EL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN LA CUENCA DEL DUERO: LA UNIDAD ... · A diferencia de los valles, ......

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1. Presentación El primer testimonio de industrias paleolíticas en los páramos terciarios de la Cuenca del Duero se remonta a 1987, cuando una serie de trabajos de prospección llevados a cabo con motivo del Inven- tario Arqueológico de la provincia de Valladolid des- cubren diversas acumulaciones de objetos líticos en los páramos de Tudela de Duero y La Parrilla (Valla- dolid). Del mismo modo, en la campaña de prospec- ción 1992-1993 del Inventario Arqueológico de la provincia de Burgos se registran varias series líticas en los páramos de Corcos (Díez Martín, 1996, 1999). Desde el primer momento, la peculiaridad de estos emplazamientos amplía el modelo de ocupa- ción humana de época pleistocena conocido hasta © Universidad de Salamanca Zephyrus, LXVI, julio-diciembre 2010, 39-56 ISSN: 0514-7336 EL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN LA CUENCA DEL DUERO: LA UNIDAD ECOLÓGICA DE PÁRAMOS The Early Paleolithic in the Duero basin: the Ecological Unit of Plateaus Policarpo SÁNCHEZ YUSTOS y Fernando DÍEZ MARTÍN Universidad de Valladolid. Departamento de Prehistoria y Arqueología. Pza. del Campus, s/n. 47011 Valladolid Recepción: 2010-06-04; Revisión: 2010-07-09; Aceptación: 2010-11-04 BIBLID [0514-7336 (2010) LXVI, julio-diciembre; 39-56] RESUMEN: El objetivo de este trabajo es la síntesis arqueológica de los restos paleolíticos recuperados en la Unidad Ecológica de Páramos, a su vez, dividida en páramos y valles. Las series líticas de ambos ambientes han sido recogidas mediante desiguales estrategias de prospección. A diferencia de los valles, en los páramos hemos realizado una intensa y compleja labor de prospección, acompañada de un riguroso control de los procesos ta- fonómicos que han incidido en la formación de los conjuntos líticos. La extensión regional del modelo de ocu- pación llevado a cabo en los páramos ha resultado ser una perfecta oportunidad para ensayar interpretaciones de corte tecno-económico que nos permiten relacionar y explicar la variabilidad tecnológica que registra esta Unidad Ecológica. Palabras clave: Cuenca del Duero. Páramos del Duero. Paleolítico Antiguo. Arqueología distribucional. Patrones de ocupación. Prospección. ABSTRACT: The aim of this paper is to summarize or study of the Paleolithic remains retrieved from the Ecological Unit of Plateaus, divided in plateaus and valleys. The lithic remains of both environments have been collected by different survey strategies. Unlike the valleys, we have undertaken an intense and complex survey program in the plateaus, accompanied by a rigorous control of the taphonomic processes that have in- fluenced the formation of the lithic assemblages. The regional settlement pattern observed in the plateaus has provided a perfect opportunity to test the techno-economical interpretations that allow us to link and explain the technological variability of the Ecological Unit of Plateaus. Key words: Duero Basin. Duero plateaus. Early Paleolithic. Distributional Archaeology. Settlement patterns. Survey.

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1. Presentación

El primer testimonio de industrias paleolíticasen los páramos terciarios de la Cuenca del Duero seremonta a 1987, cuando una serie de trabajos deprospección llevados a cabo con motivo del Inven-tario Arqueológico de la provincia de Valladolid des-cubren diversas acumulaciones de objetos líticos en

los páramos de Tudela de Duero y La Parrilla (Valla-dolid). Del mismo modo, en la campaña de prospec-ción 1992-1993 del Inventario Arqueológico de laprovincia de Burgos se registran varias series líticasen los páramos de Corcos (Díez Martín, 1996, 1999).

Desde el primer momento, la peculiaridad deestos emplazamientos amplía el modelo de ocupa-ción humana de época pleistocena conocido hasta

© Universidad de Salamanca Zephyrus, LXVI, julio-diciembre 2010, 39-56

ISSN: 0514-7336

EL PALEOLÍTICO ANTIGUO EN LA CUENCA DEL DUERO:LA UNIDAD ECOLÓGICA DE PÁRAMOS

The Early Paleolithic in the Duero basin: the Ecological Unit of Plateaus

Policarpo SÁNCHEZ YUSTOS y Fernando DÍEZ MARTÍN Universidad de Valladolid. Departamento de Prehistoria y Arqueología. Pza. del Campus, s/n. 47011 Valladolid

Recepción: 2010-06-04; Revisión: 2010-07-09; Aceptación: 2010-11-04

BIBLID [0514-7336 (2010) LXVI, julio-diciembre; 39-56]

RESUMEN: El objetivo de este trabajo es la síntesis arqueológica de los restos paleolíticos recuperados en laUnidad Ecológica de Páramos, a su vez, dividida en páramos y valles. Las series líticas de ambos ambientes hansido recogidas mediante desiguales estrategias de prospección. A diferencia de los valles, en los páramos hemosrealizado una intensa y compleja labor de prospección, acompañada de un riguroso control de los procesos ta-fonómicos que han incidido en la formación de los conjuntos líticos. La extensión regional del modelo de ocu-pación llevado a cabo en los páramos ha resultado ser una perfecta oportunidad para ensayar interpretacionesde corte tecno-económico que nos permiten relacionar y explicar la variabilidad tecnológica que registra estaUnidad Ecológica.

Palabras clave: Cuenca del Duero. Páramos del Duero. Paleolítico Antiguo. Arqueología distribucional.Patrones de ocupación. Prospección.

ABSTRACT: The aim of this paper is to summarize or study of the Paleolithic remains retrieved from theEcological Unit of Plateaus, divided in plateaus and valleys. The lithic remains of both environments havebeen collected by different survey strategies. Unlike the valleys, we have undertaken an intense and complexsurvey program in the plateaus, accompanied by a rigorous control of the taphonomic processes that have in-fluenced the formation of the lithic assemblages. The regional settlement pattern observed in the plateaus hasprovided a perfect opportunity to test the techno-economical interpretations that allow us to link and explainthe technological variability of the Ecological Unit of Plateaus.

Key words: Duero Basin. Duero plateaus. Early Paleolithic. Distributional Archaeology. Settlement patterns.Survey.

entonces en la Meseta Norte (Santonja, 1995). Conel objetivo de conocer en profundidad las caracte-rísticas de este fenómeno arqueológico, entre 1996y 2005, abordamos un proyecto de investigación.La intensa labor de campo acometida en este marco,diseñada a partir de una metodología propia de laArqueología distribucional, se ha ejecutado en dosetapas: en la primera se estudian los páramos de lamargen izquierda del Duero (Díez Martín, 2000) y,posteriormente, los páramos del interfluvio Duero-Pisuerga (Sánchez Yustos, 2002, 2009; Díez Martíny Sánchez Yustos, 2003, 2004).

El resultado final de este elaborado programa deintervención arqueológica ha sido la inspección de 555 puntos, la recogida de algo más de 25.000objetos líticos y el reconocimiento intensivo de unas250 ha. Hasta la fecha, se han publicado gran partede los numerosos datos (tecnológicos, territoriales ypostdeposicionales) que ha proporcionado el registrolítico recuperado en estas unidades ambientales (DíezMartín, 1996, 1999a, 1999b, 2000, 2003, 2004;Díez Martín y Sánchez Yustos, 2003, 2004, 2005;

Díez Martín et al., 2008a, 2008b;Sánchez Yustos, 2002, 2004a,2004b, 2009).

