El Poder de La Comunidad Puede Cambiar Al Mundo

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Estudios Públicos, 84 (primavera 2001). DOCUMENTO EL PODER DE LA COMUNIDAD PUEDE CAMBIAR AL MUNDO* Tony Blair TONY BLAIR. Primer Ministro de Gran Bretaña. * Texto completo del discurso pronunciado durante la conferencia del Partido Labo- rista, en Brighton, el martes 2 de octubre de 2001. Tomado de www.labour.org.uk/lp/new/ labour/docs Traducción al castellano del Centro de Estudios Públicos. Mirado retrospectivamente, el nuevo milenio sólo marcó un mo- mento en el tiempo. Fueron los sucesos del 11 de septiembre los que seña- laron un giro decisivo en la historia, donde confrontamos los peligros del futuro y evaluamos las opciones que enfrenta la humanidad. Fue una tragedia, un acto de perversidad. Desde esta nación envia- mos nuestras más profundas condolencias y oraciones por las víctimas, y nuestro hondo sentimiento de solidaridad para con el pueblo estadouni- dense. Estuvimos con ustedes desde el comienzo y permaneceremos con ustedes hasta el final. Hace sólo dos semanas, después de un oficio religioso en Nueva York, me reuní con algunos familiares de las víctimas británicas. De varias maneras fue una ocasión muy británica, con té y galletas. Afuera llovía. En las esquinas de la sala se veían grupos de desconocidos que trataban de entablar alguna conversación, que intentaban actuar como personas normales en una situación anormal. Pero al atravesar el recinto se percibía añoranza y tristeza: manos aferradas a fotos de hijos e hijas, espo-

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  • Estudios Pblicos, 84 (primavera 2001).

    DOCUMENTO

    EL PODER DE LA COMUNIDADPUEDE CAMBIAR AL MUNDO*

    Tony Blair

    TONY BLAIR. Primer Ministro de Gran Bretaa.

    * Texto completo del discurso pronunciado durante la conferencia del Partido Labo-rista, en Brighton, el martes 2 de octubre de 2001. Tomado de www.labour.org.uk/lp/new/labour/docs

    Traduccin al castellano del Centro de Estudios Pblicos.

    M irado retrospectivamente, el nuevo milenio slo marc un mo-mento en el tiempo. Fueron los sucesos del 11 de septiembre los que sea-laron un giro decisivo en la historia, donde confrontamos los peligros delfuturo y evaluamos las opciones que enfrenta la humanidad.

    Fue una tragedia, un acto de perversidad. Desde esta nacin envia-mos nuestras ms profundas condolencias y oraciones por las vctimas, ynuestro hondo sentimiento de solidaridad para con el pueblo estadouni-dense. Estuvimos con ustedes desde el comienzo y permaneceremos conustedes hasta el final.

    Hace slo dos semanas, despus de un oficio religioso en NuevaYork, me reun con algunos familiares de las vctimas britnicas.

    De varias maneras fue una ocasin muy britnica, con t y galletas.Afuera llova. En las esquinas de la sala se vean grupos de desconocidosque trataban de entablar alguna conversacin, que intentaban actuar comopersonas normales en una situacin anormal. Pero al atravesar el recinto seperciba aoranza y tristeza: manos aferradas a fotos de hijos e hijas, espo-

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    sas y esposos; personas implorando que se les creyera cuando afirmabanque an exista una remota posibilidad de encontrar con vida a sus seresqueridos, cuando en realidad sabamos que se haba perdido toda espe-ranza.

    Luego, una madre de mediana edad nos mira a los ojos y nos diceque su nico hijo ha fallecido, y pregunta: Por qu?

    Debo decirles que uno no se siente la persona ms poderosa del pasen momentos como se. Porque no hay respuesta. No hay justificacin paraese dolor. Su hijo no hizo nada malo. La mujer que tiene siete meses deembarazo y cuyo hijo nunca conocer a su padre, tampoco hizo nada malo.

    Ellos no quieren venganza. Quieren algo mejor en recuerdo de susseres queridos.

    Creo que en su memoria podemos y debemos hacer algo ms quecastigar a los culpables. De entre las tinieblas de esa perversidad debieraemerger, como un bien duradero: la destruccin de la maquinaria del terro-rismo, dondequiera que se encuentre; la esperanza, en todas las naciones,de un nuevo comienzo en el que procuremos zanjar las diferencias en unclima de orden y calma; un mayor grado de entendimiento entre las nacio-nes y entre los credos; y, sobre todo, justicia y prosperidad para los pobresy los desposedos, de modo que en todas partes la gente pueda vislumbrarla oportunidad de un futuro mejor como resultado del trabajo arduo y delpoder creativo de ciudadanos libres, no la violencia y el salvajismo de losfanticos.

    S que aqu en el Reino Unido la gente est inquieta, incluso unpoco atemorizada. Es comprensible. La gente sabe que debemos actuar,pero est preocupada por lo que pueda venir despus.

    Estn intranquilos por la economa y hablan de recesin.Por supuesto que hay peligros; se trata de una situacin nueva.Pero las bases de las economas estadounidense, britnica y europea

    son slidas. Se estn adoptando todas las medidas razonables de seguridadinterna. Nuestra forma de vida es mucho ms fuerte y perdurar por much-simo ms tiempo que los actos cometidos por fanticos, pocos en nmero yque hoy enfrentan un mundo unido en su contra.

