El negoci de la fam / El negocio del hambre.

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Informe elaborat per Felipe López Aranguren per a la campanya: Actuem contra la fam, defensem el dret a la terra i als aliments PUBLICACIÓ DE L’ASSOCIACIÓ CATALANA PER LA PAU · WWW.ACPAU.ORG el negocio del hambre

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Versio en castella de l'informe de Felipe Lopez-Aranguren en el que s'analitza la relació entre l'especulació financera, els preus dels aliments i les propostes i alternatives de les organitzacions camperoles que treballen per la sobirania alimentària

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Informe elaborat per Felipe López Aranguren per a la campanya: Actuem contra la fam, defensem el dret a la terra i als aliments

PUBLICACIÓ DE L’ASSOCIACIÓ CATALANA PER LA PAU · WWW.ACPAU.ORG

el negocio del hambre

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“Controla el petróleo y controlarás las naciones, controla los alimentos y controlarás a los pueblos”

Henry Kissinger

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E l sistema de producción y distribución de alimentos funciona como un sistema eco-nómico que está sometido a inestabilidades periódicas, a veces intensas, sujeto al desfa-

se entre la oferta y la demanda y que tiene ganadores (los menos) y perdedores (los más). En la actualidad, el agronegocio es como una gran cadena de monta-je industrial: las explotaciones agrícolas, en régimen intensivo y de monocultivo, funcionan como fábricas donde las semillas, los piensos y los productos quími-cos, como abonos, pesticidas y fertilizantes, utilizan-do maquinaria especializada, dan lugar a productos de consumo humano. A su vez, las distribuidoras, como panaderías, fruterías, pescaderías y carnicerías, pri-mero se convirtieron en supermercados y luego en hi-permercados que trabajan para las grandes compañías alimentarias. Los productos se fabrican donde su coste es menor, se envían donde la demanda es mayor y se gestionan mediante contratos, mercados de futuros y otros instrumentos financieros. Las tecnologías y los modelos de negocio que utilizan las empresas procesa-doras de alimentos son parecidos a cualquier otra in-dustria. El sector de la alimentación trata los alimentos como si fuesen un bien de consumo cualquiera.

Todo se basa en la producción a gran escala, el precio bajo, la uniformidad y el procesamiento. Esta economía de los alimentos, basada en la demanda creciente, gran

consumo de energía y en métodos de producción a gran escala, que requiere grandes cantidades de tecnología, no puede ser aplicada en países con baja tecnología en los que los habitantes apenas pueden permitirse acce-der a productos básicos. Estamos, como dice Leonardo Boff, en la era tecnozoica.

Si la población mundial continúa creciendo al ritmo ac-tual y algunos países en desarrollo como China, Brasil o India pretenden igualar los consumos en proteínas del mundo occidental, la demanda de cereal se multiplica-rá ya que hacen falta seis kilos de cereal para obtener un kilo de carne. A ello se une la creciente demanda de cereales para la industria de los biocombustibles, que ya consume dos tercios de la producción estadouniden-se de maíz, el empobrecimiento de las tierras por el uso de abonos químicos y pesticidas, la contaminación y agotamiento de los acuíferos, el cambio climático con el aumento de las temperaturas, el flujo desigual de llu-vias, la escasez y el encarecimiento del petróleo y del gas natural. Todo ello va en contra de una agricultura sana que precisa energía barata, clima estable y agua. Actualmente ya hay más de mil millones de personas que carecen de seguridad alimentaria y el hambre se lle-va a treinta millones de ellos al año, la mayoría niños.

Para la gran industria alimentaria y para sus financie-ros, los alimentos han dejado de ser una necesi-

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C on la elaboración y empaquetado se produce el “valor añadido”, es decir, la transforma-ción de materias primas agrícolas en produc-tos finales, que es en realidad el gran nego-

cio. Empresas como General Foods, Nestlé, Kellogs o Heinz ya no dominan un solo producto, sino que están presentes en casi todas las categorías de productos y en casi todos los mercados mundiales. Estas grandes empresas son compradores de grandes cantidades de materias primas alimentarias y en la práctica imponen sus precios de compra a los productores y sus precios de venta a los distribuidores y finalmente a los consu-midores. Además controlan gran parte de ambos mer-cados.

El truco del valor añadido se halla en lo que se llama “diferenciación”. Un agricultor que cultiva café produ-ce algo no diferente a cualquier otro productor de café. Pero las empresas de alimentos procesados tratan los productos con sabores, texturas o envoltorios que les permiten añadir valor al producto final además de in-cluir el precio del marketing y la distribución, así que cuanto más se transforma la materia prima en producto final más puede incrementar el precio la empresa. De hecho, el alimento envasado suele ser el coste menor del producto acabado. Con grandes campañas de pu-blicidad se crea lo que se llama “marca”, por ejemplo el Nescafé, que puede ser vendido más caro que otros productos similares al imponerse en el mercado. Cuan-to más gastan en publicidad más venden. Cuanto más

venden más bajo es el precio de coste por unidad y ma-yor el sobreprecio de manera que parte de las ganancias vuelven a ser empleadas en publicidad. Estas grandes empresas disminuyen el coste de las materias primas, emplean la publicidad para crear una marca fuerte, Coca-Cola es un paradigma, que imponga su precio y se embolsan la jugosa diferencia.■

El valor añadido

dad, su producción se ha desligado de su carácter de sustento, se han convertido en una mercancía más. Ahora sólo se trata de una competencia por los bene-ficios. La gestión empresarial y su financiación han llevado a una nueva estructura organizativa: aumen-tar la producción y rebajar costes es fundamental. Es la famosa productividad del sistema capitalista neoli-beral. A la vez el mercado se ha mundializado, se pro-duce en lugares lejanos, se transforma y se transporta con altos costes, se aplica una tecnología sofisticada (maquinaria pesada, materias químicas, semillas transgénicas, etc) que hacen cada vez más inviable la autosuficiencia alimentaria. La globalización de los transportes ha facilitado las cosas. Hoy las grandes explotaciones agrícolas son monocultivos que utilizan fertilizantes, pesticidas, semillas, maquinaria, com-bustible e investigación. Todo depende después de la industria transformadora y de la cadena de distribu-ción, en manos de las grandes empresas alimentarias. Y todo ello en el marco de un mercado neoliberal en

manos del Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Co-mercio (OMC) que trabajan en realidad para las gran-des empresas.

Los pequeños agricultores van siendo arrinconados ante los grandes costes de tal manera que venden o son ex-pulsados de sus tierras, incluso a veces sencillamente son asesinados como sucede a lo largo y ancho de Amé-rica Latina y África y se produce una concentración de parcelas: un pequeño grupo de empresas químicas y farmacéuticas controlan los fertilizantes, los pestici-das y las semillas. En los EE.UU. tan sólo dos empre-sas, Cargill y Archer Daniels Midland (ADM), controlan la comercialización de la mayoría del cereal. A ello hay que añadir que las cadenas de montaje, el embotellado, el enlatado, la refrigeración y las redes de transporte, soportadas por un mercado de capitales ávido de bene-ficios, facilitan a las grandes empresas de alimentos su enorme crecimiento.■

El negocio de los alimentos

Índice mundial alim. vs Precio del petróleo Brent

Índice alim. FAO

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Precio del Brent por barril

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F inalmente cabría añadir que todo esto se hace a escala planetaria. Las empresas que aterri-zan en otro país, primero eliminan las marcas ya existentes mediante la compra o una polí-

tica de derribar los precios. Como en el primer mundo los costes salariales suelen ser más elevados y las legis-laciones más estrictas, estas compañías desvían su pro-ducción hacia países poco desarrollados, con legislacio-nes laxas y gobiernos corruptos. Mediante la acción del FMI, el BM y la OMC se ha obligado a países poco desa-rrollados a devaluar sus monedas, abrir sus mercados, liberalizar los sectores agrarios y permitir la entrada de capital extranjero, lo que ha significado la pérdida de control de esos países sobre la comida. El caso de Bra-sil es claro: primero modificó su legislación para que empresas como Cargill ampliaran sus instalaciones de almacenaje y carga y para que fabricantes como Nestlé compraran empresas lácteas. Se recibieron inversiones chinas y se devaluó el real un 67%, con lo que el precio de la tierra cayó en picado. La idea de que los países de-ben alimentarse a sí mismos ha quedado obsoleta y la intención es que dichos países se conviertan en expor-tadores de materias primas e importadores de alimen-tos procesados que produce el primer mundo. La pauta la marcan las grandes compañías alimentarias que pre-tenden un flujo de materias primas procedentes de pro-veedores de bajo coste, flujos de productos finales hacia los mercados de consumo y flujos de capitales. Así, de cada cuatro dólares invertidos en países poco desarro-llados tres son repatriados a las naciones inversoras de los países desarrollados.

Estados Unidos controla el 73% del mercado de maíz del mundo; cinco países (Estados Unidos, Corea, Ja-pón, Tailandia y China) controlan el 90% de las expor-taciones de arroz; otros cinco países (Estados Unidos, Canadá, Australia, Rusia y Francia) controlan el 60% del trigo; en la práctica 500 empresas controlan el 70% del mercado alimentario y tres empresas agríco-las (Cargill, Bunge y ADM) se reparten la mayoría del comercio de cereales. Este panorama no augura nada bueno para los pueblos y las naciones pobres o poco desarrolladas.

