El Norte de México (Le Nord du Mexique) de A. Lancaster

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1 El Norte de México Por Albert Lancaster 1 De San Antonio a Monterrey En el mes de diciembre de 1882, me encontraba en San Antonio de Bexar, Texas. Formaba parte de la misión belga enviada a los Estados Unidos para observar el paso de Venus delante del Sol. Durante mi estancia en esta encantadora ciudad, llamada la Reina de las Praderas, tuvo lugar la inauguración de la línea de ferrocarril que lo 1 Traducción por Jorge H. Elías a partir de la obra de Albert Lancastre. LANCASTER, A. I Le Nord du Mexique II de la Nouvelle orléans a la Havane par A. Lancaster Météorologiste-inspecteur a L´observatoire Royal de Bruxelles, Membre du Comité Central et Bibliothécaire de la Société royale Belge de Geographié, Mons Hector Mancepux, Éditeur 1889.

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Le Nord du Mexique Tradicido Por Jorge H. Elias.El autor del libro es el científico belga Albert Lancaster Meteorólogo Inspector del Observatorio Real de Brucelas y miembro del Comité Central y la Biblioteca de la Sociedad Real Belga de Geografía. Según sus propias palabras, en diciembre de 1882 él se encontraba "en San Antonio de Bexar, Texas y formaba parte de la misión belga enviada a los Estados Unidos para observar el paso de Venus sobre el Sol". El trabajo de observación de ese fenómeno astronómico debió realizarse en el mismo San Antonio. El 6 de diciembre de aquel año faltando tres minutos para las 8 de la mañana, hora de Texas y del Noreste Mexicano, comenzó el tránsito visible de Venus entre la tierra y el Sol. Un punto negro se desplazó lentamente contrastando con la circunferencia solar a lo largo de 7 horas y 18 minutos.

Transcript of El Norte de México (Le Nord du Mexique) de A. Lancaster

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    El Norte de Mxico

    Por Albert Lancaster 1

    De San Antonio a Monterrey

    En el mes de diciembre de 1882, me encontraba en San Antonio de Bexar, Texas. Formaba parte de la misin belga enviada a los Estados Unidos para observar el paso de Venus delante del Sol. Durante mi estancia en esta encantadora ciudad, llamada la Reina de las Praderas, tuvo lugar la inauguracin de la lnea de ferrocarril que lo

    1 Traduccin por Jorge H. Elas a partir de la obra de Albert Lancastre. LANCASTER, A. I Le Nord du Mexique II de la

    Nouvelle orlans a la Havane par A. Lancaster Mtorologiste-inspecteur a Lobservatoire Royal de Bruxelles,

    Membre du Comit Central et Bibliothcaire de la Socit royale Belge de Geographi, Mons Hector Mancepux, diteur 1889.

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    conectaba con Monterrey, en el norte de Mxico. Este acontecimiento, que se realiz sin gran estropicio, era, sin embargo, de considerable importancia, ya que constitua el inicio de una nueva era para el futuro de Mxico.

    El proyecto de un ferrocarril que pona en comunicacin la capital de este pas y el extenso territorio de los Estados Unidos, durante mucho tiempo haba sido objeto de las preocupaciones de los hombres de estado mexicanos y americanos. A partir del da en que los capitalistas yanquis tomaron interesaron en el asunto,, la realizacin de esta idea grandiosa no fue sino una cuestin de tiempo. Se atac la construccin de la lnea de dos lados a la vez: de Mxico hacia Ro Grande, frontera natural entre los Estados Unidos y Mxico, y de dos localidades situadas sobre este ro: Laredo y EL Paso, hacia Mxico. Al tiempo en que se inaugur la seccin que va de San Antonio a Monterrey, se haba llegado, del otro lado, solo hasta San Luis de Potos. Hasta hoy no haba ms remedio que ir y volver en carreta, de Mxico a Nueva York. Antes del establecimiento del ferrocarril que adjuntaba a la Reina de los Prados a la capital d Nuevo Len, un viaje de Texas a Mxico era una empresa difcil, arriesgada y de larga duracin.

    De San Antonio al Rio Grande, el prado virgen se extiende hasta el horizonte, transformndose imperceptiblemente, a medida que se acerca al ro, en chaparrales y

    en verdaderos desiertos de arena donde solamente crecen los cactus.

    Tenemos ante nosotros, hasta donde alcanza la vista, campos inmensos de esta planta. Las variedades de cactus que se aprecian son numerosas pero dominan los

    rganos y los nopales de los que hay especmenes altos y gruesos.

    La bella fibra, blanca y suave, de estos cactus, parece ser utilizada para la confeccin de colchones.

    Los chaparrales se prolongan ms all del Rio Grande, ms desolados y ms salvajes a medida que se desciende hacia el sur. No desaparecen sino hasta cerca de Lampazos,

    donde comienzan a asomarse terrenos de cultivo.

    Anteriormente, partan caravanas del territorio americano con destino a Mxico, pero tenan que procurarse ellas mismas los medios de subsistencia hasta su llegada a Monterrey.

    Saban de antemano, que no iban a encontrar el mnimo resto de alojamiento durante el recorrido de los varios cientos de leguas.

    Tenan adems que estar protegidos contra los ataques de Apaches, por mucho tiempo confinados a las cercanas del Ro Grande, salvajes muy peligrosos que an hoy son elusivos, sin permanencia fija, se encuentran a veces escondidos en las lejanas de los

    chaparrales junto al rio y a veces ms all.

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    Estos Apaches son an en la actualidad los indios ms temidos y los ms crueles. El gobierno de Washington no ha logrado a dominarlos, a pesar de todos sus esfuerzos, combinados con los del poder central de Mxico.