    La gente debe tener confianza. sta es una batalla con un solo des-enlace: nuestra victoria y no la de ellos.

    Lo que sucedi el 11 de septiembre no tiene precedentes en la infa-me historia del terrorismo. En unas pocas horas, cerca de 7.000 personas

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    fueron aniquiladas, el centro comercial de Nueva York fue reducido a es-combros, y en Washington y en Pensilvania hubo tambin muerte y horroren una escala inimaginable. Nadie puede decir que el Islam no ha sufridoun golpe cuando se derram la sangre de musulmanes inocentes junto conla de cristianos, judos y gente de otros credos de todo el mundo.

    Sabemos quines son los responsables.En Afganistn hay innumerables campamentos de entrenamiento

    destinados a la exportacin del terror. Entre sus principales patrocinadoresy organizadores se encuentra Osama bin Laden, quien cuenta con el respal-do, la proteccin y ayuda del rgimen talibn.

    Dos das antes de los ataques del 11 de septiembre, Ahmad ShahMasud, lder de la opositora Alianza del Norte, fue asesinado por dos hom-bres-bombas. Ambos actos estaban vinculados con Bin Laden. Algunospodrn llamarlo coincidencia, pero yo lo llamo pago; un pago en la monedacon que negocia esta gente: la sangre.

    Que no les quepa duda: Bin Laden y sus secuaces organizaron estaatrocidad. Los talibanes lo ayudan y lo encubren. Bin Laden no va a desistirde cometer otros actos terroristas, ni ellos cesarn de apoyarlo.

    Cualesquiera sean los riesgos de las medidas que adoptemos, losriesgos de la inaccin son muchsimo mayores. Analicemos por un momen-to el rgimen talibn. Es un gobierno antidemocrtico, sin duda ninguna.Todos los deportes, la televisin y las fotografas estn prohibidos. Tampo-co se permiten las manifestaciones culturales o artsticas. Todos los otroscredos, todas las otras interpretaciones del Islam son reprimidos sin piedad.Aquellos que practican otra fe son encarcelados. Las mujeres son tratadasde un modo demasiado repulsivo como para ser creble. Fueron expulsadasde las universidades y las nias tiene prohibicin de asistir a la escuela. Notienen derechos legales y no pueden abandonar sus casas sin la compaa deun hombre. Las que desobedecen son apedreadas.

    No se permite ahora el contacto con organismos occidentales, nisiquiera con los que distribuyen alimentos. La gente vive en condiciones depobreza abyecta. Se trata de un rgimen sustentado en el miedo y financia-do con el trfico de drogas. El mayor depsito de drogas del mundo seencuentra en Afganistn, controlado por los talibanes. El 90% de la heronaque circula por las calles de Gran Bretaa procede de Afganistn.

    El armamento que hoy en da estn comprando los talibanes se pagacon las vidas de los jvenes britnicos que adquieren esas drogas en lascalles de nuestro pas. sta es otra faz del rgimen talibn que debemosdestruir.

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    Luego, qu debemos hacer?No hay que reaccionar con exageracin, dicen algunos. No lo esta-

    mos haciendo. No hemos emprendido ningn ataque violento. No lanzamosmisiles la primera noche como una medida efectista.

    Que no hay que matar a seres inocentes. No somos nosotros quieneslibramos guerras contra inocentes. Nosotros buscamos a los culpables.

    Hay que procurar una solucin diplomtica, nos dicen. No hay di-plomacia posible con Bin Laden, ni con el rgimen talibn.

    Hay que enviar un ultimtum y esperar a que respondan. Pues bien,enviamos un ultimtum y no han respondido.

    Hay que entender las causas del terrorismo. S, deberamos intentar-lo, pero no permitamos la ambigedad moral al respecto: nada podra justi-ficar jams los sucesos del 11 de septiembre, y pretender hacerlo sera ir encontra de la justicia.

    Las medidas que tomaremos sern proporcionadas y estarn biendirigidas; haremos todo lo humanamente posible para evitar prdidas civi-les. Pero entendamos bien con quin nos estamos enfrentando. Escuchen lasllamadas telefnicas de los pasajeros de esos aviones. Piensen en los niosque iban ah, cuando se les dijo que van a morir.

    Piensen en la crueldad que va ms all de nuestra comprensin,cuando, en medio de los gritos y la angustia de seres inocentes, los secues-tradores condujeron a toda velocidad esos aviones cargados de combustiblehasta estrellarlos contra edificios donde trabajaban decenas de miles depersonas.

    Ellos no tienen ninguna inhibicin moral para asesinar a seres ino-centes. Si hubieran podido matar no a 7.000 sino a 70.000 personas, acasoalguien duda de que no lo habran hecho y se habran regocijado en ello?

    No hay solucin de compromiso posible con personas as, ningunaafinidad de ideas, ningn punto de entendimiento con ese terrorismo. Slohay una alternativa: derrotarlo o sucumbir a l. Y nosotros debemos ven-cerlo.

    Cualquier medida que se adopte ser contra la red terrorista de BinLaden. En cuanto a los talibanes, ellos pueden entregar a los terroristas oafrontar las consecuencias, y, una vez ms, cualquier accin tendr porobjetivo destruir su armamento pesado, cortar su financiamiento, interrum-pir su abastecimiento, apuntar a sus tropas y no a la poblacin civil. Letenderemos una emboscada al rgimen talibn.

