El nuevo hecho maldito del Mundo Neoliberal.

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El nuevo hecho maldito del Mundo Neoliberal. Sobre la década Kirchnerista Diego Burd

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El texto puede ser reproducido parcial o totalmente con la mención respectiva, ya que soy de las personas que el intento de realizar un acto de aproximación a determinadas estructuras deben superar a veces las lógicas impuestas por el mundo académico o el mundo editorial, me asumo como una especie de cartero de Neruda al decir una vez puestas en circulación las palabras dejan en algunos casos, de pertenecer al autor, aunque el mismo siempre ejerce un acto de responsabilidad en el decir, palabras que intentan establecer un dialogo, pero que sean siempre artificios para la consolidación de un sustrato de pensar un horizonte de expectativas políticas emancipadoras.

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El nuevo hecho maldito del Mundo Neoliberal.

Sobre la década Kirchnerista

Diego Burd

El texto puede ser reproducido parcial o totalmente con la mención respectiva, ya que soy de las

personas que el intento de realizar un acto de aproximación a determinadas estructuras deben

superar a veces las lógicas impuestas por el mundo académico o el mundo editorial, me asumo

como una especie de cartero de Neruda al decir una vez puestas en circulación las palabras dejan

en algunos casos, de pertenecer al autor, aunque el mismo siempre ejerce un acto de

responsabilidad en el decir, palabras que intentan establecer un dialogo, pero que sean siempre

artificios para la consolidación de un sustrato de pensar un horizonte de expectativas políticas

emancipadoras.

Encontraran en su devenir muchos actos de repetición en los enunciados, en el fondo quise que

los textos mantengan su lógica de intervención publica en que fue producido en cada momento, o

tal vez, esta sea una manera de ocultar el acto de vagancia para la revisión de los mismos, pero

siempre temo encontrarme con un sujeto que no escribió lo que dijo en su momento.

Como todo texto, aunque nadie sabe como circulara, contiene un conjunto de agradecimientos, y

sino establezco una lista, es por temor a generar olvidos innecesarios...

El retorno de lo político. Apuntes Para Pensar los 10 años del Kirchnerismo

“La indigencia teórica arrastra a los desastres estratégicos”

Jhon William Cooke

En 2003 se presenta como la irrupción del acontecimiento kirchnerista, un proceso que genero una

serie de aperturas restringidas en la décadas neoliberales, se inicia un proceso que generara un

cambio de época en nuestro país, de luchas por buscar re-significar un conjunto de palabras-

acciones que representan el retorno de lo político, como instancia de recuperar el desacuerdo como

lo fundante de la discusión democrática.

Los consensos constitutivos que conformaban el orden de sensibilidades del orden neoliberal, los

lugares que las subjetividades sociales ocupaban, el marco de lo considerado visible e invisible, los

espacios de legitimación de la emisión de la palabra estallo en miles de interrogantes, ya no

planteados desde los espacios facticos de poder, sino como consecuencia de la emergencia de un

conjunto de voces, que disputaban la capacidad de designar lo real, el espacio publico de debate

abierto por los gobiernos kirchneristas, fue llenada por la irrupción del pueblo, pueblo que puso en

tensión un conjunto de paradigmas que rodeaban conceptos como democracia, igualdad, libertad,

fisuras sobre un entramado legitimante del orden conservador en la Argentina.

No solo eramos un país subordinado a los intereses del capitalismo financiero y al conjunto de

instituciones internacionales, sino también eramos el país cuyo sentido común, ese entramado

complejo de cosmovisiones del mundo que nos permiten leer la realidad, era construido desde las

usinas de los medios hegemonicos, cuyas relaciones como voces del poder facticos de la nación,

eran ocultadas, Nicolás Casullo escribía:

“(...) La hegemonía indiscutible de lenguaje y tonos codificadores y audibles por las masas pasaron a un plano

transmisor virtual “sin dueños”(...) A un gigantismo informativo-informático que regresa lo real empaquetado

siempre igual y diariamente, suceda lo que suceda. Información que provee la “totalidad” en esta se entienda y se

sirva como lo posible de ser ofertado como genero ficcional o casi ficcional, sin conflicto ni lucha social que

interfiera en la relación entre el que emite y el que recibe.”1

De esta manera, se elimina el elemento de la disputa conflictiva por la democracia, por un espacio

a-político, una relación de poder que proponía la agenda, los seriales, las secuencias, los lugares de

mirar y oír, como parte de un proyecto del mercado que instalaba la idea de una armonía entre las

clases, construidas en consensos entre actores sociales desiguales en poder.2

1 CASULLO; Nicolás, Las cuestiones, Buenos Aires, FCE, 2008, p.912 Ver CASULLO, Nicolás, pp. 92-94

La irrupción del kirchnerismo, como acción política, es la configuración de un nuevo espacio de

la esfera de ejercicio democrático, una recuperación de la esfera del agorá, es decir, siguiendo a

Bauman, si el propósito de la misma (agorá) era, y es, la coordinación de los intereses “privados” y

“públicos”, su función constitutiva es la de proporcionar la condición esencial y necesaria de la

misma, una traducción bidireccional entre el lenguaje de los intereses individuales y el lenguaje de

los intereses públicos3

En este sentido, constitución de un nuevo agorá instituyo tensiones que constituyen lo político,

es decir, pensar la política como una esfera de conflicto de intereses, donde las subjetividades

políticas, son representantes de un conjunto de intereses específicos, donde se piensa que

mecanismos reguladores deben establecerse entre las relaciones entre mercado, Estado y

corporaciones, ya que como afirma Crouch:

“En el corazón del enigma se encuentra el hecho de que el neoliberalismo realmente existente- por oposición al

puramente ideológico- no está para nada consagrado al mercado libre, como se pretende, sino que más bien está

dedicado al dominio de la vida pública por parte de las grandes corporaciones. La confrontación entre el mercado

y el Estado que parecen dominar el conflicto político en muchas sociedades oculta la existencia de esta tercera

fuerza, que es más potente que cualquiera de ellos y transforma el funcionamiento de ambos.”4

El kirchnerismo, construyo y articulo durante esta década la puesta en escena del enigma

neoliberal planteado por el autor citado con anterioridad, principalmente a partir del conflicto con la

mesa de enlace del 2008, pone como centralidad la relación que debe existir en un sistema

democrático entre las corporaciones, al incorporar esta disputa, construye lo que Ranciere denomina

un nuevo momento político, entendiendo que un:

“(...) momento político ocurre cuando la temporalidad del consenso es interrumpida, cuando una fuerza es capaz

de actualizar la imaginación de la comunidad que está comprometida allí y de oponerle otra configuración de la

relación de cada uno con todos”.5

En todo momento político, se produce una disputa entre las fuerzas intervinientes en el espacio

político, una situación donde las subjetividades se encuentran con la capacidad de comprender el

conjuntos de impulsos que se distribuyen, ya sea una vía de transformación o desviación, lo que

implica la producción un desgarro del tejido común, y la potencialidad de concebir las

potencialidades presentes en el acontecimiento político se vuelve perceptible, generando un

3 Ver BAUMAN, Zygmunt, Daños Colaterales. Desigualdades sociales en la era global.; FCE, Buenos Aires, 2011, p. 20

4 CROUCH, Colin, La extraña no-muerte del neoliberalismo, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2012, p. 115 RANCIERE, Jacques, Momentos políticos, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2010, p.11

cuestionamiento de lo dada como evidente.

En este sentido, se entiende al kirchnerismo como un momento político que pone en sospecha las

veracidades sobre el mundo impulsadas desde las esferas neoliberales, interroga sobre el relato de lo

real construido como una naturalización neoliberal.

En estos procesos, siguiendo lo expresado por Ranciere, la acción política produce rupturas sobre

el monopolio de la palabra legitima, se producen brechas donde se abren espacios que permitan

hablar a cualquiera, con la condición de que esa palabra emitida sea sometida a procesos de

verificación, y que establezca una capacidad de los espacios de resonancia.6

Por lo cual la acción política implica la ampliación de los espacios de disenso y desacuerdo sobre

lo común, una lucha contra el conjunto de las maquinas interpretativas de las categorías impuestas

por el conjunto de corporaciones dominantes.

La política es un espacio de conflicto, ya que por un lado, pone en evidencia que en toda

comunidad política asistimos a la confrontación de intereses entre los sectores sociales

involucrados, pero a su vez, se presenta como el espacio de recuperación de la capacidad de

disputar el espacio de construcción de opinión, por lo tanto de hegemonía, generadoras de sentidos

en una sociedad determinada, dentro de esta linea, decimos que la presencia de los sectores

populares es una disputa por la construcción de una nueva hegemonía democratizante de una

comunidad política..

Como afirma Mouffe, la política debe ser concebida en términos de lucha hegemónica entre

proyectos en conflictos. Esta hegemonía se construye mediante la construcción de puntos nodales

que fijan discursivamente el significado de las instituciones y las practicas sociales y que articulan

el “sentido común”.7

Cambio de época y paradigmas

El predominio del neoliberalismo se caracterizaron por un conjunto de principios rectores, la

subordinación a la política internacional a los Estados Unidos, la mirada a una Europa como

horizonte, los desocupados, un proceso de cambio de la matriz económica a través de la des-

industrialización hacia la constitución de un capitalismo bajo la hegemonía del sistema financiero,

este proyecto de ciertas fracciones de las clases dominantes de la Argentina estalló, con mas de 30

muertos, a finales del 2001, luego vino los periodos de la perdida de lo político como acción

transformadora cuya síntesis era el famoso “que se vayan todos”, en medio de esto, una sucesión de

diferentes gobiernos, hasta la llegada de Eduardo Duhalde, que implemento una devaluación

6 IDEM, p,127 Ver MOUFFE, Chantal, “La política democrática en la época de la post-política” en Debates y Combates, No1,

Noviembre del 2011, pp. 75-89, para una mayor profundización en el tema ver: LACLAU, Ernesto y MOUFFE, Chantal, Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, FCE, Buenos Aires, 1986, LACLAU; Ernesto, La razón populista, FCE, Buenos Aires, 2005 y MOUFFE, Chantal, En torno a lo político, FCE, Buenos Aires, 2007

asimétrica, cuyos principales ganadores fueron los grupos monopólicos, que tenían sus deudas en

dolares, pero con la implementación de ciertas políticas que sirvieron de base para la construcción

del nuevo modelo económico.

En medio de ese proceso complejo, el 25 de mayo del 2003, asumía la presidencia Nestor Kirchner

irrumpiendo con la política de des-endeudamiento (FMI), la consolidación de un nuevo bloque

latinoamericano, el no al Alca, creación de los mecanismos para la creación de un proyecto de

reindustrialización, creación de nuevas fuentes de trabajo, destrucción del aparato duhaldista en la

provincia de Buenos Aires, luego con Cristina Fernandez de Kirchner, el momento del conflicto con

las patronales agrarias del 2008, que articulaba una nueva relación de fuerzas en el campo popular,

el momento de continuidad de enfrentamiento con las corporaciones, la derrota legislativa del 2009,

y toma de la la decisión política de profundizar, avanzar en un modelo social mas igualitario,

volvieron al Estado los fondos de los aportes jubilatorios, se creó la asignación universal por hijo,

luego extendidas a las embarazadas, cambio productivo, es uno de los pocos países que no re-

primerizo su economía, ademas medidas como el matrimonio igualitario, una de las medidas de

derechos civiles, y por supuesto, la nueva ley de medios de comunicación.

2010, bicentenario, una patria festeja sus 200 años, y en un octubre, con lluvia, como si el cielo

llorara por las muertes inesperadas, moría Nestor, y estaban los jóvenes ahí, esa generación central

para cualquier cambio político y social, estaba en la plaza, unificantes de una historia de luchas

populares proyectándose hacia el futuro, los trabajadores que recuperaron no solo trabajo sino un

proyecto a defender, estaban tantos, pero estaba el subsuelo sublevante de la patria, aquellos que se

cansaron de ser solo espectadores para transformase en los protagonistas del cambio.

Nacionalización de Aerolíneas, en el 2011 Cristina gano, 54 % de los votos a un año de aquel

acontecimiento que marco la patria, y en menos de cuatro días después de la asunción, avanza la ley

de tierras, un nuevo estatuto del peón, ley de regulación de la producción de papel, cuatro días no

mas, como afirmando en la ley, lo dicho en ese discurso del sábado 10 de diciembre, no somos un

gobierno de las corporaciones, la nacionalización de YPF, la democratización del sistema judicial

argentino.

En cada hecho muestra que este gobierno no tiene, ni se presenta como un espacio neutral, como

tampoco lo son sus enemigos, los mismos que hablan del consenso como el correcto devenir de lo

político, pero construyen espacios destituyente, defendiendo una idea del consenso como que se

generaba con las corporaciones económicas y culturales, pero siempre a espaldas del pueblo, de esta

manera se consolido la nueva etapa de la batalla cultural, compleja, larga, con interrogantes y

sospechas, una etapa definida, siguiendo al cubano Martí, como los tiempos de trincheras de ideas.

Como decía Cooke: “(…) Para saber cuales son nuestras fallas y llegar a sus causas, hay que tener una visión global de la Argentina,

de las fuerzas que chocan en su seno, de las características que revisten esos conflictos. O dentro de ese marco

histórico, examinar el significado del peronismo, con qué tendencias sociales es irreductiblemente antagónico, qué

políticas lo condenarán a frustrarse, y cuáles sirven al objetivo de realizarnos como destino nacional”.8

Una época de cambio de paradigma, donde hay que pensar el destino nacional en clave

latinoamericana, como consolidación de un conjunto de gobiernos unidos en la idea del otro como

subjetividad a ser liberada, teniendo presente que esta acción política, como lo define Cooke, en

sociedades capitalistas periféricas, adquieren el carácter antagónico, ya que los intereses en juego

superan el mero espacio de lo político, y que la defensa de los proyectos políticos implica reconocer

y poner en la mesa del debate el conjunto de visiones que interpelan la construcción de lo nacional,

leído, por nuestro lado, en clave nacional, popular, democrático popular y latinoamericano, frente a

lecturas, definidas, en clave elitista, conservadoras, democrático formal y subordinada a los

intereses del imperialismo.

Como resultado de esta década debemos encontrar un conjunto de respuestas a los desafíos

contemporáneos, pensar e interrogarnos como devendra el kirchnerismo, a pensar la constitución de

una hegemonía que pueda cristalizar el nuevo equilibrio, en el cual las clases subalternas comiencen

a ser el eje central del proyecto, hoy 10 años después, debemos articular formas que den cuenta la

re-definición de las reglas a favor del pueblo.

El kirchnerismo como hecho maldito del país neoliberal, ha sido centralmente, un proyecto político

donde las organización popular, pueda romper los equilibrios pre-existentes. ya que quien interpreto

correctamente, el significado de la entrada y las potencialidades del momento político kirchnerista,

fue la derecha.

Tenemos que pensar que la incorporación de la teoría política independiente de los grandes

poderes, viene a dar armas para que la vocación de poder popular sea una practica eficaz.

Hay que entender que dentro del kirchnerismo, vamos a encontrarnos con dos grandes tendencias

que representan, también parte de las contradicciones de la sociedad, un kirchnerismo rebelde, que

amenaza a los privilegios establecidos, que pretende profundizar el modelo económico político y

social, y un kirchnerismo que puede encontrarse cómodo con los logros alcanzados, mantener el

status quo.

Es necesario tener claro, estas tendencias, en cierto parte nacientes, para pensar el proceso interno

que sera la definición de gran parte del devenir del proyecto político a partir del 2013.

8 COOKE; John William, “Apuntes para la militancia” en KOROL, Claudia (compiladora), El socialismo latinoamericano. Un recorrido hasta nuestros tiempos, Asociación Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2006, p.101

Una teoría política encarnada en las masas, esta destinada a modificar la realidad, es pensar que

solo se modifican, tomando las banderas de la Justicia Social, Independencia Económica, Justicia

Social, y como lo marco la actual mandataria, mayor Democracia. Por lo cual, si queremos, una

realidad mejor hay que tener los elementos necesarios para cuestionar el orden existente.

Recuperamos la política, la economía, la patria, ahora es necesario recuperar lo cultural e

ideológico, pero como diría Cooke, sin caer en una visión estrecha, ya que la primera lección que

debemos tomar como central en nuestro devenir de construcción de una nueva realidad:

“(...) no hay que encerrarse en cuevas ideológicas, porque afuera estar sucediendo cosas importantes, y uno

enterarse demasiado tarde o no enterarse nunca”.9

9 IDEM, p. 119

Nuevas Cuestiones sobre el concepto de Izquierda

Pensar los significados sobre los entramados que constituyen las tradiciones emancipadoras de la

izquierda es reconstruir una nueva arquitectura del lenguaje que permitan significar, aprehender,

debatir el significado del ser de izquierda en los momentos políticos actuales.

Durante el siglo XX, la tradición hegemónica interpeladora del orden establecido eran las

tradiciones políticas nacidas del seno del marxismo, y a partir de esa posición se ponía en

interrogación un conjunto de experiencias políticas y teóricas, que eran sus hermanas pero que

ejercían una lectura situada de los procesos históricos, una mirada ejercida con una fuerte sospecha

sobre las subjetividades políticas constituidas, de sus experiencias de clase, un proceso marcado por

el dialogo, pero también por la sospecha sobre estas tradiciones, sospecha sobre el origen, sujetos

movilizados y marcos teóricos, temporalidades de los procesos, instrumentos de movilización, y un

largo etcétera.

La izquierda, desde ese punto de vista, se consideraba como proceso único sobre el cual se podría

ejercer la tarea de la emancipación de los sectores menos privilegiados, sin pensar que no existe un

camino único, sino caminos hacia la emancipación.

Con la producción del hecho simbólico de la caída de la Unión Soviética, la arquitectura del

lenguaje entorno a la bella palabra revolución se desmorono, las clases hegemonícas del mundo

rápidamente impusieron un lenguaje lavado de sospechas, donde conflicto, igualdad, lucha de

clases, emancipación, no tenían posibilidad de existir, un orden de sensibilidades neoliberal se

impuso, dentro del cual lenguas, experiencias, tradiciones, formas de interpretar la realidad se

volvieron invisibles, como si nuestro lenguaje tuviera que incendiar bajo una gran hoguera las

enciclopedias que acompañan al acto de comunicación e interpretación del mundo, las traducciones

de lo real se encontraron con millones de paginas arrancadas, pero reemplazadas por una guía que

nos decía como debíamos mirar el mundo, el neoliberalismo, imponía una nueva política cultural y

cultura política, a través de los grandes medios de comunicación, que nos daban una nueva escala

de significados sociales, y que establecieron las formas de recibir y comprender lo real.10

La emisión de la palabra aparecía sin lugar de emisión, sin biografiás que mostraban las

trayectorias del enunciante, quizás, como lenguaje “técnico”, despegado de su intervención política,

enunciado sin mas orden legitimante que la posesión de un titulo, palabra que se instituía como

palabra-verdad en los tiempos de los medios audiovisuales, estos últimos, durante décadas se

convirtieron en los mediadores entre los políticos, técnicos y la “gente”, un espacio privado con una

ilusión de ser el “espacio publico” donde lo político se ejercía sin la política, sin conflictos, sin

pueblos interviniendo, espacio de “consensos”, pero sin la interpelación conflictiva de las

subjetividades políticas.

10 Ver CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones, FCE, Buenos Aires, 2008, 131

El Estado, se convirtió en espacio de la gestión a favor de las clases dominantes, solo la ausencia

y su retirada era palpable por las clases subalternas, pero para realizar su construcción como

comunidad política sin fisuras, no podía apelar a un conjunto de lenguajes que podrían abrir el

camino de la interpelación, que mostraran los mecanismos de igualdad eran solo un disfraz, de ahí

desparecen del lenguaje político conceptos como clases, pueblo, ciudadanos, pero también se

presenta con cuidado la idea de consumidor, era necesario hablarle a una nueva entidad sufriente del

mercado, una entelequia que se convirtió en sentido común, la “gente”.

Este proceso de institucion de un lenguaje neoliberal fue acompañado por una estética de lo

político, lugares de pronunciación de la palabra, neutralización de espacios corporativos, el espacio

publico, el ágora donde lo político tenia su razón de ser, fue trasladado a un set televisivo, la política

sin políticos se revistió con las ropas de la estética de un producto a ser vendido, la totalidad de las

mediaciones eran puesta en bajo la óptica de una mercancía a ser ofrecida como sacrificio al dios

mercado.

Desde esos espacios privilegiados se presentaba un proceso de entrega de una “totalidad”, un estar

en el mundo sin niveles de conflictividad11, y si este se producía, se desplegaba como un proceso

aislado del devenir,

Las criticas y el conjunto de resistencias políticas y sociales al modelo neoliberal eran tildadas

bajo el estigma de un juego de variables de palabras que iban desde anti-democráticas hasta

totalitarismos, como un acto que afectaban esa armonía construida por ese “consenso” entre

desiguales en poder, sin poner en cuestión la lógica de acumulación del capitalismo en su fase

neoliberal.

Pero las arquitecturas del lenguaje y las estéticas neoliberales, a través de un proceso de

descontextualización podían mostrar los efectos del conjunto de políticas económicas, sin mostrar el

conjunto de causalidades que derivaban y concluían en ese entramado de protesta social. Había

desnutridos, pero no creadores de hambre, había desocupados, no creadores de desocupación…

había consecuencias no creadores de efectos.

Ese mundo estallo, entro en crisis, y nuevamente emergieron las clases, los pueblos, esa totalidad

no era homogénea, sino la presencia del pueblo, permitía visibilizar una comunidad partida,

poniendo en tensión el imaginario de una ficción igualitaria ofrecida por el libre desarrollo de un

mercado, primero en la soledad del nacimiento del Chavismo, luego diferentes experiencias

naciendo en el sub-continente que irán construyendo un espacio heterogéneo de respuestas a la

cuestión de la desigualdad en nuestras tierras.

Los derroteros de la historia, o las consecuencias de la aplicación de las medidas neoliberales sobre

un tiempo, hicieron que la arquitectura de los lenguajes que sustentaban ese modelo de “estar en el

11 Ver CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones..., pp. 91-92

mundo” perdieran sus espacios de legitimidad, los entramados lógicos de un lenguaje comenzaron a

entrar en un estado de sospecha continuo. lengua que se nos presentaba neutra ante los discursos

cruzados por las ideologías de lo político, rápidamente se configuraron como el rey desnudo ante

sus súbditos.

Los nuevos gobiernos nacionales populares se han ido construyendo sobre un marco de

legitimidades que rompen parte de las arquitecturas de los lenguajes de las izquierdas que pensaban

la institucionalidad republicana democrática como una trampa de las burguesías, fue puesta en

tension cuando las nuevas gestiones nos mostraban que esas legitimidades permiten constituirse en

espacios de prácticas sobre las posibilidades de modificaciones a futuro, construcción de un

conjunto de nuevas experiencias que articulan nuevas practicas emancipatorias, multiiples caminos

elegidos que ponen en constante tension los conjuntos de premisas sobre el se sostiene el modelo

republicano liberal, no solo en sus marcos institucionales..

