EL PADRE LUIS Y SU CORAZON SENCILLO Y DERECHO

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Editor/Director: JOSÉ RODRÍGUEZ RAMÍREZ Adjuntos: Ricardo Acirón Royo y fosé Manuel de Pablos Coello Dirección, Redacción, Administración, Talleres y Distribución Avenida Buenos Aires, 71. 38005 Santa Cruz de Tenerife Número 14611. Año XLVHI DIARIO INDEPENDIENTE DE LA MAÑANA Empresa: "Herederos de Leoncio Rodríguez" Controlado por Teléfono: (922) 21.ÍO.OO (8 líneas) Apartado de Correos: 97. Télex: 92.184 Diao-E Depósito legal: TF. 32-1958. Franqueo concertado: 30-2. Delegación en Puerto de la Cruz: Edificio Victoria Ventoso C, 501, Polígono El Tejar. Teléfono: (922) 38.03.25. Delegación en La Palma: Santa Cruz, calle Real, 44. 1°, 7 a . Teléfono: (922) 41.26.00. Redacción en Las Palmas: Paseo Tomás Morales, 3, 4° P 11, Edificio Cristal. Teléfono: (928) 36.65.29. Télex: 95.456 Diao-E (Las Palmas). Servicios informativos: Efe, Colpisa, Off íhe Record, Europa Press, Mencheta, Recopress, Iberia Press, Ain, Telefotos: Efe, Europa Press, Ap y Upi. P UEDE que una de las co- sas más lamentables que sufrimos los humanos es la pérdida de las personas que han convivido con nosotros, aquellos con quienes hemos hablado, con quienes hemos simpatizado, con quienes hemos compartido nues- tro tiempo y con los que quienes hemos simpatizado, con quienes hemos compartido nuestro tiem- po y con los que teníamos un flu- jo de mutuo aprecio. El otro día por una ruta obli- gada, fijando la atención en las casas de las calles por las que ca- minaba, repasé, por un momen- to, las que están vacías, las fami- lias desaparecidas, los comercios cambiados, los edificios modifi- cados, cuando llegando a la casa en la que viví de pequeño encon- tré el estanco de mi padre cerra- do y enfrente, también, estaba la barbería cerrada. Ha muerto el dueño. Comprendí en aquel mo- mento que ya aquella no era mi calle, el lugar en el que había vi- vido tantos años, los años de los estudios, los años de lajuventud. Todo lo que me rodeaba era distinto. Ya no estaba Mariano, ni Agustín, ni Joaquín, ni Bru- no, ni Manuel, ni Luis, ni Jesús, ni Juan Luis, ni los Granero, ni Sitéo, ni María, ni Domingo, ni mi padre, ni siquiera el último, Manuel Martín. Porque estaba la barbería cerrada. Ahora hay otros, son más, son hijos, mu- chos son nuevos, pero ya es otra calle. No es la misma, en la que convivíamos todos. Es la vida que se arranca a pedazos. Son los jirones que vamos dejando en el camino de la vida. La barbería tenía su historia y yo estaba en esta historia. Ma- nuel Martín decidió un día 15 de julio abrir aquella barbería con una sola puerta y dos sillones, luego fueron cuatro. En las pri- meras horas de aquel día, al aso- marme a mi ventana, que estaba exactamente frente a ella, estaba la barbería abierta, la curiosidad juvenil me hizo ir corriendo a inaugurarla, porque además te- ma que cortarme el pelo, entre otras razones, porque era el día de mi santo. Así pasé a ser el pri- mer cliente y a entablar una es- trecha corriente de simpatía y aprecio con su dueño. Pasaron los años, sus aconte- cimientos, sus problemas me in- teresaban y los míos eran com- partidos por él. Siguió con el mayor interés todos los pasos de mi vida y yo todos los suyos. Te- nía la fuerte sensación de que en él podía depositar cualquier pro- blema y, al mismo tiempo, el convencimiento que en él podía descansar mi mente, igual que hacía con la cabeza en uno de La barbería cerrada aquellos sillones. Es la comodi- dad y el relajamiento que dan la atmósfera