El origen de la nobleza según el Nobiliario vero de Hernán Mexía

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This article was downloaded by: [New York University] On: 11 October 2014, At: 13:12 Publisher: Routledge Informa Ltd Registered in England and Wales Registered Number: 1072954 Registered office: Mortimer House, 37-41 Mortimer Street, London W1T 3JH, UK Bulletin of Spanish Studies: Hispanic Studies and Researches on Spain, Portugal and Latin America Publication details, including instructions for authors and subscription information: http://www.tandfonline.com/loi/cbhs20 El origen de la nobleza según el Nobiliario vero de Hernán Mexía José Julio Martín Romero a a Universidad de Jaén Published online: 02 Sep 2014. To cite this article: José Julio Martín Romero (2014): El origen de la nobleza según el Nobiliario vero de Hernán Mexía, Bulletin of Spanish Studies: Hispanic Studies and Researches on Spain, Portugal and Latin America, DOI: 10.1080/14753820.2014.942543 To link to this article: http://dx.doi.org/10.1080/14753820.2014.942543 PLEASE SCROLL DOWN FOR ARTICLE Taylor & Francis makes every effort to ensure the accuracy of all the information (the “Content”) contained in the publications on our platform. However, Taylor & Francis, our agents, and our licensors make no representations or warranties whatsoever as to the accuracy, completeness, or suitability for any purpose of the Content. Any opinions and views expressed in this publication are the opinions and views of the authors, and are not the views of or endorsed by Taylor & Francis. The accuracy of the Content should not be relied upon and should be independently verified with primary sources of information. Taylor and Francis shall not be liable for any losses, actions, claims, proceedings, demands, costs, expenses, damages, and other liabilities whatsoever or howsoever caused arising directly or indirectly in connection with, in relation to or arising out of the use of the Content. This article may be used for research, teaching, and private study purposes. Any substantial or systematic reproduction, redistribution, reselling, loan, sub-licensing, systematic supply, or distribution in any form to anyone is expressly forbidden. Terms & Conditions of access and use can be found at http://www.tandfonline.com/page/terms- and-conditions

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El origen de la nobleza según elNobiliario vero de Hernán MexíaJosé Julio Martín Romeroa

a Universidad de JaénPublished online: 02 Sep 2014.

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El origen de la nobleza según elNobiliario vero de Hernán Mexía*

JOSÉ JULIO MARTÍN ROMERO

Universidad de Jaén

Es bien sabido que durante el siglo XV se despertó un encendido debate sobre lanobleza, sobre su esencia, sus privilegios, la razón de ser de éstos y, en general,sobre todo lo relacionado con esa élite de poder. Este debate surgió en unosmomentos en los que se estaban experimentando profundas transformacionessociales y esa élite se iba haciendo cada vez más heterogénea; miembros deantiguas familias nobles no veían con buenos ojos a los personajes reciénennoblecidos, a quienes se fueron sumando nuevos aspirantes a la nobleza,debido a que buena parte de la riqueza (y, por tanto, del poder) ya estaba enmanos no nobles y a grupos como la caballería villana, cuyos miembros nocomprendían cómo realizando la misma función que la caballería de espuelasdoradas no podían también aspirar ellos mismos a ser ennoblecidos.1

En esta situación, las ideas del jurista Bartolo de Sassoferrato (1313–1357) tuvieron un efecto perturbador en algunos sectores de la sociedadcuatrocentista castellana, especialmente en los linajes nobles más antiguos.Este jurista italiano, uno de los más influyentes de la Edad Media,propugnaba que la nobleza era el resultado de la concesión del señor—

* Este trabajo se inscribe en el marco del Proyecto I+D+i del MINECO DHuMARHumanidades Digitales, Edad Media y Renacimiento. 1. Poesía 2. Traducción (FFI2013-44286-P).

1 Sobre las transformaciones sociales en esos años finales del siglo XV, véase Isabel Ma

del Val Valdivieso, ‘Indicios de la existencia de una clase en formación: el ejemplo de Medinadel Campo a fines del siglo XV’, Anales de la Universidad de Alicante: Historia Medieval, VII(1988–1989), 193–224, y su ‘Aproximación al estudio de la estructura social de una villamercantil castellana a fines de la Edad Media: Medina del Campo’, en Les Sociétés urbaines enFrance méridionale et en Péninsule Ibérique au Moyen Âge: Actes du Colloque de Pau, 21–23septembre 1988 (Paris: Éditions du Centre National de la Recherche Scientifique, 1991), 73–104. Sobre la forma como la caballería villana intentaba adquirir los privilegios de la caballeríanoble son muy reveladores los datos que ofrece Ma Dolores Cabañas, La caballería popular enCuenca durante la Baja Edad Media (Madrid: Talleres Prensa Española, 1980). Véase tambiénCarlos Astarita, ‘Classe sociale, statut et pouvoir de la “caballería villana” de Castille. Unerévision’, Moyen Âge: Revue d’Histoire et de Philologie, CV:2 (1999), 415–38.

Bulletin of Spanish Studies, 2014

ISSN 1475-3820 print/ISSN 1478-3428 online/14/000/000001-023© 2014 Bulletin of Spanish Studies. http://dx.doi.org/10.1080/14753820.2014.942543

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príncipe, en el caso italiano; en el castellano, el monarca. Autores como Diegode Valera, en su Espejo de la verdadera nobleza, y Alonso de Cartagena, en suDiscurso sobre la precedencia del Rey Católico sobre el de Inglaterra en elConcilio de Basilea, recogían las tesis de Bartolo, citándolo de formaexpresa;2 a buen seguro los propios monarcas incitaban a defender estasideas, ya que permitían un mayor control de la nobleza, que, según elitaliano, debía sus privilegios precisamente a los regentes.

El concepto de nobleza de Bartolo resultaba opuesto a las ideas másextendidas, las que defendían autores que iban viendo cómo en contra delas antiguas costumbres las tesis del italiano ganaban terreno entre distintoseruditos, especialmente entre aquellos del entorno regio. Frente a esto, losmiembros de antiguos linajes—e incluso los de otros no tan antiguos—seesforzaban por defender que la verdadera nobleza era la de la sangre. En estedebate uno de los puntos fundamentales fue el origen del estatus nobiliario ysu relación con la función militar. El debate sobre la caballería se presenta enel siglo XV como controversia alrededor de la nobleza y sus privilegios, unamuestra más de la conflictividad social de esos años.3

A finales de la centuria, Hernán Mexía, miembro de una de las familiasmás importantes de Jaén, regidor y veinticuatro de esta ciudad, defendíaabiertamente la nobleza de linaje, de sangre, en contra de las ideas deSassoferrato.4

2 ‘La tercera nobleza es civil o política, […]. Aquí es mucho de notar lo que Bártulo dize,[…] Nobleza, es una calidad dada por el príncipe, por la qual alguno paresce ser mas aceptoallende los otros onestos plebeos’ (Diego de Valera, Espejo de verdadera nobleza, en Prosistascastellanos del siglo XV, ed. Mario Penna [Madrid: Atlas, 1959], 86–139 [pp. 92–93]); ‘ésta sedifine e declara por Bártolo así: la nobleza civil es una qualidad dada por aquel que tiene elprincipado, por la qual paresce que el que la rescibe es más quisto e amado del príncipe que loshonestos plebeyos que comúnmente llamamos pecheros’ (Alonso de Cartagena, Discurso sobrela precedencia del Rey Católico sobre el de Inglaterra en el Concilio de Basilea, en Prosistascastellanos del siglo XV, ed. Penna, 205–33 [p. 208]). Sobre la influencia de Sassoferrato en elsiglo XV castellano, véase Jesús D. Rodríguez Velasco, ‘El Tractatus de insigniis et armis deBartolo y su influencia en Europa (con la edición de una traducción castellana cuatrocentista)’,Emblemata, 2 (1996), 35–70.

3 Sobre este debate, véase Ma Isabel Pérez de Tudela y Velasco, ‘La dignidad de lacaballería en el horizonte intelectual del siglo XV’, En la España Medieval, 9 (1986), 813–29;Jesús D. Rodríguez Velasco, El debate sobre la caballería en el siglo XV: la tratadísticacaballeresca castellana en su marco europeo (Valladolid: Junta de Castilla y León, 1996); y Ma

del Pilar Carceller Cerviño, ‘La nobleza caballeresca castellana en el siglo XV: realidad yrepresentación de un grupo social’, Medievalismo. Boletín de la Sociedad Española de EstudiosMedievales, 10 (2000), 99–128.

4 Este autor y su obra han sido estudiados porManuelMorales Borrero en sumonografíaHernán Mexía, escritor giennense del siglo XV (Jaén: Instituto de Estudios Giennenses/Diputación Provincial de Jaén, 1997); asimismo, ha actualizado algunos de los datos yañadido un interesante análisis Carlos Heusch, ‘Le Chevalier Ferrán Mexía et son Nobiliariovero (1492): de l’imaginaire chevaleresque à la logique de l’exclusion’, Atalaya. Révue d’ÉtudesMédiévales Romanes, 11 (2009) <http://atalaya.revues.org/598> (fecha de consulta: 5 de octubrede 2012); véase también José Julio Martín Romero, ‘El pensamiento caballeresco a fines de la

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Las ideas del italiano ya habían despertado las críticas de escritores comoJuan Rodríguez del Padrón, quien, en su Cadira de honor,5 había arremetidocon dureza contra el pensamiento de este jurista del cuatrocientos, pero elNobiliario vero de Hernán Mexía se erige como el mayor empeño en estesentido. Aunque de esta obra se realizó una única edición, la que salió de lasprensas sevillanas de Pedro Brun y Juan Gentil en 1492, de ella hasobrevivido una sorprendente cantidad de ejemplares, lo que puede deberseal interés que hubo de despertar entre los nobles, que a buen seguro estabaninteresados en que sus bibliotecas incluyeran esta obra en la que se defendíacon tanto ardor la nobleza de linaje.6

Asimismo existen varios manuscritos, pero sólo uno de ellos no deriva dela versión impresa; se trata del ms. 3311 de la Biblioteca Nacional deEspaña, que recoge una redacción anterior a la del incunable, y que ofreceuna fecha de finalización también distinta; mientras que el impreso indica1485 como fecha de conclusión del libro, el manuscrito da el año 1479.7

La obra se presenta como una enciclopedia avant la lettre sobre la nobleza;en ella se pretende rebatir la tesis de Bartolo de Sassoferrato, a lo que se dedicala segunda—lamás extensa—de las tres partes de que consta la obra. Pero estepropósito hacía que Hernán Mexía se viera abocado a una contradicción difícilde solucionar: si la nobleza era un asunto de linaje, ¿cuándo y dónde comenzó?;y, por otra parte, de ser así, ¿cómo explicar su rechazo a considerar noble a todoaquel que no hubiera sido ennoblecido por el monarca?

