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CAPITULO 1 El Pitagorismo y Arquitas el Tarentino Parauna presentación sistemática de un pen- sadorantiguo,se hace necesario hacer un reco- rridopreviopor las circunstancias históricas en queseenrnarca.Tenemos al frente un personaje delsigloIV a.e. que depende no sólo de su par- ticularépoca,sino también de todo un proceso, queno se inicia necesariamente con el padre del pitagorismo, pero que, en gran medida, dependedeél. Así pues, debemos enfrentamos, primaria- mentea la problemática histórica del pitagoris- mo,sinque ello nos lleve a no tomar en cuenta lasotrasllamadas "escuelas presocráticas", para luegodiscutir el contexto de este .particular movimientoen la filosofía griega de los siglos vu. VI, y V a.e. A. Movimientos pitagóricos Entendamos por movimiento filosófico el grupode hombres que se unen en una determi- nadalíneade pensamiento, aunque casi siempre éstese constituya por la labor de un individuo particularque hace época y que construye por sí mismo una escuela filosófica, a la que se unen una serie de adeptos que trabajan en formasubordinada ante tal líder. Pitágoras constituye todo un personaje para lafilosofíaantigua. El es el primer gran pensa- dor que se manifiesta en la Magna Grecia, aun- que se llegó a mitificar tanto que se desvanecen muchas veces las posibilidades de aceptar su existencia verdadera. Alrededor de su figura se mezclan cientos de leyendas, hasta el punto de haber sido proclamado "hijo de Apolo", siendo una especie de dios en la Tierrá. Nada de eso interesa para nuestros objetivos, aunque no lo podemos soslayar. Su vida se inició en Samos, probablemente alrededor del 580 1 y se trasladó posteriormente a la Magna Grecia, donde funda una comunidad filosófico-religiosa. Su fama se extendió por toda esta región y su influencia fue notable en casi todas las ciudades donde se fueron fundando comunidades de esta clase. La primera de todas fue la que él mismo fundó en Crotona y que llegó a ser la más fuerte de esta etapa inicial del pitagorismo. Ella, según se reconoce generalmente, tuvo como principales características el aristocratismo, la gran autori- dad y, sobre todo, una actitud espiritual. Allí la filosofía, quizá usada como un medio, se unía estrictamente a una religiosidad de tipo órfico y todo ello desembocaba en una acción política importante. El movimiento pitagórico llegó incluso a dominar políticamente la mayoría de las ciuda- des de la Magna Grecia en el siglo VI, antes de que sus seguidores fueran derrocados por parti-'

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CAPITULO 1

El Pitagorismo y Arquitasel Tarentino

Parauna presentación sistemática de un pen-sadorantiguo, se hace necesario hacer un reco-rridoprevio por las circunstancias históricas enqueseenrnarca.Tenemos al frente un personajedelsigloIV a.e. que depende no sólo de su par-ticularépoca, sino también de todo un proceso,queno se inicia necesariamente con el padredel pitagorismo, pero que, en gran medida,dependede él.

Así pues, debemos enfrentamos, primaria-mentea la problemática histórica del pitagoris-mo,sinque ello nos lleve a no tomar en cuentalasotrasllamadas "escuelas presocráticas", paraluegodiscutir el contexto de este .particularmovimientoen la filosofía griega de los siglosvu. VI,y V a.e.

A. Movimientos pitagóricos

Entendamos por movimiento filosófico elgrupode hombres que se unen en una determi-nadalínea de pensamiento, aunque casi siempreéstese constituya por la labor de un individuoparticularque hace época y que construye porsí mismo una escuela filosófica, a la que seunen una serie de adeptos que trabajan enformasubordinada ante tal líder.

Pitágoras constituye todo un personaje parala filosofíaantigua. El es el primer gran pensa-

dor que se manifiesta en la Magna Grecia, aun-que se llegó a mitificar tanto que se desvanecenmuchas veces las posibilidades de aceptar suexistencia verdadera. Alrededor de su figura semezclan cientos de leyendas, hasta el punto dehaber sido proclamado "hijo de Apolo", siendouna especie de dios en la Tierrá. Nada de esointeresa para nuestros objetivos, aunque no lopodemos soslayar. Su vida se inició en Samos,probablemente alrededor del 5801 y se trasladóposteriormente a la Magna Grecia, donde fundauna comunidad filosófico-religiosa. Su fama seextendió por toda esta región y su influenciafue notable en casi todas las ciudades donde sefueron fundando comunidades de esta clase. Laprimera de todas fue la que él mismo fundó enCrotona y que llegó a ser la más fuerte de estaetapa inicial del pitagorismo. Ella, según sereconoce generalmente, tuvo como principalescaracterísticas el aristocratismo, la gran autori-dad y, sobre todo, una actitud espiritual. Allí lafilosofía, quizá usada como un medio, se uníaestrictamente a una religiosidad de tipo órfico ytodo ello desembocaba en una acción políticaimportante.

El movimiento pitagórico llegó incluso adominar políticamente la mayoría de las ciuda-des de la Magna Grecia en el siglo VI, antes deque sus seguidores fueran derrocados por parti-'

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dos contrarios. Este punto es particular, puestoque las comunidades pitagóricas no fueronesencialmente políticas, a pesar de lo cualtuvieron el poder en sus manos por muchotiempo'. El ligar al pitagorismo con la políticaes probable que se diera por la importanteacción gubernamental de Arquitas en el sigloIV.