amistosa que se respira y se siente cuando se está frente a personas que saben vivir y con- vivir con los demás. Cuando en mis años de estudio fuera de Tenerife venía de vaca- ciones, mi primera visita era, sin duda, a la barbería y era, enton- ces, el saludo cariñoso, la cara sonriente y el abrazo sincero de alguien que era más que un co- nocido, más que un vecino. Parece obligado y hasta se acepta siempre, hablar de las bondades del fallecido, pero, cuando se sabe de toda su fami- lia, cuando la madre, sus herma- nos y los que quedan, en estos momentos, se les conoce profun- damente, uno tendría que reco- nocer que hay personas que son buenas por familia. El bueno se hace y, también, nace. Conocí a su madre, a su hermano Ángel, a otro que fue Hermano de la Sa- lle, a otra hermana y pienso que nacieron para ser buenas perso- nas. Unos nacen altos, otros ba- jos, rubios o morenos, delgados o gordos, pero también se nace bueno y después se mantiene esta disposición a lo largo de una vida, para, tambiéji, morir bueno. Un día de mi santo, ahora cambiado, al mediodía, caluro- so que impide caminar, lumino- so que molesta la vista, seco que incomoda toda actividad, en una pequeña capilla, oscura, fresca y silenciosa tuve conversación con mi amigo, el maestro Ma- nuel Martín. Le conté muchas anécdotas pasadas, le recordé muchas conversaciones sosteni- das, le hablé de muchos amigos comunes, le enumeré todos sus compañeros de trabajos, le repetí antiguos cuentos. El oía, sólo oía. Esta vez no dijo nada, pero supe su acertada respuesta, su in- teligente interpretación, su ama- ble solución y ahora, por prime- ra vez, su infinita grandeza. Salí emocionado y en la puer- ta de aquéla capilla, uno, que tra- bajó muchos años con él, en un fuerte abrazo, con las lágrimas cayéndole por las mejillas, me dijo no sé qué cosa. Rápidamen- te escribí estas 1 íneas. Por la tarde, más tranquilo vol- ví por la antigua calle. Estaba la barbería cerrada. Detrás de su puerta quedó enterrada para siempre la historia, la historia de un amigo; fuera, aún, flotaba el espíritu de un buen hombre, Ma- nuel Martín, que ya abrió otra puerta, una gran puerta, también un día de mi santo. 0 Enrique González^ TEMAS ISLEÑOS El Padre Luis y su corazón sencillo y derecho H ACE justo un año que nos dejó un hombre —un hombre bueno— que, Hijo Adoptivo de Santa Cruz de Tenerife, también había recibido de la Corporación Mu- nicipal la Medalla de la Ciudad. El Padre Luis Eguiraun Cor- cuera, sacerdote ejemplar, era hombre que tenía línea propia, que poseía una línea precisa de la vida, de su vida y de su vía, de toda su generosa y noble bon- dad. El Padre Luis nació a la muerte en la ciudad en que, du- rante medio siglo, mucho y bien trabajó, mucho y bien predicó la verdad de Cristo. El encuentro con el Padre Luis era, siempre, corno el estallido súbito de un árbol florido. Su sombra, suave, protegió nuestra niñez y pequenez, pero mucho más nuestra juventud. Para no- sotros fue una revolución y una revelación el trato con el sacer- dote de corazón abierto e inquie- to, al de mano abierta y cordial, al del consejo pronto y siempre acertado. Creo que el Padre Luis fue siempre hombre demasiado sen- cillo. Tal era —en nuestra opinión— su honor, su gran vir- tud. Hombre de sobria y cálida elocuencia, pasó por la vida de- rramando todo el bien que nacía en su corazón. Y es que el Pa- dre Luis admitía y hacía suyos todos los dolores y, al propio tiempo, daba su ayuda fraterna a los que padecían todas las ham- bres, tanto las del cuerpo como las del