El Movimiento Nacionalista Musical Europeo en El Siglo XIX

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Pequeño ensayo donde se resume el desarrollo de los movimientos nacionalistas musicales en la Europa del siglo XIX. El estudio y la búsqueda de entre las formas populares musicales autóctonas de cada nación (que dio paso al desarrollo de la musicología y etnomusicología) para sicrétizarlas junto con la formas académicas del momento, y así crear una identidad cultural que los destaque de entre otras naciones del continente.

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El Movimiento Nacionalista Musical Europeo en el siglo XIXPor Rawy Makarem El Rayes

La segunda mitad del siglo XIX vio la continuación de una fuerte tradición nacional en la ópera y en la música en general de países como Italia, Alemania y Francia. Un alza de las escuelas de ballet, música y ópera en Rusia y una creciente tradición musical en otros países. El nacionalismo fue convirtiéndose cada vez en una fuerza muy importante, usando la música para ampliar hacia el pueblo las nuevas tendencias ideológicas, políticas y culturales del momento.

El Nacionalismo se convirtió en casi una religión durante ese siglo, tanto en el ámbito político como en el cultural. En la música, el nacionalismo significó que algunos compositores cultivaran estilos melódicos y armónicos que cargaban cierta asociación con su propio grupo étnico-social. Algunas veces esto involucraba el uso de canciones y danzas folklóricas nativas o imitando sus características musicales, pero también a veces los compositores creaban estilos nacionales introduciendo nuevas sonoridades o rehuyendo deliberadamente de los convencionalismos comunes del lenguaje musical para aquel entonces.

No podemos hablar del nacionalismo en la música europea del siglo XIX sin hablar de su contexto eminentemente político-social. Por ende, uno de los acontecimientos tanto político como social que influyó enormemente en el establecimiento de la ideología nacionalista a través de Europa fue la Revolución Francesa y las consecuentes Guerras Napoleónicas. La Revolución Francesa hizo hincapié en la soberanía popular por sobre la de un monarca, en el conjunto del pueblo, creando así el pensamiento de nación y las ideologías nacionalistas, tratando de despojarse de las tendencias de los antiguos regímenes gubernamentales. La política de la Revolución Francesa, entonces, en conjunto con las consecuentes conquistas y el influjo cultural napoleónico, quedó esparcida en Europa, y los pueblos sometidos, o influidos por ésta, ya estando en búsqueda de una identidad cultural veraz, vieron renacer sus raíces patrias, su conciencia, y su folklore cultural; su música particular y concreta, en total desprendimiento para con el eje italiano, alemán y francés.

El Nacionalismo en el ámbito político fue el intento de unificación de un grupo particular de personas al crear una identidad nacional a través de

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características tales como una lengua común, culturas comunes, tradición histórica, rituales sociales, religiosas e instituciones nacionales. El nacionalismo sirvió tanto para apoyar el status quo establecido en un país o impugnarlo. En Francia, Gran Bretaña y Rusia, que ya de por si eran países unificados desde hace siglos, las expresiones de nacionalismo se daban, por ejemplo, en apoyo al gobierno; mientras que Alemania e Italia, que eran países que estuvieron divididos desde la Edad Media, los sentimientos nacionalistas evocaron apoyo a la reunificación.

La literatura, la música y las demás artes también jugaron un papel importante en promover las ideologías nacionalistas y en cambio esas ideologías tuvieron un impacto profundo en el desarrollo artístico. En el caso de Alemana e Italia por ejemplo, el nacionalismo cultural empezó a trabajarse a través de la enseñanza de un lenguaje nacional en vez de los dialectos provinciales ya usados, en la creación de periódicos y revistas en dicho lenguaje. Cultivando la identidad nacional en las artes era, por ende, crucial cuando se trataba de forjar una nación.

De las escuelas nacionalistas que surgieron en Europa durante el siglo XIX, dentro de las más destacadas se encuentra la rusa. En Rusia, a diferencia de Alemania e Italia donde el movimiento nacionalista era un motor para la unificación del país y en Austria-Hungría para la separación e independencia, el sentimiento nacionalista era usado como instrumento de propaganda para el gobierno absolutista de los zares.