Una generación intermedia (s. V) nos pre-senta personajes de mayor peso para la filosofíay ciencia griegas. En ella sobresalen Filolao yAlcmeón, ambos crotoniatas, bastante depen-dientes del primer grupo, aunque con unamayor madurez y con características diferentes.

Un grupo posterior, con sede en Tarento,perduró hasta finales del siglo IV. En éste seencuentran varios personajes de importanciapara la filosofía y ciencia griegas. Allí lascaracterísticas particulares del pitagorismoparecen haber evolucionado positivamente.

Pero el pitagorismo no se queda allí. En elsiglo I a.C. se funda de nuevo la escuela conNigidio Figulo (100-44 a.Ci), presentándosecomo un neopitagorismo moderado. Continua-dores de esta escuela son los que nos entreganmás referencias del pitagorismo antiguo, algu-nos de ellos son: Apolonio de Tiana, Moderatode Gades, Nicómaco de Gerasa, Teón de Esmir-na, Diofanto de Alejandría y Juan Filopón',Todos ellos escriben sobre el pitagorismo einfluyen notablemente en pensadores posterio-res, entre los que resaltan Porfirio y Yámblico,de los que nos vienen gran cantidad de impor-tantes referencias, desde las doctrinas hasta uncatálogo de pensadores.

Esta es una resumidísima visión general delpitagorismo en la antigüedad, que solo nos sir-ve para ubicamos primariamente. Pasemos,ahora sí, a hacer una revisión más tranquila delos momentos que más nos interesan.

B. El primer grupo pitagórico

Habiéndose considerado como uno de lossabios griegos más importantes, Pitágoras fueno solo un maestro, sino el más grande pensa-dor de todo el siglo VI en la Magna Grecia.Recordemos que la gran mayoría de los pensa-dores anteriores y de este momento históricodesarrollan su vida en la parte oriental del

mundo griego, habiéndose iniciado la filosofíaen las costas de Jonia. Este mismo pensadornace en esta zona, mas resulta fundamental sutraslado, porque en las regiones itálicas tiene lagran ventaja de ser amo y señor del conoci-miento, la ciencia e, incluso, de la religión.

El grupo de Crotona tiene un particular inte-rés por la unificación de las dos líneas funda-mentales de todos los movimientos pitagóricos:la ciencia y la religión. Es el mismo Pitágorasquien introduce en este primer grupo tales líne-as de acción. Ambas son intrínsecas a estosmovimientos, puesto que todo depende de ello.Las costumbres morales, los ritos, la forma deconocer, todo se manifiesta en una vía determi-nada por ambos fundamentos.

Por un lado, las costumbres religiosas sonascéticas y de ahí proceden las observanciaspurificadoras, las nociones de pureza, la prácti-ca del silencio, la abstención de ciertos alimen-tos, etc. Todo esto influido notablemente por elorfismo, de donde proceden ideas importantescomo la de la transmigración de las almas y suinmortalidad. Mas, por otro lado, todo mezcla-do con un espíritu científico bien marcado, queenfatiza en el estudio de las matemáticas, par-tiendo de ahí hacia toda una serie de ramas delconocimiento, que más adelante considerare-mos. El centro fundamental de su ciencia estu-vo en el estudio del número y, por eso, la refe-rencia que hace Aristóteles en su Metafísica(1,5) no es gratuita, sino que señala la trascen-dental significación cosmológica del número,además de su importancia como condición delconocimiento y de la verdad.

La filosofía pitagórica depende de estas dosfaces del movimiento entre las que no se puedeconcebir contradicción, puesto que, como diceFrancisco Alvarez,

no hay una oposición radical entre las profundasvivencias místicas y religiosas, y el desarrollo de laactividad teórica y científica o, por lo menos, nadaque impida el que ambas cosas puedan darse en lamisma época, o incluso en la misma persona'.

Algunas ideas filosóficas importantes de estaprimera fase del pitagorismo son: el universoviviente, la existencia del vacío, la dualidad delo par e impar que es lo que compone el cos-

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nos, la inmutabilidad del Uno y, por supuesto,a idea de que el número es la esencia de lasiosas', Ya veremos cómo se desarrollan, en~pocaposterior, estas y otras nociones.

Característica fundamental de este primergrupo es la división clasista de los seguidoresdel pitagorismo. Conocida es la clasificaciónentre acusmáticos y matemáticos, que señala,porun lado, un carácter estrictamente aristocrá-ticoy, por encima de todo, la rigurosidad en lasreglas seguidas por la comunidad, la que sinduda les haría perder, poco a poco, su poder ypopularidad en las distintas ciudades. Mas, porotro lado, muestra el transfondo mistérico, losecreto de la doctrina, por cuanto sólo unospocos podían conocer las grandes verdadeseveladas por Pitágoras. Al encontrarse frente auna secta que hacía divisiones tajantes entre losmismos ciudadanos, sería muy difícil que éstospudiesen aceptar su gobierno. De hecho hubointentos de rebelión, entre los que se cuentan elde Hipaso el Metapontino", quien reveló almenos un secreto fundamental de los matemáti-cos, la irracionalidad numérica.