El complejo industrial alimentario tiene otras vertien-tes: compañías químicas que producen fertilizantes y pesticidas, empresas de maquinaria agrícola, labora-torios de tecnología especializados en semillas y, últi-mamente, las empresas de productos transgénicos. A ello deben unirse las empresas petrolíferas que produ-cen los fertilizantes y otros diversos componentes y que proporcionan la energía para la maquinaria agrícola. Es importante destacar que las semillas híbridas de alto rendimiento precisan grandes cantidades de agua y no son estables porque la semilla es estéril, por lo que los agricultores deben comprar nueva simiente cada año, quedando así en manos de las compañías productoras. Igualmente importante es que los terrenos tratados in-tensivamente, al no dejar descansar la tierra, pierden nutrientes como potasio, nitrógeno o fósforo, que tal vez puedan ser reemplazados por fertilizantes, pero también pierden la materia orgánica rica en carbono que no puede ser reemplazada.■

Las multinacionales planetarias

Evolución del precio de los alimentos

Dólares por bushel (1 bushel-25,4kg de maiz). Primer dato de cada mes

Dólares por bushel (1 bushel-27,2kg de trigo). Primer dato de cada mes

Cifras en dólares por libra. Primer dato de cada mes.

MAIZ

TRIGO

CACAO

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SEP 2010

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ENE 11

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728,0

484,0

628,5

731,0

761,8 830,5866,3

817,0

703,3

763,3

2.794

2.823 2.780

3.316

3.657

2.8222.953

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S i gran parte del grano que se produce se dedica al engorde de ganado ya que un tercio de la pro-ducción mundial de cereal se dedica a este fin, con la llegada de los llamados “biocombusti-

bles” (llamarlos agrocombustibles es más apropiado) la situación ha llegado al límite. A partir de 2006, cuando empezó a comercializarse el etanol (un alcohol que se extrae de los granos y que se usa en la industria química y como combustible) el precio del maíz se ha multipli-cado por dos provocando crisis alimentarias como la de la tortilla en México. Y las previsiones apuntan a que no dejará de aumentar a largo plazo. En los EE.UU, el Con-greso ha ordenado que el uso de biocombustibles llegue a 136.000 millones de litros anuales en 2022 y además subsidia las refinerías de etanol, lo que ha provocado una mayor demanda de maíz, también subvencionado, permitiendo a los productores de etanol pujar al alza

y eliminar del mercado a muchos competidores por el grano. Muchos agricultores han abandonado sus cul-tivos tradicionales para plantar maíz. Al elegir el maíz como carburante en lugar del maíz como alimento no sólo se vulnera éticamente el uso del cereal, sino que se da pie a la aparición masiva de acaparadores y es-peculadores. Es de esperar que los precios se disparen. China abandonó el uso del maíz y usa mandioca, que se emplea en alimentación animal, lo que encarece el precio de la carne. En un planeta donde la tierra culti-vable empieza a escasear, con insumos (fertilizantes, pesticidas, insecticidas y fungicidas) cada vez más caros por el petróleo y el gas natural que han multiplicado su precio por tres, con suelos erosionados, escasez de agua y sometidos a un cambio climático acelerado, las perspectivas son pesimistas. Hay que recordar que la química agrícola es la mayor responsable, junto con la minería, de la contaminación de las aguas, y que des-prende óxido nitroso a la atmósfera, un gas 300 veces más potente que el dióxido de carbono. Según el Fondo

Mundial para la Naturaleza (WWF) el coste de toda esta actividad perniciosa sobrepasa la capacidad biológica del planeta en un 25%.

El enunciado básico de toda esta actividad para el agro-negocio es que los alimentos deben producirse como una materia prima más atendiendo sólo a los crite-rios de eficiencia y coste. Así, la producción local ha sido reemplazada por un mercado mundial. Se sepa-ran los elementos, ganado por un lado, cultivos por otro, química más allá y se intensifican para alcanzar una producción de carácter industrial. Es evidente que hay más eficiencia y menor coste relativo, pero es importante señalar que nunca se tienen en cuenta externalidades como la destrucción del ecosistema o el envenenamiento de los acuíferos. Como estos cos-tes externos destruyen en realidad el capital natural

de lo que todo depende, el sistema sólo es eficiente a corto plazo y nunca es sostenible. De hecho, es lo mis-mo que sucede a nivel industrial con el gasto energé-tico, la contaminación de los automóviles y fábricas, la industria minera ( el 2 de abril de 2011 se anuncia el envenenamiento de los acuíferos de Sudáfrica porque en la extracción del oro el uranio es un subproducto que se deposita en los ríos), la excesiva urbanización y concentración en ciudades, por no hablar de la energía atómica que no es barata, significa un peligro poten-cial para la población y todo el ecosistema y produce unos residuos peligrosos durante miles de años. Mien-tras la demanda energética ha subido un 1,2% anual, el precio del petróleo ha subido el 16,6% en 2011 y se prevé, según Goldman Sachs, un alza hasta los 140 dólares el barril para 2012, otro 13% más. Pero se impo-ne la lógica del beneficio a corto plazo y se hipoteca el futuro por generaciones. La política energética tiene otras alternativas como la biomasa y no debe competir con la producción de alimentos.■

Agrocombustibles

En % sobre la producción de trigo de EEUU

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0‘01 ‘02 ‘03 ‘04 ‘05 ‘06 ‘07 ‘08 ‘09 ‘10

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N os venden la esperanza de los alimentos transgénicos. Se trata de plantas o anima-les cuyo material genético ha sido manipu-lado a nivel molecular.

Queda fuera de la intención de este trabajo hablar de la concesión de patentes sobre los genes, pero teniendo en cuenta que hay países cuya capacidad tecnológica es

muy limitada, sin duda las naciones desarrolladas se-rán las grandes beneficiadas una vez más. En la actua-lidad, diez países (EE.UU., Alemania, Japón, Francia, Reino Unido, Dinamarca, Bélgica, Holanda, Suiza y Noruega) reclaman el 90% de las patentes de genes de origen marino y algo similar sucede con los genes de animales terrestres e incluso con el genoma humano. El truco está en que se contemplan los genes como pro-ductos químicos y lo que se patenta es la fórmula que sirve para diversas aplicaciones. Una vez más la ética queda burlada por la implacable lógica del mercado ya que si no hay beneficios, aseguran, ningún laboratorio querrá investigar. Así que la lógica del beneficio condu-cirá la investigación que será dirigida por los intereses económicos de las empresas.

Todo comenzó cuando el Tribunal Supremo de los EE.UU. dictaminó que los seres vivos podían ser objeto de paten-tes abriendo la puerta a transgénicos y clonaciones. Las empresas del sector (Monsanto, Bayer, Syngenta, Du-

Pont, Basf, Dow, Cargill, ADM, ConAgra, Bunge y Dre-yfuss, que controlan el 80% de la producción mundial) enseguida dijeron que era la respuesta adecuada para acabar con el hambre en el mundo. Un buen argumen-to ante la sensibilización de la población, igual que nos han prometido que la manipulación de genes sería la gran respuesta a las enfermedades, mientras recortan las ayudas a la salud y privatizan la sanidad, pero es una

promesa muy lejos de la realidad. La realidad es que el maíz transgénico está ideado para resistir los herbicidas que las propias empresas producen y no para aumentar la producción. Tal vez los transgénicos sean la última gran maniobra del agronegocio para seguir dominando el suministro de alimentos.

De hecho, una de sus principales batallas consiste en conseguir que en las etiquetas de los alimentos mani-pulados no figure la información de que están hechos con transgénicos. Aunque se asegura que no tienen re-percusión para la salud humana faltan estudios a largo plazo, pero ya se ha demostrado que el ADN manipula-do puede pasar de los transgénicos a cultivos naturales. Esto puede tener consecuencias en la biodiversidad. Y es imposible saber de antemano las consecuencias de tal manipulación genética. De hecho, la Adminis-tración de Alimentos y Drogas (FDA) de los EE.UU. no obliga a analizar los alimentos transgénicos antes de comercializarlos.

Los transgénicos

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G ran parte de lo expuesto sirve para las pis-cifactorías. El pienso dedicado al engorde se obtiene de especies más pequeñas, como arenques y sardinas que se pescan hasta con

métodos de absorción, y como estas industrias se ubi-can en lugares cercanos a la costa, producen enormes cantidades de materia fecal que se acumula al no haber corrientes como en alta mar. En realidad se ha copia-

do en ellas el modelo agroindustrial que produce en la práctica los mismos efectos. Junto con las flotas conge-ladoras y la industria de transformación del pescado, ello ha significado la ruina de los pescadores modestos.

