El queso y los gusanos en el extremo sur de América

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    Revista de Indias, 2005, vol. LXV, nm. 234Pgs. 427-452, ISSN: 0034-8341

    R. I., 2005, n. 233

    EL QUESO Y LOS GUSANOS EN EL EXTREMO SUR DEAMRICA. GRUPOS TNICOS, DISPUTAS ACADMICAS

    Y UN JUICIO POR REGISTRO DE MARCA

    POR

    LIDIA R. NACUZZI

    Universidad de Buenos Aires/CONICET1

    Este trabajo revisa el uso, por parte de los especialistas en etnografa del extremo sur de Am-

    rica, de uno de los nombres tnicos propuesto por el jesuita ingls Toms Falkner para la regin

    de la pampa argentina. Constituye un ensayo de revisin que se podra repetir con otros tantos

    nombres creados para esa regin y otras aledaas, una muestra de la inconsistencia del mismo y

    un ejercicio metodolgico que involucra a la bibliografa especializada y a otros actores

    inesperados. Se trata de dos empresas que, a principios de la dcada de 1990, disputaron judicial-

    mente por la marca de un queso, Taluhet, el nombre tnico creado por el mencionado jesuita. El

    anlisis de esos papeles judiciales propuso interesantes reflexiones metodolgicas e ideolgicas

    que pueden aplicarse a otros casos de anlisis.

    PALABRAS CLAVES: Antropologa, etnohistoria, derecho, metodologa, grupos tnicos, nom-bres tnicos, sistemas clasificatorios, geopoltica.

    ...todo era un caos, es decir, tierra, aire, agua yfuego juntos; y aquel volumen poco a poco form unamasa, como se hace el queso con la leche y en l seforman gusanos ...

    El molinero Menocchio segn Carlos Ginsburg

    1 Este trabajo fue realizado en el marco del Proyecto 02289 subsidiado por el CONICET parael perodo 2004-2005.

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    INTRODUCCIN

    Por lo menos desde la dcada de 1960 se comercializa en Argentina un quesosemiduro que lleva el nombre de Taluhet. Uno de los envases de presentacin erauna horma de aproximadamente veinticinco centmetros de dimetro y, otro, porcio-nes de esa misma horma que en su cara triangular plana llevaba como logotipo unafigura de un rostro masculino adornado con una vincha con motivos geomtricos queseguramente quera hacer alusin al nombre. Ahora bien, desde mi infancia conoc elmencionado queso, de nombre raro aunque agradablemente sonoro que todos pro-nuncibamos talu y que muchas veces usbamos como descripcin del tipo dequeso al que nos referamos. Creo que nunca repar en la figura del indio de sulogotipo. Un fenmeno que muchos podrn comprender si intentan recordar el logo-

    tipo de alguna de las marcas o empresas con las que se tiene contacto cotidiano, des-de bancos y compaas de seguros hasta marcas de ropa o comestibles.

    En este trabajo cuya primera versin fue presentada como ponencia en el51 Congreso Internacional de Americanistas, Santiago de Chile, julio de 2003pretendo mostrar algunos de los avatares del nombre tnico taluhet inventado porun jesuita del siglo XVIII, la manera como ese nombre fue retomado por los es-pecialistas para sostener disputas acadmicas y cmo esas disputas encerrabancuestiones ajenas al quehacer cientfico, ya sean personales o de estrategiageopoltica del estado argentino. El disparador de esta indagacin fue el pedido,en 1991, de un juzgado nacional en lo civil y comercial en donde dos empresas

    pleiteaban por un registro de marca (pleito en el que se vea involucrado elnombre Taluhet) para que, como especialistas, contestramos sobre laexistencia o no de un grupo tnico en nuestro territorio que se denominara de esaforma. Dado que los mencionados taluhet, creados sin mucho sustento por unjesuita en el siglo XVIII, haban llegado a los tribunales a fines del siglo XXmerecieron un cuidado informe al juzgado que mostraba que la respuesta no tenauna nica versin posible y, por lo mismo, dejaba pendiente una investigacinms minuciosa que ahora, varios aos despus, trato de concluir.

    La mencionada indagacin, segn mi propia visin de cmo profundizar elestudio en cuestin, se limitara a la bibliografa especializada. Ese primer avance

    fue mi presentacin al congreso mencionado arriba. Pero, conociendo que habantenido lugar ciertas acciones judiciales que tuvieron como protagonista al nombreen cuestin, era imposible no interesarse tambin por el desenlace de ese juicio. Yas se hizo patente cuando hice mi presentacin en el mencionado congreso: yomisma percib que faltaba saber algo ms de la disputa judicial y mis oyentes espe-raron alguna informacin adicional sobre esta cuestin que apareca como msinteresante que la nomenclatura del siglo XVIII. La cuestin despertaba inters,tanto que una colega de mi propio equipo de trabajo (que no conoca mi actuacincomo perito en un juicio de 1991) ofreci la gestin de su esposo abogado paraconseguir copia de las actuaciones judiciales a las que estaba haciendo referencia.

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    Cuando finalmente decid abordar la lectura de los papeles del juicio de 1991,cont efectivamente con la valiosa colaboracin de Juan Cardenau. Las actuacionesestaban archivadas y slo un profesional poda solicitar su vista, puesto que no eran

    tan antiguas como para pasar a un archivo de libre acceso. No seleccion perso-nalmente los folios puesto que no lo consider importante, slo quera hacer unalectura rpida para enterarme un poco ms de los motivos de la disputa y, sobretodo, de su desenlace. Para ese momento (fines de 2003) el queso Taluhet ya noapareca en las gndolas de los supermercados. As, obtuve una copia parcial de lasactuaciones. Esto result casi experimental puesto que ms tarde pude equipararloa la conservacin diferencial que tienen algunos papeles, a la existencia de copiasde una parte o de la totalidad de ciertos escritos o expedientes en diferentes archi-vos, a los criterios para archivar o no, guardar o no, algunos papeles y no otros.

    Surgieron entonces interesantes reflexiones en torno a la interpretacin de lospapeles escritos para otros fines que no son los de la reconstruccin de hechoshistricos y me pareci muy til exponer como ejemplo algunas de las limitacio-nes a las que nos enfrentamos cuando tenemos entre manos unos papeles de ar-chivo. Estas reflexiones se exponen en el acpite segundo. Antes, transcribo mirespuesta al pedido del juzgado en 1991 y luego, en el tercer acpite, realizo unrastreo del nombre taluhet en la bibliografa especializada tratando de mostrarde manera ms amplia que en la ponencia el por qu de su perduracin y delas disputas acadmicas en torno al mismo.

    EL PEDIDO DE INFORME DE UN ABOGADO

    En octubre de 1991, el Instituto de Ciencias Antropolgicas de la Universi-dad de Buenos Aires recibi una carta de un abogado que solicitaba informra-mos si la denominacin TALUHET corresponde a indgenas que tuvieron suasiento en nuestro pas, indicndose, en caso afirmativo, cul fue su zona de in-fluencia. Del resto de la carta poda desprenderse que el abogado representaba ala parte demandada, Abolio y Rubio S.A., que la parte demandante era El CandilS.A., que la causa era una oposicin al registro de marca tramitada en un juz-

    gado nacional de primera instancia en lo civil y comercial federal y que en elcuaderno de pruebas de los demandados se haba dispuesto solicitar la informa-cin mencionada al Instituto de Ciencias Antropolgicas.

    El pedido nos sorprendi. Como investigadores de cosas de indios, ente-rarnos que haba un juicio por una marca (indudablemente muy reconocida) quemencionaba a un grupo de indios de dudosa existencia y que uno de los abogadosse haba tomado el trabajo de ubicar el lugar exacto donde podan ayudarlo aaportar pruebas para la cuestin que se pretenda dilucidar, no eran hechos quesucedieran cotidianamente (sobre todo el segundo, sobre todo con un nombre deindios). La carta del abogado fue leda por la directora del Instituto y derivada en

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    menos de cinco minutos hacia mi mesa de trabajo. Fui la encargada de respondera ese pedido, puesto que mi rea de investigacin y mi conocimiento de la bi-bliografa y los viajeros de la regin me ponan ante una tarea poco complicada

    (o, por lo menos, as lo cremos todos).TALUHET es una denominacin creada por el jesuita ingls Thomas Falk-

    ner, que aparece en su conocida obra A description of Patagonia and the adjoi-ning parts of South America ... editada por primera vez en Londres, en el ao1774. Esta obra tuvo amplia difusin en su poca, en parte por los sugerentescomentarios que en ella se realizaban en torno a la forma de establecer colonias yrealizar comunicaciones con el Pacfico y con Europa a partir de algunos de lospuertos patagnicos. Esto hizo que, muy pronto, la corona espaola emprendieracon ms mpetu el reconocimiento de la costa patagnica y el asentamiento enella de fortines y puestos.

    En la Coleccin de Angelis (1836)2 apareci una traduccin de la obra men-cionada y luego, en 1910, la Universidad de La Plata public otra de mejor cali-dad, con un estudio preliminar de Salvador Canals Frau, traducida y anotada porSamuel Lafone Quevedo. Esta edicin fue luego reproducida y lleg masivamen-te al pblico en sucesivas ediciones de Librera Hachette y de Solar/Hachettedesde 1957, a travs de su coleccin El Pasado Argentino3.

