El Origen de La Sangre Maldita-I

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    El origen de la sangre maldita

    Un relato basado en La Marca del Guerrero

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    El origen de la sangre maldita La Marca del Guerrero

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    PRLOGO

    La capital estaba tranquila, la noche serena.

    Beldere se mir en el espejo de metal bruido a la luz del candelabro. Las llamas titilabanhaciendo que las sombras bailasen juguetonas a su alrededor, pero aquel no era un da para fijarse enlas sombras. Tena cosas ms interesantes que hacer, como por ejemplo salir a la misteriosa y cruelnoche amparado por la oscuridad.

    Revis su vestimenta: lino basto sobre lino basto, sujeto por cordones vulgares, y por supuestoese sombrero de paja que le daba un toque an ms de campesino. Aun as no se dio por satisfecho conla revisin y decidi pasar el dedo por el holln de la recargada chimenea para ensuciarse los pmulos.

    Sonri ampliamente y luego se puso bizco frente al espejo mientras imitaba el argot delcampesinado, que no le era del todo desconocido. Varias palabras malsonantes salieron de sus labios ypens que, si su padre le hubiese atrapado diciendo alguna de ellas, le hubiese esperado un castigomemorable.

    Se alej del aparador por fin y se dirigi a la ventana, de la que descendi por la soga que de ellacolgaba. Una vez abajo, no se molest en intentar una precaria ascensin al muro. Siempre haba algnguardia lo suficientemente dispuesto es decir, lo suficientemente desesperado como para abrir unade las numerosas puertas que el servicio utilizaba para ahorrarse toda la vuelta a la muralla, eso s, acambio de la cantidad indicada de monedas. El dinero no era problema para el joven Beldere.

    Sali pues, con caminar animado, a las calles de la capital. Nadie le reconoci con ese atuendo yesto le alegr sobremanera. Por un momento temi que alguien pudiera percatarse, que alguien pudierareconocerle, pero las sombras nocturnas estaban de su lado. Recorri callejas y callejones hasta dar conla posada ms lgubre que encontr, y sta fue la elegida para ser honrada con su persona por diversasrazones.

    Al principio, el olor a sudor y cervezas derramadas le oblig a hacer una mueca, pero pronto esegesto se transform en una sonrisa puesto que, despus de todo, era un lugar como aquel el que estababuscando. Se adelant hasta la barra y all se sent en un taburete mohoso. No le import el evidenteestado de dejadez de aquel sitio y en cambio le hizo sonrer ms, puesto que ello daba cierto sabor,

    cierta suerte de profundidad, a su pequea aventura.

    Qu puedo servirte? dijo el tabernero, echndose al hombro un trapo rado que acababa deusar para limpiar la superficie de madera frente a s.

    Un buen vaso de vino caliente respondi el joven, que a su vez dej caer a peso su bolsa demonedas sobre la barra . Y que sea de los buenos matiz.

    No le pas inadvertida la oleada de miradas que hacia l se dirigieron, con motivo, sin duda, de latintineante bolsa de cuero. Ms por el cuero, quizs, que por el oro que probablemente guardara en suinterior. Desde luego, Beldere saba llamar la atencin, y con ello contaba.

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    Pocos de los all reunidos eran algo ms que unos muertos de hambre. Desdichados y necesitadosmiraron aquella bolsa de cuero e imaginaron lo que poda contener. Ninguno de ellos haba tenidonunca un objeto de ese material tan preciado, claro que ninguno haba comido tampoco carne de liebresilvestre, a lo cual aquel joven estaba harto acostumbrado.

    El vino le fue servido a Beldere, que en un solo trago dio buena cuenta de al menos la mitad delvaso. El sabor le inund el paladar de sensaciones que pocas veces le haban sido permitidas. Sinembargo, no haba ido a la taberna con la intencin de cubrir caprichos gastronmicos. No, en realidadsu visita se deba a algo todava ms banal y, de hecho, mucho menos civilizado.

    Haba varios jugadores en una de las esquinas que haban cesado en su constante repiquetear delanzar los dados, mientras que algunos otros, en una mesa contigua, mantenan las cartas levantadas porpura inercia, sin mirarlas. Cuando Beldere volvi la vista hacia esa parte de la sala, algunos se esforzaronpor simular que seguan jugando, aunque otros no se molestaron en apartar de l sus ojos achicados porla sospecha. No les sorprenda, en s, la existencia de quien poda llevar una bolsa de cuero y pedir unvino de calidad, sino el hecho de que tal personaje se adentrase en un territorio tan visiblemente

    precario para su persona. Beldere mir brevemente los juegos de apuestas que practicaban, pero no lesprest mayor atencin, puesto que tampoco vena a jugar.

    Ellos no fueron los nicos en darse cuenta de que el joven estaba de ms en aquella sucia taberna.Una mujer ya madura, que a base de carmn y otros productos luchaba por mantener la hermosura quesus aos la robaban, se acerc a l con evidente intencin de prestar sus servicios a cambio de una deaquellas monedas que al joven parecan estorbarle en la bolsa. Pero Beldere tambin la ignor a ella,puesto que tampoco haba entrado all para eso.

    Es que no hay un maldito bardo o siquiera un msico mediocre dispuesto a alegrar estacochiquera? pregunt Beldere, sin dirigirse a nadie en concreto y a todos a un tiempo.

    Debiera el joven adinerado tomarse su vino de un trago y salir de aqu tan rpido como susdignos pies le permitan, antes de que alguien le patee la cabeza por ver si est llena de oro o de serrn respondi el tabernero, inclinndose sobre la barra con los hombros crispados.

    Beldere sinti un cosquilleo de satisfaccin, evidentemente aquel hombre le haba confundido conel consentido hijo de un comerciante afortunado, y probablemente el resto de los presentes ya no seplantearan otra posibilidad ms disparatada. Pero a pesar de su agrado, fingi sentirse visiblementeenojado y matiz sus palabras con un golpe sobre la mesa al decir:

    Habrase visto tamaa desvergenza. Debieras sentirte agradecido de que alguien de calidadhaya tenido a bien dejar que le sirvas, en lugar de tener que servir slo a una panda de canallas yrufianes como los que acostumbras.

    Uno de los susodichos rufianes se levant bruscamente de la mesa, tirando su taburete. Luca lasmejillas coloradas que delataban su evidente estado de embriaguez. No obstante, la mayora de lospresentes tenan las mismas o ms ganas que l de bregar con aquel deslenguado, a pesar de no estarbebidos.

    El tabernero, por ser hombre de buen corazn, no quera ver a un zagal que no pareca superar losquince aos apaleado por sus habituales parroquianos, por lo que avis una vez ms.

    Yo que t, no tardara en echar a correr. Los guardias no oyen, o fingen no or, lo que por estazona ocurre. Nadie vendr en tu ayuda.