Algunos países del Pacífico, como Fiyi y Papúa Nueva Guinea, han firmado con la UE un Acuerdo de Asocia-ción Económica que presupone la supresión de arance-

Hay otra cuestión más. Las empresas agroquími-cas comenzaron a comprar empresas de semillas con la intención evidente de vender semillas, fertilizantes y pesticidas en bloque. El primer transgénico que comer-cializó Monsanto , empresa que controla el 90% de los transgénicos que se comercializan, servía para resistir al herbicida Roundup que fabrica la propia empresa. Es evidente que a la vez estas empresas quieren controlar un eslabón importante en la cadena alimentaria como son las semillas. Al añadir un gen que hace que las semillas se vuelvan estériles se aseguran la dependencia absoluta de los agricultores. La FAO ya ha alertado que los cultivos transgénicos “se crearon para reducir costes e insumos y no para dar de comer a los países en desarrollo”.

Las dos mayores empresas de genética animal del mun-do son Genus y Hendrix. La mitad de los huevos indus-

triales del mundo y 1 de cada 2 pavos son de Hendrix y en España Hypor, filial de Hendrix, es propietaria de la genética de 1 de cada 4 cerdos. Por su parte 1 de cada 3 cerdos de Norteamérica y 1 de cada 10 en Europa son made in Genus . Actualmente vende 10 millones de do-sis seminales por año. Aunque aquí no puede hablarse de manipulación a nivel molecular sí se verifica la ma-nipulación tecnológica en los laboratorios del primer mundo y la incapacidad técnica de países menos desa-rrollados para competir en este terreno.

El 22 de febrero de 2011 la Unión Europea, ante la pre-sión de los EE.UU., decidió permitir la entrada de transgénicos destinados al consumo animal. La UE importa maíz y harina de soja de Argentina, Brasil y los EE.UU. y la medida abre la puerta a una posible contaminación en la cadena alimentaria.■

Los transgénicos

La pesca

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La pescales y la no obligación de cumplir en origen las normas sobre capturas. Esto abre la puerta a importar produc-tos que pueden proceder de barcos dedicados a la pesca ilegal y ofrecer sus puertos como lugar de descarga de capturas de atún de cualquier barco legal o ilegal, lo que supone un incentivo para este tipo de prácticas y signi-fica agravar aun más la situación de los caladeros y un enorme impacto negativo sobre las comunidades pes-queras locales, que operan con barcos pequeños, en be-neficio de las grandes empresas pesqueras, que faenan a lo grande y utilizando métodos extractivos que des-truyen el ecosistema marino. Papúa Nueva Guinea ha desarrollado la Pacific Marine Industrial Zone para fa-cilitar muelles y terrenos para industrias transformado-ras como Frabelle, R.D. Tuna Cannery, South Seas Tuna Company y muchas otras. Al basarse en unos salarios bajos y casi nulas condiciones laborales, puede produ-cirse una deslocalización mundial de las industrias con-serveras, como la española. España es el segundo país productor de conservas del mundo (216.000 toneladas) tras Tailandia (400.000 toneladas), pero tras el nuevo acuerdo Papúa podría llegar a la altura de Tailandia y copar el 50% del total de producción. Y luego nos extra-ñamos de que algunos individuos de la costa africana se hayan lanzado a la piratería.

El caso más sangrante es Somalia. Ante la situación de desgobierno, de la que no son ajenos los países podero-sos, y después que las flotas del primer mundo hayan esquilmado sus mares y agotado sus recursos se envían a la zona 800 barcos de pesca, lo que provoca una dismi-

nución de las reservas y la práctica desaparición de los pescadores en toda la zona del Índico. La piratería surge como evidencia de la desesperación de los habitantes y ante ella se envían 10 barcos de guerra e incluso se incluyen fuerzas armadas con ametralladoras a bordo de los pesqueros. España, presente en la zona y una de las primeras responsables de la situación ha agotado, a fecha de 7 de mayo de 2011, toda su cuota anual de pes-ca en los caladeros comunitarios, así que debe comprar a países terceros o faenar en aguas extracomunitarias. Y nada mejor que hacerlo en aguas territoriales de un país que no puede defenderse. Un caso concreto es la empresa Pescanova. Fundada en Vigo en 1960 tiene fi-liales en 21 países. En África está presente en Angola, Mozambique y Sudáfrica y tiene una planta de proce-sado de merluza en Namibia. En Mozambique tiene un astillero y su filial Pescamar se dedica a la langosta. Úl-timamente se ha lanzado a la acuicultura en ese país, donde tiene viveros de panga y tilapia, dos especies apropiadas para su explotación. En concreto la tilapia es producto de una selección científica para hacer que tenga una cabeza y una cola diminutas y un estómago capaz de ingerir grandes cantidades de bolitas de maíz y soja para engordar rápidamente. Pero científicos del Wake Forest Baptist Medical Center de Carolina del Nor-te advierten que su aporte de omega-3 es ínfimo y en cambio tiene omega-6, un ácido graso que aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas. Estudios efectuados en lagos de Nicaragua apuntan a una destrucción del ecosistema de los lagos Apoyo y Nicaragua por causa de las heces de la tilapia.■

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E l acaparamiento de tierras es también parte esencial. La tierra también se ha convertido en una materia prima que permite especular. Esto hace referencia a que las corporaciones

o Estados renten, den concesiones o compren grandes áreas (más de 10.000 hectáreas de media) de cultivo en otro país y a largo plazo (alquileres hasta 90 años) para producir alimentos básicos para exportarlos. Un ejemplo es la empresa Benetton. A partir de 1991 com-pró 900.000 hectáreas en Argentina dedicadas al gana-do ovino (260.000 cabezas): exporta 1.300 toneladas de lana por año a Europa y también carne de cordero. Poco queda para las comunidades de campesinos. En México las políticas a favor de las transnacionales y el libre co-mercio, que privilegia las compras al exterior, impues-tas por el Tratado de Libre Comercio han tenido como consecuencia el abandono de la producción nacional.

Un aspecto importante es la deforestación acelerada. Valga el ejemplo de Brasil. El Congreso brasileño apro-bó el 24 de mayo de 2011 una amnistía general para los que incurrieron en delitos contra la vegetación hasta 2008, la ampliación de las áreas de uso agropecuario, lo que supone la tala masiva y una flexibilización ge-neral de las normas medioambientales. Aproximada-mente 86 millones de hectáreas de selva podrán ser deforestadas y se perdonarán más de 4.300 millones de euros en multas por delitos medioambientales. A ello se añade el asesinato de campesinos y líderes medioambientales.

En general las empresas agroalimentarias, los bancos y los fondos de inversión buscan tierra, agua y un go-bierno favorable para sus inversiones. A cambio de un riesgo mínimo por parte del inversor, las élites corrup-tas de muchos países ofrecen bajos salarios y ausencia de derechos laborales, beneficios fiscales y arancelarios a cambio de dinero contante que se embolsan las élites. En marzo de 2009 la empresa coreana Daewo arrendó al gobierno de Madagascar 1,3 millones de hectáreas sin contar con la ciudadanía. Se produjo una rebelión, el ejército tomó partido por los sublevados, el gobierno cayó, el presidente tuvo que exiliarse y el contrato con Daewo fue anulado.

En la mayoría de casos no hay transparencia en los con-tratos y los alimentos salen de los países productores hacia los países inversores. Así, a la vez que se exportan los alimentos luego deben comprarse en el mercado in-ternacional a precios muy superiores, con lo que la ali-mentación autóctona depende del mercado mundial.

Países que venden tierra:

África y Oriente Medio: Argelia, Angola, Benin, Botswana, Camerún, Congo-Brazzaville, RD Congo,

Egipto, Etiopía, Ghana, Guinea, Irak, Jordania, Kenya, Liberia, Madagascar, Malawi, Mali, Mauritania, Ma-rruecos, Mozambique, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Sudáfrica, Sudán, Swazilandia, Tanzania, Uganda, Zambia, Zimbabwe.

América: Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Colom-bia, México, Paraguay, Perú, Uruguay.

Asia-Pacífico: Armenia, Australia, Azerbaiján, Bir-mania, Camboya, India, Indonesia, Laos, Mongolia, Nueva Zelanda, Pakistán, Filipinas, Papua-Nueva Gui-nea, Tailandia, Turquía, Uzbekistán, Vietnam.

Europa: Bielorrusia, Bulgaria, Croacia, Estonia, Geor-gia, Lituania, Moldavia, Rumania, Rusia, Ucrania.

