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22 | HISTORIA el nido de la serpiente roja A 40 años del Villazo Octavio Crivaro Sociólogo. El Villazo volvió a poner en relieve la dispu- ta entre sectores clasistas y antiburocráticos del movimiento obrero, por un lado, y la burocra- cia sindical y las empresas, del otro, puja que ya se había expresado en el clasismo del SITRAC y el SITRAM en Córdoba a principios de los ‘70. Además, acelera el proceso la separación Fotogramas del film Memoria para reincidentes En marzo de 1974, la ciudad de Villa Constitución, vivió una de las más importantes luchas obreras y populares que se dieron en el convulsivo “momento político” que abrió el Cordobazo en 1969. Lo que comenzó como un proceso antiburocrático en defensa de las comisiones internas y delegados combativos de Acindar y de las fábricas de la región, y por la recuperación de la seccional de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), se convirtió en un cuestionamiento a la poderosa mafia sindical. Gesta como producto de la cual los militares nombrarían a Villa la “serpiente roja del Paraná” en sus operativos represivos. de sectores obreros con el peronismo, que des- de el gobierno redobla sus esfuerzos represivos y sincera su rol de sangriento “pacificador” al servicio del gran empresariado. La burocracia sindical toma al proceso de los metalúrgicos vi- llenses como una afrenta a la que, a lo largo de más de un año, responde con todas las armas posibles. La virulencia con la que arremete, de hecho, choca contra toda visión pacifista de lo que significa “recuperar sindicatos” de manos de las burocracias conciliadoras. Estas enormes tensiones que se concentran en Villa hacen de esta lucha una de las batallas es- tratégicas, decisivas, de la década del ‘70. 1969: el comienzo del ascenso revolucionario en Argentina La lucha de los metalúrgicos de Villa se nutre de una época de ascenso en la movilización de las masas a escala internacional expresada en el Mayo Francés, en el Otoño caliente italiano, en la Primavera de Praga, en las movilizacio- nes en EE. UU. contra la invasión a Vietnam, etc. En nuestra América se produjo la lucha de los estudiantes mexicanos, el surgimiento de la Asamblea Popular en Bolivia, la emergencia de los llamados Cordones Industriales durante el proceso revolucionario chileno. En nuestro país, la etapa que abre el Cordo- bazo, así como los dos Rosariazos que con- mueven a Santa Fe, se dibuja en esta “mesa de arena”. Los sucesos en Córdoba dejaron heri- do de muerte al gobierno de Onganía y pusie- ron en jaque al “régimen libertador” surgido en 1955. Como respuesta a ello, desde 1971, el Ge- neral Lanusse impulsa el llamado Gran Acuer- do Nacional, como una apertura controlada que incluía la convocatoria a elecciones. Perón re- chaza esta política, impulsando la candidatura

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22 | HISTORIA

el nido de la serpiente roja

A 40 años del Villazo

Octavio CrivaroSociólogo.

El Villazo volvió a poner en relieve la dispu-ta entre sectores clasistas y antiburocráticos del movimiento obrero, por un lado, y la burocra-cia sindical y las empresas, del otro, puja que ya se había expresado en el clasismo del SITRAC y el SITRAM en Córdoba a principios de los ‘70. Además, acelera el proceso la separación

Fotogramas del film Memoria para reincidentes

En marzo de 1974, la ciudad de Villa Constitución, vivió una de las más importantes luchas obreras y populares que se dieron en el convulsivo “momento político” que abrió el Cordobazo en 1969. Lo que comenzó como un proceso antiburocrático en defensa de las comisiones internas y delegados combativos de Acindar y de las fábricas de la región, y por la recuperación de la seccional de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), se convirtió en un cuestionamiento a la poderosa mafia sindical. Gesta como producto de la cual los militares nombrarían a Villa la “serpiente roja del Paraná” en sus operativos represivos.

de sectores obreros con el peronismo, que des-de el gobierno redobla sus esfuerzos represivos y sincera su rol de sangriento “pacificador” al servicio del gran empresariado. La burocracia sindical toma al proceso de los metalúrgicos vi-llenses como una afrenta a la que, a lo largo de más de un año, responde con todas las armas

posibles. La virulencia con la que arremete, de hecho, choca contra toda visión pacifista de lo que significa “recuperar sindicatos” de manos de las burocracias conciliadoras.

Estas enormes tensiones que se concentran en Villa hacen de esta lucha una de las batallas es-tratégicas, decisivas, de la década del ‘70.

