El paisaje invisible cultura, comunicación y conocimiento

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Gómez Vargas, Héctor

El paisaje invisible: cultura, comunicación y conocimiento

Estudios sobre las Culturas Contemporaneas, Vol. XV, Núm. 29, junio-sin mes, 2009,

pp. 5-10

Universidad de Colima

México

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Estudios sobre las Culturas Contemporaneas

ISSN (Versión impresa): 1405-2210

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Universidad de Colima

México

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5Estudios sobre las Culturas ContemporáneasÉpoca II. Vol. XV. Núm. 29, Colima, junio 2009

El paisaje invisible:cultura, comunicación y conocimiento

Hemos de aprender todavía a cómo comportarnos, cómoocupar nuestro lugar en la trama de la comunicación;

la red sin costuras formada por todas las cosas.Terence McKenna, El manjar de los dioses

Como algunos virus, la cultura ha ido mutando a lo largo del tiempo, en el tiempo largo de lo humano. Los cambios múltiples, sucesivos,

interrelacionados y acelerados en el mundo de lo post (moderno, conven-cional, cultural, científi co) han ido sembrando el desconcierto, así como la incertidumbre generalizada porque impactan drásticamente en las es-tructuras de conocimiento que surgió con la modernidad. De todo ello se rescata una certeza: el proyecto de conocimiento es un proceso inconcluso y en construcción.

Las seguridades epistemológicas, ontológicas, teóricas y metodológicas en las ciencias sociales y en los estudios de la cultura, a partir de cómo se tenían en la década de los años sesenta del siglo XX, comenzaron a mostrar porosidades que se manifestaron plenamente en los siguientes diez años. La de los ochenta fue una década dedicada a buscar nuevas rutas para pensar y avanzar en la comprensión de un entorno mundial que se estaba desplegando y que estaba en un proceso de transición hacia un nuevo holón que no sólo propiciaba re-organizaciones varias en el mundo como una totalidad, sino en la conciencia y en el conocimiento.

Lo acontecido a partir la década de los años noventa fue que, además de reconocer cambios radicales en la cultura en comparación a la manera en la que se le había defi nido y analizado en momentos de re defi nición de lo simbólico dado el entorno generalizado de la globalización, igualmente se empezó a reconocer la necesidad de pasar a una refl exividad de segundo nivel: observar las matrices mismas desde las cuales se había concebido y actuado en lo cultural, tanto para tener algunos indicios que dieran cuenta de las nuevas formas de manifestación de las transformaciones culturales,

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diseñar los trazos de sus topografías y topologías, como para considerar las implicaciones mismas de lo que implica pensar a la cultura de deter-minada manera.

En un lapso de tiempo muy corto ello ha implicado dos cosas, por lo menos. La primera se refi ere a reconocer, incluso en disciplinas alejadas de la cultura como lo son las neurociencias, las ciencias cognitivas, la memética y otras más, que la emergencia de la cultura en la vida humana fue una pauta para conocer y generar conocimiento. La cultura es una de las instancias que no sólo permitió la hominización, la humanización y la conformación de las sociedades, sino que fue un elemento clave para la aparición de un conocimiento humano, que se fue convirtiendo en su “paisaje invisible” desde el cual se signifi ca, se comunica, se percibe y se construyen realidades. La segunda se refi ere al reconocimiento de que las transformaciones culturales no sólo tienen un profundo impacto en el presente, sino que son parte de una diversidad de procesos que se remiten a distintos pasados históricos, incluso algunos más allá de las sociedades históricas y que, en la actualidad, se ramifi can de una manera tal que pueden implicar una “singularidad en el tiempo”, es decir, el momento en que muchos procesos irreversibles de la historia humana llegan a un estado de saturación, se tornan visibles y actuantes para crear nuevas sendas de desarrollo hacia el futuro mediante patrones de campos morfogenéticos, o sistemas simbólicos, en los cuales se avivan los códigos del genoma cultural humano. Es decir, se perciben momentos de rupturas radicales que conlleva la movilización y activación de elementos que tienen miles de años presentes en la vida social y humana.

Dos puntos son claves en lo anterior. El primero: la importancia de re-correr las sendas de cómo se ha pensado el mundo, el hombre, la sociedad, la vida, la cultura y la comunicación, es decir, reconocer la impronta desde la cual las estructuras cognitivas que emanaron en la modernidad ha con-formado una racionalidad y un mecanismo de conocimiento que en mucho provinieron de una ecología simbólica y cognitiva de la grafósfera, y que en tiempos de la videoesfera han entrado en un proceso de desintegración, re-organización, re-formulación.1

El segundo: dadas las travesías y las confi guraciones del presente, y los hilos que lo conectan hacia el pasado y se tensan hacia el futuro, la pauta comunicativa y tecnológica es uno de los elementos necesarios para enten-der no sólo cómo se está fraguando el nuevo “paisaje invisible”, sino para visualizar los impactos y las ramifi caciones en el salto hacia el futuro.1. Debray, Regis (2001). Introducción a la mediología. Barcelona, Paidós.

