El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

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1 El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en los trabajos de John Lewis Gaddis Miguel Felipe Pinilla Téllez. Estudiante de pregrado la Universidad de los Andes. Correo electrónico: [email protected]

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El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en los trabajos de John Lewis Gaddis

Miguel Felipe Pinilla Téllez.

Estudiante de pregrado la Universidad de los Andes. Correo electrónico:

[email protected]

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Abstract: el presente escrito pretende hacer un análisis historiográfico sobre los cambios que hay en las narrativas de John Lewis Gaddis sobre el origen de la guerra fría. Para hacer esto, se estudió la visión que tiene el autor sobre la historia, la importancia que tiene en la historiografía norteamericana y se compararon y contrastaron 3 de sus libros. This text pretends to make a historiographical analysis of the changes in the narratives of John Lewis Gaddis on the origin of the Cold War. To do this, there was an analysis of the author's vision of history, his importance in American historiography and comparative study of 3 of his books. Keywords:

Postrevisionismo, Estados Unidos, Imperio, aislacionismo, esferas de influencia.

Postrevisionism, United States, Empire, Isolationism, spheres of influence.

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Table of Contents

1. Introducción .............................................................................................................. 3

2. Los Paisajes de la Historia. ......................................................................................... 7

3. La historiografía sobre el origen de la guerra fría. ................................................... 10

4. John L. Gaddis y la escuela post Revisionista. .......................................................... 14

5. La Guerra fría: Un proceso incluso. .......................................................................... 23 a) 1946: volverse rudo con Rusia. ....................................................................................... 24 b) Las inseguridades de la victoria. ..................................................................................... 36

6. Ahora Sabemos: repensando el origen de la guerra fría.......................................... 42

7. Conclusiones ............................................................................................................ 48

1. Introducción

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El estudio del pasado es un ejercicio que implica grandes desafíos. Por un lado, el

historiador se enfrenta a estudiar algo que nunca podrá poseer. Cuando llega el momento

en el que un evento es considerado relevante, es imposible revivirlo o volver a simularlo

como si se tratara de un experimento de laboratorio. De tal forma que el pasado es

representado para darle un sentido a los hechos que se están estudiando a partir de las

fuentes que se han encontrado.

Normalmente, se requiere que haya pasado un periodo de tiempo para que un

proceso histórico sea objeto de estudio. Ante todo, el historiador mira el pasado para

encontrar respuestas a preguntas que surgen en el presente. De ahí que pueda haber

lecturas diferentes sobre un mismo periodo histórico puesto que los marcos teóricos que

se utilizan o las fuentes que se tienen a disposición son diferentes. Incluso, la explicación

que ofrece un mismo autor puede variar a través de sus obras.

Ahora bien, la guerra fría tiene una particularidad. Este conflicto no bélico que

mantuvieron los Estados Unidos y la Unión Soviética se prolongó por más de 40 años. A

pesar de esto, para 1970 ya había diferentes explicaciones sobre por qué se había roto la

alianza de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial. Incluso, durante las

décadas de los 70 y 80 hubo académicos que, junto a las narrativas sobre la doctrina

Truman y la crisis de los misiles de Cuba, hicieron el intento de pronosticar cuál sería el

final de este proceso. Entonces, había conciencia entre los historiadores sobre el estudio

de un enfrentamiento que no había concluido y su fin no se pronosticaba en el corto

plazo.

Además, las fuentes a las que tuvieron acceso variaron a lo largo del tiempo.

Muchos documentos estaban bajo reserva puesto que recogían información sobre la

política exterior que manejaba los Estados Unidos frente a una potencia rival. De tal forma

que iban siendo desclasificados a medida que los gobiernos los dejaran de considerar

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como documentos que comprometían la seguridad nacional. También, los archivos de

países que se encontraban al otro lado de la “cortina de hierro” no fueron accesibles a

historiadores de países del bloque capitalista hasta las reformas políticas de Mijaíl

Gorbachev. Por lo tanto, hacía falta estudiar qué decían las fuentes de los países

comunistas sobre el origen y el desenlace de este conflicto.

Uno de los autores más importantes de la historiografía norteamericana sobre la

Guerra Fría es John Lewis Gaddis. En este círculo académico es reconocido como uno de

los fundadores de la lectura post revisionista de la guerra fría. Con sus primeros escritos,

Gaddis criticó la posición de historiadores que, a partir de una lectura de corte marxista,

atribuían el origen de la guerra fría a los Estados Unidos. Entre sus tesis más importantes,

está la valoración que hace del Plan Marshall como un instrumento económico que servía

a un fin político, el cambio de percepción que tuvieron los miembros de la administración

Truman ante la ocupación soviética de los países de Europa del este y la importancia de

entender que las disputas políticas internas de los Estados Unidos jugaron fueron

importantes en el origen de la guerra fría.

Además, su importancia no se limita a las ideas que propuso durante la década de

los setenta. Por ejemplo, en su libro The Long Peace: Inquiries Into the History of the Cold

War, Gaddis planteó que la guerra Fría había inaugurado un periodo de estabilidad en las

relaciones internacionales. Entre los factores que expuso para explicar la ausencia de un

conflicto bélico entre las dos superpotencias fue la creación de una estructura bipolar

entre los dos países con mayor capacidad militar. Esta estructura se mantenía por su

simplicidad, la longevidad de las alianzas que se habían tejido entre los miembros de cada

bando de la guerra fría y la incapacidad que tenían los Estados de amenazar a las

superpotencias en caso de romper con alguna de ellas. Asimismo, la independencia

económica y la falta de interacción entre dos pueblos tan diferentes permitió que las

relaciones entre ambos países se mantuvieran estables después de la Segunda Guerra

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Mundial. Finalmente, los avances tecnológicos militares no siempre fueron un factor

desestabilizador de las relaciones ruso-americanas. Tanto las armas nucleares como los

instrumentos que permiten estudiar las intenciones del contrincante aminoraron, para

Gaddis, el riesgo de una guerra puesto que redujeron los escalamientos militares que

había llevado a las potencias europeas a otras guerras a principios del siglo XX.

Con todo, su interpretación sobre el origen del conflicto entre los Estados Unidos y

la Unión Soviética es el campo que abarca la mayoría de sus producciones académicas.

Más aún, la publicación del libro We Now Know: Rethinking Cold War History causó un

gran debate entre los historiadores norteamericanos sobre este punto ya que muchos han

considerado que marcó un punto de inflexión en la explicación que daba Gaddis sobre el

origen de este conflicto. Melvyn Leffler sostiene que, en este libro, Gaddis abandona la

lectura post revisionista y retorna a una explicación más tradicional sobre el origen de la

guerra fría. En esta, afirma Leffler, la personalidad de Stalin, el papel de la ideología y los

regímenes autoritarios se convierten en las principales culpables del origen de la guerra

fría.

Ante este escenario, el presente texto buscará hacer un análisis historiográfico

sobre la interpretación que hace John Lewis Gaddis sobre el origen de la guerra fría. La

pregunta de investigación que se responderá es: ¿cómo cambia la lectura sobre las

razones que dieron pie al rompimiento de la alianza entre los Estados Unidos y la Unión

Soviética y el surgimiento de la Guerra Fría en las obras de John Lewis Gaddis? Para

responder esta pregunta se utilizarán como fuentes primarias 4 obras del autor, las cuales

se pueden clasificar en dos grupos. En el primero están 2 libros y un artículo publicados

antes de la caída del muro de Berlín: The United States and the Origins of the Cold War,

1941-1947; The Emerging Post-Revisionist Synthesis on the Origins of the Cold War y The

Long Peace: Inquiries Into the History of the Cold War. Mientras tanto, el segundo grupo

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de textos está compuesto por el libro We Now Know: Rethinking Cold War History,

publicado en 1997.

El objetivo central de la investigación será estudiar la variación que un mismo

autor tiene sobre el origen de la guerra fría. Para alcanzarlo, el trabajo tendrá dos

objetivos específicos. El primero será entender la visión que tiene John Gaddis sobre la

historia. Especialmente, se requiere entender la función que tiene el estudio del pasado

para este autor. Por su parte, el segundo objetivo especifico consiste en analizar las

narrativas del origen de la guerra fría que presenta Gaddis. Con esto, se pretende

identificar conceptos, actores y la temporalidad relevante para el autor en los trabajos

que son objeto de esta investigación.

El trabajo se presentará en 5 secciones. Inicialmente, se describirá las reflexiones

que hace John Gaddis sobre el oficio del historiador y su visión de la historia. A

continuación, se expondrá cómo ha sido estudiada el origen de la guerra fría entre los

académicos norteamericanos. En tercer lugar, se explicará cuáles fueron las tesis centrales

que John Lewis Gaddis identifica como el eje central de la interpretación post revisionista.

Después, se analizarán los libros que este autor publicó antes de la caída del muro de

Berlín. Para presentar en detalle los actores y eventos que articulan la narrativa de cada

texto, cada libro se tratará por separado. Por último, se estudiará el cambio en la

explicación del origen de la guerra fría que tiene Gaddis en el libro We Now Know:

Rethinking Cold War History .

2. Los Paisajes de la Historia.

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John Lewis Gaddis es un autor que ha reflexionado sobre el trabajo del historiador. En el

capítulo 1 del libro The Landscapes of History, deja clara su postura frente a qué significa

estudiar el pasado, cuál es su función y cómo se debe hacer una narración.

Para empezar, el concepto de conciencia histórica ocupa gran parte del análisis de

este autor sobre la labor del historiador. La razón por la que esto se presenta es que, para

Gaddis, el pasado es una fuente de conocimiento que le permite a los individuos formarse

una idea sobre su futuro. Sin embargo, el pasado es algo que nunca se podrá poseer:

For by the time we’ve become aware of what has happened it’s already

inaccessible to us: we cannot relive, retrieve, or rerun it as we might some

laboratory experiment or computer simulation. We can only represent it. We

can portray the past as a near or distant landscape, much as Friedrich has

depicted what his wanderer sees from his lofty perch. We can perceive shapes

through the fog and mist, we can speculate as to their significance, and

sometimes we can even agree among ourselves as to what these are.1

Ahora bien, Gaddis sostiene que la capacidad que se tiene de entender un evento varía

con el paso del tiempo. El ejemplo que utiliza es una hambruna, es decir, así como la

persona que atraviesa por una situación de escases no avizora toda la realidad que

experimenta, el historiador sólo puede percibir una pequeña porción del hecho que

investiga. Por lo cual, una aproximación directa al evento que se estudia no es

necesariamente el mejor camino. La conciencia histórica implica analizar un evento que ya

pasó y darle un significado con las nuevas luces que se perciben en el presente. De ahí

1 GADDIS, John Lewis. The Landscape of History. iBooks. Disponible en:

https://itunes.apple.com/us/book/the-landscape-of-history/id817318030?mt=11

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que, Gaddis se incline por describir al pasado como un paisaje, los trabajos históricos

como las representaciones que se hacen de él y el acto de representar como una

experiencia que permite observar y entender aquello que con lo que no se tuvo un

contacto directo.

