El profe virtual ebook
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EL PROFE
VIRTUAL
Guillermo
Ramírez
Rodríguez
WWW.PROFEVIRTUAL.COM 2005 - 2011
EL PROFE VIRTUAL ¿Estamos listos para la educación virtual?
Nuestros estudiantes ya lo están...
Guillermo Ramírez Rodríguez
www.profevirtual.com
2005 - 2011
Contenido
1. PRESENTACIÓN ................................................................................. 6 2. ¡CÓMO HEMOS CAMBIADO! ................................................................... 8 3. UN GRAN PROFE .............................................................................. 15 4. CONECTADOS Y ENREDADOS ................................................................ 21 5. UNA VIRTUALIDAD MUY REAL .................................................................. 6. LOS ESTUDIANTES VIRTUALES EXITOSOS ..................................................... 7. RETOS DE LOS PROGRAMAS VIRTUALES ....................................................... 8. LOS ESTILOS DE APRENDIZAJE ................................................................. 9. LAS INTELIGENCIAS MÚLTIPLES ................................................................ 10. VOLVER A APRENDER A ESTUDIAR ............................................................. 11. UNA COMUNIDAD VIRTUAL DE APRENDIZAJE ................................................. 12. LA COMUNICACIÓN EN LOS CURSOS VIRTUALES ............................................. 13. EL CORREO ELECTRÓNICO ...................................................................... 14. LOS FOROS DE DISCUSIÓN Y LAS SALAS DE CHAT............................................ 15. UNA GUÍA PARA CREAR UN PROGRAMA VIRTUAL ............................................ 16. EL SENTIDO DEL EDUCADOR VIRTUAL ......................................................... 17. LOS CUATRO VÉRTICES DE LA EDUCACIÓN ................................................... 18. LOS IMPERATIVOS DEL PROFE(SIONAL) CONTEMPORÁNEO ................................. 19. LOS 5 (+1) ERRORES DE LA EDUCACIÓN VIRTUAL ...........................................
EDICIÓN DE MUESTRA
PARA EVALUACIÓN
(Capítulos 1 – 4)
6 WWW.PROFEVIRTUAL.COM
1. PRESENTACIÓN
Lo primero que tengo que confesarles es que me considero un pésimo profesor virtual.
Por eso la necesidad de escribir este libro, para contarles a todos mis colegas educado-
res mis experiencias y empezar a buscar cuáles son los verdaderos atributos que pueden
lograr que alguien se convierta en un buen “profe” virtual.
¿Por qué “profe”? Durante mi cuarto de siglo de labor docente siempre me ha encantado
escuchar la palabra “profe”. Normalmente significa el momento en el que el alumnoF
1F se
cree con la suficiente confianza como para considerar que el maestro es amigo. Nor-
malmente para pedir más plazo para una tarea o para solicitar que hoy no hagamos cla-
se, pero de todas maneras es agradable escucharlo. Desafortunadamente, tengo que
admitir que en todos estos años nunca he podido llegar a socializar lo suficiente con mis
estudiantes como quisiera en el aula de clase y fuera de ella. Sin embargo, y es una pa-
radoja, mediante el uso de las herramientas de comunicación del mundo virtual, he lle-
gado a tener un contacto más cercano con algunos de ellos.
Pienso que negarse a participar en esta revolución tecnológica y social es no solamente
absurdo sino también irresponsable. En los últimos cinco años en los que he estado muy
vinculado a estos temas de la educación virtual me he encontrado con muchísimos profe-
sores que creen que pueden continuar con su cátedra “victoriana” y que van a sobrevivir
sin que la ola de la tecnología educativa los arrastre. Detrás de su arrogante actitud so-
lamente se esconde un miedo al cambio y una pereza mental de hacer el esfuerzo.
La idea es que el profesor siga siendo “profe” a pesar de que lo separen miles de kilóme-
tros y que la única comunicación sea a través de los megabytes y los megahertz. Parti-
remos de la base de que la educación es ante todo la consecuencia de un proceso social,
de un encuentro entre quienes quieren aprender y quienes quieren enseñar. En medio de
1 Aunque algunos profesores prefieren evitar la palabra “alumno” para referirse al estudiante por un supuesto significado negativo, yo la utilizo indistintamente. La polémica resulta porque en algunos textos se considera que la palabra proviene de “a”= sin y “lumen”= luz, que implicaría que los estudiantes andan en la sombra y los maestros los iluminamos. Sin embargo, en otros textos se traza el origen a la palabra “alere” que significa alimentar. En todo caso, con hambre o sin luz, los alumnos serán alumnos siempre.
EL PROFE VIRTUAL – GUILLERMO RAMÍREZ 7
ambos “bandos” puede que haya un computador y una compleja red de comunicaciones,
pero al final lo único que hay en cada extremo es un ser humano.
Por eso la idea de todo este documento es contar mi experiencia, pero también buscar
luces en este nuevo mundo educativo en donde los que a veces estamos en la oscuridad
somos los maestros. Trataré de que no sea un ladrillo impenetrable como los que acos-
tumbramos encontrar en algunos ambientes académicos, llenos de teorías del aprendiza-
je y de términos complejos. Por fortuna no manejo ninguno de esos conceptos y soy más
bien ignorante en el tema. No dudo que el lector podrá encontrar tratados completos
sobre el tema en muchos sitios de la WebF
2F.
No se preocupe, aquí no hallará sino la vivencia honesta de alguien mucho más sencillo
que usted que no trata de llenar cuartillas con citas y referencias bibliográficas para
respaldar su escrito y transmitirle credibilidad, sino que simplemente quiere con-
tar algunas de sus experiencias y compartir una recopilación de ideas que encontró por
allí en el inmenso cibermundo.
