El Olvido Que Seremos_ensayo

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El olvido que seremos Hector Abad Faciolice - reseña- El olvido que seremos es una novela contemporánea publicada en el año 2006, escrita por al autor colombiano Héctor Abad Faciolince. El libro recibió en septiembre del año 2010 el premio Casa de América Latina de Portugal como mejor obra latinoamericana y también el Premio Wola-Duke en Derechos Humanos. Con una fuerte influencia autobiográfica, la novela nos presenta la figura paterna del autor, el médico Héctor Abad Gómez “cristiano en religión, marxista en economía y liberal en política”. Lo que sorprende desde los primeros episodios es la relación tan fuerte y especial que el único hijo varón tenía con su padre. De hecho, toda la narración se desarrolla alrededor del protagonista siguiendo el hilo cronológico hasta su muerte. La novela se inicia con episodios de la infancia del narrador que vivía en un casa llena de mujeres (su madre junto a cuatro hermanas) por entre las cuales se distinguía la presencia de su padre, al cual recuerda amar y estimar desde sus primeros años de vida - “El niño, yo, amaba al señor, su padre, sobre todas las cosas. Lo amaba más que a Dios. Un día tuve que escoger entre Dios y mi papá, y escogí a mi papá. 1 A medida que iba avanzando en la vida, Héctor recibía siempre el apoyo, el amor y la plena confianza de parte de su padre que le ofrecía soporte en todo lo que 1 Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos, Seix Barral Biblioteca Breve, edición electrónica, pag. 6 1

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El olvido que seremos

Hector Abad Faciolice

- reseña-

El olvido que seremos es una novela contemporánea publicada en el año 2006, escrita

por al autor colombiano Héctor Abad Faciolince. El libro recibió en septiembre del año 2010

el premio Casa de América Latina de Portugal como mejor obra latinoamericana y también el

Premio Wola-Duke en Derechos Humanos.

Con una fuerte influencia autobiográfica, la novela nos presenta la figura paterna del

autor, el médico Héctor Abad Gómez “cristiano en religión, marxista en economía y liberal

en política”. Lo que sorprende desde los primeros episodios es la relación tan fuerte y

especial que el único hijo varón tenía con su padre. De hecho, toda la narración se desarrolla

alrededor del protagonista siguiendo el hilo cronológico hasta su muerte.

La novela se inicia con episodios de la infancia del narrador que vivía en un casa llena

de mujeres (su madre junto a cuatro hermanas) por entre las cuales se distinguía la presencia

de su padre, al cual recuerda amar y estimar desde sus primeros años de vida - “El niño, yo,

amaba al señor, su padre, sobre todas las cosas. Lo amaba más que a Dios. Un día tuve que

escoger entre Dios y mi papá, y escogí a mi papá.1 “A medida que iba avanzando en la vida,

Héctor recibía siempre el apoyo, el amor y la plena confianza de parte de su padre que le

ofrecía soporte en todo lo que hacía. Señor Héctor Abad Gómez era un personaje muy famoso

y querido no tanto dentro de su familia, pero también en la comunidad. De profesión médico,

estaba interesado también en los problemas de la humilde población rural de Colombia,

problemas como la falta de higiene, de agua corriente limpia etc. Afirmaba y sentía

profundamente que el deber de un médico en Colombia de los años setenta era de ayudar a los

pobres evitar enfermedades provocadas por la falta de higiene. Además de sus actividades

como médico, Héctor Abad Gómez emprendió durante sus últimos años de vida una lucha en

contra a los actos violentos del ejército colombiano. Actos violentes que incrementarán y por

entre las víctimas de los cuales estará el también. En este lucha que el final le traerá la muerte,

Héctor Abad utilizó como arma únicamente la palabra. Sus artículos y las cartas dirigidas al

personal responsable de los múltiples actos de violencia fueron las que más habían

1 Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos, Seix Barral Biblioteca Breve, edición electrónica, pag. 6

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perturbaron a los que estaban al poder y se habían propuesto acallar a todos los

“izquierdistas“.

La temática de la novela es una recurrente en la literatura latinoamericana. A través de

la figura de Héctor Abad Gómez se nos da a conocer la tensa situación política de Colombia a

finales de los años ochenta. La instabilidad política y las ideologías dañinas de los que

sucedían al poder provocaron el aumento de los actos violentos premeditados cuyas víctimas -

profesores, intelectuales, curas que no podían ser controlados – eran asesinados después de

largas horas de tortura de la más cruel. Antes incluso de que esta situación estallara, Héctor

Abad Gómez había sido involucrado en conflictos políticos en la Universidad de Antioquia:

“En la Universidad también lo criticaban y trataban de ponerle zancadillas para dificultarle

la vida. Dependiendo del rector o del decano de turno, podía trabajar en paz, o en medio de

mil reclamos, cartas de recriminación y sobresaltos por veladas amenazas de despedirlo de

su cátedra.2“ Generalmente se le imputaban actitudes y acciones socialistas, “izquierdistas“.