1969: el comienzo del ascenso revolucionario en Argentina

La lucha de los metalúrgicos de Villa se nutre de una época de ascenso en la movilización de las masas a escala internacional expresada en el Mayo Francés, en el Otoño caliente italiano, en la Primavera de Praga, en las movilizacio-nes en EE. UU. contra la invasión a Vietnam, etc. En nuestra América se produjo la lucha de los estudiantes mexicanos, el surgimiento de la Asamblea Popular en Bolivia, la emergencia de los llamados Cordones Industriales durante el proceso revolucionario chileno.

En nuestro país, la etapa que abre el Cordo-bazo, así como los dos Rosariazos que con-mueven a Santa Fe, se dibuja en esta “mesa de arena”. Los sucesos en Córdoba dejaron heri-do de muerte al gobierno de Onganía y pusie-ron en jaque al “régimen libertador” surgido en 1955. Como respuesta a ello, desde 1971, el Ge-neral Lanusse impulsa el llamado Gran Acuer-do Nacional, como una apertura controlada que incluía la convocatoria a elecciones. Perón re-chaza esta política, impulsando la candidatura

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de Héctor José “el Tío” Cámpora, que logra un triunfo categórico y asume como presidente el 25 de mayo de 1973.

El gobierno de Cámpora expresa un “extendido acuerdo burgués, que incluye al mismo Perón, a las FF. AA., a todos los partidos políticos patro-nales, a la burocracia sindical y, en un principio, a la llamada Tendencia Revolucionaria de la Ju-ventud Peronista (JP)”1. Una vez en el gobierno, y como continuidad de estas diversas formas de “contención y desvíos”, Cámpora y su ministro de Economía José Ber Gelbard (empresario y dirigente de la CGE, además de “militante” “co-munista”) lanzan el llamado Pacto Social, fren-te a las primeras repercusiones (aún no agudas) de la crisis económica, que plantea un congela-miento de precios, un “alza general de salarios”, y suspende las paritarias por 24 meses elevando en 200 pesos mensuales los sueldos. El objetivo es frenar un proceso huelguístico y los reclamos “desmedidos” por parte de los trabajadores, lo cual incluyó palos a las organizaciones de van-guardia. Esta “gran política estatal” fue “here-dada” por Juan Domingo Perón en su tercera presidencia.

El Villazo se convierte en una golpe hacia es-te Pacto Social. El peronismo derechizaba pau-latinamente su política, y apuntaba sus cañones a los sectores de avanzada, tratando de torcer la relación de fuerzas a derecha. En estas tenden-cias se inscribe el Navarrazo, el golpe de estado policial con el que el Perón quiere normalizar a la insurrecta Córdoba2, entre otros hechos3. Un triunfo obrero y clasista como el del Villazo po-día ser una bisagra, un hito alrededor del cual amplios sectores de vanguardia a nivel nacio-nal se reagruparan, enfrentaran a la política de Pacto Social, tomaran las medidas para defen-derse de los cada vez más furiosos ataques de la tripe A, y disputaran políticamente con la buro-cracia sindical peronista, cambiando el curso de los acontecimientos.

El origen del VillazoA mediados de enero de 1973, luego de años

de tensiones entre los metalúrgicos de Villa y la intervención puesta por la conducción nacio-nal, se produce una reunión de delegados que lleva a cabo la elección de la Comisión Interna de los trabajadores de Acindar. La lista encabe-zada por Alberto Piccinini, que presentó a 5 de-legados combativos, arrasa. A la cabeza, el Pichi saca 53 votos. La UOM de Lorenzo Miguel y la CGT de José Rucci no soportarían que se ex-tienda este ejemplo de lucha y organización4.

La conducción nacional de la UOM convoca a elecciones en todas las seccionales, desde el 4 al 9 de marzo, excluyendo a la seccional Villa Cons-titución. Una provocación. En Villa, la oposición a la intervención del burócrata Trejo se organizó alrededor del MRS (Movimiento de Renovación Sindical, luego Lista Marrón), que tenía peso no solamente en Acindar, sino que también conta-ba con referentes de Marathon, Metcon y Villber,

además de trabajadores de talleres. El 26 de ene-ro, el MRS llama a una asamblea de más de 250 trabajadores metalúrgicos, para responder al in-cumplimiento por parte de la Intervención de con-vocar a un Congreso de delegados el 25 de enero, según lo indicaba el calendario electoral. Lorenzo Miguel quería evitar a toda costa una derrota por-que “olía” que perdía la importante seccional vi-llense5.

