El peor de los monopolios · gran parte de la América hispana un eufemismo por el término vitando...

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E n los 15 años transcurri- dos de este siglo, el Perú ha cimentado el camino hacia la gran transforma- ción al disminuir la pro- porción de su población en estado de pobreza desde el 60% hasta el 23%. El motor de tan prometedor cambio ha sido el crecimiento de la economía. En ese período el Perú creció a una tasa promedio de 5,3% por año gracias al cambio de su régi- men económico a través de la cons- trucción de tres pilares fundamenta- les: la estabilidad macroeconómica, la integración de su economía al mundo y el retiro del Estado de la producción de bienes y servicios. Sin embargo, en los últimos cua- tro años hemos sido testigos de los nostálgicos intentos de la izquierda conservadora por reanimar al an- tiguo y fracasado régimen econó- mico. Así, Petro-Perú es la empre- sa emblemática en los intentos de reinstaurar el rol empresarial del Estado. Estos intentos han tenido en algunos casos expresiones fallidas, como adquirir de manos privadas la refinería de La Pampilla. Otros ca- sos han tenido éxito, como aquel de comprometer una enorme cantidad de recursos públicos en la construc- ción de una inútil refinería en Tala- ra. Finalmente, está la reciente ley del Congreso que pretende regresar a Petro-Perú a las tareas de explota- ción. Comprobamos así que las ma- las ideas pocas veces se extinguen por completo. No importó al Parla- mento que la petrolera estatal haya estado ausente por tres décadas de las actividades de exploración y ex- plotación, y que no cuente con los re- cursos económicos ni humanos para emprender tal tarea. Más allá de consideraciones eco- nómicas o políticas, es difícil consi- derar que Petro-Perú sea una em- presa estatal propiamente dicha. A lo largo del tiempo y en medio de un accionar poco transparente, es- ta organización estatal se ha dado S q m r r H c p o m e l t h n p z a l m s c c b M l t H a K e t d b c c s L d d s maña para desprenderse del control del propio Estado al haber sido excluida del ám- bito del Fondo Nacional de Financiamiento de la Activi- dad Empresarial del Estado (Fonafe) y posee además su propio reglamento de contrata- ciones, el cual escapa a los entes su- pervisores de las contrataciones del Estado. Todo esto permite a esta organi- zación comportarse incluso en con- tra de los intereses del propio Estado y de los consumidores. El ejemplo más flagrante de este comporta- miento se expresa en su política de precios de combustibles, que se su- pone debe seguir las pautas del Or- ganismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin), el cual publica los precios de referen- cia para cada tipo de combustible. En el caso de las gasolinas, la empre- sa estatal vende en planta estos pro- ductos a un precio que en promedio es 29% superior al publi- cado en la referencia del Osinergmin. Este pre- cio, luego de agregárse- le los cargos del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC), el Im- puesto al Rodaje, el Impuesto General a las Ventas (IGV) y el margen promedio de los grifos (que también incluyen IGV) resultan en un precio al con- sumidor que en promedio es 19,3% superior al que se daría en compe- tencia, provocando enor- me perjuicio al consumidor estimado en 1.000 millones de soles por año. Es más, al comportarse así, Petro-Perú ofrece indirectamente un subsidio a su “competidor” Repsol, que natu- ralmente sigue la política de precios que marca la empresa estatal. Se supone que tratándose de una empresa pública, el Estado debería tener decisión sobre tal política de precios sin afectar, claro está, la utili- dad a la que tendría derecho cual- quier empresa normal bajo com- petencia. Sin embargo, la empresa se comporta como el peor de los monopolios. Este despropósito que el Estado permite equivale a un im- puesto al consumo justo cuando la economía se está desacelerando. Hay más, dado el peso de los combustibles en el cálculo del ni- vel general de precios, la inexis- tencia de precios competitivos de combustibles han contribuido al 4% de inflación de los últimos 12 me- ses. Precios competitivos habrían resultado en una inflación de 3,7%, aminorando así las expectativas de inflación futura y, por tanto, evitan- do que el Banco Central de Reserva (BCR) sea más restrictivo en su polí- tica monetaria. Con la última ley aprobada res- pecto del lote 192, veremos pronto a Petro-Perú abocada no a implan- tar un gobierno corporati- vo idóneo o maximizar el valor de la empresa y tratar de colocar parte de esta en la bolsa. Todo lo con- trario, seguirá con su opaco comportamiento, esta vez rearmando con numerosas nuevas con- trataciones su brazo de exploración y explota- ción, e involucrándose en actividades de alto riesgo con dinero de toda la nación. PELIGRO Con la ley aprobada respecto del lote 192, nos estaríamos involucrando en actividades de alto riesgo con dinero de toda la nación. ILUSTRACIóN: GIOVANNI TAZZA El peor de los monopolios LA PRESENCIA DEL ESTADO EN LA PRODUCCIÓN DE BIENES Y SERVICIOS - ROBERTO ABUSADA SALAH - Presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE) M B P

