El Poder Sagrado de la Palabra_Michael A. Galascio Sánchez

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El Poder Sagrado de la Palabra Michael A. Galascio Sánchez 1 “En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios”. Evangelio según San Juan “¡La palabra! El concepto del Verbo, tiene diversos grados de interpretación. Dimensiones que se abren desde los razonamientos más groseros, hasta llegar al plano más sutil de la comprensión humana”. M. A. Galascio El poder de la palabra es quizás uno de los misterios más grandes de la Humanidad. Pues “la palabra es el hálito y el hálito es la respiración y la respiración es la vida.” Por esta razón, los Egipcios pensaban que en la palabra misma hay un “alma”, y el conjunto de palabras, representa una suma de “almas” o espíritus vitales que sale de una persona hacia las demás, con todos los condicionantes y todo el contenido vivo que le son propios.” 2 Por lo tanto, una conversación es una transmisión de vida de un Ser a otro. En esta línea, la gran carga e inmenso poder que encierran las palabras desde tiempos inmemoriales, mucho antes de manifestarse a través de la escritura, tuvo en el verbo, el vehículo más eficaz de la transmisión cultural. Y todavía, en algunas culturas del mundo, ¡lo es! Esta herramienta de poder, cuya función más que orgánica, es intelectual y espiritual, abre un portal al Ser humano para acceder a planos de la realidad que son inalcanzables para el resto de los seres vivos. Es precisamente esa capacidad liberadora, la que permite que el “hombre pueda descontextualizar el suceso y reordenar el mundo como un conjunto de elementos estables de la realidad, con independencia de la particularidad con que las cosas se den en cada momento” 3 . Los relatos orales, la poesía, las tradiciones y las normas no escritas, como si tuvieran vida propia, han pasado de generación en generación, convirtiendo al “hombre” en instrumento. A través de la palabra, se ha creado, moldeado, inspirado e incluso confundido a innumerables razas, y por supuesto, a sus descendencias. Según algunos autores, “todo lenguaje es poesía. Cada palabra es una pequeña historia, un matorral sin sentido. Ignoramos los orígenes pintorescos de las palabras cuando las pronunciamos; la conversación se interrumpiría si visualizásemos cuervos cada vez que nos refiriésemos al descanso de una escalera. Pero las palabras son poderosos instrumentos mentales. Aclaramos el confuso contorno de la vida con palabras. Atrapamos con palabras las emociones que nos inundan. Engatusamos recuerdos elusivos con ellas. Educamos con palabras. No sabemos realmente qué pensamos, qué queremos y aún menos quienes somos, hasta que luchamos por encontrar las palabras adecuadas”. 4 De hecho, en ocasiones no advertimos las alegorías ocultas, imágenes, acciones, personalidades y hasta burlas que se confinan en ellas. Por ejemplo, “las orquídeas, su tomaron su nombre de la palabra griega para testículo” y por otro lado, “Bless (bendecir) originalmente significaba enrojecer con sangre, como en los sacrificios.

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“¡La palabra! El concepto del Verbo, tiene diversos grados de interpretación. Dimensiones que se abren desde los razonamientos más groseros, hasta llegar al plano más sutil de la comprensión humana”. M. A. Galascio El poder de la palabra es quizás uno de los misterios más grandes de la Humanidad. Pues “la palabra es el hálito y el hálito es la respiración y la respiración es la vida.” Por esta razón, los Egipcios pensaban que en la palabra misma hay un “alma”, y el conjunto de palabras, representa una suma de “almas” o espíritus vitales que sale de una persona hacia las demás, con todos los condicionantes y todo el contenido vivo que le son propios.” Por lo tanto, una conversación es una transmisión de vida de un Ser a otro.

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El Poder Sagrado de la Palabra

Michael A. Galascio Sánchez 1

“En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios”. Evangelio según San Juan

“¡La palabra! El concepto del Verbo, tiene diversos grados de interpretación. Dimensiones que se abren desde los razonamientos más groseros, hasta llegar al plano más sutil de la comprensión humana”. M. A. Galascio

El poder de la palabra es quizás uno de los misterios más grandes de la Humanidad. Pues “la palabra es el hálito y el

hálito es la respiración y la respiración es la vida.” Por esta razón, los Egipcios pensaban que en la palabra misma hay un “alma”, y el conjunto de palabras, representa una suma de “almas” o espíritus vitales que sale de una persona hacia las demás, con todos los condicionantes y todo el contenido vivo que le son propios.”2 Por lo tanto, una conversación es una transmisión de vida de un Ser a otro.

