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I INTRODUCCIÓN E L MALPAÍS de la Rasca se localiza al suroeste de Tenerife, en el vértice más meridional de la isla. Se trata de un ámbito costero, de escasa altitud, cuya topografía general plana únicamente es interrumpida por la elevación de algunos conos volcánicos, en los que apenas se sobrepasan los 150 metros de altitud. En este apéndice insular, resultado de una actividad volcánica reciente, se desarrolla, en consonancia con las condiciones medioambientales semiáridas propias de estos dominios, una manifestación vegetal del piso xe- rófilo costero canario. Este matorral, a pesar de haber Ería, 68 (2005), págs. 331-349 LAURA FERNÁNDEZ-PELLO MARTÍN,MANUEL LUIS GONZÁLEZ Y FRANCISCO QUIRANTES Departamento de Geografía. Universidad de La Laguna El paisaje vegetal del Malpaís de la Rasca (Tenerife, Islas Canarias) RESUMEN La vegetación del Malpaís de la Rasca constituye un excelente ejemplo de las repercusiones que las combinaciones de factores na- turales y antrópicos han tenido sobre los dominios costeros canarios. A su conservación ha contribuido decisivamente su marginalidad geográfica y económica, circunstancia que, unida a su catalogación como espacio natural protegido, ha propiciado que Rasca constituya el ámbito territorial no urbanizado más extenso de toda la franja cos- tera occidental y meridional de Tenerife. Bajo ese marco proteccio- nista es previsible que la dinámica vegetal mantenga una inercia pro- gresiva. RÉSUMÉ Le paysage végétal du Malpais de la Rasca (Tenerife, Îles Cana- ries).- La végétation du Malpais de la Rasca constitue un excellent exemple des répercussions que les combinaisons des facteurs naturels et anthropiques ont exercé sur les domaines littorales canariens. La marginalité géographique et économique a oeuvré décisivement à sa conservation, circonstance que, liée à sa classification comme espace naturel protégé, a fait de Rasca le plus large espace non urbanisé de la frange littorale de l'Ouest et du Sud de Tenerife. Sous ce cadre protectionniste, il est vraisemblable la continuité d'une dynamique végétale progressive. ABSTRACT The vegetal landscape of the Malpais of la Rasca (Tenerife, Ca- nary Islands).- The vegetation of the Malpais of la Rasca is an exce- llent example of the repercussions that interactions between natural and anthropic factors have exerted on littoral areas in the Canary Is- lands. The geographical and economical marginality has contributed decisively to its conservation, together with its classification as a natu- ral protected area, and all of them made of this area the most vast un- built space in the western and southern Tenerife. Under such protectio- nist framework the progressive vegetal dynamics will likely continue. Palabras clave / Mots clé / Key words Vegetación de Canarias, matorral xerófilo de costa, Rasca, paisa- je vegetal. Végétation de Canaries, broussaille xérophile littorale, Rasca, paysage végétal. Canarian vegetation, xerophile littoral brush, Rasca, vegetal landscape.

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I

INTRODUCCIÓN

E L MALPAÍS de la Rasca se localiza al suroeste deTenerife, en el vértice más meridional de la isla.

Se trata de un ámbito costero, de escasa altitud, cuyatopografía general plana únicamente es interrumpida

por la elevación de algunos conos volcánicos, en losque apenas se sobrepasan los 150 metros de altitud.

En este apéndice insular, resultado de una actividadvolcánica reciente, se desarrolla, en consonancia con lascondiciones medioambientales semiáridas propias deestos dominios, una manifestación vegetal del piso xe-rófilo costero canario. Este matorral, a pesar de haber

Ería, 68 (2005), págs. 331-349

LAURA FERNÁNDEZ-PELLO MARTÍN, MANUEL LUIS GONZÁLEZ Y FRANCISCO QUIRANTESDepartamento de Geografía. Universidad de La Laguna

El paisaje vegetal del Malpaís de la Rasca(Tenerife, Islas Canarias)

RESUMEN

La vegetación del Malpaís de la Rasca constituye un excelenteejemplo de las repercusiones que las combinaciones de factores na-turales y antrópicos han tenido sobre los dominios costeros canarios.A su conservación ha contribuido decisivamente su marginalidadgeográfica y económica, circunstancia que, unida a su catalogacióncomo espacio natural protegido, ha propiciado que Rasca constituyael ámbito territorial no urbanizado más extenso de toda la franja cos-tera occidental y meridional de Tenerife. Bajo ese marco proteccio-nista es previsible que la dinámica vegetal mantenga una inercia pro-gresiva.

RÉSUMÉ

Le paysage végétal du Malpais de la Rasca (Tenerife, Îles Cana-ries).- La végétation du Malpais de la Rasca constitue un excellentexemple des répercussions que les combinaisons des facteurs naturelset anthropiques ont exercé sur les domaines littorales canariens. Lamarginalité géographique et économique a oeuvré décisivement à saconservation, circonstance que, liée à sa classification comme espacenaturel protégé, a fait de Rasca le plus large espace non urbanisé de lafrange littorale de l'Ouest et du Sud de Tenerife. Sous ce cadre

protectionniste, il est vraisemblable la continuité d'une dynamiquevégétale progressive.

ABSTRACT

The vegetal landscape of the Malpais of la Rasca (Tenerife, Ca-nary Islands).- The vegetation of the Malpais of la Rasca is an exce-llent example of the repercussions that interactions between naturaland anthropic factors have exerted on littoral areas in the Canary Is-lands. The geographical and economical marginality has contributeddecisively to its conservation, together with its classification as a natu-ral protected area, and all of them made of this area the most vast un-built space in the western and southern Tenerife. Under such protectio-nist framework the progressive vegetal dynamics will likely continue.

Palabras clave / Mots clé / Key words

Vegetación de Canarias, matorral xerófilo de costa, Rasca, paisa-je vegetal.

Végétation de Canaries, broussaille xérophile littorale, Rasca,paysage végétal.

Canarian vegetation, xerophile littoral brush, Rasca, vegetallandscape.

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soportado los efectos de ciertos aprovechamientos an-trópicos tradicionales, presenta en la actualidad una di-versidad notable. A su conservación ha contribuido de-cisivamente la inclusión de buena parte de este territo-rio en la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos,en la que disfruta de la categoría de Reserva Natural Es-pecial. Ese amparo proteccionista también justifica queeste ámbito se disponga como el principal vano espacialen la franja urbanística semicontinua que recorre todo ellitoral suroccidental de la isla de Tenerife.

IILOS CONDICIONANTES DEL PAISAJE VEGETAL

1. CONOS, COLADAS Y LLANOS ENDORREICOS

El Malpaís de la Rasca es producto de los materialesemitidos durante unos episodios eruptivos encuadradosen la denominada Serie III Basáltica o Serie RecienteBásica. Durante la actividad volcánica el magma alcan-zó la superficie a través de distintos conductos emisi-vos, y en sus fases paroxismales, como ha ocurrido enla mayoría de las erupciones que se han producido en elArchipiélago Canario en fechas recientes e históricas,se combinaron las manifestaciones efusivas con las ex-plosivas. Estas emisiones, materializadas en un peque-ño campo de volcanes con sus correspondientes cola-das, forman parte de una de las tres bandas estructuralesen la que se pueden articular los volcanes monogénicosbasálticos de Tenerife por su distribución, en concreto,de la banda meridional (DÓNIZ, 2004). Esta franja deaparente alineación N-S es, en realidad, el resultado delencadenamiento de un conjunto de campos de volcanesque, en detalle, se organizan según un sistema complejode directrices, relacionado con el cruce ortogonal defracturas locales de distintos rumbos, principalmenteNNE-SSO y NO-SE (ANCOECHEA et al., 1995).

El campo de volcanes del Malpaís de la Rasca estáconstituido por cuatro conos volcánicos principales, fá-cilmente identificables y dotados de depresiones craté-ricas. Estos edificios, muy próximos entre sí, ocupanuna posición central en el Malpaís y se disponen si-guiendo una alineación dominante NNE-SSO. Desde elmás septentrional al más meridional se alargan Monta-ña Aguzada (121 m), Montaña Grande o Gorda (153 m)y Montaña Pardela (54 m). El cuarto cono, Montaña LaCaraba (114 m), un poco desplazado hacia el O, se si-túa entre los dos primeros. Todos ellos responden a lascaracterísticas morfológicas típicas de conos basálticos

monogénicos estrombolianos, constituidos básicamentea partir de la acumulación de escorias soldadas. El pre-dominio de este tipo de materiales es indicativo de unadinámica eruptiva general caracterizada por fases deexplosividad no muy intensas, que posibilitaron la con-centración de los piroclastos en torno a las bocas erup-tivas y explica, por otra parte, las notables pendientesque todavía se aprecian en sus laderas, como es el casode Montaña Grande.

El conjunto eruptivo presenta una morfología bas-tante fresca acorde con la escasa antigüedad de los ma-teriales1. A falta de otros registros que permitan preci-sar su datación, la inexistencia de discordancias lleva asuponer que la actividad de las distintas bocas debió sermás o menos coetánea. Coetánea aunque no simultánea,pues existen algunos indicios morfológicos que ofrecenla posibilidad de matizar un cierto orden de anteceden-cia en los fenómenos eruptivos. De este modo, aten-diendo al grado de implantación de la redes de cárcavasy barranqueras que drenan las laderas de los conos(principalmente a su densidad), cabe deducir que Mon-taña Grande debió ser de los primeros en edificarse. Porotro lado, las laderas del flanco oriental de Montaña LaCaraba se apoyan sobre las del flanco occidental deMontaña Aguzada, indicando, en consecuencia, una po-sible mayor antigüedad de la misma. Por último, al surde Montaña Pardela se individualizan unas coladas másfluidas, menos rugosas y compartimentadas, y mejorconservadas que las restantes del malpaís. La frescurade estas lavas parece evidenciar que la erupción que dioorigen a este conjunto debió ser de las más tardías delcomplejo eruptivo.