    Hace cuatro aos, a finales de mayo y mediados de junio de 1885, varias bandas de apaches hostiles atacaron y masacraron a unos 20 colonos a quienes cortaron el cuero cabelludo, asaltaron la posta de correos, devastaron las granjas y cometieron toda

    clase de depredaciones.

    La ferocidad y la bravura de los apaches son conocidas desde hace mucho tiempo, y los peridicos a menudo sealan sus hazaas sangrientas. La vida vagabunda y aventurara de estos salvajes rebeldes a cualquier civilizacin, aunque sea la ms rudimentaria, es admirablemente insistida por la particular naturaleza del lugar que escogieron como ltimo refugio. Las tropas americanas sucesivamente los desplazaron

    de sus diversos asentamientos hacia el extremo oeste del territorio tejano.

    Cuando vienen a cometer algn delito sobre suelo de la Unin, pronto atraviesan el Rio Grande, ponindose as a salvo de la persecucin por los blue-jackets2. Hacen lo mismo a las tropas mexicanas, cuando estn en su territorio, regresan a Texas

    atravesando de nuevo el Ro Grande.

    2 Chaquetas azules. Nombre de los soldados de infantera de los Estados Unidos.

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    Recientemente, un acuerdo entre Estados Unidos y Mxico ha puesto serias limitaciones a esta medida fcil de la que los Apaches se han servido durante largo tiempo, para asegurar la impunidad de sus crmenes y de sus excesos en todos los

    gneros.

    Las tropas de cualquiera de los dos pases, los puede perseguir y capturar sobre territorio vecino. Pero los ferrocarriles siguen siendo an los medios ms poderosos y los ms eficaces de dominarlos y deshacerse de ellos, al forzarlos a alcanzar regiones

    ms inexpugnables, desde donde les ser difcil asediar a los blancos.

    La distancia que separa Monterrey de San Antonio supera los 600 kilmetros. Fue el 18 de diciembre de 1882 cuando aprovechando la reciente apertura del ferrocarril

    entre las dos ciudades, partimos hacia Mxico.

    El tren dej San Antonio a las 8 y media horas de la noche. Un bello claro de luna ameniza el viaje a lo largo de la pradera virgen hasta Laredo sobre el Rio Grande donde nos detendremos a la maana siguiente hacia las 5 y media horas. Laredo es una ciudad completamente nueva, pero que no tardar en ser de importancia.

    Se encuentra hoy en comunicacin, por el ferrocarril, por un lado con Matamoros, que se encuentra cerca de la desembocadura del Rio Grande y por la otra, con el Paso en

    el lmite entre Texas, Nuevo Mxico y Arizona.

    De esta manera, Laredo se encuentra situado en la unin entre la lnea del paralelo del mar de las Antillas al este y llega a California y el ocano Pacfico al oeste y la gran va frrea que une a Mxico con Nueva York.

    Parece al llegar all, que se ha puesto pi ya en un nuevo pas. Todas las inscripciones, los avisos impresos, todas las indicaciones estn en espaol. Pagas vuestro boleto en dlares americanos, pero el empleado te da el vuelto en moneda mexicana. Los rostros y las costumbres anuncian un pueblo diferente da aquel con el que te has codeado slo unos instantes antes. nicamente los vagones y el personal del tren recuerdan a los Estados Unidos. El guardia que nos acompaar hasta Monterrey es el mismo un

    detalle tpico ignora absolutamente la lengua espaola. No sabe ni una sola palabra!

    Despus de una hora de espera, la que aprovechamos para desayunar, el tren se sacudi, el recorrido sigue por una cierta extensin de terreno que parece muy floja aprecio, por diversos lados, grandes grietas en el suelo entonces se acopla sobre el inmenso puente de hierro fundido sobre el Ro Grande.

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    El momento es solemne y siento que me gana la emocin. An siento un poco de impresin al abordar a una tierra desconocida. Y esta impresin es especialmente animada por un elemento natural, imponente como el Rio Grande que marca la

    separacin entre el pas conocido y aquel que la imaginacin te hace entrever.

    En el punto donde lo pasamos, el ro tiene unos 300 metros de ancho. Sus aguas corren entre dos murallas de arcilla verticales, muy elevadas.

    Los niveles del Rio Grande varan considerablemente segn las estaciones y segn las

    condiciones atmosfricas.

    En diciembre de 1882 estaba bastante bajo. Al ao siguiente, mi colega y amigo de la sociedad belga de geografa, M. K. Leclercq, lo vio a una altura extraordinaria. El caudal de las aguas era tan rpido y su mpetu se haba vuelto tanto, que haban arrastrado el puente del ferrocarril. Fue en barco, que nuestro amable compatriota

    debi efectuar el cruce del ro.

    A penas el tren haba cruzado el puente del Rio Grande, se detuvo en una pequea

    estacin, Nuevo Laredo. Ya estamos sobre suelo mexicano.

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    Toda la poblacin se rene en la estacin, sencilla casa de madera. La llegada de cada

    tren dos por da, pero en direccin inversa es un acontecimiento para ella.

    Nos reciben exclamaciones y risas, abucheos y comentarios burlones que nos interesan bastante. Los mexicanos, a modo de burla, llaman a sus hermanos del norte, gringos. La multitud ruidosa y bulliciosa que nos rodea no es culpable de que nos lancen este nombrete, que personalmente, escucho con indiferencia y que no

    parece preocupar mucho ms a mis compaeros de camino yanquees.

    Durante ese tiempo, los aduaneros revisan nuestro equipaje, trabajo realizado rpidamente. Entonces nos volvemos a poner en marcha, esta vez saludados con

    vigorosas aclamaciones.

    Los chaparrales cubren una parte del horizonte. Los cactus alcanzan proporciones enormes. Atravesamos una tierra desolada, estril, completamente desierta, tan larga

    que los ojos pueden sondear la llanura, no se ve ninguna casa, ningn ser humano.