En esta línea, la gran carga e inmenso poder que encierran las palabras desde tiempos inmemoriales, mucho antes de manifestarse a través de la escritura, tuvo en el verbo, el vehículo más eficaz de la transmisión cultural. Y todavía, en algunas culturas del mundo, ¡lo es!

Esta herramienta de poder, cuya función más que orgánica, es intelectual y espiritual, abre un portal al Ser humano para acceder a planos de la realidad que son inalcanzables para el resto de los seres vivos. Es precisamente esa capacidad liberadora, la que permite que el “hombre pueda descontextualizar el suceso y reordenar el mundo como un conjunto de elementos estables de la realidad, con independencia de la particularidad con que las cosas se den en cada momento”3.

Los relatos orales, la poesía, las tradiciones y las normas no escritas, como si tuvieran vida propia, han pasado de generación en generación, convirtiendo al “hombre” en instrumento. A través de la palabra, se ha creado, moldeado, inspirado e incluso confundido a innumerables razas, y por supuesto, a sus descendencias.

Según algunos autores, “todo lenguaje es poesía. Cada palabra es una pequeña historia, un matorral sin sentido. Ignoramos los orígenes pintorescos de las palabras cuando las pronunciamos; la conversación se interrumpiría si visualizásemos cuervos cada vez que nos refiriésemos al descanso de una escalera. Pero las palabras son poderosos instrumentos mentales. Aclaramos el confuso contorno de la vida con palabras. Atrapamos con palabras las emociones que nos inundan. Engatusamos recuerdos elusivos con ellas. Educamos con palabras. No sabemos realmente qué pensamos, qué queremos y aún menos quienes somos, hasta que luchamos por encontrar las palabras adecuadas”.4

De hecho, en ocasiones no advertimos las alegorías ocultas, imágenes, acciones, personalidades y hasta burlas que se confinan en ellas. Por ejemplo, “las orquídeas, su tomaron su nombre de la palabra griega para testículo” y por otro lado, “Bless (bendecir) originalmente significaba enrojecer con sangre, como en los sacrificios.

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Por lo tanto, “que Dios te bendiga”, significa literalmente “que Dios te bañe en sangre”.5

Pero, ¿qué contiene la palabra para que sea tan poderosa? Sin duda, contiene vida, y por tanto, es sagrada. De ahí, el dicho popular que muchos repiten, pero que desconocen su significado esotérico: “la palabra es sagrada”. Es “Sacra”, por que puede cambiar nuestro estado de ánimo, alterar las condiciones de las fuerzas naturales, y cuando es combinada con el pensamiento, cuando se utilizan como fórmula, ritual, conjuro o salmodia, proyecta una fuerza de encantamiento sin parangón.

El Strannik que descubre “La Filocalía” en un monasterio ruso, es un ejemplo claro de la utilización de formulas transformadoras, aunque sus efectos inmediatos, no sean visibles, pues son interiores. Como manifestaba San Demetrio,6 “orad incesantemente, continuamente en nuestro espíritu…”

La oración a Jesús es una fórmula mística que dice así: “Señor mío Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros”

(en la que las palabras “de nosotros”, se sustituyen algunas veces por “de mí, pecador”)7

En el “Peregrino Ruso”, existen varios pasajes que reflejan el poder del verbo como por ejemplo:

“Tranquilízate y ten por cierto que tu angustia espiritual no significa otra cosa que el prevalecer de tu voluntad divina sobre tu propia voluntad. Has experimentado ya cómo la luz celeste de la oración interior continua no se alcanza con la sabiduría mundana, ni con el deseo externo de saber…”.8

En este sentido, el Apóstol San Pablo decía: “Os suplico, pues, que, ante todo, hagáis fervientes oraciones…”9, sugiriendo que ese es el camino del cristiano hacia el Señor. ¡Hacia la Perfección!