En segundo lugar, Gaddis le otorga al estudio del pasado la función de generar

identidad. A través de la historia, se adquiere conciencia de dónde estamos, cuál es la

importancia que tenemos en nuestras circunstancias sociales y lo insignificante que es un

ser humano ante la grandeza del pasado: “We understand how much has preceded us,

and how unimportant we are in relation to it. We learn our place, and we come to realize

that it isn’t a large one.”2 Con todo, Gaddis plantea una visión expansiva de la historia

pues, gracias a la acumulación de conocimientos y experiencias de seres humanos que nos

han precedido, se abre la posibilidad de tomar decisiones más sabias.

Con todo, Gaddis acepta que hay diferentes versiones de un hecho histórico.

Aunque recalca que el trabajo del historiador tiene la capacidad de llegar a concesos sobre

el objeto de estudio, el autor acepta que hay distintas versiones de la verdad en

competencia y es una decisión personal elegir a cuál de ellas se quiere acoger: “It’s part of

historical consciousness to learn the same thing: that there is no “correct” interpretation

of the past, but that the act of interpreting is itself a vicarious enlargement of experience

from which you can benefit.”3 Entonces, a través de la acumulación de experiencias

empiezan a aparecer generalizaciones del pasado, algunas contradictorias pero que no

afectan el conceso sobre el hecho histórico.

Por último, Gaddis dice que la narrativa es el método que utilizan los historiadores

para presentar la historia y así agrandar las experiencias personales acumuladas. Ante

2 Ibíd. 3 Ibíd.

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todo, el historiador presenta a sus lectores experiencias indirectas. Por eso, cualquier

cronología o una colección de detalles implica un ejercicio de abstracción, en otras

palabras, la simplificación de fenómenos complejos. A través de la narrativa, el historiador

representa el flujo del tiempo y puede abordar ángulos diferentes de un mismo hecho. Al

llegar a este punto, Gaddis hace un apunte que es transversal a todos sus trabajos. A

medida que se cubre un periodo de tiempo mayor con la narrativa, menos detalles se

podrán presentar. A raíz de esto, las obras de este autor sobre el origen de la guerra fría

se concentran en dos o tres años. Por lo tanto, hay una gran cantidad de detalles sobre

personajes de la política norteamericana y conferencias que, para este autor, son los

hechos que permiten explicar el origen de la guerra fría.

Como se verá en las siguientes secciones, John Gaddis estudia la guerra fría a

través de las acciones de personas. A pesar que rescata la importancia de la economía

como un instrumento que sirve a fines políticos, sus obras se concentran en las gestiones

de diplomáticos y funcionarios del gobierno de los Estados Unidos o la Unión Soviética. En

consecuencia, será necesario describir detalladamente las fechas y los personajes que el

autor encuentra relevantes al analizar sus obras. De lo contrario, no se entendería dónde

están los cambios interpretativos en los argumentos de Gaddis durante 30 años.

3. La historiografía sobre el origen de la guerra fría.

En esta sección se expondrá cómo se ha estudiado la guerra fría en la historiografía

norteamericana. En general, existen tres interpretaciones que proponen hipótesis sobre el

surgimiento de este conflicto. Es importante aclarar qué hay un consenso en los trabajos

que estudian la historiografía americana de este periodo en utilizar los términos

“ortodoxia”, “revisionismo” y “post revisionismo” para clasificar los estudios sobre el

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origen de la guerra fría hasta finales del siglo XX. Asimismo, los autores rescatan las figuras

de William A. Williams y John L. Gaddis como autores que marcaron un punto de inflexión

con sus propuestas.

Para empezar, desde la década de 1950 ha habido interés entre los académicos

norteamericanos sobre cuáles fueron los factores que llevaron a que la Unión Soviética y

los Estados Unidos rompieran la alianza que mantuvieron durante la Segunda Guerra

Mundial. En este escenario, algunos autores estudiaron la rivalidad entre Rusia y Estados

Unidos desde finales del siglo XIX4. Otros ubicaban el origen ideológico del conflicto con la

caída de la dinastía Romanov en 1918. No obstante, la tesis más fuerte fue que el origen

de este conflicto se debió a las ambiciones imperiales de la Unión Soviética ya que este

país quería asegurar una zona de influencia en los países de Europa del este5. Además,

estos deseos de seguridad nacional se transformaron en la búsqueda de expandir la

influencia soviética a otros países. Esta postura fue denominada ortodoxa porque

coincidía con las explicaciones que daban los políticos y el gobierno de los Estados Unidos.

En resumen, se identifican cinco puntos centrales en esta interpretación6. Primero,

la visión ortodoxa defiende que el surgimiento de la guerra fría es responsabilidad de la

Unión Soviética puesto que las acciones agresivas y expansionistas de Joseph Stalin

condujeron al fin de la alianza entre Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética.

Segundo, hasta 1947 la política exterior de los Estados Unidos fue pasiva y los líderes de

este país quisieron continuar con la harmonía y la cooperación entre las dos potencias.

Tercero, en el momento en que se enfrentaron a la agresión comunista, los Estados

Unidos reaccionaron en defensa de la democracia, del mundo y los hombres libres.

4 GRAEBNER, Norman A. Cold War Origins and the Continuing Debate [online]. The Journal of Conflict Resolution, Vol. 13, No. 1. Marzo, 1969. 124 p. Disponible en: http://www.jstor.org/stable/173304 5 Ibíd., 127 p. 6 CRAPOL, Edward. Some Reflections on the Historiography of the Cold War [online]. The History Teacher, Vol. 20, No. 2. Febrero, 1987. 253 p. Disponible en: http://www.jstor.org/stable/493031

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Cuarto, los Estados Unidos no se movía en las relaciones internacionales por intereses

egoístas ni buscaba anexar nuevos territorios. En otras palabras, era un país inocente en lo

que respecta a su política exterior. Finalmente, Estados Unidos pensaba que, después de

la Segunda Guerra Mundial, todas las naciones compartían un interés común. Por lo cual,

no había lugar a que una superpotencia le garantizara a otra que tendría predominancia

sobre unas regiones del mundo. En otras palabras, la guerra fría era un conflicto entre

hombre libres que lucharon contra la agresión de comunismo. Además, muchos

historiadores de esta interpretación eran diplomáticos que trabajaron en países que

hacían parte de la esfera de influencia de la Unión Soviética. Por ende, sus trabajos

recogían conversaciones con políticos con los que tuvieron contacto directo y documentos

clasificados o privados que no estaban a disposición de todo el público. Aún así, muchos

no dejaron de ser simples opiniones.

Sin embargo, durante la década de 1960 se escriben trabajos que rechazan las tesis

principales de la visión ortodoxa. El trabajo de William Appleman Williams marcó un

punto de inflexión ya que es el primer historiador que plantea la importancia de la política

comercial de los Estados Unidos en el surgimiento de la guerra fría7. Para él, era

predecible el rechazo de la Unión Soviética a la política de libre cambio y el control de las

inversiones extranjeras que los Estados Unidos quería implementar en Europa del Este a

través del Plan Marshall. De esta forma, el actor fundamental en el surgimiento de la

guerra fría son los Estados Unidos de América ya que sus constantes protestas a la

imposición de la hegemonía soviética sobre Europa del Este inauguraron las respuestas

diplomáticas que llevaron a la Guerra Fría.

7 Ibíd., 254 p.

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A grandes rasgos, hay cuatro propuestas8 que articulan la literatura “revisionista”.

Se inicia con identificar a los Estados Unidos con el modelo leninista de imperialismo: la

falta de capacidad o de voluntad para redistribuir la riqueza en los Estados Unidos

produce una búsqueda agresiva de mercados y oportunidades de inversión en otras zonas.

Sin estas medidas, el sistema capitalista no hubiera sobrevivido en el suelo

norteamericano. En consecuencia, esta política imperialista de los Estados Unidos dejó

muy poco espacio para que la Unión Soviética asegurara sus intereses legítimos de

alcanzar seguridad, con lo que se aseguraba el rompimiento de las relaciones de

cooperación entre los Países aliados durante la Segunda Guerra Mundial. En tercer lugar,

los Estados Unidos impuso su imperio a través de medios que desconocían la voluntad de

los países involucrados. De tal forma que los forzaba a una situación de dependencia

económica, los reclutaba en alianzas militares o hacia intervenciones encubiertas por

medio del soborno y la intimidación. Por último, este imperialismo fue ajeno a la voluntad

del pueblo norteamericano, quien fue engañado por líderes habilidosos que los llevaron a

apoyar la política imperial al difundir el mito que el comunismo amenazaba la

supervivencia de la nación.

Edward Crapol explica que la historiografía revisionista reaccionó a la intromisión

de los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam y en el Caribe. Este autor identifica una

variante adicional al uso del poderío económico de los Estados Unidos. Para los

revisionistas, es importante el uso que dio la administración de Harry Truman a la bomba

atómica. Estos historiadores argumentan que su uso no sólo fue una forma de asegurar la

rendición de Japón, sino que pretendía disuadir los intereses expansionistas de la Unión

Soviética. Sin embargo, los revisionistas defienden que esta política fue un fracaso puesto

que contribuyó a aumentar las tensiones entre ambas superpotencias9.

8 GADDIS , John Lewis . The Emerging Post-Revisionist Synthesis on the Origins of the Cold War. Diplomatic History 7 (Summer 1983): 173 p. 9 CRAPOL, Op. Cit., 256 p.

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En este escenario, en la década de 1970 Gaddis acuña el término post revisionismo

para distancias sus trabajos y el de otros historiadores de la historiografía de la nueva

izquierda. En el siguiente aparte, se explicará detalladamente los puntos que expone este

autor para diferenciarse de estas dos corrientes.

4. John L. Gaddis y la escuela post Revisionista.

En 1983, Gaddis publica un artículo en la revista Diplomatic History con el título de: “The

Emerging Post-Revisionist Synthesis on the Origins of the Cold War”. Aunque no es el

primer escrito de este autor, en este texto Gaddis expone con claridad cuáles son los 5

puntos que diferencian a la interpretación post revisionista sobre el origen de la guerra

fría de las otras dos corrientes que habían dominado la historiografía americana sobre

este periodo.

En este escenario, la argumentación que John Gaddis desarrolla en el artículo se

puede organizar en dos partes. Inicialmente, plantea 4 ideas transversales de la

historiografía revisionista. La razón para hacer esto es que el autor sostiene que la

literatura post revisionista no se puede entender aparte de esta corriente. De manera

que, Gaddis opta por resumir las proposiciones fundamentales del revisionismo para

explicar en qué se diferencia del post revisionismo. Más adelante, Gaddis plantea que

existen similitudes entre la explicación ortodoxa sobre el origen de la guerra fría y la

interpretación post revisionista. Con todo, Gaddis explica qué hay diferencias sustanciales

entre ambas propuestas porque el post revisionismo acogió varios puntos de la

interpretación revisionista sobre el origen de la guerra fría. Por lo cual, desarrolla cuatro

puntos en los que la historiografías revisionista y post revisionista coinciden.