    Respecto del trabajo que me haba sido encomendado, mi primer impulso fuecontestar de acuerdo con mi enfoque del tema de aquel momento. Algo as comoeso es un invento de una nomenclatura por parte de Falkner para la que no habaaportado descripciones de grupos ni mencionado relatos de terceros o informan-

    tes, que formaba parte de un mapa mucho ms extenso de nomenclaturas: dihuih-ets, chechehets, leuvuches que luego no perduraron, con una incierta ubicacingeogrfica que el autor no haba comprobado, etc. Esa hubiera sido una respues-ta seria y rpida, aunque no muy cientfica.

    Con el correr de los das pude enfocar el problema de manera ms antropolgi-ca y hacer primar mi entrenamiento en la lectura de viajeros, cronistas y papeles dearchivo y sus elusivos datos (qu era si no la carta del abogado que daba pocainformacin pero desde la que se poda reconstruir bastante ms acerca de la cues-tin?). Compuse el siguiente contexto para la carta. EL CANDIL S.A. c/ABOLIOy RUBIO S.A. s/Oposicin al registro de marca quera decir que la firma El Can-

    dil estaba actuando judicialmente para que la firma Abolio y Rubio no registrara lamarca Taluhet del conocido queso. Si el abogado de los demandados peda lainformacin que estaba pidiendo (si eran un grupo indgena y dnde haban vivido)era porque ellos deban estar aduciendo que usaban ese nombre porque era el deunos indios de la zona donde se fabricaba el queso, o donde viva alguno de los

    2 Pedro DEANGELIS, Coleccin de Obras y Documentos relativos a la Historia Antigua y Mo-derna de las Provincias del Ro de la Plata, 6 vols., Buenos Aires, 1836.

    3 Thomas FALKNER, Descripcin de la Patagonia y de las partes contiguas de la Amrica delSur, Buenos Aires, Hachette, 1957 [1774].

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    empresarios o porque la regin despertaba algn recuerdo o inters especial paraalguno de ellos. No puedo negar que esto me produca simpata: unos fabricantesde queso que haban usado un nombre indgena mucho antes de que eso se pusiera

    de moda, mucho antes de las remeras tnicas, el arte tnico, los objetos de decora-cin tnicos, etc. Tambin me preguntaba entonces por qu los fabricantes habantardado tanto en registrar la marca, e imagin algn problema de divisin de unaantigua sociedad comercial, que en el momento del juicio haban devenido en ElCandil por un lado y en Abolio y Rubio por el otro. As las cosas, El Candil seestaba oponiendo a que Abolio y Rubio registrara la vieja marca Taluhet. Tam-bin, El Candil poda ser una nueva empresa que quisiera usar una marca yaconocida y an no registrada. Mi pequeo trabajo de campo sucedi en un super-mercado, donde pude encontrar el queso en cuestin y comprobar que an estabasiendo producido por la firma Abolio y Rubio de la ciudad de Crdoba.

    Luego decid elaborar un escrito que fuera lo ms veraz posible. Por m mis-ma (dada la mencionada simpata que el caso me produca) y por el xito de losdemandados (pioneros en la cuestin de marcas y logos tnicos en mi pas). Losdemandantes podan tener otro perito antroplogo que contestara lo que yo habapensado contestar en primera instancia, que taluhet era una nomenclatura in-ventada por Falkner que no haba sido corroborada modernamente por trabajosde campo etnogrficos o en archivos. Quise cubrir todos los flancos posibles yelabor la siguiente respuesta.

    I. TALUHET es una denominacin creada por el jesuita ingls Thomas Falkner,

    que aparece en su obra A description of Patagonia and the adjoining parts ofSouth America ..., (primera edicin: Londres, Hereford, 1774). Entre las edi-ciones ms conocidas en nuestro pas se cuentan la de Pedro de Angelis en suColeccin de Obras y Documentos (1836-1837) y la de editorial Hachette(1957), que es una traduccin de S. Lafone Quevedo con estudio preliminarde S. Canals Frau [en nota al pie citaba aqu los datos completos]. Para Falkner los TALUHET, junto con los Dihuihets, eran dos subgrupos

    conocidos por los espaoles con el nombre de Pampas. En cuanto a suubicacin: ocupan la margen oriental del Primer Desaguadero [Desaguade-ro-Salado-Chadileuv], hasta dar con las lagunas de Guanacache en la juris-

    diccin de San Juan y de San Luis de la Punta, distribuidos en grupos pe-queos que poco paran en un solo lugar. Se hallan tambin algunos pocos enla jurisdiccin de Crdoba, en las mrgenes de los ros Cuarto, Tercero ySegundo [...]. Antiguamente haba gente de esta nacin en el distrito deBuenos Aires, cerca de los ros Lujn, de las Conchas y de la Matanza; peroya han desaparecido4. Por estas y otras precisiones respecto de los gruposvecinos, la ubicacin de los TALUHETS, segn Falkner, era la regin del

    4 FALKNER[3], pp. 128-129

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    centro y norte de la actual provincia de San Luis y la mitad sur de la actualprovincia de Crdoba.

    En base a esta clasificacin de Falkner, en 1922 Lehmann-Nitsche dedica un

    estudio a la lengua hety la identifica como propia de los grupos pampas5.En otros estudios de la poca aparecen la lengua o el idioma het6.

    En la difundida obra de Antonio Serrano sobre Los aborgenes argentinos(1947)7, si bien el autor discute la existencia de una lengua hetubica en sumapa tnico a los TALUHET, aunque no exactamente segn la descripcinde Falkner. Otro manual muy conocido y difundido en su poca, Las po-blaciones indgenas de la Argentina de Salvador Canals Frau (1953), men-ciona a los TALUHET como subgrupo septentrional de los pampas8, aun-que su ubicacin tampoco coincide exactamente con la de Falkner.

    Con la aparicin de la monografa de Federico Escalada El complejo te-

    huelche (1949) la denominacin cae en desuso entre los especialistas, da-da la amplia discusin que plantea el autor en cuanto a su validez9.

    III. La proliferacin de nomenclaturas tnicas marc una poca en los estudiosetnogrficos referidos a la Pampa y la Patagonia argentinas. Ellas se basaban,sin profundos anlisis crticos, en datos de misioneros y viajeros que recorrie-ron estas regiones principalmente durante los siglos XVIII y XIX. Luego hubootra etapa (que comenz con la aparicin de la obra de Escalada) caracterizadapor el inters en la comparacin de nomenclaturas y caractersticas culturales,que llev a sintetizar el panorama tnico en unas pocas denominaciones, pero

    siempre manteniendo la preocupacin por encasillar tnicamente a los gru-pos en tres categoras: pampas, tehuelches y araucanos (como ejem-plo de esta etapa hay numerosas obras, entre ellas las de Vignati y Casami-quela)10. Actualmente el inters est centrado en entender las denominacio-

    5 Roberto LEHMANN-NITSCHE, El grupo lingstico Het de la Pampa argentina, Revistadel Museo de La Plata, XXVII (1922), pp. 10-85.

    6 Antonio SERRANO, Los primitivos habitantes del territorio argentino, Buenos Aires, La Fa-cultad, 1930; Milcades A. VIGNATI,Las culturas indgenas de la Pampa, Historia de la NacinArgentina vol. I, pp. 549-590, Buenos Aires, Junta de Historia y Numismtica Americana, 1936.

    7 Antonio SERRANO, Los aborgenes argentinos. Sntesis etnogrfica, Buenos Aires, Ed. No-

    va, 1947.8 Salvador CANALS FRAU, Las poblaciones indgenas de la Argentina. Su origen Su pasado Su presente, Buenos Aires, Sudamericana, 1953, cf. p. 217 y fig. 37.

    9 Federico ESCALADA, El complejo tehuelche. Estudios de etnografa patagnica, BuenosAires, Coni, 1949, pp. 212-249 .

    10 Milcades VIGNATI, Etnografa y Arqueologa. Usos, costumbres y cultura de los aborgenesde Buenos Aires, La Pampa y Patagonia: Perodo Colonial, Historia Argentina vol. 5, Buenos Aires,Plaza y Jans, c. 1967; Rodolfo CASAMIQUELA, Rectificaciones y ratificaciones. Hacia una interpre-tacin definitiva del panorama etnolgico de la Patagonia y rea septentrional adyacente, Cuadernosdel Sur, Baha Blanca, Universidad Nacional del Sur, 1965 y Un nuevo panorama etnolgico del reapan-pampeana y patagnica adyacente. Pruebas Etnohistricas de la filiacin tehuelche septen-trional de los Querandes, Santiago de Chile, Museo Nacional de Historia Natural, 1969.

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    nes que los grupos humanos de la regin se daban a s mismos, pero ya nopara rotularlos segn una clasificacin conocida sino para estudiar sus rela-ciones intertnicas, su organizacin poltica y econmica, sus relaciones con

    los blancos, los motivos de su marginacin, la influencia de los prejuiciosdel investigador en la comprensin de sus formas de vida, etc.