Como contragolpe, el Loro Miguel reemplaza a Trejo por dos burócratas de su “propia cose-cha”: Lorenzo Oddone y Jorge Fernández. Los nuevos interventores recorren, en una clara provocación, la planta de Acindar, acompaña-dos por Raúl Ranure, un reconocido carnero de la huelga derrotada de 1970. La reacción fue in-mediata: se suceden tumultos e incluso hay sec-ciones que paran. La UOM nacional responde, y toda la CI de Acindar, además de muchos de-legados, son expulsados. Estalla así una históri-ca huelga que incorpora el método de la toma con rehenes, utilizado por los metalmecánicos clasistas de Córdoba, como una de las medidas de esta histórica lucha. Se encendía así la me-cha del Villazo.

Aunque comienza como una acción defensiva contra las expulsiones, rápidamente la acción obrera agrega el fin de la intervención y la exi-gencia de una fecha certera para las elecciones del sindicato, lo que permite que Acindar logre hegemonía y dirija el reclamo del conjunto de los metalúrgicos, hartos de la intervención.

Resurge en Villa Constitución el movimiento obrero clasista

El 8 de marzo “comienza la historia”. El histo-riador Ernesto Rodríguez describe que ese día

... comenzó la toma de la fábrica Acindar, en donde más de 2.500 obreros demandaban el le-vantamiento de la sanción a los miembros de la CI y delegados, así como la inmediata convoca-toria a elecciones. Al día siguiente fue ocupada Marathón, mientras que los obreros de Metcon realizaban una huelga de brazos caídos. En Acindar, los portones fueron cerrados y contro-lados por piquetes de obreros. El personal jerár-quico no pudo abandonar la fábrica [...] Ante la posibilidad de una intervención policial, en las calles internas se hicieron barricadas [...] La huelga se extendió rápidamente a las ciudades vecinas, se adhirieron las fábricas Villber y Cil-sa, los portuarios, los transportistas, los aceite-ros, la Asociación del Magisterio de la provincia de Santa Fe, la Asociación Bancaria y el Cen-tro Comercial e Industrial; llegando adhesiones de organizaciones y sindicatos de todo el país6.

Se trató de un verdadero levantamiento anti-burocrático del conjunto de la región, un conti-nuador del clasismo del SITRAC y el SITRAM de Córdoba. Otro de los elementos decisivos con el que contaron los obreros fue el impresionante apoyo popular: en Villa, por el impactante peso

social de la industria y de los trabajadores me-talúrgicos, todo conflicto en el “acero”, es por definición un conflicto que involucra a toda la comunidad7.

La burocracia sindical metalúrgica, por su la-do, al tener durante varios años una política “negativa” de intervención de la seccional, no logra hacerse de una base social sólida que le permita tener una política hegemónica. De esa forma, aun sin dirigir el sindicato formalmente, los sectores combativos pusieron en movimien-to batallones fundamentales de obreros meta-lúrgicos que dirigían “de hecho”, arrinconando a la burocracia sindical y a la empresa. 6 mil obreros participaban de las asambleas de esta enorme “huelga salvaje”.

Un contundente triunfo de la huelga obrera, con solidaridad popular y de otros trabajadores

A 6 días de haberse iniciado la histórica huelga metalúrgica, los obreros combativos derrotan a Lorenzo Miguel y se quedan con un triunfo reso-nante: cae la odiada intervención de Fernández y Oddone, se decide la conformación de una Co-misión Normalizadora y se compromete la con-vocatoria a elección de delegados en un plazo de 45 días y la entrega del sindicato en un pla-zo de 120 días. Además, ni empresa, ni Ministe-rio ni policías tomarían represalias. Este acuerdo fue refrendado por el propio ministro de Traba-jo Otero.

La magnitud de esta verdadera victoria antibu-rocrática y combativa se vio refrendada por una colosal manifestación obrera y popular de feste-jo: unas 12 mil personas (enorme en sí mismo, pero sobre todo en relación a la población vi-llense total, 25 mil personas para ese entonces) marchan por las calles de Villa Constitución co-mo forma de festejo el sábado 16 de marzo.