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martes 22 de setiembre del 2015 el comercio .A17

Opinión

Usted dirá

e n los 15 años transcurri-dos de este siglo, el Perú ha cimentado el camino hacia la gran transforma-ción al disminuir la pro-

porción de su población en estado de pobreza desde el 60% hasta el 23%. El motor de tan prometedor cambio ha sido el crecimiento de la economía. En ese período el Perú creció a una tasa promedio de 5,3% por año gracias al cambio de su régi-men económico a través de la cons-trucción de tres pilares fundamenta-les: la estabilidad macroeconómica, la integración de su economía al mundo y el retiro del Estado de la producción de bienes y servicios.

Sin embargo, en los últimos cua-tro años hemos sido testigos de los nostálgicos intentos de la izquierda conservadora por reanimar al an-tiguo y fracasado régimen econó-mico. Así, Petro-Perú es la empre-sa emblemática en los intentos de reinstaurar el rol empresarial del Estado. Estos intentos han tenido en algunos casos expresiones fallidas, como adquirir de manos privadas la refinería de La Pampilla. Otros ca-sos han tenido éxito, como aquel de comprometer una enorme cantidad de recursos públicos en la construc-ción de una inútil refinería en Tala-ra. Finalmente, está la reciente ley del Congreso que pretende regresar a Petro-Perú a las tareas de explota-ción. Comprobamos así que las ma-las ideas pocas veces se extinguen por completo. No importó al Parla-mento que la petrolera estatal haya estado ausente por tres décadas de las actividades de exploración y ex-plotación, y que no cuente con los re-cursos económicos ni humanos para emprender tal tarea.

Más allá de consideraciones eco-nómicas o políticas, es difícil consi-derar que Petro-Perú sea una em-presa estatal propiamente dicha. A lo largo del tiempo y en medio de un accionar poco transparente, es-ta organización estatal se ha dado

s i está entre quienes votaron por el actual régimen, usted dirá –a estas alturas del partido– si se equivocó o no. De esa manera en los comicios que se vienen y

que serán de una inusual intensidad podre-mos ser todos menos termocéfalos y ente-rrar los fantasmas del pasado que anima-ron la elección del 2011.

Quienes siguen creyendo que Ollanta Humala respetó la hoja de ruta que le mar-caron los llamados garantes (y algunos probablemente aún lo respaldan) están obligados a examinar si la actitud del régi-men frente al emblemático caso de Conga está lejos o cerca de la ruta preconizada. En los primeros años de este gobierno, el sec-tor empresarial se conformaba con que no hubiera demasiadas olas.

Ante una gestión gris y roma los inversio-nistas preferían ver estabilidad y no exigir para mantener el equilibrio. Hoy la confian-za empresarial está debilitada y la inversión alicaída. Usted dirá si es acertado endilgar-le la responsabilidad del bajísimo creci-miento a la turbulencia mundial o se trata solamente de no querer ver una deficiente conducción del país. También dirá usted si cada vez más esta oscura conducción gu-bernamental se parece, cada una con su ‘estilacho’ evidentemente, a la de Fujimori-Montesinos. Desde el inicio existía un círcu-lo de poder que no conocíamos. La “reclu-tada” –como llamó el presidente Ollanta Humala al alucinante viaje de su hermano a Rusia, alternando con la plana mayor del Kremlin– fue un clarín fuertísimo, que sin embargo no se oyó ni se investigó.

Luego conocimos lo que se quiso presen-tar como algo distinto: la esposa del presi-dente tenía un rol protagónico inacepta-ble en una democracia. Usted dirá si tuvo complacencia frente a este hecho. Muchos comenzaron a notar el oscuro tufo monte-sinista con el desconcertante caso de Óscar López Meneses. Agregar también el caso de Martín Belaunde Lossio. Desafortuna-damente ninguno aclarado aún.

La presencia de la DINI se volvió gro-seramente evidente y ahora vemos que la sensualidad por el poder (usted dirá si la expresión es demasiado pálida para lo que vivimos) era extrema. La pareja presiden-cial, que se esforzó en pregonar que gober-naba en familia, ha recibido dinero a cho-rros desde el 2006. Su defensa es pueril y la evidencia indica que algo se pudre en Pala-cio de Gobierno.