    A los talibanes les digo: Entreguen a los terroristas o entreguen elpoder. Ustedes deciden.

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    Actuaremos en todos los niveles, nacional o internacional, en lasNaciones Unidas, en el G8, en la Unin Europea, en la OTAN, en todos losgrupos regionales del mundo, con el fin de asestar un golpe al terrorismointernacional, dondequiera que exista.

    Por primera vez, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas hadecretado que todos los miembros de la ONU estn obligados a detener elfinanciamiento del terrorismo y a terminar con el asilo para los terroristas.Quienes financian actos de terrorismo, quienes lavan su dinero, quienescubren sus huellas son igualmente culpables que los fanticos que cometenel acto final.

    Aqu en Gran Bretaa, lo mismo que en otras naciones de todo elmundo, las leyes sern modificadas, no para desconocer las libertades bsi-cas sino para impedir su abuso y resguardar la ms bsica de todas laslibertades: el derecho a vivir libres del terror. Se establecern nuevas leyesde extradicin, y nuevas normas para asegurarnos de que el asilo no sea unapantalla para el ingreso de terroristas. Gran Bretaa se enorgullece de sutradicin de dar asilo a quienes huyen de la tirana, y siempre lo haremos.Pero tenemos el deber de proteger al sistema contra los abusos, revisndoloy sometindolo a modificaciones radicales, de manera que en lo sucesivoquienes acaten las reglas reciban ayuda, y quienes no las acaten no puedanmanipular el sistema para obtener ventajas injustas a costa de otros.

    En todo el mundo, el 11 de septiembre ha hecho que los gobiernos ysus ciudadanos reflexionen, analicen y cambien. Y de este proceso, entretodo lo que se habla de guerra y accin, est emergiendo otra dimensin:hay una convergencia.

    El poder de la comunidad se est reafirmando. Nos estamos dandocuenta ahora de lo frgiles que son nuestras fronteras ante los nuevos desa-fos que encara el mundo.

    En la actualidad, los conflictos rara vez se mantienen dentro de loslmites nacionales. Hoy un temblor en un mercado financiero repercute enlos mercados mundiales. Hoy la confianza, ya sea su presencia o ausencia,es un factor de alcance mundial. Hoy la amenaza es el caos, pues laspersonas que tienen trabajo que realizar, vida familiar que cuidar, hipotecaspor pagar, carreras en las cuales progresar, pensiones que pagar, anhelanorden y estabilidad, y si stos no existen en otras partes, es improbable queexistan en nuestro pas.

    Por largo tiempo he credo que esta interdependencia define el nue-vo mundo en que vivimos.

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    La gente dice: estamos actuando nicamente porque fue EstadosUnidos al que atacaron. Se aplica una poltica de doble estndar, opinan.Pero cuando Milosevic inici la operacin de limpieza tnica de ciudada-nos musulmanes en Kosovo, actuamos. Los escpticos dijeron que no servi-ra y que slo empeorara la situacin, que fortaleceramos la posicin deMilosevic, y miren lo que ocurri: ganamos, los refugiados regresaron acasa, se revirtieron las polticas de limpieza tnica, y uno de los grandesdictadores del siglo pasado deber enfrentar ahora la justicia.

    Y les advierto que si en Ruanda vuelve a suceder lo que en 1993,cuando un milln de personas fueron asesinadas a sangre fra, tendramos eldeber moral de actuar ah tambin. Y estuvimos ah en Sierra Leona cuandoun grupo de gngsteres asesinos puso en jaque al gobierno elegido demo-crticamente y a la poblacin. Y nosotros como pas deberamos sentirnosagradecidos y yo como Primer Ministro lo hago por la excelencia,dedicacin y cabal profesionalismo de las fuerzas armadas britnicas.

    No podemos hacerlo todo. Tampoco los americanos. Pero el poderde la comunidad internacional en conjunto podra hacerlo, si se lo propone.

    Podra, con nuestra ayuda, terminar con el flagelo en que se haconvertido el persistente conflicto en la Repblica Democrtica del Congo,donde tres millones de personas han muerto a causa de la guerra o de lahambruna en la ltima dcada. An queda por crear, si encontramos lavoluntad, una asociacin a favor de frica, entre el mundo desarrollado yen desarrollo, en base a la Nueva Iniciativa Africana.

    Por nuestro lado: podramos proporcionar ms ayuda, sin amarras alcomercio; condonar deudas; colaborar en la creacin de un sistema degobierno y una infraestructura adecuados; capacitar a los soldados, con lavenia de la ONU, para la solucin de conflictos; fomentar las inversiones ypermitir el acceso a nuestros mercados, de modo que practiquemos la liber-tad de comercio que somos tan dados a predicar.

    Pero es un compromiso de transaccin. Por el lado africano debehaber verdadera democracia, no ms excusas para justificar las dictaduras ylos abusos contra los derechos humanos; intolerancia frente al mal gobier-no, que va desde la corrupcin endmica de algunos Estados hasta lasactividades de los esbirros de Robert Mugabe en Zimbabwe; sistemas co-merciales, jurdicos y financieros adecuados; disposicin para concertar,con nuestra ayuda, acuerdos de paz, y para facilitar tropas que supervisensu cumplimiento.

    La situacin del continente africano es una herida en la concienciade la humanidad. Pero si la comunidad mundial concentrara su atencin en

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    ella, podramos sanarla. Y si no lo hacemos, se volver ms profunda eiracunda.

