El Nous a La Luz de Filosofías Antiguas y de La Ciencia Moderna

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1 EL NOUS A LA LUZ DE FILOSOFÍAS ANTIGUAS y DE LA CIENCIA MODERNA Investigación sobre el NOUS como contribución a la Orden Rosacruz AMORC ¿Pueden otras filosofías místicas y además la ciencia moderna demostrar la existencia del NOUS como se lo define en nuestro Manual Rosacruz? EI NOUS y la Filosofía Perenne Para reiterar que las religiones y filosofías orientales y además la ciencia moderna demuestran la existencia del Nous tal como lo define nuestra venerable Orden Rosacruz AMORC y lo sugiere el Martinismo, es necesario primero analizar la definición del Nous dada en el Manual Rosacruz. Al analizar el significado del Nous, no podemos dejar de ver imágenes relacionadas con la Kabalah hebrea. Nuestro Manual define al Nous como "la energía) el poder y la fuerza que está constantemente emanando de la Fuente de Toda Vida". Esto nos trae a la mente la idea del "Ensof Aum" exhalando de Si mismo en su primera esencia, Kether, la Corona del "Árbol de la Vida". La definición continua así: "EI Nous posee polaridad positiva y negativa y se manifiesta en vibraciones de variada velocidad que obedeciendo a la ley natural, y bajo ciertas condiciones, establecen el mundo de la forma, sea esta visible o invisible." Esta parte de la definición nos habla a las claras de los Sefirot Jokmah y Binah con sus polaridades positiva y negativa respectivamente, las que, junto con Kether componen la primera triunidad de la creación, el mundo de Atziluth, el mundo puramente espiritual donde la Sabiduría y la Inteligencia encierran en Si el Verbo, La Palabra, el código que se transforma en los otros Sefirot para la creación de los mundos invisibles, los mundos de la esferas: Briah y yetzirah, y también Malkuth, el mundo visible de Asiah, el mundo de los elementos. Esta idea se vuelve aun más clara cuando se elabora la definición en estas palabras: "el Nous posee dentro de si todas las potencialidades; es decir, que todas las manifestaciones de cualquier clase están contenidas en El, esperando el momento preciso, la exacta localidad) para manifestarse como entidades. Nous es la esencia de la cual sale toda la creación. Aunque el Nous es la sustancia, la Divina Sustancia de que todas Las cosas son hechas, el obedece a las leyes de la creación. El Nous es de carácter vibratorio, de naturaleza dual y de manifestación trina. Opera a través de un sistema de armónicos, mediante el Teclado Cósmico de ochenta octavas, cada una de Las cuales representa un número definido de vibraciones del Nous, empezando con 2 vibraciones por segundo en la primera octava y terminando con billones de vibraciones por segundo en la última octava. Las octavas constituyen no solo un grupo de notas sino más bien un grupo de manifestaciones. Así las primeras diez octavas producen las percepciones que pueden ser sentidas, escuchadas y aun vistas. Las otras octavas progresivamente más rápidas, producen las otras manifestaciones del Teclado Cósmico". Hasta este punto, es claro que el Nous es una esencia sumamente activa y cambiante y comprendemos que es la fuente de todo lo que existe; pero esta esencia no debe ser considerada únicamente como la sustancia de que se compone la materia, sino también como el Espíritu que la

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EL NOUS A LA LUZ DE FILOSOFÍAS ANTIGUAS y DE LA CIENCIA MODERNA

Investigación sobre el NOUS como contribución a la Orden Rosacruz AMORC

¿Pueden otras filosofías místicas y además la ciencia moderna demostrar la existencia del NOUS

como se lo define en nuestro Manual Rosacruz?

EI NOUS y la Filosofía Perenne

Para reiterar que las religiones y filosofías orientales y además la ciencia moderna demuestran la

existencia del Nous tal como lo define nuestra venerable Orden Rosacruz AMORC y lo sugiere

el Martinismo, es necesario primero analizar la definición del Nous dada en el Manual Rosacruz.

Al analizar el significado del Nous, no podemos dejar de ver imágenes relacionadas con la Kabalah

hebrea. Nuestro Manual define al Nous como "la energía) el poder y la fuerza que está

constantemente emanando de la Fuente de Toda Vida". Esto nos trae a la mente la idea del

"Ensof Aum" exhalando de Si mismo en su primera esencia, Kether, la Corona del "Árbol de la

Vida". La definición continua así: "EI Nous posee polaridad positiva y negativa y se manifiesta en

vibraciones de variada velocidad que obedeciendo a la ley natural, y bajo ciertas condiciones,

establecen el mundo de la forma, sea esta visible o invisible." Esta parte de la definición nos habla

a las claras de los Sefirot Jokmah y Binah con sus polaridades positiva y negativa respectivamente,

las que, junto con Kether componen la primera triunidad de la creación, el mundo de Atziluth, el

mundo puramente espiritual donde la Sabiduría y la Inteligencia encierran en Si el Verbo, La

Palabra, el código que se transforma en los otros Sefirot para la creación de los mundos invisibles,

los mundos de la esferas: Briah y yetzirah, y también Malkuth, el mundo visible de Asiah, el mundo

de los elementos.

Esta idea se vuelve aun más clara cuando se elabora la definición en estas palabras: "el Nous posee

dentro de si todas las potencialidades; es decir, que todas las manifestaciones de cualquier clase

están contenidas en El, esperando el momento preciso, la exacta localidad) para manifestarse

como entidades. Nous es la esencia de la cual sale toda la creación. Aunque el Nous es la sustancia,

la Divina Sustancia de que todas Las cosas son hechas, el obedece a las leyes de la creación. El

Nous es de carácter vibratorio, de naturaleza dual y de manifestación trina. Opera a través de un

sistema de armónicos, mediante el Teclado Cósmico de ochenta octavas, cada una de Las cuales

representa un número definido de vibraciones del

Nous, empezando con 2 vibraciones por segundo en la primera octava y terminando con billones

de vibraciones por segundo en la última octava. Las octavas constituyen no solo un grupo de notas

sino más bien un grupo de manifestaciones. Así las primeras diez octavas producen las

percepciones que pueden ser sentidas, escuchadas y aun vistas. Las otras octavas

progresivamente más rápidas, producen las otras manifestaciones del Teclado Cósmico".

