El Origen de Don Juan Tenorio_ Michael A. Galascio Sánchez

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El origen de Don Juan Tenorio Fecha Viernes, 31 octubre a las 13:12:56 Tema Opinión Opinión Michael A. Galascio Sánchez (*) • Desde luego, bajo ningún concepto es la pretensión de éste humilde comentarista, que jamás se aventuraría a llamarse escritor, investigar si efectivamente Zorrilla se ciñó únicamente a la comedia que pretendió refundir y a la evocación de la de Tirso de Molina, o si se sumergió en las profundidades de otras magníficas versiones extranjeras Cuando “José Zorrila” en 1844 escribió su popularísimo drama, del cuál, en breve, seremos testigos en Vegueta, en la ciudad Las Palmas de Gran Canaria, lo hacía motivado fundamentalmente por el compromiso adquirido con el actor Lombia. En aquella época, empresario del Teatro de la Cruz, al que debía de entregar dos obras cada temporada. Inspirado, el escritor, decidió realizarlo sobre las huellas de aquel terrible "castigador", como suelen decir en ésta época- dejara en el ingenio de otros poetas nacionales y extranjeros, de los que fue el primero que tomó en los puntos de la pluma tan españolísima leyenda, aquel buen padre de la Orden de la Merced, “fray Gabriel Téllez”[1], gran espigador del alma femenina en el tribunal de la penitencia, que inmortalizó en el teatro con el pseudónimo de "Tirso de Molina", curiosamente el nombre antiguo del Teatro en Las Palmas, después de haberse llamado el Teatro Nuevo y finalmente, después del estreno de "Electra" en el Teatro Pérez Galdós. Por obra y gracia de las aventuras escénicas de aquel "burlador y convidado de piedra" venía el público español, desde la primera mitad del XVII, rindiendo culto a la audacia, la galanura y la bellaquería de semejante ídolo, espanto y terror de las mujeres, a cuya tradición también rindió culto la musa proteica de Félix Lope de Vega y Carpio, con sus comedias "El Caballero de Olmedo" y "La Fianza Satisfecha", y la recia y rotunda de Pedro Calderón de la Barca con "No hay cosa como Callar", y en la última etapa de ese siglo, acabó ensombrecida por las hogueras del Santo Oficio y el luto de Carlos II, pusieron también su piedra en el pieza donjuanesca dos poetas de desbordantes, Álvaro de Córdoba y Antonio Zamora con sus respectivos monstruos bautizados respectivamente, "La venganza en el sepulcro" y "No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague"; esta última, que en aquella época, se seguía representando tradicionalmente todos los años, y era precisamente la obra que José Zorrila barruntaba rehacer. Lógicamente, desistió de ésta empresa, al advertir que le era más fácil escribir una obra nueva, pues además, estaba dotado de gran capacidad técnica al mostrar como poeta una gran fluidez y musicalidad, que combinada con la utilización de los esquemas teatrales del Siglo de Oro Español, logra conseguir la aceptación del público.

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• Desde luego, bajo ningún concepto es la pretensión de éste humilde comentarista, que jamás se aventuraría a llamarse escritor, investigar si efectivamente Zorrilla se ciñó únicamente a la comedia que pretendió refundir y a la evocación de la de Tirso de Molina, o si se sumergió en las profundidades de otras magníficas versiones extranjeras

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El origen de Don Juan Tenorio Fecha Viernes, 31 octubre a las 13:12:56

Tema Opinión

Opinión

Michael A. Galascio Sánchez (*)

• Desde luego, bajo ningún concepto es la pretensión de éste humilde comentarista, que jamás se aventuraría a llamarse escritor, investigar si efectivamente Zorrilla se ciñó únicamente a la comedia que pretendió refundir y a la evocación de la de Tirso de Molina, o si se sumergió en las profundidades de otras magníficas versiones extranjeras

Cuando “José Zorrila” en 1844 escribió su popularísimo drama, del cuál, en breve, seremos testigos en Vegueta, en la ciudad Las Palmas de Gran Canaria, lo hacía motivado fundamentalmente por el compromiso adquirido con el actor Lombia. En aquella época, empresario del Teatro de la Cruz, al que debía de entregar dos obras cada temporada. Inspirado, el escritor, decidió realizarlo sobre las huellas de aquel terrible "castigador", como suelen decir en ésta

época- dejara en el ingenio de otros poetas nacionales y extranjeros, de los que fue el primero que tomó en los puntos de la pluma tan españolísima leyenda, aquel buen padre de la Orden de la Merced, “fray Gabriel Téllez”[1], gran espigador del alma femenina en el tribunal de la penitencia, que inmortalizó en el teatro con el pseudónimo de "Tirso de Molina", curiosamente el nombre antiguo del Teatro en Las Palmas, después de haberse llamado el Teatro Nuevo y finalmente, después del estreno de "Electra" en el Teatro Pérez Galdós.