Entre los rasgos más específicos de estos edificiosmerece destacar el caso de Montaña Aguzada. Se tratade un cono anular achatado que posee un cráter circu-lar, poco profundo, pero extraordinariamente amplio encomparación con los otros conos; esta depresión, cono-cida con el topónimo de La Laguneta, tiene un diámetroque alcanza la longitud de un kilómetro. Unas caracte-rísticas morfométricas tan peculiares, puestas de mani-fiesto por las relaciones volumen/altura y volumen/diá-metro del edificio, hacen pensar que en su génesis de-bieron producirse fenómenos de interacción agua-mag-ma que incrementaron la intensidad de las fases explo-sivas. En ausencia de estudios que aporten más prue-bas, esta posibilidad resulta factible teniendo en cuenta

1 0-0,69 m.a. (CARRACEDO, 1979).

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la frecuencia de manifestaciones hidromagmáticas enlos ámbitos costeros canarios2.

En el cono actual se distinguen los testimonios de,al menos, dos episodios explosivos. El más antiguo diolugar a un pequeño cono de escorias soldadas del quesólo queda su mitad oriental, donde se registra la cotamás elevada de Montaña Aguzada (121 m). La segundafase de actividad explosiva sería la de mayor virulenciadebido a la referida combinación del agua con el mag-

ma. La elevada explosividad debió proyectar violenta-mente más de la mitad del antiguo cono e involucró allóbulo restante entre las paredes del amplio cráter quehoy conocemos, cuyos bordes tienen una altitud mediaen torno a los 70 m. A estas fases explosivas le sucede-rían otras efusivas con coladas que rebosaron los bor-des del cráter y se derramaron por las laderas orientalesdel cono.

Los rasgos morfológicos de los otros tres edificios(Montaña Grande, Montaña La Caraba y Montaña Par-dela) reflejan, por su parte, una dinámica eruptiva mássencilla materializada en sendos conos en herradura.En el caso La Caraba y Pardela, sus cráteres se expli-

2 En las inmediaciones del Malpaís de la Rasca existen dos claros ejem-plos: Caldera del Rey y Montaña Amarilla o Pelada.

FIG. 1. Croquis geomorfológico del Malpaís de la Rasca.

Equidistancia de curvas 15 metros

Cono depiroclastos

Coneletede escorias

Colada basálticareciente

Colada basálticaalterada

Colada sálica

Barranqueras

Llano arcilloso

Materialesde acarreo

Talud dederrubios

Costaacantilada

Playa

0 500 m.

30

15

60

90

60

30

6090

30

15

60 90120

0 25 Km

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can claramente por la emisión de los derrames lávicosen el sentido de la pendiente.

Al margen de estos focos eruptivos el Malpaís se en-cuentra salpicado por un gran número de mogotes lávi-cos, algunos asimilables a coneletes de escorias sin crá-teres aparentes. Por lo general, son de planta circular uovoide, con ejes mayores que no alcanzan los 10 m,mientras que sus cimas casi nunca pasan de 60 m. Nopresentan un buen estado de conservación y aunque seperfilan bastante bien entre las terrazas de cultivo aban-donadas, en ocasiones, no resulta fácil diferenciarlos desimples túmulos de las coladas o de acumulaciones debloques y cantos debidas a la mano del hombre.

Los coneletes escoriáceos mejor conservados y, porello, más fácilmente reconocibles se disponen en el cua-drante suroriental, donde se les identifica con el topóni-mo local de morro (Morro de los Perros, Morro del Sa-lón, Morro Mareta de la Linde y Morro Mareta delFaro3). Finalmente, al norte del faro de Rasca, un peque-ño lomo arqueado recuerda los restos de un cono volcá-nico desmantelado.

El resto del ámbito se corresponde con un malpaísconfigurado por derrames basálticos de tipo aa que en-vuelven los focos eruptivos. Los rasgos estructurales deestas coladas están bastante alterados, tanto por la actua-ción de los procesos morfogenéticos como por las trans-formaciones antrópicas que han sufrido. Resulta, por lotanto, imposible delimitar los derrames de cada focoeruptivo, precisar las direcciones y líneas de flujo oaventurar cálculos de volúmenes o superficies cubiertas.No obstante, cabe suponer que estos derrames lávicos,procedentes de unos centros eruptivos tan próximos en-tre sí y tan cercanos a la línea de costa actual, al expan-dirse, entrecruzándose y superponiéndose, debieron ga-nar terreno al mar y contribuir, de este modo, a ampliarel perímetro insular en su extremo meridional.

De igual modo, la homogeneidad topográfica del te-rreno lleva a pensar que las coladas, además de emitirseentre márgenes temporales muy cercanos, debieron con-tar con un importante grado de fluidez que impidió laaparición de accidentes locales. A pesar de ello, en estecaso también es posible establecer ciertas diferencias in-ternas de detalle. Dentro de la tónica general de altera-ción de las lavas, se pueden reconocer unas coladas, cu-ya textura superficial indicaría una mayor juventud. Se

trata de las lavas que desde el cráter de Montaña Pardelase extienden hasta alcanzar la línea de costa, dibujandouna figura de planta triangular, con un vértice interior enMontaña Pardela y dos litorales: el más occidental, entorno al Caletón de los Goros, y el otro, junto al faro, enPiedra Mena. Estas coladas, por sectores, adquieren unamorfología local en losas.

Otras variaciones menores, pero con cierto significa-do morfogenético y biogeográfico, tienen que ver con laexistencia de ligeros desniveles topográficos que dan alugar a pequeñas vaguadas planas entre formas suave-mente alomadas.

Un último apunte estructural obliga a referirse alafloramiento de pequeñas manchas de pumitas, que selocalizan fundamentalmente al pie de las laderas occi-dentales de Montaña Grande y en algunos enclaves muyconcretos del litoral. En general, se trata de afloramien-tos poco potentes y muy cementados. Sus mayores espe-sores se alcanzan en las faldas de Montaña Grande, don-de aparecen recubiertos por una fina capa de materialesde naturaleza basáltica y han quedado al descubierto alser recortados por las barranqueras que surcan los flan-cos externos del volcán4. En la costa se disponen comoplanchas de menor potencia por encima de las coladas.En estos enclaves, las pumitas, entremezcladas con de-pósitos finos de acarreo, se encuentran impregnadas yconsolidadas por precipitados de sales.

Los depósitos de tobas pumíticas en la vertiente Surde Tenerife constituyen una realidad común y generali-zada que incluye una amplísima gama de variantes lo-cales de los afloramientos, referidas tanto a sus caracte-rísticas químicas (composición mineralógica) como fí-sicas (dimensiones, grados de continuidad, posición es-tratigráfica, textura, estructura, compactación…). Suaparición, por lo tanto, sobre las coladas del Malpaís dela Rasca, en superficie o bajo una fina cubierta de de-rrubios, no es nada extraña. Lo más probable es que suorigen haya que buscarlo en erupciones de magmas sá-licos ocurridas fuera del Malpaís, bien en emplaza-mientos cercanos (Montaña de Guaza), o más lejanos,como la actividad relacionada con el Complejo centralTeide-Cañadas.

La morfología de este ámbito se encuentra tambiéncaracterizada, aunque en menor medida, por la actua-ción de los procesos morfogenéticos. Los más destaca-

4 Estas capas pumíticas se confunden con alteraciones blanquecinas debi-das a precipitados subsuperficiales de carbonatos, que también hace aflorar laescorrentía concentrada en regueros.

3 Totalmente transformado por la instalación de una estación de radio-baliza.

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dos son los asociados a concentraciones lineales, en cár-cavas y barranqueras, de la arroyada. A grandes rasgos,el Malpaís está recorrido por una red de escorrentía ca-nalizada, de incipiente implantación, no jerarquizada,integrada por cauces estrechos, poco profundos y quesólo en contadas ocasiones desaguan en el mar. Esta redse dispone fundamentalmente en las laderas de los co-nos, donde adopta una disposición radial de parasol,aunque también afecta al interior de los cráteres, que,cuando están abiertos, funcionan como cuencas de re-cepción (Montaña La Caraba, Montaña Grande y Mon-taña Pardela).

Los mejores testimonios de este drenaje canalizadose reconocen en las laderas occidentales de MontañaGrande, donde se individualizan como simples hendidu-ras lineales en la mitad inferior del cono. Alcanzan susmayores grados de incisión en la base, al excavarse so-bre los lentejones pumíticos; posteriormente, sobre laplataforma del malpaís, los cauces siguen trayectoriasdivagantes, son más superficiales y se van ensanchandohasta terminar abandonando su carga en pequeñas cuen-cas arcillosas impermeables. A estas depresiones endo-rreicas, con frecuencia inundadas tras las lluvias y, enmuchos casos aprovechadas para su explotación agríco-la, se las conoce popularmente como maretas5.

