El Oligarca Feo_análisis de Caso

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El oligarca feo Jaime Barrios Carrillo [email protected] Comencemos por aclarar que el calificativo de oligarca es por definición peyorativo. No se trata de un atributo positivo que realce la ética y las capacidades de una persona. Un oligarca es un ser despiadado, codicioso y excluyente que en base de su poder económico se impone políticamente. No me refiero entonces, en general, a una persona con muchos medios económicos; no se trata de capitalistas serios y verdaderos, sino del manipulador y concentrador de riquezas a toda costa que pasa por encima de los derechos de los demás para acumular fortuna y poder. Lo aclaro porque no debe confundirse oligarca con empresario. Tampoco capitalista de verdad con oligarca. Por extensión, la burguesía es diferente a la oligarquía. Esta última pretende gobiernos autoritarios, muchas veces anteponiendo las siglas de Orden, Disciplina y Trabajo que son solo significantes retóricos que esconden la verdadera naturaleza del poder de las élites oligárquicas. En menoscabo de la democracia, la igualdad y la solidaridad. Las burguesías han sido históricamente clases que se rebelaron contra las aristocracias a través de hacer sucumbir las monarquías y establecer la República Democrática; es decir, la burguesía ha sido una clase progresiva del capitalismo real o democrático. En Guatemala no todos los empresarios son verdaderos capitalistas, sino hay sectores oligarcas. Esta oligarquía tiene un origen agroexportador, ya que se consolidó en base de la explotación de las masas campesinas indígenas, pagando salarios bajísimos y utilizando los sistemas de habilitación o endeudamiento de los campesinos, a la par del binomio latifundio-minifundio. La oligarquía además no arriesga, quiere controles absolutos del mercado y del Estado. La ola de fascismo en Guatemala representa un movimiento pro oligárquico, no pro capitalista. Pretende legitimar su superioridad racial y justificar el sistema de expansión de pobreza culpando a los pobres de ser pobres. Los une el argumento del crecimiento demográfico del sector campesino e indígena, a los que consideran

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El oligarca feoJaime Barrios [email protected]

Comencemos por aclarar que el calificativo de oligarca es por definición peyorativo. No se trata de un atributo positivo que realce la ética y las capacidades de una persona. Un oligarca es un ser despiadado, codicioso y excluyente que en base de su poder económico se impone políticamente.

No me refiero entonces, en general, a una persona con muchos medios económicos; no se trata de capitalistas serios y verdaderos, sino del manipulador y concentrador de riquezas a toda costa que pasa por encima de los derechos de los demás para acumular fortuna y poder.

Lo aclaro porque no debe confundirse oligarca con empresario. Tampoco capitalista de verdad con oligarca. Por extensión, la burguesía es diferente a la oligarquía. Esta última pretende gobiernos autoritarios, muchas veces anteponiendo las siglas de Orden, Disciplina y Trabajo que son solo significantes retóricos que esconden la verdadera naturaleza del poder de las élites oligárquicas. En menoscabo de la democracia, la igualdad y la solidaridad. Las burguesías han sido históricamente clases que se rebelaron contra las aristocracias a través de hacer sucumbir las monarquías y establecer la República Democrática; es decir, la burguesía ha sido una clase progresiva del capitalismo real o democrático.

En Guatemala no todos los empresarios son verdaderos capitalistas, sino hay sectores oligarcas. Esta oligarquía tiene un origen agroexportador, ya que se consolidó en base de la explotación de las masas campesinas indígenas, pagando salarios bajísimos y utilizando los sistemas de habilitación o endeudamiento de los campesinos, a la par del binomio latifundio-minifundio. La oligarquía además no arriesga, quiere controles absolutos del mercado y del Estado.

La ola de fascismo en Guatemala representa un movimiento pro oligárquico, no pro capitalista. Pretende legitimar su superioridad racial y justificar el sistema de expansión de pobreza culpando a los pobres de ser pobres. Los une el argumento del crecimiento demográfico del sector campesino e indígena, a los que consideran haraganes, brutos, terroristas y toda una serie de calificativos racistas.

Este fascismo criollo no solo miente sino está perdido en la situación nacional e internacional. Aquí quiero decirles abiertamente a todos esos horribles fachos, sean académicos mendicantes, chafas cobardes que asesinaron niños a sueldo, periodistas vendidos, que el campesino indígena guatemalteco es y ha sido siempre muy trabajador, que ha sabido resistir en orden y con disciplina las injusticias históricas, el racismo estructural y la explotación. Pero ya se cansaron, ya están hasta la madre de estos oligarcas, y Guatemala vibra ahora de indignación.

La conclusión paródica es que si de control de natalidad se tratara sería mejor la castración del oligarca feo; lo que llevaría a que disminuyeran los explotadores egohistéricos y que se instaurara una sociedad sin ellos. Una Guatemala democrática, solidaria y equitativa que se desarrolle en libertad y que progrese.