Por obra y gracia de las aventuras escénicas de aquel "burlador y convidado de piedra" venía el público español, desde la primera mitad del XVII, rindiendo culto a la audacia, la galanura y la bellaquería de semejante ídolo, espanto y terror de las mujeres, a cuya tradición también rindió culto la musa proteica de Félix Lope de Vega y Carpio, con sus comedias "El Caballero de Olmedo" y "La Fianza Satisfecha", y la recia y rotunda de Pedro Calderón de la Barca con "No hay cosa como Callar", y en la última etapa de ese siglo, acabó ensombrecida por las hogueras del Santo Oficio y el luto de Carlos II, pusieron también su piedra en el pieza donjuanesca dos poetas de desbordantes, Álvaro de Córdoba y Antonio Zamora con sus respectivos monstruos bautizados respectivamente, "La venganza en el sepulcro" y "No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague"; esta última, que en aquella época, se seguía representando tradicionalmente todos los años, y era precisamente la obra que José Zorrila barruntaba rehacer. Lógicamente, desistió de ésta empresa, al advertir que le era más fácil escribir una obra nueva, pues además, estaba dotado de gran capacidad técnica al mostrar como poeta una gran fluidez y musicalidad, que combinada con la utilización de los esquemas teatrales del Siglo de Oro Español, logra conseguir la aceptación del público.

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Comenzó a trabajar en el drama abordándolo por los ovillejos [2] del segundo acto. Si lo que el autor nos relata en sus "Recuerdos del Tiempo Viejo", corresponde a la realidad, en el corto período de veinte días finalizó su obra, la cuál puso inmediatamente a ensayo para ser entrenada el 28 de marzo de 1844.

Desde luego, bajo ningún concepto es la pretensión de éste humilde comentarista, que jamás se aventuraría a llamarse escritor, investigar si efectivamente Zorrilla se ciñó únicamente a la comedia que pretendió refundir y a la evocación de la de Tirso de Molina, o si se sumergió en las profundidades de otras magníficas versiones extranjeras como las de Carlo Goldoni [3], Lorenzo Da Ponte[4] con "Don Giovanni", Lord Byron con su "Don Juan" incompleto por haber fallecido el autor, Jean-Baptiste Poquelin, llamado Moliére, Prosper Merimée[5] y Alejandro Dumas, aunque parece que la de éste, caprichosamente titulada "Don Juan de Mañara" no le era totalmente ajena, ya que la mencionada escena escrita en ovillejos coincide exactamente con la que escribió el autor de "Los Tres Mosqueteros" en su donjuanesca comedia. Por éste motivo, el Doctor Gregorio Marañón, decía "que el amor donjuanesco no es español, sino, una importación exótica, sin raíces nacionales y sin tradición".[6] No obstante, no es menester de éste neófito de la literatura valorar éste dato. Creo que debe ser un trabajo de los eruditos de la crítica y la investigación literaria. Considero, que cualquiera que sea el resultado, no desluce y mucho menos desacredita en modo alguno, la genialidad del excelentísimo vate y dramaturgo vallisoletano.

Arranca un auténtico don Juan Tenorio, que en tiempos de Enrique IV, "el impotente", como se le conocía vulgarmente al príncipe. Don Juan vivió en Sevilla, siendo tormento de las féminas y espanto de padres, maridos, hermanos, protectores y tutores. Como la creación de Zorrilla, mató a un comendador de Calatrava llamado Gonzalo de Ulloa, porque éste, advertido de su vida crapulosa, le negó la mano de su hija. Se revolvió el pueblo con las audacias y desmanes de este mozo, que culminaron en aquel asesinato y cerrando contra él, le obligaron buscar asilo en el mismo monasterio donde fue sepultada su victima, y habiendo tenido sacrílega temeridad de insultar a la estatua de aquel, permitió Dios que la pétrea figura descendiera de su pedestal y el llevara consigo a los infiernos, porque, a lo parece, tampoco la conciencia del señor don Gonzalo debía brillar como una patena. Y es que ese primer acto, es fundamentalmente, libertinaje y escándalo, habilidad, profanación y como no, la idea del mismo diablo a las puertas del cielo. Otro modelo vivo de Don Juan era un rico hidalgo burgalés llamado don Bernardino de Obregón, que en los tiempos de Felipe II de Habsburgo, "El Prudente", andaba por Madrid produciendo estragos en los corazones femeninos y derrochando a manos llenas el cuantioso patrimonio que heredó de sus padres...

Muy primoroso y pulido bajaba nuestro hombre cierta mañana por la calle de Postas hacia la Puerta del Sol, a tiempo que un barrendero le salpicó impensadamente con la escoba; indignado en alto grado el galán y se abalanzó sobre el humilde obrero de la Villa le dio bofetadas, sin que este contestara al injusto castigo, antes postrándose ante su colérico e irascible agresor le pidió perdón por haberle manchado. Tan honda impresión causó en don Bernardino inmenso acto de humildad que en aquel mismo punto y hora hizo firme propósito de repartir su riqueza entre los pobres y retirarse del

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siglo, promesa que de allí poco cumplió formalmente, fundando la venerable orden tercera, que vulgarmente se llama de los hermanos obregones.

