame un ojo. Y asi sucesivamente. S610 que estas sentencias,bastas o sutiles, expuestas por Kets casi a ttulo de chistes o de parado-jas, procedentes de fuentes no muy controladas, se pueden tambinencontrar envueltas, como simples corolarios en el imponente sistemateolgico que ha sido canon de la ortodoxia durante siete siglos: 110sreferimos al sistema teolgico de Santo Toms, del que hablaremos en

    i i rnorrieilio, efi 1 q ~ eespecta a la octrina dc la felicidad (en cl capi-tulo cuarto). Pero no estara de ms contrastar los proverbios de GorcVidal, o la historia rusa, con la doctrina de Santo Toms cuando afirmaque los bienaventurados, que gozan de la vi.siii beatifica, ven incre-

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    mentada su beatitud que consiste en estar en la presencia de Dios) alcontemplar a los condenados que sufren en el infierno, en virtud deuna justicia que tambin es divina.

    E n resumen, el libro de Kets es un libro ameno, interesante, peroque n o tiene absolutamente nada de teora, a pesar de la ecuacin quepromete. Es un rosario de recetas, que podr servir a muchos lectorespara pasar el rato y con esto ya cumplira sus fines de autoayuda) eincluso para sugerirle algn tema de meditacin. Puede pedirse ms aun libro sobre la felicidad?

    El criterio que vamos a utilizar para clasificar la literatura de la fe-licidad pretende ser un criterio objetivo, es decir, libre de valora-cin, que no proceda por calificaciones o descalificaciones lgicas, es-tticas o ticas, tales como bueno o malo, basura limpieza. Un criterioque sea, adems, tcnicamente viable discriminativo) en su aplicacinlo que no quiere decir que sta sea sencilla o inmediata, porque muchasveces, por no decir todas, tal aplicacin requerir minuciosos anlisis).

    Adems, el criterio est calculado para que pueda servir para separar laliteratura de la felicidad en dos clases, cuyo alcance sea no slo etic res-pecto del criterio utilizado) sino tambin emic es decir, aplicable a laintencionalidad de los autores o creadores de esa literatura).

    Seguramente es casi imposible buscar un criterio que, no siendo tri-vial o irrelevante, cuanto a sus consecuencias), rena las condicionesdeseadas, fuera de la ~e r s ~ e c t i v aarquitectnica, es decir, laperspecti-va desde la cual las construcciones literarias puedan ser analizadas, noya en cuanto a su verdad o falsedad material, sino desde la perspectivade sus propias lneas de construccin consideradas en funcin de algu-nos fundamentos dados y, ms sencillamente, de algn determinadoprincipio con lo que no quiere decirse que este principio no deba irunido a otros principios). El criterio arquitectnico permitira, porde pronto, clasificar a la literatura de la felicidad en dos grandes monto-nes: el de los escritos libros, artculos, prospectos ... en los que puedaconstatarse la presencia, ejercida o incluso representada, del principio Ofundamento tomado como criterio, y el de los escritos libros, artcu-los, prospectos ... en los que no ~ u e d aonstatarse la presencia, ejercidao representada, del principio tomado como criterio. Si una obra litera-

    Gustavo Bueno, El mito de la felicidad, Ediciones B, Barcelona 2005 2011 fgbueno.es

    http://www.fgbueno.es/gbm/gb2005mf.htm
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    ria felicidad ma:>ifiestn a presenci:, de principio depcro en coexistencia con otros principios contradictorios, ser clasifi-cada en el montn primero. Y estos dos montonesse convertirn encuatro si distinguiramos dos tipos de presencia del principio: explcita(o representada), e implcita (o ejercida). N o entramos en el detalle de sipor representacin ha de entenderse el reconocimiento explcito delpapei axiomtico desempeado por ei principio, o si siinpiemcnte sc

    .trata de su formulaviri, mrnQ u ~ aropesivlcn ms, que cbviamrritr.ha de ser referida a post~ adode pri~cipio, o a s mera :r,e:ic:on (in-

    cluso como principio que se deniega).Me pcrinito decir al lector que yo he aplicado el criterio a unamuestra, desde luego muy pequea, de unos cien

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    seligen Leben 1806), una formulacin que merece, por su radicalismoy brevedad lapidaria, ser escogida como canon del principio fuerte:La vida [humana] es ella misma felicidad* Das Leben ist selber dieSeligkeit)));o expuesto en forma extensional: Todos los hombres sonfelices.

