El paradigma conductual

Convivimos en una sociedad donde la escuela está hecha para contener, preparar para el trabajo y solo una pequeña parte de esta estructura está creada para educar a los seres humanos. El estudiante no tiene por qué verse como un fracasado, sino el que ha fracasado ha sido el Sistema.

Este sistema ha hecho que la escuela sea aburrida y tediosa, donde solo se compite en lugar de aprender con gusto, nos hemos dejado de cuestionar ¿para qué sirve el conocimiento?

A lo largo de la historia los sistemas educativos no han cambiado mucho, la escuela en la historia nos ha enseñado que la escuela se crea en 1760 con el despotismo ilustrado en Prusia, como un medio para homogeneizar a la sociedad, en este sentido una sociedad obediente con el fin de adiestrar a los alumnos por medio de la imposición, otorga premios y castigos, de esta manera hace que los estudiantes compitan entre ellos mismos. La escuela tradicional está condicionada a la competitividad y al individualismo.

En la época de la Industrialización importaba crear obreros inteligentes, capaces de desempeñar un trabajo específico que reprodujera un proceso tras otro, de la misma manera se trasladó este sistema en la escuela donde más que formar estudiantes se manufacturan niños con un proceso mecánico para tener un control social eficaz. Los contenidos trataban de enseñar lo mismo a todos y de esta manera homogenizar a los estudiantes. Se implementan test, grados, las calificaciones, los castigos como una manera vertical de entender el proceso educativo.

En este contexto en el salón de clase se practica la repetición con palabras vacías que no significan nada para los niños, los materiales y los libros solo se encuentran en la biblioteca y condicionado por el maestro, la escolarización es lineal y el curriculum ordenado, donde los objetivos no son planteados por los expertos sino por los administradores de la educación.

El estudiante es concebido como “vacío” y no es visto como sujeto, ha perdido el sentido de su individualidad que se ha fragmentado y es intervenida por llenados externos. El niño es considerado como un objeto de estudio, se le ve como una “rata de laboratorio” y la finalidad es moldear su pensamiento, que sea obediente, que esté amaestrado para entrar a una sociedad o cultura determinada.

Una educación centrada en las amenazas y castigos, entre tensiones e incentivos donde las notas malas y la representación de sí mismos tienen un sentido negativo. El estudiante pierde su seguridad, se siente controlado por el miedo.

El manifiesto conductista de 1913 expresó el control por la conducta, el control social para mejorar los propósitos políticos. La experimentación y la ciencia para tener el control social, de la publicidad, proponer políticas, adiestrar al ejército y los ejercicios de la tortura, es decir, la manipulación de las masas a través del miedo. Surgen entonces los diagnósticos clínicos en las escuelas por no estar estandarizado u homogeneizado con los demás, estableciendo etiquetas que frenaran y calmaran a los estudiantes encasillándolos. Los niños se convirtieron entonces en dependientes de otros, los docentes los que dirigían a los estudiantes imponiendo

autoritariamente su verdad y calificándolos para tener el control de un grupo, de la disciplina y del aprendizaje en una escuela donde el orden y las reglas son parte de la vida cotidiana.