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El papel de los líderes como agentes de inclusión: antecedentes históricos y tendencias de la
diversidad en las organizaciones colombianas
Catalina Cardona Arboleda
Leydy Saydy Posada Castrillón
María Fernanda Barreto Builes
Michelle Vanessa Orozco Arias
Tutor:
Mg. John Jairo García Peña.
Universidad de Antioquia
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Departamento de Psicología
Especialización Psicología Organizacional
Medellín, Antioquia
2017
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El papel de los líderes como agentes de inclusión: antecedentes históricos y tendencias de la
diversidad en las organizaciones colombianas
Catalina Cardona Arboleda
Leydy Saydy Posada Castrillón
María Fernanda Barreto Builes
Michelle Vanessa Orozco Arias
Requisito para optar al título de especialista en Psicología Organizacional
Tutor:
John Jairo García Peña
Magister en Desarrollo
Universidad de Antioquia
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Departamento de Psicología
Especialización Psicología Organizacional
Medellín, Antioquia
2017
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Tabla de contenido
Resumen……………………………………………………………………….………………....5
1. Introducción………………………………………………………………..……………..7
Planteamiento del Problema……………………………………………………..…………...7
Pregunta problematizadora……………………………………………………………….....12
Justificación………………………………………………………………………………....12
Objetivos…………………………………………………………………………………….14
General…………………………………………………………………………………………………………………………14
Específicos………………………………………………………………………………………………………………… 14
2. Antecedentes…………………………………………………………………………….15
Internacionales……………………………………………………………………………....15
Nacionales…………………………………………………………………………………...19
3. Marco legal…………………………………………………………………………….. 22
4. Metodología……………………………………………………………………………..26
5. Referente Conceptual……………………………………………………………………30
Enfoque……………………………………………………………………………………...30
Categorías Teóricas………………………………………………………………………....32
Cultura organizacional…………………………………………………………………..32
Diversidad…………………………………………………………………………...…..36
Inclusión……………………………………………………………………………....…41
Liderazgo……………………………………………………………………………......46
Tendencias de Gestión humana……………………………………………………....….51
6. Análisis Teórico…………………………………………………………………………60
Antecedentes históricos de la diversidad y la inclusión en la cultura organizacional…...61
Competencias de liderazgo para facilitar la diversidad y la inclusión en la cultura
organizacional……………………………………………………………………….......65
Lineamientos metodológicos para fortalecer la inclusión dentro de la cultura
organizacional………………………………………………………………………...…71
Etapa de sensibilización……………………………………………………...….75
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Etapa de formación……………………………………………………….….….76
Etapa de diagnóstico………………………………………………………….…78
Etapa de implementación…………………………………………………….….79
Conclusiones y recomendaciones………………………………………………….……81
Referencias…………………………………………………………………….………..83
Anexo 1: Normatividad sobre el tema………………………………………….……….92
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Resumen
Este estudio monográfico tuvo como objetivo definir el papel de los líderes como
agentes de inclusión para que se reconozca en la cultura organizacional colombiana la
diversidad; posibilitando la inserción de los trabajadores con acciones que reconozcan sus
necesidades intrínsecas.
Movilizar a los líderes en función de la inclusión es el principal reto para las
organizaciones, por tanto, este trabajo propone un enfoque metodológico que pueda ser
empleado por las empresas que están apostando a la diversidad e inclusión a través de su visión
estratégica, asimismo, validando a los líderes como agentes fundamentales para dichas prácticas.
El enfoque metodológico se sustentó desde los antecedentes históricos de los
conceptos de diversidad e inclusión en las organizaciones, la definición de cultura
organizacional, una mirada a las nuevas tendencias en gestión humana y un repaso al papel de
los líderes en los equipos de trabajo; las cuales, explican a partir de las etapas de sensibilización,
formación, diagnóstico e implementación.
El desarrollo de este trabajo partió de la definición y búsqueda de fuentes
bibliográficas de las categorías analíticas: cultura organizacional, diversidad, inclusión y
liderazgo, y es a partir de esta fundamentación teórica que se da cabida a la correlación e ideas
que fueron la base fundamental del análisis monográfico.
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El desarrollo de este estudio reconoce que el objetivo de avanzar hacia una
cultura que reconozca la diversidad y valore la inclusión, implicará importantes transformaciones
en el comportamiento de los líderes como agentes de cambio para la inclusión dentro de la
cultura organizacional.
Palabras clave: Diversidad, inclusión, cultura organizacional, liderazgo
Abstract
This monographic study had an objective to define the role of the leaders as
promoters of the inclusion and diversity in Colombian organizational culture. Enabling the
insertion of workers with actions that recognize their intrinsic needs.
The mobilization of leaders based on inclusion is the main challenge for
organizations, therefore, this paper proposes a methodological approach that can be used by
companies that are betting on diversity and inclusion through their strategic vision, validating
leaders as the key element for such practices.
This approach was based on the historical background of the concepts of diversity
and inclusion in organizations, the definition of organizational culture, a look at new trends in
human management and a review of the role of leaders in work teams; which, explained from the
stages of awareness, training, diagnosis and implementation.
The research of this work was based on the definition and search of bibliographic
sources of the analytical categories: organizational culture, diversity, inclusion and leadership. It
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is from this foundation that the correlation of ideas were the fundamental basis of the
monographic analysis.
The result of this study recognizes that the goal of moving towards a culture that
recognizes diversity and values inclusion will involve important transformations in the behavior
of leaders as promoters of change for inclusion within the organization.
Key words: Diversity, inclusion, organizational culture, leadership
1. Introducción
Mediante la compilación y el análisis de conceptos, su desarrollo histórico,
antecedentes y tendencias, se recopilarán en el siguiente estudio monográfico, acerca de la
diversidad y la inclusión en las organizaciones colombianas, el rol que tienen los líderes en la
construcción de una cultura organizacional incluyente, así como las competencias de liderazgo
que pueden facilitarla o inhibirla. Se trata de un estudio que permita ser la base para la
estructuración de futuros planes de desarrollo y formación enfocados en los líderes de las
organizaciones como agentes de inclusión.
Planteamiento del problema
Las últimas décadas han traído cambios constantes en la vida cotidiana. Parte de
estos cambios han surgido en el marco de la denominada globalización, un aspecto que enmarca
la transformación de los ámbitos sociales, económicos y políticos a nivel mundial. Las
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organizaciones también han sufrido este trasegar que se traduce en la necesidad de ampliar la
mirada del contexto, rompiendo esquemas y paradigmas. Las relaciones, por ejemplo, ya no se
basan en la concepción de la compañía; en la actualidad están orientadas a un modelo de apertura
al mundo, permitiendo establecer nuevas estrategias para la consolidación de lazos dentro de las
organizaciones. De esta forma, la apertura al mundo ha llevado a hacer diferentes distinciones
sobre algunos elementos que antes pasaban desapercibidos dentro de las organizaciones, en este
contexto se evidencia la percepción de la diversidad, entendida como fusión o mezcla de género,
cultura, raza, edad, condición física, entre otros aspectos.
En este sentido, en el contexto de la apertura, las diferencias se amplían; la
globalización trae consigo la convergencia de una fuerza laboral cada vez más diversa. Sin
embargo, la diversidad en sí misma no es suficiente: Los nuevos retos organizacionales
demandan que los líderes y sus organizaciones aprovechen el potencial ofrecido y se llegue a la
inclusión, pues siendo la diversidad la pluralidad, la inclusión representa el aprovechamiento de
dicha pluralidad.
Con la inclusión, las organizaciones pueden desarrollar una ventaja competitiva
por la riqueza de conocimientos, reflexiones y perspectivas de una manera abierta y diversa en el
lugar de trabajo. Según Marcela Gómez, directora de Recursos Humanos de Sodexo Colombia:
Lo ideal es tener grupos laborales con personas de otras regiones, tipos sociales, gustos y
culturas para enriquecer a la empresa y la calidad de vida con distintos puntos de vista,
ideas, y experiencias, pues hacen que la empresa tenga una visión diferente frente a cada
reto al que se expone a diario (Sodexo Colombia, 2016).
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De acuerdo con el estudio Inclusión y Diversidad (2013) realizado por la
consultora internacional Korn-Ferry, los líderes creen que contar con una fuerza laboral diversa e
inclusiva puede mejorar el compromiso de los empleados y el rendimiento del negocio, sin
embargo, aún las empresas tienen un rezago en la promoción de la diversidad e inclusión.
En Colombia existen factores sociales y culturales arraigados que se reflejan en la
dificultad de aceptar, respetar y valorar a aquellos que se perciben diferentes. En el contexto
organizacional, por ejemplo, es frecuente que características como la raza, el género, la
orientación sexual o la edad, sean razones para descartar personas durante los procesos de
selección. Es así como en Colombia las empresas tienen aún un amplio camino por recorrer en el
fomento del respeto por el otro, por sus costumbres, creencias, género, opiniones y preferencias.
Es necesario entonces en este contexto continuar fortaleciendo la consciencia respecto a la
realidad que representa la diversidad y el potencial que se encuentra en la inclusión, etapa que
deberá ser promovida sobre todo por parte de los líderes y altos directivos de las organizaciones.
María Sol Navia (2014), expresa que la participación de población femenina en
organizaciones colombianas ha ido en aumento para los cargos que cuentan en los primeros
niveles, pero en la medida que se va ascendiendo en la escala jerárquica empresarial, decrece la
participación. Igualmente, en el estudio realizado por el Centro Nacional de Consultoría (CNC,
2014), titulado Diversidad Laboral e Inclusión en el sector Empresarial Colombiano, se destaca
que el menos del 5 % de los empleados vinculados a las empresas en el país son afros e
indígenas.
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La diversidad es un aspecto que compete ampliamente a las organizaciones y a
quienes hacen parte de ella; reconocerla y posibilitar la inclusión en las empresas es un asunto
que trasciende diferentes aspectos de la organización, incluyendo la cultura, por lo tanto, no
basta con declararlo, se requieren transformaciones sustancialmente profundas en las creencias,
valores, costumbres y comportamientos organizacionales que reflejen claramente una realidad
incluyente.
Debido a esto aparece la figura del líder como principal actor en esta
transformación, quien, desde su rol, con sus características propias, estilos y estrategias puede
apalancar el proceso de inclusión en las organizaciones.
Se puede precisar que los líderes están llamados a desarrollar competencias que
favorezcan el trabajo en equipo y el logro de resultados óptimos. Robert Sternberg (s.f) destaca
la capacidad de los líderes para olfatear nuevos problemas y desafíos con los que desarrolla una
visión estratégica de la organización, permitiendo reconocerse y reconocer en los otros
oportunidades de mejora que exige y posibilita el mundo actual, a esto el autor denomina
habilidad intelectual sintética.
Gracias a esta competencia los líderes avanzan teniendo presente los problemas
que se puedan presentar en el camino, además de las oportunidades que se pueden aprovechar
durante el recorrido. Parte de estas oportunidades está en desarrollar los talentos con los que
cuenta su equipo de trabajo, aprovechando ese potencial a la hora de llegar al cumplimiento de
las metas. Por esto, para hablar de diversidad en las organizaciones, resulta imperante detenerse
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y mirar meticulosamente la actuación de los líderes, teniendo en cuenta que son ellos con su
accionar en las organizaciones quienes delimitan las actuaciones de su equipo de trabajo y son el
primer agente que puede reconocer la necesidad de pluralismo que posibilita la inclusión.
Todo lo anterior se define dentro de una función esencial a la hora de liderar,
crear y desarrollar políticas claras de inclusión, partiendo de la premisa de reconocer al otro con
sus diferencias y generar acciones que se compenetren con el desarrollo de la organización.
Actualmente, factores claves como la globalización, los cambios en la fuerza de
trabajo y el funcionamiento del mismo, traen consigo una pluralidad de pensamientos y acciones
que desencadenan en la diversidad y puedan contribuir al desarrollo y la sostenibilidad de las
empresas si se logran materializar a través de la inclusión. Fenómeno de gran relevancia actual,
que influye notablemente en el cambio organizacional contemporáneo y que logra hacerse
realidad a través de los líderes, que en este caso son el principal vehículo para la puesta en
marcha de la inclusión en las organizaciones.
Es por esto que la presente monografía, a través de la consulta literaria, indaga
acerca de ¿cómo pueden lograr las organizaciones colombianas que sus líderes sean agentes de
inclusión, teniendo en cuenta las tendencias de diversidad en el contexto de la cultura
organizacional actual?, buscando aportar a nuestra propia formación como especialistas en
Psicología Organizacional, a la disciplina y a las empresas que consoliden una cultura
organizacional incluyente.
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Pregunta problematizadora
¿Cómo pueden lograr las organizaciones colombianas que sus líderes sean agentes de inclusión,
teniendo en cuenta las tendencias de diversidad en el contexto de la cultura organizacional
actual?
Justificación
El reconocimiento de la diversidad como realidad humana y de la inclusión como
necesidad y deber, son asuntos que en este siglo XXI vienen cobrando cada vez más fuerza e
importancia en el mundo, permeando la cultura organizacional, hasta el punto de pensar, incluso,
en la gestión de esas diferencias que constituyen a su talento humano. La inclusión es un tema
que parte del respeto por la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), en este
contexto no puede desconocerse su impacto en la cultura y el desempeño organizacional, al
respecto el factor diversidad es un componente utilizado en los estudios organizacionales como
un aspecto que en el mediano y largo plazo genera una mayor rentabilidad para las empresas.
En Colombia el concepto de diversidad se sigue pensando, sobre todo, en función
de la diferencia de aquellos grupos que históricamente han sido marginados, excluidos del
mundo laboral (indígenas, afrodescendientes, personas en situación de discapacidad, entre otros),
aún en nombre de la inclusión se siguen tomando en cuenta solamente aquellas diversidades más
visibles. Si bien esta sigue siendo una realidad latente en el contexto colombiano y aún hacen
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falta iniciativas para incluir de forma efectiva a estas comunidades, se va haciendo necesario
ampliar la mirada a las otras diversidades, esas no tan notables, de las que poco se habla, estilos
de pensamiento, de aprendizaje y de trabajo, lugar de origen, estudios realizados, estilos, gustos
y preferencias, entre otras.
Más importante aún, hace falta enfatizar en el potencial de la diversidad como
factor diferenciador y de competitividad de las organizaciones, así como en el rol de los líderes
en ese posicionamiento. Teniendo en cuenta que el líder se asume como el agente motivador y
diferenciador en los equipos de trabajo, reconociendo el rol que cumple cada uno de sus
integrantes, las características que a ellos los diferencian, desde su actitud y gustos, hasta su
formación y talentos.