Desde el Estado, se ofrecio la re-construccion del espacio publico, como un agora donde las

subjetividades políticas fueran obtuvieran visibilidad, sus reclamos, sus tradiciones, sus

experiencias interpretativas, un espacio de constitución de nuevas identidades, como dira Horacio

Gonzales, que poseen “imagenes del presente que se proyectan hacia al pasado y decisiones sobre

las simbologias nacionales compartidas, que a veces se confunden con las necesidades del Estado y

sus acciones pedagogicas colectivas, y a veces ingresan al debate social originando polemicas

publicas, rechazos y “deportaciones”, tanto de temas como de figuras”.12

La constitución de un nuevo agora político, que amplio mecanismos de intervención, lugares de

pronunciacion de los discursos, de sus legitimantes, nuevas formas colectivas emergieron en la calle

y las redes, nuevos lenguajes para pronunciarse sobre lo político, colectivamente re-abriendo

puertas a las tradiciones, experiencias colectivas, que ejercen una lectura interpeladora, a lo que

Jauretche denominaba “politicas de la historia”, claves para orientar una nueva lectura sobre los

significado de lo real, pero lecturas en un proceso continuo devenir.

Dentro del contexto de modificaciones en el proceso de redistribución de la riqueza, movilidad

social ascendente, la vuelta del Estado como soporte de los intereses de los sectores subalternos, la

recuperación del concpeto de democratización de la vida como espacio de digna de ser vivida

produjo por el cual las subalternidades han gando visibilidad, configurando un nuevo “estar en el

mundo”, un acontecimiento donde se puede generar la potencialidad de romper el esquema de la

temporalidad neoliberal que condenaba a la emergencia de un presente continuo mortífero, a la

construcción de un horizonte de expectativas donde proyectar esperanzas, posibilidades de una

democracia social.

Dentro de las clases subalternas, los procesos latinoamericanos de cambio social, representan una

12 GONZALEZ, Horacio, Lenguaje del Ultraje. De la generación del 37 a David Viñas, Colihue, Buenos Aires, 2012, p.14

modificación de las subjetividad politica y social13, carectirzada por la porosidad de apropiacion

como parte que los constituye de los proyectos, ya que en ellos encuentran nuevos mecanismos de

representación y participación, apropiación caracterizada por sentirse participes centrales de los

mismos, generando con sus diferentes mecanismos de intervención, que estos sean pensables y

presentados como una obra abierta..

En esta nuevas relaciones de mediacion de lo político, que interpela los mecanismos tradicionales

de participación y expresión politica, observamos que los diferentes gobiernos nacionales y

populares del sub-continente están construyendo una nueva arquitectura de lenguaje político

emancipatorio, las palabras que en las décadas neoliberales se vaciaron de contenido, son

configuradas con nuevos sentidos, entramados de voces buscando constituir un espacio de

disidencia sobre los consensos entre desiguales, así nuevamente asistimo como un conjunto de

expresiones, como emancipación social, revolución, democracia mas allá de sus lógicas formales,

republica mas allá de sus representaciones institucionales14, conflicto, organizaciones y poder

popular, retornan a ser puestas en disputa, la palabra emancipación social vuelve a dar vuelta en el

aire, el concepto de democracia vuelve a ser pensado mas allá de las lógicas de las formalidades,

conceptos en busca de sustantivos que le den una cadena de significados para conformar una nueva

manera de ver el mundo.

Reconstrucción del ágora publica, donde las palabras se ponen en tensión, en debate, una

arquitectura del lenguaje que acompaña las bases del edificio económico-social sobre lo que se

asientan las palabras y sus significados, esas trincheras de ideas que renacen y dan sentido a

“nuestro estar en el mundo”.

El Pueblo interviniente

En el entramado discursivo, la palabra socialismo ha adquirido nuevamente el carácter de concepto

abierto, es decir, adquiere un pluralidad de significados que comienzan a con-vivir en un solo

significante15, de esta manera el socialismo adquiere un conjunto de propiedades estructurales que

permite un conjunto de alternativas de interpretaciones, de desplazamientos en la perspectiva de

abordaje, se desliza a la idea de hipótesis posibles sobre lo real.

Como concepto abierto la pregunta sobre el socialismo, genera aperturas de interpelación sobre los

sentidos del entramado conceptual que le da vida, y permite diálogos con tradiciones anteriormente

consideradas antagónicas, construye subjetividades políticas que adquieren un valor nuevo en el

marco de la interlocución.

13 Podemos tomar como expresión de esta nueva subjetividad socio-política en los funerales de Nestor Kirchner (2010) y Chavez (2012).

14 Parte de este debate sobre la República en clave de las nuevas lecturas emergentes de las clases subalternas, es el debate abierto por el Gobierno Argentino sobre el poder judicial.

15 Construimos el concepto de socialismo como concepto abierto a partir de la lectura de ECO, Umberto, Obra Abierta, Planeta, Barcelona, 1992

La ampliación del agorá democrático, la reconstrucción del debate sobre la potencialidad de

cambios sociales en nuestra región ha generado nuevamente que palabras enterradas en la noche

neoliberal renazcan con nuevos bríos, pero teniendo en cuenta, que la pregunta es en referencia a la

irrupción del “pueblo”, que da cuenta de una comunidad política sin la homogeneidad que da cuenta

el entramado discursivo neoliberal.

Pueblo como representación de la subalternidad, de la presencia del pobre, mas allá y mas acá de

la presencia hegemónica de la clase obrera, subalternidad que da cuenta de los procesos excluyentes

de las décadas neoliberales, de recuperación del conjunto de tradiciones de las cuales son

portadoras, interrogación sobre las formas del devenir de las democracias que sobrevivían en las

lógicas de sus formalidades, de sus retiros del espacio publico, y su relación con los mecanismos de

constitución de sociedades desiguales, el pobre, el pueblo configurado como subjetividad política

que interviene para ser carne que muestra la desigualdad y la injusticia social.

Pero intervención en la disputa por los mecanismos institucionales sobre los que construye esta

relación entre democracia formal y República, practicas que ponen, siguiendo a William Cooke, en

constante limite los sistemas políticos regionales, pero que en esa tensión, en esa zona litigiosa, se

disputan las potencialidades de lo nuevo, de su institución como proyecto de las subalternidades

contra las lógicas conservadoras de las clases dominantes, configurándose un noción política del

pueblo, como diría Casullo:

“cómo se configura la noción de pueblo como un sujeto político donde mundos simbólicos, representacionales e

imaginarios culturales juegan con el mismo derecho que otras instancias estructurales en la construcción legitima de una

política”.16

El pueblo como subjetividad política se presenta como punto de ruptura de los procesos de

despolitización de las décadas neoliberales, iniciando un proceso de construcción e instituyente de

un espacio contrahegemónico, en este proceso se vuelve a pensar lo político como espacio de

conflicto, una lucha por construcción de una institucionalidad de un poder político de nuevo tipo,

real en relación con el Estado y con una conceptualización de una democracia donde las ideas de

igualdad y justicia social sean centrales, es decir, generan una re-apertura de la posibilidad de otra

experiencia democrática.17

En este proceso, vemos funcionar lo político, como superador del mero ejercicio del poder,

entendido en el control estructural del Estado, por supuesto necesario, para pensarlo, siguiendo a

Ranciere, como una configuración de un espacio especifico, un recorte de una esfera particular de

experiencia, de objetos planteados como comunes y como dependientes de una decisión común, de

sujetos reconocidos como capaces de designar estos objetos y de argumentar sobre ellos.18

16 CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones, FCE, Buenos Aires, 2008, 17717 Ver CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones...p. 19618 RANCIERE, Jacques, El malestar de la Estética, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2011, 33

Esta intervención política rompe con los esquemas imaginarios del orden de una sociedad

determinada, por lo cual, la misma genera mecanismos de reacción anti-igualitarias, ya que

determinadas fracciones de clases ven afectadas sus intereses reales y simbólicos, y encuentran en

la defensa del orden instituido, leyendo en lo real en clave conservadora, un dique de contención

contra los avances igualitarios y emancipadores de los proyectos políticos, de esta manera se

presentan como defensa de proyectos propios, cuando lo que hacen es defender las relaciones de

dominación instituidas en el periodo neoliberal, como decía Jauretche:

“La prosperidad de los de abajo molesta al escalon inmediatamente superior, a esa clase del quiero y no puedo, a quien

parece disminuir socialmente el ascenso de los que estaban un poco mas abajo porque alteran sus jerarquias rutinarias

de la importancia de lo social”

De esta manera, fracciones de las clases medias de nuestros países se esconden en progresismo

cuidador de las instituciones establecidas, pero sin poner en una tensión comparativa de los efectos

sociales y económicos de una posible re-implementación conservadora.

Entienden que las mediaciones establecidas entre la sociedad civil y la sociedad política, los

protegerá contra una invasión de lo plebeyo, sin pensar que sus intereses como clase terminan

atados en un nudo con los intereses de las clases dominantes, pensándose como sujetos que

comparten un universo simbólico con ellas.

Ahora en estos mecanismos discursivos apropiados por las fracciones de clase que quieren

mantener los privilegios adquiridos por los sectores dominantes, reconocen que detrás de la disputa

por los mecanismos de mediaciones, va mas allá de la disputa meramente institucional sino que es

un cuestionamiento a la totalidad del poder y de las visiones de mundo hegemonícas.

El populismo como forma transicional hacia un republicanismo popular

En la recuperación por parte de los gobiernos actuales de la dimensión conflictiva de la acción

política, la puesta en tensión de los limites de los sistemas políticos, nos permite pensar al

populismo, en clave instituyente y constitutiva de nuevas formas de republicanismo popular,

contrapuesto a la institucionalidad republicana, basada en un marco conceptual liberal clásico de

desarrollo de una separación de poderes, sin conflictos internos entre ellos, fuertemente sustentada

en la base de una democracia formal, centralizada en el ejercicio de derechos políticos y civiles,

donde la esfera republicana y democrática como regímenes políticos se entremezclan frente a una

“impostura” de democracia social de un régimen político, multi-interpelador, creador de múltiple

cadenas de equivalencias, destinado a intentar un vacío imposible de llenar.

Rinesi, plantea la existencia de dos momentos constitutivos de la filosofía política moderna, el

“momento maquiaveliano”, asociado a la celebración del conflicto y a la apertura de la historia, y el

“momento hobbesiano”, que se asocia a la preferencia a la estabilidad y los modos de encuadrar el

desorden en las cosas, según este autor la modernidad se desnuda en esa lucha por las

interpretaciones, pero como proceso de lucha política, nos permite pensar la existencia de un tercer

momento, “momento shakespeareano”, instalado en un tipo de pensamiento en el seno de la

contradicción de la relación del orden y su disolución, entre sistema y los elementos de su

disolución.19

Ese ultimo momento es esencial para pensar la política, ya que como afirma el autor:

“.... por la simple razón de que la política no encuentra su lugar sino en el interino, lleno de tensiones, que se

entiende entre estas dos figuras (Nota: el autor habla de las metáforas sobre política de Emilio de Ipola, la del sistema y

la de revolución). En efecto: no se consigue pensar la política... un pensamiento sobre el orden social que no preste

atención al conjunto de prácticas que todo el tiempo lo inquietan o lo desestabilizan, pero tampoco consigue pensar la

política un pensamiento sobre la revolución que no considere la forma en la que funciona ese orden que se trata de

revolucionar”.20

La tensión trágica del hacer político se encuentra en el constante conflicto entre un orden y un

proceso de impugnación, los nuevos movimientos políticos se constituyen en el marco de esa

tensión movilizante cuyo resultado es generar un proceso de consolidación de un nuevo orden

institucional.

De esta manera, el populismo, por lo menos para los casos latinoamericanos, puede ser

considerado como espacio transicional entre regímenes políticos, dentro de la disputa por el

sentido de lo republicano, leído en clave popular o en clave neoliberal, la intervención populista,

como proceso tiene su origen en la impugnación del orden previo, de una lógica de lectura que

coloca al Estado en una lógica de no neutralidad frente al conflicto socio-político, colocando en la

tensión desde una re-organización de los mecanismos de interpelación desde el espacio publico las

razones de ser del régimen político previo, emergencia que se encuentran enmarcados en espacios

institucionales existentes, pretende la modificación y la construcción una nueva institucionalidad,

un nuevo régimen político, republicano popular de ampliación de derechos sociales y económicos

que favorecen a las clases subalternas de la sociedad.

Si bien, la impugnación puede iniciarse desde arriba, en su devenir va re-configurando la totalidad

del régimen previo, modificando las estructuras distributivas, los perfiles macro-económicos, las

hegemonías de clases, reconstruyendo un nuevo marco simbólico en la sociedad.

Realizar una aproximación al populismo como periodo transicional dentro del espacio republicano,

implica repensar las posibilidades de tensiones abiertas entre la idea democracia en su marco formal

y la democracia en cuanto realización de ampliación de derechos económicos, sociales, políticos y

civiles, es poner como potencialidad de lo institucional existente como espacio de posibilidad de

realización de las probabilidades y potencialidades contenidas en un proyecto de Estado interventor.

Casullo, plantea que el populismo en los contextos latinoamericanos, refleja la intervención de

19 Ver RINESI, Eduardo, Política y tragedia. Hamlet, entre Maquiavelo y Hobbes, Buenos Aires, Colihue, 2011.20 RINESI, Eduardo, Política y tragedia..., p. 253

poderes sociales que deciden una política, donde el Estado democrático toma posición contra los

status quos vigentes, canalizando formas de participación política que enriquecen las luchas

democratizadoras en términos de representación popular, el populismo, dentro del contexto

expuesto con anterioridad, es la representación de correlaciones de fuerzas y formas estatales que

reforman el molde una democracia esclerotizada.21

El populismo, según el autor: “A cuestionar la impotencia política de los Estados. A remocionar la profunda dificultad de re-invención de la

política desde un poder contrahegemónico actuante realmente existente. A cuestionar el pasaje tanto desde el mundo de

las ideas como desde el mundo hechizado por “la fragmentación social”, hacia formas de disputar efectivamente, desde

el poder democrático reunificado, repontenciado, el conflicto contra intereses establecidos con sus políticas aliadas.”22

O sea el Estado populista, plantea la idea de un poder político actuante y real, legitimado como re-

fundante de las instituciones republicanas que lo estructuran, una re-apertura politizadora de la

sociedad frente a la exclusión de una institucionalidad que durante momentos, aparece como

limitante, es decir, no pone la legitimidad de la noción de República, sino la tensiona, le mueve los

limites sobre los que actuá como base, es una apertura del horizonte de la experiencia democrática.

El populismo, actuá como:

“...expositor de la tensión entre la política como modelo de cierre institucional, o de permanente reapertura

democrática”. 23

Como fase transicional, lo que realiza el populismo, es asumirse como el momento trágico de lo

político, para configurarse como potencialidad de la instalación de un nuevo régimen político, con

nuevos mecanismos de canalización de las tensiones sociales, reconociendo que en este momento

transicional los antiguos poderes hegemonicos se presentan bajo la forma forma destituyente, como

un intento de impedir el momento constituyente del nuevo orden.

Como ejemplo tomar el lock out patronal del campo, que nace contra la aplicación de una medida

impositiva, se consolido como un núcleo socio-político conservador anti-gubernamental en el 2008,

pero a su vez permitió la constitución del kirchnerismo, como proyecto político antagónico, es

decir, el otro destituyente conforma un nosotros constituyente, configura un nosotros inclusivo, que

logra incorporar nuevos sujetos sociales y generacionales, constituyéndose como el momento

transversal por excelencia del kirchnerismo.

En este proceso de confrontación, se produce un cambio en las legitimidades de las intervenciones

en lo político, se pone como idea clave la subordinación de los actores sociales extra-

institucionales a las decisiones de lo político, como ordenador y regulador de la sociedad,

rompiendo mecanismos de intervención y de condicionamiento de los poderes facticos legitimados

21 Ver CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones, FCE, Buenos Aires, 2008 pp. 182-18322 CASULLLO, Nicolas, idem, p.184, Las itálicas se encuentran en el original.23 CASULLO; Nicolas, idem, p.205

durante el periodo neoliberal, recomponiendo la idea de una ciudadanía mas allá de los actores

extra-institucionales que se desenvolvían en el mercado, y su rol como reguladores de la sociedad

civil.

El pueblo, como sujeto de constitución del discurso en el populismo, no es una categoría vacía,

tiene un núcleo central; pobres y trabajadores, son ellos quienes impondrán cadenas de significantes

y de equivalencias, sin clases subalternas no hay posibilidad del pueblo, ahora este pueblo se

constituye como ciudadano, es sostén de la República, como forma de gobierno, pero cuyos

contenidos de significación no son eternos, sino son marcos de luchas de interpretación sobre las

palabras, como vimos, con Rinesi, es un espacio de lucha política.

Intelectuales y Kirchnerismo. El retorno a la pregunta sobre el compromiso intelectual

un espacio entre Hugo y Hoederer

Preliminares

Uno de los cambios de la última década es la aparición de la pregunta sobre el rol de los

“intelectuales” en una sociedad, nuevamente se pone en discusión este gran termino, en el ultimo

libro de Carlos Altamirano24, es un interesante recorrido sobre los lugares de habla, de constitución

de ese grupo y el conjunto de debates en torno a los significados, leídos principalmente en una

doble clave: la normativa, respecto al rol de intervención, compromiso respecto a la actualidad del

tiempo vivido, o en clave sociológica, pregunta sobre quien ocupa el lugar de la palabra intelectual

en una sociedad.

Estos son momentos donde las palabras se mueven en una conjunción de espacios, pero la palabra

se ha vuelto pública, desnuda, situada, tensionada, en busca de remontarse mas allá de las firmas,

buscando nuevas legitimaciones, mecanismos argumentativos, palabras que se encuentran

disputando lo político, la palabra se ha vuelto igualitaria.

En este conte contexto frente a la idea de lo intelectual le nacen un conjunto de interrogaciones:

¿dónde se encuentra?, ¿en ese espacio de reconocimiento de reglas, escrituras, intervenciones,

limites difusos que producen aperturas y estrechamientos?, ¿en un conjunto de legitimaciones que

recorren trayectorias biográficas que dan cuenta del uso de las palabras en ese trayecto de nuestro ir

hacia el punto determinado al nacer?, o quizás ¿en ese todos colectivo que construye esa palabra

que disputa significados, lecturas, sueños, y utopías?, ¿es similar a una posición en el ejercicio de

una determinada practica a ese amplio rango vinculado a las disciplinas humanidades o es el ser

humano que interviene en la disputa del ágora democrático?.

Lo intelectual, como palabra maldita, como palabra que genera compromisos, discordias,

legitimaciones de la dominación y la liberación, que recorre los caminos mas allá de lo trazado por

las escrituras, por los espacios legitimados de lo impreso y el conjunto de certificaciones entregadas

por las academias, ¿el intelectual como estatus? ¿Cómo palabra escondida?.... porque también así

como existe la pregunta sobre el ese murmullo que puede generar en determinados momentos

políticos y sociales de una sociedad, a uno le nace la sospecha de los silencios, el silencio como

exilio de la palabra, para dejar lugar al triunfo de los consensos entre desiguales de la dominación.

Como afirmamos con anterioridad, son momentos donde la palabra ha adquirido un alto grado de

configuración igualitaria, muchas veces recorriendo los espacios del margen, intervención que

presenta un conjunto que rompe solamente el apoyo o no de determinadas medidas, sino en ellas, se

encuentran las aperturas de las discusiones perdidas en las décadas de los finales (historia, política,

24 Ver ALTAMIRANO, Carlos, Intelectuales. Notas de investigación sobre una tribu inquieta, Buenos Aires, Siglo XXI Editores Argentina, 2013

izquierda), nuevamente colectivamente nos hemos abierto a re-pensar, la democracia, la igualdad, la

republica, la lucha de clases, la izquierda, la derecha, el odio, el amor, lo humano en su conjunto.

Palabra que se incorporo a través de la brecha, que no es solo un camino sin argumentaciones, sino

que puso en tensión los mecanismos argumentativos legitimados por la idea de final, intervenciones

que se construyen a contrapelo, que retoman las palabras de los vencidos disputando su lugar a la

palabra del vencedor, palabras….

Quizás la acción central de lo intelectual, pero patrimonio compartido por todos, que rompe los

mecanismos constituyentes de lo desigual, porque el principio central de lo igual es la capacidad de

los habitantes de la comunidad política de generar la palabra.

1. Desde la llegada de Nestor Kirchner al poder en mayo de 2003, se planteo la necesidad de

articular una relación de dialogo con el campo intelectual, proceso caracterizado por un conjunto de

idas y vueltas, diálogos, rupturas, hasta la aparición de Carta Abierta, que consolido un espacio

intelectual propio frente al momento de ruptura histórica que significo la movilización de los

sectores patronales del campo en el 2008.

Dialogo de tensiones entre la búsqueda de la pregunta de la tarea del intelectual, y la pregunta del

político en el devenir de la acción propia, interrogantes sobre las formulaciones entre la formulación

de una nueva arquitectura del lenguaje que expresara los conceptos: movimiento, lo político y su

nueva relación con lo social, la re-lectura de lo nacional y popular, la conformación de vasos

comunicantes con las culturas de izquierda25, cuestionando nuevamente la posición del intelectual

en la sociedad, su participación en las mediaciones entre la sociedad política y la sociedad civil,

lugares de enunciación discursiva.

Dialogo complejo entre los espacios de “autonomía” discursiva consolidados en el entramado de

las modificaciones en nuestra sociedad a partir del conjunto de reformas neoliberales, mecanismos

de legitimación y de circulación de la palabra, niveles discursivos que conforman nuevos

entramados de pasajes.

Re-configuración de una política cultural, que pretende poner en tensión la democratización de la

palabra, subjetividades con capacidad de dar un sentido y significado a lo real, a la participación y

lecturas sobre lo constitutivo de la acción política, ubicando el disenso y la lucha agonistica en la

arena política argentina.

Espacio heterogéneo, circulando entre un discurso de binaridad constitutiva, en la toma de

posición respecto a la aparición del momento kirchnerista en la grietas del acontecimiento político

nacional.25 Para este ensayo vamos a pensar a las culturas de izquierdas integradas tanto las orgánicas como las otras tradiciones emancipadoras, que pueden rondar el arco que va del marxismo clásico a las diferentes versiones de izquierdas liberales. De esta manera el dialogo interpela a un conjunto amplio de arquitecturas del lenguaje características de cada tradición.

Frente a ciertos discursos, la toma de posición no implica la perdida de la capacidad de la critica

constitutiva, sino que en el momento de la palabra enunciada, la misma se ubica en el espacio de la

lucha de interpretaciones, de esa construcción de una nueva arquitectura del lenguaje político,

recuperación de tradiciones e imaginarios sociales.

