El Modelo de Forrajeo Generalizado

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EL MODELO DE FORRAJEO GENERALIZADO En 1966, en la ciudad de Chicago, Richard Lee y Irven DeVore organizaron el congreso “Man the hunter” en el cual se dieron cita expertos de la talla de Julian Steward, Donald Lathrap, M. Shalins y Levi Strauss. La conferencia cubrió muchos tópicos como demografía, organización social y política, territorialidad, parentesco y evolución. Se utilizaron datos de Norte y Sur América, Australia y Africa. Este congreso marcó un antes y un después en el estudio sobre cazadores-recolectores. Shott (1986) con la sentencia “Pasaron de una miseria evolutiva a un noble esplendor” resume muy bien el impacto que causó este encuentro en los científicos dedicados al estudio de estas sociedades. En este congreso se enterró el discurso evolucionista del siglo XIX, según el cual, como hemos visto, los cazadores-recolectores contemporáneos no evolucionaron por su incapacidad para controlar la naturaleza. Por otra parte, muy influenciados por los movimientos ecologistas surgidos en un contexto político, marcado por la crisis del petróleo, el impacto de la guerra fría en el medioambiente y la guerra de Vietnam, los cazadores-recolectores fueron elevados a la categoría de maestros en la conservación de la naturaleza y, para algunos sectores, como el movimiento hippy, fueron vistos como un estilo de vida alternativo, ante una de las crisis del capitalismo más fuertes del siglo XX. El discurso

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EL MODELO DE FORRAJEO GENERALIZADO

En 1966, en la ciudad de Chicago, Richard Lee y Irven DeVore organizaron el congreso “Man the hunter” en el cual se dieron cita expertos de la talla de Julian Steward, Donald Lathrap, M. Shalins y Levi Strauss. La conferencia cubrió muchos tópicos como demografía, organización social y política, territorialidad, parentesco y evolución. Se utilizaron datos de Norte y Sur América, Australia y Africa.

Este congreso marcó un antes y un después en el estudio sobre cazadores-recolectores. Shott (1986) con la sentencia “Pasaron de una miseria evolutiva a un noble esplendor” resume muy bien el impacto que causó este encuentro en los científicos dedicados al estudio de estas sociedades.

En este congreso se enterró el discurso evolucionista del siglo XIX, según el cual, como hemos visto, los cazadores-recolectores contemporáneos no evolucionaron por su incapacidad para controlar la naturaleza. Por otra parte, muy influenciados por los movimientos ecologistas surgidos en un contexto político, marcado por la crisis del petróleo, el impacto de la guerra fría en el medioambiente y la guerra de Vietnam, los cazadores-recolectores fueron elevados a la categoría de maestros en la conservación de la naturaleza y, para algunos sectores, como el movimiento hippy, fueron vistos como un estilo de vida alternativo, ante una de las crisis del capitalismo más fuertes del siglo XX. El discurso ecologista de la época también caló en el mundo académico y los cazadores-recolectores fueron estudiados desde la ecología cultural, la principal corriente teórica del momento, razón por la cual el estudio se centró en analizar la función ecológica de tópicos como la movilidad, el parentesco, el matrimonio, sistemas de residencia, la ideología, la religión, y la organización social.

Por ejemplo, la exogamia es una forma de crear lazos extralocales para facilitar la migración en tiempo de escasez de recursos. El tamaño del grupo, la movilidad y las alianzas, la reciprocidad y la residencia postmarital fueron vistos como respuestas a la variabilidad en la densidad de los recursos.

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Otro de los efectos del Congreso fue acabar con la imagen que la caza es la principal actividad económica, pues como plantearon algunos autores, con base en datos etnográficos, el congreso se debería haber llamado “La mujer recolectora” en la medida de que en un alto porcentaje de grupos estudiados la caza no constituye la principal fuente de alimentación. En consecuencia se acuñó el concepto “El modelo de forrajeo generalizado” para evitar el reduccionismo de la caza y dar cabida al amplio espectro de economías cazadoras-recolectoras.

Con base en los casos presentados R. Lee y I. DeVore definieron las características de las sociedades forrajeras con un estilo de vida nomádico.

1. Sociedades igualitarias: la movilidad va en contravía de la acumulación de bienes y por lo tanto de la propiedad privada.

2. Baja densidad demográfica3. Falta de territorios: la necesidad de abastecimiento de recursos

obliga en muchos casos a los cazadores-recolectores viajar de una región a otra.

4. Capacidad mínima de almacenaje: frente a la concepción estática y fija de almacenamiento, los recursos están almacenados a lo largo del territorio, lo único que hay que hacer es asegurar la reproducción de los recursos evitando su agotamiento. En este sentido cuentan con un gran almacén que es el territorio.

5. Movilidad en la composición de las bandas: los individuos cambian entre unas bandas y otras como una forma de equilibrar la distribución poblacional para evitar presión demográfica.

A pesar de las excepciones, la caza y la recolección se asoció con la banda como organización social.