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Ya en la década de los años ochenta del siglo XX se proponía la nece-sidad del diálogo entre la sociología, la antropología y la comunicación, y el espacio refl exivo que los convocaba era la cultura. Pareciera que en las décadas recientes el espacio refl exivo se ha ido moviendo y la comunicación adquiere una mayor centralidad. Por poner un ejemplo, el etnobotánico Terence McKenna,2 expresa:

Los estallidos evolutivos que condujeron a la aparición del lenguaje y, posteriormente, a la escritura, son ejemplos de transformaciones funda-mentales, casi ontológicas del linaje homínido. Además de proporcio-narnos la habilidad de codifi car datos más allá de los confi nes del ADN, las actividades cognitivas nos permiten transmitir información a través del espacio y el tiempo… En el curso de la historia de la humanidad, este impulso para comunicarse ha motivado la elaboración de técnicas cada vez más efectivas de comunicación. Pero en nuestro siglo, esta capacidad básica se ha transformado en una comunicación de masas que todo lo inunda y que literalmente sumerge el espacio que rodea a nuestro planeta. El planeta nada a través de un océano de mensajes autogenerado.

Para McKenna la aparición del lenguaje simbólico conformó “una gnosis colectiva, una comprensión colectiva de nosotros mismos y de nuestro mundo que ha sobrevivido a través de la historia hasta nuestros tiempos muy recientes”. Desde planteamientos como el de McKenna, en tiempos donde se juega un tipo de continuidad en la humanidad, la mirada se dirige hacia distintos estratos del pasado y se coloca en aquello que ha dejado huella. No es gratuito que Walter Benjamín haya dicho que vivir “quiere decir dejar huellas”. Para la cultura, las huellas son aquello que permite encontrar el rasgo de una cosmovisión colectiva que pretende trasmitirse como herencia para buscar una continuidad ante los riesgos de lo efímero y la disolución. El rito y sus sustratos simbólicos, ideológicos, espirituales; las marcas de identidad de todo tipo; las instituciones sociales, sus normatividades, procesos de inserción y regulación; los soportes de información con sus textualidades, iconografías, virtualidades; las concepciones del pasado y de la historia; las cosmovisiones que enlazan con algo más allá de lo humano y de la muerte. La cultura ha sido para la humanidad un sistema inmunológico contra la desaparición, la impermanencia, las rupturas sísmicas y telúricas de los desastres, la desaparición, el olvido, la ignorancia.

2. McKenna, Terence (2003). El manjar de los dioses. La búsqueda del árbol de la ciencia del bien y del mal. Una historia de las plantas, las drogas y la evolución humana. México, FCE, p. 73.

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El largo recorrido que hemos hecho hasta este momento ha sido para poder introducir algunas de las aportaciones de este nuevo número de Estudios sobre las Culturas Contemporáneas. Ninguno de los artículos se inscriben directamente dentro de los apuntes anteriores, pero sí pueden ser vistos como parte de un síntoma generalizado que avanza en alguno de los parámetros anteriores.

Retomando la manera como se trabaja e investiga al cerebro, podemos pensar en dos niveles de las aportaciones: el “fácil” y el “difícil”. Los fá-ciles no signifi can que sean simples ni banales, al contrario, son parte de los campos de problemas que se tensan en el presente ante los cambios, y simplemente se pretende dar cuenta de ellos y dar un marco descriptivo y explicativo. Los difíciles son aquellos que remiten a dimensiones más lejanas en el tiempo y en los cuales se busca comprender cómo la forma, lo simbólico, muta y estructura la vida colectiva.

En este número de la revista un punto de partida común es que la mayo-ría de las aportaciones que se publican conllevan una revisión de lo que se ha conocido o se ha realizado dentro de distintas áreas y enfoques de conocimiento de lo social y lo cultural. Si bien no pretende reformular la matriz de una estructura de conocimiento, ni las condiciones estructurales, mentales e ideológicas que lo defi nieron y conformaron, en varios casos avanzan para ganar un contexto, una mejor perspectiva, una tendencia par-ticular hacia el futuro, dentro de un campo problemático que se considera crucial en el presente de la cultura.

De los trabajos que rondan por los problemas “fáciles” se pueden en-contrar dos bloques de textos.