Si bien en el pasado el grado de desarrollo de estasformas de modelado pudo estar más en consonancia conla sucesión de crisis climáticas de mayores repercusio-nes morfogenéticas, su funcionalidad actual podría pare-cer hasta paradójica, sobre todo, teniendo en cuenta elcarácter tan seco del clima en este ámbito, que se desta-ca como el menos irrigado de la isla de Tenerife6. Sinduda, la importancia morfogenética que conservan hayque relacionarla, en primer lugar, con las acciones geo-morfológicas de los violentos aguaceros asociados a lasborrascas del SO que afectan a la vertiente meridionalde la isla7. Esta circunstancia se vería reforzada, sobretodo por lo que al abarrancamiento de los conos se refie-re, por la acentuación de sus efectos al actuar sobre losdepósitos volcanoclásticos ácidos, más desagregablesque los materiales basálticos con los que coexisten

(DÓNIZ, 2004). Por último, habría que considerar tam-bién el incremento de los caudales de escorrentía propi-ciado por la escasa capacidad de infiltración del sustra-to. Este hecho tiene que ver con el mismo carácter vio-lento y espasmódico de las precipitaciones que, por unlado, favorece la escorrentía en detrimento de la perco-lación, y por otro, limita la porosidad del suelo, colma-tando los espacios intersticiales, tanto por erosión plu-vial como por aluvionamiento. Todo ello sin despreciar,además, el papel que en el encharcamiento de los sustra-tos llanos o deprimidos puede desempeñar su rápida sa-turación hídrica.

El encharcamiento de las cuencas endorreicas sesuele prolongar varios días y hasta semanas, como he-mos podido comprobar, siempre dependiendo de la im-portancia pluviométrica del aguacero. Se trata, en cual-quier caso, de un tipo de proceso que en el siglo pasado,cuando las explotaciones agrícolas del Malpaís todavíatenían cierta importancia económica, causó inundacio-nes que obligaron al drenaje manual de algunas maretascultivadas o a la apertura de un sumidero artificial en LaLaguneta (SABATÉ, 1993).

Estas acciones de modelado se combinan con otrasde menor incidencia morfológica en el medio. Dentro deellas, destaca la caída de derrubios, asistida habitual-mente por la arroyada que da lugar a la formación deconos y taludes. Los procesos gravitatorios operan porexcelencia en las laderas de los centros eruptivos y enlas paredes de sus cráteres y afectan a fragmentos esco-riáceos previamente meteorizados. La arroyada provocala removilización de los derrubios y el barrido superfi-cial de los elementos más finos. Sus efectos se hacennotar en todo el Malpaís, y los recubrimientos de mate-riales de acarreo sobre las coladas alcanzan casi hasta elmismo litoral. Su amplitud espacial es comparable a lasacciones de alteración debidas a la taffonización, quehorada y excava celdillas en rocas de distintas caracte-rísticas litológicas.

Las formas del litoral completan el modelado delMalpaís. Por lo general, se trata de una costa baja, ro-cosa, de trazado muy festoneado, en la que predominanlos tramos acantilados. Estos escarpes, de altitudes in-feriores a los 15 m, se han labrado fundamentalmentesobre las coladas y, de forma excepcional, recortan acu-mulaciones de materiales piroclásticos. La mayoría delos cantiles son formas funcionales expuestas a la ac-ción del oleaje, lo que no excluye que también se reco-nozcan algunos niveles de abrasión colgados a pocosmetros sobre el mar actual. Intercalándose entre estos

5 El término se repite en varios topónimos del lugar: Mareta del Faro, Ma-reta de La Linde, Mareta del Cardón, Mareta del Balo, Mareta del Morro delDiablo…

6 La pluviometría media anual de la estación del Faro de Rasca está pordebajo de los 100 mm (MARZOL, 1988).

7 Las borrascas del Noroeste, que al descender en latitud adquieren com-ponente Suroeste, son las responsables de las precipitaciones más importantes yde mayor intensidad horaria del clima canario (MARZOL, 1988).

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sectores, existen algunas playas de callaos, normalmentecoincidiendo con los tramos entrantes y más abrigadosdel litoral.

2. UN MEDIO ÁRIDO Y SELECTIVO PARA LA

VEGETACIÓN

Las condiciones ambientales vienen definidas por lascaracterísticas subáridas dominantes en los medios cos-teros canarios. Estos rasgos se acentúan en las fachadasinsulares de sotavento y se extreman en ámbitos como elque nos ocupa que, por su localización, se presenta co-mo el enclave insular más resguardado a las trayectoriasde los flujos de aire húmedos que afectan al Archipiéla-go, siempre con componente Norte. En efecto, el Mal-país de la Rasca se emplaza en un punto donde la ver-tiente de sotavento de la isla alcanza su máxima anchu-ra. En consecuencia, constituye el lugar más protegido yel último al que llegan los vientos más húmedos y másfrescos o fríos que atraviesan la isla, ya sean los alisiosdel NE, que aportan humedad, o los flujos del NO, aso-ciados a borrascas del frente polar, que hacen descenderlas temperaturas y traen las lluvias. Estas circunstanciasdeterminan que las probabilidades de precipitaciones enel Malpaís se reduzcan notablemente y que, en la mayo-ría de los casos, se limiten a las excepcionales adveccio-nes de flujos del SO.

Razones como éstas son las que explican las particu-lares combinaciones ambientales de temperaturas yprecipitaciones que reinan en Rasca. Para su caracteriza-

ción climática hemos recurrido a las series de registrosacumuladas en dos estaciones meteorológicas: la esta-ción pluviométrica Arona-Punta Rasca (Faro), emplaza-da a 12 m de altitud, en la actualidad fuera de servicio8;y la estación Reina Sofía-Aeropuerto Tenerife Sur, loca-lizada a 64 m, fuera del ámbito, pero que ofrece los re-gistros más fiables9.

La sequedad de este entorno se pone de manifiesto sitenemos en cuenta que a lo largo de los 11 días de lluviaal año que promedia la estación de Punta Rasca (Faro),se recogen menos de 100 mm (97,9). Analizando el régi-men pluviométrico anual se aprecia que las medias men-suales únicamente superan los 10 mm entre octubre y fe-brero, siendo enero el mes más lluvioso, con 22,4 mm.Frente a esto, se contabilizan hasta cuatro meses, de ma-yo a agosto, en los que las cantidades de agua recogidano llegan a 1mm; el mínimo se da en julio con 0,0 mmde media en una serie anual de 36 años10. Se trata de unrégimen pluviométrico extraordinariamente irregularque, por su estrecha vinculación a las borrascas del SO,se caracteriza también por la importancia que adquierenlos chubascos de fuerte intensidad horaria. En este senti-do cabe reseñar que la media de las precipitaciones má-ximas anuales caídas en 24 horas (30,5 mm) supera ladel mes más irrigado. Por otra parte, las lluvias de ma-yor intensidad diaria contabilizaron 80 mm, el 17 de di-ciembre de 1953; es decir, más del 80% de la media delos totales pluviométricos anuales.

La temperatura media es de 21,3 °C, con un máximodurante el verano de 25,1 °C, en el mes de agosto, y unmínimo, en invierno, con 18,7 °C, en febrero; la mediade las temperaturas máximas es de 25 °C y la de las mí-nimas es 18,2 °C. La amplitud térmica anual es pequeña,en torno a 7 °C, como corresponde a estos ámbitos cos-teros en los que se hacen notar los efectos atemperantesdel mar. Por último, estos valores se combinan con unaelevada insolación, registrándose una media anual demás de 2.500 horas de sol.

La aplicación del índice de Gaussen a los datos tér-micos y pluviométricos pone de manifiesto que la se-quía domina durante todos los meses del año, lo quepermite calificar a este ámbito como semiárido extrema-do, de acuerdo con el índice de aridez general de Lau-tensach-Meyer.

8 MARZOL (1988).9 Plan Director de la Reserva Natural Especial del Malpaís de la Rasca.10 1945-1980.

FIG. 2. En la plataforma del Malpaís los llanos arcillosos con es-caso recubrimiento vegetal se insertan entre los tabaibales que crecensobre las coladas conformando un mosaico de unidades de vegetación.

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A las restricciones para el crecimiento vegetal im-puestas por estas severas combinaciones ombrotérmicasse añaden, además, las debidas a los efectos del viento.Por una parte, la influencia marginal de los alisios contri-buye a incrementar el ambiente de estrés hídrico imperan-te. Por otra, estos flujos, combinados con las brisas coste-ras, favorecen la penetración tierra adentro de la «mare-sía» y, por ello, el aumento de la salinidad atmosférica yedáfica. La incidencia espacial de la salinidad se incre-menta también por el carácter tendido del relieve. Esta to-pografía determina una uniformidad ambiental del Mal-país, que justifica la escasa trascendencia ecológica quepresentan los contrastes locales de exposición y abrigo.

Los rasgos climáticos influyen de manera decisiva enel grado y el tipo de implantación vegetal: un matorralabierto de plantas xerófilas y halófilas, que en su con-junto se define florísticamente por el predominio de lasespecies del género Euphorbia.