Hasta este punto, es claro que el Nous es una esencia sumamente activa y cambiante y

comprendemos que es la fuente de todo lo que existe; pero esta esencia no debe ser considerada

únicamente como la sustancia de que se compone la materia, sino también como el Espíritu que la

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anima y la Consciencia que encierra la Ley de todo lo creado. A este respecto, nuestro Manual nos

dice así: "En lenguaje más comprensible puede decirse que el Nous es la combinación de la Fuerza

Vital de Vida y de la Consciencia Cósmica que viajan desde su Fuente hasta la tierra de manera

ondulante en una infinidad de ondas que se mueven a distinta velocidad (dando forma) cada una a

una fase especifica de manifestación. (Pues) dentro de estas ondas viajando con ellas, a la

misma velocidad de la onda misma, se encuentran partículas de la esencia de Nous, las mismas

que se agrupan de acuerdo a números específicos de combinaciones y hacen perceptibles todas

las formas de la creación. Es debido a la tasa de vibración de cada onda de Nous que cada objeto

emana de Él y que se hace perceptible y reconocible." Esta ultima parte de la definición del Nous

debemos mantenerla muy clara, tomando en cuenta que el Nous es esencia y es sustancia y que es

onda pero es también partícula; concepto este que la Orden ha tenido por milenios, y que la

ciencia moderna esta recién descubriendo.

Pero antes de referirnos a lo que dice la ciencia a este respecto, es necesario analizar que este

mismo concepto del Nous esta implícito no solo en la Kabalah Hebrea sino también en la Biblia y

en otras filosofías místicas, al parecer enigmáticas e incomprensibles para la manera de pensar del

mundo occidental. Podríamos decir que si en el tiempo de Moisés y de Jesús la gran mayoría de la

gente hubiese sido capaz de comprender conceptos abstractos, como somos capaces de

comprenderlos ahora, la Biblia hablaría del Nous para explicar la creación, pues a eso se refieren el

Génesis y el primer capítulo del Evangelio de San Juan.

El Génesis se nos hace misterioso e incomprensible porque nos habla en símbolos que

aparentemente desafían la lógica. Cuando leemos: "Que haya un firmamento en medio de las

aguas..." y "que se separen las aguas de las aguas..." y que hubo "aguas debajo del

firmamento y sobre el firmamento" nos da la impresión de que en ese tiempo carecían de

vocablos para expresar los conceptos. Pero en medio de lo enigmático del Génesis, entendemos

que en los comienzos de la creación había un cielo y una tierra, y para quienes tienen algún

conocimiento de Kabalah, es claro que el cielo se refiere al Mundo Empíreo, el mundo de Atziluth

y que la tierra son los otros mundos del Árbol de la Vida: los Mundos de las Esferas y el Mundo

Elemental, ya que se dice que "La tierra no tenia forma, era vacía y la oscuridad reinaba en la faz

de la profundidad". Traduciendo estas

expresiones al concepto del NOUS, nos damos cuenta que en ese vacío se escondía el Poder, la

Fuerza que emana de la Fuente, y existían también los arquetipos de la creación, pero que el

universo aun no se había manifestado pues aun no existían las condiciones para la manifestación

de la creación. Además: "el Espíritu Divino se movía en la faz de las aguas". Esta expresión nos

habla de la esencia de la Fuerza Vital de Vida y de la Consciencia Cósmica que constituyen el Nous

en "las aguas", aquel espacio-tiempo que tenía que existir antes de la manifestación de la luz.

El Génesis nos dice que el Primer Día Dios dijo: "Sea la luz" y la luz fue. A la luz de la Física

mecanicista de Newton, esto parece una contradicción cuando vemos que recién, en el Cuarto Día,

Dios crea el sol, la fuente de luz, y además la luna y las estrellas. El misterio de esta aparente

contradicción es dilucidado por el conocimiento esotérico que comprende bien que para crear la

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luz Dios separo la luz de la oscuridad. Debemos damos cuenta que el "Cielo", el Mundo Empíreo

que posee todo el Poder de Vida, no puede ser un mundo de oscuridad, porque la luz no puede

venir de la oscuridad. Por tanto, la expresión Primer Día no puede referirse a tiempo y la palabra

oscuridad no puede significar falta de luz ya que esa llamada oscuridad es la Sustancia Primaria

que al involucionar progresivamente en ondas de vibración cada vez menos potente, da origen a

todas las formas intangibles primero, y luego a las tangibles. El Cuarto Día de la Creación está

representado en el Árbol de la Vida en la Sefira Jesed ya que en esta etapa se separa la luz visible

de la invisible. Esta es la etapa de la creación en la que el Espíritu Divino, el Nous de Atziluth (por

así llamarlo para distinguirlo del Nous manifestado) está listo para manifestar la creación, pues

posee la polaridad positiva de Jokmah y la polaridad negativa de Binah. Estas son las condiciones o

leyes que obedece el Nous para manifestarse en la creación. Estos conceptos aparecen también en

la Biblia, en el Evangelio de San Juan, cuyo prologo corrobora el concepto del Nous al decir: "En el

principio era el Verbo y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios." El vocablo Verbo, interpretado

también como palabra, significa emanación e implica el constante movimiento y cambio que son el

origen de todo lo que existe; como lo dice San Juan: "Todas las cosas fueron hechas por El y sin El

nada puede ser hecho". y además dice: "En El estaba la vida y la vida era la luz de los hombres".