Los mismos acusmáticos, que debían guardarsiempre silencio, llegaron a formar un im-portante grupo, que probablemente fue el quetriunfó en épocas posteriores. En su tesis degrado, García Murillo llama a los matemáticosconservadores y a los acusmáticos renovadores"dando un poco la idea del enfrentamiento entrelas dos clases. Sin embargo no hay claras refe-rencias de ello.

Concluyamos esta síntesis afirmando queeste primer pitagorismo manifiesta, al menos,cuatro aspectos importantes; primero, una filo-sofía enmarcada en la unión de la religión y laciencia; segundo, una actitud muy cerrada yestricta en la enseñanza; tercero, un énfasis enel estudio matemático; y cuarto, la salida políti-ca del movimiento. Muchos otros aspectos sepueden señalar, pero estos no tendrán tantaimportancia en los movimientos que habían devenir.

C. Desarrollo histórico posterior

El pitagorismo trata de introducir en toda laMagna Grecia sus ideas y costumbres, en buscade hacer cambiar el rumbo ético de la región'.

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Esto les ocasiona problemas importantes en elterreno político, puesto que no hay una acepta-ción generalizada de su religión y, ni siquiera,de su rigurosidad intelectual. En su mejormomento, Crotona fue la ciudad más dominadapor ellos, habiendo tenido por filiales aMetaponto, Síbaris, Regio, Siracusa y otras.Políticamente estaban ligados al partido dorioen Crotona, bajo cuya autoridad atacaron yarrasaron la ciudad de Síbaris en el 511 a.e.;pero luego fueron derrotados estando al mandode Cilón".

El periodo más difícil para los pitagóricosfue el siglo V, en el que perdieron su poder yfueron prácticamente eliminados. Anécdotaimportante parece ser el incendio en casa delatleta Milón, donde murieron casi cuarenta delos más importantes representantes del movi-miento en Crotona. Se dice que solo Archipo yLisis lograron huir en tales circunstancias.

El partido democrático tomó el poder en lasciudades y eliminó todo intento aristocráticopor volver a levantar el pitagorismo. Con ello,algunos de los que quedaron tuvieron que huirde la zona, ubicándose en Regio (Calabria),donde pudieron revivir el pitagorismo por uncorto tiempo. Otros emigraron hacia Tebas,entre ellos Lisis, maestro de Filolao.

CH. La segunda generación (S. V YIV)

En el transcurso del siglo V surge una nuevageneración de pitagóricos, los que no se intere-san tanto por los asuntos políticos como por losde la ciencia y la filosofía. Se puede señalarentre ellos a Alcmeón de Crotona, el famosomédico; a leco, gimnasta y físico tarentino; aParón, Ameinias, Menestor de Síbaris, Ión deQuíos, Teodoro de Cirene", importante ésteúltimo por ser maestro de Platón, y, por encimade todos éstos, resplandecen Filolao deCrotona, el más reconocido pitagórico del sigloV, y Arquitas de Tarento, el gran pensador de laescuela en el siglo IV. Las relaciones entretodos éstos fueron muy estrechas, la mayoríadel tipo discípulo-maestro, pero todos con unideal único, que era el conocimiento científicoy filosófico.

Los primeros discípulos de Pitágoras se con-virtieron en "apóstoles" de la misma causa y,

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por ello, siempre hubo un constante segui-miento de la escuela. Sin embargo, esta divi-sión nos es útil para determinar importantesprogresos, puesto que lo que llamamos lasegunda generación no estaría establecida porlos primeros discípulos, sino más bien por losmás importantes continuadores de la escuela,los que se ubican en épocas bastante posterio-res. A ésta pertenecen la mayor parte de lasreferencias textuales con carácter científico yfilosófico, y a ésta misma es a la que se le hadedicado más interés, debido a que niPitágoras ni sus inmediatos discípulos dejaronnada escrito, al tener como norma elementalun estricto silencio, especialmente en losaspectos doctrinales.

Por eso, Aristóteles no se refiere a Pitágoras,sino a oí. KaAoúllEvOl I1u9ayópEtol. Las doc-trinas expuestas en el libro 1, capítulo 5 de laMetafísica, dependen más de los desarrollosposteriores que de las enseñanzas primeras delmaestro de la escuela. Aunque ya los cuestiona-mientos se habían expresado desde los princi-pios del movimiento, puesto que, como nosaclara Salazar:

los primeros pitagóricos solamente percibíancorrespondencias misteriosas entre los números ylas cosas que se transmitían entre ellos como fór-mulas mágicas".

Esto les llevaba a cuestionarse si los núme-ros eran las cosas o viceversa, sin llegar aún aformular razones claras y contundentes.

En el texto de Aristóteles está bien estableci-da la doctrina de que los números constituyenlas cosas mismas; por ello afirma:

pensaron que los elementos de los números eranlos elementos de todos los entes, y que todo elcielo era armonía y número".

Aunque la interpretación de Aristóteles essumamente crítica, incluso un poco exageradaen la valoración, ésto no le quita mérito algunoa la doctrina; más bien le da sentido en el pro-ceso histórico de la filosofía en Grecia, queanalizaba brillantemente el estagirita.

.Es indispensable recalcar la importancia deFilolao de Crotona, maestro de Dernócrito,

Arquitas, Sirnmias y Cebes". Al primero se leatribuyen muchos fragmentos que aún conser-vamos, aunque probablemente algunos sean dedudosa procedencia. Dice Mondolfo" que des-pués de la disolución de la escuela en Crotona,Filolao, al igual que Lisis, radicó en Tebas,aunque luego volvería a Italia, donde despuésde un tiempo moriría, siendo considerado sos-pechoso de que quería introducir la tiranía,según refiere Diógenes Laercio".