En el marco de esta euforia ecologista, M. Sahlins acuñó el concepto de “opulentos forrajeadores” según el cual los cazadores-recolectores son sociedades altamente adaptadas al medioambiente y que su economía nómada, no es consecuencia de ninguna deficiencia evolutiva. Todo lo contrario, como demostraron trabajos

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presentados, como por ejemplo el caso de los Kung, son sociedades que gastan menos tiempo en producir los alimentos que necesitan para su supervivencia y cuentan con más tiempo libre para socializar (en Kelly 1995: 16) como demostró por ejemplo R. Lee con el caso de los Bushmen de Botswana. Además, gozaban de una alta esperanza de vida y no sufrían de déficits nutricionales. La imagen que se creó de los cazadores-recolectores quedó muy bien plasmada en la frase memorial de Shalins de que la economía forrajera es una “economía Zen” en la medida en que deseando muy pocas cosas tienen todo lo que necesitan.

Shalins define muy bien lo que significó este congreso, pero es importante añadir que por un exceso de euforia se cayó en una contradicción en la medida en que si bien uno de los objetivos del congreso fue aceptar la diversidad de sociedades forrajeras se logró el efecto contrario: reducir la diversidad a una imagen muy idealizada del modelo de forrajero generalizado. Como han demostrado estudios posteriores existen diferencias en el tiempo dedicado a lograr alimentos, en el reparto de labores por género, en el bienestar nutricional, en la esperanza de vida, y en otros muchos aspectos culturales. Razón por la cual actualmente, el concepto de opulento forrajeador y del modelo de forrajero generalizado hay que asumirlo con mucha cautela.

Muchos ejemplos etnográficos demostraron que la gente no invertía más tiempo en la caza y en la recolección porque un exceso de producción podría poner en riesgo la supervivencia dadas las posibilidades de un mayor incremento demográfico y un mayor impacto ambiental. En otros casos señalaron que si la gente producía debía compartir más y si no lo hacía era mal visto por la comunidad. Igualmente, también están expuestos a la malnutrición y sufren los cambios de las estaciones poniendo en entredicho también este tópico. El último tópico que se puso en entredicho fue el tema del aislamiento respecto a mundo capitalista.

Realmente, el Congreso Man the hunter, reforzó la idea de que las sociedades cazadoras-recolectoras son un tipo cultural con un fuerte valor evolutivo en tanto que han conservado muchas de sus tradiciones milenarias. Todavía sigue vigente la idea que la humanidad evolucionó desde una etapa cazadora-recolectora. Y este

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es el punto más controvertido, qué certeza tenemos que la humanidad pasó por una etapa cazadora-recolectora tal como se comenzó a definir desde hace varios siglos? Luego, tenemos que abandonar cualquier intento de acercarnos al pasado desde el presente y por lo tanto enterrar definitivamente dicha categoría?

Los cazadores-recolectores no son fósiles vivientes pero si su forma de vida es un producto de las condiciones de subsistencia, y si éstas son similares a las del pasado, entonces los cazadores-recolectores contemporáneos deben ser similares a los prehistóricos.

La diversidad actual nos advierte que no podemos reducir la historia más temprana de la humanidad a un solo tipo de sociedad. Muy probablemente coexistieron muchos tipos de sociedad que es injusto reducir a una sola imagen.

Todavía el estudio de cazadores-recolectores es esencialista porque hay una creencia que podemos entender la verdadera naturaleza humana en los cazadores-recolectores; es decir, los aspectos que nos permitieron evolucionar desde la caza y la recolección.

El DEBATE REVISIONISTA

Frente a la posición que los cazadores-recolectores contemporáneos representan la infancia de la humanidad y por lo tanto deben ser estudiados desde un punto de vista evolutivo, surge una contraposición que rechaza el valor del dato etnográfico para estudiar la primera etapa de la humanidad.

Seligmans acuña el término de profesionales primitivos. Los cazadores-recolectores son el efecto de una historia reciente marcada por el contacto e interacción con otros tipos de organización social y política.

Por ejemplo Edwin Wilmsen y James Denbow criticando a los trabajos de Richard Lee, rechazan la imagen que los Bushmen son cazadores-recolectores puros; sus características no son respuestas ecológicas sino, por el contrario, son mecanismos de defensa, frente al poder de las sociedades vecinas. Es decir, son una nueva clase

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social. Esta posición es radical en tanto que rompe cualquier conexión evolutiva, por el mero hecho que no pueden ser proyectadas las condiciones actuales hacia el pasado.

Robert Kelly plantea que independiente de su historia reciente, los datos etnográficos pueden ser útiles para entender la evolución de la humanidad, en tanto que si comparten condiciones de subsistencia similares es probable que haya recurrencias en la toma de decisiones. Lo importante es no reducir la evolución humana a imágenes idealizadas. Lo que nos demuestran los datos etnográficos para entender el pasado es la diversidad de formas de vida que pudieron coexistir hace miles de años.