Recorreremos tanto los aspectos tecnológicos como los humanos y sociales de esta nueva
forma de educar y aprender. Miraremos el nuevo mundo en el que estamos con los duros
retos que nos presenta y definiremos cuál debe ser el nuevo rol del educador.
2 Para no dejar sin saciar su apetito por las referencias bibliográficas, he creado un sitio en la Web que acompaña a este libro en donde estaré actualizando documentos, enlaces y referencias con la colaboración de los visitantes. Lo invito a: www.profevirtual.com
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2. ¡CÓMO HEMOS CAMBIADO!
Recuerdo que pisé por primera vez un colegio hace más de cuarenta años y una universi-
dad hace más de un cuarto de siglo. Claro que todo ha cambiado y si mi querido lector
desea librarse de mis memorias, puede saltar al capítulo siguiente en cualquier momen-
to.
¿Continuó leyendo? Bueno, espero no aburrirlo. Simplemente quiero hacer un paralelo
sobre los métodos y las herramientas de los profesores de mi tiempo y los actuales con
el fin de intentar imaginar el perfil de los educadores dentro de veinte años.
Empecemos por lo más simple: ir al colegio. En ese entonces caminábamos para ir al
colegio. Nuestros padres nos llevaban todos los días o nos íbamos en grupo. Al mediodía
almorzábamos en casa y regresábamos a la jornada de la tarde. El colegio formaba parte
de la comunidad del barrio. Muchos de los eventos del barrio se hacían en las instalacio-
nes del colegio. Era la única construcción vecina con auditorio, iglesia y campo deportivo
que podía utilizarse para cualquier evento comunitario.
EL PROFE VIRTUAL – GUILLERMO RAMÍREZ 9
Menciono este hecho porque en mi ciudad (Bogotá, Colombia) a la mayoría de los cole-
gios se les ocurrió que lo mejor era irse lo más lejos posible del barrio en donde viven
los niños. Muchos colegios prefirieron convertir sus terrenos en muy rentables centros
comerciales y se fueron de la ciudad. Hoy en día empacamos a los niños desde las cinco
y media de la mañana en un bus escolar para llevarlos a un lejano colegio (muy moderno
y campestre naturalmente) en donde los tienen todo el día y luego los devuelven duran-
te otra hora y media de viaje a sus casas. Diariamente los niños pasan tres horas senta-
dos en un bus aprendiendo... poco realmente. La mayoría duerme en forma aparente-
mente incomoda o escucha la radio a través de las “educativas” emisoras juveniles que
les explican lo que deben consumir y moldean sus preferencias.
Algunos papás se justifican diciendo que necesitan que les recojan los niños temprano
para poder irse a trabajar y... bueno, por lo menos en esas tres horas de bus escolar los
niños están “controlados”. Personalmente, no contrataría a ninguno de los locutores de
las emisoras para que les diera a mis hijas una conferencia diaria de tres horas sobre
ningún tema. Sin que nos demos cuenta, estamos exponiendo a los niños a estos “profe-
sores” virtuales todos los días para que les expliquen las realidades de la vida. Pero esto
daría para todo un libro.
Retrocediendo en el tiempo, recuerdo que la caminata al colegio siempre fue agradable
y divertida y debo admitir que mi colegio (Emmanuel d’Alzón, para los que lo conozcan y
los que no, pueden visitarlo en HUwww.dalzon.edu.coUH) no cayó en la tentación de vender
sus terrenos y emigrar “al norte” y sigue siendo un centro importante de la comunidad.
Obviamente todas las fincas y potreros que lo rodeaban se convirtieron en edificios, pero
aún conserva su lugar de honor en el barrio.
Eran los tiempos del tablero y la tiza e incluso del humo del cigarrillo. Recuerdo que casi
todos los profesores (curas y no curas) fumaban como chimeneas. En clase, por supues-
to. Uno de nuestros profesores de álgebra decía como chiste: “La ecuación de segundo
grado: esa te la explico en... medio cigarrillo” Y lo encendía sin problema. No faltaba el
“sapo” de primera fila que le extendía el encendedor. Hoy en día habrían sido “tutela-
dos” F
3F por atentar contra la salud de los niños. Pero lo cierto es que entre polvo de tiza
3 En Colombia, a partir de la constitución de 1992 se instauró la figura jurídica de la “tutela” para defender los derechos civiles de los ciudadanos. Son frecuentes los casos en que los colegios
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y humo de cigarrillo pasamos doce años inolvidables y creo que a ninguno le quedaron
secuelas pulmonares.
Todo giraba alrededor del maestro naturalmente. Nuestro trabajo consistía en registrar
en nuestro cuaderno lo que ocurría en el tablero y luego memorizarlo para el examen
bimestral o final. Las calificaciones eran de cero a cinco y se aprobaba con tres y el
principal oficio de los profesores era “entregar” información que nosotros les “devol-
víamos” en los exámenes. Para esto utilizaban todos los recursos disponibles en el mo-
mento... el tablero. Algunos pasaban las horas de clase transcribiendo párrafos comple-
tos en él para que los estudiantes los copiáramos juiciosamente. Otros, como el profe de
geometría, eran unos artistas utilizando el gigantesco compás de tablero y escuadras y
reglas igualmente enormes. Tenían tizas de todos los colores y al final de la clase real-
mente daba lástima tener que borrar su arte efímero para dar paso a la siguiente clase.
Los profesores de geografía e historia contaban con enormes mapas y láminas que trans-
portaban desplegados desde la biblioteca hasta el salón de clase como una procesión
religiosa. Nunca entendí por qué no enrollaban los mapas para transportarlos, especial-
mente el profesor de geografía que no medía más de metro y medio y que hacía parecer
que los mapas caminaran solos por todo el colegio.