Es a través del líder que se deben canalizar las diversidades que componen a la
organización, fomentando la inclusión dentro de sus públicos, para así lograr índices
motivacionales que generen un equipo productivo y proactivo, con decisiones acertadas, apertura
al cambio y competencias para el desarrollo de las diferentes actividades.
El rol del líder en la gestión eficaz del recurso humano y el respeto por los
Derechos Humanos son en términos concretos, algunos de los planos analíticos que justifican
esta monografía. El análisis del fenómeno de la inclusión sin perder de vista la sinergia entre
estos asuntos es, en consecuencia, vital para comprender las dinámicas generadas en torno a la
gestión de la diversidad en el seno de las organizaciones.
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Este estudio tiene por objeto hacer un rastreo de los conceptos epistemológicos y
teóricos de la diversidad y la inclusión para de esta manera dar un aporte en lineamientos
metodológicos a las organizaciones en Colombia. Para este propósito es propicio que se generen
nuevos espacios de sensibilización, empoderamiento y aceptación del otro diverso, en los cuales
se alcance realmente una inclusión social, económica y laboral que favorezca al desarrollo de las
personas y contribuya al logro de los objetivos de las empresas.
Con este trabajo se dan luces acerca de cómo las organizaciones colombianas,
pueden lograr que sus líderes sean agentes que reconocen la diversidad y posibilitan la inclusión.
En este sentido, se aporta a las áreas de Gestión Humana ideas para la construcción de programas
de formación y desarrollo de líderes, encaminadas a adoptar prácticas, políticas y
comportamientos que favorezcan la construcción de una cultura incluyente.
Objetivos
Objetivo general
Definir el papel de los líderes como agentes de inclusión para que se reconozca en
la cultura organizacional colombiana la diversidad.
Objetivos específicos
Conocer los antecedentes históricos de la diversidad y la inclusión en la cultura
organizacional.
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Identificar competencias de los líderes que facilitan e inhiben la diversidad y la inclusión
en la cultura organizacional.
Proponer lineamientos metodológicos para las organizaciones colombianas que
fortalezcan la inclusión dentro de su cultura.
2. Antecedentes
Para esta monografía en cumplimiento de sus objetivos, los siguientes
antecedentes investigativos posibilitan su ubicación:
Internacionales
Dentro de los antecedentes internacionales sobresale por su pertinencia el estudio
Managing cultural diversity: implications for organizational competitiveness realizado por
Taylor Cox y Stacy Blake (1991) en los Estados Unidos, el cual busca recopilar la información
que han arrojado las investigaciones acerca de la relación entre la gestión de la diversidad y la
competitividad de las organizaciones, y plantear sugerencias para que las empresas mejoren su
capacidad para convertir la diversidad cultural de su recurso humano en una ventaja competitiva.
En este sentido exponen que la diversidad cultural y su gestión efectiva dentro de
las organizaciones puede traer beneficios en seis contextos: retorno a la inversión de los costos
de gestionar la diversidad, atracción y retención de talento diverso, mercadeo gracias al
conocimiento y la sensibilidad cultural frente a otros mercados, creatividad por la variedad de
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perspectivas y la tendencia a buscar nuevas formas de hacer las cosas, resolución de problemas y
flexibilidad organizacional (p.47)
Y proponen cinco componentes claves para lograr que las organizaciones
tradicionales se transformen en organizaciones multiculturales: el compromiso de los altos
directivos y de los líderes para movilizar el cambio, formación para concientizar a las personas
sobre la necesidad y el valor de la diversidad así como el desarrollo de habilidades para
responder frente a ella, investigación y uso efectivo de información para identificar necesidades
de formación, identificar áreas críticas, y sobre todo, para medir los esfuerzos y los avances en el
proceso de cambio. Finalmente se requiere, conocimiento y análisis de la cultura organizacional
y los procesos que competen a la gestión del talento humano, para identificar necesidades
específicas de cambio, así como un monitoreo juicioso del proceso de cambio y los resultados
con el fin de lograr que finalmente se inserte en la cultura organizacional (p.52-54)
Por su parte, Jan Visagie, Herman Linde y Werner Havenga, en su estudio
Leadership Competencies for Managing Diversity (2011), concentran sus esfuerzos en
determinar a través de un estudio empírico, aquellos estilos de liderazgo y las competencias que
necesitan las organizaciones para desarrollar una experiencia positiva entorno a la gestión de la
diversidad. Los resultados señalan que en efecto, el liderazgo es un determinante para la gestión
de la diversidad en el contexto del trabajo, y sugieren que dentro de los estilos de liderazgo
propuestos por diversos autores, es el Engaging leadership style planteado por Mintzberg el que
más contribuye al establecimiento de dicha experiencia, estos son líderes que logran resultados a
través de otros, cuentan con altas habilidades para la comunicación asertiva, brindan
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retroalimentación honesta y constructiva acerca del desempeño, promueven el trabajo
cooperativo, son respetados por su compromiso y suelen ser percibidos como administradores
efectivos de la diversidad (p.234)
Así mismo, Nadina Valentín, María Elena Rivera, Jeff Mbawmbaw, Rafael Nieto
y Raymundo Téllez (2005), de la Universidad Simón Bolívar de México, a través de su
investigación Liderazgo transcultural: factor para la competitividad de las organizaciones,
describen diferentes características que giran alrededor del líder y que aportan al desarrollo de las
organizaciones, con el propósito de destacar el concepto de liderazgo transcultural teniendo en
cuenta su relación con variables como la Cultura y la Cultura organizacional. En este sentido los
autores destacan que este tipo de liderazgo promueve la adaptación, conservación y competencia
de los equipos de trabajo y de las organizaciones a través de un factor estratégico y diferenciador
en la labor del líder, como lo es el conocimiento del otro y de su equipo de trabajo.
Frente a esto la globalización juega un papel fundamental, siendo un fenómeno
que permea abiertamente a las organizaciones, propiciando que el contacto con otras culturas se
haga más recurrente, lo cual lleva a tener como principal premisa el cuidado del otro y la
aceptación de sus costumbres y sus diferentes perspectivas:
La integración cultural entre los colaboradores de una organización es una responsabilidad de la alta
dirección, de ahí que cuando los altos directivos desconocen o no dan importancia a los factores culturales,
es posible predecir futuros problemas que pueden incluso llegar a ocasionar desastres en las organizaciones
(Hofstede en Hoppe, 2004).
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Así lo establecen Valentín, Rivera, Mbawmbaw, Nieto y Téllez en esta
investigación, quienes además enfatizan en la importancia de la visión transcultural de los líderes
que se desarrolla a través de la comprensión de diferentes puntos de vista y enfoques que
estimulen la transparencia, igualdad y el desarrollo de los empleados.
Esta visión de los líderes permitirá que las organizaciones del siglo XXI se
ajusten a las culturas globales y cumplan con las nuevas demandas del entorno competitivo a
través de la capacidad de adaptación e inclusión de la diversidad.
A este concepto de liderazgo transcultural se suma el de liderazgo ético como un
aporte a la diversidad global y cultural en las organizaciones, principalmente expuesto por Omar
José Kadi Montiel y Ángel Eduardo Acevedo Duque (2014) de la Universidad del Zulia en
Venezuela, en una investigación titulada Liderazgo ético frente a la diversidad cultural dentro de
las organizaciones con régimen disciplinario. En ella los autores destacan el liderazgo ético como
una condición que se desarrolla partiendo de quien ejerce como líder, teniendo presente su
personalidad, así se busca establecer una característica que respete las diferencias de cada
integrante de la organización, señalando que estas diferencias contribuyen en el desarrollo de
nuevas oportunidades para la empresa.
De esta manera, la comprensión del otro es lo que permite al líder ético conocer la
cara humana de la organización, así lo expresan Kadi & Acevedo en esta investigación,
generando un aspecto fundamental de conciencia del otro para ejercer un liderazgo positivo en
las empresas que conlleve a la obtención de resultados eficientes.
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Este estudio establece entonces como principal conclusión los principios
fundamentales de un líder ético, el cual se reconoce por buscar la aceptación y el respeto de las
diferencias y promover la diversidad y la inclusión dentro de las organizaciones, teniendo en
cuenta que algunas de estas son rígidas pero necesitan abrirse al mundo de hoy, que puede
representar impactos significativos para la gestión de su talento humano, la consecución de los
objetivos y la construcción de convenios con otras organizaciones.
Nacionales
A partir de la exploración y el recorrido que se ha hecho sobre el tema en
cuestión, dentro de los antecedentes nacionales se han utilizado como referencia los siguientes
trabajos de investigación: El desarrollo sostenible en empresas colombianas: Un estudio con base
en la promoción y protección de los derechos humanos, realizado por Andrés Basilio García
Sánchez, 2015, en Bogotá, investigación que busca evidenciar los pasos, las metodologías y los
instrumentos de las grandes empresas colombianas que, adheridas al respeto de las normas
nacionales e internacionales, suponen una forma efectiva para el logro máximo de la
sostenibilidad empresarial. Así mismo, se busca que la investigación sea un referente para la
comprensión total del vínculo entre empresa y derechos humanos, así como un instrumento que
guie al empresario hacia la actuación de las organizaciones en materia de derechos humanos, por
tal motivo se presenta un contexto histórico y un marco teórico bastante estructurado que sirven
como base para su entendimiento.
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El mundo empresarial ha visto grandes transformaciones durante los últimos
años, la gerencia moderna implica concebir nuevos métodos, planes, políticas y estrategias con el
objetivo de difundir nuevas dinámicas en el modo como se deben administrar las empresas del
siglo XXI. Frente a estos nuevos paradigmas resulta fundamental comprender que los seres
humanos deben desarrollar un sistema económico coherente con la sostenibilidad, buscando
proactivamente un progreso económico al impactar positivamente en las sociedades y en las
condiciones ambientales. Teniendo en cuenta esta premisa, se puede realizar una investigación
adecuada para el análisis de los derechos humanos como un componente esencial dentro del
desarrollo sostenible en empresas colombianas, no sólo como instrumento para garantizar la
promoción y la defensa de los mismos, sino como una fuente de múltiples ventajas competitivas.
El presente artículo de investigación se estructura a partir del estudio exhaustivo de los modelos
empresariales más importantes de Colombia, de ellos se extraen las variables que miden
efectivamente la inserción de los derechos humanos dentro de los negocios y se realiza el
respectivo análisis de su incidencia en el desarrollo sostenible.
Como resultado de esta investigación, se puede afirmar que la gestión de los
derechos humanos fortalece activamente las competencias, el crecimiento y el desarrollo del
individuo al interior y al exterior de la organización, de modo que se establezca un equilibrio
entre vida personal, familiar y la producción, impactando directamente en la vida general de las
personas.
Así mismo, mediante su gestión, la actividad empresarial sitúa a los derechos
humanos como pilar fundamental en la toma de decisiones, los beneficios ya no se consiguen de
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cualquier manera, sino que se busca generar valor social y ambiental mientras el factor
económico sigue creciendo. Es importante la premisa del respeto y la protección de los derechos
humanos para el buen relacionamiento con los grupos de interés, para la inclusión efectiva en las
dinámicas de la economía globalizada, es posible ajustarse a una economía más justa que permita
el desarrollo equitativo de las sociedades y las personas.
También, es de suma relevancia reconocer que estos nuevos vínculos son una
nueva forma para generar nuevas oportunidades para las empresas en materia de competitividad
y valor agregado. Su impacto más profundo radica en el desarrollo de las comunidades mediante
prácticas responsables que sustenten la economía, el crecimiento constante de la sostenibilidad
empresarial depende en gran medida de la postura de las empresas frente a la sociedad en su
conjunto, la responsabilidad social empresarial impulsa la competitividad y mejora las
condiciones de vida las personas.
Como conclusión de esta investigación para un desarrollo sostenible, se exige que
los nuevos empresarios fortalezcan sus habilidades en liderazgo, capaces de retribuir
proactivamente a los derechos humanos y a los problemas globales mediante estrategias únicas
coordinadas con respuestas y acciones sostenibles. También es indispensable el reconocimiento
de los actores estatales y organismos internacionales que ayudan a las empresas con el
fortalecimiento de su modelo sostenible mediante políticas y estrategias de acompañamiento para
la gestión de derechos humanos.
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Así mismo, otro de los trabajos de investigación utilizado como referencia es el
de Nelly María Castillo Asprilla y Alexandra Agudelo López (2014) Colombia, De la inclusión a
la gestión de la diversidad en la empresa. Este estudio sugiere a los líderes de gestión humana y
directivos de las empresas visualizar sus organizaciones desde una perspectiva incluyente, con
un enfoque orientado al reconocimiento y la diversidad, los cuales convergen en la cultura
organizacional.
Sugieren adoptar un paradigma emergente de Gestión de la Diversidad para
orquestar desde la cultura organizacional, valores, prácticas y políticas que permitan potenciar el
talento humano de cada persona, desde una mirada centrada en la equidad y la dignidad.
Este trabajo permitió el cuestionamiento de qué tanto la cultura organizacional se
encuentra preparada para asumir un proceso de inclusión más allá de la integración y concluye
que en la práctica laboral aún no hay tránsitos relevantes que impliquen una transición a un
modelo de inclusión.
3. Marco Legal
La inclusión dentro de la diferencia al interior de las diversas organizaciones de la
sociedad no es un fenómeno que responde a criterios de carácter eficientista. Más allá de las
ventajas que comporta la diversidad al interior de las organizaciones, la protección de minorías
ha crecido de la mano de los instrumentos jurídicos internacionales de protección de derechos
humanos y las constituciones nacionales. A nivel internacional, por ejemplo, algunos de los
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instrumentos más relevantes en la protección de las minorías a través de la prohibición de tratos
discriminatorios gestados en el seno de la ONU, lo son la Declaración Universal de los Derechos
Humanos (1948), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966), el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966).
Los referidos Instrumentos internacionales prevén, una protección contra toda
forma de discriminación. Así, prevé la DUDH en su Art. 7 que “[…] Todos tienen derecho a
igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración…”. De forma
correlativa, prevé el PIDCP en su Art. 26 que “Todas las personas son iguales ante la ley y tienen
derecho sin discriminación a igual protección de la ley. A este respecto, la ley prohibirá toda
discriminación…”. A su turno, prevé el PIDESC en el numeral 2 del Art. 2 que “Los Estados
Partes en el presente Pacto se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos que en él se
enuncian, sin discriminación alguna”. Luego, estos mismos Instrumentos jurídicos consagran
derechos específicos referidos a la protección laboral.