Lamentablemente, como en el monte-sinismo, la justicia está coaccionada. Us-ted dirá si con tantísima información no se puede investigar a la señora de Humala co-mo lo sentenció un juez del Poder Judicial. En paralelo se nos machacó que el partido de la estrella dominaba, reinaba en ese po-der del Estado. Gracias a las libretas de He-redia Alarcón vemos que el archivo de las investigaciones a la pareja presidencial se logró probablemente a influencias, presio-nes, ‘cariñito’ en ese ámbito.

Usted dirá si protestará o no porque a un fiscal le están haciendo la vida imposible debido a que encontró una investigación bastante deficiente en el 2010. Su gran pe-cado u osadía fue señalar que había que in-dagar si ampliaba esta. Pero la verdad brota y hoy tenemos aspirantes a colaboradores eficaces sobre el billete que recibieron los Humala Alarcón.

Cómo es posible que la propia institu-ción judicial le meta cabe a la labor de un fiscal tenaz, acucioso y hábil en su desem-peño. Usted dirá si el presidente de nuestro país debe pronunciarse sobre las acciones del Poder Judicial y en concreto sobre su es-posa. Y si esto le recuerda al montesinismo más clásico.

maña para desprenderse del control del propio Estado al haber sido excluida del ám-bito del Fondo Nacional de Financiamiento de la Activi-dad Empresarial del Estado (Fonafe) y posee además su propio reglamento de contrata-ciones, el cual escapa a los entes su-pervisores de las contrataciones del Estado.

Todo esto permite a esta organi-zación comportarse incluso en con-tra de los intereses del propio Estado y de los consumidores. El ejemplo más flagrante de este comporta-miento se expresa en su política de precios de combustibles, que se su-pone debe seguir las pautas del Or-ganismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin), el cual publica los precios de referen-cia para cada tipo de combustible. En el caso de las gasolinas, la empre-sa estatal vende en planta estos pro-ductos a un precio que en promedio es 29% superior al publi-cado en la referencia del Osinergmin. Este pre-cio, luego de agregárse-le los cargos del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC), el Im-puesto al Rodaje, el Impuesto General a las Ventas (IGV) y el margen promedio de los grifos (que también incluyen IGV) resultan en un precio al con-sumidor que en

promedio es 19,3% superior al que se daría en compe-tencia, provocando enor-me perjuicio al consumidor estimado en 1.000 millones de soles por año. Es más, al comportarse así, Petro-Perú

ofrece indirectamente un subsidio a su “competidor” Repsol, que natu-ralmente sigue la política de precios que marca la empresa estatal.

Se supone que tratándose de una empresa pública, el Estado debería tener decisión sobre tal política de precios sin afectar, claro está, la utili-dad a la que tendría derecho cual-quier empresa normal bajo com-petencia. Sin embargo, la empresa se comporta como el peor de los monopolios. Este despropósito que el Estado permite equivale a un im-puesto al consumo justo cuando la economía se está desacelerando.

Hay más, dado el peso de los combustibles en el cálculo del ni-vel general de precios, la inexis-tencia de precios competitivos de

combustibles han contribuido al 4% de inflación de los últimos 12 me-ses. Precios competitivos habrían resultado en una inflación de 3,7%, aminorando así las expectativas de inflación futura y, por tanto, evitan-do que el Banco Central de Reserva (BCR) sea más restrictivo en su polí-tica monetaria.

Con la última ley aprobada res-pecto del lote 192, veremos pronto a Petro-Perú abocada no a implan-

tar un gobierno corporati-vo idóneo o maximizar el valor de la empresa y tratar

de colocar parte de esta en la bolsa. Todo lo con-trario, seguirá con su

opaco comportamiento, esta vez rearmando con

numerosas nuevas con-trataciones su brazo de exploración y explota-

ción, e involucrándose en actividades de alto

riesgo con dinero de toda la nación.

PeligroCon la ley aprobada respecto del lote 192, nos estaríamos involucrando en actividades de alto riesgo con dinero de

toda la nación.

ilustración: giovanni tazza

Director General: FRANCISCO MIRÓ QUESADA C.