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    Sin embargo, Beldere no poda marcharse, porque esto era precisamente lo que haba ido abuscar. Abandon deliberadamente la bolsa de monedas sobre la mesa y se volvi con los brazos enjarra hacia los dems. Dijo con voz alta y clara, rezumando altanera:

    No necesito guardias para vencer a esta manada de haraganes borrachos.

    No hizo falta ms para que tres de ellos se levantaran y saltaran hacia l. En lo nico que pensabanera en golpearle y desnudarle, arrebatarle todos sus vienes hasta las mismas alpargatas y abandonarlemaltrecho en un callejn vecino. Sin embargo, Beldere no estaba por la labor. Con un rpido movimientobaj del taburete y por la misma inercia lo agarr, levantndolo contra el primero que le iba a daralcance y que se llev un buen golpe en la cara por parte de una de las patas de madera, que se parti.Acto seguido, el joven lanz el taburete contra el segundo, que lo recogi por inercia, y estamp el vasode vino en la cabeza de su tercer atacante.

    Ah acab, no obstante, su fortuna de permanecer intacto.

    Aquel al que haba lanzado el taburete lo us contra l, dndole un golpe que por poco no lerompe el brazo. Antes de que pudiera asestarle otro, Beldere se puso tras el que se zarandeaba con uncorte abierto por el vaso roto contra su cabeza y le empuj de una patada contra sus compaeros. El deltaburete cay aparatosamente al suelo, no desnucndose por poco, mientras que el que an segua enpie lanz contra el joven un puetazo que le mand contra una mesa.

    El tabernero pidi orden a gritos, la mujer de mala vida increp a uno de los asaltantes por atacar

    a un muchacho, el cual la respondi con una bofetada, cuestin que a un parroquiano habitual que sola

    hacer uso de sus servicios pareci sentarle como una patada en los higadillos, por lo que agarr untronco de la chimenea junto a la que estaba sentado y golpe con l al agresor de su ocasional dama.

    En poco tiempo la taberna se convirti en un campo de batalla, de tal forma que muchosagradecieron en silencio la prohibicin de llevar armas a los plebeyos, ya que algunos estaban tan fuerade s o tan borrachos (algunos ambas cosas a la vez) que fcilmente hubieran podido echar mano deacero antes de pensar en las consecuencias.

    Tal fue el alboroto organizado, que los guardias incluso lo encontraron algo merecedor de suatencin. Entraron a la taberna a gritos, pero la mayora de ellos se encontraron rpidamente reducidospor unos o por otros, y los que no, fue porque salieron a buscar refuerzos. Al final fue la propia guardiareal, en lugar de la de la ciudad, la que decidi hacer acto de presencia. Como aquellos guardias no eranya para tomarlos a broma y resistirse a su autoridad poda ser severamente penado, hasta los que seencontraban ms ebrios tuvieron la agudeza de cejar en su empeo de continuar con la brega. Unospocos, sabedores de que por unas razones o por otras eran buscados por las autoridades, seescabulleron por alguna de las dos puertas secundarias del lugar. Los guardias reales no hicieron amagode seguirles, puesto que la noche estaba avanzada y no tenan intencin de comenzar una persecucin,preferan continuar con una vigilia tranquila entre jarras y cartas.

    En nombre de la guardia real dijo el capitn de la misma, alzando la voz a pesar de que no seescuchaba nada ms que sus pesadas botas de metal contra el suelo exijo que se me informe de qu haocurrido!

    Todo el mundo call, a pesar de que hervan en ganas de acusar al joven. La razn de este silencio

    no fue otra que un acuerdo tcito entre aquellos truhanes de no prestar ayuda alguna a la guardia, aun

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    cuando las intenciones de sta fueran las de castigar a alguien a quien a muchos les gustara ver en loscalabozos.

    Ante tal alarde de voluntad colaborativa, el capitn de la guardia real se lleg hasta la barra, dondemir al tabernero con absoluto desprecio.

    Dime qu ha pasado y a quien tengo que llevarme o te juro por Oddeim que te cierro esta cuadray te saco a patadas de la ciudad. En otras palabras, para que me entiendas, te hundo en la miseria y tejodo pero bien.

    Al tabernero, no obstante, no le dio tiempo a meditar las posibilidades. Beldere se adelant,saliendo de un amasijo de sillas entre el que estaba enredado y llegndose hasta el capitn de la guardiareal. Tena la ropa desgarrada, el sombrero haba abandonado su cabeza dejando unas hebras entre supelo y uno de sus ojos estaba hinchado, entre otros muchos golpes y moretones. Aun as, el guardiapalideci al reconocerle, incapaz de pronunciar una palabra.

    Escoltadme fue lo nico que dijo Beldere antes de salir.

    No hizo un recuento de los destrozos en la taberna, pero saba que, con la bolsa de monedas que elamable dueo rpidamente se haba guardado nada ms comenzar la brega, habra suficiente paracubrir los estragos y aun sobrara para apaciguar su disgusto. El capitn sali tras l, despus de hacerleuna reverencia. Fue escoltado, tal como haba ordenado, de regreso al castillo. Nada ms entraron, lellevaron hasta uno de los pequeos y acogedores salones privados, el preferido de su padre y donde stele esperaba con una copa de cristal en la mano, contenedor mucho ms digno para un buen vino que elque le haban proporcionado en la taberna y haba acabado estrellando contra la cabeza de uno de susatacantes.

    Su padre dej la copa en la mesa con tal fuerza que rompi el tallo de cristal, y esto le arranc aljoven una sonrisa al mezclarse la realidad con su recuerdo.

    Una pelea de taberna! exclam el hombre exaltado Pero, en nombre de Oddeim, qupretendas?

    Slo darles a esos desdichados un recuerdo digno de contar a sus nietos, quizs el nico respondi Beldere bromeando.

    No eres un arriero! Ni un guardia borracho! Ni el hijo consentido de una casa menor! Eres elprncipe, Beldere! Esto es inslito! contest su padre, claramente escandalizado y no sin razn . Es

    que has sido criado por brbaros? Yo no te eduqu para esto! Eres una vergenza!

    Ser una vergenza para ti, padre, es todo un honor para m respondi su hijo, haciendo unaburlona reverencia palaciega.

    El rey se adelant con clara intencin de hacerle tragar sus palabras volvindole la cabeza de unrevs, pero en ese mismo momento hizo aparicin la madre, que rpidamente hizo dar vuelta a su hijopara darle un abrazo.

    Cmo te encuentras? Por Auqa, ests herido dijo pasando la mano por su rostro con suavidad.

    Culpa tuya es que tengamos un hijo tan desmandado! tron el rey.

    Esposo, por favor, si a tus quince aos no hubieses hecho una locura, eso s sera inslito.

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    Una! Cuntas veces ha desprestigiado nuestro apellido este alfeique? Demasiadas paracontarlas. Te dir una cosa, querida esposa, o enderezo a nuestro hijo o te juro que le retirar el derechoa herencia.

