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    HANS URS VON BALTHASAR

    PODER DE DIOS Y LIBERTAD

    Puissance de Dieu el libert, Choisir, 69-70 (1965) 12-13,15.

    Cuando Dios decidi desde el principio manifestar su poder por medio del amor, resultde ello como una limitacin de su poder absoluto (potentia absoluta): como si, en la

    disponibilidad salvadora de la cruz, la justicia divina se presentara a los pecadores conlas manos atadas. El hecho de que el Hijo obedezca la voluntad salvfica de Dios -que sele aparece como ley- es la manifestacin de esa limitacin voluntaria. "No puede el Hijo

    hacer por s mismo sino lo que ve hacer al Padres (Jn 5,19). "Yo no puedo hacer por mmismo nada, juzgo segn lo que oigo" (Jn 5,30). En virtud de este no-poder, no se

    defiende de la tirana de los judos y los paganos, ni sus discpulos combaten, porque suReino no es de este mundo (Jn 18,36). Pero precisamente en esta limitacin por amorreside la liberacin y, al mismo tiempo, la revelacin al mundo de la omnipotencia

    divina; y qu extraordinaria aparece "la grandeza de su poder para con nosotros... segn

    la fuerza de su poderosa virtud" (El 1,19): la acumulacin de sinnimos de poder en estepasaje donde se trata de la Resurreccin de Cristo, hecho impotente para nuestraresurreccin, muestra que estamos aqu en la cumbre del poder divino. Debemos decir,por lo tanto, que: el poder absoluto de Dios limitado en el amor es omnipotente, pues no

    est determinado por nada fuera ,de Dios mismo (permaneciendo ligada al pecador su

    justicia distributiva, y a la necesidad de reparar el orden del mundo), procede de una

    decisin fundamentalmente libre y -conforme a la naturaleza ntima de Dios- se

    presenta como una libertad absoluta, libertad que se da, se humilla, se .olvida del todo

    en el amor.

    As, pues, el misterio de la debilidad "que se manifiesta en la vida y el sufrimiento de,

    Jesucristo -y por consiguiente en la Iglesia- es, en el sentido ms estricto, el misterio desu omnipotencia revelada. Este misterio no es de ningn modo una "paradoja"

    dialctica. Para aproximarnos a este misterio, la fe nos ofrece tres caminos.

    Potencia del amor divino

    El poder del amor divino tiene un carcter ms absoluto cuando no est ligado a una

    potencia creada (leyes temporales), y es soberanamente libre de manifestarse en ladebilidad. Es patrimonio de quien es la vida eterna, ser vida, aun bajo la apariencia demuerte. Puede permitirse morir en la impotencia y la abyeccin y "gustar en beneficio

    de todo hombre" la eterna tiniebla del abandono del Padre. "Tengo poder para dar mivida" (Jn 10,18); y el don de Cristo no es nunca tan total y definitivo como cuando tiene

    el poder incluso de recobrarla (Jzi 10, 18). La perfeccin de este poder que supera loslmites humanos (vida-muerte, abandono-posesin, disposicin de s), se encuentra eneste pasaje capital de San Pablo: "Plugo a Dios salvar a los creyentes por la locura de la

    predicacin.. la locura de Dios es ms sabia que los hombres; .... eligi Dios la flaquezadel mundo, para confundir a los fuertes" (Cor 1,21-28). Desde el punto de vista del

    hombre, la decisin por la que el amor de Dios escoge la debilidad, hace surgir unadesemejanza radical (maior dissimilitudo), a despecho de las analogas que existen,entre el poder temporal y el poder divino: esta trascendencia descarta toda posibilidad

    de confusin. La fe cristiana, sometiendo toda fuerza real o supuesta al misterio de la

    debilidad de Cristo, donde se "oculta" toda fuerza divina (Col 2,3), se hacehumildemente disponible para que se cumpla este misterio tambin en el hombre, ya

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    que el poder de Dios no se manifiesta ms que en este misterio. Te basta mi gracia, que

    en la flaqueza llega al colmo el poder" (2 Cor 12,9). Cmo rendir homenaje en laimpotencia? Imitando a Jesucristo en la cruz, pues all ha probado plenamente su

    obediencia al. Padre. San Pablo llega a decir: "Me complazco en las enfermedades, enlos oprobios, en las necesidades, en las, persecuciones, en las angustias por Cristo " (2

    Cor 12,10).

    Potencia del amor humano

    El segundo punto est implicado en el primero: el dbil opone menos resistencia alpoder del amor divino: no encontrando fuerza en s mismo ni en el mundo, est

    obligado, por as decirlo, a acogerse a Dios, a convertirse en "cosa" de Dios. Por eso elAT contribuye a iluminar el misterio de la Redencin, gracias a la tradicin de los