    IV. En base a lo expuesto, podemos decir que la respuesta a la informacin soli-citada puede ser de tres tipos, de acuerdo a la bibliografa que podamos con-sultar, o al momento histrico en que nos interese situarla:

    A. En base a la informacin que los estudiosos manejaban hasta aproxima-damente 1950 y los legos hasta el da de hoy (dada la amplia difusin delos manuales de Serrano y Canals Frau citados) los TALUHET fueron ungrupo tnico que habitaba en el norte de la regin pampeana (sur de SanLuis, sur de Crdoba y sudoeste de Santa Fe).

    B. En base a la obra de Escalada y numerosos estudios posteriores (inclui-dos los trabajos mencionados de Casamiquela y Vignati) hasta la dcadade 1970, los TALUHET no existen como grupo tnico.

    C. De acuerdo con las tendencias actuales de las investigaciones etnohist-ricas sobre indgenas de nuestro pas, TALUHET es una denominacincreada por Falkner para un grupo que habitaba la zona especificada en Icuya existencia es, en principio, una hiptesis de trabajo. Cualquier estu-dio serio sobre la regin en cuestin, hara referencia a la presencia de taldenominacin y buscara investigar los motivos y fundamentos de suaparicin en la obra de Falkner.

    Como se puede apreciar, en mi informe hice una breve historia del nombre y,con la sntesis del punto IV (que hoy encuentro muy vigente), busqu cubrir to-dos los flancos brindando argumentos para responder a opiniones diferentes decolegas que podran haber sido requeridos para expedirse sobre el mismo tema.Lejos ya de la simpata inicial mencionada arriba, esta me pareca la respuestams justa a un tema que para los propios especialistas es controvertido. Enviarese informe a ciegas y sin conocer ms detalles del juicio fue un esforzado ejerci-cio para acallar mi curiosidad. Varias veces fantase sobre la/s manera/s de obte-ner ms informacin hasta que, aparentemente, olvid la cuestin.

    CUESTIONES METODOLGICAS

    Haba trado nuevamente a escena un informe redactado haca ms de diezaos para llevarlo a una reunin de especialistas. La razn ms explcita era queen aquel informe propona un estudio que haba quedado pendiente y que, justa-

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    mente, en el simposio bamos a discutir mtodos y conceptos de los orgenes dela Antropologa, como pueblo, nacin, raza. Otra razn se hizo explcitaal terminar mi exposicin. Persista mi curiosidad, ahora alentada por la de mis

    colegas: quera/mos conocer el desenlace del juicio por registro de marca. Comodije, luego de presentada la ponencia obtuve finalmente una copia de los papelesdel pleito del ao 1991. Al procurarme esos papeles, no tena otra expectativaque conocer el final de la historia porque, adems, haba otra cuestin: el quesoTaluhet ya no apareca en los comercios. Pero al revisarlos result evidente que,en mi contextualizacin de la nota de pedido de informe de 1991, haba actuadocomo la protagonista del cuento In the Cage que cita Revel11, queriendo dedu-cir de ella mucho ms de lo que era posible.

    El cuadro de situacin que haba imaginado era muy diferente del que deja-ban reconstruir los diversos papeles del juicio. Ms all de que no todo est escri-

    to, de que hay papeles mencionados que no estn anexados al expediente, de queno conocemos la forma y el contenido de los intentos previos de acuerdo, etc. hayalgunas deducciones errneas que s pueden identificarse con claridad. Un expe-diente del siglo XX no debe diferenciarse mucho de otros de siglos pasados yconsidero que este ejercicio podra iluminar nuestras interpretaciones y razona-mientos en torno a diversas fuentes. La primera cuestin que tanto me habapreocupado es que la otra parte no present peritos o informes similares al queyo haba producido para que se expidieran sobre algn tpico relacionado con losindgenas de la zona, por lo que me qued sin saber qu hubiera opinado otrocolega sobre el tema lo que, por otro lado, en esta etapa del trabajo hubiera resul-

    tado muy interesante. La segunda cuestin, tal vez la ms relevante para entenderlas distintas instancias judiciales y el por qu de la presentacin de pruebas, esque el litigio se centr en torno a dos marcas que podan ser confundidas por elpblico consumidor: Quehu y Taluhet. Luego, hay cuestiones ms especficasque detallo a continuacin.

    En cuanto a los actores del juicio: La firma El Candil S.A. era la demandanteporque haban querido registrar una marca para un queso de su fabricacin,Quehu, y la firma Abolio y Rubio SACIG se opuso en defensa de su marcaTaluhet (registrada con anterioridad), alegando que ambos nombres podanprestarse a confusin por parte de los consumidores. As, mis suposiciones acerca

    de cul marca estaba en juego y sobre la supuesta dilacin de los fabricantes delqueso Taluhet en registrar su marca, haban sido errneas. Esto daba por tierracon mis especulaciones anteriores acerca de la posicin de los actores en el juicioy me oblig a una seria reflexin sobre la cantidad de veces que debamos enten-der defectuosamente las cartulas de juicios antiguos o los ttulos de actuacionessumarias. Viene al caso aclarar que, con estas dudas, consult a una abogada

    11 Jacques REVEL,Micro-anlisis y construccin de lo social, Anuario del IEHS (Tandil,Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires), 10 (1995), pp. 125-143.

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    quien interpret que la leyenda EL CANDIL S.A. c/ ABOLIO y RUBIO S.A.s/Oposicin al registro de marca quera decir que El Candil accionaba judicial-mente contra Abolio y Rubio porque se opona a que stos registraran una marca.

    Insist en mi consulta, explicndole que en realidad los que queran registrar unanueva marca eran los primeros y me respondi que tambin poda interpretarsede esa manera y que deba leer el expediente para responder a mis interrogantes.En fin, la nica uniformidad esperable en las cartulas de expedientes judicialeses que quien inicia la demanda figura en primer trmino. Adems, la informacinde la cartula es escueta y no dice nada acerca de pleitos previos, intentos deacuerdos extrajudiciales y una serie de preguntas bsicas (sobre todo las que ini-ciaramos con cmo y cules) que s va contestando, aunque fragmentaria-mente, la lectura del expediente. La cartula, al situarnos aparentemente con se-guridad en el qu y el cundo, parece asegurar que el expediente brindar una

    serie de respuestas complementarias acerca de determinados temas que luego noes seguro que aparezcan. Tambin, oculta otros temas relevantes para la cuestiny muchos ms para cuestiones conexas, justamente aquellas que el historiadoranda rastreando en stos y otros expedientes judiciales ms antiguos. Comoejemplo de este caso, el nombre Quehu.

    En cuanto a los nombres en cuestin: El Candil peda el registro del nombreQuehu y diseo, Abolio y Rubio tenan registrado desde mucho antes slo elnombre Taluhet. De las fotos del diseo que los primeros piden registrar y de sudescripcin que figura en el expediente, puede decirse que es un dibujo realizadocon cinco circunferencias concntricas, con especificaciones del fabricante, direc-cin, etc. y, lo ms destacado, dos guardas con dibujos tipo incaicos (f. 15). Elnombre aparece escrito en minsculas de cierta fantasa. Taluhet, en cambio, estescrito en maysculas en diversos envases cuyas fotografas figuran en elexpediente (f. 38v. y 39). Los anlisis fonticos que se adjuntan buscan determinarque ambas palabras no son confundibles, comparan los radicales Que y TAy las desinencias hu y LUHET. Los abogados de El Candil afirman:

    Adems, la desinencia hue forma parte de otras marcas de la clase 29[quesos], lo que implica que es de uso comn en la misma.

    Hue, adems, es componente de numerosas voces que constituyen, entreotros, nombres de regiones, ciudades y accidentes geogrficos del sur de nues-tro pas, provenientes de la lengua mapuche.

    Por ambos motivos, nadie puede pretender exclusividad sobre esta voz (f.16,el destacado es mo).

    Como en su momento sucedi con los que representaban a los demandados,cuando enviaron el pedido de informe al Instituto de Ciencias Antropolgicas,estos abogados tambin pueden sorprendernos con sus conocimientos acerca decuestiones indgenas.

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    En lo que respecta a la connotacin indgena de las marcas en disputa: Losdemandantes haban argumentado, como vimos, que la partcula hu era mapu-che y que apareca en numerosos nombres geogrficos del pas. Los demandados

    expresan, a su vez, que este es otro punto de coincidencia entre las marcas, porqueellos le han atribuido a la denominacin taluhet una connotacin pampeana (f.41). Varios folios ms adelante, los demandados ofrecen pruebas, esto es: solicitanse agreguen los informes que produzcan la Direccin de Tecnologa, Calidad yPropiedad Industrial, el Instituto de Ciencias Antropolgicas y un estudio contable.La estrategia de la defensa parece estar basada, entre otros puntos, en demostrarque tambin los demandados usan una alusin a indgenas en su marca y, por esto,la posibilidad de confundir ambos nombres es an mayor. Es por eso que el pedidode informe al Instituto de Ciencias Antropolgicas estaba redactado en los trminosque mencion ms arriba. En otro lugar del expediente, el alegato de la parte de-

    mandada, vuelven sobre este tema y aluden a la evidente connotacin pampeanadel nombre taluhet, refrendada por el trabajo elaborado por el Insituto de CienciasAntropolgicas (f. 217) y al origen mapuche que los demandantes haban atribui-do a quehu, aunque sin haber acercado prueba alguna al respecto. Como sepuede comprobar, mi apreciacin haba sido errnea. Las cuestiones en las que sebasaba el abogado de la firma demandada eran dos: haba parecido entre las marcasporque ambas tenan alguna referencia indigenista (segn sus expresiones) y,adems, ellos haban acercado pruebas y los demandantes no.