De tal forma, el presente tra-bajo tiene como eje principal larecogida y síntesis de toda la in-formación recabada y ya publi-cada. Si bien es cierto, en esta oca-sión queremos hacer especialhincapié en contextualizar la ocu-pación en páramo en relación conla contemporánea ocupación delos valles que seccionan estas pla-taformas calcáreas. Con este fin,adoptamos una serie códigos eco-espaciales, recientemente emplea-dos en la tesis doctoral de uno denosotros (Sánchez Yustos, 2009).Esta estrategia metodológica con-siste en una detallada deconstruc-ción eco-espacial de la Cuenca delDuero, a la que hemos divididoen tres grandes Unidades Ecoló-gicas (Páramos, Campiñas y Eco-tonos), cada una de las cuales estáarmada sobre diferentes UnidadesMorfoestructurales. La contextua-lización de la documentación ar-

queológica en función de estos parámetros nos hapermitido observar con precisión la relación trans-versal que se opera entre las estrategias tecno-eco-nómicas y el medio natural donde éstas se activan.

2. La Unidad Ecológica de Páramos

La cuenca sedimentaria del Duero puede ser di-vida en dos grandes Unidades Ecológicas: la UnidadEcológica de Páramos (UEP), que se localiza en lamitad oriental de la Meseta (Fig. 1); y la UnidadEcológica de Campiñas, que ocupa la mitad occi-dental. La morfogénesis de estas unidades se remontaa los umbrales del Cuaternario, cuando la Mesetapasa de un régimen sedimentario endorreico a exo-rreico. Este vaciado es protagonizado por el procesode jerarquización de la red fluvial, que estable dosniveles de plataformas: el inferior, formado por lascampiñas; y el superior, dominado por los páramos.Allí donde la erosión fluvial no desmantela el capa-razón calcáreo del Vallesiense superior permanecen

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FIG. 1. Áreas de actuación en la Unidad Ecológica de Páramos. En punteadola U.M. de Valles y en rayado la U.M. de Páramos: 1) Páramos deMontemayor; 2) Páramos de Corcos; 3) Páramos de la margen derechadel Duero; 4) Páramos del Jaramiel; 5) Páramos de la margen iz-quierda del Pisuerga; 6) Páramos de Torozos.

las mesetas elevadas de los páramos. Estasplataformas estructurales topográficamenteson interfluvios, ya que han sido secciona-das por la red fluvial (Cabrero, 1991: 26).De tal modo, geomorfológicamente, laUEP puede ser divida en: Unidad Morfo-estructural de Páramos (U.M.P.) y UnidadMorfoestructural de Valles (U.M.V.).

El distintivo paisajístico de la U.M.P.está marcado por un singular relieve do-minado por la línea recta. Estas mesetaselevadas rematan en una plataforma cal-cárea sobre la cual se instala un sistemakárstico tabular. Éste origina formacionessuperficiales como campos de dolinas y valles de di-solución (Fig. 2). Durante el Pleistoceno estas de-presiones se anegan y numerosas charcas tapizan lasparameras. Precisamente, el grueso del registro pa-leolítico que albergan estas superficies se concentraen torno a estas formaciones.

Por otra parte, la U.M.V. hace referencia a la redhidrográfica que atraviesa los páramos. Estos vallesen forma de artesa conectan con las mesas calcáreasa través de vertientes escarpadas. Las principales geo -morfologías que se detectan en estas unidades son:plataformas morfoestructurales, glacis y terrazas. Enestos últimos depósitos se localiza buena parte deregistro arqueológico aquí recabado. Este entramadohidrográfico, organizado en torno a dos grandes co-lectores (Duero y Pisuerga), está formado por dostipos de cursos fluviales. Por un lado, están aquelloscuyas fuentes se hallan en la orla montañosa de laMeseta y que durante un tramo de su recorrido,más o menos extenso, se encuentran flanqueadospor los páramos, de manera que entre sus numerososdepósitos aluviales abundan materiales metamórficoscomo la cuarcita. Por otro lado, están los que nacenen el interior de los páramos, carecen de la entidadde los anteriores y sus escasas cargas detríticas estáncompuestas por materiales calizos.

3. Una prospección encaminada

El modelo de investigación que hemos desarro-llado en los páramos terciarios de la Cuenca delDuero está constituido a partir de una intensa ycompleja labor de prospección. La hoja de ruta de este trabajo ha estado dirigida por los objetivos

marcados en cada ocasión, lo que nos ha llevado acombinar diferentes estrategias de prospección. Asi-mismo, la conjunción de la investigación superficialcon el análisis regional (propio de la Arqueologíadistribucional) nos ha permitido relacionar las fre-cuencias de objetos con los diferentes dominios eco-lógicos a los que están asociadas y, posteriormente,prestar especial atención a su distribución dentrode las unidades naturales en estudio.

El carácter superficial del registro arqueológicorecuperado en los páramos nos ha obligado a unexhaustivo “control de calidad” de los conjuntos lí-ticos recogidos, pues consideramos que es el únicocamino para una producción de datos serios y fiablesen este singular contexto. Las principales herramien-tas que hemos empleado a este respecto, y que acontinuación desarrollamos, son: una concienzudametodología de prospección; un esclarecimiento delos procesos tafonómicos que inciden en la forma-ción de los conjuntos superficiales; y un reconoci-miento de las características geológicas de las uni-dades prospectadas y del ambiente original deabandono de los objetos, lo que nos ha permitidosu contextualización dentro de la matriz sedimen-taria de la que han sido extirpados. Todo ello se havisto favorecido por la ausencia casi total de restosarqueológicos pertenecientes a otros periodos, cir-cunstancia que desafortunadamente habría conta-minado el registro paleolítico. Por ejemplo, en laMeseta este suceso se ha detectado en los talleres desílex del Arlanzón y bajo Pisuerga, donde la resolu-ción cronocultural ha resultado muy complicada e,incluso, ha conducido a graves problemas de inter-pretación (Herrán et al., 1993; Navazo, 2006; Sán-chez Yustos y Díez Martín, 2006-2007).

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FIG. 2. Formaciones superficiales en los páramos.

3.1. Características geológicas y sedimentológicas de losyacimientos en páramo

A partir del Plioceno medio-superior y prolon-gándose durante todo el Cuaternario, se instala sobrela tabla caliza que corona la superficie morfoestruc-tural de los páramos un sistema endokárstico cuyasformaciones superficiales conforman un auténticocampo de dolinas (Fig. 2). Estas depresiones circu-lares u ovalares, de bordes suaves y nítidos, son ge-neradas por la disolución de la caliza, formándose

así depósitos de arcilla dedescalcificación (conoci-dos como terra rossa) quese sedimentan sobre el lis-tón calizo de la propiaúvala (Molina y Armen-tero, 1986; Díez Martín etal., 2008a).

En estas mesetas tam-bién se crean formacionessuperficiales de carácterfluvial: paleocauces de fon-do plano y laderas tendi-das. Estos vallejos o cho-rros son los vestigios deuna antigua red hidroló-gica de muy baja energía,formada en los primeroscompases del Cuaternario,aunque abandonada muypronto al quedar colgadauna vez que la red princi-pal inicia su encajamiento(Fig. 2). En ocasiones estoscanales se han trazado apartir de dolinas o úvalas,generándose así un procesomixto fluvio-kárstico. Encualquier caso, su activa-ción responde al gradientetopográfico que presentanlos páramos. Al igual quelas dolinas, durante elPleistoceno, estos paleo-valles se encharcan.