En el presente estudio me propongo analizar el discurso de Mexía sobreeste asunto, comparándolo con otros autores de su época y establecer así lasingularidad de su razonamiento. No es mi intención aquí ofrecer un estudiodetallado sobre todo el Nobiliario vero ni sobre las complejidades del conceptode nobleza en esta obra, sino limitarme a analizar cómo el giennense explicael origen del estado nobiliario inventando para ello una visión histórica ad

EdadMedia. HernánMexía y suNobiliario vero’,Andalucía en laHistoria, 30 (2012), 18–23, y su‘Bartolo de Sassoferrato yHernánMexía: elNobiliario Vero en su contexto histórico’, enRumbosdel hispanismo en el umbral del cinquentenario de la AIH, coord. Patrizia Botta, 7 vols (Roma:Bagatto Libri, 2012), VII, ed. Luigi Guarnieri Calò Caducci, 25–34.

5 Véanse los comentarios de Francisco Bautista, ‘Nobleza y bandos en la Cadira dehonor’, en Juan Rodríguez del Padrón: Studies in Honour of Olga Tudorică Impey, vol. I, ed.Alan Deyermond y Carmen Parrilla (London: Dept of Hispanic Studies, Queen Mary, Univ. ofLondon, 2005), 103–35.

6 Sobre los testimonios conservados, véase la lista que ofrece Ma Dolores RincónGonzález, ‘Mexía, Fernando de. Libro in titulado nobiliario’, en Ma D. Rincón González &Raúl Manchón Gómez, Imprentas y librerías en el Jaén renacentista (Jaén: Instituto de EstudiosGiennenses, 2002), 62–66. Es más, se han descubierto e incluso han salido a la venta nuevosejemplares.

7 El texto también se conserva en otros dos manuscritos, ambos conservados en laBiblioteca Universitaria de Salamanca, que derivan de forma directa del incunable (BUS 2414,que es una copia del impreso, y BUS 2528, copia del siglo XVII del manuscrito anterior).

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hoc, recogiendo buena parte de las ideas más extendidas en su momento,pero transformándolas de forma interesada.

El problema al que se enfrentaba Mexía no era sencillo, porque larealidad iba en contra de él, de ahí que se viera forzado a reinventar lahistoria al intentar explicar el origen de la nobleza. Como sea ha indicadoantes, el asunto ya había sido tratado con una idéntica orientación ideológica(aunque no con el mismo razonamiento) por Rodríguez del Padrón en suCadira de honor.

Comenzaré, por tanto, analizando algunos aspectos de esta obra, en tantoque una de las fuentes fundamentales del Nobiliario vero; por ello, convienehacer algunas consideraciones sobre la visión que ofrece laCadira en relación alorigen de la nobleza. En ésta se hablaba de tres formas de ‘principiar’ la nobleza:en primer lugar, accediendo al principado (esto es, siendo señores o reyes); ensegundo lugar, ‘quando el príncipe graçiosamente, o por sus meresçimientos,alguno faze duque, marqués, conde o varón; commo estas dignidades e las otrassemejables, segund dizen las humanas leyes, son prinçipio de nobleza’,8 yañadía que lo mismo sucedía con la caballería, siempre y cuando fueraconsiderada dignidad. La tercera es ‘por legítima subçesión el fijo del padre’,esto es, por linaje.9 En definitiva, para poder alcanzar la condición nobiliaria o(1) se es príncipe (monarca), o (2) se es ennoblecido por el príncipe, o (3) sehereda. El punto conflictivo para sus intereses—desvincular nobleza y concesiónregia—es el penúltimo; por ello, se esforzó precisamente por explicar desde susintereses la segunda de las maneras como la nobleza puede crearse: la de serennoblecido por el soberano; en principio, a pesar del furibundo rechazo a otrasteorías de Bartolo, no parecía alejarse de la doctrina del italiano en cuanto alorigen de la nobleza, pero sí la matizaba.

Rodríguez del Padrón consideraba que la nobleza requería cuatrocondiciones: (1) autoridad del príncipe (esto es, la concesión regia en el casode Castilla); (2) antiguas riquezas; (3) buenas costumbres, y (4) claro linaje.Esta última condición es interesante, ya que explica por qué este escritor noconsideraba noble a quien acababa de conseguir una dignidad (fuera la quefuese) si no pertenecía ya a un linaje noble. En este punto se separabaabiertamente de las tesis de Bartolo, porque para Rodríguez del Padrón sólo losdescendientes del que había alcanzado esa dignidad, tras cuatro generaciones,podrían ser considerados nobles. Afirmaba que cuando el príncipe otorgaba unadeterminada dignidad a una persona, ésta no sería noble, aunque susdescendientes en la cuarta generación, si habían mantenido las buenascostumbres, la riqueza y la dignidad, sí podrían ser considerados nobles:

no será verdadero noble, ni lo serán los que d[e]él desçendieren, fasta laquarta generaçión que sea purgada la oscuridad del linaje por olvidança,

8 Cadira de Onor, en Juan Rodríguez del Padrón, Obras completas, ed. CésarHernández Alonso (Madrid: Editora Nacional, 1982), 259–304 (p. 272).

9 Rodríguez del Padrón, Cadira de Onor, ed. Hernández Alonso, 276.

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e por luenga possessión de buenas costumbres e riqueza antigua con eltítulo del prínçipe o del prinçipado se perscriva la nobleza.10

En definitiva, según este autor, el rey no podía hacer noble, aunque todolinaje noble procedía de un antecesor a quien el rey había concedido unadignidad.11 Por tanto, el monarca era el origen último de la nobleza de eselinaje. No obstante, Rodríguez del Padrón dejaba bien claro que no había de serpor voluntad o capricho del rey—forma como parece interpretar el gallegoa Bartolo—, sino una recompensa merecida, más un asunto de reconocimientoque de creación ex novo, rechazando de plano la opinión del italiano.Rechazaba así a Bartolo, quien ‘después de largas disputaçiones, en efectoconcluye que la abtoridad del prínçipe o del prinçipado es aquella sola que fazeo puede fazer nuevos nobles’.12 No obstante, un poco antes Rodríguez delPadrón había afirmado que el principio de la nobleza moral es ‘onorablebenefiçio por méritos o graçiosa mente avido del prínçipe, o del prinçipado, quefaze a su poseedor del pueblo ser diferente’ (la cursiva es mía). Por tanto, apesar de lo que indicó después, el autor de la Cadira parecía aceptar que sepodía alcanzar ese grado por otros medios que no fueran los méritos, aunque,bien es cierto, señalaba que era un beneficio ‘onorable’ y, si no es pormérito, nopuede serlo. En cualquier caso, para Rodríguez del Padrón, esa concesión nodejaba de ser el principio de todo linaje noble.

Hernán Mexía recogió algunas de estas ideas para defender su punto devista, pero fue más allá en su intención de solventar un problema (para suspropósitos) en la explicación de Rodríguez del Padrón; como se ha indicado,para éste, la nobleza tenía siempre como origen último el príncipe y suconcesión; incluso los que podían jactarse de pertenecer a un linaje noble nodebían olvidar que el origen de ese linaje había sido la concesión de nobleza auno de sus ancestros por parte del príncipe o rey.

Por su parte, Mexía quería demostrar que el origen de la nobleza no erasino un asunto de sangre, algo que la concesión regia no podría crear, para locual debía transformar la argumentación de Juan Rodríguez del Padrón,cuya obra conocía.13

10 Rodríguez del Padrón, Cadira de Onor, ed. Hernández Alonso, 269. Mexía siguió aRodríguez del Padrón en esta idea, pero añadía otra etapa, la octava generación, en la que seconseguiría el grado de ‘generoso’.

11 Esto se resume en el refrán: ‘Puede el rey fazer cavallero, mas no fijodalgo’, que citóDiego de Valera, aunque para rechazarlo (‘la qual opinión es fundada en poco saber e ciegoconoscimiento de las cosas’ [Espejo de verdadera nobleza, ed. Penna, 100]).

12 Rodríguez del Padrón, Cadira de Onor, ed. Hernández Alonso, 268.13 Coincido con Carlos Heusch, que afirma: ‘La grande nouvauté du traité de Mexía, par

rapport aux textes précédents, se trouve sans doute là, dans une sorte de substantification dela noblesse à l’intérieur du lignage qui en fait quelque chose d’inaltérable, de consubstantiel aunoble parce que désormais la noblesse est quelque chose qui se trouve dans le sang et non dansles actes’ (‘Le Chevalier Ferrán Mexía’, párrafo 41).