El Plenario en el Club Riberas del ParanáEl Villazo triunfó. Se trataba de una de las

más categóricas derrotas del gobierno peronis-ta y de la burocracia sindical. La situación que el peronismo de derecha quería solidificar con el Navarrazo y el comienzo de los ataques a la vanguardia, encontró en Villa un límite prota-gonizado por sectores clasistas de los trabajado-res que apelaron a métodos radicales de lucha. Esto podría ser una contratendencia a la derro-ta que habían sufrido los sectores combativos en la provincia del Cordobazo. De multiplicar-se el ejemplo del Villazo, arrebatando los sindi-catos a la mafia que los usurpaba, la burocracia sindical tendría frente a sí una amenaza seria a su poder, la política de Pacto Social tendría una oposición abierta y el peronismo de conjunto entraría en crisis por izquierda. Eso era, nada menos, lo que se había puesto en juego.

A partir de ese momento comienza la puja para que se cumpla el acuerdo, para lo cual la conduc-ción del Villazo convoca a un plenario nacional antiburocrático para el 20 de abril. Ese día, se »

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juntan miles de delegados y activistas de todo el país en torno a los metalúrgicos que triunfaron frente a lo más poderoso de la burocracia sindi-cal. Entre ellos se encontraban los dirigentes más reconocidos del sindicalismo combativo: Alberto Piccinini, Agustín Tosco de Luz y Fuerza Córdo-ba, René Salamanca del SMATA Córdoba, Fe-rraresi de Farmacia, Jaime de la CGT Salta, entre otros. La JTP-Montoneros no quería enfrentar-se a Perón ni romper el pacto social, por lo que boicoteó el Plenario. A pesar de su “gauchada”, el General ya no los tenía en sus planes y apenas 10 días después, en el acto por el 1º de mayo, los echa de la Plaza de Mayo, dando rienda suelta a la derecha peronista.

El Plenario, sin embargo, no toma ninguna resolución contra el Pacto Social. La conduc-ción villense y Tosco explican que esta reunión había sido convocada solo para apoyar a los metalúrgicos de Villa y para imponer que se cumpla el compromiso de elecciones en esta seccional de la UOM. Se opusieron, de ese mo-do, a que surja cualquier instancia de coordi-nación nacional para organizar a los sectores en lucha y antiburocráticos, y enfrentar al Pac-to Social. Solo el trotskista PST y otros grupos plantearon la formación de una Coordinadora, pero los principales dirigentes se negaron y lo consideraron “prematuro”. Piccinini y los diri-gentes sindicales más reconocidos, no querían tensar las cosas con Montoneros, que no que-rían enfrentar a Perón. Sin embargo, ¿qué otra política era la correcta frente al giro derechista de Perón y la creciente actividad de la derecha sindical y la Triple A?

Una delegada docente y militante del PST que participó del Plenario relata que

... existían condiciones para hacer esta coor-dinadora, estaban Luz y Fuerza de Tosco, los sindicatos docentes combativos, Villa Constitu-ción, más miles de delegados y direcciones an-tiburocráticas que habían surgido [...]: podía ser un nucleamiento sindical y político muy importante. El papel central lo iban a cum-plir Piccinini y las direcciones que tenían pe-so de sindicatos enteros como Luz y Fuerza,

pero podría haber jugado un rol importan-te hacia el Gran Buenos Aires, porque –como se va a demostrar cuando empiezan a surgir las coordinadoras– había desplazamientos de comisiones internas [...]. Había muchas direc-ciones combativas que podrían haber formado una coordinadora que, inclusive, como se vio en el segundo Villazo, habría podido jugar un rol mucho más que activo en la defensa de Vi-lla Constitución8.

La importancia de la CoordinadoraComo se ve, la discusión sobre la coordinado-

ra no es para hacer un fetiche sino que responde a una cuestión estratégica: el Villazo había deja-do planteada la posibilidad de reagrupar a todos aquellos sindicatos, comisiones internas, agrupa-ciones y sectores combativos que enfrentaban a los empresarios y a la burocracia sindical, ade-más de discutir la defensa de las organizaciones obreras atacadas por la derecha peronista. Un organismo así podría llamar a todas las organi-zaciones de base, empezando por las orientadas por la JTP y la izquierda peronista, a reagruparse para enfrentar al Pacto Social y a los ataques de la Triple A, organización repudiada por un am-plio espectro sindical y político. La puesta en pie de un organismo así abría, nada menos, que la posibilidad histórica de contar con un embrión de frente único obrero democrático, una amena-za letal para la burocracia sindical. A pesar del Navarrazo, con el surgimiento de la Coordina-dora, la clase trabajadora y sus destacamentos avanzados habrían creado otras condiciones pa-ra enfrentar los ataques concertados del Estado, burocracia sindical y patronales (con la triple A a la cabeza) que golpearían a buena parte de los sectores clasistas, impidiendo que estos empal-men con el ascenso que se produciría en el año ‘75 con epicentro en GBA.