    La falta de reflexin sobre la existencia literaria de estos princi-pios ni siquiera se han denominado as a estas sentencias)puede ex-plicar el descuido de Nietzsche en una frase suya muy citada y alabadapor su agudeza observadora, a pesar de su carcter completamente gra-tuito:

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    os qe no son felices io son lloiibres.

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    decir rampln, de acatar el Supuesto de la felicidad en su forma direc-ta, a saber: el modo estadstico de la Sociologa o de la Psicologa so-cial. Desde esta perspectiva ya no se dir (con intencin normativa,por ejemplo) que todos los hombres son felices, pero s, acaso, quelo es un 65 , o incluso en algunos pases, un 75 de los ciudadanos.Se dir que estas estadsticas expresan simples hechos y no principioso normas? No, porque la cuestin no es la de lo que expresen las esta-dsticas, sino la de la perspectiva desde la que se interpretan. Y, comoveremos en el cuerpo del libro, muchos autores que citan subrayanestas estadsticas, como una respuesta a los pesimistas ap~cal ~ t icos,lo hacen precisamente desde el Supuesto de la felicidad, referido im-plcitamente al menos a un futuro prximo, al estado final, o al fin dela historia de las calamidades humanas. Razonan, en suma, desde elsupuesto de que todos los hombres (al menos en un futuro prximo)sern felices, en el democrtico Estado de bienestar.

    Es cierto que la interpretacin estadstica del Principio fuerte de lafelicidad resulta muy ramplona, sobre todo si esta interpretacin se uti-liza como una justificacin emprica del principio filosfico: Todoslos hombres son felices,no, pero sun 7 5 ~ .ecuerda esta justifica-cin la ridiculez de aquel historiador britnico de la ciencia (WilliamWightman, The Growth of ScientificIdeas, Edimburgo, 1950, pg. 10)que comentando, y en son de benevolente justificacin, la tesis de Talesde Mileto, Todas las cosas son agua, conclua: Efectivamente, la ina-yor parte de la superficie terrestre, digamos un 70 , es agua.

    7 esurrollo del criterio ad op tad o en funcinde la distincin en tre ejercicio y representacinSi nos atenemos ante todo al Principio dbil de felicidad, es decir,

    si ponemos entre parntesis (de momento) el Supuesto de la felicidad,la aplicacin del mismo, segn su ausencia o presencia en la literaturade la felicidad (distinguiendo a su vez la presencia en explcita o repre-sentada e implcita o ejercida), dara lugar a los cuatro grupos o mon-tones siguientes:A) Literatura de la felicidad que asume el Principio de felicidadtanto en el plano del ejercicio como en el plano de la representacin.

    B Literatura de la felicidad que asume el Principio de felicidad enel plano de la representacin, pero no en el plano del ejercicio.

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    U Literatura de la fe ici?,a?, ye as.;mc Principio de felicidadeil el plano del ejercicio pero no en el plano de la represeiltacin.

    U) Literatura de la felicidad que se mantiene al margen del Princi-pio de felicidad.Las situaciones A, C y D no plailteail problemas de coilsisten-cia, y puede11 ser ampliamente ejemplificadas.

    La situacin C por ejempio, es muy frecuente, y en ella se encueil-tian ~xuchev ibros de ccautoayuda, escritos desde m a perspectivaPsirologista, qUe acaso si r,o f o r m l a n sicpiera e Principio de felici-dad, es porque lo ~ ienen or tan evideilte que ni siquiera caen en lacuenta de que podra ser i-e-presentado y, en consecuencia, sometido aanlisis ((cul es el fundamento del priilcipio?