    Beldere se pregunt en favor de quien hara tal cosa, puesto que no tena ms hijos y, dado eltiempo que haba pasado desde que le concibieran a l, sospechaba que no tendra ms. No obstante, noquiso provocar ms a su progenitor, por lo que escuch en silencio, y sin prestar la ms mnimaatencin, la retahla de insinuaciones, amenazas, desaires y sinsentidos que se desprendan de susiracundas palabras. Una vez hubo terminado, el joven se fue a su cuarto, donde fue atendido por elmdico de la corte que, con palabras ms suaves y comedidas, le recomend desde el cario quecambiase de actitud. Su tono le hizo sentir ligeramente culpable, pero comportarse as era la nicaforma que conoca de vengarse de su padre, de castigarle.

    Se recost en la cama, ligeramente apoyado contra la pared, mirando su traje finamente bordado,y se pregunt si alguno de los heridos en aquella pelea morira por infeccin, sin posibilidadeseconmicas de pagar al herbolario. Se pregunt tambin si verdaderamente aquellos hombres llegaran

    a saber a quin haban golpeado, y se pregunt por ltimo qu castigo le impondra su padre.

    Mientras fuera, en las calles, un asustado truhn regresaba receloso a la taberna y una prostitutaesconda a su bastardo entre cajas de madera para ejercer su oficio, l se encontraba en el interior de suestancia, abstrado pensando si duplicaran sus obligaciones de estudio. Sinti desprecio por s mismo.En sus salidas desde haca varios meses a los arrabales, haba aprendido la dureza de la vida fuera depalacio, algo que a la mayora de los altos nobles les pasaba desapercibido. Se prometi no olvidar eseconocimiento nunca y utilizar algn da su herencia real para volver la vista hacia sus sbditos, aunquesaba que probablemente se convertira en otro gobernante ms, uno de tantos que protegera el Velo yse aprovechara de su pueblo. Deba admitir que, a veces, no era una expectativa que le desagradase

    demasiado, muy a su pesar.Poco despus escuch un golpe que le hizo contener la respiracin un instante, luego se desliz

    hasta la puerta y la abri despacio, procurando que los goznes no chirriaran. Por el pasillo seextendieron las voces de sus padres que discutan lo suficientemente alto como para que las palabrasatravesasen la gruesa puerta del aposento marital y recorrieran el largo corredor.

    Aunque no llegaba a captar todas las frases, era capaz de reconstruir la conversacin sindemasiado esfuerzo.

    cada da.

    No digas eso, esposo dijo su madre, con tono poco firme.

    Y qu quieres que diga, mujer? Qu me alegro de haber concebido a ese ser indigno de llevarya no la corona, sino mi mismo apellido? Me arrepiento, s reiter . Mi sobrino ejercera mejor elcargo, seguro. Un joven formal, noble y merecedor de tal honor y responsabilidad.

    Ves las virtudes en l, pero no ves otras en nuestro hijo. Beldere ser un buen gobernante.

    Lleva tu sangre, y tu sangre esta envenenada de mentiras y ocultamientos, de ambicin ydesprecio.

    l no es as. Y si lo fuera, no sera por mi rama familiar se defendi la mujer, despechada.

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    El golpe que sigui fue acompaado de un grito ahogado y agudo. Beldere sospech que la habadado con el puo cerrado en estmago o las costillas. El rey continu hablando.

    Te has parado a mirarle? Ese pelo negro y ralo de los Aivanek, nariz aguilea, ojos grises Si nosupiera que es imposible dira que lo concebiste de tu mismo padre.

    Eres un maldito brbaro! chill la mujer.

    Al chillido le sigui un nuevo golpe, y otro ms fuerte de un cuerpo cayendo al suelo. Luego unsusurro que Beldere quiso interpretar como contrlate, esposo pero que quizs fuese una

    provocacin, porque despus oy una patada y un sollozo, los gritos de su padre enfurecido y mssonidos que no supo ni quiso identificar.

    Cerr la puerta de su cuarto con suavidad y ech la llave, como si aquello pudiera protegerle desaber lo que estaba ocurriendo en los aposentos reales. Se dijo que, por encima de todo y ocurriese loque ocurriese, l jams se casara por razones de estado, sino por amor, si es que alguna vez llegaba asentirlo. Prefera tener un bastardo con una furcia como heredero a condenarse y condenar a su familiaa una vida como la que l y su madre llevaban.

    Apoy la frente en la puerta, an pudiendo sentir a travs de ella el golpe que haba sido dado conalgn objeto metlico, seguramente un atizador de chimenea o un candelabro. No quiso preguntarse siaquel golpe fue uno ms de su padre o si su madre haba optado por defenderse. Saba que ella eravaliente y en ocasiones lo haca, aunque con escaso xito. Maldijo a los guardias que, haciendo la ronda,hacan odos sordos a aquellas peleas.

    Despus intent convencerse de que l no era el responsable de aquella discusin. Despus detodo, su madre se llevaba una bofetada da s da no, y normalmente una vez por mes acababa varios

    das en cama por culpa de una paliza, incluso cuando l se comportaba debidamente e intentabacomplacer a su padre. No consigui sacudirse la culpa, a pesar de todo.

    Se alej de la puerta renqueante, como si algo le doliese, y en verdad algo le dola aunque nosupiera determinar el qu. Como tantas otras veces quera gritar, pedir auxilio, encontrar la forma demitigar el dolor de su madre, pero no haba caso, ya lo haba intentado antes con desastrosasconsecuencias.

    Lo nico que poda hacer era resignarse y esperar, pero su impotencia era demasiado grandecomo para intentar tragrsela. Cmo poda parar a su padre? Cmo se coarta a un rey? No podasimplemente quedarse quieto, no poda seguir permitindolo. Eso mismo pensaba mientras avanzaba

    hacia la puerta.

    Esquiv a los guardias que rondaban por los pasillos, ignorando sus fingidos comentarioslamentando lo que pasaba ms a menudo an de lo aconsejable, segn sus propias palabras. Continu

    hasta la biblioteca, sin ruido, sin escndalos. La puerta chirriaba, por eso prefiri usar la entradasecundaria que daba al despacho, de donde cogi un candelabro, que encendi con una de las antorchasdel pasillo.

    La sala era ms pequea de lo que a cualquier familia real le hubiera gustado, se hablaba de untiempo pasado en el que los libros ocupaban edificios enteros, pero casi todos se perdieron en la pocadel Fuego. A pesar de ello, los Amoyda gozaban de una de las colecciones ms importantes del reino.