Esto habla claramente de la Fuerza Vital de Vida y de la Consciencia Cósmica que son la Esencia de

la Creación, el aspecto del Nous que es Vida y es Luz. El Nous de Atziluth. Los dos aspectos del

Nous, primero el Espíritu y la Consciencia (que para comprenderlo mejor podemos identificarlo

con el Mundo de Atziluth) y segundo, el Nous manifestado en los otros mundos del "Árbol de la

Vida", pueden ser mejor comprendidos al estudiar los escritos del Maestro búlgaro Omraam

Mikhael Aivanhov, quien usa el termino Luz como sinónimo de Palabra o Verbo (usados en el

Génesis) y que concuerda con nuestro concepto del Nous, la fuente de todo lo creado. El explica la

diferencia entre la Luz invisible (el Nous de Atziluth) y la luz visible manifestada por nuestro Sol y

por todos los demás soles del universo. El misterio de la Luz es revelado por el Maestro Aivanhov

en sus dos vocablos búlgaros: videlina y svetlina. Luz Videlina es para él, luz espiritual, es la Luz

emitida por Dios, el Principio activo, o la

Sustancia primordial emanada de su propio ser, con la cual Dios creó el universo, mientras que luz

svetlina es la luz física o luz visible para nuestros sentidos físicos. La Luz videlina es la luz que se

condensa en la creación para dar origen a la luz svetlina. El Maestro explica que la luz que

recibimos del sol no es la luz del Primer Día de la Creación y dice: "Mas allá del sol visible esta el

Sol invisible, el Sol oscuro que derrama una corriente incesante de energías hacia nuestro sol

visible, el cual las transforma y las envía en forma de luz En el Principio era Videlina, el primer

movimiento dentro del espíritu de Dios, el cual se manifiesta a sí mismo en resplandor que irradia

desde el centro hacia la periferia". Por lo tanto la expresión de San Juan "En el Principio era el

Verbo y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios", significa que nada fue creado sin la

participación de esta Luz Videlina que la Orden Rosacruz llama Nous y que en términos cabalísticos

se traduciría como Kether. Podemos comprender así que no fue la palabra hablada la que creó el

mundo sino más bien el Logos o Verbo Divino, el primer elemento o emanación de Dios -el Ein Sof.

Kether es por lo tanto la Primera Luz, la luz invisible y Jesed es la luz del Cuarto Día, en que se

transforma la Luz invisible en luz visible. No es por coincidencia que Kether y Jesed en la

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numerología hebrea tienen el valor de uno, pues en adición teosófica cuatro es igual a uno:

1+2+3+4 =10 y 10= 1+0=1.

Este concepto del Nous, que es acaso el más importante en nuestra doctrina Rosacruz, está

implícito y reiterado no solo en el Judaísmo y el Cristianismo, sino también en las antiguas

filosofías místicas de Oriente: el Hinduismo, el Budismo y el Taoísmo, cuyo objetivo primordial es

ayudar al hombre a alcanzar una comprensión de la actualidad de la naturaleza, la cual es el

trasfondo de lo que conocemos como la realidad.

Los Vedas, los escritos sagrados más antiguos del Hinduismo (se calcula que han existido por lo

menos por tres mil años) incluyen salmos, himnos y formulas para adorar a lo incorporal y el

sistema Hindú Vedanta, desarrolla en los tratados teológicos llamados Upanishads, la idea de la

unidad de la realidad que está representada en la idea del dios Brahma. En los Upanishads se

ensena que el propósito del hombre aquí en la tierra es el de trascender los límites de su auto-

identidad para así unirse con Brahma, el Principio de la creación. Mas, la mayoría de la gente en la

India no ha recibido sus enseñanzas religiosas directamente de los Upanishads, sino de leyendas

épicas como la del Mahabarata, que a su vez contiene el poema espiritual del Bhagabad Gita en la

que el dios Krishna revela verdades eternas al guerrero Muna. La base de la filosofía o religión

Hindú es la idea de que todo a nuestro rededor, sea objeto o evento, es solo manifestación de una

realidad suprema a la que ellos llaman Brahmán, el alma o esencia de las cosas, El que no tiene

principio y va mas allá de lo que es y de lo que no es. La manifestación de Brahmán en el alma del

hombre es lo que en Hinduismo se llama Atman y lo esencial en los Upanishads es la idea de que

Brahmán y Atman son una unidad indivisible. Otro tema fundamental del Hinduismo es la

enseñanza de que la creación es el resultado del auto- sacrificio de la Divinidad para convertirse en

materia tangible. Brahmán es el Mago que se manifiesta en infinito número de formas; mas el

hombre no comprende que todo lo que le rodea es solo materialización de la esencia divina y vive

bajo el engaño de que el mundo físico es de naturaleza solida y estática y que tiene tiempo y

espacio. Este engaño o ilusión es lo que ellos llaman "maya". El Hinduismo explica que la

esencia de todo es de naturaleza fluídica, rítmica y dinámica, y que por lo tanto, todo en el

universo es acción y, lo que es más, todo está conectado por esa acción dinámica. Esta fuerza

dinámica identificada con el nombre de Karma, término que en el sentido cósmico es la fuerza

de la creación de donde todas las cosas derivan su vida, es la que mueve el universo completo y

está representada en la danza de Shiva, la diosa de muchos brazos. Pero en el sentido sicológico,

Karma está relacionado con maya, el engaño de que somos entes separados. Karma es la

trampa del maya, de la que nos liberamos únicamente cuando reconocemos la Unidad y la

armonía en toda la naturaleza, incluyéndonos en ella y actuando de acuerdo a sus leyes, al damos

cuenta que todos los fenómenos que percibimos con nuestros sentidos, incluyéndonos nosotros

mismos, somos parte integrante de una sola realidad y que por lo tanto, todo es Brahmán.

Así vemos que en esencia, el Hinduismo expresa exactamente nuestras convicciones Rosacruces y

Martinistas ya que Brahmán, la fuente de la creación, equivale a Einsof Aum que se sacrifica a Si

mismo para manifestarse en las múltiples atributos, vidas y eventos. Esa Esencia o Fuerza que

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emana de El constantemente y que progresivamente adquiere nuevas formas, es exactamente

lo que en nuestra escuela filosófica llamamos Nous.

En el Budismo encontramos las mismas ideas expresadas en distintos términos. El equivalente de

Brahmán en Budismo Majayana (a diferencia del Budismo ortodoxo Hinayana) es el Dharmakaya,

la Fuerza que impregna todas las cosas del universo y que se manifiesta además en forma de

sabiduría en la mente humana. Esta doctrina explica además que la esencial naturaleza de la

realidad es el "Vacio". Mas este vocablo no significa aquí vacuidad ni ausencia de materia sino mas

bien la Fuente de toda vida, la esencia de todas las formas, la energía que une e interrelaciona

todas las formas y todos los fenómenos naturales y eventos del universo. En otras palabras, el

Vacio del budismo Majayana no es otra cosa que el Nous. Como vemos, el Budismo a diferencia

del Hinduismo, incluye la Fuerza Vital de Vida y la Consciencia Cósmica, a más de la esencia que

forma la materia, como el origen de todo lo creado.