Estas luchas interpretativas adquirieron una mayor claridad, en el momento de la ruptura simbólica

del rol de neutralidad discursiva de los medios de comunicación, que dejaron de ser presentados

como una extensión de la “neutralidad”, y se configuraron como expresión también de los poderes

económicos, ubicando su discurso como un espacio de emisión de sentidos sobre la totalidad de lo

real, que configuraban lecturas rectoras de la realidad, lecturas no inocentes, la “neutralidad”

emitida como posición discursiva implicaba pretender universalizar los significados de lectura sobre

la totalidad de la sociedad, a partir de los intereses particulares ocultos en la puesta en escena de una

estética de lo político, legitimador de formas de recepción y comprensión de la realidad, hegemonía

de un lenguaje que codificaba un extensión de lo real sin vínculos entre el vocero y el dueño de la

palabra, lecturas organizadas en torno a la idea de una sociedad sin conflictos, formas de estar y ser

en el mundo, donde la contradicción aparecía como elemento de anomía en el cuerpo de la

sociedad, contradicción excluida a los margenes de lo real, no constitutivo de una sociedad.26

Donde la idea de una “civilización”, leída en clave de la expansión del mercado como regulador de

las relaciones entre los ciudadanos, ahora leídos e entendidos, como “ciudadanos-consumidores”,

ubicaba como parte constituyente de su identidad, a un otro, en el margen, excluido del festín

neoliberal, esperando el “derrame mágico” de las migajas sobrantes, un otro estigmatizado, ubicado

en las lineas de la “Barbarie”, incompresible presencia que emergía en los piquetes, los

movimientos de desocupados, en los comedores, voces de los vencidos por el neoliberalismo, que

susurraban a los oídos del poder su presencia fantasmal, como diría Benjamín, una “civilización”

construida sobre la “barbarie” propia de su devenir, no como un afuera, sino, parte integrante de su

devenir, parida desde sus mismas entrañas.

Un campo intelectual y político que establecen lecturas, diálogos, idas y vueltas, sobre el transito

de lo democrático, su desenvolvimiento en una sociedad que paria exclusión, sobre si solamente las

formalidades son suficiente para lograr una definición aproximativa a pensar la democracia como

vida de una sociedad, recuperación del dialogo abierto en la primera etapa del alfonsinismo, una

expresión que dejaba de ser partidaria para ser instituyente del ser democrático, la relación de la

primacía del “mercado” como sujeto regulador del conjunto de la sociedad.

El neoliberalismo puso en tensión parte de los supuestos de los campos regulados por el “gran

campo” el Estado, ubicando al mercado como un río que inundaba con sus relaciones al conjunto de

los campos autónomos.

26 El presente párrafo es una lectura de CASULLO, Nicolás, Las cuestiones, Buenos Aires, FCE, 2008

En cierta manera, la construcción del imaginario de una autonomía discursiva, por parte de

determinados sujetos sociales, tanto en el campo intelectual como en el ciertas culturas de

izquierdas, se desarrollaba frente a las formalidades del andar del neoliberalismo, reflejo, en parte

del proceso de des-politización impuesto por las fracciones de las clases dominantes, resultado de la

crisis del Alfonsinismo en 1987, y la política de des-politización de la sociedad, y de los ámbitos

académicos, durante el menemato, el kirchnerismo, en este sentido, representa un conjunto de

realidades que re-politiza los espacios de producción discursiva, tanto académicos cono extra-

académicos, al interpelar con un conjunto de practicas las posiciones de los sujetos sobre la esfera

de lo político.

2. La intervención del campo intelectual en la sociedad civil, principalmente con mayor visibilidad

a partir del conflicto del 2008 con las entidades agropecuarias, han puesto en tela de debate el

conjunto de estéticas de lo político27 implementadas durante las décadas neoliberales, en las cuales

una conjunción de concentración de medios periodísticos, la consagración de la idea de la

imposibilidad de encontrar una alternativa a la serie de políticas implementadas, es decir el recorte

de las configuraciones de lo posible y la constitución de un cuerpos de experiencias homogéneas,

definieron un conjunto de actos sobre lo visible, lo que se puede decir sobre ello y que sujetos

podían emitir un juicio sobre lo mismo, los entramados discursivos del espacio económico,

despojados de las mediaciones entre espacio de habla y emisor, establecieron una distancia

discursiva entre un poseedor de un saber, autónomo de lo político, y conjunto de sujetos sociales,

despojados de la posibilidad de acceder al acto de conformación de una subjetividad colectiva,

pasividad de la aceptación del hecho neoliberal como única posibilidad de devenir de la re-

estructuración de la sociedad.

La intervención de un conjunto de intelectuales en el momento destituyente del 2008, abrió una

fuerte brecha de disenso discursivo sobre la arquitectura del lenguaje neoliberal, que implicó una

nueva forma de pensar las posiciones que los cuerpos, los sujetos hablantes colectivos, se re-

apropian de la capacidad de designar objetos, de organizar la realidad, una organización nueva de lo

sensible, siguiendo al filosofo francés Ranciere, que ponen en tensión los regímenes de presentación

y de interpretación de lo real, una re-configuración de los regímenes de percepción y significación,

es decir:

“Reconfigurar el paisaje de lo perceptible y de lo pensable es modificar el territorio de lo

posible y la distribución de las capacidades y las incapacidades”. 28

Este proceso de pensar las brechas de disenso en torno a los entramados discursivos, se configura

como un proceso de subjetivación política, proceso que avanza sobre la capacidad de los sujetos

27 Tomamos el concepto de Estética de lo político que se encuentra desarrollado en RANCIERE, Jacques, El espectador emancipado, Buenos Aires, Manantial, 2010, p. 65

28 RANCIERE, Jacques, El espectador emancipado, Buenos Aires, Manantial, 2010, p. 52

políticos sobre la pregunta del saber que objetos y sujetos están incorporados, y cómo, en el

conjunto institucional que conforma un Estado, abrir la brecha sobre como las leyes producen una

definición de relaciones que instituyen una comunidad política.

Interpelación que rompe con la evidencia sensible de un orden dado por “natural”, que destina a

los sujetos a ocupar posiciones de comando o de obediencia, a la participación publica o privada,

una asignación de una temporalidad que estructure los mecanismos de la vida, formas de ser, ver y

decir, una lógica que ubica cuerpos en lugares previamente distribuidos, que legitima voces que

enuncian determinadas practicas discursivas, interpelación que se hace a través de una invención de

una instancia colectiva de enunciación, re-diseñando los espacios comunes29, actividad que implica

recomponer una arquitectura del lenguaje propia de la presencia de lo colectivo, a través de dotar un

nuevo conjunto de significados a tradiciones políticas, re-significación conceptual, de pensar la

temporalidad y los relatos que se disuelven en la sociedad, de significar una relación pasado-

presente que permita una nueva configuración de lo posible.

3. Como mencionamos, al comienzo del presente ensayo, el kirchnerismo, desde su llegada al

gobierno, intento establecer puentes con el campo intelectual, una dialogo con un conjunto de

intelectuales enrolados en un concepto demasiado poroso y fluctuante, “progresistas”, en el se

podían encontrar tradiciones que iban desde diferentes culturas de izquierdas hasta liberales

republicanos, con participación en la constitución de grupos que actuaban con diferente niveles de

proximidad en experiencias que iban desde el espacio sindical hasta espacios de asesoramiento de

partidos políticos, este acto de dialogo intentaba recuperar la pregunta sobre el papel del intelectual

en una instancia de la construcción de un modelo político alternativo al neoliberalismo.

De esta manera, el kirchnerismo naciente interpelaba a varios de los supuestos “naturalizados”

durante el periodo anterior, poniendo en tensión un conjunto de preguntas en torno a la relación

intelectual y política, supuestos en torno al rol de la critica, sobre que espacios se ejerce la misma,

es decir, sobre que poderes que articulan una sociedad capitalista, pregunta implícita sobre que se

entiende por autonomía discursiva del intelectual, sobre la idea de neutralidad del sujeto

participante, o sea un conjunto interrogativo sobre los imaginarios sociales sobre quienes

conforman el campo, sobre los mecanismos de definición sobre quien esta incorporado, sobre sus

limites, parámetros que preguntan sobre lo intelectual.30

Un ejemplo de lo expuesto en los párrafos anteriores, es la situación descripta por el filosofo Jose

29 Ver RANCIERE, Jacques, El espectador emancipado, Buenos Aires, Manantial, 2010, pp. 61-6230 Dentro de la bibliografía sobre el debate actual sobre el rol del intelectual se recomienda la lectura de

SARLO, Beatriz, La audacia y el calculo. Kirchner 2003-2010, Buenos Aires, Sudamericana, 2011, principalmente el capitulo V “Discurso e Ideologia”, GONZALEZ, Horacio, Kirchnerismo: una controversia cultural, Buenos Aires, Colihue, 2011. Para un paranorama de la relación entre los intelectuales y la política desde la llegada de la democracia PAVÓN, Héctor, Los intelectuales y la política en la Argentina. El combate por las ideas 1983-2012, Buenos Aires, Debate, 2012

Pablo Feinmann en su libro El Flaco31 donde ronda en torno a lo largo del mismo una especie de

una recreación, principalmente a partir de la decisión del ex-presidente de dejar de lado la idea de

de la construcción de un nuevo movimiento transversal para dirimir poder dentro de la estructura

partidaria del Partido Justicialista, del dialogo que se realiza en el acto III de Las Manos Sucias32,

entre Hugo y Hoederer.

En ese acto de la obra teatral se articula en torno a la pregunta sobre la relación entre política e

intelectualidad, pensar los grados de la autonomía intelectual y la practica de lo político, entre las

éticas de la convicción y la ética de la responsabilidad planteada por Weber, un dialogo que marca

las tensiones entre el campo político y el campo intelectual, una marca que estará presente en el

campo intelectual argentino como tensión interrogativa a partir del periodo post-dictatorial, y que la

llegada del kirchnerismo al poder, volvió a colocar en el debate.

El dialogo sartreano, puede ser leído sobre como los mecanismos interrogativos de quienes, desde

del campo intelectual, se realizan la interrogación sobre lo político, y dentro de esto la pregunta

sobre el compromiso político, un espacio que encuentra la tensión constitutiva entre lo teórico y la

praxis política, entre el espacio de lo ideal y lo real, tensión que retoma Hoederer, al explicar a

Hugo, sobre la imposibilidad de realizar y poseer un compromiso político sin previamente aceptar,

y tomar como punto de partida, lo que los hombres son, es decir, actuar, en algunos casos, sobre las

circunstancias pre-establecidas que configuran el accionar de los sujetos sociales33, que configuran

el campo de lo posible mediato, sin dejar de ejercer una proyección sobre lo posible en el futuro34.

En este sentido, la intervención del sujeto no implica necesariamente dejar de lados los principios

rectores, sino reconocer que el campo de lo político, es necesariamente un espacio de conflicto,

donde las fuerzas y/o subjetividades intervinientes no participan en igualdad de condiciones, y, su

vez plantea como eje para la reflexión la naturaleza de no-autonomía argumentativa del intelectual,

sino que la misma es una construcción que proviene de la ruptura significante, para el caso

argentino, de la dictadura cívico-militar como acontecimiento, condicionante a su vez de la naciente

democracia argentina, que luego de la experiencia del gobierno de Alfonsín, se construyo como un

el discurso exiliado y circulante en el espacios académicos, o tal vez, en espacios ubicados en la

zonas limites de participación en la sociedad civil, este ultimo actuando como discurso

interviniente, pero con escaso grado de recepción en la arena publica.

El campo intelectual argentino, empezó a designarse en función del grado de participación en la

31 FEINMANN, José Pablo, El flaco. Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner, Buenos Aires, Planeta, 201132 SARTRE, Jean-Paul, Las manos sucias/Kean, Buenos Aires, Losada, 199733 Marx afirmaba: “Los hombres moldean su propia historia, pero no lo hacen libremente, influidos por las

condiciones que ellos han elegido, sino bajo las circunstancias con que se tropiezan inexorablemente, que están ahí, trasmitidas por el pasado.” MARX, Karl, 18 brumario, Buenos Aires, Ediciones Libertador, 2007, p. 17

34 Aunque se puede realizar la pregunta sobre los limites de las alianzas políticas en un contexto de correlación de fuerzas no favorables.

esfera de la academia como rectora de la pertenencia o no del mismo, modificación que fue

acompañado por la serie de reformas neoliberales del gobierno de Carlos Menem, que instituyo un

entramado de una nueva legitimación, articulada sobre la conformación de los mecanismos de

financiamiento de la investigación, generadora de nuevas practicas y experiencias académicas.

En cierta manera, la consolidación de estos mecanismos instituyo un posición de presentación de

lo académico como de “neutralidad científica”, respecto a lo conflictivo de la arena política, es decir

estableció una fisura entre lo académico y lo político35.

El hablar, la emisión discursiva, que legitimaba dicha fisura en los últimos tiempos ha sido puesta

en tensión.

El dialogo sartreano que se establece con mayor fuerza en el acto III de las Manos Sucias, tienen

como marco de referencia a las subjetividades pensando e interrogándose sobre político, no es solo

un debate entre dos sujetos que separan lo político del rol de intelectual, en ambos casos, tanto

Hugo y Hoederer son lo político y lo intelectual, no hay división social del trabajo, en toda la obra

no esta establecida dicha separación, sino que esta atravesado por el lugar hegemónico del lugar del

habla, es decir, intelectual-político o político-intelectual.

De esta manera, la obra teatral presenta el conflicto entre lo político como un conjunto de

principios rectores que regulan nuestra presencia en el ámbito de la praxis, y, por otro lado, la

política, que incorpora el contexto sobre el cual se ejerce la misma.

En este sentido, Hoederer no es representante de lo pragmático hegemonizando lo político, y

Hugo, el autónomo intelectual, cuyo objetivo si bien es el de ubicarse como el vigilante de la acción

de Hoederer, y que tiene la orden partidaria de asesinarlo si es el caso, interesante metáfora a la que

volveremos, sino que es participante de un debate interno sobre el régimen de legitimidades que se

dan en el entramado de las relaciones de la acción política sobre lo real, se puede resumir en el

siguiente conjunto interrogativo ¿cual principio actuá como central? ¿cual corre el riesgo de

inmovilidad?.

Es sobre este conjunto interrogativo sobre el que se sustenta lo que podríamos decir la base

argumentativa de Hoederer cuando le dice a Hugo, si el principio rector de la acción política se

instituye como dogma, y no se toma la humanidad, como algo lo que es, y la convierte en sujeto

rector y habitante de un mundo ideal, puede producir un doble movimiento: la inacción, o el riesgo

de la destrucción de la sociedad.

En este dialogo que se establece, adquiere una centralidad para comprender una parte de la primer

relación entre intelectuales y el gobierno de Nestor Kirchner, y sobre el que se sustenta gran parte

del libro de Feinmann, Hugo le reprocha a Hoederer, que las relaciones que establece con los otros

35 Acompañado esta fisura, en el espacio de la construcción relatos sobre lo real, que se basaba en una especie de neutralidad discursiva sobre un conocimiento, era llenado por los “técnicos” que argumentaban sobre lo económico como esfera autónoma.

partidos enfrentados a la ocupación corre el riesgo de generar transformismo que cristalice el pasaje

del partido para la revolución a un partido de gobierno, dejando de lado el principio rector del

partido revolucionario que es es la toma del poder, y no un conjunto de posibles alianzas que

pueden ser cooptadas por el sistema político post-ocupación.

En este contexto se produce la pregunta, realizada por Hoederer, que tiene una centralidad para

comprender político, en situaciones de desigualdad en la correlación de fuerzas adversa ¿cómo se

conserva el mismo?, y ¿desde qué realidad se interpela al mismo?.

Hugo al presentar como única variable de intervención el espacio del principio, recorta el espacio

sobre la intervención y de la construcción de lo político, no deja la posibilidad de constituir lo

político en una extensión de los riesgos de la praxis como elección sobre las configuración de lo

posible implícito en el presente, elección y responsabilidad en una elección entre caminos posibles,

pero contenidos como punto de partida en el acontecimiento del presente, acción de elección que

adquiere niveles de responsabilidad, porque como plantea Hoederer en el dialogo, la política se hace

para los vivos, es decir sobre los sujetos reales, que respiran, aman, es decir, sin amor hacia el

hombre real no hay posibilidad del ejercicio de la política como acto de constitución de una

alternativa al acontecimiento fundador.

En esta lógica del devenir de lo político en el dialogo de Sartre, se produce la intervención de

Hoederer sobre la relación entre los medios y los fines, sobre la inocencia del poder:

“Exactamente. Hoy es el mejor medio. ¡Cómo te importa tu pureza, chico! ¡Qué miedo tienes de

ensuciarse las manos! ¡Bueno, sigue siendo puro! ¿A quién servirá y para qué vienes con nosotros?

La pureza es una idea de fakir y de monje. A vosotros los intelectuales, los anarquistas burgueses,

os sirve de pretexto para no hacer nada. No hacer nada, permanecer inmóviles, apretar los codos

contra el cuerpo, usar guantes. Yo tengo las manos sucias. Hasta los codos. La he metido en

excremento y sangre. ¿Y qué? ¿Te imaginas que se puede gobernar inocentemente?”36

La acción política contiene en si, la negación del acto de inocencia, mas cuando se gobierna sobre

sociedades de clase.

Son las circunstancias las que determinan el accionar, las medidas a tomar, la correlación de

fuerzas en un momento determinado, pero volvemos a la idea, negar que la política no es inocente,

no es ubicarse y actuar sobre un paradigma pragmático es pragmatismo actuante, sino pensar que la

acción esta condicionada por el contexto de participación, es decir, los hombres actúan no en las

situaciones ideales sino sobre el entramado que la historia les construyo como presente.

En este sentido, Hoederer se mueve con principios humanistas, el amor al hombre, situado en el

contexto es el que lo lleva a la acción, no una subjetividad ideal sino de carne y hueso, principios

del humanismo que contiene la posibilidad del acto de violencia, pero que se reconstruye sobre el

principio de temor de la muerte del otro: “Prefiero la gente que teme la muerte de los demás: es

36 SARTRE, Jean-Paul, Las manos sucias/Kean, Buenos Aires, Losada, 1997, p. 84

prueba de que sabe vivir”.

Retornando a la idea previa de Hugo enviado a vigilar a Hoederer, se constituye en una interesante

metáfora sobre el papel de lo intelectual en lo político, en este sentido lo intelectual, se construye un

guía, un emisor de la palabra sobre lo político, lo cual nos lleva a la pregunta sobre la ubicación del

mismo ¿por afuera? ¿adentro?, la posición como punto de referencia, en determinados contextos es

desnudarse ante el otro, decirle yo hablo, pronuncio la palabra desde un determinado lugar, es decir

anulo la idea de espacio indeterminado, la palabra ubicada, expone al sujeto emisor en una situación

de vulnerabilidad, ¿hay posibilidad de escapar de la situación de vulnerabilidad?.

Solo ocultándose en un espacio de apariencias, donde el discurso tiene múltiples extensiones de

emisión, aun sabiendo que existe la posibilidad del desnudarse en los mecanismos de la

argumentación, los académicos que escriben sus lineas en diarios que son opositores al gobierno,

juegan con la idea de autonomía, se presentan, casi con la antigua idea del técnico, es decir, son

sociólogos, historiadores, críticos literarios, politólogos, de esta manera se produce un proceso por

el cual se oculta, y se presenta ante el lector, la idea de voz autorizada y legitimada por su

participación en determinados ámbitos, construyendo un imaginario frente a los lectores, de una

separación entre el discurso emitido y lo político.

Para terminar, podemos decir, que lo abierto por el momento político del kirchnerismo se

caracteriza por la antigua dicótoma que se enfrento el mundo intelectual, en décadas pasadas sobre

la posibilidad del compromiso de los mismos en la participación de la construcción de una arena

política de debate entre proyectos de nación.

¿Para que sirve la historia en los nuevos tiempos históricos?

El presente articulo pretende realizar pequeñas interrogaciones, sospechas, aproximaciones, a la

relación compleja entre la historia, como disciplina, sus canales de difusión en una sociedad, y las

“políticas de la historia”, en los procesos de cambio político en las sociedades latinoamericanas, y

en la Argentina en particular, dar cuenta del significado de lo que denomino la interpelación

revisionista, entendida a esta como una aproximación a la pregunta sobre la “políticas de la

historia”, desde una multiplicidad de espacios lecturas, a partir de la brecha abierta en nuestras

sociedades, en el sentido, de que solo en momentos de modificación de las estructuras económicas

sociales es posible generar los espacios para la construcción del debate, una interpelación que no

solo puso en tensión el conjunto de relatos historiograficos establecidos, lecturas sobre el pasado,

sino también, el lugar de los espacios académicos, atrapados en las los lógicas del neoliberalismo

educativo, y en el campo de la circulación, distribución y legitimación de mecanismos de escrituras,

discursos, encerrados y auto-reproductivos, haciendo propias las palabras de Umberto Eco:

“Desarrollar un problema no requiere decir resolverlo: puede significar solamente aclarar los

términos para hacer posible una discusión mas profunda”37

Aclaro, que no creo en las “neutralidades” ni a nivel disciplinar ni a nivel de participación en la

esfera publica, separación que se legitima en torno a la idea de distancia sobre sujeto y objeto de

estudio, donde lo “científico” se construye como una armadura respecto al conjunto de las

circunstancias que rodean a la subjetividad que produce interrogaciones, quienes trabajamos en

determinados ámbitos conocemos como el tipo de escritura permite realizar determinadas

estrategias discursivas para ocultar la separación, pero eso no significa que estén presentes.

Momentos políticos como los actuales, hacen necesario que seamos participes de la “batalla

cultural”, establecer los modos de desmontar los mecanismos del pensamiento colonial, desde las

multiplicidad de espacios que ocupamos como sujetos, tarea desde el punto de vista de trabajador/a

de la enseñanza en la universidad, tarea política, de romper ciertas estructuras que hacen vernos

como subjetividades privilegiadas por estar en el ámbito universitario, es establecer la pregunta

sobre la necesidad de interrogarse sobre la estructura universitaria, yo hablo desde la disciplina que

me forme, la Historia, la cual me apasiona, con la misma pasión que vivo los procesos en los cuales

nuestras sociedades se están desarrollando, la participación de quienes practicamos las ciencias

sociales en el ámbito del espacio publico, puede servir para dar cuenta, como afirmaba el

historiador cubano Moreno Fraginals, que la historia es un arma, tanto si la controla las clases

dominantes, como si es apropiada por los pueblos en su lucha por la liberación nacional y

continental.

La aparición nuevamente de la pregunta revisionista, o quizás ya debería ser denominado la

37 ECO, Umberto, Obra Abierta, Planeta, Barcelona, 1992, 51

cuestión revisionista, ha generado un alto grado de critica de cierto sector de la academia, que

implica un conjunto de preguntas sobre: epistemología, metodología, objetos de estudios o formas

de narrativas, el rol de la circulación y mecanismos de construcción de legitimaciones de carácter

disciplinar en el ámbito universitario, la compleja relación entre la disciplina, circulación societal de

los discursos historiográficos, los usos públicos de los mismos, y la posición de la disciplina

histórica en referencia a la serie de procesos socio-políticos que están en curso en nuestra región, y

en nuestro país en particular, del retorno de la categoría historia, en su carácter nuclear dentro del

campo de la política.