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    La joya de la casa estaba situada sobre un atril enteramente hecho de filamento. Lanzaba destelloscomo un ro claro en primavera a la luz de las velas. Beldere fue hasta l y se aproxim, leyendo el ttulo:Historia y gloria de la familia Amoyda. Abri el libro y pas la mano por las hojas, firmes y gruesas,indolentes respecto al elevado coste de la madera. La tinta de las palabras y las filigranas estaba hechatambin de filamento. Acarici las pginas con admiracin, casi con cario, antes de comenzar a

    arrancarlas. Una a una al principio y luego, ms frenticamente en manojos, desprendi cada una de lashojas.

    Coloc el candelabro en el suelo y sobre l los desmadejados papeles que haca un momentoconstituan el libro ms valioso de la casa, probablemente de todo el reino. Tardaba en prender y ltena que marcharse, por lo que acudi de nuevo al despacho, donde haba una botella de alcohol dequemar. Regres con ella y la volc sobre el lecho de papeles que inmediatamente se prendi en llamas.Las llamas ascendieron por el agua que bajaba a demasiada velocidad como para que Beldere pudiesereaccionar. Cuando quiso darse cuenta, el interior de la botella arda, amenazando con explotar.

    Si en ese momento hubiese evitado la entrada de aire, agitando el contenido, el fuego del interior

    de la botella de cristal se hubiese ahogado rpidamente por s mismo, pero lo cierto es que en esemomento de pnico lo nico que se le ocurri fue lanzar la botella lo ms lejos posible de s.

    El cristal se hizo aicos contra una pared y el fuego se desperdig por toda la estancia a unavelocidad imposible.

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    I.

    El atardecer encerraba el comienzo de una guerra, pero eso era algo que ninguno de los presentespoda sospechar mientras velaban a Maiyol Ustpede, el seor de la familia, que herva en fiebres. Su hijomayor, Femir, aguardaba junto a la cabecera. Al otro lado estaba la esposa del enfermo, quienindudablemente se convertira en viuda en los prximos minutos.

    A los pies se encontraban sus otros dos hijos. Uno de ellos, de siete aos, miraba la escena conespanto. El mediano, a su lado, apoy una mano en su hombro para darle seguridad. El mdico y susayudantes haban salido haca horas de la habitacin para que la familia tuviese intimidad en aquelloslos ltimos momentos de su allegado.

    Debes recordar, Femir, todo lo que te he enseado dijo el moribundo con voz temblorosa . Nohe tenido mucho tiempo para adiestrarte, crea que Oddeim esperara un poco ms para reclamarme,pero creo que tienes un corazn valiente y justo. La sangre de nuestros ascendientes corre con fuerzapor tus venas.

    No olvidar nada, padre asegur el hombre, que ya senta sobre sus hombros el peso de laresponsabilidad de ser el seor de la familia.

    No dejes que te menosprecien por tu juventud, y cuida nuestra amistad con los Salvino, son lanica casa que an recuerda lo que es el honor, a parte de la nuestra.

    As lo har, seor.

    Un gemido de dolor se extendi por la habitacin desde la cama y la madre por fin consideroportuno que los nios se retirasen. Se despidieron con total diplomacia, como era costumbre en lafamilia, con un estoicismo impropio de la infancia. Luego abandonaron la sala. Esa noche, en susrespectivas camas y lejos de miradas indiscretas, daran rienda suelta al dolor de su prdida.

    Quince minutos ms tarde y a pesar de las hierbas medicinales que le haban sido proporcionadas,el moribundo se deshizo en nuevos gemidos y jadeos que su esposa y su heredero soportaron ensilencio.

    Acrcate, hijo mo dijo el padre. Su hijo obedeci sin demora, inclinndose para que pudierahablar sin forzar el volumen de su voz . Los Someti Los Someti son unos ladrones

    Femir intercambi una mirada con su madre. Ambos conocan sobradamente la aversin que susvecinos en la frontera norte despertaban en el seor de los Ustpede, aunque desconocan la razn detan enconada antipata.

    De qu hablas, padre?

    Hablo de hace mucho tiempo. Los Someti nos arrebataron el bosque el bosque al Sur dellago era nuestro y nos lo robaron Recupralo de sus manos, hijo Recupralo Recupralo!

    Fueron stas las ltimas palabras de Maiyol Ustpede, palabras que seran recordadas, repetidas ymaldecidas durante dcadas por todo el Sudoeste del reino. Sin embargo, en ese momento, sloresonaban en la cabeza de Femir mientras abrazaba a su madre sollozante. Y, como si de una maldicinse tratase, continuaron reverberando en su mente durante lo que restaba de noche, incluso cuando seech en su cama dispuesto a dormir o a llorar la muerte de su padre.

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    El sueo se neg a hacer acto de presencia y las lgrimas no acudieron a sus ojos. No, slo aquellaspalabras que parecan haberse grabado a fuego en su consciencia y que se repetan una y otra vezincansablemente. Los hilos de sus pensamientos daban vueltas alrededor de aquella idea. l jams habaodo hablar de tal robo, nunca le haba sido enseado en sus estudios. Ni su padre ni ningn otro lomencion jams. Los Someti quizs no fueran los ms amigables vecinos, pero por norma general no

    suponan ni un peligro ni un inconveniente. Cuando se construy el camino del lago, ayudaron ms allde lo que les era obligado. Es cierto que la familia Ustpide y la Someti no se invitaban en sus respectivasbodas y actos sociales, pero nunca se entorpecan los unos a los otros. Sin embargo, l siempre habasido un muchacho obediente, incluso cuando pasaba por las ms confusas etapas de la adolescencia.Ahora, de adulto, se reafirmaba en la conviccin de que su padre haba sido un buen hombre y que habahecho bien en seguir sus indicaciones.

    Rayaba el alba cuando se levant, sin haber dado ms que unas pocas y breves cabezadas. Acudien primer lugar a la biblioteca, a revisar antiguos mapas y manuscritos. Rebusc con ahnco entre libros,ansiando una referencia, por mnima que resultara, a lo que su padre haba dicho. Fue en un pergaminocon un mapa donde hall el indicio que necesitaba; all se presentaba una distribucin del reino de losprimeros tiempos, donde el territorio de los Ustpede pareca ascender ms all de la frontera actual,rozando con el lago Someti.

    Este descubrimiento al principio le turb, porque supo a lo que le abocaba, pero rpidamente sucorazn se endureci y supo lo que tena que hacer. Tena que recuperar esas tierras, como su padre lehaba dicho que hiciera. No tena porqu haber una guerra, no si ellos cedan. Hara lo posible porque asfuera sin necesidad de derramar sangre, pero no les permitira quedarse con un palmo de aquellastierras.

    Quizs fuese el sentido del deber del que solan hacer gala los Ustpede o, tal vez, su caracterstica

    incapacidad para perdonar, pero lo ms probable es que, simplemente, Femir no pudiera encarar lamuerte de su padre y por ello busc una forma de posponer el enfrentarse a aquel hecho. Esacomprensible debilidad fue, seguramente, el verdadero motivo de la guerra que, an as, poda haberseevitado de no ser por fortuitos acontecimientos posteriores.