El primer compositor ruso reconocido tanto internacionalmente como en la misma Rusia era Mikhail Glinka (1804-1857) quién para 1836 estableció una reputación nacionalista con el drama histórico de aires patrióticos y pro-zaristas llamada Una Vida para el Zar, la primera ópera rusa cantada en ruso. Algunos de sus recitativos y melodías tienen un particular y distintivo carácter ruso, atribuido al uso de escalas modales, las acotaciones o parafraseo de algunas melodías folklóricas como también el uso del lenguaje y la jerga folklórica. La segunda ópera de Glinka, Ruslan y Lyudmila (1842), fue basada en un poema de uno de los principales escritores rusos, Aleksander Pushkin (1799-1837) y la obra se caracteriza por contener un creativo uso de la escala de tonos completos, cromatismos, disonancias y la técnica de variación aplicada a canciones folklóricas.

En Rusia, durante la segunda parte del siglo XIX se da un proceso de modernización auspiciado por los zares, con la idea de acercar más al país a

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la par de las corrientes occidentales. Durante ese proceso hubo dos tipos de acercamientos: la nacionalista el cual idealizaba la distinción Rusa en comparación con el occidente y la internacionalista o también llamados occidentalistas quienes buscaban adaptar las tecnologías, la educación y costumbres occidentales en el país. Ésta división ocasionalmente se aplicaba a las escuelas de compositores rusos, aunque sería erróneo, dado que todo aquel que compusiera óperas, ballets sinfonías o sonatas por ejemplo ha estado adoptando géneros y enfoques musicales occidentales, sin importar su estilo. Más bien, una distinción se podría hacer entre los compositores quienes buscaban un desarrollo profesional desde el punto de vista occidental y aquellos que rechazaban el estudio académico debido a que lo consideraban como una amenaza a su originalidad.

De los primeros podemos destacar al compositor y virtuoso pianista Anton Rubinstein (1829-1894) quien fundó el Conservatorio de San Petersburgo en 1862 bajo un sistema de enseñanza occidental. Su hermano Nikolay Rubinstein (1835-1881) fundó el Conservatorio de Moscú bajo los mismos preceptos. Sus trabajos y logros llevaron a lo alto los estándares de musicalidad en toda Rusia creando una fuerte tradición de buenos pianistas, violinistas, compositores entre otros músicos que aún continúa hoy en día.

El Principal y más notable compositor ruso durante el siglo XIX fue Piotr Il’yich Tchaikovsky (1840-1893). Estudió en el conservatorio de San Petersburgo con Anton Rubinstein y fue uno de los primeros en graduarse en esa institución. Tchaikovsky trató de reconciliar las tendencias nacionalistas e internacionalistas en la música rusa, tomando como modelos a Beethoven, Schubert, Schumman, entre otros al igual que del folklore y la música popular de su país. Uno de sus trabajos más destacados es la ópera Eugene Onegin (1879) basada también en una obra de Pushkin. Ésta ópera se caracteriza por incluir reminiscencias de folklore ruso para el coro de campesinos, pero también incluye otro tipo de música autóctona: sus personajes principales son terratenientes y por ende ellos cantan en un estilo adaptado de la manera en la que canta y compone música esa clase social en Rusia.

Por el otro lado, se encontraba un grupo de cinco compositores quienes tenían la ideología de oponerse al academicismo y profesionalismo proveniente de los conservatorios. Ellos eran apodados “El Grupo de los Cinco” compuesto por Mily Balakirev (1837-1910), Aleksander Borodin (1833-1887), César Cui (1835-1918), Modest Mussorgsky (1839-1881), y Nikolay Rimsky-Korsakov (1844-1908). De los cinco, solo Balakirev tenía

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conocimientos académicos en música, pero sería también erróneo destacar a los otros cuatro como amateurs. Ellos admiraban la música occidental pero la estudiaron por su propia cuenta, fuera de la organización y sistematización en el estudio musical que exigía una academia, la cual ellos despreciaban. Era por su entusiasmo en compositores como Schumann, Chopin, Liszt, Berlioz, entre otros, que los cinco buscaron darlo un enfoque fresco a su propia música. Como parte de ese nuevo enfoque, ellos incorporaron varios aspectos de la canción folklórica rusa, escalas modales y exóticas, y polifonías folklóricas; además de extender los rasgos más particulares de los compositores occidentales que ellos más admiraron.

