El Origen Del Conocimiento Moral

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EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO MORAL – FRANZ BRENTANO ALEXANDRU DANIEL VADUVA 16.12.2014 PARRAGRAFOS 37-41 Y 49 En primer lugar, empezaremos analizando el origen del deber jurídico. Dice el autor que lo que hace posible una división del trabajo, es la unión, y todo esto representa la condición para poder alcanzar el bien práctico supremo. Llegamos así a la conclusión de que el hombre está determinado éticamente, a vivir en sociedad. Esta idea no representa ninguna novedad. Ya Aristóteles, definía al ser humano como un zoom politkon, es decir, un ser que a diferencia de los animales, debe relacionarse con otros seres, políticamente y socialmente, para poder realizarse plenamente. Los que no podían convivir con otros hombres, decía, eran unos dioses o unas bestias. Por lo tanto, el deber que tenían los hombres frente a la ley moral era un deber de conciencia. Con el desarrollo del cristianismo, se daba una plena coincidencia entre los deberes relativos a la ley moral y los deberes relativos a las leyes jurídicas. En la época contemporánea, sin embargo, Hans Kelsen (1881-1973), un jurista austríaco de origen judío establecía que deber moral y deber jurídico representaban dos realidades distintas. Según el mismo, el deber jurídico es algo radicalmente independiente de las motivaciones por las cuales obra el individuo que está sometido a derecho. Si en cuanto al deber moral, implica que el sujeto obligado conoce el contenido de la norma, está de acuerdo con ella y la acepta, en referencia al deber jurídico este existe independientemente de que el sujeto obligado lo conozca o acepte sus normas. La ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento – art. 6 Código Civil. Volviendo al párrafo 37, nos dice aunque cada hombre es libre en el ejercicio de su personalidad, deben existir algunos límites para que esta libertad sea provechosa y de ayuda al conjunto de los seres humanos. Estos límites nacen de la simple reflexión que uno puede hacer. No puedo llamar libertad a una acción que perjudique a un tercero, siendo aún más grave si lo hago intencionadamente. Por ejemplo, en una clase durante un debate abierto, no puedo ejercer mi libertad de expresión y con ello ofendo a un compañero. A pesar de la simpleza de estos límites, necesitan ser sancionados y afianzados por leyes y por los poderes públicos. Si para llegar a esta conclusión de que mi libertad no debe dañar al otro, podemos decir que de alguna manera, el conocimiento natural o moral, fomenta y sanciona la existencia del derecho positivo en general. Y como vimos en uno de los puntos iniciales de esta conferencia, por derecho natural entendemos no lo que nos es dado de manera innata, sino lo que todo ser humano está en la obligación de conocer. También este conocimiento natural puede tener exigencias particularmente, además de sancionar el derecho positivo. Como conclusión a este primer punto, podemos citar la frase de Heráclito ¨Todas las leyes humanas se nutren de la única ley divina¨. En otras palabras, la ley moral universalmente válida y naturalmente cognoscible, fuera de toda relatividad, por lo tanto absoluta y verdadera es el origen de las leyes que elaboran los legisladores. El parágrafo 38 dice que además de las leyes positivas afianzadas, es decir: cuando queda establecida como tal ley y cuando dicha ley recibe mayor eficacia mediante la adición de castigos y a veces de recompensa, hay otras disposiciones que representan límites a la libre

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el origen del conocimiento moral. Franz Brentano

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EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO MORAL – FRANZ BRENTANO

ALEXANDRU DANIEL VADUVA

16.12.2014

PARRAGRAFOS 37-41 Y 49

En primer lugar, empezaremos analizando el origen del deber jurídico. Dice el autor que lo que

hace posible una división del trabajo, es la unión, y todo esto representa la condición para

poder alcanzar el bien práctico supremo. Llegamos así a la conclusión de que el hombre está

determinado éticamente, a vivir en sociedad. Esta idea no representa ninguna novedad. Ya

Aristóteles, definía al ser humano como un zoom politkon, es decir, un ser que a diferencia de

los animales, debe relacionarse con otros seres, políticamente y socialmente, para poder

realizarse plenamente. Los que no podían convivir con otros hombres, decía, eran unos dioses

o unas bestias. Por lo tanto, el deber que tenían los hombres frente a la ley moral era un deber

de conciencia. Con el desarrollo del cristianismo, se daba una plena coincidencia entre los

deberes relativos a la ley moral y los deberes relativos a las leyes jurídicas. En la época

contemporánea, sin embargo, Hans Kelsen (1881-1973), un jurista austríaco de origen judío

establecía que deber moral y deber jurídico representaban dos realidades distintas. Según el

mismo, el deber jurídico es algo radicalmente independiente de las motivaciones por las cuales

obra el individuo que está sometido a derecho. Si en cuanto al deber moral, implica que el

sujeto obligado conoce el contenido de la norma, está de acuerdo con ella y la acepta, en

referencia al deber jurídico este existe independientemente de que el sujeto obligado lo

conozca o acepte sus normas. La ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento – art. 6

Código Civil.