    Ala, deja de moverte pidi con suavidad Siela, pasando nuevamente el cepillo por el pelo de suseora.

    Ningn ser vivo puede estar quieto durante tanto tiempo respondi ella, suspirando.

    El resultado merecer la pena le asegur su sirvienta.

    Pasaron an unos largos minutos ms as, hasta que Siela se dio por satisfecha. Pidi a Ala Sometique esperase y cogi un espejo de mano de metal bruido. Lo coloc por su espalda para que ella mismapudiese comprobar los resultados. La joven lanz una exclamacin de asombro. Jams haba visto supelo tan liso y sedoso. Levant la mano y lo acarici para comprobar el suave roce.

    Oh, Siela, es maravilloso Pens que este pelo rebelde nunca se dejara dominar, pero mralo!

    Un poco de paciencia y listo. Te lo dije, Ala. Mira cun hermosa ests. Los seoritos del reinopelearn en duelos por ganarse tu favor.

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    Ala no respondi al comentario, desdendolo con su silencio, pero sigui maravillndose con losresultados frutos de las plantas y de las atenciones. A partir de entonces, decidi, llevara siempre elpelo suelto. Su aspecto una vez alisado era llamativo, pareca encajar a la perfeccin con sus ojoscastaos y dulces, su rostro de facciones poco afiladas e incluso con su voz melodiosa.

    De pronto record que el hermano de Siela estaba enfermo, y se reprendi por no haberpreguntado an por l. Aunque aquella muchacha era su sierva, para Ala era, ante todo, su ntimacompaera desde la infancia.

    Cmo est tu hermano? pregunt al fin.

    An con fiebres. Gracias a vuestras hierbas los mdicos dicen que no llegar a ver la sombra deOddeim, aunque es posible que tampoco vea mucho ms

    Qu quieres decir? pregunt Ala, mirndola con preocupacin.

    Consecuencias indeseadas del tratamiento. Parece que perder parte de visin y que su

    equilibrio no volver a ser el de siempre. Es una lstima, pensaba ensearle a escribir, pintar, montar acaballo

    Estoy segura de que encontraremos otras cosas que ofrecerle igual de dignas dijo Ala confirmeza.

    Siela sonri.

    Eres extremadamente generosa, mi seora, pero no querra poner ms cargas sobre tushombros. Me encargar de mi hermano, es un luchador, saldr adelante.

    Estoy segura de ello afirm Ala, tratando de levantarla el nimo . Es ms

    Llamaron en ese momento a la puerta, interrumpiendo la conversacin. Siela se acerc a abrir y,en cuanto lo hizo, se inclin en una reverencia palaciega, saludando debidamente, con humildad, alseor de la familia. ste, a su vez, la mir y respondi a su saludo con fra educacin y un oculto interspor ayudarla.

    Buenas noches, Siela. Puedes retirarte y tomar la tarde libre, mi hija se ocupar de s misma elresto del da.

    Gracias, mi seor se inclin la muchacha de nuevo antes de salir.

    Una vez se hubo perdido de vista por el pasillo, el padre se acerc a su hija y acarici su pelo conuna leve sonrisa.

    Es buena con los peinados, no cabe duda. Tampoco ha hecho mucho, pero te ha dejado el pelobrillante y suave. Pronto tendr que quitarte los pretendientes de encima a espadazos.

    Ella dijo algo similar.

    El seor de los Someti, Valarion, mir a su hija con ternura y pregunt:

    Te preocupa?

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    Mi casamiento? pregunt ella a su vez. Su padre asinti No. S que aprender a amar a quienelijis para m, y s que le ensear a amarme.

    Eres noble. El sacrificio, Ala, es siempre la demostracin suprema de confianza y amor. Gracias,hija, por entender lo que as debe ser y no oponerte a ello como las chiquillas mimadas de otras familias.

    Es que yo no soy una chiquilla mimada. Soy una Someti.

    Una lstima, pens Valarion, que no fuese el derecho de herencia al revs. Quera a su primognitocon la fiereza de cualquier padre, pero su hija era el ser ms honorable que haba conocido y sera parabien, no lo dudaba, si ella fuese quien heredase el seoro. No obstante, las cosas eran como eran, y ellahara feliz a alguien muy afortunado a cambio de no tener que cargar con la responsabilidad del mando.

    Se interes por el hermano de su sirvienta, al que haba encargado cuidar por su mdico personal.Saba lo importante que aquella muchacha era para su hija. Sospechaba que, una vez se casase, lallevara con ella a su nuevo hogar, si es que le era permitido. An as, las noticias de la suerte del chicono le afectaron tanto como a ella, y se limit a recordarse que deba felicitar a su mdico por la buenalabor de haberle salvado la vida.

    Se disponan a bajar a comer en el mismo momento en el que se escuch la campana de alarma. Sutaido reverber en las paredes del castillo tres veces consecutivas. Luego call, en espera, antes dereiniciar la misma cadencia.

    Hija, baja al comedor con tu madre.

    Pero tres campanadas significa se quej ella.

    Vamos, no te demores la indic, y aadi para tranquilizarla:. Me reunir enseguida con

    vosotras.

    Su hijo ya estaba asomado a la balaustrada frontal para cuando l lleg hasta all. Escudri elhorizonte mientras preguntaba qu era lo que se saba.

    Un ejrcito, dicen. Un grupo nutrido de guardias. Muy nutrido, de ms de quinientos.Suficientes?

    El padre mir su castillo. No haca mucho haban reconstruido las partes en ruinas y ahora eraslido como la roca. Se necesitaran ms de quinientos hombres para tomarlo por la fuerza.

    No, no lo son resolvi finalmente . Pero tampoco hay que confiarse. Sabemos quines lesenvan?

    No todava, pero he mandado a un explorador.

    No recuerdo que ningn halcn nos haya trado noticias. Vivimos tiempos de paz, no entiendoqu pueden querer se volvi hacia su heredero . Colb, t no has hecho nada, imagino.

    Su hijo le mir con una furia fra. Una flecha enviada a una diana varios metros por debajo impidique tuviese que responder a semejante insinuacin. Orden que trajeran la flecha, que llevaba unmensaje, y se la entreg a su progenitor, an evidenciando su ofensa con un gesto calculadamente

    impasible.

    Valarion recogi el papel que el explorador haba enviado y ley la nica palabra en l escrita:

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    Ustpede.

    El seor de los Someti frunci el ceo, preguntndose qu tendran los Ustpede contra ellos. Loprimero que se plate, fue que quisieran conquistar su magnfico lago. Un lago era en el reino unaposesin extremadamente valiosa, sobre todo con la falta de animales y la escasez de lluvias. An no sehaban recuperado, a pesar de los dos siglos que llevaban ocupando el territorio, de la explotacin derecursos que haba sido necesaria para el asentamiento en el reino. Tampoco haban ayudado lasguerras posteriores por el establecimiento de la nobleza y la distribucin de territorios. No era, pues,momento de enfrentamientos, sino de paz y de esfuerzos por prosperar, por no repetir los pecados de lapoca del Fuego.