Puede afirmarse con cierto criterio que esFilolao el más importante sucesor de Pitágoras.Su influencia llega hasta Platón, quien, al pare-cer, compró un libro suyo a parientes. Es muyprobable que sus doctrinas sigan con bastantecercanía a las del padre del movimiento. Y qui-zás sea el más genuino de los pitagóricos delínea filosófica, la que no está opuesta a la cien-tífica, aunque la sigue paralelamente.

La diferencia entre un pensador comoFilólao y un padre intelectual y moral comoPitágoras está marcada, especialmente, por laapertura doctrinal. La segunda generación seencargó de dar a conocer no sólo las doctrinascientíficas y filosóficas, sino también las mora-les y religiosas, habiendo sido el crotoniataquien más trabajó en ese sentido.

Probablemente, el enfrentamiento entre losdos grupos del movimiento, los matemáticos ylos acusmáticos, que tuvo épocas difíciles e,incluso, sangrientas (recordemos la muerte deHipaso de Metaponto por divulgar doctrinaprohibida), dio al traste con el silencio doctrinalde los primeros. Quizás estos pensadores de lasegunda generación provienen del acusmatismo.

Pensadores como Eurito de Crotona, famosopor sus estudios biológicos, Archipo, Opsino,Fáleas, Hipódamo y Enópides, no tuvierontanta importancia como Filolao, pero cada unoda su aporte significativo en esta divulgación.Además, necesario es señalar la acción deHipócrates de Quíos, matemático que tienegran importancia para la ciencia del siglo poste-rior.

Todos los mencionados corresponden alsiglo V, por eso pueden citarse como presocráti-cos, aunque muchos fueron contemporáneosdel famoso maestro de Platón. El hecho decitárseles como anteriores a Sócrates más bientiende a recalcar una actitud filosófica distinta.

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De ahí que pensadores como el mismo Arquitasson citados como presocráticos, por parte deespecialistas como Diels y Kranz, aunque el ta-rentino vivió en el siglo IV y, por ende, habíasuperado el tiempo del famoso ateniense. Laactitud llamada "presocrática" se une más a unpensamiento conjetural enfocado hacia la cos-mología, sin que ello signifique que hubieranolvidado todo otro aspecto.

S6crates, así como los sofistas a quienes cri-tica, hace de la filosofía una actitud ética en laque se analizaban los problemas morales delhombre y de la sociedad en que vivía. Creemosque, al menos en ese sentido, se puede aceptarcomo válida esta división. A pesar de eso, esposible llegar a la consideración de que el pita-gorismo no encaja en el contexto de las teoríaspresocráticas, como sostiene García Junceda 16,

ya que su caracterización lo lleva más allá dela formulación de teorías cosmológicas, lle-gando a los miramientos propios de la reli-gión. Sin embargo, no hay duda de que entraen discusión de los temas significativos alre-dedor del principio de todas las cosas, de laconstitución del cosmos y de su actividad,planteando una posición bien determinada,como lo habían hecho los milesios, los parrne-nídeos, los atomistas y los demás pensadoresde esta época.

Es relativamente sencillo unificar el primerperiodo del pitagorismo, pensando, sobre todo,en que las comunidades seguían, probablemen-te, al pie de la letra, las prescripciones dePitágoras, además de tener una unidad de pen-samiento bien definida. Contrario a ello, la se-gunda generación difícilmente se puede unifi-car, sobre todo porque ya los pitagóricos no tie-nen el mismo poder religioso y político, suposición en las ciudades está en decadencia ysus actividades son bastante dispares. Además,se muestra más como un proceso filosófico-científico que como una escuela con unidad ymedida. La verdadera comunidad nueva delpitagorismo es la que se instaura en Tarento;por ello Filolao no es sino un pensador de tran-sición", así como la mayoría de los pensadoresde este movimiento filosófico del siglo V.Aunque tal transición no es ni simple ni fácil nide poca influencia, sino todo lo contrario. Lacomunidad pitagórica de Tarento merece punto

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aparte por su importancia, al menos en elrumbo que seguimos en este trabajo.

D. Arquitas y la comunidad pitagóricade Tarento

Se sabe que Tarento no fue una de las ciuda-des en que el primer pitagorismo llegó a domi-nar, quizás entre otras causas por sus caracterís-ticas sociales. Pero hubo algún pequeño grupoen la ciudad que sostenía el sistema religiosopitagórico. Para finales del siglo V e inicios delIV a. c., el poder político estaba en manos delpartido democrático, lo cual hacía aún más difí-cilla entrada del pitagorismo "ortodoxo" en laciudad. Pero, en este preciso momento, surge lafigura de Arquitas, que dominaría probable-mente durante buena parte de su vida el poderpolítico en ella. Cómo llega al poder, cómomantiene su pensamiento pitagórico, cómohace para realizar en su vida tantas acciones,serán preguntas sin respuesta segura, pues losdatos que tenemos no van más allá de algunaspequeñas referencias y algunos fragmentos queson de discutible validez. De ahí que este traba-jo tenga un carácter casi conjetural más queteórico.