También puede considerarse como elemento documental al caballero italiano Jacobo de Gratis [7], fundador del oratorio que existe en la calle de su nombre, y del que es fama que, como el clérigo Enríquez, vio una noche su entierro, motivo que también aprovecharon José de Espronceda con su "Don Félix de Montemar en El Estudiante de Salamanca" y Zorrilla, en sus bellísimas leyendas en "El Capitán Montoya". Casi a finales del siglo XVII aparece en Sevilla don Juan Mañara, prototipo por excelencia de la legendaria figura que por estos días embarga la atención del público, para alguien, como dice el personaje de Zorrilla:

..."no hubo segura Vida, ni hacienda, ni honor".

Y arrepentido también de un acto de soberbia, penetró en su alborotada conciencia la luz del remordimiento y la constricción e hizo el cuarto de conversión. Renunció por completo al mundo y fundó en Sevilla el Hospital de la Caridad, en donde mandó que le enterraran y pusieran sobre la losa de su sepulcro a ras de la tierra, donde todos pudieran poner el pie, esta breve inscripción: "Aquí yace el hombre más malo del mundo". Tales son los antecedentes de "Don Juan Tenorio", que en estos días sale de entre los muertos para entretener y admirar a los vivos, en ésta ocasión en Las Palmas de Gran Canaria. Sin duda, "el Tenorio", como comentan muchos, es una obra inmortal de la literatura que todos debemos leer y ver, por lo menos, una vez en la vida.

[1] Tirso de Molina. (Seudónimo de Fray Gabriel Téllez; Madrid, 1584 - Almazán, 1648) Dramaturgo español. Es uno de los grandes dramaturgos del Siglo de Oro español. En su obra dramática se mantuvo fiel a Lope de Vega, del que sólo se diferencia por el análisis más profundo de la psicología de sus protagonistas, en especial en los tipos femeninos, cuya variedad y matización es poco usual en el teatro español de la época.

[2] Un ovillejo (término derivado de /ovillo/) es una estrofa que consta de diez versos, los seis primeros formando tres pareados: con el verso octosílabo se pregunta y con el verso de pie quebrado se responde, a modo de eco, en rima consonante. Los cuatro últimos versos forman una redondilla que resume el sentido de los versos anteriores. El verso final recoge las tres palabras utilizadas en los versos cortos o de pie quebrado. Por tanto, el esquema métrico es el siguiente: /aa bb cc cddc/. Los primeros ovillejos conocidos los escribió Cervantes.

[3] Carlo Goldoni (Venecia, 25 de febrero 1707 --París, de 1793) fue un dramaturgo veneciano. Es considerado uno de los padres de la comedia italiana, como dice una placa conmemorativa en el Palazzo Poli, en Chioggia, ciudad italiana en la cual vivió por cierto tiempo y en donde escribió una de sus óperas más conocidas: Le Baruffe chiozzotte. [4] Lorenzo da Ponte. (1749-1838), poeta y libretista italiano conocido sobre todo en cuanto autor de los libretos de tres grandes óperas de Mozart.

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[5] Prosper Mérimée (París, 1803- Cannes, 1870). Autor, historiador y arqueólogo francés. En una de sus novelas está basada la famosa ópera Carmen Con música de Bizet. Era muy aficionado a España aun antes de haber estado en ella. En su primera obra intentó con deliberación imitar el teatro español. Cuando finalmente la visita dará emotivo curso a novelas y obras históricas sobre la tierra de Cervantes.

[6] Gregorio Marañón. Don Juan (Octava edición. (Madrid: Espasa Calpe S.A. 1968), Página 95.

[7] En el siglo XVI vivía en esta calle (Caballero de Gracia de Madrid) una hermosa mujer, Leonor Garcés, que estaba casada con un noble de Aragón. De ella se enamoró locamente Jacobo de Gratis un caballero italiano nacido en Módena, quien había venido a España con el nuncio apostólico de su santidad Gregorio XIII. Era un hombre muy rico, poderoso, y compró la mayor parte de los solares de esta zona, donde hizo edificar casas de estilo italiano con hermosos jardines. El noble caballero cortejaba a la bella Leonor, pero no pudo conquistarla pese a su verbo gracioso y seductor. Era un perfecto libertino que buscaba los placeres de la vida, es de sentirse pleno, lleno de energía. La tradición habla de la vida licenciosa del Caballero de Gracia, como llamaban en Madrid a Jacobo de Gratis. En su casa celebraba orgías nocturnas que iluminaban la noche y espantaban a los vecinos del barrio.

(*) Licenciado en Ciencias Políticas, doctorando en Psicología de la Salud y Clínica