Los de ciencias nos hacían llevar sapos que nunca terminaban bien, obviamente. Tam-
bién llegaban a la clase acompañados de un esqueleto, al que no era raro encontrar con
una colilla de cigarrillo entre los dientes, o un señor con media cara normal y media cara
cercenada y una señora tamaño natural que se podía desarmar para mostrar su embara-
zo. Un mini museo de historia natural contaba con animales disecados y órganos de ani-
males y humanos en grandes frascos que causaban todo tipo de reacciones entre noso-
tros.
La investigación se limitaba a lo que podíamos encontrar en las enciclopedias que les
habían vendido a nuestros padres en la última feria del libro o que habían comprado por
fascículos y cuyos tomos hoy en día todavía se encuentran en sus bibliotecas. Cada uno
de nosotros contaba con una máquina de escribir portátil y los ejercicios de mecanogra-
fía que tanto odiamos entonces, hoy los estamos agradeciendo ya que tenemos que estar
frente a un teclado todo el día. Líneas enteras de “tur tur tur tur” sin posibilidad de
son demandados por los padres por maltrato a los niños o por acciones que consideran que van en contra del derecho al estudio de los niños.
EL PROFE VIRTUAL – GUILLERMO RAMÍREZ 11
borrar o “deshacer” el error nos dieron una habilidad que sólo se compara con la que
tienen actualmente los adolescentes con sus pulgares en los teléfonos celulares.
La reproducción de la información se hacía a través del mimeógrafo y sus “esténciles”.
(La fotocopia vino mucho después). Los profesores utilizaban la máquina de escribir para
perforar los esténciles con los textos de los exámenes y los llevaban con el mayor sigilo a
la sala del mimeógrafo. Ellos mismos entintaban el aparato, colocaban el “esténcil” y a
vuelta de manivela sacaban las terribles copias en papel periódico y tinta morada que
nos repartían antes de iniciar el examen. Algunos se esmeraban en hacer dibujos en los
esténciles y para eso contaban con juegos de plumas especiales y plantillas de sombrea-
dos y dibujos prefabricados.
Las clases de sociales o literatura consistían generalmente en leer y contar cuentos. Los
profesores se esforzaban enormemente por animar sus narraciones o lecturas y nosotros
nos esforzábamos enormemente por mantenernos despiertos. A nuestro anciano profesor
de historia le creíamos todo lo que nos contaba del imperio romano pues nos parecía que
él “había estado allí”. Lo cierto era que algunos de ellos realmente sí habían estado allí
en la Europa de la posguerra o en la guerra civil española. Su experiencia era de primera
mano en algunos casos y hoy es lamentable que de sus cuentos no haya quedado ningún
registro escrito.
Pero las mejores experiencias eran las excursiones. Cada cierto tiempo nos llevaban a
los museos y al planetario con el fin de que viéramos el mundo de cerca. El resto del
tiempo vivíamos encerrados en nuestro colegio y la misión de los profesores consistía en
traer el mundo al aula de clase con los recursos del momento.
Mis años de universidad, hace tres décadas, coincidieron con la entrada tímida de la
tecnología en la educación. Grandes computadores empezaban a cumplir sobre todo ta-
reas de catalogación y de administración en las instituciones educativas. La tecnología
muy costosa y limitada no permitía su utilización en la docencia. Los profesores, aún en
las materias más tecnológicas de mi carrera (estudié ingeniería electrónica) no contaban
sino con el tablero y los libros. Los estudiantes, al principio de la carrera éramos exper-
tos en manejar las reglas de cálculo y las tablas de logaritmos y con eso hacíamos com-
plicadísimas operaciones. Cuando terminamos la carrera programábamos sin problema
las calculadoras electrónicas y archivamos para siempre las reglas de cálculo.
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Cuando comencé a dar clases, ya se empezaba a manejar el concepto del computador
personal y una de mis primeras máquinas fue un Apple II que poco a poco fue reempla-
zando mi máquina de escribir. Pronto mejoró la calidad de mis materiales que no sólo
incluían texto sino gráficas cada vez más complejas. Los profesores empezaron a utilizar
proyectores de diapositivas o retroproyectores con “acetatos” para ambientar y com-
plementar las clases. Recuerdo que uno de los proyectos que hicimos en una materia de
instrumentación electrónica fue fotografiar las partes frontales y traseras de más de
doscientos equipos que tenía la facultad para poder presentar a los estudiantes en dia-
positivas todos los botones e interruptores que debían aprender a utilizar.
Los profesores de ciencias sociales empezaron también a incorporar elementos audiovi-
suales a las clases con la llegada de las videograbadoras y poco a poco las facultades
empezaron a agregar nuevos “objetos de aprendizaje” diferentes a los libros. Se crearon
videotecas y fototecas y ya no era extraño ver a los profesores caminando de clase a
clase con su proyector y su carrete de diapositivas. Los estudiantes también se esmera-
ban en presentar sus trabajos en forma audiovisual y hacían verdaderas maromas para
coordinar el sonido con las imágenes. Una presentación significaba coordinar dos o más
proyectores con una grabadora de música ambiental y un locutor en vivo, en un espec-
táculo que rara vez salía como se planeaba, pero que siempre era entretenido preparar y
observar.
Adelantamos rápidamente la película al siglo XXI, o como dirían nuestros hijos “fast for-
ward” al día de hoy. Bienvenidos al mundo de la tecnología en el que las herramientas y
los recursos son prácticamente ilimitados para los estudiantes y los profesores. No hay
nada que no se pueda encontrar en Google. Recortar, pegar, presentar y listo. Estamos
en la generación educativa del “control-c” y el “control-v” F
4F o del “cut-n-paste”, en
donde creemos que encontrar y capturar la información es equivalente a “aprender”.