    Examino los pasajeros mexicanos montados en Nuevo Laredo, la mayora de ellos portan en la cintura revlveres y puales, lo que les da a su aspecto ms hosco,

    acentuado adems por la su mirada fija y enrgica.

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    El sol despliega en un cielo sin nubes sobre nuestras cabezas sus rayos ms ardientes. La reverberacin de su luz sobre la arena es de una intensidad extraordinaria. Parece que en ciertos lugares mejor iluminados en comparacin con nosotros las llamas salen de la tierra, de tal manera que la radiacin solar conserva

    su energa en esta atmsfera seca y transparente del Norte de Mxico.

    Al fin not algunos rastros de casas. Eran miserables chozas repartidas a lo largo de la

    va frrea, donde viven los obreros encargados del mantenimiento de las mismas.

    Se logra contratar para este servicio a los mestizos indio-mexicanos, que me recuerdan

    los alrededores de San Antonio.

    Los nios corren completamente desnudos alrededor de las cabaas. Hay trozos de carne oscuros, cubiertos de moscas, secndose al aire, colgados por cuerdas.

    Durante varias horas, y de vez en cuando, no veamos otra cosa que no fuesen esas

    cabaas de los obreros.

    Ms tarde, divisamos las montaas perfiladas en el horizonte. Son los primeros contrafuertes de la gran cadena paralela de la Sierra Madre, continuacin de las

    Montaas Rocosas en Mxico.

    Aparecen entonces yucas en gran nmero. Algunas veces entre matas de agaves.

    Cruz por nuestro camino una caravana muy numerosa, compuesta de una quincena

    de hombres y mujeres, todos a caballo, vistiendo trajes muy pintorescos.

    Algunos instantes despus, pasamos a dos jinetes solitarios, su galope levanta a su alrededor espesas nubes de polvo. A uno de ellos lo invade la fantasa de trotar a gran velocidad junto a nosotros y all lo tenemos corriendo a nuestro lado con el espritu del

    diablo.

    El espectculo de este caballo espumeante, devorando el espacio con una especie de furia loca, espoleado por su amo, proyecta una visin muy salvaje. Pero naturalmente el caballo de hierro es ms fuerte que el pobre animal, al que vemos detenerse despus de haberlo contemplado durante cinco minutos.

    El conductor del tren nos dijo que llegaramos hacia el medio da a Lampazos, la primera localidad con cierta importancia despus de Laredo. A medida que nos

    acercbamos, el paisaje se vuelve ms hermoso.

    Las montaas parecen surgir por todas partes, sus picos se destacan contra el cielo con una nitidez verdaderamente admirable. Esas masas imponentes adquieren fuertes tonos oscuros, mientras que la atmsfera por encima de nosotros es de un azul celeste

    absolutamente puro.

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    El rea que atravesamos es uno de las ms notables en el mundo por su clima en extremo seco. Es incluso ms seco que el del suroeste de Texas. La lluvia es escasa, particularmente en invierno, y durante todo el ao el nivel de humedad del aire es

    bastante bajo.

    A este clima excepcionalmente seco se debe atribuir la aridez del suelo de esta rea, as como a la completa ausencia de las enfermedades de las vas respiratorias. Se sabe que el organismo humano se adapta de una manera admirable este rgimen atmosfrico, que lo inmuniza de numerosas afecciones pulmonares que afligen a

    nuestros pases hmedos y nublados.

    Durante el viaje, pues, yo describo incidentes en que el aire era de una pureza tal, que las cimas de las montaas ubicadas a ms de 25 leguas de distancia me parecan estar nicamente a unos cuantos kilmetros.

    Todos los relieves de aquellas cumbres majestuosas, los ms pequeos huecos de sus contornos as como los bosques que las coronan, podan distinguirse casi hasta sus ms pequeos detalles, ninguna veladura de vapores, por mnima o delgada que fuese, ningn rastro de nubes que pudiese alterar la nitidez. Las montaas

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    destacaban en contraste con el cielo como una decoracin que se hallaba a solo un

    ciento de metros de distancia.

    El espectculo de estas montaas que cruzan en todas direcciones, en esta atmsfera de una claridad sin igual, fue realmente maravilloso, lo conservar en la memoria como recuerdo por mucho tiempo.

    Cuando uno se voltea a ver la llanura, una imagen no menos interesante aparece ante nuestros ojos. Las yucas, que haban sido escasas y pequeas en un principio, se muestran aqu en abundantes hileras y con tallos enormes. Adquiriendo a veces las proporciones de rboles enormes y robustos que forman verdaderos bosques. Desafortunadamente no se puede aprovechar nada de estas yucas gigantes, sus fibras

    carecen de consistencia y solidez.

    Pero es casi medio da, Lampazos aparece en la distancia. Es una villa grande con

    casas de un blanco intenso, brillante.

    Antes de llegar pasamos por el Ro Salado, un gran rio que se asemeja al Ro Grande por la forma de su lecho, pero de aspecto menos imponente. Entonces vemos los primeros campos de cultivo que ofrece Mxico desde que ingresamos por el norte.

    Domina el maz, pero tiene un aspecto enfermizo.

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    Despus de nuestra salida de Laredo hemos ganado continuamente altitudes cada vez ms elevadas. En Laredo nos hallbamos a unos 200 metros sobre el nivel del mar. En Lampazos prevalece un nivel de unos 420 metros. Los extremos de los diversos brazos de la cadena de montaas desde la maana proyectan sus ramificaciones hasta la regin en donde hemos entrado. Tendremos que subir sus laderas hasta Monterrey

    pues su altitud supera los 500 metros.