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Con respecto a las ideas fundamentales del revisionismo, la primera tiene como

eje central el modelo leninista del imperialismo. En los años siguientes al fin de la Segunda

Guerra Mundial, la política exterior de los Estados Unidos se caracterizaría por una

agresiva búsqueda de mercados e inversiones en el exterior, la cual es causada por la

incapacidad o la falta de voluntad de redistribuir la riqueza al interior del país. Sin esta

política, los revisionistas defendían la tesis que el sistema capitalista no podría sobrevivir

en los Estados Unidos. Ante esta tesis, Gaddis sostiene que los testimonios de las personas

que construyeron la política exterior de los Estados Unidos muestran que ellos no

percibían que una crisis del sistema capitalista fuera el problema más grande que

enfrentaba este país al final de la Segunda Guerra Mundial. Por el contrario, un aspecto

que generaba mayor precaución se le dio el nombre de seguridad nacional. En la siguiente

cita, Gaddis comenta que había una mayor preocupación sobre la amenaza de un enemigo

externo que la posibilidad de un colapso domestico de la economía:

[…] The experience of war had sensitized American leaders to the

possibilities of future external threats even before the Soviet Union had

emerged as the most obvious postwar adversary. This sense of

vulnerability reflected not so much fears of an economic collapse at

home as it did a new awareness of the global balance of power and the

effect recent developments in the technology of warfare might have on

it10.

Así pues, este aparte muestra que el énfasis en la seguridad nacional tuvo un mayor peso

que la angustia por el futuro de la economía norteamericana.

10 GADDIS, Op. Cit., 173 p.

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Además, Gaddis afirma que, si la preocupación de los lideres norteamericanos era

el futuro del capitalismo, la política exterior que implementaron hizo menos de lo que se

podría pensar para asegurarlo. La razón principal que expone el autor es el

desplazamiento que tuvo el concepto de multilateralismo por el de contención, el cual

implicaba preservar los bloques económicos regionales en vez de desmantelarlos. Si bien

se esperaría que el periodo de postguerra estuviera marcado por las acciones de una

nación capitalista militante por promover las libertades económicas donde fuera posible,

Gaddis defiende que los Estados Unidos no hizo un esfuerzo sistemático para suprimir el

socialismo dentro de su esfera de influencia.

También, el uso del poderío económico de los Estados Unidos no coincide con el

modelo de imperialismo leninista. Gaddis expone que los post revisionistas han aceptado

que el Lend- Lease, las expectativas de reparación por parte de Alemania, los créditos de

la postguerra y las ayudas del plan Marshall fueron utilizados para alcanzar ciertos

objetivos políticos. Sin embargo, para el post revisionismo la relación entre política y

economía se caracterizó por la subordinación de La Segunda hacia la primera:

American economic strength was a potent weapon that could be used-and

indeed, in the early days of the Cold War, was the primary weapon used-

to help redress the political-military balance of power. But that is very

different from saying that U.S. political- military power was used to stave

off what was seen as an otherwise inevitable collapse of the capitalist

order11.

Por lo tanto, los instrumentos económicos fueron utilizados para servir a fines políticos,

no el modo contrario que plantea el modelo leninista de imperialismo.

11 ibid., 175 p.

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Por otro lado, la segunda proporción de la historiografía revisionista que aborda

Gaddis versa sobre las consecuencias del imperialismo norteamericano. Por las

motivaciones internas de esta política imperial, la Unión Soviética se quedó sin espacio

para asegurar sus legítimos intereses de seguridad. En consecuencia, el rompimiento de la

cooperación que se habían prestado las dos superpotencias durante La Segunda Guerra

Mundial era inevitable. Sin embargo, Gaddis critica esta idea puesto que se basaba en las

creencias de los historiadores, en vez de conclusiones producto de la investigación. Este

autor argumenta que ninguno de los historiadores de esta corriente era experto en la

Unión Soviética. Incluso, muy pocos tenían un manejo del idioma ruso. Por ende, estos

académicos asumieron que el gobierno de Stalin estaba dispuesto a cooperar y que estos

esfuerzos fueron frustrados por la intransigencia de los Estados Unidos. Con todo, Gaddis

apunta que los especialistas soviéticos eran escépticos ante este argumento, pero sus

argumentos no eran convincentes al no tener los conocimientos suficientes sobre los

archivos históricos americanos.

Ahora bien, a finales de la década de los 70 y principios de los 80 ya había una gran

masa de estudios sobre las políticas soviéticas que habían tenido un impacto en el origen

de la guerra fría. La novedad de estos trabajos era los archivos documentales que habían

consultado pues no sólo se basaban en los registros americanos y británicos, sino que

fueron escritos con base en las fuentes que la Unión Soviética y los países de Europa del

Este habían puesto a disposición para esa época.

Así pues, se refuta la idea que en el periodo de la posguerra Stalin estuviera

dispuesto a confiar la seguridad de la Unión Soviética principalmente a una política de

cooperación con Occidente. En cambio, él estaba determinado a buscar la seguridad de su

país a través de medidas unilaterales. Además, el lider sovietico no habría tenido claridad

sobre cuáles eran los limites de las necesidades de seguridad de su país. De ahi que las

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modificaciones territoriales que sufrió Alemania estuvieron acompañadas de la imposición

de estados satélites en las fronteras de la URSS. De este manera, no se daba una

indicación clara sobre el punto final de la creación de una esfera influencia sovietica. Por

lo tanto, Occidente no fracasó al no haberse acomodado a las aspiraciones de Stalin, en

cambio su error recayó en que pulido haber facilitado el proceso de expiación del control

sovietico sobre Europa del este.

The West’s failure, rather, was its passivity. For only the West could have

defined the limits of Stalin’s ambition; Stalin himself was incapable of doing

so. Had the West acted more firmly at an earlier point, the Cold War would

not necessarily have been more intense; just the reverse, for as Adam Ulam

has suggested, Stalin tended to show reason and restraint when opposed,

irrationality and excess when given a free hand12.

En otras palabras, el post revisionismo abogó por estudiar el papel que tuvieron otros

actores en el surgimiento de la guerra fría. Concretamente, Gaddis cita en este artículo la

posición de Vojtech Mastny, quien concluye que la causa principal de la guerra fría fue la

ambición de Stalin de buscar seguridad en una forma que no dejó muy poco espacio o

ninguno a otros actores en la arena internacional. En cambio, el fracaso de occidente de

actuar oportunamente para detener al líder soviético sería una causa secundaria.

En tercer lugar, la historiografía revisionista apuntaba que los Estados Unidos

impuso su imperio en Estados que no deseaban ser parte puesto que los forzó a

conformar alianzas militares y a asumir posiciones de dependencia económica en contra

de su voluntad. Ante esto, Gaddis vuelve a afirmar que se trata de una intuición en vez de

una investigación y resalta que la interpretación post revisionista ha corregido esta

12 ibid., 176 p.

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deficiencia al préstale atención a las circunstancias domesticas que motivaron las

decisiones de algunos países de Europa Occidental, el Mediterráneo y Oriente Próximo a

alinearse con los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.

A continuación, Gaddis introduce la tesis que la esfera de influencia americana

surgió tanto por invitación como por imposición. Para él, es innegable que hubo

intervención americana en los asuntos internos de esos países, pero fue más

determinante la voluntad de los líderes de Grecia, Turquía e Irán en que los Estados

Unidos hiciera eso. Para ilustrar este punto, el autor cita el trabajo de Bruce Kuniholm The

Origins of the Cold War in the Near East y asegura que en estos estados veían la influencia

americana como un contrapeso hacia los rusos: “American intervention against the Left

was preferable, from their point of view, to Soviet intervention on behalf of it”13. De igual

forma, la alineación de Noruega y Dinamarca a la Organización del Tratado del Atlántico

Norte (NATO) no hubiera sucedido sin un apoyo domestico significativo. Inclusive, la

aceptación por parte de Washington que Suecia no ingresara a esta organización

comprobaría que los Estados Unidos hubieran estado dispuestos a aceptar un acuerdo de

seguridad menos formal si los países escandinavos hubieran querido acordar uno de esas

características.

También, Gaddis apunta que algunas investigaciones que han estudiado los

archivos del ministerio de Relaciones exteriores británico indican que el Reino Unido

temía la posibilidad que los Estados Unidos no desplegara acciones en el escenario

internacional de la posguerra. Es decir, la preocupación no era que la política exterior de

los Estados Unidos fuera muy agresiva, sino que pudiera ser demasiado pasiva: “What

these postrevisionist arguments seem to show, then, is that the United States was not

alone in perceiving the Soviet Union as a threat after World War II. Other countries shared

13 Ibid., 177 p.

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this impression and sought to bring in the United States to redress the balance.” Por lo

tanto, durante los primeros años de la guerra fría hubo un interés por parte de los líderes

de Estados de Europa Occidental, el Mediterráneo y el Oriente próximo en que los Estados

Unidos interviniera en sus asuntos domésticos puesto que veían a la Unión Soviética como

una amenaza y veían a la primera superpotencia como un contrapeso efectivo.

El último punto que Gaddis examina de la historia revisionista es el engaño sobre

el cual se habría construido la política de contención de la Unión Soviética. Esta tesis

defendía que los ciudadanos norteamericanos se les condujo a apoyar el imperialismo

norteamericano a través del imaginario de una amenaza comunista internacional. Esta

idea fue objeto de estudio en uno de sus primeros libros, The United States and the

Origins of the Cold War, 1941-1947, y aquí muestra que los encargados de diseñar las

políticas públicas no tuvieron que hacer un gran esfuerzo para convencer al público de

apoyar la contención del comunismo. Por el contrario, la opinión pública y los miembros

del Congreso estaban cambiando su posición sobre la Unión Soviética antes que los

diseñadores de políticas públicas lo hicieran. En la siguiente sección del trabajo, se

explicará que este es un punto esencial para entender la interpretación de Gaddis sobre el

origen de la guerra fría en su primera obra. Sin embargo, perderá relevancia en los libros

publicados con posterioridad al artículo que se está analizando en esta sección.