    Tambin podramos poner fin al problema del cambio climtico, sias lo quisiramos. El protocolo de Kyoto es correcto. Lo vamos a poner enprctica e instaremos a todas las dems naciones a hacerlo. Para ste es sloel punto de partida. Con imaginacin podemos emplear o descubrir lastecnologas que permitan generar energa sin destruir nuestro planeta; po-dramos proporcionar trabajo y comerciar sin provocar deforestacin. Si lahumanidad finalmente fue capaz de lograr progresos en su industria, deste-rrando las condiciones en que operaban las fbricas del siglo XIX, cierta-mente disponemos de la inteligencia y voluntad para desarrollarnos econ-micamente sin asolar el medio ambiente del cual dependemos.

    Y si lo quisiramos, podramos insuflar nueva vida al proceso de pazen el Medio Oriente; y debiramos hacerlo. El Estado de Israel tiene queser reconocido por todos, liberado del terror, saber que es aceptado comoparte del nuevo Medio Oriente, y no ver amenazada su existencia misma.Los palestinos necesitan justicia, la oportunidad de prosperar en su propiatierra, como socios igualitarios de Israel en esa era futura.

    Sabemos que sa es la nica va, as como sabemos que en nuestropropio proceso de paz, en Irlanda del Norte, no habr unificacin de Irlandacomo no sea mediante el consentimiento; y no habr retorno a los das de lasupremaca unionista o protestante porque esos das ya no tienen lugar en elmundo moderno. De manera que los unionistas tendrn que aceptar la justi-cia y la igualdad para los nacionalistas. Los republicanos debern demostrarque han renunciado a la violencia, no slo mediante el cese de las hostilida-des sino entregando las armas. Y no nicamente los republicanos, sino losque se hacen llamar leales y mancillan sin embargo el nombre del ReinoUnido con actos de terrorismo.

    Tambin somos conscientes de esa realidad. Los valores en quecreemos deben brillar durante las operaciones que emprendamos en Afga-nistn.

    Para el pueblo afgano vaya nuestro compromiso: el conflicto nosignificar el final. No nos vamos a retirar, como tantas veces antes lo hahecho el mundo exterior. Si cambia el rgimen talibn, trabajaremos junto austedes para garantizar que su sucesor sea un gobierno con amplia base deapoyo, que rena a todos los grupos tnicos y que ofrezca alguna salidapara superar la pobreza miserable en que viven actualmente.

    Y ahora ms que nunca, con el mismo grado de consideracin yplanificacin, formaremos una coalicin humanitaria paralela a la militar,

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    de manera que tanto al interior como fuera de Afganistn los refugiadosmillones de personas errantes incluso desde antes del 11 de septiembrereciban amparo, alimentos y ayuda durante los meses de invierno.

    La comunidad mundial debe demostrar que es capaz tanto de com-pasin como de fuerza.

    Los detractores dirn: pero acaso el mundo puede llegar a ser unacomunidad, en circunstancias que las naciones actan segn sus propiosintereses? Por cierto que as lo hacen. Pero cul es la leccin de losmercados financieros, el cambio climtico, el terrorismo internacional, laproliferacin nuclear o el comercio mundial? La leccin es que el interspropio y los intereses mutuos estn hoy inseparablemente entrelazados.

    Es la poltica de la globalizacin.

    Me doy cuenta de por qu la gente protesta contra la globalizacin.Vemos con recelo algunos aspectos de ella. Nos sentimos impotentes, comosi furamos empujados de un lado a otro por fuerzas que escapan a nuestrocontrol. Pero existe el peligro de que los dirigentes polticos, enfrentados amanifestaciones callejeras, acepten sin ms el argumento en lugar de res-ponder a l.

    Los manifestantes tienen razn cuando dicen que hay injusticia, po-breza y deterioro ambiental. Pero la globalizacin es un hecho y, en trmi-nos generales, un proceso impulsado por la gente. No slo en lo financiero,sino en las comunicaciones, la tecnologa, progresivamente en la cultura, enla recreacin. En el mundo de la internet, de la tecnologa de la informaciny de la TV, va a haber globalizacin. Y en el comercio el problema no esque haya mucha globalizacin, sino, al contrario, que haya muy poca.

    No se trata de cmo detener la globalizacin. Se trata de cmoutilizar el poder de la comunidad para lograr combinarlo con la justicia. Sila globalizacin slo beneficia a unos pocos, entonces va a fracasar y debie-ra fracasar. Por el contrario, si aplicamos los principios que tan buenosresultados nos han dado en nuestro pas que el poder, la riqueza y lasoportunidades deben estar en manos de muchos y no de una minora, silos transformamos en el faro que gue la economa mundial, entonces seruna fuerza que propender al bien y un movimiento internacional del quedeberamos enorgullecernos de liderar.

    Porque la alternativa a la globalizacin es el aislamiento.Frente a esta realidad, las naciones de todo el mundo instintivamente

    se estn acercando entre s. En la Cumbre de Quebec, todos los pases deNorteamrica y Sudamrica estn intentando crear una extensa rea delibre comercio capaz de competir con Europa. En Asia existe la ASEAN.

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    En Europa, el grupo ms integrado de todos, somos ahora 15 pases; otros12 estn negociando su incorporacin y an hay otros ms esperando suturno.

