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Después de cinco años, es hora de contar la historia de la Misión Sueños Compartidos. Tal vez allá por 2006, nadie pensaba que iba a existir un proyecto que, de tan grande, se escaparía de los límites geográficos donde todo comenzó, en un barrio de la Ciudad de Buenos Aires, un barrio grande; en realidad, algo más grande que un barrio; mejor, una ciudad. Por Cynthia Berenguer Ciudad Oculta es eso: una ciudad dentro de otra. Y lo de “oculta” no es un mito urbano: la escondieron los milicos con un paredón inmenso, para que los turistas del Mundial ‘78 no vieran la miseria planificada en un país que autoproclamaban derecho y humano. Una forma de erradicación simbólica es el ocultamiento, y la ne- gación de la existencia otra forma de desaparición. Recién en 1985 los veci- nos empezaron a derrumbar el muro, y no solo simbólicamente. Algunos ni saben que la Ciudad Ocul- ta, en realidad, se llama Barrio Ge- neral Belgrano. Algunos la conocen como Villa 15, por ese afán casi sinies- tro de enumerar los barrios populares (el conteo ha llegado hasta la 31 de Retiro, que luego se extendió a la 31 bis; algunos barrios con numerito se han unificado, como la 1-11-14 o la 21-24; otros, han conservado motes nada halagüeños, como Villa Tachito o Villa Cartón; otros, llevan el eufe- místico pero técnico nombre de NHT – Núcleos Habitacionales Transitorios–, iniciados allá por 1969, con la eterna promesa del Estado de construir “so- luciones habitacionales definitivas”). Pero volviendo, para situarnos: el ba- rrio donde nació la Misión está con- formado por la Villa 15 y el Núcleo Habitacional Transitorio Eva Perón. A los ojos de cualquiera que pasa por la avenida homónima o por Avenida Piedrabuena, se trata, simplemente, de Ciudad Oculta. Ahí, el viernes 9 de diciembre de 2005, cerca de las 15.30, cuando el calor pegaba fuerte en los techos de chapa, alguna chispa detonó la tra- gedia: decenas de familias perdieron, literalmente, todo. El fuego arrasó la barriada y no dejó nada. La Navidad de 2005 fue la más cruda para mu- chas familias de la villa. En la tele, la cobertura fue como para un corres- ponsal de guerra: la calamidad fue noticia por un rato, la gente descalza clamaba por la pérdida. Para el sá- bado, la nota era “el fuego afectó a 30 viviendas de una villa de emergencia”; luego, nada más. Tal vez un asalto vio- lento copó las pantallas; lo cierto es que las cámaras no regresaron. Pero a las Madres, esas imágenes y esas palabras no les pasaron por al lado, les pasaron por adentro, y sintieron ese clamor del barrio como si fuera el de sus propios hijos. Y acudieron al llamado. Durante los primeros días de octubre de 2006, las Madres de Plaza de Mayo El nacimiento de una pasión 1 CORTAMOS EL CORDÓN Suplemento Nº1 / Marzo 2011 Historia de la Misión Sueños Compartidos

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Después de cinco años, es hora de contar la historia de la Misión Sueños Compartidos. Tal vez allá por 2006, nadie pensaba que iba a existir un proyecto que, de tan grande, se escaparía de los límites geográficos donde todo comenzó, en un barrio de la Ciudad de Buenos Aires, un barrio grande; en realidad, algo más grande que un barrio; mejor, una ciudad.

Por Cynthia Berenguer

Ciudad Oculta es eso: una ciudad dentro de otra. Y lo de “oculta” no es un mito urbano: la escondieron los milicos con un paredón inmenso, para que los turistas del Mundial ‘78 no vieran la miseria planificada en un país que autoproclamaban derecho y humano. Una forma de erradicación simbólica es el ocultamiento, y la ne-gación de la existencia otra forma de desaparición. Recién en 1985 los veci-nos empezaron a derrumbar el muro, y no solo simbólicamente.Algunos ni saben que la Ciudad Ocul-ta, en realidad, se llama Barrio Ge-neral Belgrano. Algunos la conocen como Villa 15, por ese afán casi sinies-tro de enumerar los barrios populares (el conteo ha llegado hasta la 31 de Retiro, que luego se extendió a la 31 bis; algunos barrios con numerito se han unificado, como la 1-11-14 o la 21-24; otros, han conservado motes nada halagüeños, como Villa Tachito o Villa Cartón; otros, llevan el eufe-místico pero técnico nombre de NHT –Núcleos Habitacionales Transitorios–, iniciados allá por 1969, con la eterna promesa del Estado de construir “so-luciones habitacionales definitivas”).Pero volviendo, para situarnos: el ba-rrio donde nació la Misión está con-formado por la Villa 15 y el Núcleo Habitacional Transitorio Eva Perón.