Más aún: tomando como eje, como hizo la con-ducción villense, el sostenimiento de los sectores protagonistas del Villazo y el objetivo de recupe-rar la seccional de la UOM, algo fundamental, también para ello era imprescindible contagiar y organizar, coordinando nacionalmente, a una amplia vanguardia que seguía los pasos de los

metalúrgicos. No se podía sostener una “forta-leza sitiada”.

Sin embargo la política de lanzar una coordi-nadora nacional fue rechazada y se perdió una oportunidad histórica. Este error, por supues-to, se pagó caro: luego de la muerte de Perón se exacerba la actividad sanguinaria de estos sec-tores de la derecha peronista, que tienen como víctimas a activistas, sindicalistas combativos y militantes políticos.

En Villa, la burocracia sindical pone palos en la rueda hasta el último momento, al calor de una derechización creciente del peronismo, sobre to-do a partir de la muerte de Perón el 1º de julio de 1974. La economía se degradaba, la situación so-cial entre los trabajadores se hacía más convul-siva y la Triple A extendía su labor mortífera. En noviembre de 1974 los sectores clasistas ganan la seccional de la UOM en Villa, pero inmediata-mente la burocracia de Miguel preparaba la ven-detta. En 1975 todas las condiciones económicas y políticas se tensan y estallan abiertamente. Se imponía, para el gobierno peronista y la burocra-cia sindical, derrotar al Villazo lo antes posible. Pero esa ya es otra historia.

1. Werner, Ruth y Aguirre, Facundo, Insurgencia Obrera en la Argentina 1969-1976. Clasismo, coor-dinadoras interfabriles y estrategias de la izquierda, Buenos Aires, Ediciones IPS, 2007.

2. El 28 de febrero de 1974, el jefe de policía de la pro-vincia de Córdoba, Antonio Navarro, depone al go-bernador Obregón Cano y al vicegobernador Atilio López (alineados con el sindicalismo combativo y la izquierda peronista). Se impone, de hecho, un esta-do de sitio garantizado por la policía con el auxilio de grupos armados civiles. El “Navarrazo”, fue impulsa-do abiertamente por Perón con el aval de la patronal y la burocracia sindical. Este golpe buscaba liquidar a la vanguardia obrera, estudiantil y popular que se ve-nía desarrollando desde el Cordobazo.

3. Incluso estas intentonas derechizantes se dan en un momento en el que a nivel del subcontinente lati-noamericano la clase dominante buscaba derrotar el ascenso de la década del ‘70, como se ve en Chile con Pinochet. En Argentina aún no estaba resuelta la re-lación de fuerzas, por lo que el Villazo puede torcer, en uno u otro sentido, la situación política.

4. Para un análisis del rol de los sindicatos en argen-tina en relación al Estado, ver la nota Rosso, Fernan-do y Dal Maso, Juan, “Los sindicatos y la estrategia”, Ideas de Izquierda 6, diciembre de 2013.

5. Hechos y protagonistas de las luchas obreras argen-tinas. La lucha por la Democracia Sindical en la UOM de VILLA CONSTITUCIÓN, editado por la UOM Sec-cional Villa Constitución, marzo de 1985, p. 9.

6. Rodríguez, Ernesto, “El Villazo”, publicación Ins-tituto Superior del Profesorado Nº 3 “Eduardo La-fferriere”.

7. En el Censo de 1964 demuestra que “en la rama de industrias metálicas básicas encontramos que el 0,8 % (4 casos) de los establecimientos concentran el 59 % del personal ocupado, el 79 % de los sueldos y sala-rios, el 73 % del valor de los productos elaborados, el 84 % de los combustibles y lubricantes consumidos y el 74 % del valor de la materia prima empleada”. Ros-pitti, Agustín y Videla, Oscar, “La conformación de una comunidad obrera en Villa Constitución a lo lar-go de los ciclos de su desarrollo”, Cuadernos del Cie-sal 11, Año 9, enero-diciembre 2012, p. 47.

8. Entrevista a Susana Sacchi, en Werner, Ruth y Aguirre, Facundo, op. cit., pp. 221-222.