Volviendo al párrafo 37, nos dice aunque cada hombre es libre en el ejercicio de su

personalidad, deben existir algunos límites para que esta libertad sea provechosa y de ayuda al

conjunto de los seres humanos. Estos límites nacen de la simple reflexión que uno puede

hacer. No puedo llamar libertad a una acción que perjudique a un tercero, siendo aún más

grave si lo hago intencionadamente. Por ejemplo, en una clase durante un debate abierto, no

puedo ejercer mi libertad de expresión y con ello ofendo a un compañero. A pesar de la

simpleza de estos límites, necesitan ser sancionados y afianzados por leyes y por los poderes

públicos. Si para llegar a esta conclusión de que mi libertad no debe dañar al otro, podemos

decir que de alguna manera, el conocimiento natural o moral, fomenta y sanciona la existencia

del derecho positivo en general. Y como vimos en uno de los puntos iniciales de esta

conferencia, por derecho natural entendemos no lo que nos es dado de manera innata, sino lo

que todo ser humano está en la obligación de conocer. También este conocimiento natural

puede tener exigencias particularmente, además de sancionar el derecho positivo.

Como conclusión a este primer punto, podemos citar la frase de Heráclito ¨Todas las leyes

humanas se nutren de la única ley divina¨. En otras palabras, la ley moral universalmente

válida y naturalmente cognoscible, fuera de toda relatividad, por lo tanto absoluta y verdadera

es el origen de las leyes que elaboran los legisladores.

El parágrafo 38 dice que además de las leyes positivas afianzadas, es decir: cuando queda

establecida como tal ley y cuando dicha ley recibe mayor eficacia mediante la adición de

castigos y a veces de recompensa, hay otras disposiciones que representan límites a la libre

actuación de cada individuo. En toda sociedad o cultura la gente aprueba y ve con buenos ojos

el trabajo, la generosidad, la economía, todos en su medida correspondiente. Por el contrario

la pereza, la avaricia y el derroche, además de más cosas son desaprobadas. La clave de este

asunto es que dichos preceptos, vamos a analizar los negativos, no son objeto de castigo legal

(sí con esto no se incurre en alguna falta o delito si prevista en la legislación). Si por ejemplo

una persona sin obligaciones familiares coge sus ahorros y los malgasta, nadie podrá sentarle

en un tribunal y pedirle cuentas de lo que ha hecho. Estos actos como he dicho no se

encuentran en ningún Código, pero si están en el corazón del pueblo, en su conciencia. Y

aunque de otra forma, tales acciones si encuentran el premio o el castigo en las ventajas o

desventajas de la mala fama. Se trata de un código positivo de la moralidad que viene a

completar el Código positivo de las leyes. Aunque Brentano advierte que estas disposiciones

que pertenecen a la moral positiva pueden ser también equivocadas o injustas. Para ser

verdaderamente obligatorias deben concordar con las reglas que son reconocidas por la razón

como deberes de amor para con el bien práctico supremo.

El siguiente parágrafo, 39, nos habla del poder de la sanción natural. Como ya he mencionado,

entendemos por sanción natural cuando una ley queda establecida como tal ley, y cuando la

ley recibe mayor eficacia mediante la adición de castigos o recompensas. Este segundo sentido

presupone la sanción en el primer sentido. Es lógico y normal que todo a todo ser humano le

agrade guiarse en la vida de una manera recta y justa que no por el contrario. Y si alguien sabe

que una misma cosa lo puede hacer de otra forma mejor, esa idea no le será indiferente.

Muchos defectos pueden ser perfeccionados por la educación y la propia orientación ética.

Como dice el autor en la última frase de este párrafo ¨La verdad habla, y aún quien no la posee

plenamente, oye su voz¨. Dicho de otro modo, en muchas ocasiones aun no sabiendo la

manera concreta de actuar, si sabemos cómo no lo podemos hacer, o no lo debemos hacer.

El parágrafo 40, es a mi modo de ver el más importante y a la vez el más complejo. Trata de la

verdadera o falsa relatividad de las reglas éticas. En ética se denomina relativismo a aquella

manera de pensar que afirma que el bien y el mal dependen de las circunstancias. El punto de

vista contario sería considerar el bien y el mal como valores absolutos, al margen de cualquier

circunstancia. En esta conferencia, Brentano afirma que en diferentes situaciones disponemos

de diferentes medios, ya que diferentes situaciones necesitará de diferentes preceptos

especiales. Aun en el caso de que estos preceptos sean opuestos, no son contradictorios, en el

sentido que las dos acciones buscan el mismo fin, aunque en situaciones distintas. Un ejemplo

que nos ayudaría mejor en la comprensión de esta idea es uno que vimos en clase. Me refiero

al del general que para salvar la vida de sus hombres decide volar el puente con dos de sus

hombres en él. En este caso el fin es bueno (salvar la vida de su ejército) a pesar de que el

medio utilizado (volar el puente) tiene unas consecuencias no queridas pero al mismo tiempo

previstas que es la muerte de sus dos hombres. En este caso si entendería una relatividad de lo

ético. Matar, ¿bueno o malo? En este caso si podemos decir que es en función de la situación.