    El tren se detiene durante una media hora en Lampazos, es tiempo de cenar y de conocer la cocina mexicana. Su debut no fue muy brillante. Nos sirvieron una sopa la cual me sera difcil definir de qu estaba hecha, despus carne con arroz y por ltimo, el inevitable plato de frijoles, el plato nacional por excelencia. EL frijol es la base de la

    alimentacin en Mxico, aparece en cada comida presentado de mltiples formas.

    Al salir de Lampazos, notamos a cierta distancia las formaciones geolgicas ms curiosas, recuerdan, de alguna forma, las famosas empalizadas de los bordes del Hudson. Esas empalizadas son un tipo de murallas rocosas, de construcciones verticales, algunas veces llegando a medir hasta 100 metros de altura y que se extienden de manera interrumpida a lo largo del Hudson, por una distancia de 30

    kilmetros.

    La naturaleza ha debido ser repentinamente alterada en estas regiones del Mxico septentrional, antiguamente volcnica. Debi haberse producido un hundimiento gigantesco del terreno, creando de repente, las diferencias considerables de nivel all

    donde el suelo se uni al horizonte.

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    El tren pronto se encuentra entre dos hileras paralelas de montaas. No terminar

    esta especie de amplio corredor sino hasta las cercanas de Monterrey.

    Adems del aumento gradual y notable de las yucas, mencionadas hace un momento, est tambin el de los agaves. Estn, adelante, en el lmite sur de los chaparrales, en forma de mechones perdidos entre los cactus. Son plantas enormes con pencas que alcanzan los dos metros y terminan en puntas duras como el acero y de una longitud

    no menor de doce centmetros.

    Es el agave americano, o maguey como es llamado por los mexicanos, el que crece aqu. La savia del maguey se utiliza para fabricar el vino de pulque, su aspecto se asemeja al de la leche y constituye la bebida popular del pas. Inmensos terrenos en Mxico se cubren con esta planta. El tiempo que tarda para llegar a la madurez competa depende de la distancia que se encuentre del mar. El perodo de crecimiento

    puede variar entre 5 y 20 aos.

    En tierras calientes sus flores aparecen despus de los 5 7 aos; en las regiones templadas, entre 10 y 12 aos; y en las zonas de tierras fras, puede tardar a menudo

    hasta 20 aos antes de que stas aparezcan.

    Cuando el maguey est en flor, sus tallos alcanzan a veces un dimetro de 20 centmetros y su altura es de 4 a 6 metros. Se separa este tallo y se extrae la pulpa. En el hueco formado por ese procedimiento, se coloca un jarro que se llena gota a gota del aguamiel agridulce. Se deja destilar durante un periodo de 5 a 7 meses consecutivos. La cantidad de jugo que se puede recoger durante el transcurso de un

    da no suele ser inferior a 7 u 8 litros.

    Las propiedades sacarinas y mucilaginosas de esta savia provocan una fermentacin rpida y el licor resultante, aunque de un sabor nauseabundo y repugnante desde que es bebido por primera vez, es considerado, por quienes logran superar esta primera repulsin, como superior a todas las dems bebidas. A los indios les encanta el fuerte sabor de esta bebida y le atribuyen propiedades medicinales. Lo beben

    frecuentemente.

    El maguey sirve no slo como via, sino adems como camo y papiro entre los antiguos mexicanos. Sus jeroglficos fueron generalmente pintados en papeles preparados a partir de su fibra, un hilo fuerte y uniforme: la pita. An utilizado y muy

    estimado en el Mxico de hoy.

    Hicimos otras escalas, por la tarde, en Villa Aldama, despus en Salinas junto al Rio Pesquera3. Salinas es una villa de 4,000 almas, situado pintorescamente al pie de una montaa en forma de cono, aislada, muy oscura, cuya forma contrasta con gran nitidez sobre el fondo del cielo.

    3 En el texto escrito como Rio Pisquerio

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    Aqu es donde comienza a parecer la vida. Varios grupos de obreros trabajando en el ferrocarril, y un nmero de ellos montados en el tren se dirigindose a Monterrey, a donde llegamos como a las 5 y media horas.

    Monterrey

    Monterrey, capital del Estado de Nuevo Len, es una de las ciudades ms importantes del Noreste de Mxico. Su poblacin estimada es de unos 20,000 habitantes. Como su nombre lo indica, est rodeada de montaas, que se encuentran al Este, al Sur y al

    Oeste.

    Al Norte y al Noreste se abre un valle inmenso, cubierto en parte con campos muy frtiles con varias pequeas ciudades y numerosos pueblos. Un ro bastante amplio, el San Juan, cruza por el sur la ciudad de oeste a este. Lleva aguas profundas y revueltas en verano. Pero en invierno es generalmente casi seco. Es as como me toc observarlo en la ltima quincena de diciembre de 1882. En ese momento estaba desde haca tiempo sin agua, ya que su lecho llevaba el rastro de varios caminos que iban de una orilla a otra, formados por el paso continuo de los peatones y de vehculos de

    todas las clases.

    La propia ciudad est situada sobre la margen izquierda del ro San Juan. A lo largo de la rivera derecha se ven escalonadas las chozas de la poblacin india. Estas chozas, hechas de troncos de caa de azcar y cubiertas de paja, recuerdan en parte las de los negros del frica ecuatorial. Casi no hace falta aadir que tienen una apariencia

    muy pobre.

    Las criaturas que habitan en estas chozas tienen un exterior sucio y miserable; una

    multitud de perros y algunos cerdos se revuelcan entre ellos.

    Estos indios gozan de una muy triste reputacin. Me los describieron como si formaran slo una banda de asesinos y ladrones a los que era prudente no acercarse al caer la noche. Sin embargo yo tena la curiosidad de explorar. Recorr el pueblo en toda su longitud, no sin suscitar un vivo inters entre sus habitantes y sin alarmar a los perros y a la gente a mi paso. Pero llegue al final sin problemas. Encontr,

    ciertamente, muchas caras ambiguas, pero no me inquiet de ninguna manera.