El Taoísmo Chino, expresado en el Tao Te Ching tiene también como fundamento de su filosofía

la misma idea de una realidad ulterior que unifica la multiplicidad de las cosas y los eventos que

observamos. Para Lao Tzu, el precursor del Taoísmo, hay tres términos que describen a esa

realidad ulterior y ellos son: l-Lo Completo, 2- El que Todo lo Abarca, y 3- La Unidad. Aunque estos

nombres son distintos, todos se refieren a la "Única Cosa", la realidad que en el Taoísmo es el TAO.

La palabra Tao, que quiere decir El Sendero, significo originalmente (de acuerdo a Lao Tzu) el

proceso del universo o el orden de la naturaleza; pero luego, con Confucio, adquirió la

connotación del camino que el hombre debe seguir en su vida moral. Mas vemos que ambos

significados concuerdan con nuestras enseñanzas pues en el primer caso comprendemos el

"orden de la naturaleza" como la emanación del Nous impregnando la creación, y en el segundo

caso o "el camino que el hombre debe seguir", se nos presenta la idea del desafío del hombre,

aquí en Malkuth, de regenerarse siguiendo por el sendero de la Reintegración para así alcanzar la

Unidad, es decir de incorporarse de nuevo con el Origen de su ser, ascendiendo por el Árbol de la

Vida. En el I-Ching, llamado también el "Libro de los Cambios", el libro mas estudiado por Lao Tzu y

por Confucio, se encuentra además la idea de la polaridad, expresada en los conceptos Yin y Yang.

Estos son los dos polos que determinan los límites de los ciclos de cambio. Cuando cada una de

estas polaridades llega a su clímax, se retira para dar paso a la polaridad contraria, pues cada

polaridad tiene en su seno la semilla de su opuesto, y es esa interacción constante de las dos

polaridades lo que da origen a todas las manifestaciones perceptibles e imperceptibles y a las

constantes transformaciones de la realidad física y de sus eventos.

Así vemos que las tres filosofías de Oriente, que también se las conoce como las "filosofias

perennes" por no haberse contradicho en más o menos tres mil años, tienen como su fundamento

(aunque expresado en distintos términos) nuestra idea Rosacruz del Nous -Esencia del universo

como la realidad ultima, la actualidad que une a todo lo creado-. Y aunque su Fuente se llame

Brahmán, Dharmakaya o Tao, todas concuerdan en la idea central de que de esa Fuente emana

aquel continuo fluir que contiene en Si la vida y que está en constante cambio debido a su

naturaleza dual y vibratoria.

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Al hablar de las filosofías perennes, no podemos dejar de mencionar además al Zoroastrismo, cuyo

precursor fue Zoroastro, el santo sabio que vivió en Persia en el siglo sexto antes de Cristo. El

centro de esta religión es la imagen de Auramazda, el "no creado Creador de todo lo que es bueno

en el cielo y en la tierra". Auramazda es Luz y Zoroastro lo separa de las fuerzas hostiles que él

llama Angra Mainya o Ariman. De acuerdo a Zoroastro, Auramazda hizo el mundo de su prístina

luz espiritual, fuera del alcance de Ariman y de esta creación espiritual surgió otra creación

material en la que se mezclo la luz espiritual perfecta con el aspecto oscuro de Ariman, dando

como origen la dualidad luz y oscuridad, junto con el bien y el mal y las demás polaridades. Esta

mezcla de luz y oscuridad, es la causa de todos los sufrimientos del hombre, de las enfermedades

y de la muerte. Mientras tanto, el universo espiritual está habitado por una infinidad de seres

divinos, cuyas acciones dan origen a toda la existencia, inclusive a la luz y a la oscuridad que nos

rodean. Estas ideas de Zoroastro también nos traen a la mente nuestro conocimiento Martinista

del Árbol de la Vida, pues comprendemos que cada Sefira es una fuerza que se alimenta de la

Sefira inmediata superior y, a su vez, transmite su cualidad a la Sefira inmediata inferior, en ondas

de menor potencia de vibración que así, progresivamente van haciéndose menos sutiles, es decir

más densas, hasta llegar al reino de Malkuth, nuestro mundo físico. La doctrina de Zoroastro

enseña que este reino, y especialmente el hombre, juegan un papel muy importante en la

evolución de la creación, la misma que consta de tres fases: la primera es la creación espiritual, la

segunda es la mezcla de la Luz con la oscuridad y la tercera es la separación de estas dos

polaridades. Es en esta tercera fase que el hombre tiene la responsabilidad de ayudar para que

esta separación se lleve a efecto ya que son sus acciones espirituales las que se convertirán un día

en luz; así como son sus actos insensatos los que ayudan a perpetuar la oscuridad. Leyendo esto

entre líneas, visualizamos nuevamente el Árbol de la Vida y recordamos que el hombre es la clave

del flujo y reflujo de la Fuerza Creadora; pues, al haber llegado al clímax de la involución, es el

comienzo de la evolución, el ascenso hacia la Reintegración con la Luz Prístina. Podríamos

decir también que la doctrina de Zoroastro, en este respecto, esta visualmente demostrada en la

grafica que los Rosacruces conocemos como el Sello de Salomón.

Reseña histórica de La Física

Hemos visto como cada una de las llamadas filosofías perennes no solo concuerdan con nuestra

definición del Nous, sino que además, cada una desarrolla la idea de este principio usando sus

propios vocablos y sus propias imágenes. Pero no son únicamente el misticismo y la religión los

que demuestran lo intangible. Es ya un hecho que estos mismos conceptos adquiridos de una

manera intuitiva hace miles de años, están siendo demostrados de manera objetiva por la ciencia

moderna, especialmente por la Física Cuántica.