En cuanto a las similitudes y contrastes de la interpretación post revisionista con

los argumentos tradicionales sobre el origen de la guerra fría, Gaddis inicia esta sección

del artículo aclarando que las coincidencias entre estas líneas de pensamiento se

diferencian en el origen de los argumentos. Los historiadores ortodoxos habían afirmado

antes de la popularización de la historiografía revisionista que los oficiales americanos

estaban más preocupados por la Unión Soviética que por el futuro del capitalismo a la

hora de diseñar la política de contención; que la expansión soviética fue la causa principal

de la guerra fría; que los aliados americanos recibieron la expansión de la influencia

Page 21: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

21

americana en sus países como un contrapeso a los rusos y que la administración de Harry

S. Truman respondió a un cambio de la opinión pública sobre la Unión Soviética. No

obstante, Gaddis sostiene que esos argumentos se habían planteado desde las

convicciones o experiencias personales de los escritores, en vez de un trabajo sistemático

de investigación en los archivos. Con todo, el post revisionismo no puede ser reducido a la

ortodoxia más la base documental, sino que hay cuatro puntos muy concretos en los que

la historiografía revisionista tuvo un impacto importante.

Primero, las explicaciones ortodoxas sobre el origen de la guerra fría no habían

dado a la economía la importancia que tuvo en la historia de la diplomacia americana.

Gaddis atribuye esto a que el hecho de mencionarla implicaría cuestionar la inocencia e

ingenuidad que atribuían estos académicos a las políticas diseñadas en Washington como

un elemento diferenciador de los demás países del globo. En contraste, los revisionistas

fueron muy enfáticos en que los Estados Unidos habían hecho uso de su poderío

económico a lo largo de la historia y esto tuvo implicaciones en el origen de la Guerra fría.

Ante este escenario, Gaddis acepta que el post revisionismo desconoció esa realidad y en

la década de los 80 la mayoría de los autores que se identificaban con esta línea de

pensamiento aceptaban que los Estados Unidos utilizó instrumentos económicos para

alcanzar fines políticos14.

Segundo, a diferencia de los historiadores ortodoxos, los post revisionistas

tendieron a señalar la ausencia de un plan ideológico diseñado por Stalin para desatar una

revolución comunista a escala mundial. Sobre este punto, Gaddis afirma que la visión

sobre el líder soviético había cambiado hacia una persona que había tomado ventaja de

las oportunidades que fueron surgiendo para expandir la influencia de la Unión Soviética.

De tal forma que Stalin no tenía una estrategia a largo plazo, mucho menos tenía un

14 ibid., 180 p.

Page 22: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

22

fuerte interés, para que surgieran más regímenes comunistas más allá de la esfera de

influencia soviética15.

Tercero, los análisis post revisionistas confirman las aserciones de algunos

historiadores revisionistas sobre las exageraciones sobre peligros externos que hizo el

gobierno de los Estados Unidos para lograr algunos logros internos.

Finalmente, la idea más influyente de los revisionistas, y la que causa un

alejamiento más notorio de la historiografía ortodoxa sobre el origen de la guerra fría, fue

partir del argumento que existe un imperio americano. Al llegar a este punto, Gaddis

ofrece una explicación más extensa puesto que considera este argumento la línea de

continuidad más importante entre el revisionismo y el post revisionismo. Inicialmente,

señala que una de las curiosidades de la historiografía revisionista fue que, a pesar de

asumir la existencia de un imperio americano, nunca hizo el esfuerzo de compáralo con

otros imperialismos que habían existido en el pasado y en otros lugares del mundo.

Asimismo, resalta la dificultad que él detecta en los revisionistas en entender cómo

un imperio puede surgir por acciones que sus líderes le atribuían un carácter defensivo:

“[…] they insisted, there must have been sinister forces-for which read economic forces,

because they always seem more sinister than others- operating behind the scenes.

Policymakers either refused to acknowledge them or were unaware of their existence”16.

Ante esto, Gaddis expone que la historia de otros imperios muestra que algunos pueden

surgir por percepciones de inseguridad provenientes tanto del exterior como internas. Por

lo que la imposición de una fuerza externa o la invitación de un ente estatal que busca

seguridad pueden ser las razones para el nacimiento de un imperio. Así pues, la

15 ibid., 181 p. 16 ibid., 181 p.

Page 23: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

23

interpretación post revisionista del origen de la guerra fría habría mostrado que la mejor

teoría para explicar la aparición del Imperio Americano es una expansión que sigue un

modelo defensivo, que surge de la invitación en vez de la imposición y que aprovechó las

oportunidades que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial, en vez de seguir un

plan cuidadosamente elaborado. Por último, Gaddis sostiene que tratar a los Estados

Unidos como un imperio ofrece una ventaja metodológica al permitir comprender mejor y

hacer comparaciones con las políticas de la Unión Soviética.

En suma, este artículo menciona y explica una serie de argumentos que fueron

objeto de debates historiográficos, los cuales influenciaron el trabajo de John Lewis

Gaddis y el de otros historiadores post revisionistas. En las siguientes dos secciones, se

mostrará que los puntos que Gaddis desarrolló en este texto fueron estudiados de formas

diferentes en los libros que son objeto de análisis de esta investigación. Por ejemplo,

mientras que el capítulo 9 del libro The United States and the Origins of the Cold War,

1941-1947 narran el origen de la guerra fría enfatizando la importancia de los funcionarios

de la administración Truman, el concepto de imperialismo y las acciones de Ioseph Stalin

tienen un lugar protagónico al explicar el fin de la alianza entre las superpotencias en el

libro We Now Know: Rethinking Cold War History.

5. La Guerra fría: Un proceso incluso.

John Lewis Gaddis y otros historiadores de la guerra fría tuvieron la oportunidad de

estudiar un mismo periodo en dos épocas muy diferentes. Hasta 1989, Gaddis investigaba

sobre un proceso que no había concluido. Aunque ya habían pasado más de cuatro

décadas entre el rompimiento de la Gran Alianza y la publicación del libro The Long Peace:

Inquiries Into the History of the Cold War, la Unión Soviética no se había disuelto y el

capítulo final de este libro fue un ensayo que trató de explicar cómo había sido posible

Page 24: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

24

que dos superpotencias no hubieran entrado en un conflicto bélico a pesar de su rivalidad.

Incluso, Gaddis menciona que las relaciones soviético- americanas tendrían que atravesar

nuevos impases, pero al final ambas superpotencias aprenderían a convivir en un sistema

bipolar y deberían mantener la paz en el ámbito internacional17. Además, las fuentes

documentales a las que tuvo acceso antes de la caída del muro de Berlín fueron

principalmente los archivos norteamericanos y británicos. Todavía no se habían

desclasificado los documentos que reposaban en los archivos de los estados gobernados

por regímenes comunistas. En estas circunstancias, las narrativas sobre el origen de la

guerra fría en los dos libros que escribió antes del final de la Guerra fría son diferentes

entre ellos mismos y, a su vez, con respecto a sus obras más tardías.

Así pues, para entender cuál era la concepción de la historia que tenía John Gaddis

sobre el origen de la guerra fría antes de la disolución de la Unión Soviética, se ha optado

por estudiar en detalle dos capítulos en los que el autor relata y expone las razones por las

que se rompió la alianza entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Dos capítulos

corresponden al libro The United States and the Origins of the Cold War, 1941-1947 y el

tercero es el capítulo segundo del texto The Long Peace: Inquiries Into the History of the

Cold War. A continuación, se estudiará cada libro en una sección separada ya que la

temporalidad que se maneja en el primer libro es más reducida. También, los actores y las

circunstancias que llevaron al final de la Gran Alianza son diferentes en estos dos libros.

a) 1946: volverse rudo con Rusia.

El capítulo 9 del texto The United States and the Origins of the Cold War, 1941-1947 es el

lugar donde Gaddis explica el cambio que se dio en la administración del presidente Harry

17 GADDIS, John. The Long Peace: Inquiries Into the History of the Cold War. New York: Oxford University Press, 1987. 245 p.

Page 25: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

25

S. Truman. A partir de 4 factores internos y externos que ocurrieron en 1946, el autor

explica que hubo una reorientación fundamental en la política exterior de los Estados

Unidos hacia la Unión soviética. Hasta ese momento, la administración Truman había

intentado resolver sus diferencias con Moscú a través de la negociación y el compromiso.

Sin embargo, desde el mes de marzo de 1946 los diplomáticos norteamericanos dejaron

de ver a la Unión Soviética como un aliado distanciado y lo empezaron a catalogar como

un enemigo potencial, cuyos intereses vitales no podían ser reconocidos sin poner en

peligro los de los Estados Unidos.

En primer lugar, Gaddis aborda la relación entre Harry S. Truman y su Secretario de

Estado James F. Brynes con posterioridad a la celebración de la conferencia de Moscú.

Gaddis describe a Brynes como un funcionario que deseaba actuar como un gran margen

de independencia. Esto causó problemas ya que no reportaba sus actuaciones a los demás

funcionarios de la administración, bajo el argumento que sólo lo haría ante el presidente

Truman si él lo consideraba necesario. Al mismo tiempo, su posición conciliadora frente a

Moscú causaba que otros miembros del gobierno de los Estados Unidos lo criticasen. Por

ejemplo, el Almirante William D. Leahly, quien ocupaba el puesto de presidente del Estado

mayor Conjunto (Chief of Staff to the Commander in Chief), sospechaba de la lealtad de

Brynes:

Brynes’s effort to settle the Chinese civil war by encouraging Chiang Kai-shek

to bring Communist into his government caused Leahly to wonder, in the

privacy of his diary, whether the Secretary of State might not be under the

influence of “communist” elements in the State Department. The Moscow

agreement seemed to confirm his suspicions: both the State Department and

Page 26: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

26

the new Labor government in Britain, he wrote, were bowing before Russian

demands in a manner resembling what Chamberlain had done at Munich18.

Asimismo, otros funcionarios norteamericanos como el embajador ante la Unión

Soviética, William Averell Harriman, y su consejero, George Kennan, pensaron que los

tratos que había logrado Brynes sobre el derecho de autodeterminación de países como

Irán, Bulgaria y Rumania no respondían a las necesidades de esos pueblos. Simplemente,

el Secretario de Estado habría buscado algún tipo de acuerdo y los otros miembros del

cuerpo diplomático consideraron que les había entregado demasiado a los rusos.

Finalmente, el presidente Truman tampoco estuvo contento con los acuerdos a los

que había llegado Brynes con el gobierno de Stalin. En especial, Gaddis señala que el

presidente le reprochó a su secretario de Estado el fracaso de lograr asegurar concesiones

por parte de los soviéticos en el control internacional de la energía atómica y en el retiro

de las tropas rusas de Irán. Adicionalmente, al enterarse de la victoria de los partidos

comunistas en Bulgaria y Rumania en enero de 1946, el presidente pensó que los

soviéticos estaban avanzando hacia el control del estrecho del Bósforo. De ahí que, Gaddis

plantee que las discusiones entre el Harry S. Truman y su Secretario de Estado eran un

arrebato de orgullo del jefe sobre un subalterno. Por el contrario, indicaba la

determinación del presidente de poner en marcha una política más firme hacia la Unión

soviética.