Considerando la combinación de los caracteres geo-morfológicos con los bioclimáticos, es decir, los de unterritorio volcánico reciente, de ambiente semiárido, so-bre el que se desarrolla una cubierta vegetal de naturale-za desértica, se puede entender que los procesos de eda-fogénesis evolucionen lentamente y hayan ido derivandohacia unos sustratos poco profundos y muy pedregosos,encuadrados mayoritariamente en el orden de los aridi-soles. Estos suelos, de pH alcalino, balance hídrico ne-gativo y bajo contenido en nitrógeno y materia orgánica,se están viendo afectados en la actualidad por procesosde salinización, carbonatación y sodificación, al tiempode estar sufriendo un considerable desmantelamiento fí-sico debido a las acciones erosivas. Junto a ellos, tam-bién se reconocen afloramientos de sustratos escasamen-te evolucionados, encasillables en el orden de los entiso-les. Estos suelos minerales brutos aparecen ligados tantoa los afloramientos de materiales piroclásticos en las la-deras de los conos y a las coladas del litoral, como a lasformaciones superficiales de naturaleza aluvial.

3. UN ESPACIO NATURAL EN MEDIO DE UN LITORAL

URBANIZADO

El ambiente subárido, la salinidad, la escasa antigüe-dad del terreno volcánico y la importancia de los proce-sos morfogenéticos frente a los de alteración química delsustrato, no sólo han condicionado selectivamente la ex-plotación biológica del Malpaís de la Rasca, sino tam-bién los tipos de ocupación antrópica de este territorio.En efecto, las cualidades del medio físico unidas a otras

razones de orden cultural (incomunicación, falta de aguay suelo agrícola, coyuntura socieconómica…) influyerondecisivamente en el escaso atractivo que este ámbito tu-vo para el hombre durante mucho tiempo, al menos has-ta mediados del siglo XX, mientras el modelo socioeco-nómico imperante en Canarias estuvo definido por elpredominio de las actividades agrícolas. Desde este en-foque, el Malpaís de la Rasca ha tenido una importanciamuy marginal, dada su escasa rentabilidad económica.

La intensidad de los aprovechamientos ha sido relati-vamente baja lo que ha permitido una cierta preserva-ción del medio. Ésta ha podido mantenerse, incluso des-pués de que el sistema socieconómico evolucionara ypasara a fundamentarse en las actividades del sector ter-ciario, merced al desarrollo y arraigo en la sociedad ca-naria de una cultura ecológica durante las tres últimasdécadas que, tras distintas vicisitudes, se ha concretadocon la declaración de buena parte del Malpaís como Re-serva Natural Especial. Esta figura proteccionista, adju-dicada por la Ley 12/1994, de 19 de diciembre, y basadaen el reconocimiento del alto interés geomorfológico,ecológico y paisajístico, ha sido complementada más re-cientemente con la inclusión de este espacio en otros ca-tálogos, destinados a destacar los valores patrimoniales(naturales y culturales) de este territorio11.

11 Entre esas clasificaciones destacan la de Lugar de Importancia Comuni-taria, según declaración aprobada por la Comisión Europea el 28 de diciembrede 2001, o su declaración como Bien de Interés Cultural con categoría de ZonaArqueológica, por el Decreto 167/2000, de 24 de julio.

FIG. 3. Durante largos meses las tabaibas pierden su follaje ymuestran un colorido que imprime una tonalidad grisácea al cardonal-tabaibal.

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La protección legal conferida a este sector del mu-nicipio de Arona, flanqueado, al norte, por las urbani-zaciones turísticas de Palm-Mar y Los Cristianos, y aleste, por Las Galletas y Costa del Silencio, lo indivi-dualizan como «la mayor franja de costa no declaradaurbana o urbanizable del Sur de Tenerife» y tambiéncomo «el espacio más extenso no urbanizado de todoel litoral existente entre Santa Cruz y el Acantilado delos Gigantes» (SABATÉ, 1993). No obstante, en este te-rritorio se aprecian aún los testimonios de diversosusos antrópicos que han incidido sobre el medio congrados de impacto variados.

La actividad agrícola es, sin duda, la que ha tenidomayor repercusión espacial. Dentro de su carácter extra-ordinariamente marginal y poco significativo en el con-junto de la economía insular, su mayor desarrollo ha es-tado ligado al cultivo tradicional de exportación de losdominios insulares más áridos, el tomate. Este producto,que pudo ser introducido en Rasca en los primeros añosdel siglo XX, conoció su etapa de mayor apogeo a fina-les de los años cuarenta y a lo largo de toda la década si-guiente, coincidiendo con la mejora de las comunicacio-nes terrestres, pero sobre todo con la llegada de los ca-nales de agua de riego al sur de la Isla. El incremento dela producción llevó aparejado el desarrollo de una seriede infraestructuras que han dejado su impronta en elpaisaje. En particular, cabe destacar las edificaciones(cuartos para alojamiento de los peones agrícolas, salo-nes de empaquetado y almacenamiento, garajes…) le-vantadas en El Banco y, fundamentalmente, las parcelasde cultivo. Estas explotaciones se dispusieron en algu-nos casos aprovechando los llanos de inundación endo-rreicos (maretas), aunque, cuando la presión productivalo requirió, también se llegaron a habilitar fincas sobre

el propio Malpaís12. La mayoría de estas parcelas, dis-puestas al oeste de los conos volcánicos, han ido experi-mentando procesos de recolonización vegetal a partir delos años 70 del siglo pasado, al iniciarse una etapa deabandono progresivo de las explotaciones de tomate,que culminó en 1987 (SABATÉ, 1993).

Aunque la producción de tomate ha sido la activi-dad agrícola que mayor importancia espacial, social yeconómica tuvo durante el siglo pasado en el Malpaísde la Rasca, no ha sido el único cultivo que ha conoci-do el ámbito. Coexistiendo con sus plantaciones, por lomenos durante los años 5013, se cultivaron también ce-reales de secano (cebada y trigo) e, incluso, plátanos,en el cráter de La Laguneta. No sabemos la fecha exac-ta en la que estos cultivos desaparecieron, pero sí quetanto los cereales como los plátanos no figuraban entrelos productos agrícolas plantados en Rasca en 199114.Además de los mencionados, también llegaron a culti-varse en distintas fechas, normalmente durante períodosmás breves y en explotaciones más pequeñas higueras ynopales, de los que hoy todavía quedan ejemplares asil-vestrados, y hasta tabaco o algodón, por citar sólo algu-nos de ellos.

En la actualidad no se desarrollan actividades agrí-colas sobre el Malpaís. La única excepción reseñableque se mantiene viene dada por una explotación demangos tropicales en La Laguneta. Del antiguo paisajeagrario hoy sólo quedan vestigios, deslindes de parcelas,canalizaciones de riego, apilamientos de piedras, pistasabandonadas y construcciones semiderruidas, que con eltiempo van poco a poco mimetizándose con el entorno.

Otro tipo de actuaciones antrópicas destacables en lazona, de distribución más puntual, pero de notable im-pacto ecológico, son las relacionadas con la extracciónde materiales para la construcción. Dentro de este gru-po, cabe establecer una distinción entre las canteras deextracción de áridos y las de otros materiales. Las cante-ras de extracción de picón (lapilli basáltico) han causadoprofundas «mordidas» en casi todos los conos volcáni-cos del Malpaís. Sin duda, la mayor de estas explotacio-nes mineras se localiza en el flanco nororiental de Mon-

12 Este tipo de explotaciones agrícolas exigía la realización de unas laboresde preparación: había que «escalichar», es decir, fragmentar la superficie de lascoladas; «despredegar», esto es, retirar los cascotes y piedras; y «sorribar», ex-pandiendo sobre la parcela preparada tierra fértil procedente de canteras situadasnormalmente en las laderas de medianías de la vertiente Norte.

13 Catastro de Naturaleza Rústica de 1956 (MEJÍAS, 2003).14 Catastro de Naturaleza Rústica de 1991. Ibídem.

FIG. 4. Tras las lluvias invernales es frecuente un encharcamientotemporal de los llanos arcillosos.

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taña Grande, en el que las excavaciones han dado lugara la formación de taludes verticales de más de 100 m dedesnivel. Afortunadamente estas extracciones dejaronde realizarse a finales de la década de los 80, pero sushuellas no se han borrado.

En las inmediaciones del Malpaís, al este de Monta-ña Aguzada, fuera del ámbito de estudio, se mantienenactivas las canteras para la obtención de arena que ex-plotan las voluminosas acumulaciones aluviales del Ba-rranco de Tagoro o de Las Galletas. Aparte de áridos,también se obtienen otros productos usados en la cons-trucción, ya sea directamente de Rasca o de canteraspróximas. Es el caso de la cal y de la piedra de cantería(losa chasnera), materiales que fueron precisamenteempleados para la edificación del antiguo faro deRasca15. Mientras que la piedra de cantería, que fue laúltima que se extrajo, se obtuvo de una cantera situadaen Montaña de Guaza; la cal provenía de Fuerteventura,aunque se elaboró en un horno aún conservado junto alfaro (SABATÉ, 1993).