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    vida ser aprender a alcanzarla para poder disfrutarla. Pues bien, apesar de la apariencia, en esta obra literaria no hay el menor anlisisgnoseolgico del Principio de felicidad. La autora, cuando habla deprincipios, o hace, o bien dando a la palabra el sentido del realismoms ingenuo, el de quien formula el Supuesto de la felicidad como siestuviera describiendo la realidad misma: La felicidad est dentro denosotros mismos por la misma razn la autora podra haber dicho:La ondulacin del cabello se encuentra en la cabeza de todos los hom-bres, aunque el uso la haya disimulado). O bien utilizando princi-pio en un sentido puramente pragmtico, aunque sea gratuito: Otroprincipio bsico es que la felicidad est en nuestras manos.

    N o es ste el caso de la situacin Byporque no es fcil de admitir laposibilidad de una literatura de la felicidad al menos, de la ms sol-vente) que asuma la sustancia del Principio y sin embargo luego no loejercite.Sin embargo no nos parece que podamos concluir que la clase B esla clase vaca. Nada menos que la parte de la literatura de la felicidaddebida a Aristteles y, ms en concreto, su tica a Nicmaco, tendraderecho, nos parece, a ser incluida en esta clase B En efecto y antici-pando la interpretacin que daremos en el cuerpo de este libro), la ti-ca a Nicmaco comienza presuponiendo algo muy sirnilar al Principiodbil de felicidad. Pero Aristteles tambin presupone otra tesis de susistema organizado antes de escribir la tica a Nicmaco), y muy sin-gularmente sta: Que el nico ser feliz por esencia es el Acto Puro.Esta tesis no est explcita en la tica a Nicmaco; sin embargo, slodesde ella puede entenderse el proceder de esta obra maestra. Co-mienza triturando todo lo que suele entenderse comninente comofelicidad: las riquezas, el poder, la gloria. Cmo podra justificar-se este comienzo, que arrasa los contenidos ms slidos de la felicidadtal coino sta es entendida en la vida real de los hombres? Slo porqueAristteles est situado en la plataforma de su tesis fundamental: la te-sis segn la cual la felicidad esencial es la del Acto Puro en su eternaactividad de conocerse a s mismo.Desde esta plataforma, ni la riqueza, ni el poder, ni la gloria, que soncontingentes, en relacin con los hoinbres, podrn confundirse con lafelicidad autntica. La nica forma de vida humana que se aproximaraa la felicidad divina sera la vida teortica. Aristteles ha tomado sinduda como modelo a Teeteto, el matemtico puro, de quien Platnofrece una semblanza en la famosa digresin del dilogo de su nombre.

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    Sin embargo Aristteles no lega a afirmar qUe Teetet~ ueda conside-rarse como prototipo de la vida feliz humana. La vida teortica, inclusoia de l'eeteto, es slo un aspecto, ms o menos iugaz, de la vida real, y, entodo caso, necesita de salud, de alimentos, de hbitos, de esclavos: lavida teortica es fugaz, insegura e incierta. La felicidad consistir, desdeluego, en la contemplacin, pero slo el Acto Puro puede mantener in-definiciainente ia conteinpiacion pura, con seguridad y sin necesidad dehacer a r a s cosas. n todo caso, e h ~ r n b r e o piiede alcanzar la formade vida prepia de Eios. Consecuencia: ue g ~ i~gr, cmbre p ~ e d ecorisierarse propiameme feliz, ni ahora, ni en ei pre~rito, i en el iutu-ro, por los siglos de los siglos. De este modo podemos concluir queAristteles est, de hecho, rechazando el Principio fuerte de felicidad,pero tambin est rechazando el Principio dbil. Porque lo que Arist-teles 110s est diciendo, aunque sea con sordina, es que no puede afir-marse que los hombres deseen en verdad la felicidad, porque lo que de-sean (riquezas, poder, gloria, o conocimiento) no es propiamente lafelicidad, sino otra cosa, su falsa apariencia.Aristteles, en consecuencia, no asuine, en ejercicio, ni siquiera elPrincipio dbil de felicidad,aunque lo hubiera asumido, diramos hoy,como hiptesis de trabajo.Incluso podramos ir ms all: las conclusiones realmente crticasde Aristteles en lo que respecta a los contenidos de la felicidad huma-na vienen a constituir la priniera gran demolicin del Principio de feli-cidad. Pero lo ms sorprendente es que la prctica totalidad de sus in-trpretcs lu lv han advertido, probablemente porque se encuentranprisioneros del mito de la felicidad, y cuando leen a Aristteles vanbuscando la corroboracin de su mito, y ven en Aristteles el prototi-po del hombre prudente que recomienda la conquista de una felicidadeclctica, por la va de la moderacin y del trmino medio.