Para llegar a esta comprensión, sin embargo, es necesario que nos remontemos a los albores de la

ciencia y sigamos su trayectoria desde Egipto y Grecia hasta los tiempos modernos. Teniendo en

cuenta que la característica primordial de la ciencia es el conocimiento objetivo, podríamos decir

que la ciencia tuvo sus comienzos con el conocimiento de la luz en el antiguo Egipto. Arthur Zjonc,

científico moderno y profesor de Física en Amherst College, presenta en su libro Catching The Light

la siguiente cita encontrada en el papiro de Turín, escrito hace mil trescientos años antes de

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Jesucristo, en la que habla Ra diciendo: «Yo soy aquel que abre sus ojos y hay luz; y cierra sus ojos

y hay oscuridad". Esta cita demuestra que los egipcios consideraban a la luz del día como la mirada

de Ra, el dios-sol; dicho en otras palabras, ellos experimentaban -veían y sentían- la mirada de

Dios desde el sol, el «Ojo de Horus". Sabían subjetiva y objetivamente que durante el día, ellos

estaban de pie ante la mirada del Creador. Los egipcios estaban también conscientes de que la luz

como emanación divina, es vida que llega a nosotros a través del sol. Sabían además que la

humanidad entera había emanado de la luz y consideraban al hombre como una lagrima del Ojo

de Horus; por eso los vocablos hombre y lagrima tienen en su idioma similar pronunciación. (Este

concepto esta gráficamente demostrado en la pintura que se exhibe en el atril del Templo).

De estos conceptos se deduce que los antiguos egipcios diferenciaban la Luz Mayor, el Dios Horus,

de la luz visible. La primera era para ellos la fuente de la creación, y el sol representaba su

emanación o su manifestación. Por eso el sol era el símbolo más significativo de su cultura.

Sabedores de que Dios no podía manifestarse en la tierra en toda su potencia, ellos

representaron la autolimitación de Su poder, en el símbolo del Uraeus, el emblema que el Faraón

llevaba en su cabeza como símbolo de poder. Este símbolo demuestra que el poder de Ra se auto

limita aun mas aquí en la tierra, al circunscribirse e individualizarse en la forma de serpiente.

Mas ese es el poder conferido al faraón como autoridad terrenal -el ojo de Ra es ahora el ojo del

faraón. Es decir, la Luz de Dios llega a ser la luz del hombre.

Vemos por lo tanto que en los albores de la ciencia, es decir, cuando los fenómenos naturales se

empezaban a ver objetivamente, ya el hombre reconocía que la energía, el poder y la fuerza,

emanaban constantemente de la «Fuente de Toda Vida" que ellos llamaron Horus. En otras

palabras, los egipcios conocían el Nos -la energía, poder y fuerza- que emanaba constantemente

del Centro del Todo.

La idea de la luz como manifestación de la Luz creadora, (Luz Videlina vs. Luz Svetlina), puede

entonces ser considerada como la idea base que ha sido motivo de estudio científico a través de la

historia.

II

Arthur Zanjonc dice: «Nuestra historia de la luz comienza con el sagrado conocimiento antiguo

del ojo» y refiriéndose al nacimiento de la ciencia en ideas místicas, el expresa de manera poética

en su oración: «Un cosmos espiritual ha provisto la cámara protectora en la que tuvo lugar el

nacimiento de la ciencia natural».

Al igual que Arthur Zanjonc, Fritjof Capra, científico nuclear de nuestros días, encuentra en el

conocimiento místico el comienzo de la ciencia y además demuestra que los misterios de la ciencia

actual solo pueden ser dilucidados a la luz del conocimiento de las filosofías del antiguo Oriente.

Para este efecto, el analiza la «filosofía perenne» y también la evolución de la filosofía griega. De

acuerdo a Capra, «Las raices de la filosofía, como de todas las ciencias de Occidente, se

encuentran en el Primer periodo de la filosofía griega, en el Siglo VI antes de Cristo». Capra explica

de manera breve y concisa el origen de la ciencia en los siguientes párrafos: La filosofía griega del

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siglo sexto no separaba la ciencia, la filosofía y la religión. Los sabios de la escuela Milesiana de

Iona, no se preocupaban de tales distinciones porque su mayor preocupación era encontrar la

esencia de todas las cosas, lo que ellos llamaron «Physis». «De este vocablo se deriva nuestra

palabra Física que desde aquellos tiempos ha significado el esfuerzo para ver la naturaleza esencial

de las cosas.» Los Milesianos, o filósofos de Mileto, fueron los primeros en creer que toda la

materia tiene vida y, por lo tanto, no hablaron de objetos animados e inanimados ni hicieron

distinción entre espíritu y materia. Ellos ni siquiera tenían una palabra que signifique materia, pues

veían que todas las cosas estaban dotadas de vida y espíritu. Por eso Tales de Mileto declaro que

las cosas estaban llenas de dioses y Anaximandro expreso que así el hombre se mantiene vivo

gracias al aire que respira, así también el universo es un organismo que se mantiene vivo

gracias al «pneuma» o aliento cósmico.

Otro filosofo Milesiano fue Heráclito de Efesos quien introdujo la idea de que el mundo estaba en

perpetuo cambio y en una eterna transformación, un constante devenir o «llegar a ser». El veia en

el fuego el símbolo del continuo fluir y el cambio de todas las cosas, y enseño que todos los

cambios que ocurren en el mundo se deben a la presencia de dos polaridades que son dinámicas y

ciclicas y que son además aspectos de la misma unidad.

Heráclito llama Logos a esta unidad que contiene todas las fuerzas opuestas y que va aun mas allá

de ellas.

Así vemos como los griegos de la escuela Milesiana y especialmente Heráclito de Efesos,

empiezan a vislumbrar al Nous, aunque no lo llaman por ese nombre. Con ellos empieza la

noción de la polaridad de la materia pero esa polaridad no se separa de la unidad. (Nótese la

semejanza con el Taoísmo).

Es en la escuela Eleática que se empiezan a considerar el espíritu y la materia como aspectos

separados de la unidad. En esta escuela de pensamiento se postula por primera vez la idea de un

Principio Divino que va más allá de todas las cosas inclusive del hombre, y que representa la

inteligencia y la unidad del universo. El más conocido filósofo de la escuela de Elea fue Parmenides

quien declara su oposición con las ideas de Heráclito y proclamo la idea del Ser como un principio

único e indivisible, como la esencia indestructible. El explica que los cambios que percibimos en

la materia son únicamente ilusión de los sentidos. (Nótese aquí el maya del Hinduismo)

En el Siglo V antes de Cristo, los filósofos griegos trataron de reconciliar las ideas antagónicas de

Heráclito y de Parmenides exponiendo que el Ser esta manifestado en ciertas substancias

invariables, pero que la mezcla y la descomposición de esas substancias dan origen a los cambios

que observamos en el mundo. Este razonamiento dio origen a la noción del átomo como la unidad

básica de que está compuesta la materia y que luego fue claramente explicado por Demócrito.