Un primer elemento que salta a la vista es la inquietud por la confor-mación y las transformaciones de las esferas de lo colectivo, en un punto donde se toca lo cultural con lo comunicativo a través de la acción de los medios de comunicación como uno de los principales sistemas simbólicos desde el cual se produce y se distribuye la cultura: las industrias culturales y la recepción de medios.

En este punto encontramos dos artículos. En primer lugar, está el trabajo de María Trejo Estrada, El discurso de A Favor de lo Mejor, A. C., un es-tudio de recepción, en el cual se cómo algunas madres de familia otomíes de Michoacán se apropian de los mensajes de los medios de comunicación a partir de un curso sobre educación de la recepción que realizó con ellas la asociación civil, en el cual se hace evidente la importancia de la matriz

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cultural en los procesos de recepción de la cultura mediática, pero igual-mente los límites de estrategias de educación de la recepción como la que realiza A Favor de lo Mejor. En segundo lugar encontramos el trabajo de David González Hernández, Medios de comunicación y la estructuración de las audiencias masivas, en el cual se hace una interesante y minuciosa revisión de las propuestas teóricas de sociólogos como Anthony Giddens y John B. Thompson, y de teóricos de la comunicación como Guillermo Orozco, para generar un marco de comprensión y estudio sobre uno de los fenómenos que distinguen a la sociedad contemporánea y a la cultura mediática: la estructuración de las audiencias.

Un segundo elemento que podemos encontrar es la manera en la que algunos autores revisan trabajos que han sido importantes para estudiar la vida colectiva en las décadas recientes. Aquí encontramos, además del señalado de David González, dos trabajos. En el primero, Ana V. Palacios Gámaz y su artículo, Los estudios de representaciones sociales en las Ciencias Sociales en México (1994-2007), presenta una introducción a la forma como se han concebido las representaciones sociales en las ciencias sociales, que ha sido uno de los recursos conceptuales y analíticos –para muchos homologable al de habitus de Pierre Bordieu–, para el estudio de lo simbólico y lo cultural, y a partir de ello presenta una revisión hemerográfi ca de las principales revistas académicas de México. Después está el trabajo de Tanius Karam, Nuevas relaciones entre cultura y comunicación en la obra de Raymond Williams, en el que se recupera la obra y las aportaciones para los estudios de la cultura y de la comunicación de uno de los pensadores clave de los Estudios Culturales y que han infl uido tanto en la Sociología Cultural como en la Economía Política y el pensamiento crítico; presenta algunas refl exiones sobre un posible trabajo de la Comunicología Posible con la literatura y la cultura.

De los problemas “difíciles” encontramos un bloque con dos textos.En primera instancia el trabajo de Griselda Hernández, Ramón Mariaca, Miguel Vásquez y Enrique Eroza, Infl uencia de la cosmovisión del pueblo mixteco de Pinotepa de Don Luis, Oaxaca, México, en el uso y manejo del caracol púrpura, en el cual hacen el reporte de una investigación para estudiar la importancia y la permanencia, pese a múltiples cambios, de un conocimiento ancestral de la cultura de la población objeto de estudio, la manera como la cosmovisión, el mito se mantienen con algunos visos de importancia en una práctica ritual y productiva. En segundo término, el trabajo de Jesús Galindo, La relación entre problemas y preguntas. Apuntes para un taller de investigación en comunicación y cultura, una propuesta metodológica que tiene como fi n, mediante un taller, crear una

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ruta crítica para conformar miradas de estudio y de solución a partir de localizar, contextualizar y confi gurar campos problemáticos de la cultura y de la comunicación.

En una visión de conjunto, los problemas fáciles apuntan hacia algunos marcadores de los problemas difíciles: lo que se activa y se pone en juego y que requiere nuevos esfuerzos en la construcción de conocimientos.

En primer lugar, una de las inquietudes del pensamiento clásico de lo social y de lo cultural, la dimensión simbólica y colectiva, pero a partir de su dimensión comunicativa: aquello que desde la intersubjetividad y la interacción se estructura a lo social y a lo simbólico, que articula y conforma nuevas formas de colectividades, así como la mediatización que realizan en lo cultural y en lo social los medios de comunicación. El mito, las representaciones sociales, los procesos de recepción, la estructuración de las audiencias.

En segundo término, la importancia no sólo de los contextos sociales, culturales e históricos, sino la presencia de diferentes temporalidades, que actúan tanto como marcadores del pasado en la confi guración del presente, como las pautas que conectan con las rupturas, los riesgos, las posibili-dades. El contacto con la naturaleza y la cosmovisión que proviene de ella, su remodelación a partir de lógicas comerciales y turísticas, industriales; la modernización, la industrialización, la globalización; la producción, distribución y consumo de cultura mediática; lo histórico, lo cotidiano, lo instantáneo.

Héctor Gómez VargasLeón, Guanajuato

Abril de 2009