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El argumento del giennense también partía del origen de la nobleza; perosu concepción resultaba clara ya desde el epígrafe del capítulo LV en el quetrató este asunto: ‘de cómo la nobleza proçedió & ovo comienço de lacavallería o de la defensión de la cosa pública’.14 De esta forma, difería delas consideraciones de Rodríguez del Padrón, ya que, como se ha indicadomás arriba, este autor limitaba la nobleza conseguida por medio de lacaballería a aquellas regiones en las que ésta era considerada dignidad:

E aquesto mismo digo de la cavallería, en aquellas provinçias onde loscavalleros son avidos por nobles, e non en otras partes, commo lacavallería non sea dignidad, segund común derecho, salvo en loscavalleros romanos e por consiguiente a ninguno otro da el privillejo dela nobleza. Lo qual entiendo yo por los cavalleros armados por el prínçipecommo de los armados en batalla o entrada de castillo fuerte, o en elSanto Sepulcro.15

Frente a esta opinión, Mexía defendía la caballería como origen último detoda nobleza, o, mejor dicho, de toda nobleza política (‘de la virtuosa &generosa defensión de la cosa pública ovo comienço la dicha nobleza çevil &política’ [Nobiliario vero, libro I, cap. LV]).

En los capítulos XLIV–XLVII del primer libro de su Nobiliario vero,Mexía distinguía entre cuatro tipos de nobleza: teologal, natural (o moral),común (o vulgar) y política. En esto seguía la clasificación de Rodríguez delPadrón en su Cadira de honor;16 de hecho, se trata de una derivación de laque propuso Bartolo de Sassoferrato y que fue seguida por Diego de Valera yAlonso de Cartagena, quienes hablaban de nobleza teologal, natural y civil.17

Es prácticamente la misma que proponía Rodríguez del Padrón y Mexía, sibien éstos añadieron otro tipo más, a la que llamaron ‘común o vulgar’, laque se aplica a animales o plantas, o se utiliza como forma de hablarpositivamente de una determinada persona sin referirse al linaje ni a suvirtud, por ejemplo, cuando se alaba el aspecto de alguien (Nobiliario Vero,libro I, caps. XLIV–XLVII).

Existe una clara relación entre estos tipos de nobleza; si bien sólo lossantos son nobles teológicamente hablando, es cierto que todo virtuoso (noble

14 Nobiliario vero, libro I, cap. LV. Aquí y en el resto de este estudio sigo mi propiaedición (en curso), en la que cotejo diversos ejemplares del incunable y atiendo al manuscrito3311 de la Biblioteca Nacional de España.

15 Rodríguez del Padrón, Cadira de Onor, ed. Hernández Alonso, 271–72.16 Este autor también hablaba de estos cuatro tipos de nobleza: ‘theológica, moral,

política, vulgar’ (Cadira de Onor, ed. Hernández Alonso, 263).17 Diego de Valera: ‘el qual dize que devemos fazer diferencia en tres maneras de

nobleza, conviene a saber: theologal, natural e cevil’ (Espejo de la verdadera nobleza, ed.Penna, 92); Alonso de Cartagena: ‘hay tres noblesas: la primera llama theologal; la segundanatural; la terçera, civil’ (Discurso, ed. Penna, 208). Los dos citan de forma explícita a Bartolode Sassoferrato como fuente de esta clasificación.

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moralmente) tiene en algún punto esa nobleza; la nobleza política o civil es elreflejo de un linaje superior, creado por Dios y, por tanto, reflejo de unadeterminada nobleza moral (independientemente de que todos los miembrosde ese linaje sean o no virtuosos) y, en consecuencia, de alguna maneratambién de la teológica. Por su parte, la nobleza común es más frecuente enaquellos que proceden de un linaje noble. Es importante señalar que, paraMexía, la nobleza política no era sino el reconocimiento humano de que Dioshabía elegido ese linaje, de ahí que en su obra dedicara un buen número depáginas a tratar sobre la evolución de la humanidad y a discriminar distintoslinajes utilizando material bíblico.

Los linajes nobles son, por tanto, creación divina—de forma nada inocenteparece querer recordar la designación divina de los monarcas—y pertenecena una casta superior. Esa nobleza se evidenció precisamente en la guerra,pues sólo los mejores debían convertirse en ‘defensores’, o, dicho de otramanera, en caballeros. Para Mexía, por tanto, la nobleza que tiene su origenen la caballería—la que distingue a esa élite de poder y justifica susprivilegios, la que se ve amenazada por las ideas de Sassoferrato—es lacivil o política.

Al proponer esta idea, Mexía no se alejaba de las opiniones de otrostratadistas del siglo XV, como Rodrigo Sánchez de Arévalo, quien ya habíatratado este tema en su Vergel de los príncipes; también en esta obra seexplicaba que el ejercicio de las armas, esto es, la caballería, fue elfundamento de la nobleza:

E para mayor declaración de este artículo, e porque mejor paresca quécosa sea noblesa e el fundamento della, e cómo se gana e alcança, es depresuponer que, como dise el Philósopho e los otros sabios, el principalfundamento de la noblesa procedió e ovo comienço de generosos actos dearmas en esta manera.18

Pero las coincidencias son más aparentes que de fondo; resulta ilustrativoseguir el razonamiento de estos dos autores para comprobar hasta qué puntoideas aparentemente coincidentes conllevan orientaciones ideológicascontrapuestas. Arévalo hablaba de ‘generosos actos de armas’, mientrasque Mexía se refería a la ‘caballería’. Aunque este último término puederesultar sinónimo de la expresión utilizada por Arévalo, en realidad el deJaén entendía este concepto de una manera más restrictiva que el autor delVergel, que aludía a los hechos, no al grupo social que se encargaba derealizarlos. Es decir, para éste fue aquel acto especialmente señalado lo quesupuso un especial reconocimiento—la nobleza—por parte de la sociedad.Frente a esto, el giennense se refería al grupo noble encargado de la funciónmilitar, siguiendo una idea de caballería más cercana a la de los textos de

18 Rodrigo de Arévalo, Vergel de los príncipes, en Prosistas castellanos del siglo XV, ed.Penna, 311–41 (p. 321).

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ficción artúricos y a la que se desprende de libros de caballerías como Amadísde Gaula.19 Este concepto de caballería que Mexía presentaba como origen dela nobleza es el de grupo social con unas normas éticas concretas, como éliteque requiere unas virtudes y unas formas de comportamiento determinadas;en definitiva, una visión idealizada de la caballería; sin duda era conscientede la enorme diversidad que el término ‘caballero’ acogía y pretendía reducirsu significado para evitar confusiones.20 De hecho, el que hubiera caballerosvillanos, o el que el acceso a la caballería se hubiera ido generalizando enexceso era una de las razones que movieron a autores como Mexía a defendersu estatus ante el riesgo de que la élite a la que pertenecían pudiera abrirsedemasiado y perdieran poder.21

En este sentido, la actitud de Arévalo resulta opuesta, pues mientras elgiennense defendía con vehemencia la nobleza de linaje como la únicaverdadera—un concepto cerrado—, Sánchez de Arévalo no acudía ajustificaciones de sangre (consideraba importante el linaje, pero por elposterior proceso de transformación que los factores ambientales implican)y exponía un concepto abierto, pues admitía sin problemas la posibilidad deacceder al estatus nobiliario por medio del mérito militar.

A pesar de estas diferencias, ambos autores coincidían en proponer comoorigen de la nobleza el ejercicio de las armas, o, dicho de otra forma, lacaballería. La diferencia fundamental radica en que, mientras Mexía seesforzaba por defender que sólo los más nobles eran escogidos para serdefensores, Arévalo explicaba el proceso de forma distinta: aquellos que

19 En este tipo de obras se defiende claramente el concepto de nobleza de sangre,linajística, que se evidencia en el hecho de que, incluso cuando los héroes son educados fuera desu entorno, su naturaleza los lleva a acometer grandes hechos de armas. Véase José JulioMartín Romero, ‘Biografía heroica y concepto de nobleza en Amadís de Gaula y otros libros decaballerías’, La Corónica, 40:2 (2012), 231–57. Estas ideas coinciden, por cierto, con el‘determinismo’ del que habla Carlos Heusch y que ejemplifica, entre otros, con el siguientetexto del Arcipreste de Talavera: ‘En esto conosçerás tú las personas quáles de raíz buena omala vienen, que el que de linaje bueno viene, apenas mostrará sinón dónde viene, aunque enalgo paresca, todavía retrae dónde viene; pero el vil e de poco estado e linaje, si fortuna leadministra bienes, estado, onra e manera, luego de desconoçe e retrae dónde viene’ (Heusch,‘Le Chevalier Ferrán Mexía’, párrafo 41).

20 Como afirma Ma Isabel Pérez de Tudela y Velasco: ‘Bajo el epígrafe de “caballeros” seagrupa una multitud de estatutos distintos que suponen una disparidad de condiciones.Ciertamente, esa disparidad es heredera de la que comienza a gestarse en los primeros tiemposde la Reconquista, pero no se debe olvidar que con el correr de las centurias el abanico se vaenriqueciendo con nuevos aportes exigidos, las más de las veces, por las necesidades militares,otras por las aspiraciones de promoción de determinados grupos sociales’ (‘La dignidad de laCaballería en el horizonte intelectual del siglo XV’, 813). Esa disparidad de la que habla lainvestigadora no le interesaba a Mexía, quien quiso restringir el concepto de caballería para, deesa forma, restringir el concepto de nobleza.

21 Sobre la evolución de la nobleza en la Edad Media, véase Marie-Claude Gerbet, Lasnoblezas españolas en la Edad Media. Siglos XI–XV (Madrid: Alianza Editorial, 1997), así comoel volumen colectivo dirigido por Ma Concepción Quintanilla Raso, Títulos, grandes del reino ygrandeza en la sociedad política. Fundamentos en la Castilla medieval (Madrid: Sílex, 2006).