Fueron entonces los atomistas griegos quienes separaron por primera vez de forma definitiva la

materia del espíritu. Para ellos, los átomos eran partículas muertas que se movían en el vacío

impulsadas por fuerzas espirituales, ajenas a la materia. Al considerar la materia como algo

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opuesto al espíritu, surgieron los dualismos mente y materia, cuerpo y espíritu, y los filósofos

enfocaron su atención más que nada al estudio del mundo espiritual, el alma y los problemas de la

ética. Inclusive Aristóteles considera que lo más importante era dedicarse a la contemplación de

los atributos divinos en el alma humana; sin embargo, fue él quien organizo de manera sistemática

el conocimiento científico que culmina en Grecia en el Siglo IV A.D.

El conocimiento científico expuesto por Aristóteles se mantuvo intacto, apoyado por la iglesia

católica hasta la Edad Media y fue el esquema que ha servido de base para nuestra concepción

occidental del universo. Fue durante el Renacimiento que los hombres pensantes empezaron a

sacudirse de las ideas de Aristóteles y de la iglesia y a demostrar un nuevo interés en la naturaleza.

A fines del Siglo XV se comenzó a experimentar y a tratar de demostrar objetivamente lo que

hasta entonces constituía únicamente especulaciones filosóficas. Estas observaciones propiciaron

el desarrollo de las matemáticas y de nuevas teorías científicas.

Galileo fue el primero en combinar el conocimiento empíreo con las matemáticas, y por eso el

está considerado como el padre de la ciencia moderna. Mas la ciencia moderna enfatiza desde

sus principios la separación del espíritu y de la materia y esta separaci6n alcanzo su máxima

expresión en René Descartes, en el Siglo XVII. El matemático y filósofo francés explico que la

materia estaba dividida y separada en dos reinos separados e independientes: «res cogitans», la

mente y «res extensa», la materia.

Esta división cartesiana influyo tanto en el pensamiento de los científicos que ellos llegaron a ver

al universo entero como un ensamblaje de innumerables piezas. De ahí que Newton presento

su modelo del universo como una máquina.

Vemos pues que desde los tiempos de los antiguos científicos griegos hasta Newton, la idea de la

Fuente de vida y de su fuerza y poder manifestados en la naturaleza va progresivamente

separándose de la ciencia y aun llega a desaparecer en las mentes de los científicos, quienes se

dedican solamente a estudiar lo que los sentidos pueden captar y no lo que va mas allá de lo

observable. Los Milesianos, los Eleáticos y los Atomistas, aunque aparentemente

antagónicos unos con otros, comprendieron la naturaleza del Nous, y aunque no usaron este

término, cada uno expuso lo que en conjunto representa el Nous. Pero ellos no lograron explicar la

naturaleza de la materia porque no estudiaron la luz. El estudio de la búsqueda de la naturaleza de

la luz a través de los siglos nos lleva a una comprensión de la naturaleza de la materia y a una

comprensión científica del Nous.

Evolución del concepto de la materia mediante el conocimiento de la luz

Arthur Zanjonc reconoce la importancia del estudio de la luz en el desarrollo de la ciencia cuando

dice: «Desde el ojo radiante del antiguo Egipto hasta las teorías modernas del campo

electromagnético y del quantum, la luz ha moldeado el espacio para satisfacer sus demandas».

Zanjonc resume la historia del estudio de luz al decir: «Dotad al espacio con poder divino, y

entonces la luz es semejanza de Dios; descubrid la forma del espacio, y la luz es geométrica; llenad

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el espacio con materia y la luz tiene substancia. Desde Moisés hasta Einstein, la historia de la luz es

la historia del espacio». De estas citas podemos deducir que no podemos hablar de la creación sin

referirnos a la luz y vemos que el Maestro Aivanhov esta correcto aun a los ojos de la ciencia al

decir que la Luz es lo mismo que el Verbo que da origen a la creación.

Como vimos anteriormente, el estudio de la naturaleza de las cosas quedo estancado debido a la

influencia de Aristóteles y de la iglesia. Pero los eruditos de la Edad Media estudiaron con

detenimiento el Génesis y además los pasajes del Nuevo Testamento que hablan de la creación y

descubrieron que ellos se refieren a dos clases distintas de luz, una que ellos llamaron Lux o Luz

divina y su contraparte, el lumen o emanación de la Luz. (Nótese que es el mismo concepto de Luz

Videlina y luz Svetlina). San Agustín, por ejemplo, se refería al Lux como «lo más simple, más

noble, lo más veloz y distinto de todo lo corporal, mientras que consideraba que el lumen era el

medio material para estimular nuestra percepción del Lux». AI igual que los antiguos egipcios, San

Agustín intuyo que la luz visible era una emanación de la Luz divina.

Después de los estudios de los eruditos de la Edad Media, la idea de la luz volvió a ser nuevamente

materialista. Para Descartes, por ejemplo, la luz era algo que viajaba en el espacio, llamado éter, y

ya que el éter tenia extensión y dimensiones, tenía que ser substancia y lo que en el se movía

debía ser también materia. Para fines del Siglo XVIII, el concepto materialista del éter había

aniquilado al Lux de la Edad Media.

La teoría del éter trajo consigo la visión corpuscular de la luz; la luz estaba considerada como

substancia o como partículas que viajaban en el éter. Galileo dijo que la luz podía ser un cuerpo, el

más pequeño que podía existir y Leonhard Euler, matemático suizo del Siglo XVIII expreso que «los

rayos del sol son con respecto al éter, lo que es el sonido con respecto al aire.» El explico que los

objetos luminosos vibraban y que el éter transportaba esas vibraciones al ojo así como el aire

transporta el sonido al oído. Así Euler descarto la teoría corpuscular de Newton y estableció la idea

de la luz como onda; más no pudo explicar otras propiedades de la luz aun sirviéndose de

demostraciones matemáticas. Euler introdujo el uso de las matemáticas para demostrar las leyes

de la física y sirvió de inspiración a los precursores de la ciencia moderna, pero su analogía

provoco también una concepción materialista del sonido. Los científicos del Siglo XVIII se olvidaron

de lo que Pitágoras había ensenado con respecto al sonido y este perdió su naturaleza espiritual;

deja de ser «la reverberación de la Palabra en la armonía de las Esferas», como lo había concebido

Platón.