    Se est gestando una nueva relacin entre Rusia y Europa. Y acasola India y China, cada una con una poblacin tres veces superior a la deEuropa entera, una vez que sus economas se hayan desarrollado lo sufi-ciente, lo que con seguridad ocurrir, no reconfigurarn completamente lageopoltica mundial?

    Por eso es que para un pas como el nuestro, con un comercio quedepende en un 60% de Europa, donde tres millones de empleos estn estre-chamente asociados a Europa y cuyo peso poltico est en gran parte com-prometido en Europa, darle la espalda a Europa constituira una negacinfundamental de nuestro verdadero inters nacional.

    Nunca permitiremos que ello suceda.Durante los ltimos 50 aos Gran Bretaa, de manera atpica, no ha

    liderado sino que ha seguido a otros en Europa.En todas y cada una de las etapas emergen debates fundamentales

    para nuestro futuro: cmo reformamos la poltica econmica europea; cmollevamos adelante la defensa europea; cmo combatimos el crimen organi-zado y el terrorismo.

    Gran Bretaa tiene que hacer or su voz con energa en Europa, y,para ser francos, Europa necesita un Reino Unido fuerte, firme como unaroca en su alianza con los Estados Unidos pero, a la vez, determinado aparticipar de lleno en la configuracin del destino de Europa.

    Deberamos formar parte del sistema de moneda nica slo si secumplen las condiciones econmicas. Esas condiciones no son el decoradode una decisin poltica; son fundamentales. Pero si ellas se cumplen, debe-ramos incorporarnos; y si se cumplen en este Parlamento, deberamos ha-cer valer nuestros argumentos para pedir la aprobacin del pueblo britnicoen el Parlamento.

    Europa no representa una amenaza para Gran Bretaa, sino unaoportunidad. La esperanza de un futuro prspero para Gran Bretaa radicaen tomar lo mejor de los modelos de desarrollo anglosajn y europeo: elespritu de emprendimiento estadounidense y el espritu solidario europeo.Tenemos aqu tambin una oportunidad de construir puentes, no slo polti-cos, sino tambin econmicos.

    Cul es la respuesta a la crisis actual? No el aislacionismo, sino laconvergencia del mundo con los Estados Unidos, como una comunidad.

    Cul es la respuesta a las relaciones entre Gran Bretaa y Europa?No marginarnos, sino actuar como lderes de una comunidad en la que, enalianza con otras naciones, nos hacemos ms fuertes.

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    Cul es la respuesta acerca del futuro de Gran Bretaa? Trabajar,no cada uno para s nicamente, sino trabajar juntos como comunidad paragarantizar que todos, y no slo unos pocos privilegiados, tengan la oportu-nidad de prosperar.

    sta es una extraordinaria oportunidad para aplicar polticas progre-sistas.

    Nuestros valores son los adecuados para esta poca: el poder de lacomunidad, la solidaridad, la capacidad colectiva de promover los interesesindividuales.

    La gente me pregunta si yo creo que las ideologas han muerto. Mirespuesta es: en cuanto formas rgidas de la teora econmica y social, s.Esas ideologas murieron en el siglo veinte y su desaparicin causa pocopesar. Pero en cuanto ideas rectoras de la poltica, basadas en valores, no.La idea rectora de la democracia social moderna es la de comunidad, funda-da en los principios de justicia social. La gente tiene que prosperar enfuncin de sus mritos y no de su origen social. La piedra de toque decualquier sociedad decente no es la satisfaccin de los ricos y poderosos,sino su compromiso con los pobres y dbiles.

    Pero los valores no bastan por s solos. La investidura del liderazgotiene un precio: el coraje de ser capaz de aprender y cambiar, de demostrarcmo valores defendidos en todos los tiempos pueden aplicarse de manerapertinente en cada poca.

    Nuestra poltica slo ha tenido xito cuando el realismo es tanntido como el idealismo.

    La fuerza que hoy tiene nuestro partido procede de la travesa decambios y aprendizaje que hemos realizado. Aprendimos que por muchoque luchemos en favor de la paz, necesitamos una fuerte capacidad defensi-va, en la que un enfoque pacifista est destinado al fracaso. Aprendimosque la igualdad tiene que ver con la igualdad de mrito y no con la igualdadde resultados.

    En la actualidad, nuestra idea de sociedad gira en torno a la respon-sabilidad mutua; un pacto, un acuerdo entre ciudadanos y no un donativo enuna sola direccin, desde quienes tienen hacia quienes son dependientes.Nuestra poltica econmica y social es hoy tributaria de la tradicin social-demcrata liberal de Lloyd George, Keynes y Beveridge, al igual que de losprincipios socialistas del gobierno de 1945.

    Hace slo una dcada la gente se preguntaba si el laborismo podravolver a triunfar alguna vez. Hoy se hace la misma pregunta respecto a la

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    oposicin. Por doloroso que sea este trayecto de cambios, ha valido la penaen cada una de sus etapas.

    Durante esta travesa nunca han cambiado los valores, y tampoco losobjetivos.

    Cualquier dirigente laborista, desde Keir Hardie hacia delante, po-dra reconocer de inmediato nuestros objetivos. Pero los medios cambian.

    El viaje no ha finalizado, y nunca lo har. La prxima etapa delNuevo Laborismo no consiste en dar un paso atrs, sino en renovarnos unavez ms. Justo despus de la eleccin, un antiguo colega me dijo: Vamos,Tony, ahora que volvimos a ganar, dejemos atrs todo eso del Nuevo Labo-rismo y hagamos aquello en lo que s creemos Le respond: Es peor quelo que piensas, porque realmente yo s creo en el Nuevo Laborismo.