espíritu. La vida del Padre Luis es como un libro lleno de recuer- dos sencillos, de días cálidos, de dilatadas serenidades. Se entre- a su obra evangélica con ar- diente y paciente pasión y, siem- pre, su latir del corazón y la plu- ma estuvo al servicio del buen y bien hacer; él se centró activa- mente en poner de manifiesto que la primera virtud es la fe, la cual no puede ir sin la esperan- za y la caridad. Fe, esperanza y 'caridad son virtudes del espíri- tu; el deber primordial que ellas establecen es el de la confianza en uno mismo. La mejor enseñanza, la única eficaz, es el ejemplo. ¿Cómo creer en quien no practica lo que enseña? Mucho y bien nos ense- ñó el bueno del Padre Luis, pero fue su sencillo ejemplo —su equilibrio de buen hacer, limpia trayectoria humana-— lo que focó, hondo, en los corazones de cuantos le conocieron. Hay recuerdos que se graban profundamente en nuestros cora- zones. El del Padre Luis es un de ellos pero, con el alma adorme- cida en grato olvido, puede lle- gar a difuminarse su buen re- cuerdo. Ahora, cuando el tiem- po ha puesto su mano milagrosa sobre la herida de la muerte del Padre Luis —cuando otro buen sacerdote, el Padre Jesús, nos ha quedado plasmado en bronce— pedimos al pueblo de Santa Cruz que sepa perpetuar la memoria del hombre bueno y corazón de- recho. Un busto sencillo bien puede perpetuar el recuerdo del Hijo Adoptivo de Santa Cruz, Meda- lla de Plata de la Ciudad, que siempre marchó con la verdad como arma por la vida. El tiem- po que pasa va borrando con luz y noches el diario acontecer y, si bien Santa Cruz no tiene ni man- tiene la injusta manía de los ol- vidos —y sí la justa de los recuerdos— debemos plasmar eri bronce el busto de quien en la vida no hizo otra cosa que dar in- tensidad a su trabajo para el bien de todos. A la sombra de la to- rre centenaria —piedras llenas de siglos y de noches— esperamos el busto del buen Padre Luis; él atesoró grandes virtudes, acuñó aquel oro y lo hizo saltar del ol- vido de los libros a la sangre, al alma de la juventud. El Padre Luis supo legarnos una gloria para la vida y un ali- ciente para el espíritu, un espí- ritu del que no renegaremos nun- ca. Nos enseñó a atesorar tesón, firmeza y deseos de sacrificio pero, en especial, bondad, la bondad de la santa soledad del campo, la bondad del pan en la mesa. Los que le quisimos y le queremos —pues para nosotros no ha muerto— pedimos ese bus- to que recuerde a quien bien en- señó que el fin de la vida de un hombre es hacerse un alma. £ Juan A. Padrón Albornoz LANA Pirigüín Esmeralda (Silvia Massieu) La Laguna, calle Ascanio y Nieves, esquina San Agus- tín, elaboración propia, a máquina y mano. Teléfono: 257894 'PELUQUERÍA^ DE SEÑORAS Salón de estética a domicilio, manicura y pedicura, señoras y caballeros OFRA-1 Caiie Segunda n.°28 k Teléfono 649202 * NUEVO Hierbas medicinales Productos biológicos, cosmética natural ludnulla de BARDO. Pueblo Canario. Local. 309, Playa de la Amó rica s SE VENDE FINCA EN ARICO 70.000 m2, roturada y con frutales (melocotones, naranjos, vid...) Estanque de 4.500 m3. Riego por microaspersión FACILIDADES DE PAGO Información: Por las tardes. Teléfonos: 560753-541071 v 541467 Detective «ANDREU» debí tinDb*cdfa m Informes comerciales. Pruebas para juristas. Búsqueda de personas, de objetos. Separaciones matrimoniales. Vigilancia. Aportación de pruebas en bajas fingidas Ifeléiono 2S86S3 PRÓXIMAS OPOSICIONES AUXILIAR UNIVERSIDAD PREPARAMOS EN ACADEMIA DE ENSEÑANZA LA CUESTA Temas y mecanografía audivisual Tfno. 640558, de 4 a 8