    La impresin que experimentamos al entrar a Monterrey, la noche de nuestra llegada, fue profunda. Nunca olvidar la calma de estas calles casi desiertas, de las casas pesadas y masivas, semejando prisiones por sus ventanas llenas de grandes barrotes

    de hierro.

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    Me pareca penetrar en una ciudad muerta o en un gran beguinaje4 . Tena an los odos llenos del ruido y la algaraba de San Antonio, al que habamos dejado haca menos de 24 horas. Aqu todo era silencioso: no haba un grito, ni el menor ruido de un carruaje. Por all haba un hombre o una mujer, descalzo, pasando como una sombra, a lo largo de las casas, rpidamente, disimulndose lo ms posible.

    Aunque miraba cada cruce de las calles con la esperanza de descubrir alguna esquina que tuviera un rasgo de vida u ofreciera un poco de movimiento no encontraba nada, absolutamente nada. Slo en el Hotel Iturbide, donde mis camaradas y yo descansamos, nos dimos cuenta, por fin, de que Monterrey no era una ciudad completamente abandonada.

    Mucho antes del atardecer, las cosas cambiaron de cara; pasendome un poco al azar llegu a uno de los lugares principales de la ciudad, donde se tena una clase de

    feria, y encontr all a una muchedumbre ruidosa y llena de entusiasmo.

    4 Los beguinajes (begijnhof en neerlands) eran los lugares donde vivan las beguinas. Solan estar constituidos

    por una o dos filas de casitas unidas por corredores, enfermera e iglesia, por lo general, todo construido alrededor de un patio o jardn. Eran autnticos poblados dentro de una ciudad. Se encuentran sobre todo en Flandes y los Pases Bajos

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    La ocasin serva muy bien para hacer un estudio de las costumbres locales. Se llen todo el permetro del lugar de pequeas tiendas donde se apilaba un numeroso pblico. En todas se jugaba con entusiasmo.

    El juego preferido era la lotera. Nada era ms curioso y ms interesante que la imagen de esta gente con sus trajes pintorescos, sentada en filas apiadas alrededor de grandes mesas, iluminadas por una o dos lmparas humeantes. Los ojos brillando con la esperanza de ganar. Estaba all el tosco con el reflejo de salvaje en su mirada; su actitud y su gesto indicaban un entusiasmo nervioso intenso, apenas contenido por los visibles esfuerzos de la voluntad. A veces estallaban repentinamente peleas violentas sin motivo: un desacuerdo con respecto al nmero ganador, un reclamo al dueo de la tienda. Parecan estar decididos a llegar a las manos, pero los dems jugadores quienes no estaban perjudicados por el asunto, imponan inmediatamente silencio a los pendencieros y se establecan nuevas partidas rpidamente. En algunos de estos puestos se hacan apuestas altas. Las mesas se cubran de pesos (monedas de plata con valor de 5 francos), incluso monedas de oro. Un hecho curioso: la gran mayora de estos fanticos a la lotera no conocan los signos de los nmeros, stos eran sustituidos por pequeas vietas, como en nuestro juego de la oca5. Al centro de la plaza se hallaban algunos paseantes, seguramente reducidos a este papel ms

    tranquilo y modesto por el estado precario de su bolsillo o por la mala suerte.

    Vestidos con mucha gracia en sus amplios mantos de diversos tonos, la cabeza cubierta con grandes sombreros portados orgullosamente, hablaban entre ellos en grupos con animacin y vivacidad extraordinaria, conservando siempre en su paso y en sus movimientos, esa distincin y esa elegancia nativa que le es propia al pueblo de

    raza espaola.

    Las muchachas y las mujeres permanecan sentadas sobre grandes losas de piedra,

    colocadas de tanto en tanto por todo el rededor de la plaza a manera de bancos.

    Como se haca tarde, pens en recogerme al hotel, pero no sin antes beber un vaso de mezcal, licor del que me haban hablado bastante en San Antonio y que se asemeja mucho a la ginebra por su gusto y su color. Es otro producto de la destilacin de la

    savia del maguey.

    Paseando por las calles desoladas, observ que las ventanas no tenan vidrios, hecho que haba escapado a mi atencin algunas horas antes, en el momento de nuestra llegada. Se poda as ver perfectamente todo lo que pasaba en los cuartos iluminados de la planta baja: en algunas casas, donde haba tertulia o recepcin, grupos de

    seoras conversaban entre ellas mecindose en sus mecedoras o butacas.

    En los apartamentos no iluminados, los moradores estaban generalmente sentados tras los barrotes de las ventanas. Estas sobresalen hacia la calle como nuestros

    5 Jeu de l'oie

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    balcones y aproximadamente no ms de 50 centmetros sobre el suelo. Estn de

    alguna manera, sobre la va pblica.

    De noche se cierran estas Puertas-Ventanas mediante unos postigos.

    Tambin me llamaron la atencin los recorridos de los serenos, pues sus linternas

    eran como pequeos faroles brillando en las esquinas de las calles.

    Estos vigilantes lleven en las manos una piqueta que hace resonar sobre el pavimento a intervalos. Por lo general se sientan en la acera y colocan sus linternas sobre el piso delante de ellos. Y estn repartidos de tal manera, que ninguno de los hombres tiene a la vista dos de sus colegas; por esta tctica la alarma o seal dada en un punto se

    puede transmitir rpidamente por toda la ciudad.

    Tuve la oportunidad algunos das ms tarde, pasando bajo la custodia policial, de asistir a la inspeccin de los cuerpos de vigilancia. Estaban alineados en dos filas, con sus piquetas en una mano y la linterna en la otra. Al terminar la inspeccin, se

    dispersaron para regresar a puestos respectivos. Fue un espectculo muy curioso.

