El mundo bajo los párpados
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A T A L A N T A
JACOBO SIRUELA
EL MUNDO
BAJO LOS PÁRPADOS
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JACOBO SIRUELA
EL MUNDO BAJO LOS
PÁRPADOS
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www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanearalgún fragmento de esta obra.
En cubierta: Ted Serios, Fotografía del pensamiento,22 de febrero de 1966.
En guardas: Hipno. Escultura griega en bronce del siglo IV.
Dirección y diseño: Jacobo Siruela
Segunda edición corregida
Todos los derechos reservados.
© Jacobo Siruela, 2010© EDICIONES ATALANTA, S. L.
Mas Pou. Vilaür 17483. Girona. EspañaTeléfono: 972 79 58 05 Fax: 972 79 58 34
atalantaweb.com
ISBN: 978-84-937784-5-3Depósito Legal: B-9.884-2011
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Í N D I C E
Los sueños y la historia13
El sueño y lo sagrado69
El espacio onírico129
Sueño y tiempo189
Sueño y muerte267
Bibliografía309
Índice de ilustraciones323
Índice onomástico327
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A Inka, por todos los sueños que he escuchadode sus labios.Y a mi padre in memoriam.
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Toda nuestra historia es únicamente la de los hombres des-
piertos; nadie hasta ahora ha pensado en una historia de los
hombres que duermen.
G. C. Lichtenberg. Cuaderno K, 86
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Los sueños y la historia
Soñar participa de la historia.
Walter Benjamin, Obras II / 2
I
La historia de los sueños nunca ha sido escrita. Nadiehasta el momento ha emprendido una tarea tan inabarca-ble, tan insólita y, en cierta manera, tan insondable. Estaidea puede resultar a primera vista extraña, incluso ab-surda, y sin embargo la conciencia de la historicidad delsueño no es una hipótesis nueva ni aislada ya que grandesfilósofos y ensayistas se han sentido intrigados por ella.George Steiner, por ejemplo, asume intelectualmente enun artículo –recogido en Pasión intacta (1997)– que lossueños «se convierten en materia de la historia», y enu-mera varios casos que fueron tratados en su momentocomo sucesos históricos dignos de todo crédito: los sueñosbíblicos, los sueños de las Vidas paralelas de Plutarco, lossueños archivados con celo por los astrólogos de las cor-tes medievales y renacentistas. Para Steiner, cada uno deestos jirones secretos arrancados de la vida onírica seculardejan de pertenecer a la esfera privada una vez que se re-gistran por escrito, una vez que se interpretan y comien-zan a filtrarse por los finos y sutiles conductos del lenguaje
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y pasan a formar parte de los códigos particulares de cadacultura.En efecto, a menudo el onirismo aparece teñido de sus-
tancia histórica. A veces de un modo puramente formal, através de la cambiante variedad de personajes y escenariosque el soñante toma prestados de su tiempo –pues cadasiglo, cada cultura tiene su propio estilo de soñar–; otras deun modo colectivo, cada vez que un mensaje onírico res-ponde a una problemática general de la sociedad, y tam-bién (como recuerda Steiner) porque cada época empleasu forma característica de narrar e interpretar los argu-mentos oníricos; de modo que si cualquier persona, mien-tras duerme, vive su propio mundo particular, tal comodijo Heráclito, al mismo tiempo, tanto el fenómeno oní-rico como su interpretación siempre se encuentran bajo elinflujo histórico y cultural de cada soñador: el sueño noes únicamente un fenómeno espontáneo y privado de lamente, forma también parte de una experiencia más vastade la historia cultural humana. Por muy fantasmales o ar-bitrarias que nos parezcan estas tácitas vivencias noctur-nas, algunas de ellas poseen una historicidad concreta, unacualidad particular que las hace pertenecer con todo dere-cho a la memoria histórica. Es una lástima que así comoexiste una abundante bibliografía sobre la historia de nues-tro mundo diurno, con sus acontecimientos más notables,no exista también otra historia sobre los hechos más sin-gulares del mundo de los durmientes, pues como dijo unavez Hegel: «si reuniéramos los sueños de un momento his-tórico determinado veríamos surgir una exactísima ima-gen del espíritu de ese periodo».Un claro ejemplo de esta sugestiva hipótesis es la obra
peculiar de la periodista judío-alemana Charlotte Beradt,The Third Reich of Dreams (1966). Su libro desarrolla una
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idea nada frecuente en el mundo del periodismo: entre1933 (fecha del ascenso al poder de Hitler) y 1938, un añoantes de estallar la Segunda Guerra Mundial, la jovenCharlotte se dedicó a recolectar los sueños de la gente másdispar de Alemania. Su objetivo era demostrar el devasta-dor efecto emocional que estaba produciendo el nazismosobre la población alemana. Y, como suele ocurrir cuandose fija la atención en algo preciso, los sueños acudían a ellade la forma más insospechada y natural, ya fuera en plenacalle, en boca de un tendero ocasional que peroraba más dela cuenta, o cuando algún miembro de la familia se poníaa contar su última pesadilla durante el almuerzo; o bien através de confidencias intercambiadas en círculos cerca-nos. En ciertas ocasiones, Charlotte se veía obligada a re-currir a los más astutos retruécanos del estilo indirectopara sonsacar la información deseada de su sastre o de uneventual lechero, pero siempre mantuvo este sutil «tra-bajo» en total secreto; pues, como es fácil de suponer, estaactividad clandestina podía resultar fatalmente sospechosapara un régimen paranoico, que conocía a la perfección lasmás inmundas posibilidades de la manipulación propa-gandística.*
Durante seis años, Beradt logró reunir más de trescien-tos relatos oníricos, que respondían perfectamente al tema
* No menos paranoides ni cruentos fueron sus iguales de la UniónSoviética, cuya costumbre era internar en hospitales psiquiátricos atodos aquellos que no comulgaban con su ideología y atiborrarlos conderivados de la fenotiazina para neutralizar su actividad onírica, trashaber averiguado que todos aquellos que tomaban estos fármacos paradejar de soñar se adaptaban mucho mejor al sustrato ideológico del co-munismo. Habían descubierto el papel netamente subversivo de la pe-sadilla como alarma interior de un conflicto no advertido por la con-ciencia.