Los sondeos explora -torios llevados a cabo envarios puntos de las para-

meras del Duero han permitido establecer la crono-logía de sucesos sedimentarios de estas formacionessuperficiales y su relación con los restos paleolíticosabandonados en estos ambientes (Fig. 3). Obvia-mente, la secuencia sedimentaria de estas formacionesse inaugura con los procesos de disolución químicade la caliza, que conforme gana en profundidad seextiende su radio. Poco después, comienza la sedi-mentación del nivel arcilloso, que paulatinamenteva ganando presencia. Una vez está conformada laúvala y su tapón arcilloso, la depresión generada se

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FIG. 3. Principales episodios sedimentarios en las dolinas.

convierte en un idóneo contenedor del agua de llu-via, lo que propicia un ambiente lacustre. El afian-zamiento de los encharcamientos atrae la presenciadel hombre prehistórico, que en rededor de estasbalsas deja abandonados una serie de objetos depiedra. Éstos pasan algún tiempo a la intemperieantes de ir a parar a la depresión, arrastrados porfenómenos gravitacionales y/o endorreicos de pocaentidad. Una vez en su interior son cubiertos porlimos, arenas (arrastradas por el viento desde lascampiñas y los valles) y, finalmente, una serie defenómenos naturales de removilización de la laderaque terminan de colmatar estas formaciones super-ficiales, antes de que parte de su secuencia sea alte-rada por el arado en época reciente (Díez Martín etal., 2008a, 2008b).

3.2. Exposición área de los objetos

La actual ubicación en superficie de buena partede los objetos líticos recuperados en páramos estáoriginada por el laboreo agrícola. Por esta razón,desde el principio, en las labores de prospección lle-vadas a cabo en este ambiente se han diseñado mo-delos de intervención off-site propios de la Arqueo-logía distribucional (Díez Martín, 1999; Díez Martíny Sánchez Yustos, 2003, 2004; Sánchez Yustos, 2002,2009). Desde esta platea, estrechamente vinculadacon los estudios superficiales diseñados desde el pro-cesualismo, se han venido realizando una serie detrabajos experimentales en los que se abordan losefectos que causa el laboreo agrícola en los conjuntosarqueológicos (Ruldolph, 1972; Lewarch, 1979; Lewarch y O’Brian, 1981; Odell y Cowan, 1987;Reynols, 1989; Ammerman, 1985; Clark y Schofield,1991; Boismier, 1991, 1997).

Estos programas experimentales explican de quéforma los patrones originales de densidad y distribu-ción que se desarrollan inicialmente en el subsueloson destruidos total o parcialmente por los procesostécnicos de labrantío. A este respecto, en los páramosde Montemayor-Corcos también se han realizadoeste tipo de experimentaciones, lo que ha propor-cionado datos de primera mano sobre algunas cues-tiones de interés relacionadas con los procesos deformación de los agregados líticos reconocidos enla superficie de estas mesetas elevadas (Díez Martín,1996, 1999, 2000, 2003, 2004). Datos que, por otra

parte, están en perfecta sintonía con lo que se veníadiciendo acerca de las pautas generales que gobiernaneste tipo de procesos postdeposicionales.

En todos estos trabajos se deja bien claro cómola actual distribución de los objetos responde a des-plazamientos horizontales y verticales generados porel labrantío de las tierras. Según se explica, la dis-tancia que recorren horizontalmente los artefactossacados a la luz no es muy significativa. No se pro-duce una disgregación en grandes extensiones, aun-que sí que se detecta que cuantas más pasadas realizala maquinaria agrícola el área de disgregación au-menta, pero la densidad de objetos disminuye; sibien todos ellos son desplazados con independenciade su dimensión. En el caso que nos ocupa, la dis-persión horizontal no es significativamente impor-tante, en tanto en cuanto las concentraciones demateriales siguen en asociación directa con los am-bientes donde fueron abandonados primigeniamente(dolinas y vallejos) (Fig. 4).

También se produce un desplazamiento vertical,ya que el arado penetra entre 30 y 40 cm. La aradasaca a la superficie e introduce materiales arqueoló-gicos, lo que provoca una pérdida parcial o total dela estructura sedimentaria. Las consecuencias de estemovimiento ascendente y descendente se traducenen una distorsión de los patrones iniciales de densi-dad. Se origina un sesgo dimensional, los materialesde mayores dimensiones tienden a ser acumuladosen la superficie, mientras que una parte de los objetosde menor tamaño tienden a permanecer enterrados.No obstante, debemos tener presente que los mate-riales localizados en superficie no representan másdel 10% de la población total, aunque esta ratiopuede oscilar entre el 3% y el 33%.

3.3. Estrategias de prospección y áreas de actuación

Tras el descubrimiento de los primeros conjuntoslíticos en páramo se pone de manifiesto la necesidadde una profunda investigación que logre descifrarlos nuevos códigos espaciales y la estructura ocupa-cional desarrollada en estas unidades paisajísticas. Ala sazón, entre 1996 y 1998, con el motivo de latesis doctoral de uno de nosotros (Díez Martín,1999), se acomete el primer programa sistemáticode inspección de los páramos de la Cuenca delDuero. Este primer trabajo se centra en los Páramos

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de Montemayor-Corcos (Valladolid, Burgos y Se-govia). Aquí, en las parameras de la margen izquierdadel Duero, se plantea un contundente modelo deinvestigación en superficie provisto de una meto-dología distribucional. Este encuadre será el epicen-tro a partir del cual se traza el programa de actuaciónque se desarrolla en trabajos sucesivos (Sánchez Yus-tos, 2002; Díez Martín, 2003, 2004; Sánchez Yustos,2009).

Ante todo, la asunción de una estrategia de pros-pección inspirada en una metodología distribucionalimplica una marcada vocación territorial y paisajís-tica; habida cuenta de que el objetivo final de todaslas corrientes off-site es el reconocimiento de laspautas de desecho de los objetos arqueológicos a lolargo de un paisaje. Este procedimiento de análisisde las superficies arqueológicas tiene como punto de

partida la localización exacta de los objetos líticos yla diferencia de densidades a lo largo del territorio.La observación de estas pautas permite reconstruirlos modelos de territorialidad de los grupos humanosen una determinada región. En otras palabras, me-diante la información distribucional de los patronesde desecho y el control tafonómico de estas series,accedemos a las estrategias de movilidad y a las di-ferentes pautas de selección y uso del espacio.

En el modelo de investigación en superficie apli-cado en los Páramos de Montemayor-Corcos secombinan estrategias de prospección de coberturatotal con estrategias selectivas. El objetivo primordialde los trabajos de prospección intensiva es el reco-nocimiento de las concentraciones o espacios dealta densidad de artefactos líticos y su relación conlas cualidades paisajísiticas. Para ello se seleccionan

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FIG. 4. Plantas de distribución de objetos en cuatro conjuntos de páramo.

VALDECAMPAÑA 2

VALDEPERROS 2

PEÑALBA

VALDECAMPAÑA 1

determinados sectores que son cubiertos en su tota-lidad, de manera que cada vez que se localiza unaconcentración de materiales y se delimita su perí-metro, se procede al posicionamiento con estacióntotal de todos los objetos y su recogida íntegra. En total se documentan 40 grandes concentraciones,todas ellas relacionadas con formaciones superficialessituadas fundamentalmente en el borde de páramo.