Llegado a este punto, se encuentra el desarrollo de un de las críticas que John

Gaddis planteó en el artículo que se estudió en la sección pasada. Ante el argumento

revisionista sobre el engaño sobre el cual se habría construido la política de contención de

18 GADDIS, John. The United States and the Origins of the Cold War, 1941-1947. New York: Oxford University Press, 1987. 287 p.

Page 27: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

27

la Unión Soviética, este autor responde que la opinión pública y los miembros del

congreso estaban cambiando su posición sobre la Unión Soviética antes que los

diseñadores de políticas públicas lo hicieran. Primero, presenta los datos de sondeos de

opinión:

Opinion polls showed that at the time of Japan’s surrender, 54 percent of a

national sample had been willing to trust the Russians to cooperate with

United Stated in the postwar world. Two months later, following the failure of

the London Conference, this figure had dropped to 44 percent. By the end of

February, 1946, it would stand at 35 percent. 19

Posteriormente, Gaddis comenta que este cambio gradual en la opinión pública fue leído

por Truman como una oportunidad que los republicanos podían intentar capitalizar para

las elecciones legislativas de 1946. En otras palabras, la política de llegar a un acuerdo con

los rusos ya no era políticamente rentable, por lo que el presidente dejó claro que el

Secretario de Estado tendría que acostumbrase a una posición menos conciliadora.

En segundo lugar, Gaddis profundiza en la importancia que tenía para la

administración Truman mantener el apoyo del partido republicano. De esta forma, inicia

relatando que entre septiembre de 1945 y marzo de 1946 las críticas de los republicanos

hacia la política exterior de la administración Truman llegó a su punto de mayor

intensidad desde el ataque japonés a la base Pearl Harbor. Si bien Franklin Delano

Roosevelt y Harry S. Truman desearon una política exterior bipartidista, la llegada de

Byrnes trajo la crítica de importantes líderes republicanos que rechazaron su postura

sobre Rusia.

19 ibid., 289 p.

Page 28: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

28

Particularmente, el autor rescata las figuras de John Fuster Dulles y el senador por

el estado de Michigan Arthur H. Vandenburg. El primero expreso su inconformidad en

octubre de 1945 al no ser consultado por el Secretario de Estado para formular la política

exterior hacia la Unión Soviética. De igual forma, Dulles rechazó a las inclinaciones del

secretario Byrnes por los consensos con los rusos y amenazo con liderar un ataque público

del Partido Republicano contra el Secretario de Estado si éste se rendía a las demandas de

los soviéticos. En diciembre de 1945, los ataques de figuras prominentes del partido

republicano incrementaron la frecuencia de sus críticas a la Administración. En general,

reclamaban mayores esfuerzos para cumplir promesas hechas a pequeñas naciones

durante la Segunda Guerra Mundial:

Governor Dwight Green of Illinois told the Republican National Committee

that the party should not hesitate to protest the “shameful betrayal of

Poland.” Senator Homer Capehart of Indiana grumbled that Byrnes’s

concessions at Moscow reminded him “of Chamberlain and his umbrella

appeasement of Hitler.” In January, 1946, House Minority Leader Joseph W.

Martin proclaimed Republican opposition to “any betrayal of the small

nations of the world in the making of the peace”.20

En esta cita, Gaddis vuelve a presentar los acuerdos a los que había llegado Byrnes en

Moscú como un punto de inflexión en la política exterior norteamericana. Al presentar la

reacción del Almirante William D. Leahly, había utilizado la comparación de estos

acuerdos con la conferencia de Munich de 1938 y también enfatizo que el almirante

percibió las decisiones del Secretario de Estado como un acto de connivencia hacia el

régimen de Stalin.

20 ibid., 291 p.

Page 29: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

29

Con respecto a la figura del senador Vanderberg, Gaddis resalta que fue la figura

más importante a la hora de moldear la opinión de los republicanos sobre el rumbo que

debía tomar la política exterior frente a la Union Soviética. Al igual que Dulles,

desconfiaba de Byrnes porque el Secretario se negó a pedir su consejo sobre los asuntos

de relaciones exteriores. En diciembre de 1945, el presidente Truman le pidió a Dulles y

Vanderberg que representaran al Partido Republicano en la primera reunión de la

Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, que se celebraría en Londres el

mes siguiente. Ambos políticos fueron al evento y reaccionaron negativamente ante los

acuerdos que había alcanzado el Secretario Byrnes en Moscú. Tanto Dulles como

Vanderberg estaban preocupados por la aparente disposición de Byrnes de llegar a un

acuerdo con los rusos y ejercieron presión sobre él para que asumiera una posición más

fuerte.

Al volver de Londres, Vanderberg criticó la timidez de la política americana y

reclamó que el gobierno de los Estados Unidos asumiera un rol de liderazgo moral. Ante la

situación política interna, era deseable para los republicanos marcar distancia con la

política exterior de la administración Truman: “The 1946 congressional elections were

approaching. Republican leaders, scenting victory, had no desire to associate themselves

with a policy of “appeasement” which might hurt them at the polls.21” En estas

circunstancias, el 27 de febrero de 1946, Vanderberg pronunció un discurso en el Senado

de los Estados Unidos expresando que dos ideologías rivales, como la democracia y el

comunismo, solo podrían convivir en harmonía si los Estados Unidos definía los límites

que no estaba dispuesto a sobrepasar:

If the United States speaks as plainly upon all occasions as Rusia does; if the

United States just as vigorously sustains its own purposes and its ideals

21 ibid., 295 p.

Page 30: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

30

upon all occasions as Rusia does; if we abandon this miserable fiction,

often encouraged by our own fellow- travellers, that we somehow

jeopardize the peace if our candor is as firm as Russia’s always is; and if we

assume a moral leadership which we have too frequently allowed to

lapse22.

En suma, Gaddis argumenta que las presiones del Partido Republicano hacia la

administración Truman tenían la finalidad de reconducir la política conciliatoria del

secretario Byrnes. De lo contrario, perdería el apoyo del partido opositor y, como las

elecciones para ocupar los cargos en el congreso se llevaría a cabo en menos de 7 meses,

esta amenaza resultaba ominosa.

En tercer lugar, el autor estudia las lecturas que hicieron algunos diplomáticos

norteamericanos sobre el rol de la ideología comunista como guía de la política exterior

de la Unión Soviética. Para esto, Gaddis inicia explicando que los miembros de gobierno

americano estaban preocupados desde 1945 por esta relación. Por ejemplo, el embajador

en Moscú, William Harriman, había reportado en enero de 1945 que Moscú estaban

utilizando organizaciones comunistas locales como un medio para extender su influencia

sobre los países vecinos. En ese momento, el embajador interpretaba esta actividad como

un esfuerzo para alcanzar la seguridad de la Unión Soviética. Sin embargo, para el mes de

abril de ese mismo año, Harriman cambió de opinión y estaba convencido que la ideología

había remplazado a la seguridad como el factor determinante de la política exterior

soviética.

Asimismo, los funcionarios del Departamento de Estado interpretaron que la

Unión Soviética había decidido reiniciar su esfuerzo por difundir la revolución global:

22 ibid., 295 p.

Page 31: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

31

Taking note of recent developments in the French, Italia, and American

parties, the analysis concluded that communist posed a serious challenge

to the government of the United States. American communist could be

expected to attack the Truman Administration for having abandoned

Roosevelt’s policies. Communist would attempt gain confidential

information by infiltrating sympathizers into sensitive government

positions. Communist -inspired labor disputes would break out23.

Además, estos funcionarios temían que los comunistas intentaran impedir las operaciones

de las fuerzas de ocupación del ejército norteamericano. Incluso, el Secretario de Estado

Byrnes

En este clima de creciente sospecha sobre las intenciones de la Unión Soviética,

Gaddis señala un discurso que pronunció Ioseph Stalin en febrero de 1946. En este, Stalin

resaltaba la incompatibilidad del comunismo y el capitalismo, culpaba al desarrollo

desigual de las economías capitalistas de ser el causante de la Segunda Guerra Mundial y

afirmaba que la guerra se hubiera podido evitar si existiera un método para la

redistribución periódica de las materias primas de acuerdo a las necesidades de las

naciones. Entonces, estaba implícito que nuevas guerras eran inevitables hasta que el

comunismo remplazara al capitalismo como la forma predominante de organización

económica.

En general, Gaddis afirma que este pronunciamiento fue leído como una

declaratoria de guerra en la opinión pública norteamericana. Sin ir más lejos, el autor cita

las reacciones de la revista Time y el periódico New York Times, los cuales coinciden que

23 ibid., 297 p.

Page 32: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

32

las declaraciones de Stalin rompían la coexistencia pacífica entre ambos países y era lo

más parecido a un pronunciamiento bélico que un oficial de alto rango haya pronunciado

desde la rendición de Japón. Además, una vez que el embajador Harrisman volvió a

Washington de su estancia en Moscú, estaba convencido que el objetivo principal de la

política exterior soviética era extender la ideología comunista a otras partes del mundo.

Gaddis expone que el discurso de Stalin llegó en un momento de extrema tensión

en las relaciones soviético – americanas. En primer lugar, los funcionarios del gobierno

norteamericano temían que los rusos estuvieran determinados a mantear tropas en Irán y

Manchuria. Segundo, la Unión Soviética había utilizado por primera vez su poder de veto

en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero no para un asunto vital

relacionado con su seguridad nacional, sino sobre la permanencia de tropas anglo-

francesas en Siria y el Líbano. Por último, el 16 de febrero de 1946 estalló un escándalo

mediático sobre el arresto de 22 individuos que habían intentado robar información

relacionada con la bomba atómica para la Unión Soviética. Días después, el directos del

FBI J. Edgar Hoover y el general Leslie R. Groves aceptaron ante un comité del Senado

norteamericano que los rusos habían obtenido información clasificada de la bomba a

través de las operaciones de espionaje canadiense.

Para colmo, dos semanas después del discurso de Stalin y la semana siguiente a la

publicación del escándalo de espionaje canadiense, George Kennan envió al

Departamento de Estado un cable en el que explicaba las motivaciones de las actuaciones

soviéticas. En este documento, Kennan explicaba que los soviéticos veían al mundo

dividido en un campo capitalista y otro socialista, entre los que no podría existir jamás una

coexistencia pacífica. Por lo cual, los rusos intentarían hacer todo lo posible para

fortalecer al campo socialista, mientras que trabajarían para debilitar a las naciones

capitalistas. Entonces, llegaría un momento en el que el capitalismo colapsaría gracias a

sus contradicciones internas y el socialismo tomaría su puesto como el sistema económico

Page 33: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

33

dominante. Ahora bien, Kennan enfatizaba que esta lectura del mundo respondía más a la

necesidad que tenían los líderes del Kremlin de justificar su gobierno autocrático, en vez

de un estudio objetivo sobre las condiciones afuera de la Unión Soviética.