Si antes se tenía una educación basada en acumular datos en la memoria para luego ex-
pulsarlos en un examen, hoy en día ni siquiera hay que pasarlos por la memoria. Los es-
tudiantes se han convertido en intermediarios de la información, muchas veces sin nin-
gún procesamiento interno. En nuestra época nos aprendíamos los huesos del cráneo,
las capitales de los países de África o los presidentes de nuestro país sin ninguna otra
4 Supongo que sobra explicar que el comando “control-c” se utiliza para copiar y el comando “control-v” para pegar, en la mayoría de aplicaciones de Windows.
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intención que repetirlos cuando nos los preguntaran en un examen (o en un crucigrama
del periódico dominical). Hoy con tres consultas se puede obtener un mapa detallado de
los ríos de Asia con todas sus dimensiones y características, incorporarlo en una presen-
tación de Powerpoint y realizar una presentación multimedia espectacular.
Antes tratábamos de acumular en nuestra memoria los datos que nos iban a servir “para
la vida”. Ahora los llevamos en el bolsillo. Nos enseñaron a calcular con papel y lápiz
una raíz cuadrada, lo que ahora podemos hacer con oprimir una tecla. Nuestros padres
utilizaban las calculadoras para hacer una suma y la revisaban mentalmente para ver si
estaba correcta, nosotros no la revisamos porque sabemos que no hace falta, pero tam-
poco somos capaces de hacer la suma, si no tenemos una calculadora a la mano.
En principio todo este progreso debe ser bueno. Hemos liberado el cerebro de muchas
actividades que ahora pueden hacer las máquinas y hemos liberado la memoria de mu-
cha información. En teoría podemos decir que por fin tenemos la libertad para utilizar el
cerebro en actividades verdaderamente humanas diferentes de calcular o memorizar
cosas. La pregunta que surge es: ¿en qué vamos a usar el cerebro? Pensar, es una buena
opción. Imaginar, también. Idear, crear, analizar...
Cabe preguntarnos si tanto profesores como estudiantes estamos aprovechando esta
nueva libertad que nos proporciona la tecnología o si, al contrario, estamos cayendo en
una nueva esclavitud y nos estamos convirtiendo en un instrumento periférico más de
esa basta red de información.
14 WWW.PROFEVIRTUAL.COM
EL PROFE VIRTUAL – GUILLERMO RAMÍREZ 15
3. UN GRAN PROFE
Me parece pertinente aquí reflexionar sobre lo que hace que un profesor pase de un
simple docente cumplidor de horarios de clase a ser “un gran profe”. Todos debemos
tener en la memoria varios ejemplos que siempre nos acompañan y que influyen en
nuestra propia forma de enseñar. Nuestra lista de profesores favoritos debe incluir segu-
ramente a aquellos que nos brindaron “grandes momentos” en el salón de clase y que
lograron que nos volviéramos fanáticos de la materia que dictaban.
Por otra parte, también habrá una lista muy extensa de intentos de profesores, medio-
cres y decepcionantes que nos hicieron perder tiempo de pupitre o nos pusieron a dormir
a los pocos minutos de clase.
¿Qué es lo que hacen los buenos profesores? ¿Puede un gran profesor tradicional tener
éxito en el mundo virtual? Recorreremos algunas consideraciones con el fin de descubrir
las nuevas exigencias y las nuevas cualidades que ayudarán al éxito del profesor virtual.
La buena enseñanza es universal. Ya sea que se trate de jóvenes estudiantes descu-
briendo el teorema de Pitágoras o veteranos ejecutivos descubriendo las maravillas del
“Balanced Score Card”F
5F, los mismos principios y las mismas técnicas se pueden aplicar.F
6
No se trata de nosotros, sino de ellos
Si nos consideramos a nosotros mismos como los expertos iluminados cuya misión divina
es impartir nuestro conocimiento a los recipientes vacíos que son nuestros estudiantes...
estamos en la estratosfera. Los verdaderos profesores deben considerarse a sí mismos
como guías que llevan a los estudiantes en una excursión en donde el punto focal no es
el profesor, sino los estudiantes.
5 Si no sabe que es esto, no se preocupe: ¡Google lo sabe! Lo invito a que lo averigüe en su bus-cador favorito o en la Wikipedia.
6 Estas reflexiones están basadas en un artículo reciente de “Fast Company” Hwww.fastcompany.comH cuyo autor y fecha podría transcribir aquí, pero eso sería caer en la ten-tación de poner bibliografía y convertir este escrito en una investigación académica. Así que, si algunos apartes de este libro le parecen conocidos o parecidos a algo que leyó en alguna parte, seguramente es verdad.
16 WWW.PROFEVIRTUAL.COM
No es bueno llegar a la clase pensando “¿Qué voy a hacer hoy?” sino “¿Qué van a hacer
mis estudiantes hoy?”
Estudiemos a nuestros estudiantes
No basta con conocer nuestros materiales. Debemos conocer a las personas a las que
vamos a enseñar, sus talentos, su experiencia previa y sus necesidades. De otra manera,
¿cómo podemos estar seguros de lo que ellos ya conocen y de lo que necesitan saber?
Una analogía muy simple es imaginarse que alguien nos pregunta “¿Cómo llego a la Plaza
Mayor?”. Lo primero que debemos preguntar es “¿En dónde está usted?”. Debemos saber
el punto de partida de una persona para ayudarlo a llegar a su destino. Puede sonar ob-
vio, pero como profesores, a veces empezamos el viaje y nos olvidamos de preguntar de
dónde vienen nuestros estudiantes.
Creemos un ambiente seguro para tomar riesgos
Recuerdo cuando estaba enseñando a una de mis hijas a cruzar la calle cuando tenía
cinco años. Siempre le decía: “Tú me dices cuándo podemos cruzar”. Le daba la mano y
esperaba a que ella tomara la decisión y me llevara. Si su decisión era equivocada, le
preguntaba: “¿Estas segura? Mira otra vez”.