Dice Diógenes Laercio" que fue Arquitashijo de Mneságoras o de Estieo, nacido, sinlugar a dudas, en Tarento. Quizás su famavenga más por su relación con Platón, a quiensalvó la vida. Mas fue admirado entre la mayo-ría de los hombres por su gran virtud, la que sereconocía en todos los niveles, especialmenteen el político y militar. Fue llamado a ser estra-tega de la ciudad en siete ocasiones (cuandosolo una era posible según la ley de la ciudad)sin haber conocido la derrota en los menesteresmilitares. Su poder se mantuvo por largo tiem-po sin problemas, hasta que en una ocasiónenvidias de algunos coterráneos lo hicierondejar su puesto de mando. Mas este periodo fuemuy breve, por cuanto volvió a su anteriorposición prontamente.

Por eso, señala Guthrie" que su posición res-pecto a Tarento es solo comparable con la dePericles en Atenas. El constituye el centrosobre el que giran los más importantes hechosde la primera mitad del siglo en su ciudad.Todo esto llama a reflexionar alrededor de su

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acción política; cuestión a la que luego nosabocaremos.

Arquitas une a su vida pública una armoníapersonal reconocida en su tiempo. Se le adscri-ben méritos tales como una gran humanidad enel gobierno", fmneza en el mando", amor porlos niños", claridad en su pensamiento moral 23

y muchos otros de gran significado.Pero la fase que le une más a nuestros intere-

ses es su quehacer filosófico y científico.Arquitas fue uno de los pitagóricos de másdiversas actividades intelectuales. Se le recono-ce como uno de los padres de la mecánica, poreso fue criticado por Platón al aplicar las mate-máticas en tal ciencia. Se dedica a la acústica, yofrece cálculos científicos y teorías en la líneade los trabajos musicales de los pitagóricos.Como buen pitagórico, fue excelentematemático y, al parecer, sabía de biología".Además se interesó por la armonía unida a lamatemática.

Su más famoso trabajo fue la solución delproblema de la duplicación del cubo, el que erapropio de la arquitectura. Afirma Nestle" quetrabajó en astronomía, aunque más bien lo quehace es recoger la tradición que esa ciencia lehabía legado. Sin embargo, será en su círculo ogrupo donde se desarrollará una imagen astro-nómica del mundo, según cita el mismoNestle". Por otro parte, dice Diógenes Laercio"que fue Arquitas quien construyó primero elcubo, citando como fuente La República dePlatón (VII, 528b), pero tal afirmación parecefalsa debido a que en ese lugar no se dice esto,ni conocemos otro sitio en el mismo textodonde se haga mención.

Junto a ese afán científico, que no seentiende sin sus principios filosóficos, se leatribuyen dos interesantes inventos. Por unlado, un sonajero para que jugaran los niñospequeños sin causar daños en la casa, que escitado por Aristóteles en su Politica". Porotro, una paloma voladora hecha mecánica-mente" que constituye un interesante anticipode cierta actitud tecnológica en la antigüedady que, como afirma Timpanaro", muestra laactitud de Arquitas hacia la mecánica prácticaque nos lleva a reconocer en la antigüedad unode los aspectos más característicos del mundoactual.

Por otro lado, Arquitas también dio a cono-cer la filosofía pitagórica tradicional, aunqueenella sigue casi literalmente a Filolao. Por ejem-plo, junto al crotoniata afirma que lo uno es lamónada y viceversa" y, en otra parte, nos aclaralas cualidades de la década", Estas referenciasse unen a una línea que no nos es de gran inte-rés, aunque se trata de la más expuesta y popu-larizada de la filosofía pitagórica. El másimportante representante de este aspecto esFilolao y no Arquitas. Por ello valgan las citaspara contextualizar a nuestro pensador en elmismo pitagorismo como un seguro seguidor,aunque debemos reconocer que en ocasiones sealeja ciertamente de lineamientos propios de laescuela tradicional.

A pesar de todos los aportes señalados, nin-guno tiene tanta fama como la conocida inte-rrogación que hace Arquitas sobre el traspasodel límite último del cosmos, citada porEudemo, Phys, fr. 30 (Simpl. Ph. 467, 26)33.Allí se presentan ideas bien propicias para unanálisis de conceptos fundamentales talescomo espacio, infinitud, límite y cosmos. Sinembargo, en este estudio que emprendemosnuestro interés está enfocado más hacia princi-pios epistemológicos que metafísicos, aunquees evidente que tal división es puramente con-vencional, ya que ninguno de estos dos ámbi-tos filosóficos se puede desentender del otro.No tiene sentido un principio como la armoníasin una aplicación metafísica, como es lo unoyel cosmos esférico. Nos interesamos menos porel problema del límite del mundo, porque éste,en principio, no se remite directamente al con-cepto de analogía, aunque ya veremos cómocabe perfectamente en el contexto filosóficoque planteamos.