Enzo Traverso refiriéndose a la tarea del historiador, como actividad disciplinar y la relación

enunciada entre disciplina y circulación discursiva dice: “Si bien su profesión trata sobre la reconstrucción y la interpretación del pasado, no tienen el monopolio de su

representación. Esta última sigue diversos caminos, que los historiadores no controlan y que suelen superarlos. Su

trabajo está puesto al servicio de la sociedad que lo usa como quiere. Ellos no tienen la última palabra”38

La pregunta histórica, las miradas que se ejercen sobre el pasado, se encuentra atravesada por la

posición situacional del historiador, por el entramado compuesto, por opciones teóricas netamente

disciplinares, pero también por las opciones totales extra-académicas que conforman su

subjetividad, es decir, mirar el pasado implica que la misma es resultado del presente viviente del

historiador, el presente, que nos da el contexto social donde se ubica el nacimiento de los

interrogantes, la interrogación, los mecanismos de escritura, sus formas de legitimación en los

estilos, es parte de los marcos ideológicos, pensado estos marcos como lecturas rectoras sobre lo

real, que nos muestran que determinadas subjetividades se realicen determinadas preguntas y no

otras, de esta manera, podemos decir, la pregunta historia siempre permanece abierta.

Ahora, como lo señala Traverso, el discurso historiográfico recorre caminos que escapan al

monopolio del control de la historia disciplinar, es decir, en cualquier sociedad existe un uso

político/publico de la historia, ya que la misma es un instrumento que sirve para configurar círculos

de identidad colectiva, que instituyen un determinado relato sobre el pasado, que en el caso de

nuestras sociedades, gran parte del discurso publico de la historia es un representación del pasado

construido por los intereses ideológicos de los sectores dominantes que construyeron la idea de

nacionalidad en nuestro país, que a través del control de los aparatos de reproducción (manuales,

medios hegemónicos, etc.) convirtieron a la historia en un legitimador de complejo entramado

discursivo y simbólico, que Arturo Jauretche denomino como “Las Políticas de la Historia”,

estamos en presencia no solo ante un discurso que constituyente en el ámbito académico sino de un

constructo que permitió configurar arcos de solidaridad inter-clasista, que actúa como un importante

legitimador del orden de clase que se construye en el país.

38 TRAVERSO; Enzo, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, FCE, Buenos Aires, 2012, 283

Este relato historiográfico, construido sobre la narración del devenir de la hegemonía de la

oligarquía terrateniente portuaria de la Provincia de Buenos Aires y los grupos dominantes del

interior, encuentra como articulador fundador en la zoncera primera denunciada por Jauretche

“Civilización o Barbarie”, el devenir de la historia era la marcha de la victoria de la civilización

europeizante de los sectores dominantes porteños, sobre la barbarie de las masas populares, de esta

manera se construyo una historia política/publica con un conjunto de panteón de héroes, cuyos

bustos y nombres pasaron a formar parte de las nacientes urbes, o maquillando de cualquier

pretensión política, a sujetos que desde la incomodidad de tener que aceptarlos debían aparecer

como dóciles, se construía de esta manera una especie de patrimonio nacional, pero como diría

Benjamín:

“Tal patrimonio debe su origen no sólo a la fatiga de los grandes genios que lo han creado, sino también a la esclavitud sin nombre de sus contemporáneos. No existe documento de la cultura que sea a la vez documento de la barbarie.”39

Pensar el relato historiográfico en su proceso de instalación sobre la sociedad, a través de las

estructuras educativas, los espacios simbólicos, es también ejercer el acto interrogativo y de

sospecha sobre el conjunto de silencios, dar cuenta de un proyecto construcción que posee múltiples

voces, donde las palabras y presencia de los derrotados siguen latentes, cuya presencia pone en

tensión la ética del proyecto de construcción societal, de un relato que de cuenta de la “barbarie”

fundadora de la “Civilización”.

Es decir, también que mecanismos de legitimación se han producido, tanto dentro del campo de la

historia como disciplina y sus espacios de comunicación, como la historia se convierte en una

poética del saber, por el cual se establecen un conjunto de procedimientos por el cual un discurso se

da un estatuto de ciencia y lo significa, ese conjunto de reglas sobre los cuales un saber se escribe y

se lee40, se legitima y se distribuye, quienes son el conjunto de las subjetividades consideradas como

validas para la apropiación y construcción de un discurso sobre el pasado en un espacio social

determinado, es poner en tensión la relación entre el contrato científico, el contrato narrativo y el

contrato político propio de cada disciplina.

Es dar cuenta de la relación que se establece entre el conocimiento y la política, de que conjuntos

de mecanismos se constituyen como implícitos o como en determinados momentos se transforman

en visibles, es dar cuenta como el conjunto de aperturas de la escena del debate publico se ejercitan

en una actividad disciplinar determinada.

La pregunta, la interpelación, el debate, el desacuerdo, la constitución de un espacio publico donde

las mismas se expresen, servido para que los sujetos y espacios institucionales se pronuncien sobre

39 BENJAMIN, Walter, Los Conceptos de filosofía de la historia, Terramar, La Plata, 200740 VER RANCIERE, Jacques, Los nombres de la historia. Una poética del saber, Nueva Visión, Buenos Aires, 1993,

16-17

“los lugares de emisión discursiva”, un habla enmarcado en la institución de unl agorá publico,

donde la enunciación de un discurso tiene como objetivo la idea de configurar una subjetividad ante

los procesos políticos contemporáneos, ya formando opinión publico, o entregando conceptos para

interpretar a una disciplina determinada.

Esta serie de problemáticas han colocado en el centro de la escena publica, la pregunta sobre la

autonomía de la disciplina historia, y por lo tanto, de las ciencias sociales en su conjunto, es deudor

sobre una serie de debates sobre la palabra, abierto principalmente a partir del conjunto de

intervenciones sobre la “ley de medios audiovisuales”, lo novedoso de la apertura del debate sobre

la historia, es la superación de los muros académicos, y la incorporación como núcleo central del

debate, quien es el portavoz de legitimidad del discurso enunciado sobre la disciplina.

Cualquier sociedad instituye un relato historiografico para generar puntos o marcas de pertenencia,

los mismos tienen una estructura que permite generar lecturas rectoras sobre la pregunta del pasado,

y en épocas de crisis y constitución de nuevos espacios políticos, esas lecturas entran en un estado

de sospecha, sospecha nacida de la pregunta ¿por qué llegamos a ser quienes somos?, un relato, que

muchas veces, articulan al pasado, como una lectura pedagógica, incluyente de disputas sobre

memorias, narraciones, actores sociales, caminos de interpretación que el presente instaura como

espacio de dialogo con el pasado, por lo cual, en la crisis, el dialogo entra en una fase de tensión.

Así mismo, desde el Estado se intenta reconstruir una lectura posible del pasado, elección de las

claves de lectura sobre los acontecimientos, formando parte de la “batalla por la historia” en el

espacio publico.

En momentos de re-pensar la historia en los canales que nada el relato historiografico se pone en

tensión una seria de puntos conformadores sobre las legitimidades del relato y de quienes se pueden

pronunciar sobre el mismo, como vimos con anterioridad, Enzo Traverso, plantea que los

historiadores tiene a su disposición los mecanismos para la interpretación y la comprensión del

pasado, pero no necesariamente tienen el control sobre el destino de los usos públicos de los

mismos, y lo mas interesante, no son los únicos habilitados a generar/emitir un discurso sobre la

historia.

Por lo cual, la interpelación revisionista, en un primer momento fue pensada como intervención de

sospecha sobre la narración publica del pasado, pero a su vez, interpelo, de manera indirecta los

mecanismos y espacios legitimadores del discurso historiografico en sus diferentes ámbitos.

El historiador, como profesión, se encuentra atrapado en una auto-apelación circular sobre quienes

son los legitimadores de la escritura de sus trabajos, es decir, gran parte del debate historiografico

circula en los ámbitos de las universidades, pero también tiene la intención, generalmente con poco

éxito, de ser participante del debate político que se construye en la sociedad.

Se enfrenta a la pregunta sobre la utilidad social del conocimiento disciplinar en una tensión entre

la construcción de un discurso, dentro del conjunto de reglas de escritura (formas narrativas,

mecanismos de legitimación de la misma) que le permitirían ser un participante en el campo de la

disciplina, y la necesidad de construcción de un discurso que circule por afuera del campo.

En el debate, desde los espacios académicos se planteaba, de manera correcta, que la escritura y la

formación historiográfica esta atravesada por un conjunto diverso de objetos de estudios, teorías

interpretativas, que se articulaban mas allá del debate en torno a historia mitrista o historia

revisionista, cuestión que nadie pone en duda, sino hay un olvido sobre el papel social del

historiador, como profesional, en una sociedad.

El historiador, como se menciono con anterioridad, como cualquier persona, esta atravesado por

un entramados ideológicos, que marcan su espacio situacional, esta condición situacional son

marcas constitutivas de las interrogaciones que hará al pasado, no puede despojarse de las mismas,

son constituyentes de su integridad como subjetividad, su pertenencia a una comunidad escindida

por los conflictos/antagonismos entre los entramados que construyen la necesidad de pensar e

interrogarse sobre su participación en la construcción de un proceso hegemónico de dominación o

un proceso contra-hegemónico de emancipación, situarse en la tensión constitutiva de la pregunta

sobre su ubicación profesional en la sociedad, sobre el conjunto de escrituras, sobre si las mismas se

moverán en espacios de auto-legitimación o se desnudara en el calor de la intervención social del

debate publico.

Dar cuenta de las marcas, de las brechas, de silencios, de lecturas que confluyen en su actividad

diaria, porque ser participe de una comunidad es poner también en tensión el conjunto de reglas de

legitimación que se articulan para generar efectos de validación sobre los discursos historiograficos

que se instituyen como necesarios para ser miembros de ese campo de conocimiento.

Nuestra actividad implica un hacer “ver” sobre el pasado, sobre nosotros mismos, los lugares de

intervención desde los cuales nos enunciamos como sujetos con una legitimación determinada para

emitir un conjunto de interpretaciones y actos de comprensión sobre el pasado, validado por un

conjunto de reglas institucionales determinadas históricamente y por la ubicación dentro del campo

respectivo de conocimiento, esas reglas que producen una legitimación discursiva no solo se

refieren eminentemente al conjunto de determinadas practicas especificas, marcos de interpretación,

filosofías sino, principalmente con un conjunto de practicas no necesariamente vinculadas a la

producción de un conocimiento: obtención de un conjunto de títulos de post-grados, participación

en congresos, validaciones vinculadas a la obtención de subsidios, así también, sentirse parte de una

comunidad imaginada de integrar un espacio determinado... es decir, el lenguaje del enunciado esta

legitimado en la materialidad de practicas no discursivas de la disciplina, que a su vez, nos validan

como participantes legítimos de ese lenguaje.

Es decir somos participantes de un conjunto de representaciones que articula su dimensión

“transparente”, y su dimensión “reflexiva” o de opacidad enunciativa41, las cuales las podemos

interiorizar, y de esta manera generar una naturalización de las mismas, o podemos ponerlas en la

tensión interrogativa sobre como nos constituimos como trabajadores en determinados ámbitos.

En general, determinadas practicas generan la construcción de una distancia, sobre lo enunciado,

un proceso de exclusión de la participación del habla de quienes no son participes de la comunidad

del lenguaje, esto genera un efecto desigualitario, genera emisores de discursos sobre temas que

afectan a la totalidad de la comunidad, entendida en este caso a los miembros de una sociedad, que

solo pueden ser interpretados de una manera determinada, parámetros establecidos en los

mecanismos de legitimación de construcción del discurso, aquí entran en juego las escrituras de la

historia, entendida en este caso como una disciplina de las ciencias humanas, donde las diferencias

solo son visibles entre las personas “entrenadas” para participar de la discusión, pero aparecen

“ocultas” a los neófitos, se instituye una distancia discursiva amparada en la distancia de la posesión

de un saber determinado.

Los historiadores tiene a su disposición los mecanismos para la interpretación y la comprensión

del pasado, pero no necesariamente tienen el control sobre el destino de los usos públicos de los

mismos, y lo mas interesante, no son los únicos habilitados a generar/emitir un discurso sobre la

historia, pero si agregaríamos nosotros, tienen el poder legitimante de enunciación sobre el pasado,

construido en la formación especifica (años de formación de grado, luego la especialización sobre

determinadas temáticas), el control sobre la validación de las herramientas metodológicas, de

legitimación de determinados conjunto de herramientas teóricas, de lecturas, consideras validas por

la comunidad, por lo cual implica la una exclusión

¿Implica esta participación que la disciplina histórica debe abandonar la rigurosidad de los

métodos propios de cualquier practica disciplinar? No, implica retomar nuevas practicas de

escrituras, por el cual, esa narrativa pueda ser incorporada por una sociedad como propia, ya que las

formas de las escrituras, son centrales para que los sujetos no practicantes de una disciplina

determinada, puedan incorporar los conceptos, las tramas, que dan sentido al discurso histórico.

El debate historiografico en una sociedad no debe ser planteado en términos de una dicótoma entre

historia académica o profesional e historia revisionista, ya que sera una manera de ocultar la

pluralidad interna que corren dentro de ambos espacios, y de manera central, in-visibilizar la

posición ideológica de quienes emiten los discursos, el debate historiografico es una parte de la

“batalla de ideas” .

Para dar cuenta de la centralidad del debate, tomemos el ejemplo dado Marc Bloch,

su Introducción a la historia, comienza con una anécdota donde el hijo de un historiador le pregunta

a su padre “Papá, explicame para que sirve la historia”, el historiador francés, asesinado por los

41 Ver CHARTIER, Roger, Escuchar a los muertos con los ojos, Madrid, Katz, 2008, pp. 47-48

nazis, dice que esta pregunta sencilla, y complicada de responder, se dirige de manera implacable

sobre la legitimidad de la historia, y por lo cual, el historiador, para responder a a esa pregunta, esta

obligado a rendir cuentas, afirmando que. “...el debate sobrepasa los pequeños escrúpulos de una moral corporativa, e interesa a toda nuestra civilización

occidental”42

Para continuar mas adelante:

“Es también indudable que las civilizaciones pueden cambiar; no se concibe, como hecho en si, que la nuestra no se aparte un día de la historia. Los historiadores deberán reflexionar sobre ello. Porque es posible que si no nos ponemos en guardia, la llamada historia mal entendida (nota: el autor se refiere al debate ínter-disciplinar con el positivismo histórico) acabe por desacreditar a la historia mejor comprendida.”43

Nos advierte que lo necesario para comprender la historia, como actividad, debe ser enmarcada en

la doble relación entre Pasado-Presente, y Presente-Pasado, es decir, nos señala la relación de las

circunstancias de producción de la pregunta histórica, como resultado de un presente deudor de un

pasado.

Ahora esa pregunta, que en un momento encontró la voz de un niño, hoy es realizada por una

sociedad en un proceso de cambio histórico, dentro del cual nos encontramos con el nacimiento de

nuevas preguntas, y desde este proceso naciente y en devenir, el historiador, profesional o no, es

quien debe responder a la pregunta: “¿Para que sirve la historia?.

42BLOCH, Marc, Introducción a la historia, FCE, México, 1998, p.943BLOCH, Marc, Introducción a la historia, FCE, México, 1998, p.10

Coriolano o como leer el disenso

“Sólo la escritura puede plantear una pregunta, y por el hecho de que lleva en sí una fuerza, puede dejar esta pregunta

en suspenso. Cuando las preguntas planteadas son verdaderas, molestan”

Roland Barthes

La escritura de determinadas obras generan un conjunto de interrogaciones sobre los sucesos del

presente, los mismos tienen como origen el presente de quien ejerce el acto de lectura, quizás las

mismas estén dormitando en las palabras escritas, y solo esperan el momento histórico preciso que

hagan que el suspenso sobre las que habitaban sean convocadas.

Es en este contexto donde los lenguajes sobre lo político, puestos nuevamente en clave de debate

en el centro, se nos presentan como la hipótesis que gira en torno a la obra de Walter Benjamín, el

tiempo de la experiencia se convierte en un problema central de la interrogación filosófica, la

pregunta sobre cuales son las condiciones que hacen que la experiencia sea posible en una época

donde la misma se ha vuelto problemática.44

En momentos donde la experiencia de lectura de lo real basado en el consenso neoliberal, ha

entrado en crisis, puesto en tela de cuestión, donde nos encontramos ante un retorno del uso publico

de la palabra, que posibilita la apertura de nuevos contextos, condiciones y modalidades de

intervención en la sociedad, que como afirma Horacio Gonzalez, se constituyen contra los tiempos

impuestos por las esferas comunicativa, la industria cultural y las empresas de información,

reaparece la necesidad de la reconstrucción de la palabra critica, que vuelva enlazar la relación entre

los mundos intelectuales y sociales con la realidad política.45

El presente trabajo tiene como intención un acercamiento a ciertas interrogaciones que nos puede

ofrecer la obra Coriolano, un dialogo entre este presente de la escritura, sus problemáticas y un

acercamiento a ciertos ejes planteados por Shakespeare, donde el eje de disenso, de la valoración

del reconocimiento del interlocutor se presenta en lo político, obra como caja de preguntas.

En el desarrollo de determinados procesos políticos, se producen un re-ordenamiento de lo sensible

en la sociedad, se producen apariciones, nuevos mecanismos legitimadores, irrupciones de nuevas

subjetividades políticas que se incorporan a la arena de lo político, pidiendo que su voz, como

designante posible sobre lo real, sus mecanismos de construcción de una legitimación discursiva sea

reconocida como parte de la comunidad política.

Procesos políticos que incorporan el desacuerdo en la antigua comunidad homogénea, desacuerdo

que muestran las grietas constituyentes de cualquier sociedad, solo que anteriormente reunidas bajo

la lógica de lo visible puestas en tela de cuestión permanecían ocultas, o quizás, no nombradas, o

44 Ver STEINER, Uwe, Walter Benjamín: an introduction to his work and tought, The University of Chicago Press, Chicago, 2010

45 Ver GONZALEZ, Horacio, “Sobre los usos sociales del lenguaje, de la ética y de las discusiones intelectuales” en Tiempo Argentino, 15-01-2012.

puestas como imagen bajo los significantes emitidos desde las clases dominantes, que poseen la

capacidad de realizar el ejercicio de constituir lecturas sobre la realidad, es decir, dar un significado,

incorporado como principio instituyente del sentido común, momentos políticos donde se ponen en

tensión los principios de igualdad sobre los que se estructura la base de una sociedad.

La lectura de Coriolano nos permite ejercer aproximaciones, búsquedas, procesos interrogativos

para comprender parte de la lectura de lo que acontece en nuestras sociedades.

Esta obra de Shakespeare46 tiene como eje estructurante la lucha y la disensión, la lucha por el

reconocimiento de una otredad en la intervención de la cosa pública, un conjunto de conflictos que

se entraman entre si, del cual nosotros tomaremos para intentar una aproximación a lo propuesto, el

conflicto por la lucha de poder dentro de la República Romana entre patricios, donde Coriolano

actuá como la voz mas intransigente, y los plebeyos, cuyos representantes centrales en la obra son

los tribunos del Pueblo, Bruto y Sicinio, en la misma se asiste a el total antagonismo de los

“desacuerdos”.

Como se sabe, en el espacio publico romano la vida civil se conducía mediante reuniones públicas

y estaba dominada por el ejercicio de la oratoria, he aquí un problema que Coriolano plantea como

central, la posibilidad de la intervención en el espacio de la palabra política de los plebeyos, palabra

vista por los patricios como inestables, alejada de la racionalidad del discurso, palabra basada en las

pasiones.

Coriolano dice, respecto a los plebeyos:

“Vuestras simpatías son como el apetito de un enfermo, que siempre desea lo que puede agravar sus

dolencias. (…) Cada minuto es testigo del cambio de vuestros sentimientos.”

Ya en la voz de un oficial en la escena II del II acto :

“el pueblo sin saber bien por qué; de suerte que si el pueblo ama inconscientemente, acontece también que

aborrece sin motivo.”

En estas intervenciones podemos observar como lo que recorre la tensión central es la pregunta

sobre los mecanismos (legitimaciones, argumentaciones) por los cuales los sujetos se instituyen

como interlocutores validos para la participación política en una comunidad determinada, esta

intervención del pueblo como subjetividad, es presentada como una brecha entre la configuración

de nuevas sensibilidades en lo político, como explica Ranciere, el destino político del hombre es en

relación con la posición del logos, palabra que se manifiesta sobre lo que hace existente la

comunidad de sujetos, la presencia del desacuerdo coincide con los usos respecto a la

argumentación, a la presencia sensible de ese carácter de lo común, es la remisión al litigio

argumentativo sobre los objetos de discusión y sobre la “calidad” de quienes intervienen, la

intervención del pueblo es la aparición de una subjetividad que se presenta libre como los otros,

46 Tomamos como base la Introducción de Hibbard, en SHAKESPEARE, William, Corialiano, RBA, Barcelona, 2003

momento de apropiación de ese conjunto de cualidades negadas por el orden de sensibilidades

previos.47

Coriolano, representa la tensión presente en los patricios, el es la voz intransigente del antiguo

orden de lecturas sobre lo real, es la palabra que ya ubicó a los sujetos y objetos en un espacio,

visibilizó, y le entrego significados, se presenta en clave de invisibilización del litigio fundante de

una nueva comunidad política, que se expresa en el reconocimiento de las autoridades, del conjunto

de desplazamientos, donde el “pueblo” a través de sus representantes puede expresarse, tensión que

puede presentarse en la nueva apertura de un conflicto abierto en la comunidad, que pueda acarrear

los riesgos de la disolución, esto se puede seguir en la discusión que se presentan entre los tribunos

del pueblo:

“Sicinio: Convenceos, que rápidamente será nombrado cónsul.

Bruto: En tal caso, bien podremos dejar dormir nuestra autoridad mientras dure el ejercicio de su cargo.

(…) Sicinio: No dudéis de que el pueblo, del que somos nosotros los representantes, sintiendo retoñar su

aversión a Marcio, olvidará pronto los servicios que acaba de prestar, y se gozará en despojarle de todos sus

honores.”

Coriolano, pretende que su autoridad se concentre en los antiguos espacios de legitimación,

“ Bruto: Yo lo he oído jurar que, cuando aspirase al consulado, no consentiría comparecer al Foro llevando un

traje humilde, ni en acomodarse a la costumbre de mostrar al pueblo para conciliarse sus sufragios hediondos.

(…) Bruto: Tales fueron sus palabras. Primero renunciará a aquella dignidad, pues quiere deberla únicamente al

sufragio de los caballeros y patricios.

(…) Bruto: O sucumbe Marcio, o se viene abajo nuestra autoridad. Para llegar a conseguir nuestro propósito,

persuadamos al pueblo de que Marcio ha sido siempre enemigo suyo; que, si pudiera, haría de los plebeyos

verdaderas acémilas, impondría silencio a sus defensores, los despojaría de sus libertades, colocando a los

plebeyos al nivel de los camellos que se emplean en la guerra, los cuales reciben pienso para llevar su carga, pero

son quebrantados a palos cuando sucumben bajo el excesivo peso.” (itálicas propias)

En estas intervenciones, vemos la negación de los desplazamientos geográficos donde el poder

debe ser reconocido, pero centralmente, negación de esa otredad ante la cual la autoridad debe

buscar legitimarse, es de decir, se produce en no reconocimiento de las capacidades del pueblo en la

intervención en los asuntos comunes.