Para el autor, las implicaciones del análisis de Kennan eran ominosas y llegaron en

un momento en el que la política exterior de los Estados Unidos estaba girando hacia una

posición más dura con la Unión Soviética:

If Soviet foreign policy was formulated not in response to what happened

in the rest of the world but solely as a result of conditions within Russia,

then no action of the United States, no matter how well intentioned, could

bring about any diminution of hostility toward the West. The United States

was confronted with “a political force committed fanatically to the belief

that with [the] U.S. there can be no permanent modus vivendi, that it is

desirable and necessary that the internal harmony of our society be

broken, if Soviet power is to be secure.” The Russians would try to achieve

their objectives by increasing the power and influence of the Soviet State,

while at the same time working through “an underground operating

directorate of world communism, a concealed Comintern tightly

coordinated and directed by Moscow”24.

Las reacciones a este Telegrama no se hicieron esperar. El presidente Truman le envió a

Kennan un mensaje de felicitación y el secretario de la Armada, James Vicent Forrestal,

ordenó reproducir el documento y obligó a leerlo a centenares de funcionarios de alto

rango de las fuerzas armadas. De tal forma que Gaddis interpreta que el Telegrama Largo

24 ibid., 303 p.

Page 34: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

34

proveyó la justificación ideológica que se necesitaba para reorientar la política exterior de

los Estados Unidos.

Llegado a este punto, John Gaddis comienza a explicar las primeras medidas que

reflejaban el endurecimiento de la política exterior de los Estados Unidos con la Unión

Soviética. Para eso, muestra el cambio en el discurso del Secretario de Estado Byrnes y

Winston Churchill. Con respecto al primero, Gaddis señala que el 28 de febrero de 1946

Byrnes pronunció un discurso en el cual exigía a la Unión Soviética respetar la Carta de las

Naciones Unidas. Asimismo, el Secretario de Estado afirmaba que el status de Gran

Potencia que ostentaba los Estados Unidos le exigía actuar como tal, no sólo para asegurar

su propia seguridad, también implicaba preservar la paz en el mundo. Gaddis apunta que

este discurso ocurrió un día después que el Senador Republicano Arthur H. Vandenberg

atacara la política exterior de la administración Truman. Aunque la presión del partido

opositor fue una influencia importante en el cambio de discurso de Byrnes, Gaddis afirma

que este acto no se puede entender como un mero aplacamiento del senador

Vandenberg. Al contrario, fue la primera manifestación pública del cambio en la política

exterior: “The calm but uncompromising tone of the Secretary’ s remarks reflected a

policy whose time, in the view of American leaders, had clearly come. “Perhaps the most

significant thing about this forceful address,” Anne O’Hare McCormick concluded, “is that

he [Byrnes] thought it was what the country wanted and was waiting to hear.”25

Sobre Winston Churchill, Gaddis analiza la coordinación que hubo entre el ex

primer ministro británico y el gobierno norteamericano sobre el contenido de un discurso

que pronunció en Fulton, Missouri. Desde febrero de 1946, el presidente Truman había

invitado a Churchill para que hablara en Missouri y, desde ese momento, mantuvo

informados a los funcionarios de la Casa Blanca sobre las palabras que diría. El 5 de marzo

25 ibid., 306 p.

Page 35: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

35

de 1946, Churchill hizo un análisis de la situación internacional después de la Segunda

Guerra Mundial e introduce el término “cortina de hierro” para describir la división de

Europa:

The Soviet Union, Churchill asserted, did not want war. But the Russians

did want “the fruits of war and the indefinite expansion of their powers

and doctrines.” No one could know with certainty what were the limits of

these “expansive and proselytizing tendencies.” Western powers could not

hope to preserve peace by allowing Moscow free rein […]26

Si bien la administración Truman negó haber conocido el contenido del discurso antes de

que Churchill lo pronunciara, Gaddis señala que este episodio reflejaba la posición que los

Estados Unidos mantenía en privado frente a la Unión Soviética.

Finalmente, el autor argumenta que el manejo de la crisis iraní en marzo de 1946

fue otro indicativo del viraje de la administración Truman. El 2 de marzo de ese año era la

fecha límite para que la Unión Soviética retirara las tropas que habían ocupado a ese país

durante la Segunda Guerra Mundial. No obstante, los soviéticos no habían hecho ninguna

movilización y el plazo se venció. Ante eso, el 5 de marzo, el mismo día que Winston

Churchill habló en Fulton, el Secretario de Estado norteamericano envió una nota al

gobierno de la Unión Soviética en la que exigía el retiro inmediato de las tropas de la

región iraní de Azerbaiyán. Además, Byrnes tomó la decisión poco usual de liberar el tema

de la nota de protesta a la prensa, sin esperar la respuesta rusa. Posteriormente, impulsó

que Irán llevara esta controversia al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,

aunque, el 25 de marzo, el representante ruso ante la ONU Andrei Gromyko afirmaba que

Irán y la Unión Soviética habían llegado a un acuerdo para retirar las tropas en un periodo

26 ibid., 308 p.

Page 36: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

36

de 5 a 6 semanas. Ante esto, Byrnes se negó y Gaddis interpreta esta acción como un

mensaje del Secretario de Estado a sus contradictores internos: “The Secretary of State

wanted to make clear to his critics at home that the United States had abandoned the

politics of appeasement once and for all”27. Por lo tanto, el autor recalca que el cambio en

la política exterior de los Estados Unidos tuvo motivaciones exteriores, pero también

respondía a las dinámicas propias de la política norteamericana.

En resumen, los meses de febrero y marzo de 1946 marcaron un punto de inflexión

en la política exterior norteamericana. Hasta ese momento, el Secretario de Estado había

tratado de solucionar las diferencias con la Unión Soviética de forma conciliatoria. Sin

embargo, cuando la administración Truman se percató que continuar con esta postura le

causaría un desastre político con su propio electorado, junto con las intervenciones

soviéticas en países de Europa del Este y las advertencias de George Kennan, causaron un

replanteamiento completo de las relaciones soviético- americanas. Los discursos de

Byrnes y Churchill durante estos meses, así como el manejo de la crisis iraní, significaron

que los oficiales americanos habían llegado al convencimiento que los Estados Unidos

había llegado al límite de la permisividad con Moscú. Ahora, todas las concesiones

deberían venir de la contraparte.

b) Las inseguridades de la victoria.

A diferencia del capítulo 9 del libro The United States and the Origins of the Cold War,

1941-1947, el análisis que hace John Gaddis en The Long Peace: Inquiries Into the History

of the Cold War sobre el origen de la Guerra Fría gira entorno a la toma de consciencia de

los Estados Unidos sobre su rol como superpotencia y las implicaciones de un conflicto en

27 ibid., 312 p.

Page 37: El origen de la guerra fría: cambios interpretativos en ...

37

Europa para su seguridad nacional. De esta manera, en el capítulo 2 de este libro hay

nuevos elementos que explican el origen de la guerra fría. A grandes rasgos, hay una

diferencia en el periodo que estudia el autor en este texto porque no se centra sólo en los

acontecimientos de febrero y marzo de 1946, sino que el análisis se amplia hasta el año

1947.

Inicialmente, el autor afirma que el triunfo norteamericano en la Segunda Guerra

Mundial no trajo la garantía de una paz duradera ya que el empoderamiento de los

Estados Unidos en los asuntos globales implicó una sensación de vulnerabilidad ante

amenazas externas. Antes de este conflicto, la vision dominante se limitaba a defender

que aislar el hemisferio occidental de influencias extranjeras era la clave para lograr la

seguridad de los Estados Unidos. Sin embargo, la caída de Francia y el ataque japonés a

Pearl Harbor dejaron sin piso los argumentos de esta visión “continentalista”: “[…] the

primary American postwar interest now lay, not just in securing the Western Hemisphere,

but in keeping its Eastern counterpart as well free from control by a single potentially

hostile power”28. En otras palabras, esta nueva postura requería la proyección del poder

más allá de los límites fronterizos, hacia cualquier lugar del mundo en el que un enemigo

pudiera lanzar un ataque marítimo o por los cielos.

A continuación, Gaddis explica que la tecnología militar que surgió durante la

Segunda Guerra Mundial fue decisiva para que los Estados Unidos decidiera romper su

aislamiento. Concretamente, el autor señala que la Fuerza Aérea norteamericana fue la

entidad que alertó sobre la nueva realidad mundial pues los bombarderos tenían la

capacidad de cruzar un océano y llegar a cualquier parte del mundo. Asimismo, el

desarrollo de misiles balísticos intercontinentales, como el cohete V-2 alemán, podían ser

lanzados desde Europa o Asia y alcanzar el territorio continental de los Estados Unidos. De

28 Gaddis, Op. cit., 22 p.

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38

igual forma, el hecho que cualquiera de las dos tecnologías mencionados pudiera cargar

un arma atómica creó un problema porque la seguridad física de los Estados Unidos

estaba en riesgo: “No longer, it appeared, would Americans enjoy the luxury of mobilizing

their strength after threats had materialized; military force now would have to be

maintained on a permanent basis, and in a manner that would make possible its quick

use”29. Entonces, la real seguridad contra las armas nucleares sólo se alcanzaría si el

enemigo percibía que cualquier agresion contra los Estados Unidos tendría una respuesta

devastadora inmediata.

Paralelamente, el autor explica que el público norteamericano percibió que el

mayor cambio en la geopolítica internacional en el periodo de posguerra fue el

surgimiento de la Union de Repúblicas Socialistas Sovieticas como la fuerza más grande en

Eurasia. Aquí Gaddis enfatiza que los funcionarios nortemaricanos no vieron en un primer

momento a la URSS como la principal amenaza que tendrían que enfrentar en el Viejo

Mundo. Al fin al cabo, en 1945 los rusos seguían siendo aliados contra las potencias del Eje

y sólo con el final del conflicto aparecieron las tensiones. Discusiones sobre la

administración económica de los territorios ocurpados alemanes, las acciones unilaterales

que tomó la Unión Soviética en Europa del Este y en otras zonas del mundo fueron

interpretadas por el presidente Harry S. Truman como fallas de comunicación.

Posteriormenre, Gaddis retoma brevemente los argumentos que había expuesto

en The United States and the Origins of the Cold War, 1941-1947. De esta forma, vuelve a

mencionar el cambio que tuvo la politica exterior norteamericana durante los meses de

febrero y marzo de 1946. No obstante, en esta obra el autor le da mayor importancia a la

falta de confianza entre las potencias y olvida las discusiones internas de la política

norteamericana. Por lo que actores que fueron relevantes en la narración del primer libro,

29 ibid., 25 p.