Estos puntos con alta frecuencia de actividad lí-tica se superponen a lo que parece ser un fondoconstante y continuado de desecho, ya que todoslos sectores batidos están tapizados por artefactosdispersos y de escasa densidad. Ante esta circuns-tancia se diseñan fórmulas de prospección sistemá-ticas dirigidas a analizar este fenómeno de dispersión(ruido de fondo). Se plantea un modelo de muestreono probabilístico en el que mediante unidades demuestreo (círculos de 25 m de radio) se examinanlas densidades presentes en estas parameras. De talforma, en diferentes regiones se trazan amplias re-jillas de puntos que cubren tanto el borde como elinterior de estas plataformas calizas. En cada unade estas mallas, por cada kilómetro cuadrado teóricose insertan un total de 5 unidades. Pero ante el ele-vado número de puntos situados y la incapacidadpara cubrirlos todos de forma adecuada en el tiempodisponible, se establece una selección aleatoria quecubre la totalidad de las regiones seleccionadas. Alfinal, en los páramos de Montemayor-Corcos se si-túan y recogen los objetos líticos de 208 unidadesde muestreo.

Tras esta primera investigación sistemática sehace necesario comprobar si los patrones paleolíticosde espacialidad detectados en los páramos de la mar-gen izquierda del Duero están presentes en las mesascalizas adyacentes. Por este motivo planteamos unaprospección dirigida a los páramos del interfluvioDuero-Pisuerga. En estos trabajos localizamos 4concentraciones que vienen a confirmar que estefenómeno se extiende a los páramos de la margenderecha del Duero, los del Pisuerga y los del Esgueva(Sánchez Yustos, 2002).

El siguiente paso fue reconocer el pulso ocupa-cional que lucen estas parameras del interfluvioDuero-Pisuerga, vinculadas a distintos cursos fluviales(Duero, Pisuerga, Esgueva, Jaramiel, Bajoz, Hornijay Sequillo). A partir de este objetivo se activa unanueva ronda de prospecciones que continúa y retocael modelo distribucional planteado inicialmente en

los páramos del sur del Duero (Díez Martín y Sán-chez Yustos, 2003, 2004). Gracias a la experienciaacumulada sabemos que en torno a las dolinas y va-llejos, fundamentalmente aquellas ubicadas en elborde de páramo, se congrega el grueso de las activi-dades líticas desarrolladas en estos ambientes. Poreso, en esta ocasión no empleamos metodologías in-tensivas, sino un muestreo dirigido y aleatorio haciaaquellas exoformaciones localizadas en los márgenesde las parameras. En las grandes concentraciones re-conocidas situamos y recogemos todos los objetos.Sin embargo, a partir de ahora, en las unidades demuestreo que trazamos ya no se sitúan los artefactos,simplemente se recogen; habida cuenta de que lapauta de dispersión horizontal del arado sobre losmateriales ya está suficientemente definida y tan solonos interesa conocer la densidad de artefactos decada unidad, para de este modo calibrar las variacio-nes locales en la densidad de restos arqueológicos si-tuados en las dolinas y chorros presentes en estasplataformas precuaternarias.

En los páramos de la margen derecha del Duero,entre los municipios vallisoletanos de Villabáñez,Villavaquerín y Olivares de Duero, se desarrolla unacompleja intervención arqueológica. Por un lado,se sitúan 12 grandes concentraciones en las que sesitúan y recogen todos los materiales encontrados.En las 4 concentraciones ubicadas en el pago deValdecampaña (en el término de Olivares del Duero)se llevan a cabo unos sondeos de 2 m². En uno de ellos(Valdecampaña 4) se amplía la superficie de inter-vención a 7 m², ya que se constató por primera vezla conservación de materiales arqueológicos en ni-veles no alterados por el arado (Díez Martín et al.,2008b). Por otra parte, en este pago, donde existeun nutrido número de formaciones exokársticas,plantamos 30 unidades de muestreo compuestaspor cuadrados de 50 m de lado. De igual manera,establecimos 265 unidades de muestreo en los pá-ramos vallisoletanos del Jaramiel, Esgueva, margenizquierda del Pisuerga y en Los Montes Torozos.

4. Estrategias tecno-económicas

Los fundamentos teórico-metodológicos que hanpresidido los principales trabajos de investigacióndesgranados de la intervención arqueológica desa -rrollada en los páramos han dotado de una fuerte

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personalidad a los estudios tecnológicos realizadossobre los conjuntos líticos recuperados en este am-biente (Díez Martín, 1999; Sánchez Yustos, 2009).La extensión regional de este fenómeno ha resultadoser una perfecta oportunidad para ensayar interpre-taciones de corte tecno-económico, estrechamenterelacionadas con cuestiones de organización terri-torial. Además, un registro lítico no demasiado al-terado, al contrario de lo que sucede con las seriesrecuperadas en la superficie de las terrazas (sobrelos problemas de conservación en posición primariade los medios en terraza de la cuenca del Dueroconsultar: Santonja y Pérez González, 1984, 2000-2001), junto a un riguroso “control de calidad” deestas agregaciones artefactuales, ha permitido unaaproximación bastante fidedigna de las cadenas ope-rativas y de las estrategias de talla desarrolladas enesta Unidad Morfoestructural.

Durante el Pleistoceno medio, la vinculación en-tre las parameras y los valles adyacentes debió de seracusada, sobre todo si tenemos en cuenta que elgrueso de ocupación de ambas Unidades es con-temporáneo y que, además, comparten las mismasfuentes de aprovisionamiento de materias primas.Parece razonable que la explotación de ambos am-bientes forme parte de una misma estructura eco-nómica. Así pues, hemos considerado convenienteintegrar ambos ambientes dentro de una mismaUnidad Ecológica. Sin embargo, entre las series líti-cas de cada Unidad Morfoestructural se apreciansignificativas diferencias a nivel tecnológico, de pro-cesos postdeposicionales y, también, de estrategiasde prospección. De hecho, la casi totalidad de losconjuntos recogidos en los valles de la UE de Pára-mos proceden de prospecciones escasamente siste-mátizadas, en donde en ocasiones se ha optado poruna recogida discriminada de objetos, muchos delos cuales han sufrido severos procesos de tracciónhídrica, que han desfigurado notablemente la com-posición inicial y el lugar primario de abandono deestos conjunto líticos.

Por todo ello, no se puede hacer una justa com-paración entre los conjuntos de ambas Unidades Mor-foestructurales. En el caso de las series procedentesde los valles nos vemos obligados a realizar una meradescripción de las características morfotécnicas y sulocalización en relación a los niveles de terrazas defi-nidos en estas áreas. En cambio, el control de calidadaplicado a los conjuntos de páramo, unos procesos

postdeposicionales no excesivamente distorsionadoresy la adopción de unos determinados presupuestos teó -ricos nos han permitido elaborar una serie de inter-pretaciones de corte tecno-económico.

4.1. Documentación arqueológica en la U.M. de Valles

Las escasas series líticas localizadas en la UnidadMorfoestructural de Valles están constantementeasociadas a los grandes cursos fluviales (Duero y Pi-suerga). La razón es muy sencilla: son los únicosríos que cuentan con sendos depósitos de gravas endonde abunda la cuarcita, materia empleada por ex-celencia durante el Paleolítico Antiguo en toda laCuenca del Duero (Santonja y Pérez González, 2000-2001; Martín Benito, 2000; Sánchez Yustos, 2009).Por el contrario, sus tributarios (Esgueva, Jaramiel,Valcorba, Hornija y Bajoz) presentan escasas cargasdetríticas fuertemente dominadas por la caliza, ma-terial que no es empleado en las labores de talla.