Pero a su vez, la voz de los tribunos, no solo muestra esa presencia que construye tensión, sino que

son representantes de subjetividades con capacidad reconocida de poseedoras de logos, es decir,

nuevos mecanismos de argumentación reconocidos.

Una vez elegido Cónsul por el senado, Coriolano se niega a dirigir las palabras al pueblo, no los

reconoce como interlocutores validos, produce un proceso de invisibilización, ya que dirigir la

palabra es producir el reconocimiento de otro sujeto con capacidad de expresarse, reconocer la

capacidad del desacuerdo, pero en ese acto de negación se produce la movilización del pueblo, ahí 47 Ver RANCIERE, Jacques, El Desacuerdo. Política y filosofía, Nueva Visión, Buenos Aires, 2012, pp.10-14 y 22-23

en la voz de Coriolano, el pueblo es presentado como muchedumbre, los tribunos, son solo una

boca del ruido, las quejas del pueblo son presentadas como el complot, ahí se presenta el dilema del

disenso desde la mirada de las clases dirigentes:

“Coriolano: Así es ese rebaño popular del que os tituláis pastores. ¡Conceded el derecho del sufragio a gentes

que dan un voto para retractarse en seguido!... ¿Cuál es la utilidad de vuestras funciones? Vosotros, que sois la

boca del pueblo, ¿por qué no tenéis autoridad sobre sus dientes?

(….) Quieren dictar leyes a la nobleza. Sobrellevarlo es vivir con gentes que no pueden mandar ni obedecer.”

Para continuar mas adelante:

“Coriolano: (...)¡Oh, graves pero imprudentes senadores, que habéis permitido a la hidra popular elegirse un

magistrado que, órgano de los cien baladros del monstruo, se atreve a deciros imperiosamente “queremos”, que

declarando con insolencia que torcerá el curso de vuestra autoridad, sustituyendo su corriente a la vuestra! (….)

Vosotros sois plebeyos si ellos son senadores, y lo son desde el momento en que, mezclando su voto junto con el

vuestro, es el suyo el que prevalece. (…) Me da inmensa pena ver frente a frente dos autoridades rivales, sin que

ninguna predomine. Temo que la anarquía va a surgir.”

En lo discursivo de Coriolano, se trazan los ejes del pensar lo político desde las esferas de las

clases dominantes, donde la intervención en la esfera pública de las clases subalternas, es

presentada como proceso instituyente de la anarquía, de ruptura de los ordenes consensuales pre-

existentes que legitiman un orden de cosas, no hay posibilidad de la concepción de lo político48 en

términos de lucha hegemonícas entre proyectos en conflicto, Coriolano no reconoce los nuevos

puntos nodales para la obtención de una nueva hegemonía que fija discursivamente el significado de

las instituciones y articulan el “sentido común” por medio del cual se construye una concepción de

lo real.

Si lo hegemónico es el resultado siempre contingente, precario y susceptible de ser puesto en

tensión por las intervenciones contra-hegemónicas, necesita la constitución de un campo atravesado

por los antagonismos y donde se instituyen las subjetividades políticas, conteniendo en si la

dimensión del antagonismo, Coriolano, como metáfora, produce el desconocimiento de que la

intervención política, es aquella donde el consenso hegemónico puede ser contener un espacio de

des-articulación/articulación de los elementos que la constituyen.

Es en ese proceso, y espacio, donde lo político, en su nivel agonistico, constituye el “nosotros” y el

“ellos”, observado en clave de adversarios que aceptan las reglas que construyen los mecanismos de

legitimación, argumentación, subjetividades visibilizadas, están enmarcadas en una lógica de

precariedad de lo consensual hegemónico.

Rinesi presenta tres momentos teóricos sobre el pensamiento de los orígenes del acto publico, y

por lo cual, la toma de la conciencia, para este autor, en clave dramática del hombre publico, dos de

los momentos se vinculan con autores clásicos de la teoría política, la existencia de un “momento 48 Seguiremos a MOUFFE, Chantal, “La política democrática en la época de la post-política” en Debates y Combates,

No 1, FCE, Buenos Aires, Noviembre 2011

maquieveliano” y un “momento hobbesiano”, en el primero se asocia a la celebración del conflicto

y de la apertura de la historia, mientras que el segundo, esta vinculado a la preferencia a por la

estabilidad y a la búsqueda de los modos de encuadrar el inevitable desorden de las cosas, pero en el

medio de estas opciones, se presenta la constitución del “momento shakespeareano”, donde el

pensar la política, es realizar una aproximación a través de los interinos de su desarrollo y las

tensiones existentes entre los otros dos momentos, que el “momento shakesperarano” es el tipo de

interrogación y sospecha sobre lo político instalado en el seno de la contradictoria relación entre el

orden y su disolución, entre el sistema y su contrario.49

Coriolano es quizás la obra donde este presente de manera mas explicita dicha tensión, que nos

permite generar un conjunto de operaciones de interrogación, sospecha, incursiones para intentar

generar aproximaciones al pensamiento político en una lectura de aperturas de brechas, de

configuraciones sobre lo conflictivo y los mecanismos sobre los que se construye el disenso en

nuestras sociedades.

49 Ver RINESI, Eduardo, Política y tragedia: Hamlet, entre Maquiavelo y Hobbes, Colihue, Buenos Aires, 2011, pp 240-253

Hamlet o la palabra fantasmagórica de la conspiración. Sobre lo político, las conspiraciones y

espacios políticos.

Cuando se inicia a observar el espacio de lo político, uno comienza a observar que contiene

niveles de racionalidad y de pasiones que embargan las geografías donde las subjetividades

políticas intervienen, geografías en las cuales el conjunto de representaciones espaciales sobre las

que el pensamiento político se sostiene, constituye e instituye, espacialidad sobre la cual el conjunto

de pronunciamientos y lenguajes de la política forman sus conceptos, distribuyen los actores,

organizan las acciones y diseñan la política, en el conjunto de términos de colaboración y de

conflicto, de orden y desorden, de jerarquías y de igualdad, de inclusión y exclusión, limites de los

niveles de la participación, representación, espacios geográficos donde se expresa la articulación de

los diferentes niveles del poder.50

Ese espacio, como vimos esta atravesado por un entramado de lenguajes, dando cuenta de lo real y

lo mítico, es decir, construye sobre si, un lugar de desenvolvimiento de mitos y mitologías, que

pasan a ser parte del conjunto de experiencias, tradiciones, maneras de interpretación e

interpelación sobre lo real, generadoras de identidad, mitologías que construyen imágenes,

símbolos, lenguas sobre lo político.

En ese espacio, podríamos decir multiplicidad de lecturas sobre lo espacial, se constituye en el

imaginario social un lugar oculto, cuya señal central sea la marca del secreto, el lugar de la

conspiración, el reino del secreto, donde la palabra circula en las formulas de susurrar, un susurro

que se pronuncia sobre lo no visible, susurro que busca interlocutores con la capacidad de ser

interpretes de esas palabras, sujeto con la capacidad de descifrar las extrañas señales del poder de

verdad.

La configuración de un espacio donde existen sujetos dispuestos a denunciar el detrás del susurro,

constituido por lo real cotidiano y lo real del poder, actuando quizás, como el jugador oculto en el

ajedrez descripto por Benjamín en sus “Tesis sobre la Filosofía de la Historia”.

El espacio de la conspiración no solo posee la posibilidad de la denuncia, sino constituye a los

sujetos capaces de construir la “santa conjura”:

“Si existe una sombra amenazante, existe también una sombra amenazante, existe también una sombra para

librar su combate. Sólo el complot parece en condiciones de desbaratar al complot. El secreto, la máscara, el

juramento iniciatico, la comunidad de espías, la actuación oculta, en síntesis, todo lo que se denuncia y teme en el

otro, vuelto contra éste se reviste de improviso de una sombría y poderosa atracción.”51

El relato conspirativo contiene en si un conjunto de de tópicos característicos: la lucha por la

dominación del mundo, un imperio de tinieblas, cuya función es constituir en las sociedades una

especie de sociología, siguiendo a Girardet, de la angustia.

50 Ver GALLI, Carlos, Espacios políticos. La edad moderna y la edad global, Nueva Visión, Buenos Aires, 2001 51 GIRARDET, Raoul, Mitos y Mitologías políticas, Nueva Visión, Buenos Aires, 1999, p 17

El mal, transitando y acechando, en figuras fantasmagóricas, a los sujetos integrantes de las

sociedades, el mundo de las sombras, pero que a través de poseer los mecanismos interpretativos

existe la posibilidad de darle un rostro humano, de esta manera se realiza el proceso de la

demostración y expulsión del misterio, exponiendo a plena luz y a la mirada de la humanidad, la

acción oculta, a través de los lenguajes que construyen el acto de la denuncia, por lo cual, las

sombras pueden ser enfrentadas y desafiadas.

El mito del gran complot, del mundo de la conspiración, tiene como función generar e instituir un

proceso explicativo del funcionamiento del mundo, a través del cual se puede dar cuenta de la

emergencia de determinados acontecimientos, un relato donde el mundo se desarrolla en función de

una grilla, con pasos, etapas, medios y fines, da cuenta de las manos invisibles que mueven la rueda

de la historia, de esta manera, para el mundo profano, lo cotidiano vuelve a poseer un grado de

inteligibilidad.

“el mundo de las cosas tiende a restablecerse cierta forma de racionalidad o, por lo menos, de

coherencia”52

En este proceso explicativo y de desvelamiento de los movimientos ocultos en la trama de la

sociedad, hace su aparición la figura del “Salvador”, sujeto poseedor de una pureza de origen, y que

a través de sus actos permitirá el retorno al retorno de la edad de oro, detrás del mito conspirativo,

hay un Mesías esperando constituir un nuevo mundo, sin significaciones ocultas, lo real coincidente

con la palabra enunciada.

Si como afirma Horacio Gonzalez, la esfera pública se nos presenta como aquella exigua

proporción que se deja percibir, lo que no puede ser explicado, debe ser buscado en los espacios

ocultos del poder, un lugar donde determinados sujetos son poseedores del conocimiento que se

construye y se mantiene fuera de la misma, es decir, el espacio conspirativo es un constructor de un

“nosotros” y un “ellos”, basado en la exclusión o inclusión en la trama de significaciones que

rodean las tramas del poder, sujetos que perciben la posesión de un don que permite regir sobre las

posibilidades de ejercer la dominación sobre los destinos ajenos.

Ante un mundo que contiene una complejidad de significaciones, estos sujetos son los poseedores

de las claves interpretativas de las mismas, con estas llaves, en el espacio político los elementos

fuera de lugar vuelven a tener un orden.53

La palabra fantasmagórica de la conspiración

Una sombra amenaza los dominios de Dinamarca, un espacio habitado por el susurrar de las

palabras con varios significados, los acontecimientos contienen un amplio espacio de proyección de

posibilidades, todo esta presente en presencia muda de la figura del rey muerto envuelto con su cota

52 GIRAEDET, op. Cit., p 5353 Ver GONZALEZ, Horacio, Filosofía de la conspiración. Marxistas, peronistas y carbonarios, Colihue, Buenos

Aires, 2004

de malla, es sobre ese silencio fundador, en la aparición sin palabra que construyen los posibles

marcos de interpretación a quienes buscan una respuesta ante el interrogante de la sombra.

Interrogación sobre los sujetos poseedores de la validez de convertirse en interlocutores validos,

legitimados, para ejercer el acto de desvelamiento de la palabra muda de la presencia

fantasmagórica, palabra que debe ser leída en clave de poseer los signos para develar la angustia

presente en los sujetos, y nuevamente, el espacio donde esos cuerpos están tenga sentido, es una

interrogación sobre lo político, sobre como se constituye las relaciones entre las subjetividades que

intervienen, el acto del silencio del fantasma, es la presencia pre-formativa de los sujetos capaces de

intervenir en lo publico, búsqueda del reconocimiento, pero el silencio muestra la configuración de

un mundo de desiguales, solo hay sujetos capaces de ser interlocutores legitimados que pueden ser

poseedores no solo del habla sino del reconocimiento de ser sujetos a los cuales se les habla.

Es en el acto del ejercicio de la palabra del fantasma del rey, y podríamos agregar como el

ejercicio del silencio, donde se encuentran las posibilidades de acceder a las claves interpretativas

de los acontecimientos para de esta manera lograr expulsar la “angustia” reinante sobre Dinamarca,

es la búsqueda de una figura capaz de volver a dotar de sentido a las ambigüedades del acontecer de

la trama, pero la posesión de las claves interpretativas, como se dijo anteriormente, necesita del

interlocutor valido para que las mismas se revelen.

Aunque la trama conspirativa esta presente desde el inicio de la obra, solo en el acto de

reconocimiento de un interlocutor capaz no solo de ser portador de la verdad, sino también de un

sujeto que sospecha sobre lo real.

De esta manera, Hamlet, como hijo del difunto rey, es expresión de la sospecha, es ante esta figura

que se interroga sobre las ocultas tramas del poder reinante sobre el reino de Dinamarca, ante la

cual el fantasma ejerce el acto de revelación, el rey solicita venganza, a través de la misma, de la

narración de la muerte de su figura, descubre el entramado de ascenso al poder de su Hermano, es

en este acto, de la venganza donde adquiere sentido lo real del poder, es decir, la ilegitimidad del

mismo, pero a su vez, se constituye en acto de la construcción de una nueva conspiración que logre

desnudar el complot central, por lo cual, es el momento donde se instaura la mascara de la acción

conspirativa, Hamlet mascara y actuación de la misma, necesita develar, pero manteniendo un

espacio donde la palabra sobre lo real se mantenga en un estatuo de ambigüedad, locura y

representación de la acción fundadora a través de la compañía de actores, representación de la

palabra que contiene múltiples significados, pero que hablan sobre lo real, y que pierden esa

característica cuando es puesta en escena frente a quienes realizaron el acto conspirativo primordial.

Pero mientras se espera ese acto final, el poseedor de la verdad debe hacer que la misma sea leída

e interpretada por los demás sujetos como no-verdad, la mascara construye una subjetividad no

racionalizada, retirada al espacio de lo no-político, pero que a través de las palabras ambiguas

construye el acto de la denuncia, si Dinamarca es una cárcel, se debe a que todos están presos del no

conocimiento de la verdad del entramado de poder, de la ilusión que emana del mismo.

La puesta en escena por parte de los actores, es la constitución de un espacio mediador a

travesado por un conjunto de vectores de conflictos, es la presencia de la politicidad potencial y por

la conflictividad latente, un espacio transformado donde se ha emanado lo potencial de la verdad

oculta, pero aun continua siendo un espacio no democrático, donde los sujetos que son portadores

del mensaje, se encuentran en los bordes, no en el centro, espacio construido para generar la

posibilidad de un sujeto con capacidad de habla pero que no disputa los significados de esa palabra,

vienen dados desde un exterioridad, es el momento de la palabra como eco, como resonancia, pero a

su vez, nos muestra lo potencial presente en la ocupación por parte las subjetividades políticas

nacientes, es un espacio que representa las crisis del nacimiento de la modernidad, espacialidad

donde nos enfrentamos, como afirma Rinessi, al caracterizar el “momento shakesperarano”, a la

interrogación y la sospecha sobre lo político instalado en el seno de la contradictoria relación entre

el orden y su disolución, entre el sistema y su contrario.54

Es la palabra fantasmagórica conteniendo en su seno, las claves de interpelación al conjunto de la

comunidad política, pero que necesita la constitución de nuevos mediadores para darse a conocer,

palabra conspirativa, que construye nuevos interlocutores validos para dar cuenta de la

contradicción del poder, desnuda la conspiración, se disuelve el sistema sobre la cual ella era piedra

fundamental de la arquitectura sobre la cual el orden se derramaba y se legitimaba, solo queda el

espacio para la muerte de los contendientes, los iguales, pero el desigual, ha tomado el centro de la

escena, ha sido visible, tomado la palabra prestada para construir el acto de denuncia, en los actores

esta el nacimiento de una nueva subjetividad política, la cual se apropia de un bien de la otredad

dominante, el don de la palabra legitima.

54 Ver RINESI, Eduardo, Política y tragedia: Hamlet, entre Maquiavelo y Hobbes, Colihue, Buenos Aires, 2011, pp 240-253

Sobre Grietas, Demos, Okhlos y el Buen Rey Democrático

Lo político contiene ese elemento central que le da vida, el conflicto, ya que de manera sintética,

podemos decir que las sociedades capitalistas, existen dos grandes partidos, el partido de los ricos y

el partido de los pobres, ambos buscando en su lucha continua, lograr acaparar el centro de lo

político, hay una generalidad que nace de los sectores dominantes de intentar expulsar lo conflictivo

hacia el borde, y construir un imaginario de una democracia de “clases medias”, ni muy pobres ni

muy ricas, destinadas a instituir desde el centro de lo político, un marco “consensual” para la

política.

Lo político no es generador de grietas, es la acción que visibiliza el conjunto de grietas existente

en una comunidad política, que pretende, desde la construcción de un orden de sensibilidades,

constituir la idea de homogeneidad en la misma, y este orden implica la negación de la capacidad de

constituirse como seres con logos a la mayorías excluidas, el kirchnerismo, como movimiento

complejo, contradictorio, recuperador, pero que da un conjunto de nuevos significados, a las

tradiciones populares, a través de su acción de gobierno genero la re-aparición del demos en el

espacio público en la disputa por la constitución de un nuevo marco de interpelación democrática en

una sociedad, constituyéndose como sujeto presente a lo largo del cuerpo social.

Esta intervención del demos es visto por los sectores dominantes como la intervención del okhlos

(la turba), sujeto dominado por las pasiones, no poseedores de la racionalidad política, de esta

manera se pretende realizar la separación entre lo político y lo social, como esferas destinadas a no

estar comunicadas.

Frente a las lecturas de los entramados de derecha, frente a la aparición del okhlos, las clases

dominantes pretenden constituir la realización pacifica de un gobierno basado en el gobierno de los

sabios, mediocracia basada en la subjetividad consumidora y consensual, buscar constituir la

opinión de una sociedad post-democrática, por lo cual, intentan buscar constituir la imagen de un

buen rey democrático, capaz de calmar las pasiones de las “jaurías humanas” y preservar al demos

de la posibilidad de caer en ellas.

Ahí la necesidad de constituir una figura pre-democrática, instituir la figura de un auctor, es decir,

una figura que es garante, a través del dominio de la capacidad de discernir el sentido del mundo, en

medio del ruido producido por la aparición democrática del demos, para apaciguar el ruido de la

querella, realizar el acto de unión entre los “ciudadanos”, ya no leídos en clave del conflicto

fundante, sino homogenizado, en una sociedad donde lo político, leído en la clave enunciada en el

primer párrafo, sea retirado de la acción política, para “pacificar” la sociedad en virtud de la

instalación de un nuevo consenso republicano, armonizar la sociedad dividida.

Esta acción de expulsión de lo político de la política, encarada en la noción de “fin de la política”,

para ser solo un acto de tecnócratas, sustracción de lo político.

Como dice Ranciere en su texto “En los bordes de lo político”, al momento de debilitarse lo

político, cuando los partidos de los ricos y el partido de los pobres dicen mas o menos lo mismo,

cuando la elección es solo un espacio del marketing, lo que se manifiesta no es el “consenso”, sino

la exclusión; no la racionalidad social sino el odio hacia el Otro, ruinar para excluir, ya que no todos

son considerados como subjetividades con logos capaz de intervención en la arena del debate, es el

retorno a lo mas arcaico, lo que precede a todo juicio: el odio desnudo al otro.

Igualmente hemos asistido, al renacimiento del pensar que la igualdad como la presuposición, el

axioma como punto de partida de apoderarse de los bienes universales, y la capacidad de que esa

palabra, invisibilizada por los espacios hegemónicos, encuentre un espacio de disputa, una brecha

para ser parte activa de una construcción de un nuevo espacio de recepción y constitución de un

espacio de debate sobre los quienes son las subjetividades de romper el mal constitutivo de muchos

sectores intelectuales, el desprecio.

Desde el poder real, el del partido de los ricos, el temor a la brecha es el temor al partido de los

pobres, el temor a lo político como regulador de la acción democrática, en ese conjunto de intereses

perdidos, ellos buscan constituir ese buen rey democrático o quizás un auctor, que hable en nombre

de otro minoritario, mientras esconda la grieta que existe y existirá en una comunidad política,

construir ese consenso que excluya del debate a ese otro que es solo okhlos para constituirlo en un

demos que acepte el régimen de sensibilidades de la clase dominante.

El desprecio

¿Sobre que parámetros establecemos que una obra artística puede ser comprendida o no?, siempre

me encuentro personas que desde un elitismo cultural, presentan que existen espacios de recepción

donde determinados subjetividades están preparadas para la realización de la total incorporación de

las preguntas, problemáticas, tramas ocultas, es decir, parten de la idea de la desigualdad de las

subjetividades, pero en ellas se oculta el temor de la apropiación por parte esos “otros”, que

consideran excluidos de la experiencia estética, una gran preocupación que las elites tienen, al decir

de Ranciere, de la atracción que el pueblo tiene por la cultura y el lenguaje del cual no son parte, ya

que en esa atracción esta presente el riesgo que conduciría al impasse de romper con las normas de

clasificación social que impone un orden social.

Igualmente hemos asistido, al renacimiento del pensar que la igualdad es la presuposición, el

axioma como punto de partida de apoderarse de los bienes universales, y la capacidad de que esa

palabra, invisibilizada por los espacios hegemónicos, encuentre un espacio de disputa, una brecha

para ser parte activa de una construcción de un nuevo espacio de recepción y constitución de un

espacio de debate sobre los quienes son las subjetividades de romper el mal constitutivo de muchos

sectores intelectuales, el desprecio.

Muchos de los intelectuales, parten de ese mecanismo para interpelar al conjunto de la sociedad,

desprecian a las mayorías, como subjetividades incapaces de leer las razones del sufrimiento, es

decir, se ubican en una posición pedagógica, que implica asumirse como externo, donde de ese

lugar se intenta aclarar la causa, dar respuestas, pero ignora la posibilidad que la subjetividad

interpelada, puede ser sujeto que lee el mundo, estos intelectuales, parten del principio de la

desigualdad, no solo social, económica, sino también de un conjunto de saberes que excluye al resto

de los mortales.

Ranciere cita que cuando el gobierno francés en 1985 solicito al College de France un informe

para realizar una reforma en el sistema educativo, el mismo término diciendo que el principal

elemento a combatir eran “el efecto de sentencia” y el “efecto de jerarquización”, que una

pedagogía racional nunca debía declarar la incapacidad de un alumno, y que había que multiplicar

las “formas de excelencia cultural”.55

Las voces de la Garganta Poderosa, la poesía de Camilo Blajaquis, los miles de centros culturales

y teatros en diferentes espacios alejados del reconocimiento social de las elites, nos ofrecen que

para pensar una sociedad es necesario partir del principio de la igualdad, y principalmente, el

central de todos, el de igualdad de las inteligencias, que pone en tensión nuestra relación en el

mundo, y quizás debamos tomar como regla de conducta, “no tomar como imbéciles a aquellos a

55 Ver RANCIERE Jacques, El filosofo y sus pobres, Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, 2013.

quienes se le habla, sean colocadores de parquet o profesores universitarios.”56

Raros momentos donde vivimos, entre la constitución de un principio de igualdad y la continuidad

del principio de desigualdad, tiempos donde el desprecio ronda en nuestras vidas.