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de su investigación, y ninguno de ellos tenía nada que vercon complejos freudianos, ni con ninguna de las tortuo-sas miserias humanas que normalmente se escuchan en lassesiones de psicoanálisis. Más bien revelaban algo muydistinto y explícito: ninguno de estos sueños había sidocausado por depresiones personales, ni conflictos familia-res, ni problemas sexuales o conyugales; todos ellos teníanalgo inequívoco, una seña distintiva común: la herida psi-cológica que dejaba en los soñantes el clima social de laAlemania del Tercer Reich. Charlotte denominó a estaspesadillas sueños políticos; pero también podríamos califi-carlos de sueños históricos, desde el momento en que esce-nifican perfectamente la alienación vivida por los alemanesdurante esos largos y tormentosos años de oscuridad.Así, una mujer sueña repetidamente con una insidiosa
y taladrante proclama. Proviene de la voz chillona de unmiembro del partido que con un megáfono en la boca nocesa de gritar desde un coche la misma alocución: «¡Ennombre del Führer! ¡En nombre del Führer! ¡En nombredel Führer!…»Un médico contempla en sueños la vista panorámica
de una perversa arquitectura sin intimidad. Aunque ensu conversación con Charlotte había asegurado no sentirdemasiado interés por la política, su inconsciente sí habíapercibido lo que ocurría en el país. En su sueño, son lasnueve de la noche, la hora en que suele terminar su con-sulta. El doctor se encuentra en su cuarto, relajado, ho-jeando un libro con reproducciones del pintor MatthiasGrünewald, cuando repara en que las paredes de su habi-tación han desaparecido. Extrañado, se levanta para echarun vistazo, y descubre estupefacto que ninguna casa delvecindario conserva sus paredes. Una voz lejana, que seaproxima, aúlla desde un altavoz: «¡De acuerdo con el de-
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creto del 17 de este mes sobre la abolición de las paredes!»,y los gritos prosiguen con una interminable retahíla deprohibiciones.Algunos sueñan que está prohibido soñar, pero a pesar
de todo continúan soñando lo mismo.Un ama de casa de mediana edad tiene el siguiente
sueño: su cocina ha sido ocupada por un agente de la Ges-tapo, que se pasea con rudeza de un lado a otro y lo ins-pecciona todo. De pronto se detiene frente a su vieja co-cina holandesa, alrededor de la cual se reúnen cada nochela familia y los amigos para charlar. El guardia observa elaparato con un extraño interés; se acerca y abre la tapa delhorno; entonces la cocina deja de ser una discreta presen-cia inanimada y, para horror de toda la familia, comienzaa repetir obedientemente todos los chistes y agravios queallí se han dicho contra el gobierno.
La historia onírica está llena de visiones grotescas comoésta, inducidas por el agobiante peso subliminal que ejer-cen los sucesos históricos y sociales sobre la porosa vidanocturna de los durmientes. Más adelante tendremos laoportunidad de examinar algunas de las más notables fe-nomenologías del sueño; de momento, nos conformare-mos en este capítulo con dibujar los perfiles de una nuevacategoría histórica: la onírica. Los sueños no son sólo laconsecuencia de una determinada causa histórica, como
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sucede en los casos registrados por Beradt, sino que a ve-ces siguen caminos tan inesperados y contundentes que in-cluso llegan a desempeñar un papel realmente activo en elcurso del acontecer histórico.
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Este libro no trata sobre la interpretación de los sueños, explora los
diferentes significados del verbo soñar en relación con la historia, lo
sagrado, las dimensiones interiores de la conciencia, las paradojas y
complejidades del tiempo y el punzante enigma de la muerte.
El encuentro entre el racionalismo moderno y la otredad es el tema
central de la literatura fantástica: en el mundo común y cotidiano, un fe-
nómeno súbito y extraordinario pulveriza en pocos segundos «el orden
natural de las cosas». Caillois definió a esta súbita rasgadura de lo
real: «irrupción de lo inadmisible». Así, la primera condición de lo fan-
tástico es, como dice Todorov, «la duda del lector». Pues bien, lo cu-
rioso del caso es que cada una de estas características del cuento
fantástico pueden muy bien aplicarse a buena parte de los «relatos» de
este libro, al plantear también en la realidad un radical desplazamiento
de sentido, si bien con una notable diferencia: aquí «lo fantástico» no se
da en el escenario de las ficciones literarias, sino en el ámbito histórico,
en el mundo real, tal como atestiguan las fuentes documentales, que
pueden consultarse al final del volumen. Sólo el lector podrá juzgar si
todo lo que refieren estas páginas es sólo un «relato» más o menos li-
terario, o el leve rumor de una realidad ignorada; en definitiva, el viejo
dilema de la literatura fantástica.
«El editor Jacobo Siruela, tras años de concienzuda documentación,
sorprende con la publicación de un libro sobre la influencia histórica de
los sueños y su naturaleza. Una lectura rigurosa, inteligente, didáctica
y apasionante.»
Antonio G. Iturbe. Qué leer
«Estamos ante un libro necesario. Uno de esos huevos de Colón que
nos obliga a preguntarnos ¿cómo no se le ocurrió a
nadie antes?»Javier Moreno. Quimera
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Imaginatio vera
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