En el valle del Duero, entre los depósitos aluvialesde la segunda mitad del Pleistoceno medio o losprimeros compases del Pleistoceno superior, menu-dean las localizaciones superficiales, aisladas y depoca entidad (Martín Fernández y Arribas Rejón,1996; Díez Martín, 1998; Sánchez Yustos, 2009).Los conjuntos mejor conocidos y más numerososson los recogidos en el nivel TD11 de las terrazasdel Duero, perteneciente a principios de la segundamitad del Pleistoceno medio (según la secuenciadescrita en la Hoja de Quintanilla de Onésimo delMapa Geológico de España). En las distintas cota-rras de este nivel, localizadas entre los términos deTudela de Duero y Traspinedo (Valladolid), se hanrecogido más de un millar de objetos que han sidodebidamente publicados (Díez Martín, 1998). Eneste mismo nivel, en el término de Boecillo tambiénse han documentado algunas series líticas (SánchezYustos, 2009: 965-972). Por otro lado, en el primernivel del Pleistoceno superior (TD14), en el términode Villabáñez, se ha registrado el único conjuntorecogido en excavación –de urgencia–, compuestopor algo más de un centenar de objetos. En defini-tiva, en esta unidad natural no se han realizado pro-gramas intensivos de prospección en todos los nivelesde terrazas. Más bien las escasas evidencias recono-cidas se corresponden con eventos aislados y rara-mente sistemáticos.

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En el tramo final del Pisuerga podemos distinguirentre dos tipos de conjuntos líticos. Por un lado,están las series localizadas en las terrazas, en las quepredomina la cuarcita; y, por el otro, nos encontra-mos con las series en las que domina el sílex. Estasúltimas se localizan principalmente en el términode Mucientes, en las cuestas de páramo, donde estánubicados sendos afloramientos de este material.

En las terrazas del Pisuerga se han realizado variostrabajos de prospección, más o menos intensivos,que han tenido como resultado la recuperación dediversos conjuntos líticos no excesivamente poblados(Sáez Martín, 1956; Rojo y Moreno, 1979; MartínFernández y Arribas Rejón, 1996). La mayoría delos artefactos integrados en estas muestras, con evi-dentes trazas de rodamiento fluvial, han sido recu-perados en terrazas de la segunda mitad del Pleisto-ceno medio, aunque también se han hallado escasosobjetos rodados en depósitos del final del Pleistocenoinferior y comienzos del medio. De todas estas lo-calizaciones la de mayor importancia es el yacimientode la finca de Canterac, ubicado en la ciudad deValladolid, en una terraza del final del Pleistocenomedio (TP12, según secuencia propuesta en la Hojade Valladolid del Mapa Geológico de España). Lacategoría de este sitio radica en que es el único yaci-miento pleistoceno en la Unidad Ecológica de Pá-ramos en donde se han descubierto restos fósilesasociados con objetos líticos. Sin embargo, más alláde una antigua publicación testimonial poco másse sabe de este importante hallazgo (Sáez Martín,1956).

En torno a los afloramientos de sílex situados enlas cuestas de páramo de la margen derecha del Pi-suerga, fundamentalmente en el término de Mu-cientes, son muy abundantes los restos líticos deeste material. Por este motivo este enclave ha sidocentro de referencia de multitud de prospecciones einvestigaciones (Wattenberg, 1959; Delibes, 1970;Martín Santamaría et al., 1986; Moratinos, 1986;Iglesias, 1986; Bengoechea, 1986; Bengoechea et al.,1987; Rojo Guerra y Val Recio, 1990; Herrán et al.,1993). Al sur de estas localizaciones de Mucientes,en las cuestas meridionales de los páramos de Toro-zos, también se han reconocido afloramientos de sí-lex de menor entidad. Por ejemplo, en el términode Arroyo de la Encomienda se han recogido en su-perficie varias piezas en sílex que han sido cataloga-das dentro del Paleolítico Antiguo (Ramón Sánchez,

1960; Rojo y Moreno, 1979). El gran problemaque presentan estas colecciones en sílex, como yahemos apuntado, es su adscripción cronocultural,pues esta vasta región ha funcionado como un in-menso taller durante gran parte de la Prehistoria, loque dota a este espacio de una gran complejidad ala hora de distinguir conjuntos líticos superficiales(Sánchez Yustos y Díez Martín, 2006-2007).

A pesar de estas dificultades, entre los abundantesobjetos recogidos no hay duda de que parte de elloscorresponden a momentos avanzados del PaleolíticoAntiguo (ibidem; Bengoechea et al., 1987; MartínSantamaría et al., 1986). En este sentido apunta elúnico yacimiento paleolítico excavado en este sector:El Palomar (Mucientes), cuya colección lítica fuecatalogada como de transición entre el PaleolíticoAntiguo y Superior (ibidem), aunque con posterio-ridad ha sido adscrito a una facie final del PaleolíticoSuperior (Corchón, 2003).

En relación con las principales características delos conjuntos recuperados en los depósitos de gravasde la Unidad Morfoestructural de Valles, podemosdestacar: la presencia de series cortas; el predominiode la cuarcita como materia prima; la abundanterepresentación de estrategias de producción simplesy de escaso desarrollo, tanto en matrices de mediano ygran formato; un importante peso específico delmacroutillaje dentro de las estrategias de configu-ración, de manera que el morfotipo más común esel bifaz. Dado que estas colecciones se localizan enlas propias fuentes de aprovisionamiento, es de su-poner que la inmensa mayoría de las cadenas ope-rativas aquí desarrolladas tienen un radio de acciónnetamente local. A este respecto se puede precisarmuy poco, la mayoría han sido recogidas en super-ficie y, además, han sufrido severos procesos post -deposicionales que sin lugar a duda han incididodecisivamente en la configuración de estas series.

Por otro lado, los conjuntos elaborados sobre sí-lex tienen unas características particulares que losdiferencian de los anteriores. En primer lugar, enlas estrategias de talla domina la explotación intensa,organizada y recurrente de la matriz, con notablesvisos de predeterminación. En la configuración so-bresalen los útiles de pequeño y mediano formato,mientras que el macroutillaje está restringido a unaspocas piezas. En general, se detecta una complejidadtécnica más acusada que la registrada en los con-juntos recogidos en las terrazas. Si bien, comparten

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con éstos una supremacía de cadenas operativas deámbito local, aunque presumiblemente los útiles conmayor coeficiente de complejidad pudieron formarparte de circuitos de movilidad. Por otro lado, dadasu localización (al margen del área de terrazas) losprocesos postdeposicionales que más incidencia hantenido sobre estas series son los de labrantío, apartede diversos fenómenos gravitacionales y de vertiente.

4.2. Documentación arqueológica en la U.M. de Páramos

Una de las principales conclusiones a las que hemos llegado tras el estudio y comparación de lasregiones de páramo prospectadas es que en todas ellasno se refleja la misma intensidad de ocupación. Éstaparece estar condicionada por la red hidrográfica y la distribución de las materias primas dentro de la misma. Los páramos que flanquean los grandescursos fluviales albergan una densidad de ocupaciónmucho mayor que la de sus tributarios.