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habían logrado, mediante el ejercicio de las armas, conseguir un bien común,eran recompensados con privilegios—quedaban exentos del pago de tributos,eran mantenidos por el pueblo y considerados nobles—; ese privilegiosuponía no sólo una recompensa sino también la manera como se pretendíamantener a quienes ejercían la función militar:

Contesció que algunos baxos e pobres omes fesieron algunos buenos enobles fechos de armas, de guisa que por su industria e esfuerço efortaleza vencieron algunas batallas, e libraron alguna cibdad, villa otierra de algunt trabajo, por lo qual la gente de la tal cibdat o tierramucho los honrraron, e dieron riquezas e fasienda, e quisieron que fuesenlibrados e exemptos de todos tributos e pechos, e dende en adelante losovieron por fidalgos e nobles.22

No obstante, me parece relevante que Rodrigo Sánchez de Arévalo nomencionara en esta explicación la concesión regia. En ningún momentocomentaba que esos plebeyos que habían acometido sonados hechos de armasfuesen ennoblecidos por el príncipe o monarca como reconocimiento a suslogros bélicos. Según su opinión, fue la consideración social, la de suscongéneres, lo que les convirtió en nobles. Frente a las ideas bartolistas, enla explicación de Arévalo no es el príncipe quien ennoblece, sino el conjuntode la sociedad.

Frente a esto, Diego de Valera propuso una visión distinta del origen de lanobleza; al igual que Bartolo, consideró que se encontraba en el regente;citaba al primero de ellos, a ‘Menbroth’, primer tirano y señor:

E por exemplo de aquél, cada uno segund su lengua entre sí sacaroncabdillos; los quales pasando de gente en gente, quedaron así como pornaturales señores de la tierra; e aquellos que más cercanos eran a ellos,así en voluntad como en debdo, fueron tenidos por nobles o fidalgos e losotros por súbditos e vasallos, de los quales la nobleza o fidalguía fuecomençada. E después muchos de aquellos que en servidunbre bivíanvirtuosamente biviendo, otros por fuerça o tiranía o ayudándoles lafortuna, fueron tenidos por semejante de aquéllos, aviendo corona dereinos, inperios e principados, según paresce por los antiguosistoriadores.23

22 Rodrigo de Arévalo, Vergel de los príncipes, ed. Penna, 321. Posteriormente, gracias auna forma de vida determinada—mejor alimentación, ejercicio de la virtud, etc.—, se producíaun proceso de ennoblecimiento progresivo en cada generación. Mexía defiende también esteproceso, pero partiendo de la idea de que esos antecesores ya tenían sangre distinta de laplebeya (esto es, pertenecían a una casta diferente) y que por ello sus descendientes estabancapacitados para mejorar en cada generación siguiendo esa forma de vida.

23 Valera, Espejo de la verdadera nobleza, ed. Penna, 95.

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El proceso, tal como lo explicaba Valera, resulta inverso al que propondríaunas décadas después Hernán Mexía. Aquí, el conquense siguió su ideabartolista de que el príncipe o señor era el origen de toda nobleza civil, demanera que al explicar ‘cómo e por quién la nobleza civil, o fidalguíavulgarmente llamada, fue començada en el mundo’,24 partía precisamentedel señorío, de los regentes, quienes decidieron entre sus súbditos quiéneshabían de ser considerados ‘nobles o fidalgos’.

El citado fragmento resulta especialmente revelador de las diferenciasentre las formas como Diego de Valera y Hernán Mexía entendían el origende la nobleza. Valera consideraba como principio de toda nobleza al rey; porsu parte, Mexía proponía a los caballeros.

Incluso cuando Valera trata de la caballería se detecta una orientaciónideológica diferente a la del giennense. Cuando en el Espejo de la verdaderanobleza se explicaba el principio de la caballería, también se hablaba de laelección de los mejores para desempeñar el papel de caballero en la sociedad,de manera que se justificaban los privilegios que el resto de la sociedad lesotorgaba.25 Pero es interesante observar cómo Diego de Valera citaba, en laprimera de sus funciones, la defensa, protección y obediencia al príncipe, a loque se subordinaba el resto de sus obligaciones: ‘A los quales así escogidos,estrecho juramento fue tomado, principalmente que guardasen el honor eservicio del príncipe, el bien de la república, la ordenança del capitán, el onorde la orden e de los compañeros a ella resçebidos’;26 el fragmento continúaenumerando las demás obligaciones del caballero, pero me interesa señalarque la primera que se menciona se refiere precisamente a los deberes enrelación al príncipe. Parece que ninguno de estos autores ponía en duda losprivilegios de los caballeros, esto es, de los nobles; en lo que no estaban deacuerdo es en su origen, porque implicaba o no la sujeción al príncipe.

En este sentido, la opinión del conquense se diferencia de las defendidaspor Arévalo y por Mexía. No obstante, también Mexía consideraba que‘señoreando’ podía alcanzarse la nobleza, pero de forma distinta a Diego deValera. Efectivamente, el de Jaén explicaba que la ‘defensión de la cosapública’—que era el origen de la nobleza política—se podía hacer: ‘en dosmaneras, la una defendiendo, la otra señoreando’ (Nobiliario vero, libro I,cap. LV); así, tanto defender como regir son funciones que permiten alcanzarla nobleza. Regir, esto es, ser rey (o, en general, príncipe, término con el quese referían a todo regente) era una de las formas como Rodríguez del Padrón

24 Valera, Espejo de la verdadera nobleza, ed. Penna, 95.25 ‘Aquestos fueron de muy altas preheminencias e grandes essenciones doctados, de los

príncipes mucho amados, de los pueblos servidos, temidos e onrrados, aviendo de la repúblicacierto salario para sus honorables mantenimientos’ (Valera, Espejo de verdadera nobleza, ed.Penna, 106).

26 Valera, Espejo de la verdadera nobleza, ed. Penna, 106.

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consideraba que se podía alcanzar la nobleza.27 Y esa idea también parecedefender Mexía; pero obsérvese cómo el giennense dejaba bien claro que de esasdos formas, la inicial, la primera—el verdadero origen—es la de los caballeros:‘pero es de notar que primero fue la nobleza adquerida por parte de losdefensores’ (Nobiliario vero, libro I, cap. LV); esto implica que hubo noblezaantes de que ningúnpríncipe o señor la concediera. Según sus ideas, esa nobleza,identificada con la caballería, existió con anterioridad a todo señorío y, en tantoque preexistente, no pudo derivar en sus inicios de la concesión regia; con esterazonamiento Mexía destruía de un plumazo las opiniones bartolistas.

Pero esto llevaba al giennense ante un problema teórico; para él, el origen dela nobleza radicaba en su función militar, siguiendo la clasificación tripartitapropuesta, entre otros, por el obispo Adalbero de Laón y Gerardo de Cambray,y que aparece recogida en la Segunda partida de Alfonso X;28 pues bien,siguiendo su razonamiento, podría concluirse que todo combatiente a caballo,independientemente de su linaje, habría de ser considerado noble. Frente a estapostura, que hubiera desbaratado sus intenciones, recogió la distinción—queaparecía ya en laRespuesta deAlonso de Cartagena a laQuestión delMarqués deSantillana29—entre aquellos simples combatientes a caballo y los que habíanmerecido ser designados como miembros de un grupo elitista, la caballería:

Agora pues es de saber que son dos maneras de cavalleros: unos sonaquellos que propiamente son o deven ser dichos cavalleros, los cuales sonlos que çerimonialmente reçibieron la orden de cavallería; otros sonaquellos que so este nonbre de cavallero son entendidos vulgarmentepor circunstançia, pero no por perfeçión; estos son los cavalleros quedezimos & entendemos cuando nonbramos los conbatientes de una

27 ‘E avido este prinçipio, es de saber que en tres diversos modos la política nobleza sesuele prinçipiar. El primero es quando proçede del prinçipado segund que a los primeros reyesde Egipto pastores seyendo e a Tullio Hostilio, Vespasiano e Diocleçiano, la inperial e realcorona dio prinçipio de nobleza’ (Rodríguez del Padrón, Cadira de Onor, ed. Hernández Alonso,269–70). Aquí Rodríguez del Padrón no se refería a que los príncipes pudieran hacer nobles (locomentará posteriormente, pues es la tercera de las formas como él consideraba que la nobleza‘se suele prinçipiar’), sino que adquirir la dignidad de príncipe implicaba adquirir también lacategoría de noble.

28 ‘Defensores son vno de los tres estados por que Dios quiso que se mantouuiese elmundo. Ca bien así como los que ruegan a Dios por el pueblo son dichos oradores, e otrosí losque labran la tierra e fazen en ella aquellas cosas por que los omes han de biuir e mantenerseson dichos labradores, otrosí los que han a defender a todos son dichos defensores’ (Alfonso X,rey de Castilla, Segunda partida, ed. José Berní y Catalá [Valencia: Imprenta de BenitoMonfort, 1767], p. 169a). Por su parte, Alonso de Cartagena copiará parte de la obra alfonsí ensu Doctrinal de los caballeros. Sobre la influencia de la Segunda partida en el pensamientocuatrocentista, véase José Manuel Nieto Soria, ‘La Segunda Partida en los debates políticos dela Castilla del siglo XV’, e-Spania. Révue Interdisciplinaire d’Études Hispaniques Médiévales,V (2008), <http://e-spania.revues.org/9993> (fecha de consulta: 5 de octubre de 2012).

29 Cartagena, Respuesta a la Question fecha por el noble e magnífico señor don ÍñigoLópez de Mendoza, en Prosistas castellanos del siglo XV, ed. Penna, 41.