Al lado de todo esto, parece que Arquitasfue un escritor profuso, y, aunque sólo unospocos fragmentos nos han llegado, en éstos damuestra de su alta dignidad y gran capacidadcomo pensador. Al parecer, el más importantede sus trabajos escritos es el que cita Porfiriobajo el nombre de Sobre las matemática (II€pilla81JllaTlKfjf»)34 y que, por su parte, Nicómacollama el Armónico (TOíJ 'APllovlKoíJ)35. De estaobra nos citan un fragmento de cierta extensión,que luego analizaremos". Por otro lado,Porfirio cita un libro llamado Sobre la música

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EL PITAGORISMO y ARQUITAS EL TARENTINO

(IT€pi lloualKiis-P\ del que transcribe unpequeño fragmento fundamental para el estudiode las proporcionalidades en el pensamientogriego. Estobeo menciona un fragmento de unlibro de Arquitas llamado Sobre las ciencias(IT€Pl lla8TJlláTlJJv)38. El mismo Estobeo citasus Diatribas". Y, fmalmente, Teón de Esmirnaafirma que existió un texto llamado Sobre laDécada 40.

Diels y Kranz citan 41 en su compilación unaserie de textos espurios que, como tales, nopueden ser aceptados. Algunos de sus títulosson: IT€Pl apxav, 1T€Pl TOO ÓVTOS-, nepiTOO ttavroc, 1T€Pl voü Kal aioédotoc 1T€PlTTal8€úa€ws- 1¡8lKfjS-, 1T€Pl l/Juxfjs-, etc.

Importante es señalar que", quizás,Aristóteles escribió un libro sobre la filosoffadel tarentino. Diógenes cita tres textos", peroes casi segura la existencia de, al menos, uno,citado en el catálogo de escritos aristotélicos deHesych. Sería, por supuesto, el primer textosobre nuestro filósofo que hubiese conocido elmundo antiguo. Desdichadamente, de él no nosha llegado ni un solo fragmento, por lo tantoqueda en la absoluta oscuridad.

Este es un resumen general de los aportes deeste tarentino a la historia en sus distintos cam-pos. Obsérvese cómo, a pesar de que no existenmuchos datos, Arquitas se manifiesta como unafigura portentosa, de cualidades tan excelentesque se le puede atribuir el calificativo del"mayor pitagórico" del siglo IV.

Aún nos quedan dos puntos sobre la biogra-fía de Arquitas: uno, sus relaciones con Platón,y otro, el fmal de su vida: En cuanto a lo prime-ro, debe tenerse en cuenta que tales relacionesson importantes para poder apreciar la influen-cia del tarentino sobre el gran filósofo atenien-se y, por ello, del pitagorismo sobre el platonis-mo. Para nosotros esto es vital, porque no sólose dan coincidencias políticas y amistosas, sinotambién proximidades conceptuales; temáticasque en posteriores páginas confrontaremos...Además, es común entre los historiadores delpensamiento presentar a Arquitas sólo por estasrelaciones y, aunque no compartamos este cri-terio, es muy importante tenerlas bien claras.

Revisando la biografía del famoso ateniense,nos encontramos con hechos importantes como

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son sus viajes a la Magna Grecia, de los que élmismo cita tres. Estos viajes constituyen puntosimportantes para la determinación de algunasde sus obras.

Recordemos, por ejemplo, cómo se suponeque él redacta sólo una parte de la Repúblicaantes de su segundo viaje a Sicilia. El libro IVy siguientes son fruto probable de reflexionesposteriores a estas visitas. Por otro lado, fueronlos momentos más difíciles para su vida dehombre adulto, pues ya su vida como militarhabía pasado.

El ateniense conoce Sicilia un poco despuésde la muerte de Sócrates, a principios del sigloIV, y según afirma:

había yo establecido relaciones de hospitalidady amistad entre Arquitas, los tarentinos yDionisio",

Esto por cuanto había logrado reconciliar altirano de Siracusa, Dionisio, con los demócra-tas tarentinos, quienes estaban muy interesadospor los desarrollos filosóficos y científicos, porlo cual deseaban relacionarse con tal personajepara intercambiar ideas. Platón ya tenía sufama de hombre de gran sabiduría y constituíaun medio importante para tal acercamiento. Porotro lado, el ateniense no se había limitado avisitar Siracusa, sino que desde su primer viajehizo escala en Tarento donde probablementecompartió con el grupo de Arquitas.

La influencia de los pitagóricos era evidente,pues desde el primero de sus viajes se recono-cían cambios en su actitud, según Pabón yFemández:

una vez llegado a Atenas, el filósofo, influido porlos modelos pitagóricos que había visto enOccidente, se propuso formar escuela".

El segundo viaje de Platón a Sicilia se da porun llamado de Dión, quien buscaba una forma-ción filosófica para Dionisio Il; pero después deun buen recibimiento se suscitan problemaspara Dión, quien era consejero del tirano, ade-más de gran amigo de Platón; estos problemasprovocan la expulsión de este importante perso-naje. Por otro lado, Platón fue obli~ado a que-darse un tiempo, hasta que lo dejaron partir. Se

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quedó por unos meses, quizas, en Tarento,donde establece las citadas relaciones entreDionisio y Arquitas, además, por supuesto, dee~t~blar un intercambio dialéctico con los pita-goncos.

El tercer viaje lo realiza por insistencia delos tarentinos, quienes confiaban inocentementeen Dionisio y, además, esperaban mantenerbuenas relaciones con Siracusa, para lo quePlatón sería un buen medio. El filósofo, casiobligado, marcha a Siracusa y se encuentra a ungobernador interesado más en el ornato de sucorte que en el estudio. Por eso, Platón, sintién-dose un mero objeto utilizado para adornar unafastuosa corte, decide marcharse; mas Dionisiono se lo permite y, según relata él mismo en susétima carta (350 a), estuvo en grave peligro demuerte, por lo que pidió ayuda a los tarentinosquienes mandaron una embajada en su auxilio;lo salvaron, demostrando con ello cómoTare~to era quizás la única ciudad de la Magna~recla respetada por el tirano, quien no pudoejecutar sus nefastas intenciones. Después de laamarga experiencia, Platón estuvo un tiempocon los tarentinos para luego volver a Atenas.