Un claro ejemplo al respecto lo encontramos enlos páramos del Duero, donde se ha documentadouna densidad importante de ocupación, mientrasque en los páramos relacionados con sus tributarioso cursos de menor entidad (Jaramiel y Esgueva) laintensidad disminuye conforme los lugares de capta-ción de materias primas están más alejados (Fig. 5).Se refleja así la importancia que ostentan estos puntosa la hora de organizar la explotación y ocupación delterritorio (Díez Martín y Sánchez Yustos, 2005; DíezMartín et al., 2008a). Como dato relevante en estesentido, queremos subrayar que la mayor distanciaen el transporte de materiales y objetos cuarcíticos seha detectado en los páramos del Esgueva. Algunospuntos de esta unidad natural están a 15 km de dis-tancia de las fuentes de aprovisionamiento más cer-canas. En cambio, la presencia de sílex en páramo seciñe casi en exclusiva a los Páramos de los MontesTorozos y, principalmente, a la margen oriental deesta paramera, aquella que está relacionada directa-mente con el valle del Pisuerga y, por tanto, con losafloramientos de sílex. Sin embargo, en otras para-meras, la presencia de esta variedad de sílex es nula omeramente testimonial. No obstante, en las terrazasdel Duero podemos encontrar algunos nódulos deotra variedad de sílex, aunque su escasez en estos de-pósitos justifica su parca presencia en los conjuntosde las parameras del Duero.

Las diferentes densidades observadas entre lasregiones de páramo prospectadas se traducen en unadiversificación en el desarrollo de las cadenas ope-rativas técnicas. En este punto, es preciso aclararque partimos de la asunción de que las grandes aso-ciaciones de objetos son el resultado de varios pro-cesos de abandono de materiales. En este sentidohemos distinguido entre dos modelos bien diferen-ciados dentro de la estructura de ocupación de estasunidades naturales. Por un lado, en las paramerasdonde hay una mayor densidad de ocupación nosencontramos con puntos que reciben una gran cargade artefactos. En torno a estas charcas se efectúa unamplio despliegue de cadenas operativas y se realizael grueso de actividades. A la par, se registran charcasque muestran segmentos parciales de diferentes ca-denas operativas. Este comportamiento puede estarvinculado con actividades coyunturales diseminadasen una determinada unidad natural o bien, puedeestar relacionado con espacios satélites donde se de -sarrollan actividades específicas.

Por otro lado, en las mesas precuaternarias dondese ha registrado una baja densidad de objetos, la redde ocupación es de menor entidad y está sujeta aeventos coyunturales. En estas regiones menos tran-sitadas nos encontramos con estadios finales, mejordicho, con retazados inconexos de estadios finalesde cadenas operativas que han tenido un desarrolloregional. No obstante, en estos territorios tambiénse han encontrado algunos puntos con mayor den-sidad de objetos. En este caso, es posible que estascharcas funcionasen como centros referenciales desdedonde ordenar la explotación y el control de estosterritorios menos frecuentados.

Sobre esta red ocupacional se traza una heterogé-nea gestión espacial de las cadenas operativas, que notiene por qué estar relacionada con la densidad deobjetos. Tampoco esta desigual representación de lascadenas operativas está relacionada con los procesospostdeposicionales activos en estos ambientes, tieneque ver más bien con las propias estrategias de talla.Aquellas vinculadas con los sistemas de producción yconfiguración más simples tienen un desarrollo nointensivo e in situ. Las más progresivas muestran undesarrollo más extremo al estar insertas en circuitosde movilidad, de manera que aparecen diseminadaspor el territorio de ocupación. Por otro lado, en losobjetos con una elevada tasa de inversión técnica sedetecta un alargamiento de su vida útil.

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En relación a las carac-terísticas tecnológicas quepresentan los conjuntos depáramo, destaca el domi-nio de las estrategias de ta-lla simples. En concreto, elsistema de explotación uni-facial unipolar (longitudi-nal) es el más representado.Circunstancia que asemejaesta industria a la realizadaen los vecinos valles y en elresto de la Cuenca. Unaimportante diferencia esque en los páramos es bas-tante común la presenciade la técnica Levallois, aun-que no esté ampliamenterepresentada. Gran partede las matrices de este sis-tema de talla están agota-das y, sin embargo, en laslocalizaciones donde estosnúcleos aparecen no hayninguna evidencia que de-muestre que gran parte deestas secuencias de talla seha realizado en ese lugar.De hecho, como acabamosde adelantar, las estrategias de talla más sofisticadasson las más fragmentadas y presentan, por tanto, unamplio desarrollo regional.

En los conjuntos de páramo menudean los gran-des configurados (bifaces, picos y hendedores –poreste orden–), aunque cuantitativamente su presenciaes muy inferior a la documentada en los valles. Noobstante, cualitativamente hay diferencias muy sig-nificativas, de las que nos ocuparemos seguidamente.Continuando con las estrategias de configuración,la mayor semejanza entre ambos tipos de yacimientoses la elaboración y el empleo de los mismos morfo-tipos de pequeño y mediano formato (raederas, den-ticulados, muescas, perforadores y puntas –por esteorden–), mucho más numerosos en los páramos que en los valles. Si bien, esta última circunstanciabien puede responder a la desigual incidencia quehan tenido los procesos postdeposicionales en cadaUnidad Morfoestructural.

Todas estas características comentadas se corres-ponden a los conjuntos elaborados sobre cuarcita,

que son la mayoría. Empero, en la margen orientalde la paramera de Torozos abundan las series en lasque el sílex es el material protagonista. En este caso,sus particularidades morfotécnicas son las mismasque hemos enumerado en el caso de las coleccionesrecuperadas en Mucientes, de las que se encuentranmuy próximas.

Dicho lo cual, es evidente que la ocupación enpáramo, a diferencia con lo observado en los vallesde la Unidad Ecológica de Páramos, tiene como re-sultado una multiplicación, alargamiento y frag-mentación de las cadenas operativas. De este modo,conviven cadenas de desarrollo local y regional. Estacircunstancia está determinada por la ocupación yexplotación de una Unidad Morfoestructural en laque no hay materias primas autóctonas, ya que lasfuentes más cercanas están enclavadas en los valles.Al páramo se suben, pues, materiales brutos y objetos(pre)formateados (algunos núcleos y grandes confi-gurados) procedentes de los valles. Con razón, comoya hemos explicado, la pauta de ocupación de las

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FIG. 5. Tipos de densidad en los conjuntos líticos de los páramos de la margen derecha delDuero, Jaramiel y Esgueva.

parameras está supeditada en gran medida a las fuen-tes de aprovisionamiento.

Esta lejanía de los lugares de abastecimiento setraduce en el diseño de una serie de códigos tecno-lógicos propios. Los esquemas operativos más ela-borados de producción y configuración (por ejem-plo, bifaces y cadenas Levallois) son integradosdentro de circuitos de movilidad que responden auna trama de movimientos convenientemente pro-gramados. El diseño formal de las estrategias de tallamás sofisticadas se establece en función de los ritmosde movimiento por los que se encauza el patrón deocupación. Todo ello redunda en un cuidado por elmantenimiento del utillaje más operativo y en uncontrol del volumen y peso de los objetos implicadosen cadenas de desarrollo regional.