Matar y no matar son dos acciones opuestas, pero no son contradictorias en el sentido que el

fin que se busca es uno bueno, y en los dos casos el mismo, en nuestro ejemplo. Si el general

hubiese tenido otra alternativa para salvar la vida de su ejército, sin necesidad de que los dos

hombres perdieran la vida, seguro que lo hubiese hecho.

Este relativismo es muy fácil confundirlo con otro tipo de relativismo. Y el ejemplo más típico

lo tenemos en el siglo V a.C. en algunas ciudades de Grecia donde se da una forma de gobierno

democrático en el que los ciudadanos discuten y deciden sobre el gobierno de la ciudad. Para

ello, se proclaman leyes, pero enseguida surge la sospecha de si las leyes humanas son como

las leyes naturales. La ley que rige la convivencia en sociedad debe estar abierta a la discusión

y al cambio. En este contexto de desconfianza moral se mueven los sofistas. Si las leyes que

delimitan lo que está bien o mal es fruto de una discusión, y si los intereses de las personas

que discuten pueden cambiar, luego, las leyes que surjan de la discusión democrática,

también.

En el capítulo Democracia y concepción del Mundo perteneciente a la obra Esencia y valor de la

democracia de Hans Kelsen, este afirma que ¨el relativismo es la concepción del mundo que

está en la base de la idea democrática¨. Por relativismo ético entiende ¨la idea de que sólo son

accesibles al conocimiento humano verdades y valores relativos, de manera que toda verdad y

todo valor tienen que estar siempre preparados para retirarse y hacer sitio a otros¨

Por otro lado, en contra del relativismo encontramos a Platón que, creía que sólo la existencia

de valores morales absolutos puede permitir la vida buena y la acción política justa, y

precisamente el Mundo de la Ideas quiere ser ese marco de referencia absoluto ¨que es

necesario tener en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo

público¨. República, al final de la exposición del mito de la caverna. También en el Gorgias

plantea el problema entre el arte de la retórica y el problema ético. En la misma línea

encontramos a Aristóteles, los escolásticos, incluso algunos de la Revolución Francesa.

Ihering confunde las dos doctrinas relativistas al creer que no hay ningún principio de la ética

que goce de validez. Ni siquiera el principio de que debemos tomar por criterio de acción el

bien máximo de la más amplia esfera. Según él una conducta que durante siglos hubiese sido

inmoral, en otros tiempos la sería su conducta contraria. Para argumentar esta idea se sirve del

ejemplo de la antropofagia, que en tiempos primitivos era mejor visto que el amor al prójimo.

Esto cambió tanto por la reflexión filosófica sobre los principios del conocimiento en la ética,

como por la buena labor de los misioneros cristianos.

En el párrafo 41 encontramos la conclusión de Brentano. Todo lo dicho anteriormente tenía

como resultado demonstrar que el derecho moral es sinónimo de derecho jurídico. Si

consideramos como deberes el amor al prójimo y el sacrifico por la patria y la humanidad, es

decir conductas moralmente aceptadas, estas serán tanto justas como morales. Si por el

contrario, consideramos inmorales la mentira, la traición, el asesinato y la depravación, al igual

que antes, estas serán tanto injustas, como inmorales. Esto le produce al autor una gran

satisfacción, comparándose con el navegante, que tras un largo viaje ve al horizonte las formas

de la costa y su hogar.

Por último, y con eso se acaba la conferencia, (punto 49) se vuelve hacer referencia a la

reforma de los estudios jurídico-políticos, que recordando lo que vimos al inicio, existía una

propuesta para suprimir los estudios de filosofía de la carrera de derecho y de políticas. Por lo

tanto, si el jurista quiere comprender la realidad de su tiempo y a la vez influir en ella debe

estudiar las doctrinas del derecho natural y de la moralidad natural, que como acabamos de

ver no han sido lo primero, sino lo último en la historia de la evolución jurídica y moral.

Observamos algo que ya Leibniz adelantó, la íntima relación que la jurisprudencia y la política

mantienen con la filosofía. Platón consideraba que, para que una sociedad funcionara

equilibradamente, los reyes debían hacerse filósofos. Haciendo un paralelismo a nuestro

tiempo contemporáneo, hay que procurar dar a los juristas y políticos una educación filosófica,

y no eliminar lo poco que aún de ella se ofrece.