Aprender es un acto de vulnerabilidad. Los estudiantes tienen que reconocer que ellos
no saben, tomar riesgos y repensar lo que creían que sabían. Eso puede ser incómodo e
incluso aterrador para algunos y nuestro trabajo como profesores debe ser el de crear un
entorno favorable para que puedan lanzarse al vacío con la certeza de que la red que
pusimos estará allí esperándolos.
Las maestras de preescolar muchas veces colocan cojines en el suelo y se sientan a la
misma “altura” de sus estudiantes, o llenan las paredes del salón con sus trabajos para
hacer que el espacio sea de ellos. El resultado es un ambiente de aprendizaje seguro
para ellos emocional, intelectual y psicológicamente.
Los estudiantes tienen que saber que pueden confiar en su profesor. Por eso es impor-
tante que sepan que en nuestra aula de clase no existe el sarcasmo y que nosotros no los
vamos a hacer quedar mal ante los demás.
No comparto la actitud arrogante de muchos profesores de pensar como una victoria
personal cada vez que hacen quedar en ridículo a sus estudiantes.
EL PROFE VIRTUAL – GUILLERMO RAMÍREZ 17
Los grandes maestros emanan pasión
La diferencia entre un buen profesor y un gran profesor no es su experiencia o sus cono-
cimientos. Tiene que ver con su pasión. Pasión por el tema, pasión por enseñar. El deseo
es contagioso, si el profesor lo tiene, lo más seguro es que los estudiantes también lo
obtendrán.
Lo más importante es tener pasión por lo que se hace y ésta debe ser genuina. Es algo
que no se puede simular. Los estudiantes descubren inmediatamente cuando ponemos
un interés sincero y cuando no.
Volvámoslo claro, aunque no podamos volverlo simple
Uno de los principales atributos de un gran maestro es su habilidad para desmenuzar
ideas complejas y hacerlas entendibles. La esencia de enseñar y de aprender está en la
comunicación. Como profesores debemos estar permanentemente mejorando nuestras
habilidades de comunicación tanto escrita como oral.
Nuestra labor consiste en ser constantes traductores de conceptos difíciles a un idioma
simple. Somos clarificadores, iluminadores, “desempacadores”. Buscamos ejemplos,
creamos metáforas, hacemos diagramas: todo lo que sea necesario para que nuestros
estudiantes reciban en forma clara el mensaje. Pero no debemos sobrepasarnos y querer
trivializar todo. Muchas veces el estudiante necesita bocadillos de conocimiento que le
exijan un esfuerzo adicional.
No temamos ser vulnerables
Para algunos, ser un profesor significa presentarse como la persona que tiene todas las
respuestas. Cualquier signo de vulnerabilidad o de ignorancia puede significar debilidad.
Esto los convierte en pésimos profesores.
A veces la mejor respuesta que un profesor puede dar es, “No lo sé”. En vez de perder
credibilidad, se gana la confianza de los estudiantes y esa confianza es la base de una
relación productiva. Todos sabemos que la perfección es una máscara. Por eso descon-
fiamos de las personas que se ocultan detrás de la máscara del sabelotodo. No son ho-
nestos con nosotros. Las personas con las que desarrollamos las más profundas conexio-
nes son aquellas que reconocen sus limitaciones frente a nosotros.
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Reconocer lo que usted no sabe muestra que todavía está aprendiendo, que el profesor
es, en realidad, todavía un estudiante.
Enseñemos con el corazón
La mejor enseñanza no sale de formulas; es personal. Diferentes personas enseñan lite-
ratura de múltiples maneras porque lo hacen de acuerdo a cómo ellos son y cómo ven el
mundo. Enseñamos lo que somos. El acto de enseñar requiere el coraje de explorar su
propio sentido de identidad.
Si no sabemos quiénes somos, no podremos conocer completamente a nuestros estudian-
tes y no podremos conectarnos con ellos. La gente recurre a técnicas para lograrlo hasta
que descubren su propia forma de ser profesor. El músico de Jazz Charlie Parker lo ex-
presaba muy fácil: “Si no lo vives, no va a salir de tu trompeta”.
Repitamos los puntos importantes
Si usted quiere que sus estudiantes recuerden algo importante, es necesario que se los
diga más de una vez. La primera vez que algo se dice, se escucha. La segunda vez, se
reconoce. Y la tercera vez, se aprende.
El reto está entonces en ser consistente sin volverse predecible o aburrido. Los mejores
maestros mantienen su mensaje fresco utilizando nuevas formas de expresar los mismos
puntos. Hay que ser ingenioso y disfrazar un poco los temas de manera que la gente
piense, “esto no lo había escuchado antes”.
Repitamos los puntos importantes
¿Entiende lo que le digo?
Los buenos maestros hacen buenas preguntas
Un profesor efectivo entiende que aprender es explorar lo desconocido y que tal explo-
ración empieza con formularse las preguntas adecuadas. No se trata de preguntas disfra-
zadas de conferencias. No se trata de preguntas de falso o verdadero que no encienden
discusiones acaloradas. Se trata de preguntas que abren las puertas a más profundos
cuestionamientos. “¿Cómo funciona esto?”, “¿Qué significa esto?” y la pregunta favorita:
“¿Por qué?”
EL PROFE VIRTUAL – GUILLERMO RAMÍREZ 19
Si usted quiere llegar a lo más profundo de un tema, pregunte por qué cinco veces, co-
mo acostumbran los orientales.
No se trata de transferir información
Se trata de enseñar a la gente a pensar. Lo último que desearíamos hacer es pararnos
enfrente de la gente a decirles lo que tienen que hacer, o darles las respuestas que que-
remos oír. Los mejores profesores están menos interesados en las respuestas que en las
reflexiones que llevan a ellas.