De los preceptos normativos citados se puede inferir, que cualquier tipo de
discriminación en todo espacio social, en este caso las organizaciones empresariales, se
encuentra claramente proscrita a nivel internacional. Pero esta protección también se mantiene a
nivel regional. En el caso de los países cobijados bajo las directrices normativas de la OEA, es la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969) el instrumento jurídico que proscribe
igualmente toda forma de discriminación. Es en su Art. 1º en donde se confina toda forma de
discriminación “[…] por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de
cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra
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condición social”. Son los Estados Parte quienes deben garantizar esta protección bajo su
jurisdicción.
Ahora bien, esta protección genérica otorgada por los anteriores instrumentos
internacionales y regionales de derechos humanos, se han venido concretando en grupos
poblacionales específicos sobre quienes históricamente han sufrido tratos discriminatorios. Para
ello se han forjado en el seno de las mismas organizaciones, particularmente al interior de la
ONU, instrumentos jurídicos de carácter sectorial. Es el caso de la Convención Internacional
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (1965), la Convención sobre
la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (1979), la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (2006) y la Declaración sobre
orientación sexual e identidad de género de las Naciones Unidas (2008), etc. En estos se otorga,
como puede inferirse, un cuerpo de derechos tendentes a reducir el impacto de tratos
discriminatorios por parte de los grupos más vulnerables.
Ya descendiendo a un terreno más específico de la protección de la diversidad al
interior de las organizaciones, cabe apuntar que ha sido la UNESCO una de las Entidades de
referencia para el desarrollo y la promoción de los conceptos de diversidad e inclusión. En la
trigésima primera reunión de la Conferencia General de la UNESCO (2001), fue aprobada por
unanimidad su Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural, la cual promueve el
reconocimiento de la diversidad como realidad individual, social y cultural, y sobre todo la
necesidad de respetarla, valorarla y protegerla como “patrimonio común de la humanidad”. En
este sentido, los conceptos de no discriminación y de inclusión en respeto a la diversidad pueden
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integrarse y proponerse como sustento normativo de esta nueva tendencia de protección dentro
de las organizaciones.
Es preciso señalar que la anterior batería de instrumentos normativos no tendría
mayor impacto en la protección contra la discriminación al interior de los distintos Estados, si
tales cuerpos normativos no tuvieran un mecanismo para integrarse en el ordenamiento jurídico
interno. En el caso de Colombia, es la misma Constitución Política de 1991, a través de su Art.
93, la que prevé la posibilidad de integrar en el ordenamiento jurídico interno aquellos tratados y
convenios internacionales que reconozcan derechos humanos, señalando además su prevalencia
sobre el orden interno. De este modo la protección internacional queda asegurada. Aunque es la
propia Constitución la que recoge dentro de su catálogo de derechos fundamentales la
prohibición de todo trato discriminatorio, concretamente en su Art. 13, en donde establece que
“El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará
medidas en favor de grupos discriminados o marginados”.
La anterior síntesis permite ver, en definitiva, cómo todo el conjunto de
instrumentos de derechos humanos otorga una sólida base normativa para fundamentar la
protección de tratos discriminatorios al interior de las organizaciones y, como correlato de ello,
fomentar la inclusión de grupos tradicionalmente excluidos. Ya serán los instrumentos
normativos internos de naturaleza legal y reglamentaria los que aseguren cada uno de esos
derechos que como trabajadores les asisten. A ello están llamados, entre otros instrumentos
normativos, el Código Sustantivo del Trabajo (1950), la Ley 100 de 1993 y todas aquellas leyes
y derechos que regulan la salud y la seguridad en el trabajo, como por ejemplo la Ley 1562 de
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2012, por medio de la cual “se modifica el Sistema de Riesgos Laborales y se dictan otras
disposiciones en materia de Salud Ocupacional”, y el Decreto 1443 de 2014, por medio del cual
“se dictan disposiciones para la implementación del Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud
en el Trabajo (SG-SST)”.
4. Metodología
El propósito fundamental de este estudio monográfico consistió, en establecer
cómo la diversidad y la inclusión se enmarcan dentro de una nueva mirada de las organizaciones;
mirada vinculada, a los cambios de paradigmas en la gestión organizacional, que trae consigo la
globalización de la economía. Esto conlleva a tener en cuenta aspectos propios de la gestión en
las organizaciones, como son los criterios de selección de personal, estrategias de motivación,
entre otros muchos, los cuales, se ven afectados por las nuevas exigencias, ancladas a esos
procesos de globalización.
Así, la gestión de la diversidad y las ventajas de la inclusión, hacen parte de estos
aspectos, que implican afrontar estos y otros tipos de cambios, que trae consigo esa
transnacionalización de la economía, por tanto, en dicho ámbito, son los líderes organizacionales
quienes adquieren la responsabilidad de coadyuvar en la implementación de una cultura
organizacional incluyente. Para tal cometido, es necesario proponerse una ruta metodológica que
permita el cumplimiento de tal propósito.
27
La metodología de esta monografía, se define fundamentalmente por el
acoplamiento de un corpus teórico extraído de fuentes de orden documental, a la experiencia
propia recogida del contacto con la realidad organizacional. A partir de esta metodología se trata
de determinar claramente el papel de los líderes en el reconocimiento de la cultura
organizacional colombiana, teniendo en cuenta particularmente la diversidad para luego poder
posibilitar la inclusión.
En suma, metodológicamente este estudio se planteó desde una comprensión
teórica de las siguientes categorías analíticas: cultura organizacional, diversidad, inclusión,
gestión humana y liderazgo, las cuales representan, fundamentalmente, el cuerpo teórico que se
abordó para la comprensión del objeto de estudio. A partir de estas categorías, como se extrae del
análisis, se desarrollan un conjunto de subcategorías que permitieron aterrizar en el plano de los
hechos los presupuestos conceptuales de esas categorías centrales.
Por tanto, se efectuó, dado el carácter del estudio, principalmente, una revisión de
fuentes secundarias de carácter doctrinal, mediante una fundamentación teórica desde una
perspectiva que otorga cabida a las construcciones culturales en la comprensión de las dinámicas
organizacionales.
En términos generales, se trata de una propuesta metodológica que viene
articulada por una serie de premisas vinculadas al campo de la psicología organizacional, lo cual
permite llegar a una comprensión de lo objetivo y lo subjetivo de los fenómenos sociales. Lo que
se busca con esta metodología, vale la pena remarcar, es desarrollar una serie de planteamientos
28
teóricos que permitan estructurar futuros planes de desarrollo y formación, enfocados
principalmente en los líderes de las organizaciones como agentes de inclusión. Tal metodología
busca ser coherente con las dinámicas organizacionales en que se producen dichos procesos.
A partir de dichas categorías, se exploró, en primer lugar, los antecedentes de
orden nacional e internacional, que sitúan el estado del arte del objeto analizado. A nivel
internacional, por ejemplo, se establecen los principios basilares que soportan el perfil del buen
líder, principalmente su identificación con el respeto por las diferencias y la promoción de la
diversidad y la inclusión organizacional. Para ello se efectuó fundamentalmente una revisión de
cinco investigaciones. Ya a nivel nacional, se revisaron dos investigaciones, sobre la forma en
que dichos planteamientos se ven aplicados en la práctica y en el campo empresarial colombiano
en donde se evalúan las diversas metodologías y los instrumentos de las grandes empresas
colombianas.
Para complementar esta mirada, se realizó una revisión normativa, con la
finalidad de establecer hasta qué punto el marco legal nacional e internacional sobre este tema,
posibilita la generación de políticas de inclusión, para ello se revisaron a nivel internacional doce
convenciones y a nivel nacional cuatro Leyes y un Decreto.
En este camino metodológico, es de resaltar también, el derrotero utilizado para la
construcción del referente conceptual. En primer lugar, sobre la categoría de cultura
organizacional, definida como un conjunto de principios corporativos dirigidos a la búsqueda de
soluciones a los problemas inherentes, se consultaron cinco artículos temáticos, para adquirir
29
elementos sobre el clima organizacional de las empresas y evaluar la aplicación de dichos
procesos. En segundo lugar, se abordó la categoría diversidad, que aborda desde la realidad de
los ambientes laborales, las diferencias personales y su consecuente discriminación, se revisaron
para este tema, cuatro artículos, que permitieron determinar cómo pueden las organizaciones
gestionar la diversidad en su interior.
Luego se revisaron las categorías de inclusión y liderazgo, que juntas tenían por
propósito fundamental, justamente, establecer los criterios para revertir la referida realidad
atravesada por la diversidad. Para ello, se revisaron nueve textos, los cuales posibilitaron no sólo
conceptualizar las referidas categorías, sino además establecer algunas pautas de aplicación. A
partir de la referida revisión documental se llegó entonces al abordaje de las denominadas
tendencias de gestión humana, que básicamente corresponde con el desarrollo de la última de las
categorías centrales. Para el abordaje de esta temática se realizó una revisión de diez textos.
Este desarrollo temático, tiene por objeto la creación de un perfil del líder
organizacional que adquiera y desarrolle la capacidad de generar mecanismos destinados a la
implementación de esas tendencias del mundo organizacional alineadas con la inclusión, en otros
términos, de promover la redefinición de la concepción del recurso humano.
Para la concreción de esas tendencias en la gestión del recurso humano, en
consonancia con las referidas categorías centrales, se pasó al desarrollo analítico de la diversidad
y la inclusión organizacional. El fin de tal abordaje tenía por objeto fundamental postular las
bases teóricas y experienciales encaminadas a lograr un reconocimiento de la diversidad como
30
algo inherente a lo humano y, por tanto, a la cultura organizacional. Para esto último se realizó
fundamentalmente una aplicación de los postulados teóricos abordados, buscando una traducción
práctica de los mismos y cuyo resultado habría de concretarse en una serie de procesos de
gestión aplicables en el seno de la organización.
5. Referente Conceptual
Enfoque
El enfoque de esta monografía a partir de la naturaleza misma de las categorías
teóricas a desarrollar, corresponde a la psicología organizacional, la cual hace referencia al
desarrollo y aplicación de principios científicos en el trabajo, con el interés de entender el
comportamiento de los empleados, promover su bienestar en el entorno laboral y velar por la
eficiencia organizacional en la gestión de los procesos que enmarcan la gestión del talento
humano: diseño de cargos, selección, capacitación y evaluación del personal (Enciso y Perilla,
2004). En este sentido, el objetivo de la psicología organizacional va en la vía de promover una
relación de mutua contribución entre las empresas y sus colaboradores, articulando las
necesidades y las posibilidades de cada uno, para generar un intercambio que favorezca a las dos
partes y de cuyo éxito dependa su posibilidad de ser sostenible en el tiempo.
De esta manera, la organización, en cabeza de sus líderes y directivos, será
responsable de proveer las condiciones necesarias para la salud, el bienestar y el desarrollo de las
31
personas, así como de velar por la rentabilidad y la sostenibilidad de la compañía. Los
trabajadores por su parte, estarán encargados de cuidar la calidad de su trabajo, velar por el
cumplimiento de sus compromisos y hacerse cargo de su formación y desarrollo personal y
profesional, aprovechando además las oportunidades que brinde la empresa para este fin.
En este orden de ideas, la piscología organizacional aporta una mirada, traducida
en cuestionamientos, reflexiones, prácticas y herramientas que permiten, por un lado, reconocer
la importancia del trabajo como escenario psicosocial y su impacto en la vida y en la salud de las
personas, en tanto suple necesidades psicológicas básicas como lo son la necesidad de
reconocimiento, pertenencia, contribución y socialización. Y brinda oportunidades para el
desarrollo personal y profesional, el logro de autonomía y el desarrollo de las aspiraciones y
proyectos de los individuos.
Y por el otro, trabaja para posicionar al talento humano como el recurso más
valioso de las empresas, entendiendo que finalmente, el 100% de sus ingresos y de sus gastos
dependen del desempeño de las personas; y que la gestión de ese talento, puede ser una estrategia
que apalanque el logro de las metas de la compañía, tal como lo proponen Enciso y Perilla (2004,
p. 20):
Es labor del psicólogo organizacional lograr engranar: la función de los empleados
(empresarios internos) con la estrategia productiva y las metas propuestas de la
compañía, logrando las utilidades y desarrollo de la empresa. Ello puede lograrse
dando a los empleados la libertad y oportunidad de crear, innovar y mercadear sus
32
propias ideas en el mejoramiento continuo de un producto, servicio o proceso para el
beneficio del negocio y el de cada individuo.
Este es el enfoque que guía la presente monografía, la cual basada en los aportes
de la psicología organizacional y teniendo en cuenta las tendencias de diversidad en el contexto
de la cultura organizacional actual, busca definir el papel que tienen los líderes, como agentes
que facilitan el reconocimiento de la diversidad y de su valor, y posibilitan la inclusión.
Categorías Teóricas
Esta monografía plantea unas categorías teóricas, propuestas a partir de los
objetivos que direccionan este estudio. Estas categorías representan aspectos trascendentales para
el desarrollo de la temática propuesta, en búsqueda de dar respuesta a la pregunta
problematizadora que se ha indagado. Las categorías seleccionadas son las siguientes: Cultura
organizacional, diversidad, inclusión, liderazgo, tendencias de gestión humana; las cuales, se
exponen a continuación.
Cultura Organizacional
Para la cabal comprensión del término “cultura”, el primer aspecto que debe
abordarse es su estructura etimológica. La palabra cultura, concretamente, viene de la locución
latina “culturam”, que significa primordialmente “cultivo” o “cuidado” de algo, como por
ejemplo de las cosechas o los animales (Gómez, 1998, p.132). Luego es a partir del siglo XVI
33
que este diciente significado fue asociado con la esfera del desarrollo humano, pasando del
referido “cultivo de cosechas” al “cultivo de la mente” (o construcción del conocimiento). Las
primeras discusiones sobre la palabra cultura, como sustantivo independiente, se dan en
Alemania durante los siglos XVIII y XIX, empleando el término para referirse a un proceso de
desarrollo espiritual e intelectual (Thomson, s.f.).
Con la evolución de las denominadas ciencias humanas o sociales el desarrollo
del concepto de cultura tendría sus repercusiones en diversas áreas del conocimiento. La
Antropología, la Sociología y, después, la propia Psicología, se percatarían de la utilidad del
concepto para sus constructos teóricos. Como lo menciona Thomson (s.f.), con la aparición de la
Antropología a finales del siglo XIX surgen las definiciones descriptivas y simbólicas de cultura.
La concepción descriptiva de cultura se refiere al conjunto diverso de valores, creencias,
costumbres, convenciones, hábitos y prácticas características de una sociedad. Por su parte, la
concepción simbólica se interesa por la interpretación de los símbolos y de la acción simbólica.