Tchaikovsky y el Grupo de los Cinco desarrollaron estilos musicales que fueron marcadamente individuales, puramente nacionales y al mismo tiempo impregnado con elementos occidentales. En cambio ellos influenciaron a compositores occidentales de finales del siglo XIX y comienzos del XX, quienes fueron especialmente atraídos por la construcción en bloques característico de los rusos, como también su colorida orquestación, el uso de la modalidad y las escalas artificiales. En menos de un siglo Rusia pasó de ser un ente periférico a una mayor potencia en las corrientes musicales del occidente.

Otros focos destacados en el desarrollo del nacionalismo musical durante la Europa del siglo XIX, fueron los países Eslavos y Escandinavos. Dentro de los países Eslavos podemos mencionar a Bohemia y Moravia habían sido parte de la corona austríaca de los Habsburgo por siglos, y, a diferencia de Rusia, siempre ha estado al tanto actualizada en las corrientes musicales de la Europa Occidental. En aquella época la educación era en alemán, y se consideraba este como la lengua oficial del estado y de las clases media y alta. Usualmente las piezas presentadas en su capital Praga, ya eran en italiano o en alemán (recordemos el caso de la ópera de Don Giovanni de Mozart fue estrenada en Praga).

En 1860, en un intento de impulsar las tradiciones nacionales y lograr una futura independencia, el gobierno provincial de Bohemia y Moravia creo el Teatro Nacional. Percusor, del movimiento nacionalista Checo, y además conductor del teatro fue Bedřich Smetana (1824-1884) muy conocido por su ópera cómica La Novia Vendida (1866). Smetana se caracterizaba en escoger temas meramente Checos para sus obras, en sus óperas la escenografía y el vestuario estaban basados en tradiciones nacionales. Aunque su lenguaje musical estaba fuertemente influenciado por Lizst,

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Smetana logró crear un estilo nacional usando tonadas folclóricas y danzas populares con ritmos tales como la polka evitando mucho de los convencionalismos estilísticos usados por los alemanes e italianos.

El trabajo empezado por Smetana, fue sucedido por Antonín Dvorak (1841-1904) en sus óperas, por ejemplo, incluía tramas basadas en la vida cotidiana campesinas Checas, historias mitológicas tanto Checas y Eslavas. Un caso muy interesante sería su Sinfonía No. 9 en Mi menor (Desde el Nuevo Mundo) la escribió en 1893 durante un viaje que hizo a los Estados Unidos como director artístico del National Conservatory of Music de Nueva York. Fue contratado con la expectativa de que como compositor nacionalista, podría enseñar el cómo crear un nuevo estilo nacional musical en Estados Unidos. Dado que él pensaba que la verdadera música nacional podría provenir de las tradiciones folklóricas, Dvorak empezó a estudiar la música nativa indígena y la africana, e incluyó algunos de sus elementos idiomáticos tales como melodías pentatónicas, ritmos sincopados, notas pedales, cadencias plagales, etc.

En otros países europeos también se fue desarrollando en cierta medida el nacionalismo, en países escandinavos tales como Finlandia con compositores como Jean SIbelius, Noruega con Edvard Grieg. En Polonía, con Frederich Chopin y Stanislaw Moniuszko, Felipe Pedrell,Isaac Albeniz, Manuel de la Falla en España. La búsqueda de un pasado musical era en parte nacionalista y eso al mismo daba muestra de autenticidad y distinción no solo al compositor sino a su país de origen.