Fundamentalmente, la palabra está compuesta por un sonido o combinación de sonidos, de su representación escrita o impresa, que simboliza y comunica un significado, en muchas ocasiones, oculto.

En esta dirección, dentro del “Universo del Verbo”, se esconden ciertas cuestiones de las que nunca se suele hablar. Los Iniciados de Oriente y Occidente, los sabios de la antigüedad, como muy bien describe Jorge Adoum, conocían perfectamente los mecanismos de los sonidos, sabían que su raíz estaba en las matemáticas.

No es casual que Pitágoras dijera que: “Dios geometriza, aunque como añade Adoum, por medio del sonido. Ellos, se sirvieron de esa música geométrica para explicar su concepción cósmica, aquella teoría que aclaró la generación de los intervalos y los nodos, por medio de la relación de las distancias armónicas que existen entre los planetas.

“Todos los sonidos, audibles o no para nuestro oído, provocan reacciones que, al repetirse, irán con el tiempo, moldeando nuestra personalidad y nos sugestionan para sentir y pensar según la propia índole de los sonidos. Una marcha fúnebre nos entristece; una marcha guerrera provoca y excita el ánimo. Esto demuestra y fue comprobado que el sonido afecta, provoca y activa determinadas reacciones químicas y ejerce una influencia en nuestro organismo que modula las características de nuestra personalidad”.10

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Con estos conocimientos, y siendo el único animal con la capacidad de hablar, además de poseer la facultad de “razonar”, elementos que nos distinguen del resto de los seres vivos, podemos deducir la capacidad Creadora del “Ser humano”.

Sin embargo, y a pesar de todos estos discernimientos, sobre los cuales volveremos a hablar más adelante, el hombre se ha quedado varado en el aspecto más superfluo, en cuanto al verdadero significado de “la palabra”.

Atrapado en su sentido literal, es incapaz de abrirse camino hacia otras realidades, planos o dimensiones de la existencia.

En esta vía, comparto un fragmento de un prologo muy interesante y lúcido de don Mario Verdaguer:

“Palabras y, debajo de esas palabras, sangre; no la sangre fisiológica, coagulada, material, que mancha continuamente, por ley inexorable, las gestas de los hombres; sino esa sangre simbólica, espiritual, mucho más impresionante y terrible que la sangre verdadera, que mana de las hondas y recónditas heridas del espíritu de todos los hombres que viven, piensan y, por lo tanto sufren”. 11

Este párrafo, bien hilado y correcto, refleja el pensamiento del Ser humano, y la enorme influencia de la sabiduría mundana. Y es que “la palabra”, no es sólo creadora sino también destructora.

Decía Robert Burton, que “una palabra hiere más profundamente que una espada”. Quienes estén familiarizados con la utilización que hacen de las palabras, los “medios de comunicación” en la actualidad, coincidirán que su reflexión no está alejada de la realidad.

Una reflexión similar manifiesta la laureada escritora española Ana María Matute, al confesarnos que “la palabra es el arma de los humanos para aproximarse unos a otros”. Pienso que en el plano que lo expresa, tiene razón. Sin embargo, la magia de la palabra, viva, profunda, capaz de sacudir nuestros sentidos, suficiente para provocar la meditación, hace sentirnos identificados con otras personas. Con el doliente, el desamparado, el menos favorecido.

La palabra, nos plantea nuevas situaciones y pensamientos. La palabra trasciende toda dimensión humana, intentando ir más allá, de la imaginación limitada. Nos abre nuevos horizontes, despierta las emociones, de una sociedad intelectualmente frígida.

No sé, si en este punto, los lectores han advertido la limitación “temática” reinante en la Sociedad. La escasez de palabras y términos. La decadencia de la enseñanza que ha sentenciado a muerte a la palabra. Por lo menos, “la correcta”.

Desde Babel, no ha habido un intento más claro por restringir la capacidad creadora del Ser humano, como la época en que vivimos. Los romanos decían, “que aquel que no sabía expresarse era un esclavo”. ¡Tenían razón! No es extraño para nosotros, encontrarnos con adolescentes y jóvenes con un léxico insuficiente, a penas, capaces de articular una frase con sentido.