A los ojos de cualquiera que pasa por la avenida homónima o por Avenida Piedrabuena, se trata, simplemente, de Ciudad Oculta.Ahí, el viernes 9 de diciembre de 2005, cerca de las 15.30, cuando el calor pegaba fuerte en los techos de chapa, alguna chispa detonó la tra-gedia: decenas de familias perdieron, literalmente, todo. El fuego arrasó la barriada y no dejó nada. La Navidad de 2005 fue la más cruda para mu-chas familias de la villa. En la tele, la cobertura fue como para un corres-ponsal de guerra: la calamidad fue

noticia por un rato, la gente descalza clamaba por la pérdida. Para el sá-bado, la nota era “el fuego afectó a 30 viviendas de una villa de emergencia”; luego, nada más. Tal vez un asalto vio-lento copó las pantallas; lo cierto es que las cámaras no regresaron. Pero a las Madres, esas imágenes y esas palabras no les pasaron por al lado, les pasaron por adentro, y sintieron ese clamor del barrio como si fuera el de sus propios hijos. Y acudieron al llamado. Durante los primeros días de octubre de 2006, las Madres de Plaza de Mayo

El nacimiento de una pasión

1CORTAMOS EL CORDÓNSuplemento Nº1 / Marzo 2011

Historia de la Misión Sueños Compartidos

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unidades. Cada departamento tiene un living comedor, un bañito chiquito, otro baño completo y tres dormitorios –ex-plicaba el impulsor de esta utopía de la arquitectura y de la política, motor imparable de aquel proyecto que es hoy esta Misión. Uno lo cuenta así, en pocos renglones, pero el registro fílmico de la visita es mucho más gráfico. Los gestos de los vecinos eran de descreimiento… ¿por qué no iban a serlo, si no era la primera vez que escuchaban promesas? ¿Qué tenía éste de distinto a los promeseros anteriores?La palabra de las Madres estaba empeñada, el blanco de sus pañue-los era garantía de cumplimiento y ca-

lidad suficientes: diez días después, el 18 de octubre, tan sencillo como dar el primer paso para empezar a caminar y seguir avanzando, la Mi-sión Sueños Compartidos comenzó a palpitar. Y aquellos gestos adustos se transformaron en sonrisa, la sonrisa en sudor, y el sudor en trabajo digno: el obrador I estaba inaugurado. El obrador II, muy cerquita, empezaría a funcionar el 15 de noviembre.Los tiempos cambiaban; nuevas luces iluminaban el futuro. A las Madres les gusta llamar a las cosas por su nom-bre: Ciudad Oculta sería para ellas, a partir de entonces, Ciudad Luz.

Este vientito que soplaEl 2006 había sido un año casi eufóri-co: algo inesperado había sucedido en enero, algo que nadie se iba a imaginar. Las Madres convocaron y realizaron la última Marcha de la Resistencia: des-pués de 25 marchas, ésta era la últi-ma. ¿Por qué? Hebe lo dijo ese día con absoluta claridad: “No vamos a hacer más la Marcha de la Resistencia por-que el enemigo no está más en la Casa

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visitaron las casillas provisionales, donde las familias esperaban que se cumpliera la promesa de trasladarlos “a diversos edificios dependientes de la Ciudad, mientras se solucionaba su futuro habitacional”. Ese traslado –prometieron– se iba a concretar el lunes siguiente al incen-dio, pero las casillas transitorias ya se estaban haciendo permanentes, allí frente a esa mole de concreto que es el Elefante Blanco, al que algunos vecinos llaman, todavía, el hospitalito.

Tiempo, tiempoLos pobres saben de tiempos de espe-ra, de promesas incumplidas, de fotos de campaña. Por eso, en la segunda

visita de las Madres, el sábado 7 de oc-tubre de 2006, era tan extraño ver que la camioneta que cada jueves lleva a las Madres a la histórica Plaza de Mayo, se estacionaba frente al Elefante Blanco y convocaba a los vecinos para iniciar un proyecto inconcebible, una locura. Lo imposible… –No vamos a erradicar la villa, vamos a transformar la villa –dijo un hombre de barba y anteojos ante una treintena de personas que lo escuchaban serias, muy serias, con sus niños en brazos y apiñados bajo el sol–. Este es el siste-ma con el que se va a construir –pro-siguió Sergio Schoklender–. Son casas de tres pisos, con tres departamentos de cada lado. Cada bloque tiene seis

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de Gobierno… Ustedes saben com-pañeros, que los jueves van a seguir porque faltan muchas cosas conseguir. Las Madres pensamos que es un mo-mento de construir, no todo está mal ni todo está perfecto. Pero es un momen-to histórico, único en nuestro país y con este Presidente y en Latinoamérica. No lo podemos desperdiciar. Es úni-co este momento. Debemos construir una patria más libre y más justa… Las Madres hace 28 años, casi 29, que es-tamos en esta Plaza, no esperando pa-cíficamente, esperando con bronca. No

sabíamos que íbamos a poder ver esto que estamos viendo. No lo soñábamos. Ellos (mirando la Pirámide de Mayo cu-bierta con las fotos de los 30.000 des-aparecidos) no lo vieron. Nos dejaron a nosotros la posta. En otro tiempo y de otra manera nos fuimos haciendo revolucionarias. Estamos construyen-do un mundo mejor. De a poco, algo hemos hecho para dejarles a los hijos que tenemos, a los que nos están na-ciendo y a nuestros nietos, un mundo mejor, un país mejor. Y este momento,