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39

por ejemplo el Secretario de Estado Byrnes o los senadores del partido republicano, pasan

a un segundo plano o no son mencionados. Un argumento novedoso que Gaddis

introduce en este libro es las implicaciones de un estudio de las relaciones sovietico –

americanas que fue dirigido por Clark M. Clifford. Aquí, el autor reafirma que los Estados

Unidos no podía continuar apoyándose en la Unión Soviética puesto que no existía la

voluntad de la contraparte de mantener el balance de poder existente. En estas

circunstancias, el reporte Clifford sugirió preparar acciones militares contra el antiguo

aliado: “[…] priorities henceforth would have to be directed toward the accumulation of

sufficient military strength to deter war if possible and to win it if necessary, while at the

same time keeping open possibilities for dealing with the Russians should a change of

heart in the kremlin eventually occur.”30 Si bien Gaddis apunta que estas sugerencias

fueron tratadas con el maximo cuidado, la decision de darle un giro a las relaciones entre

los Estados Unidos y la Unión Soviética ya se había tomado.

Otro argumento que retoma Gaddis es el rol de la ideología como principio rector

de la politica exterior de la Unión Soviética. Nuevamente, el autor explica que los Estados

Unidos se preocuparon por la creciente militancia de los partidos comunistas en el mundo

despues de la derrota de Alemania. De igual forma, vuelve a esbozar la importancia que

tuvo el Telegrama Largo de George Kennan al dar una explicación que conectara la

ideología comunista con las recientes acciones unilaterales del regimen de Stalin31. Ahora

bien, en este libro Gaddis agrega el totalitarismo como otra variable que alimentaba la

desconfianza de los Estados Unidos hacia la potencia rival.

La Segunda Guerra Mundial había convertido en aliados a las democracias

occidentales con un régimen autoritario comunista, pero una vez que el conflicto se

30 ibid., 33 p, 31 ibid., 39 p.

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40

terminó la desconfía volvió a surgir: “It would not take very many signs of aggressiveness

on the part of totalitarian regimes in the postwar world – even totalitarian former allies-

to convince Americans that the connection between domestic despotism and

international expansionism still prevailed.”32 Los americanos asumían que los estados

totalitarios se basaban en el uso de la fuerza o en la amenaza de utilizarla para asegurar

sus intereses. Esta realidad implicaba que sería extraño que esas naciones compartieran el

sueño americano de que el imperio de la Ley fuera el parámetro de gobierno de las

relaciones internacionales. De ahi que, en noviembre de 1946 y mayo de 1947, Harry S.

Truman apuntó en su diario que no había diferencia entre el regimen stalinista y las

dictaduras fascistas que los Estados Unidos acababa de derrotar: “[…] the assumption was

the ultimate incompatibility of autocratic and democratic institutions. The fact that this

particular autocracy also embraced the ideology of communism was, for Truman,

relatively insignificant.”33 Por lo tanto, la preocupación de los funcionarios

norteamericanos que llegara el día en que los sovieticos reactivaran sus planes de

expandir una revolución global e intentaran el derrocamiento de los gobiernos

capitalistas, también estaba alimentada por las incompatibilidades que habría entre la

politica exterior de un país democrático y la de un Estado autocrático.

En resumen, en el capítulo 2 del libro The Long Peace: Inquiries Into the History of

the Cold War el eje central de la argumentación de Gaddis es la sensación de

vulnerabilidad que surgió en los Estados Unidos durante la posguerra. Para 1947, los

cambios tecnológicos y las experiencias históricas de la primera parte del siglo XX

causaron que los funcionarios norteamericanos consideraran la preservación de un

balance de poder en el mundo como un interés vital. Particularmente, Europa occidental

se convirtió en un prirodidad dentro de esta estrategia de defensa. En principio, los

32 ibid.,35 p. 33 ibid.,36 p.

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41

Estados Unidos asumió que el Reino Unido sería un contrapeso efectivo contra las planes

expansionistas sovieticos, lo cual le permitiría concentrarse en otros asuntos: “It has done

just that throughout 1946, concentrating on resisting Soviet pressures aimed at Iran and

Turkey, consolidating its position in Japan and southern Korea, mediating the Chinese civil

war, and attempting to resolve the diplomatic stalemate over Germany.”34 No obstante, la

decisión británica de retirar la asistencia militar que este pais le prestaba a Grecia y

Turquía en febrero de 1947, forzó una reconsideración de las prioridades. Para Gaddis,

este hecho dejó patente la debilidad en la que se encontraban los norteamericanos en

Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

Para terminar su análisis, el autor explica la conexión que entablaron los

funcionarios norteamericanos entre la economia de los paises de Europa occidental y la

expansion sovietica. Ante todo, los Estados Unidos no consideraron realista un escenario

de confortación directa con la Unión Soviética. Ahora bien, eso no significaba que los

rusos tendrían que utilizar la fuerza para alcanzar sus objetivos ya que la debilidad de sus

vecinos los convertía en una presa fácil para que sucumbieran a traves de intimidaciones

psicológicas: “”[I]f the countries of the world lose confidence in us,” General George A.

Lincoln of the War Department General Staff told the Senate Foreign Relations Committee

early in April, 1947, “they may in effect pass under the Iron Curtain without any pressure

other than the subversive pressure being put on them”35. Por ende, la estrategia de

contención pretendía asegurar el nuevo interés americano de mantener un balance de

poder global a través de recrear centros de poder independientes que pudieran por si

mismos hacerle un contrapeso a la Unión Soviética.

34 Ibid., 41 p. 35 Ibid., 41 p.

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42

6. Ahora Sabemos: repensando el origen de la guerra fría.

Para 1997, la guerra fría era un proceso histórico que había culminado. La caída de los

regímenes comuinistas de los paises de la cortina de hierro y la disolución de la Unión

Soviética abrieron la puerta a que nuevas fuentes pudieran ser consultadas. Durante

muchos años, los historiadores que realizaron su labor intelectual en las universidades

norteamericanas sólo habían tenido acceso a los documentos que reposaban en los

archivos de las naciones capitalistas. Ante este nuevo escenario internacional, se abrió la

puerta a replantear antiguas hipótesis y evaluar el rol de actores que intervinieron en el

origen de la guerra fría. Por esta razón, esta sección analizará la narrativa que John Lewis

Gaddis expone en su libro We Now Know: Rethinking Cold War History, un trabajo

publicado a finales de la década de los 90 y que marca distancia con las obras anteriores.

El más notorio es la articulación del capítulo segundo del libro, en el que relata el origen

de la guerra fría, alrededor del concepto de imperio. A pesar que Gaddis había planteado

en su artículo The Emerging Post-Revisionist Synthesis on the Origins of the Cold War la

adopción que había hecho la historiografía post revisionista del concepto de imperio

norteamericano como una categoría útil para analizar el origen de la guerra fría, sólo

hasta esta texto será utilizado por el autor para explicar el origen de la guerra fría a través

de un estudio comparativo del imperio norteamericano y el imperio sovietico.

Para empezar, Gaddis define al Imperio como un método para gobernar:

I mean, by this term, a situation in which a single state shapes the behavior

of other, whether directly or indirectly, partially or completely, by means

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43

that can range from the outright use of force thorough intimidation,

dependency, inducements, and even inspiration36.

El autor afirma que los lideres de los Estados Unidos y la Unión Soviética se hubieran

sorprendido al escuchar que sus acciones después de 1945 pudieran ser calificadas como

“imperiales”. Sin embargo, para Gaddis no es necesario enviar naves, tomar territorios

extranjeros o izar banderas para construir un imperio. Ambas potencias eran imperios

informales, en contraste con el imperialismo europea entre los siglo XV Y XIX:

During the Cold War years Washington and Moscow took on much of the

character, if never quite the charm, of old imperial capitals, like London,

Paris, and Vienna. And surely American and Soviet Influence, throughout

most of the second half of the twentieth century, was at least as ubiquitous

as that of any earlier empire the world had ever seen37.

De manera que, el origen de la guerra fría debería ser entendido como el resultado de la

rivalidad entre dos imperios.

A continuación, el autor inicia el relato del origen de la guerra fría analizando el

Imperio Sovietico. En este punto, la figura de Stalin adquiere una importancia que no tuvo

en las obras publicas antes del fin de la guerra fria. Gaddis explica que el premier sovietico

era un firme creyente de la grandeza de la nación rusa:

“The leaders of the revolutionary workers of all countries are avidly studying

the most instructive history of the working class of Russia, its past, the past

36 GADDIS, John. We now Know. Rethinking Cold War History. New York: Oxford University Press, 1997. 27 p. 37 ibid., 27 p.

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of Russia,” he would write in a revealing private letter in 1930, shortly after

consolidating his position as Lenin’s successor. “All this instills (cannot but

instill) in the hearts of the Russian workers a feeling of revolutionary national

pride, capable of moving mountains and working miracles.”38

Asimismo, Gaddis explica que el gobierno de Stalin estuvo marcado por un fuerte impulso

al nacionalismo ruso. De ahí que, el premier sovietico adoptara la idea que el

expansionismo era una contante de la historia nacional rusa y el dominio de las tierras que

rodeaban a su pais no constituía un acto reaccionario. La innovación ideología que traería

el dominio de Stalin sería acoger el pasado imperial ruso y fusionarlo con los ideales

marxistas de la revolución bolchevique.

Llegado a este punto, el autor califica los actos de política exterior de la Unión

Soviética como una prueba de la fusión entre el imperialismo zarista y el

internacionalismo marxista. Por ejemplo, con el pacto Molotov – Ribbentrop se

recuperaron territorios perdidos a causa de la revolución bolchevique y la Primera Guerra

Mundial. Incluso, cuando se formó la Gran Alianza entre los Estados Unidos, el Reino

Unido y la Unión Soviética contra la Alemania de Hitler, Stalin buscó que sus nuevos

aliados respetaran estas adquisiciones territoriales. Del mismo modo, Stalin insistió en la

conferencia de Yalta que la Unión Soviética sólo entraría a la guerra contra Japón si volvía

a tener las fronteras en Manchuria que Rusia detentó hasta la guerra ruso – japonesa.

Ahora bien, la inquietud que surgió entre las potencias occidentales era cuál seria

el limite de la influencia sovietica más allá de las fronteras de ese pais. A partir de esta

pregunta, Gaddis cambiará la interpretación sobre el origen de la guerra fria que había

planteado en sus obras pasadas. Si bien The Long Peace: Inquiries Into the History of the

38 ibid., 29 p.

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45

Cold War y The United States and the Origins of the Cold War, 1941-1947 explican el

origen de la guerra fría a través de variables diferentes, en ambos trabajos la Union

Soviética no es el ente exclusivamente responsible del rompimiento de la Gran Alianza,

sino que las potencias llegaron a ese estado de confrontación gracias a las circunstancias

que surgieron en el escenario internacional durante 1946 y 1947. Concretamente, Estados

Unidos reacciona antes las acciones unilaterales de la Unión Soviética en Europa del Este,

Irán y el mediterráneo. En cambio, en We Now Know: Rethinking Cold War History, Gaddis

plantea que la Guerra fría empezó por los planes imperiales de Ioseph Stalin y, si las

potencias occidentales hubieran actuado con firmeza desde el fin de la Segunda Guerra

Mundial, el conflicto se hubiera podido evitar.