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hueste, a los que les dezimos ‘son diez mill cavalleros’; esto es porqueandan a cavallo & no por otra cerimonia que aya açerca d’ellos.

(Nobiliario vero, libro II, conclusión III, punto I)

Mexía hablaba de ‘dos maneras de cavalleros’, los que habían sido armadosceremonialmente—que eran los que ‘propiamente’ debían ser llamados así—y los simples combatientes a caballo. Continúa insistiendo en este sentido alintentar desgajar del grupo de la caballería a aquellos otros que, aunquetambién se les denominaba ‘vulgarmente’ caballeros, no habían sidoarmados en una ceremonia solemne; así, explicaba cómo el términocaballero se utilizaba en sentidos distintos, como los caballeros ‘de premia’de Andalucía (‘Otrosí a acostunbran este mismo nonbre corronpello en elAndalucía, ca dizen a los que tiene cavallos por fuerça so çierta contía conçiertas armas cavalleros de contía o de premia, esto asimismo es nonbrecorronpido, ca deven ser dichos onbres a cavallo’ [Nobiliario vero, libro II,conclusión III, punto I]); o los caballeros ‘pardos’, que gozaban dedeterminados privilegios siempre y cuando ejercieran su función:

asimismo aun ay otros que son llamados cavalleros que dezimoscavalleros pardos, estos puesto que tengan çiertos privillejos oesençiones, pero no de alguna exçelençia; porque pocos d’ellos guardanaquello que conviene a cavallero mas solamente por gozar de aquellaesençión, fázenlos cavalleros por vía de aquella çerimonia así: el tal sirvecon cavallo & armas, goza de la esençión en cuanto a las monedas &pedidos, pero no más nin tiene otra perrogativa; e, si no sirve o no tienecavallo & armas, no tanpoco goza del previllejo ni franqueza.

(Nobiliario vero, libro II, conclusión III, punto I)

En definitiva, para Mexía sólo los caballeros armados ceremonialmentepodían ser considerados como tales, mientras que los otros eran simplementeguerreros a caballo:

es agora de saber que los tales cavalleros de premia, otrosí aquellos queçerimonialmente no son fechos o armados cavalleros por mano delprínçipe o de otro que cavallero sea, no son ni deven ser avidos porcavalleros ni así llamados nin dichos, mas onbres a cavallo o onbred’armas. (Nobiliario vero, libro II, conclusión III, punto I)

Porque sólo los caballeros armados ceremonialmente eran escogidos entrelos nobles y sólo ellos seguían el reflejo de la caballería angélica.30

30 Hernán Mexía habla—en el punto I, dentro de la III conclusión, en el libro II de suNobiliario vero—de distintos tipos de caballería: los (1) ‘oradores’, los (2) ‘letrados’, los (3)‘santos ángeles’ y, por último, (4) ‘caballería temporal’, que es ‘aquella de la cual entendemoscuando fablamos de la orden de cavallería & de los defensores’. Ésta última sigue el ejemplo dela caballería de los ángeles.

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Pero de esta forma su razonamiento ha entrado en una paradoja: por unlado, sólo la caballería alcanzada por medio de la concesión del rey podía serconsiderada noble; por otro, intentaba rechazar que el origen de la noblezafuera la citada concesión regia. En definitiva, en este punto de suargumentación el giennense había de enfrentarse a la difícil cuestión dedemostrar que el origen de la caballería—y, por tanto, de la nobleza—no erala designación real; para ello hubo de proponer un estadio anterior a todaelección regia de los caballeros, esto es, afirmó que en origen existieroncaballeros que no habían sido elegidos por los príncipes o monarcas, que nodebían, por tanto, su nobleza a éstos. En esta cuestión Mexía decidió partirde una de las ideas apuntadas por Rodríguez del Padrón en su Cadira dehonor, quien brevemente comentó que los primeros caballeros fueron loscentauros. Mexía lo explicaba con las siguientes palabras:

los çentauros fueron los primeros mílites del mundo o los primerosdefensores; ca estos fueron los que primero usaron de la onrada cavalleríadel cavallo & los que lo domaron, tanto que fue opinión de las gentesvezinas a su tierra de Tesalia, viendo que corríen tanto & los veían acavallo, cosa muy inusitada, afirmavan que aquellos fuesen medio onbres,medios cavallos; tanto atemoraron a las gentes en sus prinçipios, que nosolamente defendieron su tierra, mas ganaron la agena de susvezindades; fueron por número çiento.

(Nobiliario vero, libro I, cap. LV)

Pero, aunque esta misma idea también aparecía en la obra de Rodríguez delPadrón, lo relevante es cómo Mexía dejó claro que éstos fueron caballeros porsí mismos, sin necesidad de que mediara la intercesión regia; para Rodríguezdel Padrón sí fueron elegidos, aunque no determinaba por quién.31 SegúnMexía, sólo posteriormente, a imitación de éstos, en otros pueblos se creó estegrupo escogiendo a los mejores, esto es, a los nobles:

Luego los otros pueblos como fueron conosçiendo aquella maravillosa artesiguéronla, escogiendo de los más virtuosos, segund adelante se dirá, unoentre mill; éste así escogido fazían defensor cavallero so çierto juramento &religión de guardar & defender & anparar a la cosa pública, & de tomarsi menester fuese açerca de aquello la muerte.

(Nobiliario vero, libro I, cap. LV)

31 Rodríguez del Padrón se apoya en otra autoridad: ‘Palefato en el libro de las cosasincreíbles, dize los çentauros aver seido los primeros nobles, los quales en número çientoaviendo, el animal de Neptuno domado primera mente, e las armas en aquel asayando por suvalentía fueron del reino de Thesalia elegidos por defensores’ (Cadira de Onor, ed. HernándezAlonso, 272). El editor indica que el origen de esta referencia se encuentra en la GenealogiaDeorum Gentilium de Boccaccio.

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La elección de uno de cada mil—que se vincula con una mítica etimologíadel término latino milites—ya se leía en la obra de San Isidoro; esta idea fuerecogida en numerosos textos sobre la caballería, desde la Segunda partidade Alfonso X y el Libro de la orden de caballería de Ramon Llull, hasta lostratados y crónicas cuatrocentistas como el Victorial de Gutierre Díaz deGames, el Doctrinal de los cavalleros, de Alonso de Cartagena, el Espejo deverdadera nobleza de Diego de Valera, la Suma de la política de RodrigoSánchez de Arévalo y otros muchos.32 Supone un grado extremo de selección,

32 ‘Miles, que es “cavallero”, es así dicho porque ante mill eran en un cuento o porque esuno escogido de / mill’ (Las ‘Etimologías’ de San Isidoro romanceadas, ed. Joaquín GonzálezCuenca [Salamanca: CSIC, 1983], 329). ‘E porende ovo este nome, de cuento de mill, caantiguamente de mill omes escogían vno para fazer cavallero’; ‘Mill es el más honrado cuentoque puede ser […]. E por esta razón escogían antiguamente de mil omes vno, para fazerlecaballero, así como diximos en la ley ante desta’ (Alfonso X, Rey de Castilla, Segunda partida,ed. Berní y Catalá, 169 y 170 respectivamente); ‘se partió todo el pueblo en grupos de mil, y decada mil fue elegido y escogido un hombres más amable, más sabio, más leal y más fuerte, y conmás noble espíritu, mayor instrucción y mejor crianza que todos los demás’ (Ramon Llull, Librode la orden de caballería, nota preliminar & trad. de Luis Alberto de Cuenca [Madrid: AlianzaEditorial, 1992], 27); ‘Para lo qual universalmente las gentes fueron fechas millares, e de cadamillar fue uno escogido de más noble coraçón, más aprovado por largo uso, más guarnido debuenas costumbres, más dispuesto para las armas’ (Valera, Espejo de verdadera nobleza, ed.Penna, 106). Alonso de Cartagena, en su Doctrinal de los caballeros, retomó de forma literal laspalabras de Alfonso X en su Segunda partida: ‘Mill es el más onrado cuento de cuento quepuede ser […]. E por esta razón escogían antiguamente de mil omnes uno para fazerlocavallero, así como deximos en la ley ante desta’ (Alonso de Cartagena, Doctrinal de loscavalleros, ed. José María Viña Liste [Santiago de Compostela: Univ. de Santiago deCompostela, 1995], 22). Cito por esta edición, ya que, frente a la de Noel Fallows—‘Doctrinalde los caballeros’, en Alonso de Cartagena, Tratados militares, ed., estudio & notas de NoelFallows (Madrid: Ministerio de Defensa, 2006), 53–444, no moderniza el texto. No obstante, esen esta última donde encontramos el prólogo en el que se indica que Cartagena copió al pie dela letra, entre otras obras jurídicas, la ley II de la Segunda partida de Alfonso X; es de notarque se comprueba alguna variante que quizá se deba a un error de transmisión textual (como lalectura ‘leñadores’ en lugar de ‘venadores’ que aparece en el texto alfonsí); si bien ese errortextual puede haberse dado tanto en el Doctrinal como en las Partidas. Resulta muy útil elinteresante estudio de Fallows sobre las fuentes de la obra (397–444), así como su introducción(13–51). Cartagena volvió a repetir esta idea, aludiendo a su fuente alfonsí, en la Respuesta a laQuestión fecha por el muy noble e magnífico señor don Íñigo López de Mendoza: ‘este nombremiles, que cavallero decimos, del cuento de mill descendió, e así lo confirma una ley de lasnuestras Partidas’ (ed. Penna, 240). Por su parte, aunque con alguna diferencia, también Díazde Games acude a la etimología numérica: ‘E otrosí ayuntavan diez de aquellos que teníanconsigo cada diez honbres, e ponían sobre ellos uno de los escogidos, e llamávanle “çenturión”,porque hera mayor sobre çien honbres. E después apartavan diez de cada çien honbres, etomavan uno muy escogido, e dávangelo por mayor, e llamavan a aquél “milito” e “cavallero”,porque hera mayor sobre mill honbres’ (Gutierre Díaz de Games, El Victorial, ed., estudio &notas de Rafael Beltrán [Madrid: Taurus, 2000], 170); ‘La primera cosa que faze cavallero eselección, que ha de ser escogido entre muchos, e por esto le pusieron en latín nombre miles;quasi ex mille assumptus, quiere dezir tomado y escogido entre mil, o que por discreción o juiziovalga por mil’ (Rodrigo Sánchez de Arévalo, Suma de la política, en Prosistas castellanos delsiglo XV, ed. Penna, 249–309 [p. 275]).