Thomson (s.f.) citando a Geertz (1973), formula una concepción estructural de la
cultura a través de la cual explica los fenómenos culturales, entendidos como formas simbólicas
de pensamiento situadas en contextos históricos determinados.
La cultura, como se ve, es un concepto cuyas categorías lexicológicas pueden ser
aplicadas en diversos campos de conocimiento. Lógicamente, como luego se verá, la Psicología
en su aplicación organizacional no escaparía a la profusión y utilización de esas categorías de
conocimiento. Pero antes de ello es preciso ahondar un poco más en su dicción general. Para
34
hablar de un concepto general de cultura (Hofstede, 1997, citado por Fernando Toro, 2001),
identifica dicho término con la producción humana de un conjunto de patrones colectivos de
pensamientos, sentimientos y actuaciones, aprendidos y compartidos. La cultura se manifestaría,
de este modo, a través de una serie de símbolos, rituales y valores, que en conjunto, darían lugar
a una realidad compartida con efectos sobre los pensamientos, sentimientos, reacciones y, en
general, sobre las acciones individuales, entre las que se encuentra precisamente el trabajo,
definido como una acción humana vinculada, en gran medida, al desarrollo cultural.
De manera que, si el trabajo puede estar afectado, en gran parte, por un conjunto
de construcciones culturales históricas y contextualmente situadas, en la Psicología
organizacional no podía pasar inadvertido el concepto.
La cultura organizacional es un patrón de presunciones básicas compartidas y de
principios inconsistentes que la empresa y el grupo han aprendido en la búsqueda de
soluciones a sus problemas de adaptación externa y de integración interna. Esos
principios regularían y determinarían, en alguna medida, las percepciones, pensamientos,
sentimientos y acciones de las personas del grupo. En este sentido se afirma, entonces,
que lo cultural afecta necesariamente lo organizacional (Schein, 1992, citado por
Fernando Toro, 2001, p. 35).
Es por esta razón que resulta de gran importancia abordar en este trabajo la
cultura organizacional. Y es que si la cultura en su dicción general puede definirse como un
conjunto de categorías simbólicas depositadas desde un sentido propio, dentro de las cuales se
hallan los valores, actitudes y prácticas, instituidas en una sociedad determinada, los valores, las
35
creencias y los principios fundamentales que constituyen los cimientos del sistema gerencial de
una organización tienen que ser necesariamente integrados en todo análisis que se proponga la
mejora de cualquier proceso productivo en el que se involucren las personas.
Morris, D., y Brandon, J. (1995), identificando tal necesidad, mencionan que
cualquier método administrativo que no considere de manera específica la cultura, tiende a
funcionar bien en algunas organizaciones y a fracasar en otras, teniendo en cuenta que la cultura
es lo que sostiene la interacción de los miembros de una organización y propende por su
identidad corporativa.
Establecida la relación de los significados de la cultura en su entidad general o
estructural, la tarea de todo líder o gestor organizacional radica en determinar cómo articular a la
cultura corporativa una serie de valores que ayuden a fomentar un clima organizacional y estilo
de gerencia apropiados. De acuerdo con Armstrong (1991), el denominado “estilo de gerencia”
se define precisamente como la forma en que los líderes se comportan y ejercen la autoridad
dentro de su ámbito de gestión. Esta autoridad que le confiere su condición de líder, es la que ha
de permitir aprovechar los valores positivos determinados por la cultura en su entidad general o
diversificada al mundo interno de la organización. La inclusión y acoplamiento de lo diverso a la
organización, como se verá seguidamente, constituye justamente una muestra de esta
continuación cultural.
36
Diversidad
Hasta finales del siglo XIX se hablaba de la cultura como una realidad única
uniforme y universal, sin embargo, los avances en las reflexiones e investigaciones
antropológicas, históricas y filosóficas empiezan a cuestionar dicha concepción, para abrir paso a
la visión de que existen realidades culturales heterogéneas y diversas. Este concepto de cultura
como construcción social diversa y realidad plural permite empezar a hablar de la cultura en
plural y por ende impulsa la toma de consciencia, el reconocimiento y la legitimación de la
diversidad cultural.
Así mismo, fenómenos sociales como los procesos migratorios, la adquisición de
protagonismo social por parte de colectivos diversos, la incorporación masiva de las mujeres al
mundo laboral, como el lento pero firme envejecimiento de la población, han logrado que se
genere un mayor nivel de consciencia frente a la diversidad cultural como una realidad y ha
contribuido a que el tema logre notoriedad. Sin embargo, esto no garantiza su preservación
(UNESCO, 2009).
En este sentido podría decirse que hacen falta esfuerzos que promuevan una
definición de este concepto, desde un abordaje epistemológico que tome en cuenta la
complejidad de los elementos que lo conforman, tales como cultura, civilización o pueblos;
términos estos que en sí hacen referencia a constantes transformaciones, lo cual, permitiría
encarar los desafíos relacionados con la resignificación de la diversidad, no como un
inconveniente o una amenaza, sino como potencial y oportunidad, construyendo un nuevo
37
enfoque de diversidad que tenga en cuenta un carácter dinámico y que permita su gestión como
recurso y patrimonio de la humanidad.
Esfuerzos por promover este enfoque, han motivado entidades internacionales
como la UNESCO, la cual, a partir de la coyuntura marcada por los eventos del 11 de septiembre
de 2001 en los Estados Unidos, se convierte en el principal referente para el desarrollo y la
promoción de los conceptos de diversidad e inclusión.
En la trigésima primera reunión de la Conferencia General de la UNESCO, que se
llevó a cabo en noviembre de 2001, fue aprobada por unanimidad su Declaración Universal
sobre la Diversidad Cultural, la cual promueve el reconocimiento de la diversidad como realidad
individual, social y cultural, y sobre todo, la necesidad de respetarla, valorarla y protegerla como
patrimonio común de la humanidad.
Koïchiro Matsuura (2002), Director General de la UNESCO en esa época, define
este concepto resaltando su relación con el respeto por los derechos y la dignidad humana, así
como su potencial impacto en el desarrollo de la creatividad y la sostenibilidad de las sociedades:
Se puede definir la diversidad cultural como un principio organizador de la
pluralidad cultural sostenible en las sociedades y a través de ellas. La diversidad
cultural es mucho más que una lista abierta de diferencias o variaciones. Es un
recurso para organizar un diálogo más productivo entre pasados pertinentes y
futuros deseables. Como tal, no puede funcionar dentro de límites estrictamente
nacionales, sino que ha de beneficiarse del diálogo entre sociedades, como ocurre
38
con la globalización basada en la economía de mercado, que se beneficia del
comercio a través de las fronteras. Así definida, la diversidad cultural garantiza que
la creatividad, la dignidad y la tolerancia sean aliadas y no víctimas en la
concepción de los modelos del desarrollo sostenible. En otras palabras, maximizar
la diversidad cultural es la clave para hacer de la cultura un recurso renovable en el
empeño por dar perennidad al desarrollo (p. 12).
En este mismo documento, la UNESCO (2002) sienta las líneas generales para la
construcción de planes de acción internacional, nacional y local, que posibiliten la aplicación de
la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural desde la educación, la política y la cultura;
asimismo, propone reconocer y fomentar la contribución que el sector privado puede aportar a la
valorización de la diversidad cultural y facilitar, con este propósito, la creación de espacios de
diálogo entre el sector público y el privado (p. 7).
Tomando como referencia esta definición del concepto de diversidad como el
conjunto de características humanas que hacen que las personas sean distintas entre sí, se hace
aún más evidente que las organizaciones como escenarios sociales, no son ajenas a esta realidad.
En esta misma línea, es evidente que el recurso humano es cada vez más diverso,
por tanto en los contextos organizacionales actuales la noción de diversidad es inherente,
referenciada, en primer lugar, a aquellas características sobre las cuales las personas tienen poco
o ningún control, como por ejemplo las características biológicas relativas al ser humano, como
las raciales; y en segundo lugar, relacionada con los asuntos que, en alguna medida, los sujetos
39
pueden controlar o modificar a lo largo de sus vidas, concernientes a cuestiones sociales como la
formación, las creencias políticas y religiosas, el estado civil, entre otras. (Gómez-Mejía, Balkin
y Cardy, 2001).
Así mismo, la consciencia frente a este fenómeno y su impacto también han ido
en aumento, lo cual ha convertido a la gestión de la diversidad en una necesidad empresarial.
En este sentido se hace un llamado a los departamentos de Recursos Humanos de
las empresas para reconocer, valorar y promover la diversidad de forma proactiva, planteando
que su fomento debe ajustarse no sólo a las situaciones de orden interno, sino también trascender
este campo cuando se busca expandir sus operaciones a otras ciudades, países o continentes.
Ello es coherente con la idea de asegurar la sostenibilidad y el desarrollo
económico de las organizaciones en un entorno marcado por la globalización y la
multiculturalidad. En esta invitación que hace la UNESCO (2002) no se trata sólo de ampliar la
variedad dentro del capital humano de las empresas, sino de comprender los beneficios que tiene
la diversidad para las mismas.
A partir de allí el tema ha sido promovido por otras organizaciones, De Anca y
Vásquez (citados en Muñoz y Nevado, 2007, p.181), sitúan algunos referentes que hoy hacen
parte de esta iniciativa, entre otros: el Pacto Global de las Naciones Unidas, que dentro de sus
diez principios fundamentales pide a las organizaciones fomentar la igualdad de oportunidades,
eliminando la discriminación en todas sus áreas y la Global Reporting Iniciative (GRI), que
40
proporciona indicadores y pautas para que las empresas elaboren, entiendan y comuniquen sus
informes de sostenibilidad, e incluyan dentro de sus indicadores la diversidad.
De tal forma que las exigencias marcadas por estas entidades han generado
grandes avances en la promoción de la diversidad, hasta el punto que para hacer parte de los
índices bursátiles de sostenibilidad, por ejemplo, las empresas deben cumplir con prácticas de
responsabilidad social corporativa que incluyen políticas e indicadores de diversidad. Por ello no
ha de resultar sorprendente que otro referente vigente, en este creciente auge sobre la diversidad
en las organizaciones, lo constituya la clasificación del Great Place to Work Institute, el cual
elabora un ranking de las empresas que constituyen excelentes lugares para trabajar alrededor del
mundo, y para la clasificación analiza asuntos directamente relacionados con la gestión de la
diversidad (Muñoz y Nevado, 2007).
Recapitulando, se puede ver cómo inicialmente las empresas van entendiendo el
reconocimiento y la promoción de la diversidad, como un asunto de responsabilidad legal, luego
como una postura ética y, finalmente, como una realidad humana, que puede representar una
ventaja competitiva, así como un recurso valioso que contribuye al desarrollo y a la
sostenibilidad de las empresas. Por lo tanto, se hace necesario conocerla mejor y aprender a
gestionarla.
En sus orígenes el tema de diversidad fue entendido por las empresas como una
obligación derivada de un imperativo legal por la existencia de normas que
buscaban evitar la discriminación en el trabajo. Otra perspectiva que llevó en los
comienzos a la implementación de este tipo de iniciativas fueron criterios éticos y
41
de equidad. Sin embargo, los directivos son cada vez más conscientes de la ventaja
competitiva que descansa en la obtención de una plantilla diversa, constituyendo la
exploración de este campo un tema de vital importancia para los investigadores del
siglo XXI (Susaeta y Navas, 2005, p.170).
Así las cosas, la diversidad al interior de las organizaciones constituye claramente
un tema de interés actual para el campo académico y profesional; la gestión de la diversidad en
las empresas implica entonces llevar a cabo esfuerzos por lograr la inclusión de esa diversidad
que hace parte de la realidad humana y, por tanto, del contexto organizacional. Así, como lo
expresa la firma consultora internacional Korn Ferry (2016), diversidad es la mezcla, inclusión
es lograr que la mezcla funcione. Por consiguiente, la verdadera gestión de la diversidad del
recurso humano no implica sólo el hecho de tolerar o aceptar la diferencia, sino de valorar,
potenciar y procurar que esa diversidad haga parte activa de las organizaciones materializándose
en esfuerzos, iniciativas y prácticas de inclusión.
Inclusión
El desarrollo de este concepto se ha dado en estrecha relación con el de exclusión,
inclusive, con un énfasis marcado en este último, lo cual ha obstaculizado los avances en la
clarificación y explicación de las lógicas inherentes a la inclusión. Por lo tanto, este sigue siendo
un concepto ambiguo, que en ocasiones se da por sentado o se mantiene implícito, creyéndose
que se entiende y sin dimensionar su significado e implicaciones, al respecto Sandoval (2016, p.
74), manifiesta:
42
En general no hay un acuerdo con respecto a cuáles son los elementos constitutivos
del concepto, cuáles son sus dimensiones y núcleo conceptual central. Por ejemplo,
hay una diversidad de opiniones con respecto a los medios de lograr la inclusión
social. Algunos consideran de suma importancia el estatus de ciudadanía, para
otros la inclusión pasa por el empleo remunerado, otros autores señalan la
importancia de los derechos en el proceso de inclusión, y algunos dan mucho peso
al reconocimiento y respeto de las identidades y las diferencias. Tampoco ayuda
mucho a precisar el concepto de inclusión social cuando se señala que el ámbito de
inclusión es la sociedad, como si las personas o grupos sujetos de inclusión
estuvieran en un universo social aparte que desprovee a las personas de
interacciones e intercambios.
Dicho autor hace un esfuerzo entonces por construir un concepto de inclusión que
tenga en cuenta las dimensiones política, económica, cultural y simbólica y que trascienda el
mero abordaje de los fenómenos de exclusión social:
Esta definición parte de que las personas, sujetos de inclusión, de hecho, están en la
sociedad y participan en ésta, pero de forma desaventajada. De ello se desprende
que la inclusión social pasa por incorporar a ciertos grupos a los mecanismos
interdependientes de redistribución y reconocimiento (políticas, programas, planes,
leyes, reglas, instituciones y otros instrumentos que administra el Estado) que son
los que canalizan y cambian la forma en que se distribuyen los recursos materiales
(redistribución) y simbólicos (reconocimiento) para que dichos grupos puedan
participar de forma significativa en la sociedad (Sandoval, 2016, p. 100)
43
Por su parte, Weller (2001) se propuso llevar a cabo un análisis profundo de los
conceptos de inclusión y exclusión laboral como procesos simultáneos y dinámicos que
permiten comprender la evolución del mercado del trabajo y trascienden hasta impactar las
dinámicas de inclusión y exclusión social:
El concepto gemelo de inclusión y exclusión laboral se refiere a procesos que
permiten el acceso de una parte de la población a empleos productivos con
condiciones laborales favorables o adecuadas, mientras que otra parte de la
población no tiene acceso a este tipo de empleo (p.13)
Es de señalar que en la literatura organizacional se le ha prestado menos atención
al concepto de inclusión que al de diversidad, llegando a asumir en ocasiones que el término
inclusión ha reemplazado al de diversidad. Sin embargo, algunos autores han enfatizado las
diferencias entre ellos, sobre todo para efectos prácticos. En este sentido, la inclusión implica
entonces para las organizaciones lograr que las personas que las componen, independientemente
de sus diferencias, puedan no sólo hacer parte de ellas, sino poner en marcha todo su potencial
para contribuir de forma efectiva a lograr sus metas y a materializar su estrategia.