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Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "Temas isleños",1986/07/27

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Editor/Director: JOSÉ RODRÍGUEZ RAMÍREZAdjuntos: Ricardo Acirón Royo y

fosé Manuel de Pablos Coello

Dirección, Redacción, Administración, Talleres y DistribuciónAvenida Buenos Aires, 71. 38005 Santa Cruz de Tenerife

Número 14611. Año XLVHI

DIARIO INDEPENDIENTE DE LA MAÑANAEmpresa: "Herederos de Leoncio Rodríguez"

Controlado por

Teléfono: (922) 21.ÍO.OO (8 líneas) Apartado de Correos: 97.Télex: 92.184 Diao-E

Depósito legal: TF. 32-1958. Franqueo concertado: 30-2.

Delegación en Puerto de la Cruz: Edificio Victoria Ventoso C, 501,Polígono El Tejar. Teléfono: (922) 38.03.25. Delegación en La Palma:Santa Cruz, calle Real, 44. 1°, 7a. Teléfono: (922) 41.26.00. Redacciónen Las Palmas: Paseo Tomás Morales, 3, 4° P 11, Edificio Cristal.Teléfono: (928) 36.65.29. Télex: 95.456 Diao-E (Las Palmas).

Servicios informativos: Efe, Colpisa, Off íhe Record, Europa Press,Mencheta, Recopress, Iberia Press, Ain,Telefotos: Efe, Europa Press, Ap y Upi.

PUEDE que una de las co-sas más lamentables quesufrimos los humanos es la

pérdida de las personas que hanconvivido con nosotros, aquelloscon quienes hemos hablado, conquienes hemos simpatizado, conquienes hemos compartido nues-tro tiempo y con los que quieneshemos simpatizado, con quieneshemos compartido nuestro tiem-po y con los que teníamos un flu-jo de mutuo aprecio.

El otro día por una ruta obli-gada, fijando la atención en lascasas de las calles por las que ca-minaba, repasé, por un momen-to, las que están vacías, las fami-lias desaparecidas, los comercioscambiados, los edificios modifi-cados, cuando llegando a la casaen la que viví de pequeño encon-tré el estanco de mi padre cerra-do y enfrente, también, estaba labarbería cerrada. Ha muerto eldueño. Comprendí en aquel mo-mento que ya aquella no era micalle, el lugar en el que había vi-vido tantos años, los años de losestudios, los años de la juventud.

Todo lo que me rodeaba eradistinto. Ya no estaba Mariano,ni Agustín, ni Joaquín, ni Bru-no, ni Manuel, ni Luis, ni Jesús,ni Juan Luis, ni los Granero, niSitéo, ni María, ni Domingo, nimi padre, ni siquiera el último,Manuel Martín. Porque estaba la

barbería cerrada. Ahora hayotros, son más, son hijos, mu-chos son nuevos, pero ya es otracalle. No es la misma, en la queconvivíamos todos. Es la vidaque se arranca a pedazos. Son losjirones que vamos dejando en elcamino de la vida.

La barbería tenía su historia yyo estaba en esta historia. Ma-nuel Martín decidió un día 15 dejulio abrir aquella barbería conuna sola puerta y dos sillones,luego fueron cuatro. En las pri-meras horas de aquel día, al aso-marme a mi ventana, que estabaexactamente frente a ella, estabala barbería abierta, la curiosidadjuvenil me hizo ir corriendo ainaugurarla, porque además te-ma que cortarme el pelo, entreotras razones, porque era el díade mi santo. Así pasé a ser el pri-mer cliente y a entablar una es-trecha corriente de simpatía yaprecio con su dueño.