    "pobres de Yahv" (Amos, Jeremas y los Salmos), y, en un sentido ms amplio, latradicin asitica que se eleva por encima de los conflictos entre los poderes a la no-

    resistencia del espritu que tiene a Dios presente. Los dulces, los pobres, los humildesdel AT son los primeros beatificados en el sermn del monte, porque dejan sitio alEspritu, lo mismo que en su Magnificat Mara alaba a los que esperan en Dios, los

    humildes que Dios cuida, mientras que quita a los poderosos de su trono. Los consejosevanglicos forman parte, igualmente, de esta tradicin veterotestamentaria que secumple en Jess y en Mara: la virginidad, renuncia al poder sexual (no solamente el del

    hombre, sino tambin el de la mujer) en provecho de una fecundidad que revierte aDios, sacrificando todo poder personal; la pobreza (actitud del cuerpo y del espritu que

    compromete a todo el ser), renuncia a todos los medios personales de ejercer un poderpara ser un objeto del que Dios dispone y del que se dispone en nombre de Dios; laobediencia, que acepta la indeterminacin de la verdad y de la decisin, permaneciendo

    permeable a la verdad divina, sometindose a la decisin tomada en conexin con Cristoy la Iglesia. En esta perspectiva hay que considerar, finalmente, la no- violencia

    predicada en el sermn de la montaa (Mt 5, 39 ss.); en su forma cristiana, es superior ala no-violencia india, lo mismo que la despreocupacin por el da venidero (Mt 6,25-34)y el deseo de recogerse nicamente en el poder del amor divino que conserva y da.

    La locura de la cruz

    En la debilidad y la pobreza de la Cruz (en todas sus formas) aparece, por fin, el espritude Dios (su espiritualidad) como el modelo bajo la imagen, el espritu del amor absoluto

    que, en la ms libre de las limitaciones, est ms all de la fuerza y la debilidad, delpoder y la humildad. Este punto es sealado por algunos telogos, que no ven en ladebilidad de la cruz un factor, por as decirlo, utilitario (la satisfaccin), sino una

    representacin del misterio ms ntimo de la Trinidad. Para san Francisco de Ass y,ms tarde, para Taulero, la pobreza de Cristo es manifestacin de una de las ms tiernas

    cualidades de Dios, de lo que se puede llamar la "pobreza divina"; para santa Catalinade Siena, la sangre de Cristo manifiesta una disposicin divina que no podramanifestarse de otro modo. As hay que entenderla declaracin de Orgenes,

    sorprendente en un pensador griego y platnico, segn la cual, el Padre (como principiode la Divinidad) no estara exento de pasin (pathos). Ya en Pablo la humillacin

    (knosis) del Hijo de Dios (resultante de su desprendimiento) es expresin de susdisposiciones amorosas y por ello de su esencia divina. Presenta al Espritu Santo como

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    gimiendo en el seno de la creacin gimiente, es decir, debilitado con las debilidades,

    limitado con los seres finitos y prisioneros de una pesada subjetividad (los que sonprisioneros de un "yo" estanco), con los espritus que se debaten en la ansiedad, en parto

    con un mundo que lucha por desgajar la filiacin divina. En el corazn de estos gemidosdobles, los de la creatura y los del Espritu divino: Cristo. "Tambin nosotros, que

    tenemos las primicias del Espritu, gemimos dentro de nosotros mismos suspirando porla adopcin, por la redencin de nuestro cuerpo" (Rom 8, 19-27). Estos dos aspectos secomplementan, pues la creatura no es solamente un vaso vaco presto a recibir la

    presencia de la omnipotencia divina, una ocasin de manifestarse; en su impotencia, ensu abandono, est unida sin intermediarios al abandono absoluto que es la esencia dulaSantsima Trinidad.

    El misterio de la debilidad divina que es ms fuerte que todo poder temporal, nosuprime las relaciones de fuerza entre las creaturas, sino que las presupone, las confirmay, haciendo esto, las trasciende. No se trata, por lo tanto, de sacar del sermn de la

    montaa una especie de pacifismo simplista o de no-violencia a lo Gandhi. La

    conjuncin naturaleza- gracia, mundo-cristianismo, no se reduce a una frmula simple.Inversamente, no basta con actualizar nicamente medios temporales para asegurar elReino de Dios, como se ha intentado sin cesar desde Constantino y Cariomagno dediferentes maneras. Lo que Dios espera de nosotros no puede ser resuelto por una

    frmula que valga para todo: se trata nada menos que de penetrar por el Espritu deJesucristo un mundo de poder marcado por el pecado. En sus esfuerzos los cristianos

    sern impulsados siempre ms lejos en el camino de la cruz, y as obtendrn, por gracia,ciertos resultados en esta tierra. "Cuando parezco dbil, entonces es cuando soy fuerte"(2 Cor 12, 10).

    Si el cristianismo muestra a qu est expuesto el hombre, a qu exigencias est

    sometido por el hecho de la imitacin de Cristo, solamente Dios puede cubrir los riesgoscorridos por el hombre, al mismo tiempo que los abusos cometidos por los pecadores,

    dentro y fuera de la Iglesia, en nombre de los poderes de amor que les son confiados.Estos abusos deben confrontarse con la insondable contabilidad de la Cruz, puesto queall donde, despreciando la Cruz, los hombres (los cristianos) pecan ms gravemente, "la

    gracia de Dios... se ha difundido copiosamente sobre muchos" (Rom 5,15). Larevelacin de Dios en Cristo es un riesgo corrido por Dios, en el sentido de que el

    hombre se ha acostumbrado a vivir peligrosamente: la naturaleza "apaciguada" de laantigedad no ofrece ya a los hombres la proteccin de leyes eternas e inmutables,divinas y sagradas. Este universo no existe ya desde la Biblia, existe cada vez menos y

    el hombre est entregado cada vez ms a su propio poder. Ante l, por encima de l,como protector y como redentor, no hay ms que un solo Dios , que lo ha arriesgado

    todo por l.

    Tradujo: MANUEL LOPEZ-VILLASEOR