Independientemente de la sétima carta dePlatón, donde están referidos estos viajes, hanaparecido una serie de cartas, que se suelencitar como apócrifas, pero que muestran sinduda la relación amistosa que hubo entre losdos y.sus .intercambios intelectuales. DiógenesLaercio CIta dos cartas": una de Arquitas aPlatón, en la que le comunica noticias sobreOcelo y sus escritos; otra, la recíproca en la quePlatón reconoce los méritos de Ocelo.Particularmente, al final de la transcripción delas supuestas cartas, Diógenes menciona quecomo es~s hubo varias epístolas más, lo queprueba, sin lugar a dudas, que hubo relacionesimportantes a nivel intelectual y personal.. El t~xto de la c~a IX de Platón", cuyo des-

tmatano es Arquitas, presenta un interesantecomentario de la vida del tarentino. La carta esmuy breve. Por ello, no se ofrecen los suficien-tes argumentos para rechazarla o aceptarla. Sinembargo, la idea fundamental no es indigna dePlatón, como afirma Toranzo", pues responde alas quejas de Arquitas por no poder éste dedicarmás tiempo a las ciencias debido a sus cargospúblicos. Dice Platón:

l~ más agradable en la vida es dedicarse a los pro-pIO~,asuntos, sobre todo cuando se elige una ocu-pacion como la que tú has elegido. Pero es precisoque también tengas en cuenta que cada uno denosotros no ha nacido solamente para sí mismo...Cuando la patria nos llama a participar en la vidapública, a buen seguro que está fuera de lugar elno o~de~erla; pues ello implica el hecho de queel pais caiga en manos de gentes de inferior con-dición".

Esta carta es citada por Cicerón en dos pasa-jes (De Fin, I1I, 14 y De off. 1,7), lo cual afirmauna vez más no la necesaria validez de lamis~a, pero sí la seguridad de que Platón yArquitas se conocían y comunicaban.

Las relaciones pudieron ser de dos tipos:una, de reciprocidad; otra, de cierto grado dedependencia y subordinación. Quizás la prime-ra sea más segura, por lo que señalan las cartas;pero ~uele afirmarse con bastante criterio queArquitas es el más influyente de los dos nosólo por ser un poco mayor, sino también por-que Platón estaba enfrentándose a una escuelacon más de un siglo de tradición y él andaba enbusca de trabajos científicos.

El último aspecto que queremos mencionares el final de la vida del tarentino. La fecha desu muerte nos es completamente desconocida.Se calcula que podría estar entre 370 y 350 a.C.,pero nada con seguridad. Tampoco conocemosde fuentes cercanas, cuáles fueron las circuns-tancias de ~u muerte; sin embargo nos ha llega-do por medio del gran poeta latino, Horacio, unaoda dedicada a Arquitas", en la que nos presen-ta la noticia de que el tarentino murió en un nau-fragio. Horacio le dice por medio de un marine-ro que de qué le sirvió el conocimiento del mary de la tierra, a quienes tenía sujetos a número ymedida, si había de morir insepulto en el fondodel mar,. al parecer en aguas de Iliria, empujadopor el violento Noto. Arquitas responde que lamuerte a todos ha de llegar, mas su muerte per-sonal de desastrosas características hacen obli-gatoria. una sepultura un poco más digna y, porello, pide al marinero que le eche un poco dearena sobre sus restos.

Esta .oda deja inmortalizado a nuestro pensa-d?r haciendo patentes los justos méritos que enVIda demostró. Ella es un premio literario a un

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EL PITAGORlSMO y ARQUITAS EL TARENTINO

personaje antiguo que pocos han tomado real-mente en cuenta.

E. Discípulos de la escuela tarentina

Se suelen citar muchos pitagóricos nacidosen la ciudad de Tarento. Yámblico mencionauna gran cantidad. De ellos los más importan-tes fueron probablemente Amiclas, Clinias,Simos, Miónides, Eufranor y Licón de Tarento.Pero de ellos mismos nada o casi nada se puededecir con fundamento. Como escuela que era,normalmente cada uno trabajaría en diferentesramas con una guía fundamental y, por supues-to, los resultados tendrían la ventaja de llevar elnombre del grupo y del jefe del grupo.

Pero de esos discípulos más cercanos deArquitas no interesa hablar tanto. Son otrosnombres los que más llaman la atención; entreellos sobresalen Eudoxo y Aristoxeno. El pri-mero, natural de Cnido, fue, según DiógenesLaercio", astrólogo, geómetra, médico y legis-lador. En geometría fue discípulo de Arquitas,y se dice que escuchó a Platón. Sin lugar adudas, fue el más brillante matemático y astró-nomo de su época (408-355 a.Ci), El segundo,Aristoxeno de Tarento fue el más grande teóri-co de la música de toda la antigüedad. Suescuela es de corte aristotélico, pero él se iniciaen la línea pitagórica trabajando al lado deArquitas en acústica. Lo más interesante deeste músico es que su oposición será práctica-mente frontal respecto a la escuela pitagóricade música, pues era de un énfasis práctico y notanto teórico como sucede con los pitagóricos.Sobre este asunto, más adelante detallaremoslos aspectos fundamentales, especialmente lasrelaciones entre pitagóricos y aristoxenianos.