    En cuanto a la distribucin geogrfica de los Taluhet: en una de las etiquetasfotografiadas que constan en el expediente aparece un dibujo del territorio nacionalcon sus provincias y una lnea que marca casi exactamente la distribucin que ledio Canals Frau a los pampas, con el nombre taluhet dentro de esos lmites (f.38v.). Muy convenientemente, la lnea norte se ha extendido un poco y deja dentroa la ciudad de Crdoba, sede de la firma fabricante. Como haba sospechado alelaborar el informe, el manual de Canals Frau haba tenido su protagonismo cuan-do la empresa lctea Abolio y Rubio eligi el nombre de uno de sus productos.

    Las cuestiones sealadas hasta aqu se pueden tomar como instrumentos de re-flexin ante papeles producidos en otros momentos o desde otros mbitos: la su-puesta existencia de papeles que traten sobre la misma cuestin producidos por

    diferentes actores, los nuevos nombres, la posicin de los actores en el expedientejudicial y en el mbito de su desempeo (administrativo, institucional, comercial),el planteo de la situacin y el por qu de la disputa, las argumentaciones de losdiferentes actores que encierran interesantes datos complementarios, entre otros.

    Pero hay otro conjunto de cuestiones que van ms all de lo metodolgico. Sonaquellas que hacen a la imagen del indgena trasmitida al pblico la connota-cin indigenista, en palabras de los abogados y a la dicotoma nacional-extranjero. Aqu debemos pensar en lo transmitido y lo aprendido a travs de dife-rentes fuentes: la escuela, los medios, la tradicin popular. Todas ellas siguen te-niendo una imagen del indio simplificada, estereotipada y, por lo menos, antigua.

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    Figura 1: Mapa de la obra de Salvador Canals Frau (1953). Hemos superpuesto laetiqueta utilizada por los fabricantes del queso Taluhet donde se aprecia lasimilitud en la dispersin del Grupo Taluhet.

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    En el folleto bilinge que est fotocopiado en el expediente aparece encabe-zando las pginas la figura de un indiecito con vincha, poncho y sandalias. Tieneun aspecto ms bien norteo, pero es una imagen bastante corriente que induce al

    comn de la gente a pensar que se est representando a un indgena, sin importarla regin ni las diferencias que conocemos los especialistas. La empresa habacomenzado su actividad en 1967, segn el expediente judicial. Pero el folletobilinge es seguramente mucho ms reciente y los mismo puede decirse del dibu-jo del indiecito donde adems se puede apreciar la mano de un dibujante experto.La figura en cuestin tambin aparece en algunas de las etiquetas de los produc-tos de la firma: quesos y dulce de leche. Para otros productos se conserv el dibu-jo antiguo: una cara masculina, con pelo oscuro y largo y vincha.

    Figura 2: Imagen del indio Taluhet que ilus-tra uno de los productos de la em-presa fabricante de quesos.

    Hay, adems, otra etiqueta para el producto Taluhet, con circunferencias con-cntricas, trapecios que le dan un aire inca (segn uno de los abogados) y la carade un indio en el centro. Esa misma cara aparece ms clara en otros envases,triangulares y ms pequeos. Dicen los demandados que la otra parte, la que in-tenta registrar la marca Quehu, incurre en una actitud que puede, o busca,provocar confusin a travs de la etiqueta que va a utilizar en sus productos. Esaconfusin se puede dar en dos niveles: porque quehu imita la conceptualidadindigenista de las marca Taluhet (f. 219v.) y su fuerza expresiva (aqu reite-

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    ran las consideraciones fonticas) y porque ambas etiquetas tienen crculos con-cntricos y dibujos incaicos. Los abogados vuelven a sorprendernos al afirmarque los dibujos que se pretenden utilizar en la etiqueta de quehu, incaicos, nada

    tienen que ver con la presuntamente mapuche palabra elegida para registrarpero s tienen que ver con los trapecios netamente incaicos (recurdese la formade las aberturas de las mundialmente conocidas construcciones de Macchu Pi-chu) de la etiqueta que viene usando Taluhet (f. 220). Por supuesto, no existeninguna explicacin de por qu la ornamentacin inca nada tiene que ver conlo mapuche pero s con lo pampeano. El argumento que los demandadosbuscan destacar es que ambas ornamentaciones se parecen y que ambos nombrestienen una connotacin indigenista. Agregan, como para dejar mal parados alos demandantes, que quehu no tiene nada que ver con lo inca, olvidando la pro-pia inconsistencia12.

    En cuanto a la dicotoma nacional-extranjero aparece muy solapadamente,pero est. En un contexto donde los abogados de la parte demandada intentanprobar que las marcas se pueden confundir porque hay semejanza grfica y fon-tica y que esa semejanza no disminuye por el invocado origen mapuche de lapartcula hu, dicen la expresada similitud existente entre las referidas desig-naciones resulta muy susceptible de generar confusiones entre los consumidores(an de los chilenos que, es sabido, histricamente han sido siempre los ms en-traables amigos de los mapuches) (f. 40v.). Esto se alude en un tribunal de unpas que histricamente ha tenido reiteradas disputas limtrofes con Chile (la l-tima y una de las ms agudas en 1978), cuyos vericuetos jurdicos son bien

    conocidos por abogados y jueces, y est dicho por los mismo abogados queparecen conocer tan bien lo que es indgena, lo que es mapuche lo que espampeano, lo que es inca y las mundialmente conocidas construcciones deMacchu Pichu. Parece que se busca provocar rechazo al mencionar una amistadentraable con los chilenos.

    En fin, la ltima reflexin que permite este expediente judicial es que su lec-tura evoca los trabajos de los especialistas que escribieron sobre las existencia ono de los taluhet y de otros grupos y que voy a resear en el siguiente acpite. Lamanera de presentar los hechos, de argumentar sobre ellos, de aportar pruebas essumamente controversial y tiene similitud con un escrito judicial ms que con un

    trabajo cientfico. Y ello se hace patente cuando se leen al mismo tiempo los dostipos de escritos, como sucedi en este caso.

    12 Aqu es imposible no interrogarse acerca de la cultura general de estos actores. Al insinuaruna relacin entre lo inca y lo pampeano parecen reproducir las ideas de Francisco Moreno(cfr. Mnica QUIJADA,Ancestros, ciudadanos, piezas de museo. Francisco P. Moreno y la articula-cin del indgena en la construccin nacional argentina, Estudios Interdisciplinarios de AmricaLatina y el Caribe (Tel Aviv), 9 (1998), pp. 21-46, sobre la cuestin ver especialmente p. 31).

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    LAS DISPUTAS ACADMICAS

    El objetivo primero de la ponencia presentada en el Congreso Internacional

    de Americanistas fue el de cumplir con una de mis propias recomendaciones ver-tida en el informe al juzgado: la existencia de taluhets y dihuihets en laPampa debe ser tomada como una hiptesis de trabajo y deberamos indagaracerca de por qu aparecieron esos nombres en la obra de Falkner. Tambin, porqu perduraron en otras nomenclaturas ms modernas o fueron retomadas pordiversos etngrafos hasta la dcada de1970.

    Encontramos que el jesuita no define qu entiende por nacin de indios yaun dando el nombre de alguna de ellas, suele decir que est integrada, a su vez,por tres o cuatro naciones. Las define por ubicacin geogrfica, a veces da elsignificado del nombre de la nacin y menciona a algunos de sus caciques. Lo ms

    aproximado en cuanto al por qu de su divisin en naciones es su comentario:Se llaman de diferentes modos, segn la colocacin de sus tierras, o porque en suorigen eran de generaciones diferentes13. A veces menciona que algunos gruposhablan la misma o diferente lengua. No aclara cmo obtuvo la informacin aunquees dable suponer que se la proporcionaron cautivos que conoci en las misionesNuestra Seora del Pilar (cerca de Mar del Plata) y Virgen de los Desamparados(cerca de Tandil) por donde anduvo entre 1746 y 1750. En cuanto a los Dihuihets,aclara que eran nmades y hacan malones sobre Buenos Aires generalmente solosy, otras veces, acompaados por los Taluhets y los Pehuenches.

    Cuando estas nomenclaturas pasan a los mencionados manuales de Serrano y

    Canals Frau, los ms conocidos para no-especialistas, sufren correcciones encuanto a ubicacin geogrfica que no tienen una fundamentacin explcita. Su-pongo que son interpretaciones libres de los autores mencionados, puesto que noproporcionan otras fuentes, ni plantean una discusin al respecto. Pero veamosqu escribieron los etngrafos basndose en la nomenclatura de Falkner, o igno-rando y/o criticando la misma.