Por eso, los que controlan los “medios de comunicación de masas”, centran la atención de sus focos, su luz, sobre muy pocas cosas e incluso han llegado a crear una realidad alternativa.

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El espectro se reduce. Se nos muestra un sólo color. Cuando la palabra, debería abrir nuevas sendas, explorar otras dimensiones de la Humanidad.

Aldous Huxley, manifestaba que, “las palabras están ahí para explicar el significado de las cosas, de manera que el que las escucha, entienda dicho significado”. ¡No es difícil! Sólo requiere empeño, amor hacia sus semejantes. Acaso, ¿no lo comprenden? ¿No lo ven? ¡Es un instrumento al alcance de todos! Sin embargo, “los enemigos de la palabra”, los adversos del “hombre libre”, aquellos que desean silenciar a los ciudadanos, representan un gran obstáculo.

Los individuos que están en constante conjura, y cuya prepotencia no deja espacio para la opinión de otros, son los que se oponen sistemáticamente, a cualquier idea que no sea la suya. Se ha creado, ¡el Gran Vacío!

Esta falta de perspectiva, de criterios, de valores, desanima a los seres humanos, que a penas pasan de puntillas por los aburridos editoriales de la prensa de escrita.

Esa carencia, también convierte a los televidentes y radioyentes en esclavos del “zapping”, creando una sociedad apática, desconfiada, que no se cree nada, porque ha perdido la Fe y la palabra, “su valor”.

Ha perdido la convicción en la pureza de las noticias. La integridad de la “Palabra”. Lo que hoy es “una verdad como un templo”, mañana resulta una mentira. ¡Y todos tan tranquilos! Nadie se equivoca.

Por esta razón, hay que animar a todos los seres humanos a leer, escribir, dialogar, ejercitar y desarrollar ese “Don” único que es la palabra. “El Verbo Creador”. Por este motivo, cuando se defiende la libertad de expresión, se está luchando por algo aún más importante, “la libertad de crear y transmitir su hálito, su vida a otros seres humanos”. Pues antes de que ocurra este proceso, “la mente utilizará conscientemente todas sus fuerzas en esta dirección, usando con inteligencia todas las leyes aplicables; es así como la mente delibera e intencionalmente dirige la fuerzas invisibles hacia la ejecución de sus ideales excelsos: al sentir éstas dentro de sí mismo, se comunican o impresionan al Alma para su elevación.12

El Ser humano debe tener el derecho de expresarse con libertad, sin temor a los juicios, las valoraciones o los ataques. Por que este plano, no es el coto privado de nadie. No existe ninguna persona sobre la faz de la tierra, que tenga la “autoritas”, como para prohibirle a otro, que se exprese. ¿Cerrarle el paso? ¡Tal vez! Pero jamás, cerrarle la boca. ¡Nunca!

Como decía, Winston Churchill, “a menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada”. Para los lectores, Churchill no sólo quería decir que era un hombre equilibrado, sino que en su sentido más profundo, la palabra es un alimento.

De ahí, el proverbio: “La muerte y la vida están en el poder de la lengua; los que la aman comerán de su fruto”13

¡Que mejor alimento espiritual que la Palabra! Esta verdad, no nos permite dudar que la primera filosofía, fuera la del lenguaje, una filología, y su objetivo, precisamente, dotar a la verdad de un lenguaje que la manifieste, que le corresponda.

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En Grecia, retóricos y sofistas afirmaban que, en ausencia de los dioses, el mundo no es otro que el de la palabra, y procuraron que ésta no tuviese otro sentido que el hombre quiera darle, en una cascada de significaciones que convierte toda realidad en artificio. Son así, los primeros en asumir la orfandad del hombre y actuar en consecuencia.

Siguiendo este pensamiento, no es extraño que en la antigüedad el lenguaje se utilizara como “una fuerza” que actúa sobre la facultad plástica de la imaginación, parcialmente difuminada por los sentidos corpóreos, hasta el punto de dramatizarse en imágenes y figuras que se insinuaban entre la trama de la experiencia sensorial y la completaban con un toque de “significado”:

Por ejemplo, comparto la siguiente fórmula:

“Universo, atiende a mi plegaria. Tierra, ábrete. Que la masa de la Aguas se me abra, Árboles, no tembléis.