Finalmente, hay que referirse a otros usos antrópicosde impronta paisajística más velada, no tan explícita omás localizada. Entre ellos el de mayor tradición es elpastoreo. Como otros ámbitos insulares de condicionesambientales parecidas, Rasca cuenta con una tradiciónde prácticas pastoriles que se remonta a los aborígenesguanches. El pastoreo de cabras y, en menor medida, deovejas mantuvo durante mucho tiempo su carácter tras-humante, permaneciendo en estos sectores de costa du-rante el invierno y la primavera y trasladándose a lasCañadas del Teide para aprovechar los pastos del veranoy el otoño. Tras la irrupción del regadío y la consecuen-te expansión de los cultivos de exportación, esta activi-dad lejos de desaparecer, como cabía suponer, se reafir-mó. Los rebaños de cabras se revalorizaron como fuenteproductiva de abono orgánico. Además, la cabaña seamplió con la introducción del ganado vacuno, impres-cindible para las faenas del campo hasta la generaliza-ción de la maquinaria agrícola. Aunque hoy en día nohay rebaños que ramoneen las plantas en Rasca, quedansecuelas de la incidencia que esta actividad secular tuvoen el área. Las más evidentes se corresponden con refu-gios de pastores levantados mediante simples apilamien-tos de piedra seca. Sin embargo, el pastoreo de los reba-ños de cabra, por su carácter extensivo, tuvo otras reper-

cusiones más importantes para el paisaje vegetal aunquequizás no tan apreciables. Nos estamos refiriendo a losdesequilibrios florísticos que el ramoneo selectivo ociertas prácticas de recolección de plantas forrajeras rea-lizadas por los pastores causaron en los matorrales xeró-filos del Malpaís. Estos usos han debido influir en la so-breabundancia que se observa de determinadas especies,menos apetecibles o tóxicas para el ganado, en detri-mento de otras de mayor aplicación forrajera16.

Las plantas barrilleras o soseras (Mesembryanthe-mum crystallinum, M. nodiflorum y Aizoon canariense),así llamadas por su aprovechamiento para la obtenciónde carbonato sódico, también fueron objeto de explota-ción, dado el uso que se daba a la sosa para la fabrica-ción de jabón, vidrio y cierta clase de tejidos. Aunque laimplantación de estas especies en los terrenos resecos ysalitrosos de Rasca se produce de forma espontánea, pa-rece ser que también experimentó una cierta expansiónfavorecida por la actividad humana. La caída de la de-manda de este producto en el mercado internacional, alobtenerse sintéticamente en la primera mitad del sigloXIX, no supuso, sin embargo, la erradicación de estapráctica en ámbitos de economía tan paupérrima comoel Malpaís, donde pervivió hasta bien entrado el sigloXX (SABATÉ, 1993). En esta centuria, la recolección dela barrilla en las tierras del Sur de Tenerife también se

16 Entre estas últimas, merecen ser citadas la magarza (Arqyranthemumfrutescens), la vinagrera (Rumex lunaria), el balo (Plocama pendula), el cornical(Periploca laevigata), la gamona (Asphodelus sp.), la leña blanca (Neochamae-lea pulverulenta), el salado (Schizogyne sericea), el cerrillo (Hyparrhenia hirta),la aulaga (Launaea arborescens), la barrilla (Mesembryanthemum crystallinum),el vidrio (M. nodiflorum) y la patilla (Aizoon canariense).

15 El faro de Rasca constituye probablemente la construcción más emble-mática. El más antiguo se terminó de construir en 1898. Detrás de él, en 1978, selevantó otra torre, cuyo funcionamiento ya no precisa del farero.

FIG. 5. La existencia de hondonadas favorece la acumulación definos en los que crece el tabaibal, mientras que sobre los conos y lascoladas (segundo plano) el cardón cobra un especial protagonismo.

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llevó a cabo para la fabricación de una harina tostada(gofio negro), a partir de las simientes17.

Otros usos soportados históricamente por el Malpaísfueron el marisqueo y la obtención de sal. Las conse-cuencias de estos tipos de explotación sobre el paisajevegetal fueron, obviamente, menores que las producidaspor los aprovechamientos comentados. En primer lugar,al tratarse de prácticas estacionales, se llevaban a cabodurante el verano, ya que eran consideradas como acti-vidades complementarias de las agrarias y pastoriles so-bre las que se basaban las economías campesinas tradi-cionales. Por otra parte, porque por el recurso persegui-do, su incidencia sobre la vegetación fue normalmentela derivada de un aumento de la población en estos do-minios de muy baja densidad demográfica. De estas es-tancias temporales en las inmediaciones del litoral sonaún reconocibles las chozas de «callaos» que se utiliza-ban para el alojamiento de las familias. El impacto deesta población estacional se limitaba, entonces, a unaprovechamiento muy secundario del matorral, en parti-cular de las plantas más leñosas o de ramas más tupidas,para la consecución de leña o la elaboración de cubier-tas para los albergues, dadas las escasas cualidades delmismo para esos fines18.

La gama de impactos antrópicos sobre el Malpaís secompleta con el vertido de residuos (escombros, basu-ras, vehículos abandonados…) llevado a cabo gracias ala profusión de pistas y senderos que lo recorren. Estared viaria ha sido potenciada en gran parte por otro gru-po de población que también practica una modalidad deestancia temporal sobre este espacio, pero que, a dife-rencia de la referida del siglo pasado, obedece a razonesde ocio y esparcimiento. Es la acampada que, durantelos períodos vacacionales reúne a muchos usuarios; és-tos se instalan sobre un medio que, por la finalidad parala que ha sido declarado, no cuenta con infraestructurani reúne condiciones para soportar su presión y, por ello,sólo contribuye a potenciar su degradación ambiental.

IIIEL PAISAJE VEGETAL

El recubrimiento vegetal de Rasca participa de losrasgos comunes que las condiciones mesológicas rei-nantes en los dominios costeros insulares imponen alprimer piso de la cliserie vegetal de Canarias. Nos en-contramos, por tanto, con una manifestación de un ma-torral xerófilo, bajo, abierto y florísticamente definidopor el predominio de las especies euphorbiáceas. Estaexpresión del piso basal presenta, sin embargo, ciertaspeculiaridades que obedecen a las combinaciones espe-cíficas de condicionantes que allí se dan. La influenciade esos factores ambientales locales es precisamente laque nos permite, en una primera aproximación biogeo-gráfica, clasificar a la formación vegetal que coloniza alMalpaís como un matorral de cardones y tabaibas dul-ces, subarbustivo y de escaso recubrimiento. Esta carac-terización, a su vez, es susceptible de matizarse y cabearticularla en un conjunto de unidades vegetales meno-

17 A este uso alimenticio se vio abocada la población campesina menos fa-vorecida para afrontar los períodos de crisis alimentarias más severos —las dosGuerras Mundiales y la Postguerra Civil Española— (SABATÉ, 1993).

18 Además de estos usos, Sabaté hace referencia a otros más particulares,aunque también muy frecuentes en Canarias. El cardón (Euphorbia canariensis)se empleaba para «embarbascar», es decir, para aturdir a los peces al verter sulátex en los charcos. Seco y troceado, fue usado en los establos para facilitar laproducción de estiércol, solo, mezclado con acículas de pino o con matorral demonteverde troceado, importado de otros lugares de la isla. De igual manera,con los tallos del balo (Plocama pendula) se llegaron a improvisar estacas paralevantar las tomateras.

CUADRO I. Datos climáticos

Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct Nov Dic Año

P 22,4 14,2 6,4 3,8 0,5 0,1 0,0 0,4 2,7 12,1 19,1 16,2 97,9T 18,8 18,7 19,6 19,6 20,5 22,2 24,3 25,1 24,8 21,8 19,9 19,9 21,3TM 22,0 22,1 23,2 23,0 23,9 25,5 27,9 28,8 28,4 26,9 25,1 23,1 25,0Tm 15,6 15,3 15,9 16,2 17,2 19,0 20,5 21,4 21,3 20,2 18,6 16,8 18,2Hs 190,9 191,1 207,0 196,5 230,7 232,2 268,2 254,1 185,8 202,2 181,3 190,2 2.530,1

P: Precipitaciones medias en milímetros. Estación Arona-Pta. Rasca (Faro). Período: 36 años (1945-1980).T: Temperaturas medias en °C. TM: Temperaturas medias de las máximas y Tm: Temperatura medias de las mínimas. Estación Reina Sofía-Aeropuerto TF-Sur.

Período: 16 años.Hs: Medias de horas de sol. Estación Reina Sofía-Aeropuerto TF-Sur. Período: 10 años (1981-1990).Se destacan en cursiva los valores extremos y medios de los distintos elementos climáticos.

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EL PAISAJE VEGETAL DEL MALPAÍS DE LA RASCA (TENERIFE, ISLAS CANARIAS) 341

FIG. 6. Mapa devegetación delMalpaís de laRasca.

Cardonal-tabaibal subarbustivo de coladas e islotes

Cardonal-tabaibal subarbustivo de conos

Tabaibal subarbustivo denso

Tabaibal subarbustivo abierto

Tabaibal subarbustivo de conos

Tabaibal rastrero de conosMatorral herbáceo de Messembryanthemum sp.en llano arcillosoMatorral subarbustivo de Salsola longifoliaen llano arcilloso

Tabaibal subarbustivo en llano arcillosoMatorral subarbustivo de varias especiesen llano arcilloso

Matorral halófilo rastrerode Zygophyllum fontanesiiMatorral halófilo con tabaibas

Matorral de sustitución halófilo

Antiguas huertas abancaladascon matorral de sustituciónAntiguas huertas abancaladascon escasa vegetación

Invernaderos

Cantera

Estanque

Espacios urbanizados y en proceso deurbanización / otros espacios construidosCultivos

25

50

75

100

100 100

50

25

0 500 1.000 m.Equidistancia de curvas 25 metros

UrbanizaciónPalm-Mar

Faro de Rasca

Puntade laRasca

Montaña Grande

Montaña Aguzada

Montaña Pardela

Montaña La Caraba

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res. Cada una de ellas responde a la distinta importanciaecológica que en las mismas adquieren uno o varios delos condicionantes locales, tanto físicos como antrópi-cos, del paisaje vegetal. En un primer análisis se pue-den, entonces, distinguir cuatro grandes unidades depaisaje vegetal: el cardonal-tabaibal de los conos y lascoladas con menor grado de alteración; el tabaibal delos sustratos con recubrimientos de finos; los matorralesde los llanos arcillosos y de las huertas abandonadas; yla vegetación de la franja litoral.