    El primer especialista que retoma los nombres de Falkner es Samuel LafoneQuevedo (1900)14 quien se preocupa por separar lo pampa, posiblemente por-que necesita identificar a los antecesores de los querandes que encontraron losfundadores de la primera Buenos Aires. Comenzaba el siglo XX, a pocos aos de

    terminadas las campaas al desierto y al Chaco, era importante encontrar unosancestros que no fueran ni araucanos ni guaranes, vistos como extranjeros porestos especialistas. Para esto se apoya en los grupos taluhet y dihuihet que habaubicado Falkner en la regin pampeana, aunque extiende fcilmente su distribu-cin: desde el ro Segundo de Crdoba hasta Tierra del Fuego, en los siglos XVI,XVII y primera mitad del XVIII. Ms tarde, esa regin estara habitada por pue-

    13 FALKNER[3], p. 126.14 Samuel A. LAFONE QUEVEDO, La raza pampeana y la raza guaran o los indios del Ro de

    la Plata en el siglo XVI, Buenos Aires, s/e, 1900.

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    blos de estirpe araucana. De esto se deduce que est hablando de unos indiosautctonos y ms antiguos, los pampas, y de otros llegados despus desde elotro lado de los Andes. Esta cuestin de llegar desde el otro lado de los Andes,

    de ser extranjero en la Pampa, no es menor. Se mantendr como argumento(entre otros) de la necesidad de haberlos combatido y exterminado mediante laconquista del desierto. Tambin la extensa distribucin propuesta parece tenerque ver ms con cuestiones de soberana que con fundamentos cientficos.

    De ah en ms, se mantiene la controversia entre a quines se puede llamarpampas, o quines fueron los pampas, y quines fueron llamados araucanos,quines eran los autctonos y cmo se mezclaron, quines predominaroncomo grupo tnico con el transcurso de los siglos y los avatares del mestizaje(aunque slo considerado entre grupos nativos).

    En 1922 es Roberto Lehmann-Nitsche15, por entonces jefe de la Seccin An-

    tropologa del Museo de Ciencias Naturales de La Plata16, quien vuelve a men-cionar a los taluhet y dihuihet y los atribuye a una raza araucana que, a su vez,era identificable con pampa. Les atribuye una lengua, la het, que dice haberdescubierto. Para este autor, parece no importar tanto quines estuvieron primeroen ese mbito geogrfico. Su perfil de estudioso de varias subdisciplinas de laAntropologa, con contactos fluidos con el exterior (ver de Jong en este mismovolumen) posiblemente haya contribuido a una visin menos comprometida conel discurso legitimador que en pocos aos ms impondra la corporacin de histo-riadores desde la Junta de Historia y Numismtica Americana (luego AcademiaNacional de la Historia)17.

    15 LEHMANN-NITSCHE [5].16 Samuel Lafone Quevedo y Roberto Lehmann-Nitsche perteneceran a un grupo pionero, del

    perodo1880-1930, conformado por figuras de destacadas familias criollas con un importante res-paldo econmico (como Francisco Moreno, Juan B. Ambrosetti y Samuel Lafone Quevedo) quese iniciaron recorriendo el territorio nacional al comps de las campaas militares (Pablo PERAZ-ZI, Hermenutica de la barbarie. Una historia de la Antropologa en Buenos Aires, 1935-1966,Buenos Aires, Sociedad Argentina de Antropologa, 2003, p. 32). A ellos se sumaran luego lasfiguras de naturalistas europeos atrados por estas tierras ricas en fsiles, riquezas arqueolgicas y... grupos indgenas (p. ej. Germn Burmeister, Carlos Berg, Roberto Lehmann-Nitsche) muchas

    veces contratados por funcionarios de alta jerarqua (idem, pp. 32 y 37). Perazzi llama a este grupopioneros e integrados puesto que en el perodo se crean las secciones de investigacin de la Fa-cultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires: la Seccin Antropologa (1904)dirigida por Juan B. Ambrosetti, la Seccin de Investigaciones Histricas (por gestiones de LafoneQuevedo en1906) y la Seccin Geografa (1918). Estos personajes, como muchos otros de su gene-racin, exploraron todas las ramas de las ciencias del hombre: de la arqueologa a la antropologafsica, de la historia a la lingstica (idem, p. 34). Pero, adems, compartan y se repartan puestosy cargos. Por ejemplo, Lafone Quevedo haba sido, en 1899, el primer director de la recin creadactedra de Arqueologa Americana en la Facultad de Filosofa y Letras de la UBA.

    17 Nora PAGANO y Miguel Angel GALANTE, La Nueva Escuela Histrica: una aproximacininstitucional, del centenario a la dcada del 40", en F. DEVOTO (comp), La Historiografa argentinaen el siglo XX(I), Buenos Aires, CEAL, 1993.

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    Antonio Serrano18, Director del Museo de Paran y Profesor de la Universi-dad Nacional del Litoral, habla de los aborgenes de la regin pampsica ymenciona como su hbitat a toda la provincia de Buenos Aires, toda la goberna-

    cin de la Pampa, regin llana de Crdoba hasta el ro Primero, Santa F hastams o menos la latitud de Rosario, parte llana meridional de San Luis y la por-cin sureste de la provincia de Mendoza19. Dice que de sus costumbres se cono-ce poco, que muchas veces un mismo nombre ha sido aplicado a distintas par-cialidades o naciones atribuyendo esto al carcter nmade de los grupos o adiversas designaciones segn el idioma de los indgenas que los designaban20.Este tema de los nombres dados por otras agrupaciones es novedoso y no vuelvea retomarse luego. El autor afirma que pese a estos inconvenientes, pampas ypuelches son los nombres que parecen consagrarse en la literatura etnogrfica, yque el primero era el que usaban los espaoles y el segundo los araucanos de

    Chile para todas las tribus que ocupaban este lado de la Cordillera, puestoque significa gente del este21. Afirma tambin que l prefiere designarlospampas, eliminando en absoluto la designacin de puelches y que se tratabade los pampas que hablaban el idioma het22. Las tres grandes ramas que inte-graban el grupo pampa hacia mediados del XVIII eran: los taluhet, los diuihet y loschechehet. Aunque considera que tambin los querandes, que ocupaban las llanu-ras inmediatas a la ciudad de Buenos Aires cuando sta se fund, eran probable-mente taluhet; aqu cita a Falkner, aunque sin precisar que la nomenclatura es delmismo. En una publicacin posterior (1947), el autor introduce nuevos nombrespara regiones vecinas, como el norte de la Patagonia, basndose en influencias que

    l mismo menciona: Francisco Moreno y Toms Harrington (quienes, mejor do-cumentados que otros, introdujeron en la vapuleada nomenclatura de grupos tni-cos de la regin, el gentilicio gunaken/guenna kne y sus variantes). Aunque nomodifica en nada la distribucin y nombres de los grupos de la pampa s mencionaen ese momento que los querandes habran sido pampas primitivos y no guna-ken del norte de la Patagonia23.

    18 La figura de Antonio Serrano, director de un museo de provincia, no parece encuadrarse en

    los espacios de poder mencionados antes. Aunque el cambio de su propuesta de nombres tnicosentre su obra de 1930 y la de 1947 [cf. notas 6 y 7], s responde a las interpretaciones en boga enlos crculos porteos. Creemos que la aparicin de la Historia de la Nacin Argentina influy en sunomenclatura que, para el caso de Patagonia, adecu a la propuesta de Vignati (1936) publicada all[cf. nota 6]. Su discurso tambin es coherente con la bsqueda de la dicotoma nacional-extranjeroque preocupa a otros especialistas.

    19 SERRANO [6], p. 129.20 SERRANO [6], pp. 129-130.21 SERRANO [6], pp. 130.22 SERRANO [6], pp. 130.23 SERRANO [7] y Toms HARRINGTON, Contribucin al estudio del indio Gnna Kne,

    Revista del Museo de La Plata (nueva serie) II, Antropologa 14 (1946), pp. 237-275.

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    Figura 3: Mapa de la obra de Antonio Serrano (1930), con la dispersin de los di-versos grupos tnicos.

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    En 1930, Milcades A. Vignati haba sido incorporado como acadmico denmero a la Academia Nacional de la Historia, cuestin que suscita interesantesreflexiones a la luz de su obra, ntegramente dedicada a la arqueologa y a las

    poblaciones autctonas24. Cuando en 1936 escribe un captulo sobre los poblado-res de la Pampa para la Historia de la Nacin Argentina que publica la mencio-nada Academia por ese entonces todava nombrada Junta de Historia y Nu-mismtica Americana, se cuida mucho de adscribirles un gentilicio. Se refierea los habitantes de las llanuras durante el siglo XVII. Demarca una reginpampeana sumamente amplia (desde los 30 S hasta el ro Negro y desde la Cor-dillera hasta el Atlntico) incluyendo las reas serranas de Catamarca, Crdoba,San Luis y Buenos Aires. La describe como integrada por diferentes culturas,aisladas entre s hasta la llegada de los espaoles, momento en que se renen y seinfluyen mutuamente en sus costumbres y modos de vida. Sin mencionar las

    fuentes en que se basa, Vignati afirma que los habitantes de las llanuras habrandesaparecido como consecuencia de los pesados trabajos en las encomiendas enque fueron repartidos (de mineros de la costa del Pacfico). Algunos ncleos ais-lados que pudieron mantener su libertad, ms numerosas agrupaciones de laszonas cordilleranas de Mendoza y Neuqun originaron un nuevo elemento tni-co que domina las llanuras hasta el momento de la invasin de su territorio porlos elementos chilenos de raza araucana25. Para el 1700 se haban radicado entrelos ros Negro y Colorado. Aparte de estos grupos haba otros en la Pampa: losque en el siglo XVI haban habitado los lugares ocupados por los conquistado-res de Buenos Aires.