    Sin embargo, inmediatamente pens en sus escasos guardias fronterizos. Dado que no habarecibido notificacin alguna de stos respecto a aquel gran nmero de hombres, temi que hubieransido silenciados de manera definitiva, y ello le provoc un comprensible abatimiento y un pujante enojo.

    En la ciudad, pequea y sin amurallar, los aldeanos se refugiaron en sus hogares, esperando que

    los motivos de aquel encuentro belicoso se discernieran entre nobles y no les implicaran. La capital delos Someti estaba ms al Norte, era una fortaleza en toda regla que poda repeler aquel ataque sincontemplaciones. Sin embargo, Valarion haba decidido establecer su lugar habitual de residencia aorillas del lago Someti, donde haba concentrado sus esfuerzos en fortalecer los bosques que estabanconvirtiendo su territorio en uno de los ms restituidos del reino. All, donde se encontraban, eranmucho ms vulnerables.

    Por supuesto, tenan la posibilidad de retroceder a la capital y esperar all los ataques, pero esosignificara dejar el lago y sus bosques colindantes desprotegidos. Era algo que el seor de los Someti noestaba dispuesto a permitir.

    Mientras meditaba sobre todo aquello, las fuerzas de los Ustpede se abrieron paso hasta elcastillo. Efectivamente, rondaban el medio millar. Portaban estandartes con el escorpin, smbolo de lacasa. Iban bien armados y protegidos. Los Ustpede tenan fama de ser guerreros duros en cualquierterreno, resistentes y obedientes hasta el punto de cegarse en su lealtad. Los guardias pararon a escasosveinte metros de la entrada y, entonces, el silencio se hizo con el protagonismo de la situacin, ahogadoel sonido de los cascos y las botas.

    Dos hombres se adelantaron hasta el rastrillo que protega la entrada al patio interior, ambosmontados en los caballos blanquinegros tpicos del Sur.

    Quines son? pregunt Colbert.

    Es el heredero de los Ustpede, le conocimos cuando naci el heredero real. No reconozco al queest a su lado, pero puede que sea el jefe de su guardia.

    Eso no es una guardia, es un ejrcito rebati su hijo.

    S, Colb, pero es menester para el buen funcionamiento del reino que no lo menciones como tal.Recuerda que slo la realeza dispone de un ejrcito, los nobles nos conformamos con guardias seadelant entonces Valarion, hablando con voz potente para hacerse or . Saludos, vecinos fronterizos!A qu debemos el honor de vuestra visita, que parecis haber querido compartir con toda vuestraguardia?

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    Saludos, seor de los Someti respondi Femir Ustpede . Preferira explicroslo sindesgaitarme la garganta. Dnde queda el conocido y recatado sentido de la hospitalidad de vuestracasa? Dejad que entre y hablemos sentados a una mesa, como es correcto.

    Correcto es, tambin, anunciarse antes de venir. Desde luego, no es un alarde de cortesa traer atoda la guardia de una casa a las puertas del castillo de otro seor, atravesando sus tierras sin permiso.

    Nunca fuimos enemigos, o no desde que tenemos la memoria de los libros, no saba querequiriese de vuestro consentimiento para pasear por vuestras hermosas tierras.

    Es un descarado susurr Colbert, cerrando la mano sobre la empuadura de su espada.

    Calma, hijo pidi su padre . Veamos primero qu es lo que ocurre se centr de nuevo en elrecin llegado, volviendo a alzar la voz para hacerse or . Vienes a mi casa con nula cortesa a exigir mihospitalidad. Sabe tu padre, el seor de tu casa, que ests aqu? Siempre ha sido un hombre bieneducado.

    Femir apret las mandbulas y, cuando habl, su voz son como un ladrido.

    Mi padre ha muerto! exclam.

    El complacido silencio volvi a convertirse en parte importante de aquel encuentro, se regode ensi mismo durante varios minutos hasta que alguien lo rompi.

    Lamento vuestra prdida, nuevo seor de los Ustpede, pero no es sta razn para olvidar losmodales. Vuestra casa siempre ha sido conocida por su autocontrol y su firme protocolo, que tienen unaimportancia vital en las relaciones entre familias.

    No he olvidado mi educacin, y es un insulto que insinuis tal cosa, pero un motivo de peso meha trado ante vuestras puertas en este da. Abrid si no queris que proclame tal motivo a los cuatrovientos.

    No tenemos nada que ocultar, joven Ustpede, y decir tal cosa es tambin un insulto. Noobstante, en consideracin a vuestro natural estado de luto por vuestro padre, no tomaremos en cuentala afrenta. Por favor, pasad vos y vuestro compaero, en seguida subiremos el rastrillo.

    Acto seguido, orden que hubiera alguien presto a soltar el amarre del rastrillo por si eramenester, y baj a recibir a sus forzosos invitados. Su hijo le acompa, ligeramente por detrs de l.Valarion le pidi que contuviese su lengua y se mantuviera tranquilo.

    Los mozos de cuadra corrieron a hacerse cargo de los caballos pero, al contrario que otras veces,no esperaron a ver si los seores se sentan generosos para recompensarles con una moneda de ms,sino que no se demoraron en llevar los animales a la cuadra, alejndose cuanto antes de aquelladiscusin que an no haba comenzado, pero que se perciba en el aire como un rayo a punto de caer.

    bamos en este momento a sentarnos a comer, sera un placer que vos y el capitn nosacompaaseis. Las cosas siempre se tratan mejor con un plato de comida y una copa de vino delante dicho lo cual, y quedada demostrada la buena hospitalidad de su apellido, Valarion Someti condujo alUstpede por los corredores del castillo.

    Femir no se senta inquieto, ni amenazado, curiosamente estaba seguro de que no le tenderanninguna clase de trampa. A pesar de que los Someti eran famosos por su conocimiento de todo tipo de

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    plantas para todo tipo de usos, comi sin el menor temor de cada plato que le fue servido, y no pusoatencin en si la jarra con la que le servan haba sido la misma con la que servan a los seores delcastillo. Esto, de por s, demostraba el escaso conocimiento de la poltica y sus medios que los Ustpedetenan.

    Vuestra hija ha crecido sana y hermosa. Os felicito dijo Femir, tratando de rebajar la tensin yrompiendo el incmodo silencio que cubra la mesa . An no habis decidido con quin vais adesposarla?

    No, an no me siento preparado para separarme de ella admiti Valarion, dedicando unasonrisa a su pequea.

    Me tenis en excesiva consideracin, mis seores se ruboriz encantadoramente la joven.