Pasaron los años, sus aconte-cimientos, sus problemas me in-teresaban y los míos eran com-partidos por él. Siguió con elmayor interés todos los pasos demi vida y yo todos los suyos. Te-nía la fuerte sensación de que enél podía depositar cualquier pro-blema y, al mismo tiempo, elconvencimiento que en él podíadescansar mi mente, igual quehacía con la cabeza en uno de

La barbería cerradaaquellos sillones. Es la comodi-dad y el relajamiento que dan laatmósfera amistosa que se respiray se siente cuando se está frentea personas que saben vivir y con-vivir con los demás.

Cuando en mis años de estudiofuera de Tenerife venía de vaca-ciones, mi primera visita era, sinduda, a la barbería y era, enton-ces, el saludo cariñoso, la carasonriente y el abrazo sincero dealguien que era más que un co-nocido, más que un vecino.

Parece obligado y hasta seacepta siempre, hablar de lasbondades del fallecido, pero,cuando se sabe de toda su fami-lia, cuando la madre, sus herma-nos y los que quedan, en estosmomentos, se les conoce profun-damente, uno tendría que reco-nocer que hay personas que sonbuenas por familia. El bueno sehace y, también, nace. Conocí asu madre, a su hermano Ángel,a otro que fue Hermano de la Sa-lle, a otra hermana y pienso quenacieron para ser buenas perso-nas. Unos nacen altos, otros ba-jos, rubios o morenos, delgadoso gordos, pero también se nacebueno y después se mantiene estadisposición a lo largo de una

vida, para, tambiéji, morirbueno.

Un día de mi santo, ahoracambiado, al mediodía, caluro-so que impide caminar, lumino-so que molesta la vista, seco queincomoda toda actividad, en unapequeña capilla, oscura, frescay silenciosa tuve conversacióncon mi amigo, el maestro Ma-nuel Martín. Le conté muchas

anécdotas pasadas, le recordémuchas conversaciones sosteni-das, le hablé de muchos amigoscomunes, le enumeré todos suscompañeros de trabajos, le repetíantiguos cuentos. El oía, sólooía. Esta vez no dijo nada, perosupe su acertada respuesta, su in-teligente interpretación, su ama-ble solución y ahora, por prime-ra vez, su infinita grandeza.

Salí emocionado y en la puer-ta de aquéla capilla, uno, que tra-bajó muchos años con él, en unfuerte abrazo, con las lágrimas

cayéndole por las mejillas, medijo no sé qué cosa. Rápidamen-te escribí estas 1 íneas.

Por la tarde, más tranquilo vol-ví por la antigua calle. Estaba labarbería cerrada. Detrás de supuerta quedó enterrada parasiempre la historia, la historia deun amigo; fuera, aún, flotaba elespíritu de un buen hombre, Ma-nuel Martín, que ya abrió otrapuerta, una gran puerta, tambiénun día de mi santo. 0

Enrique González^

TEMAS ISLEÑOS

El Padre Luis y su corazónsencillo y derecho

H ACE justo un año quenos dejó un hombre —unhombre bueno— que,Hijo Adoptivo de Santa

Cruz de Tenerife, también habíarecibido de la Corporación Mu-nicipal la Medalla de la Ciudad.

El Padre Luis Eguiraun Cor-cuera, sacerdote ejemplar, erahombre que tenía línea propia,que poseía una línea precisa dela vida, de su vida y de su vía,de toda su generosa y noble bon-dad. El Padre Luis nació a lamuerte en la ciudad en que, du-rante medio siglo, mucho y bientrabajó, mucho y bien predicó laverdad de Cristo.

El encuentro con el Padre Luisera, siempre, corno el estallidosúbito de un árbol florido. Susombra, suave, protegió nuestraniñez y pequenez, pero muchomás nuestra juventud. Para no-sotros fue una revolución y unarevelación el trato con el sacer-dote de corazón abierto e inquie-to, al de mano abierta y cordial,al del consejo pronto y siempreacertado.