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que supera al supuestamente originario uno de cada cien, número que—deesta forma o como cantidad máxima—explica en alguna ocasión el términocentauro. Mexía así lo hizo, quizá siguiendo a Rodríguez del Padrón, quien ensu Cadira de honor también vinculó este número con los centauros.33

Resulta significativa la insistencia de Mexía en señalar que sólo seescogían a los mejores para desempeñar esa función; esa elección ya implicael reconocimiento no sólo de un grupo social, sino de una casta consideradagenéticamente superior al resto:

Dize sant Isidro qu’el primero que inventó la glor[i]osa orden decavallería fue Líbero padre & por otro nonbre llamado Baco, dios de losvinos, & dize que aquesta generosa orden de cavallería entonçes que ladio a los más nobles & virtuosos. (Nobiliario vero, libro I, cap. LV)34

En relación a la necesidad de que sólo los mejores, esto es, los más nobles,formaran el grupo de los defensores, Mexía seguía las ideas extendidas yadesde de la Segunda partida de Alfonso X, que conforman buena parte delDoctrinal de los caballeros de Alonso de Cartagena; en estos textos, losmejores no eran sino los nobles, los que pertenecían a un determinado linaje.No sorprenderá que la misma idea se encuentre en la Cadira de honor, dondeRodríguez del Padrón mostraba su desagrado por el hecho de que losplebeyos fuesen armados caballeros:

los fidalgos solos a las obras de Mares son resçebidos. La contra de lo qualoy fazen algunos prínçipes a las tales obras infinitos resçibiendo que enlos ofiçios de Vulcán e de Saturno con los pastores se vieron trabajar; eaquellos, en grand ofensa de la nobleza, paresçen ser escuderos llamados,commo non lo sean, fidalgos non seyendo.35

33 Recordemos que Rodríguez del Padrón afirmaba que los centauros fueron elegidos ‘ennúmero çiento’ (Cadira de Onor, ed. Hernández Alonso, 272) y, siguiendo esta obra casi al piede la letra en este punto, Mexía decía que ‘fueron por número çiento’. Por su parte, San Isidorovinculó el término ‘çenturia’ y ‘çenturión’ con el número cien. ‘Çenturia’ es definida como‘parte de la hueste departida en çien cavalleros’ y a los ‘çenturiones’ como ‘señores o cabdillosde çient cavalleros’ (Las ‘Etimologías’ de San Isidoro romanceadas, ed. González Cuenca, 331).Como se ha indicado en la nota anterior, Gutierre Díaz de Games recogía esta explicación yafirmaba que el centurión era el elegido de cada cien hombres (El Victorial, ed. Beltrán, 170).

34 Mexía pudo tomar esta alusión de la Cadira de honor, donde Rodríguez del Padróntambién mencionó la vinculación entre Libero y la orden de caballería, dando la fuente de laque tomó este dato, las Etimologías isidorianas: ‘Líbero, primero inventor de la orden de lacaballería, segund dize Isidro en el octavo libro de las Ethimologías’ (Cadira de Onor, ed.Hernández Alonso, 273). Pero Mexía también pudo haber tomado el dato directamente deltexto de San Isidoro, cuya obra fue traducida en el siglo XV al castellano, en donde se lee: ‘ELiber o Libers fue el primero que enseñó la orden de caballería’ (sigo la traduccióncuatrocentista: Las ‘Etimologías’ de San Isidoro romanceadas, ed. González Cuenca, 329).

35 Rodríguez del Padrón, Cadira de Onor, ed. Hernández Alonso, 273.

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Juan Rodríguez del Padrón aludía a los casos concretos deennoblecimiento que él había conocido: ‘Allende de aquesto, los ofiçios e lasdignidades que por virtud e meresçimiento se devrían dar, oy se dan apersonas no meresçedoras e aquestos son los que pueblan la silla del falsohonor, por desorden de los mayores’.36 La crítica a esos procesos deennoblecimiento es evidente, crítica que alcanzaba a quien los habíaennoblecido, es decir, al monarca. Cartagena afirmaba, citando las partidasalfonsíes, que los caballeros habían de escogerse entre los nobles, entre loshombres ‘de linaje’, relatando la historia de las vicisitudes por las que pasó lasociedad hasta encontrar el grupo más adecuado para desarrollar la funciónmilitar; inicialmente, cuenta Cartagena—y en sus palabras leemos tambiénlas de Alfonso X—, se pensó en leñadores, carpinteros, herreros, pedreros ycarniceros;37 pero esto llevó al fracaso, porque, a pesar de su fuerza y sucrueldad, carecían de las virtudes necesarias para enfrentarse al enemigo; losúnicos capaces fueron los nobles: ‘E por ende sobre todas las otras cosascataron que fuesen omnes de buen linaje, porque se guardasen de fazer cosapor que pudiessen caer en vergüença’.38 Por tanto, Alonso de Cartagenaidentificaba caballería y nobleza;39 hablaba de ‘fijosdalgo’ y de ‘gintileza’,que podía revelarse de tres maneras: por linaje, por saber o por buenascostumbres, pero indicaba que ‘mayormente lo han por linaje antiguamente’,por lo que concluía, una vez más siguiendo la Segunda partida:40

E por ende los fijosdalgo han de ser escogidos, que vengan de derecholinaje de padre y de abuelo fasta cuarto grado [que] aquí llamantrasvisavuelo. Y esto tovieron por bien los antiguos, porque de aqueltiempo en adelante non se pueden acordar los omnes comunalmente, pero

36 Rodríguez del Padrón, Cadira de Onor, ed. Hernández Alonso, 273.37 ‘E por estas razones escogieron antiguamente para fazer cavalleros de los leñadores

del monte, que son onmes que sufren gran lazeria, e carpenteros e ferreros e pedreros, porqueusan mucho a ferir e son fuertes de manos; e otrosí de los carniceros, por razón que son crudosen matar las cosas brutas y esparzen la sangre dellas. E aun catavan otras cosas en escogiendolos que fuesen bien facionados de miembros para ser rezios, fuertes e ligeros’ (Cartagena,Doctrinal de los cavalleros, ed. Viña Liste, 22).

38 Cartagena, Doctrinal de los caballeros, ed. Viña Liste, 23.39 Véase Rodríguez Velasco, El debate sobre la caballería, 71.40 Sigue la Segunda partida de Alfonso X, que también afirma que nobles ‘mayormente

lo son aquellos que lo han por linaje antiguamente’ (ed. Berní y Catalá, 171a). No obstante, nohay que olvidar que en lo esencial Mexía se separaba de la intención de las partidas alfonsíes,pues éstas suponían un intento de control y sujeción de la nobleza por parte del rey, alpresentar la caballería como un vínculo vasallático del caballero hacia el rey, que lo armabacomo tal; véase Jesús D. Rodríguez Velasco, Ciudadanía, soberanía monárquica y caballería.Poética del orden de caballería (Madrid: Akal, 2009), 43. Frente a esta actitud, para Mexía lacaballería no supone una relación vasallática y, por tanto, jerárquica, de subordinación almonarca.

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cuando dende en adelante más de lueñe vienen de buen linaje, tanto máscrecen en su onra y en su fidalg[u]ía.41

Una idea no demasiado distinta se refleja en El Victorial, en el queGutierre Díaz de Games volvía a relatar la misma historia de la Segundapartida, esto es, el proceso de selección de los defensores, un proceso en el quelos que se dedicaban a oficios viles se mostraban cobardes y sólo los nobleslograban hacer frente al enemigo; así Díaz de Games señalaba cómo loslinajes nobles, entre los gentiles, se revelaron en su comportamiento en labatalla,42 opinión ciertamente parecida a la que se defendía en elNobiliario vero.

Estas ideas habían de agradar especialmente a Hernán Mexía, que veríaen ellas una clara autoridad que demostraba sus opiniones en relación a laantigüedad del linaje (cuanto más antiguo, más noble), idea opuesta a lastesis de Bartolo de Sassoferrato, que tanto le desagradaban. Pero a HernánMexía le interesaba ir más allá y desvincular el origen de la nobleza de laconcesión regia; por ello, Hernán Mexía vuelve a insistir en otro capítulo enque la caballería (esto es, los nobles) no surgió de los príncipes: ‘algunosmílites fueron los cuales no fueron escogidos & estos fueron solos losçentauros’ (Nobiliario vero, libro I, cap. LIX).