    Hablaron sobre ms banalidades hasta que los sirvientes cambiaron los platos por copas y seinvit a los varones a acudir en reunin privada a uno de los saloncitos. Por supuesto, era este estado dereposo y plenitud el que pretenda provocar el Someti en el airado y dolido nuevo seor de los Ustpede.Una vez estuvieron a solas, al calor de un fuego que alejaba la mucha humedad del cercano lago,decidieron encarar el asunto en cuestin.

    Debo admitir que no esperaba que me invitarais a una opulenta y deliciosa comida cuando tengoa mis hombres acampados a vuestras puertas dijo Femir.

    S que no hacen nada, mis guardias tienen orden de no atacar en ningn caso ajeno a queagredan a mis vasallos o causen destrozos. Estoy seguro de que no les habis trado aqu para eso. Locual me lleva a preguntarme: Para qu los habis trado?

    Femir inspir hondo, dej a un lado su copa y cruz los dedos con los codos apoyados en elreposabrazos del silln.

    Mi padre, en su lecho de muerte, me confi un secreto. Me confi un secreto y me hizo unapeticin.

    Una ltima voluntad. Comprendo vuestro empeo por hacer lo que sea necesario para cumplir,solcito, su deseo. Sin embargo, me temo que me es del todo incomprensible qu podra querer ese noblehombre que os empuje a llevar vuestras fuerzas en mi contra.

    Habl de un bosque. Un bosque al Sur de vuestro lago se tom unos segundos de silencio . Unbosque que perteneca por derecho a nuestra familia hasta que, dijo, la vuestra lo rob.

    Hubo ms silencio, esta vez no intencionado, y tan penetrarte que rasp la garganta del capitn, elcual se vio obligado a carraspear.

    Nos llamis ladrones! dijo Colbert entre la exclamacin y la pregunta, entre la irritacin y laincredulidad. Su mpetu fue tal que se levant del asiento.

    Esto ocurri, por lo que he podido saber, hace demasiado tiempo. Ninguno de los de aquelentonces sigue con vida matiz Femir, tratando de calmar los nimos.

    Insultas a mis ancestros!

    Es suficiente, Colbert le llam al orden su padre.

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    Vas a permitir que insulte nuestro apellido en nuestra propia casa? su hijo le mir, iracundo,pero Valarion no se amilan y le dedic tal mirada de advertencia que le oblig a sentarse de nuevo.

    Tienes fuego en las venas como un brbaro, hijo mo dijo, negando con la cabeza. Luego sevolvi hacia Femir . Os pido que disculpis su falta de tacto, aunque vos tampoco habis hecho gala delhabitual de vuestra casa, pero entiendo por qu. Vuestro padre ha muerto y estis dolido, escomprensible, pero sois joven para llevar a cabo un enfrentamiento blico. Hace dcadas que las familiasno se enfrentan entre s, al menos en un campo de batalla. Carecis de la experiencia necesaria paraentrar en guerra y salir victorioso, y os aseguro que se han organizado guerras por menos que esto. Noobstante, creo que podremos arreglar el malentendido hizo una sea a un paje, que presto se agach asu lado y recibi una orden en su odo, tras lo cual sali corriendo a cumplirla . Soy muy estudioso de lahistoria de mi familia y su gloria. El bosque al Sur del lago, que habis debido atravesar camino aqu,tiene el nombre del Bosque del Pago. Os suena, quizs?

    No se vio obligado a admitir Femir, irritado.

    Es lgico. Es tan pequeo que ni siquiera sale en los mapas, y no forma parte de una historia devuestra familia que queris recordar.

    Cuidad vuestras palabras, seor de los Someti.

    No, joven Ustpede, no quiero decir que haya nada deshonroso en esa parte de vuestra historia le calm Valarion , simplemente digo que no es algo especialmente digno de ser recordado.

    Si tan bien conocis el motivo, compartid vuestro conocimiento conmigo en lugar de evidenciarmi ignorancia al respecto dijo Femir, cada vez ms irritado.

    Disculpadme, no era tal mi intencin. He enviado a mi paje a por un documento oficial, firmadopor el mismo rey de la poca, para que podis constatar los hechos desde una fuente ms fiable que lapalabra de una de las partes implicadas.

    Aclarado esto, guardaron silencio de nuevo, esperando a que el muchacho regresase. Y lo hizo,raudo, con un grueso libro en las manos, rojo de esfuerzo. El rojo se acentu an ms, por la vergenza,al darse cuenta de que se haba convertido en el centro de atencin segn irrumpi en la sala.

    Entreg humildemente el libro a su seor, que lo abri y comenz a leer:

    Hago de testigo como se me ha rogado. Yo, rey Tecelo I, corroboro el acuerdo al que llegan lafamilia Ustpede y la familia Someti. En este acuerdo se cede por parte de los primeros cierto terreno alos segundos a cambio de una serie de cuidados medicinales. El terreno en cuestin es el Bosque Rojo Valarion se detuvo para hacer una aclaracin Antiguamente se le llamaba as luego continu . situado al Sur del Lago Someti. Por su parte, la familia Someti se compromete a tratar a todos losmiembros de la familia Ustpede que lo requieran de la enfermedad que asola a sus miembros, sinaceptar por ello ningn pago adicional. Es palabra del rey.

    Acto seguido, Valarion cedi el documento a Femir, quien lo revis minuciosamente, buscandouna falla. Sin embargo, no haba duda alguna.

    No se especifica el tamao del bosque en ese documento intervino el capitn de la guardia de

    los Ustpede.

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    No, no se especifica. Tanto los Ustpede como los Someti somos familias de reconocido honor, ensu da no se consider necesario, ni creo que tenga que considerarse ahora. Las lindes del bosquedelimitan el terreno cedido contest Valarion, molesto por tener que responder ante el guardia.

    Sin embargo, las lindes pueden haber crecido desde entonces terci su interlocutorinsistentemente.

    Y lo han hecho, pero hacia nuestro territorio, hacia el lago. As lo hemos conducido.

    Pero

    Basta dijo Femir, devolviendo el papel a su dueo . Los Someti tienen razn. Mi padre estabaequivocado.

    Vuestro padre no se equivocaba, slo que no os cont toda la historia. Ese acuerdo fue roto porlos Someti dijo el viejo guardia, enojado, como si hubiera estado escondiendo tal informacin por talde no ofender a sus anfitriones.

    Nosotros jams rompemos un acuerdo, capitn espet Colbert.

    El capitn se volvi hacia su seor.

    Preguntadle vos entonces cuntos de los Ustpede sobrevivieron a la plaga propuso.

    El guardia conoca bien la respuesta. Puede que no fuese una historia que saliese en los libros delos Ustpede, pero los guardias hijos de guardias hijos de guardias, como lo era l, conocanperfectamente aquella historia. La conocan porque en aquel tiempo la lite de la guardia de losUstpede fue mandada a quemar el bosque y pasar a cuchillo a toda guardia enemiga que se les

    enfrentara. Deban hacerlo sin dejar rastro de implicacin. La operacin fue perfecta, todo qued encenizas, incluyendo veintisiete enemigos. Se consideraba uno de los mayores logros y glorias de losguardias Ustpede, que repetan aquella historia entre ellos muchas noches frente a una hoguera.