Países y empresas que compran tierra:

Australia (Maquarie); Bahrain (Trafco, MAP, Ithmaar, Al Salam); China (DTE, Chongqing, CSFAC, CNADC); Egipto (Citadel Capital); Francia (Louis Dreyfus, AFD,

El problema de la tierra

Argentina 21.000

Sudán 690.000

Madagascar1.300.000

Indonesia25.000

Mongolia270.000

Mexico 1.050

Indonesia 1.600.000

Sudán 10.117

Sudán378.000

Algeria 1.500

Filipinas 3.000

Pakistán900.000

Corea del Sud 2,3 millones

China2,1 millones

Arabia Saudita:1,6 millones

Emiratos árabes unidos: 2,3 millions

ADQUISICIÓN DE TIERRAS CULTIVABLES

Cuba 5.000

Tanzania 300

Uganda4.046

Camerún10.000

Kazakhstan7.000

Rusia80.400

Filipinas1.240.000

Australia43.000

Laos700.000

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Pergam); Alemania (Deutsche Bank, KGT Agrar); India (Varun, Ruchi, Karuthuri); Israel; Japón (Mitsubis-hi, Sumitomo, Marubeni, Itochu, Kobebussan); Co-rea (Daewoo, Hyundai, LG); Kuwait (KIA, Americana Group); Lituania (Agrowill); Malasia (Sime Darby); Holanda (Rabobank, APG); Catar (Mawashi, Zad Hol-ding, QIA); Arabia Saudita (Hadco, Al Rabie, Foras, Tadco, Almarai, Bin Laden, Al Amoudi, Al Rajhi); Sin-gapur (Temasek, Vitagrain, Olam); Sudáfrica (AgriSA, Agri-Vie); Suecia (Black Earth, Alcpt Agro); Suiza (EBG Capital); Tailandia (CP Group); Emiratos Árabes (Abra-aj, Al Qudra, EIG, Abu Dhabi Found for Development, Iffco, Dubai World); Reino Unido (Lonhro, Bidwells, Barclays, Emergent, Terra Firma, Jin Slater, Lord Jacob Tothschild); EE.UU. (Jarch Capital, KKR, AIG, Morgan Stanley, BlackRock, Jim Rogers, George Soros, Bunge, Altima).

Pero lo más terrible es que la expulsión de campesinos de sus tierras adquiere también tintes siniestros ante los asesinatos de miles de campesinos, sobre todo en África y América Latina. Muchos países y gobiernos,

utilizando grupos paramilitares o permitiendo a las mafias de los grandes propietarios actuar libremente, han provocado o bien el éxodo de los campesinos deste-rrados a las grandes ciudades, lo que agrava el proble-ma en ellas, o bien directamente la muerte de cualquie-ra que se signifique como defensor de los campesinos o mero sindicalista. En el trasfondo está el lavado de dinero negro, el negocio de la droga o simplemente el agronegocio en gran escala. Un solo ejemplo bastará: el 15 de mayo de 2011 el clan mexicano de narcotráfico de Los Zetas se ha infiltrado en Guatemala y ha degollado a 27 campesinos. El derecho ancestral de los campesi-nos a la propiedad de la tierra queda así destruido.

Tema aparte es el problema del agua. Un bien necesario y escaso que en muchos países está siendo privatizado o participado por empresas que pretenden un mercado

sin competencia y unos usuarios permanentes, los ciu-dadanos. En España la mitad de los servicios de agua son ya privados o están participados. Estas empresas privadas lo hacen con concesiones a largo plazo con ingresos garantizados. Se hacen con un monopolio sin riesgo y asegurado. También el agua se ha convertido en un refugio financiero en la que las multinacionales y grupos empresariales se compran a sí mismas la tec-nología, los suministros y las obras necesarias. Y los beneficios no revierten sobre los ciudadanos, sino que caen en manos privadas. Un ejemplo es Huelva, don-de Agbar (55%), Unicaja (30%) y Caja Granada (15%) son concesionarios con un contrato que les permite subir las tasas anualmente un 1% por encima de IPC. Por el contrario, en Holanda la gestión del agua es pú-blica o en el caso de París, donde tras 25 años de gestión privada, el ayuntamiento rescató el servicio por la opa-cidad financiera de las empresas, la pérdida del control técnico y la falta de gobernabilidad del sistema. Dado que el agua es un bien público, debe ser gestionada de forma pública, de tal manera que los beneficios revier-tan en el sistema, ya que no hay reparto de beneficios.

Así se ha conseguido reducir la tarifa un 8& en un año. El personal que trabajaba para las empresas privadas se ha transferido y la gestión tiene una política a largo plazo. Frente a la lógica de la ganancia a corto plazo se impone un servicio sostenible, perdurable y con equili-brio financiero. La cuestión se agrava cuando se habla de países con grave déficit democrático y en manos de oligarquías financieras. (AMPLIAR).

A todo ello habría que añadir la estrecha relación entre los políticos que hacen las legislaciones, las finanzas que aportan el dinero y las propias industrias químicas, transformadoras, transportadoras y comercializado-ras. Un ejemplo bastará: Hillary Clinton, actualmente en el gobierno de los EE.UU., formó parte del consejo de administración de WalMart, la mayor cadena de super-mercados norteamericana.■

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El hambre en el mundo

E n los años 2007 y 2008 hubo una gran ham-bruna en el mundo. La crisis alimentaria provocó un aumento de 100 millones de po-bres y se ha agravado en la segunda mitad

de 2010. El gasto alimentario de las personas en países poco desarrollados se ha elevado hasta el 60% del sala-rio y ha sido la causa principal de los levantamientos en el mundo árabe, especialmente en Egipto, donde la alimentación consume dos tercios de los ingresos de una familia media, que ha pasado de exportador neto de cereal a importador a precios superiores. Esta crisis coincidió con la enorme crisis financiera producida bá-sicamente por la especulación con los llamados bonos-basura y con la construcción inmobiliaria. Dicha crisis se intenta atajar por medio de dinero público a costa de los ciudadanos que ven cómo se recortan sus derechos y prestaciones sociales para tapar el agujero producido por los bancos sin que a estos últimos se les exijan res-ponsabilidades.

Varias fueron las causas de este desastre.

Por una parte causas naturales: sequía en el África sub-sahariana, incendios en Rusia, que anunció que deja-ba de exportar cereal hasta 2011, Ucrania y Australia, inundaciones en Bangladesh, terremotos. Algunas de

ellas podrían atribuirse indirectamente a la propia ac-tividad humana y su impacto sobre la naturaleza que provoca el calentamiento global y el efecto invernadero. También es evidente que la producción de alimentos es dependiente del petróleo e incluso el hecho de que si el precio del petróleo sube, aumenta la rentabilidad de los agrocombustibles.■

La especulación con los alimentos

P ero hay otras causas que provienen directa-mente del sistema económico.Una creciente desregulación de los merca-dos de productos básicos, las medidas de la

Organización Mundial del Comercio, las reformas de la política agraria común de la Unión Europea, los Tra-tados de Libre Comercio auspiciados por los EE.UU., la política monetaria del Fondo Monetario Internacio-nal, el Banco Mundial y el Banco Central Europeo, los acuerdos de la Ronda de Doha, todos ellos producen una falta de control sobre las inversiones por parte de los Estados y una ausencia de intervención al no imponer restricciones a la compra de futuros. En la última reunión del G-20 en París (18 y 19 de febrero de 2011) no se ha llegado a ningún acuerdo en este tema por la oposición de Brasil, primer productor del mun-do de etanol, y de India.

Al enfrentar la crisis monetaria y temiendo una rece-sión aun más profunda, los EE.UU. han dejado caer el dólar al poner a funcionar la máquina de producir bille-tes e incentivar la inversión por medio de créditos a muy bajo interés. Esto favorece en primer lugar a las grandes empresas y grupos financieros que pueden acceder a ese

dinero barato. Ante la desregulación de los productos básicos, la crisis inmobiliaria y las perspectivas de una carestía de alimentos, los inversores que antes espe-culaban en fondos hipotecarios o bonos basura se han desviado hacia el mercado de futuros en alimentos, me-tales estratégicos y energía. En el mercado de futuros se transan contratos en los cuales las partes se compro-meten a comprar o vender en el futuro un determinado bien, definiendo en el presente la cantidad, precio y fecha de vencimiento de la operación. Los precios del petróleo se han disparado y está por ver cómo los acon-tecimientos recientes en el mundo árabe se desarrollan, a la vez que el desastre nuclear de Japón pone en duda el gasto del país e incluso el futuro de la industria nuclear por mucho que digan que no es el momento de discutir ahora el tema. Si no es ahora ¿cuándo?

Ya desde 1991 el fondo de inversión Goldman Sachs instituyó un Índice de Productos Básicos (GSCI) de 24 materias primas que incluían café, cacao, maíz, soja, azúcar, aceite, trigo y carne de porcino. En 1999 la Comisión para el Comercio con Futuros de Materias Primas, la Commodities Futures Trading Commission de los EE.UU, desreguló el mercado de futuros, de tal

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manera que sólo es necesario abonar el 6% del mon-tante total de un negocio, es decir, que para comprar un barril de petróleo en dicho mercado sólo hay que adelantar 6 dólares sobre un precio de 100.Y desde entonces este tipo de fondos no ha dejado de crecer bajo el nombre de “commodities index founds”, “soft commodities” o más sencillamente “commodities”. La inversión en dichas “commodities” pasó de 5.000 mi-llones de dólares de aquel año a los 175.000 millones en 2009, aprovechándose de la crisis de 2007-2008. Y en la actualidad no dejan de crecer. Esta enorme in-versión disparó el precio de los productos alimenti-cios, de los metales y la energía al atraer cada vez a

más inversionistas que luchan por su parte del pastel y esa fiebre alcista produjo una gran volatilidad en los precios. Sólo en 2010 el precio de la tonelada de arroz pasó de 400 dólares la tonelada a 1.000 dólares y el de la soja de 470 a 650 la tonelada. De hecho, la volatilidad incide en el encarecimiento de otras ma-terias primas como el gas y el petróleo. Aunque hay innumerables fondos de este tipo, en la actualidad los principales son de Bank of América, Deutsche Bank, JP Morgan, Citigroup, AIG y Barclays. Mientras entre 2005 y 2008 el precio de los alimentos subió casi un 80% el volumen de lo invertido creció un 1.900%. To-dos ellos cotizan en las principales Bolsas del mundo, especialmente en la Bolsa de Chicago que absorbe el 30% de la inversión en la producción mundial de ali-mentos, pero también en Londres, París, Amsterdam,