    No revolucionamos la poltica econmica britnica independenciadel Banco de Inglaterra, estricta regulacin del gasto por alguna raznadministrativa o para robarles a los conservadores sus vestiduras medianteuna jugarreta ingeniosa. Lo hicimos porque las vctimas de la incompeten-cia econmica tasas de inters del 15%, tres millones de cesantes sonfamilias trabajadoras. Son ellas hoy ms que nunca, cuando se avecinantiempos difciles para quienes debera funcionar la economa, no para losespeculadores o corredores o altos ejecutivos cuyas remuneraciones noguardan ninguna relacin con los resultados de sus empresas.

    El buen desempeo econmico es una precondicin de la justiciasocial.

    Hemos legislado a favor de la justicia laboral, por ejemplo, medianteel salario mnimo, por el que los trabajadores lucharon durante un siglo.Pero no vamos a renunciar al carcter esencialmente flexible de nuestraeconoma ni a nuestro compromiso con el emprendimiento.

    Por qu? Porque en un mundo que est dejando atrs la produccinen serie, donde la tecnologa revoluciona no slo compaas sino industriasenteras casi de la noche a la maana, es el emprendimiento el que crea losempleos de los cuales depende la gente.

    Hemos aumentado las pensiones, las asignaciones familiares, losingresos familiares; y haremos ms en ese sentido. Pero nuestra mximaprioridad en gastos es, y seguir siendo, la educacin. Por qu? Porquepases como Gran Bretaa slo pueden crear riqueza en los nuevos merca-dos por medio de la capacidad intelectual, y no por medio de sueldos bajosy fbricas que explotan a sus trabajadores.

    Hemos reducido el desempleo juvenil en un 75 por ciento. Muchoms que cualquier otro gobierno anterior al nuestro. Pero nos rehusamos apagar beneficios a quienes se rehsan a trabajar. Porque la asistencia social

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    que funciona es la asistencia social que ayuda a la gente a ayudarse a smisma.

    No somos anticuados ni derechistas cuando actuamos en contra delas amenazas sociales: los graffiti, el vandalismo, los automviles incendia-dos, los traficantes de drogas en las esquinas de las calles, los asaltantesadolescentes que se acaban de graduar en la escuela primaria del delito.Salimos en defensa de las personas a las que representamos, aquellas querespetan las reglas y tienen derecho a exigir que los dems hagan lo mismo.

    Y en particular en estos momentos debemos decir: nosotros celebra-mos la diversidad que hay en nuestro pas, nos hacemos fuertes con lasculturas y las razas que han llegado a integrar nuestra nacin actual; y losabusos y las agresiones racistas no tienen cabida en la Gran Bretaa en quecreemos.

    Todas estas polticas estn conectadas por un hilo comn de princi-pios.

    Y ahora, en este segundo perodo de gobierno, nuestro deber no essentarnos a descansar de manera complaciente. Nuestra tarea abarca todoslos mbitos: competitividad, emprendimiento, pensiones, justicia penal, ad-ministracin pblica y, por supuesto, los servicios pblicos, para avanzaraun ms en la travesa del cambio. Y todo ello por el mismo motivo: paraque pueda haber justicia social en el mundo moderno.

    Los servicios pblicos constituyen el poder de la comunidad enaccin. Son ellos la justicia social hecha realidad. El nio que cuenta conuna buena educacin logra prosperar. El nio que recibe una educacindeficiente vivir para siempre con esa desventaja. Qu cantidad de talento,capacidades y potencial desperdiciamos? Cuntos nios nunca llegan aconocer, no slo la rentabilidad econmica de una buena educacin, sino elplacer de apreciar el arte y la cultura, o la posibilidad de expandir suimaginacin y los horizontes que proporciona una verdadera educacin? Laeducacin de mala calidad es una tragedia personal y un escndalo nacio-nal.

    No obstante, incluso ahora, pese a todo el progreso de los ltimosaos, la cuarta parte de los alumnos de 11 aos fracasan en los exmenesbsicos, y casi la mitad de los alumnos de 16 aos no alcanzan cinco notasaceptables en los exmenes para obtener el GCSE (Certificado General deEducacin Secundaria).

    El Servicio Nacional de Salud britnico se cre para que las futurasgeneraciones pudieran vivir sin el peso de la angustia. Para los millones depersonas que an reciben excelentes tratamientos, el Servicio Nacional deSalud britnico sigue siendo el mximo smbolo de justicia social. Pero

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    para cada paciente que espera sumido en el dolor, que no puede recibirtratamiento para el cncer o una afeccin cardaca, o que en medio de sudesesperacin termina pagando por su operacin, su sufrimiento constituyela mxima injusticia social.

    Y las demandas que enfrenta el sistema aumentan ms y ms. Losnios necesitan recibir una educacin cada vez mejor. La gente vive mstiempo. Hay una enorme variedad de nuevos tratamientos mdicos dispo-nibles.

    Y las expectativas son mayores. sta es una era del consumidor. Laspersonas no se conforman con lo que reciben, sino que exigen ms.

    No estamos solos en esto. En todo el mundo los gobiernos encaranlos mismos problemas.