Lo que los maestros deben ofrecer es la posibilidad de llegar a un punto de vista que
puedan ellos considerar propio. Lo importante es cómo miran al mundo, cómo interpre-
tan la información y cómo resuelven los problemas. Los mejores maestros ayudan a la
gente a aprender cómo pensar por su propia cuenta en vez de indicarles lo que tienen
que pensar.
Deseamos obtener un grupo de personas que aprendan lo que queremos que aprendan,
pero al mismo tiempo que se sientan libres de hacer por sí mismos los juicios y decisio-
nes que la vida les exige. También tenemos que saber cuándo aflojar las riendas para
que la gente no se vuelva dependiente de nosotros.
Dejemos de hablar… y empecemos a escuchar
Cuando se trata de enseñar, lo que hacemos es casi tan importante como lo que deci-
mos. Después de todo, nuestros estudiantes están todo el tiempo mirándonos. La mejor
forma de mostrar que nos interesamos y nos preocupamos por ellos es escuchándolos. El
aprendizaje efectivo es una calle de doble vía: es un diálogo, no un monólogo.
Después de lanzar una pregunta, los malos profesores llenan el silencio con su propia voz
en vez de esperar una respuesta. En vez de eso, esperemos diez segundos. Si queremos
ser buenos profesores, tenemos que aprender a no sentirnos incómodos con el silencio.
Es en esos momentos de quietud, casi eternos, en los que tienen lugar las mejores refle-
xiones. No los interrumpamos.
Dejemos que se enseñen mutuamente
Los estudiantes no solamente aprenden de su profesor. También aprenden de sí mismos
y de sus colegas. Así es como funciona el triángulo del aprendizaje. Es posible que un
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estudiante tenga una idea que ninguno había pensado. Tal vez es algo sobre lo que pue-
den ampliar la discusión. Es muy excitante ver a los estudiantes interactuar.
Evitemos usar la misma técnica para todos
Los buenos maestros creen que todos los estudiantes pueden aprender, pero entienden
que cada uno lo hace en forma diferente. Algunos son visuales, otros captan rápidamen-
te lo abstracto, algunos prefieren leer. Así que tenemos que adoptar una técnica multi-
dimensional durante nuestras clases.
Nunca paremos de enseñar
La enseñanza efectiva se deriva de la calidad de la relación entre el maestro y el estu-
diante. No termina cuando suena la campana o cuando se acaba el día de clase.
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4. CONECTADOS Y ENREDADOS
El final del siglo XX nos conectó y nos convirtió en nudos de una red universal. Si antes
éramos espectadores de la información, hoy en día somos protagonistas de ella. Sin nin-
gún esfuerzo podemos producir, presentar y publicar lo que queramos y alguien, en al-
gún lugar del mundo, encontrará nuestra información.
Esa es la verdadera World Wide Web. Billones de documentos puestos a nuestra disposi-
ción por millones de fuentes de información, desde las más “calificadas” como la
Encyclopaedia Britannica (HUwww.britannica.comUH) o la Real Academia de la Lengua Espa-
ñola (HUwww.rae.esUH), o las que han sido “validadas” por la auditoría permanente de las
multitudes como Wikipedia (HUwww.wikipedia.orgUH) o YouTube (HUwww.youtube.comUH), has-
ta los blogs y los sitios Web de cualquier hijo de vecino, como los de este servidor (
HUwww.profevirtual.comUH y HUwww.emprendedor.comUH). Todos pueden aprender y todos
pueden enseñar en este nuevo escenario democrático y abierto. Las nuevas generaciones
llegan a este mundo de emails, mensajes de texto, blogs, Blackberries, iPods, YouTube,
FaceBook y Second Life sin que nadie les dé un manual de instrucciones, porque no lo
necesitan.
Entonces, ¿cuál debe ser el papel de los profesores en esta creciente arena de conoci-
miento? El mismo de siempre. Debemos ser los guías en esta excursión que se llama edu-
cación. Pero, como buenos guías, debemos emprender primero el viaje y conocer todos
los recovecos del camino. Crearemos visitas guiadas a estas nuevas galerías de conoci-
miento y contribuiremos con nuestras propias piezas de exposición. Llevaremos de la
mano a nuestros estudiantes en excursiones virtuales que los ayudarán posteriormente a
realizar sus propios viajes.
A través de este escrito quisiera compartir mi propia excursión e invitarlos a que se em-
barquen también en las suyas propias para que después se sientan autorizados y cómo-
dos para llevar a sus estudiantes con ustedes.
Empecemos por tratar de entender los nuevos cimientos del mundo en el que estamos.
Conceptos milenarios han sido redefinidos por las nuevas circunstancias del entorno tec-
nológico actual. Nada de lo que sabíamos o dábamos por conocido ha quedado intacto.
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LA MATERIA
Empecemos por el concepto más “sólido” que creíamos conocer y que conformaba la
totalidad de las cosas que dábamos por valiosas. En el pasado todo lo que era vendible
tenía forma y volumen, peso y costo. Los mercaderes intercambiaban bienes materiales
y debían construir grandes almacenes para conservar sus riquezas. Se decía que alguien
valía “su peso en oro”. Se medía la solidez y solvencia de las empresas en arrobas o hec-
táreas, en toneladas o barriles, en cantidades materiales.
Poco a poco la riqueza pasó de lo tangible a lo intangible, de los objetos a la informa-
ción y de las arrobas a los datos. Resulta más valioso saber quién tiene las cosas que
realmente tenerlas y el conocimiento pasó a ser un elemento de riqueza. Muchas indus-
trias empezaron a desmaterializar su riqueza y muchos productos intangibles empezaron
a ser elementos de comercio. Grandes riquezas se han creado por la especulación de la
información en días o en horas.