Frankfurt, Mannheim y Hannover. Sólo en 2010 se han creado más de 160 fondos de inversión para es-pecular con el alza de los alimentos. Se trata de una alternativa de inversión que consiste en reunir fondos de distintos inversores para invertirlos en diferentes instrumentos financieros. En ese año, por ejemplo, el fondo Armajaro, radicado en Londres y participado por Georges Soros, compró en el mercado Euronext, donde no hay límites de compra, el 7% de las existen-cias mundiales de cacao aprovechándose de la situa-ción de guerra civil que vive Costa de Marfil, primer productor del mundo de cacao (un 40% del total), es-perando un desabasteciendo de dicho producto en los

mercados. Se pretende mantener fuera del mercado ese cacao esperando que el desabastecimiento haga subir su precio. El especulador no pretende consumir la materia que compra, sino ganar dinero con las fluc-tuaciones del precio, ya que la compra especulativa de la materia tiene por objeto conseguir que el precio de dicha materia suba por encima de su valor real.

A ello se añaden problemas que inciden en la situación y alientan la especulación: el desvío de plantaciones hacia la producción de agrocombustibles, el precio del petróleo que incide en los fertilizantes y la maquinaria agrícola, la llegada de millones de nuevos consumido-res, fundamentalmente de China e India, que causan una enorme presión demográfica, y las compras de stocks (mercancías en depósito como reserva) de

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alimentos por diversos países (Arabia Saudí, Arge-lia, Indonesia e India) que provocan alzas de precios y atraen a los especuladores.

Más aun. A la compra masiva de alimentos se suma la compra masiva de tierras para producir granos para el etanol en países poco desarrollados, lo que causa la pérdida de dichas tierras por los campesinos. Las pre-visiones del Banco Mundial son que los precios de los alimentos seguirán subiendo al menos hasta 2015. Hay una gran relación entre materias primas e inflación. Al aumentar la demanda de bienes y servicios, el precio de

las materias primas empleadas para producirlas tam-bién aumenta. Un incremento grande y persistente de los precios de las materias primas, sea el petróleo o el resto de materias, afecta a la inflación. Y si se produce una mayor inflación por la subida de precios los Estados deberían subir el precio del dinero, cosa que llevaría a la deflación. El 7 de abril de 2011 el Banco Central Euro-peo anunció una subida de tipos del 0,25, que probable-mente no será la última, lo que en España en concreto desviará rentas necesarias para el consumo y elevará la morosidad de la banca. Como se ve estamos en una es-piral monetaria perversa.■

Qué son las “commodities”

E l término “commodity” en inglés significa cualquier artículo, género o producto de con-sumo. Pero si hablamos en términos econó-micos se entiende que se trata de materias

primas brutas que han sufrido procesos de transforma-ción muy pequeños o insignificantes. En su mayoría se utilizan para la elaboración de productos de mayor va-lor añadido. En los mercados financieros se clasifican en cinco grupos: Energía (petróleo, gas natural); Meta-les (oro, plata, cobre, litio y otros metales estratégicos); Alimentos e insumos (café, cacao, azúcar, algodón y otros); Granos (maíz, trigo, soja y similares); Ganado (fundamentalmente vacuno y porcino). En principio se trata de materias muy homogéneas y similares entre sí, por lo que de hecho existe un único precio a nivel mundial para todos ellos. La gran diferencia es que al-gunos de ellos son perecibles y presentan altos costes de almacenaje.

La escalada de contratos a través de fondos de inver-sión en “commodities” es evidente. Mientras que entre 1996 y 2006 el promedio de contratos fue de 63.000, en noviembre de 2009 había pasado a 123.000 y en 2010 se realizaron 695.000 contratos en fondos con posicio-nes largas. Como normalmente los fondos se rigen por el crecimiento del valor de la materia prima, el nivel especulativo sube produciéndose la alta volatilidad. También la lógica del mercado apunta a que si éste va al alza se siga comprando a precios cada vez mayores, aunque es usual que a final de año los fondos vendan para ganar beneficios (utilidades). Así, en la Bolsa Mercantil de Chicago, donde se negocian unos 30 pro-ductos de gran consumo, las inversiones totales de los índices de maíz, soja, vacuno y porcino aumentaron de 10.000 a 42.000 millones de dólares entre 2006 y 2007. Recordemos que esto se produce en medio de un repunte del hambre en el mundo y una crisis del sec-tor financiero. Esto indica que los fondos de inversión

con alta liquidez colocaban recursos en activos de fácil realización. Según la Asociación nacional de Granos y Alimentación de los EE.UU., los fondos especulado-res controlan el 30% de los contratos de futuros. Estos fondos especulativos, como los fondos de cobertura o “hedge founds”, que operan con divisas, optaron por invertir en alimentos gracias a la devaluación del dó-lar. A ello se unió en este período la prohibición de vender trigo por parte de Rusia, lo que elevó aun más los precios. Además, parte de los granos, como hemos

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visto antes, sirven para producir piensos para el en-gorde animal o para agrocombustibles. El resultado de todo ello es que las previsiónes de la FAO indican que los 77 países más pobres deberán gastar al menos un 8% más de dinero en comprar alimentos.

Los agrocombustibles juegan un papel determinante. Sólo en el Estado español se consumieron 586 millones de toneladas de biodiesel en el año 2010, de las cuales el 71% fueron importadas de los EE.UU. y Argentina, con el impacto subsiguiente en las comunidades cam-pesinas de dichos países. Aunque en España hay cinco plantas de agrocombustibles, sólo una funciona con rendimiento. Se trata de la empresa del grupo Bunge, participada por Acciona, que produce 220.000 tonela-das que vende a Petronor. El resto: Bionor, participada por la Caja Rural de Navarra; Diésel Energy y Bioener ya han abandonado el proyecto. Esto acentúa el papel que se asigna a Argentina (y Brasil) en el negocio: ser proveedor de energía “verde” para el primer mundo. El etanol se produce con la biomasa de azúcar y maíz. El

biodiesel a partir de aceites vegetales obtenidos de la soja, la palma, el algodón, la colza y el girasol.

Hace cinco años la Comisión Europea obligaba a reducir la producción de azúcar entre 2006 y 2009 en casi seis millones de toneladas. Esta estrategia supuso rebajar la cuota de 19 millones de toneladas a 13 millones y Portu-gal, Bulgaria, Irlanda, Letonia y Eslovenia fueron obli-gadas a suprimir totalmente la producción, mientras Grecia, España, Italia y Hungría tuvieron recortes de un 50%; Finlandia y Eslovaquia un 40%; Alemania, Suecia, Polonia, Bélgica y República Checa un 25%; Francia, Di-namarca y Lituania un 20% y Reino Unido, Holanda y Austria un 10%.

Hoy día el azúcar ha multiplicado su precio (ha pasa-do de 450 dólares por tonelada a 850) también debido a la falta de oferta del exterior, probablemente debido al acaparamiento para subir los precios y al uso del azúcar para producir etanol. En la actualidad Europa ha pasa-do de exportador neto a no operar en ese mercado.■

Qué son las “commodities”

Cómo funcionan las “Comoditties”

E l funcionamiento de las “commodities” es sencillo. Los grandes bancos, los fondos de alto riesgo e incluso los fondos de pensio-nes estudian el panorama (clima, cosechas,

desvíos de alimentos hacia agrocombustibles, etc) y adquieren en el mercado opciones de compra a varios meses vista con un precio determinado. Estos fondos son capaces de comprar grandes cantidades, miles de toneladas a veces, con el objetivo de disparar su precio. Realizan la operación de compra con el precio pactado en la opción meses atrás y venden al precio del mercado actual que será superior al que pagaron, embolsándose la diferencia. El “contrato a término” permitía a agri-cultores y compradores poner un precio razonable antes de la siembra. Se trataba de estabilizar los precios y pro-teger a los agricultores. Pero ahora en este mercado de futuros intervienen dos tipos de inversores: los agentes del propio mercado (agricultores, almacenistas, dis-tribuidores y los llamados “terceros de buena fe”, que son los operadores comerciales como Pizza-Hut, Kraft o Nestlé) y los especuladores que ni producen ni con-sumen y que lo único que pretenden es comprar barato y vender caro.La estrategia es estudiar la curva de fu-turos que puede variar, dependiendo de la oferta y la demanda, de los niveles de inventarios, los tipos de interés y las expectativas. Al GSCI le interesa comprar y para ello aplica una estrategia de posiciones largas o compra de futuros.Como se trata de invertir en futuros no se puede invertir en “commodities” al llamado pre-

cio Spot porque representaría una compra inmediata y costes de almacenamiento. Cuando se acerca la fecha de vencimiento de un contrato a futuro los bancos ha-cen rolar las órdenes de compra al siguiente contrato, de 2 o 3 meses a veces. Los operadores hacen negocio anticipando las fluctuaciones que causan estos “rola-dos”.El precio Spot es el precio por el cual se negocia un determinado activo en el mercado contado o mercado físico. Es el precio actual de un activo en el mercado Spot, que es cuando la entrega y el pago del bien nego-ciado se producen en el momento de la contratación. En general todos los fondos esperan generar un retorno positivo cuando el futuro está en pendiente negativa (lo que se llama “backwardation”) y evitar un retorno ne-gativo cuando el futuro está en pendiente positiva (lo que se llama “contango”). Para ello y como se trabaja con una canasta de materias, se pueden hacer rolar las inversiones para minimizar pérdidas cuando el futuro está en contango y aumentar el beneficio cuando está en backwardation.