A principios del Siglo XIX, Thomas Young el genio de la Física y egiptólogo Inglés, influenciado por

Euler y por sus propias observaciones de las olas marinas, adopto la teoría vibratoria de la luz y

también la teoría del éter universal. Young sugirió que las ondulaciones del éter podían ser

reforzadas o debilitadas y aun extinguidas; lo cual implicaba que luz + luz podía ser igual a

obscuridad. El había observado que cuando las olas marinas se intersecaban o superponían, a

veces se agrandaban y otras veces se anulaban. Muchos de sus contemporáneos encontraron esta

idea descabellada, pero ella es en nuestros días un hecho comprobado por la física cuántica y es

conocido como el fenómeno de polarización de la luz.

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La teoría de la luz como onda no podía ser completamente aceptada por los científicos

contemporáneos de Euler y de Young porque aun no se había demostrado claramente la

naturaleza del éter. Pero a principios del Siglo XlX el ingeniero civil francés Agustín Fresnel

estableció las bases que respaldan el conocimiento de la luz como onda. El no tenía conocimiento

de la teoría de superposición de ondas de Young pero había observado él mismo el fenómeno de

difracción de la luz y demostró magistralmente el principio de interferencia de ondas mediante el

uso del cálculo matemático.

Mas había ciertas formulas matemáticas aparentemente contradictorias que el mismo no lograba

resolverlas. Poisson, uno de los adversarios de Fresnel, trato de destruir su teoría demostrando

que sus formulas precedian a las claras, una mancha de luz exactamente detrás de un pequeño

obstáculo opaco, lo cual de acuerdo a la lógica era un absurdo. Pero este ataque solo sirvió para

anular de una vez por todas la teoría corpuscular de Newton, ya que se comprobó que en verdad

es posible que la luz brille detrás de la obscuridad. Este fenómeno puede inclusive ser observado a

simple vista, en noches de luna cuando nubes muy finas cubren la luz de la luna. Alrededor de la

luna se ven círculos de colores: cerca de la luna hay un círculo azul, mas allá el azul se vuelve

blanco y el círculo más lejano es de color rojizo.

Esta aureola se forma por la difracción de la luz de la luna alrededor de gotitas de agua o de

cristalitos de hielo. Así se comprueba que en lugar de obscurecer la luz de la luna, estas gotitas o

cristalitos de la nube pueden poner luz donde ella no debería estar si la luz fuese de naturaleza

geométrica o corpuscular. Zanjonc nos dice a este respecto: «La aureola [de la luna] debería

recordarnos de la imposible proeza hecha por la luz, su inexplicable habilidad de aparecer en el

corazón de la más obscura de las sombras.»

Fresnel no solo descarto la teoría de la naturaleza corpuscular de la luz, sino que además lo

demostró que la luz no es de la misma naturaleza del sonido y que por lo tanto la analogía de

Euler: «eter es a luz como aire es a sonido», tenía que ser falsa. Pero a pesar del éxito de

Fresnel, aun quedaba sin demostrarse que era en realidad una onda de luz, de que estaba hecha

y qué clase de onda era. La generalizada idea de la luz como vibración de una materia etérea aun

imperaba entre los científicos de principios del Siglo XIX y presentaba serios problemas porque no

se sabía que era ese mismo éter, que aunque invisible, era materia y por lo tanto tenía que tener

densidad, textura, consistencia y otras propiedades físicas. No se podía explicar una luz invisible

mediante un éter también invisible.

Antes de Fresnel, Euler había argumentado ya que el éter tenía que ser por lo menos cien millones

de veces menos denso que el aire y debía tener una elasticidad mil veces mayor para que en él

pueda viajar la luz; pues se sabía ya que las ondas, en general, viajan en relación directamente

proporcional a la elasticidad del medio en que viajan, y en proporción inversa a su densidad. Se

conocía además que la velocidad de la luz era de 186,000 millas por segundo. Se suponía entonces,

que el éter tenía que ser «un sólido tan elástico que una onda de luz viajando en el habría de dar

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la vuelta al mundo siete veces en un solo segundo. Por otro lado, la tierra misma tenía que

atravesar la atmosfera del éter sin ningún obstáculo, viajando a diez mil millas.»

Innumerables fueron los experimentos hechos por los científicos del Siglo XIX para comprobar la

existencia de un éter de naturaleza material, pero nadie logro comprobar por medios mecánicos.

La falla estaba en partir de la falsa premisa que el éter era algo y que por ser algo debía poseer

características de substancia; de lo contrario, el éter simplemente no existía. Para los científicos de

aquel entonces, lo opuesto a la materia era el espíritu y eso correspondía al campo de la teología.

Ellos aborrecían las ideas de algunos religiosos como el Obispo Berkley y el Cavallero Ramsey de

mediados del Siglo XVIII, quienes llegaron (sin ninguna influencia de uno a otro) a tener conceptos

avanzados del éter como algo esencialmente espiritual después de haberse remontado a la

llamada «prisca sapientia» o sea al conocimiento original de la tradición de Egipto, Grecia y Persa y

a los escritos del gran Hermes Trismegisto. Ramsés llama al éter «El cuerpo del Gran Oromazes

[Aura Mazda] cuya alma es verdad y se difunde a Si mismo en todas partes». Otros religiosos

consideraron que el éter era el Espíritu Santo. Estos conceptos intuitivos que tanto reflejaban el

concepto del Nous, se quedaron únicamente en el campo de la teología ya que carecían de

evidencia comprobable por las matemáticas o por la observación empírica y se perdieron para la

ciencia, al parecer definitivamente, aunque han vuelto a renacer en nuestra física moderna.

El estudio del éter continúo en Europa y en América. Zanjonc nos dice: «Alrededor de 1900,

las demostraciones [de un éter material] eran cada vez más claras, pero en los años 1990 las

pruebas son innegables. El éter material no existe. El fue únicamente una ficción hipotética nacida

de una imaginación materialista». Así el éter ha sido descartado y hoy sabemos que la luz no viaja

en una substancia. Sin embargo muchos experimentos demuestran que la luz tiene característica

de onda. y si la luz es onda, ¿qué es lo que esta ondulando? Lo único cierto es que aquello

no es material.