¡Que el cielo se abra y los vientos callen! ¡Que todas las facultades celebren en mí al Todo y al Uno!14

Ciertamente, la palabra está presente en el corazón de la Magia, y con ella se opera para modificar la realidad siguiendo las leyes de la Naturaleza que relacionan lo visible con lo invisible y hacen posible mostrar no lo sobrenatural, sino lo natural extraordinario”.15

Según algunos Iniciados, el hombre también sabía crear a través del verbo. Sin embargo, “cuando cometió el primer pecado que lo separó de Dios, descendió poco a poco a la materia, perdiendo el verbo y se vio obligado a crear con las manos”.16 De ahí, la frase: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”.

No obstante, “el poder perdido”. El poder de la Palabra, se puede recuperar. Hay quien dice que se requiere de una enorme transformación interna (transmutación), capaz de hacernos dominar nuestros pensamientos y sentimientos. Además, hay que reconocer, que la fuerza del verbo, una vez abandona nuestros labios, pone en marcha unas potencias irreversibles. Por eso, aunque vulgarmente se diga que: “las palabras se las lleva el viento”, lo cuál, es una verdad, sus efectos no se pierden y quedan plasmados por toda la eternidad como vibraciones emitidas.

Desde ésta lógica, una palabra es como un misil, que una vez disparado es muy difícil de interceptar y sus efectos cuando llega a su destino, son devastadores, porque (excita entidades y fuerzas) aunque la palabra pertenezca al plano físico por ser vibración y su desplazamiento de aire, en el pensamiento, pertenece al plano etérico. En este caso, Jesús dijo: “que hay que perdonar a los enemigos”. La función es evidente, liberar al ser humano de los pensamientos negativos y rencores que corroen al Ser, pues la mente tiene una gran influencia en la palabra. No debemos olvidar jamás, que ninguna palabra queda sin consecuencia.17

Por esta razón, los iniciados lo “bendicen” todo. Sólo dicen palabras que contribuyen al bien. Una vez obtenida una consciencia clara sobre el significado y poder profundo que encierran las palabras, todo nuestro entorno se iluminará.

Pues “al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios”. Es un recordatorio, la afirmación productora de la realidad del hombre y su existencia, así como su potencial creador.

También nos enseña que la combinación del Verbo, Palabra y Pensamiento es una manifestación de la “Consciencia del Ser”. De este modo, el desarrollo de un Ser

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humano, dependerá del resultado de su búsqueda (lo que halla y comprende). En la tradición iniciática, existe lo que llaman la horizontalidad y verticalidad de la búsqueda. Al principio, buscamos incesantemente en una especie de desierto y; ¡de repente!, encontramos una pista, una señal, una gota de agua en la inmensa aridez, y comenzamos a profundizar. Es cuando la búsqueda se torna vertical.

Es durante esta fase de nuestra investigación (búsqueda vital), descubrimos los diversos sentidos de la Palabra:

La Palabra Sagrada tiene tres sentidos: El primer sentido es exterior o literal. En algunas sociedades secretas, “determina ciertas enseñanzas por medio del símbolo, la ceremonia y las alegorías, así como las religiones tienen ceremonias, obligaciones externas y la ciencia en el método experimental con las propiedades exteriores de las cosas”. El segundo sentido es el esotérico, que por medio de la reflexión individual, se puede llegar al conocimiento de la Verdad, a la Doctrina interior que se oculta en el simbolismo y en las formas exteriores. El tercero es el místico o secreto entendimiento de la Verdad presentada por las alegorías y los símbolos”.18

Una vez adquiridos los conocimientos básicos, sobre el “significado y alcance” de la “Palabra”, el que busca, comprenderá aquella frase de Jesús durante el “Sermón de la Montaña”, que muy pronto pondrá en práctica: “En medio de nosotros, se sentó Jesús; abrió su boca y derramó su voz por aquellas sierras, y habló así”:

“Bienaventurados los buenos de Espíritu.