    Todas estas afirmaciones son sostenidas por el autor sin mencionar fuentes(que, por lo dems, son muy escasas para el siglo XVII). Agrega que este grupose daba a s mismo el nombre de Pampa y que diversos autores y los habitantesde las ciudades aledaas confundan a estos Pampas con los Aucas y los Patago-nes. Los viajeros mencionados en el texto y que supuestamente avalaran las in-terpretaciones del autor (Ovalle, Molina, Olivares, Rosales, Azara, Guinnard) nose encuentran citados en la bibliografa final. S lo est Falkner en ambos tems.

    Federico Escalada (1949)26, un mdico enganchado a la Gendarmera Nacio-nal, escribe sobre estos temas despus de un largo contacto con descendientes de

    24 Vignati pertenecera a la corporacin de historiadores que para las primeras dcadas del si-glo XX estaba fortalecindose a travs de dos instituciones, el Instituto de Investigaciones Histricas dela Facultad de Filosofa y Letras de la UBA y la Junta de Historia y Numismtica Americana, luegoAcademia Nacional de la Historia. Precisamente, desde la Academia Nacional de la Historia se produjola ms importante obra que mostraba la versin autorizada del pasado nacional que se mantuvo in-mutable por muchos aos, se cristaliz en medios acadmicos y universitarios y, sometida a unnotable proceso de vulgarizacin, pas a los manuales de enseanza escolar (Pagano y Galante [17]).En ella tienen dedicado un amplio espacio los grupos aborgenes del territorio argentino.

    25 VIGNATI [6], p. 556.26 ESCALADA [9].

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    los grupos que habitaron la pampa y la Patagonia y de leer a los viajeros que re-corrieron la regin (entre ellos Falkner) e inspirado, como l mismo lo afirma, enlos trabajos de Toms Harrington y Milcades A. Vignati sobre indgenas de la

    Patagonia y de la Pampa27. Dedica un captulo de su obra a La llamada nacinpampa y hace una crtica a los especialistas que escribieron antes que l. Expre-sa su discrepancia con las clasificaciones tnicas corrientes, basadas en los es-critos de Lehmann-Nitsche quien se habra inspirado en la obra de Falkner28.Con algunas de sus afirmaciones, en trminos generales, hoy podemos acordar.Por ejemplo, que la palabra quechua pampa es un nombre geogrfico que porextensin se aplic a sus habitantes y, siguiendo a Snchez Labrador29, que lapampa fue una tierra del medio (por oposicin a la propuesta de Lehmann-Nitsche sobre la existencia de una raza del medio) donde se encontraban dife-rentes agrupaciones indgenas para comerciar e intercambiar bienes.

    Escalada alude a la profusin de gentilicios que se debe al desprecio que seha tenido de la lengua como elemento clasificatorio, a la corrupcin de la nota-ciones de diversos viajeros que han hecho creer en la existencia de grupos tnicosdistintos y al hecho de adjudicar a un mismo grupo nombres diferentes en pocasdistintas y por diferentes autores30. Adems, entre las cuestiones planteadas pordiversos autores que Escalada discute, se encuentran: la mera mencin de grupostaluhet y dihuihet, que los espaoles acostumbran llamar pampas sin des-cribirlos (Falkner), la identificacin de los querandes con los taluhet y dihuihetde Falkner (Lafone Quevedo), la designacin pampa aplicada en el sigloXVIII a los mapuches radicados en la Pampa. Para Escalada, los taluhet y di-

    huihet eran ranqueles y salineros (o sea, araucanos instalados en la Pampa), enesto coincide con Lehmann-Nitsche (1922)31. Parece concordar con Moreno, paraquien los verdaderos pampas eran los querandes, que no eran araucanos ni esta-ban araucanizados. Con Lafone Quevedo tambin acuerda en este punto: los in-

    27 Para ms datos sobre este autor, puede consultarse Lidia R. NACUZZI, Los grupos, losnombres, los territorios y los blancos: historia de algunos nombres tnicos, en G. B OCCARA (ed.),Colonizacin, resistencia y mestizaje en las Amricas, siglos XVI-XX, pp. 259-289, Lima/Quito,IFEA/Abya-Yala, 2002. All se encuentra una breve sntesis de la vida pblica de Federico Escala-da, un personaje que haba realizado un extenso trabajo de campo y haba consultado numerosas

    obras de viajeros, confrontando inteligentemente sus datos para escribir una nica y prometedoraobra. Conectado con Vignati y Harrington, fue quizs el nico de los investigadores reseados queno estuvo comprometido con el quehacer de una institucin central. En su libro publicado por unflamante Instituto Superior de Estudios Patagnicos, se advierte en el Prlogo que esa era la prime-ra [y sera la nica] publicacin del mencionado Instituto y que ste haba sido creado debido a losinformes que sobre el problema aborigen en la gobernacin militar de Santa Cruz haba redacta-do el mismo Escalada.

    28 ESCALADA [9], p. 14.29 Joseph SNCHEZ LABRADOR, Los indios pampas-puelches-patagones (Monografa indita

    prologada y anotada por Guillermo Furlong Cardiff), Buenos Aires, Viau y Zona, 1936, p. 29.30 ESCALADA [9], p. 15.31 LEHMANN-NITSCHE [5].

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    dios pampa de los siglos XVI, XVII y XVIII son querandes; los de la segundamitad del siglo XVIII y los del siglo XIX eran de estirpe araucana. El punto dediscusin con Lafone Quevedo es, entonces, la identificacin de los querandes

    con los taluhet y dihuihet de Falkner (que para el autor seran araucanos).La principal crtica de Escalada a Lafone Quevedo es que su nomenclatura

    replica la de Falkner y, adems, no utiliza la lengua, ni los aspectos somticos,las costumbres o el tipo de explotacin de recursos para identificar a los gruposque propone. Critica la utilizacin de vocablos de diversas lenguas en la nomen-clatura de Falkner (la de los araucanos y la de los tehuelches), pero tambin eldescubrimiento que se atribuye Lehmann-Nitsche de una tercera lengua het.

    La tesis del autor es que la la nacin pampa no existi y que no se puedehablar de una raza especfica a la que pueda corresponder esta designacin dife-rencial32. Afirma que fueron los pobladores del ro de la Plata quienes iniciaron

    la aplicacin de la palabra quichua pampa que tena un origen geogrfico y queen ningn momento durante la conquista se pretendi atribuirla a una nacindeterminada de salvajes, que los cronistas del siglo XVIII no fijan el significadode la palabra de forma especfica y que fueron los modernos curiosos de nuestropasado quienes se plantearon impropiamente cul fue la raza y la lengua de losindios pampas33.

    La obra de Escalada, ya lo he afirmado en otro lugar34, es un hito en los estu-dios de los grupos nativos de Pampa y Patagonia. Luego la nomenclatura quepropuso tentativamente y con expreso uso de comillas, la de complejo tehuel-che, fue retomada, ampliada, subdividida y maltratada de diversas maneras.

    Algunos investigadores tomaron el nombre y lo extendieron geogrficamente,otros lo discutieron y desacreditaron su validez. Todos olvidaron que el intentohaba sido darles una denominacin desprovista de prejuicios35.