El contango es la situación en la que el precio actual para la entrega futura (es decir, el precio de futuros) es superior al precio actual contado del activo subyacente (el activo objeto del mercado). Una situación en la que el precio de futuros sobre una mercancía es mayor que el precio al contado previsto para esa fecha futura. El término backwardation se refiere a la suma pagada por una parte que juega a la baja a otra que juega al alza

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por el hecho de demorar la entrega de la mercancía vendida a plazo a precio prefijado. Rolar es pasar el con-trato del vencimiento actual al siguiente. Como rolar permite subsumir contratos, el fondo de inversiones no tiene en realidad una fecha final.

Hay que remarcar que un contrato de futuro es un acuerdo que obliga a vender o comprar una determi-nada cantidad de producto en una fecha futura. Estos contratos son subastados en el mercado de futuros o en la bolsa. Por tanto lo importante es que, a diferencia de los contratos de venta anticipada, los contratos de futuros pueden ser vendidos y comprados independien-temente de que esos contratos se materialicen. Por tan-to, lo que se vende en el mercado de futuros no son las materias, sino los propios contratos. Así los precios de los productos siguen la tendencia de los precios de los contratos de futuros. A mayor demanda de un contrato de futuro más aumenta su precio, lo que influye sobre el precio real del producto. Cuando se compra un contrato de futuros (posición larga) se apuesta por el aumento del precio del producto, se espera ganar mediante la subida del precio de lo comprado. Cuando se vende un contrato de futuros (posición corta) se apuesta por la disminución del precio del contrato en sí. Cuanto más aumenta el precio de las materias primas más ganan los banqueros, financieros y especuladores y más vuelve a aumentar el precio, atrayendo a nuevos especuladores. Por tanto la oferta alimentaria no sólo se enfrenta a limitaciones de producción y suministro, sino también al alza artificial de los precios. El precio del maíz (o trigo, etc) imaginario en el futuro domina al pre-cio real: se supone que en el mercado hay 4 especuladores por cada “tercero de buena fe”. En realidad sólo el 2% de los agrofuturos negociados conducen a una transacción real, esto es, a la entrega de la mercancía a cambio de

dinero antes de que expire la fecha del contrato. El resto es especulación. Como precios estables significan poca ganancia, la volatilidad resulta esencial. Hay que recor-dar que el contrato no es sobre una mercancía real, sino sobre el precio de esa mercancía en el futuro: es el equiva-lente a un derivado de impago, es un derivado financiero del mercado líquido para una mercancía dada. Esto hace que los banqueros y agentes de bolsa estén en la cima de la cadena alimentaria y en toda la cadena de producción (diesel, semillas fertilizantes, etc). Es importante seña-lar que ha ido creciendo paulatinamente el espacio de las “transacciones entre particulares”, sobre las cuales los gobiernos no tienen autoridad y que se mueven en un te-rreno de información opaca.

Los fondos de inversión se basan en un índice para sus apuestas. Este índice consiste en un valor, calculado matemáticamente, a partir de los beneficios que gene-ran los contratos de futuros de cada materia que integra el fondo.

Como apostar a un solo producto suele acentuar el riesgo de pérdida, los fondos actúan con canastas de productos. Veamos algún ejemplo. El DWS Invest Global Agribusi-ness, lanzado en 2006 se define como un fondo global te-mático que participa en inversiones en toda la cadena de valor del negocio de la alimentación.

Por tanto invierte en Agricultura (compra de terre-nos, siembra y recolección), suministro de semillas y fertilizantes, agroquímicos (pesticidas), maquinaria agrícola, equipamiento y tecnología para granjas, in-fraestructuras, mayoristas, distribución, procesado de alimentos agrícolas (alimentos con valor añadido), car-ne y otros alimentos procesados. Este fondo invierte a escala internacional y reconoce una rentabilidad desde su lanzamiento de un 20,94%. ¡A ver quién da más!.■

Cómo funcionan las “Comoditties”

Estructura del Goldman Sachs Index

Ganado 10%Petróleo 35%

Cobre 15%

Agricultura 10%

Oro & plata 15%

Aluminio 15%

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L as Exchange Trade Commodity ETC) son fon-dos de inversión que cotizan en Bolsa igual que las acciones. Permiten evitar los riesgos de rolar, las entregas físicas, los importes,

el almacenamiento y otros problemas. En Bolsa traba-jan varios fondos: el DBC, que invierte en todo tipo de “commodities”; el DBA que se centra en el sector agrí-cola; el DBB, que lo hace en metales; el DBE para el sec-tor de la energía; y el GLD especializado en oro. Lo peor del sistema es la volatilidad. Los “jugadores” en Bolsa son grandes inversionistas internacionales y fondos de inversión que apuestan utilizando coberturas cruzadas y sistemas automáticos de ventas. Cuando la tendencia

baja todos los “jugadores” se mueven al mismo tiempo y esto amplifica el efecto, mientras que cuando unos activos se mantienen al alza esto provoca la entrada de más especuladores. Para obtener ganancias rápidas algunos (o muchos) inversionistas liquidan valores y eso produce la volatilidad. Al ser los inversionistas de ETF también de otros valores, si hay restricciones a la financiación pueden verse tentados a sacar dinero de cualquier activo. En realidad no se está interesado en comprar la materia prima, lo que se busca es vender esa materia a futuro por un precio mayor. Las perspectivas alcistas dependen de las llamadas “tres F”: demanda de productos (Feed); incremento de la población mun-dial que exige más proteínas (Food); incremento de la demanda de energía (Fuel). Por eso se suele invertir en alimentos en el área energética y en metales preciosos o estratégicos, a fin de reducir los riesgos y diversificar la inversión. También se invierte en sectores biotecno-lógicos, maquinaria agrícola, fertilizantes (químicas), barcos, piscifactorías y en general todas las áreas de las industrias que rodean a los alimentos.

Veamos otro ejemplo. Goldman Sachs conforma una cartera de valores que reduce el riesgo a unas cuantas materias primas y que invierte en países emergentes. Su canasta (o cartera) invierte un 35% del total en petró-leo, un 15% en cobre, otro 15% en aluminio, otro 15% en oro y plata, un 10% en agricultura (maíz y trigo) y otro 10% en ganado. Esta cartera pasó de 8.000 mil millones de dólares en el año 2000 a más de 100.000 millones. Sólo en 2010 se revalorizó un 50% y en lo que va de año su ascenso supera el 13%. El grupo Santander (a través de Banif) ha copiado esta estructura. Los análisis de ambos indican que confían en que todos estos produc-tos (y alguno más como el litio o el platino) sigan su

línea ascendente. Prometen beneficios de un 8% a seis meses. Por su parte JP Morgan Global Resources que mueve 3.000 millones de dólares en su fondo recono-ce unas ganancias del 36% desde enero de 2011 gracias a invertir en minas y energía. El oro también se le da bien al SGAM FUND/Equities Gold Mines que acumula beneficios de un 40% en lo que va de año. El Carmignac Portfolio-Commodities ganó un 27% en 2010 gracias a una cartera que invierte en metales preciosos e indus-triales, energía, madera y materias primas agrícolas con un fondo de 1.900 millones de dólares.

El Depósito 100% Natural de Catalunya Caixa ofrecía un 7% anual con inversiones en café, maíz y azúcar, simi-lar al Depósito Materias Primas de Caixa Girona.

Las propias empresas de la alimentación, como Cargill, entran en este negocio y ofrecen participar a otras. El aumento de la demanda de materias primas y la vola-tilidad atraen a más especuladores, lo que amplía aun más la volatilidad de los mercados de futuros y por

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supuesto de los precios agrícolas. La consecuencia es un aumento de las ganancias de las multinacionales que actúan tanto en el negocio directo como en el espe-culativo, ya que pueden hacerse pasar por “terceros de buena fe” y actuar en los mercados financieros.