    Al da siguiente, sal temprano a la calle para tener un mejor conocimiento de los

    diversos barrios de Monterrey.

    Mi primera visita fue al parque de Zaragoza, que forma una admirable Plaza de amplias dimensiones, provista de bellos rboles, entre los cuales dominan magnficos naranjos. En el centro de la plaza se aprecia una preciosa fuente en mrmol.

    La Plaza est limitada por un extremo por el Palacio gubernamental, un edificio de grandes dimensiones y de apariencia ms bien insignificante en la que se renen diversas administraciones civiles y judiciales. El extremo opuesto lo ocupa, en parte, la catedral. Cerca a ella se observa la oficina de correos. Casas particulares, almacenes y cafs rematan La Plaza de Zaragoza a derecha e izquierda del Palacio.

    Voy a ver primero el ayuntamiento y la corte. Empleados muy amables me hacen pasar por un conjunto de oficinas y me dan alguna informacin interesante sobre la organizacin de los poderes municipales en Mxico. Me enter, entre otras cosas,

    que todos los cargos electivos son absolutamente gratuitos en este pas.

    Asist tambin a una sesin del tribunal. Los acusados permanecen de pie al fondo de la sala mantenidos a raya por hombres de la polica. Los jueces y los abogados van

    vestidos de civil al igual que en los Estados Unidos.

    De all, me dirijo a la catedral, que, sin ofrecer nada de notable, merece, sin embargo,

    una visita.

    Voy a continuacin a la oficina de Correos, pero la hallo cerrada. Se me dice que as est diariamente de doce a una. Regreso despus de una hora con el deseo de adquirir algunos timbres para las cartas que se dirigen a Europa. Pero el empleado me explica,

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    para mi gran asombro, que en Mxico se prohbe la venta de los sellos de correo y que la correspondencia debe ser entregada en su totalidad en la oficina, que es quien estampa los timbres. Precaucin singular, cuya utilidad o necesidad, an hoy, no la

    puedo comprender.

    La hora del medioda en Monterrey es anunciada por un toque general de campanas. A esa hora la plaza est llena de gente y para los extranjeros hay entonces mucho

    material de interesante observacin.

    Puedo ver tambin que el mexicano tiene el pie de una pequeez extrema. Es apenas ms grande que el de un nio entre nosotros, y a pesar de esta conformacin parece natural, no presenta nada de desagradable.

    Tambin observo en la Plaza de Zaragoza, y por primera vez en mi vida, un oficial cojo. S, cojo, aunque el hecho parezca poco creble. Este oficial, sin embargo, estaba de servicio activo, pues se hallaba encargado de varias compaas. No obstante, el hecho no era demasiado sorprendente, dado el desalio de la mayor parte de los militares de Monterrey. Nunca haba conocido tropas regulares tan miserablemente vestidas, de

    aspecto tan negligente y de talante tan poco marcial.

    Los policas no resultaban mejor librados respecto al uniforme. Me refiero a aquellos cuyas funciones me parecen similares a las de nuestros funcionarios de ciudad. Uno de ellos, con quien me codeaba todos los das, iba descalzo, tena un pantaln de lino casi en harapos y una chaqueta de apariencia sucia por el polvo y salpicada por

    numerosas manchas de grasa.

    Por la noche, la plaza ofreca no menos animacin que al medio da. El pblico era regularmente numeroso los das en que se escuchaba msica militar. Durante el concierto, los hombres se paseaban alrededor de la plaza caminando en un sentido y las damas en otro. Todos ellos con el cigarrillo en los labios.

    A m, lo que me atraa cada noche hacia esta plaza, era la perspectiva admirable enmarcada por montaas bajo el efecto de la clara brillantez de luna; estas montaas parecan entonces ms cercanas y sus formas ms gigantescas que durante el da; sus masas grandiosas se perfilaban con el cielo al fondo adquiriendo contornos raros y fantsticos. Una temperatura de una suavidad excepcional vena a aadirse al encanto

    de estas veladas nocturnas.

    El mercado de Monterrey es tambin muy curioso para visitar. All es donde se pueden ver los tipos ms caractersticos del mestizo indio mexicano. Frutas y legumbres de toda clase, la mayora desconocidas en nuestras regiones del norte de Europa, se

    extienden sobre el suelo o en los estantes del mercado.

    De las frutas que conocemos, hay all naranjas de un sabor y una fragancia exquisitos. Nunca haba comido yo nada que se le iguale.

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    Muchos comerciantes ofrecen a la venta pequeos panes de azcar llamados piloncillas [SIC]. Es una especialidad del norte de Mxico. Estos piloncillas son pequeos conos de azcar prieta, de un sabor muy agradable aunque un poco agrio. Este azcar es el producto inmediato del jugo de la caa cocido por los campesinos. Se hierve este jugo hasta el punto de espesarlo considerablemente, despus se deja

    cuajar en sus moldes.

    Una rea del mercado est especialmente reservada a la venta de pequeos objetos de terracota, artesanas multicolores. Hay un gran comercio de estas pequeas cosas, al igual que de la joyera en filigrana de oro y plata.

    Despus de dos das recorriendo y paseando por la ciudad de Monterrey en todas direcciones, estaba yo ansioso de ir a conocer las montaas que rodean ininterrumpidamente de este a oeste la rivera derecha del San Juan6. Uno de ellos en particular, una cumbre majestuosa predomina sobre las dems, llam mi atencin. Se le nombra Silla de la Seora7 y, en efecto, su parte superior se asemeja a una montura

    6 Rio Santa Catarina.

    7 Sic por Cerro de la Silla.

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    amazona. Por la tarde, part con la firme intencin de escalar hasta la cima, pero tuve que abandonar este proyecto, reconociendo, despus de ms de una hora de camino, que estaba an muy lejos de la base. El aire es tan puro en este pas, que los objetos situados a varias leguas parecen muy cercanos, y uno se desorienta a la hora de

    calcular la distancia con puntos de referencia lejanos.