que es único, compañeros, no los desperdiciemos, no

lo dejemos pasar… No nos vamos a

callar, no nos vamos a que-dar, no vamos

a olvidar, no vamos a perdonar, pero vamos a

seguir escuchando este vientito que sopla”.Los tiempos políticos eran auspiciosos. Para las Madres, Néstor Kirchner em-pezó siendo apenas “un presidente que escucha”. Por eso, en el discurso del 10 de agosto de 2006, antes de que Sueños Compartidos diera los primeros pasos, Hebe de Bonafini decía en la Plaza de Mayo: “Hoy es un día muy especial para las Madres. Yo el viernes estuve con el señor Presidente. Traía mensajes del Chaco, de Misiones, de los compa-ñeros de Salta… El Presidente recibió todo con mucha atención, el Ministro del Interior también. Y me prometie-ron que se iban a ocupar. Realmente

se han ocupado, preocupado…”.El cambio de vientos políticos no fue fácil. Con la desaparición de Jorge Julio López, querellante y testigo clave en la causa contra el represor Miguel Etche-colatz, muchos atacaron al entonces Presidente. Pero las Madres tuvieron la mente clara: “Compañeros –dijo Hebe en la marcha del jueves 28 de septiem-bre–, se están viviendo días muy es-peciales. Hay un desaparecido que le quieren tirar al Presidente. Acá hay que pensar muy bien quiénes son los que no quieren sen juzgados y condenados, quiénes son los que no quieren ir a la cárcel, quiénes son los cómplices de los que van a ir a la cárcel”.Y después llegó octubre y las historias se ataron: las Madres, Néstor Kirch-ner, el Proyecto Nacional, la Misión

Sueños Compartidos… 30.000 presen-cias multiplicadas, vivas. El lunes 16, un acto formal daba cuenta de lo que sucedería al día siguiente: el inicio de lo que entonces fue un “Plan Piloto de capacitación en construcción de vivien-das” en Villa 15, Ciudad Oculta. Un com-promiso, como señaló Evel de Petrini (Beba) el jueves siguiente en la Plaza: un compromiso “que se ha asumido colectivamente y que cuenta con la mirada atenta de los vecinos del lugar y el apoyo de las Madres para llevarlo a cabo y extenderlo en otros barrios de la ciudad”. “Construir un nuevo país no es poca cosa –dijo Hebe de Bonafini en aquel acto inaugural del lunes–. Estamos en un momento único, con todas las

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fallas que podemos ver, pero es un momento político único que nos da esta posibilidad de que las Madres, que nunca quisimos nada con ningún político, hoy firmemos este convenio. Porque este convenio es para uste-des, compañeros, y no lo firmamos con el gobierno, lo firmamos con us-tedes para que ustedes tengan lo que tantas veces se les prometió. Y todos aquellos que no creen que esto es posible, viviendas más lindas y más económicas y más rápidas, se lo es-tán perdiendo. Las Madres, cuando nos ponemos en algo, es en serio. Y en el momento que se quede alguno como un burrito empacado, ahí vamos a estar las Madres”.

CodaCinco años después, recordar los co-mienzos de la Misión Sueños Compar-tidos todavía estremece a cualquier cronista de esta historia: la que cada día, los hombres y mujeres de nuestro pueblo construyen con sus manos. La historia de los que hacen historia.

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Cronología 2006

“Todos los días estamos construyendo el país que soñaron nuestros hijos y que seguramente van a continuar ustedes”.

(Marcha del jueves 2 de noviembre de 2006. Hebe de Bonafini)

El 16 de octubre da inicio de la Misión Sueños Compartidos en Villa 15 (Ciudad Oculta, Villa Lugano) con las familias que habían perdido sus viviendas y pertenencias en el incendio de diciembre de 2005. La Misión co-mienza como un “Plan piloto de capacitación en construcción de viviendas”, en convenio entre la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, el Ministerio de Derechos Humanos y Sociales de la Ciudad de Buenos Aires (hoy desmembrado por la gestión macrista), y se ejecuta por medio de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.Primero se proyectan 36 viviendas y rápidamente se amplían a 72, que serán edificadas con el sistema cons-tructivo M2. Para ello, se organiza el primer equipo técnico de arquitectos e ingenieros; se incorporan al trabajo formal (con jornal, obra social, ART, etc.) cerca de 150 hombres y mujeres del barrio y se inician las capacitaciones en obra. Se trabaja codo a codo con las organizaciones barriales, sociales y políticas.En una casa del barrio, se conforma una guardería para los hijos de las trabajadoras, que quedan a cargo de “mamás cuidadoras”.Se recuperan varios espacios del edificio conocido como Elefante Blanco u Hospitalito. Allí, se organizan los comedores de las obras, las oficinas administrativas, el taller textil para la confección de la ropa de trabajo.En apenas dos meses y medio, los Sueños Compartidos comienzan a hacerse realidad.

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