1. EL CARDONAL-TABAIBAL DE LOS CONOS Y LAS

COLADAS CON MENOR GRADO DE ALTERACIÓN

Esta unidad está caracterizada por el protagonismoque en el recubrimiento espacial de la vegetación alcan-zan, en primer lugar, la tabaiba dulce (Euphorbia balsa-mifera) y, luego, el cardón (Euphorbia canariensis). Lahegemonía florística de estas dos especies donde mejorse refleja es en el estrato subarbustivo, en el que se con-sigue normalmente el mayor recubrimiento (50%). Latabaiba dulce destaca como la especie más abundantetanto en ese estrato como en el que agrupa a las plantasde porte herbáceo y, por ello, su grado de recubrimientoindividual suele coincidir con el del estrato en esos dosniveles de la estructura vertical de la unidad. Ese prota-gonismo lo pierde o, todo lo más, lo comparte con elcardón en el estrato arbustivo, en el que sólo descuellanpor encima del porte dominante de la unidad algunosejemplares, cuya aportación al recubrimiento global delas parcelas inventariadas no supera nunca el 10% de lasuperficie. A la tabaiba dulce y al cardón le acompañaun cortejo de especies entre las que destacan como másfieles el balo (Plocama pendula), que llega a adquirirportes arbustivos, el salado blanco (Schizogyne sericea),

el gualdón (Reseda scoparia) y el espino de mar (Ly-cium intricatum). Además, pueden aparecer otras plan-tas que, local o puntualmente, alcanzan cierta relevanciaespacial19.

La distribución del cardonal-tabaibal está claramenterelacionada, como se ha podido comprobar en otros mu-chos ejemplos del piso basal canario, con las caracterís-ticas del sustrato. Estas manifestaciones de la cubiertavegetal siempre se desarrollan allí donde afloran los sus-tratos rocosos masivos, menos compartimentados, máspedregosos, en los que dominan los bloques, los cantos,los guijarros y apenas existen finos. Esta vinculacióncon los sustratos menos evolucionados explica que estematorral se localice en Rasca colonizando las escoriasgroseras soldadas que conforman las laderas de los co-nos y sobre las coladas fragmentadas en cascotes o detextura superficial incluso aún más fresca.

En los conos, el cardonal-tabaibal subarbustivo ca-racteriza tres de los cuatro edificios destacados como losmás importantes del Malpaís. La única excepción vienedada por Montaña Grande. En este cono la cubierta ve-getal es asimilable a un tabaibal de Euphorbia balsami-fera, de baja densidad y con predominio de portes her-báceos, sobre todo en los sectores de cumbres, en losque el azote del viento se hace notar más y no hay acú-mulos coluviales. Estas razones permiten reconocer car-dones en algunos de esos enclaves cimeros con aflora-mientos rocosos. El desarrollo de un tabaibal sobre lasladeras de este edificio volcánico hay que relacionarlocon el mayor grado de alteración de los materiales piro-clásticos, tal y como ponen de manifiesto los depósitoscoluviales que recubren sus faldas. Este hecho unido al

19 Inventario 1 del Cuadro II.

FIG. 7. Pirámides de vegetación.

1 Cardonal-tabaibal subarbustivo de cono volcánico

2 Cardonal-tabaibal subarbustivo de colada

3 Matorral de sustitución herbáceo

4 Tabaibal herbáceo de cono volcánico

5 Tabaibal subarbustivo de llano arcilloso

6 Matorral de Messembryanthemum sp. en llano arcilloso

7 Matorral subarbustivo de Schizogyne sericea en llano arcilloso

8 Matorral halófilo de Zygophyllum fontanesii

1 2 3 4

5 6 7 8

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grado de implantación que presenta la red de cárcavas ybarranqueras que recorre las vertientes indica, como sedijo, que la antigüedad geológica de este aparato volcá-nico es superior a la de los otros edificios. Precisamenteel desarrollo de esta red de drenaje es otro de los facto-res que, junto a los inherentes a las vertientes (escasadisponibilidad de suelos, balance hídrico deficitario…),contribuye a explicar la baja densidad de recubrimientodel tabaibal. La situación extrema está representada porlos afloramientos de pumitas y carbonatos, sobre los queel arraigo vegetal es prácticamente inexistente. Apartede este caso, en los restantes conos se llegan a percibirtambién otras variaciones de detalle que pueden deter-minar desproporciones locales en el número de cardonesfrente al de tabaibas, dependiendo de que el sustrato seamasivo o esté más suelto. Uno de los ejemplos más lla-mativos se da en las laderas orientales de Montaña Agu-zada, donde las manifestaciones de cardonal-tabaibalsobre las coladas rebosantes del cráter dejan paso a ta-baibales en las laderas bajas.

El cardonal-tabaibal de las coladas tiene sus mejoresexpresiones en los sectores de la plataforma costera me-nos transformados por el hombre y con menores recu-brimientos superficiales de finos. Es decir, en los espa-cios que nunca han soportado la instalación de parcelasagrícolas y en los que las acumulaciones de sedimentosfinos removilizados por la arroyada han tenido menorimportancia20. Las principales manchas se localizan, porun lado, al oeste de Montaña La Caraba, a lo largo deuna franja que limita al norte con la urbanización Palm-Mar y al sur con las explotaciones agrícolas abandona-das con menor grado de recolonización vegetal de todoel Malpaís21; y, por otro, al sur de Montaña Grande, a loancho de una superficie de contorno muy irregular que,englobando a Montaña Pardela, llega casi hasta la líneade costa, cubriendo un frente de la misma que abarcadesde el Caletón de los Goros hasta la finca Bonny. Lacontinuidad de esta segunda mancha es menor y en me-dio de ella, coincidiendo con sectores deprimidos en losque se registra una cierta concentración superficial de fi-nos, no es extraña la individualización de pequeñasmuestras de tabaibal o de los otros matorrales que colo-nizan las depresiones endorreicas.

Al margen de estas dos grandes manchas y eviden-ciando la fidelidad de esta unidad con los sustratos me-

nos alterados, salpican también toda la plataforma encla-ves muy puntuales, que se significan, a modo de islotes,en medio de los tabaibales o de otros matorrales de sus-titución. Estas microunidades de cardonal-tabaibal coin-ciden con los coneletes y túmulos lávicos del Malpaís yrecolonizan los apilamientos de piedras realizados porlos campesinos para preparar las parcelas de cultivo.

La incidencia de otros factores mesológicos, menosdecisivos que el sustrato, tiende a hacerse notar a travésde modificaciones menos espectaculares. Así, la mayorresistencia a la salinidad ambiental de la tabaiba dulcefrente al cardón suele provocar una decantación de estasunidades hacia tabaibales en sus frentes costeros. Dondemejor se aprecia este hecho es en el cardonal-tabaibaldispuesto al oeste de Montaña La Caraba. Por otra parte,la degradación antrópica de esta unidad (proximidad acanteras de extracción de picón, escombreras…) suelereflejarse en la composición florística con la incorpora-ción de especies tales como la tabaiba salvaje (Euphor-bia obtusifolia), la tunera (Opuntia dillenii) o una plantahalonitrófila como la brusca (Salsola longifolia).

2. EL TABAIBAL DE LOS SUSTRATOS CON MAYORES

RECUBRIMIENTOS DE FINOS

Las manifestaciones de esta unidad están definidaspor un matorral bajo, en el que las plantas casi nunca su-peran el metro de altura, abierto, con recubrimientos in-feriores al 50% y, florísticamente, dominado por la ta-baiba dulce (Euphorbia balsamifera). Junto a ella desta-can, como acompañantes más habituales, Lycium intri-catum y Schizogyne sericea.

20 Inventario 2 del Cuadro II.21 Esta manifestación de cardonal-tabaibal queda fuera del perímetro que

delimita la Reserva Natural Especial del Malpaís de la Rasca.

FIG. 8. Tabaibal subarbustivo en la plataforma que enlaza con untabaibal abierto y de porte rastrero en el cono.

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El determinante ambiental de este tabaibal vuelve aser el sustrato, pero ahora combinado con la tolerancia ala salinidad litoral. Las diferentes graduaciones con lasque se combinan estos requisitos permiten la apariciónde una cierta diversificación interna en este matorral.En concreto, se han diferenciado hasta tres tipos princi-pales de tabaibales dulces, todos ellos vinculados siem-pre a la existencia de unos horizontes edáficos superfi-ciales más alterados que sobre los que se instala el car-donal-tabaibal.

Por lo general, los tabaibales más exuberantes y de-sarrollados se localizan en el enlace basal de las laderasde los conos, allí donde las condiciones de humedadedáfica y de acumulación de materiales finos de acarreoaportados por la arroyada son más favorables para la ve-getación. A estos factores hay que añadir, además, lamenor virulencia del viento, dado el emplazamiento in-terior de los edificios volcánicos. Estas combinacionesambientales se dan, fundamentalmente, en el área decontacto de la plataforma con las laderas occidentales deMontaña Grande y, en menor medida, en los cráteres delos conos y, por último, en los pequeños rellanos escalo-nados y depresiones que se organizan en el interior delas coladas22.