    Entonces, cul es la solucin? S, los servicios pblicos necesitanms dinero. Estamos aumentando considerablemente los fondos en el Servi-cio Nacional de Salud, en educacin y transporte para los prximos aos, lomismo que en los servicios policiales. Y en el futuro mantendremos esosplanes de gasto. Y se lo digo al pas con toda franqueza: si queremos queello contine y la alternativa es entre invertir y rebajar los impuestos, enton-ces habr que dar prioridad a la inversin. Hay una verdad simple que todosconocemos: por dcadas ha habido un dficit crnico de inversin en losservicios pblicos britnicos. Nuestra misin histrica es corregir esa situa-cin, y el cambio histrico que represent la eleccin del 7 de junio fue quela iniciativa de invertir, para proporcionar servicios pblicos de buena cali-dad a todos con una amplia cobertura, triunf por sobre la propuesta dereducir los impuestos en el corto plazo en beneficio de unos pocos.

    Necesitamos mejores sueldos y condiciones de trabajo para los fun-cionarios; mejores incentivos para la contratacin y retencin de personal.Estamos consiguiendo esos objetivos y la contratacin est aumentando.

    Este ao, por primera vez en casi una dcada, los sueldos del sectorpblico aumentarn ms rpidamente que los del sector privado. Y somosel nico de los principales gobiernos europeos que este ao estamos aumen-tando el gasto pblico en salud y educacin como porcentaje de nuestroingreso nacional.

    Nuestro partido cree en los servicios pblicos; cree en el carcterdistintivo de la administracin pblica, y cree en la dedicacin demostradapor la enorme mayora de los funcionarios pblicos. Prueba de ello es elhecho de que estamos invirtiendo ms, contratando ms personas y pagandomejores sueldos que nunca antes.

    Los funcionarios pblicos no cumplen su deber por dinero o porllenarse de gloria. Lo hacen porque se sienten plenamente realizados cuan-do un nio recibe buena educacin, cuando un paciente es bien atendido o

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    cuando una comunidad se torna ms segura, y eso merece nuestro respeto yadmiracin.

    Todo eso es verdad, pero tambin es cierto que a menudo debentrabajar dentro de sistemas y estructuras irremediablemente obsoletos o, loque es peor, que operan en contra de los propios objetivos que buscanalcanzar.

    Hay establecimientos educacionales con la misma composicinsocial: algunos funcionan bien, otros mal. Hay hospitales donde la combi-nacin de pacientes es exactamente la misma: unos funcionan bien yotros mal.

    No tendremos xito sin una reforma, sin ms dinero y mejoressueldos.

    En primer lugar, necesitamos contar con un marco nacional de res-ponsabilidad por el desempeo, de supervisin y de estndares mnimospara la prestacin de servicios. En segundo lugar, dentro de ese marco,tenemos que dar libertad de accin a los dirigentes locales para que seancapaces de innovar, desarrollarse y desplegar su creatividad. En tercer lu-gar, debera existir un grado muchsimo mayor de flexibilidad en los trmi-nos y condiciones laborales del servicio pblico. En cuarto lugar, debierahaber opciones para los usuarios de los servicios pblicos, y la posibilidadde recurrir a un proveedor alternativo cuando no se pueda prestar el ser-vicio.

    Si las escuelas desean profundizar un rea en particular o especiali-zarse en ella, o contratar asistentes pedaggicos o especialistas en computa-cin, o profesores, hay que permitirlo. Si en una institucin de asistenciamdica primaria los doctores pueden realizar intervenciones de ciruga me-nor y los fisioterapeutas pueden atender a pacientes que de otra maneraseran derivados a un especialista, hay que permitirlo.

    Hay demasiadas demarcaciones anticuadas, especialmente entre en-fermeras, mdicos y especialistas. Se aprovecha muy poco el potencial dela nueva tecnologa. Hay demasiada burocracia, demasiadas prcticas ana-crnicas, demasiado apego a la forma en que siempre se ha procedido enlugar de hacerlo de la manera como lo haran los funcionarios pblicos situvieran tiempo y libertad de accin.

    El enemigo de los servicios pblicos nos es la reforma sino el statuquo. Parte de ese programa de reformas es la asociacin con el sectorprivado o con el voluntariado. Dejemos en claro una cosa: nadie est ha-blando de privatizar el Servicio Nacional de Salud britnico o las escuelas.Nadie cree que el sector privado sea una panacea. Hay ejemplos de exce-lentes servicios pblicos y hay ejemplos de servicios pblicos deficientes.

  • TONY BLAIR 393

    Hay empresas privadas excelentes y deficientes. Hay reas en que el sectorprivado ha funcionado bien y otras como en algunos sectores de ferroca-rriles donde su actuacin ha sido desastrosa.

    Donde opera el sector privado, ste no debiera obtener utilidadessimplemente reduciendo los sueldos o desmejorando las condiciones delpersonal.

    Ahora bien, all donde el sector privado puede contribuir a impulsarvitales inversiones de capital, all donde ayuda a elevar los estndares, alldonde mejora el servicio pblico como servicio a la comunidad, el hechode erigir barreras dogmticas equivale a abandonar precisamente a quienesms necesitan que nuestros servicios pblicos mejoren.

    El programa de reformas es enorme: en el Servicio Nacional deSalud; en la educacin incluidas las becas estudiantiles, punto en el cualdebemos encontrar una mejor forma de combinar el aporte fiscal con elaporte de los propios estudiantes; en la justicia penal y el transporte.

