El Narrador de Historias

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El narrador de historias Marco Tulio Aguilera Garramuño Desde el balcón, a través de las enredaderas, desde la madrugada hasta el anochecer el narrador de historias permanecía atisbando a cuanto personaje extraño o suceso peregrino cruzaba por la acera frente a su casa. Gracias a su oído finísimo lograba escuchar conversaciones susurradas que daban cuenta de asuntos extraños o curiosos. Y cuando lo visto o escuchado no le satisfacía, el narrador de historias simplemente inventaba. Con su lengua de canario hacía danzar las palabras en la máquina de escribir a un ritmo endiablado. Lograba escribir historias bellísimas y sorprendentes, a veces delicadas o atroces. No le importaba que

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El narrador de historias

Marco Tulio Aguilera Garramuo

Desde el balcn, a travs de las enredaderas, desde la madrugada hasta el anochecer el narrador de historias permaneca atisbando a cuanto personaje extrao o suceso peregrino cruzaba por la acera frente a su casa. Gracias a su odo finsimo lograba escuchar conversaciones susurradas que daban cuenta deasuntos extraos o curiosos. Y cuando lo visto o escuchado no le satisfaca, el narrador de historias simplemente inventaba. Con su lengua de canario haca danzar las palabras en la mquina de escribir a un ritmo endiablado. Lograba escribir historias bellsimas y sorprendentes, a veces delicadas o atroces. No le importaba que all abajo todo lo maravilloso estuviera contaminado con dosis tristes de suciedad o desgracia. l tomaba las historias, las lavaba, las desbarataba como a relojes viejos, las engrasaba con los ms finos aceites, las maquillaba y por fin las dejaba marchando como un cuc resplandeciente recin salido de manos del artesano. El narrador de historias tuvo sus premios y sus satisfacciones y se podra decir que era un hombre feliz. No estaba casado, no tena hijos, no necesitaba a nadie. Un da cuando estaba sentado ante la mquina escuch el grito desacompasado de una multitud: Hambre, hambre, hambre! Carambas, qu tema tan bueno, se dijo: una multitud que grita hambre y un escritor que est aislado escribiendo precisamente una historia sobre una multitud que grita hambre. Pero, se preguntaba el escritor: cmo voy a terminar la historia? Sencillo, se respondi: mientras el narrador de historias escribe que la multitud grita hambre, la multitud invade su casa, sube al balcn y se lo come. En esos momentos el narrador de historias escuch el estruendo de muchas voces, el retumbar de su puerta a punto de ser derribada. Sonri. Saba que no iba a tener tiempo de poner el punto final a su historia.