Al respecto, en Colombia destacan especialmente algunas iniciativas generadas por
organismos públicos, nacionales e internacionales, para promover políticas, programas y
proyectos encaminados al reconocimiento de la diversidad y el fortalecimiento de la inclusión,
especialmente de aquellas comunidades que históricamente han sido excluidas o vulneradas, entre
ellas destacan algunas como:
44
El Programa para Afrodescendientes e Indígenas de la Agencia de los Estados
Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), implementado entre los años 2012
y 2016 en 12 Departamentos del país y con una inversión de US$ 61.5 millones, el
cual ha logrado generar más de 6000 empleos nuevos en alrededor de 1000 empresas,
así como promover la firma e implementación de Protocolos de Diversidad e
Inclusión Laboral en 89 empresas. Su objetivo es:
Garantizar las oportunidades de inclusión social, económica y política
para los afrocolombianos e indígenas mediante el fortalecimiento de la
capacidad institucional del Estado, el empoderamiento de las
organizaciones étnicas, un mayor acceso a oportunidades económicas y
el incremento de mensajes positivos sobre asuntos étnicos (USAID,
2012).
De la mano con la iniciativa anterior, USAID y la Asociación Nacional de Empresarios
de Colombia (ANDI) firmaron en el año 2012 un acuerdo de cooperación con el fin de
mejorar los niveles de inclusión política y social de la población afro en la comunidad
empresarial (Embajada de los Estados Unidos de América, 2015), invirtiendo más de
US$ 5 millones y generando más de 1300 empleos. Además, buscan consolidar en
Colombia la inclusión como práctica empresarial, así como construir una Estrategia
Nacional de Diversidad e Inclusión Laboral (ANDI, s.f.).
En el 2012 el Ministerio de Trabajo lanzó una campaña que buscaba promover alianzas
entre el Gobierno, el sector privado y la sociedad civil con el fin de impulsar la inclusión
45
laboral de las personas con limitaciones auditivas, cognitivas y visuales. Apoyados en los
beneficios tributarios y parafiscales que obtendrán los empresarios al vincular
trabajadores en situación de discapacidad y que están contemplados en la Ley 1429 de
2010 (Mintrabajo, 2012)
Resalta también la creación del Grupo de Equidad Laboral del Ministerio del Trabajo, el
cual se ha dedicado a la creación de políticas y programas que promuevan la igualdad
entre hombres y mujeres en lo referente a sus derechos y oportunidades laborales;
fortalecer la empleabilidad de las víctimas del conflicto armado e impulsar el
autoempleo, esto en el marco de las acciones de reparación. También dedica sus
esfuerzos a la prevención, sanción y atención a las víctimas de delitos relacionados con la
trata de personas con fines de trabajo forzoso.
En este sentido se lanzó en el año 2013 el sello Equipares, con el objetivo de certificar a
las empresas públicas y privadas que se comprometen e implementan de manera efectiva
un Sistema de Gestión de Igualdad de Género. En un año lograron contar con 40
empresas comprometidas con esta iniciativa (Mintrabajo, 2014).
Se podría decir entonces que en Colombia iniciando el reconocimiento de la
diversidad que promueve la inclusión de grupos étnicos históricamente vulnerados (comunidades
afro e indígenas), hasta dar respuesta a las necesidades de inclusión más recientes (mujeres,
comunidades LGTBI, víctimas del conflicto, personas en situación de discapacidad).
46
Si bien estas iniciativas son valiosas y responden al proceso de desarrollo social,
político y económico del país, aún falta fortalecer la conciencia de la inclusión más que como
una “deuda social”, como una oportunidad para que las personas desarrollen su potencial en el
marco organizacional, y así contribuyan al éxito y a la sostenibilidad de las empresas,
representando una verdadera ventaja competitiva para los negocios.
Cabe también resaltar que más allá de las políticas y los programas que buscan
impulsar la inclusión, el papel de los líderes es trascendental como potenciales promotores de
esas iniciativas en las organizaciones, así como adquirir los conocimientos y las competencias
que necesitan para lograrlo de manera efectiva.
Liderazgo
Hablar de inclusión en las organizaciones implica hablar de los equipos de trabajo,
de las personas que los conforman y de cómo se ajustan a las competencias requeridas en el
mundo laboral en vigencia, sin embargo, no se debe desconocer la labor de los líderes como
agentes de inclusión. Este rol es clave a la hora de lograr una articulación efectiva entre la
diversidad de características y habilidades de sus colaboradores en pro del desarrollo de los
mismos y del logro de los resultados organizacionales. No obstante, para hablar de los líderes
como agentes de inclusión, es necesario tener una mirada de su concepto y definición, pues a lo
largo de los años la palabra líder se ha visto abocada a cambios que son exigidos desde la
transformación de los estilos de vida, los comportamientos y la cultura organizacional.
47
Desde finales del siglo XIX se habla de la palabra líder, sin embargo, se ejercía un
liderazgo tradicional, aceptado como una forma de poder jerárquico con un estilo de
comunicación descendente, en el cual el líder se encontraba en la cima de la pirámide
empresarial, ejerciendo poder sobre grandes grupos de personas, esta definición se asociaba con
los militares y los políticos. Sin embargo, dicho concepto ha ido teniendo puntos de giro que han
propiciado el desarrollo y la evolución del papel del líder en las organizaciones. Actualmente, se
puede hablar de un líder o jefe, enfocado en el desarrollo personal y profesional de los
empleados, fortaleciendo procesos y velando porque las funciones sean compartidas y
contribuyan tanto al logro de las metas como a la consolidación de los roles y los conocimientos.
Ogliastri (2005) resalta que un líder excepcional en Colombia posee tres
elementos centrales: relaciones humanas, visión y estilo gerencial, y tres aspectos
complementarios que son: integridad, actuación ante una crisis y fijación de objetivos.
Igualmente, resalta Ogliastri (2005) que los líderes se perciben como personas
preocupadas por los demás y comprensivas, esto en escala de igualdad de importancia para todos
los miembros de su equipo de trabajo; es decir, no se presentan excepciones frente a ningún
estilo de vida, forma de ser, género o costumbre. Esto exige de los líderes la habilidad para
reconocer la singularidad de sus colaboradores y valorar la diferencia, entendiendo el potencial
creador que tiene la diversidad.
No obstante, es importante que las organizaciones den un mayor valor al líder como
gestor de procesos y actor motivador dentro de los equipos de trabajo, principalmente en los
48
momentos de cambio, que son la constante en la actualidad, pues según lo señala John Kotter
(2009), el error que se ha venido repitiendo en todos los procesos de cambio organizacional,
reside en el hecho de que la mayor parte de las organizaciones concentran un 80 % de sus
esfuerzos en enfrentar cambios dentro de la gerencia y sólo el 20 % en el liderazgo, lo que se
confronta con una orientación más realista y objetiva, donde se evidencia que el problema no
está en cambiar la gerencia sin cambiar el liderazgo, sino en convencer a un número suficiente de
colaboradores para que ejerzan una posición de liderazgo que permita realizar las
transformaciones dentro de la organización.
Como lo enfatiza este autor, es necesario que los líderes se apropien de su papel y
sean movilizadores de sus propios equipos de trabajo, pues a través de ellos se logran mejoras
continuas en la organización, así como la consolidación de los procesos de cambio necesarios
para el logro de los resultados organizacionales.
Sin embargo, para reconocer el término líder es indispensable entender que este se
mueve dentro del ejercicio de liderazgo, condicionado por aspectos fundamentales en las
organizaciones como el clima y la cultura, siendo el clima la percepción del empleado hacia su
medio laboral y la cultura las características intrínsecas de las organizaciones.
Por tanto, como lo explica Francoise Contreras (2008, citando a Blanco, 1985, p.
67), el proceso de liderazgo constituye una fuente potencial para promocionar la salud en el lugar
de trabajo, entendida ésta como el juicio subjetivo de bienestar sobre diversas dimensiones
personales.
49
Esta perspectiva de liderazgo constituye una clara tendencia actual, cuya base es
la responsabilidad social de las empresas. Si bien aquí Contreras (2008) habla de la definición de
liderazgo desde el bienestar de los empleados, no se puede desconocer que también le da un
sentido de responsabilidad social a las organizaciones, lo que significa que no solo el liderazgo
debe propender por la salud de los equipos de trabajo, sino también los altos directivos, como
cabeza ejecutiva de las organizaciones, deben trascender y movilizar a los mismos líderes para
generar un bienestar entre ellos que posteriormente se refleje en sus colaboradores.
Dentro de la función de liderazgo, resulta indispensable hablar de este ejercicio
desde los equipos de trabajo, lo cual implica cuestionar las estructuras tradicionales, que se han
visto avocadas a cambios que exige el entorno y la apertura de los últimos tiempos. Como lo
explica Luis Ahumada (2004) a medida que disminuye la estructura jerárquica tradicional y las
organizaciones asumen una estructura flexible y dinámica, los equipos de trabajo empiezan a ser
más autónomos y el liderazgo centrado en un sujeto se vuelve más efímero. Lo cual implica para
los líderes el reto de empoderar a sus colaboradores y equipos, asumiendo más una posición de
acompañamiento que de supervisión y articulando las necesidades individuales, con las del
equipo y la organización.
Incursionar en cambios que se establecen desde la tecnología hasta el estilo de
vida familiar, implica hablar concretamente de cambios que se producen al interior de las
organizaciones y que generan empleados diferentes a los que trabajaban hace unas décadas.
Aprender es fácil y conocer nuevas perspectivas está al alcance de las personas, por lo tanto, el
50
papel del líder puede sufrir importantes cambios en la actualidad pasando del autoritarismo a la
enseñanza, lo que significa un cambio en su mismo comportamiento.
Un líder implica tener seguidores no solo por su poder sino por sus competencias,
por el reconocimiento del otro, capacidades de autocrítica y apertura, todo esto impregnado
completamente por el diálogo y la movilización.
Asimismo, no se puede desconocer que el liderazgo también debe ser interpretado
como una forma de reconocer cualidades y fortalezas del mismo líder desde el momento que
asume su rol en la organización. Méndez y Rojas (2008), en su estudio sobre liderazgo
organizacional, destacan que:
El liderazgo tiene que ver con la capacidad de un sujeto o de un sistema de estar al
frente de un proceso social u organizacional. Esta capacidad tiene que ver con
proceso de poder e influencia bien sobre otros hombres o bien sobre organizaciones
y situaciones (p. 15).
Hablar de la capacidad del líder significa hablar de un mecanismo de bienestar
para el equipo, es necesario puntualizar que el líder no solo debe permear a su equipo de trabajo,
también debe tener condiciones favorables para hacerse cargo de las responsabilidades y
necesidades que surgen de las expectativas organizacionales. Es decir, no solo debe estar en
favor de los otros, sino también en pro de la organización a través de la cual influye con la
obtención de las metas y el incremento en la productividad.
51
El líder, por ende, es una de las instancias que canaliza, comunica y motiva a cada
uno de sus seguidores, convirtiéndose en apoyo e influencia, pero también responsabilizándose
por lo que ocurre al interior de su equipo de trabajo y que puede afectar a la organización. El
liderazgo por su parte, es el componente de acción para el líder, a través del cual se conecta con
la organización, generando procesos y proyectos beneficiosos y rentables para las empresas, pero
también seguros y estables para sus empleados.
Tendencias de Gestión Humana
En definitiva, queda claro que el líder es un referente y está llamado a ser agente
de cambio. Esta nueva concepción implica un acto de reflexión personal, de toma de consciencia,
que será la base de su crecimiento como persona y como líder, así como del acompañamiento
que deberá hacer al equipo para su desarrollo y gestión. Este es un auténtico proceso de
innovación del esquema tradicional de dirección, el cual se haya profundamente ligado a las
tendencias de gestión humana que están marcadas por la globalización de la economía y la
internacionalización de los mercados.
Antes de desarrollar esta categoría, es preciso indagar por la significación
etimológica de los términos centrales que la componen: gestión y humano. Según Gómez (1998),
con respecto a la gestión, enfatiza que es la administración, dirección, diligencia, actividad;
término que viene del latín gestionem, acusativo de gestio (radical getion) administración, de
gestus, participio pasivo de gerere ejecutar, llevar, traer (véase gesto), + -io acción (de) (véase –
ion) (p. 323). Por su parte, lo humano, se referencia como el término que tiene su raíz
52
etimológica en relativo al hombre (= persona): latín humanus humano del indoerupeo ghom-on
humano (adjetivo y substantivo) (véanse hombre, camomila) (p. 353).
Para continuar abordando las tendencias en Gestión humana, es importante hablar de la
globalización, aspecto que ha traído consigo la necesidad de crear empresas modernas y
competentes, esta situación, entre otras consecuencias, hace que los líderes de gestión humana
adopten medidas prácticas que permitan enfrentar esos cambios inherentes a la economía.
Los cambios resultantes de esos procesos de modernización pueden ser tanto favorables
como desfavorables, tanto para la organización como para los mismos empleados. Valero y
Dombois (1999), exponen que, dentro de los aspectos desfavorables, por ejemplo, se halla la
desregulación del trabajo, la flexibilización en la vinculación y en la compensación de los
trabajadores.
En los cambios favorables se encuentran la generación de mecanismos de
participación y la redefinición de la concepción del recurso humano y de sus recursos físicos, es
apenas obvio concluir que en este nuevo escenario se hace imprescindible una mentalidad más
amplia y abierta, organizaciones con mayor dinámica y proyección, grandes inversiones en
tecnología, constante cualificación y capacidad para integrar diversas culturas, como rasgos
sobresalientes (Naranjo, 2001, p. 73).