56 Idem. 19

La democracia del Zapping. Apuntes sobre la idea de democracia en las clases dominantes.

Dentro del conjunto de argumentos expuestos por los defensores del grupo Clarín, en el día de las

audiencias públicas convocadas por el Tribunal Supremo de Justicia, fue la relación entre la

experiencia entre el cambio de canales, como una experiencia de democratización de un sujeto, que

determina a través del control remoto legitima o no la permanencia de un programa de televisión, es

decir, el control remoto, el acto de zapping es la base de legitimación de la democracia del

consumidor.

Casullo afirmaba: “Se habita un tiempo donde lo mediático roba casi todo lo real de la realidad. La carencia de ideas y programáticas de

una oposición política no constituida definidamente, provoca que esta ausencia haya sido reemplazada, cooptada, tal

vez casi de manera definitiva, por la lógica de la información de masas (movilero, locutor, entrevistador, periodista

analista). Una lógica mucho más eficaz, y con sello de época, en la trama de la sociedad, donde los medios en su “no

hacer política” hacen la sustancial política diaria que confirmaría la imprescindible muerte de la política, dejada atrás

como lo zángano y corrupto en la vida de los argentinos.” 57

El acto de la democracia en términos de los medios hegemónicos de comunicación se vincula con

un conjunto ideológico, que Rosanvallon denomino “democracia inmediata”, dentro de este

paradigma, hay un rechazo toda reflexibilidad de lo social, en el sentido el mismo presupone la

intervención estructurante de una posición reflexiva que produce una remisión a una dimensión

representativa, de esta manera, se pretende realizar la construcción de un imaginario donde la

presencia del “pueblo” como actuante, basada en un soberano en el “aire” y no convertido en un

actor político, dentro de esta concepción la dimensión procidemental de la democracia esta ausente,

captada como una forma social de un cuerpo unido y que no se puede descomponer, es decir, detrás

del paradigma de la democracia inmediata existe una concepción de un poder vació.

La democracia inmediata, es la celebración de la inmediatez como cualidad política de lo general,

es el uso de una palabra común que pude ponerse en marcha sin los necesarios procedimientos

existentes en los mecanismos representativos republicanos, lo inmediato como una cualidad que se

opone a la idea de un proceso representativo tomando como máximo la distancia de la reflexión

procidemental.

Es decir, una subjetividad política construida sobre un conjunto de imaginarios que entran en

contradicción con los pilares teóricos del neo-republicanismo neoliberal, se impone la institución de

una lógica temporal y lingüística impuesta por las sociedades mediáticas neoliberales, que con el

poder de concentración, comunicación y producción simbólica constituyen y despliegan un nuevo

sujeto social, un sujeto que se apropia como suyos de los relatos mediáticos que le explican la

totalidad de lo real.

Este relato constructor de una subjetividad política de derecha, posee una capacidad narrativa que

57 CASULLO, Nicolás, “La política en manos de la oposición mediática” en http://www.rayandolosconfines.com.ar/reflex70_casullo.html

aparecer como reflejo exacto de lo real, una imposición de lo audible, estéticas de lo moralizante,

codificaciones condenatorias y laudatorias, es la constitución de un único modo de ver un mundo

reconocible.

Esta imposición de una estética política, donde se rompieron las mediaciones políticas, hacían

aparecer que los medios de comunicación como actuantes directos en la construcción política, no

había intermediarios que produjeran el ruido ideológico, eran los personajes presentados y el

publico, la televisión, la radio y la prensa no eran un ruido en la comunicación política, a través de

la despolitización de lo político, lo social y lo económico.

En este espacio de argumentación, de profundización, de incorporar los tiempos de los medios, a

travesados por la temporalidad impuesta por los monopolios, es la diaria

“(…)a la desmembración ideológica de lo democrático desde la absoluta irresponsabilidad de los dueños del mensaje,

una suerte de aquelarre mediático disolvente de todo valor, y donde no existe propuesta alternativa ni referente ni el

menor asombro ante cualquier cosa”.58

Del otro lado, frente al monopolio de la palabra, que rompe el imaginario de la constitución de

una democracia inmediata y pasiva, se invita a constituir una nueva ágora, donde se recupera el

principio de la igualdad, en tanto, subjetividades poseedoras de un logos capaz de construir los

argumentos necesarios para interpelar el sentido de un mundo, una participación activa sobre la

cosa pública.

La lógica de la democracia mediática es pasividad, es lo privado como refugio ante la posibilidad

de la existencia de un afuera peligroso, narrado por las voces de las cabezas de una hidra, que se

reitera en un conjunto de zappings, alertándonos sobre el peligro de la participación, participación

que visibiliza las tensiones constitutivas de una sociedad.

Quizás en el imaginario de las clases dominantes, en vez de concurrir a las elecciones con un

sobre, deberemos llevar un control remoto, hacer un pequeño zapping… pero continúa la pregunta

central, que harán los que no tienen control remoto, quienes sufrirán el famoso axioma de la

democracia mediática: “lo democrático es pagar para ver”… la democracia mediática es la

democracia de los sabios, y quienes poseen un capital para intervenir simplemente apretando

botones, el resto se vuelve invisible, pero igualmente, no lo pasaran por televisión.

58 CASULLO, Nicolás, “La política en manos de la oposición mediática” en http://www.rayandolosconfines.com.ar/reflex70_casullo.html

Utopía y Distopía. Los rostros de Jano

Siempre hay un recurso de pensar el momento utópico a ese horizonte de expectativas, ubicado

como espacio donde las subjetividades proyectan desde el presente un conjunto de posibilidades

presentes en el acontecimiento, horizonte incumplido, pero catalizador del conjunto de esperanzas

individuales y colectivas.

La estrecha relación entre horizonte utópico y proyectos políticos emancipatorios durante el siglo

XX, ha vuelto a renacer, con el nuevo siglo, en el conjunto de proyectos políticos emergentes de las

sociedades periféricas del capitalismo, recuperación frente al acta de defunción propuesta por el

canon neoliberal de un conjunto finalizaciones de la historia, de la utopía, junto a todo una serie

de categorías y sensibilidades sociales que constituían las arquitecturas de lenguajes de los

proyectos emancipatorios: revolución imperialismo, lucha de clases; hoy estamos ante la presencia

de la construcción de una nueva arquitectura de lenguaje, que implica recuperar las tradiciones

conceptuales, pero incorporando nuevas claves de lecturas, de temporalidades, que logran instituir,

en el conjunto de procesos, la pregunta sobre la posibilidades de constitución de horizontes

igualitarios y emancipatorios, que disputan y construyen una nueva contra-hegemonía a la matriz

del conjunto de escuelas que sustentan la ideología neoliberal, matriz cuyo eje central es la

construcción de una etapa del desarrollo del capitalismo en su fase financiera, como la entelequia

que representa al capitalismo, es decir, la fase neoliberal deja de ser el capitalismo realmente

existente, para ser el capitalismo, frente al cual no la posibilidad de instituir un proyecto alternativo,

presente en las contradicciones propias del mismo, esas posibilidades cercenadas en el

acontecimiento actual se convierten en espacios exploratorios de la institución de una mirada post-

capitalista, frente al momento utópico presente en nuestros proyectos continentales, nos enfrenta el

momento distópico del capitalismo rampante, imponiendo sus reglas en los países europeos.

En este contexto, la relación entre utopía y distopía ha de entenderse como la figura de la Jano

romana del acontecimiento, presentes como proyecciones hacia el futuro, como espacios de critica

del orden establecido como también la potencialidad extrema del status quo proyectada en el

tiempo59.

La disputa sobre estos procesos de proyección colectiva sobre el futuro, es una proyección política

de las partes integrantes de una comunidad politica, implica el reconocimiento de una disputa sobre

las cargas que las subjetividades políticas incorporan como lectura de las posibilidades del presente,

que significan al futuro, lo construyen como parte de sus experiencias, de las tradiciones desde cual

el sujeto situado incorpora un mundo de significantes, contra-hegemonicos, es decir, las disputas

políticas del presente, tienen en si, la disputa sobre el pasado y sobre las constituciones de un

conjunto de futuros posibles dentro del acontecimiento político.

59Dentro del presente escrito no incorporaremos la dimension geografica de la utopía y la distopía.

El modo utópico es definido por Ainsa como la:

“(...) la facultad de imaginar, de modificar lo real por la hipótesis y de crear un orden diferente al real, lo que

no supone renegar lo real, sino profundizar en lo que podría ser. Sintéticamente se pude decir que el modo

utópico es un “ejercicio mental sobre los posibles laterales”60

La cual, podemos complementar con las características dadas propuestas por Ricoeur, donde la

utopía es la expresión de todas las potencialidades de que un grupo encuentran representadas por el

orden existente, es un ejercicio de la imaginación para pensar otra manera del ser social61.

El momento presente contiene en si, un conjunto de posibilidades de desarrollo en la proyección de

las subjetividades en su devenir en el tiempo, de esta manera, tanto en el momento utópico, como en

el momento distópico, los grupos sociales inician rastreos imaginarios alternativos de un futuro

contenido el momento, posibilidades que no solo son una construcción que produce una

exteriocidad espacio temporal del mismo, sino como mundo posible presente.

Por lo cual, en el proceso de construcción utópico y distópico se juega su destino sobre los lugares

donde se produce el ejercicio del poder, construyendonse en variaciones imaginativas sobre el poder

en una sociedad determinada, ya sea como cuestionamiento de la vida social, como constitución de

un orden alternativo, o como expresión de las expectativas de desarrollo de los modelos del

presente.

Con la recuperación de las tradiciones latinoamericanas, de las lecturas sobre lo real en clave

pensamiento de significados en disputa, se produce una recuperación de la utopía, pero como

espacio dirimido en forma agonistica, también estamos frente a la construcción de un momento

distópico para las sociedades, por parte del pensamiento de derecha latinoamericano, tanto el

momento utópico como el momento distópico es disputa sobre un sentido de futuro, que definen las

posibilidades del ser de las clases subalternas.

En este sentido, podemos decir, en contra lo afirmado por Ricouer, que en nuestras sociedades la

utopía permite que los horizontes de expectativas se fusionen con el campo de la experiencia de los

sujetos, ya que en nuestras sociedades, recuperación de las tradiciones emancipatorias implica un

acercamiento con la esperanza de los pueblos.62

La distopía, como momento, comparte ciertos elementos con la utopía, la distopía es también una

forma lateral de imaginación sobre los posibles reales, es un acto de pensamiento sobre la relación

entre el poder, y su ejercicio, aunque frente a la utopía como espacio de esperanza de los oprimidos,

60 AINSA, Fernando, La reconstrucción de la utopía, Buenos Aires, Ediciones del Sol, p. 33

61 Ver RICOEUR, Paul, Educación y política. De la historia personal a la reunion de libertades , Buenos Aires,

Prometeo, 2009, p. 89

62Ricouer plantea que la utopía: “...es aquello que impide que el horizonte de expectativas se fusione con el campo de

la experiencia. Es la que mantiene la distancia entre la esperanza y la tradición”.Idem, p. 91

la distopía es la expresión del status quo desarrollado sobre la totalidad de lo real de la visión de las

clases dominantes.

El modelo distópico, es una proyección por afuera de lo real, la misma es un pro-yecto por parte de

las clases dominantes en el cual el futuro se presenta como una consumación del orden policial que

establece un mundo de sensibilidades, en momentos de tensión política, donde nace la pregunta

sobre el horizonte de expectativas de las clases en conflicto, lo distópico puede ser caracterizado

como ese ejercicio de la imaginación de un determinado proyecto de poder, donde se produce un

entramado por el cual se sobredimensiona la presencia de las maneras e intereses de quienes dejan

de ser clases dirigentes de una sociedad, construcción de un marco espacio temporal concreto,

donde el acto de pensar e imaginar se establece como un despliegue del orden que algunos sectores

pretenden instituir, mientras tanto, podemos pensar al momento utópico como ese ejercicio de

imaginación sobre el cual se despliegan las potencialidades del orden que se va instituyendo, fusión

en el marco de las tradiciones populares de horizontes de expectativas e imaginación de un orden

emancipado.

Es en momento de la aparición del acontecimiento, como momento político que contiene en su

devenir las posibilidades de proyección de la constitución de un orden emancipatorio, en las

sociedades, los momentos utópicos y distópicos son espacios donde nace la dispusta, el desacuerdo,

ya que la disputa central de lo político como proyecto, la capacidad de concreción o no de esa

fusión en un campo de experiencias de la esperanza y el conjunto de entramados de las tradiciones

populares.

Tanto la utopía como la distopía, constituyen formas literarias de intervención en el debate público,

un proceso de escrituras donde las subjetividades políticas intervinientes en el conflicto sobre lo

real, proyectan el conjunto de esperanzas sobre las posibilidades del acontecimiento futuro,

escritura del devenir de una subjetividad en consolidación, escrituras que tratan de suprimir la trama

única espacio-temporal, para incorporar en la misma las voces de los derrotados en el pasado,

recuperación en el presente del futuro del pasado, de esas temporalidades encerradas entre las

cadenas del olvido constituido como acto fundador de la idea de presente continuo, recuperación de

la memoria como instancia de recuerdo, sino en su fuerza política de continuar pensando las

palabras que el poder acallo.

Subjetividades que dejan de ser meros géneros literarios, ya que en el acto de la escritura hay un

hecho implícito de realizar una supresión de la trama espacio-temporal, que nos ordena y genera

lecturas sobre lo real, momento constituyente de un nuevo orden de lo cotidiano, generando la

conformación donde cada una de las posibilidades contenidas en el devenir del acontecimiento se

transforman en un espacio de desarrollo de las no-posibilidades de la cotidianidades no nacidas.

Pensar el acontecimiento, como instancia de proyección, incorporando la dimensión utópica al

pensamiento político es realizar la apertura, recuperación de una nueva temporalidad que establezca

un dialogo entre pasado y presente, y la capacidad de los sujetos políticos de instaurar una

temporalidad utópica en el futuro, de esta manera la dimensión de la temporalidad neo-liberal, sus

conexiones del presente continuo proyectado como unicidad del futuro, es puesta en tensión,

momento distópico de lo político.

Utopía, temporalidad emancipatoria, tradición, durante las primeras décadas del presente siglo se

convierten en parte integrante de esa arquitectura del lengua que nos permite construir un nueva

sensibilidad y subjetividad política, parte de esa búsqueda de un nuevo lenguaje político para unos

tiempos nuevos.

En Nombre del Pueblo*

La categoría pueblo se ha vuelto adquirir una centralidad en los debates políticos y académicos,

una búsqueda de nominar algo que re-aparece, que adquiere a partir de los procesos políticos de

nuestro tiempo y espacio, una necesidad de ser definida, interpretada e interpelada, pero ademas, es

una categoría que cobra sentido en su presencia en el espacio publico, categoría académica

categoría en la acción política, de repente como vacía pero a su vez tratando de significar una

subjetividad política que instituye nuevas formas de presencia de lo subalterno.

Pueblo, categoría maldita, que rompe los esquemas clasistas de la interpretación del conflicto en

una comunidad política, pero que a su vez es la presencia e institución del litigio en la misma,

presencia de la parte que cuestiona la presunta totalidad armoniosa que impulsa los mecanismos del

consenso, que abre la brecha fundante sobre los mecanismo de repartición de los lugares a ser

ocupados por los sujetos, los mecanismos de legitimación del habla, de los sujetos con capacidad de

enunciar, lo visible lo invisible, el aparecer del pueblo es la presencia de lo silenciado, lo in-

visibilizado por el orden dominante, aparecer que construye una escisión en los mecanismos

consensuales que articulan un sistema hegemónico, y el entramado de mediaciones que lo

constituyen.

El pueblo es presencia de lo desigual entre las partes de una comunidad política, frente a lo

declarado como igual, al volverse visible pone en tensión esa idea fundadora, rompe el esquema de

ficciones que sostienen la arquitectura legitimadora de las visiones del mundo, es la presencia del

otro, que se instaura en el espacio publico, poniendo en disputa, en litigio el conjunto de las lecturas

sobre lo real, frente a lo real consensuado del poder, se formula la capacidad de una subjetividad

política con capacidad de generar nuevas palabras, nuevos espacios de denominación y

significación, al entrar en tensión la disputa por las palabras, se entra en conflicto la totalidad de lo

fundante de una sociedad, porque a través de esa capacidad de enunciar un discurso sobre la

realidad, se pone en sospecha y se interroga los nudos que la construyen, la comunidad política deja

ser solo totalidad consensual para ser partes disputando el poder.

En esta linea, la derecha, que rara vez enuncia a la subjetividad pueblo con su nombre, sino a

través de los conceptos denigratorios, dan cuenta rápida de la capacidad igualitaria, por lo cual con

posibilidad de constituir un campo de posibilidad emancipatorio, quienes advierten la

potencialidades del devenir presencial del pueblo, irrupción que pone en tensión el orden que

favorece a los intereses del bloque dominante, ocupaciones de los espacios que no son destinados

para la totalidad, palabras arrancadas que se constituyen en interpelantes, la derecha ante esa

presencia, a la cual es incapaz de denominar, se construye como bloque dispuesto a reducir las

tensiones internas, para enfrentar el problema real, porque como dice Ranciere, “el pueblo es la

* Gran parte del ejercicio de escritura del presente ensayo esta bajo las lecturas del filosofo Jacques Ranciere, principalmente su obra El desacuerdo. Política y filosofía, Buenos Aires, Nueva Visión, 2012

clase de distorsión que perjudica a la comunidad y la instituye como “comunidad” de lo justo y de

lo injusto.”63.

La presencia efectiva del pueblo como subjetividad política pone en tensión un conjunto

supuestos en torno a las ideas rectoras del sistema hegemónico, el pueblo es la potencialidad de la

igualdad a ser proyectada, el pueblo contiene el principio de igualdad negado real, ahí la distorsión,

presencia litigando sobre la igualdad.

En Los Profetas del odio y la yapa, Jauretche daba cuenta de esto al afirmar respecto al “medio

pelo” nacional:

“La prosperidad de los de abajo molesta al escalón inmediatamente superior, a esa clase del quiero y no

puedo de la pobreza vergonzante, a quien parece disminuir socialmente el ascenso de los que estaban un

poco más abajo porque se alteran las jerarquías rutinarias de la importancia social”.

El orden de lecturas de la comunidad política consensual, se establece sobre un conjuntos de

simbolismos, tradiciones, privilegios y jerarquías que se inmovilizan en el acto rutinario, el pueblo

como presencia, como interrogación, altera esas percepciones, porque las ideas de jerarquías

rutinarias se asientan sobre el principio de desigualdad, la construcción de una presencia igualitaria

se construye sobre la premisa de poner en tensión la ficción de igualdad entre las partes que

conforman una comunidad política, a la idea de totalización armónica, el pueblo se presenta como

fisura.

Es sobre este punto que el pensamiento de derechas necesita constituir un espacio homegenizador

de representación, que no pueda ser interpelado, ser puesto en litigio, que cubra la desigualdad, pero

que mantenga la noción de igualdad como ficción, por eso escapa a la idea de ciudadanía, a la idea

de consumidor, porque son categorías que, tomadas de ámbitos diferentes, contienen un elemento

que puede incorporar el litigio, es necesario constituir una categoría vacía de significado pero que se

pueda instituir como la integradora de las partes, es aquí que nace la noción de la gente.

En las décadas del neoliberalismo, se intento colocar en un principio la idea de la subjetividad

consumidora en el mercado, como principio organizador de una alianza entre igualdad y libertad,

pero los procesos de exclusión generados como consecuencias de las políticas aplicadas,

generadoras de desigualdad, ponían en tensión esa idea “igualitaria” presupuesta en la metáfora de

“libre mercado”, ahí de repente nace la gente, como categoría que homogeniza, la gente no tiene

clase, no tiene intereses particulares, no tiene ideologías, quizás tenga gustos, es un armónico

entrecruzamiento que unifica una comunidad sin política, ya que es una comunidad sin litigio, sin

conflictos. La gente expulsa lo político en su constitución.

De repente la pantalla, en 2008, se parte en dos, en Rosario, el acto de las entidades rurales y la

gente, y del otro en Plaza de Mayo, el pueblo, la subjetividad política irrumpiendo en el espacio

63 RANCIERE; Jacques, El desacuerdo..., op. Cit., 23

publico y político por excelencia, rápidamente la gente desconoce como parte constitutiva a ese

otro, porque les muestra que no son gente, sino clases, fracciones de la misma, que no todos son el

campo, sino multiplicidad de campos, con intereses políticos, es decir, con nominaciones sobre lo

real puestas en tensión, en litigio, ya no hay opinión publica hay intereses enfrentados disputando el

significado de igualdad, ya hay nacimiento de multiplicidad de voces dispuestas a re-significar las

palabras que daban cuenta de como generar lecturas sobre lo real, es decir se produce, la conversión

de la política como una obra abierta, donde las lecturas permiten un conjunto de interpretaciones, y

se abren al campo de las posibilidades propio de la acción política, abertura que escapa a los

autores, posibilidades de construcción de nuevos horizontes igualitarios y emancipatorios.

En este sentido, podemos decir que el kirchnerismo abrió el espacio para que se generen estas

apariciones disruptivas del pueblo como potencia igualitaria, la acción simbólica de aquella famosa

125 fue la re-emergencia del pueblo como presencia, construyendo un momento político de ruptura

de los consensos sobre los que se sustentaba el orden neoliberal, de repente, el kirchnerismo se

construye como espacio de contra-hegemonía, ya que pone sobre el espacio político del debate las

jerarquías rutinarias sobre la que se asentaban los privilegios y las exclusiones en la sociedad

argentina.

La cibermilitancia y el ciberespacio. Algunas aproximaciones teóricas.

Introducción

La utilización de las redes sociales por parte de militantes políticos una discusión en torno a la

cibermilitancia, su poder de llegada, de generar grados de adhesión, lo que si es imposible de negar

que las mismas han configurado un nuevo espacio de multiplicación de la esfera de ejercicio

democrático, ampliando la esfera del agorá, es decir, siguiendo a Bauman, si el propósito de la

misma era, y es, la coordinación de los intereses “privados” y “públicos”, su función constitutiva es

la de proporcionar la condición esencial y necesaria de la misma, una traducción bidireccional entre

el lenguaje de los intereses individuales y el lenguaje de los intereses públicos64.

El presente trabajo tiene como objetivo el realizar un abordaje teórico sobre los procesos de

democratización del uso de la palabra en esta ampliación del agorá político, un momento político

de re-configuración de los valores y significaciones de la palabra, que abre una brecha en el

esquema comunicacional de la emisión, por parte de los medios hegemonicos, de una palabra-

verdad.