Llegados a este punto, resulta evidente la relaciónque existe entre la lejanía de los lugares de aprovi-sionamiento; la multiplicación, alargamiento y frag-mentación de las cadenas operativas; los patronesde transporte de materiales y objetos; y las estrate-gias de talla vinculadas con las cadenas de desarrolloregional. Aclarada esta cuestión queremos centrarnosbrevemente en la diferencia que existe entre los bi-faces registrados en ambas Unidades Morfoestruc-turales; en tanto en cuanto, son estas cuestiones yno otras –de índole cronocultural– las que mejorexplican los contrastes tecno-morfológicos recono-cidos entre los bifaces de valle y los de páramo.

Con esta finalidad, enlas Figs. 6 y 7 hemos co-tejado los principales va-lores tipométricos (longi-tud y peso) de los bifaceshallados en ambas unida-des. La eficacia de estacomparación reside enque los dos grupos se be-nefician de los mismospuntos de abastecimiento,cuestión fundamental,pues como sabemos la di-mensión de los cantospuede variar en funciónde los depósitos de gravasempleados. Por regla ge-neral, las hachas de manode los páramos son máspequeñas, menos pesadas

y están mejor o más intensamente configuradas quelas fabricadas y empleadas en las vegas fluviales (Fig.7). Como ya hemos sugerido, estas diferencias pa-recen responder a estrategias de optimización y con-trol del peso/volumen, así como al mantenimientode estos objetos, que permanecen fijados a circuitos de movilidad. A nivel formal, este comportamientose traduce en una configuración más cuidada y enuna morfología sagital recta, que dota de una sime-tría equilibrada al objeto en cuestión.

Esta nueva y necesaria lectura de los clásicos mar-cadores cronoculturales ha sido ensayada con exce-lentes resultados en diferentes yacimientos. Confir-mando así la idea de que los bifaces tienen un papelcentral dentro de los patrones de selección y uso delespacio, en la medida en que representan los movi-mientos y la toma de decisiones económicas de losindividuos (Pope y Roberts, 2005). En esta direcciónse ha interpretado la presencia/ausencia de este tipode objetos en el yacimiento europeo de Boxgrove,donde se ha descrito un patrón espacial que se repiteen distancias muy cortas (Pope, 2002). En los yaci-mientos africanos de la Garganta de Olduvai, estaclase de interpretaciones se han propuesto para ex-plicar la variabilidad tipológica que existe entre elOlduvayense Desarrollado y el Achelense. Según Jo-nes (1994), las diferencias tipológicas de los bifacesde cada grupo no responden a diferencias culturales obiológicas de los talladores (tal y como sugería Leakey,

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FIG. 6. Comparación de los principales valores tipométricos de los bifaces de páramo y valle.

1971), sino a la intensidad de tallade los mismos. Para Jones, el ta-maño de los bifaces se debe a cues-tiones como la disponibilidad dematerias primas o las necesidadesde uso de esta clase de útiles.

Al margen de esta problemá-tica, queremos centrarnos en otraque ha sido de capital importanciaen el registro arqueológico que es-tamos tratando. La contextualiza-ción cronológica de las ocupacio-nes humanas en los páramos de laCuenca del Duero ha sido uno delos peores “caballos de batalla” quedurante mucho tiempo han perse-guido a los yacimientos en páramo.La posibilidad de establecer con-clusiones cronológicas ha estadorestringida a la lectura tecno-tipo-lógica de los objetos recuperados.En función de estos parámetros yde su debida contextualización enel ámbito regional, se propuso lasegunda mitad del Pleistoceno me-dio como la horquilla temporaldonde mejor situar este singularfenómeno (Díez Martín, 2000;Sánchez Yustos, 2002). Afortuna-damente esta hipótesis cronológicafue confirmada en 2004.

Con el paulatino incremento de colecciones líticasen estudio, empezamos a observar una constante pre-sencia de lo que parecían ser objetos de cuarcita ter-moalterados. De tal modo, tuvimos la oportunidadde contrastar experimentalmente nuestras sospechas.A la postre, esta cuestión fue debidamente confirmaday presentada mediante protocolarias series experimen-tales diseñadas en ocasión de un trabajo de investiga-ción (Gómez de la Rúa, 2006). Los principales rasgosdiagnósticos que se pueden detectar de visu entre losmateriales cuarcíticos termoalterados son: fisuras máso menos abiertas, fracturas irregulares, craquelacióny rubefacción de las superficies corticales y positivoscon reversos marcadamente cóncavos o negativos deuna marcada delineación convexa (Fig. 8).

El registro arqueológico recabado en los páramos(más de 25.000 objetos repartidos en 555 series)ha sido el mejor aliado para demostrar que estas

termoalteraciones son de carácter antrópico. Enprimer lugar, este tipo de alteraciones se localiza demanera casi exclusiva en cantos de cuarcita y en losfragmentos desprendidos por la acción térmica. Sonmuy escasos los objetos tallados y quemados, o vi-ceversa. Por tanto, podemos descartar la incidenciasignificativa de fuegos naturales o de quema de ras-trojos. En segundo lugar, este patrón ha sido regis-trado de un modo sistemático en todas las parame-ras inspeccionadas. Más aún, el mismo patrón seha observado en diferentes niveles de yacimientosnormeseteños: Gran Dolina y el Complejo Galería,La Maya 1, El Basalito y Cueva Corazón1 (Sánchez

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1 En este yacimiento también se han mandado a datardos fragmentos de cuarcita termoalterados, con excelentes re-sultados: las dataciones numéricas obtenidas se ajustan a laperfección con la adscripción cronocultural previamente pro-puesta (Santonja et al., 1979: 391; Santonja y Querol, 1981).

FIG. 7. Instrumental lítico: bifaces de valle (1 y 2); bifaces de páramos (3-5).

Yustos, 2009). En tercer lugar, se han realizado unaserie de remontajes entre fragmentos y bases natu-rales termoalteradas, lo que confirma que en loslugares de captación no se seleccionan cantos queya presentan este tipo de alteraciones. Creemos yconfiamos que todos estos argumentos, a falta deun estudio en profundidad que termine de demos-trar esta hipótesis, sean suficientes garantías paraavalar con rotundidad el carácter antrópico de estetipo de alteraciones. Estamos, pues, ante un con-junto de evidencias que confirman el uso y control

del fuego y, tal vez, un conoci-miento de las propiedades refrac-tarias de la cuarcita.

Al hilo de lo anterior, hemostenido oportunidad de observar laexistencia de ciertos vínculos entrela presencia de objetos alteradostérmicamente y la intensidad deocupación de una localidad o in-cluso de una determinada unidadnatural. Según parece, a más in-tensidad de ocupación hay unamayor cantidad de fragmentos quede bases naturales con este tipo dealteraciones; y viceversa, cuantomenos intensidad hay más basesnaturales que fragmentos. En otraspalabras, la fragmentación de can-tos por exposición a hogueras estárelacionada con la estabilidad dela ocupación. Los nódulos cuarcí-ticos que se (re)utilizan para estafinalidad (todavía por determinar)permanecen más tiempo en es-tructuras de combustión y, porende, se fragmentan más. Todoello viene a sugerir que estos can-tos son calentados repetidamente,pues probablemente en el ámbitodoméstico se están aprovechandouna y otra vez sus propiedades re-fractarias. Es más lógico plantearesta hipótesis que sugerir que sonempleados para estructurar hogue-ras. Tiene poco sentido acarrearpesados cantos de cuarcita del valleal páramo para esta finalidad. So-bre todo, cuando para este menes-

ter se pueden aprovechar los propios fragmentos ca-lizos que con facilidad se encuentran en la superficiede los páramos.