    Considero esto tan importante para el pas como la reforma de laclusula IV lo fue para el partido, y obviamente mucho ms importante parala vida de las personas a quienes servimos. Se trata de una prueba decisivapara el Partido Laborista moderno. Si la gente llega a perder la confianza enlos servicios pblicos, no nos hagamos ilusiones respecto a lo que suceder.

    Hay un enfoque diferente del nuestro que ronda en el aire: reducirdrsticamente el gasto pblico; dejar que aquellos que cuentan con fondosfinancien sus propios servicios, y que los que no tengan recursos dependande un servicio pblico desmoralizado y desmoronado. Eso sera una nega-cin de la justicia social a escala masiva. Atentara contra las bases mismasde la comunidad.

    De modo que sta es una batalla de valores. Libremos la batalla,pero no entre nosotros. La verdadera contienda es entre quienes creen yquienes no creen en servicios pblicos vigorosos. sa es la batalla que valela pena dar.

    Al interior de nuestro pas o en el extranjero se trata de las mismasconvicciones: que somos una comunidad de personas cuyos intereses pro-pios y mutuos convergen en puntos cruciales, y que es gracias a un sentidode justicia que la comunidad surge y se nutre.

    Y en qu consiste este concepto de justicia? Equidad, todas laspersonas tienen el mismo valor, por cierto. Pero tambin comprende larazn y la tolerancia. La justicia no tiene favoritos, ni entre las naciones, nientre los pueblos, ni entre los credos.

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    Cuando adoptamos medidas para juzgar a quienes cometieron lasatrocidades del 11 de septiembre, no lo hacemos por inquina. Lo hacemosporque es un acto de justicia. No estamos obrando contra el Islam. Losverdaderos seguidores de la doctrina de Mahoma son nuestros hermanos yhermanas en esta batalla. Bin Laden no es ms obediente a las verdaderasenseanzas del Corn que representantes de las enseanzas del Evangelioeran los cruzados del siglo XII cuando saqueaban y asesinaban.

    Ya es hora de que Occidente corrija su ignorancia acerca del Islam.Judos, musulmanes y cristianos son todos hijos de Abraham. ste es elmomento de acercar los credos en virtud de nuestro legado y valores comu-nes, como una fuente de unidad y fuerza.

    Ha llegado tambin la hora de que algunos sectores del Islam lomismo que ciertos sectores de las sociedades occidentales combatan susprejuicios contra los Estados Unidos.

    Los Estados Unidos tienen sus defectos como sociedad; tambinnosotros los tenemos. Pero estoy pensando en la Unin de Estados Norte-americanos que naci despus de derrotar a la esclavitud. Pienso en suConstitucin, que le otorga derechos inalienables a cada ciudadano y quesigue siendo un modelo para el mundo. Pienso en un hombre negro, ColinPowell, que naci en un hogar modesto, lleg a ser Comandante en Jefe delas Fuerzas Armadas y ahora es Secretario de Estado. Me pregunto confranqueza si algo as pudiera haber ocurrido en el Reino Unido. Pienso enla estatua de la Libertad y en la cantidad de refugiados, inmigrantes ydesposedos que pasaron frente a su antorcha y sintieron que, si no paraellos, por lo menos para sus hijos habra un nuevo mundo que de hecho lespertenecera. Pienso en los neoyorquinos que conoc, an conmocionados,pero resueltos; en los bomberos y la polica, lamentando la muerte de suscompaeros, pero todava con la frente en alto.

    Pienso en todo ello y reflexiono: s, es cierto que Estados Unidostiene sus defectos, pero es un pas libre, una democracia, es nuestro aliado,y algunas de las reacciones frente a los sucesos del 11 de septiembre dela-tan un odio hacia el pueblo norteamericano que deshonra a quienes loalbergan.

    De manera que pienso que sta es una batalla por la libertad. Ydeseo transformarla tambin en una batalla por la justicia. Justicia no slopara castigar a los culpables, sino para hacer llegar esos mismos valores dedemocracia y libertad a los pueblos de todo el mundo.

    Y hablo de libertad no slo en el sentido restringido de libertadpersonal, sino en su sentido ms amplio, segn el cual todo individuo debetener libertad econmica y social para desarrollar plenamente su potencial.

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    Eso es lo que significa una comunidad, basada en el principio de que todaslas personas tienen el mismo valor.

    Los hambrientos, los miserables, los desposedos, los ignorantes, losque viven en condiciones de necesidad y abandono, desde las zonas desrti-cas del norte de frica, pasando por las barriadas de Gaza hasta las cadenasmontaosas de Afganistn: ellos tambin forman parte de nuestra causa.

    sta es una oportunidad que hay que aprovechar. Ya se movi elcaleidoscopio. Los pedazos de vidrio estn cambiando de posicin y prontovolvern a asentarse. Antes de que ello suceda, es preciso que reordenemosel mundo que nos circunda.

    Hoy en da la humanidad posee capacidad cientfica y tecnolgicapara destruirse a s misma o para ofrecer prosperidad para todos. Sin em-bargo, la ciencia no puede elegir por nosotros. Slo el poder moral de unmundo que acta como comunidad puede hacerlo. Con la fuerza de nues-tro empeo comn podemos lograr mucho ms que por separado.

    Por aquellos que perdieron la vida el 11 de septiembre, y por quie-nes lamentan su muerte, ha llegado la hora de que reunamos las fuerzaspara construir esa comunidad.

    Sea ella su recordatorio.