En la educación muchos elementos claves también se han desmaterializado. Particular-
mente, el principal objeto virtual de aprendizaje: el libro. Con la llegada de la era digi-
tal, millares de tomos cargados de conocimiento que antes reposaban en las bibliotecas
se han transformado en bytes de información fácilmente transportables, transmisibles y
reproducibles. Esto ha permitido el acceso masivo a la información escrita ya que los
bytes de texto pueden ser catalogados y encontrados fácilmente con las herramientas
modernas de búsqueda.
Existen grandes esfuerzos de digitalización de textos, como el proyecto Gutenberg (
HUwww.gutenberg.orgUH) en donde se encuentran más de 20,000 libros digitalizados. Por su
parte Amazon, la tienda más grande en Internet, se ha puesto en la tarea de “escanear”
todos los libros que sus editores autoricen hacerlo. Ahora es posible buscar dentro de
ellos y leer su contenido, parcial o totalmente, antes de comprarlos. Lo que parecía una
locura y causó el pánico en muchos editores ha demostrado ser una herramienta muy
efectiva de promoción y venta. (HUwww.amazon.comUH) Otra característica importante de
Amazon es la referencia cruzada, mediante la cual es posible saber cuál texto es citado
por cual otro y establecer enlaces muy interesantes entre los autores. Google no se ha
quedado atrás y cada día agrega miles de libros que pueden ser examinados internamen-
te en un esfuerzo respaldado por grandes bibliotecas universitarias. (HUbooks.google.comUH)
EL PROFE VIRTUAL – GUILLERMO RAMÍREZ 23
Muchos libros nuevos se publican en formato digital desde el primer momento e incluso
mediante sistemas de impresión a demanda, solamente se imprimen si el usuario los pi-
de. La industria editorial ha eliminado la incertidumbre y el riesgo que antes significaba
imprimir grandes cantidades de libros que se quedaban en las estanterías de las libre-
rías.
Por supuesto que los libros no van a desaparecer. Siempre encontraremos razones para
preferir el texto impreso, el cual podemos llevar a cualquier parte, leer en el metro, en
la hamaca, o en el parque mientras paseamos a nuestro perro, y maltratarlo (al libro, no
al perro) con subrayados y anotaciones al margen. Además las bibliotecas públicas o per-
sonales seguirán existiendo pues el placer de pasar las hojas nunca desaparecerá de la
raza humana. Por otra parte, la lectura en la pantalla no deja de ser aburrida y agotado-
ra, por lo menos para los que tenemos algunas décadas encima.
Sin embargo, la desmaterialización de los “materiales” educativos presenta una gran
oportunidad para la transmisión del conocimiento que no podemos desaprovechar y por
eso como profesores debemos convertirnos en expertos en la manipulación de los ele-
mentos digitales de aprendizaje. Textos, imágenes, audio y video digitales entraron a
formar parte de nuestro diario oficio así como la tiza y el tablero lo fueron para nuestros
maestros. Y así como ellos hacían maravillas con estos elementos rudimentarios para
llamar la atención y comunicarse con sus estudiantes, nosotros debemos volvernos ex-
pertos en estas herramientas digitales.
EL ESPACIO
Todos los conceptos que tienen que ver con las dimensiones físicas han tenido que rede-
finirse. Desde el almacenamiento de los objetos que se han desmaterializado (libros,
películas, cintas de audio, fotografías, mapas, catálogos, objetos tridimensionales) hasta
la necesidad de desplazarse para obtenerlos. El concepto de distancia ha sido redefinido
y qué tan lejos está alguien del mundo depende de dónde se encuentra el computador
más cercano.
La metáfora del navegador de Internet no puede ser más acertada y dar la vuelta al
mundo a punta de clics es algo que podemos hacer todos los días antes del desayuno. En
el pasado la autoridad de alguien para respaldar un tema se basaba en que “había esta-
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do allí”. Muchas veces asistimos a conferencias fascinantes en donde el viajero nos pre-
sentaba una tras otra sus diapositivas de viaje y su experiencia nos hacía pensar: “algún
día iremos”. El mundo parecía tan lejos...
De nuevo “fast forward” al globalizado presente en el que, virtualmente hablando, nada
queda lejos. Podemos estar en la “Salle des Etats” del Museo del Louvre
(HUwww.louvre.frUH), ver cuáles son los cuadros que están al lado de la Mona Lisa y dar un
giro de 360º por toda la sala. Luego podemos darnos cuenta que hay más de 20 mil imá-
genes de la Mona Lisa publicadas en todas las variaciones y deformaciones posibles. Para
terminar, podemos encontrar un sitio medio en serio medio en broma dedicado a todo lo
que es posible saber del tema (HUwww.monalisamania.comUH). Para todos los gustos, para
todas las necesidades.
La red alámbrica e inalámbrica de computadores interconectados que es Internet nos
puede traer lo que queramos a la velocidad de los electrones, o nos puede conectar con
personas que están a miles de kilómetros o en la oficina de al lado. Voces e imágenes de
los primos lejanos nos pueden llegar sin ningún problema, sin visas, sin aduanas y todos
nos hemos convertido en contrabandistas de mensajes en un mundo paralelo que no tie-
ne fronteras.
Este nuevo escenario aplicado a la educación nos presenta posibilidades ilimitadas. Po-
demos tener estudiantes en cualquier parte del mundo, compartir información con cole-
gas de cualquier nacionalidad, crear encuentros y comunidades para desarrollar cual-
quier tema, preguntarle a cualquiera, contestarle a cualquiera. ¿Hay algo que no se
pueda hacer? El único ingrediente necesario es la voluntad de compartir y la generosi-
dad, que normalmente son las cualidades inherentes de todo educador.