Apenas existen trabajos arqueológicos de refe-rencia que nos puedan ayudar a determinar con pre-cisión la funcionalidad concreta de estos cantos. Sibien, sabemos que los materiales cuarcíticos termo-alterados son empleados para datar conjuntos ar-queológicos mediante el método de termoluminis-cencia (Valladas et al., 2001). Por esta razón, en2004 comenzamos un programa de datación por

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FIG. 8. Instrumental lítico: núcleo Levallois en sílex (1); núcleos Levallois encuarcita (2 y 3); lascas Levallois en cuarcita (4 y 5); raedera en cuarcita(6); denticulado en sílex (7); punta quinson (8); fragmentos y cantostermoalterados (9-12).

TL de muestras arqueológicas termoalteradas pro-cedentes de las páramos del Duero, llevado a cabopor el Laboratorio de Datación y Radioquímica dela Universidad Autónoma de Madrid, con la inten-ción de ensayar la viabilidad de este método en co-lecciones como las nuestras (expuestas durante untiempo indeterminado en superficie). A pesar de lasimportantes limitaciones que a priori pueden pre-sentar estas muestras a la hora de aplicar el protocolode análisis requerido por este método de datación(Aitken, 1984), como ya apuntamos, los resultadosobtenidos son coherentes con la adscripción tecno-tipológica y cronológica previamente sugerida. Hastala fecha éstas son las dataciones numéricas obtenidas:265 ± 28 ka BP, para Valdegallaras; 223 ± 26 ka BP y132 ± 12 ka BP, para Llano de la Encina 2; y 143 ±10 ka BP para Valdecampaña 4. En conclusión, parececlaro que el fenómeno de ocupación paleolítica enestas plataformas precuaternarias mantiene una es-trecha relación cronológica con la segunda mitaddel Pleistoceno medio.

5. Conclusiones y discusión

Las primeras evidencias de ocupación humanaen la Unidad Ecológica de Páramos pueden remon-tarse a finales del Pleistoceno inferior. Como hemosvisto, se trata de objetos2 aislados localizados en lasterrazas altas del Pisuerga a su paso por la ciudad deValladolid (Rojo y Moreno, 1979). Es cierto queestas evidencias son excesivamente exiguas, aunqueno cabe duda de que la Cuenca del Duero estuvohabitada durante el Pleistoceno inferior, tal y comoatestiguan espectaculares hallazgos en varias cavida-des de la Sierra de Atapuerca (Carbonell et al., 2005,2008).

En cualquier caso el grueso de las ocupacionesde la Meseta Norte se centra en la segunda mitaddel Pleistoceno medio, aproximadamente entre elEIO 12 y 6 (Santonja y Pérez González, 2000-2001: 68; Sánchez Yustos, 2009: 1293). A largode este periodo los grupos de cazadores recolectoresestán ampliamente extendidos por las diferentes

Unidades Ecológicas y Morfoestructurales de laCuenca del Duero. Durante este transcurso de co-lonización de la Meseta se asiste a un proceso decomplejización de una matriz tecnológica unitaria,pero flexible, gracias a su repertorio tecnológicoecologizado.

A pesar de esta creciente complejidad, hasta laaparición del Paleolítico Superior no encontramosfisuras cualitativas significativas en el seno de estamatriz. Por tal razón, cuando hablamos de Paleo-lítico Antiguo en la Cuenca del Duero nos referi-mos a todas las industrias anteriores a la apariciónde los primeros tecnocomplejos del Paleolítico Su-perior. En el viejo continente sucede algo muy pa-recido, se detecta una gran variabilidad industrialque apunta hacia una enorme continuidad másque hacia una clara distinción entre el PaleolíticoInferior y el Medio; por tal razón, cada vez másinvestigadores son partidarios de reunir en un sologrupo y bajo un mismo término (Paleolítico Anti-guo) las industrias de ambas etapas (entre otros,ver: Bar Yosef, 1982: 32; Gamble, 1990: 134; Boëda, 1991: 37; Stringer y Gamble, 1996: 154;Vega Toscano, 2003: 71).

El elemento primordial en este punto de infle-xión, hacia una pronunciada aceleración de dichacomplejidad, viene dado por una intensificación delpoblamiento. En otra ocasión hemos explicadocómo la expansión territorial registrada durante lasegunda mitad del Pleistoceno medio tiene su origenen un exceso de población de los territorios hastaentonces ocupados (Sánchez Yustos, 2009: 1294).De tal forma, se satura el sistema económico y enun momento de bonanza climática se soluciona esteproblema ocupando nuevas unidades ambientales;pero en un momento de inestabilidad ambientalpersistente el sistema se vuelve colapsar.

Si el primer escenario propuesto sirve para justifi-car la expansión colonizadora protagonizada en laMeseta Norte durante la segunda mitad del Pleisto-ceno medio, momento que se corresponde con laocupación de las parameras. El segundo escenario ex-plica el desmoronamiento de esta estructura ocupa-cional, a principios del Pleistoceno superior, y el con-siguiente despoblamiento del interior de la Cuenca,al que le sigue el repliegue de estas poblaciones hacialos refugios premontanos de la periferia.

En la ocupación de la Unidad Morfoestructuralde Páramos es donde mejor ha quedo fosilizado este

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2 Estas piezas las hemos podido estudiar de primeramano en el Museo de Valladolid y podemos confirmar quese trata de artefactos de cuarcita intensamente rodados.

proceso de complejidad. Las estrategias metodoló-gicas aplicadas en este tipo de yacimientos nos hanpermitido reconstruir, con un elevado grado deconfianza, las estructuras tecno-económicas y losmodelos de territorialidad desarrollados en la ocu-pación y explotación de esta unidad. En párrafosanteriores hemos tenido la oportunidad de explicarconvenientemente cómo la ausencia de materiasprimas en esta U.M. ha ayudado a modelar unaserie de códigos tecnológicos destinados a una eficazocupación y explotación de este biotopo, entre loscuales destacamos: una multiplicación, alargamientoy fragmentación de las cadenas operativas; y la in-serción de ciertas secuencias de producción y con-figuración dentro de circuitos de movilidad, lo queen última instancia repercute en su diseño formal.En suma, esta ecologización del repertorio tecno-lógico es un perfecto indicativo de la relación trans-versal que se opera entre las estrategias tecno-eco-nómicas y el medio natural donde se activan. Estaestructura tecnológica está programada espacial-mente a partir de unos patrones territoriales de am-plio espectro. En definitiva, todo este elaboradocomportamiento es indicativo de una estructuraeconómica en la que la especialización comienza aganar protagonismo.

A partir de esta serie de presupuestos tecno-económicos entendemos, por tanto, la variabilidadque se observa entre los conjuntos de páramo ylos de valle. No obstante, queremos recordar quesus diferentes fórmulas tecnológicas se diseñan apartir del desarrollo y diversificación de una mismamatriz tecnológica (Paleolítico Antiguo). Luego,estas formas de variabilidad comulgan con unasincronía técnica, pues presentan un hilo conduc-tor (una homogeneidad tecno-tipológica) que en-laza a toda esta variabilidad a su repertorio tecno-lógico ecologizado y al proceso de complejizaciónde la propia matriz que, a su vez, se retroalimenta(mediante cambios acumulativos cuantitativos –mas que cualitativos–) de estos procesos de va-riabilidad intraespecífica.

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