De hecho, lo único que hacía Héctor Abad Gomes era poner su trabajo al servicio de los

pobres. No era avaro, ni podía ligar amistades interesadas. En las acusaciones que le aducían,

era muy a veces mencionada la ideología de Marx, autor cuya obra al médico le era

totalmente desconocida. “Por saber bien de qué lo estaban acusando, resolvió leerlos, y no

todo le pareció descabellado: en parte, y poco a poco a lo largo de su vida, se convirtió en

algo parecido al luchador izquierdista que lo acusaban de ser. Al final de sus días acabó

diciendo que su ideología era un híbrido: cristiano en religión, por la figura amable de Jesús

y su evidente inclinación por los más débiles; marxista en economía, porque detestaba la

explotación económica y los abusos infames de los capitalistas; y liberal en política, porque

no soportaba la falta de libertad y tampoco las dictaduras, ni siquiera la del proletariado,

pues los pobres en el poder, al dejar de ser pobres, no eran menos déspotas y despiadados

que los ricos en el poder.3 “

Además del temario casi típico de una novela latinoamericana contemporánea, lo que

personalmente me llamó la atención de una manera positiva fue la relación que el personaje-

autor tuvo con su padre. Es en definitiva un modelo de relación padre-hijo que no recuerdo

haber encontrado alguna vez, ni en el mundo literario, ni en la vida real. Lo considero un

enlace muy diferente de lo que significaba por aquel entonces la relación padre-hijo en pleno

desarrollo de la sociedad patriarcal. Dejando a un lado lo que Héctor Abad el padre

2 Idem 1, pag. 8

3 Ibidem

2

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significaba para toda la familia, lo que verdaderamente me emocionó fueron los párrafos que

describían con cuanto cariño educaba el padre al hijo. Le hablaba siempre con amor y

serenidad, nunca le decía algo que no sea para apoyarlo, incluso en etapas de su vida de las

más difíciles. Es verdaderamente un ejemplo de las así llamadas hoy en día estrategias de

parenting – educar a tus hijos bajo el principio del amor incondicional. Y no pocos son los

fragmentos en los que el hijo afirma que todo lo bueno que tiene como ser humano adulto

había aprendido de su padre. Es en definitiva una relación conmovedora e impresionante que

al principio sospeché incluso de inverosimilitud – antes de leer sobre el gran impacto

autobiográfico del autor en la novela. Esta es la razón por la cual me gustaría citar a

continuación unos de los párrafos que más bonitos me parecieron:

“Todavía conservo estos libros, firmados por mí en 1967, con esa incierta caligrafía

de los niños que apenas están aprendiendo a escribir, y con la firma que usé durante toda la

infancia: Héctor Abad III Me la había inventado para terminar las cartas que le mandaba a

mi papá durante sus viajes a Asia, y le daba esta explicación: «Héctor Abad III, porque tú

vales por dos. 4“

“Yo quería a mi papá con un amor que nunca volví a sentir hasta que nacieron mis

hijos. Cuando los tuve a ellos lo reconocí, porque es un amor igual en intensidad, aunque

distinto, y en cierto sentido opuesto. Yo sentía que a mí nada me podía pasar si estaba con mi

papá. Y siento que a mis hijos no les puede pasar nada si están conmigo. Es decir, yo sé que

antes me haría matar, sin dudarlo un instante, por defender a mis hijos. Y sé que mi papá se

habría hecho matar sin dudarlo un instante por defenderme a mí. La idea más insoportable

de mi infancia era imaginar que mi papá se pudiera morir, y por eso yo había resuelto

tirarme al río Medellín si él llegaba a morirse“5.

Otro personaje en cuya topología me gustaría hacer hincapié es la madre de Héctor

Abada Faciolince, Cecilia Faciolince. Como en varias ocasiones se menciona en la novela, la

madre de Héctor era una mujer moderna para aquello años, que trabajaba y cuyos recursos

contribuían considerablemente al mantenimiento del hogar. Cecilia no gozaba del apoyo total

de su marido en ejercer su trabajo: “Mi papá, con el inevitable sedimento machista de su

educación, no quería que mi mamá se pusiera a trabajar, ni que adquiriera la independencia

física y mental que da ganarse la propia plata, pero ella logró imponer su voluntad, con ese

4 Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos, Seix Barral Biblioteca Breve, edición electrónica, pag. 17

5 Idem, pag. 1s

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carácter firme y constante, mezclado con una indestructible alegría de fondo que no ha

dejado nunca de acompañarla hasta el día de hoy.6 “ Aun así, Cecilia y Héctor formaban

tanto para la familia, como también para un parte de comunidad, una de las parejas más

felices. Pese a que fue educada en el espíritu católico y conservador, Cecilia apoyaba y a

veces alimentaba la ideología liberal de su marido.

Desde el punto de vista estructural, la novela termina con las consideraciones del autor

de índole filosófico sobre la importancia que cada uno de nosotros tiene es este mundo, y

sobre la memoria colectiva.

En conclusión, El olvido que seremos es una novela autobiográfica, de un estilo

literario ejemplar, que da a conocer a sus lectores una parte de Latinoamérica menos conocida

y cuya lectura ha representado para mí un real deleite intelectual.

6 Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos, Seix Barral Biblioteca Breve, edición electrónica, pag. 10

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