    Canals Frau36 public en 1953 un manual que an hoy se encuentra en las li-breras y que ha tenido mucho peso en el conocimiento de los grupos indgenas del

    32 ESCALADA [9], p. 113.33 ESCALADA [9], p. 113-114.34 Lidia R. NACUZZI, Identidades impuestas. Tehuelches, aucas y pampas en el norte de la Pa-

    tagonia, Buenos Aires, Sociedad Argentina de Antropologa, 1998.35 ESCALADA [9], p. 12.36 Salvador Canals Frau, antroplogo espaol, fue director y luego subdirector del Instituto

    tnico Nacional desde 1948 hasta 1951. En sus primeros aos de existencia, dicho Instituto depen-da de la Direccin Nacional de Migraciones, junto con otras divisiones como la Direccin de Pro-teccin al Aborigen y la Comisin de Recepcin y Encauzamiento de Inmigrantes. El objetivo delInstituto, segn seala Perazzi ([16], p. 60) era emprender estudios sobre la situacin demogrficanacional para planificar actividades econmicas y se estimularon una gran nmero de investigacio-nes tendientes a conocer de manera cabal, integral y totalitaria la poblacin del pas (Canals Frau1948, citado por Perazzi [16], p. 60). Es posible que tales investigaciones le hayan brindado a Ca-nals Frau la posibilidad de escribir su conocido manual sobre las poblaciones indgenas de la Ar-gentina [cf. nota 8]. En 1955 fue designado Director del Museo Etnogrfico, del Instituto de Antro-

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    pas para los no especialistas. En Poblaciones indgenas de la Argentina dedica uncaptulo a Los antiguos Pampas. Dice, probablemente respondiendo a Escalada yretomando a Lafone Quevedo, que la existencia de los autnticos pampas ha sido

    puesta en duda (refirindose a los de los tiempos de la fundacin de Garay), aunqueacepta que es un nombre derivado de su hbitat. Afirma que a principios del XVIIIla antigua poblacin pampa que hasta entonces dominara en la inmensa llanuracomenz a desaparecer, siendo reemplazada por otra, de caracteres distintos y deestirpe araucana37 y que se las sigui llamando pampas, porque eran tambinnmades y porque la sustitucin tnica fue un proceso gradual apenas percep-tible, con una masa creciente de poblacin alctona en la que se diluy laantigua poblacin. Esto se produjo lejos de los ojos de la poblacin blanca queno estaba en continuo contacto con ellos: ni los pobladores blancos ni los misio-neros se dieron cuenta de lo que estaba pasando, y ya en el siglo pasado [XIX]

    se haba borrado el recuerdo, si es que alguna vez haya existido, de la pretritaexistencia en la Pampa de indios que no eran araucanos38.

    Canals Frau tambin recupera el aporte de Lemann-Nistche y su estudio de lalengua het, aunque opina que esa lengua no poda ser sino la de los pampas(porque Lemann-Nistche la haba atribuido a los chechehets que, para l, noeran pampas sino gunaken del norte de la Patagonia). Llama Pampas antiguoso simplemente Pampas, al conjunto de parcialidades que tenan como hbitatlas inmensas llanuras de las que tomaron nombre: desde el Atlntico al Des-aguadero-Salado y desde el sur de San Luis, Ro Cuarto y Ro Tercero hasta lassierras del sur de Buenos Aires (ver figura 1)39. En ese hbitat tan extenso, supo-

    ne que no eran grupos muy homogneos, pero por su estilo de vida, eran to-dos uno40. Dentro de este conjunto, los ms antiguos y los ms orientales,eran los Querandes (desde el Carcara hasta el Salado de Buenos Aires y haciael oeste hasta la Sierra Grande de Crdoba).

    Tambin para el autor es indudable que se dividan en dos grandes secto-res41: los Taluhet al este y al norte (en la pampa hmeda), y los Diuihet [sic] aloeste y al sur (en la pampa seca) y que, an cuando la pampa estuvo completa-mente araucanizada, ambas divisiones siguieron subsistiendo42. De esto se des-prende que para el autor hubo dos momentos en el poblamiento del rea, antes ydespus de la llegada de araucanos.

    pologa y de la revista Runa, cargos que desempe hasta su muerte, a comienzos de la dcada de1960 (Runa, vol. IX, partes 1-2). Segn este perfil, Canals Frau integrara el conjunto de antrop-logos-funcionarios que propone Perazzi [16].

    37 CANALS FRAU [8], p. 211.38 CANALS FRAU [8], p. 214.39 CANALS FRAU [8], p. 215.40 CANALS FRAU [8], p. 216.41 CANALS FRAU [8], p. 217.42 Ibidem

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    En sus obras de 1965 y 1969 Rodolfo M. Casamiquela43, un autodidacta enpaleontologa, arqueologa y etnografa de Patagonia44, aborda la cuestin de losquerandes y los pampas. No menciona los nombres de la nomenclatura de

    Falkner, pero s otros que los especialistas venan utilizando para adjudicar una exis-tencia creble a los ya famosos taluhets y dihuihets. Empeado en brindar un pano-rama tnico de la Pampa y de la Patagonia dominado por tehuelches, este autorafirma que los querandes y los pampas del rea bonaerense (o de la pampa hmeda)constituan los ms boreales de sus tehuelches septentrionales. Probablementehaya retomado a Moreno para quien los querandes eran los verdaderos pampas,es decir, los no-araucanizados, ya que asegura que hay una ntima unidad culturalentre los pampas pre-araucanos, los querandes y los tehuelches septentrionales.Para l, los pampas no eran un grupo diferente al de los tehuelches.

    Hasta aqu, la etnografa de Pampa y Patagonia haba avanzado considerable-

    mente, aunque el gran aporte fue el de Escalada, luego criticado duramente por Ca-samiquela quien, por otro lado, us la nomenclatura y las subdivisiones que habapropuesto el primero. Falkner y sus nombres tnicos estaba desacreditado, habasido fundamentadamente criticado por Escalada y la discusin estaba dominada porCasamiquela y su tesis de la expansin hacia el norte de los tehuelches, involucran-do al rea pampeana y sus probables habitantes, los indios pampas.

    Vignati (c. 1967) escribe entonces uno de las entregas de una serie de HistoriaArgentina, sobre los aborgenes de Buenos Aires, La Pampa y Patagonia45. Allpropone para la regin norte del rea en cuestin, la existencia de dos grupos: lospampas allentiac y los pampas millcayac (segn l, respectivamente, los taluhet

    y dihuihet de Falkner). Para cualquiera que conozca medianamente la bibliografaprevia, en la que los diversos autores centraron sus discusiones y discrepancias entorno a los gentilicios que vinimos exponiendo de manera abreviada, esta posturaresultar sorprendente. Adems, Vignati rehabilita a Falkner, a quien tan duramentehaba criticado en 1936, crtica de la que muchos se haban hecho eco. Sostengo queel nico motivo de esta clasificacin novedosa debe buscarse en una decisin dedar un giro inusitado a la cuestin y descolocar a su colega Casamiquela, con quienvena manteniendo un duelo verbal que puede apreciarse en los escritos de ambos yen sus crticas mutuas. En una sntesis muy escueta, la tesis sostenida por Casami-quela era la de la presencia de tehuelches desde el norte de Buenos Aires, sur de

    43 Ambas citadas en [10].44 Tambin nos hemos referido a su trayectoria acadmica en NACUZZI [27]. Este investigador

    autodidacta, sin cargos pblicos o acadmicos como los que acabamos de referir para otros autores,pero colaborador de Marcelo Brmida y Osvaldo Menghin en los trabajos de campo que aquellosrealizaron en Patagonia en la dcada de 1950, adquiri un lugar de peso por sus numerosas contri-buciones en publicaciones peridicas prestigiosas (como Runa, por ejemplo) y tambin, supone-mos, por el inters que suscit entre sus colegas el hecho de haber aprendido desde muy joven lasdos lenguas de los grupos nativos ms numerosos de Pampa y Patagonia, mapuches y tehuelches.

    45 VIGNATTI [10]

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    Crdoba, San Luis y Mendoza hasta el estrecho de Magallanes. Para Vignati, habaque dividir entre los pampas en la regin homnima, los tehuelches en Ro Negro yChubut y los autnticos patagones en Santa Cruz.

    Tanto Vignati como Casamiquela coinciden s con Escalada quien haba in-troducido la expresin en mencionar a la cua araucana a la altura del centrode la provincia de Neuqun. Aunque el primero es el ms virulento: los arauca-nos fueron un pueblo invasor que penetr en forma de cua, asimilando alos pueblos que encontraba en su expansin.

    CONSIDERACIONES FINALES

    Como conclusin preliminar, puedo decir que estos trajinados grupos de la

    pampa, desde las pginas de una obra del siglo XVIII, pasando por los artculosde especialistas y llegando a los tribunales por un conflicto de registro de marca,no han tenido hasta ahora un estudio serio. Es cierto que las fuentes son muyescasas. Pero tambin lo es que algunos de los especialistas se han valido de ellasdestacando los aspectos que en cada oportunidad mejor les vena para defenderdiversas tesis o, simplemente, para dejar mal parado a un colega.

    Tambin puedo afirmar, con cierto margen de seguridad, que la denomina-cin Taluhet no se bas en rasgos particulares de un grupo (culturales, de organi-zacin social o poltica) que hayan sido ni siquiera supuestos por Falkner paradiferenciarlos de otros grupos creados por l, en un intento de clasificar y

    ordenar a los grupos que lo tendran como misionero, seguramente siguiendo uncriterio lingstico (Jess Bustamante, com. personal). La denominacin, comolas otras que figuran en el mismo relato, no aparece en otros relatos de viajeros oen otro tipo de fuentes. Slo fueron retomadas por los etngrafos para aportar acada nueva nomenclatura propuesta o discutirla presentando otros gentilicios46.