Desarrollo

El ciberespacio, ha generado una apertura de los espacios múltiples de democracia, al producir

una ampliación de la arena política, configurando un espacio de luchas por la significación de la

palabra, un espacio de visibilidad de los sujetos “invisibilizados” por las redes de poder no

democráticas, cuyo objetivo es lograr configurar y mediatizar los diferentes espacios de consensos,

que:

“significa propiamente un medio de estructuración simbólica de la comunidad que vacía

aquello que hace al corazón de la política, o sea, el disenso.”65

Durante gran parte del devenir de nuestra democracia recuperada, pero principalmente durante la

etapa neoliberal, se configuro el espacio de lo político con valores propios de la esfera económica,

es decir, configurar una arena política marcada como un espacio de contractual, donde los sujetos

intervinientes participan con la lógica de escribania, mientras que lo conflictivo, la posibilidad del

disenso, era arrojado por fuera de los limites constitutivos de lo político, esta lógica de un espacio

político consensuado, era parte de la colonización de la esfera económica sobre la esfera política,

interviniendo en las temporalidades, formalidades en el accionar, lógicas de visualización mas

cercana al marketing empresarial, la esfera política perdió autonomía frente a la esfera económica.

Esto es central, para pensar el proceso de re-democratización iniciado en el 2003, la democracia

64 Ver BAUMAN, Zygmunt, Daños Colaterales. Desigualdades sociales en la era global.; FCE, Buenos Aires, 2011, p. 20

65 RUBY, Crhistian, Ranciere y lo político, Prometeo, Buenos Aires, 2011, p. 58

en las sociedades capitalistas se constituyen sobre un doble espacio institucional, por un lado, la

esfera de toma de decisiones propiamente democráticas, pero también se encuentran rodeadas, por

espacios de poder no democráticos, que no solo intervienen en la esfera del mercado, sino pretenden

condicionar el accionar de lo institucional democrático, si la esfera política no es autónoma, no solo

para tomar decisiones de carácter político, sino también autonomía para condicionar, e imponer

reglas sobre las practicas de las esferas no democráticas, tiene el riesgo de sufrir una colonización

por parte de estas ultimas.

Dentro de este marco re-democratizador, pensamos al ciberespacio como espacio de ampliación

de la intervención ciudadana, como una grieta que rompe el espacio de los consensos construidos,

por los intereses de las esferas económicas que a través de la hegemonía que poseen sobre los

medios de comunicación, podían configurar y crear una opinión publica, construir un sentido

común en la ciudadanía, sentido común, entendido como espacio ideológico constituido para

instituir un consenso hegemónico, con sus marcas, sus puntos de referencias, voces autorizadas para

ejercer el poder sobre la palabra, una palabra-verdad sobre lo común, un consenso que llamaba al

silencio a la mayoría de la población.

La cibermilitancia, actuá como un momento político, al romper e interrumpir la temporalidad de

los consensos, que poseían la fuerza de configurar un imaginario colectivo, excluyente, colocando e

irrumpiendo con una nueva configuración de la relación entre los sujetos con el otro, esta nueva

relación posee un carácter político emergente, que construye una nueva manera de describir la

situación común y de emitir un relato a sus participantes, como oposición, o contra-relato, al

consenso constituido por los medios hegemonicos.

Es decir, al intervenir los sujetos en una lucha por la configuración del espacio de la palabra, abren

la brecha del disenso, produce un desgarro en el sentido común pre-establecido, abre nuevas

posibilidades de percepción del mundo y pone en cuestión la evidencia de un mundo dado.66

En este sentido, los blogs, las redes sociales (Twetter, Facebock), se construyen como espacios de

disputa política, espacios de acción de sujetos colectivos que intervienen en la modificación de las

mediaciones hegemonícas pre-establecidas, afirmando la capacidad de participar en la construcción

colectiva de la palabra con capacidad de interpelación, convertidos en participantes de un agorá

donde se reconstruye una igualdad de enunciación de la palabra, un espacio de la discusión sobre

los efectos de verdad establecidos desde los espacios hegemonicos.

La participación cibermilitante no es un hecho aislado, sino una recuperación de la idea de que a

mayor cantidad de derechos sociales se ejercen, se cuestionan y se tensan los derechos políticos y

civiles, es decir, sin cambios sociales en las realidades donde el sujeto vive, la tensión hegemoníca

en el espacio virtual no es puesta en tela de juicio, no emerge.

66 Ver RANCIERE, Jaques, Momentos Políticos, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2010, pp. 11-12

El sujeto in-visibilizado en el espacio de la lucha por la palabra, a intervenir en el espacio de la

opinión, una acción política que cuestiona el monopolio de la palabra legitima, reconstruyendo una

nueva cadenas de significación, es decir, pone en el centro de cuestionamiento a los dueños de los

diccionarios, como lo planteaba Cooke, la palabra es puesta en nuevos marcos de verificación,

poniendo a prueba la capacidad del hacer del poder, construyendo espacios de resonancias nuevas.

Ese espacio de opinión, es el espacio donde se determinan el conjunto de las posibilidades del

pensamiento y el modo que se define.67 Si el espacio de la opinión queda enmarcado en las manos

de los medios hegemonicos, el conjunto de posibilidades se acorta, los mismos son definidos desde

los espacios de participación no democráticos, la recuperación del uso democrático de la palabra

por los sujetos, reconfigura el conjunto de posibilidades, abre nuevos espacios de horizontes de

expectativas, las cuales entran en contradicción con el recurso de la palabra-verdad ejercida desde el

centro del poder.

Esa palabra-verdad, ejercida desde los centros de poder, son marcos para imponer agendas y ser

instalados en la sociedad, como palabra-inocente, el trabajo del espacio del cibermilitante, es poner

en un espacio de visibilidad el lugar de enunciación de la palabra, romper espacios de mediación

implementados desde el mismo centro.

Este proceso de recuperación de la palabra, es consecuencia de la autonomía de lo político sobre la

esfera económica, autonomía necesaria para la reconfiguración de lo sensible, una afirmación de la

igualdad, como afirma Ruby:

“La política consiste en arrancar de las distribuciones y las disposiciones habituales de la

palabra, en desplazar las disposiciones con el fin de dar otras significaciones a las palabras y a

las cosas, en inquietar los horizontes tenidos por costumbre”.68

Lo político, reconfigurado en el espacio de relaciones de poder como autónomo, permite aumentar

la de la idea de igualdad, al ampliar los esquemas de participación en el agorá, ya que cada uno de

los participantes puede expresarse y discutir, el poder económico, encuentra en esta nueva situación,

la desnudez del rey, sus acciones presentes en el centro, cuestionadas, ya no configuran lo común.

Tener la posibilidad de la palabra, es quizás una de las manifestaciones mas interesantes del ser

humano, a través de ella, conferimos sentidos a la realidad, nos permite comprender y

comprometernos con otro, a través, de la misma la poesía nace, expresamos el dolor, la

incomprensión, destruimos la soledad, y conformamos un comunidad con el otro.

La palabra igualitaria es la posibilidad de la ampliación de la libertad, de proyectarnos sobre las

posibilidades de una situación.

El dominio sobre las palabras, implica la posesión del control sobre las posibilidades de devenir,

sobre los sentidos generados por las mismas. Por lo cual, nuevamente decimos, la lucha por la

67 Ver Idem, pp. 12-1368 RUBY, Crhistian, Ranciere y lo político, Prometeo, Buenos Aires, 2011, p. 87

ocupación del espacio virtual, es una lucha política, su ejercicio produce un aumento de la potencia

de igualdad, al poner sobre las mesas, la situación como contingente, de esta manera todos los

sujetos intervinientes son susceptibles de reivindicar la vocación de participar en los asuntos

comunes.69

El ciberespacio, configura un territorio, donde se establecen marcos para el establecimiento de la

condición de igualdad, cada uno puede expresar deseos, requerir la posibilidad de construir disensos

para poner en marcha las acciones para re-diseñar y re-definir lo común.

Es una practica, siguiendo a Ranciere, donde la transformación interpreta y la interpretación

transforma: “Hay textos, practicas, interpretaciones, saberes que se articulan entre si y definen el

campo polémico en el que la política construye sus mundos posibles”.70

En el ciberespacio, los mecanismos de legitimación de la palabra adquieren nuevos sentidos,

nuevos recursos de verificación, las legitimidades del saber tradicional, pueden ser puestas en la

tensión igualitaria de la enunciación.

En este, sentido podemos pensar el proyecto Conectar Igualdad, no solo actuá como un reductor

de la brecha tecnológica entre las clases sociales, sino se convierte en un potencial igualador de los

futuros sujetos participantes del debate político, como así, actuá en el presente reduciendo el

analfabetismo digital, al entregar herramientas para consolidar procesos de igualitarios horizontales,

al acceso de los lugares de emisión de la palabra, abriendo participación democrática, nuevamente,

la posesión los derechos sociales son garantes del cumplimiento de los derechos políticos y civiles,

la libertad de expresión de los ciudadanos encuentra espacios de participación igualitarios.

La palabra recuperada, como posibilidad de construcción política, de disputa de sentidos, ha

generado una brecha en los discursos hegemonicos deudores de las practicas de instaurar un

consenso cerrado, donde lo específicamente político, es decir, el disenso había sido obturado por las

practicas políticas devenidas en des-politizadoras de la vida ciudadana en los '90.

Conclusiones

Como hemos ido desarrollando a lo largo del trabajo, hemos visto, que el ciberespacio, aparece

como una ampliación democrática del agorá político, donde la palabra capturada por los medios

hegemonicos, es puesta en tensión, lo cual, permite la emergencia de un nuevo territorio donde la

palabra, y sus usos, han constituido un nuevo sujeto democrático, donde la palabra, ubicada en el

espacio conflictivo constituyente del hacer lo político genera impugnaciones y re-significados,

poniendo en cuestión, el privilegio de los grupos dominantes de ser dueños de los diccionarios.

69 Ver Idem, p. 9470 RANCIERE, Jaques, Momentos..., p. 18

Las Cacerolas en busca de un orden conservador

Introducción“La prosperidad de los de abajo molesta al escalon inmediatamente superior, a esa clase del quiero y no puedo, a

quien parece disminuir socialmente el ascenso de los que estaban un poco mas abajo porque alteran sus jerarquias

rutinarias de la importancia de lo social”

Arturo Jauretche

A mediados del año 2012 comenzó a observarse la movilización de amplios sectores de ciertas

fracciones de las clases medias altas contra la politica de la gestion actual de gobierno, la derrota

electoral del 2011, y la no ubicación de un partido con capacidad de disputar en ese campo, puede

ser considerado como un antecedente de sectores sociales que no encuentran en el sistema político

un espacio donde canalizar la heterogeneidad de sus reclamos.

Si bien, las mismas pretenden ser presentadas como “espontaneas”, se conoce que hay un

entramado político movilizador, pero que se presenta incapaz de ser un representante de las mismas,

el paradigma de la politica sin políticos, ejercida desde los espacios de poder factico de la Argentina

durante la decada de los noventas, transformado en un “sentido comun” de estos sectores sociales

movilizados, se transforma en limite de las posibles canalizaciones políticas, es mas, puede jugar

contra los intereses del entramado de derecha sistemica en la Argentina, un caso es el cacerolazo

contra la gestion Macrista en el barrio de Belgrano como consecuencia del temporal.

Los “caceroleros” reconstruyen un imaginario de poder civil capaz de poner en jaque un

gobierno, un espacio de la sociedad civil heredera del “que se vayan todos”, que se considera no

atravesada por lo político, pero a su vez, son muestra de los efectos anti-igualitarios de la movilidad

ascendente de las políticas implementadas por las gestiones kirchneristas, sienten que los status

sociales imaginarios de la sociedad se encuentran puestos en tela de juicio, espacios de construcción

de un imaginario social que se presentaba como muro de contención contra la irrupción politica de

las mayorias populares.

Este conjunto de pequeños ensayos pretende indagar sobre determinadas zonas imaginarias de las

cacerolas sonantes, aproximaciones a su conjunto de vision del mundo y la lectura de los procesos

iniciados en el 2003.

¿Por quien suenan las cacerolas? El ideal democrático del cacerolero

Estamos ante la presencia de una resignificación en el uso de las palabras, en la construcción de un

nuevo diccionario para dar cabida a los nuevos significados, representante de este cambio de época,

que se materializa en un cambio de paradigma en nuestras sociedades, dentro de este contexto,

debemos pensar que todo ese conjunto simbolico, interpretativo, de lectura sobre lo real es parte de

la batalla cultural.

Desde los de los analistas del pensamiento neoliberal que recorren las columnas de los diarios

hegemónicos, parte una lectura que el gobierno nacional entablo una forma de pensar lo político en

clave de conflicto, que va generando una construcción de un nosotros y un otro enfrentados en una

guerra permanente.

Frente a esa clave de lectura, los sectores neoliberales plantean una noción de política consensual,

mantenida en la construcción de espacios de consensos entre sujetos racionales que se enfrentan

argumentativamente en la arena política.

De esta manera, la clave discursiva de los medios concentrados es intentar presentar a quienes son

adherentes del kirchnerismo como una subjetividad politica portadora de un grado de irracionalidad

la cual, la transforma como un interlocutor no valido para la practica democratico, a partir de ese

postulado central se estructura gran parte del discurso opositor para realizar una caracterización del

accionar del presente gobierno.

Por otro lado, se realiza una construcción subjetiva de un “nosotros”, racional, democrática, que

comprende las reglas del accionar político, de ocupación racional del espacio público, el hecho

kirchnerista, la recuperación del sujeto popular, es presentado en clave de disrupción de la

racionalidad abierta con la llegada de la democracia, sin dar cuenta que la entrada del sujeto

movilizante kirchnerista da cuenta de los conflictos no resueltos por la democracia formal, es decir,

la irrupción nuevamente de los sectores populares es la irrupción de la pregunta sobre la

distribución de la riqueza, de la igualdad social.

Si bien el kirchnerismo, no se presenta como ruptura del orden capitalista, produce una re-

ubicación del horizonte de expectativas del accionar político, abre un conjunto interrogativo sobre

los posibles de lo político.

Dentro de este contexto las claves de lecturas que nos ofrecen los intelectuales orgánicos de las

clases dominantes sobre la política deben ser entendidas en su forma conservadora, tanto del orden

económico como del social.

Por lo cual su apelación republicana y su ubicación dentro del espacio auto-construido como

democrático, es un intento de ubicar a los sectores populares en un espacio montado por un

gobierno no democrático, con caracteres “autoritarios” “fascistas”, sujeto populares subjetividades

suceptibles de manipulación, retomando imágenes de masas amorfas, sin capacidad de construcción

de un pensamiento autónomo.

Manejado por los medios concentrados, este discurso, ha logrado consolidarse en la comunidad de

lectores que consumen los grandes medios, ellos levantando las cacerolas se convierten en

guardianes de la moralidad republicana y democrática, que sienten amenazadas por las “hordas” del

pueblo.

Detrás de las cacerolas de los barrios más paquetes de la ciudad capital de nuestro país esta

presente la idea de una democracia excluyente, casi una lectura decimonónica basada en un ideal

republicano donde el poder era ejercido por ciertas fracciones de las clases dominantes, mientras los

sectores populares lentamente se convertían en sujetos de ejercicio de derechos políticos y civiles.

La noción de cierto periodismo, como guardián de las instituciones, refleja la visión de clase de

pensar a las mismas, como la fuente donde los humildes ponen sus pies para refrescar ese largo

andar desde la periferia, no solo industrial, sino social, ocupando un lugar que no les corresponde

por origen.

Las cacerolas vestidas de democracia conservadora son eco de esa clave de lectura de la sociedad,

impuesta por los intelectuales orgánicos de las clases dominantes.

Lectura de una igualdad, donde los que mas tienen el derecho a levantarse contra medidas

impositivas votadas por las instituciones democráticas, por considerase desiguales, en una noción

vinculada a pensarse como clase, nación, por afuera de las instituciones, ya que son mecanismos de

carácter temporal que pueden ser dejadas de lado.

Las cacerolas gritan, golpean por un ideal republicano anti-popular, anti-democrático, pensando en

el teorema borgeano de la democracia como un abuso de la estadística, porque no importa la

legitimidad del voto popular, sino, como diría un ex candidato a presidente, en la calidad del

votante.

Mientras golpean las cacerolas, se convierte en metáfora del ideal destituyente a-político, de esa

derecha que sueña con volver al poder, si es posible eludiendo las urnas.

Cacerolas y la idea de Republica Conservadora

Las cacerolas no representan un sector homogéneo, si bien podemos decir que su núcleo duro

proveniente de los sectores medios altos y altos urbanos, interrogarse sobre esos sectores es

interrogarse sobre los posibles lineamientos ideológicos que sustentan su propuesta.

Podemos observar que luego de la derrota y mala perfomance de los partidos políticos, vinculados

al espectro político de las derechas, son sectores que intentan canalizar su proyecto político sobre un

posible candidato, por ahora el que aparece como central es el Jefe de Gobierno de la Ciudad de

Buenos Aires, Mauricio Macri, quien ideológicamente puede generar algunos espacios de

acercamiento hacia el descontento social de los sectores mas favorecidos de la sociedad: una

política de apertura económica, de relaciones de subordinación con los Estados Unidos, una política

restrictiva con la inmigración, la configuración de un Estado Mínimo.

Los caceroleros pretenden configurar un “yo” que supere su ámbito de clase para hablar en

nombre de un “nosotros” colectivo, es decir, intentan configurar sus intereses particulares como

intereses colectivos, aunque, como mostraron las imágenes del programa 6-7-8, rápidamente

trasfiguran lo político como excluyente de los sectores populares, negando accionar autónomo

respecto al Estado, es decir, ese “yo” particular se muestra como movilizado como autónomo de los

poderes políticos y facticos, mientras que los sectores subalternos son entes movilizados, no por

intereses propios sino por una serie de beneficios, que son garantizados por la Constitución,

negando que la política de restitución de derechos sociales ha generado una recuperación de las

practicas de los derechos políticos y civiles.

En su forma discursiva se plantea una especie de “educar al soberano” propio de la ideología

conservadora, ya que conocen que existe la posibilidad de la existencia de Republica con derechos

democráticos recortados.

Su búsqueda se plantea en torno a una recuperación de un Orden Conservador para el siglo XXI,

es recuperar la forma prescriptiva de Alberdi sobre los mecanismos institucionales que hagan

funcionar las instituciones republicanas, es decir, la reconstrucción de un proyecto político que

incorpore a la Argentina dentro del orden internacional, como diría Botana, un programa que

“constituye un conjunto de metas al que debe dar alcance una nación abierta al futuro”71 pero para

lograr esas metas es necesario el transplante cultural de manera deliberada, ya que la cultura

nacional se constituye un impedimento para el cambio y la innovación, esta modificación cultural

solo debe producirse con una fuerte inyección, para que los habitantes de la nación sean portadores

de estos nuevos valores.

Para lograr estos cambios es necesario pensarlos desde el régimen político, como afirma este autor,

“la figura del legislador va delineando una concepción acerca de la organización y distribución del

71BOTANA, Natalio El Orden Conservador, Hyspamerica, Buenos Aires, 1985, p 45

poder, del modo de elección de los gobernantes y de las garantías otorgadas a los gobernados que

procura conciliar los valores igualitarios de una republica abierta para todos, con los valores

jerárquicos de una república restrictiva, circunscripta para pocos. La piedra de toque de esta

formula tiene un sencillo diseño: funda una capacidad de decisión dominante en el poder político

central; otorga el ejercicio de un gobierno a una minoría privilegiada; limita la participación

política del resto de la población; y asegura a todos los habitantes, sin distinción de nacionalidad,

el máximo de garantías en orden a su actividad civil”.72

Si bien el análisis de Natalio Botana esta pensada para el periodo 1880-1916, podemos encontrar

ciertos parentescos con lo que encontramos funcionando tanto a nivel ideológico como discursivo

en los grupos de los caceroleros.

La idea de una democracia directa, en su discurso, no tomo el carácter de no mediación entre

representación, ciudadanía e instituciones, sino como configurarse como sujeto legislador, es decir,

estas minorías, se convierten en acérrimos críticos de las relaciones de representación política, ya

que presienten que la lógica de las estadísticas, según el aforismo borgeano, se constituye como un

creador de desorden societal, por lo cual, detrás del reclamo de democracia directa, en boca de estos

sectores, es la configuración de Locke de romper el pacto social fundante y un retorno a los sujetos

políticos del poder de construir uno nuevo, de esta manera, se retoma la idea de ciudadano-

legislador, quien puede reformular el entramado institucional desde una posición de minorías

privilegiadas, que buscan limitar la participación política de las mayorías, ya que consideran a estas

ultimas, como un sujeto intrusivo en la arena política.

Esta posición política conservadora, implica reconstruir la idea anti-democrática, ya que produce

la negación a la mayoría de la defensa de un conjunto de derechos políticos, sociales y civiles, que

constituyen un nosotros colectivo que da cuenta de la diversidad constitutiva de las sociedades,

aunque detrás de su reclamo si se presenta la idea, vinculada a la institucionalidad conservadora, de

una democracia como un conjunto de reglas y procedimientos, que no se transforme en proceso que

se derrame sobre el conjunto de la sociedad, que la penetre, porque superar la visión formal de la

democracia, implica la negación del cuestionar y pensar el régimen democrático, como un conjunto

de instituciones y poderes en pugna.

Si bien, volvemos a decir, son un conjunto minoritario, y recortado geográficamente a ciertas

clases urbanas de la principal ciudad del país, las cacerolas nos tienen que obligar a pensar y poner

en debate un conjunto de categorías para re-pensar el proyecto político, el modelo societal, ya

sabemos que frente nuestro esta la opción conservadora latente de las minorías argentinas.

72 BOTANA; Natalio, ídem, p. 46. El resaltado se encuentra en el original

La noción de democracia en disputa

La batalla cultural implica un proceso por el cual, los marcos conceptuales que utilizamos para

interpretar el mundo social sean puestos en tensión, y adquieran en algunos casos ciertas re-

significaciones.

Así mismo, es necesario pensar cuales son los significantes de ciertos términos usados por quienes

desde los ámbitos de opinión intentan configurar marcos de imposición de los mismos, como

herramientas discursivas de quienes conforman las comunidades de recepción del mismo. La batalla

cultural es la batalla por el diccionario y la enciclopedia.

En los últimos días, en el marco de la protesta de los sectores urbanos vinculados a los grupos con

un alto poder adquisitivo se ha escuchado que el gobierno actual es una dictadura, un forma extraña

de fascismo regional, por lo cual, apropiados estos conceptos, quienes emiten el discurso apropiado

se sienten identificados como sujetos democráticos que se sienten en la obligación de defender los

marcos institucionales republicanos, si bien en los grupos de protesta encontramos núcleos duros de

una derecha anti-democrático, ciertos sectores se sienten identificados con esa propuesta liberal,

emitida desde las columnas de los medios hegemónicos, de la posibilidad de “rebelión”, de un

carácter devenido de la doctrina de Locke, ante el incumplimiento del pacto social, aunque en vez

de recuperarlo en clave de una vuelta a la sociedad civil pre-estatal, lo aggiornan con la idea de una

vuelta al Estado de Naturaleza hobbesiano, donde la disolución del pacto fundador implica un

retorno a la anarquía pre-estatal.