Creo que el Padre Luis fuesiempre hombre demasiado sen-cillo. Tal era —en nuestraopinión— su honor, su gran vir-tud. Hombre de sobria y cálidaelocuencia, pasó por la vida de-rramando todo el bien que nacíaen su corazón. Y es que el Pa-dre Luis admitía y hacía suyostodos los dolores y, al propiotiempo, daba su ayuda fraterna alos que padecían todas las ham-

bres, tanto las del cuerpo comolas del espíritu.

La vida del Padre Luis escomo un libro lleno de recuer-dos sencillos, de días cálidos, dedilatadas serenidades. Se entre-gó a su obra evangélica con ar-diente y paciente pasión y, siem-pre, su latir del corazón y la plu-ma estuvo al servicio del buen ybien hacer; él se centró activa-mente en poner de manifiestoque la primera virtud es la fe, lacual no puede ir sin la esperan-za y la caridad. Fe, esperanza y

'caridad son virtudes del espíri-tu; el deber primordial que ellasestablecen es el de la confianzaen uno mismo.

La mejor enseñanza, la únicaeficaz, es el ejemplo. ¿Cómocreer en quien no practica lo queenseña? Mucho y bien nos ense-ñó el bueno del Padre Luis, perofue su sencillo ejemplo —suequilibrio de buen hacer, limpiatrayectoria humana-— lo quefocó, hondo, en los corazones decuantos le conocieron.

Hay recuerdos que se grabanprofundamente en nuestros cora-zones. El del Padre Luis es un deellos pero, con el alma adorme-cida en grato olvido, puede lle-gar a difuminarse su buen re-cuerdo. Ahora, cuando el tiem-po ha puesto su mano milagrosasobre la herida de la muerte delPadre Luis —cuando otro buensacerdote, el Padre Jesús, nos haquedado plasmado en bronce—pedimos al pueblo de Santa Cruzque sepa perpetuar la memoria

del hombre bueno y corazón de-recho.

Un busto sencillo bien puedeperpetuar el recuerdo del HijoAdoptivo de Santa Cruz, Meda-lla de Plata de la Ciudad, quesiempre marchó con la verdadcomo arma por la vida. El tiem-po que pasa va borrando con luzy noches el diario acontecer y, sibien Santa Cruz no tiene ni man-tiene la injusta manía de los ol-vidos —y sí la justa de losrecuerdos— debemos plasmar eribronce el busto de quien en lavida no hizo otra cosa que dar in-tensidad a su trabajo para el biende todos. A la sombra de la to-rre centenaria —piedras llenas desiglos y de noches— esperamosel busto del buen Padre Luis; élatesoró grandes virtudes, acuñóaquel oro y lo hizo saltar del ol-vido de los libros a la sangre, alalma de la juventud.

El Padre Luis supo legarnosuna gloria para la vida y un ali-ciente para el espíritu, un espí-ritu del que no renegaremos nun-ca. Nos enseñó a atesorar tesón,firmeza y deseos de sacrificiopero, en especial, bondad, labondad de la santa soledad delcampo, la bondad del pan en lamesa. Los que le quisimos y lequeremos —pues para nosotrosno ha muerto— pedimos ese bus-to que recuerde a quien bien en-señó que el fin de la vida de unhombre es hacerse un alma. £

Juan A. PadrónAlbornoz

LANAPirigüín Esmeralda

(Silvia Massieu)

La Laguna, calle Ascanio yNieves, esquina San Agus-tín, elaboración propia, a

máquina y mano.

Teléfono: 257894

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Por las tardes.Teléfonos:

560753-541071 v 541467

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personas, de objetos.Separaciones matrimoniales.

Vigilancia. Aportación depruebas en bajas fingidasIfeléiono 2S86S3

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