    Por tanto me vi obligado a renunciar a ascender a la Silla, y remont a una montaa menos distante y con menos altitud. Despus de una hora de esfuerzo, llegu al final de mi escalada y presenci un espectculo de belleza incomparable que me mantuvo cautivado por largo rato. Vi a mis pies ms de 20 villas y ciudades, comenzando por Monterrey, cuyas casas pintadas de rojo, amarillo, azul y verde, todos los colores del arco iris, colocadas de forma que contribuan a formar una composicin muy extraa, muy original, pero tambin muy pintoresca. Esta antigua ciudad mexicana, se mantuvo por varios siglos sin ningn tipo de relacin con otros pueblos e incluso con las regiones sureas y ms civilizadas de Mxico. Tiene un cierto aire oriental cuando se la contempla a distancia y desde cierta altura. An hoy, a parte de las vas frreas y los visitantes del Hotel, nada se asemeja a los Estados Unido o a Europa.

    El valle de Monterrey se despliega hacia el Noreste de la ciudad, y va estrechndose a medida que avanza hacia el Norte. Abajo Monterrey se extiende aproximadamente unas 30 leguas, ms all, la distancia vara entre 5 y 6 leguas. El roble y el nogal, el pltano, la naranja y la pia crecen rodeados de inmensos campos de trigo y maz y de enormes plantaciones de caa de azcar y maguey. Este valle es famoso por su

    belleza, su fertilidad y por saludable.

    Hacia el sur se extiende una cordillera de montaas elevadas, de tonalidad azul oscuro y de picos escarpados. En un cierto punto esta cadena montaosa cambia bruscamente hacia el SSO. Este cambio de direccin me permiti apreciar

    parcialmente el Valle de Saltillo y la mayora de las villas all escalonadas.

    Mientras daba rienda suelta a mi admiracin en el puesto de observacin donde me encontraba, vi avanzar rpidamente en el horizonte un buitre de grandes dimensiones. De una especie muy comn en las praderas de Texas. Al principio no le prest atencin, pero un segundo, despus un tercero y en fin, un cuarto buitre aparecieron por distintos lugares, todos dirigindose hacia la montaa donde me hallaba tan tranquilo en una quietud casi absoluta. Mi curiosidad se despert poco a poco y pronto dio paso a una verdadera sorpresa ya que vi que esas enormes aves de rapia, se haban multiplicado considerablemente formando una parvada sobre mi cabeza, planeando y acercndose considerablemente a m. Pens de inmediato que habra algn animal muerto en los alrededores, pero finalmente me di cuenta que era mi propia persona el objetivo de estos molestos visitantes y venan hacia m. El estado de inmovilidad en el que estuve por tanto tiempo contemplando el esplndido panorama del Valle de Monterrey los habra evidentemente engaado. Pensaran que haba pasado de la vida a la muerte y me habran considerado as digno de su codicia. En un momento muchos de ellos llegaban rondando tan cerca de m, que los hubiese

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    alcanzado fcilmente con un palo. Sus alas desplegadas eran de proporciones aterradoras y con el rpido movimiento que llevaban me hubiera podido tumbar de un golpe por el suelo. Tuve que hacer ruido y lanzarles unas piedras para mostrarle, a

    esos enemigos improvisados, que estaban alborotados innecesariamente.

    Es sabido que los buitres nunca atacan a los seres vivos. As que yo no estaba preocupado de ser atacado por esa banda que me haba molestado de manera tan desagradable. Sin embargo, juzgu ms prudente retirarme de ese lugar en el que mientras se admiraba el paisaje era necesario hacer gesticulaciones para evitar el contacto con esas aves de rapia. Llegu, no sin dificultades, a un estrecho valle de gran belleza y despus llegu a un camino que conduca directamente a la ciudad. Era el 25 de Diciembre, da de Navidad. El clima estaba genial. Era un calor seco, picante, muy tolerable aunque la temperatura a la sombra marcaba ms de 35 C.

    El sol no incomoda jams en estos pases donde el aire contiene poco vapor de agua.

    El da siguiente fue dedicado a diversos paseos y excursiones. Nos trasladamos en coche, por la maana, hacia una pequea villa a 7 kilmetros de Monterrey, y muy cerca de varios manantiales de aguas sulfurosas que brotan al pie de las montaas. Estos manantiales no son aprovechados, slo se les visita por curiosidad a pesar de

    que dos o tres de ellos son muy abundantes.

    De all fuimos a visitar el cuartel de artillera, instalado en los cuartos del antiguo obispado de la provincia, en la parte ms alta de una colina muy empinada. Los caminos que conducen hacia l estn cubiertos de una capa de polvo fino, que los caballos alborotan bajo sus cascos. Vamos constantemente en medio de una sofocante nube, tan compacta que nos impide distinguir cualquier cosa a 20 metros de distancia. Especialmente sobre la carretera Monterrey-Saltillo es donde nos encontramos incmodos por esta especie de simn, pues su efecto es impregnar toda nuestra ropa con una gruesa capa de arena amarillenta. Y parece que en esta temporada todos los caminos que seguimos, a lo largo de ms de 75 kilmetros, forman algo as como un verdadero ro de polvo.