Denominarse en ese conjunto heterogéneo de reclamos, quienes sacan las cacerolas, se construyen

en un “nosotros” excluyente incapaz de interpelar un proceso que dialogice con ese “otro”, ese

“nosotros” re-construido se siente coparticipe del enunciado emitido por el periodista de TN, Adrián

Ventura, cuando hablando a las cámaras al recibir su premio, dice que la función del periodismo es

una especie de cuarto poder, destinado a ser custodio de los valores institucionales de la republica,

que sumado a la imagen de fiscal, se arrogan un conjunto de responsabilidades que corresponden al

funcionamiento institucional de los poderes reconocidos por la Constitución, es decir, se presentan

ante la sociedad como guardianes de la Republica y de la Nación.

Igualmente, desde las columnas de los diarios, periodistas de opinión y académicos, que analizan

al gobierno, lo caracterizan como un régimen político deviniendo en un proceso “autoritario”,

afirmando que la puesta en tensión de los “relatos” que conforman los imaginarios sobre los cuales

se identifican los miembros de una sociedad son intentados en convertirse en una “épica

mitológica” en busca de creación de héroes para que re-legitimen ideológicamente al gobierno

nacional, los académicos que se convierten en las voces legitimadas por su ubicación en la

academia, juegan con conceptos que en ese espacio los relativizarían o directamente no los

enunciarían, por ejemplo el uso del concepto Fascismo para caracterizar a un régimen democrático.

Momentos antes de la agresión a los periodistas de canal 7, muchos de las voces repetían ese

conjunto de palabras, gestos y lógicas impuestos desde esos medios.

¿De que hablamos cuando pronunciamos democracia? La palabra democracia, si bien proviene del

griego para denominar el régimen político donde el gobierno se encuentra en manos del pueblo, y

cuyo ejercicio se realizaba en el ágora, un espacio que idealmente los ciudadanos debatían, se

apropiaban de una manera igual de la palabra y del ejercicio del gobierno en común.

Como afirma Jorge Saborido: “En el mundo clásico griego, la palabra democracia se empleó para designar una forma de gobierno en el que el poder

residía en todos los ciudadanos de la comunidad. Desde una visión cuantitativa de la soberanía, en oposición a la

soberanía de un solo hombre (la monarquía, y a la de unos pocos (la aristocracia), la democracia implicaba la soberanía

de todos los miembros de la comunidad.”73

Este régimen primario se caracterizaba por ser participativo, así mismo, realizaba referencias a

dos principios que van a organizar la idea de la democracia en su devenir en el tiempo: a) la

soberanía del pueblo y b) la noción de igualdad.

El proceso comenzado de reapropiación de la palabra democracia en la lucha ideológica contra el

antiguo régimen, va configurando la idea de la construcción de una democracia conteniente a su

realización con el Estado liberal, que actúa como garante de una serie de derechos políticos y

civiles.

Durante mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX, se produce una ampliación del ejercicio

de los derechos políticos a un conjunto de mas amplio de ciudadanos, contra los criterios previos

del ejercicio de poder basado en el poder de la renta, poseer un determinado nivel educativo, o ser

varón.

Los gobiernos populistas de América Latina, del mismo periodo, ponen en tensión la idea

cuantitativa, al incorporar como parte central de sus programas de gobierno la incorporación de los

derechos sociales, que beneficiaban a las clases subalternas, desde esa mirada cualitativa, la

democracia comienza a pensarse no solo como el ejercicio de derechos políticos y civiles, sino que

para un ejercicio igualitario de los mismos, los sujetos intervinientes debían poseer y ejercer un

conjunto de derechos sociales, es decir, pone el énfasis de la necesidad de construir un espacio

igualitario social previo para el ejercicio igualitario de lo político y civil.

Las tensiones que pusieron sobre el ágora es la naturaleza de desigualdad entre los participantes

democráticos, poniendo a la vista, el conflicto entre el interés común y los intereses de las clases

dominantes locales.

El proceso de neoliberalismo que recorrió nuestro país, puso en tensión la noción de una

democracia cualitativa, volviendo a colocar el velo sobre ese conflicto constitutivo de intereses, la

noción de democracia no solo como un ejercicio de formalidades sino también de una serie de

73 SABORIDO; Jorge, Sociedad, Estado, Nación: una aproximación conceptual, EUDEBA, Buenos Aires, 2006, p.88

derechos sociales fue rápidamente dejada de lado, lo formal permitía que se mantuviera una

institucionalidad mientras se desgarraba el tejido social, con una magnifica re-distribución regresiva

de la riqueza hacia las clases dominantes.

El actual gobierno, estamos pensando el periodo 2003-2011, vuelve a poner nuevamente la noción

de democracia cualitativa, unificando el conjunto de reglas institucionales con el desarrollo de una

política de ejercicio de derechos sociales, políticos y civiles, que generaron una noción de

ciudadanía ampliada, una idea de democracia de autonomía de lo político respecto al conjunto de

intereses económicos, redefiniendo nuevamente la relación entre participación en lo político y el

espacio de igualdad en el ágora, frente a este proceso de ciudadanía ampliada se levantan las voces

de los sectores anti-kirchneristas, que sienten lo plebeyo irrumpiendo en lo institucional como un

ataque a los privilegios de clase.

Quienes con sus cacerolas, sus tractores no defienden la institución de la democracia, sino un

conjunto de derechos civiles, principalmente, el derecho a la propiedad, vinculado a un derecho de

libertades, que se asumen como destituyentes, es decir, frente a un gobierno elegido por el 54 % de

la población, que le saca mas de 20 puntos al segundo, es decir, un gobierno con un alto grado de

legitimidad, ellos levantan la bandera de la posibilidad de reconstruir la Republica pre-1912, una

democracia cerrada a ciertas minorías nacionales, la del privilegio, de la desigualdad… si eso no

alcanza… se encontraran otros mecanismo, total siempre que hubo democracias restringidas los

beneficiarios fueron los mismos.

Cacerolas en busca del Orden Conservador “ “ellos” son el país; nosotros somos lo que sobra, el residuo, la chusma marginal, no sana” J.W. Cooke

Nuevamente sonaron las cacerolas, nuevamente un reclamo heterogéneo, esas voces que reclaman

como portadores del valor “republicano”, pero no del valor democrático, las voces que desde su

punto de vista clasista, encuentran en este ultimo valor, un ideal igualitario que no los interpela,

detrás resuenan las palabras de la Republica Conservadora, un ideal que recorre gran parte de la

tradición política de los sectores identificados con el pensamiento de derecha.

La irrupción de los movimientos populares en 1916 con la llegada del Yrigoyenismo, la llegada al

poder en 1946 del peronismo, produciendo una ampliación de derechos políticos, civiles y sociales,

han sido interpretados por las clases dominantes nacionales como la llegada de la chusma al poder,

un sujeto incapaz de un ejercicio autónomo de la practica política, sino actuantes a través de la

capacidad del Estado de generar mecanismos de distribución de bienes hacia los sectores

subalternos de la sociedad, no como reparación histórica sino como un proceso que permitiera

generar, lo que se denomino, redes clientelares.

Esta visión conservadora y clasista de la sociedad, convierte a las clases subalternas en sujetos sin

capacidad de decisión autónoma, el cual debe ser educado para ser un participe racional de la arena

política liberal, hasta que esto ocurra, es decir la dominación de las pasiones populares, se ha de

retomar el valor de la “Republica Real” frente a la “Republica Posible”, tomando la metáfora

alberdiana que Natalio Botana despliega en su clásico El orden Conservador .

El golpe de 1930, la década infame, la proscripción del peronismo, las dictaduras de 1966 y 1976,

pretenden rearticular un re-ordenamiento de la sociedad, en un intento de volver a un estado de

cosas pre-1912, generando una alianza entre clases dominante, sectores de la clases medias altas

urbanas y ejercito, como guardianes morales de la noción de Patria, Republica, mas no así de la

noción de democracia, la cual puede ser un comodín móvil, y como hemos señalado, retirado del

uso del vocabulario del lenguaje y la practica política en caso de encontrarse frente a los intereses

políticos y económicos que las oligarquías nacionales defienden a capa y espada… muchas veces

prefiriendo la espada sobre la capa.

Mientras tanto, los intelectuales orgánicos de las clases dominantes utilizan las columnas de los

medios para generar un discurso donde se presentan como la voz defensiva de un conjunto de

valores institucionales, que ellos históricamente han despreciado.

Las clases altas y medias altas urbanas, en este caso muy cerrado por este momento al espacio de

ciertos lugares de la Ciudad de Buenos Aires, se han configurado en un “nosotros”, con una

ideología oscilante entre grupos netamente destituyentes y defensores de la aplicación de políticas

neoliberales, asumiéndose como un nuevo “yo nacional” que se enfrentan a una “dictadura”.

Entre ellas, desconocen el valor de la democracia, aquí pensándola solamente como un mecanismo

formal de régimen especifico, ya que sienten que ella solo es una manipulación donde los sectores

subalternos de la sociedad son utilizados, comprados, arriados como ganado a las manifestaciones

de apoyo al gobierno nacional.

Ayer, en medio del cacerolazo, en las redes sociales: leí nos movilizamos sin que nadie nos pague,

no vamos por chori, la coca, es la primera vez que veo una manifestación sin colectivos que trae

gente.

Todos estos ejemplos, demuestran un claro desprecio clasista hacia los sectores subalternos, es la

negación de su capacidad de construcción autónoma de un proyecto político, una incapacidad de

que el apoyo de los sectores subalternos es el resultado de la aplicación de una política de

recuperaciones de derechos y dignidades, que la política de no neutralidad del gobierno configuro

una subjetividad nueva, que permitió una re-apropiación del proyecto político. El kirchnerismo,

volvió a poner en tensión el conflicto social determinante de una sociedad desigual, volvió poner en

centro de la escena política la relación Estado como regulador y promotor de políticas nacionales

para la reducción de las desigualdades económicas, sociales y simbólicas.

El orden conservador defendido por los sujetos sociales que golpean las cacerolas, va mas allá del

mero reclamo sobre las formas comunicativas del gobierno, sobre una noción de justicia, sino es un

reclamo que pretende construir una sociedad donde ese “nosotros” identificados con la patria y la

republica se convierta en baluarte de la defensa contra un “otro” intrusivo, sin posibilidad de

participación política, ese núcleo de cacerolas no defienden la democracia, defienden la idea de una

Republica Conservadora, con una democracia restringida, un núcleo duro, que si bien se presenta,

como defensores de libertades, en su accionar se presentan como defensores de libertades de pocos,

frente a las libertades de muchos, ese núcleo no quiere debatir, ya que clausuran cualquier

posibilidad del mismo, si no se aceptan las reglas que ellos intentan imponer… construir un

consenso, donde la única voz es la de los “ilustrados” miembros de la Argentina oligárquica.

Locke llenando el vació de las cacerolas

Locke resolvió el problema dejado abierto por Hobbes respecto a la posibilidad de la disoluci{on

de la comunidad política, cuando el pensador del Leviathan estable la construcción del mismo, se

corre el riesgo que la desparición del orden construido puede ser un retorno al estado de naturaleza,

caracterizado por el hombre lobo del hombre, Locke permite construir un nuevo salto, es posible la

disolución de la comunidad política, sin el retorno al estado de naturaleza, ya que previamente se

había instituido la “sociedad civil”, por lo cual, si un gobierno ponía en tensión los lazos del pacto

fundante, era posible solicitar la disolución del mismo, pero con un retorno a la sociedad civil que

podría instaurar un nuevo pacto social. Sin saber muchos de los reclamos de la cacerolas, del que se

vayan todos, tienen como soporte esta logica de la disolucion de la sociedad politica de Locke.

Uno observando las diferentes coberturas de las manifestaciones de los sectores medios altos

urbanos de CABA, hay una serie de conceptos que unifican al conjunto heterogéneo que se

manifiesta que puede resumirse en la caracterización del actual gobierno como una “dictadura” o

una “tiranía”, si bien, ante las preguntas realizadas por los cronistas, los manifestantes sobre el

porque de esta caracterización, ellos responden en variopinto cúmulo de respuestas, que van desde

la idea de avance sobre las libertades individuales acompañada con una extraña lectura de los

derechos civiles, marcadas por un sesgo netamente clasista, estas consignas o líneas argumentativas

podrían resumirse en lo siguiente: La tiranía de un gobierno que avanza sobre un conjunto de

derechos naturales propios del ciudadano pactista, principalmente sobre su derecho a la propiedad.

De manera cruda, casi sin anestesia, vemos que desde el golpe de las ollas, no hay un vació a ser

llenado, sino que las mismas tienen un alto contenido de un pensamiento liberal, que si bien influyo

vía indirecta en la primer constitución nacional, no es propio de la tradición liberal argentina,

observamos como Locke comienza a llenar las cacerolas ideologicas.

Al definir al gobierno como una “tiranía” o una “dictadura”, los manifestantes no se proyectan en

un proyecto destituyente, sino se presentan como recuperantes del pacto primigenio, quien se siente

con la capacidad de disolver el mismo, para reconfigurar un nuevo pacto social re-fundador de una

nueva sociedad civil.

Si un sujeto habla de “tiranía” o “dictadura”, pone en juego en su discurso que ese gobierno es

régimen que se instala sobre las leyes emanadas por las instituciones representativas, por lo cual, el

incumplimiento del pacto, es una afección a la libertad del sujeto político.

Según el pensador británico, el poder legislativo, que puede ser ejercido por una multiplicidad de

legisladores o uno solo, tiene por finalidad que los hombres al entrar en sociedad el disfrute de sus

propiedades, y las leyes son el mecanismo para lograr esto, pero este conjunto normativo debe tener

un consenso de la sociedad, puesto que nadie esta por encima de ella.

Si bien el poder tiene altos grados de maniobra se configura en un conjunto de limitaciones, que

buscan la construcción de un control por parte de la sociedad, buscando frenar mediante diferentes

mecanismos la posibilidad de construir de un poder arbitrario.

En Locke se define a la tiranía como el ejercicio del poder por fuera del Derecho, quien ejerce el

poder, el ejercicio del mismo no es para el beneficio de la colectividad sino en el beneficio

particular, es un poder guiado por la ley, sino por la voluntad74, que por lo tanto, los actos de

gobierno están dirigidos a un conjunto de acciones que orientan la satisfacción sus ambiciones y

sus pasiones desordenadas.

En este punto, Locke plante la posibilidad de que los súbditos ofrezcan resistencia a la fuerza

ilegal que se emplea contra ellos, lo cual permite la disolución del gobierno y la constitución de uno

nuevo.

Siguiendo la lógica expuesta en los párrafos anteriores, quienes protestan desde las cacerolas, lo

hacen desde un Locke del sentido básico, aunque presente en varios de sus referentes políticos,

medios de comunicación del cual son comunidad de lectores, se presentan como guardianes del

“buen gobierno”, construyen ese “nosotros” heterogéneo, que no se sienten como “destituyentes”

sino como guardianes de las instituciones democráticas, como esos medios que ellos consumen….

Aunque luego de escucharlos en su discurso nace la pregunta ¿Qué régimen proponen? ¿Qué

entienden por democracia?... respuestas que quizás no tengan una respuesta en el Segundo tratado

sobre el gobierno.

74 Dentro de este contexto, es interesante pensar el articulo de Beatriz Sarlo, El imperio del Yo, en http://www.lanacion.com.ar/1481917-el-imperio-del-yo , por ejemplo la siguiente cita:“Cristina Kirchner ha fusionado su vida y el poder. Esta es la explicación menos psicológica, y más política, de las intercalaciones autobiográficas con que acostumbra poner notas de color en sus discursos presidenciales, transmitidos por cadena nacional. Está convencida de que todo lo que le concierne es materia de Estado.” (El resaltado lo he realizado yo)

Lo Nuevo y lo Viejo. Acerca de lo consensual y lo conflictivo en lo político

Toda mirada sobre lo político requiere tener en presencia las dimensiones de lo consensual y de lo

conflictivo, como se construyen y se legitiman una de las dos dimensiones en sociedades periféricas

implican una posición ideológica respecto a pensar el poder no solo en su faz institucional sino en el

entramado constitutivo de lo social, es situar los intereses en juego en el tablero de la discusión.

Los sectores opositores al gobierno, han constituido un discurso sobre la idea del conflicto

permanente, y pretenden construir un modelo republicano basado en la fase consensual de lo

político, de esta manera esta fase consensual se convierte en la piedra angular de la lingüística de

una derecha, ya que de cierta manera se produce la omisión sobre la pregunta el modelo de

consensualidad pretenden incorporar sobre la sociedad.

Este modelo de consensos es una recuperación de las políticas de mercado que fueron

hegemonícas durante el periodo neoliberal en la Argentina, como muestra Nicolás Casullo, las

mismas tenían como objetivo la institución del fetiche de una armonización de clases, la misma se

basaba en el establecimiento de “consensos” entre subjetividades políticas y sociales ubicadas en

espacios desiguales de poder.

Este modelo político concibe a los regímenes institucionales democráticos como catalogadores

vacíos de huecas “cuidadanías”, que componían de un conjunto de decisiones económicas

establecidas por los poderes económicos.

Como afirma Casullo:

“Política del mercado que se postula casi cínicamente como la que abandonó la finalidad de un auténtico y

concreto bien material comunitario para todos. Esta idea de una supuesta política democrática, republicana, en

realidad inerte o muerte, puede ser leída como el “sentido común” hegemónico en amplias capas medias

urbanas”.75

Gran parte de este discurso, fue acompañado por el intento de la constitución de nuevas

mediaciones políticas basadas en la presencia efectiva de los medios masivos de comunicación,

quienes se constituyeron con los constructores de este proceso hegemónico, la constitución de un

mundo mass mediático, relación mediática que proponía la agenda, los marcos de lecturas e

interpretación de lo real, acompañado la constitución de una política sin políticos, una negación de

la política y subordinación a los intereses de las corporaciones económicas, que nunca aparecían

como lugares visibles para el conjunto de los ciudadanos.

Este proceso de construcción de lo político sin políticos, fue la clave de un neo-republicanismo

que compartieron tanto la derecha conservadora como amplios espacios “progresistas”, se podía

pensar lo institucional sin dar cuenta de la esfera de reducción de los marcos de participación

democrática, esta última, se configuro como un simple régimen de formalidades que acompañaban

75 CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones, Buenos Aires, FCE, 2007, p 94

el devenir republicano, obstaculizando la posibilidad de pensar un proceso de democratización de la

sociedad.

El modelo neo-republicano, articulo ese conjunto institucional, donde se reclamaba una estricta

delimitación de las esferas de lo político y lo social, en torno a la expulsión de lo constitutivo de lo

democrático y lo político, ya que como afirma Ranciere:

“República es un término equívoco en el que se ejerce la tensión implicada por la voluntad de incluir,

en las formas instituidas de lo político, el exceso de la política. Incluir este exceso significa dos cosas que se

contradicen entre sí: darle derecho, fijándolo en los textos y formas de la institución comunitaria, pero

también suprimirlo, al identificar las leyes del Estado con las costumbres de una sociedad. Por un lado, la

república moderna se identifica con el reino de la una ley emanada de una voluntad popular que incluye el

exceso de demos. Pero, por el otro, la inclusión de este exceso demanda un principio regulador: la república

no necesita unicamente leyes, también necesita costumbres republicanas.”76

La lingüística neoliberal implico la consagración de la separación del desborde de lo

democrático, al constituir un modelo identificable ente “república” y “democracia” como regímenes

políticos, logrando la domesticación de las variables conflictivas implícitas en la relación entre lo

político y lo democrático.

Un entramado discusivo que instituye una lógica de un orden consensual, que construye una

confusión, donde el significante democrático se diluye en una noción indistinta que reúne en un

todo homogéneo, un determinado tipo de orden estatal, formas de vida, sistema de valores.

La crisis del 2001 y la llegada al gobierno de Nestor Kirchner, con la continuidad de la actual

mandataria Cristina Fernandez de Kirchner, puso en tensión ese conjunto de postulados sobre lo que

se sustentaban las democracias bajo la tutela de las corporaciones económicas, irrupción que

planteo, principalmente a partir del 2008, donde la dimensión del conflicto, del desacuerdo como

fundante de lo político aparece nuevamente, el kirchnerismo, siguiendo una lectura de Mouffe77,

concibe a la política en términos de lucha hegemónica entre proyectos en conflicto, esta hegemonía

se instituye sobre la construcción de ciertos puntos nodales que se interrogan sobre el significado de

las instituciones, las practicas sociales, poniendo en tensión los “sentidos comunes” del conjunto de

los miembros de una comunidad política.

Esta lucha, siempre fue entendida como productora de resultados contingentes, precarios y

susceptibles de ser puestos en cuestión, por lo cual, la idea la “batalla cultural” se articula como

central, ya que representa la posibilidad de constitución de una hegemonía alternativa o un proceso

contra-hegemónico.

De esta manera, lo político esta atravesado por un campo de antagonismos, una intervención que

76 RANCIERE, Jacques, El odio a la democracia, Amorrortu, Buenos Aires,2012, p 9277 Ver MOUFFE, Chantal, “La política democrática en la época de la postpolítica” en Debates y Combates, No 1, pp

75-89

tiene como fin desarticular y re-articular los elementos constitutivos de una sociedad, siempre

buscando una nueva configuración del horizonte de expectativas de sobre el cual las subjetividades

políticas intervinientes actúan proyectando sus intereses actuales.

Por eso, como afirma Ranciere, el odio a la democracia por parte de los sectores dominantes esta

en esa confusión conceptual, explicada con anterioridad, al hacer de la palabra “democracia” un

operador ideológico que despolitiza las cuestiones de la vida pública, para negar al mismo tiempo

las formas de dominación que estructuran la sociedad.78

Es en este proceso, donde los lenguajes de la derecha se posicionan cuestionando el “populismo”,

no ya como categoría de análisis, donde se pretende situar bajo ese concepto las formas de secesión

respecto del consenso dominante, asignando un único principio que unifica la arquitectura del

lenguaje de esta derecha, principio que remite a una ignorancia de los atrasados, a un apego al

pasado, sea una lectura ejercida sobre las conquistas sociales, ideales revolucionarios.

De esta manera Populismo:

“... es el nombre cómodo bajo el cual se disimula la exacerbada contradicción entre legitimidad

popular y legitimidad erudita, la dificultad del gobierno de la ciencia para conciliarse con las

manifestaciones de la democracia y hasta con la forma mixta del sistema representativo. Este nombre oculta

y revela a la vez la gran aspiración de la oligarquía: gobernar sin el pueblo, es decir, sin división del pueblo;

gobernar sin política”.79

La recuperación de lo político, la irrupción del pueblo poniendo en tensión la idea de

homogeneidad de la comunidad política neoliberal, ha instituido un momento político, donde

nuevamente la tensión entre lo consensual y lo conflictivo esta presente, lo cual nos lleva a poner en

sospecha sobre que intereses defienden aquellos que afirman que hay pensar en términos de la

logica consensual, detrás de esa anulación de la dimension conflictiva no estaremos ante un intento

de retorno de la política neoliberal, a una ofensiva conservadora bajo la hegemonia de las fracciones

financieras de nuestras clases dominantes, un conjunto de interrogantes y sospechas que articulan,

no solo proyectos políticos sino también horizontes de expectativas de una sociedad.

78 Ver RANCIERE, Jacques, El odio a la democracia,... pp 131-13279 RANCIERE, Jacques, El odio a la democracia,...., pp. 114-115. El resaltado es propio.

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