Bienaventurados los que no encadenan sus tesoros, porque ellos serán los verdaderamente libres.”19

Son innumerables los caminos que eligen aquellos que llegan a comprender el verdadero concepto de la “Palabra”. Sin embargo, eso depende del “libre albedrío” y el estado e intención del que busca. Lo cierto es que la fuerza del Shaba (sonido sagrado), el Logos, la armonía de las esferas y otros, representa una energía suprema sonora cuyo poder creador o destructor, no tiene límites. De ahí, que las tradiciones hindúes, budistas, (tibetanas), desarrollaran los “mantras” y formulas mágicas, consideradas como “sonido-raíz”, de los cuales en el cristianismo se han heredado algunos. Hasta aquí, la influencia de la “Palabra”. Sin embargo, al ser el verbo, un sonido o combinación de los mismos, debemos ser cautos de cómo hay otros, más sutiles que nos afectan. Por ejemplo, la influencia de un conjunto de sonidos armónicos o “la música”. Las vibraciones de la música, que son una forma de expresión presente en todo el “Planeta”, estimula el alma, la consciencia, haciendo que nuestro cuerpo vibre más rápidamente. Al viajar a través del aire, su vehículo, impacta nuestro sistema haciendo que vibraciones semejantes viajen por nuestro sistema nervioso, afectando nuestro: “Sistema Nervioso Central”, y por lo tanto, alterando al cuerpo, ya sea positiva o negativamente. Naturalmente, aunque los principios (vibraciones) son los mismos, éste, representa otro amplísimo campo de investigación, ya que “la música”, sobre todo ciertas óperas, son utilizadas por los iniciados para afectarnos de algún modo, compartir una enseñanza, incitar ciertas reacciones y cuando sus intenciones son oscuras, incluso manipular. Sin embargo, prefiero quedarme con el aspecto positivo de su influencia.

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Debemos ser cautos con las palabras que utilizamos. La mágica sintonía y la elección de las mismas, al dirigirnos a nuestro prójimo, es nuestra responsabilidad, pues sus resonancias afectan a las almas oyentes. El poder de la palabra, siempre debe estar presente en nuestra “Consciencia”. De esta manera, impregnamos a nuestro entorno de vibraciones positivas. En Egipto, éste aspecto era tan trascendente, que cuando un personaje importante fallecía y según su creencia, “la supervivencia del “doble etérico”, era mantenida íntegra merced a la ciencia del embalsamiento, pudiese leer y consultar el libro, si sufría extravío o adormecimiento al olvidar “las palabras de poder”, las invocaciones a los dioses protectores y los signos mágicos que le abrían todas las puertas…”20 Del famoso “Libro de los Muertos”, comparto una invocación de ese tratado de iniciación Egipcia:

Para no morir por segunda vez en el más allá

Mis moradas misteriosas han sido profanadas; el lugar escondido en que me encuentro, ha sido revelado…

Los espíritus santificados han sido precipitados en las tinieblas; Más el divino Ojo de Horus me santificó…

…Mi faz se desvela; mi corazón se halla en su justo lugar.

Soy Maestro del Saber Sagrado y del Verbo Mágico. Semejante a Ra, me protejo a mí mismo.

Nadie podrá ignorarme ni dañarme. En verdad, tu Padre celeste vive por ti,

¡He aquí que llego junto a ti, Príncipe de los Dioses! Soy tu hijo y he asistido en los Misterios…