Es importante explicar cómo se ha ido desarrollando el concepto de gestión
humana en el marco de estos cambios y de las nuevas exigencias para las organizaciones y los
53
líderes. En esta vía, Chiavenato (2009), define la gestión del talento humano como el conjunto de
políticas y prácticas necesarias para dirigir los aspectos de los cargos gerenciales relacionados
con las personas o los recursos, incluidos reclutamiento, selección, capacitación, compensación y
evaluación del desempeño; y por su parte, Lledó (2011), afirma que los recursos humanos tienen
un enfoque de aplicación y práctica de las actividades más importantes dentro de las
organizaciones.
Según puntualizan estos dos autores, la gestión del talento humano comprende
uno de los pilares fundamentales para el desarrollo exitoso de los procesos, pues al final son las
personas, desde su rol como empleados, los responsables de ejecutar las actividades necesarias
para alcanzar las metas de la organización, de esta forma, los líderes son los encargados de velar
porque dichas acciones se hagan realidad, se logren los resultados y se implementen las mejoras
necesarias, debido a que los proyectos no se desarrollan por sí solos.
De allí la necesidad de que el área de gestión humana se convierta en un socio
estratégico del negocio, capaz de detectar las necesidades y potencialidades del recurso humano,
leer las tendencias del entorno, ajustar sus procesos y brindar las oportunidades de formación y
desarrollo necesarias para colaboradores y líderes, midiendo la efectividad y el impacto de su
gestión, con el fin de darle transparencia y respaldo a los procesos de mejoramiento y cambio,
contribuyendo activamente al éxito organizacional.
En esta misma perspectiva, Beer (1997), manifiesta que la función de la gestión
humana durante mucho tiempo fue considerada una tarea puramente administrativa, pero hoy en
54
día esa perspectiva ha cambiado, ya que se reconoce su articulación con los procesos estratégicos
y su capacidad para incidir sobre los resultados del negocio.
Entre las estrategias gerenciales destinadas a lograr dicho posicionamiento
sobresale la planteada por Serna (2007), quien afirma que a la par de la automatización y la
reestructuración industriales, debe estar la comprensión del comportamiento humano y las
estrategias encaminadas a lograr su alineación con la estrategia organizacional.
Con relación a esta situación, el mismo autor argumenta que la gerencia de talento
humano se fundamenta en las ciencias del comportamiento: la psicología, la sociología y el
comportamiento organizacional. A partir de esta tesis se puede expresar el trabajo del
departamento de gestión humana, basado en el profundo entendimiento del comportamiento
humano en contextos organizacionales y en herramientas que propendan el logro de las
motivaciones, las conductas y las metas de un recurso humano cada vez más diverso y alineado
con los objetivos del negocio.
Hasta ahora es preciso decir entonces que una gestión del talento humano,
articulada con la estrategia organizacional y consciente de su papel e impacto, puede representar
una ventaja competitiva en tanto ayuda a las empresas a adaptarse a los retos que plantea el
entorno y le permite alcanzar el éxito. Así mismo, esa gestión del talento humano debe
posibilitar que el empleado se visualice como un ser diverso en un mundo de variadas
posibilidades y realidades.
55
El concepto de prácticas de gestión trasciende el de actividades o funciones de un
área determinada; son procesos formales para gobernar el pensamiento y el comportamiento de
los empleados; las prácticas gerenciales de una empresa representan su mente (Calderón, Montes
y Tobón, 2004, p. 4).
En este sentido es posible incidir en la cultura y en los procesos de cambio
organizacional a través de dichas prácticas, por lo tanto, es necesario planearlas y ejecutarlas con
pleno conocimiento de la organización y un alto nivel de consciencia de su impacto.
La concepción de las prácticas de gestión humana se define como procesos
estandarizados que las organizaciones desarrollan para influir en el comportamiento de los
empleados y su implementación exitosa necesita, al respecto es necesario tener en cuenta el
comportamiento de los empleados, pues pueden ayudar a recompensar y controlar el mismo,
logrando finalmente con esta movilización un rendimiento superior en la organización, (Schuler
y Jackson, 1987).
Otro aspecto a tener presente son los objetivos de la organización, su estructura, las
jerarquías y los modelos gerenciales predominantes; pues están afectadas por el tamaño de la
entidad, la forma de propiedad, el entorno inmediato y la cultura empresarial (Calderón, 2004).
En la actualidad se utilizan en las organizaciones dos modelos de prácticas de
gestión humana, el primero se refiere a las prácticas emergentes, las cuales han surgido por la
necesidad de evolución en los procesos mismos de cada organización y en las que se manejan
56
temas de cultura, clima organizacional, responsabilidad social y empresarial, acompañamiento a
líderes, Outplacement, entre otros. La implementación de tales procesos genera un efecto
positivo en el bienestar y en la productividad de sus empleados.
El segundo modelo está relacionado con las prácticas tradicionales, desde la
selección de personal, formación, capacitación, plan de carrera, compensación y evaluación de
desempeño. Estos dos modelos son de vital importancia para el desarrollo de los talentos en una
organización.
De acuerdo con lo anterior, sostienen Macías y Martínez (2012) que las
tendencias actuales de la gestión humana permiten vislumbrar un sistema integrado de
actividades que posibilitan una eficiente gestión de las personas para el logro de objetivos
estratégicos organizacionales.
Dichas tendencias son de diversa naturaleza, por ejemplo, como lo señala Naranjo
(2001), la orientación al cliente, la competitividad, los nuevos tipos de organizaciones, la
profusión de los sistemas de información, etc., son algunas de esas tendencias que en la era de la
globalización de los mercados y de la economía, repercuten sobre la estructura de las
organizaciones. El último autor describe esa tendencia marcada por la globalización:
Las cosas no son como solían ser. Hemos pasado del mercado local a la
globalización; del control de dichos mercados por parte de los productores al
reinado de los clientes; los factores competitivos tradicionales como el precio y la
calidad, siguen siendo necesarios pero insuficientes y asistimos a la emergencia
57
de nuevos factores como la adaptabilidad, la innovación y el tiempo de respuesta,
entre otros; la composición de la fuerza laboral exige mano de obra calificada,
contempla personal joven pero experto, la participación de la mujer es cada vez
mayor, incrementándose el tamaño y complejidad del mercado de trabajo, la
rigidez de las organizaciones y de las relaciones laborales ha cedido en favor de la
flexibilidad; los estilos de dirección y los sistemas de control se han replanteado
de manera dramática; el trabajo en equipo continúa desplazando al desempeño
individual; el avance en las tecnologías de información y las telecomunicaciones
impacta y modifica la estructura de la empresa y la manera de realizar la
prestación de los servicios; en síntesis, el panorama actual dista mucho del que
tan solo hace unos cuantos años percibimos, siendo apenas lógico que nuestros
paradigmas y las acciones que desarrollemos sean sustancialmente diferentes a las
que habitualmente nos han acompañado (Naranjo, 2001, p. 72).
Es evidente que estas tendencias impactan las maneras de gestionar lo humano en
las organizaciones, dentro de los efectos que resalta Naranjo (2001) está la revisión de la
concepción del ser que presta su fuerza de trabajo y la naturaleza de este último, así como las
políticas sobre su direccionamiento y gestión.
Esto significa que deben revisarse las políticas tradicionales de gestión basadas en
una concepción instrumental del ser humano y fomentar un ambiente que permita el bienestar, la
formación y el desarrollo de los empleados, revisando aspectos como los factores de motivación,
58
el compromiso y la forma como la cultura interna permite vincular al personal a la misión y
visión de la organización.
En este sentido, es necesario que todos los procesos del área estén permeados por
la misma concepción de lo humano, que la atracción, la selección y el acompañamiento que se
brinda a las personas sean coherentes con ella. Naranjo (2001), denomina carácter staff en la
gestión del personal, todo lo que respecta al papel del área de gestión humana, el cual consiste en
brindar las herramientas a los líderes de cada área para el correcto cumplimiento de su labor con
el personal, promoviendo el trabajo en equipo, la multidisciplinariedad y la polifuncionalidad
como factores claves para asegurar la eficacia en la aplicación de los procesos.
El aprovechamiento de los avances tecnológicos es necesario, naturalmente,
cuando se trata de enfrentar los retos que ofrece la globalización de la economía y asegurar la
eficiencia en las condiciones y métodos de trabajo, por lo que el personal debe estar preparado
para enfrentar esos avances.
De manera que este proceso de cambio implica una revisión de la concepción
tradicional del personal, así como de una transformación en el perfil del líder que permita validar
e implementar en su gestión esas nuevas concepciones de dirección organizacional. Una de esas
directrices, por ejemplo, radica en la inclusión asociada a la diversidad.
Las buenas prácticas que realicen los líderes del área de gestión humana, así como
sus esfuerzos por sensibilizar, formar y desarrollar a los demás líderes de la organización como
59
agentes de cambio y de inclusión, serán la base para gestionar la diversidad y lograr la inclusión
en las organizaciones. Proceso en el que se puede evidenciar si existe el compromiso de la
empresa a la hora de aplicar el principio de igualdad de trato y de no discriminación.
Para comprender mejor estas perspectivas, Red Acoge (2008) propone una guía
para que desde el área de recursos humanos de las empresas elaboren e implementen una política
de gestión de la diversidad (PGD). Esta guía consiste en adoptar algunas medidas favorecedoras
de un trato de igualdad y no discriminación, la primera, planificar de forma anticipada los
recursos humanos que se han de incorporar a la empresa para conducir el proceso de contratación
de forma lógica, justa y ordenada; la segunda, definir el perfil exacto del candidato que se
necesita mediante un análisis minucioso del puesto, con descripción detallada de, tareas,
especificidades y niveles de desempeño que se requieren, utilizando un lenguaje correcto no
sexista y acorde con el respeto a la diversidad; la tercera, sistematizar tanto el proceso de
selección, como las entrevistas de trabajo y los mecanismos de decisión con base en los
principios de igualdad y no discriminación que deben aplicarse por igual, independientemente de
la persona o el cargo al que se aspira; y una última, ampliar los medios de reclutamiento, como
anuncios, agencias, ONG’s, entre otros.
Además, esta guía, menciona las ventajas que conlleva la implementación de un
PGD, las cuales se determinan por el acceso a nuevas fuentes de talento, el reclutamiento y
selección a los más aptos para cada puesto, la prevención de situaciones de discriminación, la
valoración objetiva a los candidatos en función de sus capacidades, el cumplimiento con la
60
legislación vigente relacionada con los principios de igualdad de trato y oportunidades y el
mejoramiento de la imagen externa.
Así pues, las tendencias globales de gestión humana implican una revisión de la
manera tradicional de ver al ser humano y a los procesos de aplicación organizacional; una
revisión que va desde una transformación de la concepción del personal hasta una evaluación de
los propios gestores.
Es por esto que la presente monografía se ha propuesto desde su referente teórico
hacer una articulación de las categorías desarrolladas, que han servido para el análisis de esta
temática, que permiten tener un panorama más claro de los retos actuales que enfrentan las
organizaciones como escenarios sociales, donde se vive la diversidad como realidad cotidiana y
la necesidad de llevar a cabo esfuerzos para generar no solo una cultura incluyente, sino una
inclusión con sentido y propósito a través de sus líderes como agentes de cambio e inclusión.
6. Análisis Teórico
Este apartado corresponde al análisis teórico fruto del recorrido conceptual, con el
cual se pretende desde los objetivos de este estudio, poner a conversar los antecedentes
investigativos y los conceptos mismos, que a lo largo de la historia han aportado sobre diversidad
y por ende han dado paso a la inclusión organizacional.
61
Teniendo en cuenta que la orientación de este texto es darle cabida a la inclusión
en las organizaciones, a través de los líderes como actores habilitadores y patrocinadores, se
busca con el siguiente recorrido, brindar en primera instancia, una mirada a los antecedentes
históricos de la diversidad en las empresas y la inclusión en la cultura organizacional, así como a
las características de liderazgo que la inhiben y la facilitan, para posteriormente pasar a proponer
algunos lineamientos metodológicos, los cuales si se tienen en cuenta, por parte de las
organizaciones colombianas, pueden contribuir para el fortalecimiento de la inclusión dentro de
su cultura y ayudan a que los líderes, se conviertan en agentes de inclusión.
Antecedentes históricos de la diversidad y la inclusión en la cultura organizacional
Si bien es cierto que la literatura y los estudios organizacionales han dedicado
más atención al concepto de diversidad que al de inclusión, es relevante diferenciarlos y así
poderle dar la importancia necesaria a los esfuerzos que las empresas deben hacer para conseguir
una gestión efectiva de la diversidad que se materialice en la inclusión, esto es, lograr que las
personas que las conforman, independiente de sus diferencias, puedan participar activamente
para poner en marcha y fortalecer todo su potencial en la contribución del logro de las metas
empresariales.
Sin embargo, las organizaciones no siempre estuvieron conscientes y dispuestas a
enfrentar este desafío, acerca del entendimiento de la diversidad, como realidad humana y el
reconocimiento de la inclusión como necesidad y deber; lo cual, poco a poco ha ido
posicionándose como imperativo organizacional a lo largo del siglo XXI.
62
Como lo muestra este recorrido teórico, hecho desde los antecedentes y el
referente conceptual, el principal impulso que permite incorporar la concepción de diversidad, y
sobre todo, apalancar esfuerzos de inclusión en las organizaciones, parte de las exigencias
legales basadas en el respeto por los derechos humanos y las normas que buscan evitar la
discriminación en el trabajo.
En esta primera etapa, marcada históricamente por el surgimiento de los
movimientos sociales y políticos enfocados en defender los derechos civiles de las minorías, se
trabaja entonces para alcanzar la igualdad en las oportunidades y en el trato de aquellos grupos
minoritarios que históricamente han tenido escasas oportunidades de acceso al mundo laboral.
En este sentido, la diversidad es leída como una excepción a la norma, es decir, como un asunto
que resalta en la sociedad y en el paisaje organizacional precisamente porque se sale de lo común
y como algo que tiene que ver exclusivamente con poblaciones que han visto vulnerados sus
derechos a lo largo de la historia.
Lo cual, sumado a los prejuicios y estereotipos relacionados con ello y arraigados
en la cultura organizacional, hacen que la diversidad sea vista como posible generadora de
problemas y conflictos dentro de las empresas, por lo cual la incorporación de lo diverso se ve
reducida al cumplimiento legal que implica incrementar la representación de las minorías en el
capital humano.
63
Es por eso que en esta fase aún no se puede hablar de inclusión propiamente dicha
dentro de las organizaciones, pues el foco de la gestión de la diversidad está puesto en reunir a
un número determinado de personas que anteriormente habían sido excluidas por criterios de
género, raza u orientación sexual. Más no en lograr que estos individuos, sin importar sus
diferencias, puedan no sólo hacer parte de la organización, sino desarrollar y poner en marcha
todo su potencial para contribuir activamente al logro de los objetivos empresariales, lo cual
constituye el foco de la gestión de la diversidad que logra materializarse en inclusión y que guía
las posturas contemporáneas al respecto.