A partir de aquí podía continuar con su explicación, pues había logradosortear casi todos los obstáculos retóricos de su propuesta; no obstante, aún lequedaba algún otro, pues había de explicar por qué a partir de undeterminado momento se comenzó a requerir la designación regia en laelección de los caballeros. Para ello, partió de la idea de que la caballería,como grupo, nació de forma independiente de los monarcas y príncipes. Yconsideró que precisamente éstos, los monarcas y príncipes, surgieron de esegrupo inicial que era la caballería (o, dicho de otro modo, los nobles); en elepígrafe del capítulo antes citado se afirmaba de forma explícita: ‘que losprínçipes proçedieron de los cavalleros’ [Nobiliario vero, libro I, cap. LIX]).Desarrolló esta idea por medio de distintas autoridades, y ofreció lo que élconsideraba dos pruebas irrefutables de su afirmación, (1) que los centaurosfueron los primeros nobles y lo fueron sin necesidad de concesión regia y (2)que ningún rey podía ser coronado si no era armado caballero previamente:

çierto es que vinieron los prínçipes de los cavalleros en dos maneras,segund opinión de algunos: la primera, como es dicho, primero fueron losçentauros que otros nobles, los cuales sin elecçión de prínçipes fuerondefensores & cavalleros de sí mismos & del padre Exión; la segunda,

41 Cartagena, Doctrinal de los cavalleros, ed. Viña Liste, 24. Este autor siguió al pie de laletra la ley segunda de la Segunda partida de Alfonso X (ed. Berní y Catalá, 171), aunque eltexto alfonsí habla de ‘bisabuelos’ en lugar de ‘trasvisavuelo’ (si bien, como ya indiqué, esposible un error de transmisión textual tanto del Doctrinal como de las Partidas).

42 Díaz de Games, El Victorial, ed. Beltrán, 168–70.

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ningund prínçipe fue rey sin que primero fuese cavallero o lo deve serneçesariamente por esto, ca primero que sea rey deve jurar o fazer elsacramento de cavallero, el cual es de bien defender & onesta &justamente governar & mantener en justiçia la cosa pública.

(Nobiliario vero, libro I, cap. LIX)43

Esto le interesaba, ya que previamente había identificado caballero ynoble. En esto coincidía con Ramon Llull y con la Segunda partida de AlfonsoX. Recordemos que también en la Segunda Partida, Alfonso X proponía queel rey y el emperador habían de ser caballeros antes de ser coronados—tantomás si habían de armar caballeros a otros—y, aunque mencionaba que habíaquien consideraba que podían hacerlo sin ser caballeros, rechazaba estaopinión:

Pero algunos y ovo que tovieron que el rey o su fijo el heredero maguercavalleros no fuessen, que bien lo pueden fazer, por razón del reino,porque ellos son sus cabeças de la cavallería, e todo el poder de ella seencierra en su mandamiento; e por eso lo usaron e usan en algunastierras. Mas segund razón verdadera e derecha ninguno non puede sercavallero de mano del que lo non fuere. E tanto encarescieron los antiguosla orden de cavallería que tovieron que los emperadores ni los reyes nondeven ser consagrados nin coronados fasta que cavalleros fuessen. Edixeron más, que ninguno non puede fazer cavallero a sí mismo porhonrra que oviesse. E comoquier que en algunos lugares lo fazen los reyesmás por costumbre que por derecho, con todo eso, non tovieron por bienlos antiguos que lo fiziessen.44

En el Libro de la orden de caballería, Llull defendía que la nobleza de lacaballería era tanta que se le dio el señorío,45 esto es, la capacidad degobierno: ‘el caballero, según la dignidad de su oficio, es más convenientepara señorear en el pueblo que cualquier otro hombre; pues por el honor desu oficio se le debe más honor que a otro hombre que no tenga oficio tanhonrado’.46 Siguiendo este razonamiento, Llull indicaba que el emperador

43 Posteriormente, en ese mismo capítulo, Mexía insistía en ello: ‘Pero es de notar quedignidad ni orden ni regla no la puede tomar ninguno de sí mismo, antes conviene que otro geladé; & d’aquí se prueba cómo conviene de neçesidad al rey ser cavallero primero que sea rey,porque al rey pertenesçe fazer o armar cavalleros, pues, como fuese rey & no fuese cavallero, élno podía fazer cavallero’.

44 Segunda partida, ed. Berní y Catalá, ley XI, 174.45 ‘Tan alta y noble es la orden de caballería que no bastó a la orden nutrirse de las

personas más nobles, ni que se le dieran las bestias más nobles y las armas más honradas;antes convino que se hicieran señores de las gentes a aquellos hombres que están en la orden decaballería’ (Llull, Libro de la orden de caballería, trad. Cuenca, 30; la cursiva es mía).

46 Llull, Libro de la orden de caballería, trad. Cuenca, 38.

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también había de ser caballero, al igual que todo señor y cualquiera quealcanzara una determinada dignidad:

Tan noble cosa es el oficio de caballero que cada caballero debería serseñor y regidor de alguna tierra; pero no hay tierras suficientes para loscaballeros, que son muchos. Y para significar que un solo Dios es señor detodas las cosas, el emperador debe ser caballero y señor de todos loscaballeros; más como el emperador no podría por sí mismo regir a todoslos caballeros, conviene que tenga debajo de sí reyes que sean caballeros,para que lo ayuden a mantener la orden de caballería. Y los reyes debentener bajo sí condes, condores, valvasores y los demás grados decaballería; y bajo estos grados deben estar los caballeros de un escudo,los cuales sean gobernados y sometidos a los grados de caballería arribacitados.47

Obsérvese cómo Mexía coincidía con Llull en la idea de que los señores(emperador, reyes) habían de ser caballeros (procedían, por tanto, de esegrupo). Para Llull, como para el giennense, no se podía concebir el señoríofuera de la orden de caballería; por otro lado, el mallorquín parece utilizarcaballería como hiperónimo de todas las dignidades y nobleza.

Una vez Mexía había dejado claro que la caballería era una realidadanterior al principado y señorío, por una parte, y que los príncipes o reyesprocedían de los nobles—esto es, que eran una realidad posterior a éstos—,explicaba que en un momento determinado los reyes alcanzaron la potestadde elegir a los caballeros: ‘Después que los prínçipes o reyes fueron elegidos,según que es fecha mençión, sienpre eligiendo de los más sabios, de los másvirtuosos, poderosos & onrados, quedó el autoridad entera en el criar o elegircavalleros en los prínçipes o cabdillos’ (Nobiliario vero, libro I, cap. LIX);obsérvese cómo indica claramente ‘después’, insistiendo en una determinadavisión de la progresión histórica con la que pretendía defender su opinión. Leinteresaba mucho marcar ese orden temporal, porque implicaba laimposibilidad de contemplar la concesión regia como el origen de lanobleza. De hecho, pretendía vincular nobleza (caballería) y señorío (reyes)al afirmar que ambos surgían de la selección de los mejores (esto es, losnobles):

Que los prínçipes elegían los cavalleros ya es mostrado, pues venganagora las autoridades cómo los unos & los otros, prínçipes & cavalleros,fueron escogidos de los más excelentes, más virtuosos, más sabios &poderosos, no con pequeña razón. (Nobiliario vero, libro I, cap. LIX)48

47 Llull, Libro de la orden de caballería, trad. Cuenca, 37–38.48 Le interesaba insistir en esta idea: ‘pues es dicho de comienço cómo de los más

virtuosos & de los mejores & de mejores costunbres escogieron los prínçipes primeros losprimeros defensores nobles’ (un poco más adelante, en el capítulo citado).

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Al vincular la nobleza de los príncipes con la de los caballeros lograbaretóricamente que no se pudiera atacar la de unos sin atacar la de losotros, ‘cómo los unos & los otros’.49 Así, aceptaba que los príncipes elegíana los caballeros, pero sólo tras haber afirmado que los príncipes derivaban,a su vez, de los caballeros, que caballería era una realidad anterior alprincipado y al señorío, y que fueron los príncipes quienes, inicialmente,eran escogidos entre y por los caballeros. Apoyaba esta idea con distintasautoridades50 e insistía en que en ambos casos eran elegidos entre losmejores, los más nobles, esto es, entre una casta, un linaje, casi una razaconsiderada superior, idea que vertebra su razonamiento y que se evidenciaa lo largo de todo el tratado (son de otra naturaleza, no pertenecen alpueblo, son más hermosos, etc.). Y, para insistir en el orden cronológico y,en cierta medida, en la importancia de la caballería—esto es, la nobleza y,por tanto, el linaje—en los reyes, explicaba que éstos habían de sercaballeros obligatoriamente, idea que, como se ha indicado, ya se recogíaen la Segunda partida.

Otra prueba de la habilidad retórica de Mexía es la forma como dejabaclaro que también los príncipes o reyes fueron elegidos. Efectivamente,consideraba que la elección era una de las cuatro formas de ‘señorear’.51 Perolo que quiero resaltar aquí es el hecho de que utilizara la autoridad de laantigüedad clásica, al mencionar a Atenas (a la que se refiere con todaintención como ‘reinado’):

Ya es dicho cuáles fueron los primeros prinçipados, asimismo los primerosreyes & los que primero fizieron leyes por do se governasen & rigiesen lospueblos, pero es de saber cómo començó el reinado de Atenas. Eusebio &San Gerónimo dizen que escogeron los de Atenas nueve varones, los másnobles de toda la çibdad, e estableçieron que señorease cada uno su año ala manera de los cónsules de Roma.

(Nobiliario vero, libro I, cap. LIX)

Como he dicho, este ejemplo le interesa especialmente a Hernán Mexía,pues apoyándose en el prestigio de la antigüedad clásica indicaba que enAtenas inicialmente los príncipes eran elegidos de entre los nobles y sólodespués los príncipes alcanzaron la potestad de elegir a los caballeros (estoes, a los nobles). De esta manera su peculiar e interesada visión históricalograba dar la vuelta al argumento bartolista: la nobleza no derivaba niprocedía del príncipe o señor, sino que los señores procedían del ámbito de los

49 Véase Martín Romero, ‘Bartolo de Sassoferrato y Hernán Mexía’, 32.50 ‘Agora, pues, es de ver una autoridad del Isaías, en su libro, capítulo X, la cual

ministra cómo los cavalleros elegían o fazían rey; & dize ansí: “Levantadvos los cavalleros &ungid rey, que así dixo a mí el Señor” ’ (Nobiliario vero, libro I, cap. LIX).