Inicialmente, Gaddis plantea que el plan expansionista de Stalin se regía por la

cautela y el aprovechamiento de las oportunidades que se presentaran. Esto quería decir

que su esfera de influencia llegaría hasta dónde el Ejército Rojo lo permitiera, pero sin

olvidar la fuerza de sus rivales y que la Unión Soviética acababa de salir de una guerra

devastadora:“Keenly aware of the military power of the United States and its allies had

accumulated, Stalin was determined to do nothing that might involve the USSR in another

devastating war until it had recovered sufficiently to be certain of winning it.”39Entonces,

se trataba de un política exterior ofensiva que tenía la finalidad de consolidar las

conquistas soviéticas.

Por un lado, Stalin quería que países amigables a su régimen estuvieran en la

periferia de la Unión Soviética. De ahí que decidiera dividir Alemania en una zona que

estuviera bajo el control de los comunistas. Por el otro lado, el premier nunca abandonó la

idea de una revolución global, pero esperaba que este evento ocurriera como el resultado

de la expansión de la influencia de la Unión Soviética: “”[F]or the Kremlin,” a well- placed

39 Ibid., 30 p.

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spymaster recalled, “the mission of communism was primarily to consolidate the might of

the Soviet state. Only military strength and domination of the countries on our borders

could ensure us a superpower role.”40 La particularidad que tiene para Gaddis esta agenda

imperial es la carencia de un cronograma. El líder estaba dispuesto a parar si encontraba

resistencia en Occidente pues respetaba los intereses que los americanos y británicos

definieron con claridad.

Justamente, ese respeto que tenía el premier sovietico por occidente es la razón

que lleva a John Gaddis a argumentar que la guerra fría se hubiera podido evitar si las

potencias de occidente hubieran adoptado una postura mucho más rígida:

What all of this suggests, though, is not that Stalin had limited

ambitions, only that he had no timetable for achieving them. Molotov

retrospectively confirmed this: “Our ideology stands for offensive

operations when possible, and if not, we wait.” Given this combination

of appetite with aversion to risk, one cannot help but wonder what

would have happened had the West tried containment earlier41.

Por lo tanto, el origen de la Guerra fria deja de ser para Gaddis una reacción defensiva de

los Estados Unidos ante la amenaza que representaba el poder de los sovieticos en

Europa. En cambio, el conflicto surge por las ambiciones imperiales de Stalin.

A continuación, Gaddis define el imperio Americano como un fenómeno que, a

diferencia del caso sovietico, carecía de un plan para ser consolidado. Aunque las

condiciones estaban dadas desde el final de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos

40 Ibid., 31 p. 41 Ibid., 31 p.

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47

solamente estableció su hegemonía global cuando la Alemania de Adolf Hitler amenazó la

estabilidad de Europa. En este punto, el autor retoma la discusión sobre el rompimiento

del consenso aislacionista, el cual es un elemento de interpretacion esencial en The Long

Peace: Inquiries Into the History of the Cold War. Sin embargo, acá Gaddis explica que la

caída del aislacionismo norteamericano condujo al surgimiento del Imperio Americano y la

razón principal para que esto sucediera fue la distinción que hicieron los funcionarios

norteamericanos entre autoritarismos benignos y malignos: “Regimes like those of

Somoza in Nicaragua or Trujillo in the Dominican Republic might be unsavory, but they fell

into the benign category because they posed no serious threat to United States interests

and in some cases even promoted them.”42 Todo cambió con el ataque de Pearl Harbor,

por lo que la fecha clave para entender el origen del Imperio Norteamericano es el 7

diciembre de 1941.

A grandes rasgos, Gaddis menciona 2 diferencias entre las estructuras imperiales

de cada una de las potencias. Primero, el imperio soviético reflejaba las prioridades y las

prácticas de una solo individuo, es decir, Joseph Stalin. De tal forma que la personalidad

del líder soviético moldeó la política exterior de su país en Europa del Este ya que, en

palabras del autor, estos países tenían el derecho a la autodeterminación, pero no debían

ejercitarlo: “[…] when confronted with even the prospect of dissent, to say nothing of

challenges to his authority, Stalin’s instinct was to smother spontaneity with a

thoroughness unprecedented in these modern age.”43 En contraste, el Imperio americano

fue construido sobre la tradición de un Estado Constitucional que respetaba las prácticas

de la negociación, el compromiso y el balance de los intereses. Por ende, Estados Unidos

entró a proteger económica y militarmente a la mitad de Europa porque esas naciones lo

solicitaron, se trababa de un imperio por invitación en vez de la imposición. Segundo, la

42 Ibíd., 35 p. 43 Ibíd., 52 p.

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expansión de ambos imperios difirió en tamaño. Gaddis argumenta que los Estados

Unidos pudo incluir dentro de su esfera de influencia a una mayor cantidad de países

porque la resistencia a la influencia americana no fue tan grande. Por lo tanto, el plan

organizado que tenían los rusos de extender su influencia a otras regiones del mundo

habría perjudicado sus objetivos imperialistas, mientras que las ambiciones menores de

los norteamericanos habrían ayudado a que su imperio creciera con mayor facilidad.

En suma, la novedad que trae este libro en la interpretación de John Lewis Gaddis

sobre el origen de la Guerra fría es replantear el rol de Joseph Stalin. En los dos libros que

se analizaron en las secciones anteriores, el autor explicó detalladamente el cambio que

ocurrió en la administración Truman para que los norteamericanos asumieran una

posición más dura ante las acciones de la Unión Soviética en Europa oriental. Sin embargo,

la figura del premier soviético o de otros funcionarios del gobierno ruso no fueron

estudiadas como causantes del origen de este conflicto. Asimismo, el autor hacía hincapié

en que los funcionarios de los Estados Unidos sospechaban que la Unión soviética había

reactivado sus planes de realizar una revolución global comunista. En cambio, en este

libro Gaddis defiende la tesis que los rusos si tenían un plan para expandir su imperio bajo

los principios de la revolución bolchevique. En otras palabras, el cambio de la política

exterior norteamericana no se produjo por un temor injustificado, sino que los

funcionarios norteamericanos actuaron ante una amenaza real.

7. Conclusiones

En conclusión, un evento histórico puede tener diferentes interpretaciones. Más

aún, en un autor paradigmático de la historiografía norteamericana sobre el origen de la

guerra fría, se encuentran lecturas que privilegian factores internos de la política de los

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Estados Unidos o le otorgan un papel protagónico a los planes expansionista de Joseph

Stalin. Con todo, existen dos constantes en la interpretación de John Gaddis sobre el

origen de la guerra fría.

Primero, los Estados Unidos es descrita como una potencia que reacciona ante las

acciones de la Unión Soviética durante el origen de la Guerra Fría. Antes del fin de este

conflicto, Gaddis enfoca su análisis a las dinámicas políticas internas de este país y al

rompimiento del aislacionismo norteamericano como motores de la guerra fría. Asimismo,

es un país que construyó su esfera de influencia a través de la invitación de los países de

Europa Occidental y el Mediterráneo a participar en una alianza contra la amenaza

comunista que representa la Unión Sovietica. En el libro We Now Know: Rethinking Cold

War History, este discurso permanece, aunque se utiliza la categoría de Imperio para

defender que los Estados Unidos fueron capaces de invitar a estos países gracias a la

buena administración de sus zonas de influencia.

Segundo, los actores y las temporalidades que son estudiados por el autor son los

mismos en sus obras. Los diplomáticos, presidentes norteamericanos, generales y

miembros de las fuerzas armadas de ese país son los personajes que articulan la narrativa

y permiten entender cómo empezó el conflicto entre las superpotencias. Del mismo

modo, los años 1946 y 1947 es el periodo de tiempo en el que el autor ubica el

rompimiento de la Gran Alianza entre las potencias vencedoras de la Segunda Guerra

Mundial y el cambio de la política exterior de los Estados Unidos.

Ahora bien, los tres libros que fueron objeto de esta investigación tienen

contrastes marcados. Sin ir más lejos, en The Long Peace: Inquiries Into the History of the

Cold War y The United States and the Origins of the Cold War, la Unión Soviética no es

estudiada con el mismo nivel de detalle que los Estados Unidos. Aunque en We Now

Know: Rethinking Cold War History, Gaddis presenta el primer análisis sobre el rol de

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Stalin en el origen de la Guerra fría, termina adjudicándole al líder soviético la

responsabilidad del inicio de este conflicto. Si bien el autor criticaba a los historiadores de

la posición revisionista por su desconocimiento de Rusia, sus obras también presentan el

mismo vacío. Antes de la caída del muro de Berlín, Gaddis les otorga a las dinámicas

internas de la política Norteamérica un papel primordial en el cambio de postura de la

administración Truman frente a las intervenciones de Stalin en Europa del este. En

cambio, en 1997 estos detalles quedan olvidados y la personalidad paranoica del líder

soviético es el tópico que Gaddis entra a estudiar con mayor profundidad. Al final, el autor

pasa de describir el origen del conflicto como una respuesta reciproca de las

superpotencias a las acciones de la contraparte, a relanzar la tesis de la historiografía

ortodoxa sobre la personalidad de Stalin como factor detonante de la guerra fría.

En estas circunstancias, llama la atención que los trabajos del autor presentan

algunas de las deficiencias que él mismo criticaba en la década de los 80. Por ejemplo,

aunque Gaddis abogaba por estudiar el papel que otros países tuvieron en el surgimiento

de la guerra fría, sus escritos se centran mayoritariamente en los Estados Unidos. Esto

conlleva que lideres de Europa occidental sean importantes en la narrativa de Gaddis

siempre y cuando hayan tenido relación con el cambio de la política exterior

norteamericana que ocurrió entre 1946 y 1947. Una situación similar se presenta con la

URSS porque, a pesar del llamado que hace el autor a entender el origen de la guerra fría

como un sistema de acciones y reacciones de las potencias, queda la sensación que el

autor culpa a la Unión Soviética del origen de la guerra fría. En especial, la narración que

se hace en We Now Know: Rethinking Cold War History acaba presentado el origen de la

guerra fría como un conflicto entre dos imperios muy diferentes. El americano seria

respetuoso y benévolo con los países que ingresaron a sus esfera de influencia. Mientras

tanto, el sovietíco reflejaba la personalidad de un tirano, de ahí que asentara su dominio a

través de la fuerza en vez del consenso o la invitación. Así pues, el autor nunca analiza la

situación interna de los estados que hacían parte de la cortina de hierro ni los de Europa

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Occidental. Con esta aproximación, el autor se limita a hacer una historia diplomática de

su país y la pretensión de entender el origen de la guerra fría no sólo desde los Estados

Unidos se queda en una mera aspiración.

Bibliografía

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University Press, 1997.

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