Si bien los imperativos legales fueron necesarios, y lograron impulsar una
segunda etapa relacionada con la toma de consciencia, y el compromiso moral que van
adquiriendo las organizaciones respecto al respeto de los derechos humanos en el entorno
laboral, aun no son suficientes para alcanzar una gestión integral de la diversidad que reconozca
el potencial en ella. En esta fase sí hay un avance en tanto las empresas se ven confrontadas con
el reto de revisar, no sólo sus políticas y procesos para garantizar que no sean fuentes de
discriminación, sino de validar la capacidad de su cultura, y por ende de su talento humano, para
respetar la diferencia. Y en este sentido surgen las primeras iniciativas de formación buscando
básicamente que los empleados cambien las actitudes y los comportamientos que puedan ser
leídos como formas sutiles de exclusión, afectando las relaciones, y así lograr que
paulatinamente se logre reconocer el valor la diversidad, trascendiendo las exigencias básicas del
respeto por los demás, (Susaeta y Navas, 2005)
64
Iniciativas que continúan vigentes y que en la gestión actual de la diversidad se
han logrado posicionar como necesidades e imperativos, pues las organizaciones empiezan a
entender que no basta solo con “traer diversidad”, es necesario administrarla para lograr la
inclusión, que es realmente lo que permite poner en marcha todo el potencial de la diferencia,
evitando que se convierta en una fuente de conflicto.
Esto permite ver que para que las organizaciones logren una gestión integral de la
diversidad, no basta sólo con ajustar sus procesos y políticas, si a su interior no hay una cultura
organizacional preparada para asumir los retos de la inclusión, estos esfuerzos se harán en vano.
Se requiere entonces que la cultura enfrente una serie de desafíos relacionados
con la necesidad de transformar el discurso de igualdad por el de diversidad y equidad, es decir,
lograr que los empleados se reconozcan ya no como iguales, sino como profundamente diversos
y valiosos en su individualidad y en la variedad de aportes que pueden hacer a la organización
desde allí. Esto también va relacionado con el entendimiento de la diversidad en las empresas
como un reflejo de las variables demográficas, de comportamiento cultural, actitudes, normas y
valores existentes en la sociedad (Triandis, 2003, citado por Susaeta y Navas, 2005), es decir,
como una realidad que hay que administrar.
Recapitulando, uno de los grandes avances en este recorrido, es entonces el
reconocimiento de la diversidad como algo inherente a lo humano y por tanto a la cultura
organizacional, lo cual resalta el verdadero reto que constituye reconocer, respetar y valorar al
otro al reconocerlo como diferente. Sin embargo, el compromiso empresarial con una gestión
65
integral de la diversidad, inicia en una tercera etapa fuertemente promovida por fenómenos como
el desarrollo de los mercados globales, la internacionalización de los negocios y la creciente
movilidad de las personas. Dichas circunstancias impulsan la toma de consciencia en las
organizaciones acerca del valor de la diversidad y logran posicionarla como ventaja competitiva,
reconociendo su impacto en los resultados empresariales al punto de convertirse en una fuerte
tendencia para la gestión del talento humano.
En este recorrido se puede ver entonces cómo la perspectiva tradicional que veía en
la diversidad una fuente de conflictos internos para las organizaciones ha cambiado al punto de
reconocer en ella una oportunidad para mejorar la competitividad de las empresas. Esto último
no será posible si desde la cultura organizacional no se promueve el valor de la diferencia, es
aquí entonces donde el papel de los líderes como agentes de inclusión se hace necesario y
crucial, pues a través de ellos las organizaciones lograrán impulsar la creación e implementación
de una estrategia, de políticas, y de prácticas que posibiliten la materialización de la inclusión
desde los procesos de gestión del talento humano, desde el lenguaje y desde la conformación y
el desarrollo de los equipos de trabajo, logrando que lo diverso se convierta en potencial creador
y diferenciador.
Competencias de liderazgo para facilitar la diversidad y la inclusión en la cultura organizacional
El líder cumple diversos papeles en los equipos de trabajo, sin embargo, su
principal labor consiste en ser movilizador de sus colaboradores. La seguridad, guía y sabiduría
66
son factores fundamentales que potencializan las características de un líder y, que lo convierten
en agente motivador de su equipo.
Es necesario reconocer algunas características que les permiten a los líderes lograr
la alineación de las personas con las organizaciones, articulando las metas individuales con los
lineamientos y los objetivos organizacionales, de forma tal que los empleados les encuentren
sentido y hagan lo necesario para lograrlos.
La principal meta del liderazgo consiste en lograr que los equipos pongan su
trabajo, sus talentos y el potencial que hay, desde su misma diversidad, al servicio de la meta
organizacional y de su desarrollo personal y profesional. Así, cuando el líder acompaña y
gestiona adecuadamente a sus colaboradores genera satisfacción entre ellos, favorece el contrato
psicológico con la empresa, estimula la construcción de un ambiente de confianza y de
comunicación abierta, impactando positivamente en la cultura corporativa y en el logro de los
resultados empresariales.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el entorno cambia rápidamente y
de cara al mundo, se abren los horizontes, lo cual exige nuevos conocimientos y competencias
por parte de líderes y colaboradores. Entre estos cambios, sobresale la consciencia que se ha
generado en el mundo empresarial acerca del potencial que hay en la diversidad cultural y la
necesidad de gestionarla para lograr la inclusión.
67
Actualmente las organizaciones se desenvuelven en una realidad enmarcada en la
diversidad, distintos talentos, estilos y puntos de vista que constituyen las bases de los equipos.
El trabajo colaborativo y multidisciplinario, cada vez, ha ido ganando fuerza, lo cual promueve
que cada uno de los miembros aporte desde su diferencia para lograr un fin común, asimismo,
que diferentes profesiones convivan en un mismo espacio para dar auge a ideas y proyectos.
Para asumir este reto, que representa gestionar la diversidad, generalmente en
cabeza de los líderes como principales movilizadores de la cultura organizacional, las empresas
deben ocuparse del desarrollo de las competencias que ellos necesitan para que puedan ser
verdaderos agentes de inclusión, así como de generar consciencia y promover la responsabilidad
frente a este rol.
Por consiguiente, es necesario tener en cuenta, por un lado, aquellas
características de base e inherentes que tienen los líderes, tales como la vocación, la motivación
para servir y desarrollar a otros, el sentido que han construido en torno a su rol y la capacidad
que tienen para cautivar o influenciar a los demás. Pero en este contexto, fundamentalmente, por
otra parte, aquellas características, habilidades y competencias definidas desde la cultura y el
modelo de liderazgo de cada organización que son la guía, a la hora de definir acciones de
sensibilización, formación y desarrollo alineadas con el entorno laboral en el que se
desenvuelven, para lograr que los líderes sean agentes posibilitadores de inclusión y
potencializadores del talento de su equipo.
68
Es importante destacar que la organización debe promover sus líneas de acción
partiendo de su propio modelo de liderazgo, sin embargo, no se conviene obviar algunos
aspectos básicos de que pueden surgir y ser la base en todas las organizaciones para el
fortalecimiento de sus líderes. En este caso se puede mencionar tres factores fundamentales:
Capacitación: es necesario conocer que ocurre a su alrededor y buscar las herramientas
para formarse como agentes potencializadores. La diversidad no solo es una cuestión de
aceptación del otro, sino de potenciar sus cualidades y talentos para lograr sinergia con la
organización y sus colaboradores.
Responsabilidad de las situaciones: asumir responsabilidades y delegarlas en su equipo
de trabajo de forma equitativa es una tarea necesaria que impulsa a los miembros de la
organización a tener corresponsabilidad en las situaciones, generar espacios de
aceptación de los roles del otro en el equipo de trabajo y tener en cuenta las habilidades
de cada integrante
Catalizadores del cambio: los líderes entienden que su rol dentro de la organización es
guiar y conocer los aspectos cambiantes del entorno, por eso ven los procesos de cambio
como herramientas para impulsar el desarrollo de la organización y aprovechar su recurso
humano.
El reconocimiento de los líderes y la promoción en las organizaciones de estos
tres principios, representan un camino importante para hablar de inclusión organizacional pues
69
fortalece a las empresas desde su concepción de la palabra líder y genera roles definidos para la
implementación del liderazgo.
Para complementar estos tres factores, anteriormente expuestos, y retomar la idea
clave de solidez en los equipos de trabajo a través de la inclusión de sus miembros y el líder
como cabeza de este proceso, se requiere conocer algunas ventajas actuales para aquellas
organizaciones que promueven la inclusión.
En primer lugar, se puede hablar de equipos más sensibles, en los cuales todos son
parte fundamental de un gran sistema, por lo tanto, sus funciones están conectadas entre sí para
lograr que ese sistema funcione.
Como segundo elemento, se exalta la multiplicidad de pensamientos que
convergen en los equipos de trabajo, esto conlleva a las organizaciones a hablar de diversidad y
competitividad, permitiéndoles reconocer nuevas ideas, estilos de vida y diferencias
generacionales, que tendrán como resultado nuevas formas de negocio y el acceso a otros
mercados.
La reputación hace parte de un tercer punto, teniendo en cuenta que la imagen
corporativa se verá beneficiada con prácticas de responsabilidad social como la inclusión de
diferentes culturas, religiones, géneros y razas en el entorno organizacional, esto llevará a las
organizaciones a incrementar su posicionamiento en el mercado con la adquisición de nuevos
públicos, además de favorecer la credibilidad de su misión de cara a sus colaboradores.
70
Ya teniendo claros aquellos aspectos positivos que dinamizan los procesos
organizacionales y robustecen el rol del líder en las organizaciones, es fundamental hablar de
prácticas no adecuadas, a las cuales es recomendable renunciar, porque en gran medida inhiben
el proceso de inclusión en las organizaciones y contradicen las acciones del líder.
Tales hábitos o vicios organizacionales, obstaculizan el paso de la organización
como institución burocrática y cerrada, a una que tenga como principal fin generar un ambiente
de aceptación y de reconocimiento de la diversidad. Al respecto, se pueden explicar tres
conductas que llevan a las organizaciones y a sus líderes a caer en errores preponderantes; el
primero, asumir la improvisación como una costumbre corporativa, es de anotar que aunque es
fácil caer en ella, debido a la inmediatez que exigen los tiempos modernos, este factor puede
generar el poco o nulo acercamiento estratégico con los miembros de la organización, debido a la
generación de planes y estrategias débiles, en los cuales, puede pasarse por alto la aplicabilidad
de los talentos diversos en las tareas.
Para tener un aprovechamiento del rol del líder, teniendo en cuenta los aspectos
que facilitan e inhiben su actuación en pro de la inclusión en las organizaciones, es fundamental
que estos encaminen a las empresas hacia la construcción clara de objetivos y realicen
evaluaciones de desempeño minuciosas con las cuales se puedan establecer lineamientos para las
funciones, derechos y deberes de su recurso humano, generando reglas básicas de convivencia y
potencializando su papel en la organización.
71
Un segundo aspecto que puede afectar notablemente el contrato psicológico de los
empleados con la organización, es la actuación incoherente, entre lo que se establece y lo que se
hace por parte del líder. Es importante reconocer que algo que está en el papel no está cien por
ciento seguro de ejecutarse, por lo tanto, es necesario que las organizaciones capaciten a sus
líderes en herramientas de planeación estratégica a través de las cuales se pueda dar respuesta de
las necesidades de la organización y de sus equipos de trabajo, de esta forma se logrará un
reconocimiento de la diversidad en la organización, la necesidad de ser incluyentes y se trazará
una alineación entre los líderes y sus seguidores.
Una tercera y última condición que desde el liderazgo puede inhibir la inclusión
en las organizaciones es dejar en mano de los líderes la toma de decisiones, aunque no siempre
debe darse un proceso abierto para extender la toma de decisiones a los miembros de la
organización, es importante que ellos se apropien de algunos procesos y se sientan parte activa
de estos procesos, especialmente en aquellos en los que se ven afectados. Para crecer como
organización se debe conocer las percepciones de sus integrantes y realizar una construcción
conjunta de acciones que movilicen la inclusión.
Los líderes que no conocen a los colaboradores de la organización, en especial a sus seguidores,
tienden a realizar acciones continuadas que no les permite evolucionar, por lo tanto, el
conocimiento del recurso humano es parte fundamental en la generación de los planes de acción
anuales y el fortalecimiento de los planes de trabajo periódicos, de esta forma no solo se
garantiza la segmentación de los equipos de trabajo a través de la caracterización de cada
empleado, con su talentos, costumbres y contexto social, sino que también facilita el desarrollo
72
profesional, mejora la productividad y, sobre todo, fortalece los lineamientos y valores de la
organización.
Lineamientos metodológicos para fortalecer la inclusión dentro de la cultura organizacional
Antes de entrar a desarrollar el precitado objetivo es preciso mencionar algunas
nociones relacionadas. El concepto de “cultura”, de acuerdo con el objetivo enunciado,
constituye una de las categorías esenciales. Tomando las definiciones de cultura realizadas en la
categoría teórica de cultura organizacional, se ilustran estas definiciones para explicar el
desarrollo del lineamiento metodológico que favorezca la inclusión en el pensamiento,
sentimientos y actuaciones de las personas que conforman la organización.
Fuente Figura 1. Desarrollo propio
73
Como se puede apreciar en el anterior gráfico, la noción de cultura se adscribe al
contexto interno de grupos inscritos en el conjunto social en su dimensión más amplia. Una cosa
es, pues, la cultura en su entidad social, esto es, el conjunto de pautas comportamentales, valores,
actitudes, usos, costumbres, etc., que definen la colectividad en su dicción más amplia, pero otra
bien distinta es la cultura circunscrita a las organizaciones de la misma. Es en esta posibilidad de
formación de subculturas, que las organizaciones pueden establecer diferencias frente a las
demás. Y en la medida en que las organizaciones se componen de procesos y símbolos
colectivos, la cultura en su dicción más amplia puede o no manifestarse a través de los valores,
creencias, principios y rituales internos. En este sentido la cultura organizacional regula los
pensamientos, sentimientos y actuación de sus miembros. El objetivo de fortalecer la inclusión
dentro de la cultura, por tanto, se podrá alcanzar si se logran cambios en esas maneras de pensar,
sentir y actuar frente a esa inclusión diversificada.