Coronado Rep de los Dioses, ¡No moriré por segunda vez,

En el Mundo Inferior! La investigación sobre el concepto de la “Palabra” es amplia y muy probablemente, como sucede con muchas otras concepciones, no existirá una definición o perspectiva, universalmente aceptada por los estudiosos. Por otro lado, tampoco la manera en que se manifiesta en las diversas culturas, permite un análisis único sobre su significación última. Sin embargo, “el lenguaje tiene una doble función, de creación y de destrucción, de dinamismo y de fijación, de fragmentación y de integración. Edificando categorías y sectores, disocia y fracciona lo real, lo encierra y paraliza en una camisa de fuerza de definiciones, superpone a lo vivido todo un tablero en negro y blanco de nociones contrarias y complementarias; pero esas categorías mismas aspiran a determinar el denominador común de fenómenos dispersos, que se deben unificar. Ese doble papel de división y fusión refleja los grandes ciclos de vida y muerte, de surgimiento y descomposición, de bien y mal que constituyen la sustancia misma del universo. En la medida en que el Verbo contiene y supera todas las dualidades, en la medida en que desemboca finalmente en lo inefable, lo inexpresable – y sólo en esta media-, podemos en efecto proclamar que el “Verbo era Dios”.21 No obstante, si algo se puede afirmar en torno a la influencia de la “Palabra”, es que sin ni siquiera considerar los aspectos o factores esotéricos o místicos más

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profundos que le rodean, es la herramienta más poderosa del Ser humano. “La Voz Mágica que suena justo y dice verdad”22. Bibliografía 1 Licenciado en Ciencias Políticas, doctorando en Psicología de la Salud y Clínica. 2 Gil, R.: (1982) “Transmisión oral de la Cultura”. “Los cuentos de hadas: historia mágica del hombre”. Colección Salvat, Temas Clave. Salvat Editores S.A. Madrid. Página 4 3 Navarrete, J.: (1991) “El Poder de la Palabra”. Biblioteca Básica de Espacio y Tiempo. 4 Ackermann, D.: (2005) “Magia y Misterio de la Mente”. La Maravillosa Alquimia del Cerebro. A. Editorial El Ateneo. Traducción de Margarita Acosta. Buenos Aires. Argentina. Página 240-241. 5 Ibid. Página 240. 6 San Demetrio de Rostov (1651-1709), obispo de esa Sede vivía una época de gran decadencia espiritual. Consciente de la situación y con la finalidad de elevar el nivel moral de los fieles, escribe varias obras morales y espirituales. Aunque se intuye que conocía perfectamente el poder de la palabra 7 Bolfeld, J.: (1977) “Mantras: Sagradas palabras de Poder”. Editorial Edad. Madrid. Página 120. 8 Anónimo.: (1976) “(Strannik: El Peregrino Ruso” Editorial de Espiritualidad. Tercera Edición Madrid. Página 46. 9 Timoteo 1, Capítulo 2, Versículo 1, 10 Adoum, J.: (1978) La Magia del Verbo. Editorial Kier, S.A. Buenos Aires. Argentina. Página 11-12 11 Papini,G.: (1969) “Palabras y Sangre”. Libro Plaza. Página 4. 12 Clymer, S.: (1983) “La Ley Divina”. Editorial Kier, S.A. Argentina. Página 92. 13 Proverbios capítulo 18, versículo 21. “Sagrada Biblia”. Versión directa de los textos originales por Nacar y Colunga. Biblioteca de autores cristianos. 14 Corpus Hermeticum, XIII, 18. 15 Levi, Eliphas.: (1973) “Dogma y Ritual de la Alta Magia”. Editorial Kier, S.A. Buenos Aires. 16 Aïvanhov, O.M.: (1990) “El Libro de la Magia divina”. Colección Izvor. Ediciones Prosveta. Páginas 43-44 17 Evangelio de San Juan, Capítulo 1, versículo 1. “Sagrada Biblia”. Versión directa de los textos

originales por Nacar y Colunga. Biblioteca de autores cristianos. 18 Adoum, J.: (1979) “Las Llaves del Reino Interior”. Editorial Kier,S.A. Buenos Aires. Páginas 117-118 19 Gibran, K.: (1998) “Jesús, el hijo del hombre”. Colección Fontana. Edicomunicación, S.A. Página 47. 20 Mayadé, J.: (1973) “Libro de la salida a la luz del día”. (Libro de los Muertos). Colección Tradición de la Humanidad. Editorial Diana. México. Páginas 11, 73. 21 Ravignant, P.: (1975) “Los Maestros Espirituales contemporáneos”. Traducción de R.M. Bassols. Plaza & Janés, S.A. Editores. Barcelona. Página 157. 22 Rivere’, J.: (1976) “Historia de las doctrinas esotéricas”. Editorial DEDALO, Argentina Página 33.