    Esta seleccin de autores basada en el uso en sus escritos del trmino taluhet esrepresentativa de una lnea de pensamiento y, a la vez, puede ocultar otras. Porejemplo, estn aqu resumidas las opiniones de dos autores que discutieron la exis-tencia misma del trmino y de un grupo tnico que lo ostentara. Escalada lo hizo demanera directa, dedicando varias pginas de su obra para tal fin. Casamiquela se

    ocup de otros nombres relacionados con taluhet por otros autores, como querand-es. Ellos contribuyeron decisivamente para que el trmino perdiera presencia enestudios posteriores y era ineludible mencionarlos en esta revisin. Nos sigue fal-tando un estudio comparativo acerca de la conceptualizacin de grupo tnico en

    46 En cuanto a la afirmacin de Falkner de que haba pueblos que los espaoles designan conel nombre de Pampas (FALKNER [3], p. 127), en otro lado (NACUZZI [34]) hemos mostrado que,junto con auca y tehuelche, este trmino era usado como gentilicio por los espaoles del mo-mento de la colonia para designar a distintos grupos de la Pampa y el norte de la Patagonia y queesos mismos grupos adoptaban esos nombres para identificarse ante ellos.

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    nuestro medio acadmico y los distintos enfoques que se utilizaban al mismo tiem-po en otros lugares del mundo. Para comprender su necesidad, slo basta compararlas fechas de publicacin de los ltimos estudios mencionados aqu con las de otros

    que estaban apareciendo, como los de Fredrik Barth (1969), Cardoso de Oliveira(1971), Morton Fried (1971) o Wsevolod Isajiw (1974)47.

    Volviendo al trmino taluhet, el hilo conductor que apareci al realizar el ras-treo del uso de este nombre entre los especialistas fue su estrecha relacin con elnombre pampa (era una de las dos agrupaciones que conformaban a los pam-pas) y, concomitantemente, la identificacin de esos pampas como los habi-tantes autctonos de la regin del mismo nombre que luego fueron invadidos porlos araucanos provenientes del occidente de la cordillera de los Andes (actual-mente, y desde la conquista del desierto, lmite poltico entre Argentina y Chile).Tanto Lafone Quevedo como Serrano, Vignati, Canals Frau y Casamiquela sos-

    tienen, implcita o explcitamente, la existencia de unos primitivos o autnti-cos pampas, sucedidos luego por los araucanos o la invasin araucana. ParaEscalada, la nacin pampa directamente no existi, la Pampa era una regin don-de se reunan parcialidades de indios de distinta procedencia para intercambiarbienes y esa regin fue alcanzada, a mediados del siglo XVIII, por los pueblos dela cua araucana.

    La opinin divergente de Escalada parece anunciar que otros estudios iban a ex-plorar esa tesis o, por lo menos, las razones por las cuales la regin resultaba atracti-va slo para reunirse con motivo de relaciones intertnicas. Pero no fue as. Escala-da falleci pocos aos despus de publicarEl complejo tehuelche y la cuestin de

    los grupos tnicos que habitaron la Pampa qued en manos de Vignati y Casami-quela. Vignati propuso una vuelta a nomenclaturas que l mismo haba criticadoduramente treinta aos antes, posiblemente slo para oponerse con ms fuerza a losestudios de Casamiquela quien estaba ganando espacio en el mbito de la etnografade Pampa y Patagonia. El primero falleci en la dcada de 1970, el segundo mantu-vo su esquema del poblamiento pampeano-patagnico en muchas publicacionesposteriores (Casamiquela 1982, 1983, 1985, 1989, entre otros)48.

    47

    Fredrik BARTH (comp.), Los grupos tnicos y sus fronteras. La organizacin social de lasdiferencias culturales, Mxico, FCE, 1976 [1969]; Roberto CARDOSO DE OLIVEIRA,Identidadtnica, identificacin y manipulacin, Amrica Indgena (Mxico), XXXI-4 (1971), pp. 923-953;Morton H. FRIED,On the Concepts of Tribe and Tribal Society, en J. HELM (ed), Essays onthe Problem of Tribe, Seattle/London, American Ethnological Society, 1971; Wsevolod W. ISA-JIW, Definitions of Ethnicity, Ethnicity (New York), 1 (1974), pp. 111-124.

    48 Rodolfo CASAMIQUELA, Tehuelches, araucanos y otros en los ltimos 500 aos de pobla-miento del mbito pampeano patagnico, Sntomas (Buenos Aires), 4 (1982), pp. 17-29 (primeraparte) y Sntomas (Buenos Aires), 5 (1982), pp. 20-26 (segunda parte); Nociones de gramtica delGnna kne, Pars, CNRS, 1983; Bosquejo de una etnologa de la provincia de Ro Negro , Vied-ma, Fundacin Ameghino, 1985;El camino de la fascinacin (entrevista realizada por G. Boido yE. Chiozza), Ciencia Hoy (Buenos Aires), 1 (1989), pp. 54-61.

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    La lectura de este conjunto de autores transmite la sensacin de que la reginpampeana no tuvo una ocupacin humana densa y continua. Tambin, todos hacenreferencia a los querandes que encontraron los primeros fundadores de Buenos

    Aires y tratan de adscribirlos a alguna de las agrupaciones propuestas. Las mencio-nes a este grupo en las fuentes, que son muy escasas y provienen del siglo XVI, nopermiten delinear ni siquiera un territorio de accin para ellos. Pero todos parecensentirse obligados a emitir su opinin sobre los casi mticos indgenas que rechaza-ron el primer intento de asentamiento europeo en el ro de la Plata.

    En cuanto a la opinin, predominante entre los especialistas, que considera alos grupos tnicos mencionados pampas como los habitantes originarios de unaregin que luego fue invadida por grupos extranjeros, es una visin que concuer-da con el pensamiento de Francisco Moreno49 que, aunque no sea mencionadopor los diferentes autores, ha perdurado de manera extraordinaria en los crculos

    acadmicos por casi cien aos. Esa visin tambin es coherente con una de lasms conspicuas justificaciones de la campaa militar de exterminio denominadaconquista del desierto, necesaria para asegurar la soberana argentina sobre laregin patagnica, segn la cual ella fue realizada por la presencia en la regin depoblaciones salvajes y no autctonas50.

    Por el momento, esta investigacin parece suficiente como para responderque no existi un grupo taluhet (o como pueda escribirse cualquier variantefontica) y que esta afirmacin puede extenderse a los dihuihets. Tanto taluhetscomo dihuihets perduraron en la literatura etnogrfica debido a cuestiones deprestigio personal y discusiones pretendidamente acadmicas ms que a la exis-

    tencia de un problema de investigacin identificable como tal. En cuanto a loschechehets y leufuches (otros grupos que mencion Falkner para la regin pam-peana) puedo afirmar, en base a la gran cantidad de viajeros y papeles de archivoque he ledo sobre el rea en cuestin, que los primeros coinciden en su ubica-cin con grupos que ocupaban las sierras de Buenos Aires a fines del siglo XVIIIy los segundos no tienen una correspondencia con grupos que aparezcan en esasmismas fuentes.

    Teniendo en cuenta lo rastreado hasta aqu respecto al nombre taluhet mepermito afirmar que ciertas nomenclaturas no necesitan un estudio tan detallado.Sin embargo, tambin creo que otras s mereceran el intento. Se trata del nombre

    tehuelhet, sealado tambin por Falkner para la regin patagnica y que fuerecuperado despus por diversos etngrafos que han aportado y discutido sobre lde una manera bastante enmaraada. Pero, sobre todo porque Escalada adoptuna variante del mismo para bautizar a su complejo de pueblos indgenas, me-recera un estudio detallado que identifique a los grupos tnicos y dispersionesterritoriales que se le atribuyeron.

    49 Vase QUIJADA [12], pp. 30-31.50 Juan C. WALTHER, La conquista del desierto, Buenos Aires, EUDEBA, 1973, p. 9.

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    Finalmente, quiero referir brevemente el desenlace del juicio por el registro demarcas entre dos empresas fabricantes de quesos. El juez emiti su sentencia el 11de febrero de 1994, expresando que no exista aproximacin entre las denomina-

    ciones Quehue y Taluhet refirindose solamente a los aspectos fonticos deambas palabras y declarando infundada la oposicin de la firma Abolio y Rubio.En consecuencia, esta firma debera afrontar las costas del juicio. Lo notable es queen el alegato de la parte demandada, donde se resumen los hechos, quedaclaramente expresado que los demandantes haban fabricado quesos entre julio de1988 y marzo de 1991, fecha en que se cerr su fbrica de quesos. No queda clarosi llegaron a usar la etiqueta con el nombre Quehu. En abril de 1994 ambas partespresentan un escrito donde expresan que los demandantes desisten de la solicituddel registro de marca y del proceso, que los demandados aceptan el desistimiento yque ambas acuerdan soportar las costas del juicio conjuntamente.

    This work examines the use that Ethnographers of the American Southern Cone made of one

    of the ethnic names proposed for the Argentina pampa region by the British Jesuit Toms Falkner.

    A similar revision might be made of many other names created for this and other neighbouring

    regions, a methodological exercise showing inconsistencies and compromising most of the speciali-

    zed bibliography as well as other unexpected actors. In the present case the study is focused on

    two firms which contended in Court over a cheese brand Taluhet which took an ethnical

    name created by the above mentioned Jesuit. The analysis of these judicial documentation opens up

    interesting methodological and ideological reflexions which might be applied to other case studies.

    KEY WORDS: Anthropology, Ethnohistory, Law, methodology, ethnic groups, ethnic names,classificatory systems, Geopolitics.