Mas específicamente agrícola es la canasta del Power-Shares DB Agriculture Found (DBA). Lo que se esconde tras la DB es el Deutsche Bank. Su cartera está compues-ta por un 12,55 de maíz, un 12,5% de soja, un 12,5% de carne de vacuno, un 1,11% de café, un 1,11% de cacao, un 8,3% de carne porcina, un 6,5% de trigo, un 6,25 de trigo Kansas y el resto distribuido entre algodón y otros productos. Este fondo fue creado en 2007, cotiza en el NYSE (New York Stock Exchange) y presentó un retorno del 37% en 2010. Para evitar el efecto contango, común en “commodities” de larga vida, este fondo no espera los vencimientos, sino que está en un ejercicio de per-manente análisis del mercado a la busca de futuros que pueden reemplazar aquellos que pueden perder. Cuan-do encuentra uno que permite retornos (beneficios) el ETF lo incluye automáticamente.

Ya hemos dicho antes que los mercados de “commodi-ties” están estrechamente conectados con los merca-dos financieros, a los que también está conectada la industria agroalimentaria en su conjunto. En realidad muchos ciudadanos invierten en estos fondos sin saber exactamente qué son y para qué sirven. Si usted tiene diez mil euros para invertir puede que piense que un beneficio del 30% sobre el capital es mucho. Pero el gran negocio está en acceder a los créditos baratos por millones de dólares aprovechando los tipos de interés

en mínimos y eso sólo pueden hacerlo las grandes for-tunas o los grandes fondos de inversión que provocan entradas masivas de liquidez en las materias primas y los mercados emergentes, así que tal vez su plan de pensiones esté ayudando, sin usted saberlo, a encarecer los alimentos y provocar hambrunas. En realidad, unas pocas empresas controlan la genética, la maquinaria, las semillas, la tierra, el pienso, los fertilizantes y pes-ticidas, la distribución, la transformación, el transpor-te y la comercialización. El sector financiero ayuda en todos estos casos y controla el precio y cantidad de los alimentos del mercado a través de las Bolsas (como la de Chicago) y la inversión en los fondos de futuros que actúan de manera especulativa.

El impacto de todo esto es especialmente sangrante para los países poco desarrollados. Josette Sheeran, funcionaria del Programa Mundial de Alimentos de la ONU decía. “Cuando alguien no tiene lo suficiente para comer, sólo le quedan tres opciones: rebelarse, emigrar o morir”. La alimentación tiene un peso de 8 puntos porcentuales en el cálculo de la inflación en los EE.UU., pero en la India es de 47 puntos porcentuales. La FAO calculó la última cosecha de cereales en 2010 en 2.230 millones de toneladas, siendo la tercera mayor cosecha de toda la historia y el consumo calculado fue de 2.260 millones de toneladas, lo que arroja un pequeño défi-cit. Pero lo importante es que sólo son precisas 1.050 millones de toneladas para la alimentación humana y que el resto se usa en piensos, agrocombustibles y otros usos. Y, además, la FAO calcula en más de 500 millones de toneladas las reservas existentes. ¿Por qué entonces hay escasez?.■

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N adie espera que los Bancos Centrales retiren las políticas monetarias flexibles anticrisis pese a que el alto costo de los alimentos pue-da provocar inflación. O a lo sumo subirán

tímidamente los tipos de interés. Tampoco se espera que los Estados impongan una mayor transparencia al mer-cado de derivados, en el cual el 92% de las operaciones, directas entre las partes, se lleva a cabo de manera opaca. Especulación e inflación son dos realidades que los Esta-dos más débiles no pueden combatir y cuando lo intentan (por ejemplo, creando stocks de alimentos) lo que hacen es generar una mayor alza de precios. Hilda Ochoa-Bri-llemburg, presidenta del Strategic Investment Group, un grupo de asesores en inversiones del Banco Mundial, estima que desde 2008 la demanda especulativa de futu-ros de productos agrícolas ha crecido, dependiendo de los productos, entre el 40 y el 80%. La liberalización mundial del comercio y las políticas de ajuste estructural que el FMI y el BM impusieron a los países más pobres se han visto reforzadas por las prescripciones de la OMC a par-tir de la década de los 90 y la gran cantidad de tratados bilaterales de libre comercio e inversión. Se han desman-telado los aranceles que protegían las producciones au-tóctonas, se han eliminado las garantías de precios para los productores, y se han tenido que abrir los mercados a los alimentos subvencionados de los países ricos y a las inversiones extranjeras. Las tierras fértiles dejaron de producir para los mercados locales para producir “com-modities”. La mitad del trigo que se produce en el mundo se comercializa en la Bolsa de Chicago y la actividad espe-culativa está haciendo crecer artificialmente los precios de los alimentos.

La situación es tan alarmante que el G-20 ha decidido en junio de 2011 intervenir de alguna manera. Se pretende incrementar la producción agrícola, reforzar la transpa-rencia de los mercados, actuar ante crisis alimentarias y frenar la especulación. El control de cosechas vía saté-lite y la información a los mercados para evitar las posi-ciones especulativas, que se une a la elaboración de un programa piloto para crear reservas alimentarias huma-nitarias, ya nos dice que el propio G-20 es escéptico ante las medidas porque para qué crear reservas si se frena la especulación.

Argentina es un buen ejemplo. Ha pasado de ser un país autosuficiente en alimentos e incluso exportador, a ser básicamente productor de transgénicos y forrajes para piensos destinados a la exportación. En la actualidad, 20 millones de hectáreas de Argentina, la mitad de la superficie agrícola del país, se siembran con soja trans-génica. Es un modelo claro de monocultivo industrial. Y las consecuencias son la llegada del hambre a Argentina y la destrucción del ecosistema por la deforestación; cada año se deforestan en Argentina más de 200.000 hectá-reas de monte nativo, además de subordinar el país a

los vaivenes de la economía mundial y a la avaricia de los inversores en “commodities” y del capital financiero especulativo. La desaparición de la agricultura familiar provoca a su vez un aluvión de trabajadores rurales que huyen a las ciudades ya que con el uso intensivo de ma-quinaria no son precisos para la producción. En la pro-vincia de Río Negro, en la Patagonia, la empresa estatal china Beida Yuang ha conseguido 320.000 hectáreas para producir soja, trigo y colza que se exportarán a la provincia china de Heilongjiang durante los próximos 20 años. Como los precios de los alimentos son altos y los de la tierra son bajos el negocio consiste en tener control so-bre tierras cercanas a suministros de agua. Huelga decir que no es el único inversor y que otros países (Qatar por ejemplo) están haciendo lo mismo.

Empresas como Los Grobo cultivan más de 280.000 hectáreas repartidas entre Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Esta empresa no compra tierras, sino que las arrienda durante cien años, tiempo suficiente para sacar los excedentes a costa de destruir la fertilidad por el uso intensivo de fertilizantes y pesticidas. Transcurri-dos cien años se devolverán las tierras exhaustas para explotar nuevas tierras. Esta empresa está participada por fondos de inversión radicados en Brasil y en las Islas Caimán que también tienen intereses en biotecnología y clonación animal. El accionista mayoritario, Gustavo Grobocopatel, llamado el rey de la soja, sostiene que “la agricultura sin campesinos es parte de un nuevo para-digma vinculado a las transformaciones de la sociedad. Por supuesto que las políticas aceleran o retrasan el pro-ceso y lo pueden hacer más o menos equitativo, pero es inevitable y, desde mi punto de vista, positivo más allá de los temores que despierte”. Este planteamiento, tan sumamente cínico, destruye la base misma sobre la que se podría asentar la soberanía alimentaria.■

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E l fondo inmoral de toda esta actividad espe-culadora se evidencia en el hecho de que los alimentos se convierten no sólo en productos más caros para los consumidores, sino que se

convierten en activos financieros, comprando alimen-tos incluso antes de plantarlos con el único objetivo de acapararlos para hacer subir los precios y revenderlos más caros, a corto plazo y en ocasiones varias veces an-tes de que lleguen a los mercados. Todo ser vivo tiene el derecho fundamental a la alimentación (como al aire limpio y al agua potable). Malo es para los países pobres depender del clima o los desastres naturales,

pero esta actividad económica especulativa depende de la permisividad de gobiernos y países que engordan sus cuentas gracias al hambre de millones. Cuando los ejecutivos (“brookers”) que “juegan” (un eufemismo) en Bolsa firman contratos que especulan con “commo-dities”, en realidad firman sentencias de muerte para millones de pobres en todo el mundo. Las compras de tierras despojan a los campesinos de su posibilidad de supervivencia y si los pueblos pierden el control sobre la producción, la transformación y la comercializa-ción de los alimentos perderán a la vez su derecho a la soberanía alimentaria. ■

Resumen

P or soberanía alimentaria se entiende el de-recho de los pueblos para definir sus pro-pias políticas y mecanismos de producción, distribución y consumo de alimentos. Ta-

les políticas deben garantizar, de manera sostenible, el derecho a la alimentación para toda la población. Aunque es evidente que un cambio radical en el sis-tema sería tremendo para la población en general, no lo es menos que este sistema actual está agotando la tierra y los recursos y que a medio y largo plazo es insostenible. Por tanto hay que comenzar a cambiar paulatinamente todo el proceso. El objetivo es que los Estados deben determinar las políticas alimentarias, por mucho que sean de tipo económico y que choquen con intereses financieros particulares especulativos. Un primer paso sería proteger el derecho a la tierra de los campesinos y defenderlos ante especuladores y mafias. También lo es contemplar los derechos de las mujeres como algo imprescindible, ya que en los países poco desarrollados son la clave de la economía familiar. Igualmente importante es proteger el entor-no y la biodiversidad, con un manejo sostenible de las tierras y suelos, las aguas y mares, los ganados y los organismos acuáticos. Por ello es necesaria la protec-ción de la diversidad cultural y alimentaria.