La escuela pitagóricade Tarento será reconocidaen toda la antigüedad, por eso pueden hallarse refe-renciasa ella en muchos escritos antiguos.FIlósofostan trascendentales como Platón y Aristótelesdependerán de aquellos en algunos de sus princi-pios. Esto será un aspectopor probarmás adelante.

Notas

1. Fecha aportada por Rodolfo Mondolfo, El pen-samiento antiguo, tomo 1. Buenos Aires, EditorialLosada, 1983, pág. 52.

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2. Cf. Frederick Copleston, Historia de la filoso-fía, tomo l. Barcelona, Ariel, 1984, pág. 44.

3. Todos citados por José A. García Junceda, "Elpitagorismo antiguo". En la revista Estudios Clásicos,estudios de filosofía de los dominicos españoles.Santande~ 1968,v. 17,n. 46,págs. 423-424.

4 .. Francisco Alvarez, Una Historia delPensamiento Antiguo. Heredia, EUNA, 1983, pág. 51 .

5. Puntos señalados por Mondolfo, op. cit., t. 1,págs. 55-58.

6. Cf. Guillermo García, Hipaso de Metaponto,Tesis de Grado. San José, Universidad de Costa Rica,1966.

7. /dem, pág. 84.8. Cf. W, Kranz, La filosofía griega. v. l. México,

UTEHA,1962,pág.84.9. Guillermo Fraile, Historia de la filosofía, v. l.

Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1975-76,págs. 164-165. Aquí se hace una referencia concisa atoda esta serie de hechos.

10. Cf./bid., pág. 165-168.11. Adolfo Salazar, La música en la cultura griega,

México, El Colegio de México, 1954, pág. 123.12. Aristóteles, Metafísica 1, 5. Madrid. Ed.

Gredos, 1970, Traducción de Valentín García Y., pág.35.

13. Fraile, op. cit., t. 1,pág. 166.14. Mondolfo, op. cit, t. 1,pág. 59.15. Oiógenes Laercio, Vidas de los más ilustre s

filósofos griegos, "Filolao", v. 11.Barcelona, Edic.Orbis, 1985, Traduc. de José Ortíz y Sainz, pág.130.

16. García Junceda, op. cit., pág. 419-420.17. Cf. Wilhelm Nestle, Historia del esptritu grie-

go. Barcelona, Ariel, 1981, pág. 186.18. Diógenes Laercio, vrn, 79. Cf. apéndice.19. W.K.C. Guthrie, A History of Greek

Philosophy, v. l. Cambridge, Cambridge UniversityPress, 1977, pág. 333.

20. Demosth. Erotic. oro 61 & 46, en HermannOiels y Walther Kranz, Die Fragmente derVorsokratiker, V. l. Zürich, Weidmann, 1967-69, 47A,5.

21. lambl., V.P. 197. O-K, 47A, 7.22. Athen. XII 519 B. O-K, 47A, 8.23. Cf. Cic. Cato. m. 12,39. O-K, 47A, 9.24. Cf. Arist. Prob!o 16, 9. 915 a 25. O-K, 47A,

23a.25. Nestle, op. cit, pág. 186.26. /bidem.27. Op. cit., vm, 79. Cf. apéndice.28. Aristóteles, Potttica. Madrid, Centro de

Estudios Constitucionales, 1983, 1340b 26.29. Gell. x 12,8. O-K, 47A lOa.

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30. María Timpanaro Cardini, PitagoriciTestimonianze e Frammenti, v. II. "La nuova Italia",Editrice, Firenze, 1962 [Reimpr. 1969], pág. 291.

31. Theo Smym. p. 61,11 Hill. D-K, 47A, 19a.32. Theo Smym. p. 106, 7 Hill. D-K, 47B, 5.33. D-K, 47A 24.34. Porphyr.In Ptolem Harm. p. 56. D-K, 478, 1.35. Nicom.lnst. Arith. I 3, 4 p. 6, 16.D-K, 478, 1.36. Cf. apéndice.37. Porph.ln Ptol. Harm. p. 92. D-K, 478, 2.38. Stob. Fl. IV 1, 139. D-K 478,3.39. Stob. l. pro4 (p. 18, 8W.). D-K 478, 4.40. Theo Smyrn. p. 106,7. D-K 478,5.41. D-K 478, 9.42. Diog. v. 25 [R 6n. 92]. D-K, 47A, 13.

43. Platón, Cartas. Madrid, Centro de EstudiosPolíticos, 1954, VII, 338d.

44. José Pabón y Manuel Fernández, "EstudioPreliminar". Presentado en Platón, La República, t. IMadrid, Centro de Estudios Constitucionales, 3eraEd,1981. En pág. XII.

45. Diog. Laerc., op cit, pág. 126.46. Platón, Cartas, IX, 3,116-117.47. Idem. Introducción de Margarita Toranzo,pág.

23.48. Platón, lococit.49. Horacio, Odas y épodos. Madrid, Espasa-Calpe,

5ta Ed. 1980, oda XXVill. Parte de la oda es citadaporD-K47A3.

50. Diog. Laer., op, cit, pág. 131.