Director Periodístico: FERNANDO BERCKEMEYER OLAECHEA

Directores fundadores: Manuel Amunátegui [1839-1875] y Alejandro Villota [1839-1861] Directores: Luis Carranza [1875-1898] -José Antonio Miró Quesada [1875-1905]

-Antonio Miró Quesada de la Guerra [1905-1935] -Aurelio Miró Quesada de la Guerra [1935-1950] -Luis Miró Quesada de la Guerra [1935-1974] -Óscar Miró Quesada de la Guerra [1980-1981]

-Aurelio Miró Quesada Sosa [1980-1998] -Alejandro Miró Quesada Garland [1980-2011] -Alejandro Miró Quesada Cisneros [1999-2008] -Francisco Miró Quesada Rada [2008-2013]

-Fritz Du Bois Freund [2013-2014]

habla culta

Miércoles. Este inocente nombre de un día de la semana es en la lengua familiar del Perú y gran parte de la América hispana un eufemismo por el término vitando mierda, debido a la coincidencia de la primera sílaba de ambas palabras. El oficial Diccionario de americanismos (2010), registra la locución adjetiva de miércoles aplicada a personas o cosas que son dignas de desprecio. Véase un ejemplo en boca de un personaje de Los últimos días de la prensa de Jaime Bayly: “Cállate, desgraciado, muchachito de miércoles...” (Barcelona 1996, p. 173).

- martha hildebrandt -

El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

El peor de los monopoliosla presencia del estado en la producción de bienes y servicios

- rObertO abusada salah -Presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE)

rincón del autor

Migración y violencia- arturO maldOnadO -

Politólogo

e uropa desde hace déca-das es un destino de las olas migratorias, pero la crisis en Siria ha agravado la situación. Aunque los

países de Europa central no son los principales receptores de refugiados sirios, el volumen de personas que están escapando de la violencia ya se siente en las calles. En Italia y Es-paña, por ejemplo, este tema es fuer-temente discutido en los medios de comunicación. Por un lado, los resi-dentes europeos temen por la esta-bilidad del país, lo que generaría en algunos casos corrientes discrimina-torias. Por el otro, las imágenes de la tragedia sensibilizan a la ciudadanía acerca de la pertinencia de ayudar al pueblo sirio.

Existen migrantes que huyen de sus países por razones económicas. Baste pensar en el Perú de la déca-da de 1980, donde conseguir una visa hacia Estados Unidos era como sacarse la lotería hacia una vida me-

jor. Cuando la migración es por este motivo, el perfil del migrante suele ser el de un hombre joven, con al menos educación básica. Es decir, quienes huyen son aquellos con más probabilidades de incorporarse más exitosamente a la fuerza laboral del país de destino.

Sin embargo, al parecer la vio-lencia política y las guerras civiles tienen un efecto mucho más grande sobre la migración. Cuando la vida misma es la que está en juego, los migrantes no dudan en cargar con la familia entera e intentar llegar al destino. En el Perú de las décadas de 1980 y 1990, hombres, mujeres y ni-ños migraban escapando del terror de Sendero Luminoso y las fuerzas del orden. Las olas migratorias des-de las zonas donde la violencia polí-tica era más aguda fundaron nuevos barrios en Lima y en otras ciudades.

La guerra civil en Siria ha desata-do un éxodo similar. Las dramáticas

fotos de hombre y mujeres con sus niños en brazos tra-tando de burlar los contro-les fronterizos se repiten cada día. En países vecinos como Turquía, que ha sufri-do el mayor impacto debido

a la guerra en Siria, los refugiados ya suman más de un millón y están instalados provisionalmente en campamentos, que seguramente pronto darán paso a nuevos barrios en ciudades como Ankara. Esa ola migratoria, de alguna manera ines-perada y menos planificada, genera presiones, sin duda, sobre los siste-mas de atención social en los países de acogida. En Turquía el sistema de salud está a punto de colapsar y hay más niños sirios esperando cupos en el sistema educativo de los que este puede asegurar.

Finalmente, hay otro tipo de mi-gración, quizá menor, pero igual de importante: la que es resultado de las tasas de violencia criminal. Este

es el caso de países centroamerica-nos como Honduras o El Salvador, donde en la última década las ta-sas de criminalidad han aumenta-do dramáticamente y donde, como consecuencia (entre otros factores), los niveles de migración legal e ilegal hacia Estados Unidos han aumenta-do en similar medida.

En el Perú no tenemos (¿aún?) los niveles de inseguridad ciudada-na que se viven en esos países cen-troamericanos, ni tampoco tenemos un imán de atracción migratoria tan grande como Estados Unidos, pero cabe la pregunta si ya se ha iniciado, lenta pero inexorablemente, una migración interna desde ciudades o barrios más inseguros hacia otros menos violentos. En este caso, el perfil migratorio podría estar ses-gado hacia aquellos que tienen los recursos. Por lo tanto, este patrón de movilidad podría discriminar entre guetos de violencia y guetos de segu-ridad, exacerbando las diferencias.

mariellabalbiPeriodista

mirada de fondo