La Cumbre Mundial sobre Alimentación de 1999 colocó a productores y distribuidores en el centro del sistema en lugar de los mercados y empresas que reducen los ali-mentos a mercancías y materias con las que especular internacionalmente. En el mismo sentido se pronun-ciaron el Consejo de la FAO en 2004 y en ello se basa el punto 12 del Comité de las Naciones Unidas sobre Dere-chos Económicos y Sociales de 1999. La intención es que el sistema se dirigiera hacia una fórmula que dependie-ra menos de los proveedores internacionales, e incluso nacionales, y que se apoyara más en los suministros regionales y locales. En resumen, es el debate entre las

explotaciones a gran escala frente a las de ámbito más familiar.

Es crucial zanjar el tema de los transgénicos, las pis-cifactorías y el consumo de carne de manera desme-surada. Los gobiernos deben implementar políticas de educación y eliminar los subsidios y ayudas públicas a estos sectores. Si las previsiones demográficas, el im-parable cambio climático y el agotamiento de recursos son correctas, si no se toman medidas urgentes, sólo la sinrazón de los grandes conglomerados puede hacer descarrillar toda la economía y hacernos caer en una crisis de consecuencias devastadoras.

Para todo ello son precisas políticas que aseguren el aprovisionamiento sostenible de alimentos para toda la población mundial. Es cierto que lo que viene a con-tinuación suena poco menos que imposible, vista la ciega avaricia de unos pocos, pero es absolutamente preciso para asegurar una vida humana para todos.

En primer lugar es básico comenzar a substituir este tipo de producción industrial de alimentos por un apro-visionamiento que garantice los medios de vida de las comunidades locales. Para ello es preciso revertir las actuales políticas y asegurar a dichas comunidades el derecho a la propiedad de la tierra, con la protección a los campesinos y la implementación de ayudas a la gestión y la seguridad en el trabajo.

Es obligatorio hacer frente al cambio climático y redu-cir el efecto invernadero, para lo que es imperativo re-ducir el uso de fertilizantes, disminuir drásticamente la energía basada en los combustibles fósiles como el gas natural y el petróleo y acabar con la nueva panacea de los biocombustibles que desvían alimentos a la creación de energía. El espejismo de una economía en continuo crecimiento debe ser reemplazado por la idea de que la

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economía es la administración de unos recursos escasos y limitados, en la que muchos de ellos, tras ser utiliza-dos, no pueden ser reemplazados.

Es imperativo regular los precios del mercado de ali-mentos mediante una cesta básica a precios asequi-bles. Ello exige acabar con los acuerdos económicos promovidos por la OMC, los Tratados de Libre Comercio y las políticas económicas del FMI y el BM., así como desmantelar las políticas de ajuste estructural que yu-gulan a los países con menos recursos y ser valientes y generosos a la hora de cancelar la deuda de los paí-ses pobres. A ello debería seguirse una serie de normas que prevengan el dumping de bajos precios a la expor-tación (una práctica abusiva en la fijación de precios en la que se establece un precio inferior para los bie-nes exportados que para los mismos bienes vendidos en el país) mediante la prohibición de subsidios y una actuación decidida en los mercados para perseguir la especulación con los alimentos. Todo en el marco de la Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y De-sarrollo Local de la ONU, adoptando el Convenio 169 de la OIT, siguiendo con la Convención de la ONU sobre el mar y apoyando las directrices de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas.

¿Pero qué pasaría si se prohibiesen las transacciones de compras? Pues que los bancos podrían proponer un intercambio de activos con un “tercero de buena fe” como Nestlé o Cargill. ¿Y qué pasaría si se prohibiesen los productos derivados a largo plazo? Pues que como

los mercados son supranacionales podría hacerse la compra desde el exterior. Así que no pueden tomarse medidas sólo nacionales, sino que debe actuarse so-bre el mercado mundial y eso exige un acuerdo que parece estar en la misma utopía. En general los países han respondido prohibiendo las exportaciones, ha-ciendo acaparamiento de alimentos o llevando a cabo apropiaciones de tierras en los países poco desarrolla-dos, medidas que, lejos de solucionar nada, agravan el problema.

Sin embargo podrían fijarse unos precios máximos in-ternacionales para los alimentos, limitar la cantidad de contratos, hacerlos transparentes mediante un re-gistro de las operaciones de futuros y crear centros de compensación y liquidación para obligar al inversor a depositar una garantía para cubrir sus operaciones con derivados. Estas medidas no solucionarían el pro-blema, pero podrían servir para paliarlo y controlar en cierta forma el mercado.

La primera prioridad es el acceso a la tierra por parte de los campesinos con medidas de protección que inclu-yan la noción de territorio específico y la defensa frente a la expropiación, la compra abusiva y la usurpación. Una vez hecho esto hay que promover el acceso a los mercados reduciendo la distancia entre el productor y el consumidor con el fin de eliminar la mayor parte de intermediarios. También es necesario reducir las pér-didas pos-cosecha mediante una mejora del almace-naje y la transformación. En este sentido podrían

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constituirse Bancos de Alimentos para regular los precios. Aquí es donde los Estados deberían intervenir con mayor valentía, para regular los flujos financieros mediante el control público y aplicar impuestos sobre el flujo de capitales, como la tasa Tobin.

Hay que apostar decididamente por la biodiversidad y rechazar las patentes de semillas, ganados o pesca, así como prohibir la pesca ilegal y destructiva, contro-lando además los contratos comerciales, su volumen y su influencia en las poblaciones. Es evidente que aquí el principal problema son los transgénicos y el uso de alimentos para producir energía. También hay que promover la capacitación tecnológica del campesinado mediante la educación, la sanidad y la mejora de las condiciones laborales. Para ello es preciso reformular la investigación para no dejarla en manos de las grandes empresas y estimular la financiación de proyectos via-bles a largo plazo. Es urgente impedir la mercantiliza-

ción del agua y su sobreexplotación, ya que es la base de toda agricultura sana. En España la mitad de los servi-cios del agua son ya privados, lo que produce opacidad ya que las empresas lo que quieren son ganancias. En Holanda, por ejemplo, no existe participación privada en este mercado. Como los países industrializados son los responsables del cambio climático, ya que los 10 paí-ses más ricos consumen el 80% de la energía, hay que acabar con el comercio del carbono, que permite conta-minar en exceso a esos países. Una vez más España ha agotado en menos de cinco meses todo el presupuesto ecológico para todo el año, entendiendo por presupues-to ecológico el equilibrio entre la riqueza ecológica que destruye y la capacidad de regenerar el sistema ecológi-co. Ello obliga a apostar decididamente por las energías

alternativas y exige una campaña de sensibilización en las poblaciones más desarrolladas para reducir el con-sumo disparatado tanto de energía como de alimentos y el hábito de consumir proteínas de origen animal de manera excesiva. Es evidente que no estaría de más re-plantearse la planificación urbana que obliga a grandes concentraciones de población en ciudades despropor-cionadas que alejan a los productores campesinos de los consumidores urbanos y deja a ambos en manos de transportistas e intermediarios. Finalmente la promo-ción de políticas de paz y solución de conflictos por la vía del diálogo y la negociación debería enfrentar con valentía las guerras por el control de las materias pri-mas, ya sea el petróleo, los minerales o los alimentos.

La especulación con alimentos es una práctica inmo-ral que debería ser prohibida de inmediato. El sistema económico no puede caer más bajo si debe sacar ren-dimientos del hambre y la escasez de millones de per-

sonas, condenando a las poblaciones y ganando dinero con la muerte, la destrucción del ecosistema y el enve-nenamiento del planeta. Un millón de plutócratas do-minan y especulan con nuestras vidas y el futuro del planeta. La forma en que las instituciones económicas y políticas permiten esto es la evidencia palpable de la corrupción imperante y debería hacer reflexionar a los ciudadanos sobre su propia actuación y sobre el negro futuro que aguarda a las generaciones posteriores. Es nuestra la responsabilidad de exigir a los gobernantes sobre un mayor control de los poderes económicos que sólo buscan enriquecerse de cualquier manera y a costa de todos. Si no lo hacemos, también nosotros estare-mos de alguna manera, por omisión, colaborando para que el desastre nos alcance. ■

La soberanía alimentaria

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“El mundo tiene riquezas suficientes para cubrir las necesidades de toda la población, pero demasiado pocas para la avaricia de unos cuantos”

M. Gandhi

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EL SALVADOR

GUATEMALA

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COLÒMBIA

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HAITÍ

TIMOR

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JORDÀNIA

LÍBAN

BRASIL

Dret als mitjans desubsistència durables

Dret a la pau, a la vidai a la seguretat

Dret als serveis públics bàsics(educació, salut, hàbitat, aigua).

Dret a l'autodeterminació dels poblesi a la participació política

SENEGAL

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