El lineamiento metodológico que se propone para lograr este objetivo, entonces,
debe comenzar con una intervención sobre el núcleo de la cultura, es decir, sobre los líderes,
símbolos y procesos. En este trabajo se abordará con mayor profundidad el papel que asume el
líder en ese proceso de intervención. Este propósito resulta coherente con el objetivo planteado
de definir el papel de los líderes como agentes encaminados al reconocimiento en la cultura
organizacional colombiana de la diversidad, posibilitando con ello la inclusión.
Para adentrarse en este último objetivo, lo primero a resaltar, es que el líder, al igual que
todas las personas que conforman una organización en sus distintos niveles, es una persona
74
movida por intereses y emociones. En esta medida, las personas buscan ser aceptadas y quieren
agruparse con quienes tienen cosas en común.
Esa tendencia a asociarse con quienes comparten uno o varios aspectos, en este caso de
carácter laboral, es el aspecto que posibilita precisamente que el líder pueda identificar en su
grupo de referencia intraorganizacional aquellos problemas que les afecta y, por tanto, promover
soluciones acordes con aquéllos. Parte de esos problemas son los vinculados a la inclusión.
Pero existen por naturaleza conductas y sesgos inconscientes discriminatorios, estos
pueden en un momento dado, afectar esa identificación y promoción de soluciones. Por ello el
líder debe tener la capacidad de enfrentarlos. De ahí la importancia de asumir de forma adecuada
el rol de liderazgo, puesto que una asunción equívoca, puede generar límites a la formulación y
construcción de una cultura incluyente.
Por tal razón es importante que los líderes comprendan que tienen mucha
influencia sobre la configuración de las estructuras de significado al interior de las
organizaciones. En lo que respecta a su impacto sobre la diversidad e inclusión, por ejemplo, la
comprensión por parte del líder respecto de las ventajas que comportan esos aspectos para el
rendimiento del recurso humano se instituye en un elemento necesario para su gestión, lo que
finalmente se traduce en una mayor probabilidad de mejorar los resultados dentro de la
organización.
75
De acuerdo con lo anterior, se propone la implementación y ejecución del
lineamiento metodológico con una etapa de sensibilización para los líderes que contemple la
identificación de los sesgos inconscientes que inhiben la inclusión. A partir de ello se entraría a
desarrollar otra etapa de formación que posibilite contextualizar a los líderes sobre el concepto,
la historia y el impacto positivo de la diversidad e inclusión en la dinámica organizacional.
Luego de abordar las etapas de sensibilización y formación, se proponen dos etapas en el referido
lineamiento metodológico: una etapa de diagnóstico, donde el líder pueda identificar la brecha y
los puntos más críticos que hoy le inhiben ser vehículo para favorecer una cultura incluyente y,
posteriormente, otra etapa de implementación de medidas, donde se desarrolle un plan de trabajo
que permita abordar las brechas del diagnóstico.
1. Etapa de sensibilización
Con la inclusión a la diversidad, como brevemente se ha indicado, las
organizaciones se vuelven más competitivas para enfrentarse a un mundo de desafíos, contando
con el mejor talento humano sin importar su condición física, económica y social.
El anterior es, pues, uno de los objetos principales de esa inclusión. Pero al mismo
tiempo puede enriquecer su cultura organizacional y propiciar un clima sano para todos los
empleados que la conforman, ayudando de este modo a reducir los indicadores de ausentismo y
rotación. Una correcta gestión, en consecuencia, se traduciría en una oportunidad de crecimiento.
Y es aquí donde el líder entra a jugar un papel muy importante, ya que es él el encargado de
gestionar la inclusión en la organización, pero no es un secreto que muchos de éstos
colaboradores tienen sesgos inconscientes que inhiben esa gestión adecuada. Tales sesos se
76
definen por esos comportamientos afectados por la manera como interpretan la realidad, basados
en sus propias vivencias, valores y educación, impidiendo así la toma de decisiones
objetivamente. Esa afectación se produciría en la medida en que funden sus decisiones en
prejuicios, estereotipos y, en general, en componentes de diversidad invisibles, que terminan en
actos de discriminación, estigmatización o descalificación de los demás.
Es responsabilidad de la organización, en consecuencia, sensibilizar a los líderes
promoviendo la inclusión por medio de talleres, espacios de reflexión, invitando a participar
activamente a profesionales de diferentes áreas y disímiles cargos, a las actividades que
fomenten la aceptación y conciencia de la misma, en los cuales se discuta abiertamente sus
puntos de vista. Luego corresponde hacer el mismo proceso de evaluación para todos, con el fin
de que sean justas y objetivas, generando así la inclusión de forma natural y disminuyendo la
resistencia a los sesgos inconscientes. Así también es vital que las instancias jerárquicas más
altas de la empresa se vinculen y se comprometan con este modelo de gestión. En definitiva,
cuando una persona está sensibilizada con la inclusión, se convierte en generador de conciencia
hacia el resto de los equipos de trabajo que integran la organización.
2. Etapa de formación
La etapa de sensibilización por parte de los líderes es, pues, la primera fase de este
proceso de integración cultural. Después de superada la referida etapa, se debe proceder con la
fase de formación, la cual está encaminada a desarrollar un estilo de liderazgo inclusivo. Este
proceso debe de ser planificado, continuo, limitado por unos objetivos claros y precisos. A partir
de ello se puede lograr que los resultados sean más previsibles, uniformes y a corto plazo. La
77
formación, entonces, ayudará a que se adquieran técnicas y habilidades que permitirán fortalecer
el proceso de inclusión buscando afianzar una cultura integradora.
La metodología a utilizar en esta etapa de formación, concretamente, debe de
fundamentarse en un proceso secuencial, que inicia con la identificación de necesidades y
finaliza con la evaluación de todo el proceso inclusivo. Es importante que en esta etapa de
formación se visualice desde una perspectiva de desarrollo personal y profesional, para mantener
esa cohesión e igualdad.
Para lograr lo anterior, debemos de formar a nuestros líderes en temas estratégicos
como: promover el desarrollo de la carrera profesional; usos igualitarios en la comunicación y
publicidad; formación en el reconocimiento de sí mismos y de las demás personas;
características que las hacen únicos y dignas de respeto; comprensión de lo que implica obtener
calidad de vida para su realización personal; entender la diversidad desde una perspectiva de
derechos; entre otros.
Hoy día en Colombia existen muchas empresas que le están apostando a la
inclusión. Entre ellas se podría mencionar Bancolombia, Mc Donald´s, Colcafé, Corona, Terpel,
entre otras. En un artículo publicado por La República, se afirma que estas firmas, que hacen
parte de 54% de compañías que el Ministerio de Trabajo, dice tienen vinculadas a personas con
discapacidad, trabajan para combatir la exclusión y empezar a derrumbar mitos que hay sobre
estas personasi. Bancolombia es una de las empresas que ha trabajado en este aspecto y por eso
creó un programa llamado “Bancolombia para todos”, con el que vinculan a personas con
78
discapacidad física y visual, además de trabajar en la inclusión de colombianos pertenecientes a
las comunidades indígenas y afrodescendientes y hacer modificaciones e implementar acciones
para ser incluyentes y ser una empresa más humana.
Muchas de estas empresas han tenido un impacto positivo en su cultura, debido al
éxito en su proceso de inclusión. Y esto se habría logrado gracias a los líderes que tienen la
capacidad de permear en todas las áreas de la empresa y los cuales realizan gestiones como las
siguientes: enviar lineamientos claros a todo el personal; comunicar con claridad el mensaje de la
inclusión que exprese el compromiso que se tiene en todas las dimensiones de la organización
como clientes, proveedores, consumidores, socios, empleados, entre otros; realizar seguimiento a
todas las actividades.
Como se puede apreciar, la inclusión no es sólo una disquisición teórica adscrita
al mundo de la gestión organizacional. Por el contrario, es una realidad. En este punto es preciso
decir que con base a las experiencias de éxito que han tenido las empresas anteriormente
mencionadas en todo lo que tiene que ver con la gestión de la inclusión, esto nos ayude a motivar
a otras empresas a ser diversas e inclusivas en la dinámica organizacional.
3. Etapa de diagnóstico
Configuradas las etapas de sensibilización y formación, el diagnóstico tiene como
objetivo proporcionar conocimiento de la realidad en cuanto a la diversidad e inclusión en las
organizaciones. El fin específico de este proceso es poder identificar las oportunidades de
79
corregir y mejorar posibles interferencias, lo que permitiría realizar una evaluación de las
mismas y poder así diseñar una intervención a favor de la gestión adecuada del modelo.
El primer paso sería recopilar la información básica, interna y externa de la
empresa: historia, tamaño, actividad económica, estructura organizacional, condiciones laborales
(como jornadas, tipos de contratos, políticas, comunicación interna, procesos de reclutamiento y
selección [para identificar si están incurriendo en la aplicación de alguna exclusión], promoción
interna, formación, plan carrera, además si tienen algunas prácticas de inclusión). Luego la
información externa de la organización relacionada con su actividad económica y social, con el
fin de poder identificar la interacción de la empresa con sus clientes, proveedores y la misma
sociedad, etc. El segundo paso es el análisis de la información para determinar qué situación o
área específica se va a intervenir. El tercero consiste en realizar indicadores que nos muestre el
grado de inclusión. El cuarto consiste en el resultado del diagnóstico, en el cual podremos
evidenciar los puntos fuertes y de mejora, para determinar si se debe corregir o reforzar alguna
situación crítica que inhibe la cultura incluyente. En quinto y último lugar, corresponde diseñar
un plan de trabajo de inclusión a corto, mediano y largo plazo para realizar las mejoras
paulatinamente para afianzar esa cultura incluyente.
4. Etapa de implementación
Como se había mencionado en el quinto lugar del diagnóstico, es preciso para la
correcta aplicación del modelo de gestión diseñar un plan de trabajo. Significa ello que en este
punto se ingresa a la etapa de la implementación de acciones con el fin de abordar las brechas de
dicho diagnóstico. Para ello es necesario establecer prioridades, como es el caso de objetivos
80
claros a corto plazo, para mantener los puntos fuertes y desarrollar los aspectos de mejora dentro
del presente plan. Además, se deben tomar medidas concretas para estos objetivos que impacten
positivamente en las causas que están provocando la situación. Luego se debe asegurar que estas
medidas sean factibles, estén coordinadas y se puedan asumir en conjunto.
De esta manera la metodología conecta el valor de los resultados de los
indicadores con cada medida. Luego esta cohesión es la que permite asegurar poner en marcha el
plan de trabajo.
Ya teniendo claras las medidas que conformarán este plan, se procede a
determinar: objetivo que se persigue, indicadores que inciden, plazos, personas responsables,
áreas a las que impacta negativamente, descripción detallada de la medida a tomar, cronograma
de actividades, recursos y presupuesto. Posterior a esto se deben buscar alternativas de canales de
comunicación interna para informar a todo el personal de la organización. Preciso es apuntar que
antes de la puesta en marcha, durante la ejecución y después de la implementación del Plan, es
fundamental buscar asegurar que la información fluya tanto de arriba hacia abajo y a la inversa.
Todo lo anterior con el fin de que se habiliten medios para que todos puedan participar y dar su
propia opinión.
Para finalizar, se debe realizar seguimiento a todo el desarrollo del plan que
permita conocer si se está cumpliendo con los objetivos propuestos para cada medida o está
sufriendo posibles desviaciones, para inmediatamente intervenir. En este mismo sentido se debe
realizar evaluación del proceso, de los resultados y del impacto.
81
La propuesta de estos lineamientos metodológicos para que las
organizaciones fortalezcan la inclusión dentro de su cultura, ayudaría a alcanzar un mayor nivel
de competitividad, productividad, rentabilidad y calidad de los diferentes colaboradores de la
organización, dado que cada vez se trabaja con diferentes personas, equipos y entornos. Y todo
esto hace parte del proceso de globalización que requiere de líderes cada vez más preparados
para desempeñarse de manera eficiente en marco de las distintas diferencias.
Conclusiones y Recomendaciones
Los hallazgos derivados del recorrido histórico de la diversidad y la inclusión en la
cultura organizacional, permiten ver la transición que ha tenido la concepción de la
gestión de la diversidad en las organizaciones, primero como imperativo legal, luego
como postura ética y actualmente como ventaja competitiva.
Uno de los grandes avances en este recorrido, fue el reconocimiento de la diversidad
como algo inherente a lo humano y por tanto a la cultura organizacional, lo cual resalta el
verdadero reto de reconocer, respetar y valorar al otro, al reconocerlo como diferente.
La globalización, impulsa fenómenos sociales y económicos que han logrado posicionar a
la inclusión como fuente de beneficios para las organizaciones, y así alcanzar el
compromiso empresarial necesario para gestionar la diversidad de forma tal que se
82
materialice en esfuerzos de inclusión y en la generación de una cultura organizacional
genuinamente incluyente
En Colombia sigue vigente la necesidad de trascender la concepción de la gestión de la
diversidad en las organizaciones, como el incremento de la representación de las minorías
y de los grupos históricamente vulnerables, tales como afrodescendientes, indígenas,
comunidades LGTBI y personas en situación de discapacidad, entre otras. Es preciso
reconocer y aprender a valorar las otras diferencias menos visibles que son realidad en las
personas, en los equipos y por ende en la cultura organizacional, y que si se gestionan
adecuadamente pueden representar importantes beneficios competitivos para las
empresas.
No es suficiente con declarar en la estrategia un objetivo para la diversidad y la inclusión,
es importante tocar la cultura organizacional: los símbolos y rituales, los procesos y
principalmente los líderes. La sensibilización con ellos, sobre la importancia de este
tema, será un recorrido fundamental para lograr el propósito planteado. Lo cual requiere,
que cada líder sepa identificarse en su singularidad y se capacite en la conceptualización
y entendimiento de la historia de este tema, para posibilitar la apropiación de acciones en
pro de la inclusión en sus equipos.
La promoción en las organizaciones de herramientas de formación, corresponsabilidad,
delegación de la tarea y desarrollo de situaciones de cambio representan un camino
importante para hablar de inclusión organizacional pues fortalece a las empresas desde su
concepción de la palabra líder y genera roles definidos para la implementación del
liderazgo y los equipos de trabajo.
83
Avanzar hacia una cultura que reconozca la diversidad y valore la inclusión, implicará
importantes transformaciones en el comportamiento de los líderes como agentes de
cambio para la inclusión, principalmente a través de la adopción de comportamientos
como la aceptación de los otros, la aprobación de distintas opiniones aunque no estén
relacionadas con sus propios argumentos, el reconocimiento de las personas con quienes
trabaja, la disposición para afrontar los cambios del entorno y el aprovechamiento
eficazmente de la diversidad de opiniones.
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