    Llegamos por fin al cuartel, destino de nuestra excursin. Se nos permite la entrada. La mayora de los hombres estn en el patio interior, sentados en el suelo a lo largo de los muros, casi todos tienen una compaera al lado. Otros grupos estn ocupados en otros trabajos. El hombre limpia o repara algn objeto de sus pertrechos, la mujer acomoda algunos artculos de su tocador. La escena es curiosa de observar. Entramos a los cuartos de los soldados. Tienen una apariencia pobre, creemos que el bienestar es completamente desconocido. Qu contraste con nuestros cuarteles-modelo, en los que las instalaciones estn limpias, bien cuidadas. Donde los hombres van bien vestidos y no tienen ese aspecto demacrado, miserable, que tienen los artilleros de

    Monterrey.

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    Regresamos a la ciudad un poco despus. Me percato por primera vez de que ciertas casas tienen una bandera roja sobre sus puertas. stas son, al parecer, carniceras, y la pequea bandera roja les sirve de insignia. Tambin me percato de varias tiendas grandes de paredes completamente repletas con estantes y bastidores desde el piso hasta el techo. En estos estantes y bastidores estn alineados metdicamente una cantidad de paquetes que contienen las mercancas ms heterogneas. Hay all ropa, utensilios para el hogar, y muchas ms herramientas. Estas tiendas son los Montes de Piedad. Se encuentran en cada esquina de la calle, y a veces, con un vistazo, se puede presenciar el eplogo de pequeos dramas ntimos o el prlogo de comedias divertidas. Yo vi un da entrar en uno de estos lugares a un hombre an joven, acompaado de su mujer o su novia. Despus de algunas negociaciones con el prestamista, el individuo se quit la chaqueta y la coloc sobre el mostrador a cambio de unas pocas monedas que se meti en el bolsillo. Y sali en mangas de camisa, al parecer feliz y contento del brazo de su novia. Intrigado, los segu hasta que llegamos al lugar donde estaba la feria que he mencionado anteriormente, y donde la pareja se apresur a colocarse bajo una de esas tiendas donde se juega a la lotera. Todo esto haba sucedido de la manera ms tranquila, como algo de lo ms ordinario. Se puede decir en verdad que la benevolencia del clima aqu, permite deshacerse, con esta desenvoltura, de la ropa. El rastro de estas aduanas locales est quiz destinado a

    desaparecer en un futuro ms o menos cercano.

    Despus de la apertura de la lnea de ferrocarriles que tiene una comunicacin directa y constante entre los Estados Unidos y Mxico, ha habido una inundacin de aventureros yankees en el norte de este ltimo pas. Monterrey se encuentra al principio de la ruta y por eso ha retenido a un buen nmero de ellos. Vinieron a perturbar la paz secular de esta antigua ciudad, despertando bruscamente del entumecimiento en el que se encontraba sumergida durante tanto tiempo. Hasta ahora, en efecto, la influencia americana solo est echando races. Los mestizos indio-mexicanos se desplazan silenciosamente entre sus casas como antes, sus pesados carros tirados por diez o doce bueyes, son adems de 3 4 carretones desvencijados, los nicos vehculos que se encuentran por los caminos y sus conductores, por miedo sin duda a perturbar la tranquilidad pblica, casi no se atreven a alzar la voz para arrear a sus bestias. De vez en cuando lanzan un tmido psst que les es suficiente a

    estas dciles bestias para animarlas a avanzar ms rpido.

    Los frijoles constituirn an durante largos aos, sin duda, el plato principal, la base

    de todas las comidas.

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    Pero el americano, aun con lo poco que ha entrado en contacto con los habitantes de Monterey, ha ejercido ya, por diversos lados, una accin sobre su vida interior: los precios de los alimentos se han encarecido de manera sensible, se han abierto bares, los peridicos tejanos estn comenzando a difundirse, la antigua y nica hospitalidad mexicana ha encontrado un competidor americano. Por ltimo, detalle nfimo pero caracterstico: un pequeo bolero8 de San Antonio se aventur hasta aqu solo un poco antes de la poca de mi llegada. Baj del tren, no encontrando sino gente descalza o con sandalias. A pesar de su decepcin, no ha abandonado el lugar.

    Gracias a los extranjeros, ha comenzado a ganarse la vida honestamente.

    Todos estos hechos considerados aislados, e incluso juntos, no tienen mucha importancia aparente, pero son ndices de cambio en la existencia futura de una poblacin anclada hasta este momento, lejos de las agitaciones, de los movimientos y del progreso del mundo exterior.

    8 dcrotteur: lustrabotas

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    Salimos de Monterrey el 27 de diciembre a las 8 de la maana. La compaa fue muy numerosa en mi partida. Haba sobre todo muchas damas y seoritas mexicanas muy alegres. Apenas comenzar la marcha el tren, irrumpieron a cantar. El tiempo es bueno, aunque un poco nublado. Pasamos delante de Salinas y Villaldama. Despus vi los desolados y silenciosos paisajes que continan hacia el norte de Mxico, la pradera

    tejana. Toda esta regin es una belleza salvaje que provoca admiracin.

    Despus de pasar Lampazos vimos a lo lejos, dirigindose hacia nosotros, una tropa de unos veinte o treinta jinetes. Cuando se encontraban ms cerca de nosotros sus pintorescos trajes y la rapidez de su paso, atrajeron la atencin de todos los pasajeros. Pareciera que quisiesen unirse al tren. ste entonces los supera hasta que se encuentran a unos cien metros distantes de la va frrea. Los veo disminuir el paso en este momento y finalmente desaparecer por la ladera de las montaas. Qu haran tantos en medio de estos desiertos? Nadie me lo pudo decir, pero me enter algunas horas despus de que el personal del tren haba recibido un aviso de que seramos atacados por unos bandidos antes de llegar al Rio Grande. Seis hombres armados hasta los dientes se hallaban junto a los guardias y estaban listos para cualquier emergencia. El resto del viaje se complet sin ningn otro incidente y el 27 de diciembre, despus de 24 horas consecutivas de camino por tren, estbamos de

    regreso en nuestra estacin astronmica.