51 Siguiendo muy de cerca a Juan Rodríguez del Padrón en su Cadira de honor. VéaseMartín Romero, ‘Bartolo de Sassoferrato y Hernán Mexía’, 31–32.

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defensores (caballeros/nobles) y en algunas épocas fueron elegidos ellosmismos entre los nobles, no al revés.

Una vez determinado que la nobleza tenía su origen en la caballería y queésta sólo podía estar constituida por los mejores, Mexía podía expresar suidea linajística de la nobleza como independiente, en su origen, de laconcesión regia; lograba rebatir así la idea fundamental de Bartolo deSassoferrato, que había ido calando en eruditos como Diego de Valera.Mexía propuso su concepto de nobleza de sangre incidiendo en que se tratabade un grupo naturalmente distinto, prácticamente una consideración racial.52

Los nobles, para él, eran una raza aparte de los plebeyos, o, como él dice, ‘losfidalgos no son en el cuento de los del pueblo’ (Nobiliario vero, libro I, cap.LVIII).53

En este sentido, la definición de nobleza de Perafán de Rivera, editada yestudiada por Díez Garretas y Dietrick Smithbauer, ofrece un interesantetestimonio contemporáneo de Mexía, porque su razonamiento se mueve entrelas ideas defendidas por Diego de Valera y las que proponía el giennense.Efectivamente, en este texto se aludía a los gobernantes como origen de lanobleza: ‘para ordenar la vida del pueblo fue nesçesario buscar omesvirtuosos que governasen la comunidad & a los tales llamaron nobles’.54 Deacuerdo con el manuscrito, sólo los mejores eran elegidos para regir: ‘el quese fallase en la comunidad más justo & más prudente, tal que presidiese a lacomunidad galardonando a los buenos & defendiendo a los medianos &apremiando a los malos’.55 Por tanto, para Perafán los primeros noblesfueron los gobernantes. En este sentido, coincidía con Diego de Valera, quetambién proponía el gobierno como origen de la nobleza.

No obstante, el texto parece deslizar alguna idea más cercana a laspropuestas por Mexía al afirmar que los príncipes pertenecían ya a un linajenoble: ‘onde convenía para governar la paz del pueblo común que oviese de lageneraçión de los nobles algund prínçipe sobre la comunidad’56 (la cursiva esmía). Cabe pensar que, por un lado, no quería disgustar a los soberanos (losReyes Católicos), aunque al mismo tiempo intentaba dejar claro que lospríncipes procedían del grupo de los nobles, lo que implicaría que la noblezaes anterior a los gobernantes (príncipes o monarcas). En esto coincidía con

52 Martín Romero, ‘Bartolo de Sassoferrato y Hernán Mexía’, 33.53 Compárese con las siguientes palabras de Juan Rodríguez del Padrón en su Cadira de

honor: ‘Commo el pueblo non conprehenda a los fidalgos, nin los fidalgos sean del pueblo’ (ed.Hernández Alonso, 272). Por su parte, Sánchez de Arévalo propugnaba que, para el proceso deennoblecimiento, era imprescindible que fuesen ‘dexadas las compañías de los plebeos e baxoomes’ (Vergel de los príncipes, ed. Penna, 321–22).

54 Ma Jesús Díez Garretas & Déborah Dietrick Smithbauer, ‘Otra definición de noblezade Perafán de Ribera’, en Actas del XI Congreso Internacional de la Asociación Hispánica deLiteratura Medieval (León, 20–24 de septiembre de 2005), ed. Armando López Castro &Luzdivina Cuesta Torre (León: Univ. de León, 2007), 469–77 (p. 476).

55 Díez Garretas & Dietrick Smithbauer, ‘Otra definición de nobleza’, 476.56 Díez Garretas & Dietrick Smithbauer, ‘Otra definición de nobleza’, 476.

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Mexía; eso sí, hay una diferencia frente a la propuesta del de Jaén; mientraséste defendía que el origen de toda la nobleza civil era la caballería, Perafánde Ribera considera que hay varias causas: la necesidad de gobernantes, la deun príncipe y, sólo en tercer lugar, ‘alguna fortaleza militar singular, segundcontesçe en las guerras & batallas’57 (a lo que añade la posesión de riquezas).Por tanto, coincidía con Mexía en considerar que los príncipes procedían delos más nobles y en contemplar los méritos militares como origen de nobleza.

Todo parece indicar que Perafán de Ribera tampoco veía con buenos ojoslos nuevos procesos de ennoblecimiento—en lo que estaría de acuerdo conHernán Mexía—y por eso, al hablar de los ‘fidalgos’, carga las tintas contraaquellos que consiguen la hidalguía ‘por privilegio de los señores reyes’, alafirmar que ‘paresçe por fictión la tal fidalguía como en la legitimaçión de losbastardos, porque la tal fidalguía non se ha por meresçimientos de losprogenitores nin suyo propio, mas ha se por la voluntad y liberalidad delrey’.58

En este sentido, aunque parece coincidir con Valera, se encuentrasolapada una visión más cercana a la de Mexía de lo que pudiera parecer,si bien no logró, como el giennense, desarrollar una teoría tan completa y unrazonamiento tan elaborado para defender su tesis. Este texto, frente al deJaén, caía en distintas contradicciones, como cuando señala como origen de lanobleza sólo aquellos méritos conseguidos por los ya nobles, o cuando afirmaque la nobleza surgió de aquellos gobernantes, elegidos entre los que ya erannobles.

Y es que, en conclusión, el Nobiliario vero supone el más logrado intentode justificación de la nobleza de sangre. Para ello, Mexía propuso unainteresada interpretación de la historia que le permitiera desautorizar lasideas bartolistas. El esquema de su reflexión es el siguiente:

1 Hubo una caballería (noble).2 Sólo los mejores podían ser caballeros3 y ello porque pertenecían a un linaje, a una ‘natura’, distinta del

pueblo llano.4 Los centauros fueron los primeros caballeros;5 no fueron elegidos como tales por nadie;6 a imitación de ellos se extendió la caballería (noble).7 De los caballeros nobles se escogió a los primeros príncipes.8 De esta manera, los príncipes proceden de los caballeros, no al revés,

si bien9 posteriormente, los príncipes adquirieron la potestad de nombrar

caballeros;

57 Díez Garretas & Dietrick Smithbauer, ‘Otra definición de nobleza’, 476.58 Díez Garretas & Dietrick Smithbauer, ‘Otra definición de nobleza’, 476. En este

sentido, coincide con las críticas ya comentadas de Juan Rodríguez del Padrón y del propioHernán Mexía. Véase Martín Romero, ‘Bartolo de Sassoferrato y Hernán Mexía’, 28–29.

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10 sólo podían nombrar caballeros a quienes lo merecieran, esto es,11 a los mejores, a los que demostraban esa ‘natura’ que los distinguiera.

Con este curioso y complejo razonamiento, Hernán Mexía lograba dar lavuelta a la explicación bartolista, ya que si el italiano defendía que la noblezaprocedía del príncipe, que la concedía, el giennense defendía justamente locontrario: era de la caballería (de la nobleza) de donde procedían los señores.Éstos tan sólo podían nombrar caballeros o conceder dignidades entremiembros de la nobleza; o, dicho de otra forma, podían reconocer nobles, nocrearlos.

En definitiva, Hernán Mexía partía de la idea tradicional que vinculabanobleza y hechos de armas, pero en lugar de considerar la nobleza comorecompensa de unos méritos militares, juzgó éstos como la prueba quedemostraba una naturaleza superior. Propuso que los actos de guerra másexcelentes revelaban quiénes pertenecían a esa naturaleza superior, los másnobles. De esa forma, la ceremonia de ennoblecimiento no era vista como unarecompensa sino como un reconocimiento, la prueba pública de que eseguerrero pertenecía a una casta más elevada, la misma de la que surgieronlos príncipes. Según su razonamiento, los nobles no sólo no debían susprivilegios al monarca, sino que el monarca podía serlo por pertenecer algrupo nobiliario.

En esta obra, Hernán Mexía demostró esa gran erudición que uno de susdescendientes le atribuía en el siglo XVII;59 pero, además, este texto tambiénrevela la enorme habilidad retórica de su autor, que fue capaz de ofrecer unrazonamiento que justificara el concepto linajístico de nobleza, aquel que ensu opinión amenazaban las ideas bartolistas.

Aunque este concepto linajístico era el más generalizado, como admitíacon cierto desagrado Diego de Valera en su Espejo de verdadera nobleza,carecía de una justificación erudita; como hemos visto, ni siquiera la Cadirade honor lograba rebatir todas las ideas de Sassoferrato, porque no conseguíadesgajar el origen de la nobleza de la concesión regia. Esta carencia es la queMexía quiso suplir con su Nobiliario vero, un texto con el que pretendíacontrarrestar las ideas de Sassoferrato—y, por tanto, de autores como Diegode Valera, que también las defendían—ofreciendo una larga lista deautoridades, así como un completo razonamiento que—utilizando, eso sí,trampas retóricas y mentiras históricas—lograba justificar su visión de loque significaba ser noble.

59 A mediados del siglo XVII, Fernando Messía y Messía, en suMemorial de la casa solarde Messía, afirmaba de Hernán Mexía que fue ‘autor del libro intituladoNobiliario Vero, que esde toda erudición y autoridad’ (Memorial de la casa solar de Messía, ed. Enrique ToralPeñaranda [Jaén: Instituto de Estudios Giennenses, 1957], 66).

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