La disponibilidad de sustratos más alterados, de ba-lances hídricos menos deficitarios por concentración delas aguas de escorrentía, y las condiciones de abrigo setraducen en la aparición de tabaibales más densos, conejemplares de portes más elevados y con una gama flo-rística, por lo general, más variada, como demuestra lapresencia destacada de especies tales como la leña bue-na u orijama (Neochamaelea pulverulenta) o el gualdón(Reseda scoparia). Frente a éstos, en las laderas de losconos, sobre sustratos más superficiales y de texturamás grosera, con desequilibrios de escorrentía-infiltra-ción más acentuados y más afectadas por la intensidaddel viento, los tabaibales reaccionan con adaptacionesque implican la adquisición de portes más achaparrados,menor densidad de recubrimiento y gama florística másaustera23. Dentro de esta última llama la atención el pro-tagonismo local que llega a alcanzar el balo (Plocamapendula), cuya presencia, además de estar siempre liga-da a los cauces de las barranqueras como sucede en laplataforma, debe guardar relación con una cierta tole-rancia a la movilidad morfogenética del sustrato.

Por último, la resistencia a la salinidad de la tabaibadulce le permite colonizar también terrenos inmediatosal litoral aunque no sean los más idóneos para su creci-miento24. Estos tabaibales adaptados a la salinidad se ca-racterizan por el predominio de las tallas rastreras y lainclusión de algunas especies halófitas, como el tomillomarino (Frankenia laevis) o la siempreviva de la mar(Limonium pectinatum). La existencia de estos tabaiba-les costeros puede ser disputada en algunos enclavesmuy concretos por un matorral de sustitución herbáceo,integrado por especies de gran valencia ecológica sobreel Malpaís, como Lycium intricatum, Schizogyne seri-cea, Launaea arborescens e, incluso, alguna más espe-cializada como Artemisia ramosa25. Este tipo de mato-rrales suele desarrollarse en los terrenos más transitados,atravesados por senderos, que quedan entre las comuni-dades halófitas y las antiguas parcelas agrícolas.

3. LOS MATORRALES DE LOS LLANOS ARCILLOSOS Y

LAS HUERTAS ABANDONADAS

Bajo este epígrafe se incluyen una serie de unidadesvegetales que ocupan sectores llanos y deprimidos enlos que se registran, a menudo, fenómenos de encharca-miento. Estas inundaciones temporales se producen nor-malmente tras los períodos de lluvias y son propiciadaspor la impermeabilidad de los sustratos arcillosos querellenan esos espacios y la ineficacia de sus redes dedrenaje. En la existencia de estas unidades se combinandiversos orígenes. Algunas de estas vaguadas arcillosas,las de dimensiones más reducidas, se corresponden conpequeñas hondonadas estructurales de las coladas en lasque quedaban represados y se decantaban los sedimen-tos finos transportados por la arroyada; otras, respon-diendo a los mismos procesos de carácter natural fueron«mejoradas» por el hombre para optimizar sus rendi-mientos como parcelas de cultivo; y, finalmente, otrasson antiguas huertas abandonadas en proceso de recolo-nización vegetal, que puedan experimentar también fe-nómenos de encharcamiento. Esta diversidad de combi-naciones de factores causales sirve para explicar, engran parte, el reparto espacial de estos matorrales y surelativa heterogeneidad.

La distribución de estos llanos y hoyas sobre la pla-taforma aparece concentrada en dos principales man-

24 Inventario 3 del Cuadro II.25 Inventario 6 del Cuadro II.

22 Inventario 5 del Cuadro II.23 Inventario 4 del Cuadro II.

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chas dispuestas al este y al oeste de la alineación de co-nos Montaña Aguzada-Montaña Grande-Montaña Par-dela. Por el sur, el contacto de estas dos manchas quedainterrumpido por las coladas que se extienden entreMontaña Pardela y el Faro. Este reparto parece plena-mente justificado teniendo en cuenta que esos dos secto-res debieron contar con mayores disponibilidades edáfi-cas para la implantación de cultivos. Por un lado, al oes-te de Montaña Grande, por ser uno de ámbitos más be-neficiados de la sedimentación aluvial y coluvial deriva-da de la actividad de la escorrentía en las laderas delflanco occidental de dicho edificio volcánico. Por otro,al este de la alineación eruptiva, por coincidir con el co-no de deyección del Barranco de Tagoro o de Las Galle-tas. Aparte de estas manchas en las que la mayoría delos matorrales se pueden incluir en una lenta dinámicade recuperación del paisaje vegetal, se reconocen tam-bién otras hoyas endorreicas, menores y más dispersas,en medio de las coladas.

La cubierta vegetal de estos llanos y cubetas arcillo-sos está caracterizada por el predominio de plantas ras-treras, en su mayoría inferiores a medio metro y de es-caso recubrimiento26. Entre las especies que más se repi-ten en las distintas manifestaciones de estos matorralesdestacan el salado blanco (Schizogyne sericea), la aula-ga (Launaea arborescens), y dos anuales soseras comoel cosco o vidrio (Mesembryanthemum nodiflorum), labarrilla (Mesembryanthemum crystallinum) y la patilla(Aizoon canariense). Estas plantas, ya sea de manera in-dividual o combinada, llegan a definir por su abundan-cia llanos u hoyas concretas. En otros casos, el predomi-nio florístico corresponde localmente a otras matas, co-mo sucede con la brusca (Salsola longifolia) en lashuertas y terrenos removidos situados entre las casas deEl Banco y en la Mareta del Faro. Como acompañantesde estas especies y, por lo tanto, con un protagonismomenor, también aparecen el espino de mar (Lycium in-tricatum), el gualdón (Reseda scoparia), algunos coloni-zadores pioneros del tabaibal, como la tabaiba dulce(Euphorbia balsamifera) y el balo (Plocama pendula), oel raro incienso morisco (Artemisia ramosa) que tiene,precisamente en el Malpaís de la Rasca, la mejor pobla-ción de Tenerife27.

Las distintas especies tienden a disponerse en los lla-nos y las hoyas con arreglo a unas determinadas pautasde distribución interna. Así, lo normal es que el centro

del llano o el sector más deprimido y, por ello, en el queel encharcamiento es más habitual y perdurable, no al-bergue ninguna planta. En torno a él, la primera orla decolonización vegetal, casi siempre bastante ancha, laocupan las plantas soseras (Mesembryanthemum sp. yAizoon canariense). Su continuidad espacial sólo es inte-rrumpida por los regatos, a veces flanqueados por indivi-duos de Schizogyne sericea, que canalizan la escorrentíahacia el área inundada, o por algún islote rocoso concardonal-tabaibal. Por último, en la orla más externa selocalizan las otras especies citadas, sobresaliendo o noalguna de ellas por su abundancia, y mostrando también,en algunos casos, concentraciones locales de ciertasplantas acompañantes, sobre todo de Reseda scoparia yde Artemisia ramosa. Este modelo admite numerosas va-riantes y algunas excepciones. Entre ellas cabe referirse ala aparición singular de un seto de tarajales (Tamarix ca-nariensis) envolviendo el sector inundable de una hoya,próxima al litoral, que se localiza entre las coladas queafloran en las inmediaciones del Caletón de los Goros.

Al margen de estos llanos y hoyas encharcables perocompartiendo el origen antrópico de algunos de ellos,

26 Inventario 7 del Cuadro II.27 Plan Director de la Reserva Natural Especial de Malpaís de la Rasca.

FIG. 9. Esquema de funcionamiento de una hoya.

Cardonal-tabaibalsobre coladas

Tabaibalsobre coladas

Orla exterior deReseda scoparia

Área inundable

Área de inundaciónmás frecuente y duradera

Seto de Tamarixcanariensis

Orla deMesembryanthemum sp.y Aizoom canariense

0 50 100 m.

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hay que hacer alusión a las huertas sin recubrimientovegetal que se localizan en el noroeste del Malpaís.Aunque según las fuentes consultadas estas parcelasagrícolas no figuraban en explotación en 199128, lo cier-to es que sobre el terreno hay indicios que inclinan a

pensar que se cultivaron en fechas más recientes. Asíparecen reflejarlo el carácter esponjoso y no apelmaza-do del horizonte superior del suelo, pero, sobre todo, elgrado de desertización vegetal que presentan. Aparte delas soseras anuales, con recubrimientos de marcada es-tacionalidad, la desnudez vegetal de los suelos es casiabsoluta. Las únicas muestras se limitan a ejemplaresaislados, todo lo más en agrupamientos de dos o tres in-dividuos, de especies tales como la tabaiba dulce (Eu-28 Catastro de Riqueza Rústica de 1991 (MEJÍAS, 2003).