Mientras la mayoría de los científicos del Siglo XIX dedicaban sus esfuerzos a la comprobación de

la existencia o la no existencia del éter, otros se dedicaban a estudiar otros aspectos de la física sin

saber que más tarde ellos iban a demostrar la naturaleza de la luz. Michael Faraday, el más

aclamado científico empirista de todos los tiempos, revoluciono el concepto de la luz presentando

principios que satisfacían tanto a los materialistas como a sus contrarios y que sirvieron de base

para la teoría moderna del «campo electromagnético».

Faraday nació en un hogar humilde, de padres profundamente religiosos de quienes el aprendió a

amar a Dios y a la naturaleza. Su educación formal fue limitada pero su auto educación fue muy

extensa; admiraba la naturaleza y observaba sus fenómenos con atención. Su interés par la

naturaleza propicio su investigación científica. Su colega Tyndall se refirió al genio de su amigo en

estos términos: «La contemplación con la naturaleza y su propia relación con ella producían en

Faraday una clase de exaltación espiritual que se hace presente aquí. Sus sentimientos religiosos y

su ciencia no podían separarse; había un desbordamiento habitual del uno hacia el otro».

Convencido por sus principios religiosos que todo lo creado era uno aunque tengamos la ilusión de

que las cosas son separadas, e inspirado por la Epístola de Pablo a los Romanos, Faraday

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trato de ver las cosas invisibles de Dios en la creación; y una de las cosas invisibles que el investigo

fue la luz. E1 pensó que tal vez el principio de la vibración podía ser la idea que unifique todo; no

solo la luz y el sonido, sino también la electricidad. Así, con mente abierta, realizo sus

experimentos tratando de encontrar alguna forma de onda eléctrica en movimiento e hizo el más

grande descubrimiento de su vida, lo que hoy se conoce con el nombre de inducción

electromagnética. Este principio se usa hoy en la construcción de casi todos los aparatos

eléctricos y de millones de transformadores en las líneas telefónicas. Pero lo más importante de

su descubrimiento es que sirvió de base para experimentos posteriores que dieron como resultado

una nueva comprensión de la luz.

El experimento de Faraday tuvo dos fases. La primera consistía en observar si la descarga de una

batería producía alguna reacción en un galvanómetro al pasar por una rueda metálica conectada a

la batería en un lado y al galvanómetro en el otro lado. El observo que al abrir o cerrar el

interruptor de la batería se notaba un súbito movimiento en la aguja del galvanómetro, aunque

no había una corriente que fluya constantemente. De esto saco la conclusión que una

perturbación eléctrica provocada en un extremo causaba una perturbación similar en el otro

extrema y que por lo tanto, una onda de electricidad es el resultado de cambios súbitos en la

corriente del circuito primario y viaja a través del espacio hacia un circuito secundario opuesto

donde induce una perturbación similar en los alrededores del alambre. (En nuestros días este

principio se demuestra inclusive a millones de kilómetros de distancia; como en el caso de naves

espaciales que viajan en el espacio del sistema solar y envían a la tierra fotografías de otros

planetas. En la antena de la nave se produce una perturbación eléctrica y unas horas después una

antena anclada en la tierra recibe una perturbación diminuta pero similar a aquella producida en

la nave). Sin embargo aun quedaba por demostrarse lo que era una onda eléctrica; como podía

ponerse en contacto con algo lejano sin una conexión visible.

La segunda fase del experimento de Faraday consistía en reemplazar el alambre conectado a

la batería con una bobina dentro de la que coloco un imán. El descubrió que al mover el imán

dentro de la bobina o fuera de ella empezaba a fluir una pequeña corriente y así fue como nació el

principio del electromagnetismo, el cual ha sido y sigue siendo de extremada importancia en los

campos practico y teórico, ya que por este principio se mueven hoy todas las plantas eléctricas del

mundo y gracias a este conocimiento Albert Einstein pudo llegar a su teoría de la relatividad.

Los experimentos de Faraday parecían corroborar las ideas materialistas de los científicos de sus

tiempos, quienes concluyeron que «El mundo estaba lleno de objetos materiales entre los cuales

se extendían algunos éteres evasivos pero materiales, cuyos movimientos conducían las fuerzas de

gravedad, luz, calor, electricidad y magnetismo de un objeto a otro». Nunca antes había sido tan

popular la teoría molecular del éter. Más Faraday no aceptaba especulaciones científicas que no

sean basadas en la verdad de la comprobación. Para él las conclusiones de sus colegas eran nada

más que imaginaciones hipotéticas y era necesario continuar una honrada investigación de la

naturaleza última de la materia, la electricidad y la luz.

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Opuesto a las ideas ingenuas de sus contemporáneos, Faraday demostró cautelosamente en

1844 y luego en 1846 que la idea corpuscular de la materia y por ende de la corriente estaba

equivocada; que los átomos no eran «blobs» o masas sin forma de materia salida sino puramente

«centros de fuerzas» y que eran fuerzas y no substancias lo que daba origen a toda la materia;

pues esas mismas fuerzas que viajaban de un extremo al otro del universo eran las mismas que

tomaban forma en las miríadas de formas y diseños del mundo material. Faraday estaba

sugiriendo entonces que en definitiva todo era fuerza y no materia tangible.

Tal vez lo más significativo de las observaciones y experimentos de Faraday fue el descubrimiento

de las corrientes magnéticas que circundan los imanes, lo cual dio origen a la teoría del campo

magnético. Faraday intuyo que así como las limallas de acero forman líneas alrededor del imán al

ser atraídas dentro de su campo magnético, así mismo debe haber un infinito número de líneas

magnéticas atravesando el espacio y el las llama «líneas de fuerza magnética».

Al asociar estas líneas con sus observaciones anteriores de inducción electromagnética, no le fue

difícil convencerse a sí mismo de la existencia de ondas eléctricas, las cuales eran para el

únicamente la vibración de esas líneas de fuerza magnética. Pero destruía su noción del éter, pues

la luz no era en lo absoluto una vibración del éter sino la vibración de las líneas de fuerza

magnética.

Carlos Seijas, Ph.D., F.R.C., S.I.

Representante de la Universidad Internacional Rosacruz UIRC

Y miembro del Consejo Internacional de Investigación Rosacruz CIIRC