EL TIEMPO
Tal vez el concepto primordial que más se ha modificado en las últimas décadas es el
tiempo. Tan difícil de definir o cuantificar como ha sido siempre, actualmente ha pasado
a ser importante en dimensiones muy por encima de la comprensión humana.
En tiempos remotos las realizaciones humanas se medían en “vidas”. La gente dedicaba
su vida a un proyecto y muchas veces no le alcanzaba. La queja permanente del hombre
de que el tiempo no alcanza para nada hoy tiene mucha más vigencia debido a que he-
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mos multiplicado por cien o por mil las cosas que queremos hacer en el mismo periodo
de tiempo que llamamos vida.
Esta aceleración ha sido consecuencia naturalmente de las máquinas que trabajan a ve-
locidades que los humanos no podemos alcanzar. Generalmente el elemento más lento
de todo sistema moderno es el humano. Mientras la máquina hace miles de operaciones
en milésimas de segundo, nosotros seguimos operando a velocidad humana. Leemos una
palabra tras otra, escribimos una letra después de otra, nos paramos para pensar, nos
embobamos, nos distraemos, nos aburrimos, nos equivocamos y afortunadamente segui-
mos siendo imperfecta, ineficiente y maravillosamente... humanos.
Pero astutamente hemos trasladado a las máquinas todas las actividades que nos hacían
ineficientes como transportar mensajes, buscar información o presentar nuestras ideas.
Si William Shakespeare podía escribir dos obras de teatro al año en los tiempos en que
cada palabra tenía que ser dibujada con tinta y pluma, ¿cuál habría sido su “eficiencia”
en los tiempos actuales en los que las máquinas nos organizan las palabras, nos corrigen
la ortografía y nos embellecen los documentos?
Hemos reducido infinitamente el tiempo entre la producción de una idea, su presenta-
ción y su entrega a un público lector, lo que nos permitiría concentrarnos en la calidad
de las ideas. Teóricamente... Lástima que el afán de la entrega a menudo hace que la
informalidad y la improvisación sean la regla y no la excepción. Sin ir más lejos, basta
mirar el texto que usted tiene al frente en este momento...
Sin embargo, esto no es malo. La tradicional idea de que un trabajo de investigación
debía durar “toda una vida” no era consecuencia de la rigurosidad académica sino más
que todo de la lentitud que significaban ciertas labores mecánicas como buscar las fuen-
tes, desplazarse a las bibliotecas, solicitar o compartir información por correo tradicio-
nal y sobre todo leer y descartar innumerables documentos que no eran útiles para nues-
tro trabajo. Actualmente, muchas de estas labores mecánicas y a veces infructuosas
pueden acelerarse y liberar al profesor de tiempo precioso para que haga verdaderos
aportes valiosos.
Lo cierto es que cada nueva generación nace con un reloj cuyos minutos vienen cada vez
más fraccionados. De los proyectos de “toda un vida” pasamos a una vida llena de pro-
yectos. A veces resulta ofensivo preguntarle a un joven: “¿qué piensas hacer cuando seas
grande?”. Devuelven la mirada con infinita extrañeza: “¿Grande? ¿Quién necesita ser
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grande para hacer algo?” En las mismas 168 horas que trae una semana pueden incluir
tantas actividades que nos dejan fatigados a los adultos con solo escucharlas. Después
de soportar el “lento” colegio durante más de un tercio del día, tienen una activísima
vida social, perfeccionan un deporte, hacen las tareas y aún les queda tiempo para pro-
crastinar. No es raro verlos con audífonos, mientras escriben un ensayo para la clase de
filosofía, con el televisor encendido y al mismo tiempo contestando los mensajes instan-
táneos de los amigos en línea. Como dirían los técnicos, “multi-tasking” llevado a la má-
xima perfección.
Mis dos hijas adolescentes manejaron siempre una agenda complicadísima: arrancaban
(literalmente, como en la Fórmula Uno) el día a las cinco y media de la mañana; después
de que ingerían en medio minuto un vaso de jugo de naranja y otro de leche achocolata-
da, se colgaban del bus del colegio que siempre tenía que esperarlas; a la siete de la
mañana comenzaban la jornada escolar que siempre estaba complementada con activi-
dades extras como los ensayos de la banda marcial en las que ambas tocaban la lira o las
preparaciones para una obra de teatro; luego del colegio, podían tener ensayo o clase de
música ya que una pertenecía a un coro y la otra a un grupo musical juvenil; los fines de
semana hacían trabajo social con el colegio acompañando a niños de barrios pobres o
visitaban una fundación que acogía a madres adolescentes. Mientras tanto, no faltaba la
fiesta de quince años de la amiga o el “prom” de algún colegio de varones y las salidas
con el amigo de turno.
A veces pienso que no eran típicas, pero también veo a mi alrededor y encuentro la
misma tendencia. Una juventud ocupadísima y ansiosa de hacer todo lo que tienen que
hacer en la vida lo más pronto posible. Mis sobrinas, por ejemplo, terminaron el bachi-
llerato e inmediatamente empezaron a trabajar como profesoras de inglés en un institu-
to. Actualmente se pagan sus carreras ellas mismas, pero estudio y trabajo se cruzan en
horarios cada vez más exigentes. Sin duda ellas apreciarían inmediatamente la flexibili-
dad que les daría poder estudiar su carrera, o parte de ella, en forma virtual.
Por otra parte, el concepto de horario también está mandado a recoger. A través de las
comunicaciones electrónicas, los negocios se volvieron de atención permanente y las
transacciones y actividades comerciales ya no tienen límite de tiempo. El día se puede
utilizar hasta el último segundo, para comunicarse, para interactuar, para aprender.
Bienvenidos a la escuela ininterrumpida. Todos enseñan, todos aprenden, a toda hora,
en todas partes.
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