CUADRO II. Inventarios de vegetación

Nº de inventario 1 2 3 4 5 6 7 8

Altitud (m) 30 20 10 105 30 30 10 2Pendiente (°) 25 5 5 30 – – 5 5Exposición SSO SSO SSO NO – – S O

Estrato arbustivo (1-3 m) 1 1 – 1 1 – – –Estrato subarbustivo (0,5-1 m) 3 3 – 1 3 – 1 –Estrato herbáceo (< 0,5) 1 2 2 2 1 3 3 1

3 Euphorbia canariensis + + – – – – – –Euphorbia balsamifera – 1 – + 1 – – –

2 Euphorbia canariensis 1 1 – + – – – –Euphorbia balsamifera 2 3 – 1 3 – + –Euphorbia obtusifolia – – – + – – – –Schizogyne sericea + – – – – – 1 –Lycium intricatum – – – + 1 – – –Plocama pendula – + – + + – + –Launaea arborescens – – – – – – + –Neochamaelea pulverulenta + – – – 1 – – –Opuntia dillenii + – – – – – – –

1 Euphorbia balsamifera 1 + – 2 1 1 + +Schizogyne sericea – 2 1 + – 1 2 +Launaea arborescens – – + – – + 1 –Mesembrianthemum crystallinum – 1 + – – – – –Ceropegia fusca – – – – – – + –Lycium intricatum + – 1 + + – + –Schilla haemorrhoidalis – – – + – – – –Neochamaelea pulverulenta – – + + + – – –Limonium pectinatum – 1 1 – + – – +Frankenia laevis – – + – – – – –Plocama pendula – + + + + – + –Euphorbia canariensis + 1 – – – – – –Reseda scoparia + – – + 1 – + –Artemisia ramosa + – – – – + – –Opuntia dillenii – – – – – – + –Micromeria hyssopifolia – – – – – 2 + –Kleinia neirifolia – – – – – + – –Salsola longifolia – – – + – – – –Zygophyllum fontanesii – – – – – – – +Mesembrianthemum nodiflorum – – – – – 2 – –Patellifolia patellaris – – – – – + – –Atriplex glauca – – – – + – – –Gramíneas – – – – – – + –

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phorbia balsamifera), la aulaga (Launaea arborescens),el balo (Plocama pendula), el espino de mar (Lyciumintricatum) o la tunera (Opuntia dillenii), que, por suemplazamiento, en los bordes de las parcelas, y el portesubarbustivo con el que se presentan, parecen másejemplares maduros residuales de la primitiva cubiertavegetal que recolonizadores pioneros de terrenos agrí-colas abandonados.

Esas mismas plantas, más alguna otra (Schizogynesericea, Reseda scoparia, Salsola longifolia), con ma-yor recubrimiento espacial, protagonizan la recupera-ción vegetal de las antiguas parcelas agrícolas que sedisponen en el extremo nororiental del ámbito, al este dela alineación de los conos.

4. LA VEGETACIÓN DE LA FRANJA LITORAL

Se trata de un estrecho cinturón de especies halorre-sistentes que, con portes rastreros y distribuidas de ma-nera muy diseminada, crecen en las inmediaciones de lalínea de costa, por encima del nivel de la pleamar, so-bre los sustratos rocosos de las coladas. Estas plantascombinan la tolerancia salina con una adaptación rupí-cola, pues en estas estribaciones litorales de la platafor-ma, la cubierta coluvial es tremendamente discontinuay esquelética.

Las fitocolonizadoras de estos sectores costeros, ex-puestos ocasionalmente a las salpicaduras del mar yafectados continuamente por la «maresía», se implantansobre las rasas y frentes acantilados de las coladas, ex-plotando los escasos finos de alteración que se concen-tran en sus grietas y diaclasas. Estas exigencias am-bientales resultan extraordinariamente selectivas y con-dicionan las características de la cubierta vegetal29. Enparticular, reducen muchísimo el espectro florístico yrebajan al mínimo la densidad del recubrimiento. Estosrasgos se imponen de tal manera que se presentan comocaracteres homogeneizadores de todas las manifestacio-nes. A pesar de ello, es posible apreciar dentro de estavegetación halófila ciertos matices diferenciadores consignificado espacial. Se puede así hablar de un matorralralo y disperso, en el que junto a la uva de mar (Zy-gophyllum fontanesii) dominante, se reconocen ejem-plares aislados de especies tales como la margarita(Argyranthemum frutescens), la siempreviva de la mar(Limonium pectinatum), el tomillo marino (Frankenia

laevis) o el salado blanco (Schizogyne sericea). Por de-lante del mismo, en la primera línea costera, se distin-gue otra variante de esta unidad, de mayor especializa-ción halófila, definida por la presencia exclusiva de Zy-gophyllum fontanesii.

IVCONCLUSIONES

El paisaje vegetal del Malpaís de la Rasca constituyeel exponente más visible de las relaciones dialécticasque se establecen entre los diferentes componentes me-sológicos que allí concurren. La influencia de esos fac-tores ambientales, incluido el hombre, no es paritaria:todos los condicionantes se hacen notar pero sus efectosse traducen a diferentes escalas espaciales. Mientras quelos de naturaleza climática influyen fundamentalmente apequeña escala, en todo el ámbito de estudio, los restan-tes agentes se muestran más decisivos a escalas espacia-les de más detalle.

Los pequeños desniveles altitudinales, absolutos yrelativos, y la generalizada homogeneidad topográficadel Malpaís determinan que las variaciones climáticaslocales y puntuales sean poco contrastadas. Es decir, nilos gradientes climáticos altitudinales, ni los contrastesde abrigo-exposición a los vientos y, menos aún, los desolana-umbría a la insolación, adquieren la importancianecesaria como para caracterizar unidades específicasdel paisaje vegetal. La incidencia climática donde másexplícitamente se manifiesta es a escala de todo el Mal-país, determinando el tipo de formación vegetal que so-29 Inventario 8 del Cuadro II.

FIG. 10. Entre los llanos arcillosos colonizados por Mesembryan-themum sp. se individualizan islotes pedregosos con un cardonal-ta-baibal.

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bre él se desarrolla: una manifestación del matorral xe-rófilo canario.

Por el contrario, los factores geomorfológicos, res-ponsables de los tipos e intensidades de procesos quehan intervenido en la evolución del relieve y, por ello,de los fenómenos de alteración del roquedo y, en con-secuencia también, de la diversificación del sustrato, sepresentan como los más trascendentes a la hora de in-terpretar las principales discontinuidades internas de lacubierta vegetal. Su importancia en la articulación delpaisaje vegetal sólo llega a ser equiparable al papel quedesempeña la actividad humana. Ambos tipos de facto-res deben valorarse, entonces, como los más concluyen-tes y efectivos en el reparto de las principales unidadesfitogeográficas. Sus repercusiones sobre la vegetaciónse anteponen a las de otros condicionantes, como la sa-linidad, de influencia espacial más reducida.

La vegetación de Rasca constituye un registro fieldel estado de su paisaje, pues traduce las consecuenciasde los tipos de coexistencia espacial que se han dadoentre unos factores de orden físico o naturales y otrosde índole antrópica. A la vista de su diversidad e iner-cia cabe pensar que, salvo algunas disarmonías con re-percusiones incluso todavía impactantes (canteras depicón), la naturaleza y el hombre han sostenido en esteterritorio una convivencia relativamente respetuosa,que, al menos hasta bien entrado el siglo XX, se ha po-dido llevar a cabo sin grandes sobresaltos, sucediéndo-se las acciones y las reacciones de manera más o menosinmediata e ininterrumpida.

Como en cualquier otro sitio, el equilibrio entre es-tas dos categorías de factores ha podido mantenersemientras los principales tipos de aprovechamientos hu-manos registrados sobre el Malpaís se orientaban fun-damentalmente a satisfacer la demanda de productosalimenticios. Estas relaciones implicaban vínculos dedependencia que obligaban a explotar el medio pero só-lo hasta un extremo que no hiciera peligrar su conser-vación.

La marginalidad geográfica y económica propicióque estos usos perduraran en Rasca más tiempo, fomen-tando de esa manera la aplicación inconsciente de loque hoy se asimilaría a un modelo de «desarrollo soste-nible», y posibilitando también una mayor preservacióndel territorio. Fue a partir de la ruptura de ese sistematradicional de aprovechamiento antrópico, en la segun-da mitad del siglo pasado, cuando empezaron a sentirseen Rasca las huellas humanas más irreversibles y defundamentos más distantes de los que rigen el ordennatural. Con la posterior declaración de espacio prote-gido se consiguió contener, en gran medida, esa diná-mica degenerativa y se replantearon los usos del Mal-país orientándolos hacia la conservación y potenciaciónde sus recursos. La consecución de estos objetivos exi-ge conocer los ritmos de evolución de los distintos fac-tores del medio para, en función de ellos, decidir lasmodalidades e intensidades de intervención.

A grandes rasgos, se pueden distinguir dos impor-tantes tipos de tendencias evolutivas que requierenigualmente distintas medidas de actuación. Así, mien-tras los manifestaciones antrópicas exigen accionesefectivas destinadas a restaurar o implementar los recur-sos culturales (arqueológicos, etnográficos e históricos),las unidades de paisaje regidas por los factores natura-les sólo precisan que se respeten sus ritmos de evolu-ción pausados. De esa manera, en equilibrio con lascombinaciones ambientales reinantes en cada momento,las diferentes unidades vegetales evolucionarían renta-bilizando al máximo las cualidades de los ámbitos terri-toriales que ocupan. La consolidación de esta dinámicaprogresiva obviamente se debería notar en las caracte-rísticas florísticas y fisonómicas de todas las comunida-des (cardonal-tabaibal, tabaibales dulces y halófitas),pero, indudablemente, sus efectos más espectaculares seapreciarían en los matorrales que están recolonizandolas explotaciones agrícolas abandonadas, que, en mu-chos casos podrían culminar con el desarrollo de mani-festaciones de tabaibal.

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Recibido: 12 de junio de 2005Aceptado: 15 de septiembre de 2005