    Cuntos? pregunt Femir, volvindose hacia Valanor.

    El seor de los Someti guard el papel en el libro y se lo dio a su paje para que fuese a ponerlo denuevo a resguardo. Luego entrelaz sus dedos a la altura del pecho, pensativo.

    Fue una plaga infernal aquella. Las dems familias cerraron sus puertas y cortaron el comerciocon vuestra casa. La enfermedad se propag como un incendio en un campo de rastrojos. Los Someti

    hicimos lo que en nuestra mano estuvo, y de no ser por eso vuestra lnea de sangre estara extinta.

    Cuntos? repiti Femir cerrando el puo, exigiendo una respuesta.

    El silencio escuch, tenso, la respuesta.

    Pocos admiti finalmente Valarion . Muy pocos.

    Femir guard un instante de silencio, sabiendo que en el acuerdo no se garantizaba lasupervivencia de la familia, sino solo su cuidado. Era consciente tambin que era imposible saber si losSometi haban sido deliberadamente negligentes en aquella tarea, como pareca insinuar su capitn.

    Necesito meditar sobre esto dijo finalmente Femir, levantndose.

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    El capitn se alz a la par que su seor, y le siguieron los Someti. Femir no quera echarse atrs, noquera admitir su fallo ni, sobre todo, dejar de cumplir la ltima voluntad de su padre. Sin embargo,aquella pareca una causa imposible de resolver con justicia. Tena un amargo sabor a derrota en elpaladar, y camin con paso vigoroso hacia la salida, seguido por los dems. Los Someti no decan nada,saban que no era momento.

    Caminaba tan decididamente, mirando al frente abstrado, que no prest atencin a la esquina quedoblaba. El chiquillo que cargaba dos cubos de agua en un palo sobre sus hombros trastabill y cay alsuelo al chocar con l. A su lado caminaban dos jovencitas, una de ellas tan parecida a l que eraimposible que no fueran familia cercana. Ella, por desgracia, no se fij en qu tipo de armadura llevabael hombre contra el que su hermano haba chocado y, tomndolo por un guardia, le apart de unempujn.

    Mira por dnde vas!

    Probablemente, una sierva normal no hubiese tratado de esa manera a un guardia, pero Siela no

    era una sierva normal, era la favorita de la joven seora, y estaba demasiado acostumbrada a que se laconsintieran ciertos privilegios tcitamente. Por supuesto, esto no inclua la potestad de poner la manoencima a un noble, cosa que se hizo evidente que saba cuando, al fijarse ms en l, palidecirepentinamente.

    Disdisculpad, seor, yo nono tartamude torpemente, inclinndose en repetidasreverencias.

    El golpe le cay desde arriba, seco y metlico. El guantelete de hierro qued manchado de lasangre de la joven tras abrirle una herida en la cabeza, y ella tendida en el suelo y sin consciencia. Elcapitn de la guardia mir a su seor, preguntndole as si deseaba que volviese a golpear a la pequea

    insolente. Femir le devolvi una mirada confusa; estaba tan ausente que todo pareca haber pasadodemasiado rpido para l.

    Aquella mirada del guardia fue captada por la segunda joven que acompaaba al torpe nio.Ambos la reconocieron de un vistazo, ya que haban comido con ella haca menos de una hora. AlaSometi se volvi hacia el seor de los Ustpede y reclam con voz iracunda:

    Quin os habis credo que sois?

    La indignacin hizo a Femir salir de su estupor. Frunci el ceo, evidentemente molesto.

    Soy el Seor de los Ustpede, y tengo derecho a castigar a cualquier plebeyo que cometa laosada de

    Pero Ala no le dej terminar.

    Gozaris de tal derecho en vuestras tierras. Este es el castillo de mi familia, y nosotros mismoscastigamos a nuestros sirvientes como consideramos oportuno le interrumpi sin ningn decoro.

    El capitn avanz un paso, dispuesto a bajarle los humos a aquella joven seora, pero el herederoSometi se apresur a echar mano del acero para defender a su hermana. Antes de que comenzase lapelea, Valarion intervino.

    Calma!

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    Os atrevis a desvestir la espada en mi presencia y contra mis hombres cuando estamoscobijados bajo vuestra hospitalidad? pregunt Femir, respirando ya forzadamente, retenindose.

    Colbert, por las nieblas del infierno, envaina la hoja orden su padre. Luego habl a Femir .Seor de los Ustpede, lamento el incidente, pero el muchacho est enfermo, indudablemente no pudoveros ni evitar tropezar con vos. La chiquilla ha cometido una insolencia, es cierto, y la habis castigado,nada ms justo. No dejemos que esto trascienda ms.

    Ala quera protestar, quera defender a su compaera de penas y confidencias, pero saba que sisu padre actuaba as era porque tena una buena razn para hacerlo, as que call. Guardo silencio ymantuvo la compostura como se esperaba de ella.

    Un Ustpede no olvida una afrenta dijo Femir . Quiero su mano, y agradeced que no pida sucabeza.

    Valarion volvi la vista hacia su hija que, a pesar de su intento por mantenerse imperturbable, lemiraba desencajada.

    No me pidis eso dijo Valarion en tono suave . No me pidis eso, joven Ustpede.

    No soy un joven Ustpede, soy el seor de la familia alz la voz Femir.

    Un seor que lo primero que hace es provocar una guerra por los delirios de un moribundo estall Colbert.

    Las espadas abandonaron rpidamente las vainas y Valarion tuvo que interponerse para que no seprodujera un duelo en ese mismo momento. Tom la palabra con rapidez, para evitar que la resolucinjuvenil de los implicados hiciera pedazos la poca cordura que quedaba en aquel pasillo.

    Mi hijo no pretenda ofenderos. Los delirios son comunes cercana la muerte, y no es seal estode debilidad ni implica deshonra. Me disculpo en su nombre, no obstante, por haberos importunado.

    Desde que he llegado sise Femir , lo nico que se ha hecho ha sido insultarme a m y a mipadre. Los Ustpede no perdonan una afrenta, os he dicho. Ni las presentes ni las pasadas.

    Valarion se aproxim a l y habl en un tono bajo, de peticin.

    No lo hagis, no convirtis esto en una guerra. Pueden empezar por nimiedades, peroterminarlas no es tan sencillo. No provoquis una guerra, seor de los Ustpede, os lo pido en nombre de

    mis vasallos y de los vuestros.

    Femir le atraves con la mirada y guard su arma antes de advertir:

    Tenis tres das para desalojar el Bosque Rojo acto seguido, con una seal a su capitn, sali deall.