    8 Importancia de l Principio de felicidad para lac a;ijicacin de la literatura de la felindad

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    Por nuestra parte, la concepcin que presuponemos es la que se expo-ne a lo largo de este libro. Por consiguiente, la respuesta que vamos abosquejar en esta Introduccin es una anticipacin de la que mantene-mos en su Final. N o hay crculo vicioso ms que en el supuesto de queel cuerpo del libro carezca por completo de valor.

    El fundamento de la importancia que atribuimos al Principio de fe-licidad en la literatura de la felicidad no es otro sino el reconocimien-to del papel que desempea este principio en todo cuanto tiene que vercon la relacin de lo que se comprende bajo el trmino felicidad y elhombre, ya se considere en cuanto sujeto de la felicidad, inmerso enel campo zoolgico, o, por el contrario, exento respecto de ese campo.

    Para decirlo en trminos muy poco rigurosos pero indicativos: laimportancia del Principio de felicidad estriba en la conexin que lpostula entre la felicidad y los hombres, entre la felicidad y el destinodel Hombre y de su puesto en la jerarqua del Universo. Una co-nexin que, ya sea para asumirla, ya sea para impugnarla, no podr sermarginada despus de formulado el Principio.

    De aqu se deduce la importancia del Principio de felicidad en elproceso de construccin de una concepcin consistente de la felicidad,en general, es decir, de una Teora general de la felicidad y de una Doc-trina general de la felicidad. El Principio de felicidad desempeara, se-gn esto, cara a la organizacin del campo de la felicidad, un papelanlogo al que desempea, en el campo de la Mecnica, el Principio de lainercia todos los cuerpos en movimiento tienden a continuarlo demodo rectilneo y uniforme). Si retirsemos el Principio de la inerciade la Mecnica, todos los fenmenos del Mundo que tienen que ver conel movimiento caeran en un caos ininteligible.

    Con esto queremos decir que slo aquella literatura de la felicidadque asuma el Principio de felicidad puede ofrecer una Teora general ouna Doctrina general de la felicidad. queremos decir que aquella li-teratura de la felicidad que no asuma este Principio, no puede ofrecer,aunque lo pretenda, una Teora general o una Doctrina general de lafelicidad. Lo que ofrecer ser otra cosa no por ello despreciable apriori): por ejemplo, la explicacin supuestas ciertas condiciones: sa-lud, situacin social, etc.) del mecanismo neurolgico de generacinde un estado de nimo relajado, tranquilo o sereno llmese ata-raxia sophrosine; en general estados de nimo apolneos) y el controlrelativo) de los procedimientos para alcanzarlo o para recuperarlo.

    bien, la explicacin de los mecanismos neuronales de generacin de

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    la jerarqiia de Universo. Dicho de otro modo: la cuestin de la felici-dad n o puede ser reducida al campo de la Psicologa, ni al de la Socio-ioga, ni ai be ia PoItica. Ninguno de estos campos puede dejarse almargen, pero ninguno de ellos puede tampoco pretender ser u11 susti-tutivo o un sucedneo de la concepcin filosfica de la felicidad.

    Ahora bien, que Aristteles o Santo Toms, junto coi1 otros gran-des pensadores, como PIotino o Cpi~ioza, orno Sc ii ~~ e ih eiHei-degger, hayan construido y reconstruido la verdadera doctrina de lafiliciddd (ya sea en una direccin limitativa, corno Aristteles o Scho-pefihauer; ya sea en Uiia dirccc~vn npnfisiva, omo Sar,tc Tvmis vSpinoza) no quiere decir que esa verdaderafilosofid de la felicidad queellos nos ofrecen sea una filosoftd verdadera d e la felicidad Puedequerer decir tambin que no cabe seguir manteniendo el proyecto deuna filosofa de la felicidad, es decir, que la Idea de felicidad no tienepor qu asumir ei papei que ia tradicin de Aristteies ie ha asignado.Puede querer decir incluso que el trmino felicidad, como nombrede todo cuailto esta idea comprende, ni siquiera corresponde a unaIdea. De hecho n o todos los grandes sistemas filosficos han podidootorgar a la Idea de felicidad la importancia que Aristteles o SantoToms, Spinoza o Schopeiihaues, le atribuyeron.

    El objetivo de este libro es demostrar, por tanto, que la cuestin dela felicidad no puede seguir siendo considerada como la cuestin fun-damental de la filosofa, o si se quiere, de la Antropologa filosfica, yquienes as lo mantienen son idelogos, meros creyentes, o imposto-res. Mis an este libro intenta demostrar que a cuestijn de la felici-dad, en cuanto cuestin vinculada a la cuestin del Gnero humano,debe ser dejada de lado, pero no por otra razn sino porque lo que espreciso dejar de lado es la cuestin misma dei destino del hombre, ydel supuesto lugar determinado que le corresponde en la jerarqua delUniverso. Si no cabe una filosofa verdadera de la felicidad es porqueno existe una jerarqua del Universo, ni un destino del Hombre en ella-lo cual no quiere decir que no exista un tanque de flotacin de aguasaliia sobresaturada, o una dosis de LSD, o u11 remedio contra la cal-vicie.Pero esto es tanto como decir que slo podr desistirse de la cues-IL-S , ,2, a L-I: -; Acil dad cuar;donos enfrentado r o n 12s ideac

    ella compromete. Lo que no se puede confundir es la problemtica fi-losfica de la felicidad tal corrio la plar~teAristteles y iii pioblemi-ca del goce hipotalinico y de todos los asuntos que estin relacionados

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    con objetivos tales como los de obtener crditos bancarios para crearuna pequea empresa, con los problemas de la soledad, o los proble-mas de la calvicie. Podrn considerarse estos asuntos como cuestionesde felicidad, pero del mismo modo a como podran considerarse cues-tiones de libertad o cuestiones de sabidura. Quien ha decidido reple-garse definitivamente a las cuestiones positivas que envuelve bajo elrtulo felicidad evitar la depresin, ganar amigos, etc.), podrcreer que ha logrado demoler lafilosofi de la felicidad. En realidad noha hecho nada de esto, porque simplemente est ocupndose de otrascosas.

    Slo podemos decir que nos ocupamos de la felicidad humanacuando nos enfrentamos con la metafsica o con la ontologa de la feli-cidad, es decir, por tanto, con la cuestin del destino del Hombre y desu puesto en la jerarqua del Universo. esto ya sea con la intencinde recuperar estas Ideas, ya sea con la intencin de demolerlas. Lo quees intolerable es escuchar de la boca del pobre diablo que acaba decomprar una sesin de inmersin en cmara de agua salada que l yaha resuelto el problema de la felicidad. Este pobre diablo que sinembargo ha dispuesto de dlares o de euros suficientes para pagar lassesiones) es el que